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La historia de los hermanos Arranz, Jose y Quique, popularmente conocidos como los Santana, es la palpable demostración de que Segovia es una tierra de oportunidades donde se pueden alcanzar maravillosos objetivos por la vía del esfuerzo y la determinación. Emigrados desde un pequeño pueblo sin más maleta que su enorme capacidad de trabajo y las férreas ganas de hacer cosas, en poco más de década y media han probado que con tesón y confianza en las propias habilidades, con humildad y cercanía para los conciudadanos, con escrupulosa seriedad en un trabajo comprometido con la calidad y, sobre todo, con una ilusionante acometida de cada nuevo proyecto como si se tratase del primero, salen a la fuerza las cosas, las buenas cosas. Es lo que, parafraseando a los estadounidenses, podría calificarse sin lugar a dudas de «vivir el sueño segoviano». A continuación, una breve biografía que cede mayormente la palabra a sus dos protagonistas, palabras llanas que transmiten lo que hay y lo que ha habido: que las modestas paredes del bar Santana en nada se diferencian de tantas otras, salvo en el corazón que late tras la barra, salvo en que esas mismas paredes se cubren de arte con mayúsculas y con minúsculas, pues sabido es que su puerta está abierta a todos. Saben ellos de sobra que de puertas afuera su Santana es una pieza indispensable para entender el puzle cultural de Segovia, un centro seminal de cultura popular. En sus palabras se palpa el amor y el respeto que sienten por su gente y el compromiso que con Segovia se ha tomado: desde su posición de agencia de contratación, Producciones Santana trae año tras año a la provincia a los mejores artistas del país; desde su posición de hosteleros, están rehabilitando alojamientos donde subyace, bajo la sólida construcción, un halo histórico y artístico. Queridas son aquellas personas que se hacen querer. Segovia lo sabe, ellos también: esta es su historia.
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Arte y música en Segovia (1992-2009) por Kike Babas & Kike Turrón
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Primera edición: Enero 2009 © 2009 de esta edición Bar Santana © 2009 Kike Babas & Kike Turrón Puntualizaciones: Carmen Sánchez Ochovo Digitalización y correciones de imágenes: Juan J. Maria -juanjesusmariagarcia@gmail.com Fotografía de portada: Juan Martín ¨Chas¨ Fotografía de contraportada: Óscar Costa Fotografía de Los Kikes: Félix R. Cid Fotografos que colaboran: Fernando Peñalosa, Antonio de Torre, Beatriz Velasco, Antonio Tamarro, Ángel Camarero, Juan Martín ¨Chas¨ y Rosa Blanco. Diseño y maquetación: Dos Dimensiones S.L. Impresión: XXXXXXXXXXXX Depósito legal: XXXXXXXX Todos losderechos reservados. Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier procedimiento, y el alquiler o préstamos públicos sin la autorización por escrito de los titulares del copyright El bar Santana agradece la imprescindible implicación en este libro de:
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A los clientes, por supuesto, vosotros habéis hecho el sueño posible
A los que no hemos invitado a colaborar, por despiste, falta de tiempo o lo que sea, sabemos que os hubiera gustado estar aquí y que gustosos nos habríais dado un poco de vuestro arte..., mil gracias.
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CAMINO DEL SANTANA Fernando Ortiz (Nuevo Mester de Juglaría)
Qué húmedas las noches de noviembre… El asfalto, gris perla, se pierde en espejismos de silencio hacia un infinito que acaba en una esquina. Un infinito falso, como todos, teñido, en este caso, de nostalgia. ¡Qué le vamos a hacer, así es la vida! Mientras Roberta Flack me mata suavemente, me guiña el Acueducto uno de sus mil ojos y me confiesa (esto es un secreto que nadie ha de desvelar, tened cuidado) que él es el Puente sobre las Aguas Turbulentas de la vida con que Simon y Garfunkel nos empujaron al amor furtivo, esquivo, azorado, entre rezos de rosarios radiofónicos y de insomnios trazados por la culpa, la inocente culpa de una generación que quiso siempre estar por encima de la raya negra con que le señalaban el techo. Porque por encima de esa raya estaba la música, estaba la vida. Por encima de la raya, John Lennon se inventaba canciones, y había color en las pantallas del hombre del tiempo, y los anticiclones eran un viaje mágico y misterioso. Y cuando las borrascas venían llenas de sombras, las gentes tenían el consuelo del padre McKenzie, igual que lo tuvo Eleanor Rigby, maquillada con las eternas corcheas del cuarteto de cuerdas, violín, viola, violonchelo, contrabajo, que cubrían los pudores de su existencia…
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La Calle Real se empina con cierta mala leche hacia la Canaleja. Y ni el sargento Peppers es capaz de hacerte marcar el paso cuando la noche fría se te mete en el cuerpo. Pero doblegas la cuesta, y doblas la esquina, y subes poco a poco, y el cálido calor de los murmullos te orienta y te dirige hasta donde la música resuena, aunque no suene, porque siempre habrá música en el lugar en que las gentes cantan, y tocan, y sueñan, aunque sea en silencio. Porque nadie va a callar a las gentes que aman la música, como la aman ellos, mis amigos, mis queridos amigos Quique y Jose Santana. Salud.
Fernando Ortiz entre los protagonistas de esta historia.
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SANTANIZADOS Moncho Alpuente
Cuando entré por primera vez en el Santana aún no se llamaba Santana, se llamaba Marbella, un nombre tan exótico, en tierras castellanas de secano y sequía, como inapropiado para una taberna clásica segoviana, de torrezno y morcilla, oreja y morro. De aquel bar quedan la barra, los azulejos y las sabrosas tapas de la barra. La primera vez que entré en el Santana cuando ya se llamaba Santana, estuve a punto de tropezar con una tarima de unos dos metros cuadrados de superficie y un metro de alzada. Según el cartel artesanal pegado a la pared, en aquel escenario estaba a punto de actuar Paul Collins, el legítimo Paul Collins de Paul Collins and The Beat, aterrizado desde las Américas para cantar en el bar de la esquina, con medios precarios, arrinconado por una nutrida y entusiasta banda de adictos al rock y a la cerveza. Mi primera reacción ante el sorprendente anuncio fue tomármelo a broma; la segunda, pensar que circulaba por la zona un doble del artista con todo su repertorio a cuestas, probablemente vampirizado por su ídolo. Paul Collins en solitario, pues desde luego The Beat, aunque fueran un trío, no cabrían en el minúsculo escenario. Actuó Paul Collins, él solo, pude verle, escucharle, tocarle y jalearle, no pude aplaudirle, porque estaba literalmente prensado en el tumulto y porque tenía una mano ocupada empuñando una cerveza. Luego el escenario creció y nació mi amistad con los hermanos Santana, y con ella, mi vuelta a las actuaciones en directo que había abandonado cuando me vine a vivir a Segovia, demasiado lejos del maestro Reverendo y del Gran Wyoming, con los que había formado en Madrid un trío de corta pero insólita y extravagante vida llamado Tres Tristes Tigres. Tras haber intentado sin éxito que el Reverendo me acompañara en la mudanza, mis colaboraciones con los otros dos tigres habían quedado reducidas a un programa de radio semanal que tampoco iba a durar mucho. Los hermanos Santana me sugirieron la posibilidad de cambiar de postura, dejar de estar acodado en la barra para pisar la tarima y sustituir la copa por el micrófono durante unos minutos. Por aquellos tiempos, un tanto borrosos, conocí en Segovia a Cuco Pérez, un vicioso del acordeón, y reconocí –ya nos habíamos visto antes– a Gaspar Payá, un virtuoso de la guitarra, dos músicos excepcionales y profesionales que no habían perdido por el camino su ilusión y su afición a tocar y a vivir entre amigos. Cuco, Gaspar y yo, con el nombre de The Moncho Alpuente Experience, debutamos en el Santana y presentamos los temas de lo que sería un disco-libro, La experiencia es lo último que se pierde, grabado en Zamarramala, en el estudio de Mon, en días de tormenta (un rayo cayó cerca del estudio y fulminó parte del material grabado).
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Con Gaspar y Cuco y con otras compañías, como la de Julián Hernández o los Wrayajos, seguí pisando el inestable tinglado del Santana, reencontrando viejas amistades (el maestro Reverendo) y haciendo nuevos amigos. Laica cofradía que acudíamos a los rituales convocados semanalmente en este lugar, entrañable e imposible, con azulejos moriscos y rock de todas partes. Fueran conocidos o desconocidos, enmascarados o noveles los artistas en cartel, el público seguía siendo fiel, pues se fiaba del criterio, siempre feliz, de los hermanos Santana, hoy convertidos en nómadas de programación itinerante, imprescindibles «santones» que propagaron y siguen propagando los frutos del árbol del blues en tierras sedientas de secano y de sequía. ¡Salud hermanos!
Reverendo, Julián Hernández y Moncho Alpuente.
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UNA CASTA TOZUDA E INFATIGABLE Sabino Méndez
La primera vez que oí hablar de Quique Santana yo estaba viviendo una temporada en Madrid y ya no tocaba profesionalmente. Acababa de conocer a un cantautor barcelonés llamado Juan Gómez que era un verdadero animal de escenario y me picaba el gusanillo de subirme alguna noche a las tablas para divertirnos tocando algo juntos y ver qué salía. Juan vino unos días a Madrid justo cuando yo acababa de tropezarme en el foro con Fernando Martín, antiguo cantante de Los Desperados y, como parte de esas gitanadas que siempre se nos ocurren a los músicos, nos juntamos todos en el comedor de su casa para improvisar algunas tonadas. Se acercó también Guillermo Martín, el hermano de Fernando, que acababa de volver de girar por esos mundos con Andrés Calamaro. El resultado fue un pequeño repertorio humorístico de cuatro guitarras y tres voces al que bauticé como Palabras feas. Nos apetecía probar a tocar aquella rareza en algún sitio pero sin presión ni responsabilidad, solo por la gracia de divertirnos y divertir a quien nos escuchara. Es decir, sin esperar que hiciéramos repertorios u homenajes de Desperados o Trogloditas, no mirar al pasado y volver a la esencia del músico popular. La única posibilidad era buscar un local pequeño y minoritario para hacerlo. Y entonces no sé quién sacó a colación el nombre de Quique Santana, que tenía un pequeño bar muy activo en Segovia. Se lo explicamos por teléfono y cerramos el trato con él en un santiamén y allá nos fuimos en mi coche. Descubrí entonces la ciudad que era el refugio más coqueto y tozudo para el rock al norte de la sierra madrileña. Encantado, supe que Quique había sido capaz de traer a tocar a su ciudad, con un buen gusto increíble, a monstruos del rock’n’roll pequeños y coquetos (al igual que su ciudad) que estaban un poco olvidados por la comercialidad principal pero que seguían siendo grandísimos intérpretes. Gentes como Graham Parker y otros. Con eso, fue suficiente para que me pareciera que habíamos aterrizado en el sitio adecuado. Hicimos nuestra pequeña extravagancia por la noche en un local abarrotado, y tuvo tal éxito que todo el mundo nos preguntaba si podían comprar el disco y dónde estaba grabado. Lo cierto es que tal cosa era imposible, porque esa fue la primera y única noche que lo interpretamos y no quedó ni rastro. Jamás lo repetimos, porque cada uno andaba muy ocupado con sus cosas y nunca fue posible volver a coincidir. Pero el suceso tomó categoría de entrañable muchos años después, cuando me volví a encontrar a Guillermo Martín como guitarrista de aquellos Trogloditas que yo mismo había fundado casi un cuarto de siglo antes. El motivo fue el reencuentro y la colaboración con mi antiguo grupo después de diecisiete años de distanciamiento y peleas con Loquillo. Cuando nos presentaron y dijimos que ya nos conocíamos, todo el mundo se quedó sorprendido de saber que, fuera de aquello, ya habíamos tocado juntos. Y eso había sucedido porque existen organizadores como Quique Santana que lo hacen posible capturando al vuelo la posibilidad de esas pequeñas noches de locura, intercambios y promiscuidad musical. Fue más entrañable en la medida que, unos meses después, Guillermo (uno de los mejores guitarras de rock’n’roll puro que ha existido en este país junto al madrileño Pepe Risi, el argentino Ariel Rot y el sevillano Juanjo Pizarro) enfermaba y fallecía de cáncer.
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De alguna manera, el círculo se cerró de una manera entrañable porque, en la desgracia de su desaparición, me di cuenta de cuánto más terrible hubiera sido aún no haber podido tener nunca el recuerdo de aquella noche de risa, compartir, alegría y rock’n’roll. ¿Qué otra cosa, si no, es para un músico la vida? Nunca debemos olvidar que la posibilidad de que esos círculos se completen ocurre muchas veces gracias a tipos como Quique Santana, que no están encima del escenario pero que, con su capacidad, ponen los medios necesarios para que la situación se dé. Gracias por ello y mi más sincero homenaje a todos los que son de esa tozuda e infatigable casta.
De izquierda a derecha: Sobrino del Diablo, Sabino Méndez, Fernando y Guille Martín y Quique Santana.
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SANTANA FOREVER Jesús Mazariegos
Hay bares impersonales con muebles minimalistas donde los ejecutivos toman café en silencio por las mañanas. Hay bares de vecindario donde los parroquianos se conocen demasiado bien y no tienen nada nuevo que decirse, salvo cómo va el Madrid. Hay bares con letreros que imponen normas y otros que imponen dichos y refranes que hablan de comer y de beber, de pagar y de fiar. Hay bares con camareros serios y estirados que parece que te perdonan la vida cada día. El bar Santana no encaja con ninguno de los modelos anteriores. Si van ejecutivos, es por bien aconsejados y suelen ser ejecutivos de medio pelo, que siempre son más humanos y accesibles que los otros. Si va el vecino, el de la tienda o el de la oficina cercana, sabe que siempre encontrará a alguien diferente, a alguna persona nueva e interesante. La clientela del bar Santana es realmente variopinta. Abunda en alternativos, pero hay de todo; hasta el propio cliente puede ser varios a la vez: hay uno que toca en un grupo de rock y resulta que es profesor de Filosofía y académico de San Quirce. Lo cual dice mucho a favor de San Quirce. En la barra del Santana puede uno tomarse una caña al lado de un viejo rockero legendario, sin saberlo; coincidir con una familia al completo, con un marginado antisocial o con el alcalde en carne mortal; con el rey del mambo o con el dueño del jardín de sueños, lleno de rosas y de cisnes vagos... (no, eso creo que no... o sí). En el bar Santana no hay cartelitos con consignas y lo que cuelga de las paredes son pinturas o fotografías que cambian cada poco tiempo. Porque el bar Santana es por donde se empieza a ser artista y también por donde se sigue. Muchos pintores y fotógrafos han hecho aquí su primera individual, sean de Segovia o de cualquier otro lugar del mundo. También hay artistas, como Mesa Esteban Drake, madura y consolidada, a los que no se les caen los anillos por exponer en el bar Santana. Como crítico, he de reconocer que, aunque sigo sus exposiciones, solamente he escrito sobre una docena de las celebradas en este lugar. La verdad es que escribo muchas menos críticas que exposiciones veo. Eso no quiere decir que no me parezca admirable la labor de los dos hermanos. A principios de 2003 llamaba yo al Santana «narthex para catecúmenos» y «sala multiusos que acoge y difunde jugosos acontecimientos para el ojo y para el oído, sin los que no se podría escribir la historia de la cultura contemporá-nea en Segovia». Y ahora lo reafirmo. Y es más, cuando sea mayor (más mayor) y me decida a ser pintor, pienso empezar mi carrera, como buen catecúmeno, exponiendo en el bar Santana. Así que tendré que ir pidiendo la vez. El Santana está indisolublemente vinculado a la música. Yo no he visto tantos discos en ningún otro bar, y es que, en esto de la música, Quique y Jose controlan muchísimo. Yo he estado en pocos conciertos porque soy mayor y, por tanto, un poco antiguo. Bueno, la verdad es que en esto de la música siempre he tenido bastante retraso y ya no lo recupero. Recuerdo cuando trajeron a Serrat y más tarde a Krahe, que fui a verlos. También he ido a algunos conciertos de los
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del bar. Hay una foto, donde estoy, muy quietecito, sentado en el escenario, con Mesa, la pintora, que se solidarizó conmigo. Las mesas (esta vez con minúscula) son las clásicas de hierro fundido y losa de mármol, pero sin inscripción debajo, como en La colmena. Hay una gran chimenea que nunca se enciende, con un pequeño acuario en el que la gente no se fija mucho. La barra es especial, porque tiene en el borde una moldura que te acoge los codos sin que corras riesgo de resbalar, sea apoyándote de lado y con chulería, sea apoyando los dos antebrazos y mirando fijamente el fondo del vaso, o al fondo de la cuestión. Entre la gente normal y los alternativos –lo de normal es muy relativo–, yo me siento bien en este bar porque voy de lo uno y me siento de lo otro. También me siento bien porque, con la caña, me ponen unas patatas al ajillo que están de muerte. A veces también me siento en un taburete o en una silla Donde no me siento con mucha libertad de movimiento es en el retrete (sic), el más estrecho del universo, del que, para salir, no sabes si abrir la puerta antes de salir o salir primero y después abrir la puerta. En ese angosto lugar, mientras atiendo las ineludibles necesidades del cuerpo humano, suelo darme coscorrones con la máquina de los preservativos, que ahora se anuncian con anillo vibrador. A veces he pensado sacar uno, a ver si quedo un poco mejor, pero a esa máquina no se le ven luces y no tiene mucho aspecto de funcionar. Bueno, a pesar de todo, está claro que estos pequeños inconvenientes no empañan en absoluto el buen hacer de Jose y Quique y el buen rollo del Santana y, desde luego, no afectan en absoluto a mi inmarcesible amor por este establecimiento. Larga vida al bar Santana.
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La historia de los hermanos Arranz, Jose y Quique, popularmente conocidos como los Santana, es la palpable demostración de que Segovia es una tierra de oportunidades donde se pueden alcanzar maravillosos objetivos por la vía del esfuerzo y la determinación. Emigrados desde un pequeño pueblo sin más maleta que su enorme capacidad de trabajo y las férreas ganas de hacer cosas, en poco más de década y media han probado que con tesón y confianza en las propias habilidades, con humildad y cercanía para los conciudadanos, con escrupulosa seriedad en un trabajo comprometido con la calidad y, sobre todo, con una ilusionante acometida de cada nuevo proyecto como si se tratase del primero, salen a la fuerza las cosas, las buenas cosas. Es lo que, parafraseando a los estadounidenses, podría calificarse sin lugar a dudas de «vivir el sueño segoviano». A continuación, una breve biografía que cede mayormente la palabra a sus dos protagonistas, palabras llanas que transmiten lo que hay y lo que ha habido: que las modestas paredes del bar Santana en nada se diferencian de tantas otras, salvo en el corazón que late tras la barra, salvo en que esas mismas paredes se cubren de arte con mayúsculas y con minúsculas, pues sabido es que su puerta está abierta a todos. Saben ellos de sobra que de puertas afuera su Santana es una pieza indispensable para entender el puzle cultural de Segovia, un centro seminal de cultura popular. En sus palabras se palpa el amor y el respeto que sienten por su gente y el compromiso que con Segovia se ha tomado: desde su posición de agencia de contratación, Producciones Santana trae año tras año a la provincia a los mejores artistas del país; desde su posición de hosteleros, están rehabilitando alojamientos donde subyace, bajo la sólida construcción, un halo histórico y artístico. Queridas son aquellas personas que se hacen querer. Segovia lo sabe, ellos también: esta es su historia. EL SUEÑO SEGOVIANO 21
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De arriba abajo: Mudriテ。n. La familia Arranz. Los cuatro hermanos.
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I• Rock’n’roll en la plaza del pueblo El rock’n’roll es la banda sonora del siglo XX. Diana Uribe (historiadora colombiana)
Los hermanos José Ángel y Enrique Arranz Fuentetaja nacieron en Mudrián, una localidad de quinientos habitantes a 43 kilómetros de Segovia. Un pueblo llano en, como por allí se dice, Tierra de Pinares. De los cuatro hermanos, Jose es el tercero (1962) y Quique el cuarto (1965). La familia poseía un bar en el pueblo, unos cuantos cerdos y unas pocas tierras. Tras los primeros años de infancia, un hecho les marcaría de una manera muy diferente, ya que, excepto Quique, el resto de los hermanos fueron enviados a estudiar fuera del pueblo: «Ellos se fueron a estudiar con 11 o 12 años, quedé solo con mis padres, que iban a las tierras, yo me quedaba en el bar. De niño ya quería ser como soy ahora, creo que siempre soñé con ser así, siempre fui inquieto. Con 8 años ya ponía cafés, a diario. Empecé a trabajar muy jovencito, siempre me ha gustado trabajar: mucho y a mi manera». Pronto, a los inviernos transcurridos en Mudrián, Quique les sumó una pasión más allá del bagaje que estaba aprendiendo en el mundo de la hostelería: la fascinación que sentía por el rock’n’roll: «A los 12 años yo ya era de los Rolling Stones. Por aquella época devoraba las páginas de cultura del periódico Ya, que no existe en la actualidad, así empecé a oír hablar de ACDC». Paralelamente, Jose desarrolló una atracción semejante por la música rock en el internado donde estudiaba: «Salí del pueblo con 11 años para estudiar en La Granja, en los Corazonistas, a los 13 me llevaron a Los Salesianos en Carabanchel, de donde salí con 17. En los Salesianos teníamos una sala para escuchar música y yo era el administrador de aquella sección. Me daban dos mil pesetas para ir a los sótanos de Discoplay a comprar discos
para el archivo, compré el Radio Ethiopia de Patti Smith, Desire, de Bob Dylan, y cosas así». Durante la adolescencia ambos hermanos intercambian continuamente información musical y, pese a no convivir diariamente, confraternizan y hacen frente común unidos por esa nueva pasión suya cada vez que coinciden fines de semana y periodos vacacionales. Quique: «En casa teníamos tocadiscos. Comprábamos discos de Jethro Tull, The Who, Led Zeppelin, The Kinks, The Rolling Stones, mucho Rory Gallagher. Cogíamos el catálogo de Discoplay y pedíamos paquetones, mi madre se ponía enferma… Estábamos suscritos a Popular 1 y escuchábamos mucho Radio 3. Por entonces por España medio despuntaban Burning, Leño, Siniestro Total, Loquillo y Los Trogloditas, Radio Futura, que nos gustaban mucho, aunque el gusto por el rock nacional empezó más tarde». El siguiente y lógico paso de los hermanos Arranz fue la apasionada asistencia a decenas de conciertos en directo. Jose: «Mucha de nuestra influencia musical viene de Carlos y Alfonso, los primos mayores que tenemos en Madrid. Cuando bajábamos a conciertos, íbamos con ellos y nos quedábamos en sus casas. El primer concierto que recuerdo fue el de Ted Nugent, en Madrid, en 1978. Luego vendría Motorhead, que fueron muy buenos». Quique: «Íbamos a Madrid a ver grandes conciertos, Rainbow, David Bowie, Ramones, de cara al pueblo era una locura: “Estos chicos no llevan buen camino”, decían. Yo quedaba con mis hermanos o con gente de Madrid e íbamos a la sala Canciller, a la Argentina, al Palacio de los Deportes, al Rockola. ¡Siendo quinceañero, aquello era un mundo! Me quedaba loco. En los conciertos me ponía en primera fila y me fijaba en todos los EL SUEÑO SEGOVIANO 23
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movimientos que ocurrían en un escenario, tanto de músicos como de técnicos, siempre con la oreja metida, intentaba ir hasta a las pruebas de sonido, a veces me colaba echando una mano cargando bultos, no me importaba currar con tal de estar cerca del escenario, de la actuación. Si pones interés, al final aprendes». La economía de los hermanos tiene un fin claro e inequívoco: música y más música. Quique: «No teníamos más vicios. Nos daba igual nuestro coche, un 4L blanco. Nos daba igual la ropa. Solamente la música, ir a Madrid a ver conciertos y a meterse en la discoteca a demostrar que te las sabías todas». No solo Madrid era objeto de visita, había varios pueblos de la provincia de Segovia como Cuéllar, Navas de Oro o Navas de la Asunción que, con sus grandes disco-bares, ofrecían a los jóvenes la posibilidad de divertirse bailando en la pista y meneando brazos con una imaginaria air guitar a base de Deep Purple, Status Quo o los nacionales Obús y Barón Rojo.
Jose, Quique y Mario, primo de los protagonistas.
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Mientras Jose continúa aún en el internado en Madrid, Quique acaba en Mudrián los estudios básicos y se pone a trabajar: «Aparte del bar de mis padres, me dedicaba a hacer los pueblos en fiestas, me buscaba la vida con tal de no escardar la tierra, cosa que odiaba. Fui a servir a los bares de toda la provincia en época de fiestas. Conocí a mucha gente. Era suelto, estaba bien pagado y se me daba bien. Lo daba todo en la barra y me querían mucho». Como siempre, el trabajo se fue dosificando con grandes dosis de rock’n’roll. Quique: «Fuimos en el 82 a ver a The Rolling Stones en el Vicente Calderón. Íbamos 17 del pueblo, siempre fue nuestro grupo favorito. Recuerdo tener la entrada y fijarme sobre todo en el apartado donde ponía el nombre del promotor: Gay Mercader, me chocaba eso de
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saber quién era el tío que se traía a los Stones a España, qué grande y qué cojones… Quién me iba a decir a mí, yo entonces no pensaba para nada en hacerme promotor». En 1985 Quique cumple el servicio militar, entonces obligatorio, en Alicante y Cartagena («Hice 15 meses, pero no aproveché esa época, nadie me trató mal, pero lo pasé fatal. No me gustó. Allí tocaba con la escoba como si fuera una guitarra, hacía playbacks y me aplaudían como a una rock star»). A su regreso a Mudrián se encuentra con que Jose ha dado por concluidos sus estudios y está de regreso en el pueblo. Pese al enorme entusiasmo que sentían por la música, ninguno de ellos se planteó jamás montar un conjunto, ya que nunca vieron en sí mismos aptitud alguna para tocar un instrumento. Durante los siguientes años, hasta su traslado definitivo a Segovia capital, Quique y Jose comenzarían a plantear la idea de salir del pueblo y montarse su propio negocio, un bar. Quique: «Había que dar el salto, en el pueblo no había salida para todos, en cierto sentido se quedaba pequeño, mi ilusión era montar un bar». El hermano mayor, Desi, era un buen ganadero y tenía clara la idea de desarrollar el negocio familiar, pero Jose y Quique tenían la determinación de poner tierra por medio, marchar a alguna urbe. Jose: «Desi es un ganadero magnífico y además tiene un gusto excepcional para la música, cuando le pides que te grabe un cedé para cualquier evento, carnaval o cualquier fiesta nocturna o diurna, siempre te sorprende, acierta. Le gusta tanto la música que, cuando va hacia la granja, no se baja del coche hasta que no termine la canción que esté escuchando, aunque le griten los cerdos. Desde siempre ha sido
En el Moisés Jose y Quique con dos camareros, Fernando y Adelito.
Viaje con amigos a Santiago de Compostela para ver a los Stones.
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La plantilla de bar Moisés con el padre de Jose y Quique a la derecha.
el tercer hombre en el Santana, sin estar en Segovia». «Con Desi nos entendíamos muy bien, pero es que Jose y yo además nos íbamos de vacaciones juntos, también acudíamos juntos a San Fermín y otras fiestas mayores, éramos a los que más gustaba la idea de montar un bar». También durante esa época llegan a organizar, de manera prácticamente amateur, algunos conciertos para el ayuntamiento de su pueblo. Quique: «Hicimos algún escarceo, montamos algún concierto, orquestas con equipo y grupos locales de pop-rock para todos los públicos, el gusanillo ya me picaba. Hicimos alguna cosa pequeñita en la Semana Cultural de Mudrián, se lo pedía yo mismo a los del ayuntamiento, después de todo era el chico del bar. Quién iba a pensar que años más tarde disfrutarían de un concierto de Burning durante las fiestas en la plaza del pueblo organizado por Santana Producciones». Por fin en el año 1991 Jose y Quique deciden dar el salto y coger un pequeño local en Segovia para abrir su propio bar: el Santana.
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II• Maneras de vivir El rock´n’roll nunca fue un hobby, fue una razón para vivir. Bruce Springsteen
El local escogido para la aventura, situado en la calle Infanta Isabel, muy cerca de la Plaza Mayor, se hacía llamar hasta entonces Marbella y había sido un bar típico y normal de cañas, tapas y menús, un negocio más de los muchos que había en la ciudad. Tras una pequeña reforma, el nuevo, acogedor bar Santana se abriría el 16 de enero de 1992 a las ocho de la tarde. Quique: «El primer día muy bien, porque vino la familia y los amigos, pero al día siguiente…, ¡amigo…! La verdad es que era un buen sitio, porque estaba al lado de la Plaza Mayor, pero por aquellas era un momento difícil, esa zona había estado muy de moda, pero después se le había pasado, estaba de bajonazo, había que echarle imaginación, la gente nos decía: “¿Por qué habéis abierto un garito en la zona de los bares? Si ya no va nadie”». Jose: «Aquella zona del Marbella estaba olvidada de la mano de dios. Los sábados pasaban riadas de gente y nadie entraba, pero nadie… Lo cierto era que el que entraba repetía, eso era así y así sigue siendo». Los primeros meses fueron duros por la inexistente clientela que el bar generaba. Los hermanos, tras vivir una breve temporada en casa de su hermana María Jesús, solícita siempre en ayudar a los de su sangre, alquilaron un piso donde dormir, aunque la mayor parte del tiempo la pasaban por turnos dentro del Santana, pues abrían a las nueve de la mañana y cerraban a las seis de la madrugada. Quique: «Montamos una hamaca para poder descansar allí mismo. No venía ni dios. Incluso salíamos después de cerrar a bailar y beberlo todo. Pero solo fueron los primeros meses, éramos chicos alegres y simpáticos y ofrecíamos rock’n’roll: quitamos el colgador del jamón y pusimos a la vista nuestras
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Unos años antes, Quique siempre con gorra
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«Quería una cosa que nos gustase y nos identificásemos plenamente con ella, tienes que dar lo que a ti te gustaría que te dieran. Hay una frase que hemos usado mucho en el Santana: “Si hay algo que no toleramos, es la intolerancia”»
entradas de los Rolling Stones, U2, Rod Stewart, Iggy Pop y unos cuantos más». Como cabía suponer, y pese a no perder nunca el espíritu originario de bar de tapeo, la música era un factor clave en el universo Santana, por eso se pasaron a cintas de casete buena parte de su preciada discografía, como seña de identidad que mostrar orgullosos a los aún escasos parroquianos. Quique: «Pinchábamos en un casete viejo, con cintas grabadas, era un rollo que te pidiesen “Ponme la tercera”, ya que tenías que buscar y estar rebobinando. ¡Vaya forma de pinchar! De todas formas, cuando monté el bar, siempre lo hice pensando en el bar que a mí me gustaría encontrar al llegar a cualquier ciudad, me miraba en ese espejo: si yo llego a Gijón o Barcelona buscaría este tipo de bar como fuese. Quería una cosa que nos gustase y nos identificásemos plenamente con ella, tienes que dar lo que a ti te gustaría que te dieran. Hay una frase que hemos usado mucho en el Santana: “Si hay algo que no toleramos, es la intolerancia”». De todas formas, el volumen ambiental de la música dejaba claro que no se trataba de atronar, ni de ensordecer, ni de invitar al baile, sino de hacer pasar un rato agradable mientras se degustaba algo de bebida y comida. Quique: «Cocina siempre hemos tenido, la cocina es necesaria en un bar de Segovia. Al poco de inaugurar, llegó Lupi de cocinera, que estuvo doce años, hasta que se casó; ahora desde hace cuatro tenemos a Samira. Henar está en el Santana desde que abrimos, de manera permanente y como persona para todo, un pilar fundamental para nosotros a la hora de gestionar el día a día del bar, un complemento extraordinario que detrás de la barra sabe torear con todo tipo de público, que ha
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sabido dar la cara cuando el momento lo ha exigido, alguien que siempre ha estado en su puesto y en su sitio, ocupándose de los diferentes quehaceres que el trabajo ha precisado, con discreción y eficiencia». Además, durante los dos primeros años de existencia, el Santana ofrecía menús. Jose: «El cuarto que ahora es almacén y que fue lugar para las cenas de los conciertos, antes era un comedor, tenía sus mesas y se daban comidas de menú. Me acuerdo de al menos dos Semanas Santas. Hay que recordar que el Marbella era un restaurante antes de cogerlo nosotros». Por otro lado, a los pocos meses de abrir las paredes del Santana se convierten en un lugar ideal para hacer pequeñas exposiciones. Jose: «Alguien nos dio la idea, quizá fue Justi Lazaro, el caso es que las paredes, la verdad, pedían algo que poner, algo que colgar. A mí de siempre la pintura me había gustado: leer sobre pintura, visitar museos. Nos pasaron un listado de pintores, pero gente ya consagrada, y nosotros a todos les escribimos invitándoles a exponer. Algunos accedieron. La primera exposición fue de un arquitecto argentino que hacía fotografías, José Carlos Gargiulo; la segunda fue de Marta Román, la hija de un acuarelista muy famoso, de lo mejorcito de Segovia, Antonio Román. La cosa siguió y la lista de espera se transformó en algo normal que ya nunca ha parado. En una ciudad como Segovia, donde un alto porcentaje de la población es artista, la carencia de lugares expositivos alternativos a las galerías y museos nos empujó a brindar la oportunidad de hacerlo en un marco tan cotidiano como nuestro bar». El interés, el mimo y el cuidado puesto en cada una de las exposiciones harían del pequeño local un lugar indispensable para diferentes muestras
De arriba abajo: Regalo por su aniversario. Jose, Henar y Lupi. Camareras del bar Santana, siempre guapas, siempre atentas.
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«Tenemos algunas normas de la casa que ayudan a establecer parroquia; por ejemplo, facilitar siempre las cosas a los clientes, que haya armonía entre la clientela, de ahí la mezcla de capas sociales, punkies tomando cañas al lado de un señor con su señora y su abrigo de pieles, pero cada cual sintiéndose a gusto, sintiéndose en su bar» artísticas. Quique: «Intentamos tratar bien cada exposición, poner unos raíles para colgar los marcos, invitar a buen vino español el día de la inauguración, poner iluminación e intentar vender lo más posible. La base era y es el cariño que se pone a las cosas, por encima del artista está la persona, y a esa hay que tratarla bien. Luego cada artista que expone nos cede una obra; con los años las obras cedidas han ido engrosando una colección privada, la cual, en un futuro lejano, podría ser la excusa perfecta para el nacimiento de una fundación o algo así». De esta manera, gracias al sincero interés puesto en la faceta de galerista, el Santana comienza a coger nombre entre la representación artística local. Jose: «Todo vino rodado, la verdad, nos llegaban los contactos de todos lados. Si abrimos en enero el bar, la primera exposición estaba siendo en verano y la lista para exponer ya estaba ajustada y con espera». Lo cierto es que, aunque existiesen en la ciudad galerías ya consagradas, el Santana se hacía referente por meritos propios en su categoría de bar con inquietudes artísticas. Las santísimas ganas de hacer cosas les llevaron a ofrecer el local como sede para todo tipo de eventos. Quique: «Nos ofrecíamos a todo el
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mundo, lo que necesitasen, ya, al Titirimundi, al Carnaval, a todos, aquí –menos pegarse– valía todo. Hasta los de las manifestaciones dejaban aquí sus respectivas banderas para que no se les perdieran. Queríamos un bar tolerante comandado por unos chicos liberales pero sin identificación política. Solo queríamos trabajar, vender, poner buena música y pasarlo bien». Cabe destacar la estrecha relación que comienzan a tener con la organización del popularísimo festival callejero de marionetas Titirimundi, que una vez al año tiene su cita en Segovia a mediados del mes de mayo. Jose: «Cuando nosotros empezamos, Titirimundi era un festival que ya estaba considerado, aunque solo fuese por los más inquietos, aún no era masivo, pero ya era conocido. Posteriormente, al abrir nosotros los hostales, se produce un acercamiento mayor con la organización del festival. La verdad es que se produce un crecimiento casi paralelo». Además, durante años el bar Santana se convierte en sede del Club de Motos Mala Sombra Brothers Band, eso significa que, al menos una vez al año se reúnen los moteros componentes del mentado club. Lo cierto es que antes de cumplir su primer año de existencia el Santana veía que estaba superando con gracia la siempre difícil prueba del parto. No había duda, los hermanos Arranz sabían lo que había de hacer detrás de una barra. Jose: «Mucho de esto se mama, nuestro bisabuelo ya tenía taberna, mi abuela nació tras una barra, mi padre lo mismo… Creo que saber y entender a la clientela tiene su aquel y se aprende, pero también se mama. Además, un bar conlleva una mecánica que, aunque desde fuera pueda parecer complicada o liosa, no deja de ser una mecánica». Quique: «En poco tiempo cogimos fuerza,
estaba el toquecillo musical, no era un local grande ni tenía un gran equipo de sonido, pero veníamos muy baqueteados del pueblo como para no llenar el local». Jose: «Tenemos algunas normas de la casa que ayudan a establecer parroquia; por ejemplo, facilitar siempre las cosas a los clientes, que haya armonía entre la clientela, de ahí la mezcla de capas sociales, punkies tomando cañas al lado de un señor con su señora y su abrigo de pieles, pero cada cual sintiéndose a gusto, sintiéndose en su bar. El Santana se caracterizó pronto por ser un lugar de contrastes. Otro de nuestros objetivos era que fuese un punto de encuentro de artistas y gente inquieta». Para celebrar su primer aniversario, los hermanos deciden dar un paso más allá en el uso del local y, con una capacidad que apenas ronda el centenar de personas, en enero de 1993 montan un concierto acústico con los bluesmen Malcom Scarpa y Ñaco Goñi, lo que abriría el grifo para todo el chorro de actuaciones que vendría en los doce años siguientes, hasta que se prohibió hacer actuaciones dentro. Quique: «A Malcom le conocíamos de la noche de Madrid, se ofreció un día a tocar en nuestro bar, vino con Ñaco, hacían poco ruido y era una propuesta muy sencilla, bonita, blues negro para todos los públicos. Así celebramos el primer aniversario, arrimando dos mesas y poniendo unos carteles. Era una manera de dar que hablar, ya que como bar aún no acababa de arrancar del todo. El local de arriba es de oficinas y no molestábamos a nadie, así que empezamos a programar conciertos los martes y los jueves. Una programación simpática, no se ganaba dinero, sino popularidad». Jose: «Malcom y Ñaco se quedaron a dormir en nuestra casa la primera vez que vinieron a tocar al bar, era normal por nuestra situación económica».
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De arriba abajo: El Santana un día de concierto. Con Johnny de Burning y Jaime y César, unos amigos periodistas. El Santana una mañana cualquiera.
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«Nosotros éramos novatos, pero gente muy seria para trabajar, así que pagamos la pérdida lo primero, ya que la palabra está por encima de todo»
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III• La cuenta atrás Las estrellas de rock no se visten según el tiempo que hace. Lou Reed
«Pasado el primer año de estancia en Segovia, nos dimos cuenta: aquí no hay nadie que haga conciertos de manera habitual». Bajo esta sencilla y audaz observación, la siguiente maquinación de los Santana pasa por organizar un concierto de verdad, estrenarse como promotores, opción esta de la que ya tenían leves nociones de sus años en Mudrián, cuando organizaron alguna esporádica actuación para el ayuntamiento. El grupo escogido para inaugurar la nueva aventura fue Los Enemigos, la emblemática banda de Josele Santiago, de la cual Quique y Jose eran devotos absolutos. Para traerse a los madrileños al lugar escogido, la sala Estival de Cuéllar, Quique trata con sus mánager, Paco López, Javier Barañano y Cristina Candil, de Attraction Management: «Los Enemigos costaban quinientas mil pesetas, así que los trajimos, pero apenas metimos doscientas personas a mil pelas; entre eso, equipo, seguridad y autores palmamos casi medio millón. Eso sí, para nosotros fue una fiesta, pero dicen que el amor mata y ya ves si mata, era nuestra ilusión y nuestro dinero. Antes del concierto nos fuimos a comer patos a mi pueblo, luego se sacó una caja de vino y güisqui pa’ca y pa’lla y, como todos éramos entonces un poco carne de cañón, pues cayó una muy simpática, técnicos incluidos. Fue difícil subir al escenario, y después, durante el concierto, se bebieron quién sabe cuánto güisqui más. Puse una cubitera, un vaso y una botella a cada músico, les puse una bandejita con el aperitivo, yo no sabía lo que era hacer un concierto grande, y claro, los tíos, encantados. Los queríamos tanto a ellos que, pese a la debacle económica, no pasó nada, y además conocimos a la gente de Attraction. Después del concierto Paco López me dijo: “Le pones mucho cariño, pero no tienes ni puta idea. Le pones mucho corazón, pero hay
que ponerle cabeza, no te traigas un grupo para ti y tus amigos”. Nosotros éramos novatos, pero gente muy seria para trabajar, así que pagamos la pérdida lo primero, ya que la palabra está por encima de todo». Jose: «Cuando llegó el momento de hacer las cuentas, Paco Attraction nos decía: “¿Pero que habéis hecho?”. Y nosotros le decíamos: “Somos gente seria, no te preocupes, que lo pactado es lo que te daremos”. Así fue. Y ellos nos dijeron que lo tendrían muy en cuenta. Y nos tuvieron en cuenta, sí». Pese a este primer batacazo, el ánimo de seguir montando conciertos no decae, de lo que se trataba únicamente era de mejorar, de aprender de los errores. Tras el encuentro, Quique comienza a tratar frecuentemente con la oficina de contratación Attraction Management, solicitando su ayuda para contactar con los grupos que más le gustan y le apetece traer a la provincia. «Después de aquello, Paco y Javi se enrollaron siempre conmigo, han sido mis padres musicales. Ellos tenían a Porretas, a 091, a Lagartija Nick. Yo empecé a hacer de correa de transmisión de Attraction en Segovia, me encargaban las pegadas y el contacto con el de la sala. En cuanto lo vi claro, me dije: “Creo que esto podría hacerlo yo”. De esa forma Paco comenzó a hacerme de correa de transmisión para poder yo traer grupos que me apetecía, por ejemplo, Ilegales». En los siguientes dos años Quique Santana comienza una actividad incesante para estar en «la agenda» de los grupos que más le gustaban. Se trataba de conseguir que Segovia fuese un punto indispensable para los músicos a la hora de recorrer la península. Con el bar en una cómoda y currada rampa de salida, el asunto era
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De arriba abajo: Con Extremoduro. Con Johnny de Burning. Con Rosendo. Con Evaristo de La Polla.
explayarse en organizar buenos conciertos, de esta manera fue tratando por vez primera con algunas de sus bandas favoritas, como Platero y Tú, M-Clan, Rosendo, Reincidentes, Extremoduro, Porretas o Burning. Hay que tener en cuenta que muchas de aquellas bandas aún no eran nombres consagrados, aunque sí despuntaban, por lo que había que asumir el riesgo de que algo fallase. Quique: «Cuando traje a M-Clan, fue curioso. Había oído hablar de que había una pedazo banda en Murcia, los traje y la primera vez metimos 52 personas y ellos eran 12, 8 de ellos en el escenario. Pero desde entonces supimos que estábamos condenados a trabajar juntos, ahora somos amigos. Carlos Tarque es el rey de la noche. Cuando traje a Extremoduro, era una época dura para ellos, digamos que pasaban por una época de “constipado”, a mí me hablaba todo el mundo muy mal de sus directos, pero yo realmente le traje varias veces seguidas y a mí Robe no me falló nunca, no solo eso, tuvo buenos detalles conmigo. En la primavera del 94 traje a Platero y Tú. Aún tengo la imagen de mi madre preguntando, cuando los llevé a casa de mis padres a comer pato: “¿Y estos chicos qué son?”, “Madre, estos chicos llenan plazas de toros”, y mi madre le decía a Fito: “Anda majo, come, que te vas a quedar muy pequeño”. A Platero y Tú los traje varias veces al año; si en Galicia metían 80 o 100, si en Madrid, 800, en Segovia yo metía 1.500. Para Segovia Platero era su grupo, funcionaban tan bien que en ocasiones les daba más de lo que habían pedido –hay que ganar dinero, pero no más que el artista–. Las propuestas eran de todas formas arriesgadas, pero entre los jóvenes empezamos a ganar mucho respeto». También consigue traerse a otro de sus grupos
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favoritos, los aguerridos asturianos Ilegales, liderados por el visceral Jorge Martínez. «Jorge es uno de los grandes artistas de España, lo que pasa es que es un poco difícil trabajar con él, como se tome los refrescos demasiado fríos, no sabes por dónde le van a sentar… Si Jorge ve una cosa cuadrada, aunque tú sepas que es redonda, no hay dios que le vaya a cambiar de parecer. Tengo la imagen de su mánager, Toni, pidiendo los refrescos: una caja de gintónics completa, 22 gintónics para sacar al escenario, y luego Jorge desde el micrófono diciendo “Esto que me bebo es un gintónic, si queréis uno…, os lo compráis”. Con Ilegales he hecho conciertos memorables, realmente memorables, y algunos otros donde terminas pensando: “Jorge, tío, que tú te vas y yo me quedo aquí”». Otro apreciado grupo que finalmente se dejó caer fueron los míticos padres del punk estatal, La Polla Records, en 1995. «Ha sido uno de los mayores placeres que he tenido, aquí funciona mejor el punk que el heavy y La Polla fue un lujo, ellos siempre fueron un referente. Evaristo es un tío con la imagen más punkarra que te puedas imaginar, y trabajar con él es un placer de la hostia, todo está bien y lo que hay es que intentar estar todos a una. Y los conciertos, fantásticos siempre». Con el habitual y riguroso sentido de seriedad en el trabajo, unido a un saber agradar cuidando mucho los detalles, se va consiguiendo la complicidad de los músicos y la confianza de las respectivas agencias de contratación. Quique: «Íbamos cogiendo rollo con los músicos, los traíamos una primera vez y ya se creaban vínculos de complicidad y entendimiento con ellos. Hablábamos el mismo idioma: que nunca faltase de nada. Era época de pocos contratos y la pasta
por delante. La gente con los billetes en la mano siempre trabaja más relajada, y a un tío le llevas a tu casa y le rompes los esquemas, esa persona no te falla. Con el tiempo, aparte de con Attraction Management, fui trabajando con las mejores agencias de contratación del país, estableciendo relaciones con gente tan importante para mí como Pablo, de La Agencia; Carlos Marińo y Cancho, de Spanish Bombs; David, de Alacrán; Fran, de Logroño; Edu Pérez, Evelio, de A Tope; Tomás Ortiz, Alfonso Asenjo, Javi Mondragón, Pablo Cantalejo, Víctor García, Ángel y Concha, de A Vallecas; Tonky, Javier Gálvez, Pedro Páramo, Polako, de Last Tour; Enrique Patricio, Tekila, El Perrako, Kike, de Factory, El Punky o Manolo Monzón». Añadido al placer personal estaba el hecho de que poco a poco se iba consiguiendo situar en el mapa de carretera a Segovia y su público. «Yo quería meter a Segovia en el circuito de giras de invierno de grupos de pop y de rock, era consciente de que la ciudad me estaba dando todo. Nosotros de nuestra parte poníamos todo, pero sin la gente no éramos nadie; si algo valoro, es el público: les intento conseguir autógrafos o fotos, al fin y al cabo, gracias a ellos estamos todos aquí. De alguna manera íbamos haciendo cultura musical, había que decirle a la ciudad que los conciertos son divertidos y que había que cambiar de actitud, yo siempre he intentado poner los precios ajustados y que la gente lo pase bien, y claro, luego buscar que la referencia de todo sea el Santana, que nuestro Santana sea la cuna, el epicentro de la movida».
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De arriba abajo: Javier Urquijo de Los Secretos. Portada del segundo disco que publican desde el bar. A la derecha, Daniel Zuloaga y Jose Marテュa Heredero de tertulia. Dalirius pintando en directo bajo la atenta mirada de Jose.
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IV• Chicos pálidos para la máquina Pintar un cuadro es o muy sencillo o imposible. Salvador Dalí
Una vez comienza el rodaje y aumentan las responsabilidades, el papel de cada hermano se va definiendo. Mientras Quique se especializa en la organización de conciertos tanto dentro como fuera del Santana y es, por su carácter extrovertido, la cara pública del contubernio, Jose se dedica a todo lo relacionado con las exposiciones y presentaciones dentro del bar, en un rol en apariencia secundario que se ajusta mucho mejor a su carácter reservado. Jose: «Quique siempre ha sido el que ha tirado del carro, yo siempre he estado muy a gusto en mi papel de segundo. Creo que nos complementamos de esa forma, él como líder y yo detrás». El bar va cogiendo, además, su propio carácter, regido este por una clientela compuesta por una miscelánea de gente de todo pelaje y condición, abierto siempre a cualquier tipo de curioso personaje. Quique: «La gente ya decía en tono de broma que cualquier extraterrestre que apareciese por la ciudad en menos de hora y media acabaría recayendo en el Santana, que era cuestión de intuición». Mientras el local va cogiendo nombre en la ciudad como acogedor abrevadero para locos y cuerdos de cualquier clase, como «sala» permanente de exposiciones el Santana es a mediados de los años noventa una vibrante realidad que Jose va gestionado con el consiguiente cúmulo de anécdotas. «Kiko Palomar, fundador de La Fura del Baus, que se vino a Madrid a vivir, hizo una de las exposiciones más curiosas: sus obras las pegaba a la pared con chinchetas, eran dibujos y acuarelas en folios…, algunas se volaban, terrible pero cierto. En otra ocasión uno de los artistas se puso a pintar en la calle apoyado encima de un coche aparcado frente al bar, entonces se le volcó la pintura, así que sin que-
rer terminó haciendo arte sobre el coche, pintando el capó de rojo, vaya gracia. Hacia 1994 los presos de Carabanchel montaron una exposición, teníamos un amigo que era funcionario de prisiones, era un educador en la cárcel y coordinó todo para montarla. Era algo muy curioso. Y claro, José María Heredero, que ha sido el que más ha vendido. Además ha estado muchos años seguidos exponiendo. Murió hace poco, un tipo al cual nos sentimos muy cercanos, acuarelista, un pintor muy querido en Segovia y que llegó a ser premio mundial de fotografía en México en el año 1966 o por ahí, le entregó el premio Mario Moreno, Cantinflas; en fin, todo un artista que incluso tiene una calle en Segovia. Cogimos mucha amistad con los años y siempre tenía fecha por Navidad, que es cuando normalmente se vende todo, él con más motivo». En esta primera época de pintoresca extravagancia los Santana llegan incluso a prestar la piara del pueblo para rodar una película cuyos protagonistas eran… cerdos. Quique: «La película la hizo nuestro amigo Miguel Cárdaba y si no triunfó es porque Hollywood no se dio cuenta de que existía. Era un rodaje muy curioso, fueron unas risas tremendas: a los cerdos le daba media docena de chicles para que al masticar pareciese que hablaban, y además a uno de ellos le puso una corona de rey». Por su parte, Quique no deja de programar actuaciones en formato acústico ?en la medida de lo posible? todas las semanas, los martes y los jueves, hasta llegar a un momento clave, cuando el artista de la New Wave Paul Collins decide grabar en 1995 un disco en directo en el bar: Live in Spain. Quique: «Para mí fue algo importante, él mismo lo eligió. Después le hice varios conciertos por aquí y le puse en contacto con varios promotores de la zona».
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De arriba abajo: José María Heredero en el Santana. Con Aurora Beltrán. Con Albert Plá.
En su faceta de promotor de conciertos, Quique se recorre con denuedo la noche segoviana. «Trataba mucho con los de las salas, grandes y pequeñas, alternaba mucho y llevaba a los músicos a tomarla. Con las salas intentaba ser honesto, decirles los que iban a ir para que no contrataran camareros de más, moverlo a nivel de carteles y poner el nombre de la sala en boca de todos: Cabaret, Babalú, Canadá, La Escuela, El Kyber, La Habana, Johnny Menthere, etcétera. En las salas no solo estás los días de concierto, así que hay mucho trato personal y este siempre ha sido buenísimo, intento ser amable, regalar discos de promoción, invitarles a otros conciertos. Como ninguno de los grupos que traía sonaba en Los 40, aunque no fuesen underground, pues tocaba tirarse a la calle. Intento ser cercano a la gente, me gusta la noche, iba preguntando a unos y otros, tanto chavales de la calle como a todos los promotores de todas las zonas. La verdad, siempre con el oído puesto, así supe cuando salió Dover o cuando salió Ska-P, M-Clan, Despistaos o Pereza». De esta directísima manera Quique va estando al tanto de los gustos de sus conciudadanos, obrando en consecuencia y a la vez manteniendo el sustento rockero de su propio gusto. Así los años le van acercando a otros ídolos como Loquillo y Tahúres Zurdos y bandas que estaban dando mucho que hablar como Sociedad Alkoholika. «Cuando traje a S.A. me apetecía hurgar en la yaga de algo, no sabía muy bien de qué, además la gente lo demandaba y eso se había transformado en un reto. Fui con ello para delante pensando que no me podían suspender, pues yo no había hecho nada contra nadie y todo estaba legalmente organizado. Soy una empresa privada y puedo contratar a quien me apetezca mientras no incurra en delito alguno. Los S.A. vinieron y llena-
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ron hasta reventar. Después de la primera vez, hemos trabajado muchas veces más. En otra de las primeras veces que hice a Burning, con mi amigo Pablo Rodríguez, les acompañaban de teloneros Leize y teníamos todas las entradas vendidas; como el público era diferente, cuando acabó Leize, su gente se marchó y volvimos a llenar la Sala Habana con más público. En el año 1996 hice a Australian Blonde, de ellos tengo muy buenos recuerdos, y en otra de las veces que vinieron Los Enemigos me acuerdo que tenían que empezar a las doce de la noche y empezaron a las cinco de la mañana, todo por estar haciendo el gamberro; había un amigo que me decía: “Quique, no es que se retrase, es que yo entro a las seis a trabajar”. La verdad es que a mí generalmente no me han fallado los grupos, he tenido pocas suspensiones y justificadas casi todas». El personal trato de Quique con los músicos pasa casi necesariamente por tomarse una última copa en el Santana al acabar cada concierto. «Yo he traído a grandes artistas que saben que en mi bar hay 500 personas esperándoles y que, si van, les van a poner la cabeza como un bombo, pero ellos me dicen: “Hazme sitio en el cuartito y estamos aquí 3 o 4 horas, que para estar en cualquier discoteca estoy contigo en el cuartito, venimos a verte a ti”. Cuando ellos se portan así, tú no puedes negarle un favor a nadie, de ahí viene el hecho de ser generoso, la vida te da lo que tú le des».
unos cubatas, y salíamos a no dejar nada. Menudas noches, las de pegada…». Así pues, fueron los mismos Santana los que durante años empapelaron la ciudad con los carteles de los grupos que iban trayendo: Malevaje, 091, Albert Plá, Flying Rebollos, Barricada, Lagartija Nick, Def Con Dos, Siniestro Total, El Último Ke Zierre, Soziedad Alkoholika, K-Tulu, Rosendo, Del Tonos, Koma, Mártires del Compás, Medina Azahara, Tierra Santa, Kojón Prieto y los Huajolotes, Platero y Tú, M.C.D., Koma, Narco, Vacazul y Australian Blonde entre un largo etcétera.
En estos primeros años la pegada de cartelería corría a cargo de los propios Santana. Quique: «Todos los jueves salíamos a pegar, unas doscientas sábanas y algo para los bares. Jose y yo nos rifábamos a ver a quién le tocaba ir, nos gustaba mucho, nos juntábamos con Pablo, Llou y McEnroe, nos preparábamos unos aperitivos y
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El bar lleno hasta los topes. Abajo El Casta haciendo de Angus Young festejando un aniversario.
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El entregado pテコblico segoviano.
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«Es muy necesario que los habitantes se sientan identificados con su pueblo, que puedan presumir de que en su pueblo también hay cosas importantes y, sobre todo, que puedan disfrutarlas»
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V• Mueve tus caderas La banda siempre estará en tu corazón y espero que, cuando algo te moleste, alguna parte de Los Ramones esté allí para ayudarte. Marky Ramone
Con el cada vez mayor empaque organizativo de conciertos que se traen entre manos, no parece extraño que pronto diferentes localidades de Segovia comiencen a encargarles conciertos en fiestas patronales y otras fechas señaladas, algo que ellos, por su origen, se toman a gala intentando cumplir, como siempre, con todas las expectativas previstas. Tampoco hay que olvidar que no son unos extraños en la región, que Quique desde bien joven ha mantenido una relación profesional directa con el ramo hostelero, y que ambos hermanos ya habían tratado y trajinado con gentes de las ciudades y pueblos de la región, donde había interés por el pop, el rock y la cultura popular en general. Quique: «Es evidente, nosotros somos de pueblo, hemos vivido muchos años allí, sabemos las costumbres y las maneras. Hay que hacer cosas populares, que gusten no solo a uno o dos, que todo el pueblo esté a gusto. La prensa de la capital se hacía eco de los conciertos que organizábamos y eso llegó a los pueblos y los concejales. Casi todo pasaba por mi historia camareril, decían: “Vaya, si es Quique, el chico de toda la vida, no nos va a engañar”. De esa manera, confían en mí, delegan y hacemos grandes acontecimientos. Ya en 1998 hicimos Extremoduro y Platero y Tú en la plaza de toros en Cuéllar, aquello fue un reventón. También recuerdo con Kojón Prieto y los Huajolotes unas buenas fiestas, en aquel autobús polaco que se traían de gira, el cáterin eran barriles de cerveza… En pueblos de menos población hemos hecho semanas culturales, veranos musicales, poner un poco de rock, de pop y de flamenco, tocar el corazón de todos los públicos. Yo tenía una cantera hecha de todos los artistas que tocaban en el Santana, 150 grupos en una lista. Después estaba cuidar el tema de los equipos de sonido, en Segovia hay gente muy profesional, en
esa época hacía a lo mejor veinte pueblos y en cada uno metía a cinco grupos, era una locura, noches viajando de un lado a otro. De todas formas, creo que los pueblos de la provincia, más que la ciudad, son los que deben prodigarse en actos culturales y actuaciones, creo que la actividad cultural, y sobre todo musical, es algo muy necesario para la supervivencia de estos pueblos que están en declive de población. Es muy necesario que los habitantes se sientan identificados con su pueblo, que puedan presumir de que en su pueblo también hay cosas importantes y, sobre todo, que puedan disfrutarlas». Tal y como ha mencionado Quique, parte de la cada vez mayor popularidad de Producciones Santana entre las diferentes concejalías de los diferentes pueblos se debía a la extraordinaria relación con la prensa. «En Segovia tenemos dos periódicos importantes, dos televisiones y varias radios. La prensa tiene mucho poder, positivo y negativo, la prensa para mí es sagrada, intento facilitar su labor, con contactos y teléfonos, que tiren fotos, ofrecerles entradas, lo que esté en mi mano. Funcionaba mucho Radio Segovia, a la que llevaba muchas novedades, y de periódicos, El Adelantado de Segovia y El Norte de Castilla, los redactores cambian, pero siempre el antiguo me presenta al actual. Yo a la prensa le facilito, estoy en sus manos, se portan bien en el tratamiento de los artistas que traigo y a nivel personal nos han elogiado mucho». Como ha podido comprobarse a lo largo de texto, la especialidad de las producciones hechas por Santana es básicamente el rock y el pop cantado en castellano; sin embargo, y después de la positiva experiencia con el neoyorquino Paul Collins, de vez en cuando se ha traído a alguna pequeña
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Con Buddy Miles, músico de Jimi Hendrix.
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luminaria anglosajona. Quique: «Traje a Elliot Murphy y me hizo mucha ilusión, fue un lujo. Y a Dr. Feelgood cuando ya había muerto Lee Brillaux y venía otro cantante, fue un concierto impresionante, magnífico, hicieron una prueba de sonido rapidísima, cuando empezaron habría unas 400 personas, salieron los cuatro señores con corbatas, agarraron los instrumentos y la gente ni bebía ni meaba pa’ no perder un segundo, yo no he visto una cosa igual, el bolo absorbía. Les he vuelto a traer, pero como aquel día, jamás, según se cuenta ha sido el mejor concierto en directo que se ha hecho nunca en Segovia. También vino Wilko Jonson, que hizo un buen show y Buddy Miles, que fue de los más entrañables, un hombre enorme de 180 kilos en silla de ruedas, venía en una furgoneta pintada, tumbado en un colchón, no veas para pasarlo de ahí a la silla de ruedas y de la silla a la prueba de sonido, 180 kilos, era como un gigante con cara de bueno, no cabía en la silla y hubo que ponerle un baúl para que se sentara. Hubo un padre que fue con su hija al concierto, una niña a la que Buddy sentó con él a tocar la guitarra, la chica empezó a llorar de emoción, fue una imagen preciosa. También traje a Mick Taylor; después de haber visto a Stones tantísimas veces y a Keith Richards en solitario, lo más cerca que tenía de traerles era conseguir a su ex guitarrista Mick Taylor. Le traje hasta tres veces, conciertos siempre muy buenos, el tío tiene un gusto tremendo con la guitarra. Una vez subí a Mick a mi casa, le apetecía estar un rato apartado de todo, para mí fue un auténtico orgullo. En otra ocasión me ofrecieron a Chris Jagger, el hermano de Mick, yo sabía que existía por biografías de los Stones, el tío no es ni músico, es decorador de moda… Metí a 150 fans muy, muy Rolling, pero el tío tocaba con una tabla de lavar y cantaba fatal y claro, la gente se iba. Lo cierto
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es que el trato con los artistas anglosajones siempre ha sido un poco difícil en el sentido de que yo no hablo inglés, pero al final nos acabamos entendiendo». A punto de entrar en el nuevo siglo, los Santana hacen una media de 140 actuaciones al año: dentro del bar se programaban unas cien, a las que se sumaban los conciertos en los pueblos y las salas de Segovia. Pese a esta incesante actividad, la primera vez que realmente los hermanos habían sentido que se ganaban el respeto del ayuntamiento de la ciudad de Segovia es cuando trajeron, en diciembre del 1998, al cantautor catalán, el universal Joan Manuel Serrat a la Plaza de Toros de Segovia. Quique: «De Serrat aprendí muchas cosas, es muy grande. Cuando llegó él, yo tenía preparados unos bocadillos y unas cervezas, un cáterin de bienvenida. Iba con la bandeja ofreciendo a todos y cuando llegó su turno, le ofrecí. Luego, tras la actuación, pasamos a camerino a saludarle y me dijo: me ha gustado tu detalle, me has tratado como a uno más y todos somos imprescindibles en esto. Me resaltó que no hubiese ido a por él el primero, que le había encantado. Luego le comenté que tanto el alcalde como muchos de los mejores restaurantes de la ciudad le querían invitar a cenar y Serrat me dijo que les transmitiese su agradecimiento, pero que prefería tomarse un poco de buen jamón y vino en algún lugar más tranquilo, así que le llevé al reservado que le había montado y la tomamos relajadamente… Un tío muy elegante. Al final se dejó un traje en la plaza de toros, un traje negro de seda, precioso. Me lo llevé a casa, claro, y a mitad de la noche me llamó su mánager, Berri, preguntando por él. Le dije que aquí estaba, a salvo».
Con Mick Taylor, ex-Rolling Stones
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En la página anterior: Abajo a la derecha, Antonio Bartrina y Jose. A la izquierda, la portada del mítico disco en directo de Paul Collins grabado en el Bar Santana, debajo Artemio, sin sed. En esta página: Arriba, la actuación de Ciro Fogliata y Jose Guerrero. Abajo, una cata de chorizos.
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Titirimundi en el Santana
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VI• La casa por el tejado La inspiración siempre me ha pillado trabajando. Jamás una musa me ha soplado nada a la oreja. No he visto ni una. Pablo Picasso
Con la bonanza económica que generan las entusiastas empresas acometidas hasta la fecha, el bar y las producciones, los Santana se deciden a ampliar su radio de acción y en el año 2000 inauguran el hostal Fornos, situado enfrente mismo del bar y regentado por la eficiente y discreta Rosa, compañera de Quique, persona de trato afable y carácter tranquilo, ideal para cuidar un negocio de inspiraciones bohemias. Quique: «Pusieron a la venta un local grandote frente al Santana. Investigamos y descubrimos que había sido el hotel París Fornos y que allí se habían hospedado en tiempos Miguel de Unamuno, Jacinto Benavente y Antonio Machado. Nosotros optamos por recuperar la esencia antigua y cuidar los detalles al máximo. La verdad, quedó precioso, con ese toque tan personal que le dio la gran artista María Sáez. El trabajo en el hostal se complementa muy bien con el del bar y nos lanzamos en picado. Desde que lo abrimos ha funcionado muy bien y es una referencia para la ciudad: se hospeda gente del teatro, músicos, turistas… En fin, que tiene un toque artístico y personal». Con la apertura del alojamiento se terminan de consolidar los enlaces con la organización del Titirimundi. Quique: «Es una historia que lleva 25 años aproximadamente, el director es Julio Michel. Con él tenemos una relación muy cercana. Desde que abrimos los hostales estrechamos más aún nuestra colaboración, pero la verdad es que de siempre habíamos dado toda la vidilla que podíamos a los artistas que participaban en el festival». A partir de ahora Quique oferta un pack completo a los músicos y artistas que trae a la ciudad: comen como en casa, beben en su bar y duermen en su hostal… «Está casi todo pensado y preparado para que quien venga esté atendido en todos los sentidos, se intenta que así sea».
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HOSTAL FORNOS Por: José Antonio Gómez Municio “Habitación con vistas a la historia” Publicado en el Norte de Castilla en el 19 de noviembre del año 2000 Con la resurrección del Fornos renace uno de los hoteles más antiguos y literarios de Segovia. En sus habitaciones dormían los más destacados visitantes de la Segovia de principios de siglo. Ramón y Cajal, Unamuno o Jacinto Benavente o el ex sultán de Marruecos, se alojaron en el hotel Fornos, que también era un punto de encuentro de la ciudad donde la “alta sociedad” o los intelectuales celebraban fiestas y banquetes. Ahora, el hotel ha resucitado como hostal, con una restauración que recupera el espíritu bohemio, artista y elegante de antaño. Los edificios forman parte de la memoria más aparentemente duradera y sin embargo endeble de la ciudad. Este siempre ha estado ahí, en el centro de la ciudad, en plena calle Infanta Isabel. En las primeras décadas del siglo fue uno de los hoteles más grandes y prestigiosos de Segovia, que respondía al suntuoso nombre de Gran Hotel París-Fornos. Uno de esos hoteles café incluido que a principios de siglo eran uno de los centros de la actividad publica, especialmente la cultural. Por sus habitaciones pasaron Unamuno, Ramón y Cajal, Benavente, y en sus salones se desarrollaba la burbujeante vida social de la época, con bailes y otras lindezas con las que se entretenían nuestros abuelos. Después vino el olvido y su conversión definitiva en pisos particulares. Pero el espíritu del Fornos estaba pidiendo una resurrección. Y la resurrección vino de la mano de Quique y José Santana, que hicieron todo lo posible por reconstruir no sólo el espacio sino también el espíritu de aquel hotel, convertido hoy en lujoso hostal que regenta Rosa Sancho. “No queríamos hacer una cosa cualquiera, sino ser fieles a toda la historia de este lugar”, señala Quique Santana. Aunque los detalles arquitectónicos prácticamente habían desaparecido, el nuevo hostal Fornos conserva la estructura de un ala del hotel, que en sus buenos tiempos ocupaba toda la manzana.
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Además se han preservado algunos detalles como las columnas interiores de acero (muy parecido, por cierto, a las que se pueden ver en el teatro Juan Bravo) y, por supuesto, la puerta de entrada, con sus batientes y vidrios interiores incluidos, una pieza extraordinaria de madera tallada con adornos de estilo modernista, y que supone uno de los pocos ejemplos de modernismo en Segovia. En las antiguas fotos se pueden ver algunos elementos que probablemente ha desaparecido para siempre, como el tejadillo modernista que adornaba la puerta principal, o las puertas de madera en cuya parte alta podía leerse esa denominación mítica para los segovianos de la época: Gran Hotel, que era sinónimo, como la película de la Garbo, de placeres y lujos refinados y sin fin. El Gran Hotel de una ciudad era entonces uno de sus ejes centrales y en trono a él se arremolinaban los chiquillos, los curiosos, los comerciantes y, claro, los periodistas, todos a la caza de ilustres visitantes. En los archivos se recuerdan las visitas de aquellas glorias, ayer viajeros ilustres, hoy parte de la Historia. Cuando Ramón y Cajal vino a Segovia en 1919 llevaba ya 13 años con el Novel en el bolsillo. En la tierra de Segovia del 15 de agosto se recuerda su paso por el hotel. Jacinto Benavente estuvo justo unos meses antes de que la Academia sueca le concediese uno de los Nobel más olvidados de la Historia. En concreto fue la Asociación de la Prensa de la época la que agasajó al poeta con un banquete en el Fornos, que además de habitaciones, tenía una “acreditada” cocina. Miguel de Unamuno también estuvo en una habitación del Fornos en 1921, cuando pasó dos días en Segovia, donde fue recibido, según cuentan las crónicas de época “con unánimes muestras de respeto y cariño por parte del elemento intelectual.
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Pequeño Ateneo El Fornos era como un pequeño Ateneo y en sus pasillos bullía parte de la historia de la ciudad; la intelectual pero también la más mundana. Imaginen si no la expectación que provocó en el segoviano de principios de siglo leer que el ex sultán de Marruecos Muley Hafid, que había llegado a la ciudad ocupando un llamativo sidecar, se instaló junto a su séquito de doce personas en el Fornos, según recuerda El Adelantado de Segovia del 25 de julio de 1918. Curiosamente desde que el nuevo Fornos está abierto, los próceres antiguos han dado paso a los modernos artistas, dado el carácter de auténticos mecenas de la música que tienen los hermanos Santana. Los tranquilos y reposados escritores, filósofos e investigadores de antaño se han sustituido por artistas más ruidosos, generalmente músicos modernos, que sin embargo encuentran en las habitaciones del Fornos la misma paz que los premios Nobel pretéritos. Tal vez dentro de poco la historia se escriba con las huellas de estos artistas y se recordará la noche lunfarda que pasó Antonio Bartrina o la canción que Calamaro ha podido componer en el Fornos. También muchos de los actores que visitan Segovia para actuar en el Juan Bravo eligen el nuevo Fornos, como las antiguas celebridades que iban al teatro Miñón. “Hemos cuidado mucho el ambiente y generalmente los artistas saben valorar mucho esos pequeños detalles”, explica Santana. Fiestas para la gente “bien” Los salones del antiguo Hotel Fornos fueron utilizados en 1916, según recoge la prensa de la época, por las “distinguidas familias de la buena sociedad segoviana”. El cronista explica que las Nocheviejas eran las más agradables “de la gente bien” que concurría a los tés del Fornos. Coches de turismo Entre las novedades que proponía el Hotel ParísFornos a la clientela de principios de siglo destacaba el ofrecimiento de coches de turismo para pasear admirando los monumentos segovianos. Dependiendo de la categoría del visitante, los guías eran destacadas personalidades de la época.
Una gira por Revenga La Asociación de la Prensa agasajó en 1915 a Jacinto Benavente con una gira por el “pintoresco” Soto de Revenga antes de llevarle al hotel Fornos. El obispo de Segovia solía obsequiar con licores y cigarros a los periodistas con motivo de sus homenajes a personalidades. Quintanilla y Zambrano Eran frecuentes en el hotel los banquetes por periodistas y escritores destacados como Mariano Quintanilla, José Rodao o Blas Zambrano. A esta tertulia se uniría después Antonio Machado durante su estancia en Segovia. Habitaciones de Hospital Además de ser el preferido por “la crema de la intelectualidad” cuando visitaba Segovia, el hotel Fornos, seguramente por su ubicación casi en el centro de la ciudad, era el más utilizado por los doctores itinerantes que venían a las ciudades de provincia desde sus gabinetes en Madrid, ofreciendo sus servicios casi milagrosos. Así, allá por 1915; el médico ortopédico J. Campos reservaba una habitación todos los días 26 de cada mes para ofrecer “extirpación de callos o arreglo de las manos”. Y si uno no quería pasarse por el hotel, incluso era posible hacer consultas por correo. Algo imposible para los oculistas, que siempre en los anuncios eran “afamados” y que también ofrecían sus servicios en las cómodas habitaciones del hotel. Otros vendían operaciones misteriosas; como la colocación de piernas artificiales o los tratamientos mecanoterápicos contra “descensos de matriz, desviaciones de tronco, tumores blancos y toda clase de deformidades”. Hay que imaginar el hervidero del Fornos antiguo comparado con su actual tranquilidad: junto a emires marroquíes, actrices en gira, viajeros adinerados o escritores renombrados pululaba en el Fornos los días señalados un hormiguero de enfermos con vendas en el cuerpo, y de deformes en busca de cura. Pura vida.
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De arriba abajo: Con Pereza y Javi de Attraction. Con Alex Olmedo y Coque Malla.
«Soy de los que les gusta presumir de su clientela y su ciudad y me pone más ancho que largo saber que la gente me agradece el que trajese a este u otro artista» 56 EL SUEÑO SEGOVIANO
De esta manera, la mayoría de grupos de fuera de la ciudad que tocan en el Santana, como comen y prueban sonido allí, terminan por no salir del local más que para, una vez tomadas las pertinentes copas after-show, cruzar la acera y meterse en el portal de enfrente para irse a la cama. Quique: «La cosa era así: al llegar, unos botellines para la prueba; luego, pasar a cenar; un poco más tarde, al escenario; luego, unas copas, algún posible romance y al Fornos a dormir. A la gente no se le olvidaba de un año para otro. La cena con el grupo era algo así como tradicional, algo sencillo, desde el cariño, casero y cercano. Muchas veces el músico está cansado de comer cosas muy bien presentadas, platos finos o menús sin más, y aquí le sacábamos eso: patatas con ajo, tortillas, carne con tomate o chorizos a la olla, y no fallaba, todo el mundo salía encantado. Esos momentos de la cena eran, además, el momento de pasar dos horas entrañables con el artista. A mí me gusta y me identifico mucho con ellos, así que disfrutaba mucho de ese momentito, cuando te quiere contar en directo sus últimos movimientos a la vez que le gusta oír la historia desde otra perspectiva. Soy de los que les gusta presumir de su clientela y su ciudad y me pone más ancho que largo saber que la gente me agradece el que trajese a este u otro artista». A lo largo de los años por el bar Santana fueron dejándose caer infinidad de músicos, muchas veces nombres grandes que se desprendían por un día de la banda oficial y hacían por pasar un rato agradable con una acústica en la mano frente a un puñado de personas, conciertos siempre íntimos y distintos a lo ofrecido habitualmente en un escenario grande. Otras veces eran bandas pequeñas las que encontraban en el Santana un
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lugar indispensable para presentarse ante el público segoviano, ya que por sí mismas no podrían permitirse el tocar en una sala de mayores dimensiones. Por supuesto, los grupos locales siempre encontraron hueco y acomodo entre sus paredes, algunos hasta se estrenaron en directo allí, caso de Freefolk y Let The Children Play. El listado completo de bandas que tocó en el Santana sería interminable: Poncho K, Albertucho, Dr. Sapo, Ñaco Goñi y los Bluescavidas, Lagarto Amarillo, Tea, King Putreak, Nacho Vegas, El Lichis, Pollito de California, The Vientre, Tonky Blues Band, La Troupé de la Merced, La Bandeja, Los Ratones Coloraos, La Hora del Gato, Rubia, Los Marañones, Los Lunáticos, Clovis, El Chivi, Status Duo, Sticky Fingers, The Flying Stones, Juanpa y La Raja, Cretinos, Pablo Guerrero, Transportes Hernández y Sanjurjo, Alberto Pérez, Caldito, Vantroi, Gran Jefe, Pereza, Coque Malla, Más Madera, Bluedays, Quique González, Zodiac, Los Placeres, Ricky López, Hash, Lobos Negros, Reverendo, Manolo Kabezabolo, Suburbano, Lele Laina y Jose L. Jiménez, Javier Urquijo, Parra, Chesh, Alvarache, Germán Nowerman Band, Los Caramelos, Los Reyes del K.O., Tres Hombres, Carlos Segarra, y un largo etcétera.
De arriba abajo: Con Asfaltopo. Raúl Sánchez y su instalación en el techo del bar Santana. Quique entre los Dr. Feelgood.
En las maratonianas jornadas de vida cotidiana en el Santana apenas ha existido el descanso. Jose: «Los miércoles cerramos, aunque ha habido épocas en que hemos puesto un camarero suplente. Los miércoles los dedicábamos a cosas diferentes; por ejemplo, hemos hecho muestras de cortos, con nuestro proyector y una sábana como pantalla, también sesiones de cuentacuentos y performances». El local ha acogido exposiciones, aparte de pintura y fotografía, de escul-
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turas, joyas, marionetas, punto de cruz, belenes, madera, grafitis, etcétera, y ha sido esta faceta uno de los puntos fuertes del bar, uno de sus mayores orgullos. Jose: «Ha habido exposiciones de gran calidad artística como las de Enrique Lázaro, Raúl Sánchez, Amadeo Olmos, Mesa Esteban… Algunos han ido creciendo con el bar, otros ya eran famosos». En ocasiones algunas de las exposiciones han tenido una relación directa con eventos culturales acaecidos en la ciudad: algunos anuales como Carnavales o Titirimundi, y otros puntuales, como la exposición colectiva a cargo de artistas y grafiteros coincidiendo con el Villagegraff de Cantimpalos o, más recientemente, en el Año del Agua, donde se expusieron obras de Manuel Frías sobre temática medioambiental. Jose: «En una ocasión expusimos copias de dibujos originales de Federico García Lorca, coincidiendo con el centenario de su nacimiento, reveladoras ilustraciones que nos cedió la librería Torreón de Rueda».
Arriba, la presentación del libro ¨El afrancesado¨ de Antonio Ruiz y debajo, la presentación de ¨El camino del duende¨ de Luis Sanz.
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Como el bar nunca ha dejado de ofrecerse para realizar cualquier tipo de actividad o celebración, con los años se han sucedido numerosas tertulias, coloquios y mesas redondas sobre arte, actuaciones de títeres, proyecciones de cortos y de diapositivas, cuentacuentos, presentaciones de libros –El camino del duende, de Luis Sanz, y El Afrancesado, de Antonio Ruiz–, firmas de discos –Boikot, Despistaos, Los Planetas–, homenajes a músicos –John Lennon–, monólogos, performances –Miguel Ángel Maroto– e incluso casting de películas –13 rosas– y grabaciones de cortos colaborando con el Festival de MUCES, Muestra de Cine Europeo Ciudad de Segovia. Jose: «Hasta hacemos la Cata del Chorizo de Matanza: todos los febreros nos jun-
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tamos unas veinte personas, amigos de diferentes pueblos relacionados con la matanza del cerdo, traemos una muestra cada uno y catamos la enorme variedad de chorizos presentados a concurso, votando finalmente al mejor. En época de setas también solemos montar algo para darnos el gusto». Así suman una tras otra, jornadas inolvidables donde nunca faltan sanas dosis de humor. Jose: «Un 28 de diciembre anunciamos que tocaba Lou Reed y en realidad era un grupo de Madrid de versiones… Nos echamos unas risas. También recuerdo el homenaje por el 25 aniversario del asesinato de John Lennon, el día completo pinchando música de The Beatles, al acabar aquella jornada tuve que ponerme a los Sex Pistols, no podía más. De las performances de Miguel Ángel Maroto recuerdo especialmente una titulada Brujas-Witches, pues estaba él tocando la guitarra y soltó el humo, y de pronto el humo no se apagaba, no se apagaba… El local estaba hasta arriba y tuvimos que salir todos a la calle, me vació el bar mientras gritaba “Witches, witches, witches”… A la semana siguiente, en cuanto le vi lo tuve claro: le invité a que unos meses después hiciese otra nueva performance». Fiestas de carnaval.
Aunque probablemente la celebración más apreciada por los hermanos Arranz sea la del aniversario de apertura del propio bar, que se celebra a mediados de enero año atrás año. Quique: «Los aniversarios del Santana son acontecimientos que, con los años, el Ayuntamiento ha considerado de interés cultural para la ciudad. Hemos traído a precio de regalo a Burning y a Siniestro Total en alguna sala de la ciudad. Aniversarios por su sitio, con su trabajo detrás, no son cosas que se organicen de un día para otro, procuramos hacer un buen regalito cada año, este libro
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Tres momentos de los viajes del Komando Itinerante Etílico Gastronómico.
es la mejor prueba de ello». Otra de las más queridas celebraciones anuales es la entrañable fiesta de Carnavales, en cada una de ellas todos los trabajadores del Santana se han disfrazado del mismo motivo: chinos, medievales, mafiosos… A veces incluso decorando el bar en consonancia con el motivo elegido. También reciben todos los años el día de Navidad la visita del Nuevo Mester de Juglaría, que interpreta a capela unos villancicos. Quique: «Para nosotros es un honor, un orgullo, que un grupo con esa trayectoria musical en España, de esa categoría histórica, se pase por el Santana a cantar y compartir un rato con nosotros». Más allá del altruismo en lo artístico, como negocio el bar funciona a toda máquina. Quique: «El bar vende muchísimo, pero es normal, es referencia para la ciudad y abre todos los días muchas horas, es inevitable que venda, en fin de semana se revienta, se bebe todo… El récord de permanencia en el bar lo ostenta una señorita que llegó cuando abríamos a las nueve y media, venía sin dormir y se tomó su café con leche, y empalmó con el vermú, luego tapeó la comida allí mismo y se tomó el café al tiempo que caía el sol, siguió entre nosotros cuando empezaron las copas y marchó al cerrar… Diecisiete horas en el bar Santana, sin salir, todo un récord: desayunó, comió, bebió y recibió todo lo mejor de nosotros en una sola jornada… Olé». Por sorprendente que parezca, debido a la incesante actividad generada, hubo unos años en que los hermanos Arranz aún sacaron tiempo para disfrutar de culinarias jornadas por la rica geografía peninsular. Quique: «Formamos el Komando Itinerante Etílico Gastronómico, que consistía en un grupo de amigos que nos dedicábamos a viajar por España buscando buenas viandas y bue-
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nos caldos, recorrimos Euskadi, Navarra, Asturias, León, cualquier punto que tuviese buen trato y buena comida, viajes de 24 horas en vehículo alquilado, todo el día comiendo y bebiendo, jornadas memorables». También destacan entre sus escapadas las excursiones organizadas a ver conciertos de grandes estrellas internacionales, caso de Bruce Springsteen en La Peineta de Madrid, ACDC en el Palacio de los Deportes también en Madrid y The Rolling Stones en San Mamés en Bilbao, sin olvidar la sentida delegación segoviana que se dio cita en el concierto homenaje a Pepe Risi de Burning en la sala Macumba de Madrid. Finalmente el éxito obtenido en los sucesivos negocios acometidos les permite ampliar su faceta de hoteleros: inauguran en el año 2001 el histórico edificio Pagola, en el barrio de San Millán, construido bajo la dirección técnica de Silvestre Manuel Pagola Bireben (Bilbao, 18921943), arquitecto municipal entre 1921 y 1943, que enriqueció el tejido urbano segoviano con pocos pero excepcionales edificios de arquitectura racionalista, de la cual el Pagola es el único ejemplo en Segovia. Ese mismo año abrirían el hostal Fornos II, contiguo al primero, que les permite acercarse más aún al sueño de conseguir un alojamiento de clientela bohemia, viajera y artística, reviviendo los lustrosos años del mítico París-Fornos. Jose: «Los primeros proyectos de los hostales, lejos de desbordarnos, los vivimos con naturalidad y sabiendo que había que apretar un poco más. Las dos últimas grandes obras sí que nos han absorbido mucha energía y mucho tiempo, llegándonos a agobiar incluso.
Date cuenta que es muy diferente estar soltero a tener familia, el tiempo se administra de otra manera». Como ha adelantado antes Jose, los hermanos estaban dejando de ser jóvenes solteros para convertirse en dos casados padres de familia. Jose: «A mi mujer la conocí en el bar Santana, vino a pedir una exposición en el 2000… y se quedó. Carmen hizo Historia del Arte y desde que nos casamos me ayuda mucho con las exposiciones, nos combinamos muy bien». Carmen y Jose tuvieron a Adriana (2002) y Moisés (2005), en tanto que de Quique y Rosa han nacido Cecilia (2003) y Manuel (2005).
Más viajes del Komando.
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Fiestas de Carnaval en el Santana.
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Arriba a la izquierda, casting para una película en el almacén del bar. A la derecha, sesión de cortos. Abajo a la derecha, performance de M. A. Maroto. A la izquierda, exposición colectiva de graffitis.
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Arriba, Ñaco Goñi y Malcom Scarpa en directo. Abajo, otra performance de M. A. Maroto.
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ANÓNIMO En un lugar de Segovia de cuyo nombre quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivían dos hidalgos entusiastas, de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor; de complexión recia, secos de carnes, enjutos de rostro, grandes madrugadores y amigos del r‘n’r. Llegó a ser tan grande su curiosidad por este tipo de música que vendieron muchas hanegas de tierra de sembradera para montar un bar: el bar Santana. Se enfrascaron tanto en su empeño que, desde entonces, hacen pasar muy buenas noches e inmejorables días, con sus tapitas, conciertos y exposiciones a todo aquel viandante que se acerca por tan hóspito lugar.
Antonio Bartrina ejerciendo de camarero.
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UN ABRAZO DESDE ATTRACTION MANAGEMENT Francisco López
En 1994 nosotros empezábamos a trabajar con cierta holgura, por aquellos tiempos éramos una oficina familiar donde tres personas, Javi, Cris y yo mismo intentábamos hacernos un hueco (aunque fuera mínimo) en el mundo de la representación artística (o management). Representábamos a Los Enemigos, Porretas, Lagartija Nick, Los Planetas... y algún proyecto mas que se iría forjando. Pero sin duda Los Enemigos era nuestra apuesta y nuestro modus vivendi además de, casi, el sentido de nuestras vidas. Apartados del circuito de Ayuntamientos y fiestas veraniegas, dada la poca popularidad a nivel masivo de nuestros grupos, nos centrábamos en el circuito llamado de invierno, de salas de concierto que programaban música en directo, casi siempre rock. En ese momento no es que hubiera muchas salas de concierto realmente estables, lo que había era muchas voluntades siempre dispuestas a que en su pueblo o su ciudad la música que les hacia vibrar y muchas veces vivir y que nunca llegaban a las fiestas patronales de sus localidades pudieran llegar a sus oídos y a los de sus amigos/vecinos, pero sobre todos a los suyos. Así que esas giras de invierno eran realmente invernales, no por el frío sino por las estrecheces que se pasaban a todos los niveles: salas que no estaban preparadas, que solían ser discotecas de los años setenta que se improvisaban como fuera para recibir las infraestructuras de un concierto en directo (escenario, equipo de sonido y luces, camerinos...) y que casi siempre se hacía practicando lo que habíamos aprendido jugando al Tetris. Por otro lado los promotores, como ya he dicho, eran voluntariosos y entusiastas pero poco profesionales, sin apoyos ni públicos ni de sponsors, las cuentas dependían exclusivamente de los ingresos en taquilla, ni siquiera los dueños de las discotecas ponían algo de los ingresos de las barras, eran los medios propios del promotor local los que hacían frente a los gastos del evento, cuando no era el propio grupo el que hacia de promotor y se repartía con él la taquilla según porcentajes estipulados. En fin eran momentos duros pero emocionantes donde cada concierto se vivía con pasión y donde casi siempre todos nosotros viajábamos con el grupo (no teníamos recursos para pagar personal de gira y nosotros hacíamos de road manager, técnicos de escenario y de lo que hiciera falta) viviéndolos intensamente. En ese estado de cuentas un día cualquiera nos llamó a nuestra oficina un chaval de Segovia que se identificó como Quique Santana y que quería contratar a Los Enemigos (su grupo preferido) para actuar en la localidad de Cuellar en no sé qué discoteca. Él tenia un pequeño bar y había llegado hacía poco a Segovia desde su pueblo, Mudrián. Como siempre, respondía al perfil perfectamente y como tal le tratamos, acostumbrados a que siempre esos conciertos salían regular tirando a mal en el tema económico, se le hizo la rebaja correspondiente sobre el caché oficial estipulado, se le plantearon los requisitos necesarios para la actuación y después de un par de conversaciones para dejar todos los aspectos claros llegamos al acuerdo definitivo y se procedió a firmar el contrato correspondiente (aun lo conservo en los archivos de nuestra oficina, quizá lo pueda exponer algún día, je, je ). Me consta que la promoción se hizo de veras, se pegaron todos los carteles y Quique y su hermano Jose pusieron toda la carne en el asador, pero el día del concierto pasó lo que solía pasar, no se llegaron a cubrir todos los gastos que el concierto había generado con los ingresos de taquilla, no es que no fuera gente (la sala presentaba un buen aspecto) pero no la suficiente para cubrirlos todos. Lo que sí
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pasó, y eso no pasaba muchas veces en estos casos, fue que tampoco nos costó mucho cobrar, mas bien nada, tuvimos el dinero pactado cuando lo pedimos, pese a las pérdidas evidentes, todo estuvo en su sitio, el equipo de sonido (no era de primera fila que digamos pero aceptable), el escenario (aunque apretado todo entró), el camerino, la atención al artista... en fin todo bien, y también pasó, y eso tampoco pasaba muchas veces, que el chaval incipiente promotor de conciertos que había perdido dinero en su primer concierto importante, tampoco es que estuviera demasiado triste y hundido por la debacle financiera, aun más estaba feliz como una perdiz, su grupo de cabecera estaba tocando en su discoteca (por un día) y podía estrecharles la mano como amigo (por un día también). Esa noche recuerdo que nos quedamos con Quique y con Jose hasta el amanecer en Cuellar, estábamos todos Josele, Fino, Chema, Manolo, Javi, Marta, Cris y yo, nos lo pasamos de miedo y volvimos a Madrid de día sin dormir y al día siguiente supimos que Quique y Jose ya no serían amigos por un solo día de Los Enemigos y de nosotros mismos, habían llegado a este mundo de los conciertos para quedarse y de qué manera, pero lo más importante es que también se quedaron (y eso sí es importante) en nuestros corazones como lo que son, unos verdaderos amigos.
Con Javi y Paco de Attraction Management.
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«Cuando nos cortaron los conciertos, nos dieron un revés muy grande, moralmente nos jodieron, la verdad. El resto de actividades siguieron como si nada, lo cierto es que tenemos clientela por la mañana, por la tarde y por la noche»
De arriba abajo: Con Kiko Veneno. Con Kukul en el AVE. Con Edorta y Santi. Con Domingo J. Casas.
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VII• Enamorao de la vida, aunque a veces duela Nunca nos hemos olvidado de lo que hemos hecho en nuestros inicios, el corazón de todo sigue siendo el rock´n´roll. Angus Young, AC/DC
Veneno o Rosendo. El formato gustaba y la idea resultó muy fresca».
En el año 2005, debido a una normativa, el bar Santana se ve obligado a suspender sus actuaciones en directo. Después de tantos años, de haber hecho tradición alrededor de ellas, de haber conseguido una extraordinaria cantera de músicos, hubo que encajar un revés que hasta la fecha no ha conseguido solucionarse. Quique: «Para mí personalmente fue una putada, algo que me fastidió, pero creo que la peor parte se la llevó Segovia, un golpe en seco durísimo, los dos conciertos semanales en el Santana eran una referencia musical, un encuentro obligado. También afectó a gente que hacía monólogos, cuentacuentos, en fin, un duro golpe». Jose: «Cuando nos cortaron los conciertos, nos dieron un revés muy grande, moralmente nos jodieron, la verdad. El resto de actividades siguieron como si nada, lo cierto es que tenemos clientela por la mañana, por la tarde y por la noche, en ese sentido no hay problema, pero las actuaciones era una cosa nuestra y nos daba mucha vida a nivel personal». Quique: «La primera actuación que se suspendió fue la de Josele Santiago y eso nos molestó doblemente, además tomaron la determinación del cese de actuaciones de un día para otro… Y tuve que llamar y suspender a Josele, ¡uno de mis favoritos! Con el agobio que me entró, me marché unos días fuera de la ciudad a meditar y pasar el mal trago… De ese viaje a Portugalete, con mi gran amigo Edorta, traje la idea de los Acústicos del Juan Bravo, una propuesta que Segovia acogió con muchísimo entusiasmo. Se trataba de hacer ciclos y jugar, prácticamente, con los mismos grupos de siempre: Malevaje, Albert Pla, Burning, Kiko
Resultaría poco menos que imposible rescatar un solo concierto de los cientos ofrecidos en el bar. Sin embargo, Jose se atreve a hacer un guiño desde el corazón. «Guardo muy buen recuerdo de Lele Laina y José Luis Jiménez, que eran de Topo y Asfalto y se hicieron unas actuaciones juntos. A ambos grupos los había seguido de siempre y me hizo mucha ilusión verlos, quizá de los que más me han gustado». Afortunadamente, en su encomiable labor de sala de exposiciones, el Santana no ha tenido nunca ningún problema, sumando con ahínco exposición más exposición. Jose: «Una vez se inauguró una exposición con fotos de Rosendo que luego viajó por toda España, eran trabajos de diferentes fotógrafos y lo coordinaba Domingo J. Casas, quien por cierto en otra ocasión expuso sus fotos de músicos internacionales como Keith Richards, Iggy Pop, David Bowie, Lou Reed, etcétera. También ha habido exposiciones de sellos, y una temática sobre el Marqués de Sade y una de grafitis con gente de Segovia y de Madrid que en las paredes colgaron su obra ya preparada y luego fuera hicimos una instalación, que era una falsa pared, y allí estuvieron pintando en directo. Tuvimos una de esculturas en piedra y vitrinas con joyas. Me acuerdo de una de Raúl Sánchez muy curiosa, era una instalación que tenía que ver con las edades del hombre y había un Cristo que saltaba de la cruz e iba dando vueltas por el techo, estaba fabricado con materiales de desecho, botellas de plástico y cosas así, muy original». De todas formas la hiperactividad de Quique programando conciertos en la ciudad y en la
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De arriba abajo: Con Sidonie. Con Raimundo Amador.
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provincia ha seguido incesante. «Hace ya muchos años que soy promotor profesional, aunque, claro, sigo teniendo mis grupos favoritos y, en cuanto la ocasión lo permite, intento hacer algo con ellos, bandas que me encantan como El Último Ke Zierre, Marea, Porretas, Rosendo, Barricada, Sidonie, Reincidentes, Fito, Burning, M-Clan, Boikot, Siniestro Total, Pereza, Despistados, Malevaje, La Fuga, Extremoduro y Nuevo Mester de Juglaría. Tampoco olvido nunca aquellos grupos que tan buenos ratos me hicieron pasar y que ya no existen como Los Enemigos, The Flying Rebollos y Platero y Tú». En este quehacer que le llena de orgullo y satisfacción, Quique siempre ha sabido superar los inevitables quebraderos de cabeza que se derivan de organizar una actuación. «De los grandes conciertos siempre se tiene un recuerdo especial, bien sea por sus éxitos o por lo difícil que es a veces sacarlos adelante. Las ciudades pequeñas como Segovia casi nunca tienen locales o recintos que se adapten a los montajes y las exigencias del evento, es una lucha dura pero bonita, pienso que si fuera fácil, lo haría cualquiera, creo que a todo joven amante de la música le gustaría hacer alguna vez un concierto. He tenido la oportunidad de poder sentir ese placer muchas veces, y es realmente una sensación especial, te sientes como pez en el agua viendo a todos disfrutar del espectáculo. Cada concierto es un mundo diferente, todos tienen algo para recordar después. Hay grupos con los que he trabajado muchísimo, como Porretas, Reincidentes y Boikot, y con los que jamás he tenido ni un problema, esos tres grupos son unos currantes del rock, y juntos hemos caminado por una misma senda: la de la vida como una lucha bonita. También con Burning, históricamente uno de mis favoritos, a los que me une gran
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amistad y que siempre han sabido agradar al respetable. De montajes grandes y difíciles siempre guardo en la memoria el concierto de Los Planetas, creo que era la primera vez que hacían una gira en serio, era con el disco Unidad de desplazamiento y los llevaba Attraction. Hasta entonces había sido un grupo de menor envergadura, pero en esta gira había que traerlos a una sala en Segovia, siempre me habían merecido mis respetos. La cosa es que traían un equipo técnico impresionante, muy bonito, pero gigante. A la sala que los traíamos no llegaba ni una furgoneta mediana, así que hubo que alquilar tres furgonetas pequeñas e ir trasladándolo todo hasta allí desde las afueras de la ciudad. ¡Todo el día tardamos en llevarlo! Y toda la noche en sacarlo, claro. El espectáculo quedó muy bueno, la verdad. Luego con Los Planetas he tenido buena relación, por ejemplo Floren, el bajista, ha venido al Santana a pinchar… Lo que pasa es que estos conciertos de música indie son arriesgados, no hay población, si en Madrid meten mil, ¡haz el cálculo en cuanto a población! Pero bueno, son cosas que hay que traer, es imprescindible. Otro grupo con montajes difíciles ha sido Mago de Oz, siempre han sido muy arriesgados y las notas que guardo son casi todas negativas. Me acuerdo un día en la sala Cabaret, casi asfixiamos a media Segovia por el humo que llevaban. La gente de fuera de la sala estaba asustada, llamando a bomberos y policía; la salida de la sala, una puerta de cuatro por cuatro, era un cañón completo de humo que no se detenía. Abrimos las puertas de emergencia del otro lado de la sala y, claro, la gente ya se puso a pensar en lo peor. No había quien sujetase a los padres de los chavales, querían saber qué es lo que estaba pasando, qué era aquel chorro de humo… Ese día además se cayó un paquete de
Arriba, con Rubén y Leiva. Abajo, con Evaristo de Gatillazo.
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Arriba, con Albert Pla. Abajo, con Tonino Carotone.
los de las torres, con la suerte de que cayó hacia dentro, una pasada, un buen susto». En contraposición a las peculiaridades de las grandes producciones, con los avatares propios de llevar a buen término un enorme montaje escénico, Quique reflexiona sobre esos otros espectáculos de mediano aforo de montaje sencillo y enorme enjundia artística. «Hay otro tipo de conciertos, de menor envergadura en cuanto a capacidad, pero casi siempre con tanta o más calidad, donde el artista tiende a ser más personal y su figura se llena de imaginación que plasma en el escenario como si fuese un teatro, gente como por ejemplo Albert Plá y Javier Krahe o Ricki López, un mallorquín asentado en el centro de la península, con una gran labor en escena y un enorme talento para hacer feliz a la gente, o Daniel Higiénico, al que conocí a través de mi amigo Evelio Peñacoba y fue una agradabilísima sorpresa, un artista que creo que no ha tenido la suerte que se merecía. En ocasiones es triste ver y tener que reconocer que muchas veces la calidad está reñida con la cantidad». En los últimos años, y sumados a los otros muchos grupos que han seguido repitiendo parada segoviana a través de los Santana desde los años noventa, han ido pasando Barón Rojo, Obús, Boikot, Dover, Pereza, Despistaos, Tonino Carotone, Lujuria, La Mala Rodríguez, Miguel Bosé, Canteca de Macao, Luz Casal, Sidonie, Avalanch, Los Secretos, Melendi, La Fuga, Miguel Poveda, Mago de Oz, Ska-P, Fito y los Fitipaldis, Marea, Celtas Cortos, Suaves, Raimundo Amador, Canto del Loco, Antonio Vega, Jarabe de Palo, Hamlet, Los Delinqüentes y Muchachito Bombo Infierno, entre otros tantos. Y han tenido cabida en esta variada lista hasta unos históricos del teatro de calle, Els Comediants.
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En otro orden de cosas, la actividad hotelera de Los Santana sigue dando magníficos resultados: en el año 2007 inauguran un nuevo alojamiento, el coqueto Residencial Tagore, llamado así por el insigne filósofo oriental, un sobrio y apacible edificio de apartamentos amueblados unipersonales situado en el centro de la ciudad, contiguo al nuevo proyecto de universidad en Segovia y decorado con el mimo y la sencillez habitual. Además para este 2009 se espera la inminente inauguración del Santana Hotel, una completísima edificación rodeada de naturaleza situada en el parque Robledo, con vistas a la falda de la sierra de Guadarrama, que ofrecerá además del conocido e impecable «trato Santana», con sus habitaciones de primera categoría y su cumplido servicio de restaurante, salas de fiesta y convenciones, salones para todo tipo de eventos, banquetes de bodas o cualquier otra entrañable celebración.
«En ocasiones es triste ver y tener que reconocer que muchas veces la calidad está reñida con la cantidad» De arriba abajo: Con Barón Rojo Con Albertucho. Con Els Joglars.
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Arriba Titirimundi en la puerta del bar. Luego, de izquierda a derecha: Mesa Esteban, Javier Arrillaga y Jesテコs Mazariegos. Abajo Carlos Segarra en directo.
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De arriba abajo, de izquierda a derecha: Pereza. Quique Gonzテ。lez. Galleta del cd de regalo del 15ツコ aniversario. Paul Collins y su hijo.
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De arriba abajo: Con Rubén y Leiva de Pereza, Johnny de Burning, Oscar de Lujuria y Kike Turrón. Con Julián Hernández, Javier, Carlos Tarque y Kike Babas. Con Javier y Los Kikes.
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VIII• Soy un chico de la calle que vive su canción Te puedes librar de una esposa, pero yo no me puedo librar de Mick Jagger, ni él de mí. Keith Richards, The Rolling Stones
Desde hace unos pocos años Quique suele acudir a entrevistas en las televisiones Canal 4 y Tele Segovia, donde cuenta un poco sobre los próximos conciertos o actividades que va a traer a la ciudad e informa de los saraos programados en el Santana. A estas alturas el menor de los Santana es un personaje muy popular en la ciudad, respetado y querido por su carácter abierto y extrovertido, su seriedad en el trabajo, su extremo cuidado con los detalles personales, su particular forma de dar calor y alegría a cuantos asoman la nariz por su feudo de la calle Infanta Isabel. De unos años a esta parte, Quique ha comenzado a trabajar de manera muy asidua con el Ayuntamiento de la capital. «Habíamos hecho cosas puntuales, pero los últimos años hago una gran parte de las Fiestas, sin monopolio ni exclusiva, ellos me hacen sugerencias, yo les propongo y así trabajamos. La verdad es que prefieren que lo haga alguien de la ciudad, soy de aquí y estoy en contacto con la juventud a diario, además me tienen al lado, es fácil encontrarme». El sello Santana se imprime en la programación de las Fiestas como lo había hecho en todas las anteriores aventuras con el consistorio. «Faltaba algo para los más jóvenes, así que empecé a meter grupos de rock potente en las Fiestas de Segovia: Los Suaves, Reincidentes, Ska-P, Loquillo, Marea, la gente joven también paga impuestos y tiene derecho a disfrutar de las Fiestas y a estar representada en los gustos de la programación. Siempre he tratado de convencer a las autoridades de que hay que tener contento al sector rockero, que en gran medida es el que más bronca mete políticamente, el que más reivindica… Y no es una cuestión económica, ¡tengo trabajo para aburrir! Se trata de dar vida a la ciudad». De estos conciertos grandes se desprenden inevitablemente anécdotas que Quique
va guardando en la memoria. «En los conciertos del Acueducto hemos hecho cosas muy bonitas. La cosa casi se dejó de hacer por un concierto de Dover, llevaban unos subgraves tan potentes que hicieron temblar el suelo y vibraron las piedras del Acueducto. Nunca había pasado con nadie, y en el 2007 llegó Dover y se prohibió… La verdad es que temblaba el suelo. Y bueno, el año pasado se hizo Medina Azahara, aunque haciéndoles firmar un papel en el que se decía que no podían tocar a más de tantos decibelios. Por otra parte el récord de gente en una producción mía lo tengo con el El Canto del Loco, en Segovia capital, dentro de las Fiestas y en un campo de fútbol, cerca de 9.000 personas, toda una masa de gente para esta ciudad». Otra de estas actividades auspiciadas desde el Ayuntamiento y gestionadas por Santana son los Encuentros de Músicos en Segovia, que en sus dos primeras ediciones del año 2007 y 2008 ya han reunido en torno a mesas de debate sobre rock’n’roll a Rubén y Leiva, de Pereza, con Johnny, de Burning; a Julián Hernández, de Siniestro Total, con Carlos Tarque, de M-Clan; a Kutxi Romero, de Marea, con Aurora Beltrán y Óscar, de Lujuria, y a Juankar, de Boikot, con Sabino Méndez, y se han traído las actuaciones de, entre otros, Rosendo, Porretas, Nuevo Mester de Juglaría y Raimundo Amador. Lo cierto es que ya no sorprende el paseo continuo de músicos de primer orden por las calles de Segovia en cualquier momento del año en alguna liada detrás de la cual está la mano de Santana. Quique: «Hemos luchado por hacer cultura musical, la gente se ha acostumbrado y los años nos han dado la razón. Si la gente no iba a conciertos es porque no había. Sigo echando en falta un auditorio grande, con condiciones
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De arriba abajo: Con Hernández y Tarque. Con Quique González. Cartel del 16º aniversario del Santana.
para hacer cosas grandes, y una sala pequeña para hacer cosas pequeñas, grupos que me gustan y no puedo traer porque apenas meten 300 personas. Es que de cuatro años para acá la normativa no lo permite. De todas formas, la ciudad nos ha tratado bien, nos ha dado más de lo que podíamos pedir». A los más de mil conciertos largos organizados en su historia por los Santana, habría que sumar las más de quinientas exposiciones acogidas en el bar, donde Jose sigue gestionando puntualmente todo lo que se cuelga en sus paredes, hecho ya el oficio y matizando año a año los detalles para poder ofrecer un mejor servicio: «Tenemos dos años de lista de espera y 15 días cada exposición y, aunque tengo mis favoritos, poco puedo seleccionar, pues antes doy preferencia a la agenda. Vamos puntualizando cositas, ahora por ejemplo es una norma hacer una presentación el día que cambiamos la exposición; en otros tiempos lo hacíamos según se diese el caso, aunque, la verdad, teníamos mucha facilidad para encontrar motivo para montar una fiestecilla. Siempre me han gustado esas horas de la presentación en las que le tomas confianza al artista entre vino y vino, así le vas conociendo un poco más. Recientemente tuve una exposición que hizo la coordinadora de Asociaciones de Ayuda al Pueblo Saharaui a través del presidente de la Asociación de Segovia Luis Yuguero, y que se hizo en 30 ciudades de España; tenía el fin de concienciar sobre el problema y lo que se vendió se convirtió en ayuda humanitaria para los saharauis». Con los años, como era natural, han ido llegando también los reconocimientos públicos, las placas de honor y los parabienes oficiales. Quique: «La primera vez fue el año 2003, nos entregaron el
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De arriba abajo: Colaboración con el concurso “Pintura rápida ciudad de Segovia”. Con Quique González. Con Los Serrano y Luis Moro.
Premio Segovianos Bien Vistos a la labor creativa, nos dieron una estatua, obra de Javier Freijo. El jurado era la prensa, la radio y la televisión, así como gente de la cultura en esta ciudad. Ese día no me puse corbata, creí que debía presentarme como soy, con mis vaqueros, mis botos y mi camiseta. Luego en el 2007 la Asociación Cultural Plaza Mayor, presidida por Paco Caño, nos entregó una placa, obra del ceramista Mateo Sanz, por “La labor cultural en Segovia”, que nos entregó el Nuevo Mester de Juglaría». Quique es, además, miembro del Foro de Cultura de la Ciudad de Segovia, grupo de opinión convocado por el Ayuntamiento cada pocos meses, aunque, en verdad, los cálculos que él maneja a la hora de sondear el reconocimiento público se hacen con un rasero muy diferente: «Creo que habremos servido más de un millón de cuba libres en el Santana, y cervezas, cerca de millón y medio, por lo menos… Algunas, está claro, nos las hemos bebido nosotros». Actualmente son candidatos a embajadores de la candidatura para Segovia 2016 Capital Europea de la Cultura. Posiblemente, por encima de todo, para Quique Santana el mayor honor de todos es poder compartir con sus siempre admirados artistas el brindis de su amistad. «Tengo visitas de músicos que ya son amigos: Fernando Madina, de Reincidentes; Carlos Tarque, de M-Clan; Leiva y Rubén, de Pereza; Albert Pla; Aurora Beltrán; Juankar, de Boikot; Sabino Méndez; Johnny, de Burning; Jesús Cifuentes, de Celtas Cortos; Óscar, de Lujuria; Coque Malla; Antonio Batrina, de Malevaje; Quique González; Nacho Nais; Jorge Otero; Sendino; Poncho K; Edorta Arostegui; Fernando Ortiz; Tonino Carotone; Paul Collins; Moncho Alpuente; Cuco Pérez; Gaspar; Hugo; Parra... A veces algunos vienen de visita, se esca-
pan y nos echamos la comida juntos y, si hay oportunidad, unas copas a la noche. Siempre fantástico, un placer… Creo que les gusta escuchar otras opiniones de gente que está en el negocio pero no en el mismo círculo, en fin, que hablamos y lo pasamos bien». Jose, concluyendo, se detiene en esas cosas cotidianas que se cuecen en un bar de rock’n’roll: «Bueno, nos hacemos mayores, pero al mismo tiempo tenemos más años, je, je. Y a la gente le sigue gustando… Mira, hay veces que no sabes qué pinchar y encuentras un cedé de mezclas de hace siete años, lo pones y triunfas…, las cosas hay veces que son así de sencillas. Hoy en día, al pasar los años casi sin darte cuenta, adviertes que la gente te tiene en una especie de bonito pedestal, que la ciudad te reconoce, y eso es grande, en realidad es un camino que se sigue y del que casi ni te das cuenta, es algo que se vive día a día».
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El bar Santana rompe la norma. Se salta a la torera aquello de la especialización en el trabajo, la selección de sus clientes. Los dichos, como aquel de que como en casa en ningún sitio, no tienen aquí ningún sentido Los hermanos de Mudrián, con ese buen rollo, han sabido hacer que todo el que traspasa sus puertas sea bienvenido. De ahí lo especial de su clientela. Queda de manifiesto en todas las fiestas de aniversario que aprovechan para reunir a sus parroquianos y en las que se siente uno como en la gloria, participando de algo común, una magia que no sé definir pero que te hace flotar. A media mañana, ejecutivos, funcionarios escaqueados… A la hora del vermú, trabajadores de cualquier gremio, estudiantes dicharacheros que deshilan los exámenes recientes alrededor de las riquísimas tapas que salen de los fogones. A media tarde, mesas de señoras rumiando cotilleos alrededor de un servicio de té. Jubilados añorando tiempos pasados y relatando achaques, que se camuflan entre los que se acodan en la barra. Y sobre todo, una trama de actividades culturales de lo más variopintas que gente inquieta fragua día a día alrededor de los pinchos y que están cambiando la imagen de la ciudad de Segovia. Por la noche, de buenas a primeras, las vitrinas vuelan sobre las cabezas para dejar paso a los cubatas; y las mesas dan paso, por arte de birlibirloque, a un escenario improvisado. El primerizo que no haya estado atento a la jugada se encontrará transportado a una sala de conciertos. Por ella han pasado los mejores grupos musicales del momento y veteranos cantautores que hacían las delicias de un auditorio muy agradecido y respetuoso. Esta actividad ha sido censurada por la ignorancia de las estancias municipales, y ha dejado un vacío difícil de llenar. Ahora todos echamos en falta los conciertos del Santana. Por los muros del bar Santana desfilan exposiciones temporales que pueden hablar de artistas consagrados y de creadores que dan sus primeros pasos en el mundo del arte. Se suceden los eventos sin complejos, sin palabrerías vanas, porque hay turno para todos los que desean exponer su obra Pocos lugares hay que conciten a tan diversos personajes, que rompan así barreras. Esto hace del bar Santana un lugar de cita obligado en la ciudad de Segovia.
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Fotos de Pablo Martín
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Fernando Ortega, ร leo.
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ALGO MÁS QUE UN BAR Luís Arranz con apuntes de Marta Román
La primera vez que fui al Santana, lo hice con Santos, que había montado allí una sucursal de su empresa (la estrategia de expansión que está llevando a cabo Santos de ir montando sus oficinas de atención al público en los bares, aunque a priori podría parecer un tanto frívola, en realidad no es mala y quizás habría que estudiarla más en profundidad) y aparte de tomarnos unas cañas con sus correspondientes pinchos, me dijo que aquel era un bar diferente. Para mí lógicamente las diferencias entre los bares tienen mucho que ver con los grados a los que te sirven la cerveza y el tamaño (de acuerdo, también influye a veces la calidad) de los pinchos, y después de haber bebido un par de cañas más de las que debíamos, solo para asegurarme, le dije que efectivamente estaba muy bien, pero que nos pillaba un poco lejos de La Nava, sobre todo por el asunto de la vuelta. Entonces fue cuando me explicó en qué consistía esa diferencia. Que un bar quiera compensar su contribución al deterioro de nuestra salud física con el hecho de mejorar la mental y la espiritual no es muy común y que en Santana apoyen a personas que entre caña y caña quieran pintar o hacer música es de agradecer. Si encima es en Segovia, que el hecho de estar en Segovia ya es mucho, pues es más. Marta cuenta que su primera experiencia con Santana fue curiosa, pues la ingenuidad de su juventud ?estaba en segundo de Bellas Artes? hizo que se acercara a un bar recién inaugurado y sin ningún remilgo les preguntase por la posibilidad de exponer su obra artística en él. Lo que iban a ser quince días de suplicio en sus paredes para los segovianos se convirtió en mes y medio de exposición y no pocos visitantes, que ?no nos engañemos? seguramente tras tomarse su caña, se fijarían en las acuarelas y pensarían que otro excéntrico del arte había abierto un bar. Pero se fijaron en las acuarelas. En realidad Jose y Quique, los dueños y promotores del asunto, querían crear un concepto nuevo de chatear en el que la gente dejaría de hablar de la Gimnástica en los bares para hacerlo de las nuevas tendencias artísticas. No fue exactamente así y, aunque es verdad que para desgracia de los amantes de la Gimnástica se hablaba menos de ella, el tema de conversación más que a las nuevas tendencias artísticas pasó a las viejas tendencias futbolísticas del Madrid y del Barça (y algo, pero solo algo, de las del Atleti). Todo hacía presagiar que las carreras de Marta y del Santana no habían hecho más que empezar y pronto veríamos a Marta exponiendo en otros bares como el Reina Sofía en Madrid o el Guggenheim en Bilbao (muy buenos pinchos también en Bilbao) y al Santana exponiendo obras de vaya usted a saber quién. Afortunadamente para nosotros no fue así. Marta ha hecho carrera en el Cisneros (un equipo de
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rugby), ni la Gimnástica ni el Madrid ni el Barça, y sigue viniendo a ver a la gente que ha seguido sus pasos, y el Santana ha seguido apostando por grupos musicales modestos y por noveles artistas gráficos, en el marco de un escenario del que emana la cultura, y quien por allí se acerca sale empapado de ello. Aunque no solo pasan anónimos desconocidos por sus paredes y barra, sino que, con frecuencia, se puede aún disfrutar de la magia cultural de ilustres de la ciudad. Santana no es solo un bar; es un lugar de encuentro musical y artístico y se ha convertido en una referencia para la juventud segoviana y para los que acabamos de pasar esa juventud, los treintañeros/as, cuarentones/as, cincuentones… Además, ha contribuido al desarrollo de la cultura urbana de esta ciudad que era casi inexistente y donde las actividades culturales llevadas a cabo se podían contar con los dedos de una mano. Por si fuera poco, la entrada es gratis todos los días, no solo los domingos, y la cerveza sigue estando fría.
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DE VERMOUTH Y ROCK’N’ROLL Miguel Ángel Maroto
Cervezas, vermouth y algún cubata de ron Piratero, como pretexto para acudir al «Encuentro Santana». Sí, el bar Santana, un espacio abierto a la bohemia segoviana donde en cada rincón se encuentra la farandulera compañía y amistad con extraños personajes de lo mejor de cada barrio de España. El rock & roll de los Rolling siempre acompaña… y más… rock, también. Recuerdos de hazañas artísticas personales vividas en estas sacras paredes del Arte de Calle, como por ejemplo la exposición Impresión: Preludio de Primavera, conformada por monotipos, estampaciones únicas de carácter irrepetible; las flores como concepto de la vida, el amor o la muerte impresionaron estos muros para después viajar hasta Riazán en Rusia y Madrid y servir además de presente a las autoridades en un hermanamiento de artistas rusos y segovianos, que coincidirían más adelante en escenario y sala en la Casa de la Alhóndiga; a la vez que todos vivíamos con gran expectación el Primer Certamen de Performances Ciudad de Segovia, que traería cola, dado que se dieron cita muchos de los mejores artistas del país, y que era organizado por la famosa y prestigiosa ACAVS (Asociación Cultural de Artistas de Vanguardia de Segovia), de la cual fui fundador y presidente durante ocho años estrambóticos y funcionales a sumo placer por todo el estado y otros países. Comunicación. Pasión. Experimentación. Exposición: ARTE EN ACCIÓN… y más… Sí, más. Siempre recordaré en el Santana días emotivos y evocadores con los artistas más alucinógenos de todas estas entramadas artísticas de auténtica modernidad contemporánea, en pleno pliegue de bisagra auténtica en la puerta del Mundo: El Performatori de Valencia, Arco en Madrid, La Diáspora de Oviedo, Instalación y Performance Internacional, Sevilla, y cómo no, el curso de performance que organicé en la Universidad SEK con las figuras más relevantes del momento a todos los niveles. Siempre celebrando los éxitos en el Santana, desde los fin de fiesta de los innumerables conciertos de mi grupo de rock Trash Salem, hasta los regresos de los Mercados Medievales con la imprenta de Guttemberg por toda España, Portugal y hasta Melilla, con incidencia en Chile. Y no olvidemos los conciertos de traca de los martes. Pero cómo no hablar de la performance Impresión a Motor IV: en Santana, donde acabó esta acción con un beso sobre un papel de una maravillosa amiga inglesa, convertido en un trazo en flor, estampación tan singular, acompañada anteriormente de patines, monopatines, bicis y hasta un flamante coche negro deportivo que causó furor arrasando a la puerta del bar y dejando atónito a un público ya sorprendido anteriormente. Esto antes se hizo en Estampa en Madrid, Sevilla, Asturias, etcétera. Cómo no comentar esas cañas de cervezas con mis íntimos e íntimas amigas de toda una vida, destacando lo mejor de lo mejor: la Amistad. Esos rockeros de tantas bandas segovianas, y las rockeras, que es de quienes toman ejemplo los rockeros.
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Añoro también los momentos en que los odelotes y odelotas –miembros de mi grupo internacional de performance del Círculo de Arte de Toledo llamado Odelot: Arte Ritual–, como concepto en plena investigación triunfante en el campo de la performance, el body art, y hasta la ópera contemporánea, nos dimos cita aquí para ver Segovia después de inaugurar juntos el Museo Contemporáneo de Nápoles en Casoria: Cien artistas del mundo para un museo. Más atrás, cabe recordar los triunfos con compañeros artesanos, feria tras feria nacional de Segovia, hasta quince años seguidos pasando por allí al acabar la jornada, incluso alguna vez con mi sombrero australiano de tanto peligro y equilibrio para flipar con la organización de dicho evento por mi parte allá por el dos mil o así… y antes. Siguen las historias, ahora a raíz del sombrero. No se puede escapar el proyecto performance, exposición, videoarte, todo ello partiendo de la poesía, la música y el grabado gráfico como nexo de unión, para The Colours of Witches, «Los colores de las brujas». Vaya movida más alucinante con las brujas, que haberlas hailas pero verlas no veilas ; menudo follón preparamos, la gente encantada, pero el humo de la performance llegó hasta la calle Real, mientras estos hermanos tenían cara de circunstancia y orgullo optimista de apostar por estos menesteres tan flash. Inolvidable Santana. Tertulias, vermouth, colegueo, rock & roll, conciertos y, cómo no, los emblemáticos títeres haciendo corazón, sonrisas y lágrimas como Polichinela y Arlequín, las dos caras de la vida. ¿Dónde? Titirimundi en Santana Bar. Esos coloquios de Domadores de Circos de Pulgas, esas risas de Mr. Punch y la entrega del equipo organizador con su gente y la gente. Qué buen rollo tras el curro compartido. Tantas anécdotas y recuerdos… Fases dentro de desfases que en realidad son conjeturas auténticas de la vida. Repito, amigos y amigas de verdad en este extraño lugar de Segovia, que ofreció, ofrece y ofrecerá un ejemplo de lo bonito de «Las verbenas clandestinas del Arte Puro» en una ciudad románica pero universal a los buenos ojos del buen entendido de mundo. Y a veces se puede incluso convertir en «Noche romántica», como ocurre en mi galería Numen; siempre en medio de todas estas actividades, grabados y obra gráfica, el puente y pretexto más adecuado para actuar como ilustrador de libros, críticas y comentarios lírico-dramáticos de toda índole. Hasta un día improvisamos una performance con una carta de amor, un grabado, dos chisteras, dos chaquetones de cuero negro y un ramo de flores para hacer un homenaje público en el quiosco de la Plaza Mayor José y yo a una amiga gestora y campeona en su historia de acontecimientos teatrales ofrecidos a la ciudad en el Teatro Juan Bravo. Nunca olvidaremos esas lágrimas de emoción del público. El factor sorpresa fue muy emblemático y especial de veras.
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El Santana, un lugar donde me han demostrado que compartir casa y amistad no es sencillo, sino complejo; de lo agradable y bien hecha que está la labor de estos hermanos tan cañeros y carismáticos. Santana, ¡Santánicos! Brindemos por el Arte y la Vida levantando nuestros vidrios llenos de la cerveza del esfuerzo de una vida y lo que quede… A partir de ahora, colegas, y después de media vida vivida, lo único que os digo es que: MÁS ROCK & ROLL; NO DEL BUENO SINO DEL MEJOR, DEL DE VERDAD, DEL AUTÉNTICO Y PURO. MÁS CAÑA, QUE ESO NI SE COMPRA NI SE VENDE, NO TIENE PRECIO, SOLO SE SIENTE, COLEGAS. GRACIAS POR SER ASÍ. NO CAMBIÉIS NUNCA. HASTA SIEMPRE.
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Derecha arriba, Jose L. Mesón Galera, Óleo. Derecha abajo, Alberto Álvarez, Fotografía. Izquierda arriba, Luis Morago Aira, Óleo. Izquierda abajo, Ángel P. Dimas, Óleo.
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¿GRAFFITI? SI SEÑORES SI, GRAFFITI Por Dier Grafitero
Supongo que todos tenemos una historia personal y asociamos distintos recuerdos con un sitio. La mía con el Santana es de pintura, grafiti, alcohol y buenos momentos. Segovia para mí ha sido siempre una especie de rincón de buenos momentos, pues soy de Madrid, pero unos grandes veranos visitando a Elena e Isabel, otros años de visitas a R-Dick el mejor pintor que conozco, y todos esos días de grafiti de estos últimos años… Es difícil no amar esa ciudad. ¿Grafiti? Sí, señores, sí, grafiti, Segovia tiene también su escena propia del graff. Cantimpalos fue sede un tiempo del que para mí era el principal festival de grafiti de Castilla y León: Village Graff. Abel y su gente, junto con los DGP la liaron muy gorda, hasta que, como suele pasar en los eventos de hiphop, el público se fue soltando y alguno quería echarnos de allí a patadas… Joder, qué buenas noches comiendo tortos, pintando quemados por el sol… Si no te lo crees, pásate por Cantimpalos, verás el pueblo choricero mejor pintado de España! El caso es que el Village Graff de 2005 contó además con una exposición colectiva de pintura, en Segovia capital, en un bar de la calle Infanta Isabel, que yo ya conocía de haber andado por ahí mil veces, dando tumbos, comiendo cojonudos en el San Luis y, en general, pasándolo bien. Y ahí estábamos nosotros, los DGP, Boa Mistura y Dier colgando cuadros y viendo a ver qué pasaba. Siendo sinceros, a mí me gusta pintar de toda la vida, pero en esos años lo único que había hecho era el vándalo a más no poder y cosas así, pero, coño, el caso es que me gustó lo que me salió cuando me puse a pintar y a la gente del Santana también, así que me pusieron en lista para hacer una exposición un tiempo después. Bueno, mucho tiempo después, porque ahí descubrí que las salas tienen listas de espera de ¡un año! «Joder ?pensaba?, dentro de un aÚo lo mismo ya estoy muerto» Y bueno, casi, porque por en medio se publicó mi falsa muerte en una revista, casi me mato con el coche , y seguí pintando más y más con la buena gente de los Boa y los DGPunks, y así un año después recibí la llamada de los hermanos Santana. A mí me venía estupendo hacer una exposición, me obligaba a pintar, daba salida a cuadros, me quitaba un poco la imagen de pintor que solo sabe hacer una cosa… Y el resto es historia, a partir de entonces empecé a pintar más y más, la inauguración de la exposición fue estupenda, nos hartaron a comer y beber, el bar ?como siempre? se llenó… Solo recuerdo andar por el Santana exultante, dándole voces y abrazos a todo el mundo…, y encima vendí bastantes cuadros! Y así ando ahora, pintando nuevas cosas, para nuevas exposiciones y, por supuesto, para volver al Santana, un sitio que fue una oportunidad para los que, como yo, empezamos ahí, con su buena gente…, ¡y muy buena onda!
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Obras de Dier Grafitero.
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Exposici贸n de Domingo Otones y abajo, anuncios de las exposiciones.
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Arriba, obra de Lys Elia, Técnica mixta. A la izquierda, Javier Ayuso, Óleo. A la derecha, Laura Gómez, Técnica mixta.
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LOS CONCIERTOS DEL SANTANA Carlos Costa, pintor
Conozco a Jose y a Quique desde que vinieron a Segovia y se hicieron con el bar. Siempre he tendido una relación muy amistosa con ellos, siempre han tratado bien a la gente y, sobre todo, son unas personas con muchísima iniciativa. Yo no me perdía prácticamente ninguno de los conciertos que daban en el Santana. Ellos llevaron un nuevo concepto de música a Segovia: conciertos regulares y gratis. En esos conciertos se juntaba gente muy interesante y de todo tipo, a nivel humano fue algo fundamental en Segovia: allí se daban cita enfermeros con médicos y obreros con arquitectos, una amalgama de gente que nunca ha vuelto a verse en Segovia. Consiguieron un ambiente excepcional. En el Santana vi grupos de jazz, de soul, cantautores, buenas bandas de pop como Los Secretos y La Vaca Azul y, sobre todo, blues, un género que particularmente me encanta: Tonky de la Peña, Ñaco Goñi, Whiskey Train, etcétera. En cuanto a las exposiciones, su planteamiento me parece peculiar y bastante interesante, sobre todo ofrecen una primera ocasión a mucha gente novel y aficionada, ese es su criterio: allí expone todo el mundo. Ha habido exposiciones muy bonitas, como las de José María Heredero, que ha sido el fotógrafo por excelencia en Segovia y también algún cartelista bueno… En fin, que ha habido de todo. Hoy en día sigo siendo cliente del Santana, a veces organizamos alguna comida, una vez al año realizamos un concurso de chorizos caseros que la gente se trae del pueblo, los puntuamos y hacemos una minifiesta. De todas formas, quisiera resaltar sobre todo —porque creo que este es un punto importante— que con la prohibición de dar conciertos en el Santana ha quedado un vacío en Segovia terrible. Desde entonces no ha vuelto a haber nada parecido, prácticamente se ha acabado con la música en directo en la ciudad, pues existe únicamente en salas de pago. La verdad, culturalmente ha sido un golpe bastante fuerte.
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Foto de Gustavo Martín en su exposición y abajo, proyección de cortos en el bar. Además, anuncios de exposiciones.
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Fran del Castillo, Técnica Mixta.
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Mario Pascussi, Fotografía.
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DE LAS PROYECCIONES DEL SANTANA AL FESTIVAL CONTRAPLANO José Luis Farias y Alfonso Fulgencio Directores del Festival de Cortos de Segovia Contraplano (www.contraplano.info)
Conocemos a los Santana hace ya mucho tiempo, era en su bar donde nos juntábamos la gente que nos interesa el mundillo cultural. En ese sentido el Santana era y es el referente cultural de Segovia más allá de los teatros y los cines. Por eso hace años les propusimos proyectar cortos en el Santana, cosa que aceptaron encantados, programando algunos miércoles del año. La verdad, estaba muy bien, iba mucha gente. De ahí surgió la idea de crecer un poco, así que en principio quisimos montar un festival de cortos a realizar dentro del propio bar, que se llamaría el Festibar, pero debido a todo lo que pasó en la zona de los bares cuando prohibieron hacer conciertos y proyecciones, la idea se vino abajo. Entonces por nuestra cuenta creamos Contraplano, el Festival de Cortos de Segovia. Desde que empezamos siempre hemos contado con la ayuda de Jose y de Quique, tanto en el hecho de, por ejemplo, pasarnos contactos para patrocinios como poniendo el bar como sede central y punto de referencia para los directores de cortometrajes y toda la gente que acude al festival. Les agradecemos mucho todas las manos que nos han echado a lo largo del camino: son unos cracks.
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Exposici贸n de Javier Ayuso.
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Luis Muñoz Cáceres, Óleo. Mario Pascussi, Fotografía.
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A la derecha, obra de Marisol de Marcos, Acuarela. Arriba, Smith, Comic. Debajo, Amadeo Olmos, Pastel.
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NO ES UN BAR CUALQUIERA José L. Saura
Era mi primer día en Segovia después de la mudanza desde Madrid. Paseaba por la ciudad casi de noche, encontrándome con mi nuevo destino por algún tiempo… Segovia aparecía espléndida, con ese cielo azul especial al anochecer, perdido por sus calles, la Plaza Mayor, las luces de la ciudad, topé de pronto con el bar Santana, me pareció un buen sitio para preguntar… ¿Dónde estaba la gente? ¡No había nadie por las calles! Quique Santana me dio la respuesta en seguida: «Son las fiestas del barrio de San Lorenzo, todo el mundo está allí». Era el 11 de agosto de 2001. El bar también estaba casi vacío y Quique y yo comenzamos a cambiar impresiones. Yo venía de Madrid con intención de pintar de todo, encontrar un lugar nuevo para seguir manchando lienzos. Quique enseguida me auguró éxito, me contó que era una ciudad estupenda para realizar cosas, como él mismo y su hermano Jose hicieron con el bar Santana. Tomamos unas copas juntos, luego me indicó el camino del barrio de San Lorenzo… ¡Solo tienes que seguir el rastro de la música! Había conocido el Santana. Más adelante me daría cuenta que no es un bar cualquiera, ¡era un centro de actividades! Conciertos en directo, presentaciones de libros, discos, dos exposiciones al mes… En el mismo local tuve la suerte de asistir a varios conciertos maravillosos con un ambiente único a pesar de lo limitado del espacio. Efectivamente, no tardaría en hablar con Jose Santana y organizar una expo mía, me puse en «lista de espera». Yo tenía muy reciente una exposición que hice en Madrid sobre los indios norteamericanos y preparé una especial para el bar Santana titulada «Los hombres rojos» con todos los cuadros que pude. Fue un éxito y tuvo una acogida maravillosa, descubrí que por el Santana pasaba toda la cultura segoviana. No hay espectáculo o evento cultural en Segovia que no tenga la firma o el apoyo de Santana. Hoy en día, ocho años después de ese primer día, seguimos tomando copas juntos. Efectivamente, como me auguró Quique, he conseguido ser un pintor conocido en esta ciudad y con muchos éxitos. Pero el mejor de todos ha sido conocerles.
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Fernando Ortega, Técnica mixta.
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A la izquierda, exposici贸n en el bar. Derecha, Marta Pascual y su obra.
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Arriba, Diego Etcheverry, Mixta sobre tabla. Debajo, Gonzalo de la Osa y Manolo Madrigal, Comic.
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DE LOS SERRANO A LOS SANTANA luis Moro
En los sesenta, setenta y ochenta hubo dos hermanos en Segovia, los Serrano, que tuvieron una galería de arte contemporáneo y organizaron festivales de magia, fue un lujo que existieran estos dos hermanos trayendo arte contemporáneo a Segovia, pues en aquellas épocas la ciudad era bastante gris. Luego los hermanos Santana han cogido el relevo, hemos tenido la suerte que desde los noventa hasta la entrada de este nuevo siglo nos han dado mucha vida desde el bar. Resulta curioso que hayan sido dos parejas de hermanos las que a nivel privado hayan animado la vida cultural segoviana en las últimas décadas. No es que falten en Segovia las historias culturales: está el Titirimundi, el teatro Juan Bravo, el Museo de Arte Contemporáneo, pero a nivel privado esta ha sido gente que ha creído en un sueño y lo ha hecho realidad, y eso es lo que mueve el mundo, los sueños. Yo regresé a la provincia de Segovia en 1993 y me encontré con que las riendas de lo que había sido el Marbella las había tomado una gente que empezaba a darle otro aire al garito, a organizar cosas, a hacer conciertos. Ahí surge nuestra relación y nuestra amistad. Yo siempre he estado muy ligado al mundo musical y sobre todo al mundo del rock, cosa en la que ellos son especialistas. En el Santana vi infinidad de conciertos: uno de los más divertidos que recuerdo fue Daniel Higiénico y La Quartet de Baño Band, pero también Julián Hernández de Siniestro Total, Aurora Beltrán, Benito Malasangre… En una ocasión me llevé al gran poeta ?entonces subdirector del Museo de Arte Contemporáneo? José María Parreño a ver a unos tales King Putreak, él, que sabe mucho de poesía, alucinó bastante, salió encantado, me decía: «Mira, para que después digan que la poesía es cursi…». Los conciertos del Santana permitían tener una relación cercana con muchos de aquellos grupos. Como vivo en un pueblo, desde que no hay conciertos, aunque sigo yendo a verles, voy bastante menos a Segovia. Antes iba todos los martes y todos los jueves a la ciudad, era una cita indispensable. Ahora voy de vez en cuando y todos echamos de menos aquellas veladas musicales. De todas formas el Santana sigue siendo ese lugar variopinto de encuentro de gentes de cualquier tribu o color, de presentaciones de libros, de exposiciones, de copeo, de actividades variadas, en definitiva, el punto de encuentro de la cultura en Segovia.
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Mesa Esteban, Técnica mixta
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Izquierda, Laida Pérez Blaya, Óleo. Derecha, escultura en piedra de Andrés Santateresa.
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Izquierda, Fran Orcajo, Óleo. Derecha arriba, Grupo de Pintura Contraluz, Óleo. Al centro, Enrique Lázaro, Óleo. Abajo, fotografía de Nuria Vacas.
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Raúl Sánchez Muñoz 1 de octubre de 2008
Lo primero que me pasa por la cabeza cuando me piden que cuente mi relación con el Santana es un profundo agradecimiento a Jose y Quique, por haber confiado en mi trabajo artístico. Siempre me he sentido muy arropado por ellos, y la sintonía ha sido total desde mi primera exposición de pintura en 1996. Parece que me estoy viendo colocando los cuadros, Jose echándome una mano en la iluminación encima de una mesa («Este cuadro estaba bien aquí y ese, no sé, quizás allí…») y mientras, Quique de arriba para abajo preparando los conciertos de esa semana, y de la semana siguiente, y de la siguiente... La verdad es que la colaboración fue total. Yo me pasaba el día en el Santana, y la noche se alargaba entre charlas de arte y de música a veces trascendentales y otras, al calor de las cervezas, quizás algo más banales, pero siempre interesantes. Esta primera exposición la realicé de cuadros que llevaba años preparando, óleos, acuarelas, y una obra de la que tengo un gran recuerdo, realizada con rotuladores de colores y que marcaría el estilo a desarrollar desde entonces. En 1998 expuse pequeñas escultura de plásticos y maderas a las que iba dando forma con calor, consiguiendo formas y texturas que al final se fueron convirtiendo una línea de trabajo que retomaría en 2003 con la instalación Las otras edades, realizada como contrapunto a la exposición de Las edades del hombre colocada en la catedral de Segovia. Las esculturas de plásticos quemados sobrevolaban las cabezas de la gente realizando piruetas en el aire, a la vez que transformándose en formas y colores. La última exposición que realicé en el Santana, en 2005, eran cuadros de gran formato. La temática, así como la realización de los mismos, era dura: los ahogados que dejan los cayucos en las costas españolas. Fueron cuadros rotundos de pincelada desgarrada sobre papel de periódico. El tamaño, 1,80 x 3,50, hacía que el espectador se acercase al cuadro, «quiera o no quiera». Como podéis ver, mi obra artística y el Santana han estado siempre muy unidas, y seguirán unidas porque son muchas las horas que hemos compartido, mucho lo que me habéis aportado, mucha la gente que he conocido gracias a mi paso por el Santana, y mucho mi agradecimiento a José y Quique, que siempre me apoyaron, a mí y a otra mucha gente del mundo del arte. Creo que mi obra no hubiera sido la misma si no os hubiera conocido. También estoy seguro de que, como yo, Segovia tiene mucho que agradeceros: la música, la pintura, el arte en general no serían los mismos si no hubieseis estado. Gracias por existir. Un abrazo muy fuerte a toda la familia Santana, a todos todos, a sus hombres y mujeres, a sus camareros y camareras (especialmente a Henar, por su sonrisa sempiterna), a los clientes, a los amigos que he hecho en mis horas de exposición, barra y conciertos, a todos, gracias
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A la izquierda, Jesús de Lucas, Lápiz. A la derecha arriba, Domingo Otones, Técnica mixta. A la derecha abajo, obra de Federico Osorio, Grabado.
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Arriba izquierda, Lola Angulo, Óleo. Debajo, Chantal Gómez, Óleo. Arriba a la derecha, obra de Liudmila Pronkina. Abajo, Quico Palomar, Acuarela.
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A la izquierda, Pipo, Mixta de madera y gres. Derecha, Paco Sanchidriรกn, ร leo.
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María de la Puente, Fotografía.
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Arriba, Jordi Botella de Maglia, Fotografía. Abajo, Kulian Ramiro, Fotografía.
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Jose Luis Gómez Pavón, Collage. Héctor Cocomá, Acuarela.
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DEKONSTRUCCIÓN DE LA KULTURA Aurelio Martín (periodista)
Kasa / espacio / paredes / arte / ingenio / talento / imágenes / @lternativo / oportunidad / emergente / jóvenes / moderno / poesía / amor / ilusión / músika / diálogo / amigos / risas / generosidad / Quique / Jose / Santana / gracias…
UN MILAGRO EN SEGOVIA Ángel XV
No es un bar, es el templo de los Santana. Donde nadie se siente extraño, incómodo, Es el lugar de encuentro, de reunión, De sentirte mejor. Es un milagro en Segovia. No solo venden buen vino y buenas tapas, Sobre todo venden arte, buena música, amistad y felicidad. Gracias. Recuerdo con nostalgia los martes musicales de las 11… Ánimo y a seguir. Un abrazo.
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Arriba, Basto, Graffiti. Debajo, Carlos Costa, Carb贸n y tiza sobre papel.
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EL “SANTANA” REFUGIO DE LA CULTURA EN SEGOVIA Domingo J. Casas
En este magnífico bar regentado por los hermanos Quique y Josito puedes, además de comer y beber, pasar un agradabilísimo rato charlando simplemente con tu compañero de barra. Se pueden ver exposiciones de óleos, dibujos, acuarelas e incluso de fotografía. Hace años que empezaron con esta actividad, que ha conseguido convencernos a todos, yo incluido, de llenar sus paredes. En mi caso, les costó cinco años de vernos en un montón de conciertos, sobre todo en Madrid, y al final cedí .Por supuesto, no me arrepentí ni me arrepiento. Hará unos diez años, coincidiendo con el veinte aniversario como fotógrafo profesional. ¿La temática de la exposición? No podía ser otra que la música y los músicos, pero fotografiados en sus conciertos, que es donde son más ellos mismos, aquí no se ven los errores, solo el sudor, el guiño del ojo del protagonista, la pose del guitarrista haciendo un solo, el batería levantado porque, si no, no sale nunca en las fotos. Quise mostrar un poco lo que se ve en los conciertos. Por ello se colgó una foto de Iggy Pop que enamoró al personal. En este libro aparece ampliada con la Iguana de Detroit posando también para que se vea que su fiereza no solo es en directo. Tanto Quique como Josito se portaron maravillosamente y desde entonces ya me consideran de la familia. Porque el Santana es y será siempre una gran familia por donde pasan músicos constantemente, y hasta a Rosendo se le hizo una exposición fotográfica colectiva homenaje y por sorpresa que inauguró él mismo, pues estaba a punto de tocar en Segovia a la semana siguiente y le hicimos una encerrona para que se pasara. En fin mil y una anécdotas rodean a este bar, que llegó a ser también sala de conciertos en acústico. Aquí viven también grandes amigos como Óscar Sancho, Chepas y Julito (Lujuria) y Moncho Alpuente. Ir a Segovia ver el Acueducto y pasarse por el Santana es obligatorio. Ya estamos tramando otra exposición para el año que viene... Gracias por dar tanto refugio, y no solo cultural, a todos los viajeros que pasamos por vuestro garito.
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Iggy Pop, fotografías de Domingo J. Casas
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MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
Nota: Todas las declaraciones sobre los músicos son de Quique Santana
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MAFIOSOS ENCANTADORES Albert Plá
La primera vez que toqué en Segovia nos traía una chica que trabajaba en el teatro, Toni, creo que también era amiga de Quique Santana, pues esa misma noche le conocí a él, al parecer, y nos llevó a su bar, al parecer. Después me contrató él y, cuando nos vimos, me dijo: «Hombre, ¿cómo estás? ¿Cómo van las cosas?». Como si me conociera de toda la vida, como si fuera un amigo íntimo. Yo, la verdad, no me acordaba de nada: ni del bar, ni de Quique, ni de Segovia, aunque él me decía que sí, que habíamos estado muchas horas juntos y en su bar y todo. De esa noche recuerdo haber conocido a Manolo Kabezabolo, que por cierto se tenía que volver al día siguiente a Madrid y algo le sucedió y llegó a Sevilla, creo que se pasó de largo con el tren, me llamó para contármelo. Luego he ido muchas más veces a Segovia, los Santana son una gente a la que le gusta regalar jamones, quesos y vinos a sus visitantes y eso está muy bien… Además, como Quique es muy majete, nos vemos fuera de hacer conciertos y esas cosas. Es curioso, porque cuando yo empecé con mis canciones y mis giras, él empezaba con su bar y sus negocios, arrancando al tiempo nuestros proyectos, y ahora somos dos tipos, unos mafiosos encantadores, a los que nos va muy bien por nuestra cuenta. Y poco más que añadir, bueno, sí, que le debo dos quesos.
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JOSELE SANTIAGO
“Es uno de los mejores artistas con los que he trabajado. En el trato es una persona distante, como él mismo me ha reconocido en alguna ocasión, pero encima de un escenario es un grande y ha firmado algunas de mis canciones favoritas de todos los tiempos”.
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ALBERTO PËREZ ANDY CHANGO
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UNA RELACIÓN ESPECIAL Antonio Bartrina (Malevaje)
Tengo recuerdos de Quique en Madrid hace veintitantos años, en conciertos de Malevaje. Él siempre ha estado alrededor de la música, yo creo que le hubiera gustado ser músico. Por lo demás, Quique es un tipo muy normal y desde el primer momento ha habido una relación muy buena, por eso somos amigos hace tanto tiempo. Es un tipo muy honrado, honrado y claro, no anda con segundas, realmente es un hombre al que le gusta la música, es un amante de la música. Mucha gente está metida en esto, pero no por amor a la música, su caso es distinto. Él tenía su bar, el Santana, y aunque no tenía ninguna necesidad, hasta que le dejaron estuvo haciendo conciertos, no necesitaba meterse en farándulas y sin embargo… La diferencia es esa, ama realmente la música. En Segovia hemos hecho muchos conciertos. El primero fue en una discoteca que ya no existe, arriba del Acueducto, en el 84 u 85. Hubo una pelea como las del Oeste, pero los que estaban a la música siguieron a la música y nosotros seguimos tocando y, cuando se calmó la cosa, ahí no había pasado nada. Desde entonces venimos cada año, cuando no es al teatro, es a alguna de las fiestas de la provincia. Por supuesto he de recordar los conciertos del Juan Bravo, que siempre han sido muy importantes para Malevaje, hemos tocado una vez por año desde hace muchos años, y siempre han sido un placer, un gran placer. De hecho, yo voy de visita a Segovia bastante a menudo, hace poquito íbamos camino a León, al Bierzo, y nos paramos a comer un corderito donde Luis, llamé a Quique, se vino a tomar el café, charlamos un rato… Sí, con Segovia tengo una relación especial, tengo muchos amigos.
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EL LICHIS “La Cabra Mecánica siempre me ha gustado mucho, a Lichis le he tratado un montón. Es de esos grandes artistas que, cuando sacan disco, te meten en los agradecimientos. Parece una chorrada, pero a mí me hace mucha ilusión, me gusta que me recuerden. En el Santana tocó varias veces, y aún en sus épocas más bajas he estado muy cercano a él, cosa que, cuando ha sido más grande, ha sabido agradecerme”.
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LET THE CHILDREN PLAY Rebeca Jiménez
Conocí a Quique Santana hace muchos años en Segovia. Él ha sido un gran promotor y referente de la escena musical en Segovia y gracias a él hemos conseguido que por aquí pasaran gran parte de los mejores músicos nacionales e incluso internacionales. Le admiro por su capacidad de organizar eventos, ya sea en su conocido local Santana, donde además Jose y él siempre hacen que nos sintamos como en casa, o en grandes espacios. Siempre que paso por Segovia hay una parada asegurada en Santana para tomar unos botellines y escuchar buena música. A Quique y a mí nos unen amigos comunes, la misma ciudad y, sobre todo, el gran amor por el rock and roll. Gracias, Quique. Segovia necesita a los hermanos Santana.
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SEGOVIA ES SANTANA Carlos Tarque (M-Clan)
Para mí decir Segovia es decir Quique Santana. Le conozco por M-Clan desde el año 96, cuando fuimos por primera vez a Segovia, a la sala Habana, donde una gente celebraba una boda que nos salvó de un vacío absoluto en el concierto. Desde entonces ha crecido entre los dos una gran amistad (debo decir que él la cuida más que yo) que nos mantiene unidos y en contacto, haya concierto de M-Clan o no. Lo que más te alucina, cuando conoces bien a Quique, es su energía y capacidad sobrehumana para hacer cosas: organiza casi cuatrocientos conciertos al año en Segovia, tiene dos hoteles y varios negocios importantes, lleva la cervecería Santana, su bar de toda la vida, cuya puerta barre todas las mañanas, tiene familia (por cierto, muy importante: El padrino es su peli favorita, que visualiza cada mes para situarse, según él) y aun así, siempre tiene tiempo para ir a verme tocar en un radio de cien kilómetros a la redonda de Segovia, con su gorra, su nariz y su sonrisa. Me consta que con otros artistas amigos es igual ¿Cómo lo hace? Ese es un gran misterio del rock estatal. Pensaréis que solo he ensalzado sus virtudes, pero es que sus defectos personales, que supongo que tendrá, por ahora no los conozco. Solo me queda decir que espero que siga llevando el rock, la risa y las cosas buenas al Acueducto por muchos años, y yo estar ahí para verlo. Salud Santana.
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LUJURIA
“Creo que es el grupo más representativo del rock segoviano, la lástima es que en una ciudad como esta un grupo como Lujuria no pueda actuar más de dos veces al año. Son gente muy cercana a la ciudad, están ahí y eso se agradece. Somos muy amigos”.
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SERGIO DALMA
LOS CHICHOS
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LOS MARTES DEL SANTANA César Gutiérrez Gómez
Martes, día de la semana insulso, apático, en una palabra: sin color. Hasta que llegaron unos hermanos, Quique y José, y se hicieron cargo del Marbella. Para mí tiene algo que ver ese nombre con el de Santana: el nombre mítico de un gran músico de los sesenta y el nombre por la movida de la ciudad mediterránea. Yo creo que ambas cosas: movida y música. Y así nació, para los segovianos y no segovianos, un nuevo bar y una nueva visión de lo que es dar (servicio, música y, lo principal, amistad) para recibir la gran acogida de una parte de la sociedad musical provincial, y dar color, alegría y marcha los martes. Por este local pasó lo mejor del momento de la música española y algunos invitados de fuera de estas tierras, solistas, dúos, tríos, cuartetos, quintetos y pequeñas bandas de esa amplia gama de estilos musicales, rock, folk, metal, jazz, blues, etcétera. Pero lo más importante fue que los hermanos Santana tuvieron una visión –mejor dicho, ojo– para redescubrir a talentos que pasaban desapercibidos en los grandes escenarios de la ciudad y darles una oportunidad en su escenario cervecil (digo esto de «cervecil» porque el escenario se componía de cajas de cerveza y cocacola cubiertas con unas tablas y moqueta). Uno de estos grupos fue La Bandeja. Durante años La Bandeja fuimos esos musiquejos que también salían los martes a colaborar con su «ruido musical», a dar un poco de alegría ?primeramente a nosotros mismos? a los que nos aguantaban por «mesones, tabernas, figones y cafés». Había un problema con nosotros, y es que no admitimos peticiones ni deseos, y por si fuera poco, somos incontratables, impredecibles y todos los in que puedan existir en el diccionario de la Real. Pues bien, después de estar asistiendo durante años a los conciertos del Santana y aprender de lo bueno que traían, no se les ocurrió otra cosa que pedirnos que tocáramos en su local un martes, podéis imaginar la cagalera que nos entró: actuar en el Santana, templo de la diversidad (por eso nos dejaron tocar, por la diversidad) musical, lar de la cultura, reunión de dispersos sociales, pasarela de la moda (mejor y más variada que la de Cibeles) y de los cuchicheos al oído (imposible poder hablar boca a boca). Y allí tocamos. Menos mal que los hermanos Santana hacían fotografías de todas las actuaciones, y cómo no, también de la nuestra, porque cada vez que lo contábamos, o lo poníamos en nuestro currículum, no se lo creía nadie. Llegó un día que toda esta ilusión se fue al carajo, y no voy analizar el porqué, pero nos dejasteis huérfanos de algo que fue muy bonito, musical y socialmente hablando. Pero como no podéis estar quietos, habéis cambiado la música por el arte plástico y las otras técnicas artísticas, dándonos a conocer a futuros artistas y a otros ya conocidos a un alto nivel. Gracias.
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LA BANDEJA
La Bandeja se une a este aniversario muy merecido, por haber aguantado estos 17 años tan dispares y diferentes que dan los vaivenes de la vida. Sabéis, Quique y Jose, que os queremos y estamos a vuestra disposición para lo que necesitéis (eso sí, todo, menos dinero).
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ANDY SUMMERS
“Hay un amigo de Madrid que tiene tiendas de guitarras en Nueva York y Nueva Jersey, y es socio de Andy Summers. Una vez me preguntó que si me gustaban The Police, le dije que sí, claro, y me dijo que a ver si un día me lo traía, pero lo decía así muy normal. Pero un día se presentó en el Santana con Andy Summers, el guitarrista de The Police. Hace poco me dijo que en breve se traería a Bono de U2, me comentó que si buscábamos algo para comer bien y una rutilla en moto, que me invitaba. Y en eso hemos quedado… La verdad, lo cuenta con una normalidad pasmosa. Si llegase el caso les haría una ruta por las Hoces del Duratón, es alucinante el sitio”.
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GUILLE Y FER MARTIN
KIKO VENENO
EL POLLITO DE CALIFORNIA MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL 143
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DARLE A LA NOCHE LO QUE SE MERECE Fer Madina (Reincidentes)
Reincidentes habíamos tocado en la provincia de Segovia de forma esporádica. Fue a partir de los primeros noventa que conocimos a Quique Santana. En aquella época bandas como nosotros, Extremoduro, Platero y Tú estábamos dándonos a conocer, nadie tenía el nombre hecho, lo estábamos haciendo. Con él, muy bien: desde el principio le gustó trabajar con grupos de esta hornada y de esta forma de hacer. En aquella época fue importante, porque no todo el mundo se la juega con bandas que igual no eran excesivamente taquilleras. Enseguida se nota que a Quique le gusta lo que hace: le gusta la música, le gusta el rock’n’roll y se pone en la piel de los músicos en su condición de trabajadores. No va más allá de eso, algo que no parece difícil, pero que por desgracia no se ve todos los días. Te trata como lo que eres: una persona que tiene que trabajar. Él ha ido haciendo año tras año una serie de bandas y sabe dónde está su sitio, ha sabido estar ahí. Claro, hemos hecho amistad. En Segovia hemos hecho muchísimos conciertos. En una ocasión, tocando con Kabezabolo, se rompió el escenario y me quedé colgado de las axilas. Otra vez, después de tocar, me quedé solo y de repente no conocía a nada ni a nadie: Quique se había ido a su casa; mi grupo, al hotel; yo no me había dado cuenta, me quedé en un bar solo y sin cartera, no sabía adónde ir ni qué hacer, horrible, al final tuve que ir a despertarle…, eran las nueve de la mañana. Una de las últimas veces que hemos tocado fue en Fiestas, delante de esa maravilla de monumento que es el Acueducto, un concierto impresionante: la respuesta del público, cómo nos trató Quique, todo. Uno de esos conciertos que se graban en la mente. Y luego, después de cada concierto, está la noche segoviana, que suele ser bastante especial, con tanta gente dando vueltas por las calles. Segovia tiene mucha noche, buena noche, y nosotros somos dados a darle a la noche lo que se merece.
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RAIMUNDO AMADOR “Es un grandísimo artista y… muy majete”.
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MAREA
LA FUGA
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¿QUIÉN ES MÁS GUAPO, QUIQUE O FITO? Fito Cabrales
Creo recordar que Quique y yo nos conocimos en el primer concierto que Platero y Tú dio en Segovia. Todavía no teníamos ni disco, íbamos con la maqueta. Joder, no sé cuánto tiempo hace de eso. Recuerdo también el frío de una plaza de toros, con Flying Rebollos, Zer Bizio, Platero y Tú y medio Portugalete en un autobús, todos puestísimos..., y ya no me acuerdo de más. Recuerdo a Quique cargando amplis de los Fitipaldis cuando venían a vernos cien personas. A él le gusta el rock'n'roll y ha hecho favores a las bandas cuando más lo necesitan, cuando empiezan. La verdad que es buena gente. Sí, de verdad. Es gracioso, pero con Quique me encuentro en cualquier lugar o siempre viene alguien y me dice: «Estuve con Quique ayer, me dio recuerdos para ti», y tú piensas: «No puede ser, este tío… ¿Está en todas partes con todo el mundo o habrá más de un Quique Santana? ¿Será una secta? ¿Es Dios y puede estar en todos los conciertos a la vez?». Hace unas semanas se celebró el concierto del 30 aniversario de Los Secretos, en Las Ventas, yo estaba invitado y nada más llegar a mi sitio oigo: «Fito, Fito»… Sí, estaba ahí, a mi izquierda, como siempre con una sonrisa eterna y un buen rollo que como para no quererle. Se le quiere... y él lo sabe.
148 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
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ROSENDO
“En mi vida musical Rosendo ha sido muy importante, de siempre he sido de Leño. Rosendo no es mucho de salir de noche, así que hemos tenido un trato justo pero muy correcto, trabajando sin llegar a intimar, siempre desde la educación y el respeto. Su legado musical me parece de los más grandes de la historia del rock nacional”.
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SIDONIE
LA TROUPE DE LA MERCED MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL 151
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ROCK’N’ROLL POR LOS CUATRO COSTADOS Jesús Cifuentes (Celtas Cortos)
El entorno Santana rezuma rock & roll por los cuatro costados. Pero es que de lo que estamos hablando no es de un espíritu desgastado o rancio, sino de una de las trincheras más combativas desde las que se afilan las armas del rock en este país. Desde el trampolín de una inquietud irrefrenable, el entorno Santana es un guerrillero bregado ya en la experiencia, un laguito de sabiduría que lleva ya a sus espaldas muchos años de conciertos, exposiciones, nocturnidad y alevosía y, como decía, una necesidad irrefrenable de seguir desarrollando proyectos que masajean la cultura desde el lado de la sonrisa, de la benevolencia y de los brazos abiertos. El entorno Santana, con Quique a la cabeza, es un espacio de brazos abiertos al diálogo, a la cultura, al trabajo bien hecho, al tesón. Una especie de utopía con patas que va por ahí libre sorprendiendo a propios y a extraños, que no deja indiferente a nadie que haya tenido el placer de cruzárselo en el camino, porque a diferencia de otros mausoleos trasnochados, aquí las cosas se plantean desde la amistad y la risa sin caretas simuladoras. Aquí lo que se come, lo que se bebe y lo que se oye es de verdad y, desde luego, todo calidad. Un beso enorme y felicidades.
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EXTREMODURO Y PLATERO Y TÚ
“Este concierto fue un cañonazo. Era la gira en se juntaban los dos grupos, jamás había visto algo así sobre el escenario, dos grupos juntos e intercalándose de ese modo. Duró cuatro horas y diez minutos el concierto, la gente salió extasiada, vendimos toda la bebida, los bares de alrededor no tenían ni cocacola, la habíamos vendido toda”.
154 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
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ROZANDO EL CIELO EN SEGOVIA Johnny Burning
Aunque personalice mi relación con los Santana en la figura de Quique, soy consciente de que Jose es la otra columna vertebral de esa fábrica de cultura que tienen montada en Segovia. Si en estos últimos años la ciudad ha cambiando hacia un rollo más musical, literario y en definitiva cultural, es por el empuje de esta familia. Quique es un tipo inquieto. Nació en el pequeño pueblo de Mudrián, pero no se conformó con lo que tenía alrededor ¨bueno o malo¨, se le metió en el cuerpo, como a Burning, el veneno de gente como Lou Reed y los Stones, se subió al autobús de la vida y montó ese bar que todos conocemos por habernos quedado en él hasta altas horas de la madrugada, disfrutando de su música y su gente. Es una lástima que el Santana no pueda ofrecer conciertos. Quique llevó todo lo que pudo y todos los músicos que necesitaron ir siempre encontraron la puerta abierta. Ir a tocar a Segovia son muchas cosas y todas positivas. Es un placer que nos llame, nos gusta ir a todos los sitios, pero Segovia tiene ese plus: siempre se acaba en algún sitio estupendo, charlando, tomando algo o de fiestón. Los conciertos con Quique son mágicos, cada vez que vamos a visitarle tiene un buen rollo de la hostia, musicalmente igual no toca ni las castañuelas segovianas, pero él no se conforma solo con llevarnos e ir a vernos tocar: él quiere meterse en nuestra piel, quiere saber cómo pensamos, cómo comemos, cómo nos comportamos. Él adora a los músicos: estar con ellos y charlar de cualquier cosa, familiar o musical. Una de sus mayores pasiones es llevarnos a ver a su madre y que nos haga pato asado: de chuparse los dedos. Además, Quique es pura energía: después de pasar una noche con él, acostándote a las cuatro o cinco de la mañana, sabes que él se va a levantar a las ocho para ponerse en danza con toda la serie de alucinantes negocios de hostelería que tiene. El último concierto que dio Pepe Risi con Burning, exactamente en Carbonero del Mayor, lo montó precisamente Quique; él estuvo allí, en un momento importante de nuestra historia. También guardo un gran recuerdo de cuando tocamos en la sala Cabaret en el decimoquinto aniversario del Santana. Se vendió todo, fue un día superfeliz, con aquellas miradas cómplices en el camerino, fundidos en cariñosos abrazos en los que sentimos que rozábamos el cielo. Gracias, amigos. Gracias Santanas.
156 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
LIBRO SANTANA -LOS CONCIERTOS-
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BURNING
“Ha sido de las bandas con las que más he trabajado y la relación personal es de sincera amistad. Hemos pasado muchas noches de rock and roll. Es de las bandas que más merecen mis respetos y con las que estoy encantado siempre de trabajar. El último concierto de Burning con Pepe Risi fue en Carbonero Mayor, lo montaba yo. A los pocos días falleció Risi, una gran perdida para el rock and roll…”
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LOS SECRETOS
QUIQUE GONZÁLEZ
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OYE PERRO © 2008 by julián hernández
oye perro digo oye perro tiempo hacía sí señor que es que claro por supuesto pero mira te digo que en realidad es vivir instalado en el caos permanente hombre no jodas ¿de verdad? pues la primera noticia ahí llega moncho y en eso andamos hombre no siempre a ver quiero decir que hacía tiempo que no veníamos por aquí no sé es de recibo ¿no? tiempo sin verle maestro por galicia todo bien ya sabes como la yenka ni avanzamos ni retrocedemos de los pekenikes creo que tengo algún disco de fundador o de mirinda que no sé distinguirlos bien pero ya sí que quedan sitios baratos y playas desiertas pero ya lo dicen los tiburones que se come bien pero llueve mucho y eso ahora tal como están las cosas es una bendición claro que el agua para lavar la cona ¿que qué es una cona? bueno pues eso si justo no sé dónde puse el mechero llevo perdidos cuatro esta semana luego aparecen cuarenta gracias no sé si tienen chester en la máquina voy a por otra perdón otra sí de lo mismo gracias ah ¿y qué es de luis mario? es que esta vez no estoy de servicio vale pues las que tú tienes ya los wrayajos link wray claro quedó niquelao y bueno en plan no sé vaya panda caber lo que se dice caber no se cabe pero es que la solera es la solera un momento sí propóleo es para la voz de fumar tanto claro y el hielo sin hielo sería mejor hola cuánto tiempo sí de nuevo en casa ¿cuándo? como pasa el tiempo no en cuéllar no pero ah claro aquella vez sí claro aparqué en el quinto pino que no sé muy bien si es que solo hay cinco pinos en segovia pero por ahí debí dejar el coche y sí me olvido de él por calles empedradas como tui como santiago pero aquí no resuenan los huesos de gelmírez cuando pateas la calle de madrugada tarde sí muy tarde día libre alguna vez tiene que tocar aquel día comiendo se desmayó alguien en el restaurante sí y le reanimaban mientras el resto de la gente seguía a lo suyo mirando de reojo y encogiéndose de hombros ¿qué podíamos hacer? ¿pedir la cuenta? parecía la escena de monty python no sé en ave porque lo del autobús sigue claro es bastante más barato hombre te dan cava si vas en primera ¿ah, también? no sé el ave llegará a galicia cuando tengan que construir parkings para platillos volantes voy a por otra ¿usted que toma? ah vale pues yo quería sí es para moncho ah claro que tontería ¿vino? pues menos mal que no vamos en avión que si lo facturas te lo desgracian y no puedes pasar líquidos a la cabina nitroglicerina vale pero vino ¿qué puedes hacer con el vino sino bebértelo? qué lujo señor pues nos las ventilamos en un pispás ¿qué cuánto dura un pispás? sí tenemos que venir con calma tres o cuatro días ¿siempre? normal a esas andamos vacaciones por favor y algo más de tiempo para ver a los amigos si no a veces es caótico el álbum de fotos es un pedazo de historia y las cenas sí nunca entendí cómo puede haber espacio para todo einstein tenía razón la demostración está aquí el espacio y el tiempo son relativos ah ya relativamente eso me dijo josele no no sé un día que haga bueno que decía mi abuelo después hacía sol y él decía que no que no era un buen día porque hacía calor de santiago sí claro otra vez santiago llueve no mujer el mechero te hará falta bueno gracias ah ya es que ni cerillas ni mecheros en las máquinas de tabaco mañana toca botellín matinal ¿botellón? no hombre ya claro pero estamos en segovia no es cuestión de incumplir con la tradición lo del cochinillo es de guía turística lo de verdad la verdad ah vale gracias ya iba yo a pedir la siguiente ¿cómo? no sé cada día más sordo hace años uf pues no sé en los noventa es que este milenio se nos está pasando en un abrir y cerrar de ojos un sitio para cada cosa y
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cada cosa en su sitio lo de la embajada gallega en segovia está hecho me pido canciller que viste mucho se lo contaré a mis nietos no cantar no contar que madre del amor hermoso cousas veredes que farán falar ás pedras sí el reverendo estuvo el otro día rómulo andaba por cuba entre huracanes ya sí ron pero por lo visto no te emborrachas mal negocio fidel y fraga gallegos con f y cinco letras que son los pinos que hay en segovia para aparcar me dijo jose si estuvo en el gruta y no sé si lo haremos con calma nos papamos la novela en un volao sí ah ya la estaban poniendo la chica es nueva ¿no? ah claro qué tontería ¿cuándo duerme kike? cerdos y vino será por piaras porque esta está más apretujada que las que van al matadero en camión no no toca morir esta noche ¿después de aquí? a quemar segovia
MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL 161
LIBRO SANTANA -LOS CONCIERTOS-
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PLATERO Y TÚ “En este concierto entraron mil ochocientas personas. Yo simplemente llevaba la actuación, de las barras y los roperos se encargaban otras personas que llevaban la explotación de la plaza de toros. Les había advertido que era diciembre y que la gente acudiría bien pertrechada de prendas de abrigo. Acondicionaron unos roperos en unos locales de la plaza y añadieron mil perchas; allí colocaron a unos chavales que, tras darles cien pesetas, te recogían el abrigo. Pero, claro, los chavales los iban amontonando y no daban resguardo alguno; pasé por allí y pensé en la que se les vendría encima al terminar el concierto. Así fue, claro, se lió la de dios, todo el mundo trepando por los montones de abrigos buscando el suyo, con los pies llenos de barro, normal. Menuda se montó, pero yo, como nada tenía que ver, cargué los trailers y me marché rápido”.
162 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
LIBRO SANTANA -LOS CONCIERTOS-
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JUEGO LIMPIO Leiva
Quique es mi amigo, mi amigo de verdad, de esos que te llevas al otro mundo. Podría hablar de los conciertos en el Santana, los afterhours en el Santana, los cafés y sobremesas golfas en el Santana, las conversaciones sobresaltadas e interminables, interrumpidas por violentos abrazos y brindis por el rock, en el minúsculo y maravilloso camerino-almacén del Santana… Y así un sinfín de ratos mágicos de mi historia vividos sobre el escenario del Santana. Pero sin dudarlo, con lo que me quedo es con esa llamadita que nos hacemos todos los meses para cambiar el mundo trescientos sesenta grados y recordamos lo afortunados que somos de habernos conocido. Desde luego, algo muy representativo es su agenda de teléfonos: te puedes encontrar al colega del bar, al político poderoso y a Mick Taylor… Quique Santana juega en todas las ligas y juega limpio, por eso todos le hemos elegido.
164 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
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BARRICADA
“Con Barricada he trabajado mucho y siempre muy bien, muy elegantes. Sobre un escenario creo que es de lo mejorcito, nunca fallan y creo que ahora, más veteranos, son mejores aún”.
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COQUE MALLA
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DESPISTAOS
“Cuando tocan aquí, siempre me dedican sus conciertos”.
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RIKI LÓPEZ
TONKY DE LA PEÑA Y MÚSICO DE STEVE RAY VAUGHAN
LUIS MENDO Y PABLO GUERRERO MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL 169
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KING PUTREAK MOLINA, ÑU
170 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
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LOS SECRETOS
PAUL COLLINS
STREET BAND MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL 171
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JOWSIENLG S E LSAANNDTIAGO
MANOLO KABEZABOLO
FEDE AGUADO BLUES BAND
LA TROUPE DE LA MERCED
172 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
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EL CANTO DEL LOCO
PEPÍN TRE MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL 173
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LOS ROQUEROS NO SOMOS MALOS Oscar Sánchez (Lujuria.)
La relación que Lujuria tiene con los Santana nace del rock’n’roll. Yo creo que aun más que el rock a ellos les gusta la música, se ve que la aman, sobre todo la música en vivo, que es la esencia para la que nace la música, algo que debería estar más potenciado, y aunque los gobiernos se empeñen en destruirlo, gente como los hermanos Santana se empeñan en mantener, gobiernos que prohíben la música en vivo en locales o que prohíben el acceso a menores a la música en vivo. Sin embargo, estos hermanos han dado una vitalidad increíble a una ciudad tan pequeña e incluso tan conservadora como Segovia. Creo que detrás de lo que hacen por la música en vivo subyace también lo que hacen por una ciudad como Segovia: abrirla a una serie de cosas que nadie se había planteado; por ejemplo, que los roqueros no somos malos. Su gran mérito no es solo que hagan música en vivo, sino que han abierto las mentes. Ellos dinamizaron mucho los jueves, una noche muerta en Segovia, demostraron que se pueden hacer conciertos de rock sin que haya altercados y donde las camisetas negras se mezclan con las corbatas sin que pase nada. Con el tiempo estos dos hermanos, grandes desconocidos en la ciudad cuando llegaron, son unos grandes amigos míos, de Lujuria y de cualquier persona que ame la música. No solo eso, cuando alguien me dice que viene de visita a la ciudad y me pide un lugar de referencia para ir a dormir y a tomar una copa, siempre digo: «No te voy a dar una lista, te voy a dar el nombre de un bar y preguntas por Jose y por Quique, ellos te van a decir qué tienes que hacer en Segovia desde por la mañana hasta por la noche, dónde está la vida de la ciudad». Y cuando les recomiendo, sé que siempre quedo bien. Los Santana y Lujuria compartimos bastantes ideas similares y el mismo amor por la música, por la música en vivo, por las ganas de que la ciudad esté viva. Luchamos por que nos visiten roqueros, por que nos den charlas donde se hable de rock’n’roll. De hecho, el Ayuntamiento de Segovia cuenta con los hermanos para traer música a la ciudad: hemos pasado de Norma Duval a Los Suaves gracias a Santana, de Bustamante a Burning, con todo lo que eso significa, pues no es lo mismo: ni transmiten ni dicen lo mismo. Viajando con Lujuria vemos ciudades del tamaño de Segovia que no tienen la vida que tiene Segovia, y parte de ese motor, uno de los engranajes importantes de ese motor, son Quique y Jose, seguro. Y lo mejor será el futuro, pues uno de los pocos eslabones que nos quedaban lo van a poner ellos, construyendo el lugar donde se puedan hacer conciertos, dándoles cobijo. El apellido Santana trajo la modernidad al tenis español y ha llegado hasta Nadal. El apellido Santana trajo el rock’n’roll a Segovia y ya veremos si conseguimos la Copa Davis en libertad y rock’n’roll.
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LOQUILLO
“Con Loquillo he hecho muy buenos conciertos, y muy elegantes, preciosos. Me parece un profesional como la copa un pino, uno de los grandes front-men de la escena española. Una persona a la que le gusta hablar, tiene mucho que contar. Además, como es tan grande, te trasmite esa grandeza”
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UN PUTO CRACK Polako (ex Flying Rebollos, manager en Last Tour International)
Conozco a Quique desde hace un montón de años. Recuerdo un bolo en la plaza de toros de Segovia de los Flying Rebollos con los Platero. Organizamos un bus desde Bilbao con los dos grupos y cuarenta colegas. A alguno de los expedicionarios lo echaron de Segovia los municipales porque daba mala imagen (estaba durmiendo en un banco de un parque…) y «casualmente» desapareció la bandera española del asta de la plaza, siendo sustituida por una sandía. Ya solos Flying Rebollos, Quique nos organizó un bolo en una sala (creo que era La Escuela) y me prestó su almacén para desmayarme un rato antes del bolo, pues no teníamos dónde dormir. Lo que más recuerdo es que fue muy poca gente al bolo. Nosotros cobrábamos lo que se sacara con la venta de entradas. Al hacer cuentas con Quique nos quería hacer creer que había entrado el doble de gente de la que realmente había sido. Pero las cuentas eran fáciles: en la sala no había más de setenta personas y Quique nos pagaba como si hubiesen entrado el doble, poniéndolo él de su bolsillo y sin hacer alarde de ello. Es un puto crack. Desde entonces he hecho un montón de bolos y producciones con él, hemos asistido a alguna de sus fiestas aniversario del Santana (recuerdo una memorable con la actuación estelar de Pollito de California) y hemos coincidido en innumerables ocasiones, compartiendo fiestas, proyectos (hemos crecido en paralelo) y, sobre todo, una misma filosofía del rock. En este mundillo donde tanto abundan los mamoneos, los ladrones y los jetas, da gusto encontrarse con gente que ama lo que hace y que lo disfruta tan intensamente. La verdad es que es una de las personas con las que mejores migas he hecho en esto del choubissnes y le queremos un montón.
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TAHURES ZURDOS
“Con Tahúres Zurdos tuvimos una relación familiar muy cercana, fuimos amigos de toda la banda. También trajimos a Aurora Beltrán en solitario al Santana, que resultó igualmente impecable, Aurora canta con el alma. Es una mujer a la que respeto mucho y le tengo mucho cariño… Y además somos quintos”.
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ALBERT PLÁ
“Me parece uno de los mejores, un artista completo que triunfa en la música, el teatro y el cine, con el que siempre ha sido un placer trabajar. Tanto a él como a su inseparable manager Pedro Paramo les agradezco que me hagan sentir amigo suyo”.
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EL PROMOTOR DEL COLISEO ROMANO Juankar (Boikot)
Qué podemos decir de Quique, de su hermano Jose, o de su family. Poco que no se haya comentado ya en este libro que tienes entre tus manos. Seguro que, si nada sabías de Quique, de sus comienzos, de su trayectoria, ahora cualquier duda por fin se habrá despejado. Boikot inició su relación con Quique de la mano de otro personaje al que también habría que hacer un libro: Tomás, que, junto con su primo Raúl, era manager de Extremoduro. Finales del año 96 principios del 97: Tomás, buen amigo de sus amigos, nos dio la oportunidad para tocar junto a Platero y Tú y Extremoduro en Segovia, en una carpa o plaza de toros de estas móviles y cubierta que tenía Segovia en aquel frío invierno. Allí estaba Boikot teloneando a los Platero y Extremoduro, con mucho vino... y poco cochinillo. 180 MÁS DE MIL NOCHES DE ROCK’N’ROLL
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Tomás nos presentó a Quique. Él nos contó que, aunque ya lo sabíamos previamente, no nos podía pagar 100.000 pesetas, que era mucho, que se quedaba en la mitad del dinero. Total, ya allí y con más ganas de tocar que el copón, la ilusión de siempre y el buen rollo de tocar con los Platero y Extremo de entonces compensaba todo lo demás. ¿La mitad? ¡Pues la mitad! ¡50! ¡A por ellos! Quique, deshaciéndose en elogios a Boikot y proponiendo realizar más conciertos juntos. Quique iba y venía de sus tareas: medio atendiendo en su café-bar-pub Santana y a la vez en la taquilla del concierto, también en camerinos y además por todo el recinto comprobando que nada faltara y, por si fuera poco, haciendo de regidor en el escenario con las bandas allí presentes durante el tiempo de concierto. Aquel primer concierto con Quique no se nos olvidará, pues cuando llegamos a nuestro local con el sobre del dinero, lanzamos un ¡Tierra trágame! al comprobar que aquella mitad de dinero era menos mitad de lo que pensábamos, pues el dinero con el que Quique nos había pagado… era falso. Una mezcla de carcajadas y risas locas junto con la sensación de que los que se estaban riendo eran ellos. Billetes de verdad, de 5.000 de las antiguas pesetas, junto a otros más falsos que un beso de Judas. Uno bueno, uno falso, uno bueno, uno falso... y así hasta las 50.000 pesetas de las de entonces que cobrábamos. La cosa había sido que parte de la gente que allí asistió pagó con aquellos cromos y a su vez nos pagaron a nosotros e imagino que a Platero y a Extremo... En fin, se la dieron a Quique y nos la dieron a nosotros. Él, posteriormente a esta anecdótica manera de conocernos, lo que nos ha brindado ha sido toda su amistad y todo su gran apoyo. Quique lo que de verdad nos da es una lección a todos de humildad, constancia y trabajo. Con su bagaje cultural y musical, sin complejos, llevando lo mejor de este país a la provincia de Segovia, ya sea organizando conciertos, jornadas musicales, de teatro de calle, de humor, y diferentes espectáculos en su bar. No somos pocos los que le agradecemos su labor y apoyo al contar con bandas como la nuestra, que nunca saldrán en televisión ni en los grandes medios de comunicación, y difícilmente estaremos de moda, algo que no es necesario para estar presentes cada cierto tiempo en su ciudad, que con tanto cariño nos acoge, y más si es Quique quien te lleva de su mano. Quique & family: ¡¡salud por siempre y larga vida a la Segovia del rock and roll y de su Acueducto romano!! Pd: Hablando de Roma, si el César de entonces conociera la Segovia de hoy, llamaría a Quique para que organizase las fiestas del Coliseo Romano. Fijo.
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PEREZA “A Pereza siempre les vi ese punto fresco y descarado y eso me atrajo de ellos. Cuando les llamé la primera vez, me parecieron buenísimos, vi que iban a tener lío, tenían un disco solo. A la tercera caña que echamos ya nos vimos las caras de complicidad, les conté anécdotas de grandes grupos, mis trabajos con otras bandas y enseguida contactamos. Llegarán a ser muy grandes, los quiero como hermanos, nuestro brindis siempre es: salud y rock´n´roll.”.
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EL SANTANA Rubén (Pereza)
Para mí, Segovia es el Santana. Creo que ya no se pueden hacer conciertos allí y no puedo por menos que cagarme en la puta o, siendo políticamente correcto, sentirme contrariado. Mirar los álbumes de fotos de todas las actuaciones que ha habido allí es ver la historia del rock español más completa y real de cuantos documentos existen al respecto. Me siento más orgulloso de haber quedado retratado en alguna de esas fotos junto con el Leiva, en noches de maravilloso rocanrol acústico, que de nuestras portadas de revistas. En cualquier caso, ahora es la celebración de un aniversario de este santuario del rock y la amistad y, sinceramente, no recuerdo qué se celebra, ¿diez años?, ¿quince?, ¿veinte?... Qué más da. Por muchos años más. Por muchas noches más. Por mil vidas más! Quique y compañía, no cambiéis nunca. Felicidades y gracias, gracias, gracias, amigos.
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JAVIER KRAHE
“Javier es un grande sin querer serlo. Siempre huyendo de la fama, pero siempre obteniendo respeto por parte de todos. Con él he hecho varios conciertos y siempre le agradezco que lo haya hecho todo tan fácil”.
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FITO & FITIPALDIS
“Habré traído a Platero y Tú unas veinte veces a Segovia, era de mis bandas favoritas. Especialmente con Fito ha habido una amistad muy cercana desde el principio, tenemos muchas cosas en común. Cuando empezó con su proyecto, uno de los primeros sitios que visitó fue Segovia, yo entonces lo anunciaba como Fito ex Platero y Tú. Los años han ido pasando y en todas las giras hemos tenido tiempo de trabajar juntos. Hemos hecho cosas siempre bonitas e importantes, donde han primado por encima de todo sus ganas de contactar con el público segoviano: en una ocasión volcó el camión que transportaba el escenario, cualquiera hubiese suspendido el concierto, pero Fito tenía ganas de solucionar y claro, la cosa se solucionó. La última vez que vino cayó un chaparrón tal que parecía imposible salir a escena, pero el aguacero paró justo cuando salió él, fue emocionante, y la gente, calada hasta los huesos, se entregó de una manera absoluta al espectáculo. Como para no quererle. Pienso que es aún mejor persona que músico, que ya es decir”.
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ÉRASE UNA VEZ UN BAR PEGADO A DOS HOMBRES Kike Turrón.
Guardo tres fotografías de este proyecto. La primera es en el bar Santana: salen sus protagonistas –Quique y Jose-– de cuerpo entero y muestra sus caras, que transmiten una mezcla de escepticismo y duda al contarles el plan de trabajo para realizar este volumen. Otra recoge conversaciones telefónicas que unen Segovia y Madrid y que dan como resultado folios de nombres y contactos. En la otra, la tercera instantánea, hecha en una posada cercana, se acerca el zoom hasta ofrecer un plano cerrado de los ojos ilusionados de los citados, unos ojos brillantes que viajaban hacia atrás en el tiempo, retrocediendo hasta el inicio de su historia, hasta el principio de sus días. Ojos de melancolía aderezada con ternura que narran disparates y aciertos, que transmiten osadía y, sobre todo, dicen la verdad. La mirada de dos golfos que saben que han hecho amistad con la suerte. Son esos tres retratos los que han alimentado este libro, los tres pilares que han servido de base para elaborar estas fructíferas memorias del bar Santana, una extraña serie de retratos, con humo de por medio y licores varios, que muestra una mezcla de desconfianza, empeño e ilusión. El grueso de la balanza en el que colocamos a la población estatal que ha gozado o goza de la pretensión de llevar a cabo proyectos personales da el siguiente resultado (desechamos en este análisis a todos los que no tienen ilusiones que defender o en las que recrearse..., que haberlos, haylos): se cuentan por millones los seres que aparcan sus ilusiones vitales llegada cierta edad en aras de otras tareas más aburridas y convencionales; por otro lado, son miles los que, a medias, casi como un hobby, logran seguir erre que erre con sus planes, compaginando sueño y cruda realidad y, finalmente, solo son cientos los que logran con éxito hacer de su pasión un digno oficio con beneficio. Quique y Jose pertenecen a este último conjunto. O sea, un claro ejemplo de rara avis. Os lo dice uno que sabe: para que un proyecto personal llegue a buen puerto es necesario, de entrada, creer en ello. Creer se traduce en este caso como invertir todo tu tiempo y todo tu esfuerzo en ese asunto, sea el que fuere. Cuando el proyecto de uno es el rock, la noche, la hostelería y sus afluentes, además de todo el esfuerzo, uno debe saber divertirse o, al menos, no parecer amargado. También, advierto, la constancia es importantísima para que el sueño de uno se cumpla. Estimados Quique y Jose, al final nos hemos llevado el gato al agua y os hemos convencido para pasar a limpio todo lo que se ha ido acumulando en el almacén del bar Santana (fotos, recortes de prensa, posters y flyers) y en vuestras cabezas, os hemos hecho este primer capítulo de vuestras memorias, con dos cojones y con mucho amor, sabiendo que merecía la pena el resultado, sabiendo que era necesario hacer esto, por vuestro bien y por el de la memoria de la cultura segoviana, esa cultura que no se tiene por oficial ni se conserva en vitrinas ni sabe de horarios normales, esa cultura subterránea que tanto nos gusta y que se puede tocar. Sé que ambos sois gente que da lo mejor de sí mismos y que, ojo, esperáis la misma moneda a cambio. Ha sido ayer cuando llegué por primera vez a vuestro feudo, con calzador, para telonear con mi grupo (los ya separados King Putreak) a Los Enemigos por exigencia de Attraction Management... Desde entonces hasta ahora, vosotros y nosotros seguimos cargando gustosamente con proyectos personales que tiran más que dos carretas, tratando de bebernos el mar, de tocar la luna con la punta de la nariz, deseosos de bailar el penúltimo rock de la noche mientras sale el sol. Ha sido un placer y siempre hacéis que sea un gusto. Muzunce (Oaxaca) Noviembre 2008.
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CERRAR EL SANTANA Kike Suárez ‘Babas’
Cerrar el Santana, o sí, sin dudarlo, cerrarlo una y otra vez, cerrarlo hasta escuchar que ya no hay música, hasta que Jose te barra. Cada vez que he cerrado el Santana es porque ha habido rock’n’roll, lo cual significa haber cumplido conmigo mismo, haber cuajado otra gloriosa jornada haciendo en la vida lo que siempre quise hacer. Lo he hecho bastantes veces y creo que seguiré haciéndolo: cerrar el Santana, por el rock’n’roll. La primera vez que llegué hasta el cierre fue la primera vez que pisé el Santana, la misma noche que King Putreak abrimos para Los Enemigos en una sala de Segovia, creo que en 1996, creo que en la gira «Gas». Después del concierto, de copas por la ciudad, me gustó tanto aquel bar que tenía el organizador del bolo que no me quise ir, y así aguanté hasta el chirriar de la verja del cierre, que yo quise confundir con el chirriar de mis propios dientes. Luego entramos en ese listado de «los anuales del Santana» y King Putreak fuimos varias veces a tocar al bar (en una ocasión también fui con The Vientre). Lo cierto es que pensábamos que éramos auténticas celebridades underground en Segovia, porque reventábamos el bar en cada visita; al tiempo, nos dimos cuenta de que el bar se llenaba siempre, que había tradición. Yo también hice mi tradición: cada vez que toqué en el Santana me cuidé muy mucho de irme el último, después de haber besado repetidas veces a Quique y a Jose, después de eso, repetir los besos y pedir una última para el camino, siempre. Inolvidables fueron las cenas caseras en el almacén-camerino del Santana, donde descubrí en Quique, más allá del eficiente y afable profesional, al pícaro quevediano, hombre a su nariz pegado, lazarillo del chascarrillo, garras de uñas crecidas, morrito fino. Cenas donde paternalmente siempre se me obligó a comer más de lo que el cuerpo me pedía, almacén-camerino al que puntualmente habría de regresar a lo largo de la noche para seguir picoteando. Es curioso, pero el camerino que más recuerdo del Santana no fue uno de los míos, sino el de Nacho Vegas, al que acudí a ver como mero fan y con el que me quedé, junto a Moncho Alpuente, en un largo y agradable rato de plata, tarjeta y chapa al cobijo de aquel reservado. Últimamente he cerrado el bar con los compadres de mesa de debate de Los Encuentros de Músicos en Segovia en mi obligada labor de moderador, con Juankar de Boikot en la primera edición y con Carlos Tarque y Julián Hernández el otro día. Ahora espero paciente a que Segovia abra de nuevo sus puertas a los grupos minoritarios y así presentar mi nuevo grupo, Kike Suárez y La Desbandada, para volver a cerrar orgulloso el Santana pudiéndome decir: hoy hice lo mío. Ahora toca cerrar este libro, no saben ustedes el enorme placer que ha sido hacerlo, o quizás sí, deberían saberlo, que de eso han tratado estas páginas. Quique, Jose, lo hicimos, una vez más lo hemos hecho. Un besaco enorme.
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LOS KIKES Kike Babas y Kike Turrón. Escritores, críticos musicales y músicos, ambos nacidos en Madrid en 1970. Empezaron en fanzines y radios libres a finales de la década de los ochenta, en la actualidad ejercen de críticos musicales (escriben para Zona de Obras, Rock Estatal, Manerasdevivir.com y Pagina-1), biógrafos de músicos de rock (Rosendo, Siniestro Total, Los Enemigos, Boikot, Reincidentes, etcétera) y realizadores de vídeo-clips musicales (Manu Chao, Barricada, Marea, Poncho K, Porretas, Boikot, etcétera). Ambos Kikes fueron componentes de King Putreak, banda de punk-cabaret con la que editaron tres discos (Nadie come del aire, Buitre No Come Alpiste y Por aquí va los tiros). Kike Suárez ‘Babas’ ha publicado en solitario tres libros de relatos cortos, Jirón, El engranaje de las mariposas y Días de Speed a falta de rosas, como cantante se encuentra al frente de Kike Suárez y La Desbandada. Por su parte Kike Turrón ha publicado el libro Al domador se lo tragaron las fieras y se encuentra formando un nuevo grupo.
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INDICE POR CAPÍTULOS Prólogos introductorios El sueño segoviano
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Las paredes del Santana … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … …82 Más de mil noches de rock´n´roll
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LIBRO SANTANA
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MOMENTOS DEL
SANTANA
Arte y música en Segovia (1992-2009) por Kike Babas & Kike Turrón
cubierta santana
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La historia de los hermanos Arranz, Jose y Quique, popularmente conocidos como los Santana, es la palpable demostración de que Segovia es una tierra de oportunidades donde se pueden alcanzar maravillosos objetivos por la vía del esfuerzo y la determinación. Emigrados desde un pequeño pueblo sin más maleta que su enorme capacidad de trabajo y las férreas ganas de hacer cosas, en poco más de década y media han probado que con tesón y confianza en las propias habilidades, con humildad y cercanía para los conciudadanos, con escrupulosa seriedad en un trabajo comprometido con la calidad y, sobre todo, con una ilusionante acometida de cada nuevo proyecto como si se tratase del primero, salen a la fuerza las cosas, las buenas cosas. Es lo que, parafraseando a los estadounidenses, podría calificarse sin lugar a dudas de «vivir el sueño segoviano». A continuación, una breve biografía que cede mayormente la palabra a sus dos protagonistas, palabras llanas que transmiten lo que hay y lo que ha habido: que las modestas paredes del bar Santana en nada se diferencian de tantas otras, salvo en el corazón que late tras la barra, salvo en que esas mismas paredes se cubren de arte con mayúsculas y con minúsculas, pues sabido es que su puerta está abierta a todos. Saben ellos de sobra que de puertas afuera su Santana es una pieza indispensable para entender el puzle cultural de Segovia, un centro seminal de cultura popular. En sus palabras se palpa el amor y el respeto que sienten por su gente y el compromiso que con Segovia se ha tomado: desde su posición de agencia de contratación, Producciones Santana trae año tras año a la provincia a los mejores artistas del país; desde su posición de hosteleros, están rehabilitando alojamientos donde subyace, bajo la sólida construcción, un halo histórico y artístico. Queridas son aquellas personas que se hacen querer. Segovia lo sabe, ellos también: esta es su historia.