II domingo del Tiempo Ordinario

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________________________________________ NEXO ENTRE LAS LECTURAS La llamada o vocación ocupa el centro de las lecturas de este domingo, con que inicia el tiempo ordinario. Una llamada al seguimiento, es decir, a permanecer con Jesucristo, como los dos discípulos del Evangelio. Una llamada a la que hay que dar una respuesta generosa, como hizo Samuel: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha" (primera lectura). Una llamada que implica una "expoliación", un no pertenecerse a sí mismo, sino a Dios y a su Espíritu; de ahí, la clara conciencia y exigencia de una vida pura, lejos de la lujuria y de todo aquello que contravenga la pertenencia al Señor (segunda lectura). MENSAJE DOCTRINAL Algunos aspectos del llamado. La vocación sacerdotal es una llamada al despojamiento, a la expropiación de uno mismo para llegar a ser propiedad exclusiva de Dios. Aquí radica el motivo fundamental del celibato sacerdotal, y el derecho de la Iglesia a pedirlo. Pero, la vocación es despojamiento que entraña revestimiento, expropiación que implica apropiación, expoliación que conduce a la posesión. En este proceso el hombre no se "enajena", no sufre una alienación de su personalidad. Al contrario, alcanza el máximo grado de identidad y de autorrealización al responder en plena conciencia y libertad a la voz divina. Respuesta del llamado. Cuando alguien llama a otra persona, ésta tiene que dar necesariamente una respuesta. Puede ser positiva, negativa, neutra e indiferente. Lo

que el hombre no puede hacer es dejar la llamada sin respuesta. Cuando Jesús a los dos discípulos les dice: "Venid y veréis", éstos ¿qué hicieron? "Se fueron con él, vieron dónde vivía y pasaron con él aquel día". Y cuando Samuel se entera de que es Dios que le llama, no duda en responder: "Habla, Señor, que tu siervo te escucha". El hombre es libre para dar una u otra respuesta, pero está obligado a dar una respuesta, dada su intrínseca condición de llamado

LECTURAS PARA LA SEMANA II SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO. AÑOS IMPARES (I). I SEMANA DEL SALTERIO TOMO III Lunes

SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

MISAL DOMINICAL DE LOS FIELES 17 de enero de 2021 RITOS INICIALES MONICIÓN INICIAL Bienvenidos, hermanos a esta celebración. En este segundo domingo, se nos presenta el inicio del ministerio público de Jesús. Jesús va llamando para “estar”, “aprender” y “compartir” con Él un estilo de vida diferente, a los y a las que luego serán su grupo, sus seguidores. Él nos irá modelando, cambiando el corazón, nos dará la fortaleza, el coraje para dejarlo todo y responder con generosidad a su llamada de anunciar el mensaje del Reino. Que la Eucaristía nos ayude a abrir nuestro corazón para la escucha.

18

Heb 5, 1-10; Sal 109, 1-4; † Mc 2, 18-22

Martes

19

Heb 6, 10-20; Sal 110, 12.4-5.9-10; † Mc 2, 23-28

ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 65, 4 Que se postre ante ti, Señor, la tierra entera; que todos canten himnos en tu honor y alabanzas a tu nombre.

Miércoles

20

Heb 7, 1-3.15-17, Sal 109, 1-4; † Mc 3, 1-6

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Heb 7, 23—8, 6; Sal 39, 7-10.17; † Mc 3, 7-12

Saludo: El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios, esté con todos ustedes.

Jueves

21

Viernes

22

Heb 8, 6-13; Sal 84, 8.1014; † Mc 3, 13-19

Sábado

23

Hb 9, 2-3, 11-14; Sal 46, 2-3, 6-9; † Mc 3, 20–21

Comisión de Pastoral Litúrgica Arquidiócesis de San Salvador

2021

Acto Penitencial El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que somos pecadores y necesitamos de la gracia de Dios nuestro Padre. Tú que no has venido a condenar sino a perdonar: R/. Señor, ten piedad. Tú que has dicho que hay gran fiesta en el cielo por un pecador que se arrepiente: R/. Cristo, ten piedad.

Verde/ Ciclo B Tú que reúnes a tus hijos dispersos: R/. Señor, ten piedad. Se dice Gloria. ORACIÓN COLECTA ios todopoderoso y eterno, que gobiernas los cielos y la tierra, escucha con amor las súplicas de tu pueblo y haz que los días de nuestra vida transcurran en tu paz. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

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LITURGIA DE LA PALABRA Monición a la primera lectura Samuel, siendo todavía un niño, escucha la llamada del Señor y le cuesta reconocerlo, como nos cuesta a menudo a nosotros, pero quien está atento, acaba entendiendo qué le pide el Señor y le responde. Escuchemos. Del primer libro de Samuel

E

3, 3-10. 19

n aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote Elí. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió: “Aquí estoy”. Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte”. Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Respondió Elí: “No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte”.


Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: “Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?” Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y le dijo a Samuel: “Ve a acostarte y si te llama alguien responde: ‘Habla, Señor; tu siervo escucha’”. Y Samuel se fue a acostar. De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: “Samuel, Samuel”. Este respondió: “Habla, Señor; tu siervo escucha”. Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía. Palabra de Dios Monición para el Salmo La Palabra de Dios nos indica qué debemos hacer para responder a la llamada del Señor. Con el salmista agradecemos la gracia del llamado y respondemos: Del salmo 39 R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Esperé en el Señor con gran confianza; él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias. Él me puso en la boca un canto nuevo, un himno a nuestro Dios. R/. Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy”. R/. En tus libros se me ordena hacer tu voluntad; Esto es, Señor, lo que deseo: tu ley en medio de mi corazón. R/. He anunciado tu justicia en la gran asamblea;

no he cerrado mis labios, tú lo sabes, Señor. R/. Monición para la segunda lectura San Pablo nos recuerda que la fe que profesamos debe influir en nuestra vida de cada día. Que hemos de cambiar y mejorar nuestras costumbres y nuestra manera de actuar. Escuchemos. De la primera carta del apóstol san Pablo a los corintios 6, 13-15. 17-20

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ermanos: El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor, para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder. ¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con él. Huyan, por tanto, de la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa una persona, queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo. ¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo. Palabra de Dios Monición para el evangelio Cristo nos sale al encuentro, pero no se impone. Él llama y se deja seguir y responde con claridad a nuestras preguntas. La fe es una misteriosa combinación entre iniciativa divina y libertad humana. Puestos de pie cantamos aleluya. ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO R/. Aleluya, aleluya. Hemos encontrado a Cristo, el Mesías. La gracia y la verdad nos han llegado por él. R/. Aleluya, aleluya.

Del santo Evangelio según san Juan 1, 35-42

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n aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: “Este es el Cordero de Dios”. Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos le contestaron: “¿Dónde vives, Rabí?” (Rabí significa ‘maestro’). Él les dijo: “Vengan a ver”. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías” (que quiere decir “el Ungido”). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste fijando en él la mirada, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás” (que significa Pedro, es decir “roca”).

3. Por la humanidad entera. Para que Dios destruya las murallas que dividen y separan a los hombres. OREMOS. 4. Por los que se sienten inútiles y por los que viven solos. Para que escuchen la voz del Señor que los ama. OREMOS. 5. Por los responsables de la educación de los niños y los jóvenes. Para que les ayuden a encontrar el camino al que Dios los llama. OREMOS. 6. Por todos nosotros. Para que, alimentados con la Eucaristía, podamos vivir, como los primeros discípulos, la alegría del encuentro con el Señor. OREMOS. Dios y Padre nuestro, escucha nuestra oración y concédenos la alegría de amar y seguir a Jesucristo, Tu Hijo y Señor nuestro, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén. LITURGIA EUCARÍSTICA

Palabra del Señor Se dice Credo ORACIÓN DE LOS FIELES Oremos a Dios, nuestro Padre, en cuyas manos están los destinos del Universo. A cada petición diremos: ¡Aquí estoy, Señor, ¡para hacer tu voluntad! 1. Por todos los cristianos. Para que estemos siempre atentos a escuchar la voz del Señor y a responderle tal como lo hizo Samuel. OREMOS. 2. Por el Papa Francisco, sucesor del apóstol Pedro. Para que el Señor lo ilumine con su Espíritu Santo y lo sostenga en su ministerio de Pastor Universal de la Iglesia. OREMOS.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS oncédenos, Señor, participar dignamente en estos misterios, porque cada vez que se celebra el memorial de este sacrificio, se realiza la obra de nuestra redención. Por Jesucristo, nuestro Señor.

C

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Para mí, Señor, has preparado la mesa y has llenado mi copa hasta los bordes. ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN nfúndenos, Señor, el espíritu de tu caridad, para que, saciados con el pan del cielo, vivamos siempre unidos en tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.

I


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