Revista Nota al pie-Tercer número

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DIRECTORIO Universidad Autónoma Metropolitana Rector General Dr. Enrique Fernández Fassnacht Secretaria General de la Universidad Mtra. Iris Santacruz Fabila

UAM Iztapalapa Rector Dr. Javier Velázquez Moctezuma Secretario General Dr. Miguel Ángel Gómez Fonseca Director de la Ciencias Sociales y Humanidades Dr. Octavio Nateras Domínguez Jefe del Departamento de Sociología Dr. Enrique Cuna Pérez Coordinador de la Licenciatura en Ciencia Política Mtro. Agner Adolfo Guerrero Sandoval Consejo Editorial

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Editor en Jefe Karen Mayumi López Santillán Editor Adjunto Jesús Fernando Alavez Salazar Diseñador en Jefe Laura Olimpia Martínez Ramírez Editor en Jefe de Corrección y Estilo Anaid Varela Varela Editor Adjunto rena Sánchez Peña

Lo-

Comunicación y vinculación Ángel Iskander Benítez Duarte Caricaturista Alexis Ortega Montes Consejo de transición: Antonio Peralta Mendoza, Beatriz Isabel Carranza Juárez, Diego Miranda Bodet, Emmanuel Herrera Aguilar, Juan Carlos Castillo García, Sthepania Loeza Desales. Priscila Amayrani López Ugalde El contenido de los artículos es responsabilidad de sus autores. Registro en trámite. Av. San Rafael Atlixco No. 186, Col. Vicentina, Delegación Iztapalapa, C. P. 09340 México, D.F. Edificio H

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ÍNDICE 4 Carta editorial 6 Desideologización del concepto político de violencia y la práctica de la resistencia pacífica 10 Los derechos humanos en el siste mapolítico mexicano 12 La relevancia de la visión en prespectiva de género y relación cuerpo e identidad. 18 Entrevista. El poderde la lente. 24 El despertar de la juventud mexicana: Más allá del moviento #Yosoy132 29 Galeria de fotos 33 Del objeto a la objetividad en Gaston Bachelard 36 Poema 37 Discursos en torno al conflcto, el cambio y la identidad de los migrantes. 42 El devenir de la memoria. 46 Frentes de debate

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Estimado lector:

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Los seres humanos somos agentes de todo tipo de cambios: físicos, psicológicos, ideológicos, anímicos, sociales, políticos; por ello, este tercer número está dedicado a los derechos humanos y la democracia. Conscientes de la importancia de la calidad de vida y el respeto a las garantías individuales de los miembros de la sociedad, pensamos en la urgencia de llenar nuestras páginas con las diversas expresiones intelectuales y artísticas sobre ambos temas. La democracia como parte fundamental del sistema social, y no sólo como forma procedimental del quehacer político, conforma una manera de vivir sustentada en la igualdad de derechos y la equidad de las personas que conviven en sociedad. Dentro de este número, los lectores podrán encontrar los aspectos constitucionales que sustentan los derechos humanos, balances sobre la relevancia de los movimientos sociales y descripciones de las realidades alteradas por la migración y la violencia de género, todo ello con el propósito de proporcionar una perspectiva más amplia acerca del eje temático. Asimismo, tuvimos la oportunidad de entrevistar a un cineasta mexicano, que busca explicar a través de sus documentales la complejidad política y cultural de distintas etnias del estado de Hidalgo. El olvido de algunos y el recuerdo de otros nos hacen sentir vivos o postrados en el tiempo, inquilinos del momento o cautivos del devenir, como nos recuerda la reseña de la exposición El ojo en el tiempo. A través de su análisis de la imagen, nos invita a buscar en los más recónditos lugares de nuestra memoria a dónde se han ido los años, y su significado más grande en la construcción de nuestro mundo y nuestra realidad. Con los artículos, ensayos, fotos, poemas y reseñas, nos reafirmamos plurales tanto en formas como en fondos, siempre con el objetivo de dar espacio a quienes buscan explorar las problemáticas de nuestros días y presentarnos otra manera de ver las cosas. Como siempre, agradecemos a nuestros lectores y colaboradores por mantener estas páginas críticas y heterogéneas, y les recordamos que siempre pueden confiar en nosotros para defender su libertad de expresión.

Consejo Editorial

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DEMOCRACIA Y DERECHOS HUMANOS Alexis Ortega Montes Estudiante de la Licenciatura en Ciencia PolĂ­tica

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DESIDEOLOGIZACIÓN DEL CONCEPTO POLÍTICO DE VIOLENCIA Y DE LA PRÁCTICA DE LA RESISTENCIA CIVIL PACÍFICA

Iván F. Galíndez Ortegón Licenciado en Filosofía (UAM-Iztapalapa) y pasante de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública (FCPyS-UNAM).

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La recurrencia académica al tema de la violencia encuentra su sentido en el hecho de que, a través de las distintas disciplinas filosóficas, científicas o sociales en general, ésta busca ser entendida y, si no suprimida, cuando menos mermada, dado su poder de afectar la integridad y potencialidad humanas. Cuando la violencia se asocia a la práctica de la política para transformar o preservar diversas relaciones de poder, instituciones o marcos normativos, comúnmente se la concibe como una antinomia que ha de ser suplida por una normatividad que rija las múltiples oposiciones de fuerza dentro de márgenes pacíficos. Por ello, no obstante que en abstracto la negación de la violencia como medio de resolución de conflictos y factibilización de proyectos políticos resulta loable, en el estudio académico que de ella se realiza como fenómeno de la real conflictividad humana, tal negación corre el riesgo de desvirtuarse en sus alcances filosóficos, teóricos y prácticos debido a su tratamiento ideológico o simplemente ingenuo. Por un lado, ahí donde los estudios sobre la violencia se hallan determinados por una impronta ideológica –con un carácter hegemónico, como es habitual-, podemos encontrar por lo menos dos sentidos en que lo ideológico toma su lugar. Primero, al adscribirse acríticamente diversas investigaciones al concepto de ‘Estado de derecho’ (prescindiendo del estudio histórico y político sobre su conformación conceptual y estructural), la violencia es negada precisamente por constituir en sí misma una negación —¡la gran negación!— del mismo: cualquier medida o acción no circunscrita a las determinaciones permisivas o prohibitivas de la norma jurídica vigente es de inmediato vinculada semántica, política y coactivamente al concepto de violencia. Se trataría de una violación al sistema de leyes e instituciones emanado de los textos constitucionales –o de los tratados internacionales-, sin importar qué criterios políticos, económicos o culturales dieron origen a la aprobación de ciertos elementos constitutivos y no de otros, ni cómo las leyes e instituciones realmente existentes violentan ellas mismas la resolución pacífica de los conflictos. Así, esta reducción jurídica de lo político hace imposible

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Debate abierto la obtención de nuevo conocimiento útil y coherente con la magnitud y complejidad del problema de la violencia asociada a la práctica de la política. El segundo sentido de lo ideológico hace referencia a una pretensión plenamente consciente de ocultar condiciones específicas del fenómeno de la violencia: un mundo constituido estructuralmente en la opresión de un grupo humano sobre otro, cualesquiera que sean sus rasgos identitarios, lo cual hace empíricamente posible la existencia de oposiciones y conflictos dirimidos de manera no pacífica. El discurso que oculta esta insalvable oposición -bajo el manto liberal de la supuesta igualdad de todos los seres humanos en tanto que ciudadanos con iguales derechos- vuelve irracionales las manifestaciones sociopolíticas no adecuadas a los criterios de desenvolvimiento que el marco normativo vigente impone, o estigmatiza y tergiversa sus orígenes y la legitimidad e incluso la racionalidad de sus formas y reivindicaciones. Por tanto, además de conformar artificios teórico-filosóficos inconexos con lo real, este tipo de estudios se vuelven instrumentos legitimadores de aquella violencia existencial vigente, oculta o justificada bajo formas institucionales o jurídicas. Por otro lado, una tercera forma común y errónea de abordar la violencia es la de los estudios que la consideran como producto de la falta de entendimiento racional entre los grupos en oposición. El límite de esta perspectiva se encuentra no en la formulación lógicamente pensable de las condiciones de posibilidad acerca de un entendimiento tal, sino en la inaplicabilidad concreta de sus propuestas y de los principios y preceptos que de ella surgen. Esto no tiene otro origen que el de un equivocado diagnóstico e incomprensión de las relaciones reales de poder que confluyen en el campo de lo político. La premisa de la cual parten, reflexivamente o no, es que siempre es posible la construcción de acuerdos que eviten el recurso de la violencia en el desarrollo de los conflictos humanos. Así, la violencia no sería presencia o consecuencia intrínseca, inmanente, del tipo de relación conformada entre los términos opuestos de manera contradictoria, y esta relación se daría –cuando menos como posibilidad- en términos pacíficos independientemente del tipo de grupos e intereses que se dirimen en el conflicto. Se trata, pues, solamente de una sublimación de la capacidad de entendimiento racional entre los seres humanos, de una incapacidad de comprender la existencia real de oposiciones irreductibles sobre todo donde, estructuralmente, el acrecentamiento de la vida de unos es el detrimento de la vida de los otros. Un conflicto tal no transita por criterio consensual del convencimiento del otro: ni del dominador al dominado

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para que éste acepte la relación de dominio, ni del dominado al dominador, para que, apelando a su racionalidad, éste finalice la relación opresiva que ha fundado. En este sentido, es ideológica, pero sobre todo ingenua, la propuesta de una eliminación de la violencia apelando a la capacidad racional-crítico/ética esperanzada en la posibilidad del diálogo simétrico entre opresores y oprimidos. Podríamos agregar una cuarta forma también ideológica de concebir y estudiar la violencia: aquella que la considera como forma ineludible de relación política, independientemente de las circunstancias en que pueda acontecer y de posibilidades distintas para la resolución de las más diversas oposiciones humanas Tenemos sin embargo algo que subyace los mencionados tratamientos ideológicos de la violencia: ésta es considerada como concepto o práctica autorreferente, como totalidad que a sí misma se explica suficientemente para ser aceptada o rechazada sin la necesidad de acudir a otras determinaciones, es decir, que el juicio sobre ella nace de su descontextualización del cúmulo de condiciones históricas. Se vuelve así imprescindible, pues, estudiar el fenómeno de la violencia fuera de marcos ideológicos que la condenan per se o la reivindican -así sea ejercida dentro de los límites de lo institucional o lo jurídico-, o de propuestas sin factibilidad, disociadas del carácter irreductible de los conflictos que tanto presuponen como generan relaciones reales de poder. Para ello, la pregunta sobre la violencia, sobre sus determinaciones fundamentales y, ante todo, sobre la posibilidad de su supresión, debe estar precedida por el honesto y crítico cuestionamiento sobre las condiciones de posibilidad del ejercicio político de la no-violencia. Siguiendo a –pero más allá de él- Carl Schmitt, que propuso la distinción amigo-enemigo como la distinción propiamente política (incluso como lo político mismo), podemos preguntarnos, en un nivel mucho más crítico que el del autor: ¿es posible asumir pacíficamente la enemistad política (opresiva y sistémica) que nuestro opuesto (grupo étnico, clase social, etc.) ha fundado en contra nuestra, y cuya fundación, desarrollo y pervivencia encuentran precisamente en la violencia su condición sine qua non para existir, aun mimetizada o mediada institucionalmente? La respuesta requiere necesariamente de una subsunción de los conceptos y las prácticas de la violencia y no-violencia en lo político, mas nunca una disociación de ellas y campo donde toman su lugar. Afirmamos entonces que todo juicio valorativo sobre un concepto aislado –sobre todo cuando juicio y concepto se hallan ligados en lo político- corre el riesgo de convertirse en prejuicio, en una sustanciación (ahistórica, por ende) de lo juzgado e incluso en instrumento discursivo que ideológicamente encubre

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Debate abierto su sentido político real. Los estudios y discursos sobre violencia deben ser realizados mediante la codeterminación del concepto con otros que la comprenden y vuelven más compleja, para resignificarla y hacerla políticamente inteligible. Al mismo tiempo, de esta manera se factibiliza el momento de la construcción teórica sobre su legitimidad o ilegitimidad. Así, por ejemplo, la violencia estatal, usada estructuralmente para lograr la estabilización y desarrollo del modo de producción capitalista, aun siendo legal, no puede ser identificada con la ilegal (para el derecho vigente) violencia defensiva subsumida políticamente frente a quienes niegan la vida humana por medio de la explotación económica. Como contraparte, sólo ahí donde las condiciones concretas lo permitan, la práctica política pacífica puede ser loable. Han hecho una consensual y correcta lectura de sus posibilidades de antagonismo, del tipo de conflicto en el cual se encuentran, del poder de sus adversarios o enemigos y de la disposición potencial de lucha en quienes convocan, sólo ahí, han de ser discutidos y decididos los medios de lucha adecuados. En nuestro contexto actual, la resistencia civil pacífica -si por ella se entiende mínimamente una lucha no armada, pero también, y sobre todo, no pasiva- resulta pertinente siempre que se la conciba como un momento particular de organización política inmersa en un proyecto que puede contemplar y aún conjurar todas las posibilidades.Sin embargo, la frontera entre lo pacífico y nopacífico no es hoy unívoca; depende más bien de su lectura que cada grupo antagónicos hace de sí mismo y de su opuesto. Ante el riesgo de aprobarla o rechazarla en abstracto, la práctica de la resistencia civil pacífica puede crear sus propias condiciones de apertura al conocimiento de sus límites, de las capacidades de quienes la ejerzan, del potencial de nuevas luchas y nuevas formas de organización antes inconcebibles. Se trataría ya de una participación política concreta, y la podemos considerar negación primera de la pasividad ante la dominación. En su implementación, demuestra que la sola participación política que ella significa resulta ya estimable y pedagógicamente estimulante para reformularla o rechazarla. Pese a ello, se habrá obtenido en el plano vivencial la valiosa convicción colectiva de que el enemigo político y económico estructural sistémico, sustentado antes o después en el ejercicio ilegítimo de la violencia, no puede ser contenido, y mucho menos vencido, con medios pacíficos.

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LOS DERECHOS HUMANOS EN EL SISTEMA CONSTITUCIONAL MEXICANO

Juan Carlos Salazar Maya Estudiante de la Licencitura en Ciencia Política La defensa y protección de los Derechos Humanos es una de las mayores conquistas del avance civilizatorio. Sin embargo, debemos tener en cuenta que tal logro no está ganado para siempre hay que luchar día con día para defender nuestros Derechos Humanos. Luis de la Barrera

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La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, promulgada el 5 de febrero de 1917, fue la primera constitución del mundo en reconocer una serie de garantías individuales1, las cuales se pueden encontrar en la parte dogmática, comprendida por los primeros 29 artículos. La Constitución también reconocía desde su promulgación un conjunto de derechos sociales (manifiestos principalmente en los artículos 3º, 27º y 132º, correspondientes a educación, propiedad de la tierra y trabajo, respectivamente), que hacen manifiesto el enfoque democrático expresado en el artículo 49: “es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática y federal”2. A pesar de esto, en diversas ocasiones lo establecido en ella no ha sido respetado por la autoridad, ya que durante casi todo el siglo XX existió un Sistema político presidencialista con un partido de Estado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), de poca o nula competencia electoral, ya que el Partido Acción Nacional (PAN) era el único partido de oposición reconocido legalmente. La falta de una verdadera competencia electoral, requisito de todo sistema democrático, tenía como consecuencia que el poder legislativo estuviese bajo el control del PRI y el Presidente de la República. El poder judicial se encontraba también bajo su mando, pues su conformación depende de la postulación y aprobación de los otros dos poderes de la Unión. Este control de las ramas de gobierno implicaba la violación constante de los derechos individuales, sociales y humanos como fueron la matanza de estudiantes en 1968 y 1971, los desaparecidos y presos políticos y la censura en los medios de comunicación, entre otras tantas. Se refieren a cuatro aspectos fundamentalmente: igualdad, libertad, propiedad y seguridad. Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Ed. BOB, enero 2013

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Debate abierto Frente al desgaste paulatino del sistema autoritario, desde 1977 hasta 1996 se llevó a cabo una serie de reformas político-electorales, que provocaron que en 1997 el PRI perdiera la mayoría en la Cámara de Diputados y en el 2000, la Presidencia. Así, iniciaba en nuestro país un proceso de construcción del sistema político democrático. La protección y defensa de los derechos humanos en México se incluyeron en nuestra legislación en enero de 1992, con lo que se sentaron las bases constitucionales para la creación de organismos especializados en los niveles federal y estatal1. La reforma llegó después de casi cuarenta y cuatro años de que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el 10 de diciembre de 1948. En septiembre de 1999, se reformó de nuevo el artículo 102 constitucional, el cual señala que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) es un organismo con autonomía de gestión y presupuestaria, así como personalidad jurídica y patrimonio propios, cuyo objetivo esencial es la protección, observación, promoción, estudio y divulgación de los derechos humanos previstos por el orden jurídico mexicano. Asimismo, se buscó crear organismos como la CNDH a nivel de las entidades federativas. La última reforma en materia de Derechos Humanos se publicó el 10 de junio de 201I, la cual modificaba y adicionaba una serie de artículos a la Constitución con el de objetivo elevar los derechos humanos a rango constitucional. De los artículos modificados destaca el artículo 1º, que declara que en nuestro territorio “todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo los casos y bajo las condiciones que esta constitución establece”2. Estas modificaciones originaron una reforma constitucional en junio de 2012 al juicio de amparo, para que no sólo protegiera las garantías individuales, sino también los derechos humanos. La búsqueda de la instauración de un sistema democrático pone en tela de juicio la suspensión autoritaria de algunos derechos (como lo prevé el 3

Héctor Fix-Fierro, “La reforma al artículo 102 de la constitución”, Boletín Mexicano de Derecho Comparado, núm. 76 (enero-abril 1993): 223-229. 4 Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, Ed. BOB, Enero 2013

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Debate abierto Artículo 29º), y evidencia mecanismos aún existentes para que pueda interpretarse la justicia como más plazca. Sin embargo, las reformas hechas a lo largo de la historia a la Carta Magna del país, sobre todo en las últimas décadas, son clara muestra de que se está llevando a cabo una transformación que busca consolidar el respeto y la protección a los derechos de todos los mexicanos, en un auténtico Estado de Derecho.

LA RELEVANCIA DE LA VISIÓN EN PERSPECTIVA DE GÉNERO Y RELACIÓN CUERPO E IDENTIDAD

Laura Báez Sam Estudiante de Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia.

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Las personas en su corporalidad escenifican diversas realidades, plurales y contrastantes, que se distinguen en su espesura, movimientos, figuras y ritmos como un cuerpo feminizado o masculinizado. En sus posibles manifestaciones son reinterpretadas en lo cotidiano acorde al bagaje cultural e idiosincrático particular. La distinción anatómica funciona como una especie de filtro a la definición de persona, que a su vez desprende una serie de diferencias que se extienden al plano de la vida social, nos delimitan espacios, actividades, prácticas e incluso condicionan los sentimientos y la voluntad de acción que reiteradamente nos recuerdan nuestra identidad asignada. Esto es la perspectiva de género, la cual comprende que existen diferencias socioculturales que constituyen a hombres y mujeres, visibles en el tejido social específico en el que coexisten, sin pretender totalizar las diferencias a antagonismos intrínsecos porque a partir de los contrastes sociales también se construyen sentidos de existencia. No obstante, cuando las diferencias se traducen en desigualdades sociales es necesario hacerlas conscientes a partir de su discernimiento. El género se relaciona con un cuestionamiento crucial del ser: ¿quién soy?, ¿cómo me concibo a mí mismo?, y en contraste ¿quién es el otro?, ¿cómo asumo su existencia?, porque uno sin el otro no se pueden concebir

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Democracia y

derechos humanoss

Género como sustitución de mujeres se emplea también para sugerir que la información sobre las mujeres es también información sobre los hombres, que el estudio de uno implica al otro. Este uso insiste en que el mundo de las mujeres es parte del mundo de los hombres, creado en él y por él1. ¿Cómo se puede explicar el género? Un hecho constante que prevalece en las sociedades es el sentido tangible que le otorga el cuerpo al evidenciar en sus órganos sexuales la distinción. La diferenciación entre la vagina para referir el ser de una mujer y el pene y los testículos para denotar el de un hombre determinará contundentemente la vida de los individuos en todos los aspectos de su existencia, tomando en cuenta que cada cultura le da un entendimiento e interpretación a estas diferencias. Por lo tanto, estas representaciones correspondientes a la cultura “son redes de imágenes y nociones que construyen nuestra manera de ver, captar y entender el mundo2, ya sea como mujer o como hombre. “El género se conceptualizó como el conjunto de ideas, representaciones, prácticas y prescripciones sociales que una cultura desarrolla, desde la diferencia anatómica entre mujeres y hombres, para simbolizar y construir socialmente lo que es ‘propio’ de los hombres (lo masculino) y lo que es ‘propio’ de las mujeres (lo femenino)”3. Precisamente, el género rechaza las limitantes biológicas en lo que se refiere al determinismo de las funciones primarias que se desprenden a partir de la diferencia sexual de los individuos (por ejemplo, mujer-procreación, hombre- reproducción). Incluso, busca romper el binarismo arbitrario de existir únicamente como mujer u hombre. Entonces, ¿cómo trasciende el género al plano de lo social? Los seres humanos aprendemos esta distinción naturalizándola en la vida cotidiana, en la crianza, en el lenguaje y con la socialización. La diferenciación se concretiza de múltiples y diversas maneras, manifestándose en las costumbres, las tradiciones y las actividades, representaciones que corresponden al deber-ser-mujer o deber-ser-hombre. Al mismo tiempo, las instituciones educativas, las de carácter

religioso, dependientes o no del Estado, entre otros organismos sociales, contribuyen a la trasmisión, interiorización y reproducción de esas expectativas, parámetros sociales conferidos al género correspondiente.

Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, ed. Marta Lamas, El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, 271, (México: UNAM/Porrúa, 1996). 2 Marta Lamas, Cuerpo: diferencia sexual y género, (México: Ed. Taurus, ,2002), 553 Ibídem, 133-132. 1

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Democracia y derechos humanos Por ejemplo, la institución de la familia se encarga de “la socialización de los hijos y la estabilización de la personalidad adulta. El foco central de estos procesos reside en la interiorización de la cultura o forma de adquirir el rol […], donde la división sexual del trabajo, la regulación de la sexualidad y la construcción social y reproducción de los géneros se encuentran enraizadas”1.

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Evidentemente, el género aborda relaciones entre los sexos, los procesos y construcciones que se establecen alrededor de sus roles como masculino y femenino: tales relaciones sociales están fundadas en disimilitudes, por lo que constituyen “una forma primaria de relaciones significantes de poder”2. Es decir, viene dado en la división del mundo, basada en las diferencias anatómicas, donde todo el cosmos se ordena por oposiciones femenino/masculino, y está profundamente arraigado en las mentes y cuerpos de los individuos. “Establecidos como un conjunto objetivo de referencias, los conceptos de género estructuran la percepción y organización, concreta y simbólica; de toda la vida social”, por ende, todo lo demás, la división de las tareas, papeles sociales, actividades, espacio y la misma distribución del poder3 crean una relación asimétrica y jerárquica, en la cual lo asociado al hombre tiene mayor valor y genera su privilegio y dominación en contraposición a la subordinación de la mujer. Debido a su alto grado de interiorización, este orden social por oposiciones sin justificación aparece como irrefutable, por lo cual es realizado de una manera natural donde la dominación masculina legitimada en los cuerpos biologizados tiene su eficacia. Es aquí donde hago referencia a la violencia simbólica, aquella “que se ejerce sobre un agente social con su complicidad o consentimiento”4, que “las personas dominadas aceptan en contra de sus propios intereses, esquemas y valores de quienes las dominan […]. La violencia simbólica marca, condiciona y alienta prácticas simbólicas y materiales que están entremezcladas en la construcción del ser social mujer y el ser social hombre”5.

Magdalena León. “La familia nuclear: origen de las identidades hegemónicas femenina y masculina”, ed. Luz Gabriela Arango, Magdalena León & Mara Viveros, Género e identidad: ensayos sobre lo femenino y lo masculino, 175-180 (Bogotá: Tercer Mundo, 1995). 5 Ibídem, 181. 6 Joan W. Scott, “El género: una categoría útil para el análisis histórico”, ed. Marta Lamas, El género: la construcción cultural de la diferencia sexual, 292-293, (México: UNAM/Porrúa, 1996). 4 Pierre Bourdieu, La dominación masculina (Barcelona: Anagrama, 2000), 49-59. 5 Marta Lamas, clases en la ENAH, 2013. 4

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Democracia y derechos humanos La relación de dominación-subordinación no debe tomarse como un hecho total y universal, si bien estas dicotomías entre mujeres y hombres están fuertemente ligadas a las construcciones simbólicas de lo que significa ser mujer o ser hombre y con las relaciones entre los sexos1. No todos los hombres son dominantes, existen hombres dominados por otros hombres con mayor jerarquía y poder, o mujeres oprimidas que someten a otras mujeres con menores recursos, sean estos materiales, de índole educativo, estatus social, origen étnico, entre otros. “Más que la violencia física, es la violencia simbólica la que inscribe el mandato cultural en el cuerpo, en la psique y en las relaciones sociales”2. Por ejemplo, las mujeres aspiran a cumplir las expectativas de lo que es valorado y correspondiente a la feminidad como son los estándares de belleza actuales, medio de sometimiento y control, construidos por hombres dominantes. Incluso en plena consciencia de su afectación, se persigue satisfacerlos y a su vez se exige a las otras su realización, lo que provoca su trasmisión y reproducción en la socialización. La violencia simbólica no sólo se manifiesta en las cuestiones de género, está en todo. En el racismo, por ejemplo, se establece la piel blanca como uno de los cánones de belleza por excelencia y normatividad. Su nivel de interiorización da por hecho que es bello ser blanco, y personas de otro color de piel buscan alcanzar este ideal dominante. Incluso dentro de nuestra sociedad, los mexicanos somos racistas cuando discriminamos a las personas morenas entre nosotros mismos. De acuerdo con lo que se ha venido explicando acerca del género, el cuerpo de manera evidente toma una relevancia sustancial porque es la primera instancia de diferenciación. Este cuerpo a su vez es cercano a la naturaleza, experimenta distintas sensaciones y estímulos: dolor, placer, excitación; tiene necesidades de carácter fisiológico: comer, dormir, de movimiento; los sentimientos y emociones que se manifiestan en el cuerpo también son intervenidos por la cultura3, por lo tanto, el cuerpo está sujeto a múltiples interpretaciones

simbólicas y a prescripciones sociales que regulan todo lo que él encarna.

Maritza Urteaga, “Género, clase y etnia. Los modos de ser joven”, ed. Rossana Reguillo, Los jóvenes en México, 15-51 (México: FCE y Conaculta2010). 1

2

Pierre Bourdieu, La dominación masculina (Barcelona: Anagrama, 2000)

3David Le Breton, Antropología del cuerpo y modernidad (Buenos Aires: Nueva Visión, 2002), 108-109.

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Democracia y derechos humanos “La percepción del cuerpo surge de la observación y la interpretación de todo lo que contiene y hace, de sus componentes y atributos, de su capacidad de producir, hacer circular y excretar humores, pero también de relacionarse, sentir, gozar, emocionarse y sufrir”1. El sociólogo francés Pierre Bourdieu define al cuerpo como “un ente/artefacto simultáneamente físico y simbólico, producido tanto natural como culturalmente, y situado en un momento histórico concreto y una cultura determinada” 2. Se habla del cuerpo de occidente, cuya vital importancia radica en la existencia del individuo, con un rostro y una identidad propia, “tributarios de un estado social, de una visión del mundo y, dentro de esta última de una definición de la persona. El cuerpo es una construcción simbólica, no una realidad en sí mismo”.3

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“Todo lo social es evidenciado por el cuerpo”4. El cuerpo organiza, somatiza, refleja los constructos sociales que lo han normado y encarna fuertemente esas pautas, se vive ya sea como mujer u hombre en un continuo cotidiano. Así, la identidad de género tiene su esencia principal en el territorio del cuerpo, que los individuos se construyen a partir de dicha distinción corpórea, los hace pertenecer a uno u otro de los géneros y les da un primer sentido de identificación. “El cuerpo vivido nos manifiesta en su quehacer cotidiano la identidad asignada, aprendida y asumida; identidad que organiza nuestras vidas y le da sentido de existencia a los sujetos”5. La identidad y el género se entienden como resultado del proceso de la instauración de diversos límites o marcas que permiten al sujeto ubicarse como un Uno, para siempre una marca primordialÁ y fundamental de la subjetividad, en tanto elemento ordenador primario de la identidad y en cuanto factor de identificación por excelencia, que matiza el significado del resto de las demás cualidades del sujeto6. 7

Antonella Fagetti Spedicato, “El hombre afamado: la construcción social de la masculinidad en San Miguel Acuexcomac, Puebla”, ed. Marinella Miano, Caminos inciertos de las masculinidades, (México: ENAH 2003), 287. 1

2 3

Pierre Bourdieu, La dominación masculina (Barcelona: Anagrama, 2000), 147. David Le Breton, Antropología del cuerpo y modernidad (Buenos Aires: Nueva Visión, 2002) 13.

Marta Lamas, Cuerpo: diferencia sexual y género, (México: Ed. Taurus, ,2002), 147.

4 5

Ana Lau Jaiven, 2002, 190.

6

Estela Serret en Carmen Trueba Atienza, 2004.

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Democracia y derechos humanos

La dimensión que comprende la identidad es de un proceso psicológico, que hace referencia a la forma en que nos construimos como personas y nos concebimos como parte de una sociedad y cultura determinadas, que nos dan elementos para el entendimiento de lo que somos. Así mismo, nos hacen ocupar cierto lugar que corresponde a nuestro género, para incidir en “los papeles sociales propios del sexo identificado al nacer”1. Es cuestionable hasta qué grado los parámetros sociales penetran, influyen y se proyectan en las personas, porque el ser mujer o ser hombre y el actuar como tales en la cotidianeidad no es un hecho mecánico a tener un cuerpo prescripto. Entonces, ¿en qué medida al adoptar y corporizar esa identidad ésta es realmente cercana a la verdadera autoconcepción de la persona? Butler concibe el género como “el resultado de un proceso mediante el cual las personas recibimos significados culturales, pero también las innovamos”2, consecuentemente los seres humanos también nos construimos a nosotros mismos a medida que reinterpretamos, seleccionamos y moldeamos las normas sociales recibidas. Aunque no nos podemos deslindar voluntariamente de las construcciones sociales profundamente arraigadas, tenemos características propias que nos van definiendo y las cuales nos otorgan cierta individualidad y reivindicación, y generan una multiplicidad de posibilidades de ser. La identidad de género es parte trascendental para ese proceso de definición, a su vez, la identidad de cada quien está entrelazada por otros aspectos igual de importantes, como son el origen étnico, nacional, clase social, religión, preferencia sexual, entre otros. También hace referencia a grupos concretos que se definen por la edad, actividad, afinidades y diferencias, que aparece como un elemento en la constitución de una identidad colectiva. De manera continua, se visualizan relaciones sociales desiguales que generan discrepancias, tanto de hombres hacia mujeres, así como entre hombres o entre mujeres. La negación y la hermeticidad en cómo nos referimos al otro sólo nos han impedido el entendimiento y la apertura a su percepción desde diversos ángulos. Es posible que las disimilitudes que se expresan y desenvuelven en el entramado social no se traduzcan como dicotómicas, pero para ello es necesario aceptar que hay una multiplicidad de formas de ser, de manifestar la feminidad y la masculinidad. el sometimiento humano, sean cuales sean sus orígenes. Kate Millet, citado por Salles, 2002: Vania Salles, (). “Sociología de la cultura, relaciones de género y feminismo: una revisión de aportes”, ed. Elena Urrutia, Estudio sobre las mujeres y las relaciones de género en México: aportes desde diversas disciplinas, 446, (México, COLMEX, 2002). 2 Judith Butler, , citada por Marta Lamas, Cuerpo: diferencia sexual y género, (México: Ed. Taurus, ,2002), 140. 1

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Entrevista necesario aceptar que hay una multiplicidad de formas de ser, de manifestar la feminidad y la masculinidad. Es urgente romper con los estándares sociales que someten a los individuos alinearse a su control, porque al apropiarnos de nosotros mismos hacemos un acto de liberación que puede trascender y generar la respuesta a contrarrestar el sometimiento humano, sean cuales sean sus orígenes. Al ser conscientes de nuestras acciones y pensamientos, será posible acabar con tabúes y prejuicios que obstaculizan el crecimiento personal y la comprensión de que las diferencias nos enriquecen como sociedad.

EL PODER DE LA LENTE

Redacción Nota al Pie

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Luis Frías es un documentalista y escritor hidalguense. Ha impartido cursos y talleres en distintas ciudades del país, ha escrito numerosos cuentos publicados en México y el extranjero; es autor de la compilación de cuentos La Gran Creación, director y productor de los documentales Ciudad Nostalgia y Fervor del Polvo. Le pedimos que nos contara sobre sus experiencias como creador en temas como la cultura, la pobreza y los derechos, además de sus proyectos actuales con la productora Amalgama Cine. Cuéntanos brevemente documental, Árido Power.

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Está en la fase de pre producción. Planeamos filmarlo durante los primeros seis meses de 2014, para difundirlo en la segunda mitad del próximo año. Se trata de un documental sobre un grupo indígena muy bravo: los hñahus del Valle del Mezquital, Hidalgo. Es una zona extrañamente pobre desde muchos años atrás, pero con dinero gracias a la agricultura, a las remesas y a sus balnearios, cuyas aguas termales atraen mucho turismo. Recuerdo que una maestra de la universidad, Luz Fernández de Alba, me reveló la “cultura de la pobreza”. Un carnicero gana miles de pesos diarios en el centro de la ciudad tiene que viajar cinco horas de diarias camino, ve a su familia sólo un rato; está pagando en abonos la casa familiar y la camioneta de la carnicería, y compró para su esposa una camioneta gringa que le acarrea muchos problemas. Además, tiene otra familia, que también exige muchos gastos. Y así, entre una cosa y otra, jamás tiene dinero y vive, según él, en la pobreza. ¡No se da cuenta del derroche! Algo así sucede —por hablar nada más en términos económicos— con los hñahñus.

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Entrevista Pero en el documental no quiero describir sólo eso, sino también la fortaleza de carácter y una singular pasión por la vida, que les permite a hacer frente a tantos sueños rotos que viven cotidianamente. ¿Qué esperas transmitir en tus obras? Yo tengo de una formación más cercana a la literatura que al cine. He dedicado más tiempo de mi vida a escribir cuentos, artículos y ensayos de temas asociados a la literatura, al pensamiento contemporáneo y a los derechos humanos que a mi trabajo como documentalista; sin embargo, por cosas de la vida, creo que mi trabajo como documentalista me ha traído un poco de mayor presencia pública. Dentro de éste, en cada obra los temas son distintos. En mi primer documental, Ciudad Nostalgia, quise retratar a los habitantes de Ciudad Sahagún, en Hidalgo, que se quedaron prácticamente en la pobreza, luego de que las empresas instaladas en ese poblado se privatizaron y los nuevos dueños los echaron a la calle. En mi segundo documental, Fervor del Polvo, que estamos en vías de estrenarlo, quise retratar una frase de Pierre Bourdieu, que dice que así como la materia no se crea ni se destruye, así las tradiciones culturales sólo se van transformando con el paso del tiempo, y con ellas, sus protagonistas y sus formas de ver la vida. Y en los documentales que actualmente preparo, uno gira en torno a diferentes temáticas socioculturales de los indígenas hñahñus del Valle del Mezquital, y el otro, alrededor de algunas políticas populistas del gobierno de la Ciudad de México respecto a temas como medioambiente, gobernanza y habitabilidad. ¿Crees que está insertada la perspectiva de los derechos humanos en tu narrativa? Nunca me lo había planteado. Yo creo que no necesariamente está presente en mi forma de abordar los temas que hasta el momento he retratado en la pantalla. Hace un par de años tuve la oportunidad de trabajar en la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Hidalgo, por lo cual pude empaparme de varios temas. Por mis propios intereses, me orienté fundamentalmente a los derechos culturales.

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Entrevista Después de esa etapa, ahora estoy preparando los dos documentales que acabo de comentar. Si lo pienso bien, creo que estos tienen mayor cercanía con mi interés por los derechos humanos en su forma amplia: no nada más como se suele entender a los derechos humanos en su concepción corta, es decir, como la actuación apegada a la ley por parte de las autoridades y los gobiernos. Con “forma amplia” quiero decir abordando las perspectivas sociológica, ética e histórica, que abarcan entre muchos otros temas la identidad de los pueblos indígenas, las formas de pensamiento y expresión, el medioambiente y la habitabilidad del mundo que vivimos. En fin, esto creo que sí tiene una perspectiva de derechos humanos, pero mi trabajo anterior no tanto. ¿Crees que los pueblos indígenas deban y puedan adaptar sus culturas conforme a los derechos humanos? No creo ser la persona indicada para responder esta pregunta. Hay mucho trabajo de investigación, tanto jurídico como etnográfico, sobre este tema. Solamente puedo contar sobre mi experiencia con los hñahñus, uno de los miles de grupos indígenas de México que tienen a su vez miles de formas de expresión.

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Yo trabajé en el Valle del Mezquital, en Hidalgo, como reportero del periódico Milenio. Ahí me encontré con que muchos indígenas hñahñus estaban perfectamente organizados, que hacían casi cualquier cosa con base en sus “usos y costumbres”, constitucionalmente protegidos: cerraban carreteras, secuestraban políticos, linchaban ladrones e, incluso, practicaban un machismo cuasi medieval. Nadie los frenaba, y las autoridades parecían hasta consentirlo. Yo creo que estos “usos y costumbres” malentendidos no forman parte decorriente general de las tradiciones indígenas. Violentan las leyes básicas y, por lo tanto, derechos básicos de otras personas, y deberían armonizarse con la convivencia general de la sociedad. Sin embargo, las tradiciones indígenas pasan por una infinidad de aspectos: su religión, su pertenencia al territorio, sus formas de religiosidad, de entender la institución del matrimonio, etc. Y estos aspectos, mucho más complicados que una toma de carretera, deben ser respetados también. Hay que armonizar dos tradiciones culturales harto particulares: las formas de cultura de los grupos indígenas de México y la tradición jurídica de los derechos humanos, que desde mi óptica tiene su valor en el principio pro personae, es decir, en la importancia superior de cada persona. Y aunque suene a meme motivacional: todos tenemos derecho a ser felices.

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Entrevista Una sociedad que se jacta de moderna tiene la obligación mínima de garantizar esa armonía para todos sus habitantes. Hay instituciones en México como la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), que, en cumplimiento con la obligación que tiene el gobierno para dar atención a este sector, trabaja para velar por los derechos de los pueblos indígenas. Yo conozco muchas personas del propio CDI, como su directora Nuvia Mayorga, que conocen y se preocupan en realidad por los indígenas de México, con la importancia y el respeto que merecen. El problema es el uso político-electoral que, en otras administraciones, se le ha dado a esta institución. Allí está el caso de Xóchitl Gálvez, que sólo se valió de la CDI y de mentadas de madre para convertirse en aspirante al gobierno de mi propio estado, Hidalgo. Lamentable. ¿Qué papel juegan sitios como Fondeadora.mx para la materialización de proyectos similares a éste? Me encanta esta plataforma. Es un crowdfunding. Consiste en que, si a un ciudadano le interesa un proyecto, pues lo apoya porque quiere verlo hecho realidad. Mi equipo y yo, que integramos la productora Amalgama Cine, decidimos echar mano de esta plataforma para el caso de Árido Power, porque en principio nos interesa explorar nuevas formas en todos los sentidos, en este caso, en las formas de financiamiento. En segundo lugar, nos interesa crear comunidad en torno a este proyecto; es decir, pensamos que al reunir la cantidad de dinero que necesitamos para concretar el documental, habremos también reunido a un grupo social —más grande o más pequeño— que dará le seguimiento, que exigirá una rendición de cuentas constante y cumplimiento con las metas establecidas, pero que también será el encargado de difundir y promover el proyecto. Hay que creer en la horizontalidad, en el poder de la sociedad y en la transparencia para apostar por este tipo de plataformas, y quise que este proyecto, al que le tengo tanta fe y cariño, tuviera estas características de financiamiento y de difusión social ¿Qué tipo de apoyos deberían recibir los artistas de dependencias del gobierno? La apuesta por el financiamiento ciudadano no está reñida con los apoyos gubernamentales. De hecho, he sido becario del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conalculta), además del Estatal en Hidalgo, y quiero serlo

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Entrevista de nuevo: al fin y al cabo es una política pública que, como creador, no tengo motivos para no utilizar. Ahora bien, si tuviera que señalar un problema en el funcionamiento de los apoyos que da, por ejemplo, el gobierno federal a los creadores, señalaría el centralismo. Los estímulos económicos que otorga el gobierno federal, a través de estructuras como el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, están orientados fundamentalmente a los creadores de artes en el centro del país. Yo, que soy de Hidalgo, puedo dar testimonio de los problemas de los apoyos para la creación a nivel estatal. Sólo si las instituciones de cultura en los estados trabajan bien y se interesan por apoyar a los creadores, estos recibirán algunas ayudas.

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Se trata de que los creadores, que en buena medida somos unos mezquinos entre nosotros, nos organicemos para trabajar por mejorar las instituciones de cultura, que nos pertenecen a todos, y las perfeccionemos. No hay que quejarnos solamente. Hay que crear un consejo consultivo ciudadano para Conaculta y sus dos estructuras principales (Instituto Nacional de Antropología e Historia e Instituto Nacional de Bellas Artes), así como para sus homólogas en los estados. ¿Cómo pueden realizadores y espectadores utilizar el cine como herramienta de politización? Yo estoy en contra del uso del arte como herramienta ideológica y de lucha política y todo eso. Sin embargo, el cine, en tanto arte, es una herramienta que construye conciencia. Y, aún más, el género documental es mucho más combativo. ¿Me estoy contradiciendo? Por un lado, estoy en contra del arte combativo, pero milito en un género absolutamente de lucha. Yo apuesto al documental como un género cinematográfico igualmente valioso, complejo y dramático que la ficción, si bien tiene la ventaja de ser un género más económico y con más proximidad a los personajes, por decirlo así. Le apuesto a la fusión del cine documental con la ficción. No al documental-reportaje-combativo-social-etcétera. Por ejemplo, yo estoy más cercano al documental Berlín. Sinfonía de una ciudad que a los documentales de Michael Moore; el primero sugiere información, mientras los segundos la denuncian con los pelos de la burra en la mano y los restriega en el rostro de los culpables.

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ENTREVISTA En todo caso, el hecho de que el documental retrate la realidad, y la realidad, como me decía un amigo reportero, sea más dura que cualquier ficción, lo torna necesariamente una herramienta de conciencia social. Si deseas apoyar al financiamiento de Árido Power, visita http://fondeadora. mx/projects/arido-power . Puedes encontrar Ciudad Nostalgia en el portal de videos YouTube o en www.amalgamacine.com

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Alexis Ortega Montes Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política

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Democracia y derechos humanos

EL DESPERTAR DE LA JUVENTUD MEXICANA: MÁS ALLÁ DEL MOVIMIENTO #YOSOY132

Citlali Stephany Pérez Luque Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Urbana en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México

*Texto dictaminado como mejor ponencia por el Comité Organizador del 3er Coloquio Estudiantil de Ciencia Política

Mucho se ha discutido acerca de la participación política de los jóvenes del movimiento #YoSoy132, surgido durante las campañas para la elección presidencial de 2012. Marcó un antes y un después en el involucramiento de la juventud mexicana en los asuntos del Estado, pues puso en evidencia las herramientas que estaba dispuesta a utilizar en para lograr inclusión y democracia verdadera. A raíz de este movimiento, se formaron colectivos de jóvenes que respondieron a la situación del país con propuestas y participación activa. Un preámbulo

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La participación política juvenil tiene que ver con la identidad, la ciudadanía y la sociedad civil. Está asociada a la identidad porque desarrolla un sentido de pertenencia y la búsqueda de valores e ideología; se relaciona con ciudadanía ya que refiere al derecho de participar en el poder en condición de igualdad y busca la integración social en la comunidad política; y, finalmente, tiene que ver con la sociedad civil como esfera de interacción social entre el mercado y el Estado, pues se compone por una red de sociedades autónomas y movimientos sociales1. A la juventud mexicana se le ha criticado su poca participación política, aunque esta postura siempre ha centrado su atención en los movimientos sociales y se ha dejado de lado a los colectivos. Según Rodríguez2, existen cuatro formas de agrupación juvenil: movimientos politizados (de mayor injerencia social), organizaciones con lógicas adultas (se preocupan por su entorno y logran perdurar en el tiempo), Jean L. Cohen y Andrew Arato, Sociedad civil y teoría política (México: FCE, 2000), 8. Ernesto Rodríguez, “Evaluación de capacidades institucionales de la organización juvenil y los movimientos juveniles en América del sur”, URBARED, 2005, http://urbared.ungs.edu.ar/pdf/debate7/ 1 2

articulocentralrodriguez.pdf

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Democracia y derechos humanos organizaciones locales (buscan el apoyo del gobierno para obtener mayores oportunidades y recursos) y grupos informales (autónomos en su funcionamiento). Desde mi perspectiva, los colectivos integran las cuatro formas de agrupación, pues emergen “en espacios no estructurados o frente a las fallas de las normas sociales encargadas de regular el comportamiento”1. Todo colectivo tiene un propósito de conformación, que se impulsa debido a las necesidades que en muchas ocasiones el Estado o las instituciones no logran cubrir. En ellos se generan vínculos ideológicos, sociales y políticos que escapan a las formas tradicionales de configurar o construir lo político2. Hay grandes diferencias entre pertenecer a un movimiento social y estar en un colectivo. En el primero persiste el anonimato: no todos los participantes están conscientes de lo que hacen y para qué lo hacen, no todos pagan los costos de pertenecer al movimiento y algunos miembros no tienen objetivos claros. En el segundo se conocen entre miembros, sus objetivos están definidos, todos los integrantes participan en las labores, se distribuyen el trabajo para hacerlo más efectivo y todos están dispuestos a pagar los costos de pertenecer y trabajar en la organización para el logro de metas. Los colectivos juveniles pueden ser caracterizados como informales, integrativos, democráticos u orientados a un tema específico, como los derechos humanos, la libertad de expresión, etcétera. A pesar de la heterogeneidad de pensamiento entre los miembros, se logran articular para hacer un buen trabajo. #YoSoy132 En mayo de 2012, la Universidad Iberoamericana (UIA) invitó al entonces candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Enrique Peña Nieto, a participar en un foro, tras el cual fue cuestionado por la comunidad universitaria por su actuación como gobernador, la represión en San Salvador Atenco y sus propuestas de campaña. La cobertura noticiosa de las grandes televisoras (Televisa y TV Azteca) reportaba que el candidato había tenido éxito en su visita, y que quienes lo habían abucheado eran acarreados. Estudiantes de la UIA decidieron desmentir las declaraciones de las televisoras con un video difundido por internet, que convocaba a otras Martín Retamozo, Movimientos sociales: un mapa de la cuestión, 2010; 237

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Ángela Garcés, Montoya, “De organizaciones a colectivos juveniles: Panorama de la participación política juvenil”, Última década, núm. 32 (Julio 2010): 67. 4

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Democracia y derchos humanos universidades y a la ciudadanía en general a sumarse a la demanda de democratización de los medios de comunicación. Con la integración de alumnos de las principales instituciones, se abrieron por primera vez canales de participación entre universidades públicas y privadas, de distinta formación e ideología, además de contarse con la adhesión de diversas organizaciones de la sociedad civil, sindicatos y ciudadanía. Las protestas, cada vez de mayor calibre, incluían marchas, mítines, mesas de discusión y debates, entre otras actividades. El movimiento gozaba de mucho auge, pero pasadas las elecciones en julio de ese año se fue en declive hasta casi desaparecer. Actualmente el movimiento #YoSoy132 ya no tiene presencia en la ciudad y se ha reducido a las redes sociales.

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El movimiento #YoSoy132 sirvió para que la juventud se organizara; sin embargo, tras haber logrado aglutinar diversas formas de pensamiento, se fue extinguiendo pasada la coyuntura que lo originó, cuando parecía generar cierta reivindicación política juvenil. En realidad, jamás logró concretar acciones específicas, ya que se limitó a las protestas en las calles y por medio de las redes sociales. Las comunidades universitarias se fueron apartando del movimiento y buscaron nuevas formas de participación política: los colectivos, donde construyeron posicionamientos políticos claros, con una identidad definida, en el que todos los miembros participan y toman decisiones. Los colectivos Para analizar la trascendencia del movimiento #YoSoy132 en las formas de participación política, realicé una serie de entrevistas a distintos colectivos de la Ciudad de México. Estos fueron el Colectivo Vasconcelos, formado por jóvenes de varias instituciones que trabajan en la alfabetización de niños y adultos mayores en los pueblos del Distrito Federal; el Colectivo 3 de Octubre (Universidad Autónoma de la Ciudad de México plantel Cuautepec), de jóvenes que apoyan a los agricultores y desarrollan actividades culturales para el pueblo; el Colectivo Despertad (Instituto de Educación Media Superior), integrado por estudiantes de nivel bachillerato que buscan la protección de reservas ecológicas y promueven talleres de equidad de género y protección a los derechos humanos; y el Colectivo Dixocanbenilhu (Universidad Autónoma de la Ciudad de México plantel Cuautepec), que trabaja en la equidad de género, desarrolla mesas contra la violencia contra las mujeres y talleres culturales en

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Democracia y derechos humanos la universidad. Una de las cosas en las que coincidieron fue que el participar en un movimiento social limitado a la protesta en las calles los llevó a constituirse en colectivos, con la finalidad de realizar acciones concretas para la mejora de su entorno social y político, mediante la búsqueda de la inclusión en la toma de decisiones y el cuestionamiento continuo a quienes detentan el poder. “Desarrollamos trabajo en nuestra comunidad para mejorar las condiciones de vida de nuestra gente. No podemos esperar más a que el gobierno nos responda, ¡ya basta de su falta de interés! Por eso nosotros nos pusimos a realizar acciones que se encaminen a mejorar nuestro entorno”, expresó un miembro del Colectivo 3 de octubre. Una vez en el colectivo, se empieza a privilegiar la participación política informal, pero con una estructura específica. Se busca promover cambios efectivos en la esfera social y en la manera de tomar decisiones. Hay claros actos de libertad de los individuos que los conforman, su actuar tiene credibilidad, fuerza y rigidez. Se enfrentan al status quo, al poderío económico, al monopolio del poder y al autoritarismo represivo de un sistema de terror capitalista e individualista, que busca la fragmentación más que la integración. “Los colectivos no han sido reconocidos en ningún tiempo y espacio en México, su trabajo ha sido minimizado por el gobierno, porque no les interesa que existan nuevas formas de participación política o social”, explica un miembro del Colectivo Vasconcelos. Trabajar en un colectivo implica responsabilidad, trabajo en equipo y compromiso, y significa también reivindicación política e integración. Cada uno ha desarrollado un plan de acción que cambia de acuerdo a los objetivos que se plantean, las acciones son encaminadas de acuerdo a las necesidades que van surgiendo. Otra de las cosas en las que coincidieron los integrantes de los colectivos fue que el movimiento #YoSoy132 fue una simulación política, “no se concretó ninguna acción, ningún documento en el que se recolectaran firmas para exigir la democratización en los medios de comunicación, se desperdició esa disposición a la participación” comentaron en el Colectivo Despertad. El movimiento mantenía cierto control en sus actividades, limitarse a salir a las calles a gritar consignas no dio ningún tipo de resultados, sobre todo porque la

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Democracia y derechos humanos Ciudad de México está acostumbrada a estas protestas. Ir más allá del movimiento es darse cuenta que la participación política juvenil no se reduce a un movimiento social prácticamente extinto. El trabajo de los colectivos ha tenido mayores resultados que lo hecho por el #YoSoy132; a pesar de que en los colectivos hay menor cantidad de integrantes, sus acciones son más visibles pues trabajan en el ámbito de lo local. Como me dijeron los miembros del Colectivo Dixocanbenilhu: “Ser de un colectivo y hacer activismo político es parte de las obligaciones que tenemos como ciudadanos, como humanos y como seres políticos” La construcción de derechos se basa en las relaciones que establecen los individuos dentro de una sociedad. Para hacerlos valer, los ciudadanos tienen que involucrarse, y mucho del trabajo que han hecho los jóvenes en los colectivos es invitar a la participación política y social, en aras de mejorar sus condiciones de vida Conclusión

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El atropello a los derechos sociales, políticos y económicos altera las relaciones que se establecen dentro de un Estado, cuando –en palabras de Rawls- en el marco de la sociedad el respeto por los derechos es una condición que se le debe imponer a cualquier régimen1. En el siglo XXI nos encontramos ante un proceso coyuntural en que se está ampliando la crisis del sistema capitalista, por su incapacidad de satisfacer las demandas de los diferentes sectores de la población por educación, trabajo, salud y protección al medio ambiente. De esta misma crisis está surgiendo una nueva generación de luchadores sociales: los colectivos juveniles, que se reconocen a sí mismos como ciudadanos críticos, conscientes y en contra del capitalismo que sólo ha traído miseria, desigualdad y discriminación. Estas nuevas formas de participación política buscan que se hagan cumplir los derechos de la ciudadanía, integrando transparencia, valores, democracia y participación activa. Más allá del movimiento #YoSoy132, ahora están abiertas nuevas vías donde se desarrolle la participación ciudadana. Como me dijo Paul Floor, Secretario de Relaciones Internacionales de la Confederación de Estudiantes de Chile: “Cuando un joven despierta, nunca más vuelve a dormir”. John Rawls, El derecho de los pueblos, (Bogotá: Universidad de los Andes, 1996).

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Juan Carlos Castillo GarcĂ­a Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Politica

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Juan Carlos Castillo GarcĂ­a Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Politica

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Democracia y derechos humanos

Juan Carlos Castillo GarcĂ­a Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Politica

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Juan Carlos Castillo GarcĂ­a Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Politica

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José Gerardo Moreno Ayala. Para todo mal...Oaxaca, imágen digital, Oaxaca, 2013

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Stephania Loeza Desales Estudiante de la licenciatura en Sociología

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Selene seduciendo a Macedonio, imágen digital, Oaxaca, 2012 José Gerardo Moreno Ayala.

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Emmanuel Wualter Barrios Carmona Estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política

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Sthephania Loeza Desales Estudiante de la Licenciatura en Sociología

DEL OBJETO A LA OBJETIVIDAD EN GASTON BACHELARD Erik Oswaldo Pérez Älcantara Estudiante de la Licenciatura en Filosofía

No pueden darse por falsas las opiniones, cuando éstas suponen que todo cuanto salta a la vista o a la experiencia sensible es un conglomerado de objetos. Pero resulta verdadero también que el objeto en sí y para sí no es capaz de mostrar ni cercanamente una fracción de objetividad: el objeto yace ausente siquiera de una mínima partícula de objetividad. Es pues una de las tareas del filósofo francés Gaston Bachelard demostrar cómo la objetividad pertenece al campo del pensamiento y no al de las cosas. La proposición la objetividad es obra del pensamiento y no del objeto conduce a algunas doctrinas filosóficas a suponer que, ya que es del pensamiento de donde se deriva el lenguaje, el discurso descriptivo del ser es suficiente para dotar al objeto de su objetividad, tal como si ésta fuera adhiriéndose al objeto según cuantas más adjetivaciones le vamos depositando. Por esto, debemos oponernos a todo pensamiento que proponga que dejemos de hablar de un objeto para creernos objetivos1. Gaston Bachelard, Psicoanálisis del Fuego (Alianza, 1966), 7.

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Democracia y derechos humanos Debe existir, más bien, una reconstrucción racional del objeto, donde lejos de caracterizarlo de modo narrativo, el pensamiento efectúa una reelaboración racional del objeto, es decir, piensa al objeto sensible. Este proceso de reelaboración no intenta tampoco copiar al objeto ni repetirlo, sino rehacerlo, de modo que seamos capaces de comprobar que ni la más aguda disposición de los sentidos puede mostrar la objetividad. Esto nada tiene que ver con una renuncia total de lo sensible con miras únicamente al pensamiento, se trata más bien de revelar el proceso de la objetividad, del propio pensamiento sobre el objeto. La objetividad se da en el reencuentro del sujeto frente al objeto ya reelaborado en el pensamiento, y no existe objetividad fuera del pensamiento: “la evidencia no es una verdad fundamental”1. La objetividad no descansa en ningun de las experiencias sensibles, ni por más nítidas o coloridas que éstas sean, pues reconocer que la objetividad pertenece a las cualidades distintivas del objeto sería tan insensato como decir que lo propio e innegable del cielo es ser azul.

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La relación del sujeto y del objeto como elementos determinantes de la producción objetiva es mucho más que un proceso mecánico, es decir, el proceso de la objetividad no es ahora un subproducto más o menos determinado por el pensamiento que se convierte en un nuevo material empírico. La historia tendría una tendencia lineal producto de lo mecánico del pensamiento o –más grave aún- evolutiva en función del perfeccionamiento. La continuidad histórica no es igual al despliegue de la razón, y para ella el error resulta el más grande de los obstáculos epistemológicos al romper el sistema universal de conocimiento científico. A estas doctrinas filosóficas, el pensamiento resulta un elemento desconfiable por su constante hacerse y rehacerse a sí mismo. La única alternativa es hacerse escépticos2, de ahí que la recomendación a considerar sea que la verdad última se presente realmente en un sistema filosófico3. Sin embargo, este movimiento universal es una serie de formas del espíritu4. Ninguno de los despliegues del pensamiento, hecho en las determinantes históricas es similar al anterior, a pesar de que lo contenga como experiencia en la conciencia misma. Ídem. Moritz Schlick, La concepción analítica de la filosofía, (1981), 280. 3 Ídem. 4 G.W.F. Hegel, Fenomenología del Espíritu (1991), 51. 2 2

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Democracia y derechos humano El movimiento dialéctico del pensamiento ya no es motivo para el escepticismo, incluso ahora es un vehículo de introducción al conocimiento. Si la objetividad no es aprehensible bajo ninguna forma fenoménica, entonces es el pensamiento, mediante su ejercicio de negación y reformulación, quien hace posible a la verdad, en un sentido de movimiento perpetuo. Más importante resulta, para dar pie a la objetividad, que el pensamiento se reformule a sí mismo, “que deba comenzar por una catarsis intelectual y efectiva, [para] poner a la cultura en un estado de movilización permanente, reemplazar el saber estático por un conocimiento abierto y dinámico, dar finalmente a la razón motivos para evolucionar.”1 Este carácter de objetivación no tendría entonces como fundamento la experimentación sensible, sino los cuestionamientos sobre aquella. Tales dudas son en realidad las grandes gestoras del conocimiento. La inteligencia, en cambio, no tiene por qué haber sufrido grandes transformaciones, cuando es más bien el horizonte de la problematización el que se extiende indefinidamente y permite la evolución de la objetividad. La sabiduría que encarna este proceso se fundamenta a través de la enseñanza de que la objetividad tiene que ser pensada; el espíritu racional tiene que estar dispuesto al conocimiento de la objetividad, pero pensarla no se traduce como la descarga de cuantas opiniones o nebulosos saberes previos conteníamos. Si la elaboración de objetividad está en un desarrollo que se debe al pensamiento, ¿cuántos intentos desafortunados de producción objetiva se habrán dado en la historia a partir de un pensamiento que cree saber? ¿Cuántos pensamientos no habrán supuesto que creaban objetividad en su reflexión solitaria, y que su actividad no es más que del objeto un depositario de todo cuanto complejo lo aqueja? Bachelard no sólo desembaraza a la razón de los equívocos seductores de la inmediatez, sino que su pensamiento solicita a sí mismo, para la producción objetiva, una verdadera ruptura que cure al espíritu de sus delicias, arrancarle del narcisismo de la evidencia primera y que cada cual se apresure a escapar de la rigidez de los hábitos contraídos por el espíritu al contacto de las experiencias2. Así, la razón, una vez libre ya de toda sujeción material, es animada hacia el conocimiento objetivo por una filosofía que le permite también su desarrollo. La verdad objetiva es resultado de una producción constante a la cual se accede mediante una filosofía abierta, es decir, que adopte la posición de que la exactitud no es sino un obstáculo a la razón y por tanto, un obstáculo para el desarrollo progresivo de la verdad. Gaston Bachelard, La formación del espíritu científico (1985), 21.

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Gaston Bachelard, Psicoanálisis del Fuego (Alianza, 1966), 13-15.

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Poema ?

Omega Nula

Ytzel Maya Estudiante de la Licenciatura en Lingüistica

Te veo, Tierra llevas la lucha a los ojos noveles (sin luz y marchitos de alazanes) Ya no te sometes submarina a los pies desnudos ni te arrodillas en coágulos de las lágrimas hermanas ¿estás derrotada del cielo que se derrite bajo el cartón de tus casas? El niño que se sienta en ti ya no come de tu carne es su cabeza a la deriva que riega la desesperanza sus manos cortadas son la corona de tu patria y sus sueños te observan lejanos sin costras ¿Qué le vas a decir a su padre cuando despierte debajo de ti?

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La uña que desgarra tu madera dolor encuentro palpitante entre la sabia y su tejedora de mentiras Ella descose su piel enfrente del fuego (no puede gritar ni hundir sus muñones en ceniza) águila monocromática del escarlata al carmín de nubes huecas son sus pétalos piernas que ruedan dirección al sol Te tengo aquí, Tierra encarnada de tu propia fumigación tus hijos son cadáveres de ocote que marchan en el telar ciego paralelo a ellos la bestia maestro titiritero (la oruga sin alas ni cráneo de guías reales) Ya no puedes tus paredes ensangrentadas gritan al silencio no eres la fuerza conjunta de tus mares débil e impaciente juras a tu música y a las horas de tu furia que la primavera no se despierta si no hay frío la lluvia no va a perdonar tus cicatrices tus alas paralizadas jugarán a tocar su cuerpo inerte Tú y tus hijos son los lagos de auroras boreales lucharán con sus costillas como espadas sus vertebras fingirán caer del glaciar homínido

y sus venas circularán al unísono de sus voces.

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Egresados

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DISCURSOS EN TORNO AL CONFLICTO,EL CAMBIO Y LA IDENTIDAD EN MIGRANTES Cruz Gracía Lirios Doctorante en Psicología Social y Ambiental por la UNAM Co- autores Javier Carreón Guillén,María de Lourdes Morales Flores

El objetivo del presente trabajo fue establecer la relación entre el conflicto y el cambio social derivado de los procesos migratorios en la comunidad huasteca de Xilitla. A partir del análisis de discurso en torno a la travesía, estancia y retorno, se ponderaron aquellos elementos relativos a la identidad molar definida como los usos y costumbres significativos para alguno de los tres procesos migratorios. En referencia al contexto socioeconómico, se interpretaron símbolos de identidad de acuerdo a la tradición de empleo, edificación del patrimonio y apropiación de plazas. Los resultados permitirán establecer criterios de discusión en torno a la migración, la identidad y el desarrollo local. Se espera que las interpretaciones realizadas puedan contribuir a la construcción de una agenda municipal en materia de empleo, salud, recreación y sustentabilidad. Introducción En el caso de Xilitla, la vulnerabilidad hídrica, precariedad laboral, intensidad migratoria e identidad resiliente son el resultado de la pertenencia, categorización, representación e identidad social. Es decir, la escasez de agua y las actividades comerciales, explican la migración y la emisión de remesas, pero los procesos psicosociales plantearían que la disponibilidad de agua y las labores comerciales de Xilitla son el resultado de conflictos que estructuraron en minorías y mayorías a las comunidades y localidades de la región. Al parecer, los símbolos normativos de la entidad que se construyeron al interior de la micro-región huasteca, contribuyeron decisivamente en el desarrollo local de Xilitla. Es decir, el núcleo de representación simbólica delineó los ejes de búsqueda de oportunidades en el que la migración fue un instrumento primordial. Una vez agotados los recursos hídricos, la agricultura dejó de ser el sostén económico local. Las autoridades gubernamentales incentivaron el turismo y el comercio que comprometió, aún más, la sustentabilidad de la región. En primera instancia, la migración fue una válvula de escape y posteriormente, se transmutó en un instrumento de resiliencia. Alrededor de los flujos migratorios, se estructuraron redes colaborativas y nodos de remesas.

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Egresados uam-i Una vez enviadas a la región, la economía local se reactivó, pero a costa de reestructurar a las mayorías que siguieron practicando la agricultura y a costa de enaltecer a las minorías que diversificaron el comercio de la región. Tal proceso resultó insuficiente para siquiera preservar los recursos comprometidos por su escasez. La región de Xilitla se encuentra en una situación tal que su relación con la naturaleza no parece preocuparle siempre y cuando no comprometa sus usos y costumbres. En este sentido, el estudio de la preservación del entorno indicaría el grado de sustentabilidad, vulnerabilidad y resiliencia de la región. Por ello es necesario interpretar los discursos que la comunidad migrante de la región huasteca manifiesta ante la escasez de agua, la precariedad laboral y la búsqueda de empleo fuera de la región. Método

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Se llevó a cabo un estudio exploratorio y comprensivo con grupos de familias y amigos de migrantes. La muestra fue no probabilística y se seleccionó a partir de la técnica “efecto bola de nieve”. Se empleó una guía de entrevista con categorías relativas a la migración, el empleo, el retorno y la reinserción laboral. Para llevar a cabo dichas entrevistas se contactó a una familia de hijos migrantes y se procedió a entrevistarla previa cita y acuerdo de confidencialidad. Se llevó a cabo un análisis de contenido y discurso en el que se establecieron frecuencias de palabras claves que sirvieron para seleccionar párrafos de las entrevistas. Resultados La dinámica de inserción laboral y bienestar subjetivo es alta y por ende satisfactoria. En términos generales, las entrevistas reflejan un cúmulo de oportunidades que fueron aprovechadas por sus hijos o conocidos e impactaron favorablemente en la localidad. Sin embargo, en el discurso de los entrevistados predomina una identidad endógena y actual en detrimento de una identidad exógena y prospectiva. Es decir, los discursos reflejan expectativas satisfechas en algún momento del tiempo, pero también es posible inferir la incertidumbre en ellos ya que las oportunidades laborales locales son mínimas con el retorno de migrantes y el abaratamiento de la mano de obra agrícola así como de los productos de la micro-región. En este sentido, la concentración de los discursos en el pasado reflejaría el escudo protector e impulsor que los individuos adquieren al momento de insertarse en un grupo que les provee o encarga su capital social-comunitario.

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Egresados uam-i Tal situación les permite a los entrevistados considerar que su bienestar personal y familiar está asegurado, pero el reconocimiento de la labor de otros grupos migrantes les permite visualizar a Xilitla como una localidad empleadora de mano de obra agrícola que emigra a esta demarcación buscando una mejor paga. Precisamente, la identidad exógena que subyace en las entrevistas, aunque mínima, refleja la importancia del capital social en tanto red de relaciones intersubjetivas en torno a una actividad remunerada. Si bien es cierto que el capital edificado es producto de la dinámica familiar, las edificaciones de Xilitla son reconocidas como el producto del trabajo de una comunidad y sus migrantes. En tal sentido, la identidad endógena asociada con la exógena probablemente incentivó la migración, el empleo en el extranjero, el retorno y la reinserción entre quienes decidieron cubrir el ciclo. No obstante que las entrevistas reflejan discursos de inserción laboral y bienestar personal muy altos, cabe señalar que la ausencia de expectativas a futuro podría desincentivar la calidad de vida de los habitantes de Xilitla. A medida que los individuos enaltecen su vida pasada, incentivan sus actos prospectivos, pero en los discursos de los entrevistados la propensión al futuro está ausente, aunque la aversión al pasado es inexistente y más bien el presente, al ser comparado con el pasado, refleja un malestar que no se deriva de la dinámica grupal, sino más bien de la situación ambiental por la que atraviesa la micro-región. En síntesis, los habitantes de Xilitla, insertos en un grupo de migrantes reflejan en sus discursos expectativas de satisfacción que fueron construidas en el pasado y que a pesar de la crisis actual, sus recuerdos siguen siendo un referente para comprender su satisfacción laboral, aunque su ingreso cada vez está más mermado por la crisis ambiental. Se trata de una identidad grupal y laboral que podríamos llamar molar ya que resulta ser significativa para los entrevistados al momento mismo de recuperar los hechos tales cuales fueron re-significados por ellos al momento de observar un cambio en su bienestar personal y familiar.

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Egresados UAM-I Discusión El presente trabajo complementa los hallazgos de Alaminos respecto al etnocentrismo1.La identidad molar explicaría la defensa de usos y costumbres, que al ser concretizados en estilos de vida y construcción de edificaciones señalan la dinámica grupal. Ésta permite a los integrantes de una familia adoptar habilidades laborales y puestos de trabajo para la preservación del grupo en lo particular y la comunidad en lo general. En este sentido, GarcíaLirios2 señala que la representación social de los espacios construidos no sólo reflejan la identidad grupal, sino que además la incentivan al cambio. Se trata de una dinámica psicosocial en la que las comunidades migrantes evidencian sus intenciones de preservar los usos y costumbres que los diferencian de otros grupos.

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Sin embargo, Checa y Arjona3 encontraron que el etnocentrismo también implica barreras para el desarrollo local en situación de crisis. En el presente trabajo, la crisis ambiental parece influir en la identidad prospectiva de los entrevistados, aunque la identidad actual e introspectiva parece incidir en sus discursos de satisfacción y bienestar más que en la discriminación a minorías que se estableció en un estudio con adolescentes4, a quienes el apoyo de su grupo de referencia no redujo su nivel depresivo. En contraste, se estableció que el apoyo social de las familias y amigos de migrantes facilitó su inserción al campo laboral y en el caso de un retorno, permitirá su reinserción productiva. En ambos casos, inserción laboral o reinserción productiva, la seguridad y la estabilidad representan expectativas en la población joven migrante5. La identidad endógena, aquella que se deriva de las decisiones de pertenencia a un grupo familiar o de amigos que preparan al individuo para el trabajo, podría explicar la dinámica de confianza y compromiso laboral que estas personas desarrollan cuando trabajan con sus parientes y conocidos. Antonio Alaminos, Cristina López y Oscar Santacreu, “Etnocentrismo, xenofobia y migraciones internacionales en una perspectiva comparada”, Instituto Universitario de Desarrollo Social y Paz (España: Universidad de Alicante, 2010). 2 Cruz García Lirios, “La dinámica psicosocial de las comunidades migratorias”, Enfoques XX, núm. 2 (2008), 49-64. 3 Ángeles Arjona Garrido & Juan Carlos Checa Olmos, 2011. 4 Francesca Cristini. Luca Scacchi, Douglas Perkings, Massimo Santinello, & Alessio Vieno, “The influence of discrimination of migrant adolescent depressive symptoms: what buffers its detrimental effects?”, Psychological interventions, núm. 20, (2011), 243-253 5 Patricia Mercado & Rosa Nava, “Calidad de vida y expectativas de migración en jóvenes de zonas rurales del Estado de México”,. Población y salud en Mesoamérica, núm. 10 (2013), 1-20. 1

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Egresados UAM-I No obstante, las diferencias de género son para Moreno1 factores de diferenciación al momento de explicar el estrés laboral. A decir de los autores, los hombres se estresan en su trabajo a medida que las relaciones laborales se vuelven cínicas y las mujeres alcanzan un mayor agotamiento cuando los niveles de exigencia son muy altos. En la presente investigación, la identidad molar explicaría los niveles altos de estrés ya que la desconfianza y la indisciplina son producto de una identidad molecular, aquella en la que las personas sólo se circunscriben a una serie de actos esperando un beneficio. En cambio, la identidad molar implicaría un cúmulo de significados que hacen de la actividad laboral una serie de actos voluntarios y satisfactorios. A partir de tales diferencias y similitudes con otros estudios, se recomienda ampliar la investigación a la exploración y descripción de oportunidades laborales en el sector servicios, ya que la entidad tiene un capital natural que podría aprovechar para incentivar el turismo. Un estudio relativo a las habilidades expositivas, persuasivas y gastronómicas permitiría explicar el cambio generacional en torno a la productividad y el desempeño laboral. En dicho trabajo, la identidad molar sería determinante de la competitividad en la micro-región. 41

Vladimir Martínez González Estidiante de la Licenciatura en Ciencia Política María Moreno, María Ríos, Jeús Canto, Jesús García & Fabiola Perles, “Satisfacción laboral y Burnout en

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trabajos poco cualificados: diferencias entre sexos en población inmigrante”, Revista Psicología del Trabajo y las Organizaciones, núm., 26 (2010), 255-265.

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El devenir de la memoria

EL DEVENIR DE LA MEMORIA Reseña Nota al Pie Texto: Anaid Varela Varela Fotografías: Olimpia Martínez

Cuando escucho a alguien hablar de cómo el tiempo le pasa muy rápido o muy lento, me pregunto de dónde le vienen esas sensaciones. Yo siento que me pasa –y ya. ¿Estas impresiones nos abruman o nos dan gusto? ¿Cambian la manera en que esperamos el futuro, en que recordamos el pasado? ¿Cómo, si es que lo hace, se ve afectado el paso del tiempo con la velocidad en que nos comunicamos y recibimos información en esta era?

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La exhibición El ojo en el tiempo en el Museo de Arte Carrillo Gil contesta alegremente mis preguntas con más preguntas, para el detrimento de aquellos que le atribuyen al tiempo propiedades esclarecedoras. Carlos E. Palacios, curador invitado, reúne la producción artística del siglo XXI para conversar en torno a las formas de percibir el tiempo, con todas las contradicciones y la diversidad de la era de la globalización. Esta selección de la Colección Adrastus, de Javier Lumbreras y su esposa Lorena Pérez-Jácome, tiene por objetivo representar las capas del paso de las eras y los años, en una secuencia que juega con las distorsiones y subjetividades con que los contamos. La exposición comienza con piezas que remiten a la fuente de las experiencias, aquel torrente de sorpresas que es la niñez, con sus consiguientes esfuerzos por recordarlo todo, acomodarlo de nuevo y darle algún sentido. Hacer de algo fugaz algo duradero y hasta eterno ocupa buena parte del resto de nuestras vidas, que pasamos queriendo agarrar en un puño momentos que se van como un respiro. ¿Cuánto tiempo, por cierto, podemos guardar un aliento? Breath on both sides (2009), de Roman Ondák, representa la interrupción de ese ritmo mecánico para contenerlo en la ingenuidad de un globo rojo, de donde sabemos escapará tan imperceptiblemente como se lo permitamos. Del mismo artista encontramos también Cajón del entusiasta (2012), que contiene objetos aparentemente insignificantes de la calle y encuentran siempre un hogar en el cajón olvidado de nuestras memorias, y Keyhole (2012), que nos deja ver sólo lo suficiente para imaginarnos que hay allá afuera.

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El devenir de la memoria El concepto de origen irremediablemente nos conduce a los de reproducción y memoria, ilustrados en dos piezas en particular. La primera, Biblioteca de anarquismo y anarquistas (2009-presente), de Juan Pablo Macías, es la instalación de copias de libros anarquistas, encuadernados con papel de lija negro, que levanta los elementos rasposos de la superficie de sus lectores y nos confronta eventualmente con sus núcleos.

43 La segunda es la pintura de Slawomir Elsner Erste Dame der polnischen Museen (2006), que recrea cada evidencia del paso del tiempo de una vieja fotografía, y nos deja preguntándonos el valor que añaden los años a un recuerdo y cómo lo nuevo pasa a apropiarse de cada historia que no le pertenece. Si bien hay un tiempo para todo bajo este sol, la obra Salpicadura uno (2004) nos orilla a buscar un momento para ser subversivos dentro de lo institucional. El escocés Jim Lambie nos presenta una pieza monocromática compuesta por el reverso sin imprimir de portadas de viejos discos de vinilo, rematadas con recortes de ojos violentamente sujetados con cinta negra, un tema recurrente en su usualmente colorido portafolio. Así, invocando las caras del narcisismo inescapable de este siglo, el espectador es enfrentado al escrutinio de una mirada descompuesta que nos encuentra aquí, llenos de expectativas, observando de vuelta un espejismo.

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El devenir de la memoria Los pesos del pasado, el presente y el futuro parecen querer alejarse de ellos mismos en la exhibición, si bien las piezas más sobresalientes encuentran la manera de integrar en sus dimensiones estas temporalidades. Tal es el impacto de Sobre este mismo mundo (2009), un largo pizarrón en que se ha escrito y borrado incontables veces. Uno de los pocos rastros legibles en la superficie verde oscuro –pronta a ser remplazada por herramientas electrónicas- es el signo para infinito, cuyas curvaturas son casi tan reveladoras del propósito de la pieza como su segundo componente: montañas de polvo blanco, evidencia del proceso de aprendizaje producto de trazos de gis. ¿A dónde ha ido todo el conocimiento del que ahora sólo quedan borrones, y por qué necesitaríamos testimonio de ello? Puede que registros como éste, aún si nadie más los conoce, nos recuerden todos los momentos que nos llevan a algo, pues algo tiene de arriesgado el creer que las cosas han sido siempre tan puras y perfectas como aparentan.

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La diagonal (2009) de Katinka Bock es un hilo tensado a lo largo de una sala, listo para desconcertar a aquellos que no están buscando el filo apenas perceptible de tantos momentos que dejamos pasar. Pero con Guards kissing (2012), incluso los cazadores de instantes descubrirán con extrañeza que dos custodios se besan como parte de la exhibición, dejando escapar a ratos los detalles de la situación concebida por Tino Sehgal, quien nunca permite que quede documentación alguna de sus piezas ni la compra de ellas más allá del recuerdo de quien las presenció. Yo, que conocía la existencia del performance pero nunca lo había visto en acción, sonreí evasivamente para sacudirme su conducta tan discretamente visceral, que es lo que probablemente hacen ellos cuando me tienen que vigilar enamorándome de un cuadro en la intimidad de los museos.

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El devenir de la memori Para vislumbrar los finales, nada como la amenaza de lo inevitable en las piezas Disparo (2010) y Waiting for a train (2006), de Gonzalo Lebrija y Justin Lieberman, respectivamente. Mientras otro asistente me las describió como perturbadoras, yo las encontré bastante plácidas en su representación de la certeza de que todo se acaba, de cara a lo que queda después de que los plazos se han cumplido y las fechas han llegado: cartas, fotografías, vestigios de las calles que andamos, tantas bocanadas de aire, huesos, humo y otros pedazos de nosotros y las historias que contamos. Es mediante todo lo que el tiempo destruye y nuestra memoria construye, y viceversa, que existimos más allá de lo que nos toca. El ojo en el tiempo continúa en exhibición hasta el 12 de enero de 2014, así como la igualmente recomendable exposición Notas contra Notas, en el Museo de Arte Carrillo Gil (Av. Revolución 1608 esq. con Altavista, San Ángel).

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Frentes de debate

FRENTES DE DEBATE

Comité Organizador 2013

del Coloquio de Ciencia Política El Coloquio Estudiantil de Ciencia Política comenzó en 2011, cuando un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa (UAM-I) se planteó la posibilidad de crear un espacio de debate entre estudiantes de la disciplina. Se han montado tres ediciones desde entonces, y quisiéramos compartirles unas notas sobre la más reciente. Para empezar, decidimos abrir la convocatoria a estudiantes de otras disciplinas, unidades e incluso universidades, así como modificar el modelo de debate, con el objetivo de hacer más dinámica la participación de los ponentes y la audiencia. No solamente recibimos investigaciones de las principales universidades del Valle de México, como la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), sino que también pudimos conocer el importante trabajo que desarrollan nuestros compañeros de carrera en el interior de la República.

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La tercera edición del Coloquio se llevó a cabo del 7 al 10 de octubre en la UAM-I, con la mesa inaugural a cargo del Dr. Víctor Alarcón Olguín, quien nos habló sobre los retos del politólogo en el siglo XXI. La primera mesa de estudiantes versó sobre la Cultura Política, en ella participaron Jesús Mendoza Armenta y Marco Antonio Gil Soto por parte de la Universidad Autónoma Indígena de México con su ponencia “El ciudadano mexicano aprisionado dentro de la democracia ad baculum”. Además, se contó con la presencia de Santiago Francisco Duarte Castellanos, de la UAM-I, quien presentó el trabajo “Construcción de ciudadanía en la escuela primaria”. El segundo día contamos con dos mesas de estudiantes. En la primera se abordaron las Relaciones Internacionales, donde nuestro primer ponente, Francisco Bonilla Moguel procedente de la FES-Aragón, expuso“Los retos de México como miembro del G20 en el marco de la presidencia rusa”; mientras que la segunda ponencia estuvo a cargo del compañero Said Ascencio Salazar, de la UAM-I, quien hizo un balance sobre “México a 20 años del TLCAN”. La segunda mesa del día exploró temas de Cultura Política, y tuvimos la oportunidad de conocer la investigación “La justicia intra-partidaria como elemento novedoso para el desarrollo de la cultura política” de Israel Quiroz Moreno, procedente de nuestra institución; además de la colaboración entre Carlos Alberto Ramos Zúñiga (UAM-I) y Omar Martínez Cedillo, (UNAM), quienes presentaron una “Crítica a los partidos políticos desde una perspectiva marxista”. El tercer día estuvo saturado de excelentes ponencias, como evidenció la presentación de “Nueva gestión pública y su implementación. Modernización o inercia modernista”, de

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Frentes de

debate

Christian Jesús Hernández Cervantes, quien nos visitó desde la Universidad Autónoma de Baja California. En la segunda mesa del día, los Maestros Pablo Javier Becerra Chávez, Javier Santiago Castillo y Manuel Larrosa Haro, profesores de esta universidad, nos hicieron una breve reseña del “Anuario electoral 2012”, al tiempo que nos contaban sobre su quehacer investigativo. Nuestra última mesa, sobre Movimientos Sociales, fue una de las más memorables gracias a la calidad de sus ponencias y las oportunas intervenciones de su moderador. En ella, Citlali Pérez Luque (UACM) y Héctor Fabián García (UAMAzcapotzalco) nos presentaron dos caras de una moneda, con los trabajos “El despertar de la juventud mexicana: más allá del Movimiento #YoSoy132” y “Tres etapas previas a la consolidación del movimiento #YoSoy132”, respectivamente. Ambos ponentes defendieron sus posturas con argumentos que demostraban su conocimiento sobre el tema y fueron motivo de discusión entre ponentes y audiencia. El último día arrancó con una final mesa de estudiantes, cuya temática versó sobre los Movimientos Sociales. Los compañeros Francisco Damián Olvera Mejía, de la UACM, y Verónica Janeth Castillo Bravo, de la UAM-I, expusieron sus investigaciones sobre “La criminalización de la protesta en México: el caso de la CNTE” y “Medios de comunicación y su influencia en la percepción social: el caso de la reforma educativa”, respectivamente. A manera de cierre, contamos con la presencia del Dr. Enrique Cuna Pérez, Jefe del Departamento de Sociología de nuestra universidad, y del Lic. Urbano Barrera Sánchez, (Universidad de Periodismo y Arte en Radio y Televisión), quienes desde perspectivas distintas abordaron el tema “La influencia de los medios de comunicación en los regímenes democráticos: el caso mexicano”. Sin duda ha sido una gran experiencia y por esto, como Comité Organizador, hemos decidido extender la invitación para que los estudiantes interesados en formar parte de ella se acerquen; creemos que cualquier proyecto que genera el diálogo y debate entre estudiantes en un escenario de interacción directa merece que se luche para mantenerlo. En próximas fechas haremos pública la Convocatoria para renovar al Comité Organizador. Queremos expresar nuestro agradecimiento a los compañeros que con su asistencia en las ediciones pasadas nos dieron los bríos necesarios para seguir adelante. Igualmente, agradecemos a todos aquellos que participaron en esta ocasión enviando sus trabajos, a los ponentes, estudiantes, investigadores y moderadores. Agradecemos a la Coordinación de Ciencia Política, al Departamento de Sociología y en especial al Dr. Enrique Cuna, de quien recibimos apoyo incondicional en todos los sentidos, pues no sólo nos proporcionó los recursos materiales sino también el apoyo moral necesario para seguir adelante, pese a los retos encontrados en el camino.

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