Mercedes Morán

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MERCEDES MORÁN

“LA GRIETA SE HACE Y PROFUNDIZA DE A DOS” UN

PROTAGÓNICO EN LA

PELÍCULA CHILENA

NERUDA

LA LLEVÓ A ASUMIR SUS CANAS, AUNQUE COQUETAMENTE TUNEADAS.

MAIPO

AHORA

LLEGA AL

PARA, POR PRIMERA VEZ,

PRESENTAR UN UNIPERSONAL, AUTOBIOGRÁFICO Y CON SUS PROPIOS TEXTOS, DONDE DEJA DE LADO SU LEGENDARIO BAJO PERFIL PARA REVELAR TANTO SU PASADO DE MADRE Y ACTRIZ PRECOZ EN TIEMPOS DE LA DICTADURA COMO SU PRESENTE DE FIGURA CONSAGRADA.

Txt: Susana Parejas

36 > CLASE

e morocha argentina a rubia de New York. Rubio cóctel que emborracha, tal como cantaba Carlos Gardel. Sus televisivas Roxy en Gasoleros, el personaje televisivo que la hizo popular; o Chechu, acumuladora de amantes en Culpables; la gran puteadora e inmoral Gloria en El hombre de tu vida; o la insegura Tali en la película La Ciénaga... Todas fueron morochas, castañas, algunas viradas al colorado. Pero nunca rubias... Los cambios de look de Mercedes Morán siempre tienen que ver con su jugarse a todo a la hora de encarar un personaje. El director de cine chileno Pablo Larraín la había convocado para la película Neruda. El papel que le ofrecía era el de Delia del Carril, la segunda mujer del escritor trasandino. “Me habían enviado el guión y me había encantado. Cuando tuve la entrevista, me miró y me dijo: ‘Ay, como que me das más joven’. Nunca pensé que esa frase me iba a joder un papel, si siempre fue al revés”, se ríe. “A no ser que te animes a teñirte canas”, le sugirió el cineasta. “¡Sí, desde ya!”, fue la respuesta de Morán. “Y ahí me blanquearon todo el pelo. Luego empezó a crecer el mío y me di cuenta de que no había diferencia. Venía coqueteando con la idea, pero temía que me limitara a la hora de hacer otros personajes. Y, no: luego de esa película hice dos más. Fue asumir mis canas, pero tuneándolas un poquito”, revela la actriz que recientemente estrenó ¡Ay, amor divino! en el Teatro Maipo. Ella, que hizo tantos papeles y personajes escritos por otros, esta vez se para ante el público para hablar de sí misma –y con textos propios– en un espectáculo unipersonal cuyo diseño de arte está a cargo de su pareja desde hace 10 años, el artista uruguayo Fidel Sclavo, y cuya dirección asumió Claudio Tolcachir, quien definió a la propuesta como “una clase de actuación, de esas donde lo simple se vuelve poderoso”. ¿Todo vale en pos de un personaje, incluso un cambio radical de look? No sólo no me importa: me encanta hacerlo. Si no fuera así, no lo haría. Es una excusa para cambiar. Me

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gusta convertirme en otras mujeres y son los personajes los que me posibilitan eso. Además, me gusta construir los personajes de afuera para adentro: cómo se visten, cómo se paran, cómo tienen el pelo, cómo se ríen... Hay algo en la imaginación que me empieza a funcionar cuando los construyo así. ¿Cómo nació la idea de este unipersonal, además autobiográfico y de tu autoría? Estos relatos fueron, antes, una especie de cuentos orales informales con los que he entretenido reuniones familiares, cumpleaños, grupos de amigos. Historias de mi vida, sencillas, quizás contadas a partir de una mirada que tiene que ver con el humor y que las vuelve entretenidas. Empecé por escribirlos para ponerles un poco de dramaturgia y, cuando lo convoqué a Tolcachir para que me dirigiera, hice hincapié en que se ocupara de elevarlos a la categoría de espectáculo para que no fuera una cosa casera, pobre. Esa era mi duda y él se encargó de disiparla. Acá me jugué a contar mi historia, teniendo plena conciencia de que no tengo nada extraordinario digno de ser contado en términos anecdóticos. ¡No soy una sobreviviente del avión que se cayó! Son todos cuentos donde trato de evocar lo que fueron mi infancia, mis vínculos primarios, mi vida en el pueblo y tras dejarlo para venir a la gran ciudad, mi adolescencia, mi despertar sexual, el comienzo de mi vocación, mi maternidad temprana. Esa parte evocativa se lleva un 80 por ciento de la obra. Y en una especie de epílogo largo, o segundo acto muy corto, ya empiezo con un estar presente.

MUCHA MUCHACHA El pueblo del que habla Mercedes Morán en su obra es Concarán, en la provincia de San Luis. Allí nació un 21 de septiembre de 1955. Y fue donde vivió su infancia. Su mamá era maestra rural y su papá, un militante peronista, luego diputado provincial. A los 17, antes de terminar el secundario, se casó con el padre de sus dos primeras hijas, Mercedes y María. “Todos pensaban que me casaba embarazada. Mi madre fue la primera que pensó que me casaba de apuro.... Sí, de


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