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Director: CÉSAR LÉVANO
AÑO: 1 Nº 24
LIMA, DOMINGO 6 DE JULIO DE 2014
¿Por qué los maestros, que son imprescindibles para el desarrollo de un país, parecen ser la última rueda del coche? Un homenaje al Día del Maestro.
EDITOR: PACO MORENO
LA REVISTA l Los héroes de siempre
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Opinión Paco Moreno
mitaciones obviamente, una de las normas más importantes de esta gestión. Pero ahí están los que piensan con el bolsillo, los que creen que el mercado resuelve todo, que el Estado debe ser menos que un observador, ahí están para seguir lucrando, para sacarle la plata que le falta a los
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veces, los profesores también se duermen en clases. En serio. Es que el sueldo mensual agoniza en dos semanas y el resto debe estirarse y se rompe como chicle a los pocos días. Los que gobiernan dicen que la educación pública es lo más importante, lo primordial, y tienen razón; pero, la prueba de que hacen poco es que sus hijos van a escuelas privadas. Así estamos. Pero no hay que ser pesimistas, dirán algunos. Hace poco se aprobó la nueva Ley Universitaria que es, quizá, con sus li-
Pero no hablemos de negociantes. Hoy es el día de los maestros, los que enseñan a los que no saben y ayudan a los que no pueden.
Citas
jóvenes que sueñan con una carrera universitaria. Pensar en hacer negocio con la educación, hacer negocio con la educación te convierte en un pobre rector de la Garcilaso, que gana tanto que no sabe en qué gastar. Es pobrísimo. Solo tiene plata. Pero no hablemos de negociantes. Hoy es día de los maestros, los que enseñan a los que no saben y ayudan a los que no pueden. Los optimistas de siempre que aún creen (siempre van a creer) que la educación es el camino para amenguar la velocidad con que va este mundo en busca de su propia destrucción. Los maestros son los héroes de siempre que entregan conocimiento con la ilusión de cambiar las cosas. Se pasan todo el tiempo aprendiendo para enseñar y lo hacen además con el ejemplo.
Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber. Albert Einstein
Priorizando educación y salud “Inclusión social implica que el Estado sirva como promotor no solo del crecimiento, sino también del progreso social. Priorizando educación y salud, mejorando las condiciones de trabajo y de estudio de la población. Invirtiendo en infraestructura, en escuelas, en postas médicas, en cunas y mejorando el salario básico”. Compromiso con el Perú del candidato Ollanta Humala.
Antiuniversidades “chicha” “No puede permitirse que una universidad funcione en un garaje, centro comercial o al costado de un casino, como hemos encontrado. Esperamos que con la nueva ley eso no se vea más. Con esta normas acabaremos con las universidades ‘chicha’”. Congresista Daniel Mora
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PARA EL TUIT
citables
Embestida de García “El chavismo humalista comete un crimen contra la universidad y el libre pensamiento. La democracia restituirá esos derechos. Agredir a la prensa, a la universidad, a los jóvenes con el servicio militar, son partes del modelo chavista mientras la economía se frena”. Alan García, después de la aprobación de la nueva Ley Universitaria.
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Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo. Benjamín Franklin
Para enseñar a los demás, primero has de hacer tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo. Buda .
No es verdad. Yo no soy maestro de Alan.
La educación es algo admirable, sin embargo, es bueno recordar, que nada que valga la pena se puede enseñar. Oscar Wilde.
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Hecho el Depósito legal Nº 2005-2098
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Editor: Paco Moreno, Arte y Diseño: Julio Arroyo S, Edición Gráfica: Hugo Curotto.
DIRECCIÓN: AV. JOSÉ PARDO 741 MIRAFLORES TELÉFONOS: 447-1218 / 447-3092 FAX: 444-0883 LOS AUTORES DE NOTAS DE INVESTIGACIÓN Y/U OPINIÓN SON LOS ÚNICOS RESPONSABLES DE SU ELABORACIÓN Y CONTENIDO. LA CASA EDITORA NO SE SOLIDARIZA NECESARIAMENTE CON ELLOS.
Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida. Pitágoras.
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Yo opino ¿Por qué los maestros, que son im-
prescindibles para el desarrollo de un país, parecen ser la última rueda del coche? JAVIER ARÉVALO
Podemos salir del fondo MARCO AVILÉS
Vocación de saqueadores “En parte, porque somos cortoplacistas (vivimos de la minería). Y la educación es una inversión a largo plazo. Porque somos así nos va bien en la cocina y tan mal en el fútbol, por ejemplo. No invertimos en educación como no invertimos en salud, en ciencia, y en tantas otras cosas cuyos frutos solo se ven con los años. Somos un país con un pasado colonial: tenemos vocación de saqueadores, no de pioneros”.
EDUARDO GALEANO “Porque el modelo liberal en una sociedad como la nues-
tra demandaba la desmantelación de todo el aparato estatal elefantiásico que nos dejaron los militares. Ese impulso liberal concatenó con el proyecto neoliberal de la dictadura de Fujimori que preconizó la libre empresa y a la educación como un espacio propicio para ella. Para que funcione, había que destruir la escuela pública. Los pedagógicos o institutos proliferaron como combis y produjeron una masa de profesores incompetentes en demasiadas áreas, sin vocación pero con título; y la ausencia de indicadores de calidad acabó por jalar todo hacia el fondo de donde saldremos, si trabajamos ahora, en 30 años”.
LEÓN TRAHTEMBERG SOBRE LEY UNIVERSITARIA
Preguntas para las privadas “Si las universidades privadas
creen en la economía de mercado y que la competencia permite mejorar la calidad y además dar más opciones a los postulantes para escoger lo que consideren mejor, ¿por qué no se legisla para permitir que se abran en el Perú sedes de universidades del primer nivel mundial como MIT, Cambridge, Tokyo, Londes, Toronto, etc? ¿Por qué conformarse con ‘lo mejor’ que puede ofrecer el Perú que está a kilómetros de lo mejor del mundo en cuanto a laboratorios, ciencia, investigación, generación de patentes? ¿Por qué los peruanos tienen que migrar para eso?
Si el Perú tuviera una universidad N. 1 en el mundo en su territorio, ¿no empujaría a todas las otras para arriba? En vez de intentar parchar los vicios de las universidades creadas en el pasado, ¿por qué no mejor facilitar las condiciones legales para la creación en el Perú de universidades de primer nivel mundial que sirvan de ‘succión para arriba’ del sistema universitario? Con estas medidas legales realmente de avanzada, las opciones universitarias en el Perú se dispararían para arriba mañana mismo, como ocurrió en China, Singapur, etc.”
Los alumnos “Día tras día, se niega a los niños el derecho de ser niños. Los
hechos, que se burlan de ese derecho, imparten sus enseñanzas en la vida cotidiana. El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura, para que se conviertan en basura. Y a los del medio, a los niños que no son ricos ni pobres, los tiene atados a la pata del televisor, para que desde muy temprano acepten, como destino, la vida prisionera. Mucha magia y mucha suerte tienen los niños que consiguen ser niños”. (Tomado de Patas arriba. La escuela del mundo al revés.)
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Raúl Wiener
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n 1969, recibí una misión inesperada: ser el contacto con el dirigente político Ricardo Gadea que se encontraba en prisión como uno de los sobrevivientes de la guerrilla del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que había actuado en diversas partes del país cuatro años antes. Yo debía llevarle temas en consulta y él podía enviar sus respuestas a través mío. Estaba a punto de cumplir 20 años y era, según lo veía, la responsabilidad más alta que me habían asignado en mi corta carrera política. Ricardo me recibió en el penal de Lurigancho en la visita de los domingos por la tarde, en un amplio patio en el que se organizaba una multitud de pequeños grupos en torno a cada uno de los visitados, y cuando me vio actuó como si ya me conociera y estuviera retomando el hilo de alguna conversación interrumpida. En las muchas semanas en que lo fui a ver, su actitud fue siempre la misma: cordial, impávido, como si la prisión no le hiciera efecto, y empeñado por saber lo que pasaba afuera. De una semana a otra escribía cartas, documentos y hasta se hacía entrevistas que me las entregaba para ver cómo las publicábamos. Me hice tanto a la costumbre de llevar y traer mensajes entre la cárcel y el partido que cuando recibí la noticia que el gobierno del general Juan Velasco Alvarado había aprobado una amnistía e indulto para los inculpados, acusados y sentenciados por delitos políticos y sociales, sentí una cierta nostalgia por la rutina que empezaba a dejar atrás. Una vez fuera conocí otras características de Ricardo: era un excelente escritor, en medio de una fauna de izquierda a la que no le interesaba la forma, la capacidad de comunicación de los textos y la emotividad que podía desatar en los que los leyeran. Era un periodista metido a la política, como había pocos. Pero lo eran. Por otro lado, nunca destacó como orador. Lo que era raro, para alguien que sabía expresarse a través de la escritura. Tuve oportunidad de verlo en el acto de recibimiento a los
El infatigable Ricardo Letts.
Los tres Ricardos, los tres maestros Recuerdo vital de tres hombres que me enseñaron cosas importantes en la vida.
recién liberados a comie 1971, cuando muchos esp ver nacer al nuevo líde faltaba a la izquierda. Finalmente, me que cinco años preso habían hecho mella, c se veía en otros. Años d sufriría una nueva pris tiempos en que todos sospechosos, y estuvo to de quedarse encerra mucho tiempo. Pero nunca se le vio qu o abatido. Hoy Ricard estar sobre los 70 año entero, perfectamente y atento a lo que pasa, a
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Ricardo Napurí, valentía y coraje.
Ricardo Gadea, optimismo y lucha.
su presencia en la política sea mucho menor de la de hace cuarenta años. Cuando lo veo recuerdo que algunos de los momentos en los que decidí lo que sería para el resto de mi vida, se inspiraron en este personaje que a primera vista podría pasar por un sereno hombre de oficina. OTRO RICARDO Era el final del inolvidable año 1975 y estábamos en la puerta de las llegadas internacionales del aeropuerto Jorge Chávez, que en esa época se abría hacia la parte exterior, sobre la vereda
de la playa de estacionamiento, donde a nadie se le había ocurrido todavía colocar un inmenso hotel como hay ahora. Esperábamos la llegada de los deportados que regresaban al país después de la amnistía de Morales Bermúdez tras el golpe contra Velasco. De pronto, los dos pliegues de la puerta corrediza se deslizaron hacia los costados y apareció con los brazos abiertos, en son de triunfo, con los cabellos totalmente blancos que eran su característica desde muy joven, el dirigente de izquierda Ricardo Napurí que desde 1973 figuraba en la lista de los deportados del gobierno militar y al que varios de lo que estábamos celebrando su llegada habíamos visto los días anteriores, en reuniones a las que asistía con pelucas de diversos colores y vestimentas que pretendían confundir a hipotéticos perseguidores. ¿Cómo hizo para “llegar” como si se tratara de uno más de los que venían de fuera? Nunca lo supe. Pero el estilo de este Ricardo, a diferencia del otro, tenía mucho que ver con la exuberancia. Ese día nos impresionó en su teatralidad al fingir un retorno que ya se había producido meses atrás. No se necesitaba, sin embargo, de eventos tan públicos. Bastaba una reunión de militantes para saber que el momento más emocionante iba a ser cuando Napurí empezara a hablar y nos bombardeara de palabras, haciendo ver cómo nos estábamos olvidando del contexto internacional, de las
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diferencias que existen entre sectores de la clase dominante que no tomábamos en cuenta, y de las intrigas políticas que atravesaban la izquierda y los grandes sindicatos, donde el Partido Comunista Peruano era siempre el malo de la película. Era un orador hecho para la improvisación, con una agilidad mental extraordinaria, que mantiene cuando ya frisa los 90 años. Todos los que hablan con él, y yo mismo, que lo vi en noviembre, en un viaje a Buenos Aires, quedamos sorprendidos de la manera cómo explica la política argentina y la lucha entre los partidos, y lo atento que anda siempre a lo que pasa en el Perú. La frase que siempre sigue a un encuentro con Ricardo se resume más o menos en algo increíble, como puede haber conservado tanta fuerza intelectual. Ricardo tenía, y tiene, además, un aspecto singular
que se vincula con el afecto. El detalle sobre lo que sucede con el compañero. Ahí se le suspende la grandilocuencia y aparece el hombre noble y cercano. Y uno se pregunta, cómo es que este tipo inteligente y generoso ha estado rodeado de tantas controversias y pasiones. La respuesta debe hallarse en la naturaleza de la política de izquierda, en la que los desacuerdos se extremaban y todo se tendía a interpretar como una conspiración política. Precisamente de Ricardo Napurí, recuerdo una pregunta que me hizo cuando estaba recopilando información para su libro sobre la izquierda: —¿Dime Raúl, recuerdas tú por qué te echamos del partido? Y yo me reí con todas las ganas. Porque un hombre que tiene una de las memorias que más admiro, había perdido en el tiempo lo que nos se-
me recibió en Ricardo Gadea en la visita el penal de Lurigancho rde, en un ta de los domingos por la organizaba se amplio patio en el que os grupos en eñ qu una multitud de pe s visitados, y torno a cada uno de lo o si ya me m cuando me vio actuó co mando el to conociera y estuviera re ón inteci hilo de alguna conversa rrumpida.
paró en otra época. Y eso era así porque nunca dejamos de respetarnos el uno al otro. EL TERCER RICARDO A Ricardo Letts me une una relación que se acerca a lo familiar. Lo siento como un hermano mayor del que no tuve nunca dificultad de pedir un consejo o revelarle algún problema. Pero como en los dos casos anteriores, mi amistad se construyó sobre el terreno de la política, de los años entregados en la loca idea de cambiar al mundo y hacer del Perú un país más justo y democrático de lo que ha podido ser hasta ahora. Con Ricardo, sin embargo, nos atrevimos a ir más lejos de donde llega el resto. Entre el año 2000 y 2001, fuimos capaces de poner en marcha una asamblea callejera en el centro de la Plaza San Martín que funcionaba todas las semanas y en la que explicábamos nuestra posición en una etapa decisiva de la política peruana (fin del gobierno de Fujimori, transición de Paniagua-Toledo). Al principio tenía terror de hablar ante unas 200 ó 300 personas, la mayoría desconocidos que se juntaban para oírnos y a veces ofrecer su propia opinión. Pero luego adquirí cancha. Yo hablaba y luego me seguía Ricardo. Lo más difícil era cuando él no podía estar presente y tenía que sustituirlo. Esa Asamblea, resumía al Ricardo que conocí como hombre de acción. Al personaje que ocupaba casi solo la Plaza 2 de Mayo con las banderas de la Asamblea Nacional Popular (ANP) de la que era presidente, durante los
paros sindicales contra Alan García, y al que observaba de lejos desde uno de los balcones de la Confederación Campesina. O al que sacudió al Congreso cuando inscribió en las paredes del hemiciclo de la Cámara de Diputados, el primer artículo de la Constitución de 1979: “La persona humana es el fin supremo de la sociedad y del Estado. Todos tienen la obligación de respetarla y protegerla”, que era el mensaje suficiente para denunciar la sucia alianza entre Fujimori y García, para salvar a este último en el asunto de los penales. Hace algunas semanas, un Ricardo Letts, afectado por una enfermedad neurológica que lo limita haciéndole cada vez más difícil valerse de su capacidad motora fue homenajeado en dos eventos sucesivos, con una alta asistencia y un sentimiento de profunda solidaridad y reconocimiento. A él, le es cada vez más difícil hablar con la velocidad que le dicta su mente, que está entera e invencible. Pero igual, tomo el liderazgo de su propio homenaje y nos dio una nueva lección de lo que es capaz. MI DEUDA A este Ricardo, como a los otros dos les debo buena parte de lo que soy. Por una extraña coincidencia tienen el mismo nombre y pertenecen a tres etapas de una larga vida política. A ellos les agradezco haberme tenido paciencia y aceptarme en el camino de la vida. A ustedes amigos lectores, les ruego disculpar este tono intimista. No tenía otra manera de contar esta parte de mi historia personal.
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El secretario general del Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú (Sutep), Hamer Villena, explica la importancia de la organización magisterial en conseguir una educación pública de calidad y dice que sus compañeros no solo protestan sino aportan con iniciativas legales. —¿Cuál es el mérito que puede resaltar ahora del fundador del Sutep, Horacio Zeballos? —Fue la motivación, las ganas y el empeño, que tuvo desde sus inicios. Él estudió en Arequipa. Uno de sus principales méritos fue la preocupación que tuvo por formar un solo sindicato en el Perú porque, en ese tiempo, existían varios sindicatos de maestros por áreas y especialidades. Por eso, el Sutep significa: Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación del Perú. Horacio Zeballos quiso siempre formar un solo sindicato y, finalmente, lo logró en el Cusco en 1972. El otro mérito fue indudablemente forjar una lucha no solo gremial sino política en la que mostró su liderazgo. Era un hombre realmente admirable, al que siempre le interesó su país ante todas las cosas. Era una especie de profesor, poeta y político, un gran hombre. —¿Cree usted que el Sutep actual sigue el ejemplo de Horacio Zeballos? —Los tiempos cambian. Pero seguimos en la línea. El Sutep en la actualidad, es decir, lo profesores, no solo enseñan sino luchan para que las cosas mejores. Nuestra mira es conseguir una buena educación pública. El Sutep no solo se queda en el reclamo. También propone iniciativas legislativas, aporta para que la educación mejore. En el caso laboral del magisterio, por ejemplo, fuimos los forjadores de leyes a favor de los maestros. Además, los profesores organizados luchamos también por la democracia. En la década del ‘80 y ‘90, cuando el país sufrió los estragos del terrorismo, nosotros defendimos la democracia con luchas frontales y eso está documen-
La razón de ser de
un maestro
Los alumnos son lo primero para Hamer Villena, el líder del Sutep.
tado. El propio informe de la Comisión de la Verdad reconoce que nunca hemos permitido que el terrorismo use al gremio para sus intereses, incluso varios dirigentes del Sutep fueron asesinados. En la época de Fujimori, que ha-
bía convertido al país en una dictadura corrupta y asesina, acompañamos al expresidente Alejandro Toledo en la Marcha de los Cuatro Suyos, por ejemplo. Estamos en la lucha y en la obra. El Sutep tiene un rol histórico y se ha caracteri-
zado por pelear activamente por la democracia a pesar de los intentos de hacerlo desaparecer. Ni Sendero pudo desaparecer a nuestra organización. Estamos convencidos de que nuestra lucha seguirá por la democracia y una edu-
cación pública de calidad. LOS SUELDOS POR LOS SUELOS —¿Por qué cree usted que la labor del profesor es una de las menos pagadas en el país?
—En un congreso de educadores muy reciente, en el estado de Colorado de los Estados Unidos, representantes de diversos sindicatos de educadores del mundo, llegamos a la conclusión que hay una especie de ataque sistemático al magisterio a nivel mundial, con sueldos bajos, con presupuestos paupérrimos. En el propio Estados Unidos, la represión es fuerte contra la educación pública. En el Perú, el Estado hace estrictamente lo que le dice el Fondo Monetario Internacional (FMI), que es, más o menos, la educación y la salud deben ser privatizadas. Consideramos que si se privatizan la educación y la salud es imposible que un país, como el nuestro, pueda alcanzar un desarrollo integral sin exclusión de las grandes mayorías. —¿Cree usted que este gobierno hace caso a todo lo que dispone el FMI? —El señor ministro de Educación, el señor Saavedra, ha trabajado en el Fondo Monetario Internacional y creemos que él no se está concentrando en mejorar la educación
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que aprender de Finlandia, donde la educación es totalmente subvencionada por el Estado, con políticas que favorecen a la educación pública. En nuestro país no está pasando esto.
Hay
Hay que estar
claros porque a los que tienen dinero no les importa si la educación pública sea buena, porque sus hijos asistirán siempre a colegios privados. Al parecer, a ellos la población no le importa. A excepción de este diario y otros pocos medios de comunicación, los demás callan porque reciben de los interesados ingentes cantidades de dinero como publicidad. pública, la educación estatal. Creemos que tiene otra mira. Él apuesta por la alianza públicoprivada. Esto fue implementado en los ‘80 en Estados Unidos. En los ‘90 llegó a Europa y luego a Chile; es una estrategia del FMI. Nosotros queremos que haya una revolución educativa. Yo le preguntaría al presidente Humala ¿cuál es la revolución educativa a la que se refería cuan-
do era candidato? ¿Se quedó solo en planes? Creemos que la revolución educativa no se puede hacer en contra del magisterio. Los profesores tienen que ser parte del cambio, ellos tienen que ser de alguna manera los protagonistas. Hay que aprender de Finlan-
dia, donde la educación es totalmente subvencionada por el Estado, con políticas que favorecen a la educación pública. En nuestro país no está pasando esto. —¿Pero ustedes, como organización, no conversan con las autoridades del sec-
tor educación? —Nosotros estamos luchando por una educación pública de calidad. Queremos hablar con el ministro, queremos explicar lo que planteamos, queremos debatir con él si es preciso. Queremos que esclarezca, por ejemplo,
PROFESOR DE EDUCACIÓN FÍSICA
De las canchas a las aulas
—¿Qué lo motivó a ser maestro? —Yo siempre he sido deportista, he jugado fútbol en las ligas distritales y en la Copa Perú en Arequipa y, por eso, siempre me gustó el deporte. Soy profesor de Educación Física, licenciado por la Universidad Nacional del Altiplano en Puno; y en base a eso he trasladado mi experiencia como futbolista y luego como profesional en la Educación Física a mis alumnos. Trato de hacer bien mi trabajo, porque sé que la labor del profesor es sumamente importante. No solo hay que ser buen dirigente sino también buen docente. Lo digo con humildad, 13 resoluciones de felicitación no las tiene cualquiera, las logré por trabajos extras
que nadie suele reconocer. Me siento satisfecho con la labor que hago; pero no conforme porque hay que seguir aprendiendo y con-
tinuaré haciéndolo para el beneficio de nuestros alumnos que al final de cuentas son la razón de ser de nuestra profesión.
a qué se refiere de manera exacta y con cifras, con datos, cuando habla de alianza público-privada. Queremos que nos explique sobre políticas privatistas como en otros países, en los cuales se contrata maestros a través de una empresa privada y el alumno tiene que pagar una pensión. Estamos llanos a debatir para que explique bien en qué consistirá esta alianza. —¿No cree que una alianza entre el sector público y el privado tiene, digamos, la intención de mejorar la calidad educativa? —El ministro tiene que explicarnos en qué consiste específicamente esta alianza. Los profesores y los padres de familia que tienen sus hijos en escuelas públicas tienen que enterarse de lo que está haciendo el gobierno. Creemos que es un sistema privatista. Creemos que este sistema ha sido aplicado en otros países y deteriorado la educación estatal. La conclusión del congreso de maestros organizados del que te habla hace un momento es que debe haber una educación pública, totalmente subvencionado por el Estado. Hay que recordar que la educación no es una mercancía. El presidente Obama acaba de dar un mensaje en el que explica que él va a trabajar para revertir la situación educativa en Estados Unidos, que se ha visto perjudicada por estas intenciones privatistas. La realidad educativa es que a nivel mundial hay una pretensión de privatizarla. El problema no es solo peruano. ES UN DERCHO Y NO UN SERVICIO —¿Por qué es importante que la educación sea totalmente gratuita? —Porque es un derecho
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humano fundamental. Antes de que estos tecnócratas aparecieran, antes que aparecieran las grandes trasnacionales con ganas de seguir lucrando, existía este derecho universal a favor de todos, como derecho fundamental, consagrado en acuerdos internacionales y en la Constitución. Los gobernantes deben entender que la educación es un derecho de todos los ciudadanos y no es un servicio. Una educación de baja calidad nos condena a ser un país sin desarrollo sostenible, dependiente solo de nuestros recursos naturales. —¿Cree que la aprobación de la Ley Universitaria es un logro del gobierno? —Yo creo que debería existir un paquete integral que englobe toda la educación estatal, esta ley ve solo el campo universitario. Tiene algunas cosas buenas y algunas limitaciones. Por otro lado, quiero decir que este gobierno ha promovido la Ley de Servicio Civil y la Reforma Magisterial que afecta a trabajadores y a maestros, porque resta derechos y pretende reducir a la mínima expresión a los gremios sindicales y la negociación colectiva. Que no nos vengan a sorprender a nosotros, que sí conocemos el tema educativo. Lo que se requiere en el Perú es una reforma educativa que contemple la educación en todos sus niveles, no solo superior. Queremos políticas educativas de acuerdo al contexto de nuestro país, pero apuntando a lo que hay en Finlandia. Buscamos dar el salto de ser un país primario exportador y empezar a producir productos con valor agregado, ser un país industrializado. Hay que estar claros porque a los que tienen dinero no les importa si la educación pública sea buena, porque sus hijos asistirán siempre a colegios privados. Al parecer, a ellos la población no le importa. Tal vez dirán: Mientras menos culta sea la población, menos reclamarán y contentaremos a esas masas con un kilito de arroz y uno de azúcar. Esa es nuestra triste realidad. A excepción de este diario y otros pocos medios de comunicación, los demás callan porque reciben de los interesados ingentes cantidades de dinero como publicidad.
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OTRAS DISQUISICIONES Víctor Hurtado Oviedo
P
ara optimista, mi papá. Él es un viejo maestro de escuela, quien, a pesar de su experiencia, murió creyendo que el que estudia triunfa. Mi padre me aconsejaba que leyera porque en los libros estaba todo; y, conforme uno crece y va pareciéndose a su padre, descubre que aquello es verdad: en los libros habitan lo real y lo imaginario; la historia de lo que fue y la de lo que iba a ser (pero esto es entrar en política); la verdad y las mentiras —la mayor de las cuales es el engaño necesario y portentoso de la literatura—. Leer un libro es desprender palabras del silencio. Uno hace sus lecturas y es hecho por ellas: si uno fechase los libros que compra, con ellos podría recordar la historia de su vida. Toda biblioteca es una autobiografía. Un día terminó uno siendo como otros que crecieron consumidos por el alimento del leer. Nadie les detuvo la descomedida pasión por saber más, y la lectura se les volvió una forma del amor, «enfermedad que crece si es curada» —escribió el lector Quevedo—. Pronto, la voracidad por leer se torna un perro fiel que ataca a su dueño, y la parte más desgarrada del traje es el bolsillo. El hambre que se alimentó de las propinas comienza a devorar los sueldos, pero hay un instante fastuoso en que la cortesía del destino nos pone ante una reventa de libros. Entonces, uno entra en ese ámbito de polvo y sombras y no lo abandona jamás. Se revenden libros porque las bibliotecas —como los árboles— deben ser podadas para que mejoren. Está la tienda pulquérrima, de atento neón, que alinea los libros usados en estantes listos para una revista militar en el palacio de Buckingham. Es demasiado limpia para mí. Las mías son las que Paco Umbral llama «viejas tiendas galdosianas»: maniguas de tierra y caos; pisos de tablones tristes (perdieron la cera como perdemos la infancia); estanterías perplejas de su verticalidad y que, igual que el Partenón, ignoran las líneas rectas; todo, palpado por una luz sombría, de oro viejo, que hace redoblar el tiempo que sestea en los libros. Están los libros, claro: libros verticales; libros de cansancio diagonal; libros horizontales como puentes de otros libros; volúmenes pequeños que asaltan vacíos en un delirio barroco de dominar todo espacio; libros en doble fila, en triple fila, en un colosal derrumbe de pirámi-
Mis hermanos Algunos
partieron hacia una fiesta de fama o de justicia, pero nunca llegaron.
de maya; libros en cajas de cartón, abiertas cual fosas comunes en las que hijos zafios han enterrado la biblioteca muerta del padre o de la madre incomprendidos. Hay libros nuevos, árboles de bonsái que aún no han abierto sus hojas. Reluce el éxito de moda, el volumen gordo, hamburguesado y fácil que tantos ingieren con el placer borrego de las comidas rápidas (hay pecados que incorporan el castigo). Los leen gentes de envidiable ingenuidad: las que creen que la justicia está en las leyes; la belleza, en el cuerpo, y la elegancia, en la ropa (está en la conversación). En democracia postrera, conviven el libro en rústica —Sancho de las letras de edición tan pobre que ni es dueña de sus actos— con el volumen suntuoso que conoció mejores tiempos y que aún se alza como un duque que perdió al póquer su vajilla de plata. Pervive también el libro hecho para el tacto antes de la traición del offset, impreso en papel amarillo y tibio: la clase de papel cremoso sobre el cual grullas de plomo dejaron mínimas huellas de letras. De todos, los conmovedores son los ejemplares leídos con pasión o brusquedad. Son los desgarrados, los intensos, los de sangre coagulada en
tinta; los libros de una aspereza pálida y sin jugo; los reducidos a fibras secas por la relectura avariciosa. Esta es la legión de los quebrados; pero entre ellos hay también triunfantes pues, a veces, una lectura violenta es la batalla que un libro gana sobre un lector agradecido. Alzo la mano; tomo un viejo libro de Álvaro Cunqueiro (cualquier libro de Álvaro Cunqueiro) y leo: «La tórtola espera que un rayo de sol la toque antes de decidirse a resucitar el mundo con su canto». Una sentencia admirable puede justificar un libro, como el martirio salva al pecador. Aquello es arte; pero ¿y los autores olvidados, quienes publicaron libros que los vencidos por la vida leen como espejos? (Yo amo a los fracasados porque hay que amar al prójimo como a uno mismo, y vi-
ceversa.) ¿Este es el tema clásico del ubi sunt? ¿Dónde están los que trajeron al mundo tantos libros inútiles, que naufragaron en reventas, asilos confusos donde mueren su larga muerte de olvido las obras que nadie quiso? ¿Dónde están los que ansiaron huir del anonimato que ya se había acostumbrado a ellos? Ellos son el provinciano que imprimió versos gracias a tres adelantos de sueldo; el contador público de cuentos; el novelista menos desconocido por su seudónimo que por su nombre; el autor de la obra vacua que, con injusta simetría, juzgamos medio tonta; el humorista agudo cuando canta; el filósofo de plomo en prosa, quien, cuando era espontáneo, estornudaba, y al que le
e libros nuevos, árboles de bonsái qu to éxi el e luc aún no han abierto sus hojas. Re rguesado y de moda, el volumen gordo, hambu borrego fácil que tantos ingieren con el placer e incorqu s ado de las comidas rápidas (hay pec poran el castigo).
Hay
sobró siempre el tiempo de los otros; el poeta excedente del Parnaso; el ensayista grafómano, hormiga japonesa que nunca aprendió a combatir la disciplina con la haraganería; el moralista mal pensado como el sicoanálisis, y el escritor que prueba que «el estilo es el hombre» y la falta de estilo también. Aún faltan algunos, los inéditos: el perfeccionista que se cansó de corregir sin haber escrito; el que pulió su estilo hasta que desapareció; el que empezó a redactar su novela del peor modo (demasiadas veces); el trabajador fatigable de un solo verso, y el que no obtuvo adelantos de sueldo gracias a la falta de sueldo (pero el dinero no hace la felicidad de quien no lo tiene). Abrumados por la redundancia, forman la hermandad secreta de los desconocidos. Unos tuvieron talento, y otros, no; pero todos fueron de esas personas tan optimistas que dan ganas de explicarles bien las cosas. Fuera de forma, corrieron tras la fama, mas el fracaso los alcanzó después de perseguirlos un instante. A cada uno podría repetírsele un dístico de Borges: «La meta es el olvido: tú has llegado antes». Quise recordarlos en esta sombra de papel y en un domingo. Partieron hacia una fiesta, pero se extraviaron: ¿dónde? Son como los que apostaron a la ingenuidad de la justicia (malos son los juegos de azar) y perdieron: todos son mis colegas, mis hermanos.
7.5 ALTO X7X5 ANCHO