culturas
N° 20 Suplemento de
artes y letras
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 20 de marzo de 2005
Perelétegui
JESÚS PORTAL
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El artista combina fotografía, arquitectura y pintura en su Serie negra, expuesta en la galería Adora Calvo
El espacio como escenario 3 F. URDIALES
6 DAL MASETTO
El director de Teatro Corsario es el primer autor teatral al que se le concede el Premio de las Artes de Castilla y León.
El escritor ha creado un violento personaje colectivo, de nombre Bosque, en su novela Siempre es difícil volver a casa, publicada por Tropismos.
N°20
2 culturas
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 20 de marzo de 2005
Portal pertenece a una generación de artistas de esta ciudad que han entendido jlosesús cambios que se vienen produciendo en el arte contemporáneo para crear su obra. Son autores que se mueven con soltura en ese terreno híbrido entre soportes que permiten las nuevas tecnologías y que enfocan su mirada hacia problemáticas y discursos que están en la raíz de la cultura actual. Portal expone en la galería Adora Calvo su último trabajo, Serie negra, una colección de imágenes
que aúna elementos arquitectónicos, fotografía e intervención pictórica. Son interiores tomados de las revistas de decoración que el artista ‘interrumpe’ con planos de pintura de color, hablando de una sociedad fragmentada y narrando historias que necesitan la intervención del espectador para completarse. La serie es un nuevo paso en su sólida apuesta estética. Nos alegra esta semana la concesión a Fernando Urdiales del Premio de las Artes de Castilla y León 2004. El actor y di-
Recortes 1 LA ESPAÑA MACARRA, EN MONDO BRUTTO El fanzine Mondo Brutto –Actualidad Bizarra para Brutos Mecánicos– acaba de publicar su número 33, un ‘Especial Macarra’ con todas las cargas de profundidad a las que nos tiene acostumbrados. Con su habitual incorrección y esa capacidad para hacer relecturas de los tópicos sobre los que se basa nuestra cultura, propone un recorrido por personajes como el boxeador Dum Dum Pacheco, Encarna Sánchez, Los Burning, Bill Hicks, el creador de la cadena Kentucky Fried Chicken, una entrevista a ‘El Pirata’, ese clásico de la radio, la increíble historia de Justo Gallego –que está construyendo desde hace años una catedral en Mejorada del Campo– y la pintura de Edward Munch. Uno de los artículos centrales del número es el acercamiento –periodísticamente hablando– al actor porno Nacho Vidal. Grace Morales sostiene que todo español quiere ser como él y no parece descaminada teniendo en cuenta el triunfo de su estética en las opciones de ocio de todo centro comercial que se precie y su dominio escénico: Nacho Vidal es el invitado perfecto de ‘Crónicas Marcianas’. Un número más, Mondo Brutto sigue siendo una lectura tan interesante, por lo bien escrita, como divertida.
2 FANZINES DIGITALES ‘Fondo Perdido’ es un muy buen recurso para enterarse de las actualizaciones de todos esos fanzines que se publican digitalmente y que puede que tengan algún interés para nosotros. Desde cómics de autores desconocidos y tiras cómicas hasta sitios para los amantes de Harry Potter.
3ENCUENTRO KUSTURICA Y MARADONA, EL DE DOS GRANDES Conocíamos ya una película sobre Diego Armando Maradona, He visto a Maradona, título que recoge el cántico de los aficionados argentinos, orgullosos de haber tenido en su equipo al mejor jugador de todos los tiempos. El filme, de producción italiana, es un documental que se centra en la etapa
rector del Teatro Corsario lleva más de veinte años sobre las tablas derrochando coherencia y reclamando un lugar digno para el teatro, entendido éste como ‘servicio público’, como forma vigente para representar de manera cercana las cosas que nos importan. Entrevistamos a Antonio Dal Masetto, un italiano emigrado a Argentina, que la editorial Tropismos está descubriendo en España. Su novela Siempre es difícil volver a casa hace que esperemos con ansia las siguientes.
Antonio Marcos napolitana del futbolista y recoge sus mejores momentos sobre el campo, pasando por encima de los problemas de su vida personal. Consciente de su carácter de mito –acaba de publicarse un libro que recopila los escritos de Vázquez Montalbán sobre fútbol con el significativo título de Una religión sin dios–, ahora el serbio Emir Kusturica pretende rodar una nueva película que ofrezca una visión idealizada del futbolista. «Conozco gente a la que le gusta el fútbol y me comentó que son muchos los que usan drogas. Con eso no quiero ser indulgente con el tema y no estoy a favor de las drogas, pero a Maradona le considero un artista del fútbol», afirma el cineasta, tan dado al exceso visual en sus películas como lo es la vida de Maradona en general. Sin duda, promete.
4 EL OTRO QUIJOTE J. A. Millán acaba de colgar en su web (jamillan.com) su prólogo para una próxima publicación, en la editorial Poliedro, de El Quijote de Avellaneda, un Quijote apócrifo que vio la luz antes de la segunda parte escrita por Cervantes. Escribe Millán: «El libro de Avellaneda comienza pidiendo guerra desde el mismo prólogo ‘Como casi es comedia la historia de Don Quijote de la Mancha’, y en pocas líneas se deshace en insultos a Cervantes: viejo, manco, orgulloso, deslenguado..., y sin cambiar de página le acusa de haber ofendido a dos personas: a quien escribe ‘y particularmente a quien tan justamente celebran las naciones más extranjeras’, larguísima perífrasis que descubre más que enmascara al entonces enemigo de Cervantes, Lope de Vega». Se han dado centenares de versiones sobre la identidad de Avellaneda, y en el contexto de las celebraciones de la publicación de El Quijote es un debate que da un poco de aire a la festividad.
5La Biblioteca FOTOGRAFÍA AMERICANA Pública de Nueva York acaba de estrenar una sección impagable para el mirón curioso y, sobre todo, para el aficionado a la fotografía: imágenes de distintas colecciones, digitalizadas, sobre la historia de América y sus alrededores.
Arriba, familia emigrante en la Isla de Ellis, en la costa este de Estados Unidos. Imagen del Empire Estate Building en fase de construcción, fotografías que pueden encotontrarse en la Biblioteca Pública de Nueva York (nypl.org)
TEATRO
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 20 de marzo de 2005
El teatro cercano, el nuestro, está de enhorabuena estos días por la concesión del Premio Castilla y León de las Artes 2004 a Fernando Urdiales, actor y director de Teatro Corsario n premio que trasciende lo personal para laurear a toda la profesión, a la que el propio Urdiales se lo brindó nada más conocer la noticia: «No es para mí, no estoy solo, somos muchos». Quienes le conocemos bien sabemos que el trasfondo de este gesto no es la humildad sino, más bien, el compromiso ético y estético que ha conllevado su quehacer desde los lejanos inicios de su andadura. Fueron tiempos duros aquellos ‘años de plomo’, cuando a medio camino entre la lucha política de primera trinchera que remitía y la actividad profesional de la medicina psiquiátrica, este hijo de ferroviario (su verdadera patria chica es esa línea férrea entre León y Valladolid, cuyas estaciones y apeaderos sabe recitar como una oración) pidió la cuenta en el manicomio de Palencia y, con cuatro duros, reunió a unos pocos que elevaron las jarcias del primer barco Corsario, a principios de los ochenta. Ensayando a salto de mata (frío y vino en los pasillos de pisos tan clandestinos como aquellos de la lucha), actuando como se podía y con lo que había... nos acercaron la voz de Handke, Artaud, Tennessee Williams, Cocteau o Lewis Carroll. Sin olvidar aquel homenaje a la poesía en Diciéndolo de nuevo, donde se daba voz a poetas que vivían y escribían en ese momento en la más rigurosa cercanía y actualidad. El interés por los clásicos fue posterior, pero nunca ajeno al mismo impulso de renovación y contemporaneidad. «No merece la pena estar en el teatro clásico desde un punto de vista meramente arqueológico», ha afirmado el director de Corsario en muchas ocasiones. La renovación de los signos, de los códigos para vivificar el teatro del Siglo de Oro y que tenga sentido para decir cosas hoy, es una labor dramatúrgica de alto riesgo. Los referentes estéticos de este creador son de lo más heterogéneos. Su admiración por un artista como Tadeusz Kantor o el cine expresionista alemán concuerdan en su mesa de trabajo con el alto grado de erudición al que ha llegado con autores como Tirso, Lope o Shakespeare y, señaladamente, Calderón de la Barca, sobre el que es una auténtica autoridad. Su labor como hombre de teatro ha sido exhaustiva y minuciosa en todos los frentes. No sólo ha dirigido y ha sido actor de los montajes de la compañía, sino que ha
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Un corsario en la corte castellana y leonesa
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Fernando Urdiales, fotografiado por Míriam Chacón. Abajo, imagen del montaje Titus Andrónicus, dirigido por Urdiales (fotografía de Luis Laforga)
conseguido con su talento para la escenografía y la iluminación lo que, en el ‘mundillo de las tablas’, se ha dado en llamar el estilo Corsario. Especial mención merecen, a mi modo de ver, dos de sus producciones más arriesgadas: Pasión y Coplas por la muerte. No porque sean las mejores sino porque ejemplifican muy bien la versatilidad de su imaginación como autor total. En el primer caso, habiendo conseguido dar vida a la escultura del Barroco español, arrancándola de su hieratismo para mostrar el dramatismo encriptado en las piezas. En el segundo, por crear un hecho teatral de grandísima originalidad
a partir de textos medievales no teatrales. Inolvidables para cualquier espectador atento son sus montajes, Titus Andronicus, Edipo Rey, El gran teatro del mundo, Don Gil de las calzas verdes, Comedias Rápidas, Celama, etc... Veinte años de labor constante, abnegada y muchas veces con sacrificios extremos. Siempre en la brecha, luchando por la dignidad de esta profesión que él defiende como «un servicio público». Y no se trata, como piensan muchos, de vivir de las subvenciones, sino de reivindicar de nuestras amnésicas instituciones la creación de un marco profe-
sional en que se considere al teatro eso: una profesión digna. Que los actores, directores y técnicos de teatro tengan una vida razonable. Por los vivos (que comen y tienen hijos) y por los muertos (que ya hay una lista de los que se han ido quedando en las carreteras, obligados como están a hacer, en algunos casos, cuarenta o cincuenta mil kilómetros al año por el raquitismo cultural de nuestra Comunidad). Estamos seguros de que este premio servirá a Fernando Urdiales para continuar su lucha estética (ya está preparando un Colón que dará que hablar) y ética (que
La trayectoria de un autor total Fernando Urdiales, fundador de Teatro Corsario, ha intervenido como actor y director en los montajes Diciéndolo de nuevo (1982), Sin abuso de desesperación, de Tennessee Williams (1982), La caza del snark, de Lewis Carrol (1983), Comedias Rápidas, de Jardiel Poncela (1984), Insultos al público, de Peter Handke (1986), Sobre Ruedas, tras los ‘pasos’ de Lope de Rueda (1987), Pasión (1988), El gran teatro del mundo, de Calderón de la Barca (1990), Asalto a una ciudad, de Lope de Vega / Alfonso Sastre (1991) y Amar después de la muerte, de Calderón de la Barca (1993). Además ha dirigido Clásicos locos (1994), La vida es sueño, de Calderón (1995), Coplas por la muerte (1996), Edipo Rey, de Sófocles (1998), El mayor hechizo, amor, de
Calderón (2000), Titus Andrónicus, de Shakespeare (2001), Don Gil de las calzas verdes, de Tirso de Molina (2002), Celama, de Luis Mateo Díez (2003). En preparación, Retablo de Colón.
las instituciones entiendan de una vez que los ‘teatreros’ son la voz disonante contra el poder, la conciencia de los ciudadanos, la catarsis de nuestras frustraciones humanas... Y que por eso han de mimarles, aun más cuando no les ‘bailen el agua’). Buen momento éste para rescatar a gritos las palabras de Fernando Urdiales en el II Congreso de las Artes Escénicas en el Auditorio de León, hace algún tiempo. Quizás son ahora más pertinentes que nunca las opiniones expuestas en su ponencia que llevaba el revelador título, ‘Las tripas del teatro. Disección ética y estética’, donde reflexionaba con ironía sobre el estado de cosas: «No debemos tolerar que la vida de los profesionales del teatro esté plagada frecuentemente de sacrificios, penurias, frustraciones, amargura. Hay que conquistar un tiempo y un espacio para la reflexión, para el juego, para la integridad personal, para la proyección y el reconocimiento de nuestro papel en la sociedad». Esto es amor, quien lo ha probado lo sabe. Este premio al teatro de Castilla y León, ejemplificado en la señera figura de Fernando Urdiales, nos llena, a todos aquellos que nos dedicamos al arte y a la cultura, de orgullo y de esperanza. ¡Larga vida al teatro! Víctor M. Díez
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Las vidas interrumpidas de Jesús Antonio Marcos
as imágenes de Jesús Portal están llenas de interrogantes. Bajo la aparente sencillez de formas arquitectónicas y planos de colores, el espectador intenta descubrir sucesos, historias, aconteceres que se nos niegan mediante la ocultación y la fragmentación, toda una metáfora sobre la visibilidad, la representación y el estatus de realidad en la sociedad del espectáculo y del simulacro. Acostumbrados a la proximidad casi obscena de los más recientes formatos audiovisuales masivos, Portal nos propone un
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Jesús Portal (Salamanca, 1970) presenta en la galería Adora Calvo su trabajo más reciente, Serie Negra, donde ahonda en el aspecto dramático de los espacios arquitectónicos conjugando fotografía y pintura.
enfriamiento, una lejanía con las historias que narra para que como espectadores podamos completar la obra, imaginar qué ha ocurrido o puede ocurrir en esos espacios. En sus series anteriores, el artista había trabajado sobre la sensación de aislamiento, de vacío, de las grandes construcciones arquitectónicas contemporáneas. Espacios para la incomunicación y la estabulación: «El exterior, ese más allá que adivinamos tras los muros de estas obras, como lugar inhóspito; el interior como ámbito de reclusión, de ensimismamiento. Todo un diagnóstico psicosocial», en palabras del crítico Ja-
vier Hernando. Ahora, Portal ha añadido una carga dramática a sus imágenes, y de los grandes edificios ha pasado a los interiores, misteriosas estancias cuyo valor normativo, de ‘estilo’ –están sacadas de revistas de decoración– se convierte, en opinión de Cristóbal Álvarez, en «lugar de romances apasionados y de asesinatos, o de terror suburbano». Con la manipulación de neutras imágenes reales, Portal elabora ficciones frías y enigmáticas. «Al plantearme esta nueva serie, al enfatizar en lo dramático, en lo emocional, en crear pequeñas historias, estoy insistiendo en la concepción del espacio como telón de
fondo de nuestras pasiones o de nuestras frustraciones. Me interesa ese concepto de escenografía, de artificio, y la quietud y el silencio, ese momento suspendido, la elipsis, unos espacios de acción con el tiempo detenido que debe ser completado por el espectador», afirma el artista. Jesús Portal se aleja aquí del ‘no-lugar’ –esos espacios sin personalidad propia que son iguales en todos los lugares del mundo; no hace falta poner muchos ejemplos– a través de la carga dramática, aunque de alguna manera conserva ese carácter. «Es un concepto que me sigue interesando, porque la reproducción del
ARTE
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Imágenes de Serie negra, el último trabajo de Jesús Portal
s Portal ‘no-lugar’ es algo orgánico, se le ve crecer por todas partes. El utilizar imágenes tomadas de revistas de interiorismo, de decoración, va en esa línea, porque tienen un deseo de marcar estilo, uniformar, crear un consenso en torno al gusto». Una referencia importante en su obra es el cine: elipsis, montaje, narración... son términos cinematográficos que están en esta serie. «De alguna manera, mi trabajo pretende desarrollar plásticamente lo mismo que hace Wong Kar-Wai en cine. Siempre está jugando con nosotros como espectadores con su discurso fragmentado, la ralentización de la ac-
ción». Algunas de esas habitaciones podrían haber sido decorados de Carretera Perdida, de David Lynch, por su aire cargado y misterioso. Hasta ahora hemos hablado de los conceptos que se reconocen en la obra, pero ésta es ante todo la obra de un pintor, no la de un artista conceptual. Portal sigue un procedimiento técnico que provoca extrañeza al espectador y otorga al resultado final una carga metalingüística que la hace aún más interesante: toma imágenes de revistas, de los medios de comunicación, interviene en ellas pictóricamente y después escanea el ‘cuadro’ para convertirlo en una nueva fotografía. La pintura está, pero no se muestra como tal sino como un elemento digital más. El resultado es una hibridación entre las estructuras arquitectónicas, las fotografías apropiadas y la pintura. «Empecé pintando inte-
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De alguna manera, mi trabajo pretende desarrollar plásticamente lo mismo que hace Wong Kar-Wai en cine. Siempre está jugando con nosotros como espectadores riores, pero buscaba un medio con el que pudiera contar ciertas cosas y en la pintura encontraba limitaciones. No pensé en hibridar ni en buscar el diálogo de los distintos medios, ni ampliar las posibilidades de la pintura. Ni siquiera fue un proceso meditado, pero esta combinación hacía el discurso más denso y se ajustaba más a lo que que buscaba», señala. Portal da una vuelta de tuerca más a la ya clásica intervención ‘pop’ de la pintura en la imagen seriada. Y no
es gratuita. «El hecho de convertir todo el proceso en una fotografía final tiene que ver con ese juego de imagen, realidad y representación. La gente confiere a la fotografía un estatus de realidad y me parece muy necesario subvertir ese código. El espectador nunca duda de que lo que ve en una foto es verdad y la pintura viene a confundir, a desestabilizar ese estatus». Moraleja: no se crean todo lo que ven, puede estar tan manipulado –e inevitablemente lo está– como estos ‘collages’. El carácter de pintor de Jesús Portal se revela en la composición de las imágenes, en la utilización de los colores. «En esta serie, las gamas han pasado de azules o grises a sienas, ocres, buscando ambientes más tenues, más sombríos y dramáticos. Evidentemente hay un trabajo formal. La pintura tiene que establecer un diálogo con la imagen, porque si la inter-
vención es demasiado evidente, el resultado final no resulta creíble. Selecciono las fotografías en función de la posibilidad de crear ritmos, un ambiente creíble. Hablo de cosas que están en la sociedad y nos atañen, pero hay un gusto por la pintura, si no tanto por la pincelada, sí por la composición». Pese a la variación temática, las constantes de la obra de Portal se encuentran en esta serie: la sensación de aislamiento del individuo en una sociedad fragmentada, el cuestionamiento de las ‘verdades’ impuestas por las imágenes de los medios de comunicación masivos, la preocupación por la interacción entre el hombre y el espacio que habita, la combinación de distintos medios de expresión, que componen una mirada inconformista –entre pesimista y realista– y que busca representar las constantes menos visibles de nuestro mundo.
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Quise fijar la faceta violenta de la gente bienpensante de cualquier parte. Esa ferocidad generalizada, ese mecanismo mediante el cual la acción del conjunto otorga legitimidad a cualquier crimen
Antonio Dal Massetto
ANTONIO DAL MASETTO
«Bosque es la miniatura de un mundo deshumanizado» Antonio Dal Masetto (1938) nació en el norte de Italia pero emigró pronto con su familia campesina a Argentina. Tropismos edita por primera vez en España Siempre es difícil volver a casa, una implacable metáfora de un mundo inhumano. Antonio Marcos
Bosque es un personaje colectivo. Y es uno de los peores que recuerdo. Ha creado la imagen de la crueldad, como esas orcas que juegan con las focas antes de matarlas. Usted ha señalado adecuadamente que el pueblo de Bosque es un personaje colectivo. Y, a mi entender, también es el personaje central de la historia. No los múltiples protagonistas, sino el pueblo como bloque. La de la orca es una imagen válida. Para seguir con el juego de referencias marinas, digamos que estamos ante un pueblo que podría mostrarse como una colonia de amables delfines y cuya alma colectiva es una enorme y tenebrosa orca, que se corporiza, entra en actividad, cuando huele a violencia y a sangre. Se ha definido como un escritorespía, siempre al acecho de una historia. ¿Parte esta novela de una base real, algún suceso? Eso de la actividad de espía for-
ma parte de este oficio. Si no hay un ojo atento, un oído alerta, una necesidad de violar intimidades, de hurtar acá y allá todo el tiempo, no hay cosecha. Todo es alimento. El embrión de esta novela nació de un suceso que leí en un diario de Río de Janeiro, en mi primer viaje a Brasil, tendría veinte años entonces. Se trataba de un asalto a un pueblo, una suerte –creo– de operación comando. En ese momento me dije que ahí había algo interesante para ser elaborado y contado. Pasaron muchos años, más de veinte, y de tanto en tanto aquel posible relato asomaba la cabeza y se mostraba y me decía: Acá estoy, sigo creciendo, sigo desarrollándome. Con el tiempo me olvidé de cómo había sido el hecho inicial, pero llegó el día en que mi propia historia apareció armada, completa, con sus personajes y su desarrollo. Solamente faltaba sentarse y escribirla. Que por supuesto no era una etapa menor. Nos identificamos con los asal-
tantes. Vemos la historia desde su punto de vista. La ley, la justicia, no existen en Bosque. En el pueblo de Bosque lo que prima es la hipocresía, disfrazada por una amabilidad que oculta rencores y rivalidades. La barbarie, cuando se le otorga oportunidad, se convierte en una manifestación natural. Una válvula de escape donde soltar cuanto de oscuro se mueve debajo de la vida pacífica y amable de los vecinos. Sin duda el lector termina identificándose con los asaltantes, ladrones advenedizos, niños de pecho en este asunto de la delincuencia, inconscientes del monstruo que acaban de despertar. Hay un cariño por los personajes pequeños, marginales. Un ebanista al que el pueblo toma por loco es el único humano, mientras una respetable señora acosa y maltrata a su familia. Me interesa registrar esos personajes marginales, que pueden dibujarse con un pincelazo, que brillan un momento y desaparecen, pero dejan en el ambiente una pequeña estela de claridad que rescata un hecho aislado, un momento, un cuadro fugazmente iluminado. Son el complemento necesario para que la historia adquiera carnadura, riqueza y a menudo verosimilitud.
Bosque es un pueblo aletargado. El suceso moviliza y el pueblo se une y lincha, como si sólo recobrara la vida con la sangre. ¿Ha querido fijar la imagen de una Argentina rural, de un momento del país o de la sociedad contemporánea? No diría la imagen de una Argentina rural, sino de la gente en general, de una ciudad, de un país. Si elegí un pueblo rural como escenario es seguramente porque, en una geografía reducida, tanto los actos como los protagonistas son más visibles, más fáciles de identificar. Un microcosmos que es la representación de una escenografía de mayores dimensiones. Quise fijar la faceta violenta de la gente bienpensante de cualquier parte. Es esa ferocidad generalizada la que me interesó señalar, en especial ese mecanismo mediante el cual lo particular se diluye en el conjunto, y la acción del conjunto otorga legitimidad a cualquier crimen, neutraliza responsabilidades. Acá funciona aquello de: Si todos lo hicimos, nadie lo hizo. Tanto en Siempre es difícil volver a casa pero sobre todo en la novela que la continua, Bosque, muchos de los actos son solitarios y se ejecutan en la sombra y el aparente anonimato, pero inclusive ahí existe una tácita confabulación colectiva que los acepta y los per-
mite. Y llamo ferocidad generalizada tanto a la que se expresa de manera activa como a la aparentemente pasiva. Hay que entender como violencia también el silencio, la aceptación callada e hipócrita, la indiferencia, la degradación del más débil, todas esas manifestaciones de complicidad. Por lo tanto –repito– el gran protagonista siempre es lo colectivo, los individuos en su conjunto, como integrantes de una sociedad. Finalmente, me parece, el pueblo de Bosque no es más que una muestra en miniatura de nuestro deshumanizado y caníbal mundo contemporáneo. En su novela Bosque, que editará próximamente Tropismos, vuelve al pueblo. ¿Qué le quedaba por contar allí? Bien, no es el caso de adelantar el argumento de la novela, pero diré que transcurrido un año alguien viaja a Bosque por cuestiones personales relacionadas con uno de los personajes que participaron en aquel asalto al banco y de alguna manera vuelve a evidenciarse la naturaleza del lugar. Quizá en esta segunda novela se cale más hondo en lo particular. Es un poco el revés de la trama del tapiz con respecto a la novela anterior. Se ponen de manifiesto aspectos que habían permanecido ocultos. También pensé esta segunda parte como un mecanismo para darme el gusto de poner en orden algunas cosas que habían quedado sueltas, urdir alguna forma de justicia, ajustar cuentas. Tal vez el arranque se originó debido a un comentario del amigo y gran escritor Osvaldo Soriano. En una charla, después de leer Siempre es difícil volver a casa, se lamentó de que en mi historia hubiesen ganado los ‘malos’. Era la misma recriminación de un chico que sale de ver una película de cowboy donde al final muere el héroe. Más allá del carácter de juego de la observación, aquella frase se me fijó en alguna parte del cerebro y con el tiempo apareció la idea de que quizá no estaría mal tratar de volver a Bosque y poner las cosas en orden. Algo de orden. Por lo menos en la ficción. Todo transcurre en poco más de un día y medio, un día que parece que no va a acabar nunca... Cada historia impone sus propios tiempos y necesidades. A menudo ni siquiera se trata de una decisión clara del autor, sino más bien, como tantas cosas en la escritura, un abandonarse a la intuición, percibir cómo un plato de la balanza carga más peso que el otro. A esta historia le hacía falta esta necesidad de compactar, de concentrar, este crecimiento de la violencia, la falta de aire, la velocidad, un trazo rápido y sostenido desde el comienzo hasta el final. Así sentí que debía ser y así lo escribí. En su vida y en su obra está presente el tema de la emigración, el sentirse extranjero. Quizá és-
te no sea el tema central de la novela, pero sí está muy presente el sentido del prejuicio hacia el forastero... Vivimos en un mundo de constantes oleadas de gente que abandona su lugar, debido a la miseria, a persecuciones políticas, a tantas diferentes y trágicas razones. Varios de mis libros abordan el tema de la emigración, el desarraigo y en alguno también se toca el tema de la xenofobia. En un sitio como Bosque es casi natural que exista una hostilidad hacia el forastero. No es un tema central pero se hace evidente en uno de los pasajes. Y es el pequeño incidente nocturno en el salón de baile lo que de algún modo posibilita y provoca todo lo que vendrá después. Por su ambiente y su tema, podría encuadrarse a la novela en el género negro. ¿Cree justificada esa etiqueta? No considero que estas dos novelas pertenezcan al género negro. Por lo menos no fue ésa la intención, jamás pensé en dirección al género negro. A través de las historias traté de grabar una mirada sobre un aspecto del mundo en el que me tocó vivir. Y esa mirada encontró en esta forma de expresión –tenga el calificativo que tenga– el camino que le era conveniente. Pero nada más que eso. La novela se llevó al cine. No he tenido la oportunidad de verla,
La barbarie, cuando se le otorga oportunidad, se convierte en una manifestación natural. Una válvula de escape donde soltar cuanto de oscuro se mueve debajo de la vida pacífica y amable pero según he leído tiene un aire de comedia, un dato que en principio resulta chocante. ¿Cuál fue su participación en el proyecto? ¿Se respetó su enfoque? No la vea. Tal vez la película tenga algo de aire de comedia, no sabría qué decir. No intervine en el proyecto. Una vez cedidos los derechos ya no tenía nada que hacer ahí. Realizado el guión me reuní con el guionista y tuve acceso a la lectura por si tenía alguna sugerencia que aportar. El guión no estaba tan mal, todavía se sostenía pese a varios cambios con respecto a la novela. Pero luego todo quedó en manos del director y entonces lo que resultó fue una espantosa imbecilidad. No la vea.
Parecía un pueblo tranquilo... En la ficción, Bosque es un pequeño pueblo a pocos kilómetros de Buenos Aires, un grupo de casas con calles polvorientas, un río y una oficina bancaria. ANTONIO DAL MASETTO En la realidad, BosSiempre es que es un lugar del díficil volver alma, ese terreno a casa oscuro, violento Tropismos, 2005 que permanece 224 pp. / 15 euros oculto en cada individuo hasta que el amparo de la masa y un motivo lo hacen estallar y florecer con toda su crudeza. Cucurucho, Ramiro, Dante y Jorge sólo querían atracar el banco sin hacer daño a nadie, tomar el dinero y correr hacia la próxima estación de una vida sin rumbo fijo. Pero algo salió mal y se toparon con el monstruo, con una conciencia colectiva puesta en guardia contra la amenaza externa, que aprovechará de una manera perversa y cruel su sentido de la ‘legítima defensa’ para vaciarse de un odio larvado: la masa arrogada de legitimidad tomándose la justicia por su mano. Cortadas las dos únicas carreteras de salida del lugar, los cuatro atracadores intentan escapar, ocultarse de las patrullas que les acechan en un terreno desconocido para ellos, recreándose en su acoso. Dal Masetto ha creado un personaje colectivo atroz,
culturas 7 Kafka, Borges y otros nuevos mundos LIBROS
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un territorio donde no hay ley, ni justicia, ni piedad, donde unos caciques son capaces de divertirse tanto organizándole bodas ficticias al tonto del pueblo como practicando la caza del hombre ante el silencio sumiso de sus vecinos. Una metáfora del mundo contemporáneo, con sus guerras legítimas, su pasividad ante las catástrofes de los débiles, sus carnicerías cotidianas. Bosque recuerda a esos territorios fronterizos del western donde la ley del talión se imponía sobre la ley reglada; a ese sheriff de 1280 almas, la novela de Jim Thompson, que se guiaba por la ley de ‘quien representa la ley, hace la trampa’. La historia transcurre en poco más de día y medio y Dal Masetto sigue a los personajes en su huida, contándonos algo más de todo lo que no sabíamos de ellos: cuatro antihéroes unidos por la desesperanza. Lo hace con un ritmo intenso, creando una atmósfera asfixiante, de un calor denso, despiadado, en el que cualquier locura parece posible. El autor parece verlo todo desde arriba, como el águila que sobrevuela el pueblo, lo que le da a la novela un aire de tablero donde Dal Masseto va moviendo piezas, tejiendo situaciones y esperando reacciones, observando como un científico observa las batallas celulares. El tejido final es tan apasionante de leer como revelador para pensar. A. Marcos
ace tiempo que Coetzee ha visto sus obras publicadas en España, aunque hasta la concesión del premio Nobel no fue conocido por el gran público lector (en la medida en que el público lector de nuestro país pueda merecer el adjetivo que le he antepuesto). Escritor sudafricano en lengua inglesa, publicó en 1974 Dusklands, su primer libro, al que ha seguido Desgracia, Infancia, Juventud, Esperando a los bárbaros, y un etcétera aceptablemente largo. Costas extrañas es la traducción del libro Stranger Shores, publicado en 2002 por la editorial Penguin, recopilación de ensayos de tema literario que comprende un periodo de 13 años (de 1986 a 1999). La mayoría de estos ensayos aparecieron originalmente en ‘New York Review of Books’, otros en diversas revistas africanas, otros antecedieron como prólogos a libros de los que hablan, y un par de ellos fueron conferencias en su origen. Los autores de los que trata no pertenecen tan unánimemente a la cultura anglosajona como podríamos prever: Nooteboom (en el capítulo sobre éste encontramos un inesperado elogio de Castilla y un lamento de su actual destrucción), Rilke, Kafka, Musil, Dostoievski, Borges, Appelfeld, Oz, Mahfuz y Turgenev son los escritores no anglosajones más conocidos de los que trata; entre los anglosajones, Defoe, Richardson, Byatt, Rushdie, Doris Lessing, etc. Sin embargo, en los capítulos dedicados a autores no anglosajones Coetzee dedica tanto interés a los traductores como a ellos. Pocas disciplinas cuentan con tal cantidad de libros insulsos como la crítica literaria, como saben muy bien los estudiantes de Filología. Con Coetzee, y a pesar de lo que luego se dirá de su falta de una visión realmente innovadora, tenemos la sensación de que, hablara de lo que hablara, resultaría siempre apasionante. Como muestra vale un botón: después de explicar que la novela realista del XIX floreció sobre unos pactos tácitos entre escritor y lector, dice que para Defoe, un siglo antes, tales pactos no existieron porque «era demasiado solitario para depositar su fe en pactos tácitos». Estos artículos de Coetzee recuerdan los que escribió Borges sobre temas literarios. Como en los de Borges, será difícil, aunque no imposible, encontrar visiones completamente originales de un autor. Coetzee no es demasiado personal ni osado, no
h
J. M. Coetzee
J. M. COETZEE Costas extrañas Traducción de Pedro Tena Debate, 2004 364 pp. / 20 euros
Coetzee no es demasiado personal ni osado, no descubre nuevas costas, sino que cartografía con admirable precisión las que conocemos descubre nuevas costas, sino que cartografía con admirable precisión las que ya conocemos, sin contradecir generalmente los mapas anteriores. Como muestra, esta frase sobre el mencionado Borges: «Lo que consigue Borges es inventar un
vehículo a través del cual las paradojas del escepticismo filosófico puedan ser representadas con elegancia y llevadas hasta sus vertiginosas consecuencias». Resulta sorprendente que Coetzee no entre casi nunca en cuestiones de técnica literaria, cuando al hablar sobre las traducciones sí es muy preciso y minucioso. A un escritor (aunque sea también traductor) deberían interesarle mucho más los hallazgos de técnica literaria que los lapsus de traducción, por ser éstos menos reveladores. ‘¿Qué es un clásico?’ es la conferencia que abre el libro. Parece que se podrían decir pocas cosas nuevas e inteligentes sobre el tema, pero Coetzee sí que puede hacerlo. ¿Qué significó para él conocer a Bach? Tal vez, algo parecido al ascenso social. Y ¿qué significó el descubrimiento de Bach por Mendelssohn? Una reivindicación patriótica. Coetzee no pretende restar méritos a Bach, no relativiza la música de Bach ni la poesía de Virgilio; relativiza la adjudicación a éstos de posiciones centrales en el canon, y no porque esté en desacuerdo, sino porque esa adjudicación responde a motivos extraartísticos, sean de índole personal o social. Garcimuñoz
8 culturas LIBROS NOVEDADES
Lectura sobre las certezas ESTRELLA DE DIEGO Travesías por la incertidumbre Seix Barral, 2004 296 pp. / 19 euros
En 1917 el Endurance daba por concluida una fracasada e histórica expedición a la Antártida que zarpó al comienzo de la Primera Guerra Mundial. Sir Ernest Shackelton partió al mando de esta última gran aventura polar sin esperar siquiera alcanzar la meta, constatando que los mapas son a veces simples imposibilidades. ¿Hasta dónde se puede confiar en el orden que se presenta como inamovible? Travesías por la incertidumbre cuestiona el sistema de certezas sobre el que la cultura de Occidente ha conformado su pensamiento y el sistema lógico que ha impuesto al mundo durante largos años. Una lectura sagaz sobre los viajes, las fronteras, el lenguaje y sus contradicciones; sobre narrativas y narraciones; verdades y mentiras; Historia e historias. Y una búsqueda del lado oscuro del orden establecido a través de algunos de sus protagonistas (Cook, Vermeer, Freud, Shackelton, Wooley, Gauguin, Hamilton, Lacan…). Siguiendo un original esquema de viaje, Estrella de Diego recupera algunos puntos débiles del centro del discurso narrativo occidental. Y plantea la posibilidad de abordar el mundo y sus peculiaridades de formas alternativas, a través de miradas y voces dispuestas a entender que en el mundo nunca está dicho o no el todo –de eso saben mucho los poetas–.
Reivindicando el bodegón
Un escritor en ciernes l acierto de publicar a Mario Lacruz radica, mayormente, en dar a conocer la figura de este escritor y editor (trabajó para Argos Vergara, Plaza y Janés y Seix Barral), desconocido para muchos de los que nos incorporamos en los últimos años al mundo del libro. Su nueva singladura se reinició con la recuperación de El inocente, La tarde y, por encima de todos, El ayudante del verdugo, una historia que provoca marea moral en el lector, cuya lectura metafórica, referido a lo social y al momento político de la España que se describe, denuncia sin tapujos una corrupción a la que es susceptible cualquier hombre, no sólo en los años finales del franquismo en que se ubica la obra, sino también en el final de la transición democrática, es decir, ahora. Si bien El ayudante del verdugo es, verosímilmente, su obra maestra, los valores de las dos anteriores, obras juveniles, no dejan de sorprender por la inquietud del autor. En La tarde al proponer un juego de amor entre la nostalgia y la realidad en una época de realismo social, y El inocente por ser la primera inmersión en el género policíaco que se le ocurrió a nadie en España. Así pues, al margen de ser el editor responsable de que tomara la alternativa gente como Julio Llamazares, Eduardo Mendoza o Antonio Muñoz Molina, cabe acercarse a su obra inédita con las orejas atentas. De él sabemos que en Intemperancia, un título que resulta algo exagerado, va a respetar su estilo seco, que prescinde de lo inútil. Y en seguida podemos suponer que esta obra se sitúa en una época anterior a las otras, pues su inquietud sí está más empañada por la corriente que seguían los autores de los años cincuenta, que es el realismo social. De hecho, la novela comienza en un ambiente rural, un territorio en el que cabe algún detalle mágico y de leyenda, y la supuesta fidelidad religiosa, junto a formas inocentes de terror y, so-
e
Alianza Editorial, 2005. Coleccción Alianza Forma 22 euros
MANUEL VICENTE GONZÁLEZ Carretera y manta. Un viaje entre Badajoz y el Alentejo Los Libros del Oeste, 2004
El género del bodegón siempre ha sido el género del que menos se ha teorizado, y cuando las academias que elaboraron los primeros informes teóricos sobre pintura empezaron a mencionarlo, lo hicieron despectivamente: la naturaleza muerta siempre estaba en el nivel más bajo de la jerarquía de la creación pictórica, pese a que artistas de todas las épocas la han abordado. El autor, Norman Bryson, considera que la naturaleza muerta está infrainterpretada y con los ensayos que nos presenta en este libro –editado con la habitual calidad de esta colección– defiende que es un género digno de análisis, gratificante de analizar, y espera que estimulen al lector para mirar con nuevos y críticos ojos.
MARIO LACRUZ Intemperancia Ediciones B, 2005 318 pp. / 17,95 euros
bre todo, unos círculos de relaciones en los que hasta los rencores se heredan. Lacruz amarra bien la caracterización de sus personajes, explicando la personalidad del protagonista a través de un par de secuencias que, a modo de ‘flashback’, reflejan la educación sobre la que se construyó su carácter. Este protagonista, Pedro, es una persona que parece tener la vida resuelta pero que por algún motivo, no del todo explícito, guarda una actitud taciturna hacia la vida, la misma que le impide defenderse en un juicio por un asesinato que no cometió. El crimen le lleva a la cárcel, donde pasa de ser una persona muy significativa para sus congéneres en el mundo cerrado del pueblo, a no ser nadie, e iniciar un viaje iniciático que le llevará a conocer la amistad, a poner en funcionamiento la máquina de pensar y sentir emociones, a cuestionarse quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos, para lo cual Lacruz recurre a la forma socrática de conocimiento, o sea al diálogo. Más tarde, Pedro emprenderá una huida en la que se encuentra solo y conoce el hambre y la sed, y también el humanitarismo más elemental, que es el del pobre que ejerce de buen samaritano para impedir su caída en la enfermedad. Se trata de una novela de cierto carácter existencialista, con algo de Unamuno fluyendo en el pesimismo de la figura desprotegida frente al destino, razón que da pie a una indiferencia del protagonista para evitar la angustia. Dada su condición de escritor joven, Lacruz recurre a tramos narrativos cortos y frases sencillas, como si pretendiera evitar equivocarse. Un solo reproche: es posible que a Lacruz le hubiera gustado podar un poco la novela antes de verla publicada, para que el texto ganara en intensidad y deshacerse de un puñado de páginas que aparentan estar ahí para engrosar la obra. Ricardo Martínez Llorca
Sensibilidad por lo portugués e
NORMAN BRYSON Volver a mirar. Cuatro ensayos sobre la pintura de naturalezas muertas Traducción de Miguel Ángel Coll Rodríguez
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 20 de marzo de 2005
170 pp.
s curiosa la actitud de acercamiento cultural y humano hacia lo portugués que se observa en buena parte de Extremadura, especialmente en las tierras de Badajoz. Ciertas actividades literarias, como las que lleva a cabo Ángel Campos Pámpano, resultan difícil de entender en otras tierras, fronterizas también, con las tierras lusas. De ahí lo oportuno y acertado de esta publicación del leonés Manuel Vicente González. Incorporado con apasionada entrega a la cultura editorial, Manuel Vicente González ha centrado sus esfuerzos en una doble actividad: la de editor, de gusto exquisito, y la de creador, avalada por una obra considerable. Si en algún momento su Puente Castro ha servido a Manuel Vicente González de inspiración de la nostalgia del pasado, como se observa en Las voces apagadas, Badajoz es ahora su segunda patria y, sobre todo, el punto de partida de su experiencia itinerante al Alentejo. Haciendo patente su fascinación por lo portugués, el viajero se lanza con el mismo espíritu con el que lo han hecho los grandes viajeros, con la sensibilidad abierta a cualquier descubrimiento. El libro tiene la estructura habitual de las obras del género, pero la mirada del escritor dota a sus impresiones de un curioso atractivo literario. Su mirada se detiene con el mismo interés ante tipos humildes, oficios casi desaparecidos como el de los Firo, edificios regios y paisajes en apariencia convencionales. No faltan situaciones divertidas, como la vivida con ese mastín leonés con el que de nada le sirve al escritor su paisa-
naje. Pero tampoco están ausentes los momentos de plenitud, ante lo vivido o contemplado, que dotan a las páginas de un simbolismo especial. Es llamativo el aprovechamiento que hace el escritor del mundo de la cultura, y especialmente del mundo literario. Ángel Campos, Luis Landero, Rafael Chirles, Luciano G. Egido, el pintor Juan Barjola (de quien se recogen impresiones poco favorables) aparecen como referentes que enriquecen la visión del viaje. No falta el recuerdo del poeta Lord Byron ni del Lazarillo, al conocer la casa donde se descubrió recientemente una de las primeras ediciones de la obra. Pero el personaje que recibe un homenaje especial es el escritor Bernardo Víctor Carande, hombre de una atractiva condición humana e intelectual. A él va dedicado el libro y con él compartirá una estancia. Carande, retirado en su finca de Capela, acaba convirtiéndose en una curiosa metáfora humana del viaje. La despedida de su amigo marca el final del viaje, el retorno al bullicio urbano, del que el escritor se había olvidado en su periplo portugués, deliciosamente descrito en estas páginas. No es extraña su confesión al finalizar la obra: «lo que más le interesa en esos momentos es el recuerdo de los detalles más insignificantes de su viaje: la umbría y la soledad de los caminos, el aire fresco de la mañana, y, sobre todo, ahora que regresa a la ciudad y al progreso, el silencio del que sabe Dios cuánto tiempo tardará en volver a gozar». Nicolás Miñambres