Sembradores del yermo

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Título: SEMBRADORES DEL YERMO Subtítulo: Poemas y teatro coral breve © 2018. Marcos Bruno Pampillón © 2018. Ediciones León Alado

Ilustración de cubierta: Marcos Pampillón Revisión de textos: Clarita Lacerna Maquetación: José Antonio Díaz I.S.B.N.: 978-84-16747-51-1 Depósito Legal: M-33009-2018

Ediciones León Alado http://www.edicionesleonalado.net info@edicionesleonalado.net


Sembradores del yermo Poemas y teatro coral

Marcos Pampillรณn

COLECCIร N ESENCIAL 5



SOBRE EL AUTOR

Artista plástico, fotógrafo y poeta oriundo de Mendoza. Se formó en las escuelas de Bellas Artes provincial y nacional de la misma provincia. Ejerce la docencia en arte en Buenos Aires y también en otros países (Filipinas, Japón y Chile), donde reside alrededor de 30 años. Desde 2012 vive nuevamente en Mendoza.

Se integró al siloismo en 1969 y esta corriente espiritual, de ideas y acciones ha sido su referente existencial como estilo de vida e inspiración en el camino del arte y las letras. Fue co-fundador del Grupo Antoja (años 2000 a 2006), un colectivo experimental de artistas siloístas de diferentes disciplinas (poesía, música,

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fotografía, orfebrería, comics, animación, multimedia y artes plásticas tradicionales y digitales) y nacionalidades cuyo primordial interés era la búsqueda de lo espiritual en el arte.

Salvo en un par de ocasiones (Biblioteca de Santiago, Chile, y Casa-taller de la Palmera, Mendoza) no ha expuesto individual y físicamente sus obras. Dispone de dos sitios web donde expone gran parte de sus trabajos:

https://www.facebook.com/pg/Marcos-Pampill%C3%B3n-Artista-visual-248781198530624/ photos/?tab=albums http://grafitudes.blogspot.com.ar/

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ÍNDICE Agradecimientos.................................................................. 11 POEMAS............................................................................... 13 Ausencia y presencia de lo humano........................ 15 El dragón............................................................................. 17 La máscara.......................................................................... 19 La conciencia..................................................................... 21 La memoria........................................................................ 23 Los sentidos....................................................................... 25 Miradas y paisajes........................................................... 27 Otros ojos............................................................................ 31 No........................................................................................... 33 Oda a los inútiles.............................................................. 35 Orígenes............................................................................... 37 Aspiraciones ..................................................................... 39 Templo de la liberación................................................. 41 Calmo huracán.................................................................. 43 El intento ancestral......................................................... 45 La voz del silencio........................................................... 47 Al estilo haiku................................................................. 51 Al estilo koan................................................................... 63 SENDEROS Teatro coral breve ...................... 73 9



Agradecimientos Agradezco al Maestro Silo, desde aquello de “El lenguaje común menciona cosas exteriores, por lo tanto ilusorias. La realidad habla por boca del Poeta”, hasta las más diversas opiniones y gustos que manifestó por las distintas ramas del arte, así como una suerte de inclinación estética que todo lo precedía y que trascendía lo meramente sensorial. Agradezco a Antoja, aquel grupo de artistas siloistas que entre los años 2000 y 2006 supo constituir un ámbito altamente creativo en diferentes disciplinas artísticas, rompiendo censuras y autocensuras y explorando vías de expresión personales y colectivas acordes con el espíritu del siloismo. Agradezco la posibilidad dada por León Alado de publicar mis poemas, gracias a lo cual espero impulsar mi palabra escrita, crecida a la sombra de mi expresión plástica.

M.P. 2018 11



POEMAS

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Ausencia y presencia de lo humano Impera el ruido acallando al silencio, y no voz escucho más acá del tímpano. Ausente corazón, ansia dormida y caída altura: Músculo huyente.

Ven a mí latir venturoso, trazando horizontes de uniones palpitantes.

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¡Disuelve la roca! Despliega el puente inhalando profundo. Arco de pasos volantes. ¡Sí! Abro mi mano evaporando cadenas, lanzo mi voz y recibo la tuya. Te siento en mí y estoy en ti. Somos uno y miles poblando, poblando.

Somos soles abiertos, cumbres despiertas, cuerpos generosos vivificando desiertos. Suelta tu danza, sal de ti, ve a tu corazón y abre caminos. 16


El dragón A horcajadas del dragón, me replegué en una sonrisa observando cómo comenzaba a desvanecerse su ferocidad. Otrora gigantesco, su tamaño se reducía junto con su significado. Sí, fuimos creciendo juntos. Se crió en mis entrañas, ávido de temores y mediocridad como alimento. Así lo fui nutriendo. ¿Y lo bello y lo heroico? Quizá meros nombres hermosos del sentirse superior, quizás buenos sentimientos vitales. ¿Y lo trágico? No sé bien, palabra difícil,

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probablemente nombre el temor a no ser consecuente con la belleza y la heroicidad; tal vez, inexorables huellas trazadas desde el futuro. Sin embargo, no creo que ello sea verdaderamente importante.

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La máscara Creyendo posarse sobre alas desplegadas, la máscara pretendió volar. Sin embargo, serpenteando como una voluta de humo se detuvo —siempre lo hacía— en su infranqueable puente con el mundo. —¿Es que acaso me falta algo?

—No sé qué supones, habiéndote formado así... tan para afuera y usurpadora.

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La conciencia SinfonĂ­a de armonĂ­as que antes fueron piedra o pĂĄjaro y que ahora suenan como brisa azul, en un espacio sin espejos y con tres senderos ramificados por donde transita el corcel del sol o la niebla del olvido.

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La memoria Manantial de luces que riegan los senderos del ayer, vivificando las flores por venir y sembrando momentos para siempre.

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Los sentidos Hurtadores del latido del mundo en mirĂ­adas de colores silenciosos, sones quietos, caricias sin ojos, embriagados paladares y aromas de todo camino.

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Miradas y paisajes ¿Desde dónde miras? ¿Acaso desde la límpida cima del monte? ¿O desde la futilidad de la ordinaria vida? Silencia tu ojo vulgar. Abre el oído ancestral y depura la mirada.

Observa que miras con velos. Observa el alud de ecos vivos con que enturbias el mundo. Hermana el silencio a tu mirada y reposa. Aquieta el torrente de voces. Tu mirada cae por la cascada de las cosas. Arrecia el rojo y la curva,

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la textura y el estrépito, el paladar y los aromas. Frondosa selva objetal y corporal, atractiva y dominante.

¿Acaso eres capaz de separar lo mirado de lo que mira? Todo pareciera estar afuera, si no miras tu ojo, si no escuchas tu oído. ¿Qué castillos modelas con arcilla de aire? ¿Por qué te empecinas en que el dragón despeje tu senda? Tu prisma se ablanda y deforma, y con él tu mundo. ¿Será que crees en espejismos? Eleva el horizonte de la mirada, para forjar el espacio curvo. Sube al peldaño del silencio, ingresa al presente por fraguar.

Remoto tropel invasor, añosa armadura que robotiza tu hoy, noria cruel que te esclaviza. 28


¿Será que has de transformar tus óxidos en profusos manantiales, tu pesadez en una gota ingrávida, tu conformidad en rebeldía?

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Otros ojos No eran míos, venían de otro lugar y veían aquellos hilos de oro que hilvanan la especie. Sí, ayer vi los ojos de la alegría sublime. Eran los ojos del amor profundo, sin apego. Los ojos de la mirada del amanecer perenne.

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No Que no vomites fuego ni que silencies palabras; que no ahogues latidos ni que caves abismos; que no escupas a lo sagrado ni que oscurezcas el día; que no inmovilices a los pájaros ni que camines sobre el fuego invocando a tu dios demente. No te diré que lo hagas. ¡No!

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Oda a los inĂştiles Sembradores del yermo, propagadores del espacio, jinetes del alba, perforadores del tiempo. Aliento del verbo, pulso del trazo, gesto del cuerpo, armĂłnico latido.

BarĂłmetros del alma, transitan el absurdo, destilan esencias, cantan aromas.

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ÂżNo ves sin tus ojos, acaso, dilatado el horizonte cuando escuchas la melodĂ­a vivificante del silencio?

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Orígenes Vienes de aquellas noches en las que el tiempo quizá dormía aún.

Vienes de oscuras cavernas donde el fuego aguardaba tu devoción y los truenos y relámpagos tu temor.

Vienes de esas tinieblas donde las palabras eran ciegas y sólo te hablaba en silencio el momento por nacer. Vienes de un sueño olvidado que pintaste para siempre en muros de roca, viéndote caminar hacia un paraíso que llamaste futuro. Vienes de erguirte rebelde ante el pétreo silencio de las respuestas.

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Vienes de enclavar la roca que sostiene a otra durmiente en un cĂ­rculo donde el sol juega con sombras esquivas.

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Aspiraciones Aspiras a mirar sin velos el horizonte del tiempo que se curva sobre sĂ­.

Aspiras a oĂ­r el canto de la nota exacta y suprema que armoniza corazones alados.

Aspiras a danzar en los confines de un instante sagrado que observa tras otros ojos. Aspiras a abrazar a tus hermanos con el aliento llano y originario del pueblo santo. Aspiras a multiplicar el zenit de un futuro esculpido por manos silenciosas. Aspiras a ser visto en el nuevo amanecer del creyente y el ateo, disolviendo intramuros.

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Templo de la liberaciĂłn Tiempo abierto de ocĂŠanos solares. Espacio encendido donde vuela el ser.

Despliegue de ojos. Mirada sin cĂĄlculo. Paisaje templado por expandidos horizontes.

Nave intertemporal: vuelo espiralado de comprensiones. Haz atemporal: puente y sentido.

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Llave conversora: mármoles vueltos polvo; nervios que ya no miden; dóciles dragones por venir. Fiel del equilibrio de andares y sentires, de inmensidad y partícula, de mundos y cinceles.

Templo de la libertad. Sendero de la alegría. Morada del ciclón. Camino del desprendimiento.

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Calmo huracรกn Calmo huracรกn, vivificante. El no disuelves y en un ascendente torbellino despliegas el espacioso silencio, vuelas cantando certezas, callas hasta tus propios pasos e ingrรกvido gozas.

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El intento ancestral Llamado por aquel inmemorial sentido, buscas el gran tiempo sacro, absoluto. Te guĂ­a el edĂŠn del vasto silencio, del bondadoso latido, del afecto santo. Y en tu intento hallas el acierto, con la ayuda del error te encuentras. Reconoces un horizonte de altura.

Intentas entonces descubrir el fuego, devoto de un fulgor originario que encendiera tu amanecer. TambiĂŠn descifras la palanca, para absorber aquella inteligencia de fuerzas que te propulsara a desplazar lo inamovible. 45


Y la perfecta, mágica rueda, para contraer el espacio y dotar de alas al tiempo. Sí, la tribu, el rito, la siembra, el pan, el templo interior… y un gigantesco vuelo hasta los genes y el cosmos. Tu intento nada sabe de fronteras, sólo veneras aquel lejano llamamiento, desde que tribal te deslumbrara el relámpago.

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La voz del silencio Destella inconfundible en la profundidad del tiempo…

Es la voz que clama desde aquellas lejanas cavernas, cuando comenzaba a balbucear su sentido.

Desde entonces nos pide, suavemente, hacer un llamado a nuestro corazón, a solas con los latidos más íntimos, para rescatar el aliento del cosmos. Nos habla de un sendero que enlaza almas laboriosas, para sembrar la calma de la

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bondad, la pureza de la compasión y la entrega del amor por los demás.

Asegura que hay un destino de inmortal horizonte, donde despunta la luz sagrada. Esa voz iluminará el momento de liberar ataduras, el tiempo vigoroso donde tú, yo y ellos seremos guardianes de la reconciliación y la persuasión.

Será el tiempo de ser por siempre hermanos, para apagar las luces vacuas, derrumbar los altares de la maldad y hacer polvo todo cerco al espíritu, hálito de aquel canto fiel de la alegría más profunda. Esa voz de todas las lenguas, que anida sabia en tu alma y la mía; esa voz de tañido inmemorial, hermana del gran silencio; esa voz de palpitar fraterno y del más puro clamor humano, se eleva por encima del abismo como himno purificador para irradiar su mensaje a todos los corazones necesitados de afecto, sentido y esperanza. 48




Al estilo haiku

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Paz Me habla el silencio, bebo un mar sin olas. El horizonte sonrĂ­e.

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Fuerza Sangre que canta, volante el paso. El cielo crece y crece.

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Alegría Rocío del alba, oceánica mirada. Hoy atravesaré muros.

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Aguardรกndote, vivo tu ingravidez. Ya no recuerdo.

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Entrelazados, te abarco y me contienes. No transcurrimos.

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Presa y cazador, inseparablemente. Bosque perfecto.

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Oh, eslabones, torrente extraviado. Murallas negras.

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Se instalarĂĄ, rocoso torbellino. Perforo rubĂ­es.

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Al estilo koan

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Veo con velos que no veo.

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Mi ojo y el silencio, juntos.

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Turbio el ojo, vulgar el latido.

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Ya escucho el sol en la planicie.

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Mirada sin cรกlculo, hoy te vi.

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Hum… ¿Brotará el silencio humilde?

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Trajo la llave; me distraje y se fue.

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SENDEROS TEATRO CORAL BREVE

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Ella — Hay cuerpos quietos, casi vivos, en las bóvedas oscuras. Él — Es verdad, y son hostiles. Rechazan nuestra voz, nuestra mirada. Huyen y me horrorizan... retornan y me cortan el aliento. Ella — Nuestro tiempo ha retrocedido. ¿Dónde llevan estos senderos ondulantes? ¿Será éste el laberinto de la vida mezquina, de las acciones ciegas? Él — Me temo que sí... lo estoy sintiendo. ¡Sí! Ahora me agobia el peso de haber vivido de actos insignificantes, de haber convivido con la soberbia, de haber adorado a dioses vanos. ¡Ay de mí! Me sofoca...

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Ella — ¡También a mí, vida mía! ¿Por qué sentimos lo mismo? Estamos atrapados por la oscura memoria de actos pobres para el espíritu, lejos de luces bondadosas y bellas. Nos rodean aborrecibles recuerdos esculpidos en rocas inamovibles. ¿Qué mano los talló, mi amor? Coro — ¡Vuestras manos! Vuestras manos contraídas, vuestros corazones esquivos, vuestras cabezas obnubiladas por las fatuas luces del olvido encantador y el hechizo de los espejismos. Nada de lo que veis acá es extraño a vuestras miradas. Nada de lo que sentís en este lugar es ajeno a la dirección en que impulsasteis vuestras vidas. Él — ¡Esas voces! Siento que quieren pesar nuestras acciones... y presiento el castigo eterno. La culpa me corroe... Ella — No, mi amor, son voces de ayuda. Te ruego que no temas ni me abandones. Esas palabras hablan del caminar nuestro por las calles de la posesión y del gesto 76


impúdico del cálculo, pero no han venido a culparnos. Él — Mi oído distorsiona. Mi respiración se estrecha. Veo mi vida ataviada con la máscara de la estupidez y la capa de la mala fe. ¡Oh! dolor de insensato apegado a efímeros colores iridiscentes. ¡Qué vacío insondable! Coro — ¡Ahora escuchad! Tú y también ella y todos vosotros. Del laberinto de la vida vacua podréis salir purificados sólo si sois capaces de redimiros reconciliándote con quienes hayáis violentado y con aquellos que os violentaron. Dejad que las culpas se diluyan con vuestro sano arrepentimiento y vuestro purificador sentimiento de fracaso.

Ella — Creo en esas voces, pero me paralizan los rostros de mármol de los que atormenté y me atormentaron. Él — Me oprime el pecho esa multitud de seres discriminados por mi soberbia y por el enceguecimiento que me causaba el poder.

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Ella — Quiero salir de este pasado sofocante para que desaparezca el gris de la culpa y la tristeza que empaña mis días. Ahora me enfrento a tener que reconciliarme profundamente y a enarbolar la sonrisa del corazón desnudo para aquellos a los que estoy encadenada por negros recuerdos... Él — Algo me dice que debo abrir mi corazón y hallar la santa bondad de la redención o permaneceré atado a oscuras sombras sin retorno... numerosos son los necesitados y oprimidos a quienes engañé y negué el sol de la esperanza. Ella — Sí, amor, que mueran los falseamientos. Sólo nosotros podremos liberarnos de las cadenas y laberintos de nuestro envanecimiento. Coro — Sabias palabras habéis dicho, pero eso lo lograréis cuando podáis reír de vuestros ilusorios males, cuando comprensivamente podáis soplar con todas 78


vuestras fuerzas los castillos de papel en los que habitáis, haciéndolos desaparecer Sólo así tendréis el paso ligero y la respiración profunda. Entonces, transitad hacia vuestro presente, oteando aún distante el despunte del alba donde aguardan los corceles del horizonte. Él — Esa aurora, aquel mañana sin nieblas... lo intuyo ya sin los grilletes de las rocas milenarias que crecieron en mis entrañas. Ella — Habremos de hallar la senda ancha, mi amor, donde podamos caminar junto a aquellos rostros de piedra que sonrieron para curar nuestras heridas. Él — Siento cercana la profunda risa del alma y el viento purificador que disuelven cadenas y nos abren nuevos senderos luminosos. Ella — Sí, río ya de mis desventuras y anhelo el aroma y los colores del amanecer afectuoso. 79


Coro — Al fin habéis echado luz sobre vuestras ilusiones para llegar a este mundo donde se libran otras batallas. Ahora os espera el gemido de los que no tienen voz, de los violentados, y también el desafío de crear y crear sin límites. Él — Amada mía, logramos alcanzar por fin la paz con nuestro pasado y ahora comenzaremos a andar el camino de los que luchan por atravesar las murallas del tiempo caduco de la barbarie. Ella — Presiento que nuestro futuro será con ellos o no será... ¿Habrán de amanecer en los demás nuestras mejores acciones? Él — Sí, mi amor, nuestros actos nos vivificarán cuando tiendan puentes fraternos con los demás, cuando tejan hilos dorados entre corazones desnudos, cuando sean solidarios con el cotidiano ser humano sufriente y existente. Coro — Este mundo de crueldades perpetradas por aves de rapiña que atesoran 80


sólo para sí, será transformado por la hermandad de quienes se rebelen contra toda violencia y discriminación, contra todo abandono del ser humano en manos de dioses demenciales. Difícil ha de ser el derrumbe del cetro del mal hoy reinante, pero caerá finalmente como todo imperio de la violencia, arrasado por el peso insoportable de su locura y por el huracán arrollador de los constructores silentes y no violentos del pueblo sin tierra natal. Ella — Verdad inquebrantable... ¡Así lo siento! Entonces, ¿cómo habremos de transgredir el tiempo profano y sus deidades de cartón? ¡Quiero remar hacia la orilla de los violentados! Quiero echar a volar y construir otro horizonte donde se poetice la vida de todos los días, donde mueran la codicia y la desconfianza, donde ese humanizado mundo querido y aquel futuro abierto que llamamos alegría, se vislumbren juntos en el rocío de un nuevo amanecer para la humanidad. ¡Acompáñame, mi amor!

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