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DIRECTORIO Universidad Autónoma Metropolitana Rector General Dr. Enrique Fernández Fassnacht Secretaria General de la Universidad Mtra. Iris Santacruz Fabila
UAM Iztapalapa Rector Dr. Javier Velázquez Moctezuma Secretario General Dr. Miguel Ángel Gómez Fonseca Director de la Ciencias Sociales y Humanidades Dr. Octavio Nateras Domínguez Jefe del Departamento de Sociología Dr. Enrique Cuna Pérez Coordinador de la Licenciatura en Ciencia Política Mtro. Agner Adolfo Guerrero Sandoval
Consejo editorial 2
Editor en Jefe Karen Mayumi López Santillán Editor Adjunto Jesús Fernando Alavez Salazar Diseñador en Jefe Laura Olimpia Martínez Ramírez Diseñador Adjunto Jesús Guillermo Hernández Ortiz Elliot Fabian Castillo Rojas Editor en Jefe de Corrección y Estilo Anaid Varela Varela Editor Adjunto Lorena Sánchez Peña Comunicación y vinculación Ángel Iskander Benítez Duarte Caricaturista Alexis Ortega Montes El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Registro en trámite. Av. San Rafael Atlixco No. 186, Col. Vicentina, Delegación Iztapalapa, C. P. 09340 México, D.F. Edificio H
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ÍNDICE
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Estimado lector: Fe de Erratas Vías de participación política El asociacionismo político como forma específica de participación política Vías de participación política de mujeres indígenas en méxico 10 La historia absolverá el debate Seis horas: Ocio contra desempleo El sigiloso poder de una leona Todo arte genera un acto político Montaña de guatemala La posibilidad de regenerar Y así pasó cuando nos echaron La cita Grupos de poder ¡Encapuchados!
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Estimado lector:
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l tiempo ha demostrado que el desasosiego de los individuos por expresar sus ideas puede mover sociedades enteras, y por ello este segundo número de Nota al Pie está encauzado al análisis de las diferentes vías de participación política. Más allá de abordar procesos puramente institucionales y bloqueos de avenidas, quisimos pensar la participación desde las efímeras conversaciones en un café hasta las representaciones teatrales. Éstas y otras actividades dan forma a la cultura política, que es un vaso del que todos bebemos. Lejos de concebir el voto, las manifestaciones o el arte como la más elevada forma de participación política, quisimos explorar los elementos que motivan a las personas a actuar dentro de su sociedad. Frente al devenir nebuloso y complejo que anuncia siempre un inicio de sexenio –aderezado con las propuestas del recién presentado Plan Nacional de Desarrollo-, esperamos que las visiones presentadas a lo largo de estas páginas se enfrenten a las suyas, y abran un nuevo diálogo sobre las oportunidades de acción que tenemos todos como ciudadanos para construir una nación fuerte y competitiva. Estamos convencidos de que han sido la entereza y el trabajo duro los que hicieron prosperar el proyecto de Nota al Pie, de la mano de ustedes nuestros lectores y colaboradores. Hacemos de su conocimiento que las contribuciones de este número respecto al anterior aumentaron en calidad y cantidad, todo gracias a su apoyo, crítica y sugerencias. La visión del Consejo Editorial sigue siendo la misma: solamente somos una vía entre tantas, Nota al Pie es de ustedes para ustedes. Consejo Editorial
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Fe de Erratas
Se hace constar que se encontraron los siguientes errores en la impresión del primer número de la revista Nota al Pie: Página legal dice: Registró en trámite, debe decir: Registro en trámite. Índice dice: Jessica Estefanía Jiménez Mont, debe decir: Jessica Estefanía Jiménez Montoya. Página 4 dice: más sin embargo, debe decir: sin embargo. Página 14 dice: Pareto, op. Cit..,39., debe decir: Pareto, op. cit., 39. Página 14 dice: Seymour Martin Lipset, El hombre Político, (Buenos Aires, 1977, p.78., debe decir: Seymour Martin Lipset, El hombre Político, (Buenos Aires, 1977),78. Página 18 dice: Licenciatura en Ciencia, debe decir: Licenciatura en Ciencia Política. Página 38 dice: HACIA NA TEORÍA POLITICA INTEGRAL, debe decir: HACIA UNA TEORÍA POLÍTICA INTEGRAL.
Con ustedes, todo; sin su crítica, nada
Consejo Editorial
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Vías de participación política
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Alexis Ortega Montes Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política
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El asociacionismo político como forma específica de participación política
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principios del siglo xxi estamos ante un escenario paradójico para la democracia, cuando se podría aseverar que ésta disfruta de un apogeo sin precedente en el mundo. Por un lado, hay un mayor número de países democráticos, nos referimos en concreto al crecimiento de las democracias electorales. Por otro lado, si nos ceñimos a una definición más estricta de elecciones libres, los resultados muestran un declive considerable de países. Pero el problema de la democracia electoral, entre otros aspectos, recae en que cada vez menos ciudadanos participan en las elecciones libres. La ciudadanía se está alejando progresivamente de las instituciones y las prácticas políticas, a pesar de tratarse de sistemas democráticos estables o donde el sistema democrático está más o menos. La anterior paradoja no sólo recae en la participación electoral sino en las distintas formas de participación política tradicionales, institucionales o convencionales1. La democracia requiere de un sentido compartido de interés público entre los gobernantes y la sociedad. En el régimen político, las instituciones y las normas regulan la organización del poder gubernamental y su vinculación con la sociedad; particularmente, en el régimen democrático el poder político se distribuye no sólo en instancias del gobierno sino entre éste y la sociedad. La visión idealista de la democracia plantea una participación política ciudadana limitada, sólo al derecho de elegir y ser elegido, con lo que los ciudadanos se circunscriben a participar en la elección de representantes. Pero lo que realmente garantiza el buen funcionamiento de dicho régimen es la participación ciudadana, más allá del sufragio electoral. En efecto, la participación política habilita a la ciudadanía «a tomar parte» de la deliberación y la decisión política2. La problemática consiste en determinar si actualmente vivimos un momento de crisis o de auge democrático. La literatura sobre participación política nos coloca en un dilema ya que es difícil poder argumentar de forma conclusiva en favor de una postura. Si bien se observa la baja participación en las elecciones y en las formas convencionales de participación, no se percibe el citado declive en las nuevas formas de participación política como las marchas pacíficas, protestas 1 Samuel H. Barnes & Max Kaase, Political Action. Mass Participation in five Western Democracies (Beverly Hills: Sage, 1979). Barnes y Kaase introdujeron la distinción ya clásica entre formas de participación convencional y no convencional (o de protesta). La clasificación ha venido alterando sus características con base en los cambios legales de un sistema político; por ejemplo, las acciones de protesta que hace años eran consideradas ilegales, actualmente son consideradas como institucionales y legales.
2 Isidoro Cheresky, comp., Ciudadanía, participación civil y participación política (Buenos Aires, Miño y Dávila, 2006), 109-140.
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en línea, sabotaje de productos, entre otras. Partiendo de los estudios de Putnam3, el declive de la participación ciudadana parece hondo. En cambio, desde los estudios de Inglehart 4, Norris5 o Newton6 , se hace plausible pensar en un escenario sin declive. Nuestra postura comulga con los postulados que se contraponen con las ideas de la crisis democrática manifestada por la baja participación en las elecciones y en las actividades políticas convencionales. Planteamos, primero, que la baja participación electoral no propicia el aumento de otras formas de participación y, segundo, que la práctica de nuevas formas de comportamiento político no debe excluir por automático la participación ciudadana en los procesos electorales. Sin embargo, reconocemos que es urgente explicar la creciente insatisfacción pública con la política y los sistemas democráticos, manifestada en la baja concurrencia electoral. En cualquiera de sus formas, la participación política es un elemento fundamental de un sistema democrático. Ya sea a través de la elección de representantes, de elecciones que buscan influir en las decisiones de los políticos, o mediante la participación directa en la toma de decisiones, un sistema político democrático debe asegurar o al menos facilitar la conexión entre las preferencias de los ciudadanos y las decisiones que se toman7 . Con base en esto, se configura una nueva forma específica de participación política: el asociacionismo político, una actividad política que radica en la participación en asociaciones u organizaciones con fines políticos. Por asociacionismo político entendemos la pertenencia a aquellos grupos formalmente organizados de ciudadanos que persiguen bienes colectivos y que tienen como principal objetivo influir en los procesos de adopción de las decisiones políticas, ya sea mediante su intervención en la selección del personal gubernamental o en sus actividades, la introducción de temas en la agenda política o la transformación de los valores y preferencias que guían la adopción de decisiones políticas8 . Como forma específica de participación política, se realiza 3 Robert Putnam, Making Democracy Work. Civic traditions in Modern Italy (Princeton, Princeton University Press, 1993) y Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community (Nueva York, Simon and Schuster, 2000). 4 Ronald Inglehart. El cambio cultural en las sociedades industriales avanzadas (Madrid, CIS, 1991) y Modernization and Post modernization: Cultural, economic and political change in 43 societies (Princeton, Princeton University Press, 1997). 5 Pippa Norris. Democratic Phoenix. Reinventing Political Activism (New York, Cambridge University Press, 2002) . 6 Kenneth Newton. “Social trust and political disaffection: social capital and democracy”, Critical Citizens, ed. Pippa Norris (Oxford, Oxford University Press, 1999). 7 Eva Anduiza y Agustí Bosch. Comportamiento político y electoral (Barcelona, Editorial Ariel, 2004, 16). 8 Laura Morales, Instituciones, movilización y participación política: El asociacionismo político en las democracias occidentales (Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2006).
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en conjunto con otras formas de acción política, mismas que servirán para delimitar las dinámicas de participación que predisponen o influyen para que los individuos participen políticamente a través de asociaciones. La participación en asociaciones es colectiva, pero puede estar motivada por aspectos individuales, ya que requiere interés por la política. El estudio de la participación asociativa resulta relevante para el análisis del funcionamiento de las democracias contemporáneas porque: i) tiene consecuencias directas con el proceso político, y ii) condiciona otros comportamientos y actitudes políticas de los ciudadanos participantes9. El primero elemento apunta a que «sólo quienes son capaces de organizar sus intereses de manera adecuada consiguen influir en las decisiones de las élites políticas, mientras que los grupos sociales con menos recursos organizativos se ven limitados a la protesta esporádica, con distintos grados de éxito» . El segundo elemento refiere al control político de los gobernantes, es decir, los mensajes ciudadanos de las asociaciones cumplen una de las funciones básicas de la democracia: que los gobiernos respondan a las necesidades y a las preferencias ciudadanas. El asociacionismo empieza a tomar relevancia empírica a partir de varias condicionantes: i) este tipo de participación no se alinea a los tiempos electorales; ii) identifica las preferencias –y su intensidad- y las demandas de la ciudadanía, y iii) las formas de acción política son proactivas más que reactivas, y tienen por objetivo la introducción de nuevas cuestiones en la agenda política. Asimismo, el control político de la ciudadanía hacia los gobernantes mediante lo que conocemos como «espacio asociativo», que contempla una variedad de asociaciones: las organizaciones de la sociedad civil, los partidos políticos, los sindicatos y las asociaciones sociales (culturales, deportivas, religiosas, artísticas, ambientalistas, entre otras). En la sociedad contemporánea se tiene un descontento hacia la política, pero al mismo tiempo se tiene la necesidad de protestar o mostrar el desacuerdo con las políticas encauzadas por los gobernantes, con ayuda de las nuevas tecnologías como el internet y las redes sociales. Las nuevas formas de comunicación han establecido lo que denominamos la participación post-convencional, que se caracteriza por establecer demandas políticas concretas y de rápida difusión, principalmente entre los jóvenes. El asociacionismo político, como nueva forma de participación política, nos brinda una posibilidad de respuesta al posible auge o declive de la participación política, en especial con la crisis de la representación política y de la democracia idealista. La participación en asociaciones refuerza la idea de que no existe un déficit de la participación política, sino que existen nuevas plataformas de participación política distanciada de los procesos electorales y, muchas veces, de los canales institucionales. Erick Garzón Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política
9 Laura Morales, “El asociacionismo político en Europa”, Zona Abierta (Madrid, 2004), 8.
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NACIÓN Patria de mí canto Sufrió un colapso Se llama azufre oyó mi voz tocó mi mano. Patria de mi santo sufrió un espasmo mi muerta madre no sintióme mi mano, mi canto Erick Garzón
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Vías de participación política de mujeres indígenas en méxico En nuestra lucha hay mujeres que no dejan que las traten como adorno, o que las humillen y desprecien nada más por ser mujeres, sino que se organizan y luchan por el respeto que se merecen como mujeres que son. Sexta Declaración de la Selva Lacandona
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as mujeres indígenas se enfrentan a una triple discriminación: por ser mujeres, por ser indígenas y por ser pobres. No sólo es ejercida desde el Estado, sino desde los propios pueblos. Son excluidas de la actividad política comunitaria, pues según los sistemas normativos por los que se rige la mayoría de los pueblos originarios en México llamados de usos y costumbres, la toma de decisiones y los espacios públicos como la Agencia Municipal y la Asamblea de Principales son estrictamente para hombres. Todos los miembros varones adultos tienen que desempeñar algunos de los
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cargos bajos, mientras los más altos son ocupados por quienes demostraron tener mayor responsabilidad en la ejecución de cargos anteriores1. Las mujeres no son consideradas en este sistema de cargos, que integra a los hombres desde temprana edad. Existen excepciones a la regla, como el caso de algunas comunidades de la Mixe Alta, donde las mujeres son incluidas a manera de castigo, es decir, les es dado algún puesto de cabildo cuando 1Gabriela Kraemer Bayer, “El derecho indígena y el sistema jurídico dominante. El caso de Oaxaca”, Biblioteca Jurídica virtual UNAM, http://biblio.juridicas.unam. mx/libros/5/2264/15.pdf (Fecha de consulta: 30 de abril de 2012).
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han hecho algo indebido como tener un hijo fuera del matrimonio, pero son una figura sin voz ni voto. En lo que a participación política plenamente institucional y reconocida por el sistema electoral dominante se refiere, las mujeres indígenas también son discriminadas, como refleja el caso de Evic Julián Estrada, mujer indígena zapoteca originaria y residente del municipio de San Juan Lalana, Distrito de Choapam, en Oaxaca. A finales de 2010, Evic se presentó como candidata a presidenta municipal. A pesar de que el sistema normativo de la región tradicionalmente no lo permite, el derecho indígena se transmite de forma oral, lo que lo hace mucho más flexible y capaz de adecuarse a nuevas circunstancias2. Evic recorrió su municipio en búsqueda de apoyo y logró que los representantes de diversas comunidades aceptaran que ella compitiera por el cargo, en una especie de oportunidad moral. Evic presentó su candidatura junto a otros diecinueve candidatos varones, algunos de los cuales declinaron en su favor, mientras que otros se negaron a que ella contendiera puesto que ninguna mujer lo había hecho antes. Los contrincantes de Evic estaban respaldados moral y económicamente por partidos políticos, lo que les permitió realizar campañas electorales. El día de la votación, Evic resultó ganadora, recibió el bastón de mando y se llevaron a cabo los tres días de ayuno que la reconocen como vencedora, y días después, recibió la constancia de mayoría de parte del Instituto Estatal Electoral (iee) oaxaqueño. Sin embargo, el Tribunal Estatal Electoral (tee) 2 Ibíd.
desconoció su triunfo, argumentando que no existían las actas correspondientes que validaran el triunfo, ya que bajo el sistema normativo, la votación se realiza a alzada de mano y no con boletas electorales. Quedó demostrado una vez más cómo es que se coarta la participación política de las mujeres indígenas comunitaria e institucionalmente. Ésta y otras razones han orillado a muchas mujeres indígenas de México y toda América Latina a impulsar la participación política femenina desde diversas trincheras; con las Organizaciones de la Sociedad Civil (osc) como las más recurridas actualmente, pues brindan la oportunidad de generar incidencia local, estatal, nacional y hasta internacional sobre las actividades que las ocupan. Por esta vía, las mujeres indígenas han ido posicionando las problemáticas que las aquejan, lo que las ha involucrado principalmente en dos grandes luchas: la de los pueblos indígenas y la de las mujeres. Además, se han generado espacios de vinculación y múltiples y grandes redes para fortalecer al movimiento. La multiplicidad de osc ha permitido que se trabaje y avance en torno a diversos temas, siempre con perspectiva de género y de derechos humanos: erradicación de la violencia de género, defensa y promoción de derechos humanos, recuperación de la cultura y la lengua materna, salud sexual y reproductiva, medicina materna que considere las prácticas tradicionales, defensa de la tierra y territorio, educación intercultural y fortalecimiento de la identidad indígena, entre otros. Como a muchos otros sectores de la población, el Estado le ha cerrado
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las vías de participación política a las mujeres indígenas, pero frente a las injusticias por gritar –tras años de ser silenciadas, invisibilizadas, denigradas, explotadas y hasta asesinadas- se han sembrado las semillas para el florecimiento de la lucha indígena por la dignidad de todas las personas y todos los pueblos
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Iniciativas de incidencia internacional La lucha de los pueblos indígenas logró la apertura de espacios de participación impulsados desde la Organización de las Naciones Unidas (onu), como lo fue Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas (fpci), establecido en el año 2000. El Foro Internacional de Mujeres Indígenas (fimi), que facilita espacios de diálogo, consenso y retroalimentación, impulsó en 2007 la construcción del Observatorio de las Mujeres Indígenas contra la Violencia3. Dada la incidencia del fimi, los informes recabados desde comunidades indígenas de varios países de América Latina, incluido México, fueron presentados en la 52ª sesión del Comité para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (cedaw), como informe sombra al presentado por el Estado Mexicano y otros. Asimismo, se han abierto procesos de participación y opinión para los pueblos indígenas, en cuestiones que la onu considera importantes, tales como los Objetivos de Desarrollo del Milenio (odm) y la Agenda Post 2015. Desde mi perspectiva, este empoderamiento de las mujeres indígenas 3 Para mayor información, consultar la página electrónica del FIMI: http://www.fimiiiwf.org/observatorio. php
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en México fue reforzado en gran medida por la insurrección zapatista de 1994 y la Ley Revolucionaria de las Mujeres. No es que antes no hubiera movilizaciones o iniciativas dignas de reconocimiento dentro del movimiento indígena, sino que el Zapatismo las fortaleció y las hizo visibles ante el gobierno, la sociedad civil mexicana y la opinión pública internacional. Si bien es de carácter vital la participación de la sociedad en organizaciones civiles para la construcción de una sociedad democrática, también lo es la pluralidad en el acceso a espacios de poder y toma de decisiones; lo que hace urgente la exigencia al Estado mexicano de reformas electorales realistas y eficaces que sean incluyentes con los pueblos indígenas en lo general, y con las mujeres indígenas en lo particular. No debemos perder de vista a las mujeres indígenas como agentes de cambio en sus comunidades, ya que tienen mucho enseñarnos desde sus diversas realidades socioeconómicas, políticas, sociales y culturales. Su lucha no es de ningún modo es egoísta, ni se encuentra aislada, pues está interesada también en la niñez y juventud indígena, en la defensa de la Madre Tierra y de los recursos naturales. Son un eslabón suelto que debe ser incluido en los espacios de decisión: como madre, como esposa, como comerciante, como estudiante, como trabajadora, como migrante, como obrera, como campesina, como indígena y como mujer. María de los Ángeles Hernández Alvarado Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política
Vías de participación política
AUSENTES EN LA LEJANÍA Dame tu oscuro rostro quiero reír y bailar. Lame mi rostro, que hoy reiré en lo oscuro de tu baile. Tráeme tu baile oscuro, que mi rostro se cansó de reír. Agárrame que me vuelvo puro. Erick Garzón
La historia absolverá el debate Debate número uno El 16 de octubre de 1953 frente a la Sala Primera de urgencia de la Audiencia de Santiago de Cuba, tiene lugar uno de los discursos o alegatos de mayor calado en la exposición oral de las ideas políticas de la historia actual de América Latina. “La historia me absolverá…”1 es análisis político y conclusión histórica por parte del entonces joven Fidel Castro Ruz, sometido a juicio por dirigir el ataque al Cuartel Moncada el 26 de Julio de 1953. A través de la historia de las luchas independentistas y el detallado perfil de la situación de miseria, se delinea la antesala de argumentos histórico-políticos en favor de la rebelión de los pueblos que buscan su libertad y autodeterminación, en una sola palabra: soberanía. Más aún, cimbra, junto con la posterior Revolución de 1959, lo más hondo del acontecer político y económico del continente americano y de ahí, al mundo entero. La vigencia e importancia de dicho documento está presente como forma de participación política del más alto nivel y de la más profunda toma de decisiones, esto para la política de fondo. Discurso político para nuestros días, debate de vida o muerte para su momento, las páginas de “La historia me absolverá…” ponen de manifiesto la formación de la política de masas que sería potenciada durante y después de la Revolución. Entre nuestras manos y ante nuestros ojos se reviven los argumentos contra la tiranía batistiana y se perfila un nuevo tipo de sociedad que, hasta nuestros días, no debe fatigarse en su ensayo. Define pueblo como una gran masa irredenta que anhela una patria más digna y justa; movida por ansias ancestrales de justicia y grandes transformaciones2; y 1 Fidel Castro, “La historia me absolverá”, Ediciones El Caballito, 1999, México. 2 Ibíd., 29.
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hace un llamado de justicia y no venganza por aquellos que perdieron la vida: «no es con sangre como puede pagarse las vidas de los jóvenes que mueren por el bien de un pueblo; la felicidad de ese pueblo es el único precio digno que puede pagarse por ellas»3 . En referencia a la educación a cargo del gobierno revolucionario, pide que «no se olviden las palabras del Apóstol: El pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos, en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos». Las referencias al Apóstol, José Martí, profundizan la raíz nacionalista, latinoamericanista y revolucionaria. No obstante, llama poderosamente la atención la forma en la que se perfila el alegato final sobre la rebelión y contra la tiranía, al echar mano de un recorrido por las ideas políticas desde la antigüedad hasta el liberalismo político radical clásico. La Declaración de Independencia del Congreso de Filadelfia de 1776 y la Declaración Francesa de los Derechos del Hombre sirven, también, para cerrar el alegato por la lucha de mujeres y hombres libres en pos de la soberanía y así darle un duro golpe a la dictadura batistiana, aliada incondicional del imperialismo estadounidense.
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Debate número dos Este debate, más inmediato e importante, lo franquean algunas de las fuerzas políticas de mayor relevancia en nuestro país. El nombre del debate es Pacto por México. El principio, tono, ritmo y réplicas las acusan sus paladines, el Presidente de la República, gobernadores afines, secretarios de Estado y los presidentes de los tres principales partidos políticos. Lo vertebran argumentativamente cinco ejes temáticos4 y lo secunda ideológica y políticamente su traducción en las solicitadas reformas estructurales. El clima político se antoja terso, lleno de concordancia y legitimidad. El publicitado retorno del Partido Revolucionario Institucional a la Presidencia tiene resultados prontos, sin retardos. La institución presidencial proyecta su sombra sobre la arena político-social: en la cámara baja y la cámara alta, en la procuración de justicia con deudas pendientes y la inamovible visión sobre la paz pública. Ni existe caudillo, ni se puede tapar el ardiente sol de México con reformas. El mejor caballo -¿neoliberal y de Troya?- en la carrera de las sociedades emergentes, como la nuestra, es la Reforma Educativa, pues el proyecto educativo es fundamental para la consolidación de cualquier tipo de Estado. La educación responde necesariamente a la forma en que se produce y se apropia la riqueza social. Pugna entre liberales y conservadores, sobre todo contra el clero, el proyecto educativo siempre se vislumbra como la llave para apropiarse de las riquezas nacionales a largo plazo y es guía exacta para aprovechar las debilidades de clases sociales subalternas. El cambio de paradigmas sociales, sobre todo en la idea
3 Ibíd., 59. 4 Acuerdos para una sociedad de derechos y libertades; acuerdos para el crecimiento económico, el empleo y la competitividad; acuerdos para la seguridad y la justicia; acuerdos para la transparencia, rendición de cuentas y combate a la corrupción y acuerdos para la gobernabilidad democrática.
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de desarrollo, va aparejado del cambio en el tipo y contenido de la enseñanza impartida por el Estado. En nuestro país, la educación liberal, la educación revolucionaria, la educación socialista, etc. transitan a esquemas de cambio cuando la coyuntura nacional estorba a la internacional. El Pacto es una ausencia de debate abierto; es soliloquio y pieza de oratoria extensa de pobre técnica. No obstante, tiene el potencial de representar un avance en la historia nacional y de la región, si logra concretarse y profundizar su proyecto político-social, sostenido en argumentos bastante lógicos y vehementes desde hace más de treinta años, pero que no necesariamente han demostrado ser verdad. Se trata de dos debates distintos, dos fenómenos sociales diferentes, que puestos en el laboratorio de la historia permiten observar cómo se puede ganar o perder, socavar o construir un proyecto político y social que comulgue con el interés de las clases sociales que lo enarbolan. Recordemos aquello de Don Gastón García Cantú: «No todo se ha perdido. No todo, impunemente, se perderá». Willy Arturo Hernández Alcocer Estudiante de la Licenciatura en Filosofía.
Seis horas: Ocio contra desempleo
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ería una necedad enumerar las consecuencias negativas que la reforma laboral aprobada el año pasado hace legales, como aquella de 1970. Sin embargo, quisiera destacar la inutilidad y la indefensión proyectadas por la izquierda institucional (léase Partido de la Revolución Democrática [prd] y demás), cuya vocación conservadora se hizo evidente al defender las anacrónicas ocho horas de la jornada laboral. ¿Qué no han cambiado el mundo y su tecnología en más de cuarenta años? Lo mismo el empresariado que los reformistas de izquierda responden positivamente, aunque los primeros cínicamente y los segundos con hipocresía. La situación es clara, el prd y Andrés Manuel López Obrador mantuvieron acuerdos con la clase empresarial1. De llegar al poder es seguro que se habría aprobado una ley a favor del capital –con matices, pero al final lo mismo, pues la flexibilidad laboral es sólo un artilugio del empresariado para sortear las fluctuaciones económicas totalmente a su favor, donde la casa nunca pierde. Ni por la cabeza le pasó a López Obrador o a los perredistas mencionar alguna vez una 1 Rosalia Vergara, “De radical a conciliador”, Proceso, núm. 1856 (27 de mayo de 2012)
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mejora fundamental en las condiciones de trabajo, como la reducción de la jornada laboral con todos los derechos y prestaciones, y sin la trampa de la flexibilidad laboral. Jeremy Rifkin2 en El fin del trabajo expone la crisis del empleo en los países desarrollados. En ellos, la mecanización, a causa de la voracidad empresarial, no es vista como la posibilidad de una existencia con menor trabajo y mejor vida, sino como una amenaza cada vez más temible cuyo fin último es el desempleo y la violencia. Pero la organización de los trabajadores puede mover este escenario a su favor, e incluso convenirle al empresario: «… con la reducción de la jornada laboral, la eficacia y la moral de nuestros empleados se ha incrementado, los accidentes y las franquicias por seguros han mejorado y los costes unitarios de producción han disminuido tan considerablemente que podemos incluso pagar por seis horas como si realmente fuesen ocho las trabajadas»3. La reducción de la jornada laboral es un ataque real al capital, entendido como la acumulación de trabajo despojado al empleado. Es un verdadero reparto de la riqueza y aumenta significativamente la calidad de vida. Presenta la oportunidad de mitigar el desempleo y el empleo informal, de fortalecer a la clase trabajadora en número al aumentar la calidad y número de puestos de trabajo y de que el trabajador pase más tiempo con su familia. Se trata de una riqueza sin connotación monetaria, que ayudaría a recomponer el resquebrajado tejido social. La consigna de la reducción de la jornada laboral atraería a las masas explotadas y desengañadas tanto del panismo como del perredismo, y sobre todo de su caudillo quien únicamente ha apagado incendios después de la elección de julio. Sería un objetivo claro y concreto en torno al cual podría adherirse la vanguardia juvenil que el #YoSoy132 ha mantenido a raya, con su discurso acéfalo y confuso de libertad en los medios de comunicación. Sabemos ya que la izquierda institucional no dará el paso, sólo la organización y la movilización de la población nos hará caminar hacia adelante. Ángel Escamilla Estudiante de la Licenciatura en Historia.
2 Jeremy Rifkin, El fin del trabajo, (México: Paidós, 1996). 3 Ibíd., 50.
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El sigiloso poder de una leona
[Quiero] desmentir la impostura de que mi patriotismo tuvo por origen el amor, […] que abandoné mi casa por seguir a un amante [cuando] todo México supo que mi fuga fue de prisión, y que ésta no la originó el amor […]. Confiese Ud. Sr. Alamán, que no sólo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres[…] mis acciones y opiniones han sido siempre libres. ¿Qué tiene de extraño y ridículo el que una mujer ame a su patria?1 Leona Vicario
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a cita con que comienzo este texto es un fragmento de la respuesta que dio Leona Vicario en el periódico El Federalista a las injustas acusaciones que Lucas Alamán hizo en su contra, en las cuales el conservador declaraba que la colaboración de ésta con el movimiento insurgente había sido impulsada por el amor a su marido Andrés Quintana Roo y no un verdadero acto de patriotismo. Ciertamente, la participación activa o pasiva de las mujeres en la lucha por la Independencia no era lo más común, debido a la herencia patriarcal española que mantenía un estricto control sobre la educación y la vida personal de éstas 2. Pero, ¿qué habría sido de la historia de la Independencia de México3 sin la participación de las mujeres en la guerra, particularmente sin la ayuda de Leona Vicario? Las fuentes revelan que sin la colaboración de algunas mujeres de distintas clases –y sin la templanza y valentía de una Leona- no hubiese sido posible la consolidación del movimiento. María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario, nació el 10 de Abril de 1789 en la Ciudad de México. Hija del comerciante español Gaspar Martín Vicario y la criolla Camila Fernández de San Salvador, fue educada como pocas mujeres de la época: se cultivó en las bellas artes, las ciencias y la literatura. Su padre murió cuando ella aún era una niña y su madre cuando tenía apenas 17años de edad4 , por lo que quedó 1 Monserrat Galí Boadella, Historias del bello sexo, la introducción del romanticismo en México (México, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002), 55-69. 2 María de J. Rodríguez Guerrero, “México, independencia, mujeres, olvido, resistencia, rebeldía, dignidad y rescate”, Alegatos, núm. 73 (septiembre-diciembre 2009): 355-360 3 Véase Gonzalo Anes, El antiguo régimen: Los Borbones, 2ª. ed. (Madrid: Alianza Editorial-Alfaguara, 1976) 272324, donde el autor explica el comienzo del movimiento criollo por su Independencia debido a la intromisión de las reformas Borbónicas en Nueva España 4. Adriana Y., Flores Castillo, “Leona Vicario: Mujer, fuerza y compromiso en la Independencia de México”, en Francisco Ibarra Palafox (coord.), Juicios y causas Procesales en la Independencia de Mexicana (México: Universidad Nacional Autonomía de México-Senado de la República, 2010), 149-156
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al cuidado de su tío materno, el abogado Agustín Pomposo, quién administró la copiosa fortuna que sus padres le heredaron. Fue gracias éste que tuvo contacto con numerosos profesionistas, dos de ellos abogados con los que compartiría sus principios, ideales y ambiciones con relación al movimiento insurgente. El primero era Octaviano Obregón, originario de Guanajuato, quien tuviera que emigrar a España debido al estallido de la guerra en la Nueva España en 1808. El segundo era Andrés Quintana Roo, originario de la ciudad de Mérida, quien laborara en el despacho de Don Agustín, donde conoció a Leona Vicario y con quien eventualmente contrajo nupcias. Uno de los mayores atractivos de una mujer es la inteligencia, quien peca de ella siempre sigue sus convicciones sin importar las adversidades a las que se pueda enfrentar, un espíritu libre es eternamente aventurero y capaz de poder revelarse contra los principios de una buena sociedad costumbrista. Leona Vicario cumplía a la perfección las virtudes de una mujer inteligente, pues su colaboración en el movimiento fue cautelosa y prudente -incluso, su aprehensión en el Colegio de Belén5 fue más un descuido de un insurgente que un despiste suyo-, un asunto de convicción y no por perseguir su marido. La manera en que Leona Vicario apoyó a las fuerzas insurgentes fue más un respaldo económico y un intercambio de información de lo que pasaba en alta sociedad de la capital mediante cartas, o personalmente en las tertulias y paseos por la Alameda con algunas esposas de los insurgentes, que tomando las armas para luchar en los campos de batalla6 . Su participación nunca tuvo ningún interés político, ya no podía intervenir directamente en las decisiones de la monarquía. Luego de haber su esposa vivido tantas arbitrariedades y más tiempo presa, Andrés Quintana Roo aceptó un indulto ofrecido 1817, que fue concedido para que viajaran a España. La pareja solicitó quedarse en México, lo que los destinó a vivir en extrema pobreza en Toluca hasta 1820, cuando Don Andrés se hizo parte del Ilustre y Real Colegio de Abogados .Tras criar a sus dos hijas, Leona Vicario murió en la Ciudad de México el 21 de Agosto de 1842. La participación de Leona en el movimiento –específicamente en el grupo de los Guadalupes7 a lado de Don Andrés- nos enseña que no obstante las diferencias de género, el tener objetivos claros acerca de la estabilidad propia no debe confundirse con sentimientos de amor. Alicia Yaneth García Gutiérrez Estudiante de la Licenciatura en Historia.
5 Ibíd., 156-159., Leona Vicario es recluida después de que Anastasio Bustamante aprehendió a Mariano Salazar, un criollo originario de Toluca mensajero de Leona Vicario, quien confesó haber llevado cartas de Leona a los insurgentes y viceversa. 6 Ibíd., 238-240. 7 Virginia Guedea, “Los Guadalupes de México”, En busca de un gobierno alterno: Los Guadalupes de México (México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1992).
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Entrevista
Todo arte genera un acto político
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La interpretación de lo político desde la producción estética ha sido un tema controversial a través de la historia. Para ganar perspectiva al respecto, dialogamos con Enrique Olmos de Ita, dramaturgo y crítico de teatro hidalguense. Sus obras han sido montadas en México, Argentina, Québec y España, donde reside actualmente, y ha sido galardonado con el Premio Internacional Sor Juana Inés de la Cruz y el Premio Nacional de Dramaturgia MHC, entre otros. ¿Cuál es la relación entre teatro y política? El teatro es el arte político por excelencia. La vida teatral es en realidad una asamblea en la que ciertos ciudadanos ocupan el escenario para hablar de un tema público frente a la sociedad. Se trata de ciudadanos frente a otros ciudadanos dialogando a través de la ficción.
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Entrevista
¿Cómo se refleja el contexto político en tu obra? Supongo que a partir de un tema social fundamental que está en el espectro público: el embarazo y la interrupción del mismo. Además toco temas tangenciales como la vida en pareja en edades tempranas, la virginidad y las mascotas como parte de la familia nuclear. Parece que tu obra trata lo privado como político. ¿Cuál es la relevancia de las artes en la estructura de las comunidades y sus vidas diarias? Fundamentalmente las artes y en especial las artes de la escena son el único reducto de otredad que nos quedará cuando la mayor parte de espectáculos ocurran a través de una pantalla. El teatro, la danza, el circo, los títeres, la música y el performance, por ejemplo, son el único vínculo a largo plazo entre seres humanos en tiempo real. La relevancia de ver a un ser humano frente a otro es altísima.
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El recién presentado Plan Nacional de Desarrollo carece de un apartado para educación y cultura. ¿Cómo puede el Estado mexicano ocuparse de estos temas? El Estado mexicano tiene una tradición extraordinaria en lo que respecta al incentivo del arte y la cultura como parte fundamental del tejido social y sobre todo como punto de arranque para lograr la sensibilización de los ciudadanos. Sin embargo, en los últimos gobiernos federales han permitido que conceptos como ocio, tiempo libre y entretenimiento aniquilen la noción del arte y la cultura como construcción civilizatoria y la rebajen a meros pasatiempos. Cabe señalar que en México el arte y la cultura son un derecho, garantizado por la Constitución. ¿Cómo pueden consolidarse las expresiones artísticas como vías de participación política? Entiendo que todo arte (como espectador o como creador) genera un acto político en sí mismo. Es apropiarse del espacio público y proponer una idea, un mensaje, una ficción estimulante. Lo triste es ver al arte convertido en plataforma ideológica. Su neutralidad y sentido crítico lo deben salvar del fantasma electoral. Para más información sobre los proyectos de Enrique Olmos, visita www.neurodrama.com
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Entrevista
“El teatro es el arte político por excelencia.”
El recién presentado Plan Nacional de Desarrollo carece de un apartado para educación y cultura. ¿Cómo puede el Estado mexicano ocuparse de estos temas? El Estado mexicano tiene una tradición extraordinaria en lo que respecta al incentivo del arte y la cultura como parte fundamental del tejido social y sobre todo como punto de arranque para lograr la sensibilización de los ciudadanos. Sin embargo, en los últimos gobiernos federales han permitido que conceptos como ocio, tiempo libre y entretenimiento aniquilen la noción del arte y la cultura como construcción civilizatoria y la rebajen a meros pasatiempos. Cabe señalar que en México el arte y la cultura son un derecho, garantizado por la Constitución. ¿Cómo pueden consolidarse las expresiones artísticas como vías de participación política? Entiendo que todo arte (como espectador o como creador) genera un acto político en sí mismo. Es apropiarse del espacio público y proponer una idea, un mensaje, una ficción estimulante. Lo triste es ver al arte convertido en plataforma ideológica. Su neutralidad y sentido crítico lo deben salvar del fantasma electoral.
Todo arte (como espectador o como creador) genera un acto político en sí mismo. Es apropiarse del espacio público y proponer una idea, un mensaje, una ficción estimulante.” Redacción Nota al Pie
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Desde Chapultepec al horizonte
Monstserrat Mosqueda MartĂnez
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Juan Falomir
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Marcha por los Derechos Humanos en el 2009, frente al Monumento a la Paz, en Guatemala
Diana E. Celada Frausto
Willy Arturo HernĂĄndez Alcocer
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Juan Falomir
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Juan Falomir
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Poema
Montaña de guatemala I Conocí ya qué es el sufrimiento conocí la sombra del humano que el crimen comienza con la tierra que para darle muerte al hombre primero debe matarse al árbol por eso el milico cuando no podía encontrarnos pisaba las matas y trizaba el plantío para pisarnos el estómago y la boca. II Con tanto coraje aplastaban la planta de chile embestían contra el granero, con vehemente odio tumbaban el maíz quemaban trigo y machacaban frutos después golpeaban con la rabia de quien carga contra un moribundo, la yuca, la raíz de palo, la persistente papa, lo único que sembraron fue un infierno, y acabaron con lo verde y siguió lo andante, mataron después las reses, los marranos, les gritaban ¡indios, indios de mierda! Y cuando ya no encontraron animales para degollar con saña rompieron lo que fueron nuestras casas, quemaron nuestros patios de juego, duró poco en sus manos nuestra huella, nuestros motivos se hicieron cenizas bajo sus pies, así, los imbéciles terminaron destrozando todo y comenzaron a destruirse entre ellos. Porque para destruir al otro, quizás se comienza con uno mismo.
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Poema
III Un comandante los envió a buscar al monte, y cuesta arriba continuaron rompiendo, muriendo todo a su paso, y cuando ya nada pudo morir, nos hallaron a nosotros a mi hermana de tres años la arrojaron al viento y la recibieron con el filo de la bayoneta, encontraron a mi hermano que apenas andaba y le patearon la cara y ellos reían de sus convulsiones de sangre y llanto, de sus ojos confundidos en el lodo.
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IV Luego me miraron a mí, la mayor de todos, a mí de trece años, de diez o quince, lo he olvidado porque mi edad quedó disuelta. A mí me enseñaron cuál es el color del sufrimiento y sentí el légamo mordiendo los pies la diarrea y el desmayo mientras llueve el coraje que habla con el llanto de mis hermanos y que hierve como la comezón de los mosquitos que dobla más que el hambre. A mí me tenían un castigo constante me dejaron una brújula rasgando mis entrañas y que apunta siempre al dolor.
José P. Serrato Estudiante de la Licenciatura en Filosofía
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Entrevista
La posibilidad de regenerar
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ómo un concepto tan abstracto como espacio público toma forma en la Ciudad de México? Alberto Kalach, uno de los arquitectos mexicanos de mayor reconocimiento a nivel mundial, nos recibió en su estudio para discutir cómo una de las artes mayores puede alterar nuestra percepción del entorno. ¿Qué motiva su obra y a qué problemáticas sociales trata de responder? Yo supongo que lo mismo que motiva a todos los ciudadanos: entretenerse en algo y ganarse la vida. Los arquitectos nos encargamos de ordenar el espacio y construirlo, pero la arquitectura no deja de estar ligada a propósitos y funciones que nosotros no determinamos. Participa en un engranaje más complejo, por sí misma no resuelve. No puede resolver el problema de la vivienda si no hay por encima de la función del arquitecto una estructura que consiga el dinero o los créditos, si no se monta una estructura de derechos de los trabajadores que organice a los albañiles, etcétera. Cada quien debería tratar de hacer su trabajo lo mejor posible, y el gobierno debería pensar mecanismos para reconocer las ideas de los mejores y apoyarse en ellas, no en las de los más burros. O los que tienen influencias. Exacto. Cuando el que gobierna está pensando en su beneficio personal o en cómo amasar una pequeña o gran fortuna antes de pensar en los problemas colectivos, podemos ver que se olvida de atender los verdaderos problemas. ¿En qué circunstancias la arquitectura adquiere un tono político? El tono político se lo da la interpretación de uno. La arquitectura en sí me consta que es muda, pero le damos significado. Por ejemplo, la arquitectura neoclásica la usaron los norteamericanos para representar una democracia, y la misma fue utilizada por Hitler para establecer el Tercer Reich. La arquitectura te representa cosas, crea emociones, y en ese sentido participa de lo social, de lo público. Y de lo íntimo también. ¿Qué significado debería dársele a los edificios públicos? Lo público es lo de todos, por lo que deberían ser edificios fáciles de leer, de acceder y de identificar por todos los ciudadanos. Y que nos produzca gusto utilizarlos.
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Entrevista
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“La arquitectura en sí me consta que es muda, pero le damos significado. Por ejemplo, la arquitectura neoclásica la usaron los norteamericanos para representar una democracia, y la misma fue utilizada por Hitler para establecer el Tercer Reich.”
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Entrevista
En su momento, a mí me invitaron al concurso de la Torre Bicentenario, tan controvertida. Yo les dije que no me interesaba participar porque me parecía que lo estaban manejando de manera totalmente superflua. ¿Qué tal si esa misma Torreo Bicentenario se ubicara al otro extremo de Reforma, en glorieta Peralvillo? Tendría la posibilidad de regenerar todo un barrio y crear un nuevo foco de interés. Pero todo lo quieren poner donde ya está bonito. Cuando anunciaron que iban a arreglar el centro histórico, arreglaron lo que ya estaba bien. Cuando ponen un monumento, lo ponen donde ya hay otro, ahí está la Puerta de los Leones [en Chapultepec]. Las intervenciones de arte, los edificios significativos y los monumentos pueden transformar el entorno y hacerlo de más interés para los ciudadanos. A lo largo de su carrera, ¿ha notado un cambio en la manera en que se percibe el arte en el espacio público? Creo que no hay suficiente conciencia ni interés de tener arte en el espacio público. Siempre ha habido buenos y malos monumentos y expresiones artísticas, y muchas veces –no siempre- se sitúan de manera arbitraria. Debería hacerse más, y en zonas más periféricas. Aquí todo lo quieren hacer en Paseo de la Reforma. Los gobernantes no se han metido a Azcapotzalco, Peralvillo, Iztapalapa, Iztacalco, no conocen la ciudad, por eso se limitan a hacer intervenciones en la Roma y la Condesa. Y el resto de la Ciudad no tiene acceso a espacios públicos de calidad o simplemente no está interesado en visitarlos. Se hacen pocos espacios públicos de calidad, pero sí los hay, como la Biblioteca o el Centro de las Artes. La unam es un gran espacio público, es arquitectura de primerísimo nivel y está abierta a todo mundo. Creo que sería un problema de distancias y de accesibilidad. Yo tengo el Bosque de Chapultepec cruzando la calle. Pero si no hay un semáforo peatonal ni una puerta, que es lo que sucede, entonces no se puede disfrutar del espacio público. Se requiere de más cabeza, construir en tantos terrenos desperdigados, para que las personas tengan lugares bellos y divertidos a los que puedan ir caminando aunque lleguen cansadas de su trabajo. Si deseas conocer más acerca de las obras y proyectos de Alberto Kalach, visita www.kalach.com Redacción Nota al Pie
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Y así pasó cuando nos echaron
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os que llegamos a este lugar éramos los despojados, los incómodos, los sin lugar, los marginados. Nos colocaron al margen del desarrollo, justo ahí donde nos hundiríamos con nuestras propias carencias, donde no pudiéramos inquietar a la de por sí inquietante mancha urbana con su trémula tranquilidad anquilosada. A este lugar llegamos de todas partes, de lugares tan distintos y contrastantes entre sí, cada uno con una historia itinerante de rechazo y de exclusión que nos llevó a buscar el mismo objetivo: encontrar un lugar para vivir, tal vez no un hogar, sino cualquier espacio que nos permitiera vivir, pues de donde éramos ya no teníamos cabida. Buscábamos una oportunidad en esta tierra tan inhóspita. Nos unían esperanzas que en viejas valijas o en cajas de huevo traíamos como último eslabón de dignidad, aquello que los modos de vida y de consumo intolerantes no pudieron poner en venta, o que el hambre no había podido arrebatar. No tuvimos opción. Una de nuestras ventajas fue tener tan cerca aquel lugar que para algunos era una meta y para otros los acababa de escupir, pero que al fin y al cabo no sería el lugar para nosotros: la Ciudad de México. Quienes ya habían sido parte de la urbe, optaron por mantener sus empleos ahí, y quienes apenas venían con la esperanza de habitar allá, consiguieron ocuparse en empleos de día. Aunque esa ciudad nunca lo haya querido aceptar, la dinámica de su desarrollo la han mantenido quienes van cada día a su trabajo, hasta ser rechazados al ocaso y regresar de nuevo a su hogar. Al principio no había nada, sólo tierra hasta donde alcanzaba la vista. Por un lado se vislumbraban los amables vestigios de aquellos grandes lagos que alimentaban y nutrían a toda la cuenca del valle de Anáhuac, que dan fe de que todo este triste llano algún día tuvo vida. Por el otro, se alcanzaban a mirar aquellas imponentes montañas de las que se cuentan tantas historias desde tiempos mexicas, y más cerca se dejaban ver algunos de sus hermanos menores de los que se oían magníficas historias, como que en ese cerrito pasó en su última huida la encarnación de la serpiente emplumada, antes de desparecer en el horizonte con rumbo a Veracruz. Todas eran fabulosas historias, que algunos creíamos y otros no, que hacíamos nuestras y que pregonábamos para hacernos a la idea de que este lugar no era la nada, que nos había estado esperando a que lo habitáramos para dar continuidad a la truncada y negada historia de grandeza. No había nada, y entonces los que llegamos teníamos que conseguirlo todo. Entonces yo era muy pequeño, y recuerdo cómo mis padres emprendían verdaderas odiseas para buscar lo que se nos negaba. La imagen me recuerda ahora a los campesinos que describe Juan Rulfo, caminando días y noches para llegar a exigir a las autoridades que se les cambiara la tierra dada, un triste llano polvoso
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Cuentos
donde nada crecía. Por cierto, aquellos llanos en llamas de Rulfo no creo hayan distado mucho de nuestro árido llano desecado, sólo que el nuestro no lo pedíamos para sembrar sino para habitar. Se hicieron peticiones en todos lados y todas las autoridades hicieron oídos sordos. Aquí era tierra de nadie. La gente no se quedó de brazos cruzados, se solucionaron los problemas con el esfuerzo colectivo y los propios medios, y ese trabajo de todos fue el que nos unió y nos ayudó a buscar una identidad y llenar de significación los lugares que ahora tenemos. A través de compartir cada quien el lastre de la cultura que había dejado atrás, se fue formando con el tiempo una especie de cultura híbrida propia a este lugar. A falta de respuestas y de recursos, la gente fue entablando lazos de solidaridad para atender lo que a cada uno y lo que a todos nos afectaba. Recuerdo mis primeros días aquí, tras la improvisada ventana de mi improvisada vivienda, viendo a la gente que atendía lo que salía al paso. Primero era crear caminos, vías que nos ayudaran a transitar sobre el complicado terreno que quedó tras la desecación del antiguo lago de Chalco, salidas de este hoyo para acercarnos al progreso. Después fue buscar agua potable para regresarle un poquito de vida a la muerta laguna, y no mucho después se empezó a buscar electricidad para acercarse un poco a las comodidades que algunos habíamos dejado, y para que quienes no las habían tenido nunca pudieran beneficiarse. Eran tiempos muy avanzados cuando se esperaba ya la entrada de un nuevo milenio y parecía que habitábamos con las condiciones de un siglo atrás. Después de buscar todos los recursos vitales, la gente buscó que el lugar se asiera de medios de suministro y de avance social. Fue cuando se construyeron las escuelas en las que a algunos nos tocó pasar nuestros primeros años de educación, donde se nos enseñó -además de lo habitual- a crear una comunidad a aquellos que difícilmente comprendíamos lo que pasaba, que lo que se construía era una sociedad emergente. En aquellos años de inocencia, nos valimos de nuestra inconciencia para salir adelante ante un panorama que parecía insalvable, pero que en la medida en que nuestros padres lo iban creando, cambiaba a una vislumbre de oportunidades. Recuerdo aquellos años como algunos de los más divertidos, quizá. Mientras los padres se angustiaban por el robo de cables, la falta de agua, las inundaciones, el miedo al desalojo y las habituales penurias económicas, los carentes de conciencia veíamos en esas calles lodosas ciudades irreales en las cuales nos imaginábamos transitando con nuestros camiones de juguete. Como una forma de escapar de nuestra realidad de ciudad negada, encontrábamos en cada charco una oportunidad para navegar nuestros barcos de papel junto a los sapos y ajolotes; con cada par de tabiques no perdíamos la oportunidad de improvisar una cancha e imaginarnos como Jorge Campos o Hugo Sánchez. Recuerdo cómo aquel mercado de la esquina se construyó cuando se decidió unir los negocios, negocios tan indispensables. Después que se reunieran los grandes, llegó un vecino a ofrecer el primer saco de cemento. Siguieron más y más, se construyó con la esperanza de todos, que sigue firme en aquella esquina.
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En ese lugar, más que vender víveres se conocía a las personas. Así con lo que cada quien compartía se fueron agregando al lugar las iglesias, los parques, un museo comunitario, las banquetas, las calles y todo lo que hiciera falta para acomodar nuestro nuevo hogar, que se hizo una mancha al lado de la Gran Mancha en pocos años. Aprendimos tanto. Más que construir espacios de funciones delimitadas, se formó una sociedad. Lo que nos unió fue la acción solidaria, la humildad para pedir ayuda y la confianza para saber recibirla. Encontramos que las tradiciones teníamos que crearlas antes que perpetuarlas. Las costumbres se fueron compartiendo y adoptando, los bailes con el guajolote fueron tan sorprendentes para unos como para otros lo fueron nuestros tenis con lucecitas en la suela. Lo fuimos asimilando, nos nutrimos de tantos puntos de vista y se movió nuestra curiosidad antes que el rechazo. No teníamos más que las ganas de que esto fuera un hogar completo. Así pasó cuando nos echaron de donde ya no éramos más que los incómodos. Así pasó y lo recuerdo muy bien, pues uno no deja de ser el producto de aquellas experiencias, rebabas imantadas a la columna de hierro que nuestros padres tuvieron para cargar primero con el rechazo y después con las esperanzas para darnos este lugar. Tuvimos que renunciar a lo que por nacimiento éramos para valorar lo que decidimos y lo que nos tocó, aquí. Tiempo después, nuestra mancha ya era una mancha que no se podía ignorar, una mancha que hacía ruido y era una mancha muy incómoda para las autoridades. Tras la continua exigencia y presión que hicimos por nuestro reconocimiento como territorio, decidieron que sería bueno que este asentamiento fuera autónomo. Nos dieron el carácter de municipio, una cuestión nominal que parecía irrelevante pues todo se había obtenido sin el favor de quienes vinieron a tomarse una foto para atribuirse el esfuerzo ajeno. Curiosamente vinieron a rematar el nombre de la nueva demarcación con la palabra «Solidaridad», no por el reconocimiento a los lazos de confianza que se tejieron en los momentos de mayor desespero, sino para hacer la última embestida propagandística de un oxidado sistema que por más de seis décadas buscó consolidarse con un falso discurso de sensibilidad social. Después de esto vinieron nuestros propios problemas, ya con un territorio delimitado y reconocido, ya con una protocultura en gestación, ya con aquella confianza que nos identificaba con los vecinos más allá de una historia común, ya con una designación oficial. Y así pasó cuando nos echaron y nos negaron la ciudad, así pasó cuando decidimos unirnos para ser sociedad, formar una historia y tener un hogar. Eduardo García Vázquez Egresado de la licenciatura en Ciencia Política.
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VIUDA MEXICANA No, no bebas hoy de mi cántaro hace noche y hace azufre, de un hijo en mi escudo rojo, murió. Ahora lloro, tendido, en la banqueta porque un soldado en cada hijo me dio. Muertos, los tres. Erick Garzón
La cita
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l salió de su casa apresuradamente a las 7:48 de la tarde, el día preciso en el que acordaron volverse a ver. Esperaba encontrarla sentada, bajo algún faro con luz parpadeante y lánguida, temblando a causa del frío, cobijada con el abrigo café que tanta fascinación le producía, sólo esperaba encontrarla, sólo mirarla. Caminó por siete calles en línea recta, después dobló hacia la derecha, pasó frente a dos semáforos inservibles y luego franqueó a la izquierda por la gran avenida. No podía dejar de temblar, carraspeaba constantemente y trataba de inducir calor a sus manos con un soplo tierno. La incertidumbre se adueñaba de él y no dejaba de sentir nervios ante los posibles escenarios que su cabeza generaba. Fumaba un cigarrillo tras otro hasta el punto de dejar tras de él un rastro de colillas y cigarrillos aún no consumidos en su totalidad. Mientras caminaba volteaba a ver las caras que se le presentaban conforme avanzaba, observaba rostros arrugados, tristes, desdeñosos. Sobresalían entre toda la multitud de personas que miraba de soslayo varias jóvenes hermosas que sin saber el motivo le recordaban a todas las mujeres que ahora habitaban en su pasado. Los pies empezaban a causarle un leve dolor, un escozor le invadía en cada recoveco de su cuerpo, pero nada le inmutaba ante su irrefrenable camino hacia ella. Durante todo ese día pensó en qué presente llevarle; rosas, chocolates, música, libros, perfumes, algún terrible poema escrito por él mismo. Al final recordó el vilipendio continuo al que se hacía merecedor al llevar este tipo de detalles, que para él siempre representaban una forma de acercarse más al corazón de la mujer en turno, pero que al final resultaban ser un esfuerzo inane delatado por la mirada desdeñosa e insufrible de más de una de las mujeres que había intentado cortejar. Finalmente, al dar mil y una vueltas al tema en su cabeza, decidió no llevar nada.
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Cuentos
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Ella vivía cerca del punto de encuentro, aun así, salió cinco minutos después de la hora en que había previsto partir. Caminó hacia la parada de autobús y se sentó a esperar. En la inmediatez lo abordó y se sentó en el tercer asiento de la izquierda del lado de la ventana. Lucía tan espectacularmente bella que llamó rápidamente la atención de hombres y mujeres que iban dentro del autobús. Portaba un vestido color durazno, adornado por una delgada línea de encaje que se ajustaba perfecto a su limitado cuello, y ante el inexorable frío portaba el hermoso abrigo café que tanto le gustaba. Estaba nerviosa y no dejaba de pensar en los motivos que la habían conducido hasta ese lugar, en donde probablemente él la estaría esperando. Sus ideas, pensamientos, y recuerdos se concatenaban tan sistemáticamente que le producían un placer que se exteriorizaba a través de una sonrisa que no podía ocultar y que denotaba una alegría a la cual no le encontraba explicación alguna. Llegó al lugar de encuentro doce minutos después de lo previsto, él aún no arribaba. Miró en derredor en su búsqueda, aunque no sabía precisamente cómo lucía él, después de los años que habían pasado. Al no encontrar rastro alguno, se sentó en una banca, bajo un faro. Buscó entre sus cosas y para no aburrirse esperando, sacó un libro. En la portada se podía leer: Matar un ruiseñor, de Harper Lee. Lo sacudió, quitó la hoja seca que fungía como separador y se perdió dentro de su lectura sin sentir el paso del tiempo. Él la divisó desde el otro lado de la acera, y se apresuró a su encuentro sin que ella advirtiera su llegada. Se quedó ahí, impertérrito ante ella sin saber qué decir y la contempló, percatándose inmediatamente de lo hermosa que se veía sentada, con la mirada baja, adentrada por completo en cada letra, palabra, oración, párrafo y página producto de la disgregación de aquel libro. El sol se había ocultado, y la lánguida luz del faro que parecía iluminar específicamente la figura de ella denotaba un aura mágica que se adaptaba perfecto a su tez morena. Inopinadamente, ella apartó poco a poco su mirada del libro y la subió lentamente al percibir una presencia. Sus ojos se encontraron después de todos esos años que para ambos eran equivalentes a lapsos sempiternos. En el momento en el que sus miradas se cruzaron, ninguno emitió palabra alguna, pero en ambos ese silencio evocaba los recuerdos aún frescos de su juventud y de todo aquello que habían vivido juntos a lo largo de su ínfima relación. Después de aquel instante, el silencio entre ambos vio su ocaso, sonrieron. Ella se levantó y él dio unos breves pasos, y se fundieron en un fraternal y largo abrazo. Después de saludarse y mirarse en silencio ambos partieron por la gran avenida en busca del algún lugar donde adentrarse. Caminaron durante cinco minutos bajo las luces de la ciudad mirando de un lado a otro y posteriormente se adentraron en una cafetería que aparentaba varios años de existencia. Traspasaron la desvencijada puerta y tomaron asiento en la mesa que se encontraba en el centro del local. En ese preciso momento la ciudad se anegó debido a un impresionante aguacero que exacerbó la baja temperatura de la noche. Pidieron un par de tazas de café latte que bebieron en breves sorbos, y unos panqueques de zarzamora. Platicaron por horas desventuras amorosas, risas, experiencias,
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planes a largo plazo, viajes, familia, recuerdos, silencios cómodos. Decenas de temas salieron a colación durante su placentera plática. Ya era tarde, las mesas de la cafetería estaban vacías al igual que las calles donde se vislumbraba a poca gente caminando por la acera, bien abrigada y protegida por sus paraguas. Ambos voltearon a verse, ella tenía que marcharse. Como un gesto de amabilidad, él propuso llevarla hasta su departamento, propuesta que rechazó argumentando lo tarde que era y el peligro que eso representaba. Pagaron la cuenta y salieron del local. Caminaron al punto donde se habían citado y platicaron un instante más. El silencio volvió a hacerse presente y no dejaban de mirarse a los ojos. Acercándose poco a poco, juntaron sus labios y se perdieron en un largo beso. Miles de cosas pasaron por sus cabezas, emociones inefables recorrían sus cuerpos y muy dentro de ellos querían que ese momento no concluyera jamás. Al terminar, ambos sonrieron y ella levantó su brazo para detener un taxi, al cual abordó mientras se despedía con una sonrisa inconmensurable. Se alejó de aquel lugar, suspirando, recordando la promesa de los siguientes encuentros que ambos acordaron. Él, por su parte, decidió volver a la banca bajo aquel faro parpadeante y procedió a fumar su último cigarrillo. Miró alrededor y divisó entre la oscuridad a una pareja que se aproximaba lentamente, los vio pasar de largo, dejó caer la colilla y se adentró en la oscuridad rumbo a su hogar. Posterior a la cita, no hubo llamadas, mensaje o carta alguna. Después de aquel día, jamás se volvieron a ver. Saúl Iván Cruz López Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política.
Alexis Ortega Montes Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política
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¿Qué opinas de tu Universidad?
Grupos de poder
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as instituciones en su acepción más amplia son un cuerpo social, jurídico y, en algunos casos, político y económico con fines específicos como la organización y el ordenamiento de las actividades humanas dentro del complejo social. La institución se dota de una estructura compuesta por normatividades jurídicas, sociales y morales, y genera una dinámica propia con procesos, mecanismos e interrelaciones para su funcionamiento. Para los integrantes de una institución, la dinámica propia que genera les es familiar. Modos de comportamiento, códigos de conducta, lenguajes de comunicación y reglas no escritas son aprendidos en la cotidianidad de la institución. Sin embargo, existe otra dinámica oculta en las instituciones que surge en el seno de las jerarquías formales e informales, producto de la simulación o la complicidad. Como puede esperarse, también existe en la Universidad Autónoma Metropolitana (uam). La uam es una institución de educación superior dotada de autonomía nominalmente y por decreto, mas no en los hechos. Está delimitada por un cuerpo normativo jerarquizado cuya administración se compone por órganos colegiados y unipersonales; que establece sus facultades, alcances y obligaciones; que regula su funcionamiento y su vida interna; que divide sus operaciones y asigna a cada integrante su lugar; que sanciona conductas opuestas a sus fines y que, de forma explícita e implícita, rige las relaciones mando-obediencia. Además, esta universidad tiene un patrimonio propio como lo son sus edificios, auditorios, salas, aulas, laboratorios, terrenos y el mobiliario adecuado para cumplir sus funciones. Cuenta con los recursos económicos que le asigna el Estado mexicano y los que la misma institución genera por medio de la prestación de servicios al gobierno y a empresas, por la venta de patentes y por la concesión de actividades lucrativas a particulares. Todo esto es administrado por los funcionarios, cuya única función es esa: administrar. En la jerarquía, tras los funcionarios vienen los profesores-investigadores, que además de investigar e impartir clase, elaboran los programas y actividades de los cursos escolares, organizan conferencias y otras actividades extracurriculares. Estos tienen diversas categorías según su desempeño, poseen diferentes estatus laborales y están sujetos a mecanismos de evaluación y control. Después siguen los alumnos, que a pesar de integrar mayoritariamente el componente humano de la institución, sus derechos y obligaciones en la normatividad formal son casi inexistentes y se reducen a las sanciones de las que puede ser objeto si no se circunscribe a acudir a clases y realizar las tareas asignadas. Por último, se encuentran los trabajadores administrativos (divididos en sindicalizados, irregulares y «de confianza»), que se encargan de realizar lo necesario para que lo anteriormente descrito funcione: llevan a cabo el mantenimiento de la infraestructura y realizan todos los servicios que la comunidad requiere en baños, biblioteca, comedor, laboratorios, oficinas, etcétera.
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En cada uno de estos ámbitos se oculta un submundo de relaciones de poder, de interés y de mando-obediencia, encubierto por la simulación o complicidad de los actores involucrados. Conforme a intereses y fines propios, se crean grupos de poder duraderos y cerrados, que se incrustan en la estructura burocrática universitaria y gozan de algunos privilegios. En muchos casos quienes lo conforman sienten que tienen derecho a todo y que son merecedores de impunidad y de pleitesía. Con el tiempo, se apropian de espacios en la universidad, se arrogan derechos, se asignan prerrogativas y viven del presupuesto de la universidad. Los grupos de poder tienen una organización semejante a la de una mafia: un jefe que funda su poder en la ignorancia y la sumisión de sus allegados, en su cercanía con miembros de la estructura burocrática, en el conocimiento de las dinámicas oscuras de las instituciones de educación superior, en el intercambio de favores y en la figura de un líder similar a la de un jefe político cuasi religioso. El jefe del grupo de poder construye su falsa legitimidad con deslumbrantes títulos académicos, reconocimientos, años de antigüedad y publicaciones. Cumple sus obligaciones académicas y administrativas como si fueran favores para sus subordinados. Aprueba o desaprueba proyectos, bloquea cualquier pretensión ajena a sus intereses, intercambia prebendas, negocia posiciones y cobra favores a cambio de lealtad plena. Elige a los miembros de su grupo y a sus subordinados con base en simpatías personales, obediencia y utilitarismo, en lugar de capacidad, iniciativa e innovación. En el caso de la uam, los grupos de poder designan funcionarios de todos los niveles, deciden quién imparte clases o publica y quién no, presentan investigaciones resultado del trabajo de otros como propias, se imponen en los órganos colegiados y otorgan financiamientos para viajes y prácticas de campo. En cada división académica de la uam los grupos de poder se extienden vertical y horizontalmente, por las diversas áreas de investigación y en la estructura burocrática de toma de decisiones. Es difícil identificar a los grupos de poder en la simulación, pero es posible. Hay algunos momentos en la vida institucional en los que sacan la cabeza como lo son las sesiones de los órganos colegiados, las reuniones de los colegios de profesores y similares. Estos procesos nos permiten observar cómo se mueven e interactúan y la forma en que defienden sus intereses. Otro momento para descubrir a estos grupos a mayor escala sucede cuando la infraestructura de la universidad crece: construcción de edificios, áreas deportivas y de servicios. Aquí comienza la disputa por la asignación de contratos y, posteriormente, por adueñarse los nuevos espacios para controlarlos y fortalecer sus posiciones. Las consecuencias de los actos de estos grupos para nuestra universidad son múltiples y graves, pero peores todavía son la indiferencia y la pasividad de la comunidad universitaria. Erradicar estos problemas implica enfrentar a los grupos de poder y es imprescindible para poner la universidad al servicio de quien la paga. Javier Saldaña Estudiante de la licenciatura en Historia.
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¡Encapuchados!
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Medios y opinión pública Editorialistas de todo signo se dieron vuelo, durante cerca de dos semanas, en lo que mejor saben hacer: disertar sobre las nimiedades. Mientras unos se desgarraban la garganta pidiendo a gritos la intervención de la fuerza pública, otros pulían su veterana pluma en buscar nuevos adjetivos que endilgarle al grupo de manifestantes que durante doce días mantuvo tomada la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Los llamaron encapuchados, vándalos, porros, delincuentes y otros títulos que no reflejaban más que un marcado prejuicio. Hubo quienes en una muestra de extrema generosidad hurgaron más allá de sus primitivas reacciones y les colgaron el epíteto de «presuntos estudiantes», y es que según su muy particular visión, los estudiantes sin comillas ni adjetivos no protestan. Salen de su casa a la universidad y de ahí a su casa, ignorando la realidad que se despliega a su alrededor. La opinión pública, obediente al gesto desdeñoso del especialista en opiniones universales, optó por el linchamiento y suplicó el empleo de la fuerza pública para resolver el conflicto universitario. En la televisión, la radio y algunos grandes medios impresos, los eventos de rectoría ocuparon sus espacios más importantes. Los opinólgos volcaron sus baterías en comentar la maldad innata de los encapuchados, y con minuciosidad descriptiva dieron cuenta de su vestimenta y lenguaje, mientras aderezaban sus engoladas intervenciones con sucesos como el enfrentamiento físico entre los que mantenían «tomada» la rectoría y entre quienes intentaban «liberarla». Pero más allá de los comentarios previsibles a los que estamos acostumbrados, sus análisis nunca fueron más lejos de lo que su miope mirada alcanzó a ver o quiso ver. Detrás de las capuchas, las cadenas o los vidrios rotos se oculta una realidad incómoda: la de un sentimiento generalizado de desencanto por el rumbo del país de parte de uno de los sectores sociales más agraviados por el Estado mexicano, el de los jóvenes. Sólo así podría explicarse que en los comunicados del grupo de manifestantes se hiciera constante referencia a hechos nacionales que, aparentemente, no le correspondía resolver a la Universidad, como el cese al hostigamiento a defensores de derechos humanos o la defensa de la educación pública frente a los intentos del Estado por privatizarla. Buena parte de los estudiantes universitarios, contagiados por los ánimos inquisitoriales de los medios de comunicación, se limitó a repetir la postura del círculo rojo de los analistas políticos, que no era otra que la de la aristocracia de autoridades universitarias conservadoras y reaccionarias. Institucionalidad rebasada El rector de la unam, José Narro Robles, experto en el manejo de medios, la negociación con grupos disidentes y decantado maestro en el arte de la simu-
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lación, ordenó interponer una denuncia penal ante la Procuraduría General de la República (pgr), al tiempo que pedía a los inconformes agotar las vías institucionales que la Universidad ofrecía. Con su acción confirmó la insuficiencia institucional para darle salida a conflictos como el que desembocó en rectoría. Como se ha visto, las disposiciones contenidas en el marco normativo universitario se hacen polvo cuando se enfrentan a las pruebas de realidad. Su sentido se pervierte, y los órganos de representación universitaria, sin el acompañamiento robusto de la comunidad en general, se convierten en legitimadores de decisiones unilaterales de la autoridad en turno, que anulan la pluralidad y señalan a la disidencia como anti-universitaria. El caso uam-i Fue una medida sorpresiva. Podría incluso haber pasado como improvisada a la luz de que previo a la «toma» de las oficinas de la rectoría de la Universidad Autónoma Metropolitana- Iztapalapa (uam-i) no hubo llamado alguno al respecto. Se trató, según palabras de los estudiantes inconformes, de un acto de solidaridad para con los jóvenes que mantenían cerrada la rectoría de Ciudad Universitaria, aunque en el pliego petitorio distribuido durante el día se hacía referencia a cuestiones de política nacional y delegacional. En particular, se abordaba un “Plan de urbanización” en el que presuntamente está involucrada la uam-i, además de que se denunciaba la intención de instalar dentro del campus universitario cerca de cincuenta botones de pánico, dispositivos que utilizan las dependencias de seguridad pública para registrar hechos delictivos. Para las buenas conciencias universitarias se trataba de una felonía, como lo hicieron ver a lo largo de las nueve horas que la rectoría se mantuvo cerrada. Insultaron a los encapuchados a la par que solicitaban un diálogo con los inconformes, algo por lo demás peligroso en vista de la actitud poco dialogante de quienes exigían les fuera devuelta rectoría, argumentando la violación a sus derechos universitarios y agravación moral. Quizá pasó como un hecho más en el largo rosario de acciones directas que sistemáticamente vive la Universidad, pero sirvió para registrar las posiciones tan contradictorias que la comunidad experimenta en cuestiones tan vitales como el papel que juega la universidad dentro de la sociedad. Por lo demás, me quedo con tres constantes a resaltar, tanto en el contexto de la unam como en el caso de la uam-i: i) la limitación de la vía institucional como mecanismo idóneo para la resolución de conflictos, resultado de la incapacidad de los órganos colegiados para sortear contradicciones de sus comunidades; ii) la presencia de un sentimiento de desencanto por el rumbo de desigualdades sociales que toma el país bajo la batuta de las directrices de organismos internacionales; y iii) la incapacidad de los estudiantes universitarios para ir más allá del análisis burdo e incompleto que los medios de información convencional suelen hacer, dejando para el aula el aparato de análisis crítico que debería acompañar al universitario fuera de los muros. Edgar Rodrigo Coronel Navarro Estudiante en la Licenciatura de Ciencia Política
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