Standdart #3

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DIRECTOR Hugo Izarra

SUBDIRECTOR Rodrigo Marchal

DIRECTOR DE ARTE Diego Durán

DIRECTORA DE PUBLICIDAD Esther Hierro

PRODUCCIÓN Y CONTRATACIÓN José Luis Vilar (Tlf 622 25 00 25) Roberto Rodríguez (Tlf 658 188 255)

COLABORADORES: Alicia López Alonso; Elena González; Frédéric Leboeuf; Greg Gold; Joan Costell; Jordi Corominas; Luis González Vayá; Luis Mey; Luis Montero; Luisa Sánchez; Mark Sinclair; Miguel Sanfeliu; Montero Glez; Patricia R. Calpe; Rebeca Yanke; Sal Duluoz; Sr. García; Víctor Andresco FOTOGRAFÍA:

Alberto García-Alix; Archivo LIFE; Bob Gruen; Bruce LaBruce; Cristina Arrigoni; Daniel Mordzinski; Diego Durán; Erik Weber; Fátima Ríos; Frédéric Fontenoy; Gervasio Sánchez; Greg Gold; José Luis Serzo; Luis González Vayá; Miguel Núñez; Sal Duluoz; Sandra Vila de Pereda; Stephen Berkman; Sven Creutzmann

TRADUCCIÓN: Alicia López Alonso INTERNET: Magicsoul The Cynical Company

EDITA: SR

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Depósito Legal: C 4028-2010

ALBERTO GARCÍA ALIX [06] PEDRO JUAN GUTIÉRREZ [16] D

SERZO [38] BRUCE LABRUCE [46] AJO MICROPOETISA

SANDRA VILA DE PEREDA [63] MIGUEL NÚÑEZ [68] PA

BERKMAN [88] METAGUÍA: ODESSA [95] DANIEL M

FRÉDÉRIC FONTENOY [118] RICHARD BRAUTIGAN [126] CA


Versión en PDF

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Bruce LaBruce

SPECIAL THANKS Almudena Velasco • Bob Gruen • Cristina Arrigoni • David Hierro • Esther Hierro • Gemma Martínez • Gloria Rodríguez • Greg Gold • Inga Pellisa • Iria Rebolo • Jan Martí • James Womack • Jorge Armesto • Juan Manuel Larumbe • Manuel Toro • Mario Muchnik • Montero Glez • Montxo Armendáriz • Núria Costell • Núria Torrente • Pepe Ribas • S. Antón Ríos • Sergi Bellver • Sven Creutzmann • Víctor Andresco • Willie Nile

DOMINICANA GONZO [24] ELLIOTT MURPHY [30] JOSÉ LUIS

A [56] THE AGE OF PLASTIC [61] ILUSTRACUENTOS [62]

ATRICIA R. CALPE [74] GERVASIO SÁNCHEZ [81] STEPHEN

MORDZINSKI [104] LENNON'S LOST WEEKEND (II) [112]

ARTA DE AJUSTE [134]



¿QUERÍAS PAPEL? Pues ya tienes papel Papel del bueno

STANDDART te necesita

¿Querías leer tu revista sin dejarte la córnea? Empieza cuando quieras. ¿Querías recomendársela a tus vecinas? ¿Presumir de ella en el transporte público? ¿Llevártela al cuarto de baño? ¿Abanicar a tu abuela? Ahora puedes hacerlo.

Más de 80.000 lectores de todo el mundo han consultado nuestra revista en su anterior formato digital abierto. De entre esas 80.000 personas sumamos 5.000 amigos y 2.500 admiradores en Facebook. Nuestra actividad se multiplica, además, en las distintas redes sociales como MySpace, Twitter, Tumblr o YouTube.

Porque ya estamos aquí, en soporte físico, y hemos venido para quedarnos. A partir de ahora, conseguir Standdart en papel te costará muy poco. Sólo 4 euros* si te suscribes o 5’5 si prefieres esperar a conocer los contenidos de cada número antes de comprarla. Nosotros te la enviamos a casa. O, si no te importa seguir poniendo a prueba tu córnea y tu paciencia, puedes continuar descargándote la versión en pdf de la revista por sólo 1 euro. Desde nuestra página, nuestro centro virtual de operaciones: http://standdart.com Desde el próximo enero podrás aprovecharte de las ventajas de ser parte de Standdart: además de recibir tus 4 revistas anuales, tendrás acceso a contenidos exclusivos (audios, vídeos, fondos de escritorio, descargas de números atrasados en pdf, banco de imágenes, etc.) por sólo 16 euros* al año.

Pero el futuro no se escribe en fibra óptica, ni está codificado en lenguaje html; el nuestro, al menos, se escribe en papel. Porque no negamos que Internet nos abre un mundo de posibilidades, pero hay sensaciones que sólo un montón de celulosa prensada es capaz ofrecer. Por ese motivo, y porque somos unos románticos, esta apuesta por la vuelta a los orígenes de la comunicación era una necesidad vital escandalosa. Y también por eso, ahora más que nunca, Standdart te necesita. Porque, si queremos mantener este formato, necesitamos todos los apoyos posibles. Y de todos, tu fidelidad es lo más importante. Por nuestra parte, prometemos mantener el nivel mientras no podamos elevarlo. Nuestra mayor satisfacción es cautivarte; nuestro único objetivo, recompensar tu lealtad con entusiasmo. Y estamos en condiciones de ofrecerlo. Ya hemos dado el primer paso.

Y tú, ¿quieres papel?

* Gastos de envío no incluídos. * A partir del 10 de enero de 2011. Los precios varían en función del destino.


Fotografía

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Su universo personal ha trascendido hasta elevarse por encima de la categoría de arte. Él lo sabe, pero no quiere darle demasiada importancia. Es consciente de que hoy estamos aquí y mañana allí, y de que a algunos, como a él, sólo la obra podrá redimirlos. Hasta entonces sigue cumpliendo condena y condenando a los demás a verse reflejados en el espejo del tiempo.


Texto: Mark Sinclair Imágenes: Alberto García-Alix

aírogetac al ed amicne rop esravele atsah odidnec etneicsnoc sE .aicnatropmi adaisamed elrad ereiu arbo al olós ,lé a omoc ,sonugla a euq ed y ,ílla an odnanednoc y anednoc odneilpmuc eugis secnotn .opmeit led ojepse le ne sodajelfer esrev a sámed


Alberto García-Alix

Fotografía

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Mi hermano Carlos (1984)

uando uno tiene ante sí la oportunidad de sentarse a hablar con el genio trasnochado y desafiante de GarcíaAlix, sólo le quedan dos opciones: huir o guardar distancia. Yo elegí, un poco por temeridad, un poco por falta de remedio, lo segundo. Pero la ocasión es rara, y todo aquel que haya asistido a sus silencios de lija lo sabrá. La ocasión es única e irrepetible. Y extraña, mucho también. Muy pocos fotógrafos vivos pueden presumir de ser leyenda antes de abandonar el planeta. Y García-Alix es uno de ellos. Desde hace años, su apellido compuesto se escribe siempre en letras de caja alta. Su epitafio cicatricial lo hemos tomado prestado del verbo bueno de Montero Glez, capaz de radiografiarlo como dios en seis palabras. El resto ya es cosa suya. Nuestra, en realidad, a estas alturas.

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Soy fotografo para poSitivar la vida ante miS ojoS y celebrarla Confiesa: ¿Eres fotógrafo para vencer a la muerte? ¿A la muerte, vencerla? ¿Cómo? No sé de nadie que lo haya logrado. Hablar así, de vencer es una entelequia. Soy fotógrafo para positivar la vida ante mis ojos y celebrarla... ¡Viva la madre que la parió! ¿Ya no piensas, entonces, que morir es mucho mejor que no tener recuerdos? Morir, luego no hay más. Nuestros recuerdos serán de otros. Pero vivir sin recuerdos


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Alberto García-Alix

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Arriba, Estrella, 20 años después (2010). Abajo, Quinceañera

Solo mamando de la teta madre puedo alimentar mi mirada no es posible, la desorientación y el caos serían terribles. Realmente, tu trayectoria dice de ti que no sabes vivir del recuerdo. Aún así, si tuvieses que elegir un momento de tu vida, una sola escena, ¿cuál elegirías? Ayer, la mujer que quiero entre mis brazos. Y el viento en mi cara cuando viajo en la moto. Mujeres, motos, fotografía… ¿Por ese orden? ¡Joder! Qué necesidad tenemos de preguntar tonterías. Ninguna, así que paso a la siguiente pregunta. Muy bien. ¿Te molesta haberte convertido en un personaje? ¿Que la sombra de tu nombre ocupe el mismo espacio que el peso de tu obra? Me es igual. ¿Personaje? Un desastre, eso es lo que soy. Sombras y luces. Me redimirá la obra, eso espero. Montero Glez dice algo estupendo de ti cuando te describe. Dice que llevas una cicatriz de espejo en la mirada. Bonita poesía de Montero. ¡Que le den de beber! ¡A mi salud! ¡Y a la mía! Pero dime, ¿es realmente en la mirada donde llevas tu mayor cicatriz? No, las cicatrices las llevo en el cuerpo y en el alma.


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A la izquierda, Morbella en Formentera (1998)

Tú también tienes alma de poeta. De poeta y de narrador. Tengo un qué sé yo que busca expresarse narrativamente. Poeta de la teta madre, todo hay que decirlo; solo chupándola puedo alimentar mi mirada. Gracias a tu última exposición en Es Baluard sabemos lo más cerca que has estado del paraíso. Pero, ¿y del infierno? ¿Dónde está el infierno exactamente? El infierno que conozco está dentro de mí y lo visito con asiduidad. Allí me tuteo con mis demonios. De todo les digo. Les ruego, pero no me salvan de mí mismo. ¡Ay Dios! ¿En qué acabará esto? En la de negro, en la innombrable. En ésa que no rehuyes y está presente en muchas de tus fotos. Yo sí creo que tu obra, más que redimirte, te hará inmortal. Otra cosa es que tú seas humilde y no quieras admitirlo. Humilde sólo en algunas cosas, el trabajo por ejemplo. Pero en otras peco de soberbia y de orgullo. Dime, ¿en cuáles? ¡Hostias! Me pides una confesión y hoy no tengo el día apropiado para lastimarme. ¿Qué te ha traído hasta aquí, hasta este punto tan alto? Siempre hablas de trabajo, pero nunca de talento. Talento, un poco, sí. Pero también coraje y perseverancia para seguir mi camino y, quizás, una estrella. ¿Acaso te avergüenza ser tan bueno? No soy santo de mi devoción, pero he edu-

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Alberto García-Alix

Fotografía

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Camarón

el infierno que conozco vive dentro en mi y lo viSito con aSiduidad cado durante treinta años mi ojo y mi sensibilidad para acercarme. Aún así, tampoco es algo que me haga feliz. Mapplethorpe, Frank, Airbus, Penn, Avedon y Witkin. Te dejo que elijas sólo uno. Dime: ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Pues eso, a todos ellos les debo amor por su fotografía.

sentirme, ésa es la búsqueda. Y a veces es tensa y dolorosa.

Reconoces que hay algo de masoquismo en tu trabajo. ¿Cómo sufres más, con la cámara delante del ojo o huérfano de ella? En cuanto tomo la cámara me veo obligado a mirar, a reflexionar sobre lo que miro y

Explícame eso del pellizco en el estómago, que me encanta. ¿Sólo enfocas lo que te cautiva? No siempre, pero cuando ese pellizco se hace sentir a través de la cámara, no hay más que apretar el disparador.

Siempre adviertes a los que intentan seguirte que no lo hagan, que también tú estás perdido. ¿A quién o a qué sigues tú? Es cierto que siendo muy joven tatué en mi brazo “No me sigas, estoy perdido”. Había tatuado un demonio, pero no lo supe o no fui consciente hasta treinta años después. Hoy ya no estoy perdido y continúo, como siempre, siguiendo los impulsos de mi corazón.

montero glez

con el pasado por delante Mucho antes de que existieran los relojes y las máquinas de fotos, vino Heráclito a contarnos el paso del tiempo. Lo hizo con palabras, sirviéndose de la imagen de un río. “Nadie se baña dos veces en el mismo río, pues nuevas aguas corren tras las aguas”, dejó dicho. Siglos después y de manera parecida, el fotógrafo Alberto García-Alix sigue contando el paso del tiempo. Lo hace con imágenes que igual saca de una cartuchera colgada de una pared como de un

muñeco de futbolín cubierto de herrumbre o de una mano tatuada con la estrella de David y la luna mora. Metáforas con las que el fotógrafo logra detener el tiempo y la mirada. Hay una nostalgia salvaje en cada una de sus fotos, ya sea en un par de zapatos gastados por el uso o en la carne en cautiverio de una mujer amarrada a una silla. Sus exposiciones son una sucesión de imágenes que nos llevan de viaje. Un paseo donde


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Fina (1978)

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Corazón que llevas escrito por toda tu piel. ¿Siguen siendo las tres de la tarde en tu reloj? Las tres de la tarde es la hora de la misericordia. De la crisis. A las tres, Jesús murió en la cruz y las tres de la tarde es la hora que divide el día. A partir de entonces, el día comienza a morir. Esto me dijo una mujer en Bogotá al ver el tatuaje que llevo de un

reloj con esa hora y yo eché cuentas y me entendí a mí mismo, en aquel momento. Para un maestro de la luz como tú, ¿por qué el ocaso es tan importante? Sin ser maestro de nada, sé que el ocaso está en la naturaleza de las cosas y que la luz nos deja ver y sentir. Lo he aprendido en carne propia.

Dime una cosa: ¿Conoces algo que duela más que el dolor? El dolor físico duele menos que la soledad. La falta de amor, no es moco de pavo, que se dice, y la desesperación o la falta de esperanza desangran. Y no quiero seguir. Y el amor, ¿de qué forma te ha tocado? ¿Nunca te ha sucedido con la fotografía

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hay una nostalgia salvaje en cada una de las fotos de garcia alix nos reciben rostros en blanco y negro, algunos ocultos tras una máscara mientras que otros esconden los ojos detrás de un chuchillo. Estímulos visuales que acarician lo más oscuro. Fotos que descubren el hechizo venéreo de una mujer que reta a la cámara, o esa otra donde aparece la misma mujer con el cuerpo forzado hasta conseguir una apariencia natural, sin límites. Al igual que un artista de la cuerda floja, Alberto García-Alix mantiene el equilibrio

entre lo real y lo imaginario, entre lo bello y lo obsceno. Porque sin duda alguna es un contador de historias, un narrador puro que juega con el tiempo a la manera de Heráclito, como si tuviera todo el pasado por delante. En los últimos años, su trabajo me ha acompañado. En especial las fotos que le hizo al Camarón, convirtiendo al de la Isla en lo que ya sería para siempre. Fotos donde quedaría reflejada la encarnadura del

cantaor, gastada ya por el dolor y la risa. Retratos en blanco y negro que le tiró a José y donde el cantaor mira a cámara con hondura de mar bravo. Imágenes que han trascendido fronteras y que, vistas ahora, me arrastran hacia lo que Federico García Lorca denominó la terrible noria del tiempo. Se mire por donde se mire, lo que Alberto García-Alix viene a decirnos en cada una de sus fotografías es que, al final, el paso del tiempo es lo único que perdura.


Alberto García-Alix

Fotografía

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Arriba, Xuri en trance (2000). Abajo, Náufrago (2006)

hoy ya no eStoy perdido y aun Sigo loS impulSoS de mi corazon igual que a esos escritores atormentados incapaces de escribir cuando son felices? El amor me toca los cojones, en el mejor sentido. Pero, ¿qué es la felicidad? La felicidad intuyo lo que debe o puede ser. Es más, la deseo y la busco. A ratos, creo que encuentro algo parecido, pero más tarde o más temprano se va. Es volátil. Como tú mismo. Tu vida se mide más en kilómetros que en años o meses. Ahora, por ejemplo, estás en China, demostrando que conoces el lugar “De donde no se vuelve”. Quién te iba a decir, cuando eras niño, que algún día llegarías tan lejos. De niño no imaginaba nada respecto a mi futuro. Ni jamás tuve ambiciones, excepto la absoluta certeza de que, cuando fuera mayor, me movería en moto. ¿Has cumplido tu sueño o todavía es pronto para saberlo? ¿Sueños?... Hoy el único que albergo es mejorar como persona y ser feliz. Cuándo hablas de mejorar como persona, ¿es porque te arrepientes de algo? No, todo me lo he perdonado. Ego te absolvo! Ya sabes. De arrepentirme, sería de no haber sido capaz de encontrar esa felicidad por culpa mía. Yo me entiendo.


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‘Mi primera noche en Italia’ Entonces, estás en paz con tu pasado… No conozco la paz. Los pájaros que de siempre anidan en mi cabeza pían a todas horas. Ni te lo imaginas. ¡Qué ruido! Me vuelven loco. Además, una resonancia de graznidos de otras generaciones de pájaros se une al concierto. ¡El pasado! Pío, pío. Ahora me vas a permitir que hurgue en una herida que jamás debiera cicatrizarse. ¿Qué me dices del Canto de la Tripulación? ¿Hurgar en una herida? ¿En qué herida? El Canto no es herida, es alegría. Fue una aventura para navegar los Siete Mares. El banderín de enganche tenía su sede en la Calle Martínez Corrochano, 14. ¡Alístate a

la marina! Y los que firmaban, se ponían a remar. ¿Qué falló en aquella travesía, además del viento? Las fuerzas. Durante diez años lo hicimos y eso cansa a cualquiera. Pero fuimos lejos, vimos mundo, huracanes y sirenas... ¿Nunca has pensado en retomar el timón? Retomar el timón, ¿dices? No, hoy soy ferroviario. No te entretengo más por hoy, que te esperan los chinos. Háblame de lo que vendrá. ¿Qué toca ahora? ¿Dónde tendremos que ir para verte? ¿Qué harás?

que el ocaSo eSta en la naturaleza de laS coSaS lo aprendi en carne propia Vendrá lo que tenga que venir y al son que le toca. Hoy estoy aquí y mañana, allá. Para verme, dices… Pues, lo de siempre, aquí, en el circo. El número de los pájaros de mi cabeza, paseando y piando por la cuerda floja aún gusta. ¡Pío, pío! Que cumplas tu sueño, Alberto. ¡No me jodas!


Pedro Juan Gutiérrez

Fáctotum a su pesar Texto: Hugo Izarra Imágenes: Sven Creutzmann y Daniel Mordzinski

Más de una década después de que embarrase nuestras conciencias con su “Trilogía sucia de La Habana”, Pedro Juan Gutiérrez regresa pletórico a la literatura de ficción. Lo hace con ánimo renovado, nuevos escenarios y la cabeza tomada por un mundo repleto de personajes amargos y bulliciosos que, confiesa, apenas le dejan dormir.


Š Sven Creutzmann


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Literatura

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oporta estoicamente el encasillamiento forzoso al que le someten quienes aún siguen refiriéndose a él como “el Bukowski caribeño”, una vieja estrategia editorial que, lejos de hacerle enfadar, le provoca una sonrisa. Cierto es que, a lo largo de los últimos quince años, se ha erigido como abanderado del mejor realismo sucio, pero él atribuye esta predilección por los ambientes marginales y malditos más a la coherencia que al deseo. La pobreza le ha rodeado siempre y en más de una ocasión le rugió tan cerca que se le pegaron las tripas. A pesar de haberse revelado como auténtico factótum a lo largo de su vida (ha sido obrero agrícola, zapador especialista en demoliciones, profesor de dibujo técnico, dirigente sindical, constructor, locutor, periodista y actor de radio, entre otros muchos oficios) supo desde muy pronto que era a la escritura a lo que quería consagrar su vida. Luchó por fabricarse su propio destino y lo logró. Ha escrito sin cesar desde entonces. Por eso no es extraño encontrarle con las manos manchadas de tinta, como ahora. El otro día, leyendo los Cuentos de Sherwood Anderson, no pude evitar acordarme de ti. Siempre que tienes ocasión lo mencionas, tanto en tus libros como en tus entrevistas, como ejemplo de literatura directa y atemporal. Sí, porque tuve la suerte de leer -con apenas 16 años, quizás, o menos- su libro de cuentos “Winesburg, Ohio” y “Desayuno en Tiffany's”, de Truman Capote. Además de “Los héroes no vuelven”, cuentos de Erskine Caldwell, muy antipatrióticos, por cierto. Me marcaron para siempre. Eran

tan naturales, tan sinceros, que me dije: así quiero escribir yo algún día. Y por ahí leí una selección de cuentos de Chéjov y “Bola de sebo” y otros cuentos, de Guy de Maupassant. Uf, completo. Ya, ¡ésa era mi estética! Completado con todas las películas que veía cada semana en los cines de Matanzas: Truffaut, Renoir, Kurosawa, Godard, Forman y Polanski (uno en Praga todavía y el otro en Cracovia), Wajda, Bergman, todos los italianos... Soy un privilegiado por haber nacido en 1950 y vivir

en un país pequeño pero muy especial. Muy especial. Tanto que muchos aún se piensan que es sobre Cuba sobre quien giran tus novelas… En realidad escribo sobre la pobreza. Estoy convencido de que ése es el asunto que más me interesa, o más me aterra y me jode en la vida. Cuando tenía 19 años tuve un bellísimo romance con una muchacha de un barrio de las afueras de La Habana. Aquel romance duró tres o cuatro años, de


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Escribo sobre la pobreza porque es el tema que más me aterra y me jode en la vida un modo intermitente. Cuento algo de esa familia y de ella al final de “El nido de la serpiente”. Ella quería estudiar medicina. No logró nada en la vida. La pobreza y el subdesarrollo la hicieron encontrarse con tipos muy machistas después que nos separamos. Tuvo dos hijos. Todo se complicó, empezó a trabajar y en fin, ahí está. La vi hace un par de años y me quedé asombrado. Tiene 60 años, como yo, pero parece que tiene 75. Desde aquel momento supe que quería contar esa historia: cómo la pobreza y el subdesarrollo le joden la vida a la gente y la vida es breve, se te va trabajando en cualquier mierda para ganar unos pesos al día y cuando vienes a ver ya estás con 70 años y te mueres pal carajo. Y vas bien si llegas a 70. Desde luego, me tomó mucho tiempo aprender a escribir. Eso sucedió cuando yo tenía 19-23 años, pero no sabía cómo escribir la novela. Creo que comencé a escribir bien a los 44 años, cuando empecé a escribir “Trilogía sucia”. Dices que la novela es la tarea que más esfuerzo te exige. No obstante, publicaste con un ritmo frenético durante los últimos tiempos -15 libros en 13 años-, ¿cómo consigues vencer a la desidia que, en mayor o menor medida, nos invade a los latinos? No creo que los latinos padezcamos de desidia. Si naces en el fondo de un pozo o bien te quedas ahí toda la vida o decides salir adelante con tus propias fuerzas y tu talento y tu capacidad. Y el revés se convierte en energía positiva. Yo tenía mucha furia, rabia y frustración personal, ideológica y política cuando empecé a escribir “Trilogía sucia” en septiembre de 1994. Llevaba cuatro años pasando hambre, hambre, hambre, y mucho más. Esa energía

Me tomó mucho tiempo aprender a escribir. Creo que empecé a hacerlo bien a los 44 ayuda a trabajar como un poseso. Y por otro lado me di cuenta de que al fin estaba escribiendo bastante bien o al menos de un modo aceptable. Me llevó treinta años aprender a escribir desde que a los 18, en 1968, había decidido ser escritor sobre todo lo demás. En realidad quería ser arquitecto, ganarme la vida con la arquitectura y mantener mi escritura en secreto, como algo muy privado. No me hice arquitecto sino periodista, hice un curso de cinco años en la Universidad de La Habana, para trabajadores, lo que después se llamó “a distancia”. Recibíamos clases sólo el miércoles de cada semana. Yo era periodista en radio y TV en esa época. Y fue una bendición el periodismo para mi escritura de ficción. Eres un escritor atípico en muchos sentidos. Una de las cosas que más admiro de ti es la forma en que recelas del ambiente literario, cómo huyes de la pose de escritor sesudo y pretencioso, del establishment y sus castas. En España es difícil encontrar a un autor que no caiga en esas redes. Sí, porque la gente necesita dos cosas: alimentar su ego y verse continuamente en los periódicos, en las revistas, en la TV, diciendo cosas, opinando. O de jurado en los concursos para decidir y emitir juicios. Eso les

engorda el ego. Y, por otro lado, necesitan dinero, entonces se prestan a lo que sea. ¡A lo que sea! Es así en todas partes, no sólo en España. En Cuba es igual y en México y en Brasil, etc. Y no sólo con los escritores sino con todo el mundo. No quiere decir que yo sea un santo especial. Pero me cuido muchísimo de no caer en esa trampa. No me interesa. Me molesta. Hace un par de años uno de los dos periódicos españoles más importantes me propuso tener un blog y que me pagaban no sé cuánto al mes. ¡Ni a jodía! Les dije que no me interesaba. Sólo quiero escribir mis libros, pintar, templar con mi mujer, irnos pa la playa, cosas así. Y que nadie me conozca. Ayer, en una librería, dos empleados me reconocieron. Una chica y un chico. Ella se puso muy nerviosa y no atinaba. ¡Quién sabe lo que se imaginaba al leer mis libros! Y de pronto me tenía delante. Mi mujer se dio cuenta de que la chica estaba temblando. Para mi fue embarazoso. No me gusta ser reconocido. También evito el otro extremo: Salinger, por ejemplo, creo que era un neurótico demasiado arrogante. ¡Esconderse y huir de la humanidad! Como Pynchon, pero yo creo que los que toman la determinación de ocultarse de esa forma tan escandalosa sólo buscan otro tipo de publicidad. Publicidad inversa, generar una leyenda alrededor de su figura. ¿Cómo crees que serás recordado tú cuando ya no estés? Nunca pienso en el futuro, ni me lamento por el pasado. Vivo en el presente. Siempre tengo muchos proyectos entre manos. Por ejemplo, ahora mismo escribo una novela y tengo tres o cuatro más en proyecto para las que tomo notas, incluido un posible tomo de memorias. Memorias de algunos

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Veintiséis años de periodismo es mucho. Hay que dejarlo a tiempo o te come las entrañas momentos bien seleccionados, nada de pesadeces cronológicas. Estoy pintando unos cuadros y tengo muchos poemas regados en libretas de apuntes que ya debiera empezar a organizarlos en una carpeta. Además de que hago natación o ejercicios físicos todos los días, leo mucho, contesto largas entrevistas para mis amigos de Vigo y de veinte lugares más, y un largo etcétera. Así que no tengo ni idea de qué pasará con mis libros. Aunque, claro, me gustaría que algunos se siguieran publicando un poco más. Unos cuantos años más. En alguna ocasión has acusado a los escritores españoles de una asombrosa falta de pragmatismo. De hablar mucho para decir poco. O no decir nada. Claro. Aquí hay otra tradición. No se dan cuenta, pero el Siglo de Oro los marcó a fuego. Más que barrocos son rocambolescos. Además, está en el hecho de ser español: la gente habla, repite, regodea, utiliza metáforas, se escuchan a sí mismos con placer y siguen hablando y hablando. Uf, aburren. En México pasa lo mismo: hablan demasiado. Total para nada. Para perder el tiempo. Fíjate que aquí no hay tradición de cuento. Y, en cambio, continuamente aparece un señor o una señora que publica una novela de 800 o de 1.200 páginas y se queda tan fresco como una lechuga. En Cuba somos mucho más tajantes y directos y no nos andamos por las ramas. Pero además, yo fui periodista de agencia de noticias, y antes de radio y TV. Así que no puedes andar con soliloquios. ¡Al grano! Mencionas tu experiencia como periodista y no puedo pasar por alto tu periplo de años en “Bohemia”. ¿Cómo se explica que,

Si no traicionamos, no avanzamos: nos quedaríamos siendo fieles eternamente, en el mismo lugar después de haber alcanzado el éxito como escritor, te pusiesen de patitas en la calle? En octubre de 1998 vine a España a presentar “Trilogía sucia de La Habana”. Tuvo una prensa enorme. Yo repetía que no tenía nada que ver con la política. Que era un libro de cuentos. Pero todos los comentarios eran sobre el matiz político del libro. Por supuesto, ningún escritor es inocente. Yo sé que es un libro del que se puede hacer una lectura política, pero es una simplificación. No obstante cada quien lee lo que quiere, o lo que puede. Cada quien reescribe su propio libro. De ese modo, las feministas me machacan, los antropólogos dicen que es antropología, los periodistas que sólo son memorias de los años del hambre en Cuba, y los funcionarios cubanos de la prensa vieron política a pulso en el libro. Cuando regresé a La Habana, en enero de 1999, me echaron a la calle. Sin explicaciones. Por suerte me defendieron en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC). Siempre hay gente honrada y con criterios propios. Me defendieron y uno de ellos me dijo: “Bueno, Pedro Juan, alégrate, ahora tienes todo el tiempo para escribir”. Y así fue. Veintiséis años de periodismo es demasiado. El periodismo hay que dejarlo a tiempo. O te come las entra-

ñas. Así que a la larga les agradezco la gentileza que tuvieron. Sí que es cierto que existe una tendencia bastante extendida a preguntarte acerca de política, como si en lugar de un creador de ficción, un novelista, fueses un analista o un politólogo. Ya sabes: política, fútbol y consumo. El triángulo perfecto para imbecilizar a la gente. En el caso de América es el béisbol. Por eso a la mayoría de los políticos no les gustan los intelectuales, porque tenemos criterios propios y, generalmente, hablamos en voz alta y tenemos mucha gente que nos escucha. Un escritor es, ante todo, alguien que ayuda a pensar a los demás. Piensa él mismo porque está lleno de dudas y preguntas (sin respuesta casi siempre) y contamina a los demás con esas dudas. Por eso no hablo de política. Les haría el juego a los políticos con su enorme ego y arrogancia. Quieren que todos hablemos de ellos. Bien o mal. Les da igual. Lo importante es que nadie los ignore. Regresando al tema del estilo, no deja de ser gracioso que, a pesar de que tus máximos referentes literarios son genios tan laberínticos como Kafka o Cortázar, te acabases decantado más por la senda que marcan los Carver, Fante, Bukowski, Dos Passos o el propio Anderson. Es que son geniales. Kafka parte de una idea descabellada pero simple y escribe 200 páginas intensas que te dejan noqueado y Cortázar es el absurdo total. Mi librito “Melancolía de los leones” está dedicado a ellos dos. Pero los dioses se veneran en un altar y nadie intenta convertirse en dios. Así que no los voy a imitar, prefiero seguir


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mi camino, más cercano a esos americanos pragmáticos, que usan el lenguaje de un modo funcional y eliminan el merengue y los adornos, para no ser empalagosos. Me aterra repugnar al lector o engañarle dando vueltas que no conducen a ninguna parte. Por eso me siento tan bien en la poesía, porque destilas todo lo posible la idea. Escribo haikús. Y son deliciosos. Aunque prefiero leer los de Basho y los otros japoneses. Son mejores que los míos. En realidad, yo sólo imito a Basho. Es un juego.

Pues juguemos. ¿Cuál es el último poema que has escrito? Tengo muchos escritos en las últimas páginas de mi libreta de apuntes (una especie de diario que me ayuda a organizarme cada día porque las ideas me aturden). Te leo uno:

Insisto en el silencio y la lejanía, como un

LOS DADOS SIGUEN RODANDO

Abajo mi mujer escucha música africana.

Pienso alejarme más aún.

No se imagina

Pero es inútil. Los tiburones se mueven incesantemente. Hasta dormidos siguen nadando. El látigo a mi alcance. Y el whisky. Se hace de noche. Oscurece y ya no veo mi letra pequeña. vicio.

Trabajar en el campo, en un barco de pesca.

que yo de nuevo organizo una conspiración

Olvidar la poesía.

mientras lanzo los dados sobre el tapete

Desaparecer en la tierra.

verde.


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Me da la sensación de que, de cuanto has escrito, “El nido de la serpiente” es tu novela más autobiográfica. Siempre has reconocido que juegas a la confusión con tus personajes, que partes de un Pedro Juan ficcionado y dejas que sean los propios personajes los que enfrenten sus destinos. Pero hay demasiadas coincidencias con tu vida, con tu formación como escritor y tus recuerdos de hijo del heladero. Sí, todo está calculado en mi deseo de mezclar arte y realidad de tal modo que nadie pueda separar los campos, confundir, enredar, burlarme del lector. Y en ese juego me burlo de mí mismo y el personaje se mete debajo de mi piel. Hay gente que me tiene miedo, traductores, periodistas, etc. Creen que yo soy un hijodeputa borracho, agresivo, furioso, indecente, maleducado. Y en realidad es todo lo contrario. Los traductores sobre todo me eluden. Supongo que suavizan mis textos pero como yo no puedo leer en hebreo o en alemán o en finlandés o noruego, etc., pues nunca me enteraré de que me traicionan y después no quieren conocerme ni mirarme a los ojos. Como si las traiciones fueran tan

Precisamente, la novela arranca con una cita de otro poeta, Charles Bukowski. ¿Te molesta que te comparen constantemente con el viejo Chinaski? No me molesta. Lo he explicado cientos de veces: mi editor español inventó eso para poder introducir a un autor cubano, desconocido, con un libro tan brutal como “Trilogía”. Y ya. Todos lo repitieron. Pero no me molesta. Me gustan sus libros. Un tipo desenfadado, que convirtió su propia vida en una obra de arte perdurable. Y no lo reconocen en USA. En los medios académicos nadie lo considera. Murió en 1994. Por cierto, él murió en marzo de ese año, creo, y en septiembre yo empecé a escribir la “Trilogía sucia”. ¿Casualidad? Hace 16 años, y ahora es tan outsider como cuando estaba vivo. Así que es una obra perfecta. El escritor que no existe.

do más hacia esa vertiente outsider por la que tantos os siguen asociando? Nunca he pensado sobre ese tema de “imagen”. Lo que sí sé es que muchos editores (no sólo en Cuba) se asustan con mis libros. En Alemania unas ocho o diez editoriales rechazaron mis libros, hasta que salió una larga entrevista conmigo en “Der Spiegel” (y yo salí en una foto desnudo en la azotea de mi casa, la hizo Sven Creutzmann) y al otro día varias editoriales se disputaban los derechos, que finalmente se subastaron. Todo muy divertido. Yo me divierto mucho con los hombres de negocio. Y si son de los pesos pesados que usan trajes negros y viajan en primera en los aviones me divierten mucho más. La vida es una obra de teatro, como decía Calderón. En Suecia fue peor. Ocho editoriales los rechazaron. Ahora acaba de salir hace unos meses la primera edición de “Trilogía” en sueco. A mi plin de todos modos. Yo sigo en lo mío.

¿Sientes que la imagen que se pretende vender de ti en Europa se sigue orientan-

¿Eso quiere decir que te han levantado el veto allí, después de “Animal tropical”,

importantes. Todos traicionamos. Si no traicionamos, no avanzamos. Nos quedaríamos siendo fieles eternamente, en el mismo lugar.


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Me divierten mucho los hombres de negocio. Y los pesos pesados que viajan en primera, mucho más donde dejabas al descubierto las miserias morales de Suecia y de los suecos? Así es. Y Agneta temblando en Estocolmo. Me llama nerviosa: “Oh, Pedro Juan ahora seguramente van a publicar “Animal Tropical”, ¿dónde me meto?” Y le digo que pida asilo político en Cuba. Personalmente, no creo que quieran publicar “Animal tropical”. En Europa gustan mis libros porque hablo de Cuba, ¿y si me empiezo a burlar de los europeos en su propio terreno? ¿Si empiezo a analizarlos al duro en algún libro? Bueno, pues ya lo estoy haciendo. No digo más. Ya veremos. Por ejemplo hay un libro titulado “Boarding home”, de Guillermo Rosales, publicado por Siruela como “La casa de los locos”, que habla muy mal de un asilo para gente mal de la cabeza en Miami. Bueno pues los cubanos de Miami no soportan ese libro y hacen como si no existiera. Léelo, es uno de los mejores libros de la literatura cubana. Muchas feministas han mostrado también su malestar por la forma en que las mujeres salen paradas en tus novelas. Sí. Normal. Hay una feminista brasileña lesbiana -estuvimos enamorados de la misma mujer, pero ella se acostaba conmigo y sólo jugaba con la feminista- que ha escrito horrores de mis libros. Con mucho odio. Pero creo que en el fondo son celos y envidia porque yo seduzco más y mejor. Olvidémonos de las feministas. ¿Qué te libera más, la pintura o la poesía? ¿Son, en algún caso, comparables? Nunca había pensado en esos términos pero creo que las dos me liberan mucho. Desde ayer estoy pintando un cuadro. A cada rato subo, lo miro, le hago algo. O no

He vivido con tanta intensidad que a veces me siento igual que si tuviera 120 años le hago nada, pero le digo algo. O le pongo música. Ahora mismo le puse Beyoncé pa que baile un poquito. Y ahí lo tengo hasta que se seque bien. Los poemas los escribo casi siempre cuando algo me machaca mucho. Es otra cosa. Un cuadro es nada. No sé por qué ni cómo pinto. Pero los poemas siempre salen de la preocupación, de las obsesiones. Una novela no. Una novela es demoledora. Ahora estoy escribiendo una y tengo que cuidarme mucho porque esa gente está dentro de mí y no me suelta. Por eso no puedo darle mucho largo a las novelas. Seis meses ya es mucho. Escribiendo, porque pensando y tomando notas antes son años y años. Pero lo jodío es cuando empiezo a escribir. Por eso me gustan más los cuentos porque escribo un cuento de una sentada y en total -preproducción y post- serán 15 días a lo sumo, o una semana. En tu caso, hay un momento en que poesía y pintura se entrecruzan y se funden. Ahora mismo estás revisitando a Magritte, sin dejar de lado el abstraccionismo matérico. ¿Qué perdura hoy de aquel joven al que prohibieron ingresar en la Escuela de Artes Plásticas de Matanzas y más tarde en la Escuela Nacional de Arte?

Lo que queda es otro Pedro Juan absolutamente distinto, pero conservo algo esencial: la capacidad para jugar como un niño, sin planes, sin objetivos. Es lo que hago con la pintura. Recojo pedazos de metal o de madera en la calle, un tablón viejo, un pedacito de soga. Y los dejo por ahí. Y en algún momento salen cosas. No sé de dónde, pero salen. Casi siempre fabrico mis cuadros. Pintar como pintar lo hago poco. Casi nunca. Hace unos meses vi unas pipas en El Rastro, recordé a Magritte. Compré dos y las dejé por ahí. No sabía qué hacer con ellas. Hasta que al fin, de repente, supe exactamente lo que iba a hacer y salió “Ce ne sont pas deux pipes” y después seguí: Eso no son piedras, esto no es un gallo, etc. Jugando. Me divierto y me río mucho. ¿Te queda algo por hacer en esta vida? Sí, mucho. Aunque he vivido con tanta intensidad que a veces me parece que tengo 120 años, pero todavía quiero viajar un poco por algunos países que me interesan y no conozco. Quiero escribir dos o tres libros más y disfrutar del día a día: nadar, montar bici, caminar por los montes, mirar a las mujeres y hablar con ellas cuando se puede. Escucharlas. Escuchar a una italiana o a una brasileña es lo más sensual del mundo. Escuchar a una francesa puede provocar una erección. Es fascinante. Sobre todo las maduras. Cada vez me gustan más las mujeres maduras. Y envejecer lentamente. Poco a poco, con buena salud, como un viejo monje budista, solitario, silencioso, alejado, lento, escribiendo haikús.

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UN DÍA EN LA GALLERA Texto: Sal Duluoz

A pesar de mis esfuerzos, no fui capaz de conseguir una pulserita para un hotel “todo incluido”. Así que decidí callejear la ciudad hasta acabar a las puertas del genuino templo del mal gusto: una gallera. Sentía curiosidad por conocer el asunto éste de las peleas de gallos, así que para adentro me fui una tarde de domingo


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igue la pelea -anuncia el árbitro, mientras los dos gallos se arrean picotazos con entusiasmo anfetamínico; sin embargo uno de ellos ha recibido demasiado: parece despistado y da vueltas sobre sí mismo. El otro animal observa al tendido con una chulería casi humana: el público grita enfervorizado. Me encuentro en la parte superior de una de las galleras de La Romana, en la Avenida Padre Abreu. Es una construcción con gradas de cemento, rejas y techumbre de madera con los clavos oxidados y vistos: una especie de “Mad Max y la Cúpula del Trueno” en versión tropicutre. Los gallos pelean en un tapete verde rodeado de un círculo de goma; por encima de ellos, los afortunados que han pagado 500 pesos pueden sentarse a pocos pasos de la sangre. Igual hasta les salpica. El local está a reventar. Yo estoy en la grada superior, la de tieso. A mi derecha un anciano arrugadísimo, con un enorme sombrero de paja, como sacado de la portada de “Buenavista Social Club”, observa la pelea: es un habitual; de ese tipo de habituales que no tiene mucho que hacer, de ésos que han olvidado por qué siguen viniendo tres días a la semana. Le pregunto y me sonríe. No me entiende pero me cae bien. Uno de los gallos, el que está más jodido, intenta salir del recinto de juego y cae encima de un tipo del público, que se lo entrega al árbitro; éste se levanta, coge al gallo huidizo y luego al otro, el que parece va ganando, los sostiene uno en cada mano y los suelta a la distancia que fijan sus brazos; luego hace un gesto con la mano autorizando la reanudación de la pelea, como si fueran boxeadores a los que les da licencia para sacudirse. Es un tanto

Esta gallera de La Romana recuerda a Mad Max y la Cúpula del Trueno en versión tropicutre A los gallos parece que se las soplan bastante las reglas de la Federación Internacional de Boxeo

ridículo: a los gallos parece que se las soplan las reglas de la Federación Internacional de Boxeo. El árbitro vuelve a su rincón. Es el personaje más pintoresco de la gallera: lleva un enorme tupé canoso, que mantiene prensado con técnicas más propias del vudú que de peluquería, que lo convierte en un delgado emulador de Don King; luce un bigotillo fino y viste una camisa azul celeste brillante, de un poliéster que imita seda, y por encima se pone una bata blanca que le da un toque farmacéutico muy apropiado. En su rincón observa su reloj, no de mano, no, sino un reloj enorme, de pared, de cocina, que enseña al respetable y anuncia: -Quedan 2 minutos y 15 segundos de pelea. Es cierto, con ese peluco de cuarzo de tamaño sideral a ver quién le discute el tiempo. ¿Quién quiere cronógrafos suizos? Los gallos vuelven a arrearse de lo lindo. El lomo de los animales está pelado, pues son víctimas de una depilación previa al combate que alargue su vida útil: un lomo peludo es como un pezón grande, que incita a ser mordisqueado. El público es, no mayoritariamente, sino absolutamente negro; los dominicanos blancos no parece que se dejen caer por aquí, así que mi presencia, con mi tono de piel rosita guiri, mis clásicos pantalones de pinzas, mi camisa de Polo y mis náuticos marrones pasa de todo menos desapercibida. Pongo cara de local, de experto en peleas de gallos, gritando ante los picotazos, como si los sufriera en mi propio jerolo. Bebo cervezas Presidente de manera continua: el precio es bueno. Llevo tres peleas y todavía no tengo claro cuál es cuál de los gallos. Yo los veo iguales. Como a


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los chinos. Decido preguntarle a una de las camareras del bar. Bajo por las escaleras, esquivando piernas sudorosas y escupitajos “fuera de pista”. En la parte baja de las gradas hay un barril lleno de agua que huele a muerto: parece que es donde lavan a los gallos heridos. Inhalo aire sin pretenderlo y el impacto en mis aburguesadas fosas nasales es demoledor: siento ganas de vomitar y acelero el paso. A la gallera llegué de casualidad, casi

perdido. Pagué cien pesos por entrar y, tras pasar la puerta, me encontré con un parqueo de motos. No lo entendía muy bien hasta que, detrás de mí, utilizando la misma entrada peatonal, pasó una moto con cuatro personas a bordo. Debía ser el parqueo VIP. Atravesé las motos y llegué a la entrada del pequeño recinto; allí, un “wachiman” me dijo que mi entrada era para las gradas superiores. Con el populacho, quiso decir. En el bar alzo la vista y busco a la

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camarera de las tetas más gordas: la información será igual de fiable pero siempre alegran la vista más. Le pregunto cómo va lo de las apuestas y, no sé cómo lo adivina, pero me dice: -¿Tú eres español, no? -Pues sí -admito. Me da otra Presidente y me dice que la espere, que viene conmigo, mientras me toca la manita y me llama “corazón”. Por menos de eso se lió la de Dios en Troya. Sube conmigo a la grada superior y me explica que los gallos son azul y blanco, que llevan una cintita con su color en las patas; no lo tengo muy claro pero digo que sí, y ella cuenta que hay que apostar por uno de ellos. Hago un gesto negativo con la cabeza: no te escucho bien, le digo; se pega a mí y me refrego contra ese par de enormes pechos, que dicen llamarse Madeleine. -¿El gallo que pierde puede volver a pelear? -pregunto. -Si muere no -dice ella y yo enarco las cejas, impactado por la surrealista respuesta que me obliga a beber un buchito corto de Presidente. -Ya me imagino -digo, intentando no reírme-. Doy por hecho que no muere. -Si sobrevive lo apartan durante unos meses: dos, tres o cuatro antes de volver a pelear. Resulta que aquí no hay una banca en la que realizar las apuestas y que las cubra; las apuestas son libres, se realizan entre el público. Un tipo que escucha las explicaciones, que viste un polo de rayas a lo abeja Maya, me dice:

-500 pesos al azul.

Por encima de ellos, los que han pagado 500 pesos pueden sentarse a pocos pasos de la sangre Las peleas de gallos, me dice Madeleine, están prohibidas en todos los países salvo aquí

Madeleine me contempla con arrobo, esperando mi respuesta a este desafío. Uno, que es muy macho, no puede achantarse, así que digo que adelante, pero sólo 200 pesos. Está claro que éste sabe más que yo, así que perderé mis pesitos, pero menos. Arranca la pelea; mi gallo, el blanco, es la repera; se pone flamenco y le arrea una somanta de picotazos al azul que lo deja para el arrastre. A mi lado, el “Abeja Maya impersonator” se menea inquieto, parece que va a perder ante un español despistado. Madeleine me agarra del brazo, me golpea con sus pechos y me anima, al gallo o a mí: no lo sé, hay una comunión total entre mi gallo y yo. Permanezco impasible. De cintura para arriba. El gallo blanco gana. Madeleine y sus tetas botan entusiasmadas ante mi. La abeja Maya afloja la pasta y se retira. Yo bebo cerveza Presidente y me niego a admitir que todavía soy incapaz de distinguir cuál es mi gallo. -Aquí la gente parece que se deja el sueldo -le comento a Madeleine. -Sí, hay gente que gasta mucho dinero. ¿Ves a ésos de abajo? Asiento, observando a los que se sientan en las primeras filas. -Esa gente tiene muchos pesos. La mayoría venden droga, la pasan a Puerto Rico y a Estados Unidos. -Ummm -digo, poniendo cara de experto-. Mejor no meterse con ellos. ¿Las peleas de gallos no están prohibidas?


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-Aquí no. Están prohibidas en todos los países salvo aquí. -Madeleine se bebe su propia cerveza y admiro la concepción relajada del curro que tienen los amigos; ella, como adivinando mis pensamientos, me dice-: Corazón, tengo que trabajar. Espérame aquí, ¿sí? Y ahora vengo de vuelta. Antes de irse me pega un par de tetazos insinuante-amenazantes. No sé si quiere decirme algo -soy bastante malo interpretando el lenguaje corporal- o es que no mide bien las distancias -cosa que les ocurre a algunas mujeres de pechuga generosa-. Huelo a sangre, a pollo desplumado, a la falta de épica de las muertes inútiles. Y al fondo se escucha la voz del árbitro, del Don: -Minuto quince segundos...¡Sigue la pelea!

Un lomo peludo es como un pezón grande que incita a ser mordisqueado Bebo cerveza Presidente y me niego a admitir que aún soy incapaz de distinguir cuál es mi gallo

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Texto: Joan Costell Fotos: Cristina Arrigoni

Tuvo el cielo a sus pies, pero acabó desvaneciéndose bajo las suelas de sus zapatos. Podría haber haber optado por seguir el camino más fácil, pero eligió el complicado. Con más de seis décadas sobre sus espaldas, el incansable y siempre encantador Elliott Murphy, aprovecha un alto en su última gira para regalarnos su pequeño toque de bondad y repasar los pasos que le han traído hasta aquí


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o sabe rendirse. Elliott Murphy es claro ejemplo de que el más mínimo detalle puede allanarte el camino o convertirte en corredor de fondo. Más de treinta discos y casi quinientas canciones, cinco libros de poemas y relatos cortos, producto de su amor por la literatura forjado en la biblioteca de su barrio, en Garden City, siendo niño, constituyen su legado hasta la fecha. Forjado a la sombra de los grandes mitos del rock'n'roll, su talento, discreción y generosidad le han convertido en un artista de culto, recibido y aclamado por cientos de fans que le esperan fieles a su cita anual en pequeñas salas de concierto de cualquier rincón de Europa. Decías en una ocasión, en uno de tus poemas: «Preguntar a un compositor por sus canciones es como preguntar a un león por las gacelas… Así que no me preguntes por las canciones». Intentaremos encontrar respuesta a otras preguntas… Por ejemplo, ¿dirías que los románticos tienen memoria? Sí. Pero ha de ser necesariamente selectiva. El exceso de realidad nos envenena, así que tendemos a romantizar el pasado y convertirlo en película, novela o poema. Creo que somos extremos en nuestras emociones, en todos los sentidos. Hoy en día hace falta un gran esfuerzo incluso para admitir que se es romántico, porque vivimos en una época de absoluta falta de secretismo. Los románticos son sospechosos, pero mi propia memoria es mi banco y la cuido como tal, porque es de ahí de donde obtengo todo mi material, parte de mi inspiración y un poco de mi fuerza. Luego lo envío todo a la fábrica creativa, donde se transforma en

otra cosa. Algo presentable para el consumo cultural. Mi vida ha estado llena de milagros y tragedia. La mayoría de las cosas por las que me preocupé nunca llegaron a ocurrirme. (Eso también es de una canción) En la presentación del libro “The Unfinished Complete Lyrics of Elliott Murphy”, de Alberto Manzano, comentabas que desearías poder ser el hombre que habita en tus canciones y aquel para quien las escribes. ¿Qué sientes hacia ese poeta que llevas en tu interior? ¿En qué os parecéis él y tú? Creo que el hombre que compone mis canciones es el Elliott Murphy ideal, el que no se preocupa por los detalles ni las pequeñas injusticias de la vida, ni el amor ni la derrota. Y, lo que es más importante, hasta donde sabemos las canciones son eternas pero los compositores no. Ése es el puente que intento cruzar cada vez que pongo mi alma en una guitarra o golpeo un piano hasta que me duelen las muñecas. Mis canciones saben más de mí que yo de ellas. Cada vez que interpreto cualquiera de mis canciones sobre el escenario me transporto a un lugar diferente, a un lugar doloroso o maravilloso. ¿Sabías que las lágrimas pueden reírse del dolor? En tu caso, puede decirse que rock y literatura van de la mano. ¿Qué resulta más difícil, poner notas a un poema o escribir la historia para una melodía? Ninguna de las dos cosas es demasiado compleja. De hecho, requiere una determinación bastante simple. Las canciones son cortas, mucho más cortas que una historia, y, aún así, deben contener los mismos ingredientes. Se diferencian de los poemas

por el hecho de que la música es lo que aporta a las palabras las alas para volar. Al principio escribía las palabras y la música a la vez y aún lo sigo haciendo en muchas canciones, pero a veces puedo escribir palabras en un taxi o en un aeropuerto y la música llega después. Escribir canciones es, en realidad, una cuestión de práctica. Cuanto más lo haces, más fácil es. Y eso puede llegar a convertirse en un problema. Hace más de 20 años desde que cambiaste Long Island por París. ¿Por qué París? París es mi ciudad y América mi hogar. Sólo debo lealtad a Murphylandia. Es cierto que este verano hará 21 años desde que introduje por primera vez mi llave en la puerta de París. Me resultó muy fácil adaptarme. París y Nueva York no son tan diferentes: ambas son ciudades internacionales de ritmo vertiginoso, llenas de ambiciosos adictos al trabajo, poetas perezosos y perros felices. Pero lo que más me gusta de París es pasearme por la ciudad en mi Vespa un día soleado, disfrutando de toda la belleza que me rodea: chicas, edificios y monumen-


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¡Nunca, porque esa película se rodó en Hollywood!

tos. Es una ciudad para los adictos a la sensualidad y yo soy miembro de ese club. Los franceses, además, me han tratado muy bien. Me han acogido como familia. Han sido capaces de aguantar mi pésimo francés. Son muy inteligentes y siento una profunda admiración por su habilidad para perdurar.

Mis caNcioNes sabeN Mas de Mi que yo de ellas la Musica es lo que aporta a las palabras las alas para volar

¿Hay algún lugar de esta ciudad donde encontrases inspiración para tus canciones? Claro. El Loser de mi álbum “12”, por ejemplo, se inspiró en el patio del número 88 de la Rue du Faubourg Saint-Antoine, donde yo vivía. Nació de un sueño en que yo me plantaba delante de la puerta de alguien, llamaba y éste me decía: “Sólo se aprende de los perdedores”. Y eso es verdad, porque los ganadores llegan a la cima gracias a la suerte, pero los perdedores caen por sí solos. ¿Qué fueron, si no, Napoleón o Van Gogh? ¿En algún momento llegaste a sentirte como Gene Kelly en “Un Americano en París”?

Además de con un buen puñado de músicos, pudiste compartir escenario con tu hijo Gaspard en la Sala New Morning de París. ¿Como te hace sentir eso? Me siento inmensamente orgulloso por Gaspard, porque ha trabajado muy duro para convertirse en un músico tan increíble. Supongo que lo que siento en este momento es que mi vida está completa. Bruce Springsteen me dijo una vez que la sensación que tienes cuando abandonas el escenario (tras un concierto) es la mejor del mundo. Pero el problema es que no dura mucho. Por eso volvemos una y otra vez. Y ya que hablamos de sensaciones, ¿qué sientes cuando, al salir al escenario de cualquier ciudad de Europa, vuelves a reencontrarte con tantas caras conocidas, con tantos seguidores incondicionales? Debo decir que, después de mi familia, mis fans son mi mayor tesoro. Siempre me han inspirado y son el combustible que mantiene encendido mi motor espiritual. Toda la energía que siento sobre el escenario procede de ellos. Intento que cada noche sea especial porque hay gente maravillosa que acude a muchos de mis conciertos, así que procuro mantenerlos frescos. A los artistas jóvenes que estén empezando les recomendaría que fuesen honestos con sus fans, porque cuando la industria de la música te defraude, ellos seguirán estando ahí para ti. Dices en “A touch of kindness”: “Estarás exactamente dónde quieras estar / con un pequeño toque de bondad”. ¿Funciona? Eso creo, puesto que somos libres de amar-

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nos los unos a los otros. Somos libres de dejarnos llevar y sentir y gritar, y reír y llorar. El rock'n'roll es parte del teatro humano y lo necesitamos igual que necesitamos medicamentos. Está entre nosotros desde la época de los griegos – tal vez antes – y supongo que seguirá. ¿No es ahí donde queremos estar todos? ¿Formando parte del mismo gran circo? Yo creo que sí. En 2004, en el Apolo de Barcelona, ofreciste un concierto “a la carta”. ¿Volverías a hacerlo? Estoy preparado. Aunque, a medida que pasa el tiempo, puede ser difícil recordar todas las letras en el momento. He escrito alrededor de unas 500 canciones, así que no puedo recordarlas todas, pero con la pequeña ayuda de una “chuleta” normalmente puedo conseguirlo. Hagámoslo de nuevo. Casi un cuarto de siglo desde “Looking For A Hero”. ¿Qué significó el álbum “Night Lights” para ti? Desde luego supuso un gran avance para mi carrera en América. Tuve el privilegio de poder trabajar con músicos maravillosos como Billy Joel y Doug Yule (ex Velvet Underground). Grabamos en Nueva York, en los estudios Electric Lady, por donde se paseaba el fantasma de Jimi Hendrix. “Night Lights” fue mi álbum más neoyorquino. “Looking for a Hero” se inspiró en las muchas conversaciones que mantuve con el legendario crítico de rock Paul Nelson, que tanto me enseñó sobre libros, películas y música. Nelson pensaba que existían elementos heroicos en todos ellos, ya sea John Wayne en “Centauros del Desierto” o Philippe Marlowe en “El Sueño

los gaNadores llegaN a la ciMa gracias a la suerte, los perdedores caeN por si solos cuaNdo la iNdustria de la Musica te defraude, solo tus faNs seguiraN estaNdo ahi Eterno” o Bob Dylan pasándose a la guitarra eléctrica. Tú música casi nunca puede oírse en las emisoras de radio de moda. ¿Cuál debe ser la fórmula para que dentro de 20 o 30 años sigan escuchándola nuestros hijos? Mi hijo, que tiene veinte años y lo sabe todo de música, me dice que nunca escucha la radio, así que no creo que la radio sea tan importante como lo era en los años setenta. Pero mis primeros álbumes sonaban continuamente en la FM, tanto en los Estados Unidos como en Europa, y canciones como “Drive All Night” y “Anastasia” se convirtieron en grandes éxitos. Estoy muy agradecido a estas primeras apariciones en la radio porque me ayudaron a impulsar mi carrera en una dirección independiente. Y todavía salgo en la radio en países como Francia y Bélgica. Es más, “A Touch Of Kindness” llegó a ser número 1 en una emisora belga. ¿Qué piensas de la absoluta falta de ideas y originalidad por la que atravesamos?

¡Creo que hay muchas ideas originales hoy en día! Fíjate en grupos como Arcade Fire o directores de cine como Quentin Tarantino. De hecho, Internet ha posibilitado compartir más ideas originales, más fácilmente y con más gente que nunca. La gente se fija en los años sesenta y setenta como si fuera una época mitológica, una era dorada donde todo era gratis y estupendo, y... ¡los dinosaurios caminaban por la tierra! Fíjate en las listas de los top ten de aquellos años. La mayoría era una mierda. Para mí, es como si la imaginación se hubiese estancado entre los años 80 y 90 y siguiésemos viviendo aún de lo que los grandes del rock crearon. Hay quien diría también que todo acabó con la muerte del bluesman Robert Johnson en 1936. Con esto quiero decir que casi todo lo que vino después de los supuestos fundadores del rock estaba robado de alguien, ¿no? Porque los aficionados están influenciados, pero los profesionales roban. ¿Acaso todo lo que vino después de Shakespeare no es más que una copia? Creo que no. Estoy seguro de que hay Van Goghs modernos ahí fuera, que no serán apreciados hasta 50 años después de que se hayan ido. Pero lo único que se vende ahora son reediciones, recopilaciones, homenajes… ¡En realidad, casi nada se vende ya hoy en día! Lo poco nuevo que sale no hace más que recuperar el espíritu de los años 70 y 80… Excepto la música country y el hip-hop.


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Y hace años que no sale nada original... Quieres decir, desde que salió mi último álbum, ¿no? ¿Será cierto que el rock ya no da más de sí? Creo que el rock está en permanente evolución. Mi hijo Gaspard me muestra las cosas nuevas que van saliendo. Los Nine Inch Nails, por ejemplo, me parecen increíbles. Johnny Cash hizo una versión de una canción de Trent Reznor, ¿no? Y Mars Volta también eran bestiales. El único problema que encuentro es que no se le están mostrando al público nuevos cantantes y compositores por medio de la radio u otros medios y eso es un poco triste porque se trata de los poetas del rock. Debe de haber un nuevo Leonard Cohen escondido en alguna parte... También se escuchan voces que sostienen que Internet y el uso de las redes sociales como Facebook o Myspace supondrán a corto plazo el fin de la cultura… Creo que fue Francis Ford Coppola quien dijo que en el futuro todo el mundo hará sus propias películas. Las estrellas del rock y del cine son como dioses, y la sociedad se está alejando de cualquier tipo de religión, incluso de la religión cultural. ¿Con qué músico te gustaría tocar y ya no podrás hacerlo?


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NecesitaMos el rock'N'roll igual que NecesitaMos MedicaMeNtos Jimi Hendrix, evidentemente. Tal vez Chet Baker y Louis Armstrong. Y Muddy Waters y Janis Joplin. Y, por supuesto, Elvis Presley y John Lennon. Pero si pudiera elegir a cualquiera, me gustaría volver a tocar la guitarra con mi padre. Murió hace mucho tiempo. Juguemos a algo: Dime qué representan para ti las iniciales J.M., O.D. y G.M. JM eran mis propias iniciales cuando era conocido como Jim Murphy, porque mi padre tenía el mismo nombre que yo, pero supongo que te refieres a Jim Morrison, un poeta nato cuya llama ardió demasiado alta. Es una gran, aunque triste, lección para todos los nuevos rockeros. OD, por supuesto, es Olivier Durand, un guitarrista con un talento increíble a quien debería conocer más gente. Y GM es mi hijo Gaspard, que está componiendo canciones mucho más allá de lo que le corresponde por su edad. Estad pendientes de los tres, ése es mi consejo. Hablando de Jim Morrison; el próximo año se conmemora el 40 aniversario de su muerte en París, y miles de seguidores peregrinarán hasta su tumba en el cementerio de Père-Lachaise. ¿Has pensado en rendir algún tipo de homenaje a su memoria? Ya le hago un homenaje cada vez que en mis conciertos interpreto “L.A. Woman”. Al igual que Dylan en “Pat Garret & Billy the Kid”, o Neil Young en “Journey Through the Past” o en la poética “Dead Man”, compusiste la banda sonora del film “Tout le monde descend” de Laurent

fijate eN las listas de los top teN de los 60 y 70: la Mayoria eraN uNa Mierda la sociedad actual se esta alejaNdo de cualquier religioN, iNcluso de la religioN cultural Bachet. ¿Podremos volver a escuchar tu música en alguna película? Sí, he compuesto la música para una película francesa, “La Ligne Blanche”, que aún no se ha estrenado. Y también tuve un pequeño papel en francés, ¡que no fue nada fácil! Me encantan las películas, veo casi todo lo que se estrena y espero incorporarme pronto a proyectos más grandes. ¿Me estás escuchando, Quentin Tarantino? Tuviste tu oportunidad en el cine con Fellini. Soñemos un poco… ¿Qué papel te gustaría interpretar junto a Penélope Cruz? Su amante, por supuesto. Una estrella del rock con problemas de bebida. Ella salva mi alma y yo le salvo la vida. Transcurre en

Madrid y los dos vamos vestidos con cuero negro. En España, trabajaste con Luz Casal y con los asturianos Stormy Mondays, también produjiste un álbum de Los Elegantes, “Los Gatos De Mi Barrio”. ¿Qué recuerdas de esta producción? Grabamos ese tema en Ibiza en agotadoras jornadas de 14 horas durante una semana, así que no pude ver gran cosa de la isla. Pero los chicos del grupo eran fantásticos y la familia de uno de ellos es dueña de mi restaurante favorito en Madrid, al que también iba Hemingway. Creo que había mucha química entre ellos pero estaban mal gestionados y les faltaba promoción. Era desalentador, porque trabajamos muy duro en ese álbum. Pero bueno, se repite la misma historia de siempre. Hace tres años participaste desinteresadamente en un concierto en Barcelona, apoyando la causa contra el maltrato animal y la crueldad de las corridas de toros. Catalunya acaba de prohibirlas, mientras que parece que en Aquitania son más populares que nunca. ¿Qué opinión te merece este debate? Mi participación en aquel concierto fue estrictamente personal, no cultural. Pero lo hice consciente de la crueldad que conlleva el espectáculo [de los toros] y eso es algo que jamás podré apoyar. A los toros seguramente se les trata mejor que a las vacas que nos comemos para cenar, por eso es un tema complicado. Pero parece que, al menos en Cataluña, la cultura ha conseguido superar las corridas de todos. Y ése es su derecho.


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Volviendo a la música... ¿Cambiarías tu acústica Taylor por la vieja Stratocaster? Aún toco ambas guitarras y mi hijo siempre me alienta a tocar más con la Strat. Pero hay algo tan humano en una guitarra acústica, algo que viene de la tradición del Singing Cowboy de Roy Rogers y Gene Autry, una tradición con la que crecí. Elvis también tocaba la guitarra acústica. Mis oídos ya no pueden aguantar una guitarra eléctrica a mucho volumen, porque si lo hiciese me zumbarían más de lo normal. Tal vez si tuviera algunos monitores intra-auriculares podría controlar el volumen y volver a ello. Pero mi Taylor me da todo lo que necesito, y también a Olivier Durand. ¿Te consideras el Picasso del rock'n'roll? Una vez dije eso de Bob Dylan, así que no tendría sentido que dijese que yo también lo soy. Entonces, ¿quién soy? No lo sé.

Picasso cambió las reglas de la pintura igual que Dylan cambió las reglas de la composición de canciones. Y yo soy un compositor y cantante bastante tradicional. Me han descrito como el F. Scott Fitzgerald del rock y, en cierto modo, me identifico con eso, pero sólo a un nivel superficial. ¿No puedo ser el Matisse del rock'n'roll? ¿Qué te ha dado el rock'n'roll? Todo. Mi vida ha seguido el curso del río del rock'n'roll y eso me ha llevado por todo el mundo. Y ahora, después de “Alive in Paris”, ¿qué vendrá? ¡”Alive in New York”, en el Madison Square Garden! Eso quiere decir que aún queda cuerda para rato…

Eso espero. A veces paso por épocas de sequía y un día, de pronto, me pongo a escribir una canción. La semana pasada empecé un par de temas y hoy se me ocurrió una idea para una nueva serie de relatos cortos. Todavía me encanta interpretar y es difícil imaginarme dejándolo, a pesar de que viajar sea un engorro. Sigo conservando el alma de aquel muchacho que compuso y grabó su primer álbum con 22 años, sólo que mi cerebro tiene casi 40 años más. Agradecería un mayor reconocimiento por parte de mis coetáneos, pero soy un caso raro. Llevo 20 años viviendo en París y ya apenas toco en los Estados Unidos o en Inglaterra. Necesito que me ocurra algo grande y tengo fe en que así será. Mientras tanto, no dejo de allanar el camino.



‘Thewelcome en La Mancha’, detalle

Jose Luis Serzo

fábrica sueños En la

de

Texto: Frédéric Leboeuf · Imágenes: José Luis Serzo

Paul Éluard tenía razón: hay otros mundos, pero están en este. Y si no, que se lo pregunten al creador del Hombre Cometa, las aventuras de Familasia, los Luciérnagos o los sueños de I Ming. La imaginación es la principal materia prima de este artista manchego, novísimo y universal, que ahora llega con La historia más bella jamás contada.


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Arte

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‘La revolucionaria Maya interrumpiendo el ensayo de Los Luciérnagos’

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inguna de sus creaciones consigue pasar desapercibida. Y no porque Serzo busque el escándalo, el guiño fácil o la pincelada gruesa. No. Su obra llama la atención porque es sencilla y, al mismo tiempo, mágica. Porque nos transporta a dimensiones familiares y, curiosamente, desconocidas. Porque ofrece una llave a mundos donde la fantasía es la única moneda en curso. Por eso y por mucho más. Pero él nos lo explica mejor. Cuando ves tu obra en perspectiva, mientras la desarrollas y después de terminarla, ¿no te sientes como una especie de mago de Oz contemporáneo? Creo que siempre suele ser algo extraña y mutable la percepción que tiene uno de su propia obra. Por un lado, intento crear lo que mi corazón e intuición me dictan, aplicando toda mi formación, cultura y el criterio más exigente para llevar a buen puerto lo que sale de mis manos y cabeza. Por otro, intento realizar aquello que me gustaría ver como espectador, un trabajo que cubra alguna de las lagunas que tiene el arte de hoy. Aún así, cuando mi trabajo sale fuera y dialoga con mis contemporáneos, a veces me digo que, para los ojos de otros artistas, lo mío tiene que ser una cosa muy freaky. Supongo que mi trabajo está encontrando su sitio y apoyo precisamente porque es algo que se sale de lo políticamente correcto u homologado en las tendencias nacionales. Mi obra habla con valentía de cosas esenciales en el proceso de realización de cualquier ser humano y esto creo que se agradece de algún modo.

Los prejuicios nos limitan demasiado y nos privan de experiencias llenas de conocimiento y disfrute

Particularmente, me hace mucha gracia que todo este lenguaje, que todo este arte que desprendes y con que nos contagias, tuviese su origen en Albacete y no en una gran ciudad americana, por ejemplo. ¿Se puede crear en los páramos del arte? La verdad es que mi centro de operaciones y mi hogar se encuentra en Madrid desde hace más de 13 o 14 años. Cierto es que


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vuelvo con frecuencia a mi tierra, pues tengo familia allí y amigos. Y, desde luego, las raíces son difíciles de borrar. Creo que La Mancha, además de ser una tierra muy árida y dura en ciertos aspectos, se presta a generar ciertas situaciones y personajes surrealistas. Yo creo que los espacios áridos, carentes de una “sobreinformación” visual de cualquier tipo, estimulan la imaginación y la creatividad de las mentes inquietas.

Esto es objeto de estudio en los procesos pedagógicos. Se está demostrando que el niño desarrolla mucho más su imaginación jugando con una simple rama y un trapo que con algún sofisticado juguete o aparato virtual que se lo da todo mascado y dirigido. ¿Fue un aliciente para ti esa necesidad de crear nuevos mundos, mundos fantásti-

cos, el haber consumido gran parte de tu vida en una ciudad de provincias, donde el arte suele ser casi siempre una anécdota? Creo que queda respondido básicamente en la respuesta anterior, esto es en gran medida como dices. Soy de un pueblo de La Mancha, Casas Ibáñez, de una región llamada “La Manchuela”. Viví ahí hasta los 16 años, cuando aquello se me quedaba


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Arte

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pequeño y decidí irme. Mi educación fue en ese sentido que comentaba antes, muy básica digamos, todo el día en la calle y en el campo, rodeados de aquel inmenso cielo e interminable horizonte. En mi casa apenas veíamos la televisión, y, por el contrario, siempre estábamos rodeados de buena música y literatura. Mi madre era una locomotora de sueños, de actividades culturales y directora de teatro entre otras muchas cosas. Mi padre un melómano y apasionado lector. Hoy en día, mi cabeza sigue bullendo incesantemente. Me faltan horas al día para plasmar todo lo que me viene… Y creo que, entre otras cosas, es gracias a esas raíces. De tu obra trascienden a simple vista varias cosas: un grandísimo sentido del humor y un apego aún más grande por tus seres queridos, por tus amigos y tu familia, que a menudo aparecen reflejados en tu obra de una u otra forma. ¿Inmortalizarles así es una forma de mostrarles tu amor o es algo que, sencillamente, no puedes evitar? Creo que toda creación es un autorretrato. Siendo consciente de ello, y sabiendo que es mucho más coherente partir de lo que uno conoce directamente, los mundos paralelos que voy construyendo a lo largo de los años, toman un sentido más profundo con la aparición de mis seres allegados y queridos, configurando así una mitología personal y/o gran obra coral. Todo lo que pertenece a las series de Blinky Rotred, el hombre cometa, mi alter ego, funde realidad y ficción de un modo fluido. Muchos de mis personajes, pues, son reales, y cuando éstos aparecen en el otro lado del espejo, simplemente amplifi-

‘El hombre más feliz del mundo’

‘La historia más bella jamás contada’


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Detalle de la cara de Pietro

muy estimulantes y divertidas. Puedo dibujar, pintar, desarrollar una compleja instalación, escribir o montar una pequeña obra teatral.

Los espacios áridos estimulan la imaginación y la creatividad de las mentes inquietas

¿En qué momento decidiste consagrar tu vida al arte? ¿Y cómo se consigue vivir de los propios sueños? Creo que coincidió con un momento de lucidez, donde caí en la cuenta de mi responsabilidad como artista hacia el espectador y la sociedad. Mi trabajo, a partir de entonces, tendría que desarrollarse con total sinceridad, valentía, mucho amor para llegar a plantar una semilla fructífera y esperanzadora en el espectador. Creo que todos tenemos el derecho y la obligación de ser felices, pues con ello generaremos en nuestro entorno un ambiente más saludable y armónico, y estaremos aportando nuestro granito de arena a que todo este tinglado mejore. La revolución del corazón, que es la que defiendo yo, se basa en ese principio. Cuando tomé consciencia de todo esto, casual o causalmente, empecé a vivir de mi trabajo. can unas cualidades propias y desarrollan su papel, intentado cumplir siempre algún arquetipo universal. Me da la impresión de que toda esta fantasía que arrastras a tu paso te envuelve desde muy joven. ¿Me equivoco? De algún modo sí, todo esto es fruto de un proceso de acumulación y selección. Pero he pasado por muchas fases de formación hasta llegar con total convicción a lo que llevo desarrollando de unos años a esta parte. Ahora tengo la suerte de haber creado un estilo donde puedo moverme con sinceridad en un gran mundo de posibilidades

Tu obra ha viajado mucho y tú con ella. Y con gran éxito, además. ¿Sientes que has logrado desarrollar un lenguaje universal? En ello estoy. Todavía me quedan muchos frentes, y mucho que aprender, pero creo que el mensaje que intento aportar con mi obra lo puede entender cualquier terrícola. ¿Quiénes han sido tus referentes? O, mejor dicho, ¿quién tiene la culpa de que hayas acabado aquí, delante de todos estos cuadros y cachivaches maravillosos? La lista es tan grande que si te los dijese todos ocuparíamos la revista entera. Me

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Una sociedad que no respeta la infancia ni la vejez, poco puede evolucionar realmente

inspiro en muchísimas cosas… En el cine (Fellini, Greenaway, Bellini, Vittorio de Sica, Gondry, Burton, Kubrick etc...), en la literatura (Borges, Calvino, Murakami…), en la filosofía, la alquimia y los textos iniciáticos (Platón, Paracelso, Fulcanelli, el Kybalión, Jung, Patrick Harpur...), en el arte (Brueghel, Grünewald, Patinir, Kubin, Klinger, Monreau, Dix, Kabakov, Kai Althoff…) en la música (Mussorgsky, Arvo Part, Mertens, Arcade Fire, Sigur Ros, The Mars Volta…), y en todo aquello que sea emocionante, espiritualmente expansivo y sobrecogedor: la maravilla puede estar en cualquier cosa cotidiana. Todo me influye. Pero el verdadero motor de mi vida está en mis amigos y mi familia. Mi hija Maya, por ejemplo, es mi mayor tesoro.

Si tuvieses la oportunidad de cambiar algo en el mundo real, algo así como lo que haces a diario en tu universo particular, ¿qué sería lo primero que harías? Cambiaria con urgencia el sistema educativo, ahí está el germen de todo cambio social, la entrada a la realización, nuevo paradigma más armónico y humano. Cambiaría también el trato social a todo el proceso que conlleva la maternidad. Cambiaría la falta de consideración social y

‘Jugando con fuego’

ética hacia nuestros mayores. Una sociedad que no respeta la infancia y la vejez, poco puede evolucionar realmente. Bajo mi punto de vista. ¿Te consideras un humanista o un loco sin remedio? ¿O un poco de las dos cosas? En parte soy humanista y en parte un loco sin remedio, ¡afortunadamente! Me considero un entusiasta, un activista a favor de la exaltación del lado maravilloso del ser humano. Soy un idealista, acaso de todo proyecto que sirva para unir a la humanidad desde el profundo respeto del individuo. Creo profundamente en el poder del pensamiento, de la imaginación como motor de futuras realidades. Creo en el poder de la consciencia como punto liberador de sistemas psicológicos erróneos que nos separan de nuestra esencia y como vía hacia la realización

personal profunda. Creo que la inteligencia es una herramienta para hacer al ser humano feliz, y no para lo contrario. Creo en la revolución del corazón, o espiritual, o del amor, como quiera llamarse, aquella que comienza en el encuentro con uno. ¿En qué estás trabajando ahora? Continuo trabajando en la última serie llamada “La historia más bella jamás contada”. Una gran representación de un naufragio como metáfora de la crisis personal que he pasado tras mi separación y la crisis mundial que estamos pasando. Es uno de mis proyectos más ambiciosos y meta-lingüísticos. En este caso Blinky Rotred es la nave naufragada y narrador de la historia en primera persona. Toda la simbología de la nave en cuanto al viaje trascendental de la vida me interesa


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Creo que la inteligencia es una herramienta para hacer feliz al ser humano, y no para lo contrario

‘De las conversaciones del Hombre Topo y el Hombre Cometa’

mucho. Los marineros se enfrentan al mar alocado, simbolizando así la consciencia frente al oscuro e inmenso subconsciente. Es también una alegoría al dolor como elemento catártico, transmutador y liberador en todo proceso de crecimiento y evolución. ¿Volverás a salir pronto con tu obra? Por supuesto, de hecho siempre tengo obras dispersas en colectivas por muchos sitios. Pero lo más inmediato será la participación en una exposición y una mesa redonda a la que estoy invitado por el Ministerio, de una exposición de dibujo contemporáneo español que viaja de Berlín a Seúl desde octubre. A partir del 10 de diciembre tendré una muestra individual en la galería MCO de Oporto. Por otro lado, los críticos de arte

Fernando Castro y David Barro, están preparando el comisariado de un proyecto ambicioso para una muestra itinerante de mi obra por diferentes museos y centros de arte de España. Tal proyecto tendrá como finalidad una publicación, editada por Dardo, que contendrá todas las series pertenecientes al hombre cometa. Sé que no merece la pena ni que te lo pregunte, pero, ¿qué piensas de los que opinan que tu arte es infantil? Pienso que tienen una visión demasiado superficial, limitada y sesgada. Los prejuicios nos limitan demasiado y nos privan de experiencias llenas de conocimiento y disfrute. Tendrían que hacérselo mirar, yo lo suelo hacer.


Creaci贸n

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Salir a buscar sexo en un parque se parece mucho a ‘La noche de los muertos vivientes’

Bruce LaBruce

PORNO

Para intelectuales Texto: Alicia López Alonso

· Imágenes: Bruce LaBruce

Su revolucionaria visión de la vida no se circunscribe únicamente a su particular inclinación por el porno gay explícito y escandaloso. LaBruce tiene para todos y más. Su talento se ha desviado en múltiples direcciones: como fotógrafo y escritor, como autor teatral y como colaborador para distintos medios. Pero, por encima de todo, Bruce es un tipo divertido.


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1 Adjetivo cuasi-peyorativo que William Burroughs definió magistralmente en su novela homónima. Más o menos significa “torcido, raro, extraño, fetichista” y básicamente viene a ser “maricón”.

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ualquiera que conozca a Bruce LaBruce conocerá el significado del término queercore, la combinación entre el queer y el espíritu libertario e inconformista del punk. En los 80, con la epidemia del SIDA, estaba mal visto ser queer, un adjetivo que alimentaba los prejuicios sociales en contra de la homosexualidad. Los gays se vieron forzados a adoptar una forma de vida más “correcta” y acorde con la sociedad al uso. El único resquicio de transgresión que quedaba era el punk, que, sin embargo, se caracterizaba por sus tendencias homófobas. La necesidad de crear un espacio propio para escapar a estos obstáculos fue lo que dio vida al queercore. Muchos han sido sus profetas: Kenneth Anger, Vivienne Westwood, John Waters e incluso el visionario Andy Warhol. Pero nadie lo ha parido, reflejado, representado y encarnado con tanta maestría como el enfant terrible Bruce LaBruce. Si quisiera, podría dar lecciones de ética a cualquiera, porque conoce bien las sombras y las múltiples caras del espíritu humano y, encima, sabe reírse de ellas. Este ‘pornógrafo reticente’, como se describe a sí mismo en su libro autobiográfico del mismo título, utiliza un lenguaje desatado, dialéctica y simbología que mezclan el humor más negro y el sarcasmo más fino con las imágenes más cruentas y a la vez disparatadas imaginables. Su primera incursión en el mundo de la cinematografía llegó con una serie de cortos experimentales, y pronto se pasó al largo con varias películas cuyo género es difícil de definir. Imaginemos una mezcla de pornografía homoerótica con cine de autor y ciertas pinceladas de gore.

Su última canallada, ‘L.A. Zombie’, ahora en plena gira promocional por los festivales de cine más prestigiosos del mundo se anuncia, con significativo entusiasmo: “He will fuck you back to life!”. Eso, señores, lo dice todo.

O tto representa el modo en que interiorice mi homosexualidad de adolescente, en una época y lugar muy hostiles El género zombie, como símbolo del miedo al contagio viral, representa bien la paranoia general en torno al SIDA

Bruce LaBruce es un juego de palabras con Bruce, que en argot callejero significa gay. Pero, por casualidad, ¿existe alguna conexión con la Central Nuclear Bruce en Tiverton, Ontario, tu pueblo natal? Lo digo por eso de que eres un agitador de energías y tal… Bueno, mi verdadero apellido es Bruce y nací en el municipio de Bruce, que se encuentra en el Condado de Bruce, que es el hogar de la Central Nuclear de Bruce. Soy descendiente de Robert the Bruce, el Rey de Escocia. Cuando era estudiante trabajé dos veranos en la central nuclear para costearme los estudios. Así que si me ves brillar en la oscuridad, seguramente ésa es la razón. Has estado en España unas cuantas veces. Sólo en 2008 participaste en el III Festival Internacional de Cine Lésbico y Gay de Madrid y pinchaste en la afterparty. Y unas horas después estabas exponiendo tu serie fotográfica ‘Blowback’ en Barcelona. ¿Cómo han digerido en España el queercore? He estado en España muchas veces. También he participado en festivales cinematográficos en Barcelona, Sitges, Gijón y Bilbao. Me entregaron un premio honorífico en Bilbao el año pasado en presencia del alcalde de Bilbao y del Lehendakari (Ya sé que hay quien no considera el País Vasco parte de España, pero no quiero meterme en una discusión política). Volveré al gran Festival de Cine Fantástico de Sitges en octubre con L.A. Zombie.


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En fin, que creo que en España entienden mi rollo. Supongo que aún conservo cierto espíritu punk, aunque ya no sigo el movimiento punk. Pero el queercore es para siempre. La gente que vino a mi exposición en la Galería Antigua Casa Haiku de Barcelona iba completamente en plan hardcore/queercore. Saqué polaroids y fotografié a docenas de ellos posando desnudos y cubiertos de sangre con tres zombies gays frente a la bandera catalana. Después de ver ‘Otto; or, Up with Dead People’ me da la impresión de que el protagonista es un zombie jovencito de aspecto dulce, con crisis de identidad y reticencia a la violencia y a devorar humanos. ¿Esto es algún tipo de metáfora de la homosexualidad en la sociedad moderna? La actual tendencia de los activistas de los derechos de los gays es buscar normalizarse, conformarse y aburguesarse dentro de la sociedad hasta ser engullidos por el mismo esquema de valores contra los que luchaba la revolución de gays y lesbianas de los 70…. La película trata muchos temas de la problemática homosexual. Ese zombie protagonista joven y monín podría cambiarse por un zombie del mundo ‘real’, como podría ser un adolescente muy jodido, sin techo y con un desorden alimenticio, que se cree un zombie. Representa cómo me sentía yo cuando era un adolescente intentando interiorizar mi homosexualidad. Fue en una época y en un lugar muy hostiles a los homosexuales, así que tuve que construir muchas defensas para hacer frente a las amenazas de violencia y la hostilidad abierta. Cuando me enteré de que las cifras de suicidios en adolescentes gays son muchísi-

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Aburguesamiento dosificado.

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mo mayores que en los no gay, quise hacer una película que representara a los jóvenes gays sensibles y vulnerables que se sienten desesperanzados y aterrados. Utilicé la alegoría del zombie porque me había encontrado con muchos chicos, no exclusivamente gays, que decían sentirse igual que si estuviesen muertos por dentro. El género zombie, por lo general, tiene que ver con el miedo al contagio viral, así que es perfecto para representar la paranoia general en torno al SIDA. La enfermedad de Otto es mental, pero también se podría interpretar fácilmente como algo relacionado con el SIDA. Los zombies también son los consumidores y conformistas por antonomasia, lo que les convierte en una buena metáfora de la creciente resignación y asimilación en la cultura establecida que está mostrando la comunidad gay. Creé el personaje de Otto como un zombie gay que no se siente integrado, que aborrece la carne humana (era vegetariano cuando estaba vivo). Representa mi desilusión con el movimiento gay. También tenía en mente la idea de que, como sabrá cualquiera que se haya paseado por un parque o sauna por la noche buscando sexo, la cosa se parece mucho a ‘La noche de los muertos vivientes’: el trance sexual como de sonámbulo, las partes del cuerpo que se dejan ver, la sed de carne, los gemidos y los quejidos. Es bastante horrible, pero también puede ser muy excitante. Hablando de aburguesamiento, en numerosas ocasiones te has declarado en contra del matrimonio gay precisamente por ese motivo. Pero resulta que estás casado con un sacerdote santero cubano, así que, o te has vuelto un poco vainilla o te han embrujado. Confiesa…

De joven, tuve que construir muchas defensas para hacer frente a las amenazas de violencia

Yo lo llamo bourgeoisification. Estoy completamente a favor de los derechos civiles de los homosexuales, pero no creo que apoyar una de las instituciones más conservadoras de la cultura – el matrimonio – sea muy bueno para la imagen de los homosexuales. Una de las ventajas de ser gay era que podías librarte del matrimonio y del ejército, y ahora los gays están deseando apuntarse a estas instituciones tan reaccionarias. Ser gay era sinónimo de ser diferente e inconformista, y de experimentar con diferentes posibilidades sociales y sexuales. Yo me casé porque mi novio había huido de Cuba y tenía problemas para conseguir el estatus de inmigrante en Canadá. Su asesor de inmigración nos hizo ver que tendría mayores posibilidades si nos casábamos. Y bueno, puedo ser bastante vainilla, y por supuesto que fui embrujado. De todos modos, intento contradecirme a mí mismo al menos una vez al día.

Dices en uno de tus blogs: “La fama se ha convertido oficialmente en la institución más sobrevalorada y repulsiva de la era moderna”, así que intuyo que no sólo eres un 'pornógrafo reticente', sino también un 'famoso reticente'. Porque debes admitir que eres un poco famoso, al menos en ciertos círculos. ¿Tienes la fama que quieres o intentas controlarla? La verdad es que he perdido interés en los celebrities y la institución de los famosos. Tiene algo de aburrida, cerrada de miras y vulgar. Es elitista y autoindulgente y repleta de egos grotescos. El ingente número de premios que existen son testimonio del exceso de famosos. Aquí hay algo que escribí hace tiempo sobre estas celebridades. Hoy en día, la adoración por los famosos se ha convertido en una especie de compulsión neurótica que hace que seres humanos que podrían haber sido personas sobresalientes y razonables se conviertan en


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imbéciles esclavizados y aduladores más preocupados por los detalles escabrosos de las vidas de los más ricos e injustamente famosos que por sus propias vidas, infinitamente más auténticas. La fama en sí se ha convertido en una enfermedad que deforma y destroza los egos de quienes la sufren, reduciéndolos a paranoicos delirantes a quienes, en el peor de los casos, habría que prestar muy poca atención, y, en el mejor, desprogramarlos. ¡Abajo la sobreexposición! ¡Arriba el anonimato! Eso, más o menos, resume bien lo que opino sobre los famosos. Sí, soy una especie de famoso reticente, pero como dice Celeste Holm de sí misma en ‘Eva al desnudo’, soy la clase más baja de celebrity. Según el criterio de los medios, ni siquiera estoy en la lista D. Así que no tengo mucho de qué preocuparme. No has rodado una, sino dos películas sobre zombies gay. Ha surgido un nuevo género. ¿Habrá más? ¿Habrá más películas sobre zombies gay hechas por mí o por otros? Me siento tentado a hacer otra película de zombies para completar la trilogía. El zombie sería gay o bisexual. No estoy seguro de cuándo ocurrirá, pero tengo muchas ideas. No me sorprendería que se hicieran más películas de zombies gay. A medida que los directores comiencen a estudiar el género y a humanizar a sus zombies, cosa que creo es inevitable, surgirán todo tipo de posibilidades ¡Arriba la gente muerta! Tus películas circulan por los callejones más oscuros del cine: festivales de temática punk, gay y pornográfica. Sin embargo, tu inspiración a veces viene de los grandes

Estoy casado, pero no creo que apoyar el matrimonio gay sea bueno para nuestra imagen Puedo ser bastante vainilla. De todos modos, intento contradecirme al menos una vez al día

Up with dead people!

maestros de la cinematografía. Has mencionado a Robert Altman, Robert Aldrich, Luchino Visconti, etc. ¿Vas a seguir manteniendo tu talento incendiario escondido del público generalista, o acabarás por liarte la manta a la cabeza un día y fichar por alguna gran productora? No es cierto que mis películas sólo circulen por los callejones más oscuros. Ya en 1994, con mi película ‘Super 81/2‘ empecé a aparecer en el circuito de internacional de festivales de cine. ‘Otto; or, Up with Dead People’ se mostró en más de 150 festivales de cine por todo el mundo, incluyendo la premiere en Sundance y Berlín. Incluso ‘L.A. Zombie’, que es básicamente una película pornogore gay, tuvo su premiere internacional en competición en el Festival Internacional de Cine de Locarno, y ahora va a aparecer en un montón de festivales internacionales de cine; desde Buenos Aires hasta Moscú. Y eso por no mencionar los festivales de cine fantásticos como Sitges y Puchon, Korea. ‘Otto…’ y ‘The Raspberry Reich’ se pueden ver via live streaming en la web americana Netfix, uno de los medios de distribución masiva más populares. El viejo modelo del underground realmente ya no se aplica, porque ahora existen muchos canales para la exhibición y distribución. Sin embargo, una vez que has hecho porno, como he hecho yo, es difícil cruzar el puente a la producción de productos más convencionales. Aunque este techo de cristal está a punto de romperse en pedazos, por lo que no es algo que descarte. Si me permites, diría que el uso del humor negro en tus películas es exquisito. Me encantaron las explosiones de eslóganes comunistas en ‘The Raspberry Reich’, los


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Utilizar el muñón de un miembro amputado para penetrar vaginal o analmente.

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skinheads gay chapuceros de ‘Skin Flick’, el stump humping de ‘Hustler White’, el zombie confundido de ‘Otto’ y por supuesto el zombie azul malote de los trailers de ‘L.A. Zombie’. Aunque soy una mujer heterosexual, encuentro tus películas realmente divertidas y brillantes. ¿Qué sabes de tu audiencia? Apuesto a que tu público es mucho más variado que el etiquetado como gay … Es cierto. Incluso cuando muestro mis películas en sitios como el Festival de Cine de Gays y Lesbianas de Portland, el público está muy mezclado en términos de edad, raza y preferencias sexuales. Varias de mis películas, ‘No Skin Off My Ass’, ‘Super 81/2’ y ‘Otto…’ incluyen personajes lesbianos fuertes, así que también tengo cierto seguimiento bollero. Algunas veces, mujeres heterosexuales me cuentan que utilizan mis películas para poner a prueba a sus nuevos novios: si no son capaces de digerir una película de Bruce LaBruce, entonces cortan con ellos automáticamente. Yo diría que a quien más me cuesta ‘venderme’, por decirlo de alguna manera, es a los hombres heterosexuales, pero como últimamente he estado haciendo películas de zombies, ahora muchos más están al tanto de mi trabajo. De hecho, una de mis motivaciones para hacer ‘Otto…’ era atraer a desprevenidos chicos heteros amantes del género de horror con la promesa de una película de zombies, y luego torturarlos con lo que al final se convierte en una tierna historia de amor gay. La verdad es que funcionó, porque ¡muchos de ellos odiaron la película! ‘Otto…’, sin embargo, obtuvo algo de cariño en webs de fans del horror. Por ejemplo, en Fangoria tuvo una gran crítica.

Se te conoce sobre todo por tus películas, pero también eres un consumado fotógrafo y escritor, aparte de DJ. ¿Vamos a ver más de esta actividad creativa en el futuro? ¿En qué ámbito te encuentras más cómodo? ¡Nunca me consideraría un DJ consumado! Soy un DJ celebrity, lo que significa que sencillamente me subo ahí y pincho mis canciones favoritas. Dicho esto, es cierto que he pinchado en algunos sitios de alto nivel, como el Misshapes en Nueva York o el Guggenheim en Bilbao. Pincho a menudo junto con Vaginal Davis en la sesión Search and Destroy en el Schwuz, en Berlín. Es un

bolo divertidísimo. Pinchamos durante seis horas o más. Siempre estoy intentando expandir mi arte. Durante mi última muestra en solitario en la galería que me representa, Peres Projects en Berlín, expuse 10 serigrafías basadas en fotos que le hice a Francois Sagat durante el rodaje de ‘L.A. Zombie’. Me gusta también hacer incursiones en la fotografía de moda. Me han publicado series de fotos en revistas destacadas como Purple Fashion y Tokion. Acabo de dirigir un episodio, ‘Into the Night’, para la cadena de TV ARTE. Viajamos a Nashville para fotografiar a Harmony Korine enseñándole su ciu-


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Suavizada.

dad natal a Gaspar Noe. El 7 de septiembre se emitió. Han rechazado ‘L.A. Zombie· en el Festival Internacional de Cine de Melbourne, a pesar de que presentaste la versión softcore. Pero el departamento de censura de Australia no tiene ningún reparo a la hora de mostrar cualquier otro tipo de violencia en el cine, incluyendo torture porn. ¿Qué tienes que decir al respecto? En realidad no fueron los del Festival Internacional de Cine de Melbourne quienes rechazaron la película. Se vieron obligados a enviarla al Departamento de Clasificación, y el Departamento se negó a otorgar una exención a la película, con lo que la prohibieron. Estos departamentos de clasificación (censura) a menudo dejan pasar el torture porn porque no es sexualmente explícito. Puede que sea repugnante y misógino, pero no es pornografía. Sin embargo yo sí hago pornografía, y ‘L.A. Zombie’, aunque también sea una película artística, contiene material sexualmente explícito que muestra violencia extrema y necrofilia. Así, que, antes de nada, no debería intentar defenderme a mí mismo en términos morales (aunque no creo que la película sea precisamente inmoral), y en segundo lugar, realmente no puedo culpar a algunas personas por sentirse ofendidos por la película. Sigo pensando que no debería ser prohibida o censurada, aunque sea una película difícil de digerir. Tu próxima parada con ‘L.A. Zombie’ será el Festival Internacional de Cine en Moscú. Después de eso, ¿hay más muestras planificadas? ¿La veremos en España pronto? Sí, como te comentaba, se proyectó en el

Festival Internacional de Cine de Sitges a principios de octubre, y luego irá al Festival Internacional de Cine Independiente de Moscú. También va a proyectarse en el Festival de Cine L'Etrange en París, el Festival de Cine Raindance en Inglaterra, el Festival Internacional de Cine de Torino, y muchos otros. Entrevistando a Karl Lagerfeld dijiste, muy sabiamente, ‘dos cosas que están opuestas pueden existir simultáneamente’. Esto me recuerda el paradigma de la dualidad en el Universo: Ying/Yang, la disociación del bien y el mal, las caras opuestas de todas las cosas, en una búsqueda permanente de equilibrio. Ángel y demonio. Corrígeme si me equivoco, pero creo que éste es un tema que se repite una y otra vez en tus películas: se muestra un mundo sórdido, violento y radical donde todos los tabúes demonizados por la sociedad coexisten junto con la luz, y cierta ternura angelical. ¿También tú buscas la iluminación? No podría haber expresado la dialéctica de mis películas tan elocuentemente como tú lo has hecho. Sí, me gustaría pensar que ‘Otto…’ y ‘L.A. Zombie’ buscan una cierta iluminación espiritual. Mi amigo Harmony Korine define su propio trabajo como algo en cierto modo santo, y ahora creo que sé lo que quiere decir con eso. Un buen amigo mío incondicional del yoga me dijo que cree que Otto es un personaje que está, en cierto modo, espiritualmente evolucionado, más allá de la emoción, trascendente, separado del mundo material. Me gusta esa interpretación.

La adoración por los famosos nos vuelve imbéciles esclavizados y aduladores



Ajo Micropoetisa

Un ensayo Vitalicio Texto: Elena González · Fotos: Fátima Ríos

Supo desde niña que de mayor tendría un micro entre las manos. Ahora que puede, Ajo es micro y es poetisa, y mientras juega a serlo hace grande todo lo que toca. Es artista de lo mínimo, una densidad escogida que le permite detectar lo valioso de cada escena. Parece que organiza festivales de música electrónica, suelta globos con micropoemas o monta un bar para acoger a sus amigos. En La Realidad, ella te diría que sólo está viviendo.

T

omar una instantánea de su vida es arriesgarse a que salga movida, Ajo no para quieta y sabe cómo rodearse de personas que la impulsen. Un banco del barrio madrileño de Malasaña se convierte en microescenario del espectáculo de entrevistar a Ajo. Antes casi de que nos sentemos, en un intercambio más cercano al botellón que a la entrevista, aparecen casualmente paseantes del barrio. Con cada uno de ellos Ajo mantiene una relación profesional, una relación de amistad, el término es indiferente. Mientras atiende algunas llamadas y otras presencias, advierto el par de comillas tatuadas de su muñeca derecha, la plaquita de Musa de su perrina y su bolso rosa chicle a juego consigo misma. “Hey, has vendido más que Gamoneda”, saluda su editor -y se queda-. “No me lo puedo creer,

es que esta esquina es lo más”, sale de su cuerpo de mujer pequeña. La amplia sonrisa con que me acerca una cerveza inicia esta charla sin darnos cuenta. Ajo, hoy no pretendo hablar de ti. Lo que tú eres se define en la intersección de tres espacios y éste es un retrato que no me resisto a ofrecer. “Voy a sitios, hago cosas, veo gente”. Me encanta. La frase no es mía. Eddie, mi primer microeditor de “Luz Roja”, la tomó de Nanni Moretti y me la regaló. Eres un vórtice, una aglutinadora de personajes e ideas. ¿Qué le proporciona esta dimensión social a tu trabajo? Soy una grandísima observadora del paisaje humano. De las personas, me interesa conocer su manual de supervivencia por si

me sirve a mí misma en algún momento. Cuando digo “vamos a jugar” -y lo digo mucho-, me refiero a ir de copas, montar un festival o hacer micropoesía. Colaborar con gente es idéntico a salir, la amistad se configura a través del trabajo. Yo no me distingo a mí misma encima o debajo del escenario, es el mismo modo de compartir mis cosas. Tu cantera de colaboradores son tus amistades, término que utilizas con frecuencia. Las amistades son mi caldo de cultivo. Los amigos tienen nombre propio, amistades es un genérico, al estilo del friendhood inglés. De esto en latinoamérica saben. Soy de relaciones largas, pero no me gustan las colaboraciones indefinidas de trabajo porque se automatiza. Necesito problemas nuevos continuamente.

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Ajo Micropoetisa

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Recientemente has abierto La Realidad, un espacio que te permite concentrar a tu gente y conocer otra nueva. ¿Cómo surgió esa idea? La Realidad la hemos montado varios socios entre los que se encuentra mi amigo Pablín. La relación entre nosotros empezó cuando me pidió una calada de porro en un bar hace 6 años por lo menos. Que de una situación, en principio, anecdótica hayamos llegado a montar La Realidad me parece glorioso. Abrir un bar es una magnífica forma de intervenir en una ciudad, tenía ganas desde hace años. Y en esta vorágine de amistades, ¿cómo se desencadena un micropoema? Tengo libretas a miles. Me encanta estrenarlas, luego las pierdo. También tengo muchas y buenas relaciones epistolares, son emails con intención de carta antigua. Averiguas lo que piensas y lo que sientes, es más fácil encontrarse en algo en concreto. Me descubro en esos textos que envío y me extraigo de ahí.

Las redes sociales parecen una plataforma perfecta para el ensayo de la brevedad. “Yo sólo hablo de mi vida privada”, ¿también ahí? Sí, claro, me sirven para entrenar micropoemas. Facebook es una herramienta divertidísima y muy útil para lo mío. No tengo cuitas con mi intimidad porque no creo que le interese a nadie, la intimidad está sobrevalorada. Intento ser siempre la misma.

Nos regalan miedo para vendernos seguridad Con la que esta cayendo, ser feliz me parece una desfachatez

“Detectas mucho miedo para tan poco peligro”... Exacto. Subí una foto a “La Máquina de Vivir” que fue censurada. Salía en bragas. Por lo demás, “La Máquina de Vivir” sigue en activo, Corcobado y yo somos para siempre. Tú, que te administras en pequeñas dosis, preferirás ciertas vías para hacerlo. Ajo, ¿que te lean o que te escuchen? Nada, prefiero que me besen. Y si tengo que elegir entre que me entiendan o me quieran, mejor que me quieran. La poesía está saliendo de los libros gracias a iniciativas como el festival Yuxtaposiciones, que tú has organizado, o el Poetry Slam, en cuyos inicios participaste. Esta nueva poesía escénica se expresa con variedad de lenguajes que algunos denominan Perfopoesía. Me parece un término de lo más cacofónico, no creo que agarre en la sociedad. Yo lo llamo Polipoesía, que es lo que es. Para qué sembrar confusión con un término feo. Y mira que yo estoy a favor de crear palabras, pero si son feas no me gustan. Reivindicas poetisa frente a poeta. ¿De dónde viene ese feminismo? Surge del coño mismo, de veras. Yo me fío de mi hembra. Reivindico la mía y la de las demás, incluida la de los tíos. Tengo ejemplos cercanos de hombres que ya son una más sin ser gays necesariamente. La energía femenina es colaboradora y la masculina competitiva, la infraestructura del éxito es sólo masculina. Pero todo este desajuste está en vías de solución y si hay solución, ¿para qué llamarlo problema?


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Bello Público, tu colección de 1.600 fotografías hecha desde la ventanilla del Teatro Alfil entre 1998 y 2004, es un retrato insustituible de aquella época. ¿Has pensado cómo mostrarlo? Cada cierto tiempo hay como una pequeña intentona de hacer algo que finalmente no se concreta. Yo no busco activamente el mundo de la exposición, si alguien tiene interés estoy abierta a sugerencias. Si no se hace ahora, el tiempo juega a favor de la colección, puedo esperar a que llegue el momento, es un trabajo precioso, seguramente lo más bonito que haga jamás.

¿Te viniste a Madrid para desobedecer? Quería irme de un pueblo de 3000 habitantes. Intuía que si pasaba algo en el mundo, ahí no iba a ser. En el 82 me vine a la casa del hijo de una vecina de Saldaña que dirigía el Festival de Otoño y el Teatro Alfil. Yo tengo mucha suerte con la gente que se me cruza. Vine a Madrid a estudiar la vida. La excusa fueron unas oposiciones a Caja Madrid. No me importaban nada, todo lo que buscaba era ebullición, ni me presenté. Rock Ola, esas salas, eso fue mi vida. Tenía 17 años.

En la última Noche de los Libros, criticaste abiertamente a los organizadores desde un escenario que ellos mismos habían montado. Me pregunto si pagas algún precio por esa irreverencia que te caracteriza. Ya no me acuerdo de la crítica, la verdad. La capacidad de desobedecer se ha perdido. Yo estaba deseando ser mayor para hacer lo que me diera la gana, y resultó que me permitían hacer menos que cuando tenía quince años. Ahora les infecto yo más que ellos a mí. Les pongo en los límites, estiro mucho de la cuerda. En la entrega de la Pluma de Oro a Paco Nieva en el Ritz tenía a mi lado a Mayor Oreja, entonces ministro del Interior. Estando todo dios -estaba hasta yo-, nadie se atrevió a rechistar cuando me fumé un porro. Como si fuera legal y sólo lo supiera yo. Pensé “que haga su trabajo y me diga algo” y no dijo ni media palabra. Lo cierto es que cuentan con nuestra colaboración para amordazarnos, lo consiguen con la autocensura. Yo de momento no compro, prefiero que vengan a censurarme terceros a ser yo quien lo tenga que hacer, sólo faltaba.

Es curioso que tu vida profesional haya acabado vinculada a Caja Madrid. Cierto, con ellos establecí una relación a través de La Casa Encendida organizando los festivales Yuxtaposiciones y Experimentaclub. Así el círculo se completa, pasé de directora potencial de sucursal bancaria a algo mucho mejor. Hiciste de Malasaña tu epicentro de actividades. ¿Qué te interesó del barrio? Primero llegué a Tirso, pero en Malasaña residían los camellos y estaban mis bares favoritos. Mi círculo se cerró entre la Vía Láctea y Malandro, lugar donde conocí a Corcobado. Ahí jugaba al futbolín con mi primer grupo de música, Espérame no tengo fuego. Ensayábamos y practicábamos Madrid, ciudad que se practica mejor haciendo algo. De la Malasaña de la Movida Madrileña a los intentos actuales de Triball por hacer de ella una marca corporativa, ¿cómo valoras esta evolución? Malasaña está siendo conquistada por

De elegir entre que me entiendan o me quieran, mejor que me quieran Prefiero un yonki a un policia, Prefiero una puta a una pija

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Madrid se practica mejor haciendo algo Dejate de futuros, los planes no dan mas que disgustos las fuerzas negras. De aquí me gustan las señoras, cómo se convive entre bohemios y madrileños de base. Triball pretende lavar la cara del barrio con un rollito chic y alquileres bajos para después dar el hachazo. Prefiero un yonki a un policía, prefiero una puta a una pija. Ponen tiendas de millonarios y lo llenan de maderos para custodiarlas y yo mientras tanto no puedo fumarme un porro en la calle tranquilamente. Nos regalan miedo para vendernos seguridad. Ahora Madrid es una densidad de normativas absurdas. Se dan paradojas tales como que si tuvieras a Miquel Barceló dispuesto a pintarte gratis la fachada de tu bar, no se te permitiría hacerlo por la puta normativa de fachadas. Sólo contemplan como posible el mal gusto. ¿Qué lugar escogerías para quedarte? La Realidad es ahora mi lugar para permanecer. En la taquilla del Alfil yo tenía a ocho personajes en un metro cuadrado, es esto lo que a mí me hace flipar. Me gustar juntar gente y resulta que sirvo para mezclar. Ahora estás de gira por Latinoamérica. ¿Cómo llevas visitar otros sitios? Viajar personalmente no me gusta, es antiguo y cutre, te tratan fatal. Parte de los problemas del mundo vienen del tránsito indiscriminado de gentes y mercancías. Viajar no es sólo llegar ni ir y venir, me gusta la idea del viaje del siglo diecinueve, cuando el trayecto mismo te preparaba para llegar y te llevabas todo lo que tenías en

baúles enormes. El planeta está pagando un precio muy alto por esta pulsión absurda de ir a hacer fotos cuanto más lejos mejor. Pero me gusta la gente, y viajando encuentras mucha. En México quiero volver a tocar con la Miniorquesta de Señoritas. Adoro a la gente de ese país Me gusta la gente exagerada y valiente. También voy a viajar a Montevideo en pleno agosto y a Nicaragua en septiembre. ¿Será Ajo la misma dentro de unos años? Espero ser una versión mejorada y ampliada. Yo lo que pretendo es tener una biografía chula, que no tenga capítulos coñazo. Soy amante del género biográfico y autobiográfico, exploro a los personajes que me encantan o a cualquier desconocido. Me interesa ver cómo se lo montan los demás, con qué software se manejan.

¿Tienes planes de futuro? Necesito la improvisación en mi vida, déjate de futuros, los planes no dan más que disgustos. En el Berlin Atonal Festival del 86, se me ocurrió por primera vez montar algo parecido en España. Tardé once años en conseguir inventar el Experimentaclub, más de una década en reclutar y convencer a quienes me ayudaron a hacerlo posible. El futuro sale al encuentro de vez en cuando pero para eso tienes que tener un presente suculento y estar dispuesto a equivocarte. Piensas entonces en el aquí y ahora, en cómo ser feliz a corto plazo... No quiero ser feliz, quiero arrebatos, quiero pasiones, quiero tener la posibilidad de intentarlo muchas veces. Conozco poca gente feliz y la que conozco no me cae del todo bien, no me acabo de fiar. Con la que está cayendo, ser feliz me parece una desfachatez. Con el eco de esta greguería, miro a su alrededor y me sonrío. Ajo es muy feliz, o está arrebatada, depende de quién lo diga. En el transcurso de la charla han aparecido más de veinte personas, algunas continúan allí y, a juzgar por las cervezas, parece que tienen para rato. He visto cocerse una colección japonesa de ropa para perros y entrevistas en la radio, entre muchas otras larvas. Y comprendo bien que Ajo no haga planes. No lo necesita.



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Ilustracuentos > Luis M ontero y Sr Garcia


Š Sandra Vila de Pereda

POPERRA

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Arte > Poperra

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Arte > Poperra

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Fotog rafia > M ig uel Nunez

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Fotog rafia > M ig uel Nunez

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a k i r f sa poemasdela eraplástica Fotografías: Diego Durán

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Clap! El estadio visto desde arriba un martes, una soledad de escaleras y enormes vigas, desde la consejería de infraestructuras con todo ese griterío de funcionarios a la hora del almuerzo Tienen solapas almidonadas y las gafitas Que resbalan hasta la punta de la nariz llevan bolígrafos en los bolsillos de la camisa. Ellas se maquillan con precisión a las siete y cuarto de la mañana repiten algún slogan, cosas de la tele, algún anuncio "la chispa de la vida" cosas así.

Yo lo tengo todo ya, fuera. y poco me importa el mundo laboral y sus pasillos poco me importa teclear las palabras si son palabras como ladrillos o sillas vacías y poco me importan las mujeres bajitas y sus vidas privadas la cantidad de agua que beben al día la hipertensión de sus madres en fin el odio el odio los martes, es como un cuchillo.

© Patricia R. Calpe

También como una esponja.

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caídalibre Escribir en medio de la nada, la gente desvaneciéndose casi entre mis brazos expiran e inspiran con la suficiencia del vivo. Los bocadillos y la muerte, dar las gracias por todo esperar una ebullición en la saliva, creer que el peso lo es todo querer arrancar la cara como una máscara lamentarse reflejándose en el retrovisor por la belleza que nunca existió y que se imprime en carteles y paneles publicitarios

Le das ritmo al poema, es tu propio ritmo, luchas por mantener la puerta cerrada que no entre ese frío que ya está dentro que la acera se retraiga, que el mundo explote con todos los viejos y los jóvenes los animales domésticos los oftalmólogos y periodistas. Dale ese ritmo a tu propia caída. Olvídate de toda la sangre y toda la carne de los zapatos que has de comprarte de la convivencia y del chico marica de la vecina cotilla

o en las universidades de su bata negra.

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Literatura > Safrika

obsequiopor sucompra negra.

Cuando aspiras y mantienes el cinturón abrochado, siempre un agujero más como si sentirse apretado fuera una forma, como otra cualquiera, de asirse al mundo. Un regalo en una revista mensual, y saltas con gafas nuevas, te empeñas en que te interese, de algún modo, la cosmética y la moda, en realidad es ser otra persona, con la piel lisa y algún modelo apropiado para cada ocasión, una suerte de famélica hembra, que empieza por hacerse valer en el mundo de la literatura y los recitales performance. Después está que no te aclaras, te miras al espejo y ves belleza, y te miras y ves un monstruo extraño, una cara deformada, un vientre hinchado y la maldad. Y el asesinato.

desviación Romperse en el centro comercial, comprar un ventilador para a marchas forzadas despedir un calor que intenta instalarse pese a septiembre. Devolver libros a la biblioteca, recoger el carné, reparar el vehículo, llamar a Paca pagar la academia, recuperar la cordura cambiando de compañía telefónica. Visitar médicos, ordenar la propaganda y las ofertas, acumular crisis personales y películas a 3.95. Verterse en la enfermedad con un quejido tonto, darle a la tecla, implorar el envasado del corazón, sufrir no está de moda no está de moda salvarse, tampoco.

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divagación Necesito sentirme fuerte, utilizo todas esas complicadas contraseñas para el correo electrónico y páginas de contactos, reordeno las prendas por tipos y frecuencia de uso. Trato de tener sueños lúcidos, ahora que no escribo apenas y que lo poco que hago, lo hago pasando de puntillas por el mal. No sé, no pretendo nada, necesito reaprender el vahído de la escritura, que me de un poco igual, caer dentro de ella que apagues la televisión, que terminen las fiestas, tener las gafas, tal vez este fracaso se deba también a una visión deficiente.

A los ángeles les suenan las tripas, nada de viejas arpas, el abuelo no me mira pero está riéndose con ese hueco en las encías recostado en el sofá, en la pantalla, y la primavera está llegando, el amor flota en el aire como un globo de gas y pulsaciones, mi memoria es una cadena negra y por las noches sueño también sin darme cuenta, con palacios de zirconita y peleles con penes pequeños y contigo, amor, mi legendario amor, en los calabozos de la ciudad, rodando como ruedan las piedrecitas pequeñas en verano haciendo daño en los pies, en junio todavía tenemos las plantas delicadas y siempre hay un dolor, Ismael tiene varios, nosotros sabemos mucho de las personas, las vemos venir, y sigo soñando con cráteres y perlas, con chicos que pierden la cabeza, dilapidan sus fortunas, se despeñan como cabras montesas y afortunadas, pobres pero aún ilesas sus ojos saliendo de las órbitas mientras corren por el arcén de la nueva autopista.

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Literatura > Safrika

cos i ñ a o s o t fragmen Las puertas del muro azul abiertas, los vecinos pasan, me gusta mucho estar sola, es decir, no estar rodeada de gente desconocida, prefiero que no pase nadie por la calle estrecha en la que escribo, este bar me encanta, con sus sillitas de madera y sin tráfico, con el árbol gigante cerca, mucha gente viene a tocar su tronco, son muchos años, por cosas de la energía cósmica y demás. Pero afortunadamente pasan rápido, no es necesario mucho más, el tacto de la madera húmeda reconforta en unos segundos, y pese al cabello naranja extremo paso desapercibida, o eso creo, no me importa, de todos modos, estoy de espaldas. Romperse es sumamente difícil, en realidad lo es tanto como fácil, tal vez se trate solo de que el momento sea el oportuno y todo se vendrá abajo en una catarata marrón y enorme. En estas fechas, pedir un mínimo de silencio en esta ciudad es imposible, un niño bastardo está tocando no sé qué pito estridente en la plaza, el eco llega hasta aquí. ¿Qué es esto? ¿Una ofrenda a modo de diario? ¿Una pataleta incombustible? Se deshace en mis manos la coherencia y el nudo que tengo vuelve a mi garganta otra vez, siempre parece que quiere quedarse para siempre. Luego es expulsado, o reducido, agazapado en alguna parte va a volver como vuelvo a alimentarme mal por muchos propósitos de enmienda que haga. Lo de la sangre y los periódicos me enferma sumamente. Lo de la sangre y los periódicos, lo de los hombres empinando el codo en congresos y ferias de restauración. Y las mujeres que son como colchonetas con botas y maquillajes y oro. El arte es inconmensurable y fugaz, pasó por mi una pluma extraña y azul, pasó y no vuelve, me siento nada. Me siento como nada, nunca hice nada con un propósito, solo el de pasar mejor el día, ahora me encuentro con la imposibilidad de hacer algo nuevo de lo caduco e inverosímil.

Miras a la chica gorda y con turbante (menos gorda que tú en todo caso) te gusta su naturalidad y su dentadura, te gustaría mirarte y ver lo que ella ve. Desgraciadamente, somos ésta, y no otra. La carne en el asador es lo que haría falta, haría falta eso y follar, follar mirándose a los ojos, lo que se suele llamar hacer el amor pero con palabras guarras y oídos atentos. La policía nacional ha pasado por aquí con sus motos mientras yo deliraba histriónica hablando por teléfono, gesticulando con un porro en la mano. Estoy de espaldas (ya lo dije) así que no los vi venir. El primero redujo la marcha y se giró, mirando mi mano, que yo seguí de todos modos moviendo, sólo que esta vez con cuidado de que se fijara en la parte marrón de la boquilla donde pongo el cartoncito, una forma como otra cualquiera de hacer porros, pero que pasa a veces por un cigarrillo si no se tiene mucha vista. El policía no tenía mucha vista, o es que ha decidido no tenerla. Escribo, bebo café y fumo en una calle peatonal por la que no pasa casi nadie. Estos paladines de la justicia, estos vigilantes de la ley y el orden, me resultan antipáticos aunque tengan buenos culos. Mi naturalidad manifiesta a la hora de esgrimir mis pequeñas banderitas cotidianas, me ha librado de una multa y del mal trago, que al fin y al cabo lo es. Mi bulto debería verlo un médico. A veces creo que moriré por indolencia. Es muy probable. Mi mundo se hace pequeño, muchas veces es una miniatura que chilla sin que nadie la oiga. Soy un garbanzo en el universo, un garbanzo en mi ciudad, un garbanzo de todas formas en mi calle y en mi casa. Es tarde, las manos se me quedan heladas, estoy esperando que tus labios rocen los míos con algo parecido a la casualidad. El corazón me latía tan rápido en el patio, de verdad pensé que iba a hiperventilar y desmayarme.

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Adis Smajic, 1996.

Texto: Luisa Sánchez · Imágenes: · Imágenes: Gervasio Sánchez Gervasio Sánchez

Con los años, sus imágenes se han convertido en referente del dolor y la injusticia. . Es la voz de las víctimas, el valedor oficioso de los olvidados en los eternos conflictos armados. La mirada que, constantemente, nos recuerda la intensidad de su sufrimiento. Una verdad cruda e incómoda siempre incómoda.dispuesta a contaminar nuestras conciencias.


Gervasio Sánchez

Fotografía

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Adis Smajic, 2007.

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iajar es su estado natural. De sus primeras experiencias surgió, precisamente, esa necesidad de vaciar su retina de recuerdos a través de la fotografía. Así que no es descabellado decir que ha conseguido hacer de su pasión, su trabajo. Trabajo que llega a nosotros sin pasar por el filtro de la censura, liberado de las fauces del cuarto poder. Enemigo del silencio, decidió vivir sin callar. No lo hizo ni siquiera cuando recogió el Premio Ortega y Gasset de fotografía. Aquel día, frente a medios y autoridades, hizo gala de su valentía al denunciar el vergonzoso comercio armamentístico que todos los gobiernos españoles han auspiciado y fomentado. Pronto nos acercará a la realidad de un pueblo abandonado a su suerte y condenado al olvido, el saharaui. De vuelta de su primera visita a los campamentos de refugiados en Argelia, encuentra un momento para hablar con nosotros. ¿Qué ha significado para ti, como experto en zonas en conflicto, la convivencia con este pueblo tan singular que lleva 35 años en el infierno de la hammada argelina? Tenía muchas ganas de visitar los campamentos. Estuvimos cinco o seis días en Dajla, la más alejada de las wilayas. Uno preveía lo que iba a ver, pero al estar allí te indignas más. El pueblo está olvidado. El conflicto, parado. Desde hace 35 años se está siendo muy injusto con los saharauis: no hay derecho a que los civiles vivan así. Los chiquillos viven en unas condiciones muy complicadas, y la salida al conflicto no podemos decir que sea imposible pero el

Para vencer la indiferencia sólo hay que querer mirar sin vendas La única forma de encontrar la verdad de los conflictos es aliarte con las víctimas

futuro se ve bastante negro. Cuando no hay interés y la comunidad internacional protege los intereses de los fuertes en vez de los de los débiles, ocurre lo que ocurre. Los problemas se van diluyendo en el tiempo y no hay solución previsible. Estamos hablando de un referéndum que tendría que haberse realizado hace más de 15 años y no se ha hecho. Allí siguen, tirados en el desierto esperando. La comunidad internacional se lava las manos, la ONU se conforma con dar una ayuda humanitaria mínima, y así van pasando los años, las décadas y las generaciones. Convivir con las familias te muestra las condiciones en que viven. Hablas con personas de todo tipo de ámbitos, culturales, políticos, que han pasado por allí. Todos

coinciden en que es un pueblo especial, encantador y hospitalario, hasta unos límites que dejan huella dentro. Me han quedado unas ganas enormes de volver, pero de otra manera. En otro tipo de viaje, con más tiempo y centrándome en algún tema de trabajo. Este ha sido una toma de contacto. Volveré y no muy tarde, con un par de temas en los que trabajar. Precisamente en Dajla realizaste unas declaraciones sobre un tema tabú en España: el comercio de armas. España ocupa el sexto puesto en el ranking mundial, doblando las cifras con el gobierno de Zapatero. ¿Has tenido ocasión de charlar con algún político socialista de la con-


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tradicción que encierra pertenecer a un partido socialista y obrero y potenciar el comercio de armas? Bueno, empecemos por decir que el PSOE tiene de socialista lo que yo de cura… El socialismo lo han dejado hace mucho tiempo guardado en el baúl de los recuerdos. A lo único que se dedican es a gestionar, con un poco, poquito más, de sensibilidad. Están más cerca de los intereses de las grandes empresas y de los grandes bancos. Sólo hay que ver las decisiones que se han tomado en los últimos meses, que son de risa, y le restan lo poco de obrero que tenía también. De todas formas lo peor de este comercio armamentístico es que España lo realiza con países que mantienen conflictos

internos y que violan incluso la ley de control de armas que ellos mismos aprobaron en 2007, después de muchas presiones por parte de las ONGs que están de alguna manera tras la campaña por el control de armas. Se ha multiplicado por diez la venta de armas a Marruecos por ejemplo, es escandaloso. Marruecos tiene un conflicto importante con los saharauis y muchos saharauis tienen documentación española. Mañana puede estallar una guerra de Marruecos contra personas que están documentados como españoles, que pueden morir bajo bombas de fabricación española. Es que es tan escandaloso que da vergüenza. Yo creo que dentro del PSOE no ha habido un debate sobre esta cuestión. Hay un problema grave en sus filas:

creen que todo vale con tal de cerrar las puertas a la derecha. Los votantes socialistas se han vuelto muy pragmáticos, muy poco críticos. Incluso gente más a la izquierda del PSOE vota socialista por sentido práctico. Yo creo que el ciudadano tiene que pedir explicaciones cuando ocurren cosas que insultan su inteligencia. Porque lo están haciendo todo bajo la hipocresía y la mentira y el cinismo permanente. No sé qué va a suceder, pero lo que está claro es que se ha duplicado la venta de armas bajo el mandato socialista, algo que la derecha jamás se hubiera atrevido a hacer porque se habría montado una buena en este país. El PSOE está vendiendo humo. A nivel político no tiene ideología desde hace muchos años. A nivel económico protege los dere-


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chos de los más poderosos. A nivel social miente permanentemente en temas como la memoria histórica y la justicia universal. En octubre de 2009 el PSOE pacta con el PP reformar la Ley del Poder Judicial, para que los jueces españoles no pudiesen admitir querellas en la Audiencia Nacional contra intereses de otros países por violar los Derechos Humanos, si no estaban implicados españoles, simplemente porque estaban recibiendo presiones de Israel por el tema de Gaza, de EEUU en relación con Guantánamo, y de China con respecto al Tibet. El PSOE se bajó los pantalones ante estas presiones y pactó de manera sigilosa con su partido enemigo, tan distantes en todo, menos cuando hay que desproteger los intereses del más débil. Existen muchos muros que separan unos pueblos de otros, muros físicos como el que divide en dos el Sahara Occidental, y muros invisibles. Háblame del muro de la indiferencia: ¿qué se puede hacer para vencerla? Es parte del problema, mientras que los partidos progresistas estén mintiendo constantemente a la opinión pública y esta se deje engatusar, lógicamente el nivel de indiferencia que hay ante todos los problemas que hay en el mundo, es cada vez mayor. A la inmensa mayoría de la gente solo le interesa vivir lo mejor posible, lo cual no es nada ilícito, pero claro, hay que ser consciente de que hay determinadas formas de actuar. Cuando un país tiene leyes injustas, actúa de una manera prepotente, sus autoridades económicas no tienen ni idea de lo que va a pasar mañana y toman decisiones gratuitas para tratar de salvar el desastre en el que están metidos, al final

En Sudán y Afganistán, todos los que hoy tienen más de 50 años han sido niños de la guerra A lo único a lo que se dedica el Gobierno es a gestionar con un poco, poquito más, de sensibilidad los que pagan son los más débiles. Una cantidad de brutal de expulsiones de emigrantes de manera casi clandestina y nadie se atreve a pedir explicaciones al Ministerio del Interior. Violan la Ley del Menor que no puede ser expulsado de un país. Y todo esto bajo el gobierno de un partido socialista. Para vencer la indiferencia sólo hay que querer mirar sin vendas. En un precioso texto, Saramago te manifestaba su profunda gratitud por haberle permitido ver con tus ojos, y por tu lealtad personal y profesional al escribir: “La guerra no se puede contar” Cuando decía eso se refería a que, al final, acabas hablando sólo de una fracción de la guerra. La guerra es tan terrible y deja unas consecuencias tan nefastas sobre la población a corto, medio y largo plazo que ni el mejor programa de televisión, ni el mejor documental, ni la mejor película, podrían contar toda la guerra. Se acaba cayendo siempre en las limitaciones de tiempo y espacio. Saramago me dedicó palabras bonitas. Fue prologuista de uno de mis libros, “La caravana de la muerte”, y escribió un texto precioso sobre los familiares y

los desaparecidos. Él mismo vivió años muy duros antes de destacar como escritor y siempre tuvo la decencia de decir las cosas como las pensaba, contra viento y marea. Se metió en situaciones muy complicadas, como cuando criticó al gobierno local en su viaje a Israel, sabiendo que pondrían contra él a toda su maquinaria. Fue muy crítico con el vergonzoso matrimonio del PSOE y los grandes empresarios de la banca y la comunicación. Siempre seguí sus palabras allá donde las pronunció y le recuerdo con gran afecto. Cuando visitabas a los niños del hospital de Kartese, en Kabul, apenas hiciste fotos. Querías ver y no olvidar para no volverte un cínico. ¿Cómo son los niños de los países en conflicto, los niños refugiados, los niños de la guerra? Siempre se tiende a pensar que los que más sufren en una guerra son los niños. Yo siempre suelo decir que en las guerras que duran más de 40 años, como la de Sudán o Afganistán, toda la población ha sido niño de la guerra. Todas las personas que hoy tienen más de 50 años han sido niños de la guerra porque la guerra empezó cuando ellos tenían 7 u 8 años. Todos los menores de 30 años en Afganistán no han conocido un país sin guerra. Ni los iraquíes, con la guerra entre Irán e Irak desde 1980 hasta hoy, los menores de 30 años saben lo que es un país sin guerra. Hay que relativizar mucho y no caer en la tentación de convertir a los niños en los protagonistas de la guerra, ni en los más débiles del conflicto, porque un niño de 10 años quizá lleva unos pocos en guerra, pero un adulto de 40 lleva toda su vida consumida en un lugar en guerra. Es cier-


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V idas minadas Estas fotografías pertenecen al proyecto "Vidas Minadas" de Gervasio Sánchez, realizado con el apoyo de Intermon Oxfam, Manos Unidas, y Médicos sin Fronteras, y la colaboración especial de DKV Seguros y la editorial Blume.

to que uno a veces se siente más cercano al dolor de un niño, porque, por motivos evidentes, son los más débiles del engranaje social, pero hay que tener en cuenta a los adultos que también fueron niños de la guerra en el pasado. ¿Hacia dónde camina el periodismo? Existe una obsesión por ver el periodismo desde un punto de vista económico. Lamentablemente en los últimos 15 meses 3.600 periodistas se han ido a la calle en España, y está pasando en todos los países desarrollados. La crisis está siendo muy dura, ha golpeado muchísimo, ha dañado a muchos jóvenes que estaban trabajando e incluso a gente madura que va a tener que buscarse una salida. Pero para mí, inmensamente más grave es la crisis de identidad por la que atraviesa. Crisis que empezó a fraguarse en los momentos en que más dinero se ganaba, cuando más publicidad se conseguía, cuando las grandes empresas más invertían en los medios de comunicación. ¿Por qué, qué ocurre con la publicidad? La publicidad va dejando unos daños colaterales. Hay temas tabúes, por ejemplo: los dueños de dos grandes bancos españoles

Sofía Elface y su hija Alia.


Gervasio Sánchez

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han desviado dinero a paraísos fiscales y eso sólo se ha reflejado en los medios como breves. Cada vez que estas mismas personas organizan cualquier evento cultural, aparece sin embargo a cuatro columnas. Eso significa que tienen muchísima influencia para que se pase de largo por las malas noticias y se agranden las buenas. Lo que es muy triste para mí es que hoy el periodismo es una de las profesiones más denostadas por la sociedad, y esto nos lo hemos ganado a pulso porque los periodistas se han aliado con el poder. Muchas veces se hacen campañas al mismo tiempo desde el poder político, económico y mediático. Podría poner muchos ejemplos que afectarían a todo el mundo. Unos lo hacen de una manera y otros de otra, algunos tienen más cara dura que otros. Pero todos lo hacen, y esto provoca que nunca se hable de esta crisis de identidad que atraviesa el periodismo, que para mí es más grave que la económica, pues eso es cíclico y se recupera tarde o temprano. Para acabar con ella habría que hacer una gran limpieza en los medios y no permitir que actúen como una gran centrifugadora que se dedica a limpiar la mala imagen de los políticos y de los hombres poderosos. Relatas con la cámara y también con la palabra. Aunque se te conoce más como fotógrafo has escrito grandes reportajes. Te gusta escribir y lo haces con pasión. ¿No hay en el cajón una novela de Gervasio Sánchez? No, no. Yo soy poco dado a meterme en terrenos que no domino. ¿Novelas? No, quizá algún día pueda hacer un libro de tipo experimental. Hay cosas que se pue-

Hay un problema grave en el PSOE: creen que todo vale con tal de cerrar las puertas a la derecha La guerra es el gran fracaso de los seres humanos. Y o sólo voy allí a contar lo que ocurre den contar desde la novela y otras desde el periodismo. De todas formas te puedo asegurar que tengo tanto trabajo para los próximos años que no podría meterme en una novela. Creo que algunos periodistas están obsesionados con ser novelistas y con hacerse ricos… pero en España el fenómeno Pérez-Reverte sólo ocurre una vez. O eres periodista o eres literato; las dos cosas

bien hechas a la vez son casi imposibles a no ser que seas un genio. Y como yo soy del montón, pues prefiero hacer sólo una cosa pero bien hecha, antes de meterme en terrenos resbaladizos. Según tu amigo y colega Ramón Lobo tu principal virtud coincide con tu principal defecto: Nunca te callas. Para él y muchos entre los que me encuentro, esto te convierte en imprescindible. Sé que no te arrepientes pero, ¿te ha pasado factura? ¿Has tenido que renunciar a algo importante por no callar? No… Yo no soy mucho de acudir a actos ni fiestas. Cuando estoy en España vivo en Zaragoza y eso me libra de asistir a esos eventos que se realizan en Madrid. Creo que la obligación de un periodista es no callar, decir las cosas claras cuando hay que decirlas. A mi me sorprenden mucho cosas que han ocurrido, cierta repercusión que han tenido a veces mis palabras. Me sorprende que la gente se sorprenda porque oigan ciertas cosas dichas en público, ya que yo creo que lo normal para un periodista es ser crítico y contundente en público Lo que sucede es que en mi profesión hay demasiada gente cobarde, que sigue pensando en el qué dirán. Y hay ciertos periódicos que no voy a mencionar que han hecho unas campañas feroces de


Sofía Elface, 1997.

investigación sobre la corrupción de un partido político, y no hacen ni por asomo lo mismo cuando tratan la corrupción de un partido político rival. Esto para mí es vergonzoso y tiene mucho que ver con la catadura moral de quienes critican la corrupción del enemigo y jamás hablan de la del que le puede beneficiar de alguna manera. Periodistas como Maria Antonia Iglesias o Enric Sopena que fueron comisarios políticos en RTVE, comisarios políticos, no directores de informativos. Obviaron por ejemplo el tema del GAL en su época en RTVE, ahora hablan ex cátedra en programas bazofia del corazón, defendiendo principios éticos y morales, cuando ellos en su época se dedicaron sistemáticamente a pisotearlos. Dices que no has hecho más que lo que has aprendido. ¿Qué te queda por aprender? ¿Qué te anima a seguir con tu trabajo tan duro en momentos de desánimo? Yo aprendo de los protagonistas de los conflictos armados, la única verdad incuestionable de las guerras; las víctimas. El contacto con las víctimas te da otra manera de observar la realidad. A mí me gusta ver con mis propios ojos como evoluciona la vida de estas personas. Yo no voy a la guerra a ganar premios ni como aventura. Voy a la guerra a contar lo que ocurre. Es un contexto en el que es muy difícil encontrar la verdad, la única forma es aliarte con las víctimas. Con ellas siempre está la verdad de los conflictos. Yo intento aprender cada día de estas personas, me dan grandes lecciones de dignidad. La guerra es el gran fracaso de los seres humanos. En la guerra el hombre

actúa como una bestia, como un salvaje. Pero también he conocido mujeres que han hecho cosas brutales y han ordenado muertes y han matado con sus propias manos. Por otro lado hay que buscar el equilibrio que te permita seguir creyendo en el ser humano. Si sólo piensas en él como un

asesino, difícilmente podrías seguir viviendo en una sociedad como ésta. Ves situaciones que requieren un gran valor por parte de las personas y compruebas que puedes tener esperanza en el género humano, te congratulas y piensas que algo puedes cambiar, que puedes contribuir para mejorar las cosas.


‘The Songbird and the Sharpshooter’


Texto: Greg Gold

· Imágenes: Stephen Berkman y Greg Gold

De su apuesto rostro brotan unas llamativas patillas en forma de chuleta de cordero y unos ojos que irradian una mezcla de ironía y de malicia. Al observarle, uno puede imaginárselo fácilmente como a un desconcertado fotógrafo del siglo XIX en una ciudad fronteriza americana. Es Stephen Berkman, paradigma vivo del anacronismo.


Stephen Berkman

Fotografía

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S

us lúdicas imágenes rezuman autenticidad. Están concebidas desde un extraño sentido del humor y a menudo transportan un significado críptico, múltiple y profundo. Berkman suele describe su trabajo como pre-postmoderno. “Cada vez que ves una película de época, es posible que te diga más cosas de la época en que fue rodada que de la que realmente intenta representar. Es algo inevitable. Desconozco si lo que hago habla de la época que estamos viviendo ahora. Si he de ser sincero diré que mi intención es acercarme al máximo a la década de 1860. En concreto, al año 1863”. Poco tiene que ver su fotografía con las exposiciones múltiples tipo ráfaga, ni con las infinitas variaciones de Photoshop que asociamos a las imágenes digitales modernas. Utiliza auténticos equipos, productos químicos y lentes del siglo XIX. Para capturar una única imagen no es raro que se le pida al modelo que permanezca inmóvil durante una exposición de veinte a treinta segundos. Acto seguido, con la placa de vidrio de 8 x 10 pulgadas en la mano, Stephen desaparece en dirección a su cuarto oscuro, un espacio repleto de productos químicos embotellados y cajas de madera carcomidas. El revelado completo tarda otros diez o quince minutos antes de que la placa llegue a estar seca. Aunque Stephen persigue la belleza en cada detalle de su trabajo, también acepta las inevitables imperfecciones causadas por artefactos químicos y emulsiones irregulares -el resultado de este proceso- como elementos estéticos de sus imágenes. “El proceso”, dice Stephen, “es predeciblemente aleatorio”. Uno o dos acres de su parcela cerebral están gobernados por la pseudo-ciencia, el

‘From Memory’

ocultismo y ciertas vertientes toscas de la psicología, lo que deja entrever su profundo conocimiento acerca de las excentricidades de la época. Por lo general, su catálogo muestra imágenes aparentemente sencillas que contienen chistes irónicos y divertidos acertijos, pero muchas de sus fotografías retan al espectador con puzzles visuales de una complejidad talmúdica. La reputación de Stephen como fotógrafo crece por momentos. Aunque las imágenes aquí mostradas están pensadas para un libro que verá la luz próximamente, también ha aceptado encargos: entre otros, la imagen de Brad Pitt caracterizado de

Jesse James para la película “El Asesinato de Jesse James por el Cobarde Robert Ford”; un espectacular retrato del actor e ilusionista Ricky Jay para un póster sobre la fotografía de espíritus; y la intrigante escena de carnaval ambulante que sirve de portada para el álbum “Consolers of the Lonely” del grupo de Jack White, The Raconteurs. Berkman pertenece al cuerpo docente del centro donde se formó, el Art Center of Design en Pasadena, California. A menudo ofrece conferencias en universidades y museos acerca de su arte y su trabajo, y también sobre el proceso fotográfico del collodion mojado, en el que es todo


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Mi intención es acercarme al máximo a la década de 1860. En concreto, al año 1863 Mis fotos, específicamente imprecisas, son parte de un proceso predeciblemente aleatorio Ese momento impredecible e inefable no se puede forzar pero sí provocar ‘The History Of Dread - A Guide For The Perplexed’

un experto. Su trabajo se exhibió recientemente en la exposición “State of Mind”, en el Museo de Artes Fotográficas de San Diego, California. ¿Empleas algún proceso específico para generar estas imágenes tan singulares? Normalmente, las ideas aterrizan de improviso en mi cabeza. Aunque la mayoría de las veces vuelven a evaporarse antes de que consiga fotografiarlas… Pero, en cierto modo, considero importante investigar a fondo las imágenes durante un tiempo, para darme tiempo a decidir si tienen la suficiente fuerza, si pueden prestarse a múl-

tiples interpretaciones. Una de las cosas que siempre pienso acerca de mis fotografías es que quiero que sean lo más específicas y, al mismo tiempo, lo más imprecisas que sea posible. Así que me las imagino específicamente imprecisas. La mayoría de mis ideas están inspiradas por el lenguaje y las palabras. Me identifico con la tradición del escritor-fotógrafo, no con la del fotógrafo-fotógrafo. Diría que el trabajo del escritor-fotógrafo goza de una interesante cualidad narrativa. La temática de tu trabajo es bastante arcaica, ¿ha sido siempre ésa tu orientación?

Sin importar cuál fuera el camino que se me mostraba, siempre intenté mirar en la dirección opuesta. Siempre he buscado lo más interesante en los márgenes, en vez de centrarme en mi campo visual. Así que lo que yo propongo es siempre una visión periférica. Te encanta jugar con tus fotografías y sus títulos. ¿Qué se te ocurre antes? Pienso en términos de lenguaje. Y, muchas veces, el título también engloba el ángulo conceptual o punto de vista de la fotografía. Utilizando una analogía musical, digamos que veo el título como la letra y la ima-

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Stephen Berkman

Fotografía

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Me identifico con la tradición del escritorfotógrafo, no con la del fotógrafo-fotógrafo gen como la melodía. Siempre he suscrito lo que dice Susan Sontag en su libro “Sobre la fotografía”, cuando comenta que no es un arte sino una especie de lenguaje. Y por supuesto, coincido con William Burroughs, que fue incluso más famoso al decir que el lenguaje era un virus del espacio exterior. Creo que son dos conceptos realmente buenos. ¿Y la imagen? La imagen la veo básicamente como un párrafo en mitad de un libro al que le faltan todos los demás párrafos y páginas. Como si te lo hubieras encontrado en la calle y, sin contexto aparente, tuvieras que recomponer la historia por ti mismo. Desde que observaba imágenes de niño, me imaginaba y hacía conjeturas con las historias que encerraba cada imagen. Cuanto más desconcertante era ésta, más me interesaba y fascinaba. A veces, en las fotografías hay juegos de palabras visuales, y, sin duda, a menudo hay juegos de palabras en el título, pero intento controlar el nivel de mis juegos de palabras porque no quiero abrumar a la gente. Es una cuestión de cortesía, principalmente. Es interesante que digas que cuando ves fotografías pienses en lo que había antes y en lo que vino después, porque tus fotografías son construcciones absolutas. En realidad son ideas. Algo así como lo que Cartier Bresson denominaba el momento decisivo de su fotografía, algo documental por naturaleza. Tus fotografías son la otra cara de esa moneda; lo creas todo delante de la cámara, en vez de encontrar algo y luego capturarlo.

Cierto, pero yo encuentro ese momento dentro de mi cabeza. Cuando era adolescente estaba obsesionado con el periodismo fotográfico y pensaba que acabaría dedicando mi vida a eso. Ahora supongo que se puede decir que estoy documentando mi mente. Por lo general, no soy muy partidario de esas fotografías construidas que denotan haber sido tan construidas. Siempre intento que parezcan reales y vividas… Y lo son. Es evidente que quieres que se vean tus fotografías como imágenes del siglo XIX... Bueno… Por una parte es eso, pero, en otras palabras, digamos que existe un amplio archivo de fotografías del siglo XIX y sería una misión estúpida pensar que puedes mejorar el trabajo que ya está hecho. Es aún más extraño e irresistible que nada que tú puedas llegar a crear.

No creo estar engañando a la gente con eso de la época y la veracidad de las imágenes. Simplemente me interesa mucho cómo vemos el tiempo a través de la emulsión. La historia tiende a acabar almacenada -como si estuviera en el pasado, pero con la impresión de que aún habita de algún modo en el presente- y sigue estando abierta a la interpretación. Es algo progresivo, que no ha llegado a su término. No es un mundo perdido, es algo que aún puede revivirse. Me interesa mucho la historia y, por encima de todo, me interesa esa idea de que la historia siempre se está escribiendo. Y reescribiendo. No es un medio definitivo en absoluto. De hecho, siempre estamos reescribiendo y reinterpretando la historia de nuestras vidas. En cierto modo, visionamos nuestras propias vidas como en la película “Rashomon”.


‘Obscura Object’


Stephen Berkman

Fotografía

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El collodion es algo similar a un pegamento, yo no se lo echaría a mis cereales Coincido con Burroughs cuando dice que el lenguaje es un virus del espacio exterior Tu trabajo conlleva una meticulosa investigación. Coleccionas libros, fotos y diversas rarezas. Tu estudio es una impresionante biblioteca, un museo ecléctico… Realizo un exhaustivo trabajo de investigación para cada proyecto. Intento conseguir los detalles adecuados para que, una vez expuesto al mundo, el trabajo sea inviolable. A un nivel mucho más simple, sencillamente me interesa el aspecto que tenían las cosas, cómo se sentían y los detalles: qué tipo de tela se habría utilizado, el peinado preciso, la forma en que las personas posabas o les hacían posar los fotógrafos. ¿Cuál es tu proceso técnico? Trabajo con el proceso de collodion mojado, un sistema cuyos primeros usos prácticos se remontan al año 1851. Esencialmente consiste en plasmar imágenes sobre placas de vidrio, aunque también se puede hacer sobre placas de ferrotipo. El collodion es como un pegamento, se inventó en 1847 con fines médicos, para cerrar heridas y otras cosas.

‘Obscura Object’

Es parecido al sirope… Sí, se parece mucho. Aunque yo no recomiendo ponérselo a los cereales del desayuno. ¿Cómo haces el casting? ¿Los rostros del siglo XIX son muy distintos de los actuales? La mayoría suele ser gente que he visto y a quienes me he presentado. Bien porque tengo una fotografía en la cabeza para la que pienso que podrían encajar, bien por una escena aún no imaginada que podrían inspirarme. En términos de rasgos, simplemente busco gente que puede habitar las imágenes, gente con narices irreales y ojos

sinceros. En esencia, busco una cualidad llamativa o cautivadora en el rostro de la persona. Obviamente me interesan mucho los retratos y el rostro humano y sus posibles connotaciones, y lo que su paisaje puede comunicar. ¿Cómo sabes que por fin tienes la foto definitiva? Cuando logras capturar ese momento impredecible e inefable. No puedes forzarlo pero puedes intentar provocarlo. Al final, la foto sólo está acabada cuando sale mejor de lo que me había imaginado.


“Talvolta città diverse si succedono sopra lo stesso suolo e soto lo stesso nome, nascono e muiono senza essersi conosciute, incomunicabili tra loro.” Italo Calvino, Le città invisibili Texto e imágenes: Luis González Vayá

El avión planea sobre bosques, campos y limanes; súbitamente, desciende sobre una pista parcheada y se posa tembloroso frente a un edificio gris, ruinoso, sobre el que ondea con orgullosa ironía la bandera azul y amarilla; azul por el cielo, amarilla por los campos de trigo. Un decrépito cartel avisa: Odessa


Odessa

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U

n vehículo que ha visto tiempos mejores se acerca a la escalerilla para recoger a los pocos viajeros, en su mayoría emigrantes que vuelven con maletas, familia y pasaporte extranjero. Pacientemente se dejan conducir y, sin saber cómo, se forman colas frente a las aduanas, como si algún injerto en su código genético les moviera a esperar cualquier cosa de los hombres y mujeres de uniforme; a saber doblarse como el junco ante los caprichos del viento. Se dejan examinar lentamente por ojos hostiles, que estampan un cuño; cruzan los escáneres donde aleatoriamente se ordena con un gesto abrir maletas, y salen en todas direcciones del cubo gris, donde es verano, pero soplan rachas de un suave viento y las nubes, negras, se acumulan. Una marshrutka que no inspira excesiva confianza espera frente al aeropuerto: cuando arranca, las nubes se rasgan violentamente, descargando una lluvia demente, que viene y va, desatada en breves ráfagas que descansan y dejan los árboles perlados en tanto dura la incierta calma. Mientras el vehículo avanza por entre las interminables calles de la ciudad, tras cuyas arboladas pantallas se intuyen deprimentes moles grises que se desangran por cañerías, el agua va acumulándose sobre el pavimento: el trazado urbano, diseñado con prisa por un arquitecto soviético sobre un plano idénti-

Ciudad de villas clasicas y patios interiores, se va descomponiendo bajo el peso de ingeniosas reparaciones improvisadas

co para diez ciudades, carece de cualquier sistema para evacuar el agua. Las lluvias de verano las vuelven intransitables; cuando hace sol, todo queda cubierto de un polvo molesto, persistente e inevitable. En la marshrutka, mientras tanto, repleta de gente escapando de la lluvia y sin aire acondicionado, la temperatura aumenta de manera alarmante. Todo el mundo se roza, sudoroso; ya ni siquiera es necesario agarrarse al techo: no hay dónde caer. Cuando se ve venir la parada que se desea, desde el final de la marshrutka se envía el dinero del trayecto y el nombre de la calle al conductor: de mano en mano y de oído en oído, la información y el pago llegan hasta él con sorprendente efectividad. -¡Ulitsa Malinovskogo, 71! La marshrutka se detiene el tiempo justo y, de un salto, hay


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que abandonarla antes de que la puerta se cierre. El vehículo se aleja chorreando barro, como una extraña criatura anfibia, y nos deja frente al descomunal bloque; todo cubierto de calor, agua y una exuberante vegetación, como las ruinas de una civilización selvática.

La ciudad invisible La calle de Malinovski -el héroe de Stalingrado- es una gran avenida del extrarradio; una de esas calles anónimas de faraónicos despojos que encierran la verdadera Odessa, una ciudad minúscula, preciosa, enclaustrada frente al mar. Una ciudad de villas clásicas y patios interiores que se va descomponiendo bajo el peso de ingeniosas reparaciones improvisadas. La indolente belleza va siendo silenciosamente suplantada por la habilidad y la astucia de los supervivientes: las plantas crecen por todas partes; todo es furiosamente verde, espoleado por el húmedo calor del verano y la codiciada tierra negra.

Sugiere Calvino que en toda ciudad coexisten varias bajo el mismo suelo y bajo el mismo nombre, incomunicables: una Odessa mira al pasado, un destello dorado de fiestas, uniformes y vestidos de gala, de veranos al sol en el Sur del Imperio. Es una ciudad de fantasmas y estatuas: Pushkin sigue soñando el mar a la sombra del paseo que lleva a las escaleras dónde los cosacos disparan contra las multitudes sublevadas y un carrito de bebé cae, cae todavía -en realidad, Pushkin vivió aquí apenas unos años, y la matanza de las escaleras nunca tuvo lugar. Ajmátova, una niña, pasea entre los palacios; y desde alguna ventana de la calle Búnina se intuyen los ecos del violín de Oistraj. De esta Odessa sólo quedan perplejos monumentos, columnatas, mármoles y balaustradas; multitudes de gatos que dormitan en la calma de algún dvorik y gente que se afana, hombres y mujeres que caminan con decisión por donde un día caminaron los otros; ellos, mostrando

algún diente de oro, embutiendo sus cuerpos de gimnasio en camisas sin mangas; ellas, esquivando los charcos con pasmoso equilibrio sobre insospechados tacones, desafiando la suciedad con innata elegancia. Porque la otra Odessa, la que resta, es prosaica, pragmática, comercial: todo el mundo compra o vende algo. En cada lugar se levantan improvisados mercados; cualquier esquina vale. En el cochambroso tranvía número 10, que cruza el bulevar Isaac Rabin hasta la estación, la multitud apelotonada ha creado su propio microclima tropical: desde la ventana empañada se va viendo desfilar a hombres con carteles al cuello, ofreciendo su oficio; a un paso desesperante, se van dejando atrás minúsculas casas de un piso donde se repara de todo electrodomésticos, viejos Ladas-; el tranvía se regodea en las ruinas de Stalkanat, la antigua fábrica estatal, un monstruoso poema a la decadencia industrial; cruza el Privoz, el gran mercado asfixiado por la


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muchedumbre, trufado de tenderetes que nunca oyeron hablar de tasas de beneficios ni vacaciones -¿en verdad, qué podría ser eso? Las dos ciudades coexisten precariamente, sin mirarse. A la de hoy, miserable pero viva, le basta con saber lo que fue ayer. A veces, incluso, tiene raptos de pueril poesía. Los enamorados vienen a colgar candados en las rejas de un puente metálico que cruza un desnivel de la ciudad -se ven debajo los tejados mal reparados y oxidada cochambre industrial-, más allá de un palacete que mira al mar; desde la ventana llegan notas de un piano a una plazoleta en cuyo centro se alza una fuente modernista sostenida por dos cariátides.

El Patriarca De pronto, el tranvía detiene su recorrido: se ha formado una multitud, y la calle está cortada. Frente a una iglesia, los fieles ortodoxos congregados esperan la llegada de Kirill I, Patriarca de Moscú y Todas las Rusias. El añadido final es importante, porque es lo que explica qué hace el líder de la Iglesia rusa en una ciudad ucraniana: proselitismo. En la pugna por la joven identidad nacional ucraniana, uno de los primeros pasos adoptados por las autoridades de Kiev en 1991 fue crear su propia Iglesia autónoma, políticamente vinculada a las élites locales y fuertemente hostil a su homóloga rusa. El problema, por un lado, es que fundar iglesias no es como plantar melones; y otro -el

fundamental-, que muchos ucranianos simplemente no están dispuestos a perder los lazos con la antigua metrópolis. Mientras llegan los coches blindados, descienden los guardaespaldas y popes y seminaristas ofrecen al Patriarca el pan y la sal a la puerta del templo, tenemos tiempo de hablar sobre ello. Simplificando: el territorio que hoy conocemos como Ucrania fue siempre una mezcla compleja de pueblos polacos, rumanos, tártaros, ucranianos, rusos y judíos-, separados en comunidades adyacentes. Definir la frontera nunca fue fácil; la tardía llegada de los Estados-nación a esta parte del mundo, que hasta hace relativamente poco siempre fue provincia de algún imperio, ayudó a mantener el difí-


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cil equilibrio que, inevitablemente, empezó a tambalearse con la marejada de 1918, el desmantelamiento de los Imperios, y el período de reasentamiento -léase deportaciónde poblaciones enteras que siguió. Odessa está en Ucrania. Sin embargo, escucha a la muchedumbre que aplaude al religioso mientras sube las escaleras y agita el báculo en señal de benedicción: grita en ruso; también sus pancartas llamando a la unidad ortodoxa y eslava. Las cámaras de televisión preguntan en ruso y la anciana entrevistada, exultante, también responde en este idioma. El único eco de ucraniano que verás será el cartel de alguna tienda o algún rótulo oficial. Puestos a optar entre su identidad ucraniana y su identidad rusa, no está nada claro que los

Una Odessa mira al pasado, al destello dorado de fiestas, uniformes y trajes de gala; la otra es prosaica, pragmatica y comercial

aquí presentes se decanten por la que figura en sus pasaportes. Claro que, podríamos pensar, ¿por qué iban a verse forzados a elegir una identidad? El sueño nacionalista de uniformidad siempre es, ha sido y será una quimera -una quimera peligrosa; la tentación de forzar la unidad siempre ronda cercana. Pero la pregunta iría mal encaminada; sin entrar en por qué, el hecho es que la fractura ha sucedido. Esta dualidad identitaria del oriente ucraniano rusófono, que no sería problemática en otro lugar y otro tiempo, se convierte en el meollo de la cuestión cuando se ve envuelta en la gran cuestión geopolítica de estos lares, que no es otra que la de la Gran Rusia y su esfera de influencia.


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Guerras del gas, revolución naranja, contrarrevolución azul… la Ucrania moderna se ha modelado con la autoimagen del David heroico frente al Goliat ruso. No quiero decir que sea una narrativa nacional descabellada -teniendo en cuenta las crisis ya mencionadas y la para nada imaginaria política de rusificación agresiva llevada a cabo por la URSS, culminada en la hambruna genocida de 1933-, pero sí inadecuada para un país, Ucrania, que en sus fronteras heredadas contiene el resultado de esas políticas: una importante minoría rusa, cuya insatisfacción busca explotar el Kremlin. Y eso explica que hoy, aquí, Su Santidad el Patriarca Kirill I despierte gritos de entusiasmo entre la multitud; que al acabar la misa otorgue una incendiaria entrevista, y que todo ello cuente con el beneplácito de Víctor Yanukóvich, el astuto presidente depuesto por la revolución naranja y que, silenciosamente, vuelve a ocupar el poder.

Memorial Una ausencia pesa ominosa sobre la ciudad, y también un silencio. Guerra. Cada ciudad soviética tiene su gran monumento: el avasallador complejo triunfal de Poklonnaya gora en Moscú; el horrible coloso femenino la Madre Patria llama en las colinas de Kiev, y el Parque de la Batería en Odessa: un cementerio de tanques en las afueras de la ciudad, entre casas dispersas y bosques embarrados. Repleto de escolares, que corren y juegan al

escondite entre la maquinaria de guerra, puede verse como la visión soviética de un parque de atracciones: a lo largo de sus avenidas se exponen tanques, piezas de artillería, lanzaderas de misiles y -el plato fuerte- varios barcos y un gigantesco submarino, como una ballena varada, inútil y absurdo en mitad del bosque. La memoria de la guerra es omnipresente en Ucrania: monumentos, conmemoraciones, desfiles… Puede tenerse la absoluta seguridad de que, en cualquier momento, en algún canal al menos, se estará emitiendo algún documental sobre los veteranos, o alguna película de época. Y, sin embargo, en todo este despliegue memorístico resulta llamativa una ausencia. Odessa era la ciudad de Isaak Babel, de Trotsky y de Jabotinsky -uno de los pioneros del sionismo; allí vivió Shalom Alechem, el novelista de lo que se convertiría en “El violinista en el tejado”; y allí se inventaron los pogromos modernos en 1821. Los judíos


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del Imperio tenían la obligación de residir en las provincias occidentales, y no es sorprendente que Odessa, la ciudad más cosmopolita de la región, se convirtiese en un polo de atracción. Una parte importante de la población era de origen judío en vísperas de la ocupación nazi. Cuando esta llegó, en 1941, las tropas rumanas fueron las encargadas de llevar a cabo lo que después se conocería como la Masacre de Odessa: el asesinato de unas 30.000 personas en menos de una semana. Durante los siguientes tres años, el exterminio siguió en detalle, dejando a una de las comunidades judías más importantes de Europa diezmada. La ruinosa paz y la fundación del Estado de Israel fueron la puntilla para los supervivientes que, en cuanto tuvieron la posibilidad -en muchos casos eso no sucedió hasta 1991-, emigraron rápidamente a Oriente Medio. El único legado relevante que queda de este pasado son los nombres de algunos lugares -la cén-

Puestos a optar entre su identidad ucraniana y la rusa, es poco probable que los ucranianos se decanten por la primera

trica calle Ebreiskaya, por ejemplo- y los turistas israelíes. Acostumbrados a la narrativa del Holocausto, ¿qué conclusión sacar de este silencio?

Despedida La calle más céntrica de la ciudad, aquella por donde unos pasean para mostrarse y otros para mirar, es la Deribasovskaya. Empieza en el Gorsad -JarMun, neolengua para jardín municipal- y llega entre mansiones y árboles hasta cerca del mar. Allí se levanta una minúscula estatua de quién le da nombre: José de Ribas, Ossip Deribasky para los rusos. El aventurero catalán, nacido en Nápoles, parece triste en este raquítico monumento mal forjado del fundador de la ciudad. Venido desde la otra punta del Mediterráneo, jugándose el tipo por una reina extranjera, De Ribas nunca volvió: descansa en algún lugar de esta tierra que eligió como suya. La ciudad, su legado, sigue en pie; una oda al azar, lo inverosímil, lo no previsto.




DANIEL MORDZINSKI LA

PASIÓN DEL

LETRAHERIDO Texto: Víctor Andresco

· Imágenes: Daniel Mordzinski

Se conocieron en Moscú en octubre de 2005. Mordzinski, reportero de guerra y corresponsal gráfico de El País en París, conocido como el fotógrafo de los escritores, exponía y editaba por primera vez en Rusia; Andresco, un escritor que quiso ser fotógrafo, llevaba tiempo estudiando su cartografía de las letras iberoamericanas. Hace cinco años que son amigos de toda la vida y lo celebran con este desnudo integral, bicéfalo y entusiasta en tres suspiros y varias verdades.


Jorge Luis Borges, su primera foto (Buenos Aires, 1978)


Daniel Mordzinki

Fotografía

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Arriba, Valeria Luiselli; y abajo, Yuri Herrera (Hay Festival de Zacatecas, 2010)

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quizá convendría empezar reconociendo que somos amigos y que esta entrevista es esencialmente tramposa. O tal vez no lo sea tanto. Tenemos pocos secretos que esconder, la verdad. Las mujeres que amamos lo saben: Mordzinski y Andresco se quieren. Nuestros hijos lo tienen asumido; el tío Daniel, el tío Víctor. Somos amigos desde que el mundo es mundo: cinco años, para ser exactos, y hemos decidido celebrar nuestro primer Plan Quinquenal con este striptease en Standdart (primer suspiro: toda la vida imaginando desnudos ajenos para acabar enseñando nuestras propias vergüenzas a pares…). Coincidiendo con la Feria del Libro de Fráncfort 2010 Daniel Mordzinski tiene tres exposiciones en la ciudad, una de ellas con el Hay Festival, y comienza una itinerancia por todo el mundo con el Instituto Cervantes, que edita un nuevo catálogo en su extensa bibliografía. Celebrar en Alemania que todo empezó en Rusia es una extravagancia que atenúa otras peores. Mordzinski, nacido en Buenos Aires en 1960, vive en París desde hace más de treinta años y se ha propuesto re/tratar a todos los escritores del mundo -de forma particular a los latinoamericanos- sabiendo que es algo imposible. A ese proyecto lo llama, con la debida humildad, Atlas de las letras, y para permitirse el lujo de hacer lo que le gusta ha tenido que fotografiar muchas guerras –de las de verdad– y elevar a la categoría de bodegón productos de consumo que él preferiría no consumir. Hasta aquí un legítimo y meritorio plan de poner en

Suelen preguntarme por mi condición de exiliado, de latinoamericano en Europa y yo intento decir algo inteligente, o al menos que tenga que ver con mi trabajo

razonamientos del escritor que estudia la fotografía como elemento transformador de la conciencia.

Mis lecturas de la infancia o mi decisión de no ser otra cosa me llevaron a lo que soy

A mí me llena de vanidad y me ilusiona que pienses que algunos escritores pueden haber mejorado la idea de su trabajo o de su propio papel en la sociedad gracias a mis retratos, pero me parece exagerado. Sí reconozco tratar a cada uno como merece, es decir, con todo el respeto del mundo por su trabajo, más allá de su éxito, la generación a la que pertenezca o las ideas políticas que defienda. Siento auténtica veneración por las personas capaces de generar con palabras mundos tan creíbles y vivibles como el real, y hacernos soñar con sus ficciones.

imágenes los sueños de un lector voraz desde la adolescencia, la quimera de un joven porteño crecido entre la violencia de una de las peores dictaduras de la Tierra y la infinita magia de prosistas como Cortázar o Stevenson y poetas como Juarroz o Machado. Borges, con perdón, va aparte: Mordzinski se permite, casi adolescente, otra extravagancia y lo fotografía en una pensión de San Telmo para empezar su colección de cromos con el listón razonablemente alto. Pero lo heavy empieza cuando el Atlas de Mordzinski se convierte en un fenómeno que modifica la identidad colectiva del intelectual latinoamericano. Este segundo suspiro adquiere tintes de alarma: al fotógrafo le parece una afirmación grandilocuente y su discreción digiere mal los

Mordzinski es conocido por su impresionante trabajo pero también por la calidad y la intensidad de sus amistades. Superdotado para ciertos afectos, son muchos los escritores que tienen en él un cómplice discreto y fiel y eso le permite estar al día de informaciones que a veces los agentes y editores ignoran o ansían. Dicho de otro modo, Mordzinski es más que un apellido de origen polaco que garantiza imágenes siempre únicas: es una pieza imprescindible en el mapa de las letras iberoamericanas y a veces lo más práctico es preguntarle a él. Porque, además, son notorias su paciencia y su buena disposición: teniendo una de las lenguas más rápidas y afiladas del español es casi imposible oírle hablar mal de un autor. Y como en el adagio de García Márquez, siempre está de parte del muerto.


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Daniel Mordzinki

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Andrés Neuman (Buenos Aires, 2008)

Pará, che. ¡No seas malo! Tengo enemigos como todo el mundo. Pero es cierto que intento ponerme en la piel del que escribe. De otra manera no podría imaginar el camino a la foto que busco. Al cabo de los años los retratos se cuentan por centenares, si no por miles, y yo no me puedo permitir el lujo de repetirme. No porque haya nada malo en ello (necesariamente muchas fotos comparten un mismo espíritu, o un mismo decorado) sino porque eso sería traicionar mi trabajo. Yo busco en cada retrato una nueva ecuación: hoy es tal día, estamos acá, esto es lo que tenemos a nuestra disposición (a veces una modesta pieza de hotel, un simple reflejo en una ventana) pero buscamos juntos una situación nueva, un pequeño relato que medirá lo que mide la pantalla del ordenador o, con suerte, la copia en

papel que se edite en un catálogo o se cuelgue en una sala. La teoría de Andresco sobre el proyecto de Mordzinski ha dado lugar a El escritor frente al espejo, un ensayo que aparecerá el año próximo en forma de libro donde se analizan algunas claves, enunciadas en conferencias y artículos, de este fenómeno de transformación del escritor latinoamericano. La magnitud del Atlas mordzinskiano y su vertebración en forma de exposiciones y catálogos, así como la peculiar relación establecida con los festivales literarios más importantes, ha generado un sistema icónico que permea las instituciones, los medios de comunicación y las industrias de la cultura de modo muy favorable al reconocimiento del autor, rompiendo a menudo la tendencia mercantilista y banalizadora que imponen los grupos de poder económico y académico. Daniel escucha, pudoroso y

escéptico, y añade siempre que puede que sólo es uno de tantos fotógrafos empeñados en ponerles rostro a los escritores. Pero es un hecho que a partir de esta reidentificación visual de los autores ha empezado a surgir un flujo de reflexión que analiza, desde el yo del escritor, ciertos asuntos clave: la identidad cultural latinoamericana, el español como realidad narrativa, las nuevas relaciones en el mercado editorial y el papel del escritor en el nuevo panorama de la comunicación globalizada. A mí siempre me preocupó que este viaje por las letras fuera un itinerario compartido con mis escritores más queridos. Admiración y amistad fueron las primeras premisas de este trabajo que un día, recién llegado a París, me dio el coraje para telefonear a Cortázar, sin conocerlo de nada, y dejarle un mensaje en el contestador: Julio, no me conocés, no


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Eduardo Halfon (Salón del Libro Iberoamericano de Gijón, 2008)

soy nadie pero mañana inauguro mi primera expo y sería el pibe más feliz del mundo si estuvieras allá. Para mí estupor Cortázar, enfermo y luminoso, estaba el primero y yo me quedé duro. Y empezó una amistad de años que me enorgullece tanto como la de mis otros grandes amigos. Gracias a eso he podido hacer viajes que fueron libros y que son ejes de mi fraternidad con Sepúlveda -en un par de meses aparece un nuevo libro que hicimos juntos en Patagonia y Tierra del Fuego: Últimas noticias del Sur-, con Fajardo, con Sarabia, con Izzo. Tantos buenos amigos que también han escrito sobre mi trabajo… Al amparo de este ideal de amistad Mordzinski no sólo ha levantado libros de autor sino catálogos de exposiciones que son de referencia por su importancia docu-

Tengo enemigos como todo el mundo. Pero intento ponerme en la piel del que escribe Siempre me preocupó compartir este viaje por las letras con mis escritores más queridos

mental y, sin duda, por la calidad y la calidez de algunas firmas. García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes. La lista no se acaba pero interesan de forma especial nombres como Martín Kohan, Héctor Abad, Fred Vargas, Pablo de Santis o Gastón García. Y sí, me alegra que lo digas porque de algún modo son textos que nacen en una fase nueva de mi trabajo. Es cierto que todos ellos son amigos también (los admiro muchísimo) pero su reflexión es espontánea… Por ahí quizá pueda darte la razón en que, con los años, las fotos de escritores hayan servido para que los autores se miren y escriban sobre la imagen que proyectan. Porque si Mordzinski tiene un rasgo distintivo en su manera de retratar es la plena atribución del estatus de escritor a su


Daniel Mordzinki

Fotografía

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modelo, sin distinción de méritos literarios, editoriales ni mediáticos. Imposible distinguir si el Nobel es de Saramago o de Eugenia Almeida. Carlos Fuentes y Paul Viejo tienen los mismos derechos en el territorio de la fotinski, feliz definición del mago Enrique de Hériz. Sepúlveda dijo una vez que Mordzisnki no hace fotografías sino radiografías; Neuman yace sobre una mesa de billar con la misma, inocente intimidad con que Pilar Adón mira al infinito. Mordzinski no juzga cuando dispara. Y se reserva, marca de la casa, una moralidad inseparable del humor. Pero incompatible con la crueldad. Suelen preguntarme por mi condición de exiliado, de latinoamericano en Europa y yo intento decir algo inteligente, o al menos que tenga que ver con mi trabajo… Lo cierto es que todos estos factores, como mis lecturas compulsivas desde la infancia o mi decisión de no ser médico ni arquitecto para estudiar cine me llevaron a lo que soy y en cada clic intento ser ecuánime y no olvidar qué estoy haciendo. Estoy retratando a un escritor porque adoro la lectura. A veces es cierto que no conozco su obra cuando lo fotografío, pero necesito pensar que en ese momento ese hombre o esa mujer es el autor de un sueño compartido con el lector, con todos los lectores posibles. Y merece todo mi respeto. Tal vez por eso me gané cierta fama de fotógrafo en el que se puede confiar… Ingenioso, conmovedor, estimulante y a menudo divertido, cada retrato de Mordzinski es una incitación a la lectura,

Gabriel García Márquez y Luis Sepúlveda (Hay Festival de Cartagena de Indias, 2010), Wendy Guerra (Hay Festival de Zacatecas, 2010)


Víctor Andresco (Feria del Libro de Santo Domingo, 2010)

al placer de descrubrir los mundos de la ficción literaria. Sin embargo la fotografía de Daniel Mordzinski es, en conjunto y por encima de todo, una obra transformadora que ha restituido al escritor latinoamericano su identidad negada, arrebatada o interesadamente interpretada por determinados especialistas. Acaso sea prematuro dictaminar la desaparición de los agoreros forenses de la cultura en América Latina pero al menos podemos celebrar la ruptura de su monopolio analítico, en virtud del cual todo lo que sobresale del boom y el crack hace ¡plof! Hoy está claro que hay una gran literatura en español, necesariamente plural, difícilmente uniformable y decididamente dueña de sus textos. Como dicen los que saben, más democrática. Y gracias a Mordzinski conocemos a sus artífices y podemos llegar mejor a su trabajo.

Recién llegado a París, tuve el coraje de telefonear a Cortázar, sin conocerlo de nada

Dejémoslo en que hay que leer, que es una aventura que nunca defrauda. Autor también de centenares de portadas, defensor de un estilo artesano que parecía en extinción, forofo de las ventajas digitales pero espartano en el uso del photoshop, Mordzinski es solidario con los escritores y tolerante y eficaz con el resto. ¿Me aceptás un tercer suspiro? Nos estamos poniendo graves, hermanito, y eso podría desvirtuar nuestra verdadera imagen… ¡Tenemos que cuidar nuestra reputación! Mordzinski tiene razón. Hemos conseguido ser caóticos y decir unas cuantas verdades, pero la leyenda continúa. Nos quedamos aquí, de momento. Feliz lustro.


EL SEGUNDO LOST WEEK


END DE JOHN LENNON

SEXO, DROGAS Y ROCK AND ROLL Texto: Jordi Corominas i Julián

· Imágenes: Bob Gruen & Lennon Photo Archive

Los primeros pasos de John Lennon tras la disolución de los Beatles han sido mitificados hasta el extremo. El recuerdo histórico que el músico ha dejado de su periplo entre 1970 y 1973 se nutre de estruendosas declaraciones, canciones protesta, sentimiento artístico vanguardista y un claro olor de contracultura

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ontracultura expresada desde una radicalidad que vista en perspectiva se desdibuja por su verdadera condición, un enorme manojo de sufrimiento maquillado por la inevitable necesidad de afirmar su ego para desarrollar una imagen en solitario marcada indudablemente por su adiós a la tierra que le vio nacer y su traslado a los Estados Unidos en agosto de 1971, donde rápidamente hizo saltar las alarmas del gobierno federal presidido por Richard Nixon, bien flanqueado por J. Edgard Hoover en su paranoico intento de eliminar cualquier partícula sospechosa de sub-

versión en la agitada atmósfera norteamericana. Lennon acarreaba consigo la condena británica por posesión de resina de cannabis tras su detención el 18 de octubre de 1968, el día después de terminar la mezcla del Álbum blanco junto a sus otrora colaboradores Paul McCartney y George Martin, de quienes echaba pestes a principio de los 70, década que, como expresó Jim Morrison en L.A. Woman, vio cambiar el sentimiento de la alegría a una profunda tristeza, manifestada en Lennon mediante una actividad musical repleta de dudas, en plena simbiosis con su padecer personal y

sus movimientos políticos que hasta le llevaron a financiar causas radicales de todo tipo. Los primeros años de la nueva década vieron cómo el otrora pletórico compositor ofrecía al mundo Lp's de dispar calidad, desde el magnífico y confesional John Lennon Plastic Ono Band, metáfora musical de la terapia Janov, pasando por el sobrevalorado “Imagine” hasta llegar a su flojo y desgarrado grito reivindicativo, adalid de adalides, en “Sometime in New York City”, ciudad que le acogió y donde esperaba quedarse tras solventar sus problemas con el departamento de Inmigración en pos de


John Lennon

Música

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obtener la ansiada carta verde de residente, que sólo conseguiría en 1976. Durante este período el cantante estuvo flanqueado en todo momento por su esposa Yoko Ono. Eran inseparables y mantuvieron esa unión irrompible en todos los aspectos habidos y por haber. Sin embargo, y es comprensible, la polémica pareja era humana como todos nosotros, y bien es sabido que el flechazo inicial de Cupido no dura para siempre. En 1972 la fogosidad erótico-festiva del de Liverpool agotaba a la nipona. Ambos habían desarrollado con mucha naturalidad la cuestión de los celos. Poco importaba si él alucinaba por la calle viendo faldas, admirando contoneos y babeando con escotes. El amor estaba sellado, pero los nervios, finalmente, les jugaron una mala pasada. Para tener la tranquilidad en relación a su lucha para derrotar a la administración americana era fundamental que el candidato demócrata George McGovern derrotara a Tricky Dicky para alejar el fantasma de la deportación. La reelección del archienemigo encontró a John y Yoko en una fiesta organizada por Jerry Rubin. De repente el alcohol y las drogas, unidas a lo insoportable tensión del momento, hicieron mella en Lennon, quien no tuvo mejor idea que acercarse a una chica que no era de su gusto y llevársela al cuarto donde todos los invitados habían dejado sus pertenencias. Hicieron el amor sin reparos. Nadie podía irse. Yoko lo pasó mal, aunque entendió el germen del problema. Se fue a casa y días después le planteó a su marido la cuestión. Entendía su urgencia de otras compañeras sexuales. Sus colaboraciones artísticas seguían con el frenesí de siempre y nada podría cambiar esa simbiosis. No

Yoko y John habían desarrollado con mucha naturalidad la cuestión de los celos Su padecer personal y político le llevó a financiar causas radicales de todo tipo En 1973 Lennon tomó un avión a L.A. junto a May-Pang, antigua ayudante de él y Yoko

obstante convenía hacer algo. Lo debatieron, llegando a plantearse la opción del sexo homosexual, y decidieron que la mejor solución para evitar sufrimientos mutuos era que él se alejase un tiempo de Nueva York para que respirara y diera espacio a la relación. El 18 de septiembre de 1973, con “Mind Games” ultimado y listo para su promoción comercial, John Lennon tomó un avión a Los Ángeles junto a May-Pang, una chica chino-americana de veintidós años que había trabajado como ayudante para el binomio. Empezaba el Lost weekend. ¿Sexo, drogas y rock and roll?

Amistades, desmanes y destrozos: haciendo el gilipollas, echando de menos a Madre La sombra de Yoko era alargada. MayPang la sintió siempre en su cogote, y a su favor huelga decir que fue una excepcional compañía para el autor de “Dear Prudence”, quien pese a todo compartió lecho con un sinfín de mujeres y sació su sed de diversidad. ¡Alto! No penséis que estaremos hablando sin parar de camas y fluidos. Lennon tenía e hizo amigos en la ciudad californiana. Uno de ellos era el reflejo más claro, con permiso de David Bowie, de los nuevos tiempos en el panorama pop. Elton John congenió al instante con su ídolo y sería fundamental para terminar con esta aciaga época, pero antes de la resolución llegaron nuevas complicaciones. Morris Levy era un tiburón de la industria, además de ser el propietario de la canción “You can't catch me” de Chuck Berry, tema que Lennon plagió en el pri-


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mer verso de “Come together”, Here come old flat-top. Para arreglar el desaguisado pactaron que John grabara tres canciones de su catálogo, a lo que nuestro protagonista accedió encantado porque nunca se cansó de decir que a él lo que le gustaba era el Rock and roll. De ese acuerdo surgió el proyecto “Oldies and Mouldies”, dirigido totalmente por Phil Spector, el supuesto genio del muro de sonido que destrozó “Let it be”. Las sesiones fueron un desastre. El pro-

ductor acudía al estudio disfrazado de campeón de kárate, ciego o cirujano y llevaba una pistola bien visible en la sobaquera. Por su parte Lennon bebía, lo que nunca antes había hecho trabajando. Era

el caos entre genios. Todo estalló cuando un buen día Spector, alocado y megalómano hasta los topes, disparó su arma al aire. Los expulsaron y tuvieron que trasladarse, sin el pistolero, a las instalaciones de los recién abiertos estudios de Record Plant West, donde no concluyeron nada, finiquitándose el asunto meses más tarde en Nueva York con el simple título de “Rock and roll”. Durante esos meses angelinos los sobresaltos eran una constante, y no sólo eran ociosos como la leyenda ha hecho creer, en ocasiones cobra-

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ran matices más estrambóticos, como cuando John, que de vez en cuando visitaba la gran manzana por el asunto del visado permanente, recibió la visita de su primera mujer Cynthia acompañada por Julian. El clima enrarecido se mantuvo, si bien el letrista experimentó un importante cambio de actitud para con su primogénito, al que llevó varias veces, lo que para aquel entonces era un privilegio, a Disneyland. Estas buenas acciones eran un paréntesis en la perdición nocturna, cargada de anécdotas memorables en clubes como el Troubador, donde dicen las malas lenguas que en plena borrachera se puso una compresa en la cabeza y preguntó a una camarera quién era. La respuesta fue, como mínimo, contundente: Sí, un tonto del culo con una compresa en la cabeza. Este episodio es una nimiedad en comparación con otros acaecidos mientras residió en el Hotel Beverly Whilshire junto a Klaus Voorman, amigo de los tiempos de Hamburgo y ex bajista de Manfred Mann, Keith Moon, único destrozando habitaciones, Ringo Starr, ya sabéis quien es, y Harry Nilsson, a quien se empeñó en producir su disco Pussycats. Nilsson era un gran bebedor y un gran partenaire para provocar escándalos. El 12 de marzo de 1974, dieciséis días antes de empezar a trabajar en el álbum, ambos fueron otra vez al club Troubadour, y completamente beodos se pusieron a cantar a la espera del inicio del show de los Smothers Brothers. Fueron expulsados, Lennon derribó una mesa y en el exterior forcejeó con un empleado del aparcamiento. Había cámaras y la circunstancia era peligrosa para su pleito para permanecer en los Estados Unidos. Al día siguiente se le vio tranquilo, y sobrio, en un homenaje a

Borracho, se puso una compresa en la cabeza y preguntó a una camarera quién era

James Cagney acompañado de May-Pang, lo que alentó los rumores de ruptura con Yoko entre la prensa, ignorante del verdadero deseo del músico, siempre telefoneando a su esposa para ver si le dejaba volver de una maldita vez. Sólo faltaba, aunque las aguas ya habían vuelto a su cauce, la aparición de Paul y Linda McCartney. El encuentro en la cumbre se produjo el 31 de marzo de 1974, cuando los otrora líderes de The Beatles


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participaron en una jam session con Stevie Wonder y otras cuarenta personas, John a la guitarra, Paul, en ausencia de Ringo, a la batería. No hubo polémicas, pero el bajista declaró que si acudió a Los Ángeles fue porque Ono pasó por Londres para pedirle ayuda para solventar el difícil trance en que se hallaba, incapaz de solucionar la separación, que, poco a poco, se acercaba a su ansiado fin.

Vuelta al orden: New York, un número 1 y Madison Square Garden Entre las otras proezas de la etapa californiana cabe mencionar vandalismos varios, destrozos de mobiliario y cogorzas que se paliaban con la lucidez que lo transformaba en un inglés flemático, atento lector de periódicos, sublime conversador y brillante galán que optó por dar un golpe de timón aprovechando una ronquera, probablemente como causa de la eterna juerga, de Harry Nilsson. La única posibilidad para completar Pussycats era registrarlo en Nueva York, donde volvió a mediados de abril. Su primer movimiento fue convencer, en presencia de Ringo para impresionar a los ejecutivos, de lo bueno que era el futuro disco de Nilsson. La siguiente acción, otro punto de interés para retornar cerca del hogar, fue centrar parte de sus energías, ahora que los vientos soplaban a su favor tras el affaire Watergate, en visado. Otro paso trascendental fue grabar en julio de 1974 su álbum “Walls and bridges”, título con inequívoco sabor a cobijo, como si los muros de la gran manzana fueran una muralla que le protegía del mal. Uno de los temas del lp, el festivo “Whatever

gets you thru the night”, incorporaba el apoyo vocal de Elton John, a quien como contrapartida ayudó en su versión con un punto reggae de “Lucy in the sky with diamonds”. Ambos apostaron que si “Whatever gets...” escalaba hasta lo más alto de la lista de singles Lennon saldría en escena junto a su amigo. El sencillo y el álbum alcanzaron el número 1 y el monstruo apartado de los conciertos tuvo que cumplir su promesa el 28 de noviembre de 1974 en el Madison Square Garden.

¿Y Yoko? Sufría, y mucho. Su proverbial condición de fría y manipuladora ejercía su tarea. La calma era su mayor aliada. Le contaba a su amigo y compañero sus ligues, reían de lo torpes que eran y también se explicaban sus progresos artísticos, lo que él aprovechaba de vez en cuando para ir al Edificio Dakota si sabía que ella estaba de viaje, craso error, porque Yoko cambió las cerraduras. Sin embargo, el 28 de noviembre mandó dos gardenias blancas iguales para Elton y su marido. Lennon, histérico perdido, hizo su aparición el recinto prorrumpió en una espectacular ovación. Intervino en tres temas y en el último se permitió una broma como en los sesenta al anunciar “una canción de un antiguo novio mío del que me separé y que se llama Paul: I saw her standing there”. Aún quedaban unas pocas jornadas de gloria para el mito, pero esa noche fue la más especial, porque al caer el telón Yoko fue a su búsqueda y ambos se cogieron las manos mientras, embobados, sonreían y se miraban a los ojos para reemprender lo que, quizá, nunca había terminado.

Elton congenió al instante con él y sería fundamental para terminar con esta aciaga época Phil Spector acudía al estudio armado y disfrazado de campeón de kárate, ciego o cirujano




Frédéric Fontenoy

Fotografía

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rimero se dedicó a metaforsear el ser humano en una serie de fotografías que deformaban personas inmersas en la naturaleza. Luego se fijó en los detalles, llegando hasta el ombligo de las cosas, y también se acercó a la sangre en un proyecto que llamó Serie española. Su último trabajo, que data de 2006, es una galería infinita del mejor género fetish, donde se agrupan, sin agolparse, referencias a Marcel Duchamp, Man Ray, Hans Bellmer y George Bataille. Frédéric Fontenoy se enfrenta a todos, látigo en mano, acompañado de mujeres

“Antes era demasiado joven para construir una obra sobre erotismo”

capaces de convertirse en arañas con sólo retorcer su cuerpo. Siento curiosidad por saber por qué decidiste empezar a trabajar, hace no tanto, con un erotismo cercano al BDSM, por emplear el término más común. Quizá las siglas son un eufemismo del sadomasoquismo. Antes era demasiado joven para construir una obra sobre el erotismo. Fue a partir del año 2000 cuando decidí tomármelo más en serio, y poner en marcha una forma de experimentación con técnicas espe-


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ciales, un trabajo erótico, sensual e interesante que me permitiera mostrar a la mujer completamente, pero sin hacer pornografía. Algo que provocara una interrogación en el espectador, una fantasía. Luego dejé de trabajar en ello durante seis años. ¿Cómo se produjo el regreso? Me lo tomé más en serio. Comencé a trabajar con una amiga, hice algunas fotos... Lo que pasó es que necesitaba aún más tiempo, mi cabeza necesitaba pensar más, hasta sentir que estaba preparada para tra-

“Este trabajo me permite mostrar a la mujer completamente sin hacer pornografía Estas series llevan en mi cabeza desde los veinticinco años”

bajar en esto. Estas últimas series son algo que tengo en mente desde que tengo 25 años. Haberlo conseguido es algo que me hace feliz. Encuentras algo que te interesa y, al final, eres capaz de resolver la ecuación. Quizá por eso la gente responde a mi trabajo. ¿Cómo es ésa respuesta según tu punto de vista? La clave es Internet. Internet marca la diferencia. Yo no hago exposiciones, no tengo ninguna publicidad, pero la gente responde, se pone en contacto conmigo, y todo a




Frédéric Fontenoy

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través de una página web donde muestro las imágenes. ¿Te dejas inspirar en ocasiones por las modelos, por sus sugerencias, antes o durante el trabajo? Por supuesto, pueden hacerlo. Ellas no posan. Muchas de ellas provienen del mundo fetish, así que es fácil para ellas mostrarse de esa manera. Es una mezcla. Son inteligentes, y al final se ha generado cierta amistad y nos vemos de tanto en tanto. Ellas por ejemplo se conocieron en mi casa, se han hecho amigas. Todo ha sido muy especial. ¿Puedo preguntarte si en alguna sesión se ha excitado alguno de los presentes? Por cierto, ¿cuántas horas puede durar una sesión, más o menos? La carga de trabajo es demasiada como para excitarse durante una sesión. Y el objetivo no es ése, no es el momento. No sé los demás... (Risas) En cuanto al proceso de trabajo, una sola foto puede llevarme tres horas, por lo menos. La foto de los tres culos, por ejemplo, me llevó ese tiempo. ¿Te parece que tu labor como fotógrafo es una forma de dominación? En cierto sentido sí, porque durante todo el proceso soy yo quien decide, quien toma las decisiones. La técnica, la cámara antigua, la cámara grande... Es muy difícil preparar la luz, por ejemplo. Y la posición de la cámara es estática, pero intento que el resultado no lo sea. Por eso la búsqueda de la posición perfecta es un trabajo duro. No conocía mucho el mundo del BDSM antes de todo esto, pero sabía lo que quería, y busqué gente que pudiera dármelo. Una de

las modelos es sumisa, y creo que encontró otras perspectivas tras el trabajo. En esas fotos también estás tú, y como dominante de nuevo. No soy yo. Es un personaje que he creado. Mi identidad real no quería ser voyeur sino parte de la escena. Hay muchas referencias artísticas y literarias en las imágenes, por ejemplo la imagen en la que tienes un huevo en una mano y lo acercas a un culo, me hace pen-

sar en “Historia del ojo”, de Georges Bataille. Sí, todo está impregnado, sobre todo de Bellmer, y también de Bataille y Duchamp. Bellmer quizá más. Mi padre me contó, hace veinte años, que mi abuela había tenido una historia con él. He trabajado mucho también sobre la historia de mi abuelo, en 2000, cuando frené el resto de proyectos. Quise hacer un film, pero mi familia no quería que hiciese una película sobe ellos. Así que hice fotos. Y en febrero se va a publicar un libro sobre mi abuelo, que era un intelectual interesante.


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“Todo está impregnado, sobre todo, de Bellmer, y también de Bataille y Duchamp Mi padre me contó que mi abuela tuvo una historia con Bellmer El voyeur que sale en las fotos no soy yo, es un personaje que he creado “

Además de la impronta artística y literaria de autores como Bellmer y Bataille, una de las cosas que destacan de tu obra es el sentido del humor. Sí, hay mucho humor en mi trabajo. Ése también era un objetivo. ¿Por qué en blanco y negro? Bueno... Hice algo de color, pero me pareció más interesante en blanco y negro, por los elementos gráficos, por los suspensores y el bondage, entre otras cosas. El blanco y negro hace que todo esto sea aún más

poderoso. Y a mí me gusta la fotografía como ficción, por eso también uso el blanco y negro. ¿Cómo te sientes ahora, tras haber llevado a buen puerto un trabajo en el que pensabas hace tanto tiempo? Encontré la libertad. Hace veinte años no podía, ahora puedo. Me siento libre, y esto no es una obviedad, sino algo importantísimo para un artista. A mí me fascina especialmente la serie

Arachnids. Muy potente e original. Fue muy difícil de hacer. Y fue mi primer paso hacia el trabajo erótico. Fueron tres mujeres, una negra, otra asiática y otra blanca. Muy simbólico todo. ¿Qué países, según tú, se han mostrado más interesados por tu trabajo, en función de las respuestas que recibes al mismo? Uhm, Francia, que culturalmente siempre se interesa por este tipo de cosas. España, Argentina, México, ¿quizá por la impronta de la perversión de Buñuel?

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Richard Brautigan

Un hippie , excentrico Texto: Miguel Sanfeliu

· Imágenes: Erik Weber y LIFE

Septiembre de 1984. Está sentado a los pies de la cama, con el arma en la mano y mirando por la ventana. Intenta sonreír, siempre le gustó sonreír, pero esta vez se le queda en la cara una mueca de asco mientras le viene a la memoria el tiempo que pasó en una habitación de hotel, con tan sólo nueve años, cuando su madre les abandonó a él y a su hermana.


Š Erik Weber


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s

in duda, aquella experiencia le marcó. Supo desde entonces que tendría que enfrentarse solo al mundo, que tendría que sobrevivir sin la ayuda de nadie. Ésa era la clave: encogerse de hombros y tirar hacia delante. Nada de lo que pudiera ocurrirle a partir de entonces podría igualar la sensación de desamparo que sintió en aquella habitación de hotel. Lo recuerda con toda nitidez. Yo crecí en la oscuridad, murmura. Y aunque su madre les reclamó más tarde y los llevó a Tacoma, Washington, él nunca pudo confiar en ella. Siempre estuvo seguro de que desaparecería en cualquier momento y estaba preparado para ello. Se le humedecen los ojos. Una lágrima resbala por su mejilla. No es extraño que llore. Es un enfermo mental, paranoico y esquizofrénico, tal como le diagnosticaron a los veinte años. Recuerda su estancia en el hospital y las sesiones de electroshocks. Está convencido de que si se concentra con la suficiente fuerza podrá iluminarse como un árbol de Navidad. Suele desdramatizar el tiempo que pasó en aquella institución, bromear incluso, pero lo cierto es que el recuerdo del sonido metálico de las puertas

PRonto descUBRio la clave PaRa soBReviviR: encogeRse de homBRos y tiRaR hacia adelante sU PRimeR liBRo vendio 800 ejemPlaRes, mUy Poco PaRa algUien ligado al movimiento Beat

y de la corriente eléctrica invadiendo su cuerpo todavía es capaz de agitar sus sueños. Sólo escribir le ha servido de consuelo a lo largo de su vida. Cuando escribía, su mente era capaz de volar lejos, de romper barreras, concentrada únicamente en el sonido de las teclas de su vieja máquina. Allí podía ser Mark Twain, a quien decían que se parecía físicamente, gracias sobre todo a su bigote y su melena rubia. Es bastante más alto que Twain, eso seguro, y más desgarbado. También más guapo, se dice, y sonríe. Sus ojos brillan al recordar las mujeres que han pasado por sus brazos. Sus esposas: Virginia Dionne, la madre de su hija Ianthe y Akiko Yoshimura, a quien conoció mientras vivía en Tokyo. También sus otras amantes, como Janice Meissner, Valerie Estes, Marcia Clay... parecen demasiados fantasmas. Y, por supuesto, todas aquellas alegres


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muchachas que se arremolinaban en torno a él cuando entraba en un club para beber hasta perder el sentido y dilapidar su dinero, mujeres cuyos rostros estaban borrosos en su memoria, aunque era capaz de escuchar sus risas, sus agudas voces llamándole escritor y hombre famoso, como a él le gustaba que hicieran. Consiguió ser alguien importante, después de todo. Su primer libro, “A Confederate General From Big Sur”, vendió ochocientos ejemplares, cifra demasiado baja para alguien a

, cUando la Pesca de la tRUcha en , ameRica vendio 2 millones todos se PostRaRon a sUs Pies

quien se emparentaba con el movimiento beat, compañero de Gary Snyder, Robert Duncan, Allen Ginsberg o Lawrence Ferlinghetti. Sin embargo, su siguiente libro cambió las cosas. Se vendieron más de dos millones de “Trout Fishing in America” (“La pesca de la trucha en América”), y la crítica y los lectores se postraron a sus pies. Se convirtió en una celebridad. Ganó tanto dinero que no sabía en qué gastarlo. Se compró una cama de hierro forjado, siempre había querido tener una, e hizo regalos a sus amigos, y dio grandes propinas... tam-


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bién viajó a Japón. Y compró esta casa en Bolinas, California, en la que se encuentra ahora, mirando por la ventana, con una magnum 44 en la mano. Sus borracheras eran legendarias, se descontrolaba por completo. Sin embargo, hoy no ha bebido, está sereno, con los pies descalzos firmemente afianzados en el suelo. Sonríe al recordar aquella fiesta que terminó en una auténtica guerra de comida. Todos lanzándose spaguetis y ensalada y tomate y cerveza... Fue imposible limpiar las manchas y hubo que pintar la casa entera.

las BoRRacheRas de BRaUtigan eRan legendaRias, se descontRolaBa PoR comPleto

Esta misma casa en la que hoy no se oye nada más que el eco de su memoria. Se instaló aquí dispuesto a escribir una novela al año. Cada libro exploraría un género diferente. Y estaba seguro de haber escrito buenos libros, como “The Abortion: A Historical Romance 1966”, “The Hawkline Monster: A Gothic Western” (“El monstruo de Hawkline: un western gótico”) o “Willard and His Bowling Trophies: A Perverse Mystery” (Willard y sus trofeos de bolos: un perverso misterio”)… Pero los críticos le prestaban cada vez menos atención. No parecían tomarlo en serio. Siempre habían intentado ignorarlo, tratarlo como un paleto, un intruso en su mundillo apestoso de naftalina. Su agente le decía ahora que no se publicaría su último libro, que no era un buen momento, que se olvidara de él porque a nadie le interesaría. Que le jodan. Que les jodan a todos. Él sabía quién era. En Francia y en Japón apreciaban su trabajo más que en su propio país. No ha habido, ni habrá, ningún otro escritor como él. Recuerda el tiempo que vivió en Japón, en el hotel Keio Plaza. Le gustaba estar allí. Todo el mundo le sonreía y le reverenciaba. Allí le llamó un día una mujer desconocida, nerviosa por hablar con él. Era Akiko. Le


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dijo que había leído todos sus libros y se había dado cuenta de que veían el mundo de manera idéntica. Ella se había enamorado de él sin siquiera haberlo visto nunca en persona. Era una mujer extraordinaria. Se casaron y se la llevó a América. Recuerda cómo la miraban todos sus amigos, fascinados por su encanto. Lamenta haber perdido a Akiko. Akiko fue la única que estuvo con él cuando intentó recuperar los recuerdos de su infancia, la única que lo conoce de verdad. No sabe por qué ha sido cruel con ella. Piensa también en su hija, en el estúpido enfado que los mantiene alejados, en la tensión de las últimas conversaciones que han mantenido. Siente que está perdiendo el control sobre su propia existencia. Toda la basura de su interior está saliendo al exterior y se desparrama por el suelo, a su alrededor, monstruos y telarañas. Y la soledad. La losa que oprime su pecho. A veces llama por teléfono a los amigos y los tiene horas aguantando su cantinela. Da igual que sean las tres de la madrugada. Pero él siente que todo el mundo le ha dado la espalda. Mira la pistola. Es enorme. Tantas veces ha amenazado con hacerlo, que ya nadie cree que sea capaz de suicidarse. Sus anuncios

haBia amenazado tantas veces con qUitaRse la vida qUe nadie le cReyo lo encontRaRon cinco semanas mas taRde. tUvieRon qUe identificaRlo PoR sU dentadURa

de muerte suelen terminar en cualquier bar, bebiendo hasta perder el sentido. Pero hoy es distinto. Acaricia la pistola y siente que ésta quiere besarle. Está realmente mimosa. Ronronea en su mano como una gata en celo. Se pregunta si tendrá tiempo de escuchar el sonido del disparo. Lo encontraron cinco semanas más tarde. La parte posterior de la cabeza había volado. El resto del cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición y casi totalmente devorado por los gusanos. Tuvieron que identificarlo por su dentadura. Richard Brautigan tenía cuarenta y nueve años en el momento de su muerte.



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Ilustración: Diego Durán

on esos. Es el tatuaje, el de la rubia. Y el tipo se ríe igual. Deben ser pareja en serio. No me voy a mover de la caja. Capaz que les toca la mía. Tendrán que cobrar un cheque, supongo. Es la hora. Estoy atento, eh, por si me toca alguien importante, ¿no? Pero no puedo, ni queriendo, sacarles los ojos de encima. Los conocí en el boliche de Córdoba. Yo escabiaba, peinaba, andaba por ahí. Eran mis primeras vacaciones con veintiún días. Y estaba solo, entre la gente, esperando algo, atento, como siempre, pero diferente. Presentaron los shows, buenísimos, pilas y nuevos, todas las coreografías, alto porno, mejores a esos que me ponían en los noventa para hacernos calentar, todas viejas chotas mal operadas que se franeleaban contra pendejas de puteros del conurbano. Ni ahí esto. El pendejo, bien, fachero, pija larga, gorda, el comedor completo. Y la rubia, Dios santo que te agradezco, mortal, pero mortal, para hacerle el amor, bien operada. Algún inversor, dijo alguien cuando salían al escenario. Se paró el boliche, y se paró todo lo que había en el boliche, todos al palo, hasta los borrachos caídos. Todos con la pija boba. Todos de vacaciones, pasados. Y las minitas. A mil, las vi. Me apoyé en todas durante el show, y no dijeron ni pará ni nada. Era el pibe ese, que las dejó empapadas, un fenómeno. Y así nomás fue, eh. Se sacaron la ropa con un poco de mímica, pero de la bien preparada, no toda chota como esas de los otros boliches de antes. Al final, me acuerdo, cerró por tiros, uno. Puente Mitre se llamaba. Y te dejaban el estómago para atrás. Escabio barato, muy trucho. Acá no. Estás de vacaciones, loco, me dije. Chandon. Una, dos, tres botellas. Le tiré un poco en las tetas

a una mina que no me hubiera agarrado un billete de cien para un saludo con la mano, ni siquiera. Pero en ese momento, mientras la rubia y el pendejo garchaban en el escenario, la minita esta aceptó el chandonaso en las gomas, enfiestadísima, y se exprimió el top en la boquita para no desperdiciar. Y yo fui su Alain Delon por un rato. Me pegó una cachetada cuando le apunté con la botella al culo. Pero creo que se rió un cacho. Y si me la cruzo, la reconozco. Yo no olvido una cara cuando la veo. Por eso me doy cuenta de la rubia y el pibito. Mucho glamour, los dos. Me tiene las bolas al plato esta hora. Todo el mundo, loco. Parece que no pueden venir en otros horarios. Que se caguen, entonces, de que terminemos así, yo, todos los cajeros. Algunos ascienden. La mayoría se vuelven locos o terminan presos. Todo el mundo sabe por qué, pero sigue todo igual. Las noticias, parece, nos necesitan. Yo las veo. Todos los días. Y un pibe que conozco del otro banco entrega a una vieja recién pagada. Y un pibe en moto le pega un castañazo y la deja muerta en el cordón. Y se le lleva la plata. Y sale todo el caso en las noticias. Pero, en realidad, si ves bien lo que dicen, nadie está diciendo nada para que eso, hoy, mañana, acá, pase de vuelta. Y yo quiero comprarme la casa. Y el que tengo al lado, también. Nuestros viejos laburaban y, con esfuerzo y un rato largo, aunque con tres, cinco o siete hijos, se la compraban. Y nos mandaban al colegio. Toda la pelota. Ahora no hay manera. Hay que caer. Y raspar el fondo con los dientes a ver si sale un billete. Si la pensás dos veces, no la hacés. Y si no la hacés, te quedás abajo del puente de Constitución. Que la sigan chupando, entonces, como dijo Él.


Había demasiadas formas. Había que ser así y asá como acá y como en todos lados. Un día se quitó el head-set de la cabeza, apagó el monitor -era como medio ecologista, capaz-, abrió la ventana, se prendió un pucho, alguien le dijo que no podía fumar, mi compañero lo miró, le levantó la ceja y tiró el cigarrillo. Pero se tiró con él. Nunca lo soltó. Y se fue con una sonrisita. Le puso el tuco a la avenida. Pasó el día, la noticia y el team leader que me señalaba todo el tiempo le cayó a un amigo abogado una tarde y le preguntó, entrado en canas, si él podía ser considerado personal jerárquico para un posible juicio al call-center. Todavía es gracioso recordarlo con él. No sabe la rubia que me obsesioné con ella. Ahora estoy bien, y sigue sin saberlo. Sí sabía que había alguien que estaba obsesionado con ella, pero nunca supo que era yo el loquito. Me había costado encontrarla, porque primero encontré al pibe, más fácil, más boludo. Y no pude sacarle el teléfono de la rubia ni ofreciéndole plata, así que terminó en amenazas y denuncias. Para colmo, medio que lo boludeé. Tampoco supo quién era. ¿Y si me reconocen por la voz ahora? No creo.

Fumo mucho a la noche y nada durante el día. De hecho, en pleno conflicto -me hizo cagar de risa, puta de mierda-, una vuelta la seguí hasta otro boliche, ya en Buenos Aires. Lleno mal el boliche. Explotaba de gente. Corría todo ahí también, con la yuta en la esquina y más, eh, seccional importante, toda la pelota, pero conseguías lo que querías. Y se puso crudo todo cuando, además del pendejo, salieron otros dos chabones y se la enfiestaron en vivo y en directo y dejaron sin aliento a una multitud, todos derretidos. En plena orgía ella, que me tenía cerca, parado y fumando un pucho, me guiñó el ojo. Y eso que todas las noches la dejaba llorando y pidiéndome que no la llamara más, que no podía vivir así, que ya no dormía y no sé qué. En fin. La clave es esa. No olvidar caras. No confundir, en la multitud, a unos con otros. Y Palermo -nunca supe su nombre verdadero- también es así. Está parado por el banco y parece un fantasma. Y sabe que cuando me baje los lentes con la mano izquierda y los limpie y me los vuelva a poner significa que tiene que hacer su trabajo, avisar a los de afuera. Y los de afuera la tienen más clara que todos nosotros juntos. Y si me guardo los lentes después de atenderlos -como ahora pasa con la rubia y el pendejo, que tienen un cheque del carajo, como si hubieran actuado en vivo para el jefe de gabinete o alguien así-, ellos saben que no tienen que dejar vivo a nadie. Es la ley de la selva. Hace rato. Ellos lo saben, supongo, tan lindos que son. Le guiño el ojo cuando se va. La rubia me lo devuelve y sabe que la vi ponerse en cuatro ante mil personas. Pero quiero que sepa quién soy yo. No lo logro. En unos minutos ya no va a tener memoria de nada.

Standdart Magazine N03

Son ellos. Ahora lo sé sin tener que volver a mirar. Ahora no tengo dudas. Se dan un beso. Y no saben que los vi coger en vivo. ¿Cuánto cobrarán por cada presentación? Están zarpados los boliches. Y está zarpada la gente. Capaz que soy más parecido a ellos de lo que ellos mismos creen. Ellos también se deben preguntar cuánto cobro yo acá, volviéndome loco. Yo laburaba al teléfono antes de esto. Para un banco de México, pero desde acá, Buenos Aires, Sudamérica. Y tenía un compañero, estudiante de marketing en una privada. Era todo tan…



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