Espacios públicos e inclusión social

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Artículos La complejidad y el diálogo transdisciplinario de saberes Pedro Luis Sotolongo Codina y Carlos Jesús Delgado Díaz

trans-pasandofronteras

ISSN 2248-7212 / Julio-Diciembre 2016

trans-pasando

fronteras

Revista estudiantil de asuntos transdisciplinares

Percepciones de la población LGBT sobre la Daniela Jiménez y Melissa Quiroga Mery formulación de la política pública local Fútbol y racismo: estudio exploratorio en la hinchada del Juan Sebatian Castillo, Alejandra Zuluaga y América de Cali Juan José Serrano La configuración de nuevos racismos: relatos y Natalia Ayala Lenis, Laura Barona Lame, Angélica discursos de una comunidad universitaria María Contreras y Diana Paola Salazar Arana Pensar la inclusión: resignificando a las personas sordas Ana Carolina Palma y Vanesa Escobar Ospina El lugar del centro comercial en Cali: el caso del Juan David Mesa Parque comercial Río Cauca y Unicentro Consumo cultural y el papel de los medios en el Juan Sebastian Castaño Estrada control social

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Una publicaciรณn de


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La revista TRANS–PASANDO FRONTERAS, es una publicación semestral y arbitrada del Centro de Estudios Interdisciplinarios Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES) de la Facultad de Derecho y Ciencias sociales de la Universidad Icesi (Cali, Colombia). Es liderada por estudiantes de la misma Universidad y coordinada por un colectivo de alumnos y profesores apasionados por la investigación académica. La revista promueve la publicación de artículos de investigación, reflexión teórica, traducciones, conferencias, entrevistas y reseñas con un enfoque crítico e innovador. Desde su creación, el objetivo principal ha sido generar un espacio de reflexión, análisis, discusión e información sobre los fenómenos sociales desde una perspectiva transdisciplinar. Su contenido es académico y especializado, está dirigida a estudiantes, investigadores, especialistas, profesionales y miembros de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, que buscan insumos para el desarrollo de un riguroso e innovador ejercicio investigativo. En ella publican sus trabajos estudiantes y profesionales, tanto nacionales como internacionales, que proponen análisis transdisciplinares de las complejas problemáticas de las sociedades contemporáneas.


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Tabla de contenido No dejar de leer La complejidad y el diálogo transdisciplinario de saberes Pedro Luis Sotolongo Codina y Carlos Jesús Delgado Díazo

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Dossier Percepciones de la población LGBT sobre la formulación de la política pública local Daniela Jiménez y Melissa Quiroga Mery

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Fútbol y racismo: estudio exploratorio en la hinchada del América de Cali Juan Sebatian Castillo, Alejandra Zuluaga y Juan José Serrano Rojas

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La configuración de nuevos racismos: relatos y discursos de una comunidad universitaria Natalia Ayala Lenis, Laura Barona Lame, Angélica María Contreras y Diana Paola Salazar Arana 67 Pensar la inclusión: resignificando a las personas sordas Vanesa Escobar Ospina y Ana Carolina Palma García

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El lugar del centro comercial en Cali: el caso del Parque comercial Río Cauca y Unicentro Juan David Mesa

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Documentos de trabajo Consumo cultural y el papel de los medios en el control social Juan Sebastian CastaĂąo Estrada

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Complementos Indicaciones para los autores 145 Instructions for authors 153


Complementos ReseĂąas De primera mano Documentos de trabajo Dossier No dejar de leer Editorial

No dejar de leer



La complejidad y el diálogo transdisciplinario de saberes* Capítulo del libro La revolución contemporánea del saber y la complejidad social. Hacia unas ciencias sociales de nuevo tipo Pedro Luis Sotolongo Codina** (pedro.sotolongo@infomed.sld.cu)

Carlos Jesús Delgado Díaz*** (carlosd@ffh.uh.cu)

Examinaremos en este capítulo otra faceta del enfoque ‘de la Complejidad’ que también lo emparenta con las otras manifestaciones de ruptura con el ideal clásico –disciplinario– de racionalidad: su índole transdisciplinaria, condicionadora de la necesidad de un diálogo entre saberes. Ello completará –junto a lo tratado en los tres capítulos anteriores–1 un primer nivel de generalidad en nuestro libro: el de una panorámica teórica ‘de la Complejidad’ como parte integrante de la revolución contemporánea del saber. * Fuente original en SOTOLONGO CODINA, P. L. y DELGADO DÍAZ, C. J. (2006). Capítulo IV. La complejidad y el diálogo transdiscipliario de saberes. En La revolución contemporánea del saber y la complejidad social. Hacia unas ciencias sociales de nuevo tipo, pp. 65-77. Buenos Aires, Argentina: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Recuperado desde https://goo.gl/ZYtNG5 - La versión completa del libro está disponible para su descarga libre e irrestricta desde https://goo.gl/pzvhdt - Agradecimientos especiales a los profesores Pedro Luis Sotolongo Codina y Carlos Jesús Delgado Díaz, así como a Lucas Sablich, coordinador editorial CLACSO, por permitirnos publicar estas cuantas líneas sobre la transdisciplinariedad. Todas notas pie de páginas fueron agregadas por el Equipo Editorial de la revista Trans-pasando Fronteras. ** Master of Sciences en Física y Doctor en Filosofía. Investigador titular del Instituto de Filosofía y la Escuela Nacional de Salud Publica, La Habana, Cuba. ** Filósofo y Master of Arts en Filosofía de Universidad Estatal de Bielorrusia (1983); Doctor en Ciencias Filosóficas (Cuba 1992) y profesor titular de la Universidad de La Habana, Cuba. 1 Los primero tres capítulos del libro son: I. El nuevo saber en construcción y las ciencias sociales, II. La complejidad y el nuevo ideal de racionalidad, y III. La epistemología hermenéutica de segundo orden (ver: https://goo.gl/pzvhdt).


Pedro Luis Sotolongo Codina y Carlos Jesús Delgado Díaz

Sin embargo, antes de abordar “lo transdisciplinario” vinculado al enfoque ‘de la Complejidad’, estimamos conveniente dilucidar su correlación con “lo multidisciplinario” y “lo interdisciplinario”, aunque sea porque en ocasiones, en debates, ensayos y artículos, se constata cierta promiscuidad en la utilización de dichos términos. Multidisciplina, interdisciplina y transdisciplina:¿Antagonismo o complementariedad? A juicio nuestro conviene distinguir, en lo posible, el ámbito de “lo multidisciplinario”, el de “lo interdisciplinario” y el de “lo transdisciplinario”, si bien no debemos aspirar a trazar entre ellos fronteras demasiado rígidas e inflexibles, sino que, por el contrario, debemos estar prestos a admitirlas cuando así se nos manifiesten como difusas y flexibles. Difusas y flexibles, sí, pero existentes y delimitables en calidad de tales. Ante todo, habría que decir que la interdisciplina presupone ya, en un cierto sentido que explicitaremos, la multidisciplina. Expliquémonos: entendemos a la multidisciplina como el esfuerzo indagatorio convergente de varias disciplinas diferentes hacia el abordaje de un mismo problema o situación a dilucidar. Por lo general, tal problema o situación ha venido siendo indagado por una u otra disciplina como su objeto de estudio y, en cierto momento, dicho objeto de estudio comienza a ser abordado “multidisciplinariamente” con el concurso convergente (a veces de los métodos, a veces de los desarrollos conceptuales) de otras disciplinas. La Bioquímica y la Biofísica, entre otras, se ofrecen como ejemplos de la multidisciplina. Por otra parte, la interdisciplina la comprendemos como aquel esfuerzo indagatorio, también convergente, entre varias disciplinas –y, por lo mismo, en ese sentido, presupone la multidisciplinariedad– pero que persigue el objetivo de obtener “cuotas de saber” acerca de un objeto de estudio nuevo, diferente a los objetos de estudio que pudieran estar previamente delimitados disciplinaria o incluso multidisciplinariamente. La Ingeniería Genética y la Inteligencia Artificial, entre otras, se ofrecen como ejemplos de la interdisciplina. Por lo mismo, la interdisciplina es una empresa indagatoria más ambiciosa que la multidisciplina. Si esta última encuentra uno u otro objeto de indagación más o menos delimitado disciplinariamente, aquella, como parte de sus esfuerzos indagatorios, tiene que delimitar interdisciplinariamente un objeto de estudio previamente no delimitado discipli12

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nariamente. Y obtener “cuotas de nuevo saber” acerca del mismo. Por ello es que, a nuestro juicio, se habla mucho más de interdisciplina que la que realmente se lleva cabo, siendo en realidad multidisciplinarias muchas de las pretendidas iniciativas interdisciplinarias. A su vez, reconocemos a la transdisciplina como el esfuerzo indagatorio que persigue obtener “cuotas de saber” análogas sobre diferentes objetos de estudio disciplinarios, multidisciplinarios o interdisciplinarios –incluso aparentemente muy alejados y divergentes entre sí– articulándolas de manera que vayan conformando un corpus de conocimientos que trasciende cualquiera de dichas disciplinas, multidisciplinas e interdisciplinas. El enfoque ‘de la Complejidad’, la Bioética Global, el Holismo Ambientalista, entre otros, se ofrecen como ejemplos de la transdisciplina. De lo expresado se desprende que la multidisciplina, la interdisciplina y la transdisciplina son en realidad esfuerzos indagatorios que, lejos de contradecirse, se complementan. En el caso de la multidisciplina y la interdisciplina, tal complementariedad es obvia; de hecho, la última presupone la primera en un cierto sentido ya aludido. Menos evidente es la complementariedad entre multidisciplina y transdisciplina o entre interdisciplina y transdisciplina, si bien esta se halla en la circunstancia –que examinaremos más de cerca para el caso del enfoque transdisciplinario ‘de la Complejidad’– de que uno u otro corpus de saber transdisciplinarios, si bien trascienden lo disciplinario, lo multidisciplinario y lo interdisciplinario, se nutren de dichos ámbitos indagatorios y los pertrechan y fecundan con sus propios resultados conceptuales, metodológicos y/o metódicos transdisciplinarios. La índole transdisciplinaria del enfoque ‘de la complejidad’. ¿Elimina la transdisciplinariedad a las disciplinas? En ocasiones se afirma que el advenimiento de la multidisciplina, la interdisciplina y, sobre todo, la transdisciplina “eliminará” a las disciplinas. El caso de la índole transdisciplinaria del enfoque ‘de la Complejidad’, que es el más central para nuestros propósitos, nos brinda la ocasión para dilucidar la supuesta “eliminación” de las disciplinas por la transdisciplina. La historia del surgimiento del enfoque ‘de la Complejidad’ constituye un fehaciente desmentido a la aludida afirmación acerca de la “eliminación” de las disciplinas. Tal historia –desde las primeras décadas del siglo XX, con mayor intensidad y evidencia en Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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su segundo tercio, hasta la eclosión como tal del campo que hoy denominamos teoría o enfoque ‘de la Complejidad’ en la década del ochenta de dicho siglo– atestigua cómo su corpus transdisciplinario (conceptual, metodológico y metódico) de conocimientos se ha ido constituyendo a partir de una u otra disciplina (por cierto de numerosas de ellas, exactas, naturales, técnicas y sociales) y, con posterioridad, las ha nutrido con lo elaborado transdisciplinariamente. Así, nociones hoy arquetípicas del enfoque ‘de la Complejidad’, como “caos”, “atractores”, “espacio de fases”, fueron asimiladas desde los estudios de la Dinámica Física; otras, como las nociones de “estructuras disipativas” y “ciclos autocatalíticos”, se incorporaron desde la Termodinámica Física o Química y/o la Químico-Física; nociones como las de “bifurcaciones” y “fractales” usufructuaron desarrollos de la Dinámica Física y las Matemáticas; y la de “borrosidad” se incorporó desde la Lógica y las Ciencias Sociales; por su parte, las de “red dis tribuida”, “red de redes”, “retroalimentaciones”, “conectividad”, fueron tomadas de la Cibernética, las Neurociencias, la Sociología. Pero con todo ello se ha ido articulando todo un arsenal conceptual, metodológico y metódico propio del enfoque ‘de la Complejidad’ que, mutatis mutandi, ha ido trascendiendo todas aquellas disciplinas –o aquellas multi e interdisciplinas– que le aportaron uno u otro concepto o metódica. Pero hubo más: tal arsenal fue “retornando” a una u otra de dichas disciplinas, comenzó a ser empleado por ellas; y, por cierto, no siempre fueron solamente la noción o nociones, ni el método o métodos, que originariamente dicha disciplina aportara a la transdisciplinariedad. Así, hoy se emplean las nociones de “caos”, “tractores”, “bifurcaciones”, “espacio de fases” y “estructuras disipativas”, para mencionar sólo algunas, en las más diversas disciplinas naturales, técnicas y sociales; y la comprensión de “redes en red” ha sido adoptada como “metáfora central” por casi todo el espectro disciplinario. De modo que, lejos de contradecir –y mucho menos “eliminar”– a las disciplinas, el enfoque ‘de la Complejidad’ lo que hace es nutrirse de ellas para realimentarlas posteriormente con sus propias elaboraciones. Lo mismo realizan otros saberes transdisciplinarios como la Bioética Global y el Holismo Ambientalista. Otra cuestión importante es distinguir entre disciplina y enfoque disciplinario. La transdisciplinariedad no elimina las disciplinas, pero sí pone fin al predominio de los enfoques 14

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disciplinarios, es decir, a la pretensión exagerada que supone que desde la perspectiva de una disciplina aislada se puede aportar un conocimiento totalizador sobre el mundo. La transdisciplinariedad y el diálogo de saberes Indudablemente, tal fructificación mutua –conceptual, metodológica y metódica– entre la transdisciplina y las disciplinas, las multidisciplinas y las interdisciplinas, implica, de suyo, la presencia de un “diálogo” entre sus respectivos saberes. Diálogo que, por parcial y localizado que sea al inicio, se va ampliando y profundizando después, a medida que se va tejiendo la madeja del corpus de saber transdisciplinario que va trazando “puentes” conceptuales, metódicos y/o metodológicos entre los saberes “dialogantes”. Esta característica de “lo transdisciplinario” –que comparte con lo multi e interdisciplinario y que profundiza ulteriormente– es otro de los aspectos que contribuyen también a la demarcación de los saberes contemporáneos ya mencionados que lo ponen en juego, con relación a otro de los rasgos del ideal clásico –moderno– de racionalidad: la disciplinarización del saber. Como sabemos, dicho ideal fue constituyendo uno tras otro saberes encerrados en fronteras disciplinares, lo que, si bien constituyó en sus primeras etapas un proceso de diferenciación necesario y útil del anterior saber indiferenciado, concomitante además con el ideal analítico (desmembrar las totalidades –que se consideraban demasiado complejas, lo que para aquella época era sinónimo de complicadas, para ser aprehendidas de manera directa e inmediata– en sus partes para “analizarlas”), comenzó, a partir de cierto momento, a convertirse dialécticamente en su contrario, es decir, en algo que obstaculizaba en medida creciente la aprehensión de tales totalidades –para no hablar de los perjudiciales efectos de las “deformaciones disciplinarias” de unos u otros “especialistas” de tal o cual disciplina, cuya ”jerga” especializada se fue tornando ininteligible para las otras disciplinas y los otros especialistas, qué decir para el-hombre-(y-la-mujer)-de-la-calle. Michel Foucault ha argumentado extensamente acerca del poder-disciplinario, ese usufructo (como tendremos ocasión de constatar cuando nos concentremos, en capítulos posteriores, en la caracterización compleja de la vida cotidiana) de las desiguales-circuns2

2  Como en el capítulo VII: Saber social, complejidad y vida cotidiana (ver: https://goo.gl/pzvhdt). Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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tancias-en-favor-de-algunos (los especialistas de una u otra disciplina) y en-desfavor-deotros (los no pertenecientes a las mismas), que ha caracterizado, y sigue caracterizando, al ejercicio de los saberes disciplinarios. Posiblemente todos hemos sentido, en una u otra ocasión, lo difícil que se torna ser aceptado por “los expertos” especializados en una u otra disciplina cuando no se procede de la misma y se intenta vincularse con ella. Tales conformaciones (prácticas) de saber-poder-disciplinario han sido –y lo son aún– uno de los principales obstáculos para el diálogo multi, inter y transdisciplinario. Por cierto, retornando a la aludida comprensión moderna de “lo complejo” como sinónimo de “lo complicado”, resultó que el pathos analítico que era concomitante a los esfuerzos disciplinarios, a pesar de los indudables y magníficos logros científicos y técnicos que hizo posible, conocidos por todos, no fue capaz, sin embargo, de realizar aquella aspiración inicial suya de, una vez aprehendidas analíticamente (es decir, analizadas) las partes, volverlas a reunir para proceder entonces, pertrechados ya con ese saber analítico acerca de las mismas, a obtener la nueva “cosecha” de un saber sintético acerca de “lo complicado” (es decir, “o complejo” para aquella época), de las totalidades de origen. Era como si la Complejidad eludiera al saber analítico. Hoy sabemos por qué. Aquella empresa analítica de separar en partes las totalidades nos privaba de aprehender precisamente lo que genera la Complejidad: las interacciones internas (y no cualesquiera de ellas, sino las de carácter no-lineal) entre las partes (que entonces ya no son “partes”, sino que constituyen “componentes” de algo que las trasciende). La ciencia analítica tiene que contentarse, por su propia naturaleza, con aprehender las interacciones externas entre partes que ya “no componen” algo mayor (la tercera ley de Newton, con su aprehensión de la universalidad de la acción y la reacción, cada una de ellas externa a la otra parte, es la formulación paradigmática de tales circunstancias). Por el contrario, para el pensamiento ‘de la Complejidad’, “lo complejo” no es ya más sinónimo de “lo complicado”; “lo complejo” es sencillamente eso, “complejo”, y como tal debe ser aprehendido. Pero para ello la ciencia analítica no nos ha legado demasiados medios y herramientas cognitivas. Y la empresa de elaborarlas ha sido, en verdad, la historia, durante buena parte del siglo XX, de la eclosión del pensamiento ‘de la Complejidad’. Y para ello ha habido que renunciar a esa desmembración en partes de las totalidades y elaborar medios conceptuales, metodológicos y metódicos (elaboración que está lejos de 16

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haber concluido, por “lo joven”, epocalmente hablando, del esfuerzo) para su aprehensión inmediata como totalidades complejas. No es sorprendente, entonces, que la metáfora de “la red de redes” o de “redes en red” se haya convertido en la central para el pensamiento o enfoque ‘de la Complejidad’. En dicha comprensión –de índole holista– todo el saber-acerca-de-las-partes puede –y debe– aprovecharse, pero como aquello que nos permite proceder a su ulterior caracterización como componentes tramados en las aludidas redes-en-red. Y el centro de gravedad de esos esfuerzos holistas es precisamente la caracterización de la dinámica procesual de tales redes, sean entre átomos (moléculas, sólidos, líquidos y/o gases); entre moléculas (macromoléculas, células); entre células (tejidos, órganos, organismos vivos); entre organismos vivos (poblaciones, especies); entre seres humanos (grupos sociales, sociedades); entre estrellas (agrupaciones estelares, galaxias); entre galaxias (constelaciones galácticas; la metagalaxia), etc. Y cada una de tales redes constituye en sí misma sólo un nodo tramado en las redes de mayor complejidad. * * * Pero el “diálogo” entre saberes disciplinarios, multi, inter y transdisciplinarios no es el único que se constata en el decurso del saber contemporáneo. Ni es el único necesario. El ideal clásico –moderno– de racionalidad, como tuvimos ocasión de tratar en los dos primeros capítulos, nos ha legado otras múltiples dicotomías cognitivas –y de otra índole– que urge trascender. Y para ello es imprescindible poner en juego otros “diálogos” entre los polos “dicotomizados”. 3

El diálogo entre diferentes culturas civilizatorias y sus saberes respectivos En los primeros capítulos nos referimos a la perjudicial división que hemos heredado entre “la cultura científica” (identificada con las ciencias exactas, naturales y/o técnicas, es decir, las consideradas “duras”) y “la cultura humanística” (identificada con las ciencias sociales y humanas, consideradas “suaves” o “blandas”). A tal dicotomía se le so3  Los primero dos capítulos del libro son I. El nuevo saber en construcción y las ciencias sociales, II. La complejidad y el nuevo ideal de racionalidad (ver: https://goo.gl/pzvhdt). Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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brepone, en Occidente, la del saber y la cultura occidental y el saber y la cultura oriental (entendidos estos últimos en ocasiones en sentido lato, es decir, todo saber y cultura no occidentales –incluidos entonces, por ejemplo, el saber y la cultura del África subsahariana y el saber y la cultura islámico-musulmana–, y en ocasiones en sentido estrecho, como saber y cultura del Extremo Oriente). No es un secreto que el saber y la cultura occidentales de la modernidad han pretendido –y, de hecho, han ejercido– un papel hegemónico con relación a todos esos otros saberes y culturas. El colonialismo primero, el neocolonialismo después y ahora la globalización de signo neoliberal han vehiculado e instrumentalizado tales prácticas cognitivas y culturales (y otras mucho más crudas) hegemonizantes. Componente indispensable de la necesaria y urgente superación liberadora y emancipadora de tales hegemonías cognitivas y culturales es, sin dudas, el diálogo entre las diferentes culturas civilizatorias y entre sus respectivos saberes. Debe apuntarse por cierto que, en algunas de las culturas no-occidentales, la comprensión holista y transdisciplinaria –y, en ocasiones, incluso la jerarquización de las interacciones nolineales (como en la medicina tradicional oriental con su secular visión “en redes”)– se ha mantenido mucho más incólume (a pesar de los intentos coloniales, neocoloniales y neoliberal-globalizadores de entronizar en sus respectivas regiones de impacto la racionalidad analítica moderna); y, por lo mismo, el diálogo intercultural e inter-civilizatorio con ellas puede, en efecto, fertilizar ulteriormente los actuales esfuerzos de occidente por trascender el ideal moderno de racionalidad. Pero no es el aludido “centrismo occidental” (respecto a todo lo no occidental) el único que padecemos –y a veces ejercemos, haciéndolo padecer a otros– en nuestra contemporaneidad. Los pueblos y naciones que pertenecemos al sur de esa “occidentalidad” conocemos muy bien otro de tales “centrismos”: el “eurocentrismo” de nuestras antiguas metrópolis coloniales y neocoloniales. A través de tal “eurocentrismo”, han sido muchos los intentos –desafortunadamente en más de una ocasión exitosos– de imponernos modas, concepciones y metas de allende el Atlántico, que poco o nada tienen que ver con nuestras realidades y que las orientan y desvían en sentidos y direcciones que no favorecen nuestra identidad cultural y civilizatoria (sin desmedro de la legítima herencia cultural, hasta lingüística, que nos legaron). Y, lo 18

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que es peor, han sido muchos los oriundos de nuestro sur que se han sentido a menudo –y aún hoy se sienten– más identificados con maneras de pensar y de actuar, con las aspiraciones e ideales, con las realidades culturales y civilizatorias de ese lejano mundo europeo, que con las autóctonas. Urge pues sustituir uno u otro de tales “centrismos”, de inspiración hegemónica, con el diálogo fecundo entre saberes y culturas. Pero “diálogo” implica la actitud abierta aaprender-del-otro, el reconocimiento de que el otro tiene algo que enseñarnos, y viceversa. No sólo la vieja Europa ha intentado imponer lo suyo a nuestro sur americano (entendido como el que comienza en la orilla meridional del Río Grande –región caribeña comprendida– y termina en Tierra del Fuego). De mucho más cerca ha venido otro “centrismo”: el del american way of life. Pero, en tanto tenemos un capítulo de libro dedicado a la globalización neoliberal, lo trataremos en ese contexto. La irrupción del “lego” en el saber contemporáneo Un aspecto fundamental en el diálogo de saberes corresponde a la irrupción de los saberes desplazados, estigmatizados o simplemente devaluados por la preeminencia del saber científico en la modernidad. El establecimiento del saber científico como saber hegemónico en la modernidad fue posible mediante un procedimiento de exclusión que, primero, delimitó los campos del saber científico por oposición al saber de la religiosidad y la escolástica medievales; y, segundo, delimitó el terreno del saber científico con respecto al saber cotidiano. La vida cotidiana y los saberes vinculados a ella fueron relegados a un plano menor, pues sólo el saber científico “positivo” era considerado capaz de conducirnos al conocimiento verdadero. Así, la riqueza de la vida cotidiana fue omitida, y se la consideró como pasividad receptora de los avances de la ciencia y el conocimiento científico. El diálogo de saberes necesita y está promoviendo hoy el rescate de la legitimidad de esos saberes vinculados a la cotidianeidad, incluido el hombre común, sus conocimientos, valores y creencias. Este es uno de los aspectos más álgidos, pues persisten las conformaciones de poder-saber disciplinario, las que ejercen una notable influencia en aras de la anulación del diálogo y la omisión de los saberes no científicos.

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Los modos de irrupción del “lego” en el saber contemporáneo son variados. Entre ellos podemos destacar los siguientes: • La activación del hombre común, que deja de ser receptor pasivo y demanda la participación y consideración del punto de vista de los no especialistas. • La reconsideración del conocimiento aportado por culturas precedentes, o coexistentes, no dominantes. • La consideración del espacio común a compartir por personas diferentes, verdaderos extraños morales y culturales que conviven y resuelven de conjunto problemas comunes. • El diálogo con otras formas de saber, religiosas y esotéricas, que portan valores comunitarios. • Y, finalmente, la demanda de una revaluación de las creencias. Analicemos brevemente estos cinco aspectos. El hombre común ha dejado de ser un receptor pasivo de los avances de la ciencia y la técnica, y reclama su espacio en la discusión sobre la pertinencia del conocimiento científico, la necesidad y viabilidad de la introducción de los resultados de la ciencia y la técnica en la vida social. Esta participación puede estar signada negativamente por el anti-cientificismo y las tendencias alarmistas, pero no se reduce a ellas. Por su parte, se manifiesta positivamente en las preocupaciones y acciones ambientales de amplios sectores de la población mundial, en su rechazo a las guerras y al empleo indiscriminado de la ciencia y la técnica. La cuestión epistemológica de interés en estos casos radica en que, desde la posición clásica de poder, los “especialistas” podrían rechazar el diálogo con los “legos”, desconocedores, no especialistas, atribuyéndoles falta de conocimientos y competencias para el diálogo. Sin embargo, los resultados de la ciencia y la técnica se vuelcan sobre una sociedad mundial; sus efectos no son intra-científicos sino socioculturales, de modo que el punto de vista de los otros, los “hombres comunes”, ha de considerarse en la construcción colectiva de saber. Aquí, como en el resto de los “diálogos” posibles y demandados a los que hemos hecho alusión anteriormente, la naturaleza sociocultural de los problemas que se someten a debate es el fundamento último de la necesidad de un diálogo de saberes

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que no excluya, sino que por el contrario incluya, la diversidad de perspectivas humanas y no humanas, pues el “otro” puede ser también “la Naturaleza”. Otro tanto ocurre con los conocimientos aportados por culturas precedentes, que fueron rechazados en épocas anteriores como no científicos. Esto ocurrió con el conocimiento médico de las culturas dominadas, su sabiduría higiénica, el conocimiento de las plantas medicinales; pero no sólo en medicina, sino también con el conocimiento social, psicológico, sobre las plantas y animales, y las correlaciones entre diversos componentes de los ecosistemas naturales. Hoy se vuelve a estos conocimientos y se establece un diálogo que no necesariamente, ni siempre, es equitativo y leal. Las nuevas ciencias están prestando especial atención al conocimiento acumulado por diversas culturas, en busca de nuevas fuentes naturales para, por ejemplo, el desarrollo de medicamentos. Esto ha conducido a una reconsideración y diálogo de la medicina científica occidental con otras prácticas, como la medicina tradicional china o el conocimiento de plantas medicinales por parte de diversos pueblos indígenas y culturas. Sin embargo, en las condiciones actuales de dominación, se ha comenzado a desarrollar una nueva forma de hegemonismo y explotación, cuando el diálogo se torna, por ejemplo, biopiratería. Se busca en otros pueblos un conocimiento que se lleva a los centros de poder, se decodifica y se patenta para hacerlo funcionar, entonces, en el contexto de las bien conocidas relaciones de dominación y explotación. Además, es necesario considerar la diversidad cultural coexistente no sólo en diversas regiones del mundo, sino también concentrada en las megalópolis del presente, donde conviven personas de diversas culturas, religiones, etnias y pueblos. Ello conduce a la necesidad de resolver asuntos comunes desde una diversidad de perspectivas de valoración y creencias coexistentes; los “extraños morales” que coexisten deben encontrar el bien común. Asuntos como la atención de salud o la educación de los hijos exigen un diálogo constante entre los saberes que esas culturas y personas portan, y no pueden continuar reduciéndose a los imperativos de dominación de una cultura o a un tipo de ideología científica impuesta a ellos. No menos importante es la necesidad de un diálogo entre las ciencias y las creencias, así como una revaluación de estas últimas. En las diversas creencias religiosas se encuentran elementos de valor que han sido acumulados en las culturas, sociedades y pueblos, y que Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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no pueden echarse a un lado cuando se trata de resolver asuntos culturales y sociales donde el saber científico tiene necesidad de considerar todas las aristas posibles. Un problema como, por ejemplo, el ambiental no puede desconocer las perspectivas científicas posibles, ni el aporte de las perspectivas ideológicas que, desde la religiosidad, aportan un punto de vista humano a considerar y con el cual es necesario dialogar. No menos importante es la reconsideración de las creencias. La modernidad nos aportó un modelo de contraposición entre ciencia y creencia, verdad y error, que conduce a la imposibilidad de un diálogo entre ambas. Esta separación absoluta entre creencia y ciencia no es acertada. Ya en su memorable artículo “Filosofía de la inestabilidad”, Ilya Prigogine (1989) señalaba el lado ideológico de toda producción científica. El conocimiento científico está preñado de valores y funciona ideológicamente. Como ha argumentado Pablo González Casanova (2004) en el epígrafe “Ciencias y creencias” de su reciente libro Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política, no sólo los orígenes de la ciencia y la filosofía occidentales deben buscarse en las creencias de los griegos del siglo VI a.C. y en las creencias judeo-cristianas. La separación que tuvo lugar a lo largo del desarrollo de la cultura occidental nos ha conducido al error de considerar a la ciencia libre de creencias: Desde el siglo XIX, sin desafiar necesariamente al cristianismo y hasta dejando a Dios lo que es de Dios y a las ciencias lo que es de las ciencias, los filósofos, ideólogos y científicos de Occidente consolidan el espacio laico del conocimiento y de la política. Su hazaña los llevó a pensar que el mundo de las ciencias es del todo ajeno al de las creencias, los valores, el poder y los intereses. Eso era un error ignoto. Las creencias en las ciencias son tan fuertes o más que en las religiones. Las ideas y los sentimientos que entrañan remueven a los hombres y mujeres de ciencia, como a Monsieur Teste; ajustan sus molestias, avivan sus temores, sus esperanzas y sus terrores, sin que se muevan como querrían, libremente, y sólo movidos por las observaciones de las cosas y de sí mismos. Ciencias y creencias, costumbres y convenciones, sirven para decidir qué es y qué no es científico; qué es y qué no es una teoría, qué es y qué no es un método o prueba y qué es sólo filosofía (González Casanova, 2004: 360).

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La importancia del diálogo de saberes para la solución de los problemas de nuevo tipo Como hemos esbozado en los temas anteriormente tratados, existe una notable coincidencia en la orientación de la Bioética Global, el Holismo Ambientalista y el pensamiento ‘de la Complejidad’ (incluidos aquí los desarrollos de la Nueva Epistemología). Orientación convergente que se expresa en la reconsideración del objeto de la ciencia y una comprensión del conocimiento que supera la dicotomía entre conocimiento y valor propia de la modernidad. Sin embargo, aún en la actualidad, predomina la separación entre los especialistas que se ocupan de problemas bioéticos, ambientales y “complejos”. Existe un acercamiento mayor entre las ideas bioéticas y ambientalistas, de una parte, y las ‘de Complejidad’ y epistemológicas, de otra parte. Sin embargo, el tratamiento de los asuntos que se abordan desde estas perspectivas reclama constantemente un diálogo de saberes que las incluya y las aúne a otras perspectivas. Sirvan de ejemplo de lo anterior asuntos tales como el hambre en el mundo, el calentamiento global y el cambio climático, el SIDA y las enfermedades reemergentes, el desarrollo de las biotecnologías y en especial la producción de alimentos transgénicos. En estos casos se constata la insuficiencia de los enfoques “específicos”, “disciplinarios”, aislados. Analizados desde una perspectiva bioética, que privilegia la consideración de lo ético al interior de la ciencia y su producción de conocimientos y que incorpora la diversidad de actores sociales y la urgencia de un amplio diálogo entre ellos, quedan abiertas las incertidumbres de conocimiento –que son manejables en términos ‘de Complejidad’–, las limitaciones del presupuesto clásico de objetividad –reconocidas por la Nueva Epistemología (de segundo orden)– y las consideraciones de futuro que se vislumbran con mayor claridad desde la perspectiva del Holismo Ambientalista. Sin embargo, acercar estas perspectivas y abordar los problemas desde ellas al modo de parches engomados que reconstruyen una hoja de papel es absolutamente insuficiente. Se necesita un esfuerzo integrador transdisciplinario que las unifique en el análisis de los problemas. Y no se trata solamente de un deseo. El diálogo fructífero de saberes es posible por la comunidad de naturaleza de los problemas que abordan –problemas de nuevo tipo– y de las ideas que estas perspectivas de análisis tienen en común.

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Como vemos, entre ellas sobresalen la integración de conocimiento y valor; la reconsideración del objeto de la ciencia y el lugar de la incertidumbre en el conocimiento; la preocupación por el futuro y las consecuencias a mediano y largo plazo de las intervenciones prácticas de los seres humanos. Por otra parte, ha ocurrido también que la transdisciplinariedad se ha erigido en una especie de código, como por ejemplo, en los casos de la denominada Carta de la Transdisciplinariedad (1994) y La transdisciplinariedad. Manifiesto (Nicolescu, 1996), ocasiones en que “lo transdisciplinario”, mutatis mutandi, adquiere estatus de programa de acción; lo que proporciona diversas aristas polémicas susceptibles de ser debatidas. A partir del próximo capítulo, el libro entra en un segundo nivel de generalidad: el del impacto de la actual revolución en el saber sobre el saber social en particular. 4

Referencias González Casanova, Pablo (2004). Ciencias y creencias. En Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política. Barcelona: Anthropos. Carta de la transdisciplinariedad (1994). Convento de Arrábida, Portugal. Disponible en: http://basarab-nicolescu.fr/chart.php#es Nicolescu, B. (1996). La transdisciplinariedad. Manifiesto. México DF: Multiversidad Mundo Real Edgar Morin, A.C

4  Ver próximos capítulos: https://goo.gl/pzvhdt. 24

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Complementos ReseĂąas De primera mano Documentos de trabajo Dossier No dejar de leer Editorial

Dossier



Percepciones de la población LGBT sobre la formulación de la política pública local Daniela Jiménez* (danielajimenez2011@hotmail.com)

Melissa Quiroga Mery** (melymery@hotmail.com)

Artículo de investigación recibido el 26/11/2015 y aprobado el 19/05/2016.

Cómo citar este artículo: JIMÉNEZ, Daniela y QUIROGA MERY, Melissa (2016). “Percepciones de la población LGBT sobre la formulación de la política pública local”. En: Transpasando Fronteras, Núm. 10, pp. 27-55. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. Resumen Este artículo presenta los hallazgos de un proyecto investigativo en torno a la formulación de la política pública para la población LGBT local entre septiembre y noviembre de 2013. De esta forma se pretendió indagar acerca de las percepciones de la población LGBT sobre dicha política pública, la cual se ha desarrollado entre manifestaciones de resistencia de aquellos directamente afectados como de acciones institucionales para ejecutar su formulación. Palabras clave: Población LGBT, política pública local, estudio de percepciones. * **

Estudiante de Ciencia política de la Universidad Icesi (Cali, Colombia). Estudiante de Sociología y Ciencia Política de la Universidad Icesi (Cali, Colombia).


Daniela Jiménez y Melissa Quiroga Mery

“Me cierran la puerta y yo le meto el pie”-Andrea “Yo soy un hombre homosexual que representa a una entidad llamada academia”- Andrés Castelar “Nosotros LGBTI somos fragmentarios y fractales… ojala la gente pudiera ver que quien les dice que no venga a la formación, muchas veces se ha capacitado con recursos de la financiación internacional”-Mao Garcés “Como gay se puede incidir sobre todo lo relacionado con la Población LGBTI y hace falta una mejor comunicación para poder persuadir.”-Hebert Pérez “Sino se hace nada van a sacar lo que se les venga en gana, van a sacar una copia de lo de Buga, Bogotá y de lo del Valle, una recopilación de eso (…) Yo ya estoy descalificándola, el proceso no ha sido el correcto, va a seguir siendo una política de pacotilla.”- Revista Ambición

Introducción La política pública ha sido señalada como uno de los mecanismos de acción e inclusión social estatal más efectivos, y ampliamente utilizados a lo largo de los diferentes regímenes democráticos del mundo durante las últimas décadas del siglo anterior y del presente. Desde el Estado Benefactor hasta la política actual, suplir las necesidades de los diferentes actores civiles se ha convertido en un requerimiento de primer orden dentro de la agenda estatal. En efecto, ha surgido como aquella herramienta destinada a facilitar y concretar la acción estatal frente a las demandas sociales de ciertos sectores, donde radican problemáticas específicas. Los bienes y servicios implícitos dentro de este ejercicio estatal han sido dirigidos a grupos principalmente considerados como vulnerables-sin dejar de lado otros sectores de la sociedad con otro tipo de demandas-. En el caso colombiano nos encontramos con varios sectores como los afrodescendientes, indígenas, mujeres, personas discapacitadas, víctimas del conflicto armado, desplazados y durante los últimos diez años el sector/comunidad LGBTI, en los cuales converge la vulneración de sus derechos. La política pública entendida como el conjunto de iniciativas, decisiones y acciones del 28

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régimen político frente a situaciones socialmente problemáticas (Vargas, 2007:85 en Arroyave 2011:96) se perfila en el contexto colombiano, como una de las alternativas de solución de problemas más incluyente y participativa. Sin embargo, Arroyave (2011) identifica tres retos y dificultades en las políticas públicas del país. El primero de ellos se refiere al desconocimiento que tienen los gobernantes sobre las políticas que van a aplicar, porque se limitan a delegar a un consultor y/o contratista el deber de la formulación y el estudio, quedándose sin conocer el panorama completo de la problemática. El segundo, refleja la situación vigente de las políticas públicas formuladas en el Consejo, el Congreso y la Asamblea, que si bien promulgan un componente de horizontalidad y alta participación de las comunidades, fallan rotundamente en la vinculación de estas últimas, de ahí que la formulación sea solo un “proceso simbólico de legitimación donde se vende la idea de inclusión y empoderamiento, construcción horizontal y conjunta de las políticas entre las comunidades, el Gobierno y los grupos de interés, como esfuerzo colectivo para responder a demandas insatisfechas” (Arroyave 2011:101).Y el tercero, es el triángulo de hierro donde se concentra el poder de funcionarios, empresarios y políticos, quienes en aras de buscar beneficios, las políticas formuladas terminan siendo el resultado de intereses particulares. Estos últimos terminan excluyendo los intereses y las demandas de la sociedad civil para la que estaba dirigida la política pública, aquella que con disímiles intereses intentan crear un espacio de mediación, en el cual se logren llegar a acuerdos que solucionen objetivos específicos, teniendo en cuenta insumos, recursos, contexto legal-político, y las reacciones que la misma pueda generar en la comunidad. Lamentablemente, en el país nos encontramos con un modelo de políticas públicas que pregonan ser bottom-up, donde se supone que se “posibilita la inserción de los actores sociales quienes en un origen movilizaron la política pública (…) se pretende partir del núcleo del problema para construir así la solución de manera paulatina” (Roth, 2002 en Mejía, 2012:149) pero en realidad se refleja una mínima participación de los actores principales, dicha ciudadanía a la que va dirigida la política pública, ergo los resultados esperados no son significativos. Aún así, se siguen llevando a cabo diferentes proyectos a lo largo de todo el territorio nacional en pro de la formulación de políticas públicas, bajo el discurso de un país más democrático e inclusivo, uno de ellos la actual gestión de la política pública para la población LGBTI de la ciudad. Proceso al cual, a través de un Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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ejercicio de carácter cualitativo-etnográfico le hemos seguido la pista y con el cual en aras del entendimiento, veeduría y control del proceso, hemos observado como al igual que en otras políticas públicas, inevitablemente se ha puesto “en tela de juicio los diseñadores de los programas o proyectos, las personas a cargo de la supervisión de las operaciones, y los mismos operadores.(…) [donde] están en juego aspectos como la reputación de las personas, sus prospectos de promoción profesionales o simplemente la continuación de actividades que les aseguren sus ingresos” (Jacques Mérat, 2009 :8), que han cambiado los rumbos de la formulación de la política y han desembocado en el disgusto de cierta parte de la población LGBTI, conocedora del proceso en cuanto a la metodología del proyecto, de su desarrollo, de la manera en que se ha trabajado la formulación de acuerdo a intereses políticos, la relevancia que se le ha dado y el trato que han recibido las personas a las que está dirigida el proyecto. Estas son algunos de los hallazgos resultantes del proyecto investigativo en torno a la formulación de la política pública para la población LGBTI local en el periodo comprendido entre septiembre hasta el mes de noviembre de 2013, el cual pretendió indagar acerca de las percepciones de la población LGBT1 sobre dicha política pública y las intervenciones de los participantes están previamente autorizadas. Durante los tres últimos meses hemos atestiguado este proceso, el cual se ha desarrollado entre manifestaciones de resistencia de aquellos directamente afectados por la política pública y acciones institucionales para ejecutar la formulación, siendo requerida “una opción que ofrezca resultados mensurables pero que también se preocupe por el proceso político y democrático bajo el cual se define la necesidad de dichos resultados” (Cano, 2009: 42). Así, este ejercicio de veeduría del cumplimiento de las acciones efectivas, han generado tanto divergencias como consolidación de redes de apoyo entre los mismos actores del sector. A continuación daremos cuenta de nuestro proceso investigativo, producto del conocimiento adquirido en el curso de técnicas etnográficas y cualitativas, en donde primero realizaremos un breve esbozo a cerca del contexto de la política pública para la población LGBT a nivel nacional y depar1 La sigla utilizada para referirse a esta población ha sido ampliamente discutida en el ámbito académico llegándose a añadir paulatinamente una letra más, de acuerdo a las diferentes identidades y orientaciones sexuales: LGBT, LGBTI, LGBTIQA, LGBTPTTQQIIAA+ y TBLG. Sin embargo, los participantes de esta etapa de la investigación están contemplados bajo la primera denominación. 30

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tamental, posteriormente nos enfocaremos en describir el proceso y las impresiones de los participantes sobre la municipal, escenario en el que confluyen descripciones anecdóticas y opiniones contradictorias sobre el mismo. Luego, de manera paralela daremos cuenta de los interesantes hallazgos y el análisis de los mismos, y finalmente haremos el cierre con las decisivas conclusiones que obtuvimos de ellos. Esbozos sobre la política pública LGBT en el país La Constitución vigente, reafirmó el papel gestor y garante del Estado sobre los derechos y deberes de los ciudadanos. Se empezaron a gestar diferentes políticas en torno a ciertos grupos como los afrodescendientes e indígenas, quienes obtuvieron un trato con enfoque diferencial por parte del Estado, ese mismo al que hoy también apelan grupos como el sector/comunidad LGBTI, pues se observa que han sido vulnerados históricamente, afirmando tener necesidades todavía sin satisfacer por el Estado colombiano. El proceso para el reconocimiento de este grupo/sector ha sido complejo, diferentes organizaciones, activistas y personajes-no solo del sector- han tenido que luchar arduamente para contar con el poco reconocimiento que tienen. Paulatinamente han alcanzado logros, tales como la no discriminación por la orientación sexual, el derecho a la seguridad social de parejas del mismo sexo, libre desarrollo de la personalidad en diferentes espacios públicos, derechos patrimoniales, derecho de alimentación de parejas del mismo sexo, cambio de sexo y de nombre, posibilidad de heredar los bienes de la pareja del mismo sexo, entre otros (Sotomayor, 2013, p.95-96). Estos reconocimientos y derechos han conducido al sector a demandar soluciones a problemáticas a nivel nacional, departamental y municipal. La construcción de políticas públicas LGBT2 en el país ha sido generada por la misma presión del movimiento sobre las autoridades, en donde Bogotá y Valle del Cauca toman la vocería. En una entrevista realizada a Diana Navarro (vocera de la comunidad LGBT en Bogotá) por Buriticá (2010) se señalaba que debido al esfuerzo del propio sector fue que se lograron concretar acercamientos con las autoridades, donde se indagó por el establecimiento de acciones que atendieran las necesidades y el manejo que debía dárseles a 2 Encontramos que en ciudades como Bogotá y Medellín se omite la I que corresponde a la categoría de personas intersexuales, lo cual deja el interrogante a cerca del nivel de inclusión de la política pública empezando por el nombre de la misma. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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las mismas, en una lógica de abajo hacia arriba. Si no hubiera sido gracias a la presión del sector en cuestión, la construcción de la política pública probablemente hubiera tomado más tiempo en tener forma y en llegar a la agenda política capitalina Valle del Cauca fue el primero en tomar la iniciativa, esto durante el gobierno de Angelino Garzón en el 2006, donde a través del Acuerdo Social de Voluntades entre la Gobernación del departamento y catorce diversas organizaciones, activistas, líderes y liderezas LGBTI se marcó una pauta para la construcción de la política departamental dirigida a la población LGBTI. En este se fortaleció el compromiso departamental por una mayor inclusión de las poblaciones vulnerados, con la ayuda y presencia de los futuros beneficiados de la política, quienes se comprometieron junto a la gobernación del Valle a una pronta formulación y ejecución de una política pública, redireccionando así la agenda política departamental. A partir de ese momento empieza a tener un enfoque de mayor visibilización y satisfacción de demandas del sector, pues confluyeron en diez compromisos bases. Si bien persistió la presión y el impulso por parte de miembros y organizaciones del sector en el 2007 y los siguientes dos años para la formulación de la política pública, sólo fue en el 2010 a través de la Secretaria de Equidad de Género y el gobierno de Francisco José Lourido cuando se inició la construcción de los lineamientos de la política pública LGBTI, que desembocó en el siguiente año con la Ordenanza 399 del 20113. La cual actualmente se ejecuta a través de la socialización, sensibilización y caracterización del sector del proyecto de “Promoción de las políticas públicas para Equidad de Mujeres Vallecaucanas y de los sectores sociales LGBTI”. En el caso de Bogotá, durante el gobierno de Luis Eduardo Garzón se expidió el Decreto 608 de 2007 en el que se establecieron los lineamientos de la política pública distrital para la garantía de los derechos del sector en cuestión, y posteriormente en el Acuerdo 126 de 2009 se estipularon finalmente los objetivos e implicaciones de tal política pública. Actualmente se encuentra en ejercicio y tras las reformas hechas por el actual alcalde, se ha venido implementado una serie de medidas incluyentes que van desde la creación de 3 Existe una dualidad y confusión con respecto al número de la ordenanza. En la página oficial de la Gobernación del Valle esta disponible el documento de la Ordenanza 399 del veintiocho de Diciembre de 2011, sin embargo también existe un comunicado oficial en donde se hace referencia a la Ordenanza 490 del primero de Diciembre de 2011 que también es referenciada en otros sitios web que defienden los derechos de las personas LGBTI. 32

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una Subdirección LGBT dentro de la Secretaría de Integración Social del Distrito Mayor hasta diferentes actividades culturales que han dado cuenta de un incremento en la participación e inclusión del sector en la agenda municipal. Buga y Medellín hacen parte de la lista de ciudades que ya pasaron por la formulación de la política pública y actualmente se encuentran gestando la aprobación y ejecución de las mismas. “Una constelación de diversidades” es para la pequeña ciudad de Buga un gran paso la protección de los derechos de las personas LGBTI y la inclusión de estas en diferentes ámbitos sociales, a pesar de que la aprobación por el Concejo y su establecimiento en el Acuerdo 058 de 2013 todavía tiene un largo camino por recorrer empezando por su eficaz socialización y divulgación para lograr los objetivos de la política, pues su desarrollo ha girado en torno a la promoción de actividades como desfiles y reinados, impulsadas y desarrolladas por los gestores del proyecto. Medellín por su parte logró en el 2011 la consolidación del Acuerdo 08 de 2011,al establecer una política que se encargara de la especial protección de la población, el respeto a sus derechos y el reconocimiento de la identidad de género y orientación sexual. La política “pretende que la Administración Municipal materialice programas dirigidos a la transformación de los imaginarios y las situaciones que generan discriminación y exclusión de personas pertenecientes a esta población. Además, que se destinen recursos económicos para la ejecución de proyectos y medidas que logren el respeto de la dignidad y los derechos de este importante segmento poblacional, así como la participación en las instancias de decisión y seguimiento a la Política Pública”4. Si bien es reconocida ampliamente en el país por la cobertura que tiene en los diferentes temas que afectan a la población tales como salud, trabajo digno, educación y seguridad, que se deben en parte a la creación de tres entidades encargadas de hacer el seguimiento, evaluación y veeduría de la política, el Comité Municipal de Diversidad Sexual e Identidades de Género, el Consejo Consultivo, y el Centro para la Diversidad Sexual y de Género, también es reconocida por una horizontalidad relegada a favores políticos. La política pública de Medellín es el

4 Ver http://www.caracol.com.co/noticias/regionales/medellin-es-la-primera-ciudad-en-el-pais-conpolitica-publica-para-el-sector-lgbt/20110416/nota/1456385.aspx Consultado el 18 de noviembre de 2013 Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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“Resultado de un compromiso electoral entre sus líderes en la ciudad y el alcalde del momento (Sergio Fajardo Valderrama). En [este] (…) proceso se prioriza el pago de favores políticos ante la necesidad de reconocer y garantizar un derecho a las minorías sexuales de la ciudad, a tiempo que se invisibilizan las bases de esta comunidad para la identificación, construcción y ejecución de la política, y por lo general se asignan a consultores y a algunos integrantes de la población LGBT amigos de la administración, pero que aún están lejos de una transformación cultural que solucione los problemas a tratar” (Arroyave, 2011:99)

A nivel nacional nos encontramos con el Decreto 4530 de 2008, que da pie para la gestión del Ministerio del Interior y Justicia en la construcción de la política pública LGBT de la mano de los miembros del sector, organizaciones sociales y activistas de los lineamientos de la política pública nacional, la cual ya lleva tres años formulándose a través de la Dirección de Asuntos Indígenas, Rom y Minorías. Su formulación se ha venido gestando por medio de la colaboración de organizaciones e identidades relevantes dentro de la población, la creación de mesas de trabajo a lo largo del territorio nacional, mesas de casos urgentes para tratar con la población vulnerada, el diseño de planes y programas dirigidos a la protección y defensa de los derechos de la población, entre otros. Según lo dicho, podríamos hablar de la relevancia que tienen el grupo en cuestión para la formulación de la política, sin embargo, posteriormente debido a cuestiones legales y burocráticas, van perdiendo participación e incidencia en el proceso en que converge en una política top-down5. En este sentido, la iniciativa no se gesta hasta que las organizaciones del sector, probablemente apoyadas por organizaciones internacionales, se movilizan a exigir su inclusión en los diferentes escenarios políticos, que se traducen en la creación y/o modificación de Secretarías, Comisiones, Consejos, Departamentos, Centros, Divisiones, Direcciones especializados en este grupo, tal y como la Secretaría de Equidad de Género, Diversidad Sexual e Identidad de Género, la Secretaria de Mujer, Género y Diversidad Sexual y la Dirección de Diversidad Sexual, Dirección de Asuntos 5 “Trae consigo el clásico trabajo de la administración pública que se desarrolla de arriba hacia abajo, o del centro a la periferia; aquí prima la jerarquía y establece una diferencia entre la formulación, la toma de decisiones y la implementación” (Roth, 2002 en Mejía, 2012:149) 34

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Indígenas, Rom y Minorías, Subdirección LGBT, que en la mayoría de los casos no son dirigidas y/o altamente influenciadas por personas del sector haciendo que su voz se vea menguada por la misma burocracia encargada de su protección y defensa. Diplomado y percepciones: La investigación La amplia convocatoria para la formulación de la política pública para la población LGBTI llegó a nuestras manos, y tras el fallido intento de una investigación dirigida únicamente a los mecanismos de participación ciudadana hacia una sola población, optamos por extender nuestro campo e indagar la coyuntura política de dicha formulación. La convocatoria presenta un Diplomado de puertas abiertas creado para la formulación de la política pública para la población LGBTI que durante su transcurso fue llamado de diferentes formas tales como Diplomado (en, de, para la formulación de ) política pública: LGBTI, de Derechos Humanos en Diversidad Sexual, Diversidad Sexual e Identidad de Género, para personas en condición de Diversidad Sexual e Identidad de Género y finalmente -como posiblemente sea llamada en el Acuerdo de la política pública- para personas en contexto de Diversidad Sexual e Identidades de Género. Esta se constituye entonces como un espacio en el que se pretende concretar las repuestas del gobierno ante las diversas expectativas y demandas que la población LGBT manifiesta, además de continuar con la manifestación de quejas, necesidades, activismo y participación ciudadana de manera más formal por parte de voceros de fundaciones, activistas independientes, no activistas, comerciantes enfocados en la diversión nocturna, instituciones estatales, promotores culturales, académicos, diseñadores, administradores de prostíbulos, entre otro/ as. Lamentablemente no pudimos observar el proceso desde el comienzo, empezamos a asistir al diplomado y a desarrollar el trabajo de campo cuando ya había avanzado en sus primeros módulos el Diplomado. Aun así pudimos ponernos al tanto de las discusiones y desacuerdos de este escenario, y a partir de ahí se empezó a trabajar. Dentro de los puntos importantes que cabe destacar están: la masiva asistencia inicial del diplomado, la disminución de la participación y asistencia conforme pasaban las clases, las no tan diversas posturas de los asistentes y la baja asistencia de personas pertenecientes al sector o por lo menos diversas, ya fuera en cuanto a orientación sexual y/o identidad de género en contraste con la asistencia de personas heterosexuales. Ante este descenso de la Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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participación, la posibilidad de obtener multiplicidad de visiones de la población sobre el proceso se redujo y si bien es posible que las razones que acompañaron este descenso se vean reflejadas en los cuestionamientos sobre el proceso de los pocos asistentes del sector, como el manejo y la legitimidad en la gestión de la política pública, no tenemos garantía de que nuestra investigación no haya sido ampliamente influenciada e incluso sesgada por las reducidas percepciones. Factor importante para la determinación de nuestro análisis y conclusiones finales, hiladas principalmente por las conversaciones y entrevistas de algunos asistentes y empleados de la organización en cuestión. Esta investigación se desarrolló aproximadamente en tres meses y medio y es el resultado del proyecto investigativo del curso transdisciplinar de Técnicas cualitativas y etnográficas, donde pretendimos rastrear percepciones del sector/comunidad LGBT sobre la política pública local. Las trascendentales herramientas de investigación como los diarios de campo, la observación participante y descripciones etnográficas en la investigación, sumado al seguimiento del material documental trasmitido por el Instituto Prospectiva, entrevistas a los actores principales y visitas a otros espacios, constituyeron la columna vertebral de la investigación y la forma en que se llevó a cabo. La investigación no ha concluido, al contrario, es tan solo la primera parte del intento de comprensión de la políticas de inclusión colombianas, su aplicabilidad, viabilidad, desarrollo, ejecución, bajo una idea democrática de participación e inclusión que pretenden abarcar a esta vulnerada, excluida, marginada y discriminada población. De igual forma, este es un primer paso de veeduría ciudadana a una política pública que no solo concierne a la población LGBTI sino que también converge en los intereses generales de la sociedad, en este caso la caleña, de la que hacemos parte. Dilemas y percepciones de la formulación de la política pública local LGBTI El nombre de la política pública es además de la contratación uno de los asuntos más cuestionados y polémicos del proceso. Tal y como ya lo mencionamos, la referencia e intercambiabilidad de palabras y nombres para hacer alusión a la política pública ha generado disgustos y confrontaciones. El Instituto Prospectiva Innovación y Gestión de Conocimiento designado para la gestionar el Diplomado y asimismo la formulación de la política pública, a lo largo del diplomado hizo uso indistintamente de diferentes nombres 36

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para referirse a política pública. Además de los ya aludidos- política pública LGBTI, política pública de Diversidad Sexual e Identidad de Género, política pública para personas en condición de Diversidad Sexual e Identidad de Género y política pública para personas en contexto de Diversidad Sexual e Identidades de Género- el nombre más utilizado e incluso referido en el mismo contrato interadministrativo fue el de “Política Pública para personas en condición de Diversidad Sexual y de Género”. Este último fue sin duda el más controversial y debatido. Por un lado, varios de los manifestantes principalmente pertenecientes al sector se mostraron inconformes y disgustados con el término –condición–, ya que para ellos dicha palabra tenía una connotación de inferioridad y/o enfermedad, que en caso de ser utilizada para referirse y ejecutar la política, perpetuaría la discriminación que afecta a la población, la cual muy probablemente continuaría siendo referida como un grupo marginal, inferior, anormal y enfermo, el cual debe ser tratado, combatido y/o eliminado. También el uso de la palabra LGBTI resultó no ser del todo aceptada para su uso dentro del nombre y referencia de la política, principalmente por el componente político, y en algunos casos, discriminatorio contenido en la pragmaticidad de lo lgbetesco. El uso de las Diversidades Sexuales e Identidades de Género fue al parecer uno de los nombres más aceptados, y según el último borrador del Acuerdo de la política podría ser la forma en que sería referenciada la política, que podría llamarse “Política pública para el reconocimiento de las personas en contexto6 de diversidad sexual e identidades de género y la protección, restablecimiento, atención y la garantía de derechos de las personas lesbianas, gays, bisexuales, trans e intersexuales (LGBTI) del Municipio de Santiago de Cali”. La contratación es el punto de partida para el inicio de la formulación de la Política Pública del sector, pero también el inicio de procesos paralelos que conforman el proyecto: Diplomado en Política Pública y Derechos Humanos en Diversidad Sexual del municipio, la construcción de las mesas de trabajo, la caracterización, el plan Decenal y el proyecto de Acuerdo. Una vez fue contratado el Instituto Prospectiva, Innovación, se empezó a gestar la formulación de la política a través de la creación de un Diplomado diseñado para la construcción de la política conjunto a sus asistentes, independientemente de su 6 ¿Es la palabra contexto la más adecuada para hacer referencia a esta población teniendo en cuenta las críticas hechas por la misma población a cerca de la connotación negativa de la palabra? Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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pertenencia a la población o no. Para ello el Instituto realizó una amplia convocatoria, la cual entidades como la Revista Ambición7 cataloga de incorrecta, pues esta argumenta que el llamado debió ser dirigido por la Secretaría. A pesar de la masiva asistencia de organizaciones, líderes, liderezas, activistas independientes, miembros del sector, académicos y personas heterosexuales, diferentes testimonios de participantes del Diplomado que siguieron todo el proceso de la construcción de la Política Pública, advierten que si bien hubo un número considerable de asistencia por parte del sector LGBTI, aproximadamente un ochenta por ciento de los asistentes, de acuerdo a lo que lograban observar, no hacían parte del mismo y sólo estaban interesados en el aprendizaje de la formulación de una política pública y/o obtención de un cartón. Así, al ser una convocatoria abierta, se permitió que personas que desconocían la realidad del sector hicieran parte de manera igualitaria en el proceso de la formulación. Gran parte de la discordia que se generó en torno a la inclusión de personas heterosexuales y/o enajenadas por completo a las realidades LGBTI, radicó en la inconformidad del sector por involucrar, tener en cuenta y en algunos casos, dialogar con percepciones contradictorias a las iniciativas incluyentes y participativas de la Política Pública. A pesar de ello, la asistencia de estas personas no menguo por las inconformidades, incluso siguieron representando una mayoría dentro del Diplomado y podría decirse que aletargaron la formulación. Por esta razón fue necesario informar a todos sobre las realidades del sector, dar cuenta de qué estaba haciendo cada organización, qué necesidades presentaban, qué demandas tenían, qué derechos estaban siendo vulnerados, y en efecto, ello se tradujo a empezar desde cero, para suplir la asimetría de conocimiento, no solo por parte de las personas heterosexuales sino también por aquellas personas que presentaban cierto “desnivel” de conocimiento/educación frente a otras. “Cuando se abre el diplomado a personas heterosexuales no previeron de que pasara lo que pasó, que llegan las personas incautas pocamente interesadas en un proceso político y que llegan a decir bueno… que eso de LGBT que yo no sé que es…yo vengo a la política pública porque es una política y es un diplomado ¿me explican? Y entonces uno aquí sentado (…) Salieron a decir que 7 “Revista de Bolsillo de distribución gratuita dirigida a la comunidad LGBTI+H del suroccidente Colombiano y el eje cafetero”(http://issuu.com/revistaambicion/docs/revista_ambicion_segunda_edicion) 38

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era un diplomado pa´ todo el mundo de 140 personas, gente despistada que se dedicó a ir allí a que le dieran el refrigerio, de salir ahí a seguirnos tratando de freaks ¿y por qué? Porque tiene derecho, porque es ciudadano. No arrancaron de cero, no hicieron un paseo, no hicieron una fiesta de integración. Entonces en la tercera o cuarta semana, lo que dijo alguien en una reunión: yo veía un muchachito que él era muy mariquita muy amanerado… o sea no era como los otros amiguitos que si eran normales, el era muy amanerado y ese muchachito se quiso suicidar y esta persona lo dice delante de activistas, mujeres trans, mejor dicho…y ustedes saben pues que esas sensibilidades del lenguaje aquí están a flor de piel” (Entrevista a Andrés Felipe Castelar, 12 de Octubre 2013)

Lo anterior, resulta ser un incentivo para reforzar la inconformidad por parte del sector LGBTI frente a la idoneidad del Instituto Prospectiva, haciéndose hincapié en cuestionamientos como: ¿Realmente un proceso dirigido a la comunidad LGBTI debe ser encabezado y ampliamente influenciado por personas ajenas al sector, como personas heterosexuales? Interrogante que señala la importancia de legitimar a los actores- más en un sector donde el carácter identitario se constituye como su fundamento de agrupación. Este tipo de cuestionamientos fueron reiterativos en el análisis que los participantes del Diplomado hacían sobre Prospectiva, alimentando un poco nuestra comprensión sobre cómo debe realizarse una política pública, de ahí que en una entrevista realizada a un representante de la Revista Ambición, perteneciente al sector, señalara que “La selección de prospectiva en este proceso no es comprensible. Hasta el momento no hemos encontrado una razón de por qué escogieron a Prospectiva para realizar este proceso. Propsectiva no tiene experiencia con comunidad LGBT, no tiene ni idea cómo se trabaja con la comunidad LGBT. ¿Cómo lo escogieron? yo no sé. No hubo una convocatoria real. Esto es un proceso público y exige convocatoria, no la hubo. Cómo es posible que las sociedad civil que está trabajando con comunidad LGBTI durante tanto tiempo no se de cuenta de una convocatoria de estas, cuando algunas de estas organizaciones tienen todas las capacidades para realizar estos proyectos (…) Hubo una asistencia de cómo 90, muchísima gente pero de esos 90 el 70% no hacia parte del sector y en alguna reunión le dije yo: ¿qué? ¿Vamos a hacer una Política pública de negritudes con 2 negros y 50 blancos? ¿Qué tiene eso de inTrans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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cluyente? Si se permite el acceso de personas que no hacen parte del sector pero ¿conoce del tema? ¿Conoce el sector? ¿Ha trabajado con el sector? ¿Conoce cada una de las identidades? ¿Sabe usted que significa la I que está ahí? ¿Sabe cuántas identidades hacen parte de esa T? no la conoce. Entonces, usted no conoce el problema de fondo, ahí es donde está el asunto de la participación hetero. Aunque lo hetero también hace parte de las diversidades sexuales” (Entrevista a Representante de la Revista Ambición, 17 de noviembre 2013).

La idoneidad de Prospectiva es cuestionada desde su contratación. Cuando recién se hizo la convocatoria de invitación a la construcción de la Política Pública el abanico de preguntas versaban sobre: ¿Por qué el Instituto de Prospectiva de la Universidad del Valle había sido elegido para tal proyecto?, ¿Por qué existiendo organizaciones reconocidas del sector conocedoras del tema, se eligió a Prospectiva que es un agente ajeno al sector? ¿Cuál es la experiencia de Prospectiva en temas de Diversidad Sexual y de Género? ¿Es suficiente con su trayectoria en otros proyectos municipales? y ¿Dónde queda el componente de diversidad dentro de su ejercicio? Estos y muchos otros interrogantes no solo pasaron por la cabeza de los participantes del Diplomado sino también por la de nosotras, que tras la apelación por una explicación que señalara los motivos de la contratación, los argumentos esbozados aún son confusos. Hay varias explicaciones de ello, es decir, de elegir a Prospectiva como la institución más idónea para el proyecto, entre ellas una contradictoria, pues un funcionario de Prospectiva manifestó que, en primer lugar, se hizo la convocatoria a diferentes universidades como la Universidad Icesi, Autónoma de Occidente y la Universidad del Valle. Tras, el respectivo análisis de las propuestas se eligió a la Universidad del Valle y su Instituto Prospectiva por su experiencia, éxito y competitividad en la formulación de políticas públicas. Sin embargo, en otro momento de la entrevista no encontramos con otros pronunciamientos: “sé que hay un concepto que se llama la autonomía administrativa que como tal la Secretaria de desarrollo territorial, sé que hizo una invitación a diferentes universidades de la ciudad y la propuesta que más cercana en términos de idoneidad, de costo y de cobertura social fue la de la Universidad del Valle, hasta ahí te puedo decir que es lo que yo sé. Digamos que la Universidad del Valle ha tenido un trabajo con el sector LGBTI ha sido amplio porque la Universidad del Valle es como una mano que tiene varios dedos 40

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tiene diferentes institutos de psicología, de género, de comunicaciones y el de Prospectiva, que es el encargado de agendar agendas de políticas públicas. Entonces con esa combinación uno ve una institución como la universidad del Valle, ve una institución de 65 años de reconocimiento nacional e internacional, creo que fueron esos los valores tenidos en cuenta para asignar un convenio interadministrativo, que es Estado contratando Estado, lo cual daba una garantía de transparencia y de manejo” (Entrevista a “Víctor” funcionario de Prospectiva, 18 noviembre de 2013).

Ello se contrasta con la manifestación de otro de los miembros de Prospectiva, Hebert Pérez, miembro del comité académico, gay e impulsor del Diplomado, quien nos explicó la contratación de la siguiente manera: “Yo supe a principios de año que la Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar Social estaba buscando un proceso de política pública con la comunidad LGBTI, eso lo supe y luego quedó en silencio y luego me llamaron a ser parte del equipo. Ahí me di cuenta que había sido asignado al Instituto de Prospectiva, Innovación y Gestión y entonces hasta allí. Después de que han surgido toda esta serie de cuestionamientos por parte de algunas personas de la población LGBTI de Cali, de qué se hizo, de qué no, es un contrato administrativo, eso significa que es hecho a dedo. Un Contrato Interadministrativo es diferente a una licitación pública, en la cual se cumple un proceso, se licita y vienen aquellas personas que creen que pueden hacer eso, se presentan una serie de documentos que cumplan los requerimientos de la licitación, pues esperan que hagan el comité evaluador y decidan, no hubo una convocatoria… Pues si fue un contrato interadministrativo no creo que haya habido una convocatoria, entonces la segunda parte, en el contrato interadministrativo, la Universidad del Valle es idónea en muchas cosas, igual que el Icesi. Ellos tienen muchos contratos interadministrativos, entonces las empresas, el sector publico los buscan. Si legalmente yo no quiero hacer licitación y soy parte del sector público, yo tengo esta opción porque yo sé de su idoneidad para irme con usted pero yo le pido inicialmente una propuesta técnica, se cumplen una serie de requisitos, si cumple eso ya entra a trabajar. Eso va y viene, no es de un día para el otro, toma su tiempo y es también un proceso”. (Entrevista a Herbert Pérez, 18 noviembre 2013).

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Por otro lado, el profesor Andrés Felipe Castelar nos expresó: Hacen una convocatoria diplomado para crear la política pública municipal, a las dos semanas sale otro correo invitando a un ejercicio parecido pero departamental, de la cual aparentemente los lineamientos ya están hechos y están aprobados. (…) Se empezaron a hacer las reuniones de los diplomados con una agenda que en la cabeza de Prospectiva, era una agenda buena para empezar a producir los insumos de esas políticas públicas. [Pero] (…) era una agenda que ya existía, que no se revisó, una agenda en la que quienes la propusieron pensaron que era lo más útil para ustedes. (…) [Considero que se] ha tratado de hacer bien, me parece que el contrato con la universidad, pues contrato con quien tenía que contratar, el asunto de legitimidad es otro(…) Finalmente el Instituto de Prospectiva es un mercenario ¿si? Hacen el contrato porque además son el único que pueden contratar, porque ya han participado en otras formación de políticas públicas y yo no sé cómo les haya ido a ellos en la convocatoria, Yo no sé si ellos le escribieron a ellos y les dijeron que no (Entrevista Andrés Felipe Castelar, 12 octubre 2013)

Nos encontramos así, con la opinión de un funcionario de Prospectiva, Herbert Pérez, la Revista Ambición y Andrés Felipe Castelar, cuatro posturas diferentes que dejan un variopinto número de posibilidades para la formulación de la política pública local. El primero de ellos plantea que si bien hay una experticia en cuanto a conocimiento de realidades del sector y diferentes procesos con el mismo, las organizaciones caleñas LGBTI no están suficientemente capacitadas para dirigir un proyecto de tal talante. El segundo de ellos expresa que Prospectiva se ha ganado una distinción por la magnitud de proyectos ejecutados anteriormente y por las políticas públicas que ha direccionado, evaluado y fortalecido, aunque apunta falencias en cuanto a la profundidad y conocimiento que posee el Instituto sobre el tema LGBTI. Revista Ambición da fe de la capacidad de las diferentes organizaciones para hacer frente a la formulación de la Política Pública local, las cuales a través de una sinergia temporal lograrían dirigir el proyecto. Y finalmente, si bien Castelar reconoce el trabajo de Prospectiva y lo identifica como una institución apropiada para el proyecto también critica sus falencias durante el proceso de la formulación. De este modo, persiste la crítica y la pregunta sobre quién debería -o debió haberse encargado de-

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ejecutar el proyecto, pues si bien la metodología de la formulación de la Política Pública local intentó albergar un carácter participativo, la realidad es otra. La metodología presenta una serie de incongruencias y problemas en su desarrollo debido a las inconformidades presentadas por los asistentes, que causaron un giro en la implementación de la misma. En el papel, la metodología contenía la aplicación de actividades tipo seminario-taller, que propiciaran un proceso de aprendizaje a través de las experiencias de los participantes, sumado al componente académico que suponían las clases del diplomado. Inicialmente los sábados y domingos de agosto y septiembre no fueron más que clases presenciales en donde se dictó un recorrido histórico de lo lgbtesco, las identidades de género, orientaciones sexuales y la fatigosa explicación de qué es ser gay/lesbiana/trans para cada uno de los asistentes del diplomado a sus compañeros heterosexuales. “Las personas que iban lo tomaban como una clase, dejen hablar al profesor, las preguntas al final, el refrigerio, profe que pena llegue tarde ¿Cuál es la tarea? (…) [Luego ellos] dijeron: vamos a hacer un proceso participativo, vamos a hacer un proceso consensuado entonces los asuntos de forma no se ven: ya nos van a habilitar el blog, nosotros les vamos a dar las actas ¿y eso dónde está? Dieron un papayaso para que inmediatamente empezaran a mostrar que ellos decían que iban a ser un proceso incluyente y lo incumplieron. Entonces lentamente se empezó a hacer el ejercicio de resistencia” (Entrevista a Andrés Felipe Castelar, 12 octubre 2013).

Una vez se empezó a desarrollar la metodología participativa, se observó un alto nivel de participación de los asistentes, quienes incluso se extendían en sus intervenciones y generaban mayor discusión, que en algunos casos dieron como resultado enfrentamiento de posturas y alegatos entre los mismos. Sin embargo, dichas intervenciones en muchas ocasiones fueron pasadas por alto, y más que un proceso de aprendizaje conjunto, se convirtió en un proceso renuente al cambio que supuso a largo plazo la deserción de muchos miembros del Diplomado. Lo anterior se vio expresado en situaciones como las propuestas de cancelación del contrato por parte de la Secretaría a Prospectiva, cambios de dinámicas del Diplomado como la suspensión del mismo durante dos sábados consecutivos, reconsideración de los lineamientos y del ente ejecutor del proceso, separación Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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de las mesas respecto al diplomado y a la formulación de la política (este último si se efectuó), de ahí que Revista Ambición diera cuenta de la falta de interés de la institución por la inclusión de otros puntos de vista dentro del proceso, ante una actitud de negación por parte de uno de los integrantes de Prospectiva, quien tras indagar sobre la opinión a algunos participantes de las mesas sobre el afiche destinado a la difusión de la política, rechazó las propuestas y sugirió que el afiche no estaba presto a modificaciones. “El Diplomado que ellos planteaban era supuestamente participativo, pero su concepto de participativo era ponerte a hacer su trabajo de campo-se hace así, háganlo ustedes- Ellos pretendían que vos tuvieras que generar unos insumos, salir a la calle a hacer investigación para ellos. A fin de recoger sus propios insumos para hacer un producto, ni siquiera para generar un proceso” (Entrevista a Representante de la Revista Ambición, 17 de noviembre 2013).

En el caso de la participación en las mesas de trabajo, el número de estos fue muy reducido, pues aproximadamente solo diez personas participan, “representan” y discuten sobre las once temáticas y las siete mesas de: cultura, deporte, empleo, educación, competencias ciudadanas, salud y justicia. No obstante, la caída de la asistencia en los dos espacios se debió a: las inconformidades por la contratación, falencias de Prospectiva en el trato y lenguaje necesario para referirse a la población, desinterés del Instituto por ahondar en las vivencias que pretendían incluir en su metodología inicial, el horario, las condiciones de trabajo, el espacio, que en ocasiones se delimitaba en zonas alejadas de la universidad, la dinámica de las actividades, la falta de inclusión de otras perspectivas, comentarios y propuestas diferentes al de la institucionalidad y finalmente, la apatía e indiferencia de organizaciones relevantes del sector argumentando una postura crítica y deslegitimadora del proceso. Teniendo lugar divergencias entre las organizaciones y activistas, acentuadas en una insistente negativa de ceder a cambios por parte de Prospectiva y de la Secretaría de Desarrollo Territorial y Bienestar Social, que posiblemente se quedan en la invitación participativa del ejercicio y no trascienden a la implementación y evaluación de las propuestas para reorientar la formulación de la política pública local. En dicho proceso, diferentes actores dieron origen al Ala Disidente o el Grupo de las Nueve, que se autodefine como 44

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“una tendencia autónoma de Organizaciones, Liderazgos, Líderes, Lideresas, Activistas, Base Social, Organizaciones y Defensores de Derechos Humanos LGBT de Cali. Es una voz y movilización social que ejerce el derecho a la oposición consagrado en la Constitución Política de Colombia y hace resistencia civil evidenciando las falencias, mala planificación, abordaje y lógicas perversas para el diseño, formulación, construcción e implementación de la política pública LGBT en Cali” (Grupo de las Nueve, 2013). Las fuertes críticas de este grupo se convirtieron en una traba, poniendo en entre dicho una vez tras otra el accionar de Prospectiva. Los comentarios hechos por este grupo fueron omitidos o refutados, a veces de manera reacia y cuestionable. Se debe reconocer que en algunas ocasiones el grupo hizo una participación agresiva, sin embargo, gran parte de sus críticas concordaban con el comportamiento y el desarrollo del proceso por parte de Prospectiva. Este grupo le dio un giro completo al Diplomado porque condujo a Prospectiva a esforzarse por recuperar su escenario y legitimidad dentro del proceso. Hicieron aflorar una serie de interrogantes como: ¿Son estas las personas, las encargadas de formular la política para personas tan sensibles y demandantes como lo es la comunidad/sector LGBTI? ¿Qué se debe esperar del proceso? sumado a que con la extensión de las discusiones, contratiempos, mala logística ¿En realidad, resultará siendo un proceso exitoso? ¿Será suficiente el tiempo para formular la política pública? Y si se logra ¿Luego, qué? ¿Quién se va encargar de liderarla y hacerla cumplir? Bajo un contexto en el que el seguimiento del tiempo señalado para su consecución, se convierte en un imperativo directo que condiciona el proceso. Las mesas tomaron aproxidamente un mes en labores para construir la política pública. Como ya se mencionó, son alrededor de diez personas que las conforman, las cuales no se encuentran claramente definidas. Para este objetivo todos se reúnen en un mismo salón, en el que no se establece un orden en las intervenciones y no se desarrollan dinámicas que permitan escucharse atentamente entre sí. Uno de los fragmentos de los diarios de campo así lo confirman: [Según el correo, la gente estaba citada para las 5:00 pm. El lugar en el que se celebraban las reuniones de estas mesas quedaba en uno de los lugares más recónditos de la Universidad, el antiguo Colegio de Las Marianitas. En efecto, estuve en el lugar a las 5:00 en punto y sólo se encontraba la persona encargada de registrar los nombres en cada sesión, tanto las del Diplomado Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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como las de las Mesas. Alrededor de las 5:20 observé a algunos funcionarios del Instituto Prospectiva tomando un refrigerio en la cafetería. Se tenían destinados alrededor de cuatro salones señalados con letreros que indicaba si correspondía al escenario de educación, empleo, justicia, etc. Cuando regresé, el saldo de los asistentes lo conformábamos una persona del sector y yo. Esta persona eventualmente hacía comentarios sobre la poca asistencia pero ninguno de los funcionarios se percató de escucharla. El salón lo constituían 40 sillas, ubicadas paralelamente una de la otra, como en un salón de clases, diferente de lo que yo esperaba ver de unas mesas de trabajo. Alrededor de las 5:40 había 12 personas, de las cuales más de la mitad eran representantes y funcionarios del Instituto Prospectiva, pero aún no se daba inicio. Mientras tanto, algunas personas hablaban separadamente, los funcionarios de Prospectiva coordinaban la logística, organizaban los cables para la proyección y la única persona del sector leía en su puesto atentamente un documento que contenía un mapa conceptual titulado “Árbol del Problema”. En ese momento llegaron tres mujeres Trans y dos personas pertenecientes a la comunidad gay, uno de ellos era ciego. Se inició la reunión con la presentación del nuevo monitor encargado de registrar los datos de todos, donde manifestó que estaba encantado de trabajar con el sector, pero muy apenado declaró su orientación heterosexual. Creo que eso sobraba, teniendo en cuenta que se llevaba casi una hora de retraso. Después de esto, se empezó haciendo un recuento de la anterior cita, señalándose además que la Mesa de Deporte y de Vivienda no había aportado nada. Ante esto, se procedió a aprobar la agenda para ese día. En esta tarea Prospectiva no muestra una diapositiva con el orden del día, sólo lo comenta, dificultándoseles a los presentes recordarlo, y así se aprueba el orden del día, alguien del sector dice irónicamente “si querido profesor”. Después de esto uno de los funcionarios procedió a leer el acta basada en la reunión anterior. La lectura se le hizo eterna al grupo de asistentes, pues esta registraba cada unas de las intervenciones de los participantes, especificando con citas textuales, aunque se escuchara una voz de una de las personas del sector negando lo que ahí se señalaba de sus palabras. El acta parecía contener meros registros de palabras y no apuntalaba un marco lógico y de coherencia que lográramos discernir como oyentes. Al terminar la lectura, la mujer Trans que generalmente se tomaba la vocería apuntó comentarios y recomendaciones sobre la misma- “eso debe recoger todo, se nota que eso es copypaste de lo que yo le mandé, no se ve el interés porque un acta es la constancia de un proceso legal y el acta es la garantía que 46

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nos sostiene a nosotras como asistentes- concluye diciendo –“Créanme que no es mi interés boicotear. Pero esta acta está perdida. Exijo respeto con la poca gente que está aquí sentada”, después de esto ella se hizo afuera del salón para calmarse y fumarse un cigarrillo. La mayoría de los asistentes estuvieron de acuerdo con esto y el acta no fue aprobada, sumado a que la persona gay ciega, le hizo una aclaración sobre el contenido del lenguaje en su discurso, pues según él actualmente ya no debe decirse personas en condición de discapacidad, sino que deben referenciarse solamente como discapacitadas. Seguidamente Prospectiva presenta una revisión sobre las políticas públicas y afirma que la base esencial de la misma debe ser la cultura. Después de esta intervención el debate se fue alargando, mientras que las mujeres Trans que se había tomado la vocería comentaba “¿Esto es una recocha? Debería haber un mejor manejo del moderador. ¡Quiero ver inclusión en todo! Voy a estar pendiente y meterle la cancha a esto” ]

Observamos que en este escenario se presentaban más mujeres Trans que en Diplomado. Una de ellas tomaba la vocería muy vehementemente. Había personas que nunca se encontraban en el Diplomado y estaban participando en las mesas, como una persona discapacitada. Todos hablaban y opinaban sobre la política pública, pero cada intervención de los participantes era “acomodada” a la interpretación de uno de los miembros de Prospectiva, el cual no lograba tener un lenguaje asertivo y una actitud incluyente. Al parecer, ya se contaban con directrices, las cuales se encontraban representadas en un árbol de ideas, en el que se exponían los puntos que debían ser desarrollados. Nos pareció que paradójicamente, al ser tan pocas sesiones, el árbol ya trazaba una línea definitoria que daba cuenta de un proceso en el que se definían las prioridades de la población. La forma en que se abordaban los temas era un poco apresurado, claramente cuatro reuniones para hablar de siete mesas de trabajo con once temáticas, resultaba comprometedor, lo que no permitía abordar con profundidad los temas, teniendo en cuenta la prioridad que Hebert Pérez recalcaba sobre los asuntos de salud, incluidos en el Plan Decenal y justicia. El tema de justicia en una de las mesas en las que participamos se trató muy superficialmente, y por contratiempos se pasó a otro tema sin mayor discusión, los únicos aportes importes se hicieron por parte una activista mujer Trans que manifestó la necesidad de su población por un debido proceso y respeto a sus derechos. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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El interés de Prospectiva de presentar la cultura como el eje articulador de la política pública, parece quedarse en la mención. A pesar de que se presentó sobre la mesa la preocupación por informar a la comunidad en general de la política pública, de ejecutar acciones efectivas que intentaran socavar de raíz la homogeneización y estigmatización imbricada en la sociedad caleña, sus funcionarios no demostraron el interés de apropiarse del discurso, pues jocosamente uno de los funcionarios que cuenta con más responsabilidades dentro del contrato, al terminar una de las sesiones nos expresaba “así estas locas pelean” con el propósito posiblemente de contextualizarnos sobre lo que ocurría, de ahí que sean continuamente cuestionados. Por otro lado, la consecución de las labores de las mesas las lideraban personas del sector mismo, los contactos, las reuniones y lugares de encuentro corrían por cuenta de sus espacios libres entre la semana, las mesas de deporte y vivienda no lograron reunirse por fallas en la logística y comunicación entre los pares, pero esas fallas nunca se identificaron por parte de la institucionalidad, que contaba con una base de datos de todos los asistentes. Tal y como lo mencionó el representante de la Revista Ambición, las mesas se pensaron como un proceso a través del cual cada grupo correspondiente a ciertas mesas trabajara para reunir la información necesaria para los insumos, lo cual nunca dio resultado, empezando por la falta de comunicación entre los mismos participantes y la entidad y ellos, seguido del reducido grupo de personas participantes del proceso seguido de la imposibilidad de que los mismos participantes hicieran su propio trabajo de campo, teniendo en cuenta sus respectivas ocupaciones e intereses. Las mesas concluyeron antes que el Diplomado y según algunos de los últimos y pocos asistentes, las reuniones al final se tornaron agresivas y terminaron en fuertes discusiones. Muy poco se sabe de en qué terminaron las mesas de trabajo, debido en primera instancia, al reducido número de asistentes y probablemente, a que estos últimos solo lo recuerden con aversión por lo sucedido el último día, mientras que otros lo pasan por alto y fingen que nada paso. El resultado de todo, es la nulidad del Acuerdo que ya no alcanza a ser aprobado para este año y que poco se revisó. Fue enviado a todos los asistentes faltando pocos días para el cierre de las correcciones y las cosas quedaron tal y como se estipuló en el documento. La duda que nos queda es si realmente el documento es producto de todo el proceso, esto teniendo en cuenta lo caóticas que fueron tanto las mesas como algunas sesiones del diplomado y los desacuerdos entre las partes. 48

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Es claro que hay un interés por parte de la alcaldía de desarrollar una política pública para el sector, y que esto se ha ido desarrollando gracias a la labor de la Secretaría de Bienestar Social y Desarrollo, que francamente independientemente de los tropiezos, la entidad como tal ha dado la cara y ha tenido el interes en la formulación pero en efecto, “eso no indica que puede hacer una política pública a la carrera sencillamente porque se le viene la ley de garantías y necesitan sacar ese proceso. Supongo que dijeron- O firmamos el proyecto ahora o se nos congela por la ley de garantías y ya no vamos a poder sacar esa platica y ese resultado (punto a favor dela oficina pues hicieron el proceso) rapidito sacamos esto con Prospectiva” (Entrevista a Representante de la Revista Ambición, 17 de noviembre 2013). Conclusiones A lo largo de los tres meses, el proceso de la formulación de la política pública LGBT local estuvo agitado por debates sobre la legitimidad de los actores de la contratación, aparición de intereses contrapuestos entre personas del sector, ausencia de las organizaciones más representativas y sesiones de clase descontextualizadas de la realidad de un sector demandante, el cual se hizo poco partícipe dentro de las reglas de juego. Podríamos decir que contrario a lo que se pretendió inicialmente, una política incluyente con enfoque diferencial, de carácter bottom up si se quiere pensar, junto a un Diplomado de puertas abiertas, el resultado fue una política pública de carácter tradicional y tecnocrático top down que tiene un componente de exclusión, por ser un proceso vertical. En este caso, Prospectiva actúa como el funcionario que tiene que cumplir con unas metas, un contrato, sin tener serias consideraciones acerca de la comunidad, sin entender a profundidad el problema que se supone van a solucionar. Esto se debe a que han omitido ciertas realidades del sector/comunidad con la que están trabajando, hecho que se manifiesta en las actitudes y comentarios hechos por algunos miembros de Prospectiva que pretendieron trabajar con las pocas personas que hacían parte del Diplomado y las mesas de trabajo y prescindieron de la búsqueda de una solución a la falta de participación por parte de la comunidad LGBTI. Ello también es resultado de la ausencia de una participación de la población “que le de vida al proyecto y la lleve más allá del papel” (Arroyave, 2011:97). Hecho que podría explicarse con el desgaste de los asistentes del Diplomado y las Mesas Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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para la construcción de la política pública, tanto por continuas fallas de la institucionalidad como por la falta de articulación entre los miembros del sector, que constantemente deben moverse en la compleja distinción entre la reivindicación de sus derechos y la asunción de responsabilidades como ciudadano. Un proceso democrático y participativo debe velar por la constante legitimación de los involucrados en acciones como la efectiva transmisión de la información, alternativas de solución, actitudes más receptivas hacia la población, aclaración de las posibilidades y sensatez de cumplir con la agenda consensuada. Sin embargo, se observó que hay una carencia en la persuasión, comunicación y confianza entre los actores implicados. La articulación de las demandas con las herramientas que tiene el gobierno para generar la política no se ha dado y contrario a lo esperado, el resultado hasta ahora es la incertidumbre, el rechazo, un proceso con muchas trabas y disgustos que posiblemente no se concluya en tres meses como se esperaba. Tiempo que consideramos corto, comparado con la construcción de otras políticas públicas y mucho más teniendo en cuenta las complicaciones en términos de participación ya mencionados, sumado a que la política pública tiene miras hacia diez años de acciones locales en pro de la comunidad LGBT. Por otro lado, la usual agresividad del sector, se debe en parte a la experiencia histórica de rechazo y vulneración de sus derechos y a la precaria reflexión que se hace sobre él, pues los estereotipos refuerzan imaginarios monolíticos de homogeneización que nos sucumbe en un velo de ignorancia. Aún así, es importante anotar que en un proceso tan complejo y crucial, ese tipo de comportamientos alteran significativamente el proceso e incluso lo complican, por ello no debe ser visto como justificado necesariamente. Hay un compromiso implícito dentro de lo anterior y es el esclarecimiento de los derechos y deberes de la comunidad LGBT, una delgada línea en donde los derechos deben ser exigidos de manera activa pero no agreste y los deberes deben estar en concordancia con el discurso de inclusión que estas personas promulgan hacia personas heterosexuales, con identidad fluida o cualquiera diferente a ellos y ellas. También hay un compromiso por parte del gobierno local que debe hacer frente a uno de los desafíos más grandes de las mesas, la cultura conjunta a las campañas de sensibilización y educación que contribuirían a la consecución de una ciudadanía más inclusiva, respetuosa, consciente de sus derechos y deberes y responsable con el resto de la sociedad. De manera que, avanzar 50

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hacia una política pública más efectiva supondría dar paso a una ciudadanía y a una cultura de participación junto a un involucramiento y seguimiento más cercano por parte de los actores estatales interesados en la política pública. Lo cual debe contrarrestar y contribuir a dar fin a la “injerencia de los actores políticos y sus intereses particulares que vician la formulación de las políticas y las decisiones públicas, desconociendo las prioridades en relación con el bienestar social de los ciudadanos, a los cuales se debería dirigir las políticas públicas” (Mejía, 2012:156). De igual forma, no pretendemos afirmar que el Instituto Prospectiva no sea una institución idónea para la formulación de ésta política pública; sin embargo, concordamos con algunos entrevistados y participantes de la política a cerca de la importancia de incluir organizaciones que conocen del tema en la formulación de la política, la sinergia entre las organizaciones, líderes, liderezas, activistas, también junto a Prospectiva, pues daría resultado a una política pública mucho más inclusiva, que tuviera en cuenta las verdaderas necesidades de la población, atendiéndolos desde la raíz con la experticia de los participantes. Como lo señalaba uno de nuestros entrevistado: “El Estado habla un solo idioma que es el idioma de la ciudadanía y esa es una de las cosas que ellos no han logrado entender. Pero de cierta manera lo entienden porque también se han prestado a esos procesos. Por ejemplo ustedes ven que los lineamientos que se hicieron son muy interesantes, son textos académicos gigantes, una producción intelectual envidiable (…) pero al tratar de poner en números el sufrimiento de las mujeres Trans (...) al hacer esa traducción fallan, porque el Estado no está interesado, porque perdería su esencia en decir: venga a usted yo le doy un trato diferencial” (Entrevista a Andrés Felipe Castelar, 12 de Octubre 2013)

El proceso hubiera podido ser ameno si en vez de confrontarse unos a otros, se hubiera establecido una alianza, un espacio de diálogo, deliberativo-pero no en exceso, más democrático que permitiera abordar las diferentes temáticas sin tener que preocuparse por la representatividad. Que a su vez permitiera a los funcionarios entender las problemáticas del sector, pero a manera complementaria de un extenso trabajo de campo que se ocupara de ello, expresado en insumos de las mesas de trabajo, pues en realidad fallaron a la

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hora de recoger los insumos suficientes y traducir las demandas sociales en unos inputs entendibles y procesables para el Estado. El Instituto Prospectiva tuvo muchas dificultades durante el proceso, debió preparar un equipo que le garantizara a la entidad un mejor manejo del tema LGBT, el cual en su totalidad estuviera realmente dispuesto a lidiar con la sensibilidad del grupo en cuestión, sus demandas, críticas, para evitar el tipo de comentarios groseros y actitudes hostiles que dieron origen a los roces y problemas tanto en el Diplomado como en las mesas de trabajo. Dicho conocimiento previo habría sido un pilar para la consolidación de lazos de confianza, horizontalidad del proceso, entendimiento entre las partes, consenso y se pudo haber evitado el intercambio indistintamente del título de la política entre Política pública LGBTI, Política pública de Diversidad Sexual y de Género y Política pública para personas en Condición de Diversidad Sexual y de Género. De ahí que, el nombre de la política debería ser reconsiderado, teniendo en cuenta las implicaciones que tiene el uso de la palabra condición para referenciar a una población en especial. Ante el Estado esta población resulta estar en una posición de víctima, vulnerabilidad y minoría, que en parte ha sido producto de las acciones de la misma población, no obstante, esta no debe constituir la razón de uso del término condición dentro de la formulación de la política pública, incluso se predispone el proyecto, donde las personas probablemente serán tratadas como personas inferiores y/o enfermas. Otro punto a tener consideración es la incidencia que ha tenido la voz de los hombres homosexuales tanto en el Diplomado como en las mesas, y de las mujeres trans especialmente en las mesas de trabajo. Contradictoriamente las personas que más asistieron al diplomado eran mujeres, heterosexuales además, pero los que más participaban eran hombres homosexuales, y solo había entre dos o tres mujeres trans. Nos preguntamos qué pasó con las mujeres lesbianas, personas bisexuales, hombres trans y ni hablar de los intersexuales, de quienes nunca tuvimos conocimiento en todo el proceso del Diplomado, y por qué razón en las mesas personas como Andrea y otras dos mujeres trans si registraban mayor participación. Finalmente, encontramos la trascendencia de una efectiva divulgación de la información política pública, no solo por parte de Prospectiva sino también por parte de la Secretaría. El formato virtual de la información no basta, también otro tipo de pronunciamientos 52

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contribuirían en otorgarle legitimación al proceso, como la generación de espacios de integración, que pudieron evitar contratiempos y complicaciones iniciales. De igual forma, el tipo de difusión que se lleve a cabo con la política debería ser aprobada por quienes hicieron parte del proceso y no de funcionarios desentendidos sobre la definición de una identidad de género y/o una orientación sexual diversa.8 El Plan de Acuerdo que se logre establecer en los próximos días deberá afrontarse a la aprobación del Concejo, donde probablemente se desarrollarán modificaciones, luego gran parte del proceso podría perderse, pues en la última reunión de las mesas, desistieron varias personas del proceso y manifestaron tomar medidas correctivas, reduciéndose aún más la cantidad de personas encargadas de concretar la formulación de la política pública local, lo cual resulta ser un panorama desolador para las personas del sector y para una política pública “bottom up”. Esta política pública probablemente solo siga el modelo tradicional tecnocrático y finalmente termine siendo formulada por los especialistas en políticas públicas, omita las necesidades de la comunidad y no resuelva el problema a profundidad, se convierta en un proceso vertical, donde la participación termine siendo mínima y la articulación precaria. “Si no se hace nada van a sacar lo que se les venga en gana, van a sacar una copia de lo de Buga, Bogotá y de lo del valle, recopilación de eso, que en ninguno se está implementando, pero Bogotá es otra realidad. En el peor de los casos la sacan. Si las cosas están ahí se pueden utilizar, pero que hayan sido bien elaboradas. Yo estoy descalificándola ya, el proceso no ha sido el correcto va a seguir siendo una política de pacotilla. Tenerla escrita y que la secretarias responsables de todo eso la dejen pasar” (Entrevista a Representante de Revista Ambición, 17 de noviembre de 2013).

8 “Cuando ha circulado lo que paso en cada mesa? Ni siquiera pudieron sacar varias mesas porque no había la suficiente gente que aportara a este proceso. No hay una comunicación real. Si se hace un proceso, se hace un acta, de esa acta es que salen los insumos. Esa acta se debe circularla entre todos los participantes y las otras personas que puedan interesarles y decir- esto fue lo que se dijo-. Pero si sencillamente se formula un documento aparte, en privado, no se está haciendo un proceso público. Están acomodando la información como se les antoja. No hay una base real de lo que están haciendo ¿Por qué tengo que mandar correos cerrados, con copia oculta y no permiten que vos des tu opinión abierta sobre lo que te están mandando? No tiene lógica. Yo necesito conocer la opinión de los demás para poderla refutar o para darle la razón. Se supone que desde la primera reunión de todos íbamos a aportar, cada uno en su casa -sino podía ir-, tenía que reconocer lo que se iba a aportar, nunca llegaba nada” (Entrevista a Representante de Revista Ambición, 17 de noviembre de 2013) Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Prospectiva debió haber estado en la capacidad de darle un giro a su accionar para ganarse la confianza de los participantes de la política y generar un espacio de mediación mucho más ameno, no utilizar modelos de política pública y adicionarle los componentes necesarios para diseñar una “nueva” política pública con el componente de diversidad sexual y de género. Hoy probablemente ya sea muy tarde para generar los cambios necesarios. Y quien sabe que logre llegar al Concejo, si llega a ser aprobada es probable que sea recortada, aún si no logra ser una política diseñada para las necesidades del sector, carente de legitimidad, porque no fue realizada por ell@s mism@s, entre otros. La responsabilidad de una política exitosa o no, no reside sobre algún actor en particular, Prospectiva como contratista habrá cumplido sus objetivos del contrato, entregará sus productos a la Secretaría y cobrará. Los asistentes tendrán sus diplomas, otros se quedaran con la intriga de qué pasara con el proceso y sus criticas habrán hecho algún efecto, las mesas resolverán la mitad o ni siquiera la mitad de las necesidades del sector, y la tarea de velar por su cumplimiento no encuentra directos responsables. Referencias Agarrones por política pública de la comunidad Lgtbi en Cali (2013,9 de Octubre) El Tiempo. Recuperado de http://goo.gl/LUCnwB Alcaldía Mayor de Bogotá (2011) Balances y perspectivas: Política Pública para la Garantía Plena de los Derechos de las Personas Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas -LGBT- y sobre Identidades de Género y Orientaciones Sexuales en el Distrito Capital (pp.1-40) Bogotá:Alcaldía Mayor de Bogotá. Alcaldía municipal de Santiago de Cali (2010). Lineamientos de la Política Pública para población en contexto de Diversidad Sexual y Géneros en el municipio de Santiago de Cali (pp.1-117) Cali: Alcaldía municipal de Santiago de Cali Arroyave, S. (2011) Las políticas públicas en Colombia. Insuficiencias y desafíos.. Revista del Departamento de Ciencia Política. FORUM Nro. 1 Enero – Julio (pp. 1-17) Medellín : Universidad Nacional Buriticá, I. C. (2010) Las Políticas Públicas Mujer y Géneros y LGBT y el caso de las transgeneristas. En La manzana de la discordia, 5(1), pp. 35-43. Bogotá: Universidad Nacional

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Fútbol y racismo: estudio exploratorio en la hinchada del América de Cali Juan Sebatian Castillo Alejandra Zuluaga (juansebastiancastillocastro@gmail.com) (aleja2_06@hotmail.com) Juan José Serrano Rojas (juan.serrano@correo.icesi.edu.co) Artículo corto de investigación recibido el 26/01/2016 y aprobado el 19/05/2016.

Cómo citar este artículo: CASTILLO, Juan Sebastián; ZULUAGA, Alejandra; y SERRANO ROJAS, Juan José (2016). “Fútbol y racismo: estudio exploratorio en la hinchada del América de Cali”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 10, pp. 57-66. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. Resumen Este artículo rastrea la idea del estadio de fútbol como un espacio en el cual las personas impulsivamente se refieren al "Otro", naturalizando el uso de la violencia verbal hacia los adversarios, e incluso contra los mismos jugadores de la hinchada local. Para ello, se propone describir cómo se enmarcan las prácticas y discursos racistas en este escenario deportivo a partir de la observación participativa de seis partidos del América de Cali, tres de ellos jugando de visitante y tres de local. Palabras clave: Fútbol, Racismo, América de Cali, Hinchada, la otredad


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Introducción El fútbol es el deporte que más toca las fibras sentimentales en el mundo. Este reúne a lo largo del año y del mundo la mayor cantidad de espectadores para ir a ver jugar al equipo de su preferencia. Tanto para quienes aman el fútbol, y quienes no, reconocen que el fútbol desborda pasiones, mueve masas y despierta más sentimientos que otros escenarios de la vida pública. En este escenario se enmarca la ciudad de Cali, una ciudad de más de 2 millones de habitantes, y con tres equipos profesionales: América de Cali, el Deportivo Cali y Atlético Fútbol Club.1 Ahora bien, las personas describen el estadio como un lugar donde todos son iguales, afuera quedan las diferencias políticas, sociales y económicas. Parcialmente esto parece real, se puede ejemplificar cuando juega la selección que se “olvidan los problemas nacionales y las diferencias políticas” que tienen al país tan dividido. Cada gol es la oportunidad perfecta para abrazar a la persona que se tiene al lado, sea quien sea. Sin embargo, hay prácticas muy cotidianas que se han ido construyendo y fortaleciendo en el estadio como los discursos racistas. El fútbol se presenta como el escenario perfecto en el cual se está creando una realidad totalmente contradictoria “puede convertirse en fuente de integración social en la lucha contra el racismo (…) o por el contrario, puede ser un medio de la discriminación racial de acuerdo con la filosofía del sistema competitivo que parece en algunos casos incompatible con la inclusión y participación” (González y Jiménez, 2006:69). En el presente texto se plantea la tesis que el estadio se consolida como un espacio en el cual las personas impulsivamente se refieren al Otro. En este espacio, se crea una naturalización del uso de la violencia verbal hacia los adversarios, e incluso contra los mismos jugadores de la hinchada local. Para abordar la anterior tesis, se propone en el presente escrito describir cómo se enmarcan prácticas y discursos racistas en este escenario deportivo. Para lograr la anterior, se describe el marco teórico; luego, se presenta la metodología y la delimitación y, por último, los hallazgos. 1 El Atlético Fútbol Club, otrora Dépor Aguablanca Fútbol Club, intentó modificar su razón social a Dépor Fútbol Club (Dépór FC), pero por pérdida de su reconocimiento deportivo por parte de Coldeportes, a raíz de irregularidades durante el proceso compra de la ficha del Club Real Sincelejo en el 2004 (Tiempo, 2015), tuvo que disitir de ello, para luego cambiar a la que lleva actualmente (El País, 2016). 58

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Marco teórico El tema de estudio nace por dos motivos principales: el primero, por la intención de analizar un espacio que es comúnmente aceptado por una gran mayoría de la población colombiana y del mundo: el fútbol. El segundo respondiendo al llamado que hace Maguirre (2004) citado por González (2006) quien está describiendo que la aproximación científico social a la cuestión del racismo y el deporte es algo escasa y superficial, por ende, se necesita profundizar mucho más tanto a nivel teórico como empírico; ahora bien, se debe aclarar que este llamado ha sido abordado por diferentes autores2 en Europa. Sin embargo, en Colombia es un tema poco abordado, por ende, al asistir frecuentemente era la oportunidad adecuada para aplicar los conocimientos adquiridos en el curso Debates contemporáneos I. Para abordar el análisis de carácter descriptivo, partimos de una de las premisas importantes del texto de Mills (1997) y es que durante muchos años discursos como los del progreso y de la modernización han sido utilizados para justificar la dominación de los blancos. Esta premisa es importante, porque, en cierta medida, en el fútbol está sucediendo algo similar, González (2006) identifica puntos importantes para entender cómo se relaciona lo que está diciendo Mills con el fútbol, y es que las políticas deportivas y culturales están pensadas desde la óptica que es un escenario en el cual las manifestaciones promueven la inclusión social, y se da por hecho que es útil contra la exclusión social, el racismo, la pobreza o la segregación. Él lo identifica como una visión idealizada o políticamente correcta que han creado, pero realmente lo mira como una realidad dialéctica, y que puede ser ese escenario de inclusión y celebración pacífica de la diferencia, o por el contrario, puede ser un medio de discriminación racial en el marco de un deporte tan competitivo. Es decir, el discurso de inclusión que se ha creado alrededor del deporte, particularmente el fútbol, está convirtiéndose en el escenario para que puedan decir es que hay igualdad, se respeta la diferencia porque para eso está pensado el espacio; pero a la vez, se sigue reproduciendo un discurso racista que lo camuflan bajo la anterior premisa. 2 Unesco (2015); González (2006); Lapchick (2005); Raxen (2005) Sage, G.H. (2001) entre otros. Cabe destacar que muchos de los autores sus análisis apuntan a entender cómo se están configurando los racismos y sus formas en el deporte; algunos sí lo han ampliado al campo del fútbol. Pero estos autores dan luz de cómo abordar el presente estudio Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Complementando lo anterior, Rodolfo Muñoz (2009) resalta que por medio del futbol se han estimulado la formación de identidades colectivas, ya que se construyen gracias al vínculo implícito que hay entre los equipos y comunidades. Las cuales se consolidan desde las significaciones y representaciones que tienen las prácticas de los jugadores y de los hinchas –de un mismo equipo– que se integran en los escenarios deportivos. Sin embargo, las dinámicas del futbol son condicionadas por la gran cantidad de dinero y de intereses que confluyen en cada encuentro; hay 3 aportes significativos, el pago realizado por parte de los asistentes a los partidos, el dinero recibido por la contratación de jugadores, y los pagos efectuados por la publicidad a través de la televisión (Muñoz 2009). Razón por la cual, se puede considerar que en el futbol hay una lógica comercial agresiva, que a la vez está acompañada por las dinámicas propias de la competitividad, incluyendo relaciones de poder, que se evidencian de manera más simple en un escenario como el estadio. Puesto que, aquel que resulta ganador obtiene más poder, reafirmando el tipo de pertenencia e identidad, con el color de la camiseta, de una región y de una clase social. De la misma manera, el ganador obtiene una cantidad de recursos significativa para el club (Muñoz 2009). Por ende, es claro que la ideología está presente en el futbol y en el estadio, en donde las dinámicas mencionadas generan choques verbales o físicos, que pueden incluir manifestaciones racistas para deslegitimar al rival, las cuales también pueden ser producto, según Muñoz (2009) del vacío y/o frustración que se produce en los actores por falta del estímulo (ganar) que confirma supremacías y poderes. Por otro lado, organizaciones como la UNESCO (2016) ha descrito tres formas de racismo y discriminación: el racismo impulsivo que son expresiones verbales debido a los sentimientos generados en el aficionado; el segundo, racismo instrumental que es el uso selectivo del racismo y del discurso discriminatorio que no necesita respaldo de una convicción ideológica o creencia; y por último, el racismo institucional entendido como prácticas que no son explicitas pero sí son institucionales. A lo anterior, se le debe añadir el análisis que también hace la UNESCO (2016) para describir un contexto internacional del racismo y el fútbol, por decirlo de alguna manera. Cabe decir que Colombia no es un caso aislado donde se presentan actitudes racistas y discriminatorias. Europa, cuna de la fiebre por la pasión futbolista de las grandes ligas, en los años 70s empezaron a presentar actitudes racistas y xenofóbicas en la sociedad, pero 60

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con la ola de llegada de inmigrantes en los 90, se conformó una composición multicultural en los campos de futbol de los diferentes equipos del viejo continente, suscitando un aumento en los problemas de racismo y discriminación. Por esto, surgen en Europa muchas organizaciones, campañas e iniciativas en contra del racismo, la discriminación y la xenofobia en el futbol y en cambio apostaron por una inclusión e igualdad social mediante este deporte (UNESCO, 2016; 21-22). Desafortunadamente, hoy día estos problemas no se han logrado mitigar del todo en un deporte tan común como lo es el futbol. Además de lo que señala Raxen (2005) que el fútbol se convierte, en ocasiones, en el espacio en que diferentes manifestaciones confluyen. Pese a que se han llevado a cabo diferentes pactos para promover un trato más amable y ameno, y permitir que el futbol se convierta en un espacio de disfrute del deporte, siguen existiendo manifestaciones de violencia, intolerancia, racismo y exclusión de algunos grupos. Metodología y delimitación Ahora bien, para el presente trabajo se apeló a una observación participativa en dos momentos relevantes: el primero, cuando América jugaba de local asistíamos al estadio; y cuando jugaba de visitante cada uno veía el partido en lugares diferentes. Ahora bien, cabe destacar que los comentarios y análisis que se hacen en el presente documento responden a seis partidos observados por los tres investigadores, de ellos tres de visitante y tres de local.3 También se tiene en cuenta nuestra experiencia4 tras ir constantemente al estadio y hacer un ejercicio de memoria con la óptica del presente trabajo. Es importante destacar que en este trabajo no sé está apuntando a afirmar que la hinchada del América de Cali es racista o no lo es, ni tampoco que estamos abordando todas las prácticas y discursos racistas que se dan en el Pascual Guerrero. Nuestro trabajo es exploratorio, para observar cómo está sucediendo esto. Lo anterior, por cuestiones de tiempo y costos, será realizado a partir de la óptica de una sola tribuna –oriental segundo piso y primer piso–, además de tres espacios diferentes cuando 3 De visitante: días 25 de octubre en el Estadio de Armenia; 13 de noviembre en el estadio de Cartagena;20 de noviembre en el estadio de Popayán; de local: 01, 06 y 27 de noviembre en el Pascual Guerrero. Además de los anteriores –que son los de cuadrangulares de ascenso–, también se asistió a la final del torneo águila, el día 10 de diciembre de 2016. 4 Dos de los tres investigadores van constantemente al estadio a ver al América Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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juega de visitante ya que solo somos tres quienes participamos en la investigación. Sin embargo, estamos intentando, de manera muy superficial, aportar al análisis empírico desde lo teórico de cómo se está manifestando en el fútbol colombiano prácticas y discursos racistas, desde la hinchada americana, y atendiendo al llamado de varios escritos de la necesidad de escribir sobre este tema. Hallazgos Observamos que la hinchada en el estadio juega un papel fundamental respecto a la motivación que puede impartir al equipo, o la desconcentración que puede fomentar al equipo contrario. Los mismos clubes y asociaciones de fútbol lo reconocen, de tal manera que en muchas competiciones oficiales, los goles en condición de visitante tienen más valor. ¿Cuál es la relación de las microinteracciones caracterizadas anteriormente y las manifestaciones racistas? durante la observación participante se escuchaba constantemente gritos y reclamos que salían de manera fluida hacia jugadores afrocolombianos que por lo general venían acompañados de palabras denigrantes. Ante lo cual sorprendía, la ausente reacción de los demás espectadores frente a estos comentarios. Ahora bien, ¿por qué se convierte el estadio en un lugar donde no está mal visto ser racista?5 Según Elías y Dunning citados por UNESCO (2015) el fútbol es comparable con la guerra, en cuanto a aquellos instintos agresivos y emocionales que suelen desatarse en esta. No obstante, es claro que en el fútbol solo se busca una dominación temporal del enemigo, y existe una necesidad de menosprecio del oponente que se desarrolla a partir de la violencia verbal, con ánimo de desestabilizar al adversario. Razón por la cual, las expresiones racistas agresivas y denigrantes contra los oponentes salen a flor de piel, sin generar reacciones en los demás asistentes. Asimismo, ver el fútbol como un deporte donde se desatan los impulsos libidinosos, afectivos y emocionales, en cierta medida justifica porque es usual que se presenten expresiones racistas, sin embargo esto no quiere decir, que al nosotros identificar que esta noción se encuentra presente en los partidos del América, estemos negando las graves consecuencias que esto presenta tanto para la sociedad como para el deporte. 5 Esta pregunta parte de que nuestro caso analizado en ningún momento nadie reclamo cuando se hacían insultos hacia las personas afrocolombianas. 62

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Por un lado, observamos y escuchamos que cuando algún jugador afrocolombiano resuelve bien una situación, o hace una jugada difícil de realizar, por lo general se dicen cosas como: “Vamos mi negro”.6 “Bien! mi negro”.7 “Negrito: ¡el gol del ascenso es tuyo!8

No obstante, a diferencia de cuando se hacen comentarios de manera negativa, los comentarios que resaltan las habilidades de un jugador afro, no siempre hacen alusión a su color de piel sino a su apellido u otras referencias. “Borja papasito!” (después de una gran jugada).9 “Bejarano es mucho arquero”.10

Asimismo, hay comentarios que hacen alusión al color de piel pero adicionalmente son acompañados de un insulto, de palabras despectivas, e incluso una de las expresiones más fuertes que se dieron durante los tres partidos, se dio cuando la hinchada imitó los sonidos de un gorila para hacer referencia a un jugador afrocolombiano del equipo rival:

6 Este comentario es constante en todos los partidos analizados en los cuadrangulares de ascenso, es importante resaltar que solo se asistió a los partidos de local, los otros datos recopilados fueron recopilados en la ciudad de Cali en distintos puntos de la ciudad (días 25 de octubre en el Estadio de Armenia; 01, 06 y 27 de noviembre en el Pascual Guerrero; 13 de noviembre en el estadio de Cartagena; 20 de noviembre en el estadio de Popayán). 7 Comentario posterior a que Borja marcara el gol contra Cartagena el 6 de noviembre en el pascual. 8 Comentario dicho antes de que Martínez Borja pateara el penal que le daría el Ascenso al América, en la tribuna de oriental segundo piso, en el Pascual Guerrero, Cali, Valle. 9 Comentario posterior a que Borja hiciera una jugada de calidad contra Cartagena el 6 de noviembre en el pascual. 10 Minuto 92 aproximadamente, cuando América ganaba 2-1 y con ese resultado ascendía. Bejarano la sacó de la línea de meta. 27 de noviembre de 2016, Pascual Guerrero, tribuna de oriental segundo piso. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Negro marica (al rival).11 Ug Ug Ug (como gorila) al jugador de Popayán.12

Por otro lado, de manera similar al estereotipo que menciona Bonilla (2011) respecto a las películas “juegan el papel de “negros mágicos”, negros a los que se les da poder y cuyo trabajo en la trama de una película es ayudar a los blancos a navegar por sus vidas”, así mismo en el futbol hay un estereotipo de que los jugadores afrocolombianos corren más rápido que los demás, tienen habilidad para driblar, regatear y jugar bonito, razón por la cual cuando hacen una jugada mal hecha, se alude a su color de piel para hacer énfasis en que debían hacerlo bien. No obstante, a pesar de que se espera que corran y driblen bien, en el imaginario construido en el futbol, los jugadores afrodescendientes no son buenos para “pensar” sino que sus virtudes radican en el físico, entonces el estereotipo que se tiene implica que sean malos a la hora de definir, o de hacer buenos pases y surgen comentarios como: “Hasta que el América no arme un equipo de 90% blancos no asciende”.13 “Ese negro juega mucho”.14 “América ya no tiene negrito y los que tiene son buenos”.15 “Negro tenía que ser”.16 11 Comentario tras la salida del campo de Popayán a la gramilla del Estadio Pascual Guerrero el 01 de noviembre de 2016. 12 Coreaban cuando el balón lo tenía un jugador afro de Popayán en la gramilla del Estadio Pascual Guerrero el 01 de noviembre de 2016. 13 Comentario escuchado en sitio de comida rápida de Cali, donde transmitieron el partido de Quindío vs América el 25 de octubre en Armenia. 14 Comentario posterior a una jugada de gran calidad de Lucumi –jugador del América–. en la tribuna de oriental segundo piso, en el Pascual Guerrero, Cali, Valle. 15 Momento previo a que iniciara el primer partido de cuadrangulares de ascenso en bienestar universitario en la Universidad Icesi. 16 Frase dicha luego que Bejarano –arquero del América– ocasionara un penal. Comentario escuchado en sitio de comida rápida de Cali, donde transmitieron el partido de Quindío vs. América el 25 de octubre en Armenia. 64

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Fútbol y racismo: estudio exploratorio en la hinchada del América de Cali

Ahora bien, según Bonilla (2011) la gramática racial “normaliza los estándares de la supremacía blanca como estándares para todos tipo de transacciones y eventos sociales”, lo cual en el Estadio se puede ver ejemplificado en aquellos insultos que van dirigidos hacia los jugadores del mismo equipo que se está apoyando. Puesto que si bien hemos hablado que las dinámicas propias del futbol y del estadio, generan en las personas una necesidad de agredir verbal al otro equipo, y bajo este marco surjan o se hagan explicitas expresiones racistas contra el equipo que es concebido como un enemigo, luego estas se hayan normalizado de manera tal que dejan de ser una estrategia para desconcentrar al rival, y se apliquen incluso contra los jugadores del mismo equipo. Conclusiones A manera de cierre, se puede afirmar que, el estadio es un espacio cuyas dinámicas de rivalidad promueven el uso de un lenguaje agresivo hacia el oponente, lo cual en este marco ha generado que se haga uso de expresiones de carácter racista como un insulto, que incluso haya sido normalizado a tal punto que dicha violencia verbal sea usada no solo con los jugadores del equipo rival, sino con el mismo equipo al cual se está apoyando. Ahora bien, esto parece ser un indicio del problema que se presenta cuando –ya sea por rivalidad o por otros factores– en determinado espacio se legitima el uso del racismo, puesto que se va reproduciendo como una conducta normal que tiende a salirse de dicho lugar, y a la vez, el poco cuidado que ha tenido las instituciones colombianas competentes para enfrentar esto. Referencias Bonilla-Silva, E (2012) The invisible weight of whiteness: the racial grammar of everyday life in contemporary America. Ethnic and Racial Studies 35(2): 173-194 González, J & Miménez M. (2006). Fútbol y Racismo: un problema científico y social. International Journal of Sport Science, Vol II. Lapchick, R.E. (2005) “Crime and Athletes. New Racial Stereotypes”, en D. Stanley Eitzen (ed.), Sport in Contemporary Society (pp. 187-198). New York, Worth Publishiers. Mills, C. (1997). The Racial Contract. Editorial Cornell University Press.

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Juan Sebatian Castillo, Alejandra Zuluaga y Juan José Serrano Rojas

Muñoz, R. (2009). “Tarjeta Roja” Fútbol y racismo. La historia de vida del jugador Agustín Delgado y su probable victimización racial. Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Ecuador. Raxen, Informe (2005). Racismo y Violencia Ultra en el Fútbol. Madrid, Movimiento contra la Intolerancia. Redacción de El Tiempo (2015). Enredos entre Real Sincelejo y Dépor por una ficha en la Primera B. En El Tiempo, noviembre 4, 2015. Recuperado desde http://www. eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16421351 Redacción de El País (2016). Atlético Fútbol Club, antes Dépor, ya tiene reconocimiento deportivo. En El País, Marzo 11, 2016. Recuperado desde http://www.elpais.com.co/ deportes/atletico-futbol-club-antes-depor-ya-tiene-reconocimiento-deportivo.html Sage, G.H. (2001) “Racial Inequality and Sport”, en D. Stanley Eitzen (ed.), Sport in Contemporary Society (pp. 275-284). New York, Worth Publishiers. UNESCO (2016). ¿Color? ¿Qué color?, Informe sobre la lucha contra el racismo y la discriminación en el fútbol. Edición: Fundación Santillana

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La configuración de nuevos racismos: relatos y discursos de una comunidad universitaria Natalia Ayala Lenis (nathaliaayalal@gmail.com)

Laura Barona Lame (lauraba_1994@hotmail.com)

Angélica María Contreras Diana Paola Salazar Arana (angelicacontrerasm@hotmail.com) (dianasalazar.1996@gmail.com) Artículo corto de investigación recibido el 06/12/2015 y aprobado el 19/05/2016.

Cómo citar este artículo: AYALA LENIS, Natalia; BARONA LAME, Laura; CONTRERAS, Angélica María ; y SALAZAR ARANA, Diana Paola (2016). “La configuración de nuevos racismos: relatos y discursos de una comunidad universitaria”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 10, pp. 67-75. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. Resumen Este artículo parte de un análisis de entrevistas realizadas en un recinto universitario, de donde se puede observar una reconfiguración del racismo en las prácticas y discurso que se han hido naturalizando a través del lenguaje y comportamientos que dejan en evidencia una clara racionalización de la existencia de la noción de “raza” como esencia de dominación y segregación de diversos grupos sociales, aún al interior de una comunidad universitaria. Palabras claves: Nuevos racismos, comunidad universitaria, relatos, discursos.


Natalia Ayala Lenis, Laura Barona Lame, Angélica María Contreras y Diana Paola Salazar Arana

Introducción La evidencia cotidiana que presenta este ensayo se basó en la realización de entrevistas a cinco personas que hacen parte de una comunidad universitaria.1 En tres de ellas se entrevistaron a una conserje con veinte años de servicio a la universidad; una joven colaboradora de servicios de aseo; y una ayudante de cocina de uno de las cafeterías de la Universidad, todas ellas, mujeres que se reconocían afrodescendientes. Las otras dos entrevistas se realizaron a un estudiante de cuarto semestre de pregrado en Medicina y a un profesor del programa de Química.2 Según Fredrickson (2002), los racismos se configuran a partir de las modificaciones históricas, adquiriendo la capacidad de adaptarse a los cambios de discursos para mantener vigentes las clasificaciones que generan un orden social. En su texto “Racism: a short history”, el autor menciona que la nueva configuración del racismo se da precisamente bajo una ilusión de neo-racismo, como es el claro ejemplo de la sociedad occidental. Es así como en nuestro hemisferio coexisten la discriminación y la desigualdad, bajo un paradigma de sociedad que declara públicamente la libertad y la igualdad humana.3 A partir de los relatos recogidos dentro del recinto universitario, se puede observar cómo desde diferentes lugares, el racismo se está reconfigurando dentro del campus a través de expresiones del lenguaje y del comportamiento que han sido naturalizados, pero con una clara racionalización que da cuenta de la existencia de la noción de “raza” en la Universidad. La palabra “raza”, ha tenido históricamente una importancia significativa en las teorías científicas, las cuales a través de sus discursos, establecen diferencias biológicas acorde a las características físicas de las personas como diferencias sociales entre grupos humanos como referente para la formación de jerarquías, identidades y roles sociales (Hering, 2007; Mosquera Becerra, 2015: 113). Asimismo bajo ese patrón de dominación, se fomenta todo tipo de prácticas exclusorias que terminan acentuando las brechas de bienestar social entre 1 Se omiten nombres y detalles que pueden permitir identificar a los entrevistados por ausencia de un permiso por escrito para ello; no obstante, sí existió consentimientos verbales para el registro de las entrevistas. 2 Ver el estudio de Vanessa Ortiz Piedrahíta (2013), quien también a apartir de entrevistas, indaga sobre las diferencias raciales que percibe un grupo de mujeres universitarias afrodescendiente sobre su cuerpo y apariencia, en relación con el ideal de belleza hegemónico contemporáneo. 3 Principios que generan un escenario que permite que sean las razones culturales e individuales las que explique la desigualdad racial (Mullings, 2013). 68

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las etnias. Es por lo anterior que las prácticas racistas dotan a la idea de “raza” de una flexibilidad para ser un concepto dinámico, polisémico, adaptable y a su vez cambiante con el tiempo (Cadena, 2007). A pesar de esto, sigue permaneciendo la esencia de dominación y segregación de diversos grupos sociales. En la actualidad es comprobable que para los científicos de la genética y de las ciencias sociales, la pigmentación de la piel no determina funciones y comportamientos diferentes del ser humano y que todos formamos parte de la humanidad sin que exista algún grupo superior a otro. Por el contrario, existen estudios que han mostrado la poca fiabilidad de explicar variaciones genéticas a partir de un concepto tan ambiguo como el de raza, por ejemplo, el Doctor en Ciencias Biológicas de la Universidad de La Habana, Antonio Martínez, y la Especialista de II Grado en Medicina General Integral, Invonne Fernández, reconocen un nuevo marco para estudiar las variaciones genéticas a partir de factores históricos, ambientales y sociales, como lo hacen al proponer: La utilidad, precisión y beneficio de analizar las variaciones entre los grupos humanos en términos de variaciones en la frecuencias de sus genes y en su relación con los factores histórico-sociales y culturales, más que a partir del impreciso y obsoleto concepto biológico de raza, el cual interfiere con el estudio objetivo de ciertas enfermedades y no funciona como una herramienta eficiente en la investigación biomédica. El organismo humano está inmerso en un ambiente social cuyas características pueden favorecerlo o limitarlo. Así, un ambiente adverso, caracterizado por situaciones carenciales en la nutrición, la atención médica, la salubridad, etc., unidas a un estado de estrés social, se refleja en el mal estado físico-biológico y de salud de los integrantes de la sociedad (Martínez y Fernández, 2006: 6)

A pesar de estos avances en la forma de analizar e interpretar las diferencias biológicas y genéticas entre los seres humanos, en el gremio de las ciencias de la salud se mantiene la tendencia a hablar de “razas” y no de etnias o culturas, aunque la raza sea un constructo ideológico repleto de inconsistencias y arbitrariedades. En este caso de estudio, se advierten planteamientos en las Facultad de Ciencias Naturales y de Medicina, que reafirman la racionalización de los planteamientos con determinismo biológico. Este es el caso de un profesor vinculado a la Facultad de Ciencias Naturales, quien afirma que: Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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“desde el punto de vista genético, existen diferentes linajes genéticos, fundamentados en los genomas de cada individuo, que dependen del proceso selectivo de la evolución”.

Sin embargo, aunque él aclara que su definición de “raza” no tiene nada que ver con la definición sociológica, sino que se relaciona con un fundamento biológico, desde nuestro punto de vista, retoma la construcción científica de la existencia de “razas” inferiores estableciendo a su vez, jerarquías raciales. Un ejemplo de lo anterior se encuentra en la idea que sostiene el profesor cuando dice que la genética determina las enfermedades a las que una persona está más propenso a adquirir, o que la pigmentación de la piel ayuda a desarrollar cierto tipo de resistencia al sol, pero que “estas son solamente leves diferencias en nuestro linaje genético, las cuales no tienen que ver con la configuración de la sociedad”. Según el profesor, eso ya depende de nuestros propios prejuicios. Estas afirmaciones no son exclusivas del profesor, en la entrevista con un estudiante de medicina de cuarto semestre, se corrobora la existencia de estos discursos en la facultad cuando afirma que: “En lo concierne a profesores y estudiantes de medicina, sí distinguimos que hay diferentes razas y que cada uno tiene un componente genético, y por consiguiente fisiológico, distintos y que debido a eso tienen cierta prevalencia de enfermedades”.

Entre las enfermedades que mencionan, se encuentran la hipertensión, los lunares en los ojos y la tendencia a tener la esclera amarilla. De esta manera es que, en un contexto pos-racial, se legitiman prácticas racistas no intencionales con argumentos que históricamente han justificado la superioridad de las “razas”. A pesar de que no existe una intencionalidad de los entrevistados de generar efectos en la vida social a partir de sus argumentos científicos, la literatura sobre el tema nos dice que no existe racismo sin teorías, las cuales incluyen argumentos que están “racionalizados” por los intelectuales. De forma que, “las teorías del racismo oculto simulan el discurso científico basándose en ‘evidencias’ visibles (de ahí la importancia 70

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fundamental de los estigmas de la raza y, especialmente, de los estigmas corporales)” (Balibar & Wallerstein, 1991: 34). En este sentido, los argumentos científicos en los que se basan los médicos para señalar factores biológicos como criterio de diferenciación racial,4 señalan un aspecto del nuevo racismo en nuestra Universidad, en la que se retorna a la cuestión biológica, donde se elaboran nuevas variantes o se retoman antiguas del “mito” biológico dentro del marco de un racismo cultural (Balibar & Wallerstein, 1991), lo que conlleva a que se acentúen las diferencias entre comunidades. Ahora bien, la idea de “raza” perdura en la sociedad no sólo por causa de los argumentos científicos, sino también debido a los sistemas racializados que a su vez son reforzados por la gramática racial (estereotipos y prejuicios basados en el ideal de la blancura) existente en las estructuras sociales. Esta racialización del cuerpo, que incluye elementos psicológicos, es según Fanon una “epidermización de la raza”, lo cual representa un proceso más profundo y violentamente dañino que el proceso relacionado con los discursos de la diferencia cultural (Barot & Bird, 2001). La racialización permite entender mejor la discriminación racial, creando estados psicológicos y puntos de vista del cuerpo, donde se toman características que son atribuidas a grupos socialmente racializados, destacando aspectos biológicos que distinguen a unos cuerpos de otros por sus rasgos físicos, genéticos, fisiológicos y epidemiológicos –como lo afirmó un estudiante de cuarto semestre de medicina–, que intentan explicar la propensión de ciertas “razas” hacia determinadas enfermedades. Este fenómeno de racialización también se encontró en los discursos recolectados en la Universidad, aunque la mayoría de ellos se enunciaron bajo una negación de la existencia de racismos. En este punto del análisis, es pertinente acudir al concepto de gramática racial y de naturalización del comportamiento racista, como ese aspecto de la dominación que ayuda a normalizar los estándares y discursos de supremacía blanca en la sociedad, ayudando a reproducir el orden racial (Bonilla-Silva, 2012). La especificidad de la gramática racial, es que logra insertarse en el lenguaje de una manera cotidiana, generando lo que Bonilla-Silva (2012) denomina The Invisible Weight of Whiteness. La explicación de la gramática racial 4 En los relatos recogidos, se afirma la proclividad de ciertos grupos de la población –afros en este caso– a padecer de enfermedades específicas, como la hipertensión y la anemia, más que los blancos, como se ve en algunas entrevistas realizadas (a estudiantes de medicina y un profesor), Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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y sus formas de operar, ayudan a dar sentido a las expresiones de Doña C. –trabajadora de una de las cafeterías– quien afirma no tener ningún problema con el apodo que tiene en el trabajo “si me dicen negra pues soy negra, si me dicen bonita pues soy bonita, cuál es el problema”. Contrario a sus afirmaciones, el peso invisible de la blancura sí está reflejado en la vida cotidiana de esta mujer, quien a pesar de la personalidad despreocupada y arrolladora que refleja tener, reconoce que lo único que le molesta de su cuerpo es su “cabello de negra”, el cual debe alizar para “poder que no se le partan las peinetas”. El peso invisible de la blancura también se registra en el relato del estudiante J., quien haciendo un recuento de sus experiencias en la Universidad (durante 5 años), cuenta cómo él y otro estudiante afro fueron víctimas de las acusaciones del personal de mantenimiento de la Universidad. En palabras del estudiante, se afirma que una señora del aseo nos trató mal a mí y a otro compañero que era más oscuro, porque estábamos tomando agua de uno de los carritos y dijo –¡Ahhh váyanse de aquí, por qué se metieron a robar!– y nosotros quedamos perplejos y respondimos –somos estudiantes–. En otro relato, un estudiante recuerda cómo un profesor en clase señaló la presencia de “un negro” (él) como ejemplo de los esfuerzos de inclusión que estaba haciendo la Universidad. Esta tendencia a ver la presencia de personas afrocolombianas como “inclusión” en la Universidad, no sólo genera un peso invisible de la blancura en los estudiantes afro, sino que también muestra la existencia de imaginarios racializados del lugar que ocupan los afrocolombianos en nuestra sociedad. Por esto, según el discurso de otra estudiante, el aumento de presencia de estudiantes afros en la Universidad responde al aumento de las becas, y a la creación del programa ser pilo paga. La aparente “correlación” entre ser afro y provenir de un estrato socioeconómico específico (establecida por esta estudiante), da cuenta de la existencia de unas geografías racializadas y también de una posible jerarquización en las ocupaciones. Este imaginario de jerarquización del trabajo y de diferenciación socioeconómica a partir de patrones “raciales”, encuentra una explicación en la literatura. Por ejemplo, para Quijano (2010) la “raza” es el resultado de la dominación colonial de los europeos y los nativos americanos, estableciendo así relaciones de superioridad a través de las diferencias fenotípicas como el color de la piel. Es así como la pigmentación de la piel toma un rol importante ante la necesidad de diferenciar el “Yo” del “Otro” para el beneficio del 72

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naciente sistema mundo capitalista, el cual favorecería la mercantilización y explotación de la fuerza de trabajo a través del supuesto que el color estaría anclado a una ocupación determinada. Por lo tanto, para él la raza “es el más eficaz instrumento de dominación social inventado en los últimos 500 años” (Quijano, 2010: 183). En los relatos recogidos dentro de la Universidad, la conserje F.(quien ha trabajado durante 20 años en la Universidad), hace algunas distinciones de la composición étnica de las diferentes profesiones que ha visto en la Universidad. Como primer elemento, menciona que es común ver población afrodescendiente laborando en oficios varios, consejería, seguridad y cafeterías, mientras que en las facultades son pocos los profesores afros que ve; al respecto reconoce: “allá por idiomas, en el segundo piso del A, al fondo”. También dice que “en educación continua estuve atendiendo unos profesores que venían con trajes típicos y de afrocolombianidad, pero en el resto de facultades que yo haya visto, no”. Además de la jerarquización de las profesiones con un patrón racial, el concepto de racialización destacado por Barot y Bird (2001), “consiste en formas de relación de poder/conocimiento que se centran en el cuerpo y los procesos de sujeción. Las jerarquías se establecen con referencia a las jerarquías biológicas, higiénicas, culturales y ambientales” (Goldberg en Barot & Bird, 2001: 608-609). En las experiencias de vida de F., el peso de 20 años de profesión han dejado marcas en su salud, generándole tres cirugías reconocidas bajo la ARL, y un evidente agotamiento por el esfuerzo físico y la poca remuneración. La construcción de los cuerpos y las mentes, también aparece en los relatos recogidos en la Universidad bajo la promulgación de una diferenciación a partir de la cultura, las costumbres y las formas de vida. Dentro de esta diferenciación, se registran argumentos en la Universidad con una tendencia a folclorizar el lugar de las comunidades afrocolombianas en nuestra sociedad. Por ejemplo, parte del personal administrativo de la Facultad de Ciencias Naturales, reconoció rápidamente en la entrevista que las comunidades afros se destacan en actividades corporales como la Danza, por una predisposición “natural”. En la cotidianidad de las dinámicas universitarias, las configuraciones del lenguaje que apelan a una imagen estereotipada del lugar de la afrocolombianidad en el país, se ven reflejadas en los espacios de cuenteros semanales dentro del campus. Al respecto, uno Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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de los estudiantes entrevistados, quien se auto-reconoce como afrocolombiano y quien además hace parte del espacio de cuenteros, reconoció que usa constantemente chistes con referencia a los afros como “en esta Universidad no pueden haber más de tres negros en un salón porque se activa la alarma”. Al respecto, afirmó que lo hace no sólo para generar risa, sino porque “en parte es una forma de hacer un llamado de atención sobre la falta de inclusión”. Sobre este mismo tema, otra estudiante afirmó que siempre que va a los espacios de cuentería hay un chiste racista, machista, homofóbico, que genera risa en la gente y que no sabe “hasta qué punto la universidad debe permitirlo”. De acuerdo con la creciente preocupación por la cuestión racial, se han atravesado por cambios importantes a nivel institucional. En este sentido, las dinámicas de la Universidad 15 años atrás, no son las mismas de hoy. La Universidad se ha transformado y las interacciones están cambiando gracias a la sencibilización que han generado los centros de estudio y pensamiento en temas afrodispóricos en la comunidad universitaria.5 Sin embargo, parece que este es un rasgo particular de los centros de estudios de algunas Facultades, pues en otras, principalmente aquellas que se relacionan con las ciencias de la salud, los relatos recogidos para este trabajo registran la continuación de un discurso racista, basado en argumentos biológicos para legitimar la existencia de razas y la tendencia de algunas de ellas hacia enfermedades específicas. Estas justificaciones biológicas, que en palabras de quienes las enuncian no tienen impacto en la vida social, sí coexisten con la racialización de los cuerpos y de las profesiones dentro de la Universidad, generando una consolidación de fenómenos como el neo-racismo, el cual se oculta bajo prácticas y discursos naturalizados, pero con efectos reales en la vida cotidiana de quienes sufren este tipo de discriminación al interior de la Universidad. Referencias Barot, R. & Bird, J. (2001). Racialization: the genealogy and critique of a concept. Ethnic and racial Studies. 24(4), pp.601-618

5 En la entrevista con la señora F., quien cuenta con más de 20 años de experiencia trabajando en la universidad, se enuncia que se advierte este cambio de sencilbilización frente a esto temas a raíz de la existencia de centros que estudien esos temas. 74

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La configuración de nuevos racismos: relatos y discursos de una comunidad universitaria

Balibar, E. & Wallerstein, I. (1991). Chapter 4. Race, Nation and Class. Ambiguous Identities. London: Verso. Bonilla-Silva, E. (2012) The invisible weight of whiteness: the racial grammar of everyday life in contemporary America. Ethnic and Racial Studies, 35(2): 173-194 Cadena, Marisol de la. (2007). Formaciones de indianidad: Articulaciones raciales, mestizaje y nación en América Latina. Colombia: Envión. Fernández & Martínez (2006) ¿Es la raza un criterio útil en la práctica médica? Revista Cubana de Medicina General Integral, 22(1) Frederickson, George M. (2002). Appendix. Racism: A Short History. Princeton: Princeton University Press. Hering Torres, M. S. (2007). “Raza”: Variables Históricas. Revista de Estudios Sociales, (26), 16-27. Leal, C., & Arias, J. (2007). Aproximaciones a los estudios de raza y racismo de Colombia. Revista de Estudios Sociales, (27), 184-193. Mosquera Becerra, J. (2015). Develando lo que dicen sobre raza y etnia las revistas de salud pública de Colombia. Revista CS, (16), pp. 109-129. DOI: http://dx.doi. org/10.18046/recs.i16.1939 Mullings, L. (2013). Interrogando el racismo. Hacia una Antropología antirracista. Revista CS, (12), pp. 325-375. DOI: http://dx.doi.org/10.18046/recs.i12.1683 Ortíz Piedrahita, V. (2013). Percepciones y prácticas corporales estéticas de un grupo de jóvenes universitarias Afrodescendientes de Cali. Revista CS, (12), pp. 85-125. DOI: http://dx.doi.org/10.18046/recs.i12.1678 Quijano, A. (2010). ¡Qué tal raza! En: Mosquera Rosero, Claudia, Agustín Laó-Montes y César Rodríguez Garavito (eds.). Debates sobre ciudadanía y políticas raciales en las Américas Negras. Bogotá, D.C, Colombia: Universidad Nacional de Colombia. Universidad del Valle.

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Pensar la inclusión: resignificando a las personas sordas Ana Carolina Palma García* (ana.palma@correo.icesi.edu.co)

Vanesa Escobar Ospina** (vescobar.escobar@gmail.com)

Artículo corto de investigación recibido el 16/02/2016 y aprobado el 19/05/2016.

Cómo citar este artículo: ESCOBAR OSPINA, Vanesa; y PALMA GARCÍA, Ana Carolina (2016). “Pensar la inclusión: resignificando a las personas sordas”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 10, pp. 77-95. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. Resumen Este artículo busca identificar las diferentes narrativas que han permeado las construcciones identitarias de las personas Sordas. Para así, argumentar que durante los últimos treinta años se ha dado un paso de conceptos –de minusvalía a comunidad y cultura Sorda– que ha permitido a quienes pertenecen a dicha minoría, un cambio en la forma en que la mayoría los identifica y en la forma en la que ellos se identifican o se piensan a sí mismos. Nos preguntamos también, por el cómo se ha entendido lo que ahora conocemos como discapacidad, pues muchas son las formas de entender cada palabra que hace referencia a quienes presentan funcionalidades diferentes en sus cuerpos. Inherente a esto, indagamos sobre la normalización del cuerpo y su relación con la construcción identitaria. Palabras clave: Construcciones identitarias, comunidad Sorda, minoría lingüística, discapacidad, inclusión social, resignificación. * **

Estudiante de Antropología y Sociología de la Universidad Icesi (Cali, Colombia). Estudiante de Ciencia Política y Antropología de la Universidad Icesi (Cali, Colombia).


Vanesa Escobar Ospina y Ana Carolina Palma García

Introducción “El objeto de este discurso no es la persona que está en una silla de ruedas o aquella que usa una prótesis auditiva, o aquella que no aprende según el ritmo y la forma como la norma espera, sino los procesos históricos, culturales, sociales y económicos que regulan y controlan el modo a través del cual son pensados e inventados los cuerpos, las mentes, el lenguaje, la sexualidad de los otros” (Skliar, 1997:120).

Discapacidad, minusvalía y comunidad son ejemplos de algunas palabras que se han construido a partir de referentes considerados normales. Solemos asignar calificativos a quienes no lucen como nosotros; a otros que no comparten nuestras características físicas o que carecen de las mismas facultades sensoriales. Estos calificativos se vuelven entonces formas en que nos referimos a quienes, a pesar de compartir nuestra condición de seres humanos, son dotados de significaciones y representaciones distintas dado a sus diferencias físicas o sensoriales; lo que a su vez, conllevan a múltiples percepciones y construcciones de identidades. Con esto en mente, el objetivo del presente artículo es identificar las diferentes narrativas que han permeado las construcciones identitarias de la comunidad Sorda. Sostenemos entonces, que durante este tiempo se ha dado un paso de conceptos –como de minusvalía a comunidad y cultura Sorda– que ha permitido a quienes pertenecen a dicha minoría, un cambio en la forma en que la mayoría los identifica y en la forma en la que ellos se identifican y se piensan a sí mismos. El artículo estará dividido en cuatro secciones. La primera, retoma el recorrido teórico que se ha producido alrededor de las diferentes formas de enunciar la discapacidad, con un énfasis particular en las personas Sordas; para esto, se ha llevado a cabo una revisión bibliográfica que permita definir los conceptos usados para la investigación. La segunda sección, presenta el cambio que se ha venido dando en la compresión de la disminución auditiva; en otras palabras, da cuenta de cómo se ha dado el paso de una visión patológica de la sordera a una social, que busca formas de inclusión diferentes. La tercera sección, hace un breve análisis de cómo se ha producido el cambio de la perspectiva patológica a la social en Colombia, tomando como referencia el marco jurídico y diferentes entrevistas obtenidas a lo largo del proceso de investigación. Finalmente, la cuarta sección va dirigida 78

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Pensar la inclusión: resignificando a las personas sordas

a dar luz sobre los retos que quedan a las personas Sordas para ser incluida, con énfasis en el caso colombiano, y abrir así una reflexión sobre el papel que juegan las personas oyentes en el proceso de construir una sociedad más inclusiva. Cambios en el paradigma: nacer y ser sordo La pregunta que busca resolver este apartado es cómo se ha entendido lo que ahora conocemos como discapacidad, pues muchas son las formas de entender cada palabra que hace referencia a quienes presentan funcionalidades diferentes en sus cuerpos. Para motivos de este artículo, nos basamos en dos modelos o formas de entender la discapacidad: el modelo médico y el modelo social (Caballería & Vergara, 2012:39), debido a que en la actualidad los aspectos y discursos ligados a estos modelos entran en discusión en espacios como los oficiales, entendidos como la emisión de leyes sobre la comunidad Sorda por parte del Estado Colombiano. Dicho lo anterior, empezaremos a explicar en forma de síntesis las conclusiones a las que autores como Clavijo et al (2007), Caballería & Vergara (2012), Skliar (1997) y Montoya (2012) han llegado sobre lo que cada uno de estas formas de concebir la discapacidad conlleva. El primer modelo mencionado, también conocido el clínico-terapéutico, se caracteriza por centrar su mirada principalmente en las limitaciones que tienen estas personas para desempeñar una vida normal. Sus argumentos se basan en conocimientos biomédicos que se enfocan en recomponer la salud de quien padece sordera mediante terapias físicas y del lenguaje, o incluso mediante intervenciones quirúrgicas (como el implante coclear a temprana edad) que servirían para mejorar la calidad de vida de estas personas con deficiencias auditivas. Además, desde este punto de vista no existen distinciones culturales sino condiciones médicas que obstaculizan el pleno desarrollo de una persona en el mundo de los oyentes. El segundo modelo, llamado también social-antropológico, busca reconocer que en definitiva sí existen diferencias lingüísticas y culturales. De esta manera, define y defiende la sordera como un fenómeno que va más allá de una condición audiológica limitante y plantea una distinción entre enfermedad y condición de discapacidad. Los objetivos de esta forma de ver la sordera, se basan en la identificación y comprensión de las barreras sociales que generan la exclusión social de estas personas. Adicionalmente, no se puede Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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negar que uno de los mayores retos de este modelo es que al contemplar la importancia de los procesos sociales que hacen parte del ser Sordo, no se subestime la incidencia personal e incluso emocional que puede implicar esta condición de discapacidad. Simultáneamente, con la introducción de este último, se empezaron a realizar críticas directas a las concepciones clínico-terapéuticas y a las decisiones que se tomaban a su nombre. Un ejemplo de esto se puede ser con la aparición del término Oyentismo, pues con él, se describen todas aquellas “prácticas y dispositivos pedagógicos colonialistas, donde el ser/poder/conocer de los oyentes constituyen una norma, no siempre visible, a partir de la cual todo es medido y juzgado” (Skliar y Lunardi, 2000: 8). Así, las/os Sordos se enfrentan al Oyentismo cotidianamente al vivir en sociedades que los minimizan, los excluye y le impone el uso de una lengua oral diferente al lenguaje de señas. Este término, sería entonces una forma de nombrar la normalización de quienes son Sordos, por parte de una sociedad oyente que los considera limitados y dependientes dado el déficit auditivo que presentan. Al mismo tiempo, la nueva perspectiva socio-antropológica resaltó el uso del término Sordo/a con mayúscula para referirse así a estas personas como una minoría lingüística “que se comunica de forma distinta que las personas oyentes, a través de su propia lengua” (Vásquez, 2016:68). La principal razón de esta afirmación es pensar en la lengua de señas como la forma de comunicación natural de los Sordos y el lenguaje escrito u oral como segunda lengua de esta comunidad particular. Según la CNSE (Confederación Estatal de Personas Sordas) escribir Sordo con mayúscula hace referencia al punto de vista que considera que la sordera da lugar a una forma diferente de percibir y vivir el mundo que ha tenido como consecuencia el desarrollo de las lenguas de signos y la formación de comunidades de personas sordas con una historia y una cultura propias. Ahora bien, ¿es posible hablar de la formación de comunidades y culturas a partir del ser Sordo? esta es una pregunta importante teniendo en cuenta que al pensar en comunidad solemos pensar en la agrupación de personas en torno a un territorio de acuerdo a sus características étnicas. Con esto, autores como Paulina Vásquez (2016:68) argumentan que el mundo que hace parte de las vivencias de los Sordos, tiene todas las características que se le han atribuido a otras minorías como las étnicas: primero, las personas que se autodenominan e identifican como Sordas comparten un sentimiento de comunidad al 80

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reconocerse y sentirse parte de este “mundo Sordo”; en segundo lugar, estas personas comparten características culturales específicas, como los valores, tabúes y costumbres con los cuales se desenvuelven en el mundo; tercero, comparten una lengua de señas propia de su minoría que les permite transmitir con su propia voz experiencias, características y valores propios; finalmente, está el proceso histórico que ha permitido el surgimiento de diferentes discursos sociales y políticos sobre los derechos de los Sordos. Siguiendo esta línea, el sociólogo Tönnies permite entender la comunidad como un concepto abstracto y vaciado de historia, que además hace referencia a la idea de ponerse en común para compartir una misma idea de pacto social basada en la posibilidad y práctica de la comunicación entre sus miembros. Bajo este orden de ideas, la comunidad se pensaría como una forma de resistencia colectiva ante la homogenización de la normalidad, la individualización, la soledad y la indiferencia resultantes de vida moderna. Así, sujetos con situaciones auditivas que logran sentirse parte de las motivaciones y características que encarna esta Comunidad, construyen entre ellos relaciones de unión, fraternidad y vínculos de solidaridad. Aun así, aunque algunas personas que cumplen las particularidades que caracterizan la comunidad (como el ser Sordo) no se identifican o consideran miembros como tal de esta comunidad, se han visto beneficiados y cobijados por sus luchas en favor de la inclusión. En efecto, el hablar de la Comunidad Sorda implica hacer referencia al tejido “formado por sujetos Sordos que utilizan la lengua de señas y comparten experiencias y objetivos, existiendo conciencia de identidad común y compromiso individual con el grupo” (Caballería & Vergara, 2012:41). Al mismo tiempo, el concepto de Cultura Sorda, estaría dando por sentada la existencia de un colectivo que comparte valores, formas de comunicación, tradiciones, creencias y costumbres propias de la comunidad; puesto que no sólo comprende su existencia, sino que sobreentiende que sea también transmitidas con los demás miembros y las siguientes generaciones. Así pues, en la Cultura Sorda también van naciendo modos particulares de interacción social y de convivencia que dan forma a la configuración de una trama de significados. Dichas formas de relacionarse se dan a partir de lo que representa para la persona y la comunidad el ser Sordo, el hacer una vida con una condición auditiva diferente a la nor-

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mal, y es así como se van gestando sistemas de valores y normas que forman los modos de pensar, sentir y actuar de los sujetos que hacen parte de la comunidad. Un ejemplo de esto es la forma en la cual las personas Sordas reconocen su cuerpo como opuesto a algo defectuoso y limitante, lo reconocen como eje central de su modo de comunicación viso-gestual, pues se basa en el movimiento corporal entero y las expresiones con el rostro. Igualmente, la mirada es primordial para su comunicación, el entendimiento depende en gran parte del observar e interpretar el cuerpo de quien enseña. Los usos de la mirada se diferencian de las formas de interacción social acostumbrado por los oyentes, quienes habitualmente evitan la mirada fija y directa porque esperan tener una conducta de discreción y no intimidación. Mientras tanto, las personas Sordas buscan el contacto visual para reconocer lo que se está comunicando con el cuerpo, por lo que “buscan la mirada, la apoyan, la sostienen, interrogan la distancia social” (Vásquez, 2016:52). Por lo anterior, se podría afirmar que quienes hacen parte de la comunidad Sorda, podrían participar –al menos de forma parcial– en dos sistemas culturales y dos formas de interacción social diferentes, pues están constantemente transitando e interactuando con el mundo Sordo y Oyente, combinando y sintetizando “rasgos de las dos culturas, por lo que generalmente adquieren el calificativo de ser una comunidad bicultural” (Vásquez, 2016:77). En cuanto a las distintas identidades que estos procesos puedan generar, puede pensarla como aquellas ideas que las personas Sordas tienen acerca de quiénes son y de quiénes son los otros, es decir, la representación de sí mismos en relación con los demás, Sordos u oyentes (Giménez, 2009). Por lo tanto, la identidad es la unión entre la identidad individual, construida por medio de la experiencia personal de cada persona, y la identidad colectiva, que hace referencia a los marcos comunes que se establecen dentro de un grupo o comunidad, es decir a las formas de pensar, ser y actuar que se construyen en conjunto (Giménez, 2009). En este caso, la identidad individual de las personas Sordas se configura dependiendo de cómo sean vistos por las sociedades a las que pertenecen, pues mientras la mayoría los piensen como personas enfermas que necesitan asistencia se creará un imaginario individual a partir del cual la persona Sorda considerará necesario recuperarse. Por otro lado, cuando se abre la posibilidad de considerarlos como comunidad y se deja de lado el paradigma patológico y se les empieza a considerar como pares que tienen, al igual que los oyentes, algo que aportar al mundo desde su realidad; dejando así la posibilidad de 82

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que ellos mismos se piensen como seres humanos completos que no necesitan una cura, sino que por el contrario tal y como son pueden contribuir a sus sociedades. Imaginarios que construyen identidades en el cuerpo Sordo Las diferentes formas en que se percibe, se enuncia y se piensa a las personas con sordera, ha estado marcado por diferentes momentos de la historia que cargan con determinadas características o estereotipos a estas personas con cuerpos funcionalmente diferentes. No se puede olvidar pues, que la palabra que se usa para nombrar algo tiene relevancia dentro del significado, sentido o interpretación que cobra en lo social aquella expresión lingüística que posibilita la existencia de lo nombrado; por tanto, la transición entre los conceptos minusválido, discapacitado y comunidad implican “connotaciones de poder que llevan implícitos mensajes para que los individuos se adapten y repitan los discursos y modos de actuar normativos” (Forero, 2011:137). Connotaciones de poder en el sentido que, a través de aquellos discursos y formas de enunciación, se controla el modo en que son pensados y tratados estos cuerpos. Por ello, el cuerpo de las personas Sordas “se convierte en el centro mismo de la experiencia atravesado por distintas representaciones que lo ponen en escena, lo cuestionan, lo tensan, lo someten” (Vásquez, 2016:45). La emergencia de estas nuevas categorías podría considerarse una respuesta al reconocimiento de la existencia de personas que, por su falta de audición y la adquisición de una forma de comunicación diferente a la verbal, no encajan en las categorías culturales construidas colectivamente para el imaginario de la completud humana, de aquello que rompe con el orden y la normalidad. Ejemplo de esto, es cuando se cambia el término minusválido o mudo por el concepto de discapacitado, pues a pesar de tener significaciones diferentes que se alejan de el no poder hacer algo y dan así un poco más de participación a los Sordos, siguen girando en torno a esta diferencia como deficiencia. La transición entre estos momentos ha permitido el surgimiento de nuevos conceptos que se contraponen a las miradas patológicas que han predominado por más tiempo, moviéndonos hacia una concepción más social y antropológica de estas personas. Hacia una concepción que se aleja cada vez más de la sordera como enfermedad para considerarla una particularidad de una comunidad, modificando así como el resto de la sociedad empieza a interactuar con ellos, y por supuesto, la comprensión que las personas Sordas tienen de Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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sí mismas. Con eso no es posible decir que quienes defienden el paradigma patológico estén mal, sino que se hace necesario comprender que se habla a partir de la experiencia particular, producto de la socialización el contexto político, histórico y cultural. Ahora bien, retomando los conceptos de Clavijo et al. (2007), podemos decir que una de las primeras formas de reconocer a las personas Sordas fue desde un modelo clínicoterapéutico que abarca discursos representativos enfocados en los déficits fisiológicos que comprometen la audición. De acuerdo con este modelo, la sordera es una enfermedad limitante y por tanto quienes la padecen deben ser rehabilitados con terapias de habla verbal o implantes médicos que faciliten su normalización e integración a un mundo cuya naturaleza es ser oyente; incluso, marca esta deficiencia auditiva con la idea del sordo como mudo, como analfabeta. Esta perspectiva busca la incorporación de los otros en una forma de vida normal, ha derivado en modelos educativos correctivos que buscan el bienestar de las personas con sordera a través de la rehabilitación, la curación e incluso –a finales del siglo XIX y principios del XX– el aislamiento como medida de protección para ellos mismos (Medina, 2005:72). Esta puesta educativa, según Medina (2005:73) se caracteriza por ser: logocéntrica, es decir que la lengua oral descarta la comunicación por el lenguaje de señas y su carácter viso-gestual, pues las considera síntomas asociados a la pérdida de audición; etnocéntrica, ya que se invisibilizan o desconocen las maneras o formas propias de relacionarse y desarrollarse de la comunidad minoritaria (Sorda); y además aspira a devolver la voz a los niños mudos por falta de audición, lo que causa que éstos pasen de ser estudiantes a pacientes, por lo que no son tratados como alguien en busca de conocimiento, sino como alguien que asiste a una institución con la intención de recibir un tratamiento terapéutico. Así pues, la forma de inclusión a la que apunta este modelo enfocado en las patologías, busca acercar lo más posible a la persona Sorda a una forma de vida normal. De esta manera, es el Sordo quien termina cediendo y adaptándose a la sociedad oyentista en lugar de convivir en ella conservando sus particularidades. Pese a todo lo anterior, este modelo clínico-terapéutico tiene un lado humano y emocional que no debería negarse, pues es en gran parte resultado del remolino de emociones que se desprende en ese momento en el cual se descubre que un hijo(a) o un integrante de la familia (oyente) es Sordo(a). No se puede pasar por alto la relación de los imaginarios 84

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que surgen de este modelo, con la emocionalidad y la aceptación o expresión del matiz de sensaciones; pues una noticia inesperada como aquella cambia de golpe las expectativas que los padres tienen de ese hijo(a), crea confusión, sentimientos de culpa –sobre todo en las madres que se preguntan qué hicieron mal durante el embarazo–, y despierta especialmente sentimientos de impotencia frente a las oportunidades que le pueden ofrecer como padres o familiares. Es precisamente esto último lo que impulsa a las personas a dirigir sus esfuerzos con deseo de reparación, buscando así posibilidades que den solución a la situación limitante de su hijo(a), que iguale su condición a una normal y le permita tener más oportunidades (Montoya, 2012). Este nuevo cuerpo que ahora es parte de una familia oyente, no sólo es diferente, sino que es extraño, lo que lo convierte en muchas ocasiones en un misterio que no se sabe cómo abordar correctamente (Vásquez, 2016:48). Es un cuerpo que si no se disciplina puede causar vergüenza a futuro por distanciarse de la norma, como por ejemplo: los sonidos guturales fuertes, la gestualidad exagerada (que en ocasiones puede ir en contravía de los estereotipos imaginados para el género de la persona), el tacto para llamar la atención o las miradas fijas durante una interacción. Es aquí cuando el modelo clínico-terapéutico que pretende oyentizar, aparece como la opción más viable hacia una posible cura, pues ofrece opción de tratamiento como la logopedia (terapias vocales o del lenguaje), el uso de audífonos externos, e incluso los implantes cocleares a temprana edad. “Creo que los adultos oyentes que privan a sus hijos de la lengua de señas no comprenderán nunca lo que pasa en la mente de un niño sordo. Existe la soledad y la resistencia, la sed de comunicarse y a la vez la cólera. […] [luego de aprender lenguaje de señas] yo hablaba sin temor, sin estar pendiente de si entendía o no, de si lo que decía era una tontería o no, de si me equivocaba o no” (Laborit, 2001:77 en Montoya, 2012).

Decimos que no debe negarse lo anterior porque es precisamente lo que da cuenta que cuando las personas sienten que están en una sociedad que, a pesar de reconocer la diferencia no sabe vivir, enfrentar y convivir con esta, da miedo –o incluso vergüenza– tener un hijo(a) que no encaje dentro de los parámetros de normalidad por ser Sordo(a). Genera sentimientos de impotencia y miedo en los padres sobre el qué dirán, sobre las miradas Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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curiosas e indiscretas, sobre los comentarios o bromas que otros niños le pueden llegar a hacer. “Es doloroso para la familia [oyente] darse cuenta de la condición de sordera de uno de sus integrantes, pues la sociedad está pensada para una generalidad de personas en la cual no se tiene en cuenta la diversidad y las particularidades de cada ser humano” (Montoya, 2012). Por esta razón, muchos padres oyentes ponen por delante el ideal de darle a su hijo(a) Sordo(a) una vida lo más normal posible, que le permita tener las mismas oportunidades que alguien normal, aunque eso pueda significar la negación de una forma de vida, comunicación y relación diferente propia de la cultura Sorda. Actualmente, los imaginarios sobre la sordera y quienes viven esta condición han cambiado. Hoy por hoy, “se habla de la transformación del imaginario de la deficiencia por la del reconocimiento de la diferencia” (Vásquez, 2016:60). Entre la década de los 80 y los 90, empezaron a surgir movimientos de Sordos en diferentes países que impulsaron cambios en las políticas nacionales por la toma de conciencia de sus señas como medio tradicional de comunicación (Morales, 2006: 4). Así, a través de procesos de resistencia y de lucha reivindicatoria, se empezaron a cuestionar aquellos imaginarios sociales construidos alrededor de la sordera, que no consideran las “particularidades lingüísticas y culturales que la misma genera al instaurar la utilización de las lenguas de señas” (Rosso, 2015:15). Pero, sobre todo, se dieron cuenta que como hemos visto hasta aquí, el principal modelo para reconocer a las personas Sordas fue construido –e impuesto– principalmente desde una mirada externa y oyentista, y no era una diferencia construida en diálogo con ese otro. Como explica Ferreira (2007:6) es un modelo con “una identidad heterónoma y en negativo; es una identidad excluyente y marginalizada. Es una no-identidad. Es la identidad de la insuficiencia, la carencia y la falta de autonomía”. Aunque en América Latina no se han realizado manifestaciones masivas del “Deaf Power”, este término surgió con semejanza a otros movimientos en pro de los derechos civiles (como el “Black Power”) con la intención de hacer valer la visión del Sordo como parte de una minoría cultural y lingüística opuesta a discursos que los aparta del colectivo para pensarlos como individuos discapacitados (Caballería & Vergara, 2012:40). Sin manifestaciones masivas, se siguió apoyando estas premisas, buscando autoreconocerse como comunidad y llevar a cabo acciones de construcción, organización, y empoderamiento de las Comunidades Sordas (Caballería & Vergara, 2012:40). 86

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Es a partir de estos movimientos, que se busca a través de un concepto o una palabra que se enuncie su reconocimiento social y político. Además, permite que esas nuevas formas de percepción se enfoquen en las particularidades de un conjunto de personas –no enfermas– que comparten características fisiológicas, lingüísticas y culturales propias de su comunidad. Así pues, empieza a tomar forma lo que Clavijo et al (2007), denominan como el modelo social-antropológico que se basa en la idea de una Comunidad empoderada, con propios discursos de representación e identidad, que también busca un cambio en las políticas que los permean, y –por ejemplo– modelos de educación bilingües y/o biculturales que no desconozca su lengua ni su forma de entender el mundo, y que sirva como espacio para la apropiación de su identidad y su lengua. Cada uno de estos modelos resignifica no sólo las formas en que se piensan las políticas públicas de inclusión o el accionar del Estado con respecto a esta comunidad, sino también la forma en que pensamos la diferencia a partir de la cual se crea identidad. Cabe resaltar que gracias a las características que resalta el modelo socio-antropológico este grupo social que compartía una característica patológica, ahora se ha convertido en una minoría lingüística a medida que su reivindicación se ha enfocado en su principal signo de identidad: el uso de la lengua de señas (Morales, 2006:6). Además, la identidad grupal de esta comunidad Sorda no se define solo porque lo oyentes reconozcan esto, sino también por el autoreconocimiento e identificación de sí mismos como diferentes y no deficientes (Rosso, 2015:16), lo que quiere decir que ahora ellos son partícipes en la construcción de sus propios relatos. Por otra parte, es interesante mirar el caso que expone Rosso (2015:17) sobre los rechazos hacia los colegios integracionalistas (no especiales) y la negación a los implantes para facilitar la escucha, pues en situaciones así las personas Sordas suelen ser cuestionadas o juzgadas por los oyentes por “no querer incorporarse a la vida de la sociedad mayoritaria”. Pero si se logra asimilar la situación de esta comunidad a la de un pueblo colonizado, podríamos entender que en muchas ocasiones estas tecnologías o formas de inclusión no han sido pensadas para tolerar diferencias sino para normalizar un ser humano. Esto no quiere decir que no deben tener la posibilidad de aprender la lengua hablada, sino que no se les niegue ni se les castigue socialmente el expresar sus pensamientos en señas. Al conocer ambos lenguajes, estas personas “podrán desplazarse Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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hacia afuera y hacia adentro de ambas comunidades, aprendiendo de ambas, haciendo aportes a ambas, disfrutando de ambas y llevando información enriquecedora a través de ambas” (Ladd, 2005:12 en Rosso, 2015:17). Es así que, uno de los objetivos principales del nuevo modelo socio-antropológico, es posibilitar la incorporación de una nueva mirada a la Sordera y su Cultura a través de discursos propios que resulten de su experiencia con sujetos tanto Sordos como oyentes. De esta manera, el modelo plantea “la existencia de una Cultura Sorda de la que se sienten parte las/os sujetos Sordos y que es transversal a su modo de ser en el mundo” (Caballería & Vergara, 2012:40). Es por todo lo anterior, que estas personas –ahora constituyentes de un grupo socio-comunitario bilingüe y bicultural– no sólo se agrupan por su condición auditiva, sino por las reivindicaciones históricas en pro de la defensa de sus derechos, por su identidad y pertenencia, por los elementos que conforman la lengua de señas local, entre otras características de las comunidades. Hacia un reconocimiento colectivo Durante los últimos años en Colombia se ha buscado construir una sociedad más inclusiva, por lo que durante este proceso se dio paso a una serie de reformas que se consolidaron finalmente en la Constitución de 1991; de esta manera, se dio la oportunidad al Congreso de legislar en favor de los intereses públicos de sus representados y se le asignó a la Corte Constitucional la tarea de suplir los vacíos que pudieran dejarse en el ámbito legislativo y pudieran causar violaciones a los Derechos fundamentales y caer en prejuicios que vulneren bienestar de los ciudadanos colombianos. En este orden de ideas, el trabajo realizado por el Congreso y la Corte permite dar cuenta de cómo Colombia ha venido trabajando en la inclusión de minorías que por sus condiciones físicas no se encuentran a la par con la mayor parte de los ciudadanos. Así pues, la Ley 324 de 1996 nace como la primera ley aprobada a favor de la comunidad Sorda, cuyo propósito fue establecer algunos parámetros de funcionamiento del Estado que favorecieran a las personas con disminución auditiva en el país. En términos generales, la Ley en sus trece artículos presentó a los Sordos como parte de una comunidad con un lenguaje propio, es decir, que se reconoció que el lenguaje de señas era su lengua oficial y que compartían características comunes. Lo mencionado hasta aquí, 88

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significó que el Estado debía gestionar los procesos necesarios para que las personas contarán con instituciones educativas e intérpretes que les permitiera comunicarse con los oyentes sin ningún obstáculo. Sin embargo, en el año 2002 la Corte Constitucional declaró inexequible tres artículos de la ley referida mediante la resolución de la sentencia C-128/02. Esto quiere decir que los siguientes artículos de la Ley 324 de 1996 quedaron fuera del orden jurídico y por tanto dejaron de ser aplicables: Artículo 2º. El Estado Colombiano reconoce la Lengua Manual Colombiano, como idioma propio de la Comunidad Sorda del País. Artículo 3º. El Estado auspiciará la investigación, la enseñanza y la difusión de la Lengua Manual Colombiana. Artículo 7º. El Estado garantizará y proveerá la ayuda de intérpretes idóneos para que sea este un medio a través del cual las personas sordas puedan acceder a todos los servicios que como ciudadanos colombianos les confiere la Constitución. Para ello el Estado organizará a través de Entes Oficiales o por Convenios con Asociaciones de Sordos, la presencia de intérpretes para el acceso a los Servicios mencionados.

Dada esta situación, es importante preguntarse cuáles son las razones por las cuales se llegó a debatir en la Corte Constitucional la validez de los artículos demandados. Siguiendo esta línea, lo que vemos es que las distintas interpretaciones que se le dieron a los mencionados artículos tenían como base las perspectivas desde las cuales el Estado, las personas Sordas o las instituciones que trabajan con ellas, piensan a las personas Sordas; en otras palabras, las diferentes posturas con respecto a la Ley demuestran la variedad de identidades que se pueden construir alrededor de la disminución auditiva. De esta manera, la primera posición que se destacó fue la de María Castrillón, quien presentó la demanda. Ella argumenta que el lenguaje de señas no debería ser reconocido como oficial puesto que “esta comunidad no está determinada como grupo étnico con territorio propio” (Sala plena de la Corte Constitucional, Sentencia C-129, 2002), por lo que su lengua oficial es aquella que hereden de sus padres, en este caso el castellano; así, este solo pertenece a las Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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personas que por condiciones de salud no puedan acceder a un lenguaje oral, como es el caso de los mudos. Sostiene además que cuando el lenguaje de señas es impulsado como primera lengua solo se consigue que los Sordos sean aislados y marginados de la sociedad y “de su propia familia, pues la ley en estudio anula la opción oral, haciendo obligatorio el aprendizaje de señas” (Sala plena de la Corte Constitucional, Sentencia C-129, 2002). Desde esta perspectiva, se destaca una postura propia del modelo clínico-terapéutico, ya que se espera que las personas Sordas se recuperen o busquen los medios para adaptarse a un mundo oyente. En este orden de ideas, el que las personas cuenten con un intérprete deja de verse como una solución a los límites de la comunicación con oyentes y aparecen como obstaculizadores, pues son las mismas personas Sordas las que deben aprender a comunicarse por sí mismas a través de la lengua oral. Este paradigma oyentista lleva a considerar que quienes decidan comunicarse por medio del sistema de señas tendrán que verse enfrentados a la incomunicación no sólo con las personas de su entorno, sino con sus círculos sociales más cercanos como la familia o compañeros de clase; esto genera que no se espere un compromiso por parte de las personas oyentes para adaptar o modificar su sistema de comunicación para hacerlo más inclusivo, sino que deben hacerlo las mismas personas sordas. En la misma línea, algunos interventores considerados en la Sentencia sostienen que el lenguaje de señas puede ser aprendido en cualquier momento de la vida, mientras que el lenguaje oral debe ser la prioridad de los modelos educativos, pues solo puedo ser aprendido en los primeros años; en este punto, se hace evidente lo que sostiene el modelo clínico-terapéutico según el cual el lenguaje oral es la solución o cura a una deficiencia auditiva que debe ser superada para que los niños o adultos Sordos puedan ser parte de la sociedad oyente. Lo que resulta interesante es que este modelo es también incorporado por las mismas personas Sordas, como sostiene el Instituto Nuestra Señora de la Sabiduría algunos de sus alumnos que han perdido la facultad de expresarse en el lenguaje oral se encuentran inconformes, pues cuando las empresas “solicitan jóvenes para trabajar exigen que éstos puedan comunicar algo oralmente para que las relaciones sean favorables”. Claramente, con esto no se quiere decir que los Sordos deban estar de acuerdo entre sí y deban aprender el lenguaje de señas porque es propio de quienes se encuentran en su misma situación; por el contrario, su inconformidad hace evidente que dentro del contexto 90

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social en el que se encuentran no se piensa en un sistema laboral o sociedad inclusiva, sino más bien en una realidad adaptativa donde son ellos quienes deben esforzarse el doble para ser parte de la sociedad oyente y estar en igualdad de condiciones. Como lo demuestran algunas de las expresiones encontradas en las entrevistas es posible ver que las personas Sordas son en muchos casos consideradas aparte sin siquiera poner en cuestión la forma en que se comunican, como dicen L&L “al lado de personas sordas uno se siente, no mal, con lástima porque es una persona que no tiene los mismos sentidos que uno” (L&L, 2016). En otras palabras, son consideradas como incompletas o incapaces de entender la realidad en la que viven: “mi tía es sordomuda y me encanta como ella no sabe nada del mundo, es súper inocente” (M, 2016). Del lado contrario, quienes defienden los artículos de la Ley 324 de 1996 toman una posición propia del modelo socio-antropológico debido a que consideran el lenguaje de señas como parte del desarrollo pleno de las personas Sordas, aprendido en el seno de una comunidad que como es de esperarse busca distintos medios para comunicarse entre sí. Desde este paradigma, lo que se observa es que el lenguaje de señas representa la posibilidad de “adelantar procesos comunicativos de carácter interindividual e intraindividual y, por lo tanto, establecer procesos interaccionales que les permiten acceder al conocimiento, la ciencia, la técnica y demás bienes y valores de la cultura, como también entregar a la sociedad su pensamiento, su productividad, su acción” (Sala plena de la Corte Constitucional, Sentencia C-129, 2002). En otras palabras, se entiende a las personas Sordas como contribuyentes a la realidad colectiva a partir de sus mismas experiencias y desde su forma propia de entender y vivir en el mundo, se les dota de contenido social. Así pues, las identidades que se crean desde esta perspectiva son entendidas desde la colectividad, ya que las personas Sordas no intentan adaptarse al mundo en el que nacieron, sino que buscan construir sus propios espacios donde se piense más en la multiplicidad de formas de comunicación. Finalmente, vale destacar que en el caso colombiano hay una gran multiplicidad de interpretaciones sobre lo que es ser una persona Sorda, por lo que conlleva a configurar identidades distintas, desde quienes se identifican como personas con algún tipo de enfermedad hasta las que se sienten parte de una comunidad o grupo que contribuye desde su propia realidad. Sin embargo, el punto más relevante es que si bien la formalidad reconoce Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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los derechos de las personas Sordas, la sociedad aún no parece haber dado ese paso, pues lo que parece ser es que se reconocen las diferencias, pero no se busca una interacción o diálogo entre ellas. Durante las entrevistas realizadas la mayor parte de las personas oyentes se consideraron incapaces de convivir con una persona Sorda; en principio, por no sentirse aptos para comunicarse, y posteriormente, porque consideran importante vivir su vida con personas que “estén completas de todo a todo” (L&L, 2016). Por otro lado, este el papel del Estado quien a través parece conservar en algunos casos una actitud paternalista con las personas Sordas, demostrado así que aún existe en su accionar cierta idea de que ellas son pacientes indefensos que deben ser atendidos y cuidados. Conclusiones A lo largo del artículo se han desarrollado y mencionado temas relevantes que requieren una revisión mucho más detallada; por un lado, está la posibilidad de considerar a las personas Sordas como parte de una comunidad, pero para esto se requiere redefinir el significado y las formas en que hasta el momento se ha entendido este último término. En otras palabras, es necesario considerar las distintas comunidades como algo que va más allá de la territorialidad y las características étnicas, para considerarlas como grupos sociales cuyas identidades convergen en formas semejantes de ser y pensar. Por otro lado, queda el reto de la aceptación social necesaria para que los Sordos dejen de ser pensados como seres humanos incompletos, es decir, que sean comprendidos como iguales, y por lo tanto, que tengan un espacio dentro de la sociedad a partir del cual puedan participar desde sus propias realidades. Así pues, la normalización del cuerpo a través del uso de audífonos o el aprendizaje del lenguaje oral por encima del lenguaje de señas deberían ser puestos en consideración, ya que no supone una aceptación de los Sordos como son, sino del cómo debería ser. Pensar a las personas Sordas desde el paradigma del deber ser conlleva a visibilizarlas como incapaces de empoderarse de un discurso propio, lo cual genera que se desconozcan las representaciones y resignificaciones que se está construyendo desde la Comunidad Sorda “de sí mismos y las múltiples formas de comunidad, pensamiento, percepción, y de aprehensión de la vida desde lo visual” (Romero & Gómez, S.F.: 4). Es precisamente esto último, lo que abre la posibilidad de crear nuevas respuestas sobre qué es la comunidad 92

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Pensar la inclusión: resignificando a las personas sordas

Sorda y qué significa ser una persona Sorda, a partir de sus propias vivencias y su forma de entender el mundo; en otras palabras, reconstruir los discursos sobre la sordera desde quienes la viven y no desde los oyentes. Finalmente, cabe resaltar que el modelo socio-antropológico no deja de tener sus dificultades; como modelo no deja de contener cierta visión idealizada de cómo debería ser la sociedad y cómo deberían estar en ella las personas que viven con algún tipo de discapacidad; además, pensar la sordera desde este modelo implica asumir que las personas Sordas se sienten felices y orgullosas de serlo, cuando la realidad es que algunos de ellos sienten que su vida estaría mejor si logran escuchar adecuadamente, por lo que las soluciones médicas aparecen como válidas y necesarias. Con esto, es importante resaltar que mientras la sociedad no cambie por sí misma la forma en la que entiende a las personas Sordas no habrá una modificación real de lo que ellas puedan llegar a ser, pues mientras un padre prefiera que su hijo use audífonos mientras él no se esfuerza en aprender el lenguaje de señas no será posible una inclusión efectiva. De esta manera, la responsabilidad no puede recaer únicamente en las instituciones formales, como en el caso del Estado, sino que debe darse desde las mismas personas Sordas y desde quienes hagan parte de su entorno inmediato. Referencias Caballería & Vergara (2012). Hacia una comprensión de los significados otorgados por sujetos/as Sordos/as de la Corporación de Sordos de Valparaíso, a su relación con oyentes en el ámbito del empleo. Clavijo Zapata, S. J., Franco Mejía, L. M., González Pérez, J., Monsalve Villegas, E., Monsalve Correa, Y., Ramírez Toro, B. N., Orozco García, C., & Vásquez Zapata, N. C. (2007). La ausencia de la comunidad sorda en la universidad de Antioquia: una aproximación desde las representaciones sociales. Corte Constitucional, Sala plena. (26 de febrero de 2002) Sentencia C-128. [Eduardo Montealegre Lynett]. Congreso de Colombia. (11, 10, 1996). Por el cual se crean algunas normas a favor de la población sorda. [Ley 324 de 1996]

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Vanesa Escobar Ospina y Ana Carolina Palma García

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El lugar del centro comercial en Cali: el caso del Parque comercial Río Cauca y Unicentro* Juan David Mesa** (jdmesa@icesi.edu.co) Artículo de investigación recibido el 16/02/2016 y aprobado el 19/05/2016.

Cómo citar este artículo: MESA, Juan David (2016). “El Lugar del centro comercial en Cali: el caso del Parque comercial Río Cauca y Unicentro”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 10, pp. 97-118. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. Resumen A partir de los años setenta en Cali el comercio se comenzó a trasladar del centro de la ciudad a los centros comerciales. En ese sentido, las dinámicas de interacción usuario-consumo se transformaron por completo, posibilitando que los compradores pudieran encontrar “todo” en un mismo espacio. De ese modo, autores como Vásquez (2001) han catalogado estos centros comerciales como no-lugares, partiendo de un supuesto que concibe que en estos espacios no es posible la creación y estructuración de vínculos duraderos. Por todo esto, un aspecto fundamental en este artículo radica en cuestionar ese planteamiento que caracteriza a los centros comerciales como no-Lugares, proponiendo, en contraste, que se han ido diversificando y transformando de tal modo que en la actualidad se constituyen como Lugares Este artículo se enmarca en múltiples investigaciones realizadas entre 2014 y 2015 en el marco del seminario de Sociología del diseño y el curso Estudios Regionales y Urbanos de la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi. ** Estudiante de Maestría en Estudios Sociales y Políticos, docente e investigador en formación, y sociólogo y profesional en mercado internacional y publicidad de la Universidad Icesi. *


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en donde se construyen sujetos particulares de consumo, en este caso jóvenes: agentes de interés para el presente estudio. Para tal reflexión, será primordial analizar dos centros comerciales para contrastar las formas de apropiación espacial por parte de los jóvenes: Parque comercial río Cauca y Unicentro. Palabras clave: Centro comercial, Jóvenes, Lugar/No-Lugar, Parque comercial Río Cauca, Unicentro.

Introducción Con el auge de la construcción en Cali en la llamada reconfiguración contemporánea de finales de los setenta hasta la actualidad (Almario, 2012), el comercio se comenzó a descentralizar, concentrándose en varias áreas de la ciudad alrededor del modelo occidental de negocio por excelencia: los centros comerciales. Con Unicentro, Cosmocentro y la 14 de Calima como los primeros centros de comercio de la ciudad, las dinámicas de interacción usuario-consumo se transformaron por completo, dándoles la oportunidad a los compradores de encontrar “todo” en un mismo lugar. En ese sentido, algunos investigadores han catalogado a estos centros de comercio como no-Lugares en tanto que no son espacios en donde se puedan crear vínculos duraderos entre las personas que allí transitan (Vásquez, 2001). Mi interés, en ese sentido, radica en cuestionar dicho planteamiento que caracteriza a estos centros comerciales como no-Lugares, proponiendo, en contraste, que se han ido diversificando de tal modo que en la actualidad se constituyen como Lugares en donde se construyen sujetos particulares de consumo, en este caso en jóvenes,1 a la vez que son percibidos por los habitantes de la ciudad que los frecuentan, como puntos fundamentales para la interacción social y el ocio. Para tal reflexión, analizaré dos centros comerciales que se encuentran en zonas socioeconómicamente hablando muy diferentes de la ciudad para contrastar las formas de apropiación espacial por parte de los jóvenes: Parque comercial Río Cauca y Unicentro. La elección de este segmento de la población obedece a que, como lo mostraré más adelante, se constituye como un público objetivo ideal para las interacciones de consumo del centro comercial.

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Específicamente, jóvenes entre los 15 y 25 años de edad. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152


El Lugar del centro comercial en Cali: el caso del Parque comercial Río Cauca y Unicentro

En suma, me interesa repensar los centros comerciales en Cali como escenarios fundamentales dentro del imaginario de los jóvenes, a partir del análisis comparativo de sus formas de uso y apropiación del espacio en los dos centros de comercio mencionados, en los días y horarios en donde son más frecuentados por los segmentos en cuestión: pues, además de las formas de uso, pueden variar también los horarios de apropiación. Para tal fin, surge un interrogante: ¿Cómo son las formas de uso o apropiación espacial por parte de los jóvenes en Unicentro y Parque comercial río Cauca que permitan pensar dichos centros de comercio como Lugares? Posiblemente, como lo venía diciendo, esas dinámicas de apropiación varían de acuerdo el sector en donde se encuentran los centros de comercio y también pueden variar según la hora y el día: aspectos que, por supuesto, fueron tenidos en consideración en este proceso de indagación. Para responder a dicho interrogante, propongo una reflexión teórica, descriptiva y etnográfica2 en donde el lector se podrá encontrar, como producto de esta indagación, los siguientes apartados. Primero, una contextualización histórica del centro comercial como concepto desde un abordaje teórico y como concepto situado en Cali de la forma como lo estoy entendiendo: precisamenete, como Lugar. Segundo, el análisis de las formas de apropiación por parte de los jóvenes y la reflexión acerca de la incidencia del contexto como determinante o no de dicha dinámica introduciendo los casos particulares de Unicentro y Centro comercial río Cauca. Finalmente, las conclusiones. El Lugar y el centro comercial La dualidad Lugar-No-Lugar Las propuestas sobre la conceptualización del Lugar como categoría urbana de análisis son variadas y disciplinarmente diversas. Según Antonio Castrogiovanni, “el Lugar es una porción de espacio apropiable para la vida; es vivido, reconocido y posee identidad. Tiene densidad técnica, comunicacional, informativa, normativa, simbólica y turística” (2007: 16). Para este autor, el Lugar vendría a ser, en esencia, un producto de la interacción humana que se produce y reproduce en la correspondencia entre el espacio y la sociedad, en relación con lo particular y lo colectivo: relación que establecería las bases para la 2 Como complemento a la observación en trabajo de campo se entrevistaron cuatro jóvenes en cada centro comercial: dos hombres y dos mujeres en cada caso. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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creación de una identidad propia de la comunidad del Lugar. Por todo esto, se despliega el hecho de que un espacio es un Lugar en tanto se construye a partir de relaciones sociales, a la vez que da sentido a la configuración de una identidad que permita el desarrollo de dichos vínculos. Sin embargo, para entender la acepción de Lugar, es importante entender su dimensión contraria: el No-Lugar. Para Castrogiovanni: El No-Lugar se diferencia del Lugar no sólo por su forma en su proceso de constitución. Ambos son fruto de construcciones sociales, mientras que el NoLugar está hecho a medida de la época (…) el No-Lugar es por lo tanto la ausencia del Lugar en sí mismo. La lógica del No-Lugar responde a que los sujetos no se detienen (Castrogiovanni, 2007: 19).

En ese sentido, el No-Lugar pareciera ser la simple negación del Lugar. El Lugar y el No-Lugar serían polos opuestos de una dualidad inseparable: el primero no se acaba completamente y el segundo nunca se realiza totalmente. Así mismo, no habría que dejar de lado que la lógica discursiva del No-Lugar obedezca a la necesidad de los sujetos, en ciertos ámbitos, de no detenerse: acepción que se refiere a la “no-necesidad” de construir relaciones en ciertos ámbitos, punto importante en este escrito para la discusión más adelante. Para Campos y Yávar, por otro lado, “el Lugar surge cuando es articulado, cuando las relaciones que estaban latentes en el espacio son actualizadas por las personas” (2007: 44): en pocas palabras, cuando son re-significadas. Este planteamiento se fundamenta en el reconocimiento de dos dimensiones para referir al Lugar: “primero, una visión temporal que permite la realización de los contenidos latentes que se encuentran en el espacio y, segundo, las prácticas humanas que son las que efectivamente realizan los contenidos posibles” (2007: 45). Esta propuesta se asemeja a la de Castrogiovanni (2007) en tanto que condiciona la caracterización de un espacio como Lugar, siempre y cuando esté cargado simbólicamente de un discurso que dé sentido a lo que se hace dentro de sus dimensiones como entorno, y siempre y cuando las relaciones que ahí se tejen sean consecuentes con ese discurso. De este modo, el Lugar pasa a constituirse en una relación dada “entre espacio y conducta en 100

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una temporalidad concreta. La ‘Iugarización’ remitiría así a un proceso de diferenciación del territorio que efectúa un sistema previamente constituido, ya que el espacio por sí solo no genera sistemas sociales” (Campos y Yávar, 2007: 52). En síntesis, un espacio se configura como Lugar porque materializa una estrategia discursiva que planea decretar el tipo de relaciones que se deben presentar por parte de los sujetos que interactúan en dicho entorno: el Lugar, pues, es un espacio pensado, premeditado y construido intencionalmente. Este factor que demarca al Lugar como un plan estratégico, deja pensar en una dinámica de control y vigilancia alrededor de la cual se configura dicha intencionalidad. Así, por ejemplo, una institución educativa, que ha sido pensada en clave de ciertas normas, circunscribe un proceso de control espacial sobre los sujetos que allí se relacionan, por pensar un escenario foucaultiano. Hay que dejar claro que ese control, desde la mirada de Foucault, se presenta como un dispositivo de poder sobre los cuerpos de los implicados en la relación con el Lugar directamente: relación que el autor definiría con el concepto de heterotopías. Así, pues, Foucault hablaría de espacios heterotópicos al referirse a aquellos espacios de interacción y, sobre todo, de control y vigilancia. En sus palabras, las heterotopías se podrían definir como “un lugar real en el que se yuxtaponen diferentes espacios incompatibles” y en donde el resultado es una dinámica biopolítica de control sobre los cuerpos que ahí interactúan (Foucault, 1998: 29). Sin embargo, la acepción teórica de heterotopías en Foucault (1998) no tiene en consideración las dinámicas de consumo en la sociedad de hoy. Sobre este punto, Preciado (2010), partiendo de la anterior noción, se refiere a espacios pornotópicos como la categoría más colindante para explicar las dinámicas de consumo del sistema capitalista moderno al que llama capitalismo farmacopornográfico haciendo alusión a la dimensión del espectáculo en esa lógica económica. Para la autora, “el capitalismo farmacopornográfico podría definirse como un nuevo régimen de control del cuerpo y de producción de la subjetividad” (Preciado, 2010: 113). Así mismo, sostiene que “lo que caracteriza a la pornotopía es su capacidad de establecer relaciones singulares entre espacio, sexualidad, placer y tecnología (audiovisual, bioquímica, etc.), alterando las convenciones sexuales o de género y produciendo la subjetividad sexual como un derivado de sus operaciones espaciales” (Preciado, Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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2010: 120). La pornotopía, en suma, viene siendo un Lugar que tiene injerencia sobre los sujetos a través de una serie de procesos donde media el placer y el control sobre los cuerpos sexuados. De lo anterior se pueden resumir tres puntos fundamentales a propósito de la conceptualización de la categoría de Lugar. Primero, es relevante reflexionar alrededor del Lugar como un espacio que es pensado intencionalmente a partir de un discurso cargado simbólicamente que da sentido a las relaciones sociales que allí se tejen como respuesta a esa configuración premeditada. De ahí que el segundo punto determinante para entender la concepción de Lugar, sea precisamente a partir del dualismo con su opuesto teórico: el No-Lugar. Esta negación del Lugar responde a una lógica de espacio en la que “los sujetos no se detienen” precisamente porque al no ser planeado, no da sentido y, por ende, no funda relaciones sociales o si las funda, éstas se constituirían como lazos llanamente efímeros: aunque al igual que los Lugares, los No-Lugares también son planeados precisamente con ese fin de hacer “pasar” y no de hacer “quedar”. Así, el tercer punto a considerar es que como espacios planeados, los Lugares operan bajo una lógica de control en donde el discurso simbólico funciona como dispositivo para la construcción de sujetos ideales a partir de la vigilancia sobre sus cuerpos: razón por la cual, deben considerarse en algunos casos como heterotopías, si la meta intencional es la disciplina, o espacios pornotópicos, si la meta intencional son cuerpos sexuados mediados por la relación entre placer y espectáculo en el llamado capitalismo consumista tardío. Centro comercial: ¿Lugar o No-Lugar? Teniendo en cuenta los elementos anteriores, para el caso de estudio del presente trabajo, ¿se constituyen el parque comercial Río Cauca y Unicentro como Lugares? Para responder a esta pregunta considero importante responder primero a la pregunta (teórica) de qué es un centro comercial, para luego pasar a analizar el caso particular de cada uno de estos casos en el contexto de Cali. Para los años sesenta y como preocupación ante las transformaciones de una sociedad tradicional a una del espectáculo, Guy Debord haría la siguiente reflexión refiriéndose a ese desconocido espacio que emergía como nueva apuesta urbanística: “la gente trabaja seis días de la semana para gastarse todo el séptimo día. En estos tiempos en que el di102

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nero es un dios, el centro comercial en verdad parece ser su templo” (Debord, 2003: 90). Haciendo alusión a una paradójica analogía, Debord expresa la forma como el centro comercial comenzó a ocupar la cotidianidad de las personas, convirtiéndose en un espacio fundamental para la interacción social y el entretenimiento. En esa medida, el centro comercial como un espacio de la ciudad para ir y ser apropiado, se comenzó a configurar gracias a la incursión de este modelo de negocio en los Estados Unidos hacia los años cuarenta. Según Chacón (2010), pensando en los inicios de este nuevo espacio en el país del norte, la noción que “mejor expresa el origen y posterior desarrollo de la idea de centros comerciales se refiere a un espacio configurado a manera de pasillo amplio o calle interior, bordeada por sus dos costados por locales comerciales de diversos tipos de productos”, siempre en un entorno controlado y resguardado del exterior, es decir, cubierto, climatizado y, por supuesto, vigilado (Chacón, 2010: 94). Posteriormente, hacia la década de los cincuenta, se fueron implementando innovaciones tecnológicas como la climatización artificial, las escaleras mecánicas y los sitios de parqueo como respuesta a la necesidad incipiente de seguridad. Para este autor, “la más reciente incorporación de los centros comerciales es la elaboración de ‘entornos atractivos’ mediante la manipulación de todo lo perceptible por los sentidos del ‘cliente’, el olor, la luz, el aire, las texturas y los sonidos” (Chacón, 2010: 96). El elemento fundamental de estos entornos, diría, es la artificialización del entorno natural que se transforma en uno de los principales medios para cautivar al consumidor, mientras ofrece un ambiente familiar garantizando el ‘éxtasis comercial’, representado en mayores niveles de consumo. Por su parte, Molinillo (2002) define el centro comercial como una dinámica de asociacionismo entre diferentes lógicas de comercio. Según este autor: Las actuales condiciones de mercado, tanto por el lado de la oferta como de la demanda, obligan a considerar el asociacionismo como una estrategia necesaria para el comerciante tradicional, si quiere ofrecer todos aquellos servicios que el mercado valora y contrarrestar la atracción de otras formas comerciales periféricas y de ese modo prosperar económicamente (Molinillo, 2002: 165).

Además de ser un espacio en donde convergen distintos tipos de interacciones mediadas por la variedad en la oferta, un punto significativo para entender la importancia del centro Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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comercial en las dinámicas urbanísticas de la ciudad es que al ser un espacio planeado, determina el entorno urbano que lo rodea. Al respecto nos dice Chacón que “los centros comerciales son protagónicos para la planificación y construcción de la ciudad, pues se constituyen como referentes urbanos determinantes, especialmente en lo concerniente a sus dinámicas internas y externas” (2010: 97). Por esa misma vía, Medina plantea que “con el centro comercial estamos dando el paso de la ciudad tradicional, de la ciudad centralizada, a un ciudad fragmentada y dispersa, y a una nueva manera del habitante de las ciudades para relacionarse con lo público” (1998: 62). El centro comercial sería una expresión de los procesos de exclusión urbanos y de la privatización de los espacios públicos al ser ejemplo de la nueva monumentalidad urbana y signo de modernización. De todos modos, esta “Burbuja de cristal” trasgrede los lineamientos tradicionales urbanísticos al ser un espacio encerrado sobre sí mismo que no corresponde a la idea de “la calle urbana, ni a su fluir, ni a la concentración vital y social de la plaza por su alejamiento de la trama y del centro de la ciudad” (Medina, 1998: 64). Pareciera como si los centros comerciales hubieran surgido cuando el protagonismo económico, cultural y político del centro de la ciudad se terminó, perdiendo relevancia el área central de la urbe, haciendo que “el éxodo de los habitantes hacia áreas suburbanas aumente, y el morador de las ciudades pierda el sentimiento de vida en comunidad” (Medina, 1998: 64). Recogiendo todas estas posiciones es importante agregar que el centro comercial aparece como un espacio de la ciudad para ir y ser apropiado, con elementos objetuales que lo conforman en tanto innovaciones tecnológicas como la climatización artificial, las escaleras mecánicas y los sitios de parqueo. Esa burbuja de cristal se conforma en una dinámica de asociacionismo de diferentes tipos de oferta comercial que incentivan diversos tipos de interacciones y hábitos de consumo por parte de los usuarios. Así mismo, el centro comercial, que trasgrede la idea tradicional de urbanidad por su conformación cerrada, pareciera ser el resultado de la pérdida de protagonismo político, económico y cultural de los centros de las ciudades, provocando una suerte de fragmentación urbana. Para efectos del presente trabajo, además de la conceptualización anterior, entenderé centro comercial como un espacio privado grande, semicerrado, con zonas verdes al aire libre y otras “al aire acondicionado”, con múltiples ofertas comerciales para distintos tipos 104

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de usuarios y con una dinámica de control mediada por el dispositivo de la vigilancia contratada. De ahí que, partiendo de este “tipo ideal”, espacios en Cali como Cosmocentro, la 14 de Calima, Chipichape, Palmetto, Unicentro y el Parque comercial Río Cauca entren, por lo menos de forma parcial, en la categoría en cuestión. El caso del Parque comercial Río Cauca y Unicentro La llegada de la lógica del centro comercial a Cali Durante la primera mitad del siglo XX Cali comenzó a ser el epicentro de las decisiones administrativas, políticas y económicas del naciente departamento del Valle en 1910 y más adelante del suroccidente colombiano. Este proceso en el que existió un acérrimo afán por consolidar a la ciudad alrededor de un entorno moderno, lo denominaría Oscar Almario como la configuración moderna de Cali como ciudad-región. Hasta mediados de los cincuenta, donde se podría ubicar este periodo, es relevante mencionar el proceso de ruptura con el pasado colonial, la consolidación de las redes de conexión con el sur y el norte del país a partir de carreteras y el ferrocarril del pacífico, y la consolidación de un modelo de productividad que posicionó a Cali como una de las ciudades más importantes de Colombia (Almario, 2012). Así mismo, este autor menciona un segundo proceso entre 1960 y la actualidad, que tendría que ver con la reconfiguración contemporánea de la región y de la ciudad-región. Este proceso se caracterizaría por la re-significación y el agotamiento del modelo desarrollista de productividad y por la función de la globalización y los mercados mundiales en las decisiones municipales y regionales que en el Valle del Cauca y Cali serían notoriamente fundamentales. Dentro de las dinámicas más relevantes, cabe mencionar las oleadas migratorias que arribaron a la capital del departamento del Valle que aumentaron exponencialmente la población de la ciudad, la desconcentración poblacional a raíz de lo anterior y la creación de múltiples ejes urbanos a partir de invasiones en zonas periféricas de la ciudad, en oriente y la ladera, que crearían un circulo de pobreza sumamente latente alrededor de procesos de exclusión y marginalidad (Almario, 2012). Pero, sin duda alguna, un proceso que sería determinante para la configuración urbana actual de la ciudad fue la transformación de un entorno concéntrico a uno disperso, fragmentado y disgregado por toda el área urbana. El centro de la ciudad, pues, comenzó Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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a perder protagonismo, sobre todo en lo concerniente a la comercialización de bienes y servicios: la ciudad se comenzó a pensar hacia el sur y el norte, y se comenzó a poblar conflictivamente hacia el oriente y la ladera, haciendo que ya no todo girara en torno al centro sino a concentraciones propias de cada sector. En ese sentido, un acontecimiento importante que cambió la forma como se construía la ciudad se confirguró a partir de los juegos panamericanos del 71 celebrados por primera vez en una ciudad de Colombia. Cuando se le informó a la ciudadanía que Cali había sido escogida sede de los juegos, de inmediato se pusieron en marcha varios planes para “ordenar” la ciudad alrededor de ciertos puntos específicos para recibir con una imagen positiva y moderna el magno evento. Al respecto, se expidieron varios decretos que obligaban a las personas que residían en las inmediaciones de las futuras instalaciones deportivas a arreglar las fachadas de sus casas de un modo particular que la misma norma exigía: todo con el fin de dar una imagen de modernidad y progreso (Vásquez, 2001). Así que, gracias también a los famosos juegos, por las construcciones en diversos espacios, Cali dejó de ser una ciudad concéntrica. De ese modo, la lógica de comercialización se fundó en otros modelos de negocio que se establecieron alrededor de un discurso de la seguridad que se legitimaba por la creciente violencia en la ciudad: por un lado, por las crecientes invasiones que generaban inseguridad en los habitantes ‘pudientes’ y por otro lado, por la influencia del narcotráfico que provocó incertidumbre en los caleños a raíz de la guerra entre carteles. Bajo ese contexto, diría Vásquez: Los espacios públicos de ‘estar’, que fueron sedes del encuentro, del diálogo y las relaciones estables, ceden ante los espacios de ‘pasar’ donde predominan la circulación, los contactos efímeros, las convocaciones masivas despersonalizadas y la observación rápida de señales que tienen la función de orientar y facilitar los flujos (Vásquez, 2001: 308).

Para Vásquez, esos espacios para ‘estar’ (Lugares) dieron paso a entornos urbanos pensados desde un discurso de seguridad que legitimó la arquitectura cerrada y vigilada (No-Lugares) como por ejemplo, en su consideración, centros comerciales. En palabras del autor, en los ‘Lugares’ donde se tejen relaciones, se crea identidad y “se anida la historia, cada vez más abren paso a los ‘no-Lugares’ donde predominan, más bien, las señales, 106

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la información rápida, los contactos efímeros como es el caso de las autopistas (…) los gimnasios, los hipermercados, los aeropuertos y demás” (Vásquez, 2001: 308). ¿Será realmente así en el caso de los centros comerciales en Cali desde la definición planteada más arriba? Siguiendo con Vásquez: El mall (refiriéndose a centros comerciales), más que ubicarse en busca del demandante, lo atrae. El auto, la zona de parqueo en el interior y la seguridad invitan al comparador y usuario a desplazarse (…) la fascinación depende de las características del diseño, adecuado a los deseos de la gente: zonas de parque cerradas y vigiladas que le garantizan al usuario una permanencia tranquila y prolongada (Vásquez, 2001: 306).

Siendo esto cierto, no concuerdo con Vásquez en denominar a los centros comerciales como No-Lugares en tanto que estos espacios fueron y siguen siendo planeados intencionalmente para la consecución de un tipo específico de relaciones sociales. Es cierto que la ciudad sí ha privilegiado la construcción de espacios para “hacer pasar y transitar” con ese afán modernizador y por el proceso globalizador, y que estos entornos también obedecen a un proceso de planeación. Sin embargo, las transformaciones que ha vivenciado el formato de centro comercial, como lo relaté más arriba, dan cuenta de la vívida posibilidad para pensarlos como Lugares en donde intervienen diversas interacciones sociales entre múltiples usuarios en distintas circunstancias: en suma, Lugares en donde se ha posibilitado la producción y re-producción del relacionamiento social. De todos modos, hay que tener presente que la noción de Lugar puede ser re-considerada de acuerdo a los usos que efectivamente dan los usuarios que ahí interactúan. No siempre los usuarios actúan con base en la forma como se planeó intencionalmente; los usos y apropiaciones son constantemente trasgredidas y re-significadas: los usuarios son también agentes. Esta premisa parte de la idea de que los centros comerciales, como un todo, no son pensados masivamente, en tanto que no todos los usuarios tienen por qué encontrar necesariamente en él, el entorno ideal para relacionarse: lo que lleva a pensar que estos Lugares tienden a enfocarse en segmentos de mercados, ciertos públicos de consumo ligados a su contexto inmediato. También puede darse el caso de que en el mismo centro comercial haya Lugares para cierto tipo de público o No-Lugares en general, como la zona de parqueo o las vías de Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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acceso y salida. En ese sentido, habría que analizar si tanto el Parque comercial Río Cauca como Unicentro se pueden considerar como centros comerciales y, por ende, Lugares, privilegiando la reflexión alrededor de las formas de apropiación de los jóvenes como uno de los segmentos de mercado más atractivos para tal fin. Cabe agregar que la dinámica de apropiación se da cuando las personas que ocupan un espacio encuentran sentido a su interacción en ese entorno, lo re-significan y lo vuelven parte de su relato: posibilitando así la formación de vínculos con otros usuarios o con diversas materialidades. En búsqueda de la diversión: PC Río Cauca, Unicentro y los jóvenes El recorrido etnográfico empezó en el oriente de Cali en donde, hacia las cinco de la tarde de un sábado, fui arribando a ese espacio un poco desconocido para mí: el Parque comercial Río Cauca.3 Pensado en mis experiencias pasadas en contraste con las visitas que realicé, recordé que con anterioridad ya había visitado ese espacio, pero realmente no supe qué era lo que había deliberado en ese entonces respecto a él. Caminado un poco rápido para evitar la persecución de un grupo de vendedores informales, entré a lo que ese momento consideré a partir de otra tipología de espacio, menos en la de “centro comercial”. Poco después, me percaté que claramente las lógicas de comercialización en ese sector eran profundamente diferentes a las percibidas por mí en espacios como Unicentro o cualquier otro centro comercial de la ciudad. Así que de inmediato comencé a notar un factor determinante que da sentido a la forma como es apropiado por los jóvenes: su desolador aspecto. El 70% de los locales estaban totalmente vacíos, sin comercio, sin personas, sin cosas que vender. Al caminar por los desolados pasillos, entre las escaleras eléctricas estáticas o tapadas, no fue fácil encontrar jóvenes entre las edades que me había planteado (entre 15 y 25 años) y que respondieran a esa tipología ideal de la definición. Al buscar la historia de este espacio comercial me topé con que desde 2001 se había planteado la construcción de un parque comercial en el oriente de Cali, en donde la Administración Municipal iba a tener una participación del 20% del presupuesto y los inversionistas privados el restante 80%. El proyecto fue autorizado por el Concejo con una inversión aproximada a $7.000 millones para un lote de 71.560 metros cuadrados propiedad del municipio. El nombre 3 En total realicé tres visitas en días y horarios distintos: en este orden, sábado en la tarde noche; miércoles en la tarde; y viernes en la tarde noche. Aplicaron las mismas condiciones en el caso de Unicentro. 108

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original de la sociedad es “Complejo Comercial Desepaz Galería de Oriente”, localizado efectivamente en esa parte de la ciudad (Uribe, 2012). Sin embargo, este complejo se conoce popularmente como “Parque Comercial Río Cauca” inaugurado en 2009: pero claramente, hoy al 2016, todavía sin terminar y prácticamente abandonado. Sin ahondar mucho sobre las razones de tal abandono, fue pasando el tiempo, el cielo se fue oscureciendo y el gran espacio que ocupaba la entrada reflejaba el desolador panorama de un sitio que, hasta ese momento, solo estaba siendo apropiado por algunas familias con sus hijos, algunos adultos mayores bebiendo cerveza y uno que otro trabajador de los locales dando un paseo. Fue así como de a poco me fui percatando de la tímida presencia de algunos jóvenes que me permitieron ingresar por un momento en su cotidianidad en ese espacio, explicándome sus motivaciones y razones de estar ahí.4 El primero de ellos fue Andrés, que aparentemente estaba a la espera de alguien en el momento en que le hablé. En ese momento, este joven conversaba con alguien por celular, miraba afanoso a todos los lados y me dejó saber que “más tardecito se iba a tomar algo por ahí” haciendo referencia al Parque comercial. Ya hablando con Natalia, joven usuaria del Parque de 20 años que entrevisté, pude percatarme de varios aspectos fundamentales para la caracterización de este espacio. Natalia reside en el distrito de Aguablanca, más particularmente en el barrio Alfonso Bonilla Aragón en la comuna 14. En sus palabras: “la primera vez que fui al Parque comercial fue en 2010, cuando tenía 17 años”. Sus principales motivaciones para ir, tenían que ver con el hecho de que éste era el primer centro comercial en el oriente de Cali, lo que ofrecía una experiencia diferente para este sector y porque, además, sus amigos iban regularmente, provocándole mucha curiosidad. Según contaba, “en el distrito no había lugares para estar entre amigos: los parques solían y suelen estar abandonados, son inseguros por las pandillas, desorganizados y poco atractivos. En el parque comercial vimos un espacio para pasarla bien sin necesidad de salir de donde vivíamos”. Carlos pensaba algo similiar cuando expresaba cómo en un principio ir al Parque comercial era una forma de escapar a esa cotidianidad violenta de su barrio, en 4

Por petición de la mayoría de jóvenes, los nombres que presentaré son seudónimos.

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su caso, el Desepaz: “uno pensaba que al ser algo así cerrado iba a ser seguro, no como los barrios en donde es un peligro salir así usted sea de ahí”. Estos fragmentos del relato de estos usuarios sumado a la observación los días de campo me permitieron entender una forma importante de apropiación por parte de los jóvenes: estos jóvenes que suelen ir al Parque comercial Río Cauca (cada vez menos), trasladan las dinámicas barriales a este espacio sin la necesidad de salir de sus comunas hacia sectores en el sur o norte de la ciudad. El Parque comercial era un espacio en donde se podía vivir el barrio sin la incidencia (tan explícita) de la violencia y la incertidumbre: aunque con el paso de los años se comenzaron a trasladar también “situaciones indeseables”, en palabras de Andrés. María es contundente con su relato en ese sentido: “es que por acá a uno le gusta estar por ahí con los amigos, así sea en el piso afuera de las casas o en el parque (…) aquí en el barrio uno se contenta, el problema es que hay mucha calentura y por eso uno a veces evita salir”. Ante la imposibilidad de “salir” al barrio, ir a los parques, estar seguros y poder pasar un momento agradable, los jóvenes que viven a los alrededores, ven el Parque comercial como un espacio apto para realizar eso que afuera de sus casas no pueden o on se sienten seguros de hacer. Al trasladar las lógicas del barrio, este espacio comercial se convierte en parque, plaza, calle, bar, estanco, cancha de fútbol, un lugar para caminar o simplemente un Lugar para “estar seguros” y disfrutar, como dirían estos jóvenes. Para Cornejo, ‘estar’ en un centro comercial es una manera de hacer y practicar la ciudad (…) “Conjeturo que los fragmentos del espacio urbano no son unidades pasivas e inamovibles, sino más bien en ellos tienen espacio diversos movimientos culturales, donde el entorno físico y la práctica simbólica se mixturan para trastocarlos en lugares habitados” (2006: 14). El Parque comercial, en este caso, es una manera de hacer y practicar el barrio que para estos jóvenes, ante los diversos procesos de exclusión, es su ciudad pues al fin y al cabo lo ven como un espacio “para pasarla bien sin necesidad de salir” de su área de interacción barrial: En otras palabras, asistir a un centro comercial forma parte de los derroteros cotidianos -configurados por una serie de lugares a los que concurrimos por diversas razones-, a través de los cuales habitamos y hacemos nuestra una de las ciudades más grandes del mundo (Cornejo, 2006: 15).

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Así, pues, la forma de “vivir la ciudad” que más preferían estos jóvenes cuando iban más seguido al Parque comercial era “ir a hablar a los bares e ir al cine cuando fue inaugurado” y sentarse por lo juegos mecánicos, ya que alrededor de ese espacio había mucho para hacer: comer helado, tomar cerveza, hablar, las zonas verdes. En pocas palabras, ‘estar’ en espacios propicios para hablar y compartir con su grupo de amigos: asociación de usuarios muy común en lo que pude observar. Sin embargo, algo pasó con el Parque comercial. Ya nada sería igual. Además del abandono de los locales, muy pocas personas suelen transitar por el espacio: durante mi estadía en trabajo de campo, incluso en “horas pico de comercio”, la afluencia de público era mínima. De hecho, muchos de los jóvenes entrevistados iban a pasar un rato a solas, pues “a muchos ya no les gusta este lugar” como diría Carlos sentado solo tomando cerveza. Para Natalia: Antes el parque era una linda oportunidad para hablar con los amigos, para establecer relaciones y para disfrutar. Todos los fines de semana no le cabía un alma porque hacían conciertos o simplemente porque armaban las rumbas allá. Ahora, eso mantiene solo, ya casi nadie va.

¿Será entonces este Parque comercial un Lugar para los jóvenes? De acuerdo a la conceptualización que daba anteriormente, este espacio no se constituiría per se como un centro comercial: por el simple hecho de estar abandonado y de recibir a tan poca gente, no hay una dinámica abierta y diversamente comercial que lo constituya como tal. De hecho su nombre de “Parque”, así no sea con ese propósito explicito, deja ver una intencionalidad de acercarse al formato de centro comercial, sin alejarse de formatos más tradicionales como un “sanandresito” o una galería, tal vez como estrategias para llegar a los públicos “populares” de sus alrededores: haciendo que se perciba más bien, desde el plano de lo urbano, como una hibridación de formato comercial. En palabras de María: “Yo creo que ese lugar nunca se llegó a constituir como centro comercial, nunca lo fue y no creo que llegue a serlo”. Cuando las dinámicas indeseables del barrio también se trasladaron a este espacio por el abandono, la inseguridad y la desorganización, estos jóvenes perdieron la motivación y no siguieron yendo con la misma frecuencia. Todo eso ha generado que los espacios de apropiación se limiten a aquellos que sí brindan la satisfacción de necesidades de seguridad y comodidad, como es el caso del cine y los pocos locales de comida rápida. Sin embargo, Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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no por esto el Parque comercial Río Cauca deja de ser un Lugar para los jóvenes, pues se siguen presentando interacciones sociales, formas de apropiación y re-apropiación ante la trasformación del espacio. Tal vez llegue el día en que los jóvenes no le encuentren sentido, haciendo que se convierte en un No-Lugar más para ir de paso a pagar el recibo de los servicios y quién sabe qué otro tipo de “vuelta” más. Con Unicentro ocurre lo contrario. Ni la aberrante publicidad, ni la cantidad de gente impiden que los jóvenes se motiven para ir de forma constante a este espacio del sur de Cali. Mirando la dinámica años atrás, es clave dar cuenta de cómo con el fin de descentralizar Unicentro y Multicentro (unidad residencial adyacente al centro comercial), se inició en 1978 en Cali la construcción de un complejo comercial y residencial similares a los de Bogotá. Unicentro Cali y Multicentro Cali fueron inaugurados en 1980 y 1981, respectivamente. Actualmente, tiene un área total de más de 137,200 m2 y más 100.000 m2 construidos de los cuales 65.000 m2 corresponden al área comercial. Así mismo, cuenta con más de 390 locales comerciales, 182 oficinas y 2800 parqueaderos (Unicentro, 2015). Hablando al respecto con Juan, joven usuario de Unicentro de 21 años que entrevisté, pude observar que la dinámica de apropiación del espacio obedece a lógicas muy diferentes a las que se presentan en el Parque comercial Río Cauca. La motivación de Juan subyace en la cercanía que hay entre su casa y Unicentro: Juan vive en las Quintas de don Simón5 y, a diferencia de los jóvenes del oriente, apela a ir a este espacio como una forma de cambiar su cotidianidad, pues ir al parque, caminar o hablar con los amigos en la calle no le gusta. Juan, pues, no va en búsqueda de trasladar las dinámicas barriales al espacio comercial. Para Antonio, que generalmente va con amigos a cine y a comer o con su familia a hacer el mercado de la semana, Unicentro representa un espacio de distracción y tranquilidad en donde puede encontrar todo lo que necesita. Según Muller (2004), pensando en el Lugar del centro comercial en Colombia: Éste representa un concepto urbanístico que sirve para el abastecimiento de la población con mercancía de uso a corto, mediano y largo plazo, para la satisfacción de funciones centrales de servicio, para la provisión de empleos 5 112

Aproximadamente a 5 minutos en carro y 15 minutos caminando. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152


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para una gran cantidad de personas, como lugar de esparcimiento y como foco sociocultural y comunicativo (Muller, 2004: 10).

Pero no solo en Juan y Antonio fue perceptible tal noción. Al hablar con otros jóvenes como Marcela y Paola, pude notar que Unicentro, a pesar de estar siendo remodelado constantemente, es el espacio que les permite romper con esa “rutina semanal de ir a estudiar” y luego a su casa tener que llegar. Para Marcela es clave ir a Unicentro a hablar o comer, para poder “desatrasarse” de todo lo que le tienen que contar sus amigos: “a veces en el colegio o en la casa uno no puede hablar bien cierto tipo de cosas entonces nos vemos allá y charlamos relajadas”. Paola, por su parte, concibe como fundamental la multiplicidad de espacios que ofrece Unicentro para actividades más “tranquilas” como la lectura: “vengo a la librería o a tomar un café, a veces sola o acompañada, lo importante para mí es la tranquilidad que encuentro en ciertos espacios (…) es seguro, uno esto no lo puede hacer en un parque, lamentablemente”. Grupos de amigos, de amigas, parejas, jóvenes con sus familias, comiendo, tomando, hablando, jugando, caminando, leyendo, y comprando se reúnen en un mismo ambiente, en diversos espacios para departir, compartir e interactuar. Podría decir entonces que los jóvenes que van a Unicentro, no estando interesados en interactuar socialmente en espacios más ligados a la dinámica barrial (por inseguridad, por ejemplo), buscan romper con su rutina, encontrando en este espacio el Lugar perfecto para ‘estar’ con otras personas: el discurso de la seguridad, pues, se da por sentado. Pareciera como si en este contexto fuera más certero hablar del adagio de Debord (2003), que me permito repetir a continuación: “La gente trabaja seis días de la semana para gastarse todo el séptimo día. En estos tiempos en que el dinero es un dios, el centro comercial en verdad parece ser su templo” (Debord, 2003: 90). Aunque en este caso sería más bien el que los jóvenes ahorren toda la semana, ansiando la llegada del “séptimo” día para romper con lo aburrido de sus cotidianidades: lo que me deja pensar que al igual que en el caso de los jóvenes en el Parque comercial Río Cauca, las formas de apropiación de los de Unicentro obedecen al contexto urbano inmediato de quienes lo usan. Para Guerrero (2014a y 2016) Unicentro se dirige a un segmento de la población que tiende a percibir el precio como algo significante que está unido a los valores que caracteTrans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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rizan los consumos. Unicentro, al estar ubicado al sur de la ciudad, en una zona residencialcomercial ligada a estratos altos de la población, “se semiotiza como sitio de encuentro y de compras en un ambiente distinguido, sofisticado y elegante” (Guerrero, 2014a: 22). Con respecto a la caracterización de Unicentro como centro comercial y, por ende, como Lugar para los jóvenes, puedo decir que de acuerdo a los relatos y a la conceptualización teórica, sí representa el modelo planteado de espacio planeado intencionalmente, como un espacio privado grande, “semicerrado”, con zonas verdes al aire libre y otras al aire acondicionado, con múltiples ofertas comerciales para distintos tipos de usuarios y con una dinámica de control mediada por el dispositivo de la vigilancia contratada. En ese sentido, Unicentro se plantea aquí no solo como Lugar para los jóvenes, sino para los habitantes de la ciudad en general, que cada vez más encuentran en este tipo de espacios un entorno ideal para habitar. Según el diario la República, especialista en asuntos económicos e industriales, Unicentro junto con Jardín Plaza en Cali, se ubicaron en el top 10 de los centros comerciales que más venden y que más movilización de personas presentaron en todo Colombia. Para 2013, por ejemplo Unicentro vendió más de 350.000 millones de pesos reportados, con un gasto promedio por persona de 98.000 pesos y un tráfico promedio anual de 3,5 millones de personas (La República, 2013). Juan, por su lado, es uno de los grandes motivadores de esas cifras: Uno de los espacios que más me gusta es la fuente y la terraza de la parte nueva porque es muy fresco y el ambiente es muy bueno, muy tranquilo. A mí gusta ir para hablar, comer, tomar algo o ir a cine; no para ‘vitriniar’ ni nada de eso: eso solo en diciembre. Yo creo que esos son lugares muy interesantes para ir de conquista o para hablar con amigos: hay condiciones espaciales que permiten ese tipo de relacionamiento.

Siguiendo con Guerrero (2014b), la visita al centro comercial está mediada primordialmente por una elección racional basada en el cálculo marcando la integración de los sujetos en el sistema social alrededor del entretenimiento el estilo, que en últimas representan las formas más comunes de apropiación: en torno siempre a la búsqueda de diversión. Aquí la apropiación pasa también por la capacidad de agenciar y transformar el Lugar en esa interacción sujeto-objeto en donde los usuarios también una fuerte agencia para re-significar sus sentidos y usos fundacionales. 114

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Que un Lugar como Unicentro y otros centros comerciales de Cali estén tomando tanto protagonismo lleva a plantear interrogantes para deliberar sobre cómo va a ser pensada la ciudad por sus ciudadanos y por la planeación municipal: ¿qué pasará con los anteriores Lugares de esparcimiento como los parques o plazas? ¿Acaso se acabarán? ¿Seguirá tendiendo a privatizarse el espacio público para privilegiar la configuración de No-Lugares y de Lugares en formato centro comercial? ¿Será esto el resultado de la prevalencia de un discurso de la seguridad? ¿Cuándo volveremos a salir a la calle? Conclusiones En términos generales, en este artículo me interesaba analizar teórica y reflexivamente las formas de uso o apropiación espacial por parte de los jóvenes en Unicentro y Parque comercial Río Cauca para pensar dichos espacios como Lugares. Así mismo, me interesaba reflexionar si dichas formas de uso o apropiación espacial por parte de estos usuarios están relacionadas con el medio socioeconómico en el que se encuentran situados cada uno de los centros de comercio. Por eso, a partir del análisis teórico de diversos autores respecto a la concepción de Lugar, No-Lugar y Centro Comercial, y a partir de la experiencia etnográfica en cada espacio, puedo optar por presentar tres grandes conclusiones y reflexiones finales al respecto. En primer lugar, me basé en la concepción de Lugar que lo entiende como un espacio pensado, premeditado y construido intencionalmente, haciendo que aparezca como resultado de un plan estratégico, lo que deja reflexionar en una dinámica de control y vigilancia alrededor de la cual se configura dicha intencionalidad. De igual modo, me pareció importante pensar esta categoría analítica a partir de su dualismo inseparable de su contrario teórico No-Lugar, como la simple negación del Lugar. Igualmente, abrí un espacio de discusión para posibilitar la inclusión de la categoría foucaultiana de heterotopías en el análisis de los Lugares, ante el elemento casi inseparable de vigilancia y control que existe en esta noción. Como segundo punto, definí un centro comercial como Lugar en tanto que “cumpliera”, teóricamente hablando, con ciertos parámetros básicos en su constitución espacial y urbana: como un entorno grande y privado de la ciudad para ir y ser apropiado, “semicerrado”, con zonas verdes al aire libre y otras al aire acondicionado, con múltiples ofertas comerciales para distintos tipos de usuarios y con una dinámica de control mediada por Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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el dispositivo de la vigilancia contratada. Así, analicé la llegada de este tipo de Lugar a Cali a principios de los ochenta como el resultado del afán modernizador mediado por un discurso de la seguridad que legitimó su conformación privada y semicerrada, y por la pérdida del protagonismo político, económico y cultural del centro de la ciudad, que provocaría un proceso de fragmentación y concentración urbana del comercio en diferentes nodos de la ciudad: entre ellos, precisamente, el centro comercial. En ese orden de ideas, como tercer y último punto a rescatar, basándome en los relatos de los jóvenes que me permitieron ingresar por un momento en sus cotidianidades, establecí que los dos espacios comerciales, Parque comercial Río Cauca y Unicentro, se conforman como Lugares condicionados para la consecución de cierto tipo de relacionamiento social y apropiación: aunque el primero no se conformara específicamente como centro comercial debido a sus condiciones espaciales de abandono y falta de gestión y al ingreso de las dinámicas no deseables de los barrios cercanos como la inseguridad y el “desorden”. Por todo esto, sostengo que las formas de apropiación espacial en estos Lugares por parte de los Jóvenes son, para cada espacio comercial, las siguientes: Parque comercial Río Cauca: En este espacio los jóvenes trasladan las dinámicas barriales sin la necesidad de salir de sus lugares de vivienda, dada la cercanía del Parque comercial con sus barrios. Esto ocurre así debido a que en este espacio pueden hacer lo que quisieran materializar en el barrio, pero que por la inseguridad y el peligro, no pueden siquiera atreverse a intentar. De ese modo, este espacio comercial se convierte en parque, plaza, calle, bar, estanco, cancha de fútbol, un lugar para caminar o simplemente un Lugar para “estar seguros” y disfrutar: por medio, claro está, de la ida al cine o al restaurante a comer, debido al permanente abandono que está acabando con el interés de los jóvenes. Estas formas de apropiación descritas están cercanamente ligadas al contexto en donde se encuentra situado el Parque comercial: zonas excluidas y marginadas. Unicentro: En este espacio, los jóvenes, que no están interesados en relacionarse a través de dinámicas barriales, buscan romper con su rutina, encontrando en este entorno el Lugar perfecto para ‘estar’ con demás personas con las que puedan interactuar: dando por sentado la necesidad básica de la seguridad. Esto ocurre así debido a que en este espacio pueden romper con su rutina semanal, por medio del goce y el disfrute a partir de dinámicas de consumo que van desde ir a comer, a tomar o al cine, hasta hablar. Estas formas de apropiación descritas 116

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también están ligadas al contexto en donde se encuentra situado el centro comercial: en la mitad de unidades residenciales con residentes con alta capacidad adquisitiva y con una lógica similar de encerramiento con condiciones de seguridad que no se ponen en cuestión. Que los centros comerciales estén tomando cierto protagonismo en Cali lleva a que nos preguntemos por el futuro inmediato y lejano de las formas de vivir, plantear y apropiarnos de la ciudad: ¿será éste un modelo apto solo para el área del corredor de Cali o se extenderá hasta las zonas excluidas de la ciudad como el oriente y la ladera? ¿Cómo se transformarán las formas de apropiación en el futuro de los centros comerciales por parte de los jóvenes y qué harán los pobladores del distrito ante el casi seguro cierre o abandono del Parque comercial? ¿A qué espacios acudirán? ¿Acudirán acaso a Unicentro, a otro centro comercial, o apelarán de nuevo al barrio? Bibliografía ALMARIO, Oscar. (2012). Historia de Cali en el siglo XX. Tomo II. En: E. Morera (coord.), Cali y el Valle del Cauca: configuración moderna y reconfiguración contemporánea de la región y la ciudad-región (pp. 68-91). Cali, Colombia: Universidad del Valle. CHACÓN, Freddy. (2010). Hábitat-centralidad. Relación determinada por la transformación: Problematización del fenómeno en centralidades conformadas a partir de centros comerciales. En: A. Montaña (ed.), Entretejiendo conceptos: hábitat, centralidad y centros comerciales (pp. 71-120). Bogotá, Colombia: Universidad Nacional de Colombia. CAMPOS, Fernando y Paulina Yávar. (2007). Lugar, vivienda y urbanidad Urbano. En: Urbano, 10(15), 41-52. CASTROGIOVANNI, Antonio. (2007). Lugar, no-lugar y entre-lugar: Los ángulos del espacio turístico. En: Estudios y Perspectivas en Turismo, 16(1), 5-23. CORNEJO, Inés. (2006). El centro comercial desde la comunicación y la cultura. Un modelo analítico para su estudio. En: Convergencia. Revista de Ciencias Sociales, 13(40), 13-37. DEBORD, Guy. (2003). Comentarios sobre la sociedad del espectáculo. Madrid, España: Anagrama. FOUCAULT, Michel. (1998). La prosa del mundo. En: E. Frost (ed.), Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humana (pp. 20-35). Madrid, España: Siglo XXI editores. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Consumo cultural y el papel de los medios en el control social Juan Sebastian Castaño Estrada** (juansebacase@gmail.com) Artículo de investigación recibido el 10/12/2015 y aprobado el 19/05/2016.

Cómo citar este artículo: CASTAÑO ESTRADA, Juan Sebastian (2016). “Consumo cultural y el papel de los medios en el control social”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 10, pp. 121-141. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. Resumen La economía mundial conlleva nuevas formas de relación en los campos de la producción, la distribución y consumo, relaciones que obligan a la modernización e introducción de transformaciones en las esferas económica, política y sociocultural. Hoy es posible percibir un enfrentamiento que contrapone lo global a lo local, los medios y sus productos de consumo cultural, que moldean la identidad social. Lo que obliga a los medios, a saber qué conoce o sabe la audiencia para descubrir en dónde comienza la información comprensible y qué capacidad de aprender o comprender posee. De ahí el papel del periodismo enfocado hacia la paz sin establecer límites, encontrar causas y soluciones, en la tradición y el conocimiento, la búsqueda de la humanización de sus actores y estudiar cómo funciona la democracia para fortalecerla, que desde el control social, debe conocer las reglas, para respetarlas y hacerlas cumplir. Palabras clave: Medios, paz, cultura, construcción, control. Comunicador Social y Periodista, y especialista en Gerencia de mercadeo. Conocimientos y habilidades en las áreas de la Comunicación Social y el Periodismo. Instituto de Capacitación Comfamiliar Risaralda (Pereira, Colombia). *


Juan Sebastian Castaño Estrada

Introducción El mundo de hoy experimenta enormes transformaciones que abarcan todos los ámbitos de la cultura, nunca como hasta ahora la humanidad había tenido tantos adelantos como los que tiene hoy en materia de comunicaciones, hasta tal punto que ya se ha hecho realidad aquella frase coloquial que “el mundo es un pañuelo”. Ya lo había planteado Jacques Delors en el informe a la UNESCO sobre la educación para el siglo XXI: “Existe hoy en día un escenario mundial donde, lo deseemos o no, se juega una parte del destino de cada uno de nosotros. La interdependencia planetaria, impuesta por la apertura de las fronteras económicas y financieras bajo la presión de las teorías librecambistas, fortalecidas por el desmantelamiento del bloque soviético e instrumentalizada por las nuevas tecnologías de la información, no deja de acentuarse en los planos económico, científico, cultural y político” (Delors, 1996: 39) En efecto, el fenómeno de la mundialización de la economía conlleva nuevas formas de relación en los campos de la producción, la distribución y consumo, relaciones que obligan al conjunto de los países del mundo a modernizarse y a introducir transformaciones profundas en las esferas económica, política y sociocultural. Estas transformaciones resultan particularmente necesarias en los países pobres o en vías de desarrollo, donde las consecuencias de los cambios orbitales se manifiestan con mayor intensidad y donde se ponen en peligro aspectos que son fundamentales para la estabilidad en todos los órdenes. Asistimos a un proceso de universalización cultural, los países hoy se ven abocados a caer en el anonimato y la disolución de la unidad nacional, bases esenciales en la configuración de la identidad, como consecuencia de la incidencia negativa de los Mass Media, que hoy por efectos de su gran evolución y desarrollo, han eliminado barreras como la distancia y el idioma; han acortado el tiempo y han convertido el mundo en una intrincada red que posee la magia de integrar y comunicar a las gentes de distintas latitudes, haciendo del planeta un espacio de comunicación directa e inmediata, donde puede circular la información y el conocimiento desde una dimensión colectiva y universal. De las acciones que desplieguen los países, sobre todo, los más débiles, depende la seguridad de sus propias manifestaciones culturales, la memoria colectiva y su permanencia en el tiempo. Hoy, las manifestaciones propias de la identidad cultural están en riesgo de quedar sumergidas en un proceso homogenizado de la cultura. “Las nuevas tecnologías 122

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han hecho entrar a la humanidad en la era de la comunicación universal; eliminando la distancia, contribuyen poderosamente a forjar las sociedades del mañana que, a causa de ellas no responderán a ningún modelo del pasado. La información más precisa y más actual se puede poner a disposición de cualquier persona en la superficie del mundo, a menudo en tiempo real, y llega a regiones más apartadas. Muy pronto la “interactividad” permitirá no sólo emitir y recibir información sino también dialogar, conversar y transmitir información y conocimientos sin límite de distancia ni de tiempo de operación” (Delors, 1996: 43). El mundo globalizado requiere de continuos y delicados procesos de resignificación, en los cuales lo global y lo local están en continua contradicción y a tono con ello se vuelve necesario someter a riguroso examen los aconteceres del diario vivir. “Estamos en otro tiempo, como diría Geertz, en el que las fronteras culturales se han corrido y el mapa cultural se ha transformado de tal manera que a veces, en un breve lapso, no somos capaces de identificar. El intento académico de entender este proceso no es realizable con los instrumentos teóricos tradicionales. Hoy todo, o casi todo, ha cambiado o sufrido profundos desplazamientos que adquieren significados distintos a los de antaño”. Richard, refiriéndose a la idea de lo latinoamericano, lo explica muy bien al expresar que «es ya tiempo de revisar ese modo de seleccionar y definir los significados...de acuerdo a escalas de privilegio discursivo que se han visto cuestionadas por múltiples registros de transformaciones culturales» (Bisbal, 2000: 86). De la misma manera como se accede al conocimiento se abre la puerta al consumo, sobre todo de “valores culturales”, que muy a menudo carecen de significación, que generalmente tienen gran acogida entre las jóvenes generaciones; éstas cuando no están suficientemente preparadas para asimilar y digerir este tipo de “alternativas”, se convierten en una verdadera amenaza para la pertenencia y el arraigo. “El cuasi monopolio de las industrias culturales de que goza un pequeño número de países y la difusión de su producción en todo el mundo ante un público cada vez más amplio constituyen un factor poderoso de erosión de las especificidades culturales. Aunque esta falsa “cultura mundial” sea uniforme y demasiado a menudo de muy pobre contenido, no deja de ser vehículo de normas implícitas y puede causar en las personas que reciben su influencia un sentimiento de desposeimiento y de pérdida de identidad” (Delors, 1996: 44)

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Esta es una razón válida para preparar sobre todo a las capas de la población más vulnerables, a través de procesos, programas y proyectos enfocados hacia la conservación del Patrimonio Cultural, intentando de paso cualificar a los consumidores, dotándoles de una visión crítica que les permita una mejor digestión y asimilación de los “valores culturales” que el mundo mediático le viene ofreciendo. Para lograrlo habría que vencer una especie de analfabetismo contemporáneo, porque es evidente que circulan nuevos lenguajes cargados semióticamente que requieren ser decodificados como premisa para entender las claves que caracterizan al mundo de hoy. Consumo cultural y desarrollo humano Son muchas las definiciones que sobre cultura se han elaborado, tanto que cada disciplina, sobre todo las de las áreas afines a la sociología, presentan y establecen su propia definición; también es posible conocer la génesis misma de este vocablo que fue cambiando de significado y de sentido en la medida en que hacía tránsito en la historia. “Los conceptos nunca son puros, están marcados por la historicidad que se suma a su existencia categorial. Por eso es importante la reflexión acerca de su génesis y sus implicaciones. Permite aclarar un conjunto de significaciones implícitas en su interior, y nos ayuda a entender ciertas cuestiones aún presentes en el debate contemporáneo” (Ortiz, 1998: 69). Las ópticas desde las que se ha mirado la cultura son demasiadas. “Por tal razón es imposible hablar de cultura como un concepto acabado, es más preciso hacerlo en términos de collage o de fragmentación porque en cada momento o realidad social se van añadiendo nuevos elementos…” (Bisbal, 2004: 3). Esta visión alrededor del concepto de cultura se corrobora en la génesis del mismo, por cuanto a lo largo de la historia se le ha concedido distintos significados. Por razones metodológicas resulta conveniente acoger una definición, y una un tanto universal, la propone la Unesco quien señala que la cultura es el “conjunto de rasgos distintivos, espirituales, materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Ella engloba además las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias” (Unesco, 1990: 24)

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Cuando la Unesco hace referencia a rasgos distintivos, no se puede pensar en otra cosa que en identidad y ahí surge sin duda un interrogante alrededor de la caracterización del mundo contemporáneo, ¿cómo entender el concepto de cultura en relación directa con una sociedad globalizada? ¿Cuáles son sus rasgos distintivos? Resolver esas inquietudes conlleva seguramente a visualizar una abierta contradicción entre el papel que hoy se juegan las manifestaciones culturales como rasgos distintivos de algunos pueblos que se mantienen resistentes a los embates de la masificación mediática. Ellos sin duda alguna, libran duras batallas contra el consumo cultural y advierten, al decir de Umberto Eco, como apocalípticos, una amenaza permanente empoderada en los medios, capaz de arrasar el arraigo y los sustentos del Patrimonio Cultural de los pueblos; es innegable que el mundo y sus avances son incontenibles y escapan a la voluntad de los seres humanos, y esa invasión mediática se ha venido con todo su arsenal, y cuenta para ello con generaciones jóvenes a menudo caracterizadas por la banalidad y el menosprecio para con las generaciones que hicieron tránsito en el pasado. Aquí la dicotomía: cultura-cultura de masas, obliga a examinar el asunto con mucho detenimiento, pues se trata de interpretar la realidad que ha devenido con cambios orbitales enmarcados dentro de la era de las comunicaciones, trayendo consigo nuevos y muy complejos imaginarios que es necesario develar como condición para aproximarse a una interpretación más objetiva de la realidad que ofrece el despegue de este nuevo milenio. El conjunto de los cambios advenidos con la irrupción del siglo XXI exige una resignificación que permita nuevas miradas en torno de la cultura y particularmente de los procesos culturales y ello pasa por la búsqueda de nuevas herramientas teóricas. “Ante la presencia de nuevas escenas que redefinen lo cultural en la perspectiva de la modelación de nuevos imaginarios sociales y en donde los llamados «flujos massmediáticos » intervienen constitutivamente en lo que somos, no podemos seguir empleando instrumentos epistemológicos provenientes de tradiciones cientificistas, en el campo de las humanidades o de las ciencias sociales, que consideran a los media como un signo meramente subcultural en el sentido que estableciera el círculo de Frankfurt. Es la apuesta por un pensamiento no negativo, tampoco pesimista, sino más bien optimista y de comprensión de lo que pasa en el interior de esas formas dominantes y hegemónicas de industrialización de la cultura” (Bisbal, 2000: 86-87) Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Existe pues una especie de manifestación de lo que algunos han llamado el “fenómeno paradigma”, una postura frente a los cambios que enfrenta generacionalmente la sociedad contemporánea y que termina confrontando concepciones distintas de cultura. Barbero citando a Margaret Mead, escribe: “nuestro pensamiento nos ata todavía al pasado, al mundo tal como existía en la época de nuestra infancia y juventud, nacidos y criados antes de la revolución electrónica, la mayoría de nosotros no entiende lo que ésta significa. Los jóvenes de la nueva generación, en cambio, se asemejan a los miembros de la primera generación nacida en un país nuevo” (Barbero, 2003: 1). El capitalismo es el régimen socioeconómico propio de los tiempos modernos, la aparición de la máquina, el aumento de la producción y el protagonismo inequívoco de la mercancía, trajeron consigo el consumo y éste hace no sólo referencia a bienes necesarios para la supervivencia sino a una gama de los mismos que sin serlo, se convierten en una especie de “necesidades artificiales”, que cuentan con la publicidad como soporte y que le dan vida a un fenómeno típico de la modernidad: el consumo. Néstor García Canclini define así a los consumidores: “Personas a las que los encuestadores interrumpen su disfrute luego de haber comprado en el centro comercial, a la salida del cine, o después de haber cambiado de canal 40 veces durante dos horas, para preguntarles por qué hicieron eso y cuántas veces incurrieron o no en el mismo acto los últimos seis meses” (García Canclini, 2007) Años antes, en su libro Consumidores y ciudadanos, escribió que el consumo es “el conjunto de procesos socioculturales en que se realizan la apropiación y los usos de los productos” (García Canclini, 1995). Sunkel citando a Mata y en referencia al consumo cultural y a los medios escribe “Douglas e Isherwood consideran el consumo de cualquier tipo de mercancías como una práctica cultural en tanto las mercancías “sirven para pensar”, “sirven para construir un universo inteligible”. El consumo sería una práctica sociocultural en la que se construyen significados y sentidos del vivir con lo cual este comienza “a ser pensado como espacio clave para la comprensión de los comportamientos sociales” (Mata, 1997: 7). Para los investigadores de la comunicación y la cultura en América Latina es esta perspectiva la que devuelve interés al análisis del consumo de medios y de otros productos culturales” (Sunkel, 2002). Ambos autores reafirman la trascendencia que tiene para los estudiosos la inclusión de estas dos categorías en los análisis alrededor 126

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del papel de éstas en la configuración de contextos socioculturales o en el moldeamiento de imaginarios e identidades. García Canclini conceptúa alrededor del consumo cultural y al respecto dice que es “el conjunto de procesos de apropiación y usos de productos en los que el valor simbólico prevalece sobre los valores de uso y de cambio, o donde al menos estos últimos se configuran subordinados a la dimensión simbólica” (García Canclini, 1999: 42). Es decir, que más allá de los “valores de uso y de cambio” o de la connotación puramente mercantil, los productos propios del consumo cultural, en tanto se constituyen en valores simbólicos, redimensionan no sólo las investigaciones sino que enriquecen la discusión de la comunidad académica en su tarea de develar el real papel que cumplen no sólo los medios de comunicación sino el propio consumo cultural. “Esta es la definición operante que ha orientado buena parte de las investigaciones sobre consumo cultural realizadas en América Latina durante los años 90. A mi modo de ver, esta construcción del consumo cultural como objeto de estudio ha sido uno de los principales –y más influyentes– aportes de García Canclini al desarrollo de la investigación en esta área.” (Sunkel, 2002). El consumo cultural no es meramente un asunto de estadística, por el contrario, éste es hoy día elemento necesario a tener en cuenta no sólo como referente teórico sino como portador de valores que se incorporan e inciden en el diario vivir y que moldean el decir y el hacer de quienes usufructúan sus productos y beneficios “Hablar de consumo cultural, no es solamente saber cuánta televisión ven los niños, cuáles libros leen o qué música prefieren, sino sobre todo, explorar las relaciones que establecen con el mundo que les rodea, los usos que hacen de los bienes de la cultura, las conexiones que generan entre los productos culturales que disfrutan, su escuela y sus amigos, los nuevos lenguajes y la forma de abordarlos que experimentan a diario cuando se sientan frente a un computador y navegan por internet. El consumo cultural más que hablar de películas o de páginas web, lo que muestra es en qué tipo de sociedad vivimos, cuáles son sus estéticas y sensibilidades predominantes, cómo se construyen imaginarios e identidades generacionales” (Rey, 2008: 1). El consumo cultural, hoy más que en el pasado, moldea e influye en la construcción y aparición de nuevos imaginarios, de nuevos lenguajes y nuevas formas de percibir el mundo y mucho más aún cuanto más distante se está de las formas de consumo cultural Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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características de ese pasado reciente, de antes de la avalancha tecnológica, cuando aún era posible la reunión en familia, cuando las fronteras aún no se habían abierto, cuando la modernidad no había logrado aún conquistar el mundo. Tras el vasto y variado consumo cultural al que asiste el mundo entero, se revelan múltiples lecturas que no son otra cosa que la imagen en el espejo de la sociedad; de una sociedad cargada de nuevos referentes, de nuevas simbologías, de nuevas y complejas formas de acercarse a la realidad, configurando una dinámica planetaria donde la virtualidad hace posible lo que otrora fuera imposible y donde los cambios y transformaciones son cada vez más acelerados e impredecibles. Los bienes culturales pueden o no estar al alcance de las personas y desde esa dinámica se los considera como variable dentro del concepto de desarrollo humano. Aquí se entiende que el acceso o no a los bienes de la cultura, también hace parte de la noción calidad de vida. Conviene entonces acercarse al concepto de desarrollo y al tenor suyo hacer una lectura general acerca del estado del consumo cultural y su relación como variable del desarrollo humano, y por esa vía poder aproximar una lectura de la realidad en relación con el consumo cultural. En el informe del año 2000 el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) indicaba que “El desarrollo humano es el proceso de ampliación de las opciones de la gente, aumentando las funciones y las capacidades humanas... Representa un proceso a la vez que un fin… El ámbito del desarrollo humano va más allá: otras esferas de opciones que la gente considera en alta medida incluyen la participación, la seguridad, la sostenibilidad, las garantías de los derechos humanos, todas necesarias para ser creativo y productivo y para gozar de respeto por sí mismo, potenciación y una sensación de pertenecer a una comunidad. En definitiva, el desarrollo humano es el desarrollo de la gente, para la gente y por la gente” (PNUD, 2000: 17). El consumo cultural en países como Colombia resulta ser variable y dinámico y ello obedece a razones generalmente asociadas con los vaivenes de la economía. El colombiano promedio invierte priorizando en productos o bienes necesarios para su diario vivir dejando en segundo orden a los productos culturales que terminan siendo considerados como suntuarios o al margen de las necesidades básicas de las personas. El consumo cultural resulta así asociado a la capacidad adquisitiva y por razones obvias, genera desequilibrios en la población, puesto que, en una sociedad caracterizada por la comunicación 128

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y el conocimiento, la movilidad social queda supeditada al acceso y asimilación de los bienes culturales y con incidencias en los niveles en relación con el desarrollo humano y la calidad de vida. “Los colombianos gastan un 0,58% de sus ingresos en productos culturales. Esta cifra que parece baja es consistente con el gasto en otros países donde el efecto de un mejor ingreso causa un mayor gasto” (Fuente: Consumo Cultural Potencial en América Continental 2001). Martín Barbero, en su ensayo Recepción, uso de medios y consumo cultural, responde al interés de investigadores y estudiosos de la comunicación por los procesos de recepción y consumo. “Como lo muestran los ensayos e investigaciones anteriormente mencionadas, las razones teóricas, experiencias culturales y hechos sociales se entrelazan configurando el nuevo sentido de los procesos de comunicación en las sociedades fin de siglo. Cambios profundos en el sistema de comunicación acarreados por la globalización del mercado y la interconexión universal de los circuitos vía satélite e informática” (Barbero, 1991: 4-5). Los medios son instrumentos que permiten acceder a la información de manera más rápida y completa en la sociedad del conocimiento. Sin embargo, no todos especialmente los jóvenes están formados para usarlos adecuadamente y de manera inteligente. La fragilidad de su criterio aun en formación y el uso indiscriminado ha propiciado la pronunciación de diversas instituciones en este tema. Qué ha sucedido La juventud actual ha surgido, crecido y se ha formado en un mundo especialmente signado por la tecnología, y muy esencialmente aplicada a la esfera de las comunicaciones y a un flujo de valores culturales sin precedentes en la historia de la humanidad. Se está frente a una juventud para la que pasan inadvertidas las costumbres, las convenciones y las tradiciones, con una gran habilidad tanto para procesar datos electrónicos como para manipular los instrumentos de las nuevas tecnologías; una juventud que se mueve con propiedad entre las páginas Web, los blogs y la realidad virtual; una juventud obsesionada por la moda, por el estilo y por las maniobras de la publicidad. Como una parte esencial en la caracterización de la juventud actual está precisamente la gran influencia que sobre las generaciones jóvenes ejerce no sólo el mundo mediático Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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sino el contenido que ese mundo trasmite, con el objetivo de moldear estilos, lenguajes y concepciones de vida. Este permanente asedio que se ejerce sobre los jóvenes les ha llevado a tomar posturas que a menudo rayan con los preceptos conservacionistas de los defensores de la identidad cultural, del arraigo y del sentido de pertenencia. Sin embargo, conviene aclarar que no son los medios los causantes de la actitud de menosprecio que comportan los jóvenes, los medios en general han sido orientados por orden de un modelo económico que pone por encima de toda consideración a la economía de mercado, haciendo de la audiencia la medida con la cual se valora la validez de los productos culturales expuestos al consumo, sin importar si aquellos afectan el constructo cultural acumulado y mantenido por las generaciones del pasado. La postura frente a la lectura, sus aficiones como la radio, la televisión, la accesibilidad a medios como internet así como la percepción y compromiso que pudieran tener con su entorno cultural o con los valores característicos de su identidad son observados y dejan datos de mucha importancia para quienes orientan y trazan políticas públicas en las áreas de comunicación y cultura y especialmente entre quienes pretendan asumir el papel de defensores del Patrimonio Cultural y de los rasgos de la identidad. Por ello a partir de la interpretación de los datos obtenidos se hacen unas observaciones que pueden contribuir en la apertura de una discusión alrededor de la relación que tiene la juventud con los medios y con el consumo cultural. Es indudable que la lectura ha cumplido a lo largo del tiempo un papel esencial en la formación del ser humano, ella contribuye enormemente en la construcción de una mentalidad crítica, ha servido como aporte en la construcción y socialización de los principios de la ciudadanía y de la libertad que son los que permiten la convivencia humana, ha llevado hasta rangos muy elevados el espíritu, ha desplegado la alas de la imaginación y ha demostrado a los seres humanos la trascendencia de la ensoñación; pese a todas las ventajas, hoy a la lectura no suele dársele la importancia que se merece y lo peor de todo es la postura que frente a ella asumen las jóvenes generaciones que alucinadas por la irrupción de nuevas tecnologías en el área de las comunicaciones o, atrapadas por la influencia de la sociedad de consumo, persisten en mantenerse al margen, sometiendo a un segundo plano a una de las adquisiciones más grandes de la humanidad. 130

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La resignificación de la lectura debe orientarse desde las políticas culturales de los estados, que deberán a su vez resignificar el papel de la escuela, de las bibliotecas públicas e incluso de la industria editorial a favor de elevar no sólo los índices de lectura sino ante todo de encantar y cautivar a niños y jóvenes hasta dejar atrás las prácticas de lectura por obligación y conseguir una nueva dimensión donde predomine la lectura placentera. Quienes tienen en sus manos las riendas de las políticas culturales deberán entender su papel y tener muy claro que una sociedad lectora está comparativamente mejor dotada para afrontar los retos que la vida y los profundos cambios orbitales que caracterizan al mundo contemporáneo; que la población joven tan renuente a la lectura, de cambiar su actitud, seguramente acometerá con mejores herramientas la construcción del futuro colectivo. La radio ha estado por años ocupando el primer lugar en relación con su universalización, porque las frecuencias radiales cubren casi todas las áreas del planeta y esto lo han entendido a cabalidad quienes conducen la economía y tienen en este medio a una posibilidad inigualable tanto para comercializar todos los productos de la industria como para transmitir valores culturales generalmente asociados con la sociedad de consumo. Es tal la importancia que ha adquirido la radio que hace ya mucho que dejó de estar limitado al equipo receptor tradicional, puesto que hoy se puede acceder a él, a través de la tecnología digital, de internet o de la telefonía celular. Los radio oyentes son personas de distintas edades y generaciones, pero son los jóvenes quienes hoy manifiestan una mayor adicción a este medio y por tanto se constituyen en una franja de población que es objeto de una mayor carga y bombardeo de mensajes publicitarios que comportan cánones, modas, formas de pensar, de actuar y de asumir los roles que la sociedad de consumo determinen. Hoy no se advierten políticas claras por parte del Estado respecto a las programaciones radiales, particularmente en relación con la promoción y divulgación de los valores culturales que identifican a los pueblos, a la creación y patrocinio de emisoras culturales que contribuyan a contrarrestar aunque sea en una mínima proporción los efectos que produce un medio tan globalizado y homogenizante como lo constituye la radio y tampoco está dentro del interés de las cadenas radiales hacerlo. La televisión es ese otro medio masivo que hoy se disputa la ocupación del tiempo libre. Este poderoso medio de comunicación ha desvirtuado por completo los principios universales de la comunicación de masas: informar, formar y entretener y todo por saTrans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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tisfacer la voracidad de quienes sólo ven en este tipo las posibilidades de la rentabilidad económica. En general la producción de los formatos televisivos es concebida en función de la audiencia para la que van dirigidos, cuando ésta no los acoge significa que no son proyectos productivos o rentables capaces de captar publicidad. Es esta dinámica, la del mercado, la que rige para el conjunto de los televidentes. Por otro lado, estas pretensiones están muy lejos de promover mentes libres, capaces de discernir y convertirse en agentes transformadores de la realidad, porque de lo que se trata aquí es de convertir las audiencias en consumidores perfectos. Hoy nadie duda sobre la enorme influencia que tiene este medio no sólo sobre los jóvenes sino en el conjunto de sus usuarios sin distingos de edades o sexos. Por la pantalla chica fluye todo tipo de valores y mensajes que van calando en sus usuarios, en procesos favorecidos por los avances tecnológicos que hoy permiten que en un modesto hogar de clase media haya un televisor en cada cuarto, rompiéndose la unidad familiar, propiciando el aislamiento y el individualismo. Hace apenas algo más de una década la televisión colombiana se movía en torno a la existencia de unos cuantos canales nacionales, hoy los usuarios disponen de una multiplicidad de canales de diferentes nacionalidades, idiomas y con programaciones diversas, todos constituidos para servir de vehículos publicitarios, a través de los cuales transitan con libertad los valores propios de los tiempos de la posmodernidad y con una segura incidencia en el patrimonio cultural de los pueblos. Desde los inicios del uso del internet en Colombia hasta ahora, se registran avances muy notorios y la tendencia es cada vez más acentuada hacia la universalización del recurso, debido principalmente a la disposición de una infraestructura adecuada, representada en la utilización de herramientas que permiten no sólo más velocidad, sino bajos costos a favor de una ampliación de la cobertura, no sólo entendida en relación con la espacialidad, sino en el creciente número de usuarios, en etapa de expansión y de universalización, pudiéndose predecir el futuro cercano que estará caracterizado por una cobertura muy próxima al ciento por ciento. Con relación a este invento de las postrimerías del segundo milenio, su muy amplia difusión, su “democratización” y sus posibilidades ilimitadas de acceso a la población mundial, lo han convertido en uno de los instrumentos más codiciados de 132

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la economía de mercado, no sólo por su altísima rentabilidad, sino porque es indudablemente uno de los más importantes bastiones en la tarea globalizadora que hoy se impone la economía mundial. Una de las características más sobresalientes de este medio global es su capacidad para permitir el flujo abierto, libre y expedito de valores culturales que hacen su tránsito e impactan en la comunidad de usuarios en el mundo, a menudo caracterizada por el consumo de productos culturales de muy baja calidad, que terminan opacando, desconociendo y borrando importantísimas construcciones culturales de pueblos y comunidades a favor de una homogenización de la cultura necesaria para identificar a la “aldea global” en la que se empeña el mundo contemporáneo. La escuela se ha convertido en un medio que facilita su acceso pero que aún no ha interiorizado las posibilidades, las oportunidades y los peligros y que no cuenta con personal docente suficientemente capacitado para utilizar e instruir en el manejo de las Tecnologías de Información y Comunicación (Tics). Es de tal magnitud la influencia que sobre la preservación de los valores, costumbres y creencias tiene el mundo globalizado, que hablar de preservación pareciera ser una verdadera utopía, sin embargo, tampoco se puede desconocer que es propio de los seres humanos poseer una relación de pertenencia, que es la que le permite reconocerse como parte de un lugar e incluso de un momento determinado. Por un lado, la globalización encarna enormes peligros por su pretensión homogenizante de las visiones de mundo y de sus acontecimientos, por otro, ofrece ventajas que de aprovecharse debidamente permiten conocer el mundo, acercarse a otras cosmovisiones que antes estaban vedadas por no estar al alcance de la humanidad a causa de las limitaciones que existían en el ámbito de las comunicaciones. Hoy es posible percibir un enfrentamiento que contrapone lo global a lo local, ambas realidades se convierten hoy en día en las dos caras de una misma moneda y, por lo tanto, no se trata de satanizar los procesos de globalización, ni de generar una visión apocalíptica de la identidad cultural, de lo que se trata es de entender esta contraposición de contextos. La dicotomía entre lo globalizado y lo local es parte de la caracterización del mundo contemporáneo, en esta contradicción se encuentran las claves tanto para los medios como para los estados, qué hacer, cómo disfrutar de las bondades del mundo de la globalización sin renunciar a las particularidades y a la cesión de los rasgos de Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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la identidad. Es obligatorio acercarse a la interpretación de esta nueva realidad, como condición para garantizar la permanencia en el tiempo de lo local, sin renunciar al disfrute del acercamiento a lo global. Haciendo referencia al asunto Canclini dice: “Los estudios más esclarecedores del proceso globalizador no son los que conducen a revisar cuestiones identitarias aisladas, sino a entender las oportunidades de saber que podemos hacer y ser con los otros, cómo encarar la heterogeneidad, la diferencia y la desigualdad” (García Canclini, 1999: 30). Los medios de comunicación y los productos de consumo cultural, moldean la identidad social, influyen en general sobre la forma de actuar, de relacionarse, de pensar y de ser de las personas. Por ello, los medios en general deben asumir un papel responsable, porque su papel debe ir más allá de la simple transmisión de información y acontecimientos, de la etapa de la novedad tecnológica se debe transitar a la de la responsabilidad social, de compromiso con el entorno específico en el que se desenvuelven. Ellos representan hoy una nueva industria cultural con todo lo que ella implica. Las instituciones responsables por la cultura, por la preservación del patrimonio, por la sobrevivencia de las manifestaciones locales deben centrar todos sus esfuerzos en las nuevas generaciones que seguirán siendo el eslabón más débil, el más vulnerable. Se deben acortar las distancias entre el uso de medios como la computadora y el televisor con otras experiencias comunicacionales que hoy son víctimas de la inmediatez que ofrecen los nuevos medios. La recuperación del valor de la lectura debe servir para contrarrestar la simplificación del lenguaje y la tendencia a confundir la información con el conocimiento. Control El papel del cuarto poder, entre comillas, es vigilar a los demás. Y por aquí comienzan los problemas: ¿será que también le corresponde a los medios, además de vigilar a las ramas del poder público, rondar a los organismos de control? Una inquietud que no se puede apresurar su respuesta. La pregunta queda ahí, planteada, y más adelante se puede retomar. Por lo pronto se debe aceptar que el papel de los medios es informar a la sociedad sobre aquellas cosas que le atañen o le interesan, y para saber qué le interesa a un ciudadano sólo hay que buscar lo que le es cercano o aquello que toca sus intereses. O sea, vías, trabajo, cómo llegar al trabajo, alimentos, mejor dicho: cuántas personas del común estarán 134

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preocupados por un TLC, tratados de paz, reformas tributarias, etc. Y eso los afecta, pero ellos no saben cómo, así que no les interesa. Y ahí comienza el enredo: por un lado, los ciudadanos no necesariamente tienen interés por los asuntos públicos, y menos por asuntos fiscales. ¿O los periodistas creen que sus lectores o sus oyentes saben qué es un juicio de responsabilidad fiscal? ¿O comprenden por qué la Contraloría siempre llega después de que se ha perdido la plata? ¡Eso para no preguntar por la diferencia entre la fiscalía y la contraloría, que es a lo que les sonaría un juicio fiscal! O para decirlo de otra forma: ¿cuál es la zona de desarrollo próximo de la audiencia? ¿O el periodismo cree que todo el mundo sabe lo mismo? ¿Y que a todo el mundo le interesa lo mismo? Saber qué tanto conoce o sabe la audiencia para saber en dónde comienza a presentar información comprensible y qué tanto está esa audiencia en capacidad de aprender o comprender, es fundamental para hacer un ejercicio periodístico responsable. Ese desconocimiento, se va haciendo más complejo en la medida en que el tamaño de la sociedad es mayor. A lo que se le suma un crecimiento casi impensable de los medios para informarse y la rapidez con que se logra ésta necesidad humana. La situación es paradójica: mientras la tecnología ofrece la posibilidad de informar más rápido, el nivel de complejidad de la sociedad es cada día mayor, lo cual hace que cada vez al espectador le sea más difícil comprender de qué le están hablando; o sea, que mientras mejor informado puede estar un ciudadano, más imposibilitado está para informarse. Cuando se redactó la constitución política que actualmente rige, a principios de la década del 90, había un mensaje en televisión que decía: “Hasta para jugar se necesitan reglas. La Constitución fija las reglas para todos, y la constituyente es el camino”. Y más o menos se escribió la constitución entre todos, o por lo menos entre los que representaban a todos. Pero ¿qué pasó después? En parte que la gente votó por los constituyentes, pero los dejó ahí. La sociedad no se apropió de la constitución. La preocupación por el tema constitucional terminó con la elección, que es un fenómeno muy parecido a lo que pasa hoy cuando se eligen alcaldes y a los dos meses la gente no recuerda qué ofrecían. Durante los últimos los últimos años, se han destapado escándalos en la Contraloría General de la República, la Fiscalía General de la Nación y la misma Presidencia de la Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Republica. Al final, nada. En las sociedades queda la idea que esas entidades no son confiables. Cuando se publica algo en contra de los organismos de control, para descalificarlos como una forma fácil de contar con audiencia, se está actuando precipitadamente: y cuál es el resultado: la sociedad cree que ésta es la más corrupta del mundo, lo que no es así. Y ojo, no se trata de pedirle a los medios que no hablen mal cuando haya cosas malas, pero en materia fiscal es muy fácil acusar y después nadie se vuelve a ocupar del asunto. Para hacer periodismo responsable, se debe pensar en cuáles son las creencias, nivel de conocimiento y prejuicios de la audiencia, para saber cómo enfocar la información. Pero lamentablemente eso no se hace. No se tiene el tiempo, los medios no hacen mediciones para conocer esas dificultades. ¿No será que también la necesidad de abarcarlo todo, y de la imposibilidad de especializarse en determinados temas, hace que también se sea ligero en el nivel de conocimiento sobre el objeto que el periodista debe cubrir? La teoría moderna del control dice que hay tres clases de control en una democracia moderna: uno, el control que hace la organización sobre sí misma, y que se conoce como control interno. Una segunda acción de control, que desarrolla una entidad especializada, y que se conoce como el control externo. Y existe un complemento a ese control interno, y al externo, que es el de la comunidad. El llamado control social. Pero la sociedad no sabe hacer ese control. Y cómo la sociedad va a hacer control social, si no dimensiona la importancia del asunto, no lo relaciona con sus intereses, y para rematar se hace a través de la participación, que es algo para lo que no está preparada. Es más, ha sido entrenada para no participar: esta sociedad ha preparado al ciudadano para hacer caso, para obedecer. Es simple: piensen en la escuela, la iglesia y el hogar: allá donde fue criada, donde se formó, ¿dónde podía alguien decir lo que creía? ¿Dónde opinaba? ¿Dónde sugería cómo organizarse? Es que sólo hay una manera de aprender a participar, y es la misma manera en que se aprende a nadar: Nadando. Para construir una cultura de la participación hay que participar. Sólo para pensarlo: se asiste a las asambleas de propietarios, para quienes viven en conjuntos, ¿Y de los que van, a cuántos les da pereza? Ahí pueden encontrar pistas sobre la cultura para participar. No se puede pasar 20 o 30 años haciendo caso, obedeciendo, y de un día para otro volverse el más entusiasta participante. 136

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Los medios deberían animar a sus audiencias para que identifiquen cómo lo público los afecta directamente y por esa razón por qué deberían acercarse a la inversión de recursos. Preguntar, averiguar, etc. Y el comunicador, también debería interesarse más por el tema. A diario se ve, lee y oyen inexactitudes, que se justifican con las mismas frases: es que los organismos de control no sirven para nada porque no impiden que pasen las cosas: saben los medios y le advierten a sus audiencias sobre la diferencia entre los controles previos, los posteriores y selectivos? ¿Qué se ha hecho? Saber cómo se organiza la administración en función de la formulación de mensajes de interés público, como aquel discurso gubernamental orientado a la motivación y movilización de los ciudadanos para promover el bienestar general a través de las metas del plan de desarrollo o la búsqueda de la paz, no sólo es una necesidad de los comunicadores, sino también de los mismos funcionarios públicos. Ellos como servidores tienen la tendencia a negar o subvalorar su rol como gestores y productores de asuntos de agenda pública o de contribuir con imaginarios de transformación de la realidad, y creen que esto sólo es asunto de los respectivos mandatarios en su calidad auto-asignada de voceros. Esta situación, la recurrente condición de las entidades gubernamentales de carecer de planes de comunicación estratégica y la consecuente ausencia de una organización y propósito sobre qué hacer y para qué serviría la comunicación, han animado el desarrollo de un modelo de organización social para encontrar esos puntos de encuentro de la sociedad con sus gobernantes, que supere el actual modelo de comunicación unidireccional orientada a dar forma a las percepciones ciudadanas y manipular la comprensión para ganar “imagen”, en un acto intuitivo, casi siempre materializado a través de una oficina de prensa, en el mejor de los casos. Todo esto debe permitir el señalamiento de la información como bien púbico, el suministro de referentes políticos para los acuerdos sociales y la publicidad de las decisiones gubernamentales para la movilización y la participación ciudadana. Como se puede ver, es otra forma de buscar que el conocimiento de las reglas de juego sea lo más universal posible, y para ello la Agencia de Cooperación Alemana GIZ hacia el año 2012, planteaba y pensaba un modelo de comunicación pública. ¿Qué hay detrás? Que no se hable a partir de sospechas o de prejuicios. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Esto qué significa: que con mayor razón se debe trabajar juntos para conocer cómo es ese asunto, de qué mecanismos dispone la sociedad para controlar, pero acompañarla en experiencias concretas. No conformarse con hablar de algo: hay que hacerlo. Esto es nuevo para casi toda la institucionalidad pública, pero llegó la hora de hacerlo. Hay que ingeniarse formas de contarle a la gente quiénes han hecho control, de evaluar y tasar eso qué ha representado en términos de optimización de los recursos, y dejar de vender el cuento de que la corrupción es el peor cáncer de la sociedad cuando casi nadie se hace un tratamiento para acabar con ese mal. O expresado de otra manera: se necesita construir civilidad, o sea, construir democracia. ¡Pero eso no se logra con clases en el bachillerato, que todos llaman costuras, donde la gente memoriza por un tiempo unos datos mientras presenta una prueba, y después …! Y esa invitación para el conocimiento de lo público también les compete a todos. ¿No sería de utilidad un acercamiento al sistema de control de la ciudad? cómo es que se reparten la jurisdicción entre la contraloría del municipio, la del departamento y la general de la Nación, sólo para citar un ejemplo? Vale la pena sugerir que pregunten a sus hijos, para quienes los tienen, qué saben de la organización del estado, cuáles son sus funciones, etc. Hagan el ejercicio con conocidos, pregunten por el plan de desarrollo, por cifras de inversión y descubrirán que hay mucho por saber y divulgar, y que la construcción de la sociedad también pasa por el conocimiento de lo público. Eso hace mucho tiempo dejó de ser asunto de burócratas. Donde las sociedades han dado ese paso se experimentan mejores resultados. Así que generar ese interés de los ciudadanos por los asuntos públicos, y eso se logra cuando cada información señala cómo afecta lo que pasa al ciudadano, su bolsillo, su trabajo, su futuro, etc. Conclusiones La violencia afecta a todos sin importar si son sujetos activos o pasivos de ella, y contiene elementos que provienen de contextos propios de la problemática social. La violencia no debiera definirse en características individuales sino a los procesos interactivos entre las personas y de éstos con sus ambientes sociales concretos.

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Se puede decir que siempre ha existido esa lucha por el poder entre las naciones y organismos: las guerras, el terrorismo, la presencia de grupos armados por mencionar algunos; que el conflicto por intereses es inevitable pero que por algo se empieza y que anhelar la paz puede ser el primer paso, lo importante es contribuir a ello. El periodismo enfocado hacia la paz debe mirar bien su contexto sin establecer límites; encontrar las diferentes causas y soluciones, en la tradición y el conocimiento. Mirar en el conflicto la búsqueda de la humanización de sus actores. El conflicto en Colombia no se va a terminar pronto. Por eso hemos sugerido formar una fuerte red para diseminar noticias e información que fortaleza la sociedad civil y las organizaciones sociales. Esto contribuirá a reconstruir el país después de la guerra. Explica Mauricio Beltrán Director de la Fundación Colombia Multicolor, una de las organizaciones que participan en SIPAZ, citado por Ángela Castellanos en su texto Periodismo de Paz en Colombia Rural (Castellanos, 2002: 2) Se debe generar una conciencia colectiva sobre la necesidad de una sociedad sin violencia, con tolerancia, el respeto y armonía entre los ciudadanos. La violencia ha sido tan frecuente y ha ocurrido en niveles tan elevados que ya no aterra a casi nadie y la ligan a la historia y la cultura del diario vivir. Los medios pueden aportar en la construcción de paz fortaleciendo las experiencias de educación, dando una mirada más positiva de los sucesos fortaleciendo los valores. Hay que trabajar para que haya una mejor información que promocione la convivencia pacífica. El anhelo de dar noticias relacionadas con el fin del conflicto armado en el país, políticas justas y la equidad social, igual que la práctica de la no-violencia individual y social penetren a través de un proceso largo y bien trazado por el que hay que trabajar arduamente. Los medios tienen que estudiar cómo funciona la democracia, para fortalecerla. Esa es la apuesta por la paz desde la perspectiva del control social. Conocer las reglas, para respetarlas y hacerlas cumplir. Referencias Barbero, Martín. Jóvenes: comunicación e identidad. Disponible en: http://www.oei.es/ pensariberoamerica/ric00a03.htm#autor. Recuperado: 11 de abril de 2009. Trans-pasando Fronteras, Núm.10, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Barbero, Martín. Recepción, uso de medios y consumo cultural: 5. Disponible en: http:// www.scribd.com/doc/6334246/Recepcion-uso-de-medios-y-consumo-cultural. Recuperado: 23 de julio de 2009. Bisbal, Marcelino (2000). Cultura y comunicación. signos del consumo cultural: una perspectiva desde América Latina. En: Nueva Sociedad, No. 175 (sep.-oct. 2000), pp. 85-96 Bisbal, Marcelino (2001). De cultura, comunicación y consumo cultural. Una misma perspectiva de análisis. Revista de estudios de comunicación, No. 10. Texto actualizado 2004. Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/oaiart?codigo=802605. 2004. Recuperado: 09 de abril de 2009. Castellanos, Ángela (2002). Periodismo de paz en colombia rural. Science from the Developing World, 28 enero de 2002. Disponible en: http://icar.gmu.edu/Periodismo%20de%20Paz%20en%20Colombia.pdf Recuperado: 02 de enero de 2016. COLCULTURA - PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA. Aluna imagen y memoria de las jornadas regionales de cultura popular. Colombia. 1990: 24. Consumo Cultural Potencial en América 2001. Herrera, Camilo (2003). Investigación Presentada en el III Foro de Cultura y Desarrollo de la UNESCO: 24. Delors, Jacques (1996). La Educación Encierra un Tesoro. Informe a la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI. Unesco ediciones. Editorial Santillana. Francia: 39-44. Disponible en: http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF Recuperado: 15 abril de 2009. Sunkel, Guillermo (2002). Una mirada otra. La cultura desde el consumo. En: Estudios y otras prácticas intelectuales latinoamericanas en cultura y poder. CLACSO. Disponible en: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/cultura/sunkel.doc. Recuperado: 08 de abril de 2009 García Canclini, Néstor (1995). Consumidores y ciudadanos. México: Grijalbo. Disponible en: http://www.mineducacion.gov.co/1621/article-168343.html. Recuperado: 04 de abril de 2009 García Canclini, Néstor (1999). La globalización imaginada, México, Paidós: 30, 42. García Canclini, Néstor (2007). Lectores, espectadores e internautas. Barcelona: Ge140

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Consumo cultural y el papel de los medios en el control social

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Complementos ReseĂąas De primera mano Documentos de trabajo Dossier No dejar de leer Editorial

Complementos



Indicaciones para los autores A continuación se presenta información de interés para los autores que deseen publicar en TRANS–PASANDO FRONTERAS. Recepción de artículos • Los artículos postulados a ser publicados en TRANS–PASANDO FRONTERAS deben ser artículos inéditos y originales resultado de un ejercicio de investigación científica, reflexión teórica o revisión bibliográfica. • Es necesario que los artículos postulados no estén participando en procesos de evaluación en otras revistas. • Los artículos pueden ser postulados en español o inglés y serán publicados en español o inglés. • Los artículos pueden enviarse de dos maneras: a) Vía en línea: Regístrese y luego identifíquese en el Sistema de Gestión Editorial –Open Journal Systems (OJS)– de la revista. Luego, siga todas las instrucciones de la sección de “Envíos online”. b) Vía mail: enviándolo al correo electrónico revista@icesi.edu.co adjuntando también la “Autorización para la publicación: Cesión de derechos” y la “Declaración de originalidad”, los cuales se podrán descargar desde la página web de la revista: http://www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras/ Importante: una vez recibamos el artículo, el Equipo Editorial se encargará de montarlo a la plataforma OJS de la revista. Del mismo modo, se le hará llegar un pre-registro el cual el(los) autor(es) debe(n) aceptar y diligenciar. Proceso de evaluación El Equipo editorial de TRANS–PASANDO FRONTERAS ha establecido un proceso de evaluación interna y externa (por pares académicos) para los artículos que recibe en consideración. Al recibir un artículo el Equipo editorial evalúa la pertinencia académica del mismo y su cumplimiento estricto de las normas editoriales establecidas por la revista. Trans-pasando Fronteras, Núm.5, 2014. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Indicaciones para los autores

Luego procede a contactar, como mínimo, dos pares académicos expertos en el tema que aborda el artículo para que evalúen su originalidad, actualidad de la bibliografía, dominio de la bibliografía, claridad en la argumentación, calidad de la redacción, calidad científica del artículo y la importancia y pertinencia del tema. Con base en el concepto de los pares evaluadores el Equipo editorial de la revista toma la decisión final de negar o aprobar –con o sin modificaciones– la publicación del artículo. Cuando se sugieran modificaciones al autor, éste deberá incorporarlas en un plazo no mayor a 20 días. Durante todo el proceso el Equipo Editorial asegurará el anonimato de los pares evaluadores y del autor. La decisión adoptada por el Equipo Editorial acerca de la publicación del artículo es inobjetable. Los directores principales (Editor ejecutivo y Asistente editorial) o en su defecto el Equipo editorial de la publicación, se encargarán de informar a los autores oportunamente del proceso de avaluación de los artículos y de las decisiones tomadas al respecto. Normas editoriales Los artículos presentados al Equipo Editorial de TRANS–PASANDO FRONTERAS deben cumplir con las siguientes normas editoriales. El cumplimiento de las mismas supone uno de los criterios de aceptación de los trabajos para su publicación: • El idioma de recepción de los artículos son español e inglés. • El autor del artículo debe tener en cuenta la clasificación de Colciencias para garantizar la calidad del artículo objeto de publicación en revistas. En este sentido el autor debe indicar en su artículo la categoría a la este pertenece. Y debe recordar que las categorías a, b y c son las que cuentan para indexación. Las clasificaciones1 son: a) Artículo de investigación científica y tecnológica. Documento que presenta, de manera detallada, los resultados originales de proyectos terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cuatro apartes importantes: introducción, metodología, resultados y conclusiones. 1 Clasificación tomada del documento Orientaciones generales de la actualización del Índice de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, Colciencias, 2002. Consulta realizada el 12 de Febrero de 2012, desde http://201.234.78.173:8084/publindex/docs/informacionCompleta.pdf 146

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Indicaciones para los autores

b) Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales. c) Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación terminada donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias. d) Artículo corto. Documento breve que presenta resultados originales preliminares o parciales de una investigación científica o tecnológica, que por lo general requieren de una pronta difusión. e) Reporte de caso. Documento que presenta los resultados de un estudio sobre una situación particular con el fin de dar a conocer las experiencias técnicas y metodológicas consideradas en un caso específico. Incluye una revisión sistemática comentada de la literatura sobre casos análogos. f) Revisión de tema. Documento resultado de la revisión crítica de la literatura sobre un tema en particular. g) Cartas al editor. Posiciones críticas, analíticas o interpretativas sobre los documentos publicados en la revista, que a juicio del Comité editorial constituyen un aporte importante a la discusión del tema por parte de la comunidad científica de referencia. h) Editorial. Documento escrito por el editor, un miembro del comité editorial o un investigador invitado sobre orientaciones en el dominio temático de la revista. i) Traducción. Traducciones de textos clásicos o de actualidad o transcripciones de documentos históricos o de interés particular en el dominio de publicación de la revista. j) Documento de reflexión no derivado de investigación. k) Reseña bibliográfica. l) Otros. • La extensión (1) para los artículos será de 5.000 a 8.000 palabras, (2) para las reseñas Trans-pasando Fronteras, Núm.5, 2014. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Indicaciones para los autores

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y entrevistas el máximo será 3.000 palabras. En cualquier caso no se contarán la bibliografía, los anexos ni los cuadros o imágenes que los artículos puedan tener. Los artículos deberán estar antecedidos por una página de presentación donde aparezca el nombre del autor, seguido de su correo electrónico y filiación institucional. Esta página también deberá presentar en inglés y español el título del artículo, un resumen analítico (abstract) de máximo 150 palabras y de tres a cinco palabras clave. Finalmente, en una nota pie de página que se desprenda del título los datos de la investigación en que se enmarca el artículo. La letra será Times New Roman, tamaño 11, interlineado sencillo (1.0), alineación justificado, tamaño del papel carta (21,59 x 27,94) y márgenes de 3cm por cada lado. La separación entre párrafos se indicará mediante un espacio en blanco (enter / intro). No se utilizaran espaciados anteriores ni posteriores entre párrafos o títulos. Los títulos y subtítulos del artículo deben estar en negrita, por ejemplo: Estudios de procesos transdisciplinares. En la Bibliografía deben aparecer todos los recursos gráficos, audiovisuales y textuales citados y usados en la realización del documento, y debe seguir el siguiente orden: después del título Bibliografía deben enlistarse todas las referencias bibliográficas, luego en este orden y con ese subtítulo, todos los “Documentos de prensa”, las “Fuentes normativas”, las “Referencia a datos estadístico”, las “Entrevistas”, la “Videografía” y la “Linkografía”. Los autores son responsables de conseguir los permisos necesarios para la reproducción de imágenes, ilustraciones, figuras y citas extensas que lo requieran. Las tablas, imágenes y gráficos irán numerados correlativamente para su identificación (Tabla 1; Tabla 2…; Imagen 1, Imagen 2…; Gráfico 1, Gráfico 2…). Estos títulos de las tablas, imágenes y gráficos irán situados encima de la figura correspondiente, con letra Arial 10 negrita y centrados. Por su parte, el texto explicativo, si lo hubiera, irá debajo de la figura en letra Arial 9 cursiva, centrado. El contenido de las tablas y gráficos llevará la letra Times New Roman 9, texto color negro, interlineado sencillo, sin espaciados anteriores ni posteriores, sin sangrías. Se recomienda un espaciado de celda de 0,1 en todos los márgenes; bordes de la tabla sencillos (medio punto) y usar una escala de grises en cada gráfico Trans-pasando Fronteras, Núm.5, 2014. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152


Indicaciones para los autores

para diferenciar las variables. • Las notas a pie de página se deben usar exclusivamente para hacer aclaraciones o discreciones sobre el texto, no para citar textualmente a un autor o hacer referencias bibliográficas. • Las citas deberán realizarse dentro del texto siguiendo el estilo APA. Para insertar una citación en el texto, se deberá referenciar el primer apellido del autor y el año de publicación, a continuación presentamos algunos modelos: - - -

Vega (2006) describe las variaciones del índice para cada región… Las variaciones del índice muestran diferencias entre las regiones (Vega, 2006). En 2006, el estudio de Vega mostró las variaciones del índice…

• Para las citas textuales se agregarán dos puntos y el número de página, así: (Pérez, 1990: 60). Cuando el texto citado tenga menos de 40 palabras sólo se colocan comillas, si supera este límite se ubicará en un párrafo aparte con sangría de 1 cm a cada lado. Aquí está un ejemplo: Leer bien es arriesgarse a mucho. Es dejar vulnerable nuestra identidad, nuestra posesión de nosotros mismos. [...] Así debiera ser cuando tomamos en nuestras manos una gran obra de literatura o de filosofía, de imaginación o de doctrina. (Steiner, 1994: 26).

• Para citar coautorías se debe tener en cuenta el número de autores. Cuando se trate de dos autores siempre se referenciarán sus primeros apellidos por ejemplo, Perez y Velasquez (2007) ó (Perez y Velasquez, 2007). • Cuando son de tres o más autores se mencionarán en la primera citación del texto los apellidos de todos y en las siguientes citaciones sólo el apellido del primer autor seguido de la forma et al. Por ejemplo: - - -

Primera citación: Guerra, Espinosa, Parra, Hernández y Lozano (1999)… ó (Guerra, Espinosa, Parra, Hernández y Lozano, 1999)… Siguientes citaciones: Guerra et al. (1999)… ó (Guerra et al. 1999)… Las abreviaturas Ibíd., op. cit y loc. sit quedan excluidas, se escribirá el nombre del autor citado cuantas veces sea necesario.

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Indicaciones para los autores

• Cuando sea necesario citar dos o más trabajos a la vez, se organizarán las citaciones alfabéticamente, por ejemplo: - -

Castro (2007), Jiménez (1997) y Ramos (2010) coinciden en el análisis… Varios estudios (Castro, 2007, Jiménez, 1997 y Ramos, 2010) coinciden en el análisis…

• La información completa de los textos citados se colocara en orden alfabético al final del artículo en una página titulada Bibliografía incluyendo la siguiente información según el tipo de publicación: Libro APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título completo del libro (siempre en cursiva). Ciudad, país: Editorial. - - -

BONILLA, Miguel E. (1984). Jaulas. Bogotá, Colombia: Planeta. SUAREZ, Julio. y Luis Villa (2000). Historia del teatro en América Latina. Quito, Ecuador: El Faro. TORRES, Gustavo y María Ospina (2007). Flujos migratorios de niños colombianas, 2002-2005. Bogotá, Colombia: Alfaguara.

Capítulo de libro APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título del capítulo. En: Inicial(es) del nombre del Coordinador, Editor o Compilador seguido del apellido y la abreviación de rol dentro de la publicación entre paréntesis. En: Título completo del libro (siempre en cursiva), números de páginas así: pp., Ciudad, país: Editorial. -

CORTÁZAR, Javier A. (1997). Algunos aspectos del cuento. En: L. Zavala (Comp.), Teorías del cuento, I: Teorías de los cuentistas, pp. 60–75. México D.F.: UNAM.

Artículo de revista APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título del artículo. En: Título de la revista (siempre en cursiva), volumen y número así: vol. #, núm. #; números de página así: pp.; Ciudad, país: Editorial. 150

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Indicaciones para los autores

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ÁGREDO PIEDRAHITA, Octavio (2002). El Odio es más fuerte que dios. En: Poligramas, vol. 1, núm. 17, pp. 63-73. México D.F.: UNAM

Artículo de prensa APELLIDO(S), Nombre(s). “Título artículo” (siempre entre comillas). En: Título periódico (siempre en cursiva), Ciudad, día y mes, año. Artículo de internet APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título del artículo. En: Título de la página web (siempre en cursiva). Consultado el día de mes de año, desde URL (link sin subrayado). -

YUSTIZ, Orlando (2008). “Venezuela producirá 5 millones de barriles diarios hacia 2010 para refinarlo en Latinoamérica”. En: YVKE mundial Radio. Consultado el 22 de mayo de 2010, desde http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?4455.

Tesis APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). “Título tesis” (siempre entre comillas), Tesis pregrado/PhD/Maestría, Universidad.

Equipo editorial: Trans-pasando Fronteras www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras Mail de contacto: revista@icesi.edu.co Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Icesi, Cali – Colombia

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Instructions for authors The following provides information of interest for authors who wish to publish in TRANS– PASANDO FRONTERAS. Submission Guidelines • Only non-published articles can be submitted to TRANS–PASANDO FRONTERAS. Articles can be the result of research, theoretical reflection or review literature on the subject. • Submitted articles cannot be currently undergoing review process in other journals. • Articles can be submitted in Spanish or English and published in Spanish or English. • Articles can be sent in two different ways: a) Via online: Sign up and then Log in on the Journal Management and Publishing System-Open Journal Systems (OJS) - of the journal. Then follow all instructions in the section “Online Submissions”. b) Via email: send it to our email revista@icesi.edu.co also attaching the “Authorization for publishing: assignment of rights” and the “Declaration of originality,” which can be downloaded from the website of the journal. Important: Once we received an article, the Editorial Board will be responsible for mounting it on the OJS journal’s platform. Similarly, you will get a pre-registration as an Autor which must be accepted and filled completly. Evaluation process The Editorial Committee at TRANS–PASANDO FRONTERAS has established a process to review articles submitted for consideration. After receiving an article, the Editorial Committee conducts an assessment to determine the academic relevance of the article and checks for conformance with the editorial rules of the journal. Then, the Committee contacts two academic peers who are experts in the subject matter for them to read the article and assess the following aspects: originality, current bibliography, proper use of bibliography, clear arguments, quality of writing, scientific quality, and significance and relevance of the topic. Trans-pasando Fronteras, Núm.5, 2014. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Instructions for authors

Based on the opinion of the academic peers, the Editorial Committee makes a final decision to accept (either with or without modifications) or reject an article for publication. When suggestions are made, authors are to incorporate them within 20 days. Throughout the entire process, the Editorial Committee ensures that the identity of the evaluating peers and authors remain undisclosed to each other. Decisions made by the Editorial Committee as to the publication of the articles may not be contested. Either the Editorial Committee or, in its absence, the Editorial Coordinator is responsible for advising the authors of the status of the article evaluation process and associated decisions made in a timely manner. Editorial rules The articles submitted to the Editorial Committee at TRANS–PASANDO FRONTERAS must meet the following editorial rules: The authors are to take into account the Colciencias classification system in order to guarantee the quality of their articles for publication in journals. In this respect, authors must indicate the category to which their articles belong. They must bear in mind that categories a, b, and c are the ones eligible for indexing. A description of each kind of classification1 is provided below: a) Scientific and technological research article. A document that provides a detailed discussion of the original results of completed research projects. In general, it has a structure that consists of four major sections, i.e. introduction, methodology, results, and conclusions. b) Reflection article. A document that presents the results of completed research from the author’s analytical, interpretative, or critical perspective with regard to a specific topic referencing original sources. c) Review article. A document that results from completed research which provides an analysis, discussion, and compilation of results of published or unpublished research in a field of science or technology for the purpose of reporting on 1 Classification taken from the document Broad guidelines of the updated Index for Serials Scientific and Technological Colombian, Colciencias, 2002. Accessed on February 12, 2012, from http://201.234.78.173:8084/ publindex/docs/informacionCompleta.pdf 154

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Instructions for authors

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f) g)

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j) k) l)

the progress and latest development trends. It is characterized by incorporating a thorough bibliographic review of at least 50 different references. Short article. A brief document that presents the preliminary or partial original results of scientific or technological research work which, in general, need to be disclosed promptly. Case report. A document that discusses the results of a study of a specific situation aiming at divulging technical and methodological experiences with a specific case. It includes a systematic review with comments on literature available regarding similar cases. Topic review. A document that results from a critical review of existing literature about a specific topic or subject. Letters to the editor. Critical, analytical or interpretative positions with regard to documents published in the journal which, at the discretion of the Editorial Committee, provide a significant contribution to the discussion of the subject on the part of the scientific community. Editorial. A document written by the editor, a member of the editorial committee, or a guest researcher regarding orientations in the journal’s field of specialization. Translation. Translations of classic or current texts or transcriptions of historical documents or documents of special interest within the journal’s range of topics of publication. Reflection document not resulting from research. Bibliographic outline. Other

• The length of (1) the articles must be 5.000 to 8.000 words, (2) for book reviews and interviews must be 3.000 words maximum. In any case, excluding bibliographical references, attachments, charts or images that may be provided in the articles. • The articles must be preceded by a cover page that provides the author’s name followed by his/her e-mail address and organization. The cover page must also provide the title of the article, a summary (abstract) (of no more than 150 words), Trans-pasando Fronteras, Núm.5, 2014. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Instructions for authors

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and from three to five key words, in both English and Spanish. Lastly, the authors must also include a footnote linked to the article title with details of the relevant research that provided the framework for the article. Font type: Times New Roman, size 11, single spacing (1.0), justified alignment, letter size paper (21.59 x 27.94) and 3cm margins on each side. The spacing between paragraphs will be indicated by a blank space (enter/return). The titles and subheadings of the articles must be written in bold, using capital and small letters. For example: Transdisciplinary processes studies. In Bibliography should appear all graphics, audio and textual resources cited and used by the realization of the document, and must follow the following order: after the title References should be listed all the references, then in this order and with the caption, all “Documents Press”, the “Normative sources”, the “Reference to statistical data”, the “Interviews”, the “Videography” and “Linkography”. Authors are responsible for obtaining the necessary licenses for reproducing images, illustrations, charts, and extensive quotations, if so required. The tables, pictures and graphs should be numbered consecutively for their identification (Table 1, Table 2 ..., Image 1, Image 2 ...; Graph 1, Graph 2 ...). These titles of tables, graphics and images will located above the corresponding figure with Arial 10 bold and centered. For its part, the explanatory text, if any, will be below the figure 9 in Arial italic, centered. The contents of the tables and graphs will take the Times New Roman 9, black color text, single spacing, without prior or subsequent, spaced without indents. Cell spacing of 0.1 is recommended in all income; simple table edges (midpoint) and using a gray scale in each graph for distinguish variables. Footnotes are used only for making clarifications or qualifications of the text, not for textually quoting another author or providing bibliographic references. Citations within the text should be made following the APA style. To insert a citation in the text, you must reference the author’s SURNAME(S) and year of publication, here are some models: - -

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Vega (2006) describes changes in the index for each region… The index changes show regional differences (Vega, 2006) Trans-pasando Fronteras, Núm.5, 2014. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152


Instructions for authors

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In 2006, the study of Vega index showed variations ...

• A colon and the page number are added in the case of textual citation, e.g. (Smith, 1990: 60). When the quoted text is less than 40 words long, only quotes are provided, but if the text exceeds this limit, then a separate indented (on both sides) paragraph in font size 10 is provided. To read well is to take great risks.. It is to make vulnerable our identity, our self-possession. . [...] This is how it should be when we take a masterpiece of literature or philosophy, of imagination or doctrine, in our hands. It can take hold of us to such an extent that, for some time, we have fear of ourselves, we acknowledge our own imperfections (Steiner, 1994: 26).

• To give coauthorship should take into account the number of authors. When two authors are always referenced in their SURNAME(S)s, for example, Perez and Velasquez (2007) or (Perez and Velasquez, 2007). • When they are three to five authors will be mentioned in the first citation in the text the names of all the following citations and only the first author is followed by et al. For example, the first citation in the text should appear as follows, - - -

Guerra, Espinosa Parra, Hernandez and Lozano (1999) or (Guerra Espinosa Parra, Hernandez and Lozano, 1999). The following citations are presented well, Guerra et al. (1999) or (Guerra et al. 1999). In the case of six or more authors in the first citation and in the following, only appears the first author followed by et al., Allen et al. (2001) or (Allen et al. 2001). The use of the following abbreviations ibid., op. cit, and loc. sit is not allowed. The quoted author’s name is to be provided as many times as necessary.

• When necessary to cite two or more jobs at once be organized alphabetically citations for example, - -

Castro (2007), Jimenez (1997) and Ramos (2010) agree on the analysis ... Several studies (Castro, 2007, Jimenez, 1997 and Ramos, 2010).

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Instructions for authors

• Full details of the texts cited in alphabetical order is placed as the last item on a page entitled References. Book SURNAME(S), Name(s) (year). Original title of the book (always in italics). City, Country: Publisher. - - -

Bonilla, M. E. (1984). Cages. Bogotá, Colombia: Planeta. Suarez, J. and Villa, L. (2000). History of theater in Latin America. Quito, Ecuador: El Faro. Torres, G. (Ed.). (2007). Migration flows of Colombian women, 2000-2005. Bogotá, Colombia: Alfaguara.

Book chapter SURNAME(S), Name(s) (year). Chapter title. In: Initial (s) Coordinator’s name, followed by the editor or compiler name and the abbreviation role in the publication in parentheses. Original title of the book (always in italics), page numbers (pp.). City, Country: Publisher. -

Cortázar, J. (1997). Some aspects of the story. In L. Zavala (ed.), Theories of the story, I: Theories of the storytellers, pp. 60-75. Mexico City, Mexico: UNAM.

Journal article SURNAME(S), Name(s) (year). Article title. In: Journal Title (provided in italics), volume (number), page numbers (pp.). City, Country: Publisher. -

Piedrahita Agreda, O. (2002). Hate is stronger than God. in: Poligramas, 1 (17), pp. 63-73. Cali, Colombia: Universidad Icesi

Press article SURNAME(S), Name(s) (year). “Article Title” (always in quotes). In: Newspaper Title (always in italics), City, day and month, year. -

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Piedrahita Agreda, O. (2002). Hate is stronger than God. in: Poligramas, 1 (17), pp. 63-73.

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Instructions for authors

Online article SURNAME(S), Name(s) (year). “Article Title” (always in quotes). In: Title of the website (always in italics). Accessed month day, year, from URL (link without underline). -

YUSTIZ, Orlando (2008). “Venezuela producirá 5 millones de barriles diarios hacia 2010 para refinarlo en Latinoamérica”. En: YVKE mundial Radio. Consultado el 22 de mayo de 2010, desde http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?4455.

Thesis SURNAME(S), Name(s) (year). “Title of thesis” (always in quotes), undergraduate thesis / PhD / MA, University.

Editorial board: Trans-pasando Fronteras www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras eMail: revista@icesi.edu.co Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Icesi, Cali – Colombia

Trans-pasando Fronteras, Núm.5, 2014. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152

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Cesión de derechos

Señores: Revista TRANS-PASANDO FRONTERAS Universidad Icesi Cali, Colombia Asunto: Cesión de derechos del artículo “___________________________________________________ _______” para su publicación en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. Con base en los artículos 76 y 77 de la Ley 23 de 1982 de la República de Colombia y demás normas internacionales sobre Derechos de Autor, por medio de la presente autorizo a la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi a publicar en texto impreso y en medio electrónico (bien sea mediante formatos electrónicos de almacenamiento o en página electrónica), el artículo “__________________________________________________________”, cuyo autor(s) es (son) __________________________________________________________. Esta autorización la concedo con el fin de que la revista estudiantil pueda poner a disposición del público su trabajo, en toda su extensión, directamente o a través de intermediarios, ya sea de forma impresa o electrónica, siempre y cuando lo haga sin fines de lucro y con el objeto exclusivo de divulgarlo a la comunidad académica y científica, nacional e internacional, de acuerdo con las condiciones establecidas por el Comité Editorial de la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. Garantizo que el artículo arriba citado no ha sido publicado antes, no contiene planteamiento ilícito alguno y no infringe ningún derecho de otros. No obstante la presente autorización, en mi condición de autor conservo los derechos morales y patrimoniales que me corresponden, por mi trabajo. En consecuencia, sólo autorizo su reproducción en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS, sin limitación en el tiempo o en el número de ejemplares, con la condición de que me identifiquen como su autor y de que no alteren su texto sin mi consentimiento. En condición de Autor(es), me (nos) reservo(amos) el derecho de realizar copias de todo mi trabajo, o de una parte del mismo, para presentaciones, enseñanza en aulas, u otros usos personales míos o de colegas. Me comprometo a que dichas copias no sean puestas a la venta o distribuidas de modo sistemático, de manera que afectaran la novedad y originalidad de la publicación de mi trabajo por parte de la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. Así mismo, en mi (nuestra) condición de Autor(es), después de la aparición y circulación de la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS, podré publicar mi trabajo en un libro o colección de mi autoría o coautoría. Por último, manifiesto que he revisado y aprobado el texto definitivo de mi artículo y que estoy de acuerdo con su publicación. Atentamente, Firma Autor(es): Nombre Autor(es): C.C.: Dirección: Fecha:

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Carta de originalidad

Señores: Revista TRANS-PASANDO FRONTERAS Universidad Icesi Cali, Colombia Asunto: Declaración de originalidad del artículo “____________________________________________ ______________” para su publicación en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. La(s) persona(s) abajo firmante(s), en su condición de Autor(es), declara(n) bajo fe de juramento y certifica(n) por medio de la presente que: 1. El artículo es original, que cumple con los requisitos para la publicación en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS y que constituye una producción intelectual propia. 2. El artículo es inédito, que no ha sido postulado simultáneamente para su publicación ni divulgado ante otra revista impresa o electrónica, nacional o extranjera, ni en ningún otro medio escrito u órgano editorial. 3. En caso de artículos elaborados como obras en colaboración, están de acuerdo con el orden en el que aparecen los autores(as) del artículo y confirman que no existen personas adicionales que satisfagan los criterios de autoría que no hayan sido incluidos en la lista de autores del trabajo. Además de lo anterior, los autores afirman haber leído y aprobado el manuscrito postulado. En este sentido, los autores asignan a _________________________________________________________________ ______ como encargado de recibir correspondencia y con autoridad suficiente para representar a los demás autores. En cualquier otro caso, el Equipo editorial designará a un autor, de manera aleatoria, como contacto principal durante el proceso editorial, quien será el responsable de comunicarse con el resto de los autores y de autorizar la versión final del artículo. 4. En caso de que el artículo postulado sea aceptado para su publicación, permite(n) la cesión GRATUITA, EXCLUSIVA Y POR PLAZO INDEFINIDO de su(s) derecho(s) patrimonial(es) de autoría a la Universidad Icesi y a la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS, sin cuyo permiso expreso no podrá reproducirse ninguno de los materiales publicados en la misma. 5. Acepta(n) que, con su colaboración, el artículo presentado sea ajustado por el equipo de edición de la Revista, a las “Instrucciones para los autores” previamente establecidas y publicadas en el sitio web oficial de la Revista (http://www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras/); en cuanto a procedimientos, formato, corrección, edición, traducción, publicación, duración del proceso editorial y otros requerimientos solicitados en dichas normas. Atentamente, Firma Autor(es): Nombre Autor(es): C.C.: Email: Institución: País: Fecha:

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Cupón de suscripción

(Envíelo diligenciado con la copia de su consignación) Nombre: __________________________________ C.C. o Nit: __________________________ Dirección: ____________________________________________________________________ Teléfono: __________________________________ Fax:_______________________________ E-mail: _______________________________________________________________________ Ciudad: __________________________________ País_________________________________

Cali Suscripción anual $30.000,oo

Tarifas

Resto de país $50.000,oo

Fuera de país U$45

El pago lo puede realizar en

Tesorería Universidad Icesi o Banco de Occidente, cuenta corriente No. 04200283-A a nombre de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi.

Equipo editorial: Trans-pasando Fronteras www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras revista@icesi.edu.co

Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Centro de Estudios Interdisciplinario, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES) Universidad Icesi, Calle 18 No. 122 – 35 Pance, Cali – Colombia


Esta obra se terminó de imprimir en el mes de Septiembre de 2016 en los talleres de Carvajal Soluciones de Comunicación (cotizaciones@carvajal.com) en Bogotá D.C., Colombia. Esta revista, hecha desde el Centro de Estudios Interdisciplinarios Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES) de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi, se imprimió sobre papel Periódico crema, se compuso en caracteres Kokila 13/16 y 10/11, y consta de 100 ejemplares.



Artículos La complejidad y el diálogo transdisciplinario de saberes Pedro Luis Sotolongo Codina y Carlos Jesús Delgado Díaz

trans-pasandofronteras

ISSN 2248-7212 / Julio-Diciembre 2016

trans-pasando

fronteras

Revista estudiantil de asuntos transdisciplinares

Percepciones de la población LGBT sobre la Daniela Jiménez y Melissa Quiroga Mery formulación de la política pública local Fútbol y racismo: estudio exploratorio en la hinchada del Juan Sebatian Castillo, Alejandra Zuluaga y América de Cali Juan José Serrano La configuración de nuevos racismos: relatos y Natalia Ayala Lenis, Laura Barona Lame, Angélica discursos de una comunidad universitaria María Contreras y Diana Paola Salazar Arana Pensar la inclusión: resignificando a las personas sordas Ana Carolina Palma y Vanesa Escobar Ospina El lugar del centro comercial en Cali: el caso del Juan David Mesa Parque comercial Río Cauca y Unicentro Consumo cultural y el papel de los medios en el Juan Sebastian Castaño Estrada control social

Espacios públicos e inclusión social

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