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FORMAS DE PARTICIPACIÓN DE LA MUJER EN LA PLANIFICACIÓN URBANA Y EL ORDENAMIENTO TERRITORIAL
PhD
El 8 de marzo se conmemoró el Día Mundial de la Mujer, proclamado por la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1977; una fecha que marcó un hito importante en el recorrido del largo camino de luchas dirigidas al logro del reconocimiento y ejercicio de los derechos de las mujeres en los planos personal, social, económico y laboral, y que encontraría un aliado fundamental en la ONU. Casi treinta años antes, en 1948, la Declaración de los Derechos Humanos había definido el inicio de un proceso de afirmación de la libertad, la equidad y la justicia para todos los seres humanos. En su redacción fue trascendental la participación de las mujeres para exponer abiertamente el principio de la igualdad de género, reivindicar las peticiones que se estaban realizando en diversas partes del mundo desde finales del siglo XIX y abogar por su alcance universal. Dentro de un contexto fundamentado en valores patriarcales y dominado por los hombres, estas intervenciones pioneras, provenientes del género femenino, permearon el pensamiento y las actuaciones en diversos ejes de la vida humana.
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A partir de allí, se han adoptado y aplicado diversos tratados que ponen en valor la participación igualitaria de hombres y mujeres en las decisiones y acciones sobre temas de interés mundial. Entre estos documentos se encuentra la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que incluye de manera explícita un objetivo orientado a destacar la igualdad en las posiciones de liderazgo en la vida política, pública o económica (objetivo 5).
De igual manera, en la Constitución Ecuatoriana, la participación ha sido considerada como parte de los derechos de la ciudadanía y como un principio de gestión pública en todos los niveles de gobierno. Se propugna el involucramiento de todos, sin distinción, en el planteamiento de los problemas y necesidades, toma de decisiones y en la corresponsabilidad para ejercer acciones. Entre estas acciones se encuentra la conformación de hábitats seguros y saludables que propicien la dignificación de los seres humanos, mediante procesos de planificación e intervención.
Estos aspectos han sido ratificados en la Agenda Hábitat Sostenible del Ecuador 2036 donde se destacan tres principios: igualdad y justicia social; participación democrática en la planificación y gestión de las ciudades y del territorio; redistribución de las cargas y beneficios generados por el desarrollo urbano. Se plantea el fortalecimiento de las instituciones para que puedan incorporar las distintas visiones ciudadanas.
Si bien, la formulación y aplicación de los instrumentos de ordenamiento territorial desde el 2011 en el país han constituido avances importantes, no han logrado cumplir a cabalidad los propósitos establecidos. Al igual que en otras regiones del mundo, la planificación urbana y el ordenamiento territorial han sido disciplinas ejercidas y visibilizadas tradicionalmente por los hombres. Sus resultados han sido cuestionados por su indiferencia hacia los derechos de diferentes grupos humanos, principalmente de los más vulnerables, incluyendo mujeres y niñas. En la formulación de los planes se han reflejado y acentuado los roles desempeñados por los hombres y las mujeres en la ocupación del espacio y en la división del trabajo, obviando aspectos tan significativos como el acceso igualitario a los servicios y espacios públicos, la movilidad segura, fácil y asequible, entre otros.
Por esta razón, desde la década de los setenta del siglo XX, en varios países, se ha intentado impulsar la planificación desde la perspectiva de género, que coloca a los seres humanos en el centro de las decisiones, tomando en consideración su diversidad y analizando la influencia de los distintos roles en el uso de las ciudades y el territorio, y la manera cómo pueden ser ejercidos los derechos de las mujeres.
Acerca del rol directivo que ocupa la mujer en los niveles de gobierno responsables de la planificación urbana y el ordenamiento del territorio, se aprecia un avance significativo en la conquista de espacios de poder político, en los últimos años, principalmente en el mundo occidental, incluida Latinoamérica y Ecuador. En los resultados de las elecciones recientes realizadas en el país, aproximadamente un 18% de los gobiernos locales serán presididos por mujeres.
En cuanto a la participación de la mujer profesional en la formulación y ejecución de planes urbanos y de ordenamiento territorial, existen en el mundo diversas experiencias bastante significativas, reseñadas en trabajos de investigación y medios de información, en los que se ponen en valor las características de la mujer para desempeñarse en esta función: sensibilidad, empatía, facilidad en el liderazgo y compromiso ante las necesidades de los diferentes grupos de población.
El tercero de los roles enunciados, el que ejerce la mujer desde la cotidianidad es especialmente importante, por cuanto a través de la experiencia diaria aporta el conocimiento necesario para abordar los problemas del hábitat tanto en las áreas urbanas como rurales. Las apreciaciones como parte de una comunidad y el activismo que se genera para llevar adelante el mejoramiento del entorno están arrojando resultados positivos en muchas partes del mundo y emulan el legado heredado de algunas pioneras femeninas del siglo XX. En este rol, a veces las soluciones pueden resultar casi imperceptibles, pero contribuyen de manera fehaciente en la conquista progresiva del derecho a la ciudad, desde la diversidad y la multiculturalidad. El emprendimiento de iniciativas en el trabajo educativo y divulgativo de buenas prácticas alrededor del mundo que se realiza desde el programa HerCity, vinculado a ONU Hábitat, la Red Mujer y Hábitat de América Latina y El Caribe, y CISCA Ciudades feministas, entre otras, han resultado factores potenciadores del ejercicio de la igualdad y la participación de las mujeres.
Es importante, entonces, que desde las instituciones públicas que tienen a su cargo la enorme responsabilidad de dirigir, orientar y formular los planes urbanos y de ordenamiento territorial, se apoyen las iniciativas de organización de los grupos de población más vulnerables para escuchar, entender y atender sus propuestas, de manera que se puedan construir las mejores soluciones. Igualmente, las universidades están llamadas a cumplir un rol preponderante en la formación de profesionales líderes que propicien espacios de reflexión y diálogos constructivos con el ambiente y sus habitantes. Sólo de esta manera, podremos tener hábitats seguros, saludables y equitativos donde tengan cabida todas las personas sin distinción tal como lo establece la Constitución del Ecuador “Las personas tienen derecho al disfrute pleno de la ciudad y de sus espacios públicos, bajo los principios de sustentabilidad, justicia social, respeto a las diferentes culturas urbanas y equilibrio entre lo urbano y lo rural. El ejercicio del derecho a la ciudad se basa en la gestión democrática de ésta, en la función social y ambiental de la propiedad y de la ciudad, y en el ejercicio pleno de la ciudadanía” (artículo 31).