Compasión vaishnava

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Satsvar체pa d책sa Goswami GN PRESS, INC.


Título: Compasión vaiß∫ava Título del original: Vaiß∫ava Compassion Autor: Satsvarüpa dåsa Goswami Traducción: SuΩila dåsî Diseño de tapa: Madana-mohana dåsa Diseño de interior: Art in Literary Translation GN Press expresa su agradecimiento al BBT por permitirle el uso de los versos y significados de los libros de Ûrîla Prabhupåda, todos los cuales son © Bhaktivedanta Book Trust International, Inc. © 2009 Satsvarüpa dåsa Goswami Todos los derechos reservados ISBN 978-987-05-6600-7 Satsvarupa Dasa, Goswami Compasión Vaishnava. - 1a ed. - Córdoba : el autor, 2009. 200 p. ; 22x15 cm. Traducido por: Sushila Dasi ISBN 978-987-05-6600-7 1. Filosofía Hindú. I. Sushila Dasi, trad. II. Título CDD 181.4

Queda hecho el depósito que establece la Ley 11.723. No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446. Primera edición - Julio de 2009 - Argentina Invitamos a las personas interesadas en el tema de este libro a comunicarse por correspondencia con nuestro secretario escribiendo a c/o Gîtå-nagarî Press, Inc., P.O. Box 445, La Crosse, FL 32658 o visitar nuestro sitio web en www.gnpress.org.


El afecto que el corazón siente por K®ß∫a se conoce como bhakti. Las jîvas son sirvientas de K®ß∫a. Cuando de corazón se siente afecto por ellas, eso se conoce como dayå, compasión. Por lo tanto, la compasión es parte del bhakti. —Jaiva Dharma, p. 179



Í

ndice

Prólogo i Introducción iii Un poema ix

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La prédica como compasión La compasión por uno mismo 3 Extendiendo una mano 9 Salve a la persona que se ahoga, pero no olvide su abrigo 13 El trabajador compasivo debe tener conocimiento 16 Compasión significa dar conocimiento 19 No hay nada que reemplace la comprensión de cada uno 22 Prédica y postmodernismo 29 Pero esos karmîs ... ¡puaj! 33 Enfrentando el peso de la orden de Prabhupåda de predicar 38 Si Prabhupåda era un mahå-bhågavata, ¿por qué predicaba? 49 Según la capacidad de cada uno 55 ¿Compasión mundana y fuera de lugar? 60 Cosechando los frutos y aprendiendo a vivir con ellos 70

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Ahiµså Por sobre todo, no causar daño 79 No violencia consciente en un mundo violento 82 Verdadera no violencia 85 Tolerancia y no violencia 90 ¿Compasión o justicia? 95 La vida espiritual sin la no violencia es un absurdo 98 Absolución por violencia accidental o inevitable 100


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Dîna-bandhu: La compasión de K®ß∫a por las almas caídas ¿Siente K®ß∫a compasión por la entidad viviente caída? 105 El propósito compasivo de la creación y el tema del libre albedrío 109 Atraer la compasión de K®ß∫a 114 K®ß∫a protege a Su devoto 119 Dé gracias, Dios es bueno 122 K®ß∫a como el tiempo 126

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La contemplación como compasión ¿Qué tan grande es la compasión del vaiß∫ava? 131 Orar para volverse compasivo, porque el muerto no puede predicar 135 La confianza en K®ß∫a 137 Relaciones verticales y horizontales en la oración: La raíz de la compasión encomendada a Dios 140 La oración como la base de la prédica 144 La oración de intercesión 147 La oración de intercesión y la calidad humana 153 La oración debe partirnos el corazón 156 La responsabilidad de llevar una vida de oración 158

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K®ß∫a como el objeto de la compasión Estímulos para la compasión del devoto K®ß∫a el vulnerable 169 La compasión desinteresada de las gopîs Glosario 179 Reconocimientos 187 Ûrîla Prabhupåda 189 El autor 191

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P rólogo Compasión Vaiß∫ava navega por el intrincado y a veces complicado proceso de expresar verdaderos actos de compasión, enseñando cómo la oración emotiva, como la actitud imprescindible en el canto de los santos nombres de Dios, confiere la compasión. “Sentirnos impotentes frente al sufrimiento de los demás nos ayuda a sentirnos humanos.” (Pág. 155) “Aunque [la ayuda] activa es importante, en la oración podemos ordenarnos y palpar la naturaleza del sufrimiento universal.” (Pág. 157) Al revelar sus meditaciones introspectivas personales, el autor hace una distinción minuciosa y humanitaria entre el sentimentalismo mundano, el evangelismo dogmático y el amor y cuidado genuinos basados en la comprensión del ser. Primero explica cómo cuidarse uno mismo y luego cómo extender la compasión a los demás. “La vida no se trata sólo de ideales absolutos sino de estar dispuestos a vivirlos en el mundo real… La compasión salvará a nuestra sociedad.” (Págs. 154) En una época en la que ‘cuidado’, ‘autoayuda’, ‘psicoterapia’, ‘asistencia social’ y otras palabras en boga amenazan con oscurecer los métodos sublimes y la amplitud del corazón que transmiten la compasión espiritual verdadera, el autor despeja toda duda y ambigüedad. De esta manera, tanto el lector común como el profesional, de todas las condiciones sociales, sin excepción, tienen acceso a la gracia sin causa y al refugio invocado por el maestro facultado, quien, por compasión, entrega el santo nombre a todas las almas. Satsvarüpa dåsa Goswami demuestra con honestidad y con un audaz estudio de los riesgos de la acción benéfica material que quienes se dedican a la consejería, a actividades de hospicio, a la autoayuda y a la sanación por medio del descubrimiento personal, pueden aumentar la riqueza de este viaje esencial, el cual lamentablemente a menudo excluye el poder que concede la oración. La desafiante, i


Compasión vaiṣṇava aunque también gratificante, experiencia de ayudar a otros se vuelve sumamente valiosa cuando realmente se llega a comprender el significado de la verdadera ayuda: expresar compasión espiritual verdadera y duradera. —Los editores

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I ntroducción

antes de conocer a Ûrîla Prabhupåda. Mientras estudiaba en la Universidad de Brooklyn, hice un curso de filosofía en el que estudiamos los escritos de Bertrand Russell. En particular, recuerdo cómo el filósofo presentaba a Nietzsche comparándolo con Buda. Daba una sinopsis de la filosofía de Buda, la comparaba con el enfoque de Nietzsche sobre la humanidad, y después preguntaba: “¿Cuál creen que es mejor?”. Russell obviamente había quedado cautivado con la compasión de Buda por los seres vivientes, y lo consideraba superior al filósofo que trabajaba con la humanidad como una idea. Ese fue mi primer contacto con la idea de que la compasión debía ser un sentimiento sincero. Poco antes de entrar a la marina, me fui a confesar a una iglesia de Staten Island. Le dije al sacerdote que había comenzado a dudar del sacramento de la confesión. Cuando me invitó a reunirme con él en la rectoría, le revelé mis preocupaciones—la injusticia que los blancos perpetraban en contra de los negros, la absurda Guerra de Corea y el completo materialismo de los valores norteamericanos clásicos. El sacerdote simplemente dijo: “Veo que hay mucho amor en ti”. Me sentí halagado, pero yo sabía cuál era mi verdadera pregunta: ¿Cómo puede un Dios amoroso permitir tantas injusticias en el mundo? Estaba perdiendo la fe. El mundo parecía insensible, fundado en la competición y sin amor. La mayoría de mis amigos estaban de acuerdo con este análisis. Recordando, ahora veo que el sacerdote estaba aceptando mi sentimiento pero también reconociendo que yo no tenía idea de cómo expresar mi amor apropiadamente. El paso por la marina tampoco me ayudó a desarrollar esa capacidad. Luego del alta, acepté un trabajo en el Departamento de Bienestar Social. Normalmente se lo considera un rubro compasivo. Sin embargo, no acepté el puesto porque tuviera algún sentimiento en particular por los pobres. Sino que lo tomé porque era un trabajo A TENIA NOCION DEL CONCEPTO DE COMPASION

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Compasión vaiṣṇava fácil de conseguir para un graduado universitario. Algunas de las personas que trabajaban en el Departamento de Bienestar Social se interesaban de verdad por sus clientes, pero enseguida vi que ese interés era difícil de mantener. Muchos de ellos simplemente estaban tratando de derribar el sistema. Pocos clientes estaban interesados en mejorar su vida. Muchos usaban el dinero para comprar alcohol, drogas o para dedicarse a actividades que los degradaban. Sentía que el corazón se me endurecía trabajando con esa gente. Creo que lo que realmente me afectaba era que no había solución para ellos. El sistema de bienestar social solo les proporcionaba un estilo de vida de subsistencia y muchas de estas personas estaban realmente necesitadas. Iba a hacer falta más que una heladera nueva o unos pocos dólares para sacarlos de la pobreza y de la mentalidad que les impedía ser capaces de hacer algo más por su vida. Podía ver que el Departamento de Bienestar Social estaba sacando agua de un bote con un recipiente agujereado. Mi experiencia es probablemente algo común en la esfera profesional de la compasión. Más adelante oiría a Prabhupåda citar a Vidyåpati en otro contexto: Cuando te estás muriendo de sed en el desierto, ¿de qué sirve una gota de agua? Pronto me di cuenta de que no podría lograr un verdadero cambio en la vida de mis clientes y de que las actividades de bienestar social no los liberaría de aquel sufrimiento. Más adelante, en 1966, me quebré los talones por una caída y me vi obligado a permanecer en reposo durante seis semanas. Aproveché el tiempo para leer libros de filosofía y religión oriental, incluyendo los Upanißads y otros libros védicos y libros sobre el budismo. Aún recuerdo un libro en particular llamado The Conpassionate Buddha. Lo leí porque me gustaba la idea de ser compasivo. Aunque el egoísmo es una característica natural de las almas condicionadas de Kali-yuga, pocos de nosotros nacemos sin un sentimiento natural de compasión. Aún así, Ûrîla Prabhupåda afirma que la compasión natural queda cada vez más cubierta en esta era: Pero en esta era —que se llama Kali-yuga— se reduce nuestra fuerza corporal, nuestra memoria, nuestro poder para memorizar, nuestra empatía por los demás, la compasión, la edad, la du-

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Introducción ración de la vida, las propensiones religiosas... Antes, si atacaban a alguien, muchas personas iban a ayudarlo: “¿Por qué atacan a esta persona?”. Pero ahora si atacan a alguien, a los transeúntes no les va a preocupar pues han perdido la compasión o misericordia por los demás. El vecino puede estar muriéndose de hambre, pero no nos importa... Así es Kali-yuga. —discurso de Vyåsa-püjå, Nueva Vrindavan, 2 de setiembre de 1972.

Incluso aquellos que pudimos conservar nuestros sentimientos de compasión hasta la adultez, recibimos aluviones de imágenes de sufrimiento a través de los medios de comunicación. Gradualmente nos hastiamos, nuestros sentimientos se apagan. Es común oír que cinco mil personas murieron aquí, veinte mil allá, dos millones por tal y tal terremoto, diez mil personas sin techo por tal y tal inundación —una y otra y otra vez— y todo eso es horrible. Nos sentimos desamparados en vista de tanto sufrimiento. Con el tiempo, empezamos a darle la espalda al dolor del mundo ya sea para experimentar o para eludir el sufrimiento que golpea nuestra propia puerta. Parece demasiado querer probar más. Cuando conocí a Ûrîla Prabhupåda llegué a entender qué es verdadera compasión. También llegué a entender cuán poco común es encontrar una persona compasiva. La compasión no es una cualidad material sino una extensión de nuestra conciencia espiritual. El diccionario la define como “sentimiento de profunda condolencia y simpatía que se tiene por quienes sufren penalidades o desgracias, acompañado por el deseo de aliviar el dolor o eliminar su causa”. Sin. Conmiseración, sensibilidad, lástima, clemencia. Ant. Impiedad, insensibilidad. Simpatía: “Armonía o acuerdo de sentimientos entre personas o de parte de una persona con respecto a otra; cualidad de las relaciones entre personas o cosas por la que todo lo que afecta a una también afecta a la otra; capacidad de compartir los sentimientos de otro, especialmente en momentos de dolor o de problemas; compasión o conmiseración; simpatías —sentimientos o impulsos de compasión”. A continuación figura una lista de términos en sánscrito que clasifican aún mejor los sentimientos de compasión:

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Compasión vaiṣṇava anukampana—simpatía, compasión. anugraha—favor, amabilidad, conferir beneficios a, promover el buen objetivo de, misericordioso con. karu∫a—compasión; sentimiento de pena en la poesía. k®på—compasión acompañada de condolencia, piedad (k®pålu); específicamente se refiere a la compasión expresada hacia los conocidos dayå—sentimientos extendidos o generalizados de misericordia o simpatía. (En el Bhågavatam, Dayå es la hija de Dakßa, la pericia, y la madre de Abhaya, la ausencia de temor). Compasión significa que no pensamos solo en nuestros propios problemas, y que sentimos simpatía y lástima sincera por los problemas de los demás. Por un lado, están quienes son compasivos con sus conocidos —amigos, parientes, compatriotas, o quienes comparten su religión— y por otro, están las grandes almas que son compasivas con todas las almas espirituales. Ûrîla Prabhupåda era una de esas grandes almas. El corazón de Prabhupåda sangraba al ver nuestro sufrimiento, y dedicó su vida a ayudarnos a superarlo. Pero lo más excepcional de esto es que él no sólo estaba dispuesto a dedicar su vida a aliviar nuestro dolor, sino que en verdad conocía la panacea. Y nos pidió que saldáramos nuestra deuda con él ayudando a todo con el que nos encontráramos. ¿Y qué pasa si no compartimos la profundidad de su compasión? ¿Qué pasa si no sentimos ninguna compasión en absoluto? Aún así podemos acoplarnos a su misión. Colaborando con una persona compasiva podemos desarrollar compasión. Por servir a los demás y por servir al corazón compasivo de Prabhupåda podemos deshacernos del egoísmo y volvernos generosos. Puede que algunos devotos oigan esto y se pregunten cómo puede ser cierto. Si Ûrîla Prabhupåda comenzó un movimiento compasivo, y si nosotros hemos estado colaborando con él durante todos estos años, ¿por qué no nos hemos vuelto compasivos? O tal vez se pueda argumentar que nos hemos vuelto compasivos, pero sólo hacia aquellos que aún no se han contactado con la conciencia de K®ß∫a. Entonces, ¿por qué nuestra compasión aún no se ha extendido

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Introducción a nuestra relación con los demás devotos? No pretendo que crean que tengo la respuesta a esas preguntas, pero pienso que es sano formularlas. Hubo una época en ISKCON en que nos creíamos las personas más compasivas del mundo; después de todo, estábamos distribuyendo el mantra Hare K®ß∫a, la mayor bendición que se le pueda otorgar a la humanidad. Las escrituras definen la conciencia de K®ß∫a como para-upakåra, la mejor actividad benéfica para la humanidad. Se supone que es mejor que el Cuerpo de Paz, mejor que la Sociedad para la Investigación del Cáncer —mejor que cualquier otra idea que cualquiera haya tenido sobre cómo liberar a las personas del sufrimiento. La conciencia de K®ß∫a también es universal, y no hay nada que le impida a alguien participar. Es sarvatra sarvadå, adecuada para practicarse en todo momento, todo lugar y bajo cualquier circunstancia. Ûrîla Prabhupåda escribe: La gente no sabe que la meta última de la vida es Viß∫u, ...pues se encuentra apabullada con el reflejo deslumbrante de la oscuridad, y, por ello, todo el mundo está introduciéndose en la región más oscura de la existencia material, impulsados por los sentidos descontrolados. La existencia material surgió a causa de la complacencia de los sentidos, ...principalmente... el deseo sexual, y el resultado de ello es que, a pesar de todo el avance del conocimiento, la meta última de las actividades de las entidades vivientes es la complacencia de los sentidos.. La conciencia universal se alcanza de hecho mediante el servicio coordinado que todos los interesados realizan para la Suprema Personalidad de Dios, y sólo eso puede asegurar la perfección total. De modo que, ni siquiera los grandes científicos, los grandes filósofos, los grandes especuladores mentales, los grandes políticos, los grandes industriales, los grandes reformadores sociales, etc., pueden darle alivio alguno a la inquieta sociedad del mundo material, debido a que no conocen el secreto del éxito... es decir, que hay que conocer el misterio del bhakti-yoga... Luego el Ûrîmad-Bhågavatam dice una y otra vez que, si no se alcanza el nivel del bhakti-yoga, todas las actividades de la sociedad humana han de considerarse sólo absolutos fracasos. —Bhåg. 2.9.36, significado

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Compasión vaiṣṇava Sin embargo, el hecho de que tengamos un don compasivo tan grande para ofrecer, no significa que seamos los benefactores más compasivos. Tampoco significa que aquellos que están obrando de una manera menos gloriosa pero que están dando más de sí mismos desinteresadamente no estén expresando compasión. En realidad, puede que estén expresando más compasión hacia los demás que nosotros. En este mundo hay muchos trabajadores ordinarios que sacrifican su vida por las causas que escogen, incluso aunque esas causas solo ofrezcan un alivio temporal para quienes ellos están tratando de ayudar. ¿Qué podría estar motivándolos sino un sentimiento de compasión? Aún así, los devotos tendemos a pensar que somos mejores simplemente porque tenemos acceso al para-upakåra. La verdadera compasión no se adquiere automáticamente al unirse a la Sociedad Internacional para la Conciencia de K®ß∫a. La compasión no es una línea de trabajo sino una expansión del corazón. Cuanto más institucionalizados sean nuestros actos de compasión, tanto más probable es que terminemos siendo víctimas de motivaciones tales como el orgullo, el honor, la rectitud o cualquier otro tipo de superioridad moral. Ûrîla Prabhupåda, sin embargo, entendía genuinamente el sufrimiento de la vida material y el dolor de volver a nacer. Él sabía y enseñó a sus seguidores que sólo despertando la conciencia de K®ß∫a que se halla latente en las personas ellas podrían liberarse del ciclo del nacimiento y la muerte. Dijo que no es suficiente aliviar su sufrimiento sólo en esta vida. Quería que sus seguidores no sólo salvaran el traje de quien se estaba ahogando sino a la persona en sí.

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U n poema

LA HISTORIA DE NUESTRO MOVIMIENTO —TRATA

de la compasión. Aquel que siente que es poderoso, un Jimmy Carter o, como el poeta describió, una Ana Frank, boddhisattvas, autores que escogen la compasión como tema antes que fogatas o sistemas legales sólo porque se vende mejor. La compasión cuesta, duele, nos transporta más allá de nosotros mismos, nuestra voz se vuelve poética porque nos preocupamos. Es el opuesto de egoísta y ensimismado, aunque digamos que la compasión comienza mostrando preocupación por nosotros mismos. No termina allí. La compasión no es sólo dar a la gente conocimiento espiritual vendiéndoles un libro o contarles de K®ß∫a. Es decir, ese es el fin, pero incluye la vieja y conocida ayuda —alimento, dinero, cuidado de las personas— y no a los tontos “de allá afuera” sino también a nuestra propia gente. Significa que cuando se le lleva comida a una mujer cuyo bebé yace en el hospital, o se comparte confidencias con alguien que está

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luchando consigo mismo, le estamos aplicando el bálsamo más grandioso a cualquier persona que se encuentre en cualquier condición —el bálsamo del servicio devocional a Bhagavån—ayudamos de esta manera.

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La prédica como compasión

Mi querido Nityånanda, ¿cómo se puede salvar a las almas caídas? —Caitanya-bhågavata



La compasión por uno mismo S

I HE DE ESCRIBIR UN LIBRO SOBRE LA COMPASION, tendré que enfrentar dos hechos: (1) para el devoto consciente de K®ß∫a, la compasión se expresa cuando se predica; y (2) yo no soy un gran predicador. Puede que los devotos sientan empatía por los demás, pero a menos que estén dispuestos a abrirse de alguna manera para darles conciencia de K®ß∫a, no están sintiendo compasión. Tendré que abordar la envergadura de la cualidad de la compasión con humildad. Cuando me examino, veo que no estoy meditando en el dolor de los demás sino en mi propio dolor. Por ejemplo, tiendo a preocuparme por mi síndrome de jaqueca. Siento que necesito comenzar por mostrar compasión por mí mismo. Aunque comúnmente consideramos que el cuidado propio es algo egoísta, no siempre lo es. Cada uno de nosotros somos jîvas, por lo tanto, cuidarnos es una manera de enfrentar el ciclo universal de dolor y necesidad, preocupación y cuidado. Cuidarnos es el primer eslabón para comenzar a entender por qué debemos interesarnos por los demás y cómo debemos cuidarlos. No es una compasión auténtica, pero es un primer paso crucial para despertar la cualidad en el corazón. “Piedad” es sinónimo de “compasión”. Su definición incluye la palabra “amor”. Sin embargo, cuando sentimos piedad por nosotros mismos, lo que sentimos es autocompasión, lo cual siempre tiene connotaciones negativas. Después de todo, estamos hechos para ser fuertes, tolerantes y, especialmente, para estar agradecidos por lo que tenemos que los demás no tienen. La autocompasión connota ensimismamiento. Por lo tanto, no estoy igualando la compasión por uno mismo con la autocompasión. Más bien, al sentir verdaderamente nuestras propias heridas, podemos entender cómo los demás pueden estar sintiendo las suyas, y podemos sentirnos apenados por la condición universal de dolor. Como dije, es un comienzo. Como devotos aspirantes a practicar conciencia de K®ß∫a toda la vida, la habilidad de ser compasivos con nosotros mismos parece necesaria. Por ejemplo, efectivamente tenemos que salvarnos antes de que podamos esperar salvar a otro. Ûrîla Prabhupåda habló sobre

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Compasión vaiṣṇava este tema en una conversación en su cuarto en Måyåpur: Salvarlos de que måyå arrase con ellos, si nos arrasa a nosotros, entonces, ¿qué esperanza queda? Por lo tanto, Caitanya Mahåprabhu dijo: «janma sårthaka kari’ kara para-upakåra». Sean fuertes, para no volverse pícaros, y entonces podrán actuar;... De lo contrario, será imposible. ¿Cómo es posible? Un hombre se está ahogando. Si son lo suficientemente fuertes, pueden salvarlo. Pero si ustedes también se ahogan, entonces, ¿cómo lo salvarán? Así que eso es todo. Sálvense ustedes, salven a los demás. De eso se trata nuestro movimiento para la conciencia de K®ß∫a. Primero sálvense ustedes; después traten de salvar a los demás. O ambas cosas pueden darse simultáneamente. El mismo ejemplo. Si desean salvar a alguien que se está ahogando deben saber que a mi la corriente no me va a llevar. Tengo que mantenerme firme; así podré salvarlo. —conversación en el cuarto, Måyåpur, 14 de febrero de 1977

Nos salvamos siguiendo un sådhana estricto, que incluye oír, cantar y recordar a K®ß∫a. A menudo esto significa proteger nuestro sådhana de la presión de hacer servicios de mayor alcance. La buena disposición para proteger nuestro sådhana de esa manera es una forma de compasión hacia nosotros mismos. Autocompasión también significa cuidar nuestra salud. Esto incluye enfrentar nuestras limitaciones físicas sin culpa ni ansiedad. K®ß∫a también ama a los devotos enfermos, y los devotos enfermos pueden servir a K®ß∫a mentalmente si su cuerpo no puede cooperar. Autocompasión significa estar preparados para vivir en el åΩrama que sea más apropiado para nosotros, incluso si oímos que otro åΩrama es «superior». Significa enfrentar nuestros deseos materiales con sinceridad, incluso si eso significa abandonar los ideales según los que no podemos vivir. Esta aceptación sincera y compasiva de nosotros mismos nos puede conducir a aceptar a quienes tampoco están a la altura de nuestros ideales. Hoy estaba hablando con un amigo acerca de una devota que aún practica la conciencia de K®ß∫a pero que parece estar dedicando su tiempo a cosas que hacía antes de unirse al movimiento. Mi amigo se rió y dijo: «Parece que todos estuviéramos haciendo lo mismo».

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La prédica como compasión Y es verdad. A muchos de nosotros, nos ha llevado años de disgustos (y de hacer disgustar a otros), de renunciación artificial, de ataques de fanatismo y de hipocresía volvernos capaces de aceptar cosas de nosotros mismos que tal vez eran las mejores cosas que teníamos. Por supuesto, en general necesitábamos abandonar esas cosas para aprender cómo tomar nuestros talentos, reconocer finalmente su valor y querer utilizarlos para el servicio de K®ß∫a. Ahora somos físicamente más viejos, ya no somos jóvenes e idealistas, y los que hemos sobrevivido al proceso nos hemos sometido —y hemos sometido a los demás— a muchas cosas en nuestro intento por entregarnos. Si tan sólo hubiéramos podido establecer antes la conexión que estábamos buscando y no hubiéramos intentado desperdiciar tanto de nosotros de una manera tan imprudente. Si tan sólo otros devotos hubieran demandado menos de nosotros, podríamos habernos ahorrado tanto desgaste. Pero no pudimos y no lo hicimos. Muchos de nosotros fanáticamente tiramos a la basura todo lo que éramos como si fuera irrelevante para la vida. Todo esto era necesario para nuestro crecimiento. Ahora parece compasivo permitirnos ir más allá de eso en el momento indicado. Cuando podamos ser así de compasivos con nosotros mismos, seremos capaces de ser igual de compasivos con los demás. No estoy hablando de disminuir nuestras aspiraciones o nuestra lealtad a nuestros votos de iniciación; estoy hablando de permitirnos encontrar un equilibrio sincero entre quiénes somos y en qué queremos convertirnos, y de reconocer nuestras necesidades o relajar la rigidez. Mientras escribía este libro recibí una carta de un devoto interesado en el tema de mostrar compasión por uno mismo: Esta filosofía de conciencia de K®ß∫a es la filosofía más hermosa que conozco, pero su aplicación puede ser como el filo de una navaja. Puede darte forma o te puede romper en pedazos. Siento que he estado en el lado equivocado de la navaja durante demasiado tiempo, viviendo en el mundo de lo que se debe y no se debe, se hace y no se hace, entrégate y haz lo que te dice la autoridad, y ese es tu deber, has hecho un voto. No quiero dar la impresión de que estas cosas están fuera de lugar —no lo están— pero podemos obsesionarnos tanto con ellas, con las

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Compasión vaiṣṇava reglas y regulaciones, con señalar con el dedo si se rompen de alguna manera, que podemos aplastarnos a nosotros mismos y a los que nos rodean, y cualquier pequeña semilla de bhakti que pueda haber en nuestro corazón puede quedar aplastada porque hemos perdido lo que es quizás la cualidad más importante de un devoto, la compasión, la compasión por aquellos que nos rodean e incluso por nosotros mismos. Es la cualidad más hermosa y la única capaz de destruir el lado negativo del filo de la navaja. Puede incluso convertir a un desamparado y desolado gusano en una hermosa mariposa. Ese es el poder de la compasión dentro de esta filosofía.

Volvernos autocompasivos significa volvernos más humanos, y ciertamente aceptar más nuestra propia humanidad. En el servicio devocional, este es un proceso delicado y necesita ser abordado cuidadosamente en la vida de cada devoto. Cuando nos permitimos volvernos más humanos y honestos, tenemos que tener cuidado de no crear nuevas filosofías. Hay una diferencia entre ser autocompasivo y propagar filosofías que nuestro maestro espiritual no enseñó. ¿Por qué más humanos? Porque sin aprender el perdón o la simpatía —sinónimos y corolarios de la compasión— y especialmente si reemplazamos el desarrollo humano y la emoción por la aplicación demasiado rígida de las reglas y regulaciones, perderemos el bhakti —o peor aún, nunca lo encontraremos. A medida que nos volvamos más humanos, naturalmente nos volveremos más humildes. La humildad nos permitirá mantenernos bajo el refugio del guru. Pero mientras permanecemos bajo el refugio del guru, mientras crecemos en el servicio devocional, podemos ampliar nuestro entendimiento de lo que significa ser devoto y predicar. Compasión no significa comprometer el ideal. La persona de mentalidad cerrada verá las cosas de una sola manera. Pensará que predicar significa solo distribuir libros, que ser devoto se puede comparar con el estereotipo extraído de un libro y que no puede utilizar la mayor parte de las cosas que ve o es en este mundo. Sin embargo, cuanto más aprendamos a adaptarnos y a adaptar nuestros intereses, tanto mayor será nuestra apertura mental. La compasión por nosotros mismos y por los demás se basa más en una mentalidad incluyente que en una excluyente. Sí, yo puedo ser salvado, y esta persona también, y esa y aquella

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La prédica como compasión —el negro, el blanco, el hombre, la mujer, el distribuidor de libros, la madre, el püjårî, el que trabaja e incluso el devoto que sufre una enfermedad crónica. El favor de K®ß∫a no se gana por alguna cosa en particular sino por la sinceridad del propósito en lo que hacemos. En su significado del Ûrîmad-Bhågavatam 1.8.20, Ûrîla Prabhupåda escribe: «El Señor es tan bondadoso, que no favorece de modo especial sólo al gran filósofo. Él conoce la sinceridad del propósito». Y en una conferencia del 13 de marzo de 1974 dice: «Siempre hay que buscar la oportunidad para dar, para prestar servicio a K®ß∫a. Ese es el requisito. No importa lo que sean. Pueden ser esto o aquello. No importa. Pero ese deseo intenso de hacer servicio lo puede adquirir cualquiera que simplemente sea sincero». Todo el mundo es bienvenido entre los sirvientes de K®ß∫a si se tiene el deseo de estar con ellos. Dado que este libro pretende ser una exposición sobre la compasión, me gustaría contar algo que me ocurrió hoy y cómo me ayudó a entender tanto la necesidad de que los devotos sean compasivos consigo mismos como el hecho de que tendemos a no serlo. Prabhupåda nos dijo que debíamos ser estrictos con nosotros mismos y benévolos con todos los demás, y la mayoría de los devotos parecen habérselo tomado muy en serio. Esta mañana el reloj me despertó cuatro minutos después de la una, pero yo rogaba descansar más. A menudo me siento somnoliento durante el día debido a los diversos medicamentos que tomo para las migrañas, y descansar más en la mañana ayuda a aliviar eso. Aún así, me encanta levantarme a la 1:00 de la mañana, porque esas horas tempranas son muy productivas. Me obligué a levantarme. Me di cuenta de que, relacionado con este obligarme, hay un sentimiento general de que estoy llevando una vida fácil, de que no estoy pasando por las mismas austeridades que otros enfrentan. También me di cuenta de que cada vez estoy más convencido de que estoy viviendo de la única manera que tiene sentido para mí, y especialmente más fijo y convencido de que me gusta mi vida. Pero ha sido un largo y lento sendero hasta llegar a aceptar que tengo limitaciones causadas por la salud y el temperamento. Aceptarme a mí mismo significa demostrarme compasión. Sin embargo, se me ocurrió que la última persona a la que le demostramos compasión es a nosotros mismos. Sé que soy rápido

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Compasión vaiṣṇava para mostrar compasión hacia otros devotos cuando me entero por lo que están pasando. Veo sus necesidades y también veo la culpa que sienten, veo los estándares injustos que se aplican, veo que se ven paralizados por la opinión de sus pares, y veo que en general son sinceros. Puede que sienta una aflicción pasajera: «Bueno, ¿tal y tal está haciendo lo mejor? ¿Esto es todo lo que él o ella puede hacer?». Tal vez no estén al nivel del estándar, pero aún así yo comprendo —no solo sus debilidades sino también sus fortalezas. Pero somos lentos para ofrecernos ese aliento a nosotros mismos. En este caso, me obligué a levantarme temprano, y mientras lo hacía pensaba en cómo Ûrîla Prabhupåda se alentaba a sí mismo. Nuestro maestro espiritual, Ûrîla Prabhupåda, se alentaba de muchas maneras. Pensamos que alentarnos es una manera fácil de satisfacerlo. Parece que nos falta mucho en otras áreas, pero esto es lo único que podemos hacer —podemos sacrificarnos por nuestro servicio. El sacrificio es bueno, pero como todo, necesitamos aprender a equilibrarlo con la autocompasión. Por lo menos no debemos ser insensatos respecto de nuestro sacrificio. Por ejemplo, no deberíamos sacrificar el sådhana por el trabajo. Ni deberíamos sacrificar nuestra salud, ni nuestra dignidad. A menudo decimos que estamos sacrificando el sådhana para poder dedicarnos de lleno a la misión cuando en realidad tenemos otras razones. Nuestra incapacidad de cantar dieciséis rondas y seguir las cuatro reglas generalmente no se debe a que tengamos demasiado trabajo. Más bien pensamos, quizás con razón, que el trabajo es lo único decente que podemos ofrecer. Puede que no tengamos suficiente fe en oír y cantar. Por lo tanto, parte de ser compasivos con nosotros mismos es comparar nuestras prioridades con las que nuestro maestro espiritual estableció para nosotros y encontrar el equilibrio justo.

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Extendiendo una mano L

A MAYORIA DE NOSOTROS NO NOS UNIMOS AL movimiento para la conciencia de K®ß∫a porque queríamos ayudar a los demás. Nos unimos porque queríamos ayudarnos a nosotros mismos. Así y todo, aquí estamos, y la conciencia de K®ß∫a sí proporciona la respuesta a qué podemos hacer para ayudar a la gente verdaderamente —podemos predicar. El deseo y la predisposición para predicar es una bendición, porque el entusiasmo para predicar viene de K®ß∫a y de relacionarse con los compasivos devotos de K®ß∫a. No viene simplemente por ser miembro de una institución compasiva. Nosotros mismos debemos desarrollar verdadera compasión —la habilidad de sentir el sufrimiento de los demás acompañada del deseo de hacer algo al respecto. Para los miembros de Iskcon es muy importante que estemos convencidos de nuestro sendero y que entendamos cómo los demás se pueden beneficiar al compartirlo. Hoy en día, muchos devotos han perdido la fe en el sistema de prédica pura del movimiento para la conciencia de K®ß∫a. Puede que aún conserven la fe en la filosofía pero se desilusionaron de la dirección del movimiento, que parecía estar más basada en conseguir fama y prestigio que en la ayuda compasiva. Algunos devotos también han perdido la fe en que la conciencia de K®ß∫a sea la panacea. ¡Pero sólo hay que recordar la experiencia de la convicción que tenemos o que una vez tuvimos de que la conciencia de K®ß∫a es lo que la gente verdaderamente necesita, y el ímpetu que sentimos de compartirla de la manera que fuese! Creo que los devotos han descubierto que no siempre es suficiente dar un libro lleno de conocimiento perfecto o abrir un templo. Queremos que nuestros actos compasivos tengan una cualidad; queremos estar intentando ayudar a los demás conscientemente. Ûrîla Prabhupåda tenía esa cualidad en su prédica. A veces hablaba sobre el aborto o sobre el sufrimiento de las vacas y le aparecía una lágrima en los ojos. A menudo aquellos que presenciaban esos momentos se sorprendían de que alguien pudiera en verdad emocionarse por

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Compasión vaiṣṇava situaciones que damos por sentadas. Nosotros mismos a menudo tenemos una habilidad tan limitada para sentir el sufrimiento de los demás. Por lo tanto, nuestra ayuda puede comenzar en un círculo más pequeño. Podemos comenzar con nosotros mismos y trabajar a partir de allí. Cuando comenzamos a expresar compasión en un círculo más pequeño, se vuelve más sencillo desarrollar las cualidades que apoyan a la compasión —la cortesía, la amistad, y la amabilidad— todas las cuales están en la lista de las cualidades del devoto. En ISKCON hemos visto que proclamar un sentimiento de compasión más amplio del que en verdad poseemos sólo nos volvió arrogantes. Ese círculo más pequeño puede incluir mostrar compasión hacia los miembros de nuestra familia, por ejemplo. ¿Pero no consideraba Ûrîla Prabhupåda dicha compasión limitada, y hasta material? Cuando Arjuna expresa compasión natural por los miembros de su familia mientras se encuentra en el campo de batalla, Ûrîla Prabhupåda comenta: El profundo afecto que Arjuna siente por los miembros de su comunidad y por sus familiares se exhibe aquí en parte a causa de la compasión natural que siente por ellos. En consecuencia, él no está dispuesto a pelear. Todo el mundo quiere mostrar su opulencia a amigos y familiares, pero Arjuna teme que todos sus familiares y amigos mueran en el campo de batalla, y luego no poder compartir su opulencia después del triunfo. Éste es un juicio típico de la vida material. La vida trascendental, sin embargo, es diferente. —Bg. 1.32–35, significado

Por lo tanto es importante que recordemos que la esencia de la compasión es dar conciencia de K®ß∫a a los demás. Interesarse por los demás no significa dedicarse a la complacencia de los sentidos con ellos; la compasión natural puede desviarse fácilmente hacia la hipocresía si nos relacionamos con la ignorancia. La compasión no es una cualidad superficial y, como Prabhupåda nos enseñó, no se basa en la identificación con el cuerpo sino en reconocer que somos almas espirituales con el deseo de ayudar a otras almas espirituales. Aunque hay muchas personas que se dedican a realizar actos de

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La prédica como compasión compasión en este mundo, la calidad de lo que están ofreciendo se debe juzgar de acuerdo con cuánto nos alivia de la vida material. Ûrîla Prabhupåda era tan firme en este punto que casi no le daba ningún crédito a aquellos que se ocupaban en formas menos vitales de ser compasivo. Si alguien le ofrece alimento y alojamiento a un niño perdido y hambriento, pero no lo ayuda a encontrar su hogar, esa persona habrá expresado compasión de manera limitada. Asimismo, podemos ayudar a los demás de muchas maneras en este mundo, pero si no reconocemos la verdadera necesidad —la necesidad del alma de reunirse con Dios— de poco sirve nuestra generosidad. Mas, el hecho de que poseamos el conocimiento que puede liberar a los demás del sufrimiento no nos proporciona necesariamente la determinación para salvarlos. Puede que el conocimiento que tengamos sea sólo teórico, en cuyo caso, es probable que ni siquiera estemos intentando ayudarnos a nosotros mismos. El conocimiento, como decía Ûrîla Prabhupåda, debe ser tanto teórico como práctico: «El conocimiento espiritual se debe desarrollar mediante una combinación de conocimiento teórico y práctico, lo cual constituye la forma garantizada de lograr la perfección espiritual». (Bhåg. 2.3.22, significado) Y: «Sin una vida práctica con conciencia de Dios, todo queda en lo teórico. Esta [la teoría] puede ayudar, pero requiere de más tiempo. Mis estudiantes son entrenados en la vida espiritual práctica...» (Viaje hacia el autoconocimiento, 1.3) El conocimiento básico de la conciencia de K®ß∫a es el siguiente: el alma es la sirvienta eterna de la Suprema Personalidad de Dios, K®ß∫a. Al despertar la relación olvidada con K®ß∫a por medio del bhakti, el alma puede liberarse del ciclo del nacimiento y la muerte y reunirse con K®ß∫a en el mundo espiritual. Estas son afirmaciones de una verdad universal; quien intente seguir lo que ellas implican recibirá un beneficio inmenso. Si nuestro deseo es comprender este conocimiento podemos orarle a K®ß∫a. También podemos orar para volvernos más compasivos. Cuando K®ß∫a vea que estamos intentando desarrollar algo que nos va a acercar a Él, nos lo va a dar. Al intentar incrementar nuestra compasión, K®ß∫a nos fortalecerá incluso cuando le tendamos una mano a los demás. Somos afortunados de estar en este movimiento en el que Ûrîla Prabhupåda ha dispuesto todo para que nos ocupemos en la

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Compasión vaiṣṇava actividad de beneficio social más elevada. Al servirlo a él por medio de la ayuda social consciente de K®ß∫a, esforzándonos por ver a los demás como almas espirituales que necesitan descubrir su relación perdida con K®ß∫a, seremos bendecidos con comprensión y capacidad de prédica inmensas. Sea amable, sea cortés, sea amistoso; esas son las buenas cualidades que les permitirán a los demás oír el mensaje. Predicar no es tan difícil. Ûrîla Prabhupåda dice que hasta un niño puede predicar: Incluso había una niña pequeña que se relacionaba con nosotros, la hija de Ûyåmasundara. Se acercaba a una persona, sólo tenía cinco años, y le preguntaba: «¿Usted conoce a K®ß∫a?». Entonces la persona decía: «No, no lo conozco». «¡Oh, es la Suprema Personalidad de Dios!». Ella predica así. Entonces ellos se convencen, k®ß∫as tu bhagavån svayam. Esta convicción es la cualidad principal. Luego vendrá lo demás. Sarve vidhi-nißedhå˙syur etayor eva kiõkarå˙. Entonces si simplemente se está convencido de este punto... y si... se sigue el principio, k®ß∫aika-Ωara∫am. Var∫åΩramadharma. K®ß∫aika-Ωara∫am. ...Måm ekaµ Ωara∫aµ vraja. ...Aférrense a este principio de que K®ß∫a es la Suprema Personalidad de Dios. K®ß∫a es paratattva, la Verdad Absoluta, y K®ß∫a es omnipresente... K®ß∫a está en todas partes… La energía de K®ß∫a está en todos lados. Por lo tanto, los devotos avanzados no ven otra cosa más que a K®ß∫a. En todas partes ven a K®ß∫a. Y eso es un hecho. —Conferencia, V®ndåvana, 8 de octubre de 1976

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