culturas
N° 69 Suplemento de
artes y letras
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 9 de abril de 2006
Dos obras pictóricas de Pascual, expuestas en la sala Santo Domingo
Fernando
PASCUAL 5
Ceramista, grabador, profesor y pintor, una perspectiva sobre su obra se expone en Santo Domingo y La Salina.
3 SÁNCHEZ ARÉVALO
4 PÉREZ LÓPEZ
Entrevista al director de AzulOscuroCasiNegro, una recomendable película con personajes de carne y hueso, emoción y humor.
Libro del arrebato es la última entrega poética de la escritora y profesora Mª Ángeles Pérez López, un paso más en la madurez de su obra.
N°69
2 culturas
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 9 de abril de 2006
esta semana a Fernando Pascual, artista que nos dejó hace dos años. rSeecordamos le recuerda como persona –su carácter activo para promocionar el arte, su pasión docente en la Escuela de Arte, su amistad– y como creador. Ahora podemos contemplar, en una loable iniciativa de las instituciones salmantinas, una amplia retrospectiva de su obra, repartida entre las salas de Santo Domingo y La Salina. Duele decirlo, pero Fernando nos dejó cuando se encontraba en ple-
na madurez creativa, cuando su obra avanzaba por nuevos caminos. El mejor homenaje que se le puede hacer es ir a ver esta extensa e intensa colección. Entrevistamos a Daniel Sánchez Arévalo, que pasó por Salamanca para presentar la que será una de las películas españolas de la temporada, AzulOscuroCasiNegro. Arévalo pertenece a una generación de cineastas que llegan al largometraje con una concepción desprejuiciada del espectáculo: entreteni-
miento consiste en contar bien una historia. Y esta película tiene emoción, humor y personajes de verdad. Por lo tanto, es entretenida. Nuevo libro de poesía de Mª Pérez López, autora que es cada vez más consciente de la fuerza de sus textos, publicado en Extremadura. El Funambulista ha rescatado del olvido la novela El silencio del aviador, del recientemente fallecido Paul Nothomb, luchador antifascista que a través de su obra revela los horrores de la guerra.
Antonio Marcos culturastribuna@yahoo.es
1INTERFAZ EL APASIONANTE MUNDO DE LA GRÁFICA DE USUARIO Quizá en un futuro cercano, el concepto de sistema operativo (SO) deje de existir. Abriremos nuestro ordenador, se conectará automática y obligatoriamente a Google y a partir de ahí lo haremos todo. O quizá no. Pero desde los ochenta para acá, el quiz de lo que pomposamente llamaremos computación personal ha estado en la interfaz primaria, en el programa que nos permite relacionarnos con nuestro cada vez más apéndice ordenador: el SO. Desde los tiempos del Load “” en el Spectrum –aquella deliciosa mezcla de digital y analógico–, sabíamos que relacionarse con los ordenadores no era fácil. Hasta que dos tipos llamados Steve, Jobs y Wozniak, desarrollaron –hay teorías sobre esto, vean si pueden la película Piratas en Silicon Valley (Martyn Burke, 1999)– algo llamado GUI, o Interfaz Gráfica de Usuario. Con esto ya no había que saber cómo hablaba el ordenador, sino que todo eran ventanitas, iconos y algo llamado, en un alarde de poesía industrial, ratón. Y todo eso venía empaquetado en una máquina a la que llamaron Apple Macintosh: pequeña, rectangular, con pantalla integrada y que al encenderla te sonreía. Había nacido la informática tal y como la entendemos hoy, la del bajarse, chatear, escribir algo, escuchar música... la base de nuestra cultura irreal. Era 1984 –es una pieza de museo el anuncio que Apple emitió en la Superbowl parodiando el libro de Orwell– y todavía hoy no se comprende cómo aquello no se convirtió en el ordenador universal. Bueno, quizá fuera por el precio. Y también porque Apple no dejó que cualquier ordenador feote de los de entonces llevara aquella maravilla dentro. Entonces apareció Windows, el SO de Microsoft, que fue más ágil empresarialmente aunque su interfaz gráfica –y por tanto el ‘feeling’ con la máquina– lleva décadas de retraso respecto a la de Apple. Desde la popularización masiva del PC con Windows –esto fue ya en el 95– el mundo se ha dividido desigualmente entre los ‘peceros’ (95%) y los ‘maqueros’ (5%). Pues bien, desde el miércoles, Apple ha puesto en marcha un sistema para que sus Mac corran de forma nativa Windows: un sólo ordenador y dos sistemas, el popular y el bueno, la
banderita y la manzana juntas. Era algo tan difícil de imaginar como ver al Barça jugar con pantalón y medias blancas. Ya sé que sólo son empresas haciendo movimientos para ganar más dinero, pero todo esto forma parte de una cultura de relación con la máquina en la que estamos metidos hasta el cuello y que manejan, como en los libros de Phillp K. Dick, las grandes corporaciones.
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VEN, CAPITÁN TRUENO Ya se ha comentado aquí, pero otra de las corporaciones –sería más propio llamarla protocorporación– que ha marcado a varias generaciones es la Editorial Bruguera. Allí nació hace cincuenta años un personaje llamado Capitán Trueno, aventurero azote de sarracenos en la época de las cruzadas del siglo XII, que alcanzó la categoría de fenómeno de masas en medio de la cultura de esa otra cruzada que se dio en el siglo XX español. Al Capitán Trueno original lo dibujó Ambrós y lo creó Víctor Mora, que recientemente presentó un libro que recoge toda la trayectoria del personaje, publicado por Ediciones B. El caso de Mora muestra lo que fue aquella Bruguera: un refugio de vencidos con talento puestos al servicio de una máquina de producción editorial y de hacer dinero. A Mora, cuyo personaje transpiraba raza, religión y nación, lo metieron en la cárcel tres años por comunista. Cuenta su amigo Francisco González Ledesma en Historia de mis calles –unas más que recomendables memorias que narran la materia viva de la guerra y la posguerra– que le pedían seis años pero enterneció al general que le iba a juzgar cuando, en pleno juicio, ambos coincidieron en el único urinario del edificio.
3MartaARTE Y MACHISMO Peirano en ‘La Petite Claudine’: La Historia del arte es sexista. No el Arte ni los artistas, sino la Historia y la Industria del Arte, que es al fin y al cabo la que le da de comer. Histórica, sociológica y económicamente sexista. No es cuestión de dinero sino de reputación. Según la Academia, Frida Kalho es la única mujer verdaderamente relevante en la Historia de la Pintura y aún sus biógrafos están más interesados en su apasionada historia de amor con Diego Rivera y su incapacidad para procrear».
Arriba, ‘la prueba del delito’: XP sobre un iMac. Dos ejemplos de arte femenino de la exposición ‘Mujeres desesperadas’, que acaba de verse en el DA2. Portada del libro de memorias de uno de los grandes novelistas negros del país
CINE
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Antonio Marcos
Se nota en su película un gran trabajo con el guión, un campo en el que lleva años trabajando... Para mí era lo fundamental. No me iba a enfrentar a mi primera película hasta que no tuviera un guión muy sólido. Tal vez por mis miedos, quería agarrarme a lo que más controlo y a lo que puedes dedicar más tiempo. Tuve una versión hace algunos años pero creo que tuve la honestidad suficiente para darme cuenta de que todavía no estábamos preparados ni el guión ni yo. Lo metí en un cajón, fui madurando como director con los cortos y en un momento dado lo recuperé y le supe dar el tono que yo quería. Ha dicho que escribió la película para que la dirigiera Fernando León. ¿Hay afinidad personal, estética...? Estética creo que no. Vaya por delante que me encanta su cine y que creo que ha abierto un hueco por donde luego hemos entrado muchos. No me identifico mucho con Fernando, ya quisiera yo, pero tenemos en común el interés por contar historias pequeñas, de personajes. Luego ya las lecturas de cine social... Fernando ha acometido temas más universales, como la familia, el paro, la adolescencia, la prostitución. Creo que mi película es difícil calificarla como cine social. Pero también creo que él tampoco pretende hacer cine social, es una lectura que saca la gente. Además, es una etiqueta apegada a los noventa, ahora habría que darle una vuelta a eso... Por supuesto. Creo que si alguien se sienta delante del ordenador y pretende escribir y hacer cine social se va a pegar una leche, va a fracasar. Lo que funciona es contar una historia, pero si los personajes están ubicados en la sociedad actual y de alguna manera refleja el mundo en el que vivimos, no deja de ser social... Sus personajes suenan muy naturales, cercanos... Yo estoy muy obsesionado con que todo lo que dicen mis personajes tenga un sentido, que haga avanzar la trama, contar algo. No soporto los diálogos que hablan sobre la nada, a no ser que la película hable sobre la nada. Tenía mucha obsesión en contar una historia y que cada secuencia la hiciera avanzar, tratar de no aburrir en ningún momento. Luego veo películas donde ves a una pareja paseando por la calle o a un personaje sentado frente a una ventana, sin hacer nada... y me encanta. Lo que pasa es que no me siento capaz de hacer eso, por lo menos todavía, de plasmarlo y que eso cree un buen cine y tenga un magnetismo especial. Esa labor de esencializar lleva un trabajo tremendo. ¿Cómo es su proceso?
DANIEL SÁNCHEZ ARÉVALO
«Me gustan las historias pequeñas, de personajes» AzulOscuroCasiNegro será una de las películas de la temporada. Emoción y humor, buenos actores y guión trabajado, producto de una generación que llega al cine sin los prejuicios que separan el entretenimiento y la reflexión. Esa es una de las claves cuando escribo. Al principio escribo todo lo que se me ocurre, dialogo en exceso, y luego voy limpiando. Contar lo máximo con lo mínimo, de alguna manera dar la menor información posible para que se siga la historia. No soporto ser obvio y me gusta que el espectador sienta que participa. Me aburre que me lo den todo mascado. Usted pertenece a una generación de cineastas que intentan entretener además de contar algo interesante. Lo tengo clarísimo y lo digo sin ninguna vergüenza. Hoy si dices que quieres hacer cine de entretenimiento parece que quieres hacer cualquier secuela de adolescentes precoces estúpidos. Entretenimiento es contar una historia, y tengo clarísimo que mi objetivo como cineasta es llevar a la gente al cine, y cuanta más mejor. Siempre
y cuando pueda mantener mi autoría y contar mis historias. Y eso es algo que admiro en Fernando León y añado a Amenábar o Almodóvar. Es gente que hace su cine, a su manera, y llena las salas. Si yo consigo eso algún día, será mi máxima recompensa. ¿Esto abre una vía de esperanza para el cine español más allá de los grandes nombres? Este año hemos dado el salto al largo mucha gente que viene del cortometraje, unos siete directores. Me encantan los cortos de Rodrigo Cortés, por ejemplo. Y él tiene esa clara intención de apabullar en el buen sentido de la palabra: contar historias, ser dinámico... No tenemos que quitar el sitio a nadie, lo hay para todos. Venimos de otra escuela, hemos mamado otra cultura y creo que tenemos el sentido del espectáculo bastante más arraigado, somos más de la cultura
Spielberg. Con Tesis empezamos a creer que se podían hacer thrillers en España. ¿Por qué mucha gente sigue empeñada en demonizar el cine español? Es muy jodido, porque además los que llegamos nuevos lo sufrimos mucho. Hay una reticencia, produce alergia, rechazo inmediato, al margen de los grandes nombres. Hay que mirar hacia nosotros mismos, ver qué culpa tenemos y cómo podemos solucionarlo. Eso no pasa en la televisión, donde la ficción nacional se valora por encima de la americana, que es cien veces mejor pero la gente prefiere ver Los Serrano o Aquí no hay quien viva... ¿Por qué no pasa eso con las películas, si son los mismos actores? Creo que tiene mucho que ver con la honestidad y con el compromiso firme con lo que estés haciendo. Me da la sensación de que a veces se hacen películas como churros, con el todo vale, y que sólo con estrenarlas o producirlas ya estás ganando dinero, y que no se arriesga lo suficiente, ahí es donde falla el sistema. En el momento en que los productores y los directores tengan la honestidad suficiente para decir ‘Esto no merece la pena hacerlo’... La gente no per-
dona. Si va a ver una película española y es mala, ya no vuelve. No sé si mi peli es mejor o peor que otras, pero sí sé que está hecha desde el respeto absoluto al espectador y de hacer un producto decente. Hablo también por mi productor porque Tesela hace productos movido por el corazón y con la clara intención de aportar algo, contar algo. Luego habrá mejores y peores, por supuesto. Usted viene de la ficción televisiva. ¿Cómo ve el panorama? Me provoca mucha desazón. Llevo catorce años escribiendo guiones para tele y la tele me ha enseñado todo el oficio de guionista. No reniego para nada de ella, pero creo que se hacen las cosas más también. Me parece absurdo y ridículo hacer series de setenta minutos, estirar las tramas a más no poder. Luego ves las series americanas y no paran de pasar cosas y dices que buenas son. Aquí las cadenas te obligan a hacer mucho más para meter más publicidad, es tan triste como eso. No quieren meter dos series, sino una, que les sale más barato. Y encima, funciona en audiencia, así que no hay mucho que hacer al respecto. Espero que haya series de calidad, con otro concepto.
4 culturas POESÍA
ara la lectora convulsiva de prosa contundente que soy, la poesía siempre ha tenido una cualidad evanescente de ligereza, de hoja volandera refugiada en plaquettes, ediciones artesanales, tiradas breves y revistas minoritarias. Una voluntad engañosa de fugacidad que esconde la solidez hermosa de la permanencia. Imagino a los antólogos, a los estudiosos recuperando primeras ediciones con la misma constancia de un cazador de mariposas. El cuidadoso mimo con el que ahora Mercedes Marcos y Antonio Zamarreño buscan los poemas de José Ledesma Criado, el delicado trasiego de borradores y textos iluminados por la pantalla del ordenador que se intercambian los poetas editados en las delicadas líneas de la red, los esbozos de libro, las búsquedas versales.... Con la ligereza del cristal y la dureza del diamante, la poesía como género se muestra huidiza y presente, siempre en crisis y siempre editada, refugiada en los deletéreos márgenes de las lecturas poéticas, de las asociaciones culturales, de la férrea voluntad de autores y editores. La poesía habita un cambiante soporte editorial que le otorga el don de la omnipresencia. Los iniciados son pocos, pero constantes. Desde que vivo en Extremadura siento su presencia como un hálito tenaz de polen suspendido. Las aulas de poesía, las lecturas compartidas, las ediciones subvencionadas y las asociaciones que publican forman una curiosa red de encuentros gozosos y escasos desencuentros que producen una bandada de libros en feliz vuelo y lecturas de público atento. En este devenir tuve la fortuna de conocer a una Clara Janés en estado de gracia y a un José Hierro que respiraba sus propias palabras. Autores cuya estela es un cuadernito, a menudo grapado por la prisa y sacado a última hora que, sin embargo, guarda la firma del autor y el eco de su voz suspendida sobre un auditorio que conserva estos delicados esquejes de libro convertidos a menudo en ediciones mimadas y limitadas. Una red de palabras apretadas que enlazan con fuerza a los suyos y se abren en forma de abrazo a los ajenos. Habría mucho que decir de esa etiqueta ‘Poetas extremeños’, sin embargo, la experiencia me ha mostrado que supone un aura protectora y no excluyente, a veces enervante, pero siempre justificada. Buena prueba de ello es el último poemario de la escritora y profesora salmantina Ángeles Pérez López, Libro del arrebato, publicado por la asociación cultural de Plasencia ‘Alcancía’. Lo tengo en mis manos, frágil en su brevedad, delicioso al tacto su papel grueso de exquisita tipografía, ediciones
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Mª Ángeles Pérez López/ FORMIGO
Poesía arrebatada Libro del arrebato es un paseo por los caminos poéticos de una escritora cada vez más consciente de la fuerza de sus textos. Mª Ángeles Pérez López acaba de publicarlo en la Asociación Cultural Alcancía, de Plasencia. La poesía está llena de hojas volanderas y lecturas apasionadas. del mimo y del afecto, del cuidado y de la presentación cercana, del contacto directo del recital poético. Un perfume decadente y permanente tienen estas breves tiradas de poesía que sobreviven a los volúmenes densos de las murallas de novedades. La poesía precisa un jardín secreto, una balda velada, un espacio abierto donde se confunden las líneas de la geografía y del afecto. Ángeles Pérez López ha recorrido en su trayecto extreme-
ño un camino sembrado de hojas volanderas: desde la contundencia editorial de un sólido premio de poesía protegido por la Diputación de Badajoz, la magistral Carnalidad del frío, a los cuadernillos modestos de sus lecturas generosas: Navalvillar del Pela, Talayuela, Alcántara, espacios detenidos en páginas urgentes y necesarias ¿Recuerdas cómo grapábamos en la espera los últimos cuadernillos, Vega de la Peña?, que se vuelven libro
en la solidez hermosa de un proyecto editorial tan extremeño, el verde ‘Abezetario’ que le publicó La ausente, tan falto de pretensiones como esta asociación cultural que contiene en sí misma todos los valores de la letra escrita: el deseo de ser compartida y no el ansia económica de la publicación a toda costa. Hay proyectos memores de dimensiones inmensas. Excepto dos poemas inéditos, Libro del arrebato, es un arrebatado paseo por los caminos poéticos de una escritora cada vez más consciente de la fuerza de sus textos. Hay algo en su poesía actual de potencia insospechada, de entregada densidad, entero vaciamiento. Para la autora, la poesía sirve para sustraer la belleza al desastre, mostrar, a tra-
vés de la palabra escrita, cómo se puede extraer de la piedra de la locura cuerdos destellos de verdad, de certidumbre, de amor y de entrega. El recibimiento, el recogimiento del lector se corresponde con ella. De la poesía de Ángeles Pérez López se sale en estado de gracia, tocado por la contundencia de sus imágenes, por la desolación de la verdad entera, y sin embargo, tras la lectura de sus densos, arrebatadores poemas, queda la esperanza como un hálito perfumado por la belleza. La misma que tienen esas ediciones breves, delicadas, evanescentes de los poetas, que en su misma fragilidad contienen toda la fuerza de la permanencia. Oralidad delicada y tensa. Los recitales de poesía tienen esta cualidad intensa y fugaz. Bajo el epígrafe ‘Curso extraordinario: Lecturas y escrituras literarias’, Actividades Culturales convierte los martes la facultad de filología de Salamanca en un espacio inusual. Llenado por la voz de los autores y la asistencia de un público entregado, el proyecto tiene la gracia, la diversidad y el rigor que destilan los versos del poeta que en la actualidad hace de demiurgo de Actividades Culturales: Juan Antonio González Iglesias. Sólo un magnífico poeta podía ser un organizador tan entregado capaz de personalizar con mimo las cuidadas ediciones de algo tan aparentemente inocuo como una octavilla: si a Elena Poniatowska le correspondió el honor de hablar el día 29 de marzo, en que se conmemoraban los 98 años de la declaración de la Cámara de los Comunes que daban el voto a la mujer, Ángeles Pérez López presenta su libro extremeño el día en que se celebra el nacimiento en 1914 de Margerite Duras. Escoltada por Antonio Martín Zamarreño, la autora mostró de nuevo la necesidad de recital poético como género que aproxima el texto al público, que acerca la voz a la pluma, que encarna en su totalidad el espíritu al texto. Los buenos poetas leen extraordinariamente bien sus propios poemas y los de aquellos a los que aman. Su voz se hace verbo, se encarna, se hace cuerpo, materia textual que se convierte en intercambio inusual, en gozoso descubrimiento. La poesía tiene esta fuerza que no posee la prosa, la posibilidad de ser leída, gustada y atravesada por la lanza incandescente de una lectura. En este misterio gozoso que supone el recital poético, se alza de nuevo la cualidad arrebatada de la poesía, el género primigenio, el género siempre presente, con su fugacidad de voz, con su intensidad de verdad declarada, de música callada, de arrebato compartido, de estremecimiento fugaz, de caricia sostenida. Charo Alonso
ARTE
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FERNANDO PASCUAL
Un camino hacia lo esencial La salas de Santo Domingo y La Salina acogen una amplia retrospectiva de la obra de un autor que desapareció en plena madurez artística. Cerámica, grabado y pintura se conjugan en una trayectoria vital y armoniosa. ay artistas a los que las casillas que establece el mundo del arte se le quedan pequeñas. Fernando Pascual (Vezdemarbán, Zamora, 1949-Salamanca, 2004) era uno de ellos. Duele tener que escribir tras su nombre la fecha de su muerte, sobre todo cuando ésta alcanza a la persona a los cincuentaypocos y en plena madurez creativa. Ahora nos queda disfrutar de su obra, muy extensa y coherente, donde confluyen la investigación, el oficio y el ansia de revelar. Habitualmente calificamos a los artistas: uno es pintor, el otro escultor, el de más allá, grabador. Quizá esta clasificación la imponga el mercado, pero no responde la mayoría de las veces al meollo del proceso creativo, y la historia del arte nos ofrece sobrados ejemplos de ello. Todos hacen de todo, según les dice su inquietud, sus ganas de experimentar y su compromiso con los distintos materiales, técnicas y formatos. Picasso tenía unas cerámicas magníficas, pero menos conocidas. Ocurre además que la modernidad da más valor a unas manifestaciones que a otras: las exposiciones de obra gráfica de los grandes pintores siempre han tendido a presentarse como algo menor, complementario, cuando en muchos casos, sin ella, el artista no hubiera llegado a los hallazgos por los que se hacen populares. Viene este preámbulo al caso porque Fernando Pascual practicó la cerámica, el grabado y la pintura a lo largo de toda su carrera. Quizá su labor como apasionado docente de cerámica en la Escuela de Arte –antiguamente Artes y Oficios, un edificio que fue cobijo durante tiempo para la experimenta-
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ción de toda una generación de artistas salmantinos– nos incline a poner por delante esta faceta. Ahora, podemos ver además sus últimas creaciones pictórica, y el resultado es sorprendente. La exposición se divide en dos partes. En La Salina podemos ver las distintas etapas y motivos de su obra cerámica. Hay planchas que funcionan como cuadros, tótemes en materiales tan humildes como el ladrillo, placas cerámicas y tubos de textura arenosa, experimentación con las formas –que van haciéndose cada vez más esenciales– y con los distintos tipos de barro, en esa especie de alquimia y de contacto con la tierra que propicia el material y que él tanto aprendió en los pueblos de Zamora. En Santo Domingo, la pintura nos dice que sus formas tendían hacia una especie de geometría orgánica, donde las aristas de sus triángulos invertidos se suavizan con el color y la materia de cartones, papeles y tramas. Está ahí todo lo que había venido desarrollando en su obra: la combinación
Técnica mixta sobre cartón, 2003
Técnica mixta, collage, 2001
La combinación de fuerza desbordante y orden alcanza en sus últimas creaciones una armonía, serenidad y sutilidad exquisitas
Arriba, Tubos, 1989. A la izquierda, Placas cerámica, 2002
de fuerza desbordante y orden alcanza sin embargo en sus últimas creaciones una armonía, serenidad y sutilidad exquisitas. Un camino hacia lo esencial. Fernando siempre tuvo un carácter activo, una palabra de ánimo y deja muchos amigos. Se ha ido un buen tipo en un momento de madurez. Nos queda su obra y el mejor homenaje que podemos hacerle es ir a verla. Antonio Marcos
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NOVEDADES
Henry James en Europa COLM TÓIBÍN The Master, retrato del novelista adulto Traducción de Maribel Butler Edhasa, 2006 448 pp. / 28,50 euros
Colm Tóibín se centra en esta novela en una parte especialmente interesante de la vida de Henry James: sus días en Florencia, París y finalmente Inglaterra, durante la cual se hace más evidente tanto en su obra como en su dvida la conciencia del transtierro, la exploración del concepto de identidad mediante el estudio de las costumbres europeas y de la literatura estadounidense. Sin embargo, o que mejor expone el autor es la particular forma de James de tratar con sus semejantes, sin esquivar las referencias a sus posibles relaciones homosexuales. El retrato de Tóibín apunta tanto al novelista, al observador de la sociedad europea de su tiempo, como al hombre de carne y hueso, con sus atormentados sentimientos, filias y fobias. Pero es el estilo, la sensibilidad, y en algunos pasajes la perfecta imitación del estilo de James lo que han reportado justa fama a esta novela. La crítica ha elogiado la obra de Colm Tóibín, la segunda publicada en Edhasa. The Master ha sido finalista del Booker Prize, escogida mejor novela extranjera en Francia y ha ganado el Los Angeles Times Book Award.
Nicolás Muller y el respeto al trabajo NICOLÁS MULLER Libro de autor Introducción de Pilar Rubio La Fábrica. Colección PhotoBolsillo, 2006 10, 95 euros
La Colección PHotoBolsillo presenta en su nuevo volumen fotografías de Nicolás Muller (Orosháza, Hungría, 1913), no publicadas en la primera edición. Cincuenta y seis imágenes realizadas entre 1935 y 1980, año en que el fotógrafo finaliza su actividad profesional. Las imágenes reunidas en esta nueva edición muestran el largo peregrinaje que Muller inició tras exiliarse de Hungría en 1938. París, Portugal, Tánger y, finalmente, España, constituyen el escenario en el que desarrolló una visión personal del ser humano, basada en un profundo respeto por el trabajo. Los trabajadores, los ratos de ocio y de diversión, el sufrimiento y la simple contemplación del cuerpo desnudo, se conviertieron en objetos de estudio por parte del artista.
El pensamiento proteico Fernando Gil Villa propone en Elogio de la basura un acercamiento iconoclasta al residuo ernando Gil Villa es un sociólogo nada convencional y además uno de los escasos científicos sociales que en España está ampliando y variando la capacidad de enfoque de la sociología. Este aragonés ‘salmantinizado’ es un verdadero explorador cultural, un tipo de intelectual que encuentra nuevos yacimientos para la reflexión en territorios vedados, censurados o incluso ya demasiado trillados. Autor de una prolija serie de estimulantes ensayos a medio camino entre la filosofía de la cultura y la sociología, sorprende ahora con un trabajo pretendidamente iconoclasta que se aproxima a los ámbitos de la contracultura sin perder un ápice de su habitual calidad literaria, de su rigurosidad en las referencias y de su honda capacidad de sugestión. Elogio de la basura como el resto de proyectos de Gil Villa, es un libro proteico y minuciosamente elaborado por un autor pasional dominado siempre, como todo orteguiano, por la razón y por la creatividad. Él mismo reconoce que es un libro arriesgado, en realidad como todos los anteriores, pero en éste sobrepasa, con genial acierto, los límites del pensamiento moderno, posibilitando a veces un ‘metapensamiento’, una reflexión de la reflexión del mundo moderno en ningún momento encopetada y siempre cargada de prístina claridad que la hace muy atractiva. La obra puede ser también entendida como un estudio cultural de la basura, un riguroso análisis teórico y empírico en torno a la manera en la que la sociedad se relaciona con la basura, con la suciedad y también con la higiene. Para Gil Villa no es de todo punto entendible la realidad social si no se echa un vistazo riguroso a los desechos, a todo aquello que no tiene ninguna importancia, a todos esos materiales de los que los individuos se deshacen. Es el ‘negativo de la realidad’, ese otro 50% que ayudará a comprender la sociedad en su realidad toda. En la modernidad occidental racional, la basura es el mal, el enemigo del que hay que escapar, las ciudades acumulan millones de toneladas de suciedad en sus afueras lejos de
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FERNANDO GIL VILLA Elogio de la basura Ediciones Universidad de Salamanca, 2005 159 pp. / 12 euros
la cotidianeidad, y lo que es más importante, del ideal burgués en el que la limpieza, y la cultura de la higiene han acabado por llegar a complicar la gestión de las propias excrecencias humanas. El libro lo que plantea es que no tiene por qué ser correcto el ideal moderno de ‘demonización’ de la basura, sino que existen otras muchas ‘culturas de la basura’ y que incluso en la propia sociedad occidental existen pequeños núcleos de resistencia que asoman de vez en cuando, pequeñas ‘subculturas’ que se resisten, que se niegan a ser totalizados por el proceso de civilización burguesa. Gil Villa, habitual investigador en Sudamérica, realizó un exhaustivo trabajo en Brasil, del que se da cuenta en el propio libro, en el que descubrió que las familias que trabajaban en la basura para sobrevivir habían desarrollado culturas de resistencia a las políticas sociales de los ayuntamientos y del gobierno brasileño, enfocadas a sacarles, a extraerles del basurero. Y lo hacían porque en el propio basurero ni había enfermedades, ni prostitución ni tráfico de drogas como aseveraban los políticos, sino que se habían creado una serie de redes sociales que habían encontrado en el basurero una verdadera forma de vida dado que en su manera de relacionarse con los deshechos, habían incluso aparecido funciones sociales gracias a la aparición de la posibilidad del reciclaje, algo muy presente ya en ciertas culturas indígenas. Fernando Gil Villa pone un especial énfasis en el flagrante error que cometen políticos e intelectuales al comportarse como verdaderos déspotas, creyendo que los habitantes de los basureros son explotados. El autor plantea con acierto, que la lectura marxista dialéctica explotadores-explotados es esencialmente errónea porque no ha sabido captar todas las funciones latentes beneficiosas que asoman en el basurero proponiendo por lo tanto, una profunda revisión en la forma de relacionarnos con el deshecho, tanto en la naturaleza como con los residuos del propio cuerpo. Jorge Hernández
LIBROS
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PAUL NOTHOMB
Diario de un superviviente
Combatiente junto a André Malraux en la Guerra Civil, apresado en Bélgica por los nazis, su obra contiene una reflexión humanista y existencialista. El Funambulista acaba de publicar su inédita novela sobre España. ecientemente clausurada, la trayectoria vital del escritor belga Paul Nothomb encarna a la perfección los avatares políticos e ideológicos de la convulsa primera mitad del siglo XX. Seducido, como tantos otros intelectuales, por una utopía comunista de la que terminaría renegando, participó como brigadista al servicio de la República durante la Guerra Civil Española. Sirviéndose de su experiencia como piloto, se enroló en la escuadrilla aérea que André Malraux creó para combatir al ejército insurrecto. Como la de tantos otros, su lucha contra el fascismo no terminó en España en 1939, sino que se extendió hasta la II Guerra Mundial. Su activa colaboración con la resistencia belga provocó su arresto por los nazis, que le introdujeron en el habitual carrusel de torturas y delaciones. De todo ello dejó constancia en una obra en la que, a pesar de lo apasionante de su vida, mucho más importante que la rigurosidad o el anecdotario biográfico es su reflexión humanista y existencialista. Ese interés por dejar el marco histórico como simple telón de fondo se aprecia en El silencio del aviador, novela autobiográfica publicada originalmente en 1952 pero no editada hasta este año en España. A través de una permanente intriga que hace planear la sombra de la traición sobre el protagonista principal, la obra atrapa al lector en un dilema que le obliga a cuestionar todo y a no poder identificarse con ninguno de los personajes. Con esta tensión narrativa siempre subyacente, el autor relata un pasaje de la Guerra Civil que, a pesar de su concreción histórica y de corresponderse con el bombardeo de las brigadas nacionales que se dirigían a Madrid desde Talavera, podría pertenecer a cualquier otro conflicto bélico. Lo que le interesa al escritor no es tanto mostrar la realidad de la contienda española, aunque alguna alusión se hace de
Todo se refleja sin idealismo ni exaltaciones exageradas, dejando claro que en la guerra como en todo, los hombres suelen contar más que los héroes
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Paul Nothomb, que falleció este año, en una foto de archivo
PAUL NOTHOMB El silencio del aviador Traducción: Ramón Vilardell
Lo que le interesa al escritor no es tanto mostrar la realidad de la contienda española, sino qué se siente en una situación extrema como la guerra
El Funambulista, 2006 188 pp. / 15,9 euros
pasada a la desorganización y a la falta de armamento cualificado del bando republicano, como contar, basándose en su privilegiada experiencia de testigo, qué se siente en una situación extrema como la guerra. Su relato habla de sentimientos universales como el miedo al peligro, el terror ante la
amenaza de la muerte o la culpa. De ahí que haya quien diga, como el escritor José Ovejero en el prólogo con el que se presenta la novela, que El silencio del aviador está mucho más emparentada con la literatura existencialista que con la bélica. Si a alguna guerra de papel se asemeja la reflejada por Nothomb es a la de los autores pacifistas de principios de siglo. Su esquematismo y sobriedad emocional recuerda más a los de las obras de Remarque o Barbusse, que presentaban de manera veraz el dramatismo de la guerra para convencer al público de su absurdidad, que a las habitualmente apasionadas, comprometidas y maniqueas novelas de guerra. Sin alusiones a la épica ni al heroísmo, el libro no incurre en ninguno de los tópicos que suelen
lastrar los testimonios de combatientes. No hay en él alusión alguna a la superioridad moral del bando en el que se lucha, ni a la supuesta fraternidad de los soldados, ni al sublime idealismo de los valores por los que se pelea. Como ocurre en toda guerra, la obra está llena de mercenarios, de individuos que pasaban por allí, de gente con miedo a la que le tocó ir al frente, de personas anónimas sin vocación ni madera de héroe. Por eso, aunque que los hechos narrados por Nothomb coinciden con algunos de los pasajes históricos novelados por André Malraux en su celebérrima novela La esperanza y en su desconocida pero igual de recomendable película Sierra de Teruel, El silencio del aviador resulta una obra diferente y singular. El autor muestra una visión descarnada y cruda de lo que se siente viviendo entre la vida y la muerte. El rango extremo de la peripecia vital que se narra en la novela está subrayado por la magistralidad con la que se narran las escenas aéreas, llenas de vértigo y acción y alejadas de la evocación poética del vuelo que caracteriza al ‘escritor-piloto’ por antonomasia, Antoine de SaintExupéry. Además de asombrar por algunas de las revelaciones que en ellas se cuentan, como esa primitiva forma de lanzar bombas como si de pelotas de tenis se tratasen, sorprenden por la tensión que imprimen a la narración. A pesar de estar relatadas por un narrador distante y objetivo, cada una de las líneas en las que se cuentan las piruetas aéreas, los aterrizajes forzosos o los virajes a ras de suelo para esquivar disparos enemigos hacen sentir al lector el peligro de quienes se jugaron la vida surcando los cielos. Todo ello es reflejado sin idealismo ni exaltaciones exageradas, dejando así claro que en la guerra, como en todo, los hombres suelen contar más que los héroes. Javier Sánchez Zapatero
8 culturas LIBROS El fotógrafo indiscreto JASON LITTLE Sutterbug Follies Planeta, 2005
La publicación en nuestro país de Sutterbug Follies, de Jason Little (Planeta, 2005), venía precedida por el extensivo reconocimiento de su autor en otros países y por un rosario de críticas laudatorias por parte de personalidades tan eminentes como Scott McCloud: «Jason Little es uno de los autores más ingeniosos de la tierra y Shutterbug Follies es su mejor historia hasta la fecha», comenta el crítico y dibujante americano en la contraportada de la presente edición. Una edición que Planeta ha llevado a cabo siguiendo hasta el detalle la original americana de Doubleday. Uno de esos cómics (o novelas gráficas) con pastas duras, papel de calidad y colores brillantes que da gusto tener entre manos y que invitan a la lectura. El dibujo de Jason Little, además, es pulcro y luminoso, el resultado de combinar influencias como el detallismo de Pierre Jacobs junto a la paleta de colores y el acabado perfeccionista de Ware. Toda una garantía, para los amantes de un cómic con un dibujo esmerado según los cánones tradicionales de la línea clara (en estos tiempos en que se imponen otras tendencias tan fructíferas como el estilo minimalista, casi esbozado de autores como Marjan Satrapi, o los Seth, Andy watson, etc.) Dicho lo cual, no podemos evitar cierto regusto amargo tras la lectura de Shutterbug Follies. Las promesas de ingenio desbocado que anunciaba McCloud, se reducen a una historia que sin llegar a lo convencional, se mueve fiel a referencias artísticas más o menos conocidas (en este caso, la influencia de La ventana indiscreta de Hitchcok es indudable). La trama se conforma en torno a los elementos habituales del thriller, recreando una madeja de encubrimientos y descubrimientos sorpresivos, intrigas criminales y persecuciones, que el lector intenta desenredar de la mano de la joven fotógrafa protagonista; siguiendo los pasos de la joven Bee (versión modernizada de James Stewart, pero tan curiosa e impertinente como aquel Jeffries que nos dibujara el maestro del suspense), el lector se adentra en una historia en la que el misterio sobrevuela los aspectos principales de la narración, eso sí, casi siempre acompañado por el aire naif y hasta cierto punto divertido, que imprime el dibujo de Little. Una obra, en definitiva, recomendable para todos los amantes del género y para aquellos que quieran disfrutar de una línea clara con una factura impecable, pero que está muy lejos de merecer algunos de los calificativos con los que ha sido presentada en sociedad. Dicho lo cual, habrá que seguir a Jason Little en futuras aventuras creativas y esperar que Shutterbug Follies no parezca realmente la mejor de sus obras cuando la comparemos con otras futuras entregas. Rubén Varillas
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 9 de abril de 2006
Un cosmos de valor personal La argelina Malika Mokeddem narra la lucha por la emancipación de la mujer y la dignidad humana alika Mokeddem representa esos valores femeninos a los que no supone ningún esfuerzo elogiar. Nacida en una aldea argelina, ha luchado por la emancipación de la mujer, contra la tiranía de una sociedad estrecha que impide la libertad, o al menos la libertad de elección. Uno nunca ha tenido claro que existan valores absolutos, o al menos no tan claro como parece tenerlo Malika, y como demuestra tenerlo en cada frase de este libro autobiográfico. En El desconsuelo de los insumisos, nos relata los episodios de su vida en los que la lucha por la dignidad humana, representada en ella misma, fueron más complejos, más dolorosos, hasta el punto de llevarla a considerarse a sí misma como una superviviente, por un lado, y por otro a pagar el precio del exceso de soledad, incluso pese a trabajar en una consulta médica para inmigrantes magrebíes en Francia. Es cierto que no se puede dejar de valorar su espíritu, pero sí cabe cuestionar su literatura, o al menos la demostración literaria que hace en este libro. Posiblemente se encuentre cayendo en un error bastante común en ciertos textos autobiográficos, como es el de considerar que la propia vida es lo bastante impresionante de por sí como para que el lector se deje caer en los brazos de cada frase, de cada párrafo. Y lo cierto es que impresionar no es lo mismo que tener algo que contar, y mucho menos que saber cómo debe contarse aquello que uno pretende decir. De ahí que Malika caiga con frecuencia en la autocomplacencia, en un ejercicio a veces autocompasivo en el que la frase corta pretende cargarse de lirismo al tiempo que de potencia. Esta manera que tiene de relatar, directa, expresando lo que quiere expresar, deja en el aire una meditación irresoluble, aquella que pretende encontrar vínculos entre la humildad y la literatura. Lo más fácil será exponer algunos ejemplos para aclarar esta idea: cuando divaga con cierto tono intelectual le sale expresiones tipo: «Los postu-
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MALIKA MOKEDDEM El desconsuelo de los insumisos Trad. de Pilar Jimeno Barrera El Cobre, 2006 191 pp. / 17 euros
lados de las revistas médicas martillean sin cesar en mi cabeza los clichés que comparan el sueño a bordo de un barco con el bienestar del feto en el líquido amniótico. Nunca he creído en ese concepto de bienestar fetal. Incluso me parece de lo más sospechoso y con tufo a moralina». La imagen que expone de sí misma es de esta índole: «Pocos son los que consiguen liberarse, los que ponen todo su empeño en emanciparse. Los que se enfrentan a todo tipo de garras, a los peores perjuicios. Como yo». O la reflexión sobre los méritos de su obra contiene argumentos del estilo de: «En un texto que data de aquella época escribí: …se atropellan las palabras del silencio, las palabras de todas las ausencias. Me asestaron una brutalidad saludable. Me dejaron ebria y desamparada». La forma en que habla de su infancia es bastante significativa: «En pocos minutos, todo el mundo estaba de pie. Menos yo, que me hacía un ovillo en el jergón con la vana esperanza de que se olvidasen de mí y pudiera robar un poco más de tiempo». Malika dispone su texto en dos corrientes que se alternan. La primera referida a la infancia y adolescencia en Argelia, trayendo a la memoria a su madre tirana y a su abuela cariñosa, además de su brega por sacar adelante unos estudios. La segunda corriente sucede en la actualidad, en Francia, y nos habla sobre el precio pagado por su dedicación y compromiso intelectual, desde el fracaso de la convivencia a la violencia integrista. Malika Mokeddem es, sin duda, una mujer excepcional, porque sin duda se trata de una excepción, como nos deja bien claro en cada línea. El problema es que ser un individuo tan especial porque uno lo dice, y no porque se lo demuestra al lector, va mellando los valores artísticos de una obra. Dicho de otra manera, provoca que un texto como este no sea excepcional. Como era de desear. Como pretende Malika. Ricardo Martínez Llorca
España no va tan bien La fuerza del libro de Vicenç Navarro está en cómo se reconoce la fea verdad que se nos escatima o es este un libro que cautive por su visión original ni por la belleza de su pensamiento. Ni lo pretende. Sus tesis son tan claras como carentes de misterio y de recovecos intelecVICENÇ NAVARRO tuales. Desde su misEl subdesarrollo ma portada hasta el social de España estilo en que está esAnagrama, 2006 crito (por debajo de 307 pp. / 18 euros la media de lo que se publica en Anagrama, incluso de lo que se publica traducido: da la impresión de que el libro necesitaba un último repaso por parte del corrector), carece de sex-appeal. Sería muy injusto reprochárselo. Este libro no necesita la brillantez de pensamiento ni de estilo de otros. La solidez de sus datos, enmarcados en unas ideas tan sencillas como contundentes, bastan para otorgarle un gran valor. Leemos aquí lo que deberíamos leer en los periódicos, al menos en ‘El País’, pero que tan difícil nos resulta encontrar en ellos. Su discurso es el que debieran tener en su boca los políticos de izquierda, si tuvieran unos acceso a los medios de comunicación, a otros les dejaran tiempo los falsos debates, y otros tuvieran un auténtico ideario.
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En resumidas cuentas, la fuerza de este libro está en algo más simple que un buen estilo o un pensamiento brillante: está en que el lector reconocerá en él fácilmente la fea verdad que a menudo se nos escatima. El subdesarrollo social de España. Causas y consecuencias se compone de cuatro partes. El título solo responde a la primera, en la cual se expone que el gasto social en España, así como todos los datos relativos al estado del bienestar, ha ido distanciándose de la EU-15 entre 1993 y 2002 (obsérvese que este periodo no abarca exclusivamente las dos legislaturas del PP). Nuestro déficit social con respecto a la media europea, que se redujo a solo 4 puntos en 1993, se ha ido aumentando hasta los 7,2 en 2002, con un descenso del 23,4% del PIB en 1993 al 19,7% en 2002. En el promedio de la UE, el descenso en ese mismo periodo fue de solo 0,5 puntos. ¿Qué significa esto? Significa que gastamos menos en sanidad pública, bastante menos que la media europea, y que nuestra educación presenta características desastrosas en parte como consecuencia del bajo presupuesto; que nuestros servicios a la familia, pensiones, etc., están a la cola de la UE-15, a veces con Grecia y Portugal, y que la distancia con respecto a la media se va agrandando, no disminuyendo. Significa que el ‘déficit 0’ implica un enorme déficit social, y que los impuestos (especialmente los impuestos directos, que
son más justos socialmente), deberían subir un poco para aumentar nuestro gasto social. Lo cierto es que los impuestos suben, pero solo los indirectos, los que pagan en mayor medida las clases populares. La segunda parte del libro encuentra las causas históricas de nuestro subdesarrollo social en el dominio conservador, desde la dictadura fascista hasta el conservadurismo actual. La tercera parte halla en el neoliberalismo la causa del crecimiento de la pobreza en el mundo: esto resultaría evidente si no fuera por la propaganda de los medios de comunicación: los países más neoliberales son los que más han perdido con la globalización (América Latina y África); en tanto que los países con cierto proteccionismo estatal han resultado beneficiados (Sudeste asiático, y anteriormente, los países escandinavos). En la última parte, Navarro propone alternativas, polemizando con los neoliberales Miguel de Sebastián y Jordi Sevilla. Discípulo de Gunnar Myrdal, según él mismo reconoce, y exiliado político, Vicenç Navarro ha sido profesor en prestigiosas universidades de Suecia, Gran Bretaña, EE.UU. y España. Es autor de una treintena de libros. Bienestar insuficiente, democracia incompleta, que fue el germen de este, recibió el premio Anagrama de Ensayo 2002. Garcimuñoz