cubierta santana
17/12/08
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La historia de los hermanos Arranz, Jose y Quique, popularmente conocidos como los Santana, es la palpable demostración de que Segovia es una tierra de oportunidades donde se pueden alcanzar maravillosos objetivos por la vía del esfuerzo y la determinación. Emigrados desde un pequeño pueblo sin más maleta que su enorme capacidad de trabajo y las férreas ganas de hacer cosas, en poco más de década y media han probado que con tesón y confianza en las propias habilidades, con humildad y cercanía para los conciudadanos, con escrupulosa seriedad en un trabajo comprometido con la calidad y, sobre todo, con una ilusionante acometida de cada nuevo proyecto como si se tratase del primero, salen a la fuerza las cosas, las buenas cosas. Es lo que, parafraseando a los estadounidenses, podría calificarse sin lugar a dudas de «vivir el sueño segoviano». A continuación, una breve biografía que cede mayormente la palabra a sus dos protagonistas, palabras llanas que transmiten lo que hay y lo que ha habido: que las modestas paredes del bar Santana en nada se diferencian de tantas otras, salvo en el corazón que late tras la barra, salvo en que esas mismas paredes se cubren de arte con mayúsculas y con minúsculas, pues sabido es que su puerta está abierta a todos. Saben ellos de sobra que de puertas afuera su Santana es una pieza indispensable para entender el puzle cultural de Segovia, un centro seminal de cultura popular. En sus palabras se palpa el amor y el respeto que sienten por su gente y el compromiso que con Segovia se ha tomado: desde su posición de agencia de contratación, Producciones Santana trae año tras año a la provincia a los mejores artistas del país; desde su posición de hosteleros, están rehabilitando alojamientos donde subyace, bajo la sólida construcción, un halo histórico y artístico. Queridas son aquellas personas que se hacen querer. Segovia lo sabe, ellos también: esta es su historia.