culturas
N° 84 Suplemento de
artes y letras
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 24 de septiembre de 2006
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RENÉ MAGRITTE: El principio del placer (Retrato de Edward James), 1937
El arquero inmóvil. Nuevas poéticas sobre el cuento, recién publicado por Páginas de Espuma, recoge la manera de enfrentarse al relato de veintitrés escritores. Un cuento podría ser como un filamento que se enciende brevemente provocando más luz de la que se pensaba. O quizá ‘El agujero del Donut’, como escribe aquí Cristina Cerrada.
Poéticas del relato
CUENTISTAS 3 CORTOMETRAJES La Filmoteca proyecta esta semana una selección de la producción de cortos de la temporada y vemos como Internet abre nuevas perspectivas.
7 OLVIDO GARCÍA VALDÉS Revisamos el último libro de esta poeta referencial, Y todos estábamos vivos, uno de los hallazgos del año.
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semana apostamos por lo corto, por el pequeño formato. En literatura y en cine. eNossta acercamos a un magnífico libro para todos los amantes de la lectura, la escritura o las dos cosas juntas. El arquero inmóvil. Nuevas poéticas sobre el cuento es una recopilación de artículos en la que veintitrés escritores explican cómo se enfrentan a un género literario que ha dado algunas de las páginas más hermosas de la literatura. Para ilustrar el libro hemos reproducido la aportación de la es-
critora Cristina Cerrada –última ganadora del Ateneo de Sevilla de Novela con Calor de Hogar– titulado ‘El agujero del Donut’. La VII Semana del Corto, programada por la Filmoteca de Castilla y León en el Liceo, vuelve a traer a la gran pantalla una selección con algunos de los trabajos destacados de la última temporada. Aunque abundan los festivales y ciclos, el cortometraje comienza ahora a salir de un cierto ostracismo gracias a la facilidad con la que se difunde el vídeo a través de Internet. Si no se
les puede sacar rendimiento comercial, al menos que los vea la gente. Traemos también un libro ampliamente celebrado y recomendado por los amigos del suplemento este verano, Y todos estábamos vivos, un magnífico poemario de Olvido García Valdés, una poeta de referencia. Reseñas también de la Praga de Jan Neruda, las matemáticas de Lamberto García del Cid, el premio Ciudad de Salamanca de Julio Valdeón Blanco e historiografía de la Guerra por Carlos José Márquez.
Antonio Marcos culturastribuna@yahoo.es
1En LA EXCEPCIÓN DE DOMINIQUE A los bares de Salamanca donde se cuida la música no es difícil escuchar a alguno de los parroquianos expresar su decepción por el panorama musical de la ciudad. Que no hay conciertos buenos, que todo es excesivamente comercial... Y parecen tener razón. Hay buenas excepciones, pero escasas. Se echa de menos un recinto con programación estable de un tipo de música que se salga del churretoso mundo de la radiofórmula, un espacio que pueda albergar alrededor de quinientas personas y con buenas condiciones acústicas, de pie o sentados y tomando una cerveza. Sorprende que lo más parecido sea la programación del Potemkim, cuando en todos los demás ámbitos culturales son los organismos oficiales los que llevan todo el peso de la programación. La Sala B del CAEM puede funcionar, pero el peso de la música todavía es pequeño en esa lista de actividades ‘alternativas’. El concierto de Dominique A es una de las escasas veces que la Fundación municipal apuesta por recorrer caminos poco trillados, sobre todo después de hacer desaparecer el programa veraniego del DA2. El aficionado a la música señala pocos días en el calendario, pero está quizá debería ser una de ellas. Dominique A en directo gana mucho.
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ALGUIEN QUE HABLA (MEDIANAMENTE) BIEN DE ALATRISTE Se ha hecho difícil encontrar alguna crítica medianamente positiva a la película española más cara de la historia. Quizá este calificativo monetario contribuya a afilar el lápiz de los críticos, pero lo cierto es que incluso tanta unanimidad se hace aburrida. Carlos Losilla en el suplemento cultural de ‘La Vanguardia’ sitúa su crítica en el contexto de la desaparición en nuestro cine de la auténtica figura de autor en favor de un autor como ente fabricado a sí mismo, poniendo los ejemplos de Amenábar y Almodóvar. En su artículo ‘El rostro del autor asoma bajo un cadáver’ salva la parte que le toca a Agustín Díaz Llanes: «Yo creo que Alatriste, también por primera vez en mucho tiempo en este país, se atreve a hacer emerger la voluntad de un autor que, por lo menos, quiere dejar ver su rostro bajo el cadáver
del Otro, el del cine español institucional, hacer visible su retorno, negarse a darse por vencido». En ‘Dirigido Por’ la lectura no es tan positiva, pero critica la película en función de qué estrategias sigue el cine español de masas. Esteban Hernández resalta en positivo, la figura de Alatriste como héroe fatalista al estilo del ‘western’, el realismo del entorno físico frente al predominio norteamericano de los efectos especiales. En negativo, la mala construcción de la historia, un efecto al que no es ajeno ningún cine hecho para el espectáculo masivo de un tiempo a esta parte. Y ya que estamos con revistas, ‘Dirigido’ ofrece interesantes estudios sobre Michael Mann –éste sí que parece un autor bajo la pirotecnia–, Bresson, Jesús Franco y Paul Verhoeven. En la parte musical, comprobamos que ‘RockdeLux’ coincide con nuestros últimos gustos literarios –El atlas de las nubes, El quinto en discordia–. En su portada, Lambchop y Yo la Tengo.
3‘La Petite 35 AÑOS DE VIDEOJUEGOS Claudine’ explica en un jugoso artículo la arcadia de los videojuegos, hoy que estamos a punto de conocer las últimas generaciones de consolas hipermegaveloces. El Pong, con una bola y dos palitos entretuvo a generaciones que vieron después en el Spectrum de 48 K el no va más del entretenimiento digital. Y de eso hace tan poco...
4 REVISANDO LA FICCIÓN TELEVISIVA No deja de ser curioso que los dos mejores suplementos culturales que se publican en este país (‘Cultura/s’ y ‘ABCD’, de ‘La Vanguardia’ y ‘ABC’ respectivamente) hayan coincidido en su tema de portada la pasada semana. Ambos hacen un concienzudo repaso a las series de televisión: los modelos que se imponen, por qué ahora en Estados Unidos se hacen mejores series que películas, por qué todas las españolas viajan en ese camino entre la comedia, el costumbrismo y la copia de lo extranjero (¡qué vergüenza lo de Ana Obregón!). Si hasta escribe de esto el crítico de arte Fernando Castro, confeso seguidor de Los Soprano. La última estrenada es Prison Break, que promete y mucho.
Arriba, Dominique A, una de las excepciones a un empobrecido panorama musical en la ciudad. Abajo, Prison Break, una serie recién estrenada y que promete. A la izquierda, portadas de ‘Dirigido Por’ y ‘RockdeLux’. Más abajo, el mítico videojuego Pong.
CINE
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VII SEMANA DEL CORTOMETRAJE ESPAÑOL
Nuevos caminos para el corto La masiva asistencia a las anteriores ediciones de la Semana del Cortometraje que organiza la Filmoteca demuestra un interés por el corto que salta de la pantalla grande a los portales de vídeo en Internet. i en la época del VHS siempre se dijo que el cine había que verlo en pantalla grande para apreciarlo de verdad –afirmación a la que era difícil llevar la contraria–, la irrupción de la imagen digital ha creado una alternativa mucho más sólida al visionado en sala. La calidad de imagen del DVD, la incorporación de los subtítulos y la parafernalia del Home Cinema están cambiando los hábitos del espectador de una manera drástica y que mueve a la zozobra a la gran industria del entretenimiento del siglo XX. En el caso del cortometraje, la revolución es aún mayor: despojada de cualquier posibilidad de crear un circuito estable de distribución en salas comerciales, las recopilaciones en DVD y, de una forma mucho más reciente, los portales de hospedaje de vídeo como Youtube.com o Google Video están popularizando un género que sigue siendo el primer escalón de la carrera de cualquier cineasta. Una búsqueda en Youtube –ayer– por la etiqueta ‘cortometraje’ arroja 2.354 resultados. Separen el grano de la paja y se encontrarán con algunas de las películas de las que todo el mundo habla, de las premiadas en los festivales y con otras que nunca hubiéramos pensado ver. Si a esto le añadimos las recopilaciones que ofrecen algunas revistas especializadas, las páginas de muchos festivales y los sitios personales de los autores, nos encontramos con que el cortometraje goza hoy de su momento de mayor difusión. Otra cosa es que esto le proporcione algún rédito a sus autores y que las condiciones de visionado sean mucho peores que esas de la época del VHS de las que hablaba antes. La Semana del Cortometraje Español de la Filmoteca de Castilla y León, que celebra ya su séptima edición ahora en colaboración con la Fundación Municipal, propicia que una vez al año puedan verse las películas en el elemento para el que fueron con-
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Fotograma de Sintonía, cortometraje de José Mari Goenaga
Fotograma y momento del rodaje de El castigo, de Isabel Ayguavives
cebidas: pantalla grande, oscuridad y la complicidad de un público reunido en torno al maravilloso rito de ir al cine. La asistencia masiva de otros años demuestra que hay un público para el corto y que los autores no van a apearse del burro aunque les cueste un riñón sacar adelante sus películas. Este año, el programa se articula en tres grandes líneas: los trabajos más premiados en festivales, los ganadores de la Semana de Cine de Medina del Campo –que depositan una copia en la Filmoteca– y los procedentes de recopilaciones propiciadas por las Comunidades de Andalucía, Canarias y Galicia. Cuatro días, de lunes a jueves, con una sesión de alrededor de una hora de duración y la presencia de algunos
de los realizadores. Se verán cortos como el premiado Chatarra, de Rodrigo Rodero, Sintonía, de José Mari Goenaga, Ponys, de David Planell o Corrientes circulares, de Mikel Alvariño, además de dos documentales y un trabajo de animación. Desde su experiencia en estas siete ediciones, el coordinador de la Filmoteca de Castilla y León, Juan Antonio Pérez Millán habla de algunas de las tendencias en la vasta producción española de cortos: «Habría una línea con aquellos autores que realizan un corto como punto de entrada a la profesión cinematográfica contando historias personales. El estilo de cada escuela de cine también se deja notar en los cortos que provienen de estos centros.
Una búsqueda en Youtube –ayer– por la etiqueta ‘cortometraje’ arroja 2.354 resultados. Separen el grano de la paja y se encontrarán con algunas de las películas de las que todo el mundo habla
También se nota una tendencia con un punto de vista menos personal pero muy atento a lo que pasa, llegando hasta el documentalismo. Me alegra mucho que se estén contando muchas historias relacionadas con la inmigración, y en el ciclo podremos ver algunas. Hay también una vía de mimetismo que se adhiere a los géneros de moda: hemos tenido una épica de ‘santiagosegurismo’, se ven muchos basados en la fórmula del monólogo y otros que se miran en el cine de acción». Con medios de producción cada vez más accesibles y las nuevas vías de exhibición, el cortometraje sigue consolidándose pese a todas las dificultades. Antonio Marcos
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El agujero del Donut El cuento es un género cuyo éxito editorial se encuentra en las antípodas de sus posibilidades literarias para trasmitir lo verdadero mediante la ficción. ¿Cómo se escribe un cuento? ¿Cómo tiene que ser de largo? Páginas de Espuma acaba de publicar un libro que busca en veintitrés autores algunas respuestas a tantas preguntas. Reproducimos la aportación de la escritora Cristina Cerrada. CRISTINA
CERRADA
El humo de los barcos ¿Es posible decir algo acerca del cuento sin que ello mismo sea un cuento? ¿Qué es un cuento y qué lo diferencia de otros géneros narrativos? Y, ¿cómo se escribe un cuento? Estas son algunas de las preguntas más frecuentemente formuladas en torno al concepto de cuento –si es que puede y debe hablarse de algo tan serio. Porque, ciertamente, cada vez que uno se enfrenta a la tarea de tener que definirlo, resulta que el supuesto concepto de cuento cambia. Se transforma; se ensancha, o bien se estrecha, amoldando sus límites a la tonta e inútil lista de ingredientes de lo que parece una receta culinaria. Un cuento es algo muy breve. Un cuento es una transformación. Un cuento es algo muy pequeño que alude a algo muy grande. Un cuento es el rastro de un deseo. De un conflicto. De una identidad... Muchas cosas, ¿no? Y lo cierto es que puede decirse que es todas ellas. A veces, un cuento ya estaba allí cuando uno pasó, y sólo hubo que apropiárselo mediante el derecho de posesión que otorgan las palabras. Un cuento puede rondar por el rabillo del ojo, por los oídos, estar apostado tras una pantalla de cine, una queja, una enemistad, un vecino molesto o un sentimiento de culpa. Así agazapado, coge desprevenido y exalta. ¡Es un triunfo, un Moisés escondido en la piedra! Otras veces, sin embargo, el cuento es apenas –como aquel dinosaurio que persistía en continuar allí. Cuando queremos darnos cuenta se ha consumido, presa de su incandescencia, como una estrella fugaz. Uno se pregunta entonces si alguien más lo habrá sentido, si acaso lo sentirán al leerlo, si se marcará en ellos con la misma intensidad pregnante con la que prendió en nosotros. Oímos una frase en la casa de al lado. Vemos una mano arrugada junto a la nuestra en la barra del autobús. Leemos algo y nos miente, nos apremia, y corremos a decir la verdad. ¿Quién no ha en-
contrado el inicio de una historia en el final de otra? ¿En un dibujo? ¿Una música? ¿Un actor? ¿En la última vez que llovió? Pero, ¿dónde están? ¿Existen los cuentos antes de escribirlos? ¿Hay alguna forma de acotarlos? Me temo que no. De dónde surgen los cuentos no es algo que se pueda precisar, y mucho menos enseñar. Surgen. Como el humo de los barcos, adoptan formas caprichosas, huidizas, que nadie puede señalar en el cielo por anticipado. Y se esfuman. Puede que todo esto resulte un poco vago, pero lo cierto es que un cuento no puede definirse sin dificultad si excluimos su increíble particularidad de la generalidad. Puede que lo constitutivo del cuento sea precisamente esa naturaleza volátil, su materia prima impalpable, espiritosa, tan susceptible de esfumarse, expandirse, crecer, cambiar y desaparecer que más que escribirse parece que se conjurase mediante un sortilegio. Tal es, a mi modo de ver, el estado de gracia en el que se gesta el cuento. Echando el lazo al humo ¿Nunca habéis visto a esos magos que inoculan el humo de un cigarrillo dentro de una pompa de jabón? Humo. Pompa de jabón. Dos texturas aéreas, inmateriales, casi exhaustas. No deja de ser mágico verlas así. Y sin embargo ahí están: una conteniendo a la otra. Luego, algo se puede hacer. Algo. Hay ciertos elementos teóricos –quizás recetas–, constitutivos del cuento a posteriori, que sirven para hacerse la ilusión de que estamos en posesión de él, y no él de nosotros. Conocerlos no es malo, no obstante. En ocasiones, hasta pueden ayudar. El agujero del Donut El cuento es el arte de lo no dicho. De lo omitido. El ‘agujero del Donut’. Si queremos hablar del amor, no mencionemos la palabra
Un cuento es algo muy breve. Un cuento es una transformación. Un cuento es algo muy pequeño que alude a algo muy grande. Un cuento es el rastro de un deseo. De un conflicto. De una identidad...
‘amor’. Si queremos hablar de la soledad, no mencionemos la palabra ‘soledad’. Dibujemos un círculo vacío alrededor del tema que pretendemos abordar –y de su nombre–, y movámonos por los alrededores. No traspasemos nunca ese círculo. Contemos lo que sucede alrededor. Las consecuencias de su existencia. Los rastros que deja tras de sí. Un ejemplo: una pareja se enfrenta a su ruptura final. No mencionemos la palabra “ruptura”. Por el contrario, mostremos a dos personajes que, llegado el día de su quinto aniversario, deciden comprarle al otro el regalo que en realidad querrían para sí. No el que querría el otro. En realidad, hace mucho tiempo que el otro dejó de existir. “La ruptura” ya se ha producido. Se está produciendo a cada instante. ‘Ruptura’ es la palabra que
nombra el tema de nuestro cuento. Pero no la diremos. Señalaremos hacia ella. La apuntaremos con todas las señales que tengamos a nuestra disposición, más o menos sutiles, más o menos intensas, más o menos elaboradas. Emplearemos la metáfora, observaremos los gestos, los objetos que rodean a los personajes que están a punto de cometer un crimen, de iniciar una guerra, de decirse adiós. Pero nunca, nunca, mencionemos el tema. El arco y la lira: una armonía tensa hacia atrás Todo cambia, nada permanece. No podemos bañarnos dos veces en el mismo río. Allá donde miremos hay algo moviéndose, algo dejando de ser para ser otro. Algo transformándose. El cambio es el principio todo. Y también del cuento. Hemos viajado durante años en el mismo autobús. Hemos cogido cientos de veces la misma mano. Pero ¿era la misma? Porque hoy, esa mano parece distinta. Llueve distinto
LIBROS
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Cristina Cerrada Nacida en Madrid en 1970, es licenciada en Sociología. Es escritora y actualmente ejerce como coordinadora de varios cursos de narrativa corta y novela en los talleres de escritura creativa Fuentetaja. Colabora en diversos medios de la prensa nacional como la revista digital Literaturas.com, el magazine ‘Calle 20’ o la revista cultural ‘Ateneaglam’. Entre otros, ha recibido los premios NH de relato 2002, Casa de América de Narrativa 2003, Cajamadrid de Narrativa 2004 y Ateneo Joven de Sevilla de novela 2005 con la obra Calor de Hogar, editada por Algaida. Ha sido incluida en diversas recopilaciones, entre las que destacan Todo un placer. Antología de relatos eróticos femeninos (2005), realizada por Elena Medel, Antología de cuentistas madrileñas (2006), compilada por Isabel Díez Ménguez y Contar las olas. Trece cuentos para bañistas (Lengua de Trapo, 2006).
hoy. Ese autobús no es el mismo autobús. El timbre de la puerta no emite el sonido acostumbrado. El cartero no llama a la misma hora de ayer. ¿Por qué se ha retrasado? ¿Quién es el anciano que nos llama hijos y que ayer no lo era? ¿De dónde han salido esas arrugas? ¿Soy yo el mismo de un momento atrás? Escribir un cuento es congelar esos precisos instantes en que las cosas dejan de ser las que eran. En que las cosas se fundan. El cuento se convierte así en el súbito instante en que algo deja de ser, para ser otro. Pero el cambio no se produce porque sí, sino sólo a partir de una lucha. El conflicto genera el movimiento, provoca el cambio. La tensa armonía hacia atrás de una lira, tal como decía Heráclito. Una noche, el hueco de las mantas deja de calentar. Alguien desconocido está tumbado a nuestro lado. Queremos irnos. Queremos gritar. Conocemos la forma que se insinúa junto a nosotros, pero no la deseamos. Dios mío, ¿qué vamos a hacer? El cuento atrapa ese instante violento en que dos posturas se enfrentan, en que dos intereses se oponen, y lo convierte en una huella. Lo estampa para siempre como una forma de materialidad. Es ese instante mirado que in-
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Poéticas del relato: arqueros y boxeadores Páginas de Espuma pone las bases para la reflexión sobre el cuento, un género escurridizo ubo un tiempo en que los cuentos se escuchaban. Ahora se leen. De las historias contadas al calor de la lumbre, erosionadas y perfeccionadas por el paso del tiempo y de las formulaciones, a las páginas que encierran un mundo complejo en unas palabras precisas y contadas. Quizá sea esta la manera más genuina, la más pura, de contar historias. El poema sería una especie de gema dura que se cuenta a sí mismo tanto –y especialmente– a través de su forma como de su contenido. La novela narra y tiene en esa narración su primer sentido, acompañando a los personajes a través de un mundo creado para ellos y sus transformaciones. En el vasto espacio que media entre poema y novela encontraríamos el relato, moviéndose a sus anchas y tomando una apariencia escurridiza cuando se le intenta acotar, definir. Ese ansia de definición –con la loable premisa de no querer llegar a formulaciones tajantes– es lo que a movido a la editorial Páginas de Espuma a la publicación de este libro. El profesor de Literatura Hispanoamericana de la Autónoma de Madrid, Eduardo Becerra, ha recopilado en este volumen la manera de enfrentarse al texto de veintitrés escritores que se dedican de una manera habitual, y en algunos casos, exclusiva, a la construcción de relatos. El resultado es tan escurridizo como el propio género, pero el esfuerzo merecía la pena porque son escasos los estudios publicados en este campo, más pródigo en lemas que se elevan a la categoría de mantras de tan repetidos: «La novela gana por puntos y el cuento gana por K.O» es una de ellas, formulada por Cortázar, uno de sus grandes maestros. Parece como si el análisis del relato llevara a sus autores, acostumbrados a medir las palabras, a construir poemas con sus resultados. Los veintitrés autores que se han lanzado a la aventura de desnudar sus mecanismos creativos exponen teorías dispares que van desde la no teorización hasta los intentos de acotar el terreno y ofrecer algunas balizas de atención no excesivamente obligatoria. Después de leer sus artículos –cada intervención tiene aproximadamen-
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Es autora de los libros Noctámbulos (2003), IV Premio Casa de América; Compañía (2004), II Premio Caja Madrid; y su citada primera novela, Calor de hogar, premiada en Sevilla. Puede encontrarse más información en su página cristinacerrada.com.
El cuento es el arte de lo no dicho. De lo omitido. El ‘agujero del Donut’. Si queremos hablar del amor, no mencionemos la palabra ‘amor’
augura una transición. Porque, ¿acaso hay cambio si alguien no mira? ¿Imita el cuento la realidad, o la crea? Agujeros negros El final de un cuento debería parecerse a uno de esos agujeros negros del espacio de los que tanto hablan los científicos. Una masa densa y caótica donde el tiempo ha quedado en suspenso. Dilatado, comprimido. En eterno retorno. Una lavadora, una zona especular en la que la pregunta acerca del devenir constituye su propia respuesta. ¿Cuándo termina un cuento? No termina.
¿Qué es un final? Algo que es y no es. Que siempre está dejando de ser. Que siempre está empezando a ser. Al concluir un cuento leemos fin, pero un buen cuento no tiene final. Está siempre sucediendo, como el tiempo en uno de esos agujeros negros del espacio. ¿Tiene acaso final Los muertos de Joyce? ¿No está Gretta permanentemente llorando la pérdida del joven Michael Furey? ¿No sigue gravitando alrededor de su ausencia y no seguirá gravitando para siempre jamás? ¿Y Gabriel? ¿No continuará contemplándola eternamente, retorciéndose las manos lleno de miedo y ansiedad, en busca de la respuesta que anhela? ¿No continúan todos ellos viviendo y muriendo a la vez? ¿Para siempre jamás? Yo diría que sí. Y al igual que ellos, cuantos hemos leído Los muertos permaneceremos eternamente presas del mismo sobrecogimiento que se experimenta ante lo que está produciéndose por siempre jamás. ¿Cuándo termina un cuento? No termina. ¿Qué es un final? El final de un cuento se parece enormemente a uno de esos agujeros negros del espacio. O tal vez sea al contrario.
VARIOS AUTORES El arquero inmóvil. Nuevas poéticas sobre el cuento Edición de Eduardo Becerra Páginas de Espuma, 2006 222 pp. / 14 euros
te la misma longitud que cualquier relato corto– sí queda patente algo, sea cual sea la estrategia seguida: hay un trabajo exhaustivo detrás de cada una de sus obras y un inmenso amor por contar historias, por dejarlas correr con atención y presentarlas sobre el papel con toda la intención. La pasión por el relato queda más demostrada, algo que no es fácil en un mundo editorial que ha dejado de lado –salvo excepciones como la de esta editorial– este género. El libro sirve de esta manera como un estímulo para la lectura de cuentos, de los autores presentes y de sus referentes, una guía para adentrarnos en un universo complejo y sugerente, en palabras de Rodrigo Fresán «el mejor y más rápido modo de explicarnos algo verdadero mediante el artilugio de una ficción». Si observamos el índice onomástico podemos comprobar los nombres más citados: Poe, el gran creador del género en su concepción moderna, trayéndolo desde la oralidad hasta la escritura; y desde ese tronco, Cortázar y Borges –abanderados de esa estructura de unidad, trama y sorpresa final– y Chéjov y Carver –representantes de esa teoría del Iceberg que presenta hechos sencillos como superficie de un mundo complejo–. Eduardo Becerra plantea una reformulación del género dada por los nuevos contextos sociales y en cada uno de los pequeños ensayos podemos ver cómo los autores se enfrentan o asimilan las teorías clásicas y apuntan sus propias definiciones. El arco en tensión de Pablo Andrés Escapa que da título al libro, la sorpresa íntima de Ronaldo Menéndez. Un libro que combina la reflexión teórica con una pasión contagiosa por la literatura. Antonio Marcos
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Aramburu en el País Vasco FERNANDO ARAMBURU Los peces de la amargura Tusquets, 2006 248 pp. / 16 euros
Hacía tiempo que Fernando Aramburu quería escribir sobre personajes y escenarios vascos. Y ha esperado hasta intuir cierta madurez como escritor para dejar su particular testimonio literario sobre el espinoso tema de la violencia etarra y sus derivados. Un padre se aferra a sus rutinas y aficiones, como cuidar los peces, para sobrellevar el trastorno de una hija hospitalizada e inválida; un matrimonio acaba fastidiado por el hostigamiento de los fanáticos contra un vecino y esperan que éste se decida a marcharse; un hombre hace todo lo posible para que no lo señalen, y vive aterrado porque todos le dan la espalda; una mujer decide irse con sus hijos sin entender por qué la acosan. A manera de crónicas o reportajes, de testimonios en primera persona, de cartas o relatos contados a los hijos, Los peces de la amargura recoge fragmentos de vidas en las que, sin dramatismo aparente, sólo asoma la emoción –a la par que el homenaje o la denuncia– de manera indirecta o inesperada, es decir de la manera más eficaz.
El ingenio de Nancy Mitford NANCY MITFORD Amor en clima frío Trad. de Miguel Martínez-Lage Libros del Asteroide, 2006 336 pp. / 18,95 euros
Nancy Mitford recupera en Amor en clima frío personajes y situaciones de su anterior novela, A la caza del amor. La acción se traslada en este caso a la espléndida mansión de los Hampton, hogar de Lord y Lady Montdore. Lady Montdore, brillante figura de la aristocracia de su época, está empeñada en arreglar el mejor matrimonio para su hija única, Polly, pero sus maniobras acabarán estrellándose, una tras otra, contra el aparente desinterés de Polly en esos temas. La perspicacia de la autora para reconstruir el ambiente de los círculos aristocráticos británicos de entreguerras nos brinda, una vez más, la oportunidad de asomarnos a un mundo hoy desaparecido. Pero es, sobre todo, el famoso ingenio satírico de Nancy Mitford y su extraordinaria capacidad para modelar personajes y situaciones, lo que convierten a este libro en una emocionante y divertida novela.
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Haber vivido en Praga Jan Neruda crea una de las primeras versiones de la Praga mítica y real en este magistral libro de cuentos n día alguien consiguió que la literatura cristalizara en Praga. De algún lugar tuvo que venir la idea literaria que se ha forjado de esa ciudad y que culminaría en el siglo XX con el maestro Hrabal o con Kafka –tal vez el escritor más importante de los últimos cien años–. Y así, como apuntaba Borges, la aparición de un gran autor crea no sólo una gran obra, sino también toda una caterva de antecesores. Uno de ellos se crió en la trastienda de una expendeduría de tabaco en el barrio de Malá Strana, observando, amando y sintiendo todo lo que uno puede sentir por la gente que comparte su vida. Porque el barrio puede tener sus cualidades, su encanto o lo que sea, pero lo que realmente le da vida son las personas, y ellas protagonizan estos magistrales cuentos que recupera, en buena hora, la siempre atenta editorial Pre-Textos. Como no podía ser de otra manera, el barrio significa para su autor algo mucho más cardinal que una mera región donde se encuentran unos y otros: «Y contra la rusa, se desencadenó aquel día la animadversión de Malá Strana, yo diría del universo, si Malá Strana, como desearía yo, que soy hijo de este barrio, se extendiera por todo el mundo». Claramente, eso que se conoce como infancia es un recuerdo universal para cualquiera, o una sinécdoque del universo, pues la materia del mismo parece configurada por la infancia de los hombres. Hasta tal punto es así, que en el barrio de Malá Strana «… si un comisario podía prohibir que unos se muriese, cuánto más asistir a los entierros». Esto se nos comenta a cuenta de una mujer solitaria, como solitarios son muchos de los seres que tan sinceramente nos presenta Neruda, aficionada a acudir a los entierros para derramar un puñado de lágrimas. Sin pretender asustar a nadie, Neruda es amable hasta en la tragedia, y su ironía no provoca dolor, aunque nos despierte toda la ternura al acercarnos a esos seres que pasean solos, se encuentran solos, o son solos.
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JAN NERUDA Cuentos de Malá Strana Traducción de Clara Janés y Jana Stancel Pre-Textos, 2006 354 pp. / 20 euros
Como la rusa antes mencionada, o los ancianos Rysanek y Schlegel, protagonistas de un hermoso cuento en el que se nos habla de lo absurdo del rencor; o el mendigo Vojtisek, que se afeitaba solo los domingos y acabó sufriendo el exceso de maledicencias; o el bajito doctor arruinamundos, que sufre un estigma lanzado contra él durante un funeral, una maldición que alguien vierte con ingenua hipocresía; o el señor Vorel, que requemó su pipa y su vida a la espera de que la sociedad cerrada aceptara a un extraño; o el personaje que se enamora tan real como fantásticamente durante una noche en que espera a que amaine la tormenta sentado en la taberna Los Tres Lirios; o esa mujer madura que el día de Todos los Santos va a llevar flores a las tumbas de dos hombres, dos amigos, que se declararon y la desengañaron casi a un tiempo, en una broma que despertará en ella el buen amor. El libro se abre con un relato plural, largo, ‘Una semana en una casa tranquila’, en el que el narrador testigo pega un tajo a la fachada de un edificio para mostrarnos las múltiples acciones simultáneas de los vecinos, y se cierra con un relato especular y deformante del anterior, ‘Figuras’, narrado en primera persona por un opositor que decide refugiarse en ese mismo edificio, creyendo haber encontrado el lugar más bucólico del planeta para concentrarse, y desengañándose de a poco, a medida que conoce la inocencia acerba de sus habitantes. Centrándose en «el pormenor cotidiano ensombrecido por la historia», como comenta Claudio Magris en la excelente introducción que acompaña al texto, Neruda crea una de las primeras versiones de la Praga mítica y real que un día será mágica en unos actos de sublimación de los escritores que tanto deben a Jan Neruda. Ricardo Martínez Llorca
Lucha contra los mitos Carlos José Márquez documenta con rigor las tendencias de los estudios históricos sobre la Guerra Civil urante los últimos años, el material historiográfico sobre la Guerra Civil Española se ha incrementado de forma notable. El fin del consenso que la CARLOS JOSÉ Transición impuso MÁRQUEZ sobre la visión del Cómo se ha escrito la conflicto ha provoGuerra Civil española cado la proliferaLengua de Trapo, 2006 ción de estudios 333 pp. / 21,80 euros que, desde diferentes escuelas y corrientes, luchan por hacer de su visión de la guerra la única válida. Superados la tendencia al olvido y el reparto de culpas con los que durante años se intentó pasar página e integrar a los antiguos enemigos en el proyecto democrático, quienes ahora escriben de la guerra hablan de revisionismos, de víctimas y verdugos, de responsabilidades morales, de memoria histórica, de razones y legitimidades. Sus interpretaciones, difundidas en ocasiones sin rigor científico alguno (en fascículos coleccionables, páginas webs de dudosa
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fiabilidad o estudios históricos carentes de bibliografía), pueden llegar a ser tan opuestas que en ocasiones hacen plantearse si el objeto histórico al que se refieren es el mismo. Lo que para unos fue una matanza, para otros fue una necesaria escaramuza; lo que unos llaman golpe de Estado no fue sino un movimiento de liberación nacional para otros… La propia naturaleza cainita de la Guerra Civil ha influido en la creación de este nuevo campo de batalla. Su larga sombra, sin la que resultan incomprensibles buena parte de los acontecimientos de la segunda mitad del siglo XX en España, ha provocado que el discurso historicista adquiera sus mismas características bipolares y polémicas. Sin tener en cuenta que la Historia es, ante todo, una investigación sobre el pasado y no un juicio de valores, y que, por tanto, ha de medirse en términos cognoscitivos y no éticos, las nuevas corrientes de estudio, diferentes en ideología y en su forma de entender la vida, han provocado la conversión de la interpretación histórica en un arma arrojadiza más. Ante semejante panorama, que ha hecho de la necesidad social de hablar del pasado para entender el presente un elemento confrontador y polémico, resultan tremendamente esclarecedoras obras co-
mo Cómo se ha escrito la Guerra Civil Española. La ópera prima de Carlos José Márquez se estructura como un recorrido por las principales tendencias que han estudiado el conflicto bélico que asoló España entre 1936 y 1939. Combinando rigor y documentación con amenidad, el autor aclara y clasifica para los neófitos las principales corrientes que han estudiado la guerra española, identificando sus orígenes y exponiendo las implicaciones que su forma de ver el pasado tienen sobre su modo de entender el presente y, especialmente, la cultura política nacional. Al mismo tiempo que desgrana las características de las diferentes tendencias historiográficas, el autor lucha contra la visión mitificada de la Historia y aboga por una comprensión global que aglutine nuevos datos, discursos e interpretaciones. Frente a la tendencia polemista de quienes parecen empeñados en confundir con su perniciosa visión de ‘los mitos de la Guerra Civil’, el texto de Márquez defiende la necesidad de un verdadero revisionismo que configure una visión histórica en la que pueda haber lugar para la reescritura y la ausencia de verdades únicas. Javier Sánchez Zapatero
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POESÍA
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OLVIDO GARCÍA VALDÉS La voz de Olvido García Valdés (Santianes de Pravia, Asturias, 1950) figura entre las más sólidas y singulares de la poesía actual en español. Se licenció en filología románica por la Universidad de Oviedo y en filosofía por la de Valladolid. Codirectora de la revista ‘Los Infolios’ y miembro fundador de ‘El signo del gorrión’, ha desarrollado una amplia labor crítica sobre poesía y sobre arte. Su obra poética la componen, junto con éste, otros cinco títulos: El tercer jardín (1986), Exposición (1990, Premio Ícaro de Literatura), ella, los pájaros (1994, Premio Leonor), caza nocturna (1997) y Del ojo al hueso (2001). Es autora del ensayo biográfico Teresa de Jesús (2001); ha traducido a Pier Paolo Pasolini (La religión de mi tiempo) y, junto con Monika Zgustova, una amplia antología poética de Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, El canto y la ceniza. A su vez, sus poemas se han traducido al sueco, al francés, inglés, alemán y portugués. Prestigiosas antologías han recogido su obra.
Olvido García Valdés
Vivo el que lo lea Poeta de referencia, con su último libro sabemos que, al menos, alguien hablará de nosotros mientras estemos vivos a certeza de la muerte es una fotografía que, de repente, llega a casa y nos indica que: Nosotros, no yo. Todos, no algunos. Estábamos; estamos ahora, no entonces. Vivos, no estáticos. No congelados todavía en la instantánea que nos reúne, nos acerca y nos da vida. Parece mentira, pero la propuesta es una postura vital (política, por tanto). La única certeza parece mentira y, así, se va coloreando, licuando, sublimando. Polvo en suspensión, polen, semillas. Así crea y se recrea lo tambaleándose. De ahí la perspectiva sonámbula, lo alucinado en realidad. No hay números abiertos, se escucha decir a una anciana que se sube a un autobús. Y no, en la vida no hay números abiertos. En la salida de la M-40, dirección A6…, comienza uno de los poemas. Y el punto kilométrico de la verdad importa: Estos son los datos. Pero el suave giro de lo vivido (visto, oído, olido…) toma ritmo en la expresión, en la extrañeza que expresa la que se deja extrañar. Ésa vela por todos. No hay indulgencia (ascetismo verbal, se ha dicho)
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Dos poemas Voy acarreando cosas como una vieja de pueblo. Lo soy. Y según pase el tiempo precisaré alforjas a las que ir echando todo lo imprescindible. Lo imprescindible es superfluo –fetiches, un libro, abanico, tijeras, cuaderno, pluma– como si cada vez más fuera aferrándome en vez de desprenderme a pequeñas cosas, salvoconducto para cruzar la calle o tomar café, ni siquiera los siete granos de granada. Y así no vamos a ninguna parte. Aparte gafas y llaves y efectos de belleza cosmética, un botellín de agua y un paraguas plegable que no pesa, todo acaba pesando.
madres araña, las mujeres vamos siendo reales desde los treinta, llegamos a serlo a los cincuenta; algunas, madres; otras sólo reales; arañas, si tienen hijas, hijas de araña, sí
pero esa sequedad que hace piezas el miedo, astillas el cansancio de estar vivo, virutas la mirada crítica…, está llena de actividad, de esperanza, de humor. Olvido es una mujer que conduce, he leído; tiene gracia. Ver el mundo en su aparente quietud, desde la ventanilla de un auto en aparente movimiento, tensa nuestro pensamiento lector. Nos va dando las pautas del alucine por el que se nos invita a circular. Convidados a ese coche, empezamos a ser con nuestro rostro en el retrovisor. Pero acabamos siendo, al ser conscientes de que es a nosotros mismos a quienes vemos. Vamos escuchando una voz que canta sin letra, que tararea una línea que nosotros completamos. Soy una vieja de pueblo, eso enternece. Una pueblerina que desnuda su bolso para no ir a ninguna parte. Allí pesa un abanico y más y más y no hay manera. Y ese bolso es la escritura también, llena de fetiches rusos y una fotografía de Rosalía con la que habla cada tanto. Y la oímos decir: Es que eso es lo que soy, una anciana de pueblo; tiene gracia. Algo más, tiene miga saber
OLVIDO GARCÍA VALDÉS Y todos estábamos vivos Tusquets, 2006. Colección Nuevos Textos Sagrados 217 pp. / 15 euros
La certeza de la vida es esta ética, como de forense a la inversa, que certifica que seguimos vivos y nos responsabiliza verse al mirarse sin complejos, retratarse mujer en su edad sabia y bella. ¡Tan vivos y tan «cómo si todos/ ya hubiéramos muerto»! Asistimos a la película que protagonizamos. Nos pinchamos un dedo para ver la sangre roja y asegurarnos de que no estamos recortados y pegados en el paisaje ante nuestros propios ojos. El libro fluye como un río en penumbra. La vida se acurruca, se retuerce en el costado de lo absurdo que es vivir («amorraditos en aquel rinconcito»). Parece estar hablada en otro idioma la vida. A veces uno sale de casa y todos parecen usuarios de otra lengua; y uno baja la vista y espera, confiando en volver a ser uno más. Otro ser ficticio que vive con la certeza de entender algo. No queremos el papel de ángel ni de pastor, niña, dan miedo. La certeza de la vida es esta ética, como de forense a la inversa, que certifica que seguimos vivos y nos responsabiliza. La ebriedad no es mero don. La vida para quien se la trabaja. Víctor M. Díez
8 culturas LIBROS NOVEDADES
En la sociedad del tedio LARS FR. H. SVENDSEN Filosofía del tedio Traducción de Carmen Montes Cano Tusquets, 2006 256 pp. / 16 euros
¿Qué es, propiamente, el tedio? ¿De dónde surge esa sensación de vacío que a veces nos ataca sin contemplaciones? ¿Por qué es el aburrimiento un rasgo esencial de la sociedad contemporánea? Para el autor de este absorbente ensayo, el tedio es, sin duda, una de las grandes «cuestiones filosóficas» que tarde o temprano todos nos planteamos, y es también una experiencia humana que aclara muchas cosas sobre nuestra naturaleza. Hay un tedio «situacional»: las cosas y proyectos que tenemos entre manos, de repente nos aburren; pero hay un tedio mucho más profundo y peligroso, porque también inmersos en un mar de actividades podemos sentir de repente que nada tiene sentido; más aún, que no existe el sentido. En ese caso, «uno se siente vacío de todo, incluso de sí mismo». Para aclarar esta noción, Svendsen hace un recorrido a través de las diversas manifestaciones y variantes históricas del tedio –entre ellas, la melancolía o el taedium vitae del Romanticismo–, sin olvidar lo que clásicos como Pascal, Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger, Cioran, Beckett o Pessoa.
La aventura de Joseph Conrad JOSEPH CONRAD Y FORD MADOX FORD La aventura Trad. de Juan Antonio Molina Foix Valdemar, 2006 544 pp. / 22 euros
En 1902, recluido en su cottage del condado de Kent (Pent Farm), Joseph Conrad (1857-1924) consagró varios meses a rehacer y completar la novela Seraphina, que su amigo Ford Madox Ford (1873-1939) acababa de terminar. Era una novela sobre piratas cubanos, comenzada en 1898. Conrad la transformó considerablemente y le cambió el título, apareciendo por fin en 1903 bajo el nombre de ambos. Dos años antes ya habían publicado otra experiencia mano a mano: la sorprendente novela The Inheritors, An Extravagant Story (Los herederos, 1901), y en 1923 volverían a publicar juntos The Nature of a Crime. La aventura fue la primera novela de Conrad con temática americana. Relata las peripecias del joven John Kemp, que sueña con aventuras, en medio de las intrigas políticas de ingleses y españoles en lucha por mantener el control de sus respectivas colonias.
TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 24 de septiembre de 2006
Matemáticas amables La sonrisa de Pitágoras es un ameno libro de divulgación, pero no refleja la belleza de las matemáticas o verdaderamente importante de un libro es lo que nos queda de él después de haberlo olvidado. Sin duda, es la Historia el campo del saber que sufre la presencia de mayor cantidad de libros insulsos, llenos de datos, biografías y batallas, libros que no nos dejan absolutamente nada dentro después de que el verdugo de nuestra memoria los haya condenado a una merecidísima muerte. Pues la Historia tiene poco que ver con montones de datos, y el que sea capaz de leerse de arriba abajo libros como aquella Historia visual del siglo XX tendrá la cabeza llena de datos incomprensibles. Tan incomprensibles como el mismísimo Libro Guiness de los Récords. Algo así es La sonrisa de Pitágoras en el campo de las matemáticas. Supongo que está orientado principalmente a lectores de cultura media, con formación humanística. Lectores que, en muchos casos, decidieron en la adolescencia, con la petulancia propia de esa época, que debían odiar aquella asignatura, pero que al cabo del tiempo tratan de corregir sus propios errores. Puede que también esté orientado a personas con mayores conocimientos matemáticos pero que deseen divertirse mientras se ponen al día sobre el lado humano de la investigación matemática, pues el estudio de las ciencias viene siendo injusto con las personas que lo hicieron posible. Recordamos los descubrimientos, no los descubridores. Así que puede que este libro interese a las personas de ciencias simplemente porque nos habla de Pitágoras, de Euler, de Gödel, etc. Es justo decirlo: este libro es muy entretenido de leer, y cuesta menos esfuerzo que una novela de Rosa Montero. Uno puede enterarse en él de montones de cosas, ninguna de las cuales parece estar tocada de esencialidad, lo cual es especialmente grave en un libro de matemáticas. Sí, el lector pue-
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LAMBERTO GARCÍA DEL CID La sonrisa de Pitágoras Debate, 2006 300 pp. / 19 euros
de enterarse de cosas, de quién era Fermat y el señor que demostró su último teorema, pero el ajeno a las matemáticas no comprenderá nada de su belleza, aunque leerá sobre ella. Por desgracia, las cosas que merecen la pena cuestan esfuerzo, y las matemáticas no son una excepción. Es posible que algún lector cobre interés en esa belleza a través de este libro, pero será como esos personajes literarios que se enamoraban de una mujer tan solo por haber oído hablar de su belleza, sin siquiera haber visto un retrato suyo. A pesar de resultar muy entretenido de leer, La sonrisa de Pitágoras no siempre está bien escrito. A veces se le pasa explicar un concepto o un símbolo que no debiera dar por conocido, y en cuanto a las numerosas anécdotas que pueblan el libro, tienen un aire rancio al que no son ajenos los nombres de los personajes, uno de los cuales es ‘Cide Hamete Benengeli’. Algunas de las frases citadas en el capítulo dedicado a la paradoja constituyen, en mi opinión, lo mejor de este libro. Estas pertenecen a Douglas R. Hofstadter: Yo soy el pensamiento que estás pensando. El lector de esta frase existe solo cuando la lee. Cuando no miras, esta oración está en inglés. El único sentido de esta frase es dejar claro cuál es el único sentido de esta frase. Essta frase contiene tress errores. Soy un gran optimista porque sin optimismo... ¿qué nos quedaría? Le he concedido un crédito ilimitado y ya lo ha agotado. Lamberto García del Cid es un vizcaíno de 55 años. Licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Bilbao, ha escrito numerosos artículos de divulgación científica y matemática. Garcimuñoz
Arrebatado Carpe Diem Julio Valdeón Blanco retrata a una juventud en crisis en la novela ganadora del Ciudad de Salamanca ay una corriente narrativa actual que presenta índices de crónica inmediata, directa, casi periodística. Su mirada se centra con frecuencia en el mundo de la JULIO VALDEÓN juventud y, en muBLANCO chas ocasiones, en Palomas eléctricas un sector muy deterX Premio de Novela Ciudad minado: esa juvende Salamanca tud que ajusta su viAlgaida, 2006 da a objetivos vitales 410 pp. / 19 euros urgentes, con pretensiones de revivir el carpe diem renacentista de forma desaforada e impulsiva. No sería descabellado considerar como lejano precedente de esta tendencia novelística Historias del Kronen, de J. A. Mañas. En este mundo se ambienta la novela de Julio Valdeón Palomas eléctricas, ganadora del Premio de Novela Ciudad de Salamanca en su décima edición. No es la primera vez que el escritor vallisoletano se acerca al mundo de la juventud. Lo hizo en obras anteriores y lo repite ahora, con esta novela generacional, ambientada en el mundo urbano. Valladolid, ciudad del escritor, es el escenario de las experiencias de un grupo de jóvenes (vividas en el marco cronológico de una semana) que tratan
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de buscar un camino en la vida. Mientras lo encuentran, viven el momento de forma arrebatada, pero nihilista, sin poner límites a sus experiencias. De ahí que el sexo, la droga y el alcohol sean en muchos casos los móviles esenciales. Las actitudes humanas, representadas por distintas parejas, convierten estas páginas en una colmena moderna que tiene a Valladolid como emplazamiento real, pero, sobre todo, psicológico. Cualquier lector comprobará que la ciudad se muestra como referencia precisa en muchos casos, pero paradójicamente, ofrece una visión subjetiva, metafórica, de espacios que superan su localismo. El ritmo vital de los personajes (trepidante en todos los casos, salvo en el de la pareja formada por Rosa y Rubén, más convencional) explica la aparente superficialidad de sus retratos. En teoría, no hay profundidad psicológica, pero la actuación de cada uno de ellos y la forma de expresarse son buen camino para conocerlos, aunque adolezcan falta de mundo interior. Andrés y su obsesión por irse a Nueva York, Luis, desencantado en su trabajo en un banco, Carlos con su pesimismo por el ejercicio de la vocación periodística, Álvaro refugiado en sus obsesiones personales… se convierten en personajes-tipo de este momento. Junto a ellos, no debe quedar al margen Lucas Urquijo, testimonio
del periodismo clásico y ahora aparcado en una forzada jubilación. A pesar de la visión desgarrada que en principio ofrece la novela, el desenlace plantea ciertas dudas respecto al comportamiento de los protagonistas. Su rebeldía y su entrega apasionada e irracional a todo tipo de experiencias extremas tienen un final que se vislumbra muy distinto. Hay índices claros, que el lector debe descubrir, pero el desenlace no admite dudas. La boda de Rubén y Rosa y la actuación de Lucas Urquijo, el periodista jubilado, conllevan un mensaje subliminal. Finaliza así una novela planteada como la visión moderna de un sector del mundo urbano, representado por espacios vallisoletanos que reciben un trato literario especial, de curiosas connotaciones. Julio Valdeón no escatima recursos descriptivos: hay visiones realistas, pero no faltan imágenes casi poemáticas del escenario, en las que son frecuentes recursos surrealistas que dan una visión muy original a lo descrito. Desgraciadamente, el texto presenta excesivas deficiencias ortográficas, sobre todo acentuales. Es inadmisible que de forma reiterada no se acentúen las formas de interrogativas indirectas, sin que falte algún ‘entre tanto’, ‘a cuenta gotas’, ‘coje’ o ‘absorve’… algo inadmisible en estos tiempos. Nicolás Miñambres