¡Al rescate!

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¡Al rescate! Estrategias prácticas para ayudar a estudiantes con dificultades de atención, conducta y aprendizaje

Marina Peña González


ST Distribución, S.A. de C.V. Gustavo Baz 47-A, Parque Industrial Naucalpan, Naucalpan, Estado de México. Teléfono: (01 55) 53 01 35 81 Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial, registro número 3342.

Peña González, Marina. ¡Al rescate!: estrategias prácticas para ayudar a los estudiantes con dificultades de atención, conducta y aprendizaje / Marina Peña González. -- México: ST Editorial, 2009. 120 p.: fots.; 23 cm. -- (Colección Rompeolas) Bibliografía: p. 119 ISBN: 978 607 7529 17 0 1. Niños de lento aprendizaje. 2. Educación. 3. Educación especial -- Métodos de enseñanza. I. t. III. Ser. 371.9-scdd20

Biblioteca Nacional de México

© Derechos reservados 2009 Primera edición: Estado de México, junio de 2009 © 2009, Marina Peña González ISBN: 978 607 7529 17 0 Presidente: Alonso Trejos • Director general: Joaquín Trejos • Publisher: Giorgos Katsavavakis • Directora editorial: Áurea Camacho • Coordinadora editorial: María Laura Sessa • Edición: Alfredo López • Asistente editorial: Liliana Ortega • Director de arte: Ernesto Bolaños • Diagramación: Jeffrey Torres • Realización de portada: Miguel Cabrera • Asistente de producción: Raquel Fernández Impresión: Ingramex Prohibida la reproducción total o parcial de este libro en cualquier medio sin permiso escrito de la editorial. Impreso en México. Printed in Mexico. ¡Al rescate!, de Marina Peña González, se terminó de imprimir en junio de 2009 en los talleres de Litográfica Ingramex, S. A. de C. V., con domicilio en Centeno #162, Granjas Esmeralda, delegación Iztapalapa, C.P. 09810, México, D.F.


Contenido Prólogo [5] Introducción [7] Conocer [9] Conceptos generales [9] • Una experiencia de muchos [13] • Trastorno de déficit de atención [17] • Trastorno de conducta oposicionista desafiante [26] • Trastornos del aprendizaje [32]

Comprender [39] Conceptos generales [40] • Funciones ejecutivas [41] • Motivación [43]

Resolver [49] El educador [50] • El ambiente [57] • La familia [62] • La institución [67] • El estudiante [69]

Actuar [73] Los resultados esperados se logran cuando la comprensión se convierte en acción [73] • Conceptos generales [75] • Adecuación curricular [77] • Plan de intervención para la atención de las nee [82] • Técnicas preventivas [86] • Técnicas de prevención conductual [104] • Técnicas educativas [108]

Fuentes consultadas [119]



Presentación

Educar es una tarea que no sólo se limita al educador como profesional sino que nos involucra a todos de alguna manera, porque en determinados momentos nos convertimos en educadores y, en otros, asumimos el lugar de educandos. El origen de la palabra educar viene del latín educàre, que significa dirigir, guiar, encaminar, y hace clara referencia a estos principios en los que debe estar fundamentada la tarea educativa. Creo firmemente que la tarea educativa es fundamental en la vida de cada persona y que cada uno de los que asumimos esta tarea tenemos la obligación de cumplir con los principios verdaderos de la educación. Como madre, como psicóloga y como especialista en educación he tenido la experiencia maravillosa de ver los resultados de una buena educación. Esta meta se alcanza cuando se logra sacar lo mejor de cada uno, cuando se nutre con el afecto y el conocimiento, cuando se guía y se orienta por el rumbo que merece cada uno seguir. Desde hace varios años me he dedicado a comprender a todos aquellos que presentan mayor dificultad para aprender y que hacen de la tarea educativa algo más difícil de lograr. Todos ellos representan un reto para los educadores, padres y profesionales involucrados. Quisiera referirme específicamente a los niños y jóvenes que presentan dificultades de atención, de conducta y de aprendizaje, algo que he denominado una diferencia escondida, porque aunque existe la dificultad, muchas veces no se deja ver con claridad. En este libro he querido trazar un camino para aquellos que quieran asumir el reto de educar frente a la adversidad y lograr hacer de la dificultad una oportunidad para aprender y para crecer. Me motiva a presentar esta propuesta el hecho de saber que el desconocimiento de la dificultad y sus consecuencias, además de afectar la vida personal y familiar de tantos, también limita su posibilidad de tener experiencias de éxito en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Tener conocimiento de la dificultad y saber la forma de enfrentarla puede marcar la diferencia en la vida de una persona, sobre todo cuando ese conocimiento se complementa, también, con una actitud sensible, positiva y abierta a aceptar la dificultad como una oportunidad y no como un problema.



Introducción

Existe un alto porcentaje de estudiantes que por diferentes causas presentan dificultades de atención, conducta y aprendizaje, por lo que es muy probable que el educador tenga dentro de su aula a más de un estudiante con estas características. ¿Qué posibilidades tiene el educador regular de poder atender con éxito las necesidades de este estudiante dentro del aula? ¿Están los educadores preparados para identificar esta población? ¿Conocen los educadores las dificultades específicas de estos estudiantes y la forma como intervienen sus características en el proceso de enseñanza-aprendizaje? ¿Existen políticas de apoyo establecidas en las instituciones educativas para atender a estos estudiantes y sus familias? ¿Existe conciencia real de las implicaciones personales y educativas que puede tener este estudiante en el futuro, si no se le da la atención adecuada? ¿Tiene el educador la preparación necesaria para identificar y atender las dificultades de estos estudiantes en el aula? ¿Puede el educador determinar si la causa de la conducta del estudiante responde a un trastorno o más bien es el resultado de una situación específica que está viviendo en ese momento? Después de un informe diagnóstico de un trastorno, ¿están los educadores preparados para implementar un plan de acción y tienen una buena actitud ante esas dificultades? Es una realidad que estos estudiantes estarán siempre dentro del aula y pareciera que cada vez en mayor cantidad. Además existe una perspectiva educativa mundial que invita a la integración. Las leyes y las políticas educativas de hoy le exigen al educador como profesional ser capaz de atender las necesidades de estos estudiantes. Los padres están más conscientes sobre los derechos de sus hijos y piden una atención educativa adecuada y la institución también espera que el educador asuma una buena actitud y un papel proactivo en este proceso. Creo que se están haciendo algunos esfuerzos en el proceso de ayudar al educador a identificar y apoyar a estos estudiantes, pero aún hace falta más apoyo para poder darle a aquél la formación necesaria para atender a esta población.

No basta con tener la motivación para ayudar al estudiante; es indispensable saber qué hacer y cómo hacerlo para lograr los resultados esperados.


Después de tantos años trabajando con educadores en diferentes partes del mundo, he podido identificar que el mayor obstáculo y la mayor fortaleza en este proceso radican en la actitud. Al educador se le dificulta aceptar y comprender que un estudiante con un alto nivel de inteligencia tenga una dificultad para aprender; es difícil para muchos reconocer que una conducta impulsiva pueda tener un origen neurológico, sin una prueba física precisa que verifique un verdadero daño. Y es casi imposible poder aceptar que la inconsistencia en las conductas sean resultados de un mal funcionamiento neurológico. ¿Cómo aceptar, como educador, que la conducta rebelde de algunos estudiantes, que usualmente es entendida como malacrianza, se deba a un problema de origen conductual? Aún para muchos profesionales en otros campos les es difícil diferenciar al perezoso y vago de aquel que tiene una dificultad de atención. No cabe duda que cada uno de estos trastornos y dificultades son bastante complejos para comprenderlos, pero es una realidad que la actitud del educador en este proceso puede marcar una gran diferencia. Este libro nace como una respuesta a todas las dificultades a que se enfrenta el educador en su labor docente frente a las necesidades de estos estudiantes. Tiene como propósito ser un instrumento de apoyo para los educadores en su trabajo cotidiano y espero sea de ayuda para prevenir el daño que, muchas veces, se le ocasiona a la mayoría de estos niños y jóvenes por falta de conocimiento. Con él, no se pretende en ningún momento que el educador se sienta preparado para hacer diagnósticos, ni intervenciones terapéuticas, pero sí que sea capaz de asumir una mejor actitud para hacer observaciones, referencias e intervenciones, con el fin último de poder crear un plan de acción y evaluar los resultados que favorezcan el desarrollo integral de sus estudiantes.


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Conocer

Conceptos generales

Quisiera compartir, más allá de una descripción clínica, las condiciones específicas de los estudiantes que tienen dificultades de atención, conducta y aprendizaje –las cuales se manifiestan en su vida cotidiana–, con el propósito de promover una identificación temprana y adecuada que puede hacer la diferencia en sus vidas. Antes que todo, vamos a definir dos conceptos que considero importantes para una mejor comprensión de lo que significan las dificultades de atención, conducta y aprendizaje: madurez y trastorno.

Madurez Al hablar de este término quisiera referirme a la “madurez escolar”, que incluye las funciones básicas, los factores emocionales de conducta e intelectuales, así como las funciones neuropsicológicas relacionadas con la percepción visual y auditiva, el lenguaje y la coordinación visomotora.


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Se debe tener presente que la edad cronológica es la que tiene el estudiante; es decir, su tiempo vivido; mientras que la edad madurativa es la edad a la que equivale su nivel cognitivo. Es fundamental, como medida preventiva, determinar tempranamente la diferencia entre la edad madurativa y la edad cronológica. Existen diferentes perspectivas de la madurez: Madurez de las funciones de orientación. Está relacionada con la atención y la concentración, la percepción analítica, la comprensión y un vocabulario lo suficientemente amplio como para que pueda expresar sus pensamientos. Madurez de la actitud de trabajo. También tiene que ver con la posibilidad de focalizar la atención y de diferenciar el tiempo de juego con el tiempo de trabajo, y aceptarlo. Madurez social. Incluye la capacidad de establecer adecuadas relaciones sociales con sus compañeros y con los adultos. Debe ser capaz de cooperar con los otros chicos, de soportar la competencia, de aceptar una autoridad diferente a la de los padres. Inmadurez neurológica. Se atribuye a una alteración del proceso de maduración, pero sin influir del todo en la inteligencia. Inmadurez emocional. Es una falta de madurez para controlar las reacciones emocionales. El niño inmaduro responde a cada situación con valores afectivos propios y posee una manera de adaptación al medio que no responde a los parámetros esperados para la edad. La diferencia entre la edad cronológica y la edad madurativa es una señal de alerta importante para determinar la expectativa que se debe tener sobre la conducta y capacidad de aprendizaje.

Trastorno Apunta a definir un patrón conductual de significación clínica, asociado a una afección mental o física considerada fuera de lo normal, que provoca un impedimento o un riesgo significativo. Los trastornos psicológicos y neurológicos están relacionados con el comportamiento inadecuado y la falta de adaptación de una persona en un entorno determinado. La duración, frecuencia e intensidad con que esto ocurre son algunos de los elementos que permiten concluir que el alumno presenta un problema. Cuando esta conducta es intensa y frecuente se puede determinar que existe un síntoma que responde a algún trastorno específico.


Conocer 11

Veamos a continuación algunos de los trastornos de origen neurológico que afectan el funcionamiento e interfieren en las habilidades para el aprendizaje y control de la conducta: Trastornos del aprendizaje. Se caracterizan por las dificultades en el área académica –lectura, matemáticas o expresión escrita–; es decir que la capacidad de logro del estudiante en un área académica específica es inferior a la esperada en función de su edad, nivel escolar e inteligencia. Trastornos emocionales. Son enfermedades que afectan la manera en que se piensa y se siente. Los síntomas pueden ser muy severos y, en la mayoría de los casos, no desaparecen solos. Uno de los trastornos emocionales más comunes es la depresión. Trastornos conductuales. Son una alteración relativamente estable y evolutiva de la personalidad, originada por la interrelación de factores biológicos, psicológicos y sociales, capaces de generar conductas inadecuadas ante situaciones diversas, emociones contradictorias y variables, que traen como consecuencia trastornos y efectos en el aprendizaje como categoría general. Dificultades emocionales y de la conducta. Constituyen un serio y difícil problema tanto para la educación y la salud mental de los estudiantes como para los padres cuyos hijos no logran un rendimiento acorde con sus esfuerzos y expectativas. La mayoría de los alumnos que presentan dificultades emocionales y conductuales poseen leves alteraciones en su desarrollo cognitivo, psicomotor o emocional, sin que por esto entren dentro de las categorías diagnósticas específicas tales como trastorno de déficit de atención o trastornos específicos del aprendizaje. Frente a la cantidad de distintos factores etiológicos y complicaciones secundarias que emergen en el niño o joven con problemas conductuales, sociales, emocionales y del aprendizaje, existen diferentes designaciones diagnósticas. Se trata, en general, de alumnos que padecen de dificultades del aprendizaje y de la conducta, cuya etiología es de origen orgánico, psíquico o no precisada claramente, que se diferencian entre sí, a veces muy sutilmente, por algunos signos o síntomas, de tal manera que pueden subyacer diferentes síndromes y cuadros clínicos tanto en la etiología como en las complicaciones de los trastornos del aprendizaje y de la conducta. Sin embargo, desde el punto de vista educativo, todos se comportan y rinden en la escuela de manera semejante.


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No asuma nunca que esto está bien y que hay que esperar a que lo supere, o esperar a que madure, o a que el tiempo pase. Es mejor pecar de querer ver más de lo que hay, que dejar pasar desapercibido algo que merecía ser descubierto a tiempo.

Todos reconocemos que existen estudiantes que presentan algún tipo de dificultad, sin embargo, no siempre se tiene un conocimiento suficiente sobre las causas y el pronóstico. Debo reconocer que muchos educadores, por no decir la mayoría, conocen lo que es una dificultad de atención, conducta y aprendizaje, pero les es difícil comprender las implicaciones específicas asociadas a la conducta y al proceso de aprendizaje. Estos estudiantes presentan lo que yo llamo una “diferencia escondida”. Son niños y jóvenes que tienen una necesidad educativa especial y muchas veces no son reconocidos por sus padres ni por los educadores. Estos estudiantes confunden al educador, porque sus manifestaciones no responden a las expectativas. Muchas veces su rendimiento académico puede ser excelente en un momento y terriblemente bajo en otro, llevándoles incluso al fracaso. De pronto pueden asombrar con su inteligencia y luego confunden con su torpeza; su comportamiento puede ser ejemplar bajo ciertas circunstancias, pero inconcebible en otras. En algunas áreas pueden manifestar una inmadurez que no corresponde a su edad cronológica, pero por otro lado pueden asombrar por su grado de madurez en términos de actitud. Suelen mostrarse dependientes e inseguros y en ciertos momentos sumamente impulsivos, asumiendo algún riesgo sin medir consecuencia alguna. Precisamente, el educador debe ver en cada una de estas pequeñas manifestaciones una señal que le indique lo que está detrás de lo que no se logra ver a simple vista. Esto es lo que he denominado como una señal de alerta en el aula, algo que nos indica que existe una diferencia y que por ningún motivo se debe dejar pasar. La tarea del educador es encontrar eso que está detrás, eso que no se ve pero que lo siente cotidianamente en el rendimiento del estudiante y en su conducta. Los estudiantes con dificultades de atención, conducta y aprendizaje son una realidad dentro del aula. El reconocer estas dificultades a temprana edad es una responsabilidad muy importante para el educador. Si un estudiante no recibe el apoyo que necesita, se pierde un tiempo muy valioso que a largo plazo tiene un costo muy alto en términos de aprendizaje, de desarrollo de habilidades y en la autoestima –esta última es fundamental para el desarrollo integral de la persona–. Hay que tomar en cuenta que esta situación afecta, además, la capacidad del profesor para enseñar y la de los otros compañeros para aprender, de tal manera que todos se pueden ver beneficiados con una intervención.


Conocer 13 Lo que se ve...

“No termina su trabajo, su cuaderno es descuidado, su letra es ilegible, ya está fracasado.” “No comprende cuando explico, siempre está como en la luna; ella no molesta, es muy buena, pero trabaja muy lento.” “No se queda quieto ni un minuto, todo lo termina rápido y siempre está molestando a sus compañeros o haciendo algún ruido.” “No comprende lo que lee y ya está en tercer grado.” “Discute por todo, siempre está en desacuerdo, quiere que se haga lo que él dice y no respeta la autoridad.” “Casi no tiene amigas, siempre está sola y no participa; es difícil saber si está entendiendo lo que explico.” “Él es muy esforzado, estudia mucho, pero al final sus calificaciones son muy bajas porque a la hora del examen todo lo olvida.”

Figura 1. Debemos estar atentos a los diversos comportamientos de todos los estudiantes.

Una experiencia de muchos

¿Qué sucede con estos estudiantes, por qué no pueden comportarse bien y aprender como lo hacen los demás? La intensidad y la frecuencia de una conducta debe ser una señal de alerta para todo educador (figura 1). Todos los días para estos niños y jóvenes las situaciones simples de la vida cotidiana se convierten en un verdadero problema al que se tienen que enfrentar. Tienen sentimientos de incompetencia, fracaso, frustración, enojo, tristeza, culpa y confusión (figura 2). Un estudiante no vale por lo que sabe, sino por lo que es, pero nadie reconocerá su valor si no se le hace valer. Lo que se siente...

“No es justo…” “Mi maestra me odia…” “Todos están en contra mía…” “De verdad estudié pero no sé qué pasó…” “No sirvo para nada…” “No vale la pena estudiar…” “Ya no aguanto esta vida, yo quiero morirme…” “La escuela es muy tonta y no enseñan nada…” “Mi profesor la tiene en mi contra…” “Yo no nací para estudiar…” “Es que a mí me cuesta demasiado la escuela…” “Yo quiero salirme del colegio…” “Mis papás son muy buenos, es que yo soy un vago…” “Yo soy el problema de mi casa…” “Nunca voy a lograrlo…” “Es imposible ser lo que mi papá espera…” “Yo prefiero el deporte, es para lo único que sirvo…” “Mi mamá me presiona demasiado…”

Figura 2. Hay que estar alertas cuando se escuchan frases como éstas.


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Lo que provoca...

“No quiero tratarlo mal, pero me enoja su actitud, me desafía y cuestiona, pone en duda mi autoridad frente al resto de la clase. ¿Por qué me hace esto?” “Cómo puede ser tan cruel con su compañera, me da rabia pensar en su mala intención.” “Yo he sido muy esforzado en la vida, me molesta la gente que no se esfuerza.” “Yo sé que sabe la materia, pero sus exámenes son muy bajos, me siento culpable de no poder ayudarle, pero ésas son las reglas y ella debe demostrar que sabe.” “Estoy cansada de esperar que cambie, siempre es lo mismo, un verdadero desorden, nunca trae tareas y su trabajo es incompleto.” “Yo no puedo con esa mamá, ella se lo hace todo por eso es tan vago, todo se lo resuelve, así nunca va a aprender.” “Siento que soy injusto con los estudiantes, porque a él le doy un trato diferente.” “Me molesta su apatía; uno trata de ayudarle, pero él no lo valora.”

Figura 3. Es importante escuchar la dificultad y no castigar la conducta.

El educador debe enfrentarse todos los días a los problemas que estas dificultades causan en sus estudiantes y que, de alguna forma, intervienen en el trabajo con el resto del grupo (figura 3). La aceptación es el primer paso para la intervención. Los educadores que han logrado sobrellevar a estos estudiantes quizás no tienen mucho conocimiento del trastorno, pero sí una buena actitud para buscar una solución. Ellos tienen sentimientos de logro, satisfacción personal, gratificación y una actitud de ver la adversidad como una oportunidad para aprender (figura 4). Educar es un arte y el valor de la obra se refleja en el resultado final. Lo que se puede hacer...

“Creí que ese estudiante era un problema hasta que lo asumí como un reto personal…” “Yo no soy psicóloga, pero mi instinto me dijo que ese muchacho lo que necesitaba era que alguien le dijera que era bueno para algo…” “Yo sé que nunca lo iba a lograr si lo evaluaba como los demás, así que lo evalué a mi manera; lo que me interesaba era saber si sabía…” “No sabe cuánto me desespera con su actitud desafiante, pero ya no caigo en su juego, ya sé que él es así y lo que hago es que ya no me enojo…” “La única forma de tenerlo quieto es teniéndolo ocupado; desde entonces molesta menos…” “Ya entendí que si le pone color a los nombres los memoriza mejor.” "Me he dado cuenta de que escribe muy lento por dificultad y no por pereza, así que decidí que escriba lo que pueda y el resto se lo facilito, así tiene el material completo para estudiar."

Figura 4. Siempre existe una posibilidad para que los educadores encuentren soluciones.


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Identificar No es responsabilidad del docente hacer diagnósticos clínicos, pero sí lo es hacer observaciones que sugieren una necesidad especial. No todo lo que se ve es como parece. Veamos a continuación algunas observaciones de especialistas (figura 5): Ejemplo 1 “Carlos es un joven de 14 años, muy tranquilo, un poco aislado y casi no participa en clase. Su rendimiento académico es promedio. Presenta un serio problema de inmadurez que interfiere en su habilidad para comunicarse; su lenguaje es muy pobre y su capacidad de comunicación simultánea muy escasa. Siempre ha manifestado dificultad para comunicar y expresar lo que sabe. Su profesor reconoce su capacidad para aprender pero a la hora de evaluar no logra demostrarlo.”

Ejemplo 2 “Juan es un niño de 10 años, muy inquieto; su rendimiento es muy bueno pero su calidad en el trabajo en clase es muy deficiente, constantemente hay que llamarle la atención y la maestra ya no sabe cómo hacer para que permanezca en su puesto. Juan tiene un déficit de atención predominantemente hiperactivo. La maestra creía que la conducta del niño era resultado de la falta de disciplina en casa.”

Ejemplo 3 “María es una joven de quince años que siempre está desafiando a la autoridad, siempre cuestiona al profesor y discute por cualquier cosa. Generalmente tiene conflictos con sus compañeros y el grupo la rechaza. María tiene una conducta desafiante y ha manifestado este comportamiento desde pequeña. Sus profesores han asumido que el comportamiento es resultado de la adolescencia, sin embargo la conducta ha estado presente desde que era pequeña. ”

Observación de un especialista “Karla es una niña de nueve años, muy esforzada, pero es muy lenta para copiar del pizarrón y se distrae fácilmente. Esta niña presenta una dificultad en el aprendizaje, en la memoria visual. Su maestra la describe como lenta para el aprendizaje y asume que además la niña es muy mimada en casa.”

Figura 5. Se debe tomar en cuenta el tipo de aprendizaje que mejor maneja el estudiante.


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Ejemplo 4 “Francisco es un chico de cuarto grado, brillante, lee mucho y todo lo sabe. Aprende muy rápido y por eso suele aburrirse en clase. Sin embargo su letra es ilegible, odia escribir y sus cuadernos usualmente están en blanco. La maestra comenta que el niño es muy inteligente pero muy vago, todo lo hace rápido y sin cuidado. Francisco es un niño talentoso con dificultades visomotoras que afectan su escritura.”

Consecuencias de las dificultades de conducta, atención y aprendizaje en el proceso de enseñanza El educador siempre se va a enfrentar al reto de tener uno o más estudiantes con estas condiciones dentro del aula. Muchos consideran que el mayor obstáculo para poder atender a esta población es la falta de formación específica, otros dicen que es la falta de recursos o a la poca colaboración y apoyo del hogar o de la misma institución. Todos estos aspectos son importantes para poder atender estas dificultades; sin embargo, el recurso más valioso es la actitud, que implica pensamiento, sentimiento, acción. Si un educador piensa que estos estudiantes son un problema, puede sentirse confundido y puede que reaccione con presión hacia el estudiante para que lo logre. Pero si el educador tiene conocimiento de lo que implica cada dificultad, esto le permite pensar qué puede hacer, y sentir la responsabilidad de realizar algo al respecto y reaccionar con un plan de intervención. No basta con aceptar que estas dificultades existen, es necesario saber qué son y qué implicaciones tienen para determinar qué hacer. En este proceso es importante no etiquetar, ni pretender colocar a todos los estudiantes con dificultades similares dentro de un mismo patrón, pues cada uno de ellos es diferente y el apoyo que requieren va a estar determinado por las necesidades y posibilidades con que se cuenten. ¿Qué significa un trastorno de conducta, atención y aprendizaje? Es importante hacer la diferencia entre los estudiantes inquietos, los que se portan mal por falta de disciplina o desmotivación, los distraídos, los que no comprenden la materia o no les interesa, y los estudiantes que presentan conductas similares pero que la causa fundamental de su conducta es una dificultad o un trastorno determinado, que no necesariamente es circunstancial o voluntario. A pesar de que muchas veces las conductas de ambos grupos son similares, es importante reconocer que existe una diferencia real con los estudiantes que presentan un trastorno, los cuales van a necesitar una intervención más metodológica para obtener resultados más favorables.


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En conclusión, la mayor dificultad de estos estudiantes no radica tanto en la dificultad en sí misma, sino en el impacto que tiene en la vida personal del estudiante y en su entorno. La desmotivación, la baja autoestima, la desconfianza, la apatía, la frustración, la inseguridad, el sentimiento de fracaso, la relación con el educador y los padres, el miedo y la resistencia a enfrentar los retos, son el mayor problema. Al educador y a los padres se les hace muy difícil enfrentar estas barreras que se construyen día con día, producto de la experiencia educativa y personal, y que da como resultado una actitud que no favorece el proceso de ayuda.

Trastorno de déficit de atención

¿Existe realmente el trastorno de déficit de atención (tda)? Hace unos años no había mucha información sobre el tda, poco a poco se fue despertando el interés por el tema y se desarrolló una gran cantidad de información. Hoy más que nunca existe mayor número de personas informadas de lo que es el trastorno; sin embargo, he podido sentir un ambiente de desconfianza alrededor del tema y de incertidumbre de si en realidad esto es como parece ser. El riesgo de informar es que se haga mal uso de la información y creo que eso es lo que ha pasado con el tda. Es una pena escuchar tanto comentario negativo que desacredita la realidad de estas personas, porque al final esto daña los esfuerzos que se hacen por ayudar a muchos estudiantes que realmente lo tienen y necesitan ayuda (figura 6). Quisiera compartir algunos de los comentarios que he podido escuchar al respecto, que son muy válidos: Comentario 1 “¡Esto es una moda...!” Una moda es algo de actualidad y que a la gente le interesa. El tda se conoce desde hace mucho tiempo, pero precisamente en los últimos años se ha dado mayor énfasis a las consecuencias que tiene en la persona y se ha convertido en algo de actualidad que interesa a todos. En los Estados Unidos se estima que este trastorno sin intervención tiene un alto costo económico y social, es por ello que se sigue invirtiendo en políticas de ayuda y de investigación al respecto.

Comentario 2 "¡En mi época eso no existía…!” La escuela y la familia antes se caracterizaban por tener un ambiente más estructurado y una relación de respeto hacia los adultos, lo que favorecía el control de límites, por eso no cabe duda de que a muchos de estos niños y jóvenes les fue de gran ayuda. Eso no quiere decir que no se hicieran manifiestas las características, pues muchos fueron reconocidos como estudiantes que necesitaban recuperación después de clase.


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“¡Ahora resulta que todos los estudiantes tienen tda...!” El riesgo de informar es que se haga mal uso de la información, ya que para muchos es más fácil acreditar la conducta del estudiante a un problema externo. Se asume que muchas de las dificultades de los estudiantes son consecuencia de: • Falta de motivación en clase. • Mala metodología de enseñanza. • Currículo no acertado a la realidad de los estudiantes. • Falta de límites y apoyo en casa.

Figura 6. Es importante llegar al fondo de la realidad específica de cada estudiante.

Comentario 3 “¡Eso del tda es falta de mano dura...!” No todos los vagos e indisciplinados tienen estas dificultades. Pero definitivamente una de las consecuencias de ellas es la falta de disciplina y motivación para persistir en una tarea que no le interesa o que le es difícil. La vagancia no es el problema, el problema es la causa que genera esa actitud, la cual es una señal de alerta.

Comentario 4 “¡Yo era así y salí adelante solo, nadie me ayudó!” Este comentario lo escuché de un hombre de unos 45 años, al terminar una conferencia de tda, y yo le pregunté: “¿Como lo hizo?” El sonrió y comentó: “Me dieron mucho palo, pero les demostré que yo valía, yo mismo me busqué mis propias formas de sobrevivir. Me hice de una novia que era muy organizada y estudiosa y ella me ayudaba; ella es ahora mi esposa y estamos aquí por mi hijo pequeño”.

Comentario 5 “¡Ahora resulta que todos necesitan ir donde el psicólogo!” Hoy más que nunca los niños y jóvenes visitan al psicólogo. La labor del psicólogo de hoy en día se ha convertido en ayudar a niños y jóvenes a resolver sus problemas personales, con sus amigos, en casa y en la escuela.

La realidad de la vida moderna y en algunos casos la carencia de formación y apoyo en el ambiente escolar, social y familiar han generado mayor necesidad de ayuda externa. En el caso de los chicos con dificultades, no es fácil para los padres y educadores comprender las implicaciones de un trastorno que no se ve y cuyas conductas no suelen ser diferentes a las de una persona que no quiere hacer las cosas como debe. La meta del educador debería ser ayudar a los estudiantes, pero uno de los mayores problemas radica en reconocer las dificultades como una realidad que responde a un trastorno. Esto no facilita la posibilidad de identificar la dificultad en el proceso de enseñanza aprendizaje, aceptar que existe una necesidad y asumir una actitud que favorezca el desarrollo integral del estudiante.


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Desde hace muchos años he tenido la experiencia de compartir la realidad de vida de muchos niños, jóvenes y adultos con el trastorno de atención. Puede ser difícil, para quien no lo conoce, comprender cómo algo que parece tan simple puede interferir y crear un impacto tan importante en la vida de una persona y de su familia. Usualmente, cuando alguien muestra cierto grado de sensibilidad frente a esta dificultad es porque ha tenido la experiencia de compartir y vivir cerca de alguna persona que manifiesta el trastorno. Entiendo la dificultad que representa para muchos comprender lo que significa el trastorno de déficit de atención, pero me es inconcebible aceptar que se trate de minimizar su importancia. Desvalorar de alguna manera la presencia de una dificultad que es real, es injusto para quienes necesitan de la ayuda y el apoyo de los padres y educadores para salir adelante. De igual forma, es injusto que existan diagnósticos superficiales y generalizados o etiquetas sin fundamento clínico que de alguna forma desacrediten las valoraciones serias y con fundamento. Es una realidad que en la actualidad muchas personas han generalizado las características propias del trastorno y en algunas ocasiones han utilizado el criterio para justificar algunas conductas que son inaceptables. Sin embargo, esas circunstancias no deben desvalorizar la presencia de un trastorno que ha sido científicamente comprobado y que hoy más que nunca se ha reconocido su importancia por el impacto que genera en la vida de la persona. Es muy importante que usted, como educador, conozca las características de este trastorno, pues sin duda alguna, es el educador el profesional que tiene más acceso a la información y mayor posibilidad de hacer una observación, lo cual es fundamental para un buen diagnóstico.

Actualización del tema En los últimos veinte años se han realizado muchos estudios sobre el tda y sus implicaciones que valen la pena reafirmar: Fundamento biológico. Muchas personas dudan del fundamento biológico del trastorno y algunos han acreditado los síntomas a factores netamente psicológicos. Es importante reafirmar que éste es un síndrome conductual con bases neurobiológicas y un fuerte componente genético. La figura 7 es una prueba convincente que demuestra la diferencia real que existe en la persona con tda de la que no lo presenta.

Es precisamente en el ambiente de aprendizaje donde se tiene la posibilidad de observar las diferencias e identificar a tiempo esas conductas intensas y frecuentes que interfieren en el control de la conducta y en el proceso del aprendizaje.


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b

Figura 7. Actividad metabólica cerebral. Sin tda (a) y con él (b). Este síndrome conductual se asocia con patrones neurofisiológicos distintivos.

La tomografía por emisión de positrones (tep) es una técnica no invasiva de diagnóstico e investigación por imagen, capaz de medir la actividad metabólica de los diferentes tejidos del cuerpo humano, especialmente del sistema nervioso central. La neurología y la psicobiología se han beneficiado de la posibilidad de cuantificar el metabolismo del sistema nervioso central. Carácter crónico del tda. El tda permanece hasta la vida adulta, aunque erróneamente algunos profesores que enseñan en niveles superiores asumen que el estudiante con tda, al llegar a secundaria o la universidad, ya ha superado la dificultad. Esta disfunción neurobiológica fue reconocida primero en la edad infantil. Sin embargo, en la medida en que fue mejor comprendida se reconoció su carácter crónico, ya que persiste y se manifiesta más allá de la adolescencia. Los estudios de seguimiento a largo plazo han demostrado que entre 60% y 75% de los niños con tda continúa presentando los síntomas hasta la vida adulta. Hiperactividad. Es un síntoma que no siempre está presente. Es común que las personas se refieran a un estudiante con tda como el niño o joven hiperactivo. Anteriormente se creía que la mayor dificultad de las personas con tda radicaba en la conducta hiperactiva, sin embargo hoy en día se reconoce que ésta es sólo una de las tantas manifestaciones del trastorno, pues en algunos casos este síntoma no está presente y, por el contrario, se observa una conducta hipoactiva o pasiva. Tratamiento. Algunos padres y educadores sobrestiman los resultados esperados del tratamiento farmacológico, y otros temen los efectos a largo plazo. Este tratamiento ha sido objeto de controversia debido a investigaciones científicas que asocian los


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estimulantes –sobre todo la Ritalina– con una serie de riesgos y complicaciones. No obstante, dentro de la comunidad científica, existe consenso respecto de los beneficios netos de la terapia con estimulantes y, en particular, de su eficacia y seguridad, aduciendo la evidencia provista por 70 años de investigación: más de 200 estudios controlados han demostrado que la medicación estimulante es un recurso efectivo para tratar el tda (Organización Mundial de la Salud). En el mercado ahora mismo están disponibles muchos tratamientos alternativos y diferentes medicamentos. Los expertos en este campo recomiendan mucha precaución, sobre todo con aquellos que carecen de fundamento científico. Asimismo hoy se destaca la importancia que tiene un tratamiento integral que involucre al hogar y a la escuela. Grado de comorbilidad. Éste es muy alto y es probable que algunas personas asuman que las dificultades de conducta, de aprendizaje y otros síntomas como los “tics” se asocien al tda. Éste se acompaña de altas tasas de comorbilidad psiquiátrica, según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (dsm-IV). Ahora más que nunca se reconoce que el tda difícilmente se manifiesta puro, es decir, sin otro trastorno asociado. Generalmente está acompañado de: • Trastornos de ansiedad. • Síndrome de Tourette (st): es un trastorno neurológico heredado, caracterizado por movimientos y sonidos vocales (fónicos) involuntarios y repetidos que se llaman “tics”. En algunos casos incluyen palabras y frases inapropiadas. • Síndrome o trastorno de Asperger: se encuadra dentro de los trastornos generalizados del desarrollo y es bien conocido por ser una parte del espectro de desórdenes autísticos. • Trastorno oposicionista desafiante. • Trastornos de aprendizaje, entre otros. El nombre ha variado con el tiempo pero el trastorno es el mismo. Es usual escuchar a las personas referirse al tda como el estudiante “hiperactivo” o con “dificultades de aprendizaje”. Muchas personas confunden una dificultad de aprendizaje con el tda, cuando este síntoma no es propio de él, pero sí puede estar asociado. Este trastorno ha recibido diferentes nombres a través del tiempo y cada uno de ellos corresponde, sobre todo, al interés de estudio del momento. Muchos educadores usan erróneamente el término hiperactivo para referirse a los estudiantes

Comorbilidad: que está relacionado o que existen otros trastornos asociados.


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que presentan el tda, cuando no todos presentan este síntoma. Anteriormente se utilizaron términos como: disfunción cerebral mínima, hiperkinesia e hiperactividad para describir este trastorno; actualmente el término correcto es “trastorno de déficit de atención”.

Descripción general del trastorno de déficit de atención Éste es un trastorno muy complejo, porque la manifestación de las conductas es variable así como la intensidad. A continuación, un conjunto de aclaraciones que le servirán al docente para conocer un poco más sobre el tda: • Es un trastorno conductual con bases neurobiológicas y un fuerte componente genético. • Los síntomas empeoran en las situaciones que exigen una atención o un esfuerzo mental sostenidos o que carecen de motivación –escuchar al maestro en clase, hacer los deberes, escuchar o leer textos largos, o trabajar en tareas monótonas o repetitivas. • Un bajo rendimiento escolar no es condición suficiente para establecer el diagnóstico. • El trastorno se manifiesta y se clasifica en tres tipos fundamentales: predominantemente hiperactivo, predominantemente inatento y el tipo combinado. Existen además diferentes niveles de clasificación que van de leve a severo. • Según estudios, un alto porcentaje de los niños con tda presentan dificultades de aprendizaje, del 40% al 60% presentan el trastorno de oposición y del 20% al 30% desarrollan trastornos de conducta. • Se considera que afecta aproximadamente del 3% al 5% de la población escolar en los Estados Unidos. • Es un trastorno que se mantiene hasta la vida adulta. • Los estudiantes con este trastorno tienen mayor probabilidad de repetir un grado, de ser suspendidos o expulsados de la escuela y de pasar por experiencias de rechazo o castigo. • Son estudiantes –a pesar de sus dificultades– con mucho potencial, creativos, inteligentes e incluso suelen ser talentosos en algunas áreas como la artística, el deporte o el área verbal. • El tda es considerado uno de los trastornos más comunes de la infancia. • El tda no se cura, pero se aprenden a manejar las diferencias.


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• El pronóstico del tda es alarmante cuando no es tratado. Sin intervención puede resultar en serios problemas sociales, emocionales, de comportamiento y de rendimiento académico. • El tda no es un problema de aprendizaje pero las características pueden interferir en el aprendizaje. • El pronóstico es muy positivo cuando el tratamiento involucra un apoyo educativo, afectivo y familiar. • Hoy se sabe que la conducta de los alumnos con este trastorno no es por vagancia o por culpa de sus padres. • El tratamiento farmacológico es una alternativa, aunque no todos lo requieren. • La conducta es inconsistente, hoy pueden hacerlo bien y mañana no. • La mayor dificultad es el autocontrol y la autorregulación. • Este trastorno requiere de una intervención multidisciplinaria, las intervenciones aisladas son poco efectivas.

Aprender a identificarlo Usted puede tener en su aula más de un alumno con este trastorno y cada uno de ellos manifestarlo de diferente manera, veamos algunos ejemplos: • Un estudiante con tda predominantemente inatento de grado leve podría manifestar su dificultad en equivocaciones en los detalles a la hora de ser evaluado o en su capacidad para recordar cosas importantes. • Otro, con tda predominantemente impulsivo de nivel severo, puede manifestarse en clase con una conducta disruptiva y fallar en las pruebas, evaluaciones y en los trabajos en clase por responder impulsivamente con falta de análisis y cuidado. • También un estudiante con tda del tipo inatento de nivel severo podría presentar un bajo rendimiento académico a pesar de su capacidad; además, es probable que le sea difícil comprender lo que se explica en clase y se le dificulte tomar notas. Adicionalmente, a la hora de realizar una prueba, es probable que le tome más tiempo del que esté planificado y que sea percibido como más inmaduro que el resto del grupo de su edad. Es muy importante focalizar la atención en las conductas intensas y frecuentes que pueden convertirse en señales de alerta. Las observaciones del educador van a ser determinantes para identificar la dificultad y la necesidad tanto conductual como de aprendizaje (figura 8).


24 ¡Al rescate! Análisis, asociación, comprensión

información

Atención

respuesta

Figura 8. Un funcionamiento inadecuado no dará los resultados esperados.

A continuación, otros elementos que nos ayudarán a identificar el trastorno: Aprender. Es el proceso por el cual adquirimos una determinada información y la almacenamos para poder utilizarla cuando nos parece necesaria. El aprendizaje exige que la información nos ingrese a través de nuestros sentidos, sea procesada y almacenada en nuestro cerebro y pueda después ser evocada o recordada para, finalmente, ser usada si se le requiere. Atención. Es un proceso cognitivo necesario para ingresar la información cuando el alumno focaliza, concentrándose en la explicación del profesor, al tiempo que selectivamente ignora los ruidos del patio de juegos, o de los alumnos de otra aula, y luego es capaz de cambiar y pasar a otra actividad. Estabilidad de la atención. Es el tiempo promedio de atención en la ejecución de una actividad, en la cual sin supervisión, sin estímulos cambiantes o distractores en el ambiente, la persona puede desarrollar la actividad. Este promedio de tiempo depende de la edad, pero de acuerdo con la madurez se asume que el tiempo de estabilidad de la atención entre los 6 o 7 años debería ser de 45 a 60 minutos. La mayor dificultad de los estudiantes con tda está precisamente en el proceso de atención y en los periodos de estabilidad de esa atención. Según el psicólogo Russell A. Barkley –quien ha realizado importantes trabajos de investigación sobre las implicaciones del tda–, para poner atención, el estudiante debe: • Enfocar: es la habilidad de retomar la información usualmente más importante y ponerle atención. • Seleccionar: escoger el estímulo correcto al que se debe enfocar. • Sostener: persistir por un periodo determinado enfocado en un estímulo. • Inhibir estímulos: no dejarse influir por estímulos externos ni internos. • Cambiar: dar seguimiento como el contexto lo requiere.


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Algunos estudiantes pueden estar enfocados pero no sosteniendo la atención, es decir que están mirando al educador pero la información no está ingresando porque mentalmente están pensando en otra cosa. Impulsividad. Se caracteriza por presentar déficit en la inhibición de respuestas y por la búsqueda de recompensas inmediatas, en contraposición a conductas alternativas que pueden generar beneficios a largo plazo. Esta característica hace que el estudiante tenga un estilo de toma de decisiones poco reflexiva, implica una tendencia a actuar precipitadamente, sin tener en cuenta las consecuencias de las acciones. La impulsividad puede ser separada en dos rangos: cognitiva y de comportamiento. • Impulsividad cognitiva: dificultad para parar, pensar y razonar ante una situación. • Impulsividad de comportamiento: incapacidad para inhibir un comportamiento o evitar dar una respuesta. Es propio de los estudiantes con esta característica, interrumpir la clase con comentarios, empezar la tarea sin haber escuchado las instrucciones o romper las reglas sin medir las consecuencias de sus conductas. Usualmente su trabajo es desorganizado y a menudo cometen muchos errores sobre todo en los detalles. Se les dificulta postergar, pues quieren todo “ya”. Berkley plantea que es importante comprender que el tda no es un problema de saber qué hacer, sino un problema de hacer lo que se sabe. Hiperactividad. La conducta que más llama la atención de los padres y educadores en este trastorno es la excesiva actividad motora. Siempre están en continuo movimiento como si tuvieran un motor dentro. En general, son niños incapaces de estarse quietos cuando es necesario que lo estén. Que un niño se mueva mucho a la hora del recreo y en momentos de juego es normal, pero estos niños no logran estar quietos en clase o durante otras tareas concretas. En los jóvenes y adultos con tda, dicho síntoma suele dejar de ser tan evidente; éste fue uno de los motivos por los cuales se creía que el trastorno desaparecía con el tiempo. Además, hace un tiempo la hiperactividad era la principal característica para definir a las personas con tda. Hipoactividad. Hoy en día se sabe que algunos niños no presentan la hiperactividad como una conducta predominante sino que, por lo contrario, son hipoactivos o poco activos.


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Funciones ejecutivas El concepto de funciones ejecutivas (fe) define a un conjunto de habilidades cognitivas que permiten: • Anticipación y establecimiento de metas. • Formación de planes y programas. • Inicio de actividades y operaciones mentales. • Autorregulación de las tareas y habilidad de llevarlas a cabo eficientemente. Este concepto se define como la actividad de un conjunto de procesos cognitivos vinculada al funcionamiento de los lóbulos frontales cerebrales del ser humano, que precisamente se ven comprometidos en este trastorno. Una de las dificultades más evidentes en los estudiantes con tda es la ejecución. Ellos tienen el conocimiento y muchas veces hasta la voluntad, pero carecen de la habilidad para hacerla realidad. Personalmente considero que éste es un factor determinante en el proceso de comprensión y ayuda a una persona con tda. Un estudiante con tda es posible que manifieste conocimiento pero falla porque dejó todo lo que tenía que hacer para el final, olvidó la fecha de un examen, da mil vueltas antes de iniciar la tarea, no completa su trabajo en clase, le cuesta organizar las ideas para sacar una conclusión y se le dificulta priorizar y determinar lo más importante. Es como tener un gerente muy inteligente y capaz en una empresa, pero que nunca ejecuta y tampoco delega, porque no sabe por dónde empezar. Creo que a los educadores les cuesta ver esa dificultad y la asocian a vagancia y falta de interés. Es posible que esto también se dé, pero hay que tomar en cuenta que esta habilidad no se tiene y sin ella es muy difícil esperar resultados (semejante a pedirle a un ciego que vea).

Trastorno de conducta oposicionista desafiante

¿Existe realmente un trastorno detrás de un estudiante rebelde? Los educadores hoy en día manifiestan su preocupación por la dificultad que sienten en el control y manejo de la conducta de sus estudiantes. Sobre todo porque existe una falta de respeto a la autoridad, lo que hace difícil el control de la disciplina en el aula. Muchos acreditan la responsabilidad de esta conducta a los padres y al sistema mismo que le resta autoridad al educador. El tema del manejo conductual en el aula y el papel del educador


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como figura de autoridad es fundamental para lograr una relación efectiva y el propósito de la enseñanza. Aparte de los problemas generalizados de conducta de los estudiantes, es importante destacar que existe lo que ha sido clasificado como trastornos de conducta, que tienen varias clasificaciones y dentro de ellas se destaca el trastorno oposicionista desafiante (figura 9). Algunos comentarios de los profesores que considero importante aclarar son los siguientes: Comentario 1 “Este estudiante sólo presenta problemas con el profesor de biología.” Esta conducta disruptiva puede variar considerablemente de acuerdo con la naturaleza del problema que afecte al estudiante, el tamaño del grupo, la materia que se esté enseñando y el tipo de institución. Un alumno puede presentar problemas de conducta frente a un determinado profesor y no frente a otro, como también exteriorizar sus alteraciones de manera transitoria o periódica. El alumno con estas perturbaciones causa, sin duda alguna, varias dificultades para sus padres, sus profesores y sus compañeros.

Comentario 2 “Yo me siento frustrado y no sé qué hacer ya con este muchacho. No cuento con el apoyo ni orientación de nadie.” Muchas veces los educadores pueden sentirse frustrados y con ansiedad cuando deben enfrentar un alumno con problemas de conducta. El profesor considerado se siente responsable del manejo conductual y de la enseñanza de este alumno. Muchas veces reconocer un problema puede considerarse como admitir una falla en el sistema escolar, especialmente si la institución no está preparada y no tiene ni la organización ni el apoyo de profesionales para enfrentar al alumno con este tipo de problemas.

Comentario 3 “No entiendo cómo un simple problema conductual puede terminar en fracaso y tantos problemas con los padres.” Padres y profesores comparten la preocupación por la alteración conductual que el alumno presenta. Si bien no se debe exagerar ante un problema de conducta, tampoco debe minimizarse, porque esto puede convertirse en una barrera para aprender. Los padres, inevitablemente, se preocupan por la manera en que el hijo se comporta, y esta preocupación se complica con sentimientos de frustración y rabia cuando el progreso escolar es lento o es escaso, y las críticas de otros padres y de algunos profesores aumentan.

Comentario 4 “No comprendo por qué no cambia si esto le trae problemas en casa y con sus amigos, pues ellos lo rechazan.” Este estudiante genera problemas en su familia y con sus hermanos, quienes usualmente sufren porque los padres en general ocupan la mayor parte de su tiempo en atender estos problemas. Es un alumno que molesta a otros en clase y en los recreos y no ha aprendido un modo apropiado de hacer amigos y de establecer relaciones interpersonales. Generalmente son niños y jóvenes infelices, aislados por sus compañeros de curso e impopulares entre sus profesores. No cabe duda que esto es reflejo de un problema que requiere ayuda.


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“No es justo que no me permita dar mi clase; hay otros que se ven afectados.” Es posible constatar un aumento de la tensión y de la ansiedad en muchos profesores cuando deben enfrentar un alumno con alteraciones de la conducta. La tensión aumenta en el profesor, porque el estudiante está coartando sus labores de enseñanza habituales. En algunos casos, él considera el problema como “propio del estudiante” y, por lo tanto, la responsabilidad de la conducta desadaptada recae sobre el alumno. De acuerdo con esta perspectiva, el profesor no cree que su metodología de enseñanza aumente aún más la molestia que el alumno presenta. Asimismo, si el profesor estima que es el resultado de alguna dificultad en el hogar del estudiante, va a tener bajas expectativas sobre su rendimiento escolar.

Figura 9. El educador debe ejercer su función con autoridad, pero con respeto.

Comentario 5 “Mi nivel de tolerancia es muy pequeño, por eso nos enfrentamos a menudo.” La severidad de la alteración conductual depende en gran medida de la percepción que sobre ella tengan las personas que están alrededor de estos niños y jóvenes. Las personas, en diferentes contextos, tienen variadas expectativas sobre lo que consideran una conducta apropiada. Tanto en los padres como en los profesores se pueden observar distintos niveles de tolerancia frente al alumno con problemas de conducta. Aunque la tolerancia puede aumentar si la expectativa responde a una realidad.

Comentario 6 “Estos estudiantes deben ser expulsados como medida de corrección.” Muchas veces el problema de conducta del estudiante está determinado por la forma en que lo asumen los adultos a su alrededor, percepción influida por la tolerancia individual, la ansiedad que desencadena el estudiante en el ambiente que lo rodea, la preocupación, el temor y la rabia que provoca su mala conducta, así como la presión de los padres y de la institución. Como problema, requiere de atención y la intervención debe ir de acuerdo con la comprensión de las causas.

Actualización del tema Los trastornos del comportamiento, como categoría, son la causa más común de referencia a los servicios de salud mental para niños y adolescentes. Las estadísticas indican que el trastorno oposicionista desafiante afecta a 20% de la población de edad escolar. Por lo tanto, ésta es una realidad a la que se enfrentan los educadores en su labor docente y muchas veces les es difícil diferenciar entre el estudiante que tiene un mal comportamiento porque está aburrido en clase o porque en su casa carece de límites y el estudiante con un trastorno que requiere de una atención diferente. Rebeldía. El trastorno oposicionista de la infancia o de la adolescencia se caracteriza por una oposición constante a todas las personas


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que ocupan posiciones de autoridad, sin tomar en cuenta el interés propio. Es una tendencia continua a la discusión y una falta de voluntad de atender a la persuasión razonable. El comportamiento oposicionista lo provoca cualquier exigencia, norma, sugerencia, petición o amonestación impuesta. • ¿Es la rebeldía una conducta aprendida? En el trastorno de desafío, la conducta no es aprendida, sino que responde a varios factores: cierto temperamento y características cognitivas que les facilita emitir comportamientos agresivos y de confrontación, dificultades en el autocontrol y la autorregulación –trastorno de déficit de atención–. Tienen mayor dificultad para regular la conducta y el comportamiento, sus respuestas son más emotivas y postergan el cumplimiento de tareas, generalmente se encuentran características cognitivas y de temperamento similares en los padres. • ¿Son estos estudiantes agresivos? La agresividad suele manifestarse en algunos como reacción, sobre todo cuando hay confrontaciones, cuando el educador toma una posición de lucha de poder o se les presiona o confronta de manera agresiva. El profesor debe conocer su condición y tomar medidas preventivas que eviten las conductas agresivas. • ¿Hay que imponer la autoridad ante esta conducta? Entrar en una lucha de poder solamente empeora la situación. La rigidez y una actitud autoritaria desencadenan más la rebeldía del estudiante, sobre todo si el profesor lo hace frente al grupo. La finalidad del profesor ante una actitud rebelde no debe ser ganar, ni demostrar quién tiene el poder, sino mantener la autoridad con determinación y sin perder el control. • ¿Merece una expulsión? Quizás lo que merece es una sanción. La mayoría de estos estudiantes reciben todo tipo de censura; quizás en un alumno regular la expulsión resulte una medida que dé algún resultado, pero en el caso de estos estudiantes, no responde a la solución del problema, sino más bien genera hostilidad y aumenta la posibilidad de deserción. • ¿Esa conducta es culpa de los padres? También los trastornos genéticos son culpa de los padres, pero eso no justifica que no se les brinde la atención que requieren. A los padres, al igual que a los educadores, se les hace muy complejo el manejo de la conducta de sus hijos, por eso se sugiere que el educador asuma su rol de autoridad con los estudiantes y no permita que la autoridad de los padres se interponga en la relación directa con ellos en el aula.


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Las conductas de estos estudiantes muchas veces carecen de sentido, las explicaciones y razones suelen carecer de valor para ellos. Por eso es necesario crear y fomentar un ambiente de respeto donde prevalezca la prevención de las situaciones y se mejore la convivencia dentro del aula. La prioridad en todo momento debe ser el resguardar la dignidad de todos. No cabe duda de que para el educador estos estudiantes se convierten en un problema que interfiere en su trabajo cotidiano y le afecta, de alguna manera, al grupo. La meta del educador en este caso es lograr el aprendizaje a pesar de la dificultad. Esto se puede lograr si el educador es capaz de crear una relación con el estudiante en la que éste logre respetarle como figura de autoridad. Los padres, el director y el educador muchas veces no saben qué hacer y pierden mucho tiempo en buscar culpables y aclarar regulaciones que al final no aportan solución. El educador tiene un papel clave en este proceso porque la determinación de los problemas que surjan va a depender en gran medida de su capacidad para sobrellevar la actitud del estudiante. Creo firmemente que si el educador comprende el trastorno y aprende la forma de enfrentarlo es probable que las crisis se puedan prevenir.

Descripción general del trastorno oposicionista desafiante El trastorno oposicionista desafiante se caracteriza por un patrón recurrente de conducta negativa y hostil que se mantiene relativamente estable –por lo menos por seis meses–. Este comportamiento es el resultado de la combinación de dos elementos: el estado de ánimo asociado a hostilidad, enojo, negativismo, y la relación con otros, retando la autoridad, argumentando y desobedeciendo las órdenes. • Alrededor de 65% de los niños con déficit de atención predominantemente hiperactivo presenta el trastorno de desafío como un trastorno asociado. • Las estadísticas indican que el trastorno oposicionista desafiante afecta a 20% de la población escolar. • Es más común en los niños que en las niñas. • La conducta oposicionista desafiante se manifiesta tanto en niños como en jóvenes. • Se caracteriza por un comportamiento negativo ante las figuras de autoridad, ser usualmente hostiles, resistirse a obedecer, desafiar la autoridad, romper las reglas y no seguir las instrucciones o normas conductuales socialmente esperadas para su edad.


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• Algunas investigaciones indican que la conducta se precipita con mayor facilidad ante las órdenes de los educadores o los padres. • La actitud negativa se manifiesta como una resistencia a asumir alguna acción que requiere postergar una situación que le está siendo placentera o cuando se le exige cierto grado de esfuerzo o algún displacer. • El desafiar la autoridad es una forma de postergar el hacer algo que no desea y cada minuto de discusión al respecto es un tiempo ganado para evitar la acción requerida. • Este patrón de conducta, por lo general, se manifiesta con mayor intensidad en la relación con adultos y amigos que son conocidos para el niño o el joven, y no tanto con extraños o en ambientes que no le son familiares. • La conducta está asociada a una baja autoestima, poca tolerancia a la frustración, mala relación con amigos y eventualmente bajo rendimiento académico.

Aprender a identificarlo

Los padres, maestros y otras personas que representan figuras de autoridad en el entorno del niño o adolescente son las personas que logran identificarlo. El trastorno de conducta oposicionista desafiante a menudo se manifiesta junto con otros trastornos de la salud mental, entre los que se incluyen trastornos del estado de ánimo, de ansiedad, de conducta y el tda con hiperactividad. El trastorno de conducta oposicionista desafiante se caracteriza por una conducta no cooperativa, de confrontación, irritable, negativa y fastidiosa hacia los compañeros, maestros y otras figuras de autoridad (figura 10). Comunicación negativa

discute, se enoja

poca tolerancia. presión para que se cumpla una orden

se resiste Lucha de poder

ambiente rígido, hostil y desmotivado

Educador

Figura 10. Impulsores de la conducta desafiante.

Estudiante

cuanto más autoritario se presente el educador, más desafiente se comporta el estudiante


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Veamos algunas características que permiten al educador identificar a estos alumnos: • Cuestionan y argumentan al educador frente al grupo. • Hacen berrinches –en el caso de los niños. • Se les dificulta relacionarse o jugar con sus compañeros. • Rompen las reglas de la clase. • Molestan a los compañeros. • Ignoran las instrucciones que se les dan. • Pierden el control y se enojan. • Se rehúsan a cumplir con las tareas que se les asignan. • Culpan a otros siempre por sus errores. • Se enojan con facilidad cuando los molestan. • Utilizan, en ocasiones, palabras sucias u obscenas. • Tienen poca tolerancia a la frustración. • Confrontan la autoridad.

Trastornos del aprendizaje

¿Existe una dificultad de aprendizaje detrás de un bajo rendimiento? Los estudiantes con bajo rendimiento académico no necesariamente cumplen con los criterios de un trastorno de aprendizaje, a no ser que su bajo rendimiento sea resultado de una dificultad significativa en la adquisición y uso de las habilidades matemáticas, para escuchar, hablar, leer, escribir y razonar. Los trastornos del aprendizaje deben diferenciarse de posibles variaciones normales del rendimiento académico, así como de dificultades escolares debidas a falta de oportunidad, enseñanza deficiente o factores culturales. Los educadores se encuentran con estudiantes en niveles superiores que presentan serias dificultades para aprender, y muchas veces la causa real de la dificultad es que nunca se les enseñó adecuadamente (figura 11).

“¡No puede pasar de grado con esa letra!”

Pasan los años y un adulto que tuvo dificultades con la motricidad en su infancia se convierte en un profesional y puede mantener el problema en su escritura.

Figura 11. Éstos son problemas que hay que atajar con tiempo.


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Veamos a continuación algunos comentarios hechos por educadores que han atravesado por esta experiencia: Comentario 1 “¿Por qué si es tan inteligente tiene tan mala letra? ¡Eso es pereza!” La inteligencia no tiene nada que ver con las habilidades específicas del aprendizaje. Un estudiante talentoso puede tener dificultades de aprendizaje y su nivel de lectura puede estar por debajo de lo esperado para su edad.

Comentario 2 “Su letra es muy fea, lo he puesto a escribir muchas veces para que practique, pero no mejora…” La dificultad de aprendizaje no tiene relación con el saber cómo escribir sino con la destreza para aplicar lo que sabe. Muchos saben cómo hacer la letra pero no tienen la destreza para escribirla bien, por lo tanto la recuperación se fundamenta en ejercicios que desarrollan la destreza y no necesariamente el conocimiento.

Comentario 3 “Sé que sabe dividir pero falla con las tablas.” Hay que definir cuál es el propósito de una prueba y valorar el resultado en términos de conocimiento y no de habilidad. Los estudiantes que tienen dificultad para memorizar suelen saber el mecanismo de la división pero fallan porque no recuerdan las tablas de multiplicar.

Actualización del tema Se establece como trastornos del aprendizaje una serie de dificultades en el aprendizaje de las habilidades académicas, particularmente lectura, cálculo y expresión escrita. Las deficiencias evolutivas en la adquisición o ejecución de habilidades específicas se suelen hacer evidentes en la niñez, pero con frecuencia tienen consecuencias importantes más tarde. Además, suelen ocurrir en combinación y con frecuencia comórbidamente con otros trastornos. ¿Por qué hoy se habla tanto del tema? Como grupo, estos trastornos están ampliamente extendidos, y engloban de 10% a 15% de la población en edad escolar. Las dificultades de aprendizaje han sido motivo de estudio durante muchos años. Se definen como una discrepancia entre la capacidad real del individuo y su desempeño académico. La dificultad radica en una falla en el procesamiento lingüístico y/o perceptual, y pueden darse desventajas en la percepción visual y auditiva, así como en la orientación temporal-espacial, en la coordinación e integración visomotora y en las habilidades de lectura, escritura y de cálculo matemático. La presencia de una dificultad de aprendizaje va acompañada de una capacidad intelectual normal, y en muchos casos por encima de lo normal. Este desnivel entre el potencial y la capacidad de aprendizaje se produce por alteraciones psiconeurológicas, y puede ocurrir


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también por problemas relacionados con influencias ambientales como diferencias culturales, instrucción insuficiente o inapropiada y factores congénitos. Los estudiantes con dificultades de aprendizaje tienen un nivel de inteligencia normal pero presentan una falta de habilidad para lograr eficiencia en estos procesos. Inteligencia. Algunos consideran que la inteligencia es la capacidad de autorregular el propio aprendizaje; es decir, de planificar qué estrategias hay que utilizar en cada situación, aplicarlas, controlar el proceso de utilización, evaluarlo para detectar los errores que se hayan cometido y modificar, en consecuencia, la nueva situación. Dificultades de atención. En el caso de los niños con dificultades de aprendizaje parece que sus problemas de atención y memoria se deben a una falta de toma de conciencia de las demandas de la tarea y de cuáles son las estrategias que se deben de poner en práctica para resolverla. Estos estudiantes pueden haber adquirido estrategias como repetir u organizar el material, pero es en el uso de estas estrategias donde fracasan. Las habilidades en ciertas áreas de aprendizaje interfieren en su atención. Inmadurez. Hay dos teorías que son válidas, que consideran que los estudiantes con algún trastorno específico del aprendizaje tienen una inmadurez neurológica o psicológica. Proceso de intervención y ayuda. En la actualidad se proponen tratamientos psicoeducacionales integrales, con pretensiones de estimular al máximo las áreas de mayor dificultad desde temprana edad y además, procurar de adaptarse lo más posible a las situaciones reales en las que el estudiante se desenvuelve. Estos programas han pasado de ocuparse de los “prerrequisitos” psicológicos para el aprendizaje, a prestar más atención a que el estudiante desarrolle estrategias específicas que le permitan un aprendizaje más eficaz y más rápido. Desarrollo cognitivo. Es un proceso continuo por medio del cual el individuo llega a conocer el mundo, los objetos y las personas, incluyéndose a sí mismo. Este desarrollo depende de la maduración, la experiencia física, la experiencia social y el equilibrio. Una dificultad en el aprendizaje interfiere en este proceso de desarrollo.

Descripción general de los trastornos del aprendizaje Los estudiantes con dificultades de aprendizaje se exponen a diario a experiencias de fracaso que van generando sentimientos de


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frustración y desinterés por aprender. A continuación, un conjunto de aclaraciones que le servirán al docente para conocer un poco más sobre las personas que tienen estos trastornos: • Manifiestan un nivel de madurez por debajo de lo esperado para su edad. • Presentan un nivel de inteligencia normal o superior. • Se cree que es altamente heredado. • Es más común en mujeres que en hombres. • Como grupo, estos trastornos están ampliamente extendidos. • Algunos estudios indican que una de cada cinco personas en Estados Unidos presenta alguna dificultad de aprendizaje. • Los investigadores creen que los problemas del aprendizaje son causados por diferencias entre el funcionamiento del cerebro y la forma en que éste procesa información. • No hay ninguna “cura” para los problemas del aprendizaje. Ellos son para toda la vida. • Con la ayuda adecuada, las personas pueden manejar su dificultad y aprender con éxito.

Aprender a identificarlo El educador es uno de los primeros en identificar las dificultades del estudiante en la experiencia de aprendizaje. Esta dificultad se hace manifiesta en la falta de habilidad o destreza necesaria para acceder al currículo. La mayoría de los especialistas coinciden en que es común que quien tenga dificultades para aprender presente una o varias de las siguientes características: • Demora en el desarrollo del lenguaje hablado. • Deficiencias para orientarse en el espacio. • Percepción inadecuada del tiempo y del espacio. • Dificultad para juzgar las relaciones. • Direccionalidad confusa –es decir, no distingue cuándo es arriba, abajo, dentro, fuera, derecha, izquierda. • Coordinación motora general deficiente, al igual que su destreza manual. • Dificultad frecuente para seguir instrucciones. • Incapacidad para seguir las ideas en las discusiones. Para identificar la dificultad específica de aprendizaje es necesaria una valoración del estudiante que determine el nivel de madurez de acuerdo con la edad, las debilidades y destrezas, y el grado académico en que se encuentra.


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Dificultades de aprendizaje en el aula. En el proceso de aprendizaje intervienen un amplio número de factores de forma interactiva que determina el rendimiento del que aprende, las actividades de aprendizaje, las características del que aprende, la naturaleza de los materiales y la tarea. Los objetivos de enseñanza están adecuados a la edad madurativa y al criterio que asume que el estudiante cuenta con las destrezas necesarias para aprender. Los estudiantes con dificultades de aprendizaje suelen tener problemas para llevar el mismo ritmo de trabajo de sus compañeros y para acceder al aprendizaje. Conozcamos algunas señales que nos pueden alertar: • Son estudiantes capaces de memorizar los nombres de los jugadores de su equipo preferido de fútbol, pero no logran memorizar los nombres de sus compañeros. • La letra es irregular en tamaño y los trazos no son buenos. • Les toma mucho tiempo copiar del pizarrón. • No comprenden la lectura. • Sus ritmos de lectura están por debajo de lo esperado para su edad. • Se confunden en matemáticas; les cuesta el cálculo mental. • No han logrado aprenderse las tablas a pesar de que las estudian. • Las respuestas orales y escritas son muy concretas. • No comprenden los comentarios de doble sentido. • Pronuncian confundiendo algunos sonidos. • No respetan las reglas ortográficas a pesar de que las conocen. • No se mantienen sobre el renglón cuando escriben. • Son muy torpes, siempre se tropiezan y se les caen las cosas. • Les cuesta organizarse dentro de una página o en su pupitre. • Son muy lentos, les toma mucho tiempo terminar sus trabajos. • Son persistentes en el error. • Escriben las letras y los números en espejo. • Confunden la b con la d y la p con la q. • No comprenden las instrucciones. • Su trabajo es desordenado. • Borran en exceso. • No tienen mucha flexibilidad en la mano, se cansan y toman mal el lápiz. • Su postura al escribir es inadecuada. • Escriben con un espaciamiento deficiente entre las letras dentro de una palabra, entre palabras y renglones. • La inclinación de las palabras y renglones es defectuosa (figura 12). • La presión o el color de la escritura es excesiva o muy suave.


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Figura 12. Cuaderno de un estudiante con dificultades de aprendizaje.

Dificultades específicas en el aprendizaje. Éstas son algunas de las áreas específicas del aprendizaje en que se pueden ver reflejada la dificultad: • Lectura: - Identificación de sonidos en las palabras (conciencia fonológica). - Asociación sonido-lectura (asociación fonema-grafema). - Automatismo (agilidad y exactitud en el reconocimiento de palabras). - Comprensión. • Matemáticas: - Cálculo. - Razonamiento. - Valor de posición (orientación espacial). - Conceptos abstractos. - Decimales, fracciones. • Escritura: - Trazos. - Organizar y expresar ideas.


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• Procesamiento del pensamiento: - Comprender. - Relacionar. - Organizar, priorizar. - Simbolizar. - Esquematizar. - Sintetizar. • Memoria visual: - Ortografía. - Secuencias, procedimiento, pasos. • Memoria auditiva (evocar): - Recordar fechas, datos, nombres. - Tablas de multiplicar. • Relaciones espacio-temporales: - Direccionalidad (izquierda-derecha). - Organización en la página. • Coordinación visomotora: - Reproducir y copiar patrones, figuras y letras. • Orden y pulcritud. Antes de concluir el tema, quisiera destacar que los estudiantes con dificultades de aprendizaje logran aprender si cuentan con un educador que sepa cómo enseñarle. Y que el mayor obstáculo para ayudar a estos estudiantes muchas veces es la resistencia que ponen a tener experiencias de aprendizaje –usualmente desarrollan sentimientos de incompetencia y temen al fracaso–. La principal meta del educador es romper esas barreras para que logren aprender.


2

Comprender

El principio fundamental del aprendizaje es lograr la comprensión, es decir, asimilar lo que se está explicando, descubrir los conceptos básicos, así como organizar la información y las ideas para que se transformen en conocimiento. Para lograr este proceso les invito a reflexionar y examinar en este tema las implicaciones que tienen estos trastornos en términos de aprendizaje y conducta. Debemos partir de la perspectiva de que existe una disfunción en estos estudiantes que interfiere en el control de su conducta y en sus habilidades específicas, como en el caso de las dificultades específicas en el aprendizaje. Cada trastorno tiene sus propias características, pero todos, de alguna manera, interfieren en tres áreas fundamentales para lograr el aprendizaje (figura 1): • Funciones ejecutivas. • Motivación. • Autoestima.


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Autoestima Relacionada con la confianza

Funciones ejecutivas Relacionadas con los procesos

Motivación Relacionada con la voluntad

Figura 1. Áreas fundamentales para el aprendizaje.

Estos estudiantes suelen presentar problemas académicos, conductuales y afectivos. De acuerdo con la edad se espera que el problema se identifique y se resuelva; en este proceso está involucrado el estudiante, aunque sea pequeño, pues de él o ella dependen los resultados de las acciones que se tomen. ¿Por qué, si se conoce la solución, el problema no acaba de resolverse? La respuesta está en que muchos conocen la dificultad, pero no siempre tienen una verdadera comprensión de lo que implica. Vamos a analizar y reflexionar sobre estos tres aspectos que están relacionados con las dificultades de atención, conducta y aprendizaje.

Conceptos generales

Es fundamental que el educador reconozca todo lo que involucra el proceso de comprensión. Dentro de éste, interfieren varios aspectos importantes que se encuentran íntimamente involucrados: el conocimiento que se quiere trasmitir, el proceso de enseñar, la capacidad para aprender, el proceso cognitivo para darle sentido, las destrezas para adquirirlo y la habilidad para utilizarlo. Aprender. Un estudiante aprende cuando ha logrado tener una vivencia o experiencia que le dejó una enseñanza y una forma diferente de ver las cosas. Ese conocimiento adquirido es permanente, de manera que es capaz de aplicarlo cuando lo requiera. Cognición. Es la facultad del estudiante de procesar la información a partir de la percepción, el conocimiento adquirido y las características subjetivas que permiten valorar y considerar ciertos aspectos en relación con otros.


Comprender 41

Enseñar. Implica indicar o señalar el camino que deben seguir los etudiantes; orientar, dirigir e instruir. Destreza. Se manifiesta en el estudiante cuando es diestro para algo, es decir, sabe aplicar o hacer algo a través de procedimientos automatizados. Habilidad. Se refleja cuando el estudiante sabe cómo aplicar o hacer algo, mediante procesos como: generalizar, evaluar, discernir, seleccionar. Es una forma creativa de resolver un problema a través de alternativas. Conocimiento. El estudiante adquiere el conocimiento cuando éste llega a través de los sentidos, pasa por el entendimiento y termina en la razón. El conocimiento se define como el conjunto organizado de datos y de información destinados a resolver un determinado problema. ¿Por qué a estos estudiantes se les dificulta comprender si tienen la inteligencia suficiente para aprender? Estos estudiantes usualmente tienen el conocimiento y la destreza, pero carecen de la habilidad para aplicarlos. Lograr su aplicación involucra una serie de procesos afectivos y cognitivos que para muchos son automáticos, e incluso van mejorando con el tiempo. Pero en el caso de estos estudiantes, ese mecanismo no es tan efectivo y con el tiempo se convierte en el mayor obstáculo para lograr sus metas académicas y personales.

Funciones ejecutivas

La corteza frontal es la parte del cerebro en la que tienen lugar los procesos de atención, regulación de la conducta y motivación. Además, tiene otras funciones, como planear, organizar y prever. En la corteza frontal se ubica el juicio social y las reglas morales. Es necesario que el educador reconozca estas funciones para tener una mejor comprensión de las necesidades de sus estudiantes, aunque no todos presentan el mismo grado de dificultad. Las funciones ejecutivas son un conjunto de habilidades cognoscitivas que operan para dar lugar a la consecución de un fin establecido con anticipación, aspecto fundamental en el aprendizaje. Éstas permiten el diseño de planes, la selección de conductas, la autorregulación de los procesos para la consecución del objetivo propuesto, así como la flexibilidad y la organización de una tarea determinada. Algunos autores las califican como procesos cognitivos complejos.


42 ¡Al rescate!

Internalización del lenguaje. Se refiere al proceso en el que la persona se habla a ella misma en silencio para guiar su propia conducta. De esta forma, si puede prever las consecuencias de sus acciones, podrá planear y organizarse al igual que podrá contar con la capacidad de introspección para aprender de las experiencias pasadas. Memoria de trabajo. Es un tipo de memoria a corto plazo necesaria para realizar actividades de una forma adecuada. Es indispensable para cualquier área de aprendizaje; por ejemplo, en la lectura es necesaria para poder retener la información leída al principio de un texto e integrarla con la información que continúa hasta llegar al final de dicho texto, y poder comprenderlo (figura 2). Esta memoria da la posibilidad de unir las imágenes y las ideas para comprender lo que se leyó. Control de las emociones. Consiste en tener la capacidad de identificar lo que se siente y canalizar la forma de manifestarlo. Esto está relacionado a la posibilidad de parar, pensar y actuar. Activación, alertamiento y esfuerzo. Se refiere a la capacidad para mantenerse alerta, iniciar una tarea dada, seguir con ella y concluirla. Las funciones ejecutivas son imprescindibles para controlar el procesamiento de la información y coordinar la conducta. A continuación presento algunos comentarios realizados por estudiantes con tda: Comentario 1 “Me toma mucho tiempo iniciar la tarea…” Implementar los planes: iniciar el plan. Fijar una meta: qué quiero hacer y cómo lo voy hacer.

Comentario 2 “Me cuesta organizar lo que debo hacer…” Planificar: organizar los pasos para lograr la meta.

“De pronto olvido lo que el profesor estaba explicando…” Memoria de trabajo: mientras trabaja debe mantener activada una cantidad limitada de información necesaria para guiar la conducta.

Figura 2. El educador debe tener claras las funciones ejecutivas para crear un plan de conducta.


Comprender 43

Comentario 3 “Empiezo algo y no persisto, usualmente lo dejo a la mitad…” Mantener el esfuerzo en la tarea y mantenerse alerta.

Comentario 4 “Siempre cometo el mismo error a pesar de las consecuencias…” Ejecutar: autocorregir y medir el tiempo.

Motivación

La motivación es otro elemento fundamental para lograr el aprendizaje y el control de la conducta. La palabra motivación proviene del latín motivus (movimiento). La conducta motivada está dirigida hacia una meta o un objetivo determinado, y suele ser persistente y cíclica. La motivación se despierta cuando existen razones, causas, motivos o intereses que te mueven a realizar una acción. Estas razones o motivos son los que nos llevan hacia el objetivo. Ciclo de la motivación. Se mantiene cuando existe la posibilidad de satisfacción y llegar a la meta se convierte en un desafío que genera complacencia; la esperanza de poder llegar mantiene la persistencia y ésta ofrece oportunidades de logro y despierta el interés, lo cual va a impulsar la acción que mantiene el ciclo de la motivación (figura 3). ¿Por qué los estudiantes con dificultades de atención, conducta y aprendizaje se desmotivan con tanta facilidad? He aquí algunas de las razones: • Tienen dificultades para alcanzar la meta, no por falta de capacidad, sino de habilidad. Se les dificulta focalizarse en un objetivo, les cuesta iniciar, tienden a postergar las acciones, no planifican, no persisten, cambian de una actividad a otra; además, tienen dificultad de autocontrol (funciones ejecutivas). Desafío

Esperanza de éxito

Necesidad

Interés

persistencia

Satisfacción de la necesidad

Figura 3. Ciclo de la motivación.


44 ¡Al rescate!

• El objetivo de enseñanza muchas veces no va acorde con su habilidad (es muy difícil), como en el caso de los estudiantes con dificultades de aprendizaje. • En el caso de los estudiantes con dificultades de conducta es más satisfactorio o motivador desafiar la autoridad que cumplir con la tarea. • Por su inmadurez muchos de ellos carecen de motivación interna y buscan satisfacciones inmediatas; son poco tolerantes al displacer. Consecuencias en las tareas académicas y la conducta. La motivación influye, lógicamente, en las actitudes. Las que más destacan son: • Se les dificulta ver las cosas desde diferentes puntos de vista. • No terminan su trabajo en clase. • Tienen un mal manejo del tiempo. • Son desorganizados. • Les falta análisis. • No comprenden las instrucciones. • Se les dificulta la resolución de problemas. • Responden impulsivamente o postergan la respuesta. • Tienen dificultad para organizar sus ideas. • Son dependientes. • Se les dificulta iniciar una actividad. • No miden las consecuencias. • Sus materiales están desorganizados. • No cumplen con sus deberes. • En los exámenes o ejercicios les cuesta planificar, priorizar, resolver, medir el tiempo, etc. • En los trabajos a largo plazo dejan todo para el final, no comprenden lo que hay que hacer y se confunden. • No saben cómo organizar el material para estudiar. • Buscan gratificación inmediata, se les dificulta esperar o postergar. • El riesgo de estos estudiantes es que entren dentro del ciclo del fracaso y desarrollen conductas que no favorecen el aprendizaje.

Reacciones conductuales de los estudiantes con sentimiento de fracaso La experiencia de fracaso puede convertirse en el mayor obstáculo para lograr despertar la motivación (figura 4). Algunos estudiantes han estado expuestos a experiencias de fracaso, y esto les hace entrar dentro del ciclo del fracaso. Aun cuando haya posibilidades de lograr el éxito ante un nuevo reto que se les presenta, su actitud de resistencia y apatía se convierte en la mayor limitación para despertar de nuevo el interés.


Comprender 45 Cuando no se sabe motivar se utiliza:

La reacción es de:

Amenaza

evasión

soborno

Apatía

Castigo

Mínimo esfuerzo Educador

Estudiante

Figura 4. Sentimiento de fracaso.

Ciclo del fracaso. Se inicia cuando, al enfrentar el desafío, por la falta de habilidad, no se logra alcanzar el objetivo. Esta experiencia crea la desesperanza, la cual promueve el desinterés, y este disminuye aún más la posibilidad de éxito. Así, el ciclo de fracaso se acentúa (figura 5). El estudiante con dificultades de atención, conducta y aprendizaje necesita motivación y alternativas de apoyo que compensen las tareas de las funciones ejecutivas (figura 6). Entre ellas: • Presentar la tarea como un reto personal. • Conocer las dificultades y las fortalezas del estudiante, pues el reto debe ir acorde con su habilidad (ni muy fácil ni muy difícil). • Poner metas cortas hasta llegar a un objetivo final. • Definir un tiempo determinado para su finalización. • Dar opciones a escoger. intento

Fracaso, desesperanza

Reto o desafío

desInterés

desInterés

Fracaso por falta de esfuerzo

Figura 5. Ciclo del fracaso.

• Hacer una primera demostración con apoyo para darle confianza. • Usar ejemplos de los cuales se pueda guiar. • Dar retroalimentación de cómo va. • Valorar el resultado en términos de trabajo o meta cumplida. • Tener una guía para que identifique los errores por sí mismo y ofrecerle retroalimentación al respecto.


46 ¡Al rescate!

Reconocer El esfuerzo como un éxito.

apoyar Guiar, indicar el qué y el cómo puedo lograrlo. Reafirmar e indicar el error.

Promover la confiaNza Establecer metas cortas accesibles. De lo simple a lo más complejo. Ofrecer experiencias de éxito.

Figura 6. El éxito debe ser enfocado en el esfuerzo y no en el resultado final.

Ingredientes que promueven la motivación académica Entre los intereses que contribuyen a la motivación, podemos destacar los siguientes: Autonomía. Tener la oportunidad de sentirse en libertad de elegir entre varias opciones a la hora de realizar una tarea, un trabajo o una evaluación. Aptitud. Incentivar las destrezas y tener oportunidades para sentirse capaz de comprender y de hacer las cosas bien. Sentido de pertenencia. Sentirse que forma parte de algo (el grupo de los varones, los que tienen cierta edad, los que viven en determinado lugar, los que tienen ciertas características). Diversión. Tener la oportunidad de hacer del aprendizaje un momento agradable y divertido. Autoestima. Sentirse bien consigo mismo por lo que es y por lo que hace. Estímulo. Tener satisfacción en lo que hace y experiencias que permitan el sentimiento de logro en el proceso. Muchas veces lo que da más satisfacción no es el éxito, sino lo que se vive en el proceso: diversión, sentido de pertenencia, autonomía, valoración. Quizás el estudiante no logre escribir con buena letra o de manera correcta, pero si se está contento en el proceso, esto puede asegurar la persistencia.


Comprender 47

Existen dos tipos de motivación: Motivación intrínseca. Significa realizar una actividad por la simple satisfacción de hacerla; se está motivado a llevar a cabo cualquier clase de tarea, incluso cuando nada exterior le empuja a hacerlo. Motivación extrínseca. Es aquella que busca tener una recompensa final, tal como un premio o un reconocimiento. El principio de esta propuesta busca promover el valor de la voluntad, para introducir en el proceso de enseñanza la motivación intrínseca, de tal manera que el estudiante no haga las cosas por recibir un premio sino por la simple satisfacción personal de lograrlo. Alcanzar pequeñas metas le permite al estudiante vivir pequeñas experiencias de logro, que le ayudarán a ir desarrollando hábitos que le posibilitarán tener un mayor control de su conducta en el futuro.

Autoestima La autoestima y la imagen personal se forma de las percepciones más importantes que la persona tiene sobre sí misma. Es el conjunto de rasgos, sentimientos e imágenes que reconoce como parte de sí, influenciada por el medio. Es importante para el educador reconocer este término porque es la mejor forma de llegar a conocer los sentimientos, pensamientos y conductas de sus estudiantes. Los padres, educadores y la familia son elementos fundamentales para la construcción de esta imagen personal. Las experiencias positivas y negativas en la vida cotidiana de estos muchachos y niños van determinando su autoimagen. Para comprender al estudiante es determinante comprender la percepción que tiene de sí mismo. El sentido de competencia va a estar influenciado por las vivencias en términos de aprobación y desaprobación. Los estudiantes que poseen dificultades de atención, de conducta y aprendizaje, se ven expuestos diariamente a experiencias negativas, que pueden llegar a dañar su autoestima e influir en su sentido de competencia a la hora de asumir el desafío de aprender. Un sentimiento de satisfacción y bienestar es la clave de la personalidad y de una buena conducta, lo cual tiene una repercusión directa en el ámbito académico.


48 ¡Al rescate!

El concepto general tiene varios autoconceptos más específicos: Autoconcepto académico. Formado por el rendimiento académico. Autoconcepto social. Proporcionado por el grado de aceptación del grupo y la relación con los demás. Autoconcepto emocional. Determinado por la respuesta o reacción a los hechos. Autoconcepto físico. Conformado por la habilidad física. El autoconcepto académico, el emocional y el social se pueden ver altamente afectados, por lo tanto muchos estudiantes no logran satisfacción y bienestar en su vida cotidiana. Algunos suelen tener un alto autoconcepto en lo social y se sienten muy motivados a pasar gran parte de su tiempo con sus amigos o divirtiéndose a la hora de las clases, lo que le puede traer dificultades de conducta. Los estudiantes que tienen el trastorno oposicionista es probable que tengan también bajo autoconcepto emocional por su dificultad para reaccionar ante la autoridad, pero académicamente se sientan muy satisfechos. Los que poseen habilidades para el deporte pueden tener un alto autoconcepto en lo físico, pero evaden lo referente al estudio. Lo importante es que cada uno de ellos conozca las implicaciones de sus dificultades y las vean no como un problema sino como un compromiso para tomar las acciones pertinentes. Las dificultades, así como las habilidades, son parte de cada persona; lo que hace la diferencia en el autoconcepto es el valor que se le da a cada una de ellas. Es necesario valorar las habilidades y aceptar las debilidades no como un defecto sino como una responsabilidad.


3

Resolver

El recurso m谩s valioso que he podido encontrar en el proceso de ayuda a los estudiantes con tda, ha sido la actitud de las personas (figura 1).

+

+

educador

ambiente

+

+

estudiante

familia

instituci贸n

Figura 1. Cinco elementos para un plan de intervenci贸n exitoso.


50 ¡Al rescate! Las dificultades de atención, conducta y aprendizaje no son un problema, se vuelven un problema cuando se carece de una buena actitud para enfrentarlas.

El educador

Hay muchas formas de llamar y describir a la persona que se encarga de enseñar, de formar y de guiar a los estudiantes para prepararlos para la vida. Está en las manos de este profesional lograr que un estudiante aprenda, que adquiera ese conocimiento que será la plataforma para muchas otras experiencias de enseñanza, tanto personales como académicas. El educador es la persona capaz de crear un ambiente de aprendizaje que enseña cómo convivir con los demás fuera del ambiente familiar y de abrir espacios para crear experiencias que le permiten al estudiante descubrir sus destrezas y desarrollar sus habilidades personales y académicas. Enseñar es un arte; cada uno tiene su forma de expresión y su técnica, pero al final el valor de la obra se ve reflejada en el estudiante. Los profesores encuentran varios obstáculos para llegar a la meta de enseñar (figura 2): • Cantidad de alumnos. • Presión de los padres. • Falta de políticas definidas. • Relaciones con los compañeros de trabajo. • Escasez de recursos. • Programas extensos. • Falta de liderazgo del director o la directora. • Falta de tiempo. Enseñar

Estrategia

conocimiento

Actitud

Figura 2. Esquema del rumbo que se debe tomar para llegar a la meta.


Resolver 51

Esperar que las condiciones cambien no es una realidad inmediata, por eso el educador de hoy, como profesional, tiene el reto de enfrentar estas dificultades para lograr la meta de enseñar a pesar de las barreras. Una actitud de respeto a las diferencias, de empatía con las necesidades de los estudiantes, de tolerancia hacia las limitaciones y de oportunidades, es la llave que abre la posibilidad de realizar una experiencia positiva en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Las dificultades no son un problema para el educador, sino una oportunidad para aprender una forma diferente de hacer las cosas. Todas las personas son diferentes y tienen necesidades distintas, y conocer y comprender las diferencias le permite al educador desarrollar la empatía y ser más tolerante.

Respeto El respeto es el valor más importante en las relaciones interpersonales. Cada persona debe establecer sus propios límites y determinar hasta dónde le permite al otro llegar y hasta dónde puede avanzar en su relación con él. En el respeto del estudiante por el profesor los límites están establecidos desde el momento mismo en que cada uno tiene un rol. Sin embargo, es labor del educador determinar esos límites y fortalecerlos, con el propósito de mantener una relación de respeto entre los compañeros y hacia él o ella como profesor. La mayor parte de los educadores conocen que ésta es una de las tareas fundamentales en el aula. Sin embargo, a muchos se les hace difícil saber cuál es la forma correcta de establecer esos límites, sobre todo con estudiantes que los transgreden, como los que presentan el trastorno oposicionista. El reconocimiento de quién es el otro y cuáles son sus necesidades y obligaciones en la relación permite determinar los límites. Por ejemplo, que un estudiante con tda del tipo impulsivo interrumpa la clase mientras el profesor habla, puede ser visto como irrespeto, sin embargo, si el profesor reconoce sus características no justificará su acción, pero la puede comprender y corregir. De esa manera se da a respetar. Si el profesor lo reprende con sarcasmo y anuncia su impulsividad como un defecto, será un irrespeto para el estudiante. Una actitud de respeto se adquiere cuando la persona que se valora a sí misma es capaz de valorar al otro, reconocer las fortalezas y debilidades de cada uno y asumir la responsabilidad de hacer algo al respecto. Los estudiantes respetan al profesor que se da a respetar. Los docentes conocen esta realidad, pero muchas veces no saben cómo hacerlo. He aquí algunas sugerencias que podrán ayudarlo en este empeño:


52 ¡Al rescate!

Seguridad. No importa si se equivoca a la hora de actuar, usted tiene derecho a corregir. El error es una enseñanza para todos, pero la enseñanza empieza cuando la acepta y la reconoce sin desvalorarse. Determinación y claridad. En lo que cree y espera de usted y de los demás, partiendo del hecho de que el principio de su trabajo debe ir en función de proteger la dignidad de la persona. Comunicación asertiva. Exprese claramente lo que quiere y espera, pero también esté abierto a escuchar activamente el punto de vista del otro. Autocontrol. No permita que le dominen las emociones, no tome acciones en momentos de enojo o frustración. Empatía. Trate de conocer al otro para comprender sus actuaciones. Límites. Defina claramente hasta dónde quiere que la otra persona llegue y hágaselo saber. Paz. Sin enojo y sin rabia, sin personalizar las situaciones, tome en cuenta que cada quien es responsable de sus propios sentimientos. Una actitud de respeto a las diferencias de cada estudiante es un factor que favorece el aprendizaje. En un grupo de estudiantes cada uno tiene una forma diferente de aprender, con sus debilidades y fortalezas, con sus cualidades y defectos. Respetar al estudiante implica conocer y comprender sus necesidades y aceptar sus diferencias, ofreciéndole el apoyo y la orientación necesarios para que logre aprender. El educador no debe esconder las diferencias de cada estudiante sino más bien hacerlas valer y respetar por sus compañeros. Un educador no debe esperar que un estudiante cumpla con sus expectativas; respetar al estudiante es ser capaz de reconocer qué puede esperar de él acorde con sus habilidades, dificultades y conocimientos.

Empatía Es la capacidad de poder experimentar la realidad del estudiante sin perder la perspectiva de la realidad propia y personal, con la finalidad de guiarlo para que pueda experimentar sus sentimientos de una forma completa e inmediata. Es también la facultad que tiene el educador para ponerse en el lugar de otro y compartir sus sentimientos, normalmente cuando se enfrenta a un problema o una pena.


Resolver 53

Cuanto más comprendamos las dificultades a que se enfrentan los niños y jóvenes de hoy, más estrecha va a ser la relación con ellos. La empatía es una destreza interpersonal esencial que opera en todas las relaciones, y es aún más difícil de alcanzar de lo que creemos. Desde la mirada del estudiante. El ambiente académico suele ser muy aburrido, la exigencia académica muy alta y en el caso de los desafiantes, las reglas y la autoridad del profesor carecen de sentido. Desde la mirada del profesor. Estos estudiantes no tienen interés, no se esfuerzan lo suficiente, tienen poca capacidad, son vagos y su conducta en el caso del desafiante es irrespetuosa. Una actitud de empatía significa comprender por qué el estudiante lo ve así y aceptar como una realidad lo que el estudiante cree y siente, aunque no lo comparta. Hay varios elementos que es necesario comprender para lograr la empatía con los estudiantes: • Querer conocer su realidad sin prejuicios. • Aceptar la condición aunque no se comparta. • Adecuar las condiciones a las dificultades de aprendizaje y a su realidad. Hay dos condiciones importantes para comprender a estos estudiantes: la realidad del siglo xxi y las dificultades específicas que manifiestan. Los estudiantes con dificultades de atención, conducta y aprendizaje entran a un ambiente donde las expectativas no van acordes con su realidad. La mayor dificultad se da por la diferencia que existe en las expectativas de cada uno, ya que miran las cosas desde su propia realidad y les es difícil verlas desde la perspectiva del otro. Por ejemplo, el profesor de español asigna la lectura de un capítulo de un libro. Un alumno con dificultades específicas de aprendizaje cree que ese trabajo no tiene sentido, considera que el libro es muy aburrido y muy difícil, y se rehúsa a leerlo. El profesor le trata de explicar al alumno que el libro es una obra literaria muy valiosa y que es necesario que la lea como parte de su aprendizaje. En este ejemplo, la actitud del profesor no es empática, ya que no logró ponerse en los zapatos del estudiante y comprender la dificultad que tiene para leer y aceptar que por muy valioso que sea el libro, el nivel de lectura que exige para su comprensión va más allá de sus capacidades. Esto no quiere decir que ser empático significa que el educador deba abandonar su posición personal y su visión educativa. Lo que se espera es una actitud mediante la cual él logre ponerse en los zapatos del estudiante, ser capaz de sentir su dificultad y poder


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adecuar la tarea a su realidad, sin dejar de cumplir con el objetivo del trabajo. Veamos algunas sugerencias que pueden ser aprovechadas: • Identifique la dificultad del estudiante: descubra qué está sucediendo, busque intensidad y frecuencia en su conducta. • Reconozca el sentimiento: muchas veces detrás de la apatía y la resistencia hay temor y frustración; comparta y valore el sentimiento con el estudiante. • Observe su actitud: la actitud es un reflejo de lo que el estudiante piensa y lo que siente sobre usted. • Muestre interés por conocer lo que siente y lo que piensa: esta actitud promueve una relación de confianza. • Tenga una comunicación asertiva: exprese lo que usted cree, piensa y espera de manera positiva, con una actitud abierta a escucharle, sin criticarlo ni juzgarlo. • No etiquete: que el criterio sobre él sea fundamentado en la realidad y no en prejuicios. • No varíe su objetivo, pero modifique la estrategia: busque alternativas en conjunto con el estudiante, de manera que se sienta apoyado. • Comprometa al estudiante en el proceso: déjele ver su posición también y promueva en él o ella una actitud empática hacia usted. Los estudiantes requieren de un educador que enseñe para todos, sea más dinámico, permita la interacción en la clase, abra las oportunidades para la creatividad, presente variedad en sus clases y ofrezca refuerzos sensoriales en el proceso de enseñanza.

Tolerancia

La clave para lograr la tolerancia radica en el conocimiento que se tenga del estudiante y tener expectativas realistas.

La tolerancia es la capacidad de poder darle la misma importancia a la forma de ser del estudiante que a nuestra propia manera de ser y de pensar. Si comprendemos y aceptamos que existen personas simplemente distintas, estaremos respetando a los demás. No es preciso compartir una opinión o una forma de ser o actuar para ser capaz de considerarla tan válida como cualquier otra. Lo que hace falta es tratar de ponerse en el lugar de los demás. Las cosas se perciben de una manera distinta según la perspectiva. Por eso, analizar en grupo cada situación y escuchar la opinión de los otros permite valorarla mejor. En el proceso de enseñanza-aprendizaje la exigencia es necesaria; sin embargo, ésta debe ir con la realidad del estudiante, por lo que el educador debe tener expectativas realistas. Es positivo ser exigente, pero a la vez tolerante con las dificultades y diferencias de sus estudiantes. La tolerancia se adquiere cuando se reconoce


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y se aceptan estas dificultades. El educador que no acepta ni reconoce esas diferencias espera más de lo que el estudiante le puede dar y al no tener la respuesta que espera, se frustra y esto le hace asumir una actitud negativa que puede lastimar la autoestima del alumno. La tolerancia no debe relacionarse con una falta de exigencia, sino más bien debe ser percibida como un equilibrio entre firmeza y flexibilidad, de acuerdo con la condición de cada estudiante. Si el educador conoce su condición, sabrá cuánto exigirle y qué opciones ofrecerle frente a determinada conducta. Tolerar la conducta en clase implica reconocer que no todos los estudiantes van a lograr la meta o el objetivo planteado de la misma manera y al mismo ritmo. Por ejemplo, para el estudiante desafiante que reta al profesor y lo cuestiona frente al grupo, retar a la autoridad es parte de sus características y él no lo considera inadecuado. El profesor espera que el estudiante respete su autoridad y no lo cuestione, mucho menos frente al grupo, por lo que considera irrespetuosa su actitud. Usualmente el adulto es poco tolerante a esa conducta y le cuesta aceptar esa actitud; ser tolerante es reconocer la diferencia, pero eso no implica que la comparta. A continuación, algunas sugerencias útiles: • Identifique las diferencias y preocúpese por entenderlas. • Esfuércese por entender la forma de pensar del estudiante. • Ignore las conductas que no sean importantes. • Trate de identificar lo bueno dentro de lo que no está tan bien. • Busque alternativas; ser tolerante no significa aceptar la conducta, significa comprenderla y buscar una posible alternativa de solución. • Trate de entender la conducta y tomar las medidas pertinentes.

Oportunidades Una oportunidad no es una solución al problema, es una opción para enfrentarla. Cuando un estudiante presenta un problema, una dificultad o un obstáculo en el camino para llegar a la meta, el educador puede tomar varias actitudes (figura 3). Lo que se espera es una actitud abierta y profesional a través de la cual el educador sea capaz de determinar diferentes alternativas que le permitan al estudiante enfrentar la dificultad. Muchos estudiantes con dificultades de atención, conducta o aprendizaje no pueden lograr la meta de aprendizaje, porque no cuentan con las mismas condiciones de sus compañeros.


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Actitudes que puede tomar el docente • Presionar para que el estudiante se esfuerce más. • Ser indiferente a la dificultad. •M ostrarse crítico y negativo sobre la capacidad del estudiante para enfrentarla. • Asumir y facilitarle todo.

Figura 3. La clave está en poder brindar oportunidades para eliminar obstáculos.

La mayoría de las veces muestran apatía, desinterés y tratan de evadir el trabajo y la responsabilidad. La experiencia de aprendizaje y las responsabilidades académicas, en estas circunstancias, se convierten en un problema para muchos padres, quienes en algunos casos presionan a los estudiantes para que sean independientes o, por el contrario, los sobreprotegen, y asumen ellos mismos muchas de las responsabilidades. En ambos casos no se les está dando oportunidades para enfrentar su dificultad. En la escuela, el maestro también podría asumir esa actitud, es decir, esperar que el estudiante sea capaz de realizar las actividades por sí solo, presionándole o más bien dándole demasiado apoyo. Por ejemplo, algunos estudiantes no terminan el trabajo en clase porque les lleva mucho tiempo tomar nota o copiar el material. Como resultado, nunca tienen el material necesario para estudiar. El profesor, sobre todo en niveles superiores, espera que el estudiante posea la habilidad suficiente para alcanzar esta meta y su actitud muchas veces es de presión. En este caso, el profesor tiene razón, pero si se sabe que existe una dificultad puede ofrecerle alternativas u oportunidades; por ejemplo, facilitarle el material o bien permitirle que se lo pida a algún compañero. Tener una actitud de apoyo no es cargar con la responsabilidad del estudiante, ni asumir una conducta dependiente para alcanzar la meta; significa darle oportunidades para que logre demostrar su capacidad. Veamos algunas maneras que pueden ayudar a lograrlo: • Identifique la dificultad: sólo si se conoce la dificultad se puede reconocer la necesidad. • Busque alternativas junto con el estudiante: la oportunidad debe ser propuesta en conjunto, sobre todo en niveles superiores; la idea es buscar opciones para llegar a la meta.


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• Comprometa al estudiante en el proceso: la oportunidad involucra un compromiso de parte del estudiante. • Haga que el estudiante reconozca la dificultad: para que acepte y reconozca la necesidad de ayuda. • Evalúe los resultados: ofrezca oportunidades pero también valore la efectividad.

El ambiente

El ambiente del aula es el lugar donde se convive, se aprende y se comparte con otras personas que tienen condiciones similares y diferentes, y que hacen única a cada persona. El educador es la persona responsable de crear ese ambiente positivo que favorezca la convivencia y promueva el aprendizaje. En definitiva, el ambiente no está determinado por los recursos ni por las condiciones del lugar, aunque éstos pueden enriquecer y favorecer de alguna manera. El factor determinante para crear un ambiente favorable para aprender va a estar determinado por la capacidad del educador para manejar el grupo, por su habilidad organizativa, sus valores y sus destrezas de enseñanza. El ambiente es determinante en el proceso de aprendizaje para los estudiantes, ya sea que tengan dificultades o no.

Barreras en el ambiente de aprendizaje Un buen ambiente de aprendizaje no está determinado por los recursos, sino por la actitud de quién los utiliza (figura 4). Barreras en el ambiente de aprendizaje • Mala actitud. • Desorganización. • Falta de control de grupo. • Metodología aburrida. • Desorden. • Presión. • Mal manejo del conflicto. • Monotonía. • Dificultad para manejar la autoridad.

Figura 4. Todas estas dificultades pueden propiciar un ambiente hostil o conflictivo.


58 ¡Al rescate!

¿Cómo se logra un ambiente positivo de aprendizaje? El ambiente de aprendizaje es como un hogar: está determinado por quienes conviven dentro, pero siempre debe haber alguien que defina la pauta. Hay diez elementos que deben estar en el ambiente de aprendizaje: Motivación. En el aula debe haber momentos de encuentro, de integración, con mensajes que despierten la motivación del día. Organización. Debe existir una estructura que establezca las rutinas y la organización del ambiente, de los recursos, de las responsabilidades y de la forma de manejo de la conducta. Planificación. En este caso, del tiempo y del espacio de trabajo. Armonía. Se debe enfrentar las dificultades con determinación y promover el respeto como valor fundamental. Alegría. Es importante hacer del aprendizaje un momento agradable y divertido. Confianza. Es necesario promover el conocimiento de todos y la aceptación de cada uno, libres de amenazas. Valores. Éstos se promueven y fortalecen con la actitud en la convivencia diaria. Disciplina. Se establece al dejar normas de convivencia bien claras y se motiva el esfuerzo de todos por practicarlas. Aprendizaje: Cada momento es una oportunidad para aprender y para enseñar cómo convivir con los demás Actitud cooperativa. Donde cada uno aporta algo para lograr la meta que se quiere alcanzar; se debe evitar la competencia individualista entre los estudiantes.

Disciplina Éste es uno de los temas fundamentales para lograr un ambiente adecuado de aprendizaje, pues un mal manejo de la disciplina en el aula se puede convertir en el mayor obstáculo para alcanzar la meta de enseñanza. Se ha hablado mucho sobre disciplina y existen diferentes metodologías para controlar el comportamiento de los alumnos en el aula, pero no quisiera referirme a ninguna de ellas, porque creo que no existen recetas en las relaciones humanas, sino alternativas, las cuales deben ser construidas por cada persona de acuerdo con la situación de cada uno.


Resolver 59 Control de la autoridad

control de la disciplina

Ambiente organizado y motivador Prevención

Figura 5. Ingredientes fundamentales para el control de la disciplina.

La mayor parte de los educadores relacionan disciplina con reglas, normas y castigo, cuyo fin último es controlar la conducta de sus alumnos para que hagan lo que él o ella les ordena. Disciplina significa enseñar al estudiante cómo controlarse y comportarse en su relación con los demás de acuerdo con parámetros o normas previamente establecidas. Esto implica crear capacidades o habilidades en los alumnos, respetando sus características individuales y fomentando los valores, sobre todo el respeto. Hay que ver la disciplina como un valor y no como una forma de controlar la conducta de los estudiantes en el aula. El valor de la disciplina implica el esfuerzo y la perseverancia que se debe tener para hacer las cosas de la mejor manera de acuerdo con las condiciones establecidas; consiste en reconocer los deberes propios y asumirlos (figura 5). Los estudiantes necesitan conocer las normas que les indican cómo comportarse, pero además debe haber una persona con autoridad que las haga cumplir y un ambiente que favorezca este cumplimiento. Hay que tratar de comprender los motivos por los cuales los estudiantes se “portan mal”: Llamar la atención. Los niños, jóvenes y aun muchas personas adultas buscan llamar la atención de los demás como una manera de sentirse importantes o valorados. Esta atención usualmente se logra por aspectos positivos como una habilidad o por una actitud positiva, pero cuando el estudiante no recibe atención positiva, opta por la negativa, ya que cualquier atención es mejor que nada. Lucha de poder. Cuando el educador se vuelve muy controlador y estricto, el estudiante desafía la autoridad y busca formas de romper la regla como una forma de ganar. Esta actitud es más evidente en los estudiantes que tienen el trastorno de desafío. Pereza. Es una forma de evitar o resistirse al esfuerzo que requiere seguir la regla. En el caso de los que tienen estos trastornos, usualmente la pereza es una forma de evadir la norma, porque para ellos es aún más difícil y requiere de un esfuerzo mayor que para los demás; por eso es común relacionar los trastornos con dificultades en la conducta (figura 6).


60 ¡Al rescate!

Figura 6. La pereza, un rasgo característico del trastorno de la conducta.

Enojo. Algunos de estos muchachos están enojados con el profesor. Por razones obvias el educador representa, para los alumnos con dificultades de atención, conducta y aprendizaje, esa persona que les hace ver sus errores y dificultades; quien pone las calificaciones, exige, presiona y evidencia día a día su dificultad. Falta de autocontrol. En el caso del tda, es una característica propia del trastorno que hace que muchas veces rompa con la norma, como parte de su impulsividad y falta de capacidad para el análisis. También es necesario identificar algunas dificultades del educador que puden influir en el control de la disciplina: La personalidad del educador. Existe la parte personal del educador y la parte profesional, que no se pueden separar, porque conforman el todo en la relación con sus alumnos. Algunos rasgos de la personalidad del profesor interfieren en su capacidad para el control de la disciplina. Por eso es necesario conocerse e identificar las características de personalidad a fin de encontrar una estrategia para enfrentar esa dificultad y asumir una actitud más profesional, donde lo personal no interfiera en el objetivo de trabajo. La autoridad del profesor. El educador, por su posición, representa una figura de autoridad implícita para el alumno; sin embargo, es un error creer que este último va a responder a esa autoridad sin que el profesor se gane ese mérito (figura 7). Las buenas acciones en el ejercicio de la autoridad son las que le van a dar al educador la fama y el prestigio que necesita para ejercer efectivamente su autoridad.


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No todas las formas de autoridad son iguales, se pueden presentar diversos estilos de autoridad: Permisiva. No es capaz de mantener la norma, dice lo que quiere y después cambia de opinión; carece de firmeza. Autoritaria. Demasiado estricto e inflexible, impone su autoridad bajo el principio del poder que le da la autoridad de educador. Reta, confronta y puede ser agresivo en su comunicación o en su actuar. Autoritativa. Está seguro de lo que quiere, firme, determinante; actúa de manera asertiva (dice claramente lo que espera y es capaz de ver la perspectiva del otro y negociar). El educador debe hacer valer su autoridad con un estilo de autoridad autoritativa, en el que predomine el respeto. El problema de muchos educadores es que tienen expectativas muy altas con respecto a la conducta de sus estudiantes. Un educador con autoridad debe cumplir una serie de premisas: • Establece las reglas desde una perspectiva cooperativa en la cual los estudiantes participan en el desarrollo de ellas y a la vez se responsabilizan y comprometen en el proceso. • Dedica tiempo y paciencia a ganarse esa autoridad, es persistente y corrige. • Domina su materia y sabe transmitirla. Impone pocas normas, pero las explica desde el principio de curso. • No le da al principio a los estudiantes mucha confianza, sino que lo hacen de manera progresiva.

Figura 7. Un niño dibujó así a su profesor.


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• Reprende en privado y no en público. • Utiliza sanciones que no les gustan a los chicos, pero que pueden entender como consecuencia natural de sus comportamientos (quedarse más tiempo en clase, pedir una tarea adicional para casa, salir del aula a reflexionar o con tarea extra, reparar lo roto...). • Demuestra interés y afecto por sus alumnos. • Da apoyo y se esfuerza para que todos puedan progresar. • Tiene autocontrol, no reacciona cuando lo provocan, actúa con paciencia y responde con firmeza, pero con calma. • Logra comprender la conducta del estudiante para asumir una actitud objetiva y así resolver el problema. • Tiene expectativas realistas, reconoce la realidad de los estudiantes de hoy y es capaz de entender las diferencias y dificultades de sus alumnos. • Controla el enojo, sabe reconocer este sentimiento y canalizarlo de manera positiva sin dejarse dominar. • Asume su rol de autoridad en el aula, no la delega a los padres o al director, a no ser que necesite del apoyo de alguno de ellos para resolver un problema mayor. • Se hace escuchar cuando habla, sin necesidad de gritar. • Sabe cómo dar una orden; dice lo que quiere y espera con determinación y claridad. No lo pide como un favor, ya que es consciente de que la orden es definitiva, mientras que el favor da la opción de hacerlo o no.

La familia

La dinámica familiar de hoy es muy diferente a la familia de hace unos años. Este factor debe ser tomado en cuenta por los educadores en términos de sus expectativas respecto al papel de esta entidad en el proceso de aprendizaje. El estudiante con dificultades de atención, conducta y aprendizaje genera en la familia mucha presión, pues requiere de mucho apoyo que, en la mayoría de los casos, el sistema familiar no logra dárselo. Los padres de estos estudiantes pasan por muchas etapas, desde negar el problema hasta cargar ellos mismos con la dificultad (figura 8).

La familia en el proceso de enseñanza-aprendizaje Debo dejar claro que personalmente considero que la familia y los padres no se deben involucrar en el proceso de enseñanza como educadores. El papel de ellos es facilitar, acompañar, apoyar y


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Figura 8. Dibujo de la familia en un cuaderno de un niño con tda.

supervisar, pero no enseñar. Las tareas académicas son responsabilidad absoluta del educador, es él o ella quien está preparado profesionalmente para enseñar una destreza o habilidad necesaria para comprender la información y lograr los objetivos esperados. Incluso los padres, que son educadores de profesión, no deben ejercerla con sus hijos, y mucho menos si presentan algún grado de dificultad. La relación de los padres con sus hijos muchas veces se ve afectada cuando asumen roles que no les corresponden. Los educadores suelen compartir con los padres su preocupación sobre el rendimiento y la conducta de sus hijos. Ambos esperan de cada uno una respuesta de solución que les ayude a enfrentar la dificultad. En muchos casos esta relación se vuelve muy tensa, pues se tiende a culpar, juzgar y cuestionar el trabajo y la actitud de ambos. Muchos educadores se sienten presionados por los padres y desmotivados por la actitud que éstos asumen. Igualmente los padres se sienten impotentes de poder ayudar al educador, ya que consideran que ellos deben saber cómo enfrentar la dificultad. ¿Cómo se puede trabajar con la familia? El educador debe comprender que el estudiante es su reto y que la familia es sólo un apoyo, con el cual algunas veces ni siquiera puede contar. Esto implica que su plan de ayuda a los estudiantes con dificultades no debe estar determinado por el apoyo del hogar (figura 9). Lo anterior no significa que la familia no debe ser involucrada. Lo ideal es contar definitivamente con su apoyo.


64 ¡Al rescate! Límites

Trabajo con la familia

Resolución de conflictos Comunicación

Figura 9. Elementos esenciales para trabajar con la familia.

El educador debe: • Construir una relación positiva con los padres donde los límites deben estar claramente definidos. • Promover una buena comunicación y establecer un medio adecuado para enfrentar las dificultades y problemas que se presenten. • Estar preparado para enfrentar las diferentes reacciones que asumen los padres cuando sus hijos presentan dificultades. • Aprender a enfrentar estas reacciones que previenen conflictos y fortalecen la intervención. Veamos algunos casos que pueden servir para ilustrar las diferentes relaciones que se establecen a nivel familiar (figura 10): Caso 1 La familia ausente No se involucra, no asiste a las reuniones, no sabe lo que está sucediendo en la escuela o colegio, minimiza el problema, se justifica y siempre aduce que no le informaron. Posible solución: comprométala.

Caso 2 La familia que niega No acepta que existe un problema, lo atribuye a la mala enseñanza, culpa a la institución y al educador, no busca ayuda y presiona al estudiante alegando que todo es vagancia y falta de esfuerzo e interés de todos los involucrados. Posible solución: facilítele información.

La familia que rescata y sobreprotege Asume la responsabilidad como suya, siente lástima por su hijo, disminuye su capacidad y le resuelve todos los problemas. Le hace los deberes y desempeña el rol de educador tratando de enseñarle lo que no comprendió en clase. Posible solución: póngale límites.

Figura 10. Los padres deben saber cuáles son las funciones de cada quien.


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Caso 3 La familia que deposita No asumen ninguna responsabilidad, deposita el cuidado y educación de sus hijos a la institución, asume que el educador debe saber cómo resolver los problemas de sus hijos y no se involucra. Posible solución: involúcrelos.

Caso 4 La familia que colabora Reconoce la dificultad, muestra preocupación e interés por ayudar a su hijo, se compromete con el educador y colabora desde el hogar. Apoya las decisiones de la institución y se involucra en la toma de decisiones para resolver los problemas que se presentan. Posible solución: motívelos.

Comunicación con la familia Una comunicación asertiva implica saber pedir, negarse, negociar y ser flexible para poder conseguir lo que se quiere. Si queremos establecer este tipo de relaciones, lo primero es respetar los derechos del otro y expresar nuestros propios sentimientos de forma clara. Veamos a continuación algunas recomendaciones que permitirán al educador desarrollar una correcta relación con los padres: • Informe adecuadamente sobre lo que está sucediendo con el estudiante. • Solicite de la familia el apoyo específico que se requiere. • Evite comentarios negativos y convierta éstos en observaciones. • Establezca un medio de comunicación idóneo, el cual le asegure que los padres recibieron la información. • Plasme claramente el objetivo del mensaje. • Informe primero al estudiante sobre las dificultades que enfrenta. • Exprese con exactitud lo que piensa y lo que sugiere. • Evite el sarcasmo y cualquier comentario negativo. • Sea prudente en los comentarios y no emita juicios definitivos.

Resolución de conflictos Cuando los estudiantes muestran dificultades, los problemas van a presentarse con mayor frecuencia y se van a manifestar de acuerdo con la situación o circunstancia en el currículo o en el entorno. Hay que tener claro que el problema no es el estudiante con sus diferencias, sino las implicaciones que estas diferencias tienen en su conducta y en su aprendizaje. El mayor obstáculo para resolver los problemas es la actitud de los involucrados.


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Lo importante en este proceso es promover que todos, incluyendo al estudiante, tengan una actitud de aceptación, de compromiso, de responsabilidad, de flexibilidad y sobre todo, de empatía, cuyo propósito es buscar el bienestar del estudiante. Para lograrlo: • Identifique la posible causa del problema. • Busque posibles alternativas de solución. • Cite a reuniones periódicas a los padres y demás involucrados, con el propósito de realizar un plan de acción que contenga las posibles soluciones y que involucre a todos: los padres, los educadores y el personal de apoyo de la institución y el estudiante, si es posible. • Dé seguimiento y valore si la reunión resultó, pues la mayoría en las que se proponen soluciones carecen de seguimiento. • Resuelva primero los problemas de conducta con el estudiante y luego informe a los padres.

Límites Muchos padres, cuando sus hijos manifiestan dificultades, se sienten tan presionados y angustiados que asumen actitudes que interfieren en la labor docente. Hay padres que le sugieren al profesor cómo dar su clase o qué metodología usar, que lo desautorizan o le exigen más de lo que está a su alcance. De la misma manera, algunos educadores le sugieren a los padres cómo criar a sus hijos y algunas veces asumen atribuciones para las que no están capacitados, como recomendar medicamentos o tratamientos alternativos. Dentro de la necesidad de poder enfrentar las dificultades se pueden transgredir límites, lo cual más tarde pueden llevar a relaciones negativas que perjudican mayormente al estudiante. Formación académica y conductual en el centro educativo

Educador

Disciplina en el hogar y responsabilidades educativas

Familia

Figura 11. Ni padres ni educadores deben cruzar los límites de sus responsabilidades respectivas.


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¿Dónde empieza el límite del profesor y termina el de la familia? Creo que estos límites son reconocidos pero muchas veces no respetados (figura 11). El respeto al límite lo establece en este caso el educador, consciente además de no sobrepasar el suyo. Por ejemplo: • No se focalice en el problema, sino en la posible solución. • Escuche sugerencias y observaciones, pero establezca los límites de lo que le corresponde a usted como educador y a ellos como padres. • No delegue la autoridad de la conducta de su estudiante en el aula a los padres, pero sí sugiera el apoyo de los padres desde el hogar. • No les asigne a los padres tareas académicas, como que le expliquen algo al estudiante cuando no entiende. • Apéguese al área educativa y conductual; sugiera apoyo, pero no dé soluciones alternativas de tratamientos. • Sea sensible a la reacción de los padres. Para ellos es muy difícil comprender lo que sucede y muchas veces se sienten impotentes ante las dificultades; comparta sus sentimientos, pero no se involucre. • Haga que los padres se ubiquen en la realidad de hoy y evite pronosticar situaciones que no se han presentado todavía. Con estos estudiantes es muy difícil predecir qué puede suceder, por lo tanto, los problemas se enfrentan día a día. • Aunque los padres no se involucren, no deje de persistir en involucrarlos y en informarles.

La institución

La institución debe ser percibida como una empresa –o como una familia– con un propósito que determina su razón de ser: una visión de lo que se quiere llegar a ser y una estructura que le permita lograr las metas junto con un líder que trabaja en conjunto con un equipo de trabajo. La institución debe conocer los recursos con que cuenta y las necesidades de su población, que en este caso son los estudiantes y su equipo de educadores. El porcentaje de estudiantes que hay en una institución educativa con dificultades de atención, conducta y aprendizaje es bastante alto; sin embargo, muchas instituciones no cuentan con la estructura organizativa necesaria para atender las necesidades de estos estudiantes ni con el apoyo que los educadores necesitan para enfrentar los problemas. La falta de políticas educativas claras para atender las necesidades de estos estudiantes, la poca disponibilidad para trabajar en equipo


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y el poco liderazgo institucional son barreras que interfieren en el proceso de ayuda a los estudiantes con dificultades de atención, conducta y aprendizaje (figura 12). Liderazgo

Ayuda a los estudiantes con tda

Políticas educativas Trabajo en equipo

Figura 12. Esquema de ayuda a los estudiantes con tda.

Políticas institucionales Motivados por declaraciones internacionales que promueven la integración y el derecho de todos a estar incluidos dentro del sistema regular a pesar de las diferencias, muchos países han desarrollado leyes que protegen a los estudiantes con discapacidad, con el propósito de que tengan derecho a ser incluidos en el sistema regular a pesar de su limitación. Las dificultades de atención, conducta y aprendizaje están resguardadas bajo esta ley por ser consideradas trastornos que limitan a estos estudiantes para funcionar de la misma manera que lo hacen los demás. Es inevitable que las instituciones educativas se resistan a aceptar este movimiento internacional que se resguarda bajo el principio de los derechos humanos. El educador queda en medio de esta disyuntiva, en la cual los padres se resguardan en una ley que les otorga un derecho, una política educativa nacional que le da un mandato, pero en una institución que muchas veces no está preparada para apoyarlo por carecer de claridad en el proceso. Las políticas educativas deben ser claras en aceptar que los estudiantes con estos trastornos en particular existen, tienen un derecho implícito y es obligación de la institución ofrecer el apoyo necesario al educador para que aplique las recomendaciones según el caso. Es necesario que el educador tenga dos factores de su lado: Trabajo en equipo. Padres, personal de apoyo, compañeros de trabajo y director conforman el equipo que el educador necesita. Este equipo debe ser coordinado y convocado por la institución. Es fundamental que el profesor cuente con el respaldo institucional para responder a las necesidades del estudiante. Liderazgo. Lo ejerce un líder, el educador que sabe lo que quiere, cree en lo que hace y es capaz de convencer a los demás para que lo sigan.


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El director de la institución es también un elemento fundamental para el trabajo de los docentes y la relación con los padres. Comprometido con la educación dentro de una institución, es el líder que debe lograr un equipo de profesores que cumplen con los valores y principios de ésta y siguen las normas que se establece porque creen en la persona que los dirige. El director debe dedicarse más a las labores de supervisión, apoyo y orientación de su personal que a las tareas administrativas, ya que el recurso más valioso que tiene lo constituye el personal que atiende a sus alumnos. Institución educativa eficiente. Para que una institución se considere eficiente, debe cumplir con una serie de requisitos: • Poseer liderazgo. • Promover la integración de su personal. • Preocuparse por la formación continua de su personal. • Determinar claramente el papel de los padres en la institución. • Incentivar el trabajo del docente. • Ofrecer apoyo al educador en lugar de fiscalizar y señalar lo que hace mal. • Promover la igualdad de oportunidades para todos los estudiantes. • Tener políticas y procedimientos claros para atender a los estudiantes que presentan una necesidad especial. • Impulsar el valor del respeto, la disciplina, el orden y el amor. • Lograr un trabajo en equipo. • Fomentar el trabajo cooperativo. • Desarrollar un medio de encuentro para resolver los problemas y enfrentarlos de manera asertiva. • Lograr la comunicación entre educador y director. • Aplicar las adecuaciones del currículo pertinentes para cada necesidad.

El estudiante

El educador reconoce muchas veces al estudiante con dificultades de atención, conducta y aprendizaje por su actitud, pero casi siempre desconoce las causas. Además, hay estudiantes que manifiestan esa misma actitud pero por otras razones. Las actitudes de un estudiante, entre otras, pueden ser: perezoso, rebelde, agresivo, lento, inquieto, inmaduro, víctima, perfeccionista, negativo y rápido. El docente debe promover un cambio en el estudiante para lograr alcanzar la meta educativa. Analicemos los comportamientos de estudiantes con estas actitudes (figura 13).


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El agresivo • Se burla de sus compañeros, los molesta y los provoca, y cuando alguien le hace una broma se enoja. • Pierde el control y golpea o dice palabras sucias, se enoja con facilidad y es muy sensible a la crítica. Los estudiantes con trastorno de conducta pueden mostrar agresividad porque son poco tolerantes. • La agresividad puede ser consecuencia de la falta de capacidad para manejar la frustración.

Figura 13. Características del estudiante agresivo.

El conformista. Es aquel estudiante que ha decidido hacer el mínimo esfuerzo en la escuela y no le interesa asumir ningún desafío. Se muestra generalmente apático y cumple con lo mínimo que se le pide, manifiesta que no tiene sentido dar mucho y, cuando puede, evade lo que se le asigna. Algunas veces esta actitud se debe a la presión de grupo, y en otras, porque teme fallar: para él es más fácil aparentar que no le interesa y realizar el mínimo esfuerzo, que dejar implícita su dificultad o falta de habilidad. El víctima. Se rehúsa a asumir sus responsabilidades, siempre culpa a otros por su bajo rendimiento. Todos se comprometen para ayudarlo, pero ella o él no muestra mayor esfuerzo; siempre tiene una justificación y usualmente manipula la situación para que otros lo auxilien y le resuelvan sus problemas, asumiendo que no puede hacerlo. El aburrido. Todo le parece aburrido a este alumno, no es posible para el educador despertar su interés por algo. La mayoría de las veces asume una actitud apática, los trabajos los realiza de forma descuidada y no muestra el debido interés. Muchas veces esta actitud responde a que el nivel de aprendizaje del estudiante está por encima de lo que se le enseña y como resultado se aburre; aunque también puede suceder que carece de la habilidad y es mejor decir que está aburrido que aceptar que no entiende. En la mayoría de los casos su actitud es una justificación porque no desea esforzarse. El rápido. Lo termina todo antes de tiempo, aunque la calidad no sea muy buena; pide más y al no tener qué hacer, se dedica a molestar a otros compañeros o interrumpir la clase. Algunos estudiantes con trastorno de déficit de atención, predominantemente impulsivos, suelen ser muy inteligentes y les aburre la


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escuela, porque terminan rápido sus trabajos y por lo general buscan cómo divertirse. Lo mismo le puede suceder al que presenta dificultades de conducta. El lento e inmaduro. Este estudiante pide ayuda, es dependiente, busca aprobación constante y todo le parece difícil. Como le gusta llamar la atención en clase a veces manifiesta que no puede o que no entiende. Esta actitud puede tener dos motivos: uno, responde a algún trastorno de atención o de aprendizaje; dos, simplemente se debe a una inmadurez emocional. El rebelde. La actitud de este alumno es la de “yo no necesito de esto”; para él, los estudios y asuntos académicos no tienen importancia. Se resiste a cumplir con lo que se le pide, y responde con argumentos cuando recibe una orden o se le asigna determinada responsabilidad. Padres y educadores reaccionan con la imposición de castigos que restan privilegios y limitan la libertad, pero el rebelde mantiene su posición de poder y simplemente no hace nada en la escuela o colegio. La actitud del estudiante responde a una necesidad, el reto que tiene el educar por delante es lograr canalizar adecuadamente esa necesidad y, para conseguirlo, debe partir del concepto de motivación (figura 14).

Figura 14. Un mensaje positivo del docente es una excelente motivación.



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