Solemnidad de todos los santos

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ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN Protege, Señor, continuamente a quienes renuevas y fortaleces con esta Eucaristía y hazlos dignos de alcanzar la salvación eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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BENDICIÓN SOLEMNE Dios, gloria y felicidad de los santos, que les ha concedido celebrar hoy esta solemnidad, les otorgue sus bendiciones eternas. R/. Amén. Que por intercesión de los santos se vean libres de todo mal, y, alentados por el ejemplo de su vida, perseveren constantes en el servicio de Dios y de los hermanos. R/. Amén. Y que Dios les conceda reunirse con los santos en la felicidad del reino, donde la Iglesia contempla con gozo a sus hijos entre los moradores de la Jerusalén celeste. R/. Amén. Y la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo ✠ y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes y los acompañe siempre. R/. Amén. ________________________________________ NEXO ENTRE LAS LECTURAS ¿Dónde está la identidad cristiana? La liturgia de esta fiesta nos da una buena respuesta. Auténticamente cristiano es aquél que vive el espíritu que anima las bienaventuranzas pronunciadas por Jesús en el gran discurso del monte (evangelio). Es cristiano de verdad quien lleva el sello de Dios sobre la frente y viste la blanca vestidura lavada en la sangre del Cordero (primera lectura). O todavía mejor, cristiano es el que ha sido hecho hijo de Dios y vive con la ardiente esperanza del encuentro definitivo con el Padre (segunda lectura). _________________________________________________

El triunfo de Jesucristo en los santos se manifiesta de muchas maneras; pero solemos fijarnos más en las admirables que en las imitables

LECTURAS PARA LA SEMANA XXXI Semana del Tiempo de Ordinario III Semana del Salterio, Tomo IV Años impares (I) Lunes

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Conmemoración de todos los fieles difuntos Misa ants. y oracs. props. (3 formularios a libre elección del celebrante), Pf. de difuntos. Lecc III, pág. 299. se toman tres lecturas de las Misas de difuntos. Flp 2, 5-11; Sal 21, 26-32; † Lc 14, 15-24

Martes

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Miércoles

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San Carlos Borromeo, Ob. Flp 2, 12-18; Sal 26, 1.4.13-14; † Lc 14, 25-33

Jueves

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Flp 3, 3-8; Sal 104, 2-7; † Lc 15, 1-10

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Flp 3, 17—4, 1; Sal 121, 1-2.4-5; † Lc 16, 1-8

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Flp 4,10-19; Sal 111,1-2.5-6.8-9; † Lc 16,9-15

Viernes

Sábado

Comisión de Pastoral Litúrgica Arquidiócesis de San Salvador

2020

MISAL DOMINICAL DE LOS FIELES 1 de noviembre de 2020

Blanco / Ciclo A

MONICIÓN INICIAL Hermanos: hoy es un día de fiesta y de alegría para todos. En este día de todos los santos, unidos a toda la Iglesia, celebramos no sólo la grandeza de nuestro Dios, sino también la grandeza de tantos hombres y mujeres que han vivido entregados a los demás, siguiendo a Jesucristo, y que son para nosotros modelo de entrega y de servicio. Nos disponemos a iniciar la Santa Misa poniéndonos de pie y cantando.

Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna. Amén.

ANTÍFONA DE ENTRADA Alegrémonos en el Señor y alabemos al Hijo de Dios, junto con los ángeles, al celebrar hoy esta solemnidad de Todos los Santos.

ORACIÓN COLECTA ios todopoderoso y eterno, que nos concedes venerar los méritos de todos tus santos en una sola fiesta, te rogamos, por las súplicas de tan numerosos intercesores, que en tu generosidad nos concedas la deseada abundancia de tu gracia. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Saludo: El Dios de la esperanza, que por la acción del Espíritu Santo nos colma con su alegría y con su paz, permanezca siempre con todos ustedes Acto Penitencial Hermanos: Para celebrar dignamente estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados. Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos, que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

R/. Señor, ten piedad. R/. Cristo, ten piedad. R/. Señor, ten piedad. Se dice Gloria.

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LITURGIA DE LA PALABRA Monición a la primera lectura El autor del libro del Apocalipsis nos relata la visión del cielo: no podemos explicarlo ni describirlo, pero las palabras llenas de esperanza del vidente nos aseguran ese futuro junto a Dios. Lo acogemos con sencillez de corazón. Lectura del libro del Apocalipsis del apóstol san Juan 7, 2-4. 9-14 o, Juan, vi a un ángel que venía del oriente. Traía consigo el sello del Dios vivo y gritaba con voz poderosa a los cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra y al mar.

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Les dijo: “¡No hagan daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que terminemos de marcar con el sello la frente de los servidores de nuestro Dios!” Y pude oír el número de los que habían sido marcados: eran ciento cuarenta y cuatro mil, procedentes de todas las tribus de Israel. Vi luego una muchedumbre tan grande, que nadie podía contarla. Eran individuos de todas las naciones y razas, de todos los pueblos y lenguas. Todos estaban de pie, delante del trono y del Cordero; iban vestidos con una túnica blanca; llevaban palmas en las manos y exclamaban con voz poderosa: “La salvación viene de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero”. Y todos los ángeles que estaban alrededor del trono, de los ancianos y de los cuatro seres vivientes, cayeron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, diciendo: “Amén. La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza, se le deben para siempre a nuestro Dios”. Entonces uno de los ancianos me preguntó: “¿Quiénes son y de dónde han venido los que llevan la túnica blanca?” Yo le respondí: “Señor mío, tú eres quien lo sabe”. Entonces él me dijo: “Son los que han pasado por la gran persecución y han lavado y blanqueado su túnica con la sangre del Cordero”. Palabra de Dios Monición para el Salmo Demos gracias al Señor, que siempre nos bendice con sus dones. Respondamos: Del salmo 23 R/. Esta es la clase de hombres que te buscan, Señor. Del Señor es la tierra y lo que ella tiene, el orbe todo y los que en él habitan, pues él lo edificó sobre los mares, él fue quien lo asentó sobre los ríos. R/.

¿Quién subirá hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. R/. Ese obtendrá la bendición de Dios, y Dios, su salvador, le hará justicia. Esta es la clase de hombres que te buscan y vienen ante ti, Dios de Jacob. R/. Monición para la segunda lectura Según el apóstol, por el bautismo somos hijos de Dios, pero todavía no se ha manifestado lo que seremos. Hermoso el regalo que nos ofrece el “discípulo amado” en esta reflexión. Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-3

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ueridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a él. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tenga puesta en Dios esta esperanza, se purifica a sí mismo para ser tan puro como él. Palabra de Dios Monición para el evangelio La experiencia de vida nos muestra a personas que, tratando de vivir la propuesta de Jesús, son felices y, además, son más humanas; son un testimonio creíble y verdadero de que es posible caminar desde esa clave de vida. Escuchemos con un corazón abierto y sincero. ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO R/. Aleluya, aleluya.

Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio, dice el Señor. R/. Aleluya, aleluya.

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 1-12

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n aquel tiempo, cuando Jesús vio a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Entonces se le acercaron sus discípulos. Enseguida comenzó a enseñarles, hablándoles así: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los sufridos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque se les llamará hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos. Dichosos serán ustedes, cuando los injurien, los persigan y digan cosas falsas de ustedes por causa mía. Alégrense y salten de contento, porque su premio será grande en los cielos”. Palabra del Señor Se dice Credo ORACIÓN DE LOS FIELES Iluminados con el ejemplo de los santos, que fueron en su vida sal de la tierra y luz del mundo, y uniendo nuestra oración a la de la inmensa multitud de los que ya están en presencia del Señor, oremos confiadamente al Señor diciendo:

Santifica, Señor, a tu pueblo 1. Para que la Iglesia que peregrina por este mundo, se vaya purificando y preparándose día a día para unirse a la Iglesia Triunfante en el Cielo. OREMOS 2. Para que el Papa, obispos, sacerdotes y diáconos, por la intercesión de todos los santos, se llenen del espíritu de las bienaventuranzas, haciéndose pastores cada vez más atentos y buscando constantemente la verdad. OREMOS 3. Para que los gobiernos de las naciones ejerzan un poder grato a los ojos de Dios. OREMOS 4. Para que los que sufren en el mundo encuentren el auxilio que viene del Señor. OREMOS 5. Para que esta comunidad reunida en torno al altar, viva las bienaventuranzas y siga los caminos del Señor para llegar a contemplar su gloria. OREMOS 6. Para que todos busquemos vivir en santidad, a ejemplo de los grandes santos que ya gozan de la presencia de Dios en el cielo. OREMOS Dios Padre, escucha nuestras súplicas que con fe te hemos presentado. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén. ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS antifica, Señor, estos dones y por medio del sacrificio de tu Hijo, transforma toda nuestra vida en una continua ofrenda. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Nos has enviado, Señor, un pan del cielo que encierra en sí toda delicia y satisface todos los gustos.


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