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¿Juntos o separados? - la vOz DEa
ctualmente el divorcio es muy frecuente. A nivel psicológico es un proceso que puede durar mucho tiempo, por lo que afecta la estabilidad emocional de los involucrados. El desequilibrio comienza mucho antes de que deciden formalmente romper.
Independientemente del motivo del divorcio, la separación en la mayoría de los adultos, el ajuste personal implica un evento estresante que afecta la disminución de la autoestima, estrés, la identidad del rol vivido puede hacer surgir pensamientos negativos, confusión, ansiedad y depresión, así como temor por el futuro y a la soledad.
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La edad cuenta; una pareja joven puede proyectarse en forma más positiva que una pareja mayor, con muchos años juntos o cuando se padece alguna enfermedad o discapacidad. La edad de los hijos también es importante, cada etapa tiene consecuencias diferentes y la forma de manejar el aspecto legal también.
El divorcio es un proceso y la recuperación emocional termina cuando ambos asumen que deben ver hacia el futuro. El inicio es cuando se empieza tomar conciencia de la necesidad de una ruptura y la pareja le resta importancia y decide no hacer nada al respecto, esto puede ocasionar insomnio, problemas de concentración y alteración de hábitos alimenticios. Ya que se acepta la terminación, inicia la toma de conciencia de la pérdida y sentimientos de nostalgia, al igual que la división de los recursos económicos que afectan el nivel de vida de ambos, además de las relaciones sociales y familiares que esto implica. Con el tiempo se reestructura el mundo y las emociones serán menos intensas. Es importante estar consciente de que las decisiones tomadas con alta emocionalidad ocasionan mayor riesgo en los resultados.
La etapa final llega cuando la persona se libera emocionalmente de su expareja y son más continuos sus momentos de tranquilidad y se puede visualizar el futuro de una forma más positiva.
Cuando se está en una situación de este tipo, es importante tomarse un tiempo para procesar emociones y aceptar el duelo, evitar tomar decisiones apresuradas, cuidar de uno mismo física y mentalmente, mantenerse ocupado, cuidar las relaciones afectivas y no incluir a los hijos en un drama familiar.
Considerar apoyo psicológico es muy positivo, o, si ambos están de acuerdo, asistir a terapia de pareja, que, si se realiza a tiempo, puede mejorar mucho el bienestar psicológico de ambos, sin tener la fantasía que es una solución mágica para que la relación sea perfecta.
Aun con el dolor de una ruptura, el divorcio tiene aspectos positivos ya que acaba con una vida de pareja insatisfactoria y permite nuevos modos de relación con la familia y posibles nuevas parejas, se libera a los hijos, en caso de haberlos, de estar en un clima de tensión en casa.
En cuanto a ser hijo de padres separados no presupone un riesgo de desajuste emocional, familiar o escolar a futuro, siempre que los padres estén psicológicamente equilibrados y realicen con responsabilidad sus deberes parentales.
Si es deseo de ambos continuar con la relación de pareja anímense a actuar, es recomendable fomentar el cariño y la admiración, mostrar gratitud y aprecio. Resolver los pequeños problemas y animarse a tener nuevos ojos para la pareja, mantener contacto físico, acercarse el uno al otro; las cosas pequeñas suman, pero, si no te sientes feliz, si hay soledad, malestar continuo o algún tipo de maltrato, es tiempo de actuar siempre en beneficio de la salud mental.