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culturas

N° 89 Suplemento de

artes y letras

TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 29 de octubre de 2006

Andrés Alén, delante de algunos de sus cuadros expuestos en Fonseca / FORMIGO

ANDRÉS ALÉN Pintar un mundo a trozos

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La sala de Fonseca acoge una muestra de la forma de afrontar la pintura de Andrés Alén: sus fragmentos componen un todo armónico de gran potencia estética.

3 SCORSESE

4 FITO&FITIPALDIS

El director norteamericano vuelve al tono de sus grandes películas, que le emparenta con los grandes clásicos, con Infiltrados.

Por la boca vive el pez es el último disco de Adolfo Cabrales, un músico cuya proyección no ha dejado de crecer desde los tiempos de Platero y Tú.


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TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 29 de octubre de 2006

asta ahora, la mayor parte de los artistas relacionados con Salamanca que habían h ocupado la portada del suplemento pertenecían a una generación que los sitúa por debajo de los cuarenta años, aproximadamente. Siempre tuvimos intención de servir como espacio de reflejo para toda esa serie de creadores que han roto el cascarón, cuya proyección dentro del sistema del arte evita tener que colgar esa desagradable etiqueta de la procedencia detrás de la palabra artista.

No era una cuestión de reduccionismo de edad ni de exclusión. Andrés Alén comenzó tarde en el arte y la exposición que ahora presenta en Fonseca constituye toda una prueba de madurez, de potencia como artista. Enfrentarse a una sala tan enorme trabajando preferentemente en formato pequeño puede asustar a cualquiera, pero Alén ha dispuesto ese universo particular hecho de fragmentos, de tal manera que la muestra aparece como una contenida explosión de color, abstracción

y pintura de la buena. Revisamos la carrera de Martin Scorsese después del estreno de su última película, que promete tanto como algunas de sus mejores cintas, que son muchas. También repasamos la trayectoria de Fito, también con nuevo trabajo en el mercado, desde sus tiempos de Platero y Tú hasta el momento dulce que vive con Fitipaldis. La parte literaria la encabeza Dino Buzzati, un narrador del que ahora se editan sus relatos, que revelan a un maestro de la alegoría.

Antonio Marcos culturastribuna@yahoo.es

1Junten LAS FAMILIAS DE LA TELE Los Simpsons con lo más disparatado de Matrimonio con hijos, pónganle una gotitas de la incorrección de South Park y la mezcla podría llamarse Padre de familia (Family Guy). Tomen Aída, supriman el humor chabacano y casposo y el resultado podría llamarse Mujeres. Son dos de las familias que ahora mismo pueden verse en televisión y, con todas sus diferencias, hacen que el rato delante del aparatito no resulte tiempo perdido. La historia de la comedia de situación se ha constituido alrededor de la sagrada, televisivamente hablando, institución de la familia. Desde sus primeros tiempos, ese hogar americano de unifamiliar de dos plantas se ha instalado a todas horas en televisión. Poco a poco se fueron introduciendo modelos familiares ‘alternativos’, cuya culminación popular pudieron ser unos Simpsons que no por estar dibujados resultan menos reales. Para que existiera Padre de familia (dos episodios diarios en La Sexta a partir de las tres de la tarde) la familia amarilla (en algunos lugares de hispanoamérica a Homer se le llama Homero) tuvo que llegar primero. Pero esta serie, también de animación, va un pelín más allá en su incorrección, en los chistes fugaces y referidos a la cultura de masas estadounidense. Desde luego, no es tan buena como Los Simpsons, pero si a uno le va lo incorrecto y el humor delirante puede pasarselo bien. El padre de familia en cuestión es Peter, un don nadie casado con una rica heredera, padre de dos hijos adolescentes inadaptados –ella, la esquematizada ‘rarilla del instituto’, él, la versión lobotomizada del ya desastroso hijo de Tony Soprano–, dueño de un perro que lo mismo trabaja de taxista que de policía y cuidan de un bebé con claro perfil extraterrestre. Cada capítulo es un rosario de exabruptos y subversión de toda regla de buena vecindad. Peter lleva a Homer en el corazón pero le supera en mezquindad, egoísmo y disparate. La otra serie que me tiene cautivado en este momento es Mujeres. Un barrio, una familia de mujeres, una vecina pizpireta, una abuela genial, la inmigración asimilada, los reductos de yonkis. Menos retórica que el Barrio de Fernando León y tan humana que te enamoras de los personajes. Producida por Almodóvar y dirigida por Félix Sabroso y Dunia Ayaso, la serie respira realidad, con sus

risas y lágrimas, huye de esquematismos y no pretende hacer un humor fácil. Los productores de Aída debieron de querer hacer algo así, pero por lo visto el esquema de ‘sitcom’ les acabó perdiendo. Demos gracias a Televisión Española por programar Mujeres en La 2, lo que evita que la quiten a la tercera semana si no tiene audiencia.

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DESTROYER ENCUENTRA SU SITIO Después de ver a Alejandro Lucas en la sala B del CAEM, esperemos que la programación ‘Sala Marte’ se arraigue definitivamente en la ciudad. Un público entusiasmado entró en el juego transgresor que propone ALTO Teatro, demostrando, como dice en su espectáculo, que lo sucio está en la mirada, no en el objeto de ella. Un montaje que funciona como un reloj, de un valor artístico incuestionable, un intento exitoso de hacer un teatro diferente, de remover las entrañas del espectador. Destroyer era el espectáculo que necesitaba ‘Sala Marte’ para dar carácter a una programación necesaria para un público que existe a pesar de no encajar en la etiqueta de ‘masivo’.

3MARCIAL LO DECIMONÓNICO VISTO POR MORA Todavía están a tiempo de ver la exposición de Marcial Mora en Explorafoto. Su versión de La Regenta entre la fotografía y la pintura trasmite una sensación de teatralidad, de representación extraña, una mirada diferente sobre un siglo olvidado que utiliza los términos de la fotografía y la pintura para crear una ilusión, dejando a sus personajes entre la realidad y la ficción, entre lo representado y el modelo conocido. Un paso más en el trabajo de investigación sobre la imagen de este artista.

Fotos: Prieto

4 300 RESEÑAS Un momento de autobombo: el suplemento lleva 300 reseñas publicadas y la mayor parte son buenas recomendaciones de lectura. Treinta entrevistas a escritores, más de cincuenta reportajes, 27 cómics. Gracias a todos los que lo han hecho posible.

Arriba, Padre de familia. Abajo, Alejandro Lucas en su espectáculo Destroyer. Portada de Koba el temible, la primera reseña publicada en ‘Culturas’, hace casi dos años


CINE

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MARTIN SCORSESE

El heredero de los clásicos Infiltrados es la nueva película de un director cuya carrera está trufada de obras maestras, con un complejo estudio de la personalidad humana, en la línea de los grandes clásicos. l éxito de taquilla obtenido por ‘The Departed (Infiltrados)’, interpretada por Jack Nicholson, Leonardo DiCaprio y Matt Damon ha situado el último estreno de Martin Scorsese a la cabeza de las películas que ya aspiran a ser nominadas al Oscar. Desde 1991, cuando estrenara El Cabo del Miedo, el director italoamericano no había conseguido dar en la diana de la taquilla con tanto acierto. Pero la carrera de Scorsese nunca ha fijado su interés ni en las cifras del ‘box-office’ ni en la obstinación por obtener esa preciada estatuilla que persistentemente le niega la Academia de Hollywood. Más allá de estos superficiales ejes cinematográficos, su filmografía, apuntalada con férrea disciplina en la concepción y ejecución de cada una de sus películas, establece un mundo creativo donde pugnan su personalidad y narrativa, la responsabilidad de un cineasta considerado como uno de los grandes genios del cine contemporáneo, pero cuyas películas no suelen triunfar de cara al gran público. Nacido en Nueva York en 1942 y nieto de inmigrantes sicilianos, el joven Scorsese se crió en la Little Italy rodeado de violencia, mafia y extorsión hasta que vio cambiada su vocación religiosa (quería ser cura) cuando el mundo del cine y el rock & roll cambió su vida para siempre. En sus inicios Scorsese entró en contacto con el arte fílmico a través de pequeños cortometrajes experimentales, ofreciendo ya un estilo desgarrador y novedoso que dio como resultado su primer largometraje What´s that knocking at my door, una reflexión homónima sobre los peligrosos juegos de unos jóvenes italoamericanos divididos entre la violencia sin concesión y la religión católica. Una ‘opera prima’ con dispositivos comunes constantes a lo largo de su carrera: «Revelar la realidad o elegirla en espectáculo», como ha manifestado en más de una ocasión el cineasta. Siguiendo esta pauta, su debut oficial, Boxcar Bertha levantó terribles polémicas por sus abundantes referencias de carácter religioso, arti-

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Martin Scorsese, en un momento del rodaje de su última película. Abajo, Jack Nicholson y Leonardo DiCaprio

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Inconformista, controvertido y honesto, su obra crea historias sin límites bajo la inspiración de un complejo lirismo de lo salvaje, con un estudio de la personalidad humana culando así otra de su asiduas preferencias, la de proyectar personajes retraídos y asociales y convertirlos en admirables héroes integrantes de una realidad social sin ninguna delicadeza. Cintas como Malas calles, Taxi driver, New York, New York, Toro Salvaje, El Rey de la Comedia o After Hours ofrecen una visión conceptual de su obra, con perspectiva multigenérica, en la que su revolucionaria (pero clásica) narrativa pervierte sus filmes, ya sea en su acreditada faceta de director de filmes violentos sobre la mafia, en un musical, en sucios e hipócritas ambientes sobre antihéroes carentes de perdón, sarcásticas disertaciones sobre el mundo del ‘show business’ o en simples comedias de enredo, enardecidas todas por su conocida mitomanía de pericia narrativa, llena de accesible épica que reco-

gen sus crónicas de fracasos y derrotas, de pérdidas y redenciones. Un director que, en gran parte de su filmografía, ha persistido en su afán de reflejar como nadie víctimas de la sociedad a la que ellos mismos también contagian y maltratan, brindando una genealogía atestada de oscuros abismos personales, de roles enfrentados a un ciclo en el que se suceden confianza, sumisión y traición. Un mecanismo perverso de ambigüedad moral que salpicó incluso a la figura de Jesucristo en La última tentación de Cristo. Inconformista, controvertido, honesto con su obra y dispuesto a crear historias sin límites bajo la inspiración de un complejo lirismo de lo salvaje, la obra de Scorsese es, hoy en día, inclasificable, llena de excesos y probidades, pero con factor común; su persistente estudio de la personalidad humana a lo largo de su im-

pronta antropológica, casi minimalista, por responder a la nada arbitraria voluntad de un estilo formal y narrativo que se ajuste a un enfoque lo más intrínseco y subjetivo posible para cada una de sus películas. Se dice que Scorsese, desde hace más de una década, divaga en la constancia de la maestría mal enfocada hacia un camino indescifrable, acarreando depurados ejercicios de estilo, de absoluta pericia que deambulan entre el clasicismo, el riesgo y la modernidad, pero sin establecer una línea que oriente su filmografía hacia una dirección concreta. Un hecho fehaciente que le convierte en uno de los directores más imprevisibles del cine moderno ante sus siempre anunciados puntos de inflexión en una filmografía trufada de obras maestras que han ido adquiriendo su trascendencia a través de los años.

Como las grandes obras maestras del Séptimo Arte. Desde la solemne Casino, las magníficas adaptaciones de las novelas de Pileggi y Warton Uno de los nuestros y La Edad de la Inocencia, respectivamente, pasando por el sonoro fracaso de Kundum, sus documentales sobre el cine italiano o norteamericano y grandes mitos del rock y el blues o sus elegías cinematográficas imbuidas de personalísimo carácter Al límite, Gangs of New York o la despreciada El Aviador, Scorsese sigue manteniendo su esfera de preceptor de la destreza cinematográfica, sin sortear la astucia crítica que desnuda algunas de las obsesiones de su autor y de las miserias de Estados Unidos a lo largo de la historia. En su última etapa, Scorsese ha vertido en sus películas su metódico estudio del cine clásico, donde no falta cierta dosis de manierismo y virtuosa reconstrucción de las épocas que reconstruye, explícita y deliberadamente enfática y, a veces grandilocuente y excesiva, pero siempre delimitada a una línea narrativa de perfecta sutileza, de puro cine clásico. Su obra, por tanto, sigue siendo tremendamente personal y él, como sublime creador, uno de los más grandes herederos de directores consagrados como John Ford, Orson Welles, Emeric Pressburger o Alfred Hitchcock. Miguel Á. Refoyo 


4  culturas MÚSICA

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Perelétegui

El nuevo renacer de Fito Desde que lograra todos los éxitos con Platero y Tú, su proyección se multiplica día a día con Fito&Fitipaldis. Adolfo Cabrales es el nuevo baluarte de la música de calidad. Rock y blues para todos. l último lustro de los años 80 fue la fragua donde se enmarca el origen de una de las leyendas vivas del rock español. Cuatro chavales de Bilbao, Iñaki ‘Uoho’ Antón, Juantxu Mongol, Maguila y Fito, comienzan a ensayar los temas de la banda que poco después formarían y que supuso uno de los mayores hitos del rock urbano: Platero y Tú. De la mano de otro de los mitos de este género, Extremoduro, siguiendo la estela del padre de todos ellos, Rosendo, y con cierto paralelismo con el desarrollo, auge y éxito del rock radical vasco, Platero y Tú consigue llegar en pocos años a la mayoría de la juventud española, cansada de las extravagancias de la ‘movida’ madrileña y buscando esa

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conexión entre la calle, el bar y los problemas sociales. Tras la publicación de una maqueta denominada Burrockn’roll, reeditada como álbum en 1992, la banda bilbaína graba su primer disco en 1991, llamado Voy a acabar borracho, que ya comienza a dejar claro en qué va a consistir la explosión de ‘los Platero’. Su progresión comienza a ser fugaz y en 1992 graban su tercer disco, Muy deficiente, siempre con DRO, que se convierte en el estandarte de la música que no está sujeta a las líneas comerciales pero que juega a gusto dentro de ellas. Vamos tirando y Hay poco rock&roll son los siguientes álbumes, que no hacen más que confirmar que Platero y Tú se estaban haciendo su propio hueco dentro del panorama musical español. Mientras que Platero y Tú adquiere la repercusión que ya estaban mereciendo, a la par crece también la importancia del más pequeño de la banda, la voz y guitarra, Adolfo Cabrales, más conocido como Fito. La gira de 1996, de donde sale A pelo, el disco en directo de la banda, es quizás el apoteosis de toda una generación. Ese año, Extremaduro y Platero y Tú recorren la geografía española haciendo un tour conjunto que arrasa allá por

FITO&FITIPALDIS Por la boca vive el pez DRO, 2006 Edición CD+DVD Y CD 15 euros

donde van, incluida la ciudad de Salamanca. Es en ese momento cuando Iñaki se convierte también en miembro de Extremoduro, que no abandonará nunca y que logrará compaginar mientras Platero y Tú siga en los escenarios. Los años transcurren con la publicación de otros dos discos, 7 (1997) y Correos (2000), que serán los últimos que la banda edite, antes de la separación definitiva, que llega tras la publicación del proyecto Extrechinato y Tú. Después saldrían a la luz Hay mucho Rockn roll. Volumen I (2002) y Volumen II (2005), a modo de resumen de

sus más de 15 años. Pero es unos años antes cuando las tendencias musicales de Fito comienzan a desmarcarse de lo que supone la marca ‘Platero y Tú’. El menudo cantante, con sus características camisetas de tirantes, sus patillas y cabeza rapada, adornada con una gorra, todo marca de la casa, empieza a innovar y a experimentar con el rock, para ir más allá de los simples guitarreos y canciones desgarradas. Inicia así una etapa en la que el blues se convierte en su seña de identidad, sin perder nunca esa base del rock que tanto ha forjado el carácter y la trayectoria de Fito. 1998 es el año en el que nace Fito&Fitipaldis como un proyecto en solitario del cantante de Platero y Tú, con un álbum denominado A puerta cerrada. El segundo disco, Los sueños locos, llega en 2001, con la disolución de Platero a punto de hacerse efectiva, justo cuando Fito da el máximo de prioridad a este nuevo embarque musical. Pero la consolidación de Fito se produce con Lo más lejos, a tu lado, de 2003. Ya desvinculado de Platero y Tú, Fito convierte a su formación en una de las grandes sensaciones de la música de aquel año. Nadie esperaba que alguien que venía de una banda clásica de rock, surgida en los suburbios de Bilbao, pudiera levantar tanta expectación entre el público y, lo que es más importante, sin el impulso de las grandes campañas comerciales de los ‘triunfitos’ de turno. La gira que durante dos años le hizo llegar a todos los rincones de nuestro país, incluidas dos paradas en Salamanca (una de ellas para tocar en acústico en el Palacio de Congresos), le aúpan a lo más alto de las ventas y de popularidad. Quizás el momento más importante fue el concierto de la Semana Grande de Bilbao, donde se juntaron más de 65.000 personas para dejarse embaucar por su música. Vivo... para contarlo, de 2004, es el resultado. Tras pasar una etapa más en su vida, envuelta en un continuo ir y venir de problemas con el alcohol y las drogas, después de un divorcio y demás daños anexos, Fito decidió que había que cambiar. Y volvió a deslumbrar. Nueva formación, en la que sólo mantuvo a Javier Alzola en el saxo, destacando la incorporación de Carlos Raya (M-Clan), que se ha convertido en una pieza clave, para un nuevo trabajo: Por la boca vive el pez. Un disco en el que el blues vuelve a ser protagonista, con un homenaje a uno de los grandes, Bo Diddley incluido, a la vez que recupera uno de los grandes himnos de sus ‘hermanos’ de Extremoduro, ‘Deltoya’ y ‘Abrazado a la tristeza’, de Extrechinato y Tú. Récord de ventas en tan sólo un mes, Fito ha colocado a sus cuatro discos de estudio entre los 100 más vendidos. Un artista que ha traspasado la línea de lo comercial para instalarse, a gusto, a cada lado. Sergio Jorge 


ARTE

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La madurez pictórica de Alén Andrés Alén muestra en Fonseca –hasta el 19 de noviembre– el resultado de su última etapa creativa, donde depura su estilo hacia lo más esencial. ¿Les sigue gustando la pintura? Vayan a ver esta exposición l trabajo de Andrés Alén (Salamanca, 1953) traspira un aire de intensa devoción por la pintura. Empezó tarde a exponer, pero en su retina ya habitaban cientos de imágenes, de las que escribía con precisión y complicidad. Viendo su última exposición –que se muestra en la sala grande de Fonseca– se podría decir que esa devoción se ha transformado en una auténtica obsesión. Cuesta imaginar las horas de trabajo que hay detrás de todos esos pequeños fragmentos, obras mínimas compuestas a su vez de pequeñas piezas de papel y cartón que superpone y agrega a la superficie del cuadro rescatando y dando un nuevo sentido a la técnica del ‘collage’. Siempre tendente a la acumulación, a lo serial y a una expresión barroca de puro congestionada, en esta exposición parece haber alcanzado un punto en el que consigue un delicado equilibrio entre lo excesivo de su propuesta y el espacio en el que se muestra, entre el ruido y el silencio, entre el blanco y el color. ‘Excesivo’ o ‘ruido’ no son aquí términos peyorativos. La inmensa producción de Alén siempre ha estado guiada por un buen gusto en la composición, en la utilización del color y el buen manejo de sus referentes artísticos, entre los que destacan los pioneros de la abstracción española y también algunos de los más destacados y poco reconocidos que habitan o habitaron esta ciudad. Sin embargo, invirtiendo el dicho, en algunas de sus obras el bosque no dejaba ver los árboles. Ahora se recrea en cada pequeña pieza, que dispone en grandes murales donde cada obra es, a su vez, un elemento de composición. Cada árbol es una pe-

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queña joya y el bosque tiene espacios donde detenerse y recrearse en la belleza que lo constituye, siguiendo con el símil. No es un camino fácil de tomar, pero quizá haya en todos los artistas un momento de madurez en el que empiezan a despojarse de lo que en otro tiempo consideraron importante y se encaminan hacia lo esencial. Andrés Alén se encuentra ahora en ese momento. Exceptuando la serie ‘Caras’, que reúne obras más antiguas, la exposición muestra su trabajo más reciente. Sus ‘Homografías’ son trabajos de dibujo más o menos automático en el que se encuentran distintas tipologías humanas repetidas, un ejercicio caligráfico que se distingue por su forma del resto, pero que al fin y al

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Quizá haya en todos los artistas un momento de madurez en el que empiezan a despojarse de lo que en otro tiempo consideraron importante y se encaminan hacia lo esencial. Andrés Alén se encuentra ahora en ese momento

cabo viene a demostrar su ansia de trabajo, de hacer cosas con las manos. Esa labor artesanal es la base técnica de toda la obra expuesta: fragmentos, láminas de papel y cartón desgarradas, casi despojadas de su materia hasta la transparencia, pintadas fuera del cuadro, que es el resultado final de esa agregación continua. Donde otros pintores usan la condensación del óleo y la espátula para dar densidad, él superpone capas de papel, creando una ambigüedad muy sutil: son pura materia, pero parecen mucho menos matéricos que muchas pinturas. Las obras concebidas así en pequeño tamaño componen frisos de pinturas delicadas, armoniosas, donde los colores y las grandes manchas de composición consi-

guen una gran contundencia sin querer llamar la atención. Y esa potencia se manifiesta sin ninguna atadura en las obras de mayor formato, un cambio de dimensiones que no traiciona a las pequeñas sino que ofrece algunas obras verdaderamente importantes. La serie ‘P. Trasluz’ lleva el proceso a su máxima depuración, dominando los grises y basándose en unas superficies que parecen tan tersas como la piel. Capaz de componer un mundo con esos fragmentos tan pequeños, sin perder la unidad y llevando su pintura hacia zonas libres de ataduras, esta exposición de Andrés Alén es, sin duda, una muy buena noticia para la pintura. Antonio Marcos 


6  culturas LIBROS NOVEDADES

El fantástico decimonónico VARIOS AUTORES Penumbra. Antología del cuento fantástico hispanoamericano del siglo XIX Lengua de Trapo, 2006 312 pp. / 19,90 euros

 Los textos de esta antología son piezas inestimables de la narrativa breve, cuentos genuinos, historias insólitas bien construidas con una gran calidad literaria manifiesta en su diversidad de temas, formas y estilos. Pero además estos cuentos son el arranque del género fantástico en el continente latinoamericano. Durante el siglo XIX el progreso de la ciencia y la tecnología despejó misterios que antes eran infranqueables para la religión. La secularización de la sociedad, la agitada crisis espiritual y la influencia de las filosofías orientales fomentó el interés hacia fenómenos como el espiritismo y la telepatía que sirvieron de inspiración a las letras. La literatura fantástica se afirma como la formulación estética de las dudas sobre la muerte, de figuras como el diablo o el hechicero que el racionalismo del Siglo de las Luces había relegado al espacio de la sombra. Esta narrativa acoge aquellos símbolos turbios que quedaron recluidos en el lado oculto de la cultura y que transgreden las leyes naturales (la perversidad, el erotismo, el vampirismo, la locura, los fantasmas, las supersticiones…). Precedida de un exhaustivo estudio realizado por Lola López Martín, esta antología reúne autores acreditados (Ricardo Palma, Lugones, Rubén Darío) junto a otros menos conocidos (Diego Vicente Tejera, Carlos Olivera, Juan V. Camacho). Rescata, en definitiva, una selección de cuentos de fascinante lectura, origen de la más versátil y rica producción hispanoamericana en época moderna: la literatura fantástica.

La referencia de Jane Austen JANE AUSTEN Juicio y sentimiento Traducción de Luis Magrinyà Alba, 2006 472 pp. / 23 euros

 Juicio y sentimiento o Sentido y sensibilidad, la novela que ha dado películas memorables para la historia del cine. Un cuadro tan hilarante como patético de las desventuras de dos hermanas casaderas relegadas –en su condición de mujeres– de la fortuna familiar. Sus tropiezos en el camino del matrimonio, a veces empujadas por la mezquindad de sus propios parientes.

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El cómico del juicio final Kurt Vonnegut realiza un magnífico ejercicio de humor genuino, trágico, negro, profundamente desolado urt Vonnegut es un escritor estadounidense, como usted probablemente sabe. Y como es probable también, sabrá que presenció el bombardeo de Dresde y que más de veinte años después escribió sobre él un libro que le hizo famoso, Matadero 5. Kurt Vonnegut tiene un gran sentido del humor, un gran pesimismo, y 83 años (82 cuando escribió este libro). Y ¿qué tipo de libro puede escribir un norteamericano con gran sentido del humor, gran pesimismo y 82 años? Probablemente, solo éste o uno muy parecido a éste. Porque es comprensible que un escritor de 82 años no tenga ganas de preparar un libro ambicioso. La construcción de una obra tal, con personajes ficticios, con un espacio, un ritmo, un estilo, debe parecerle un esfuerzo banal a un hombre de esa edad. Podría pensar usted que estoy siendo irónico. En absoluto. Kurt Vonnegut escribe desde la fatiga de los 82 años un libro sin ambiciones, es cierto; un libro que ni siquiera se plantea qué es lo que pretende. Empieza haciendo un comentario de carácter biográfico sobre su infancia y las puertas que le abre a un niño contar chistes entre los adultos. Desordenadamente, como al hilo de los recuerdos de ocho décadas, prosigue con comentarios de crítica literaria, en los que nos explica, por ejemplo, la diferencia entre cómo empiezan, cómo siguen y cómo terminan Cenicienta, Hamlet, Gregorio Samsa y el famoso chico que conoce chica; después hace un elogio del Sermón de la Montaña, opuesto a la actual moda mosaica y a los que ahora se llaman cristianos y han convertido el cristianismo en una religión de odio y sangre (recordemos que Dios se apareció a Bush por segunda vez para mandarle que invadiera Irak); y sigue con un repaso al bombardeo de Dresde, en el que los buenos mataron a 130 000 civiles inofensivos y destruyeron los edificios de la bellísima Dresde solo porque era

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KURT VONNEGUT Un hombre sin patria Traducción de Daniel Cortés Ed. del Bronce, 2006 174 pp. / 19 euros

bellísima y para comprobar que era posible hacer lo que hicieron; con sus preocupaciones sobre el destino (probablemente muy breve) del planeta; con el estremecimiento que le provoca la deriva de su país: Vonnegut vivió el horror del nazismo y ahora el horror de que una locura semejante se haya instalado en el poder en el país más poderoso del mundo, que es el suyo. En el poder del país más poderoso del mundo y, por tanto, en el del mundo entero. Este libro nos hace reír y estremecernos. La contraportada sugiere (los editores son capaces de consignar en ella cualquier cosa que piensen que les ayudará a vender) cierto parecido con los libros de Michael Moore. Ya quisiera Michael Moore, desde luego. Se parecen tal vez en que ambos nos hacen reír y ambos son conscientes del horror en que se han convertido su país, su televisión y su gobierno. Con todo lo que le debemos, el humor de Moore no deja de ser una patochada de estilo a veces penoso; en tanto que en Vonnegut, incluso en un libro tan poco importante como este, aparece un humor genuino, trágico, negro, profundamente desolado. Kurt Vonnegut espera dejar este planeta en poco tiempo, pero lo hará convencido de que a nosotros los lectores, y al planeta mismo, no nos queda mucho más. Como el alcohólico que haría cualquier cosa por conseguir un trago, que mataría a su madre por la última botella, nuestro mundo se está matando por los restos de la droga más dañina que ha conocido: la gasolina. Seremos capaces de cualquier cosa por esos últimos tragos de veneno. Y después, cuando nos hayamos matado por conseguirlo y nos hayamos bebido hasta la última gota, nuestro planeta, antes de morir por el deterioro al que lo hemos sometido, será un montón de máquinas inmóviles, muertas, abandonadas por las calles. Garcimuñoz 

Brillante ejercicio metaliterario Francisco Solano entrega una novela luminosa, original, con un sutil manejo expresivo adie puede achacarle a Francisco Solano el lugar común de que los críticos son creadores fracasados: junto a lo atinado y valiente de sus juicios sobre noFRANCISCO velas actuales, su SOLANO obra narrativa, aunRastros de nadie que breve, presenta Siruela, 2006 una incuestionable 178 pp. / 15,90 euros originalidad. Rastros de nadie, su tercera novela, lo confirma con creces. Utilizando recursos narrativos diversos, especialmente el del manuscrito encontrado, Francisco Solano consigue una novela sorprendente, plena de reflexiones luminosas respecto a la creación literaria y al placer de la lectura. Como en tantas ocasiones, un soporte argumental baladí se transforma en una obra apasionante. A ello colabora sin duda la maestría estilística del autor, dueño de los mejores recursos de la retórica. De alguna manera, Rastros de nadie es una novela perspectivista. Los tres personajes que narran los tres cuerpos de la obra ofrecen su visión al respecto, condicionada por los que les preceden. El capítulo primero, ‘Rastros de nadie’ es la confesión autobiográfica de un personaje anónimo

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que acaba de alquilar una casa destartalada y sucia. Llega a ella con una sensación de fracaso y amargura, que se completa con otra impresión personal de parecido desencanto: «Soy un proyecto de sombra envilecido por la soledad». Su objetivo al escribir resulta inexplicable: «Los recuerdos son trozos desgarrados de una tela mal cosida, colgada entre dos árboles». Esos recuerdos serán el contenido de unos folios que va hilvanado en esa casa, mucho más que un espacio: «Así que no he arrendado un piso, sino que he accedido a una memoria en ruinas, sagazmente disimulada para parecer una vivienda». Su autobiografía incluirá los recuerdos que van desde una infancia desolada y triste hasta su separación de Fabia, con quien se casa de forma inexplicable. Un fondo misterioso sirve de colofón a sus confesiones: «El aire que respiro soporta la crisis del relato, pero estalla al llegar a mis pulmones. No soy real; soy más bien improbable, un error que no reparan estas páginas , que ofrezco con la vieja lealtad de la especie, como contribución de mi paso por la tierra». El bloque 23, final de estas confesiones, sorprende por su laconismo: “Y, ahora, silencio, para no defraudar más al dios de la exactitud”. La visión del creador tendrá dos complementaciones: la del crítico a quien dan a leer estos papeles (capítulo titulado ‘Ríos secos colgando de las piedras’) y la del lec-

tor de a pie, Sebastián, esposo de Dolores, la agente literaria que los ha descubierto. La lectura por parte del crítico le permite al novelista plasmar excelentes reflexiones sobre la creación, sobre la escritura y sobre la lectura. Las interpretaciones del crítico se completarán con ‘La carta de Sebastián’, humilde confesión de su experiencia como lector de a pie. Consciente de que nunca entregará esa carta al crítico, su destinatario, Sebastián ofrecerá una visión personal, humilde, plena de humanismo. Tal vez sea difícil de admitir la profundidad de sus reflexiones, pero éstas son una bella complementación de los juicios anteriores. En el fondo, la actitud de Sebastián tiene mucho de venganza psicológica, como anticipa en sus últimas líneas: «Seguramente estas páginas, si fueran enviadas, servirían de prevención y aviso». La triple visión de un texto literario le ha servido a Francisco Solano como trasfondo temático de una novela luminosa, original, en la que, si acaso, el lector puede ver excesiva erudición crítica. Tal riesgo queda aliviado por un sutilísimo manejo de los recursos expresivos. Prosopopeyas, metonimias, anáforas, recursos impresionistas…(fórmulas retóricas tan clásicas) adquieren un nuevo tratamiento, dotando al texto de una inesperada modernidad. Nicolás Miñambres


LIBROS

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DINO BUZZATI

El maestro de la alegoría l relato con que se abre esta recopilación hecha por el propio Buzzati, Los siete mensajeros, forma parte, con certeza, del Olimpo de las grandes narraciones en distancia corta. Allí se ha encontrado con alguna obra de Borges, de Paul Bowles, de Maupassant, de Rulfo, y con casi todos los cuentos de Kafka y Chéjov. Gran parte de la poesía contenida que expresa este autor de escritura tan desnuda, y que culminaría en El desierto de los tártaros, la novela que a casi todos nos hubiera gustado escribir, aparecen ya en la historia de estos mensajeros condenados a prolongar su misión hasta más allá del tiempo conocido, que es el de la vida de quien les encarga traer y llevar noticias que le vinculen con su familia. El problema, como en El desierto…, pero invertido respecto a la novela, es un conflicto con el espacio, que aquí se prolonga al desconocer la distancia de las fronteras. Aunque si seguimos leyendo los relatos de Buzzati, nos damos cuenta del protagonismo que tiene el tiempo en manos de este narrador tan especial. Da la impresión de que este hombre que narra, el autor, preso del conflicto con esa materia deleznable que es el tiempo, pretenda no vengarse, pero sí tomarse una revancha jugando con él a su antojo, manipulándolo con elasticidad, permitiéndose unas fisuras aleatorias bien diferentes a la marcha de las agujas del reloj; y así la balanza se compensa, pues ya el tiempo no es dueño del hombre. El otro parámetro del marco, el espacio, la geografía, nos acerca a una combinación del Kafka más delirante con el clásico recurso de los cuentos de hadas (a saber: en un reino muy lejano…), sin obviar, cuando lo necesita, la Italia que le tocó vivir, la ciudad que aborrece, como queda expresado en su rencor hacia los coches, y su predilección por la naturaleza, donde los fantasmas se integran con sencillez y franqueza. Estas fábulas o parábolas, estas piezas breves que no siempre toman la forma de un relato, estas puras narraciones en las que se gesta un mundo imaginario por el que vaga la creatividad de Buzzati con absoluta libertad, nos hacen viajar a un territorio con reglas propias, en el que lo fantástico convive con el pesimismo amortiguado por un humor nada jocoso. El desenfado, la ironía fruto de la reflexión sobre la condición humana en nuestra única Tierra, quedan patentes en su visión de la trascendencia religiosa como una creación no poética del hombre. Hay, por otra parte, un contenido que va compitiendo con este nivel de lectura y que provoca cierta desa-

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DINO BUZZATI Sesenta relatos

Dino Buzzati

Trad. de Mercedes Corral Acantilado, 2006 616 pp. / 28 euros

zón, y es esa reacción, esa pesadumbre poco explícita, que surge del miedo; al igual que Bowles, Buzzati parece creer que es esta sensación el motor del mundo, si bien lo que en Bowles es desasosiego, por desconocer el porqué de las cosas, en Buzzati es un impulso hacia la ilusión, pues las situaciones desbordan al individuo en lo que aparenta ser otro tiempo, casi mítico, casi onírico, pero con posibilidades de llegar a su conocimiento o, por expresarlo mejor, a su comprensión a través de la poesía, es decir, de la sensibilidad. Definitivamente, el mundo de Buzzati no es un mundo para intelectuales insensibles, para analistas literarios o filosóficos. Es un mundo para mortales. Por eso constantemente sus protagonistas se ven en la tesitura de reconciliar los dos mundos… si es que la vida más allá de la vida existe, causa por la que él no toma partido. Por lo demás, uno puede entretenerse en sacar partido a las lecturas metafóricas de cada pieza: en ‘El asalto al gran convoy’ se pregunta si morir es mejor que envejecer; ‘Siete pisos’ es una historia demoledora sobre la estupidez hu-

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Definitivamente, el mundo de Buzzati no es un mundo para intelectuales insensibles, para analistas literarios o filosóficos. Es un mundo para mortales

mana; también lo es ‘Y sin embargo, llaman a la puerta’, donde además se nos explica cómo aprender a odiar; ‘La capa’ reclama la cortesía como valor humano que hasta la Muerte debe conservar; en ‘La muerte del dragón’ arremete contra la presunción gratuita que ex-

termina la naturaleza y la cultura del pueblo; el dilema entre definir una superstición como una convención social justificada, se trata en ‘Una cosa que empieza por ele’; ‘El viejo jabalí’ es una especulación sobre lo tonta que es la teología; y en ‘Miedo en la Scala’ nos explica que sospechar genera más miedo que saber; para contarnos que acaso no merezca la pena vivir siendo adulto, recurre a los aristócratas en ‘El burgués hechizado’; de nuevo el desconocimiento como causa de miedo fantasmal aparece en ‘Una gota’; ‘La canción de guerra’ nos recuerda que el dueño de la tristeza es el soldado que matará o morirá; los secretos de la gente como garantes del temor aparecen de nuevo en ‘El perro que ha visto a Dios’; en ‘Algo había pasado’, como en tantas otras de las piezas, se trata el tema del destino; que el ser humano puede ser derrotado por la faceta más desagradable de la naturaleza, aparece expresado en ‘Los ratones’; ‘Cita con Einstein’ trata acerca del lúgubre peso del pasado; la pregunta ¿quién acepta en su casa el espíritu de un amigo muerto?, da pie al relato ‘Los amigos’; ‘De hidrógeno’ es

una advertencia contra las armas, que me destruirán a mí; ‘El hombre que quiso curarse’ plantea el problema de que ganar la inventada batalla con Dios es perderla en este mundo; el maravilloso ‘El alud’ nos seduce por la manipulación del misterio del tiempo; en ‘El platillo se posó’, ve el fervor religioso a través del entendimiento de un extraterrestre; ‘La inauguración de una carretera’ va alejando el destino del protagonista, porque vivir es vivir y no alcanzar una meta; ‘Las murallas de Anagoor’ nos intriga porque nunca sabremos si al otro lado está el bien o el mal; sitúa el ser que hay más allá en el interior de las líneas telefónicas en ‘Huelga de teléfonos’; ‘Las precauciones inútiles’ retoma la estupidez como algo intrínseco a la naturaleza humana; ‘Una carta de amor’ versa sobre el frenesí cotidiano, que va contrayendo el tiempo hasta hacernos olvidar que estuvimos enamorados; ‘Grandeza del hombre’ es una preciosa paradoja circular; y ‘El acorazado Tod’…, bueno, qué se puede esperar de un relato que se sitúa en el inmenso mar tras la más inmensa de las guerras. Pero hay más, muchos más. No siempre magistrales, como lo son los que abren y cierran el volumen. Pero siempre interesantes. Siempre dignos de visitar, porque visitamos las obras de un maestro. El maestro de la alegoría. Ricardo Martínez Llorca 


8  culturas LIBROS NOVEDADES

Las memorias de J.C. Carrière JEAN-CLAUDE CARRIÈRE Fragilidad Península, 2006 Lanzamiento, 7 noviembre

 «Me he encontrado con algunos grandes ancestros, Shakespeare y Dostoievski, los autores desconocidos del Mahabharata, Corneille, Chateaubriand, Balzac, Proust. Ellos me han enseñado algo que seguramente ya sabía: un personaje no puede conmovernos a no ser que hallemos en él eso que llamamos ‘vulnerabilidad’. Todo el teatro, todo el cine, toda la literatura, toda forma de expresión reposa sobre la fragilidad. Es nuestra fuente de inspiración oculta, el motor de toda emoción y de toda belleza. Aceptémosla. Reivindiquémosla. Seamos frágiles pero flexibles. Debemos preservar nuestra fragilidad igual que debemos salvar lo inútil. Lo inútil, porque nos salva del simple cálculo productivo, que es dueño del mundo. Nos permite evadirnos, es nuestra salida de emergencia. La fragilidad, porque nos acerca los unos a los otros, mientras que la fuerza nos separa». Carrière se topó con el concepto de ‘fragilidad’ trabajando en una adaptación de la obra Medida por medida, de William Shakespeare, que le había encargado su amigo Peter Brook. En ella, uno de los personajes femeninos, Isabelle, dice que las mujeres también son frágiles, y Carrière pensó en la frágil esencia humana, en las figuritas de vidrio de la Srta. Wingfield en El zoo de cristal, de T. Williams. Para Carrière, aunque olvidemos nuestra condición mortal, nunca dejamos de serlo. Nuestro cuerpo es frágil. Nuestro espíritu es frágil. Y esa fragilidad es esencial, sin confundirla con la debilidad. La debilidad es pasajera. (De no ser así, nos conduce al suicidio). Pero si uno reconoce su propia fragilidad, puede ser de gran ayuda para vivir. No solamente a saborear cada pequeño instante de nuestra existencia, sino también a encontrar rendijas por donde alcanzar la vulnerabilidad ajena. El amor, por ejemplo, precisa de dos cuerpos desnudos que asumen su fragilidad. En teatro, un personaje de una sola pieza nunca funciona, no es creíble. Ifigenia no es la chiquilla dócil que parece al principio de la tragedia, y eso sorprende al público y la humaniza. Fragilidad son las memorias de este compañero de camino de Buñuel, Godard o Peter Brook, entre otros; alguien que ha escrito, también, canciones para Juliette Gréco y Jeanne Moreau. Son las memorias del autor de Los fantasmas de Goya, que próximamente veremos adaptada al cine por Milos Forman. La s memorias de quien, según ‘Le Figaro’, «si la cultura fuera un deporte, seria campeón de todas las categorías». Jean-Claude Carrière es guionista, dramaturgo y escritor. Es autor, entre otras obras, de Conversaciones sobre la invisible.

TRIBUNA DE SALAMANCA, Domingo, 29 de octubre de 2006

Luz sobre el mundo negro Antonio Lozano hace ficción la realidad africana en una magnífica novela política, histórica y negra ovela histórica, novela política, novela negra y, sobre todo, novela magnífica, El caso Sankara parte de la recreación ficcional de un suceso real (el asesinato, en 1987, del presidente de Burkina Faso Thomas Sankara) para arrojar luz sobre las malsanas relaciones que mantienen los países africanos con sus antiguas metrópolis. Con evidente vocación de denuncia, Antonio Lozano muestra en su obra cómo el proceso descolonizador, lejos de conllevar la verdadera autodeterminación, no hizo sino perpetuar bajo oscuras redes la relación de dependencia del continente negro respecto a las grandes potencias, impidiendo su verdadero desarrollo y condenándolo sin solución a la pobreza. De ahí que, por encima de tramas argumentales y de trasfondos políticos, la responsabilidad europea (y, concretamente, francesa) en la miseria de África termine por ser el tema central de la obra, que intenta convertirse así en acicate de las frecuentemente adormiladas conciencias occidentales: «África… Nos hablan de una nueva guerra y nos decimos que ya están otra vez estos salvajes peleando. Oímos hablar de un golpe de Estado y movemos la cabeza de lado a lado pensando que son incorregibles. Nos invaden las imágenes y los acusamos de ser incapaces de gestionar lo poco que tienen. Y si algún día alguien nos cuenta la verdad, le damos la espalda para no seguir escuchándolo. Porque no queremos que nos saquen de nuestro error». Gracias a su política idealista y revolucionaria, a su defensa de la independencia africana frente a las injerencias colonialistas y a su magnético carisma, Thomas Sankara se convirtió en uno de los líderes africanos más aclamados, pero también más polémicos, de la década de 1980. Su muerte aún permanece hoy envuelta en el misterio, por lo que la novela, tal y como se advierte en su prólogo, se limita a «sugerir una resolución imaginaria, aunque no imposible». El recurso utilizado para ello es el de la investigación periodística, motor de la acción de la obra y generadora

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ANTONIO LOZANO El caso Sankara Almuzara, 2006 323 pp. / 18 euros

de una trama intensa que engancha con la misma facilidad que pone al lector en contacto con el ensoñador y desconocido mundo africano. Movido por la innata curiosidad de su actividad profesional y por su sentida admiración hacia el hombre que, en su lucha contra la corrupción y en beneficio del bien público, llegó a vender toda la flota de limusinas del gobierno para hacer del Renault 5 el coche oficial de su ejecutivo, el reportero francés Emmanuel Durant comienza a indagar en las extrañas circunstancias que rodearon la muerte del presidente burkinés. Descubre así que lo que parecía inicialmente un ajuste de cuentas entre clanes locales por el poder esconde una poderosa red de corrupción que maneja los destinos de África desde los despachos gubernamentales y empresariales europeos. El protagonismo de Durant en la novela hace que su veneración de Sankara repercuta en la aséptica y omnisciente voz narrativa, provocando que, en determinados momentos de la obra, la visión del mundo africano presentada por Lozano se antoje un tanto maniquea. La imposición de esa mirada única sobre la figura del que fuera presidente de Burkina Faso, al que el autor parece admirar tanto como su personaje, se convierte así en el único lastre de una novela que aspira a interpretar, desde los parámetros de la narrativa ficcional, el pasado reciente del continente africano. Con El caso Sankara, ganadora del I Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona, el escritor canario Antonio Lozano (que tiene también en los estantes de novedades de las librerías la novela Preludio para una muerte) añade un título más a una carrera marcada por el uso de un estilo cadencioso y evocador, por el apego a los resortes del género negro en su vertiente más política y social y por la presencia determinante de elementos de la cultura, la sociedad y las actuales complejidades de África. Javier Sánchez Zapatero 

Tras los pasos de Orwell El excéntrico John Telwe revisita con elegancia el nuevo orden que marca el futuro social l viajero es sin duda una estupenda combinación de ciencia ficción y crítica política, una historia que imagina una conspiración internacional encaminaJOHN TWELVE da a destruir la vida HAWKS privada y la libertad El viajero en aras del orden soPlaza & Janes, 2006 cial. En este sentido 496 pp. / 20 euros recuerda a relatos anteriores, como la saga cinematográfica de La guerra de las galaxias o la novela 1984 de George Orwell, donde se describe la lucha de unos cuantos valientes individuos contra un malvado imperio o un Hermano Mayor dotado de unos poderes que ni Orwell habría podido imaginar. La moderna tecnología –ríe el malo– le permitirá, a él y a sus aliados, controlar y supervisar a todos los habitantes del mundo industrializado. La historia transcurre en un futuro no muy lejano, pero está basada en una compleja mitología que se remonta atrás en el tiempo. Se nos explica que en todas las épocas ha habido Viajeros, visionarios capaces de explorar otras dimensiones, de interactuar con las criaturas de esos mundos y regresar a nuestro mundo con nuevas for-

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mas de pensar. La lista de esos personajes incluye a Jesucristo, Juana de Arco, San Francisco de Asís e Isaac Newton. Esos visionarios han sido perseguidos siempre por reyes, iglesias y gobiernos, que ven en ellos a los agentes del desorden y la rebelión. Los ejércitos de la opresión están dirigidos por La Hermandad, y sus soldados se encuadran en La Tabula. Sin embargo, existe una evolucionada raza de guerreros llamada Los Arlequines, cuya sagrada misión consiste en proteger a los Viajeros. Según se relata, al intentar salvar a Jesús de los soldados en el huerto de Getsemaní, Pedro se convirtió en el primer Arlequín. Aunque se trata de un combate que ha durado siglos, no ha sido hasta nuestra era cuando -con la ayuda de poderosos ordenadores y millones de cámaras de vigilancia repartidas en lugares públicos, escáneres faciales y otros artilugios- La hermandad ha conseguido rastrear y eliminar a todos los Viajeros salvo a un puñado de ellos. La novela se centra en los esfuerzos de La Hermandad por acabar con los últimos de esos luchadores por la libertad y conseguir así dominar el mundo sin oposición alguna. La mayoría de nosotros permanecemos ajenos a esa épica batalla porque no somos más que ‘zánganos’ narcotizados por Britney Spears, la Super Bowl, los video-juegos, las drogas,

Fox News, y demás estúpidas diversiones. ro, lo cual ha permitido que La Tabula los localice. El truco de la novela consiste en conjugar por medio del lector, los miedos del autor ante las poderosas fuerzas que pretenden asfixiar la libertad en nombre del orden. Los que estén satisfechos con la situación probablemente considerarán la novela como una tontería entre hippy y new-age. Sin embargo, los que consideren en peligro nuestras libertades seguramente pensarán que El viajero plantea preguntas muy serias sobre la dirección que está tomando la sociedad actual. El autor apoya su causa con una buena prosa: su estilo es fluido, sus personajes resultan creíbles, y el ritmo no decae. Raras veces la profecía política resulta tan divertida. La novela está pensada como la primera entrega de una trilogía. Dicho sea de paso, el novelista John Twelve Hawks es un hombre dado al misterio. No concede entrevistas, no facilita fotografías y únicamente nos dice que vive fuera de la ‘cuadrícula’. Corren rumores de que es un tipo gordo, que pasa de los cuarenta y que en realidad se llama Bernie Broadbeam; pero puede que eso no sea más que otra de las insidiosas mentiras de La Hermandad. ¿Parte del espectáculo? Quizás. Luis Barreda 


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