ISSN 2248-7212 / Julio-Diciembre 2015
trans-pasando
fronteras
Revista estudiantil de asuntos transdisciplinares
Ética, conflicto armado y construcción de paz
www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras
Una publicaciรณn de
Universidad Icesi Rector: Francisco Piedrahita Plata Secretaria general: María Cristina Navia Klemperer Director académico: José Hernando Bahamón Lozano Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales: Adolfo Jerónimo Botero Marino Director del Centro de Investigaciones CIES: Vladimir Rouvinski Directora Oficina de Publicaciones: Natalia Rodríguez Uribe Editora: María A. López Orduz | maria.lopez14@correo.icesi.edu.co Asistente editorial: Jacobo Cortés | jacobocortes96@gmail.com
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La revista TRANS–PASANDO FRONTERAS, es una publicación semestral y arbitrada del Centro de Estudios Interdisciplinarios Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES) de la Facultad de Derecho y Ciencias sociales de la Universidad Icesi (Cali, Colombia). Es liderada por estudiantes de la misma Universidad y coordinada por un colectivo de alumnos y profesores apasionados por la investigación académica. La revista promueve la publicación de artículos de investigación, reflexión teórica, traducciones, conferencias, entrevistas y reseñas con un enfoque crítico e innovador. Desde su creación, el objetivo principal ha sido generar un espacio de reflexión, análisis, discusión e información sobre los fenómenos sociales desde una perspectiva transdisciplinar. Su contenido es académico y especializado, está dirigida a estudiantes, investigadores, especialistas, profesionales y miembros de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, que buscan insumos para el desarrollo de un riguroso e innovador ejercicio investigativo. En ella publican sus trabajos estudiantes y profesionales, tanto nacionales como internacionales, que proponen análisis transdisciplinares de las complejas problemáticas de las sociedades contemporáneas.
The journal TRANS–PASANDO FRONTERAS, is a biannual and arbitrated publication of the Center Interdisciplinary Studies, Judicial, Social, and Humanistic (CIES) of the School of Law and Social Sciences at the Icesi University (Cali, Colombia). It is led by students from the same university and coordinated by a collective of students and professors passionate about academic research. Our main objective is to generate a space for reflection, analysis, discussion and information about the conjunctural social phenomena from a transdisciplinary perspective. This journal’s content is academic and specialized, is aimed at students, researchers, specialists, professionals and members of governmental and non-governmental organizations, seeking inputs for the development of a rigorous and innovative research exercise. This journal published works from students and professionals, both national and international, offering transdisciplinary analysis of complex problems of contemporary societies.
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Tabla de contenido Editorial Prólogo 13
No dejar de leer Un paso adelante, dos atrás: Lógicas de mercado y políticas de exclusión en Colombia Ángela María Mañunga Arroyo
19
Dossier “Las palabras tenían que crecer en ella”: Para una ética de la escucha de las narrativas de la violencia Johan Sebastián Giraldo Serna
39
Las mujeres víctimas de El Salado: una reflexión ética del conflicto armado María Camila Hernández Ceballos
53
Reflexión sobre el papel de los actores en el conflicto armado en Colombia y la importancia de la memoria histórica para la construcción de paz David Ernesto Bautista-Erazo
67
San Carlos: Un modelo de conexión social en medio de la violencia Héctor Fabio Guerrero Berrío
85
La Fragilidad de la mujer guerrillera reclutada forzosamente Daniela Echeverri Guzmán
95
Documentos de trabajo Un sábado en el mercado móvil Natalia Medina Abella
113
Discriminación laboral de la mujer afrocolombiana María Del Mar Moreno
119
La Población en la mitad: reflexiones sobre Bojayá y La Sierra Juan David Mesa
125
De primera mano Rol y funcionalidades de los think tanks. El caso americano María A. López Orduz
146
Reseñas Transacciones e identidades. China y México a través de la Interdependencia Compleja y del Constructivismo Juan Diego Mejía E.
155
¿El poder llegó a su fin? Diego Andrés Villamil Silva
159
Complementos Index of abstracts Indicaciones para los autores Instructions for authors Canjes publicitarios
165 168 176 183
Complementos ReseĂąas De primera mano Documentos de trabajo Dossier No dejar de leer Editorial
Editorial
Prólogo “Ninguna sociedad puede funcionar si sus miembros no mantienen una actitud ética. Ningún país puede salir de la crisis si las conductas inmorales de sus ciudadanos y políticos siguen proliferando con toda impunidad… Ahora, más que nunca, necesitamos la ética” Adela Cortina.
La presente edición de la Revista Trans-pasando Fronteras tiene como propósito presentar a la comunidad académica los ensayos ganadores del Primer Concurso de Ensayo Ético: Ética, Conflicto Armado y Construcción de Paz. Esta iniciativa pretende crear un espacio de reflexión y deliberación para los estudiantes de la Universidad Icesi sobre los múltiples problemas ético-políticos que ha generado el Conflicto Armado en Colombia. Este conflicto no solamente ha socavado los cimientos de nuestra democracia a través de una guerra prolongada y degradada, sino que además ha traído consigo varios problemas éticos que se visualizan en la violación de los derechos humanos, el déficit de participación ciudadana, la indiferencia ante el horror y el sufrimiento de las víctimas. Actualmente, una comisión del Estado Colombiano se encuentra adelantando una serie de diálogos para la paz con grupos al margen de la ley como las FARC. Si bien estos diálogos proponen una salida posible al conflicto, también representan grandes desafíos a la población colombiana en temas concernientes como la justicia transicional, la reparación de las víctimas, la construcción de las memorias, la búsqueda de soluciones pacíficas al conflicto, etc. De ahí que sea importante no solamente propiciar una reflexión ética de estas realidades y cambios con el propósito visibilizarlas, sino también crear proyectos que permitan transformarlas para consolidar una democracia más participativa e incluyente. Este llamado a pensar y actuar éticamente en pos de nuestra comunidad, más que un desafío es un deber que tenemos como ciudadanos colombianos.
Prólogo
Este número especial de la revista presenta los esfuerzos valiosos de nuestros estudiantes por reflexionar las múltiples realidades y complejidades del Conflicto Armado con sus desafíos y tensiones desde una aproximación transdisciplinar. El ensayo ganador del Concurso, “Las palabras tenían que crecer en ella”: Para una ética de la escucha de las narrativas de la violencia de Johan Sebastián Giraldo, analiza las implicaciones y responsabilidades que se presentan desde la investigación social al enfrentarse con las distintas narrativas de la violencia en Colombia. Esta reflexión, además, examina los procesos narrativos desde las memorias individuales y los actos de escucha como filtros éticos para aproximarse a los testimonios de las víctimas. El segundo ensayo ganador, Las mujeres víctimas de “El Salado”: una reflexión ética del Conflicto Armado de María Camila Hernández Ceballos, expone los daños infringidos a las mujeres víctimas de la masacre perpetrada por los paramilitares en el corregimiento de “El Salado” en el año 2000. Además, investiga sus actos de resistencia y sus procesos de reconstrucción de memoria. El tercer ensayo ganador, Reflexión sobre el papel de los actores en el conflicto armado en Colombia y la importancia de la memoria histórica para la construcción de paz de David Bautista, identifica los factores sociales y políticos que desembocaron en el Conflicto Armado en Colombia, así como sus dinámicas, diversos daños e impactos. Además de los tres ensayos ganadores, se seleccionaron los mejores artículos que también aparecen publicados en la presente edición. Entre ellos, encontramos los siguientes: el ensayo San Carlos: Un modelo de conexión social en medio de la violencia de Héctor Fabio Guerreo que observa las dinámicas que ha tenido el conflicto armado en el municipio de San Carlos, Antioquía, durante la última década del siglo XX hasta la actualidad. Y el ensayo La Fragilidad de la mujer guerrillera reclutada forzadamente de Daniela Echeverry que considera la realidad de las mujeres que han sido reclutadas forzosamente para hacer parte de los frentes de las FARC, identificando los desafíos éticos que esto supone en el marco del actual proceso de paz en Colombia. Para finalizar, queremos felicitar y agradecer muy especialmente a María Alejandra López Órduz, Editora de la Revista Trans-pasando Fronteras, quien durante dos años estuvo liderando su publicación. Su esfuerzo y entusiasmo fueron esenciales para llevar a cabo el Primer Concurso de Ensayo Ético. Mil gracias a todos los profesores del 14
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Prólogo
Centro de Ética y Democracia y los profesores de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi, quienes nos apoyaron en este proyecto, especialmente, a Adolfo Jerónimo Botero (Decano de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales), Diego Cagüeñas (Director del Centro de Ética y Democracia), Juan José Fernández, Rafael Silva, Ximena Castro, Edgar Benítez, Abdón Rojas, Luis Valencia, Diego Varón, Héctor Andrés Valero, Juan Carlos Gómez, Markus Schultze Kraft, Hanni Jalil, Inge Valencia, Lina Buchely y Valeria Eberle. También queremos agradecer a Adolfo Abadía (Editor emérito de la Revista), Vladimir Rouvinski (Director del CIES) y Natalia Rodríguez (Directora de la Oficina de Publicaciones), quienes con su contante apoyo han consolidado el mejoramiento de esta publicación estudiantil de asuntos transdisciplinares.
Yuliana Leal Granobles Coordinadora del Área de Ética del Departamento de Estudios Políticos Miembro del Centro de Ética y Democracia (CED) Diciembre 2015
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No dejar de leer
Un paso adelante, dos atrás: Lógicas de mercado y políticas de exclusión en Colombia Ángela María Mañunga Arroyo Trabajadora Social e investigadora asociada al Centro de Estudios Afrodiaspóricos CEAF de la Universidad Icesi.
Resumen Este documento recoge pistas para pensar sobre la integración y la exclusión social, a partir de algunas reestructuraciones económicas y sociales realizadas al Estado Colombiano, principalmente durante la década de 1990. Analiza los contrastes entre una propuesta constitucional amparada en el discurso de la paz, y decisiones políticas que fortalecieron la implantación del modelo Neoliberal en el país. Palabras clave: Políticas Públicas, Revolución Pacífica, Neoliberalismo, Exclusión Social, Estado Colombiano
Introducción Analizado en perspectiva regional, Colombia es un país singular. Mientras en las décadas de 1980 y 1990 América Latina tuvo un desempeño económico sufrible, Colombia presentó un desempeño económico mucho mejor. Durante los años 19811990 especialmente difíciles para América Latina, la variación acumulada del PIB per cápita de Colombia fue de 17,9%, este resultado positivo marca un claro contraste con la dinámica experimentada por la región que en su conjunto decreció 7,9% (DANE, 1998). Al mismo tiempo, el país presentó un desempeño excepcional en
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términos macro-económicos, aunque estos logros no se tradujeron en mejores condiciones de vida para la población colombiana en general. En contraste, su ingreso per cápita en 1997 fue uno de los más bajos de América, ya que solo superó los de Paraguay, Ecuador y Bolivia (DNP-PNUD, 1997). ¿Qué explica el desempeño de la economía colombiana y la profundización de la pobreza como procesos simultáneos? ¿Cuál es el papel del modelo neoliberal1 en la acumulación y concentración de riquezas en un país ya históricamente desigual como Colombia? Y finalmente, ¿Qué posibilitó a las elites políticas colombianas llevar adelante un proceso de desposesión colectiva (políticas neoliberales) mientras vendía al país la promesa de una revolución social pacifica? Lógicas de mercado y configuración de un modelo económico: El caso Colombiano Las políticas y programas sociales están supeditadas al crecimiento económico y la ideología política y económica que les sirve de base, el Capitalismo. Frente a una generalizada crisis económica y con el fin de encontrar alternativas para el problema de la deuda externa en los países de América Latina, por supuesto pensando en la amenaza que representaba para el desarrollo económico de la región, se concibe el Consenso de Washington2 como la nueva estrategia para proteger la hegemonía del mercado cuyo fundamento económico es el neoclásico y el ideológico es el capitalismo en su fase neoliberal.
1 Se caracteriza por ser un modelo: “parasitario y rentístico que genera altísimas tasas de ganancia a favor de su carácter puramente especulativo (…) Esto genera desinversión en el sector productivo, recesión económica prolongada, altas tasas de desempleo, empobrecimiento generalizado de la población, privatización de los servicios públicos, crisis fiscal, debilitando las bases financieras de los estados, destrucción del medioambiente. Una de las consecuencias de esto es la militarización del sistema internacional y una creciente tendencia a recurrir a la violencia para preservar un orden mundial cada vez más injusto e inequitativo, que apela cotidianamente a la criminalización de la pobreza y la exclusión” (Boron, 2006). 2 La búsqueda de un modelo económico abierto, estable y liberalizado se cristalizó con la formulación del Consenso de Washington en 1989, cuyas reformas de política económica estaban basadas en una lógica de mercado caracterizada por la apertura y disciplina macroeconómica (Martínez Rangel & Soto Reyes, 2012: 43). Se formuló un listado de medidas de política económica para orientar a los gobiernos de países en desarrollo y a los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo) a la hora de valorar los avances en materia económica de los primeros al pedir ayuda a los segundos. 20
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“Sin lugar a dudas, el papel del sector privado en el cambio de modelo económico era fundamental, principalmente porque los recursos para impulsar el crecimiento económico iban a provenir tanto de los organismos internacionales como de este sector; de tal manera que las reformas de política económica no sólo tenían que responder a las exigencias de los gobiernos latinoamericanos, sino también a las necesidades y exigencias de seguridad en sus inversiones por parte de importantes capitalistas interesados en disminuir el papel interventor del Estado en las actividades económicas. De esta manera, la lógica del mercado del nuevo modelo cobraría sentido, garantizaría y fortalecería su hegemonía en el rumbo de la vida económica latinoamericana” (Martínez Rangel & Soto Reyes, 2012: 44).
Así, las políticas sociales, la independencia de los gobiernos y por supuesto, los procesos sociales, también se enmarcaron en las directrices del mercado. Los gobiernos de la región pasaron a desmontar los elementos restantes del modelo proteccionista para aprovechar los beneficios del intercambio económico con la esperanza que la globalización no sólo aumentara las tasas de crecimiento económico sino disminuyera la pobreza y la inequidad. No hay consenso sobre si existió, existe o no Estado de Bienestar3 en América Latina. Algunos autores en contraposición presentan la noción de Estado Social4 o Estado Desarrollista de Bienestar Social Latinoamericano5. Aunque plantean diferentes alternativas, concuerdan en las razones por las que no puede trasladarse el concepto de Estado de Bienestar al contexto de América Latina6. Es importante 3 Se desarrolló a partir de un gran acuerdo entre fuerzas económicas y políticas, los socialdemócratas introdujeron el debate de la lucha de clases; los democristianos vieron la posibilidad de defender sus tesis sociales; y los liberales, intuyeron la posibilidad de seguir garantizando el libre mercado y el crecimiento económico. (Fernández García, 2012). 4 (…) hacemos referencia a las acciones directamente destinadas a la mejora de las condiciones de vida de la población o de grupos importantes de la misma. (Aponte Blank, 2012: 14-15). 5 (…) a partir de la elaboración cepalina sobre el estado desarrollista, su papel crucial en el dinamismo económico en la industrialización por sustitución de importaciones y sus vínculos con los sistemas de protección social implantados. (Albuquerque de Castro, 2007: 6) 6 Se basa en una connotación que enlaza el término de bienestar (socioeconómico y material, es bueno puntualizarlo) con unos muy altos niveles de desarrollo y que vincula al Estado de bienestar –más particularmentecon los casos (social-keynesianos, social-postkeynesianos y, hasta social-neo/liberales “moderados”) en los que el Estado tiene una contribución activa en la constitución de esa realidad de bienestar económico y “social” (Aponte Blank, 2012: 31). Sobra señalar que las sociedades de América Latina distaban y aún lo hacen, de alcanzar las ventajas socioeconómicas que supone la presencia de un Estado benefactor. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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plantear que, Estado de Bienestar, Estado Social o Estado Desarrollista de Bienestar Social Latinoamericano, la relación Estado-mercado-comunidad se orienta al crecimiento económico y, en ese sentido, sigue siendo un único modelo que privilegia el mercado. En este sentido, no sería posible plantear que el neoliberalismo destruyó el Estado de Bienestar porque éste nunca existió. Aunque el estado latinoamericano ha garantizado protección social en alguna medida, esta protección ha estado fuertemente relacionada a la ocupación laboral y, bajo el neoliberalismo, el mercado laboral es esencialmente precario e inestable (Albuquerque de Castro, 2007:3). Las políticas sociales y la independencia de los gobiernos se enmarcaron en las directrices del mercado, como parte de una estrategia económica instaurada en América Latina a partir del Consenso de Washington7 y la Carta de Punta del Este8. Según Repetto, la forma en que se ha implantado esta estrategia varía de país a país aunque se presenta un rasgo común en relación a las políticas sociales “…los gobiernos latinoamericanos se abocaron de lleno a avanzar en reformas económicas (…) la clase política no colocó el tema social dentro de sus prioridades” (Repetto, 1999: 15). En Colombia se plantaron las bases para reformas estructurales en la situación económica y organización jurídica desde 1950, con los estudios del Banco Mundial, la CEPAL y los de la Misión Económica y Humanismo sobre las condiciones de desarrollo en el país9. A partir de la Ley 19 de 1958 se crean dos organismos com7 La búsqueda de un modelo económico abierto, estable y liberalizado se cristalizó con la formulación del Consenso de Washington en 1989, cuyas reformas de política económica estaban basadas en una lógica de mercado caracterizada por la apertura y disciplina macroeconómica (Martínez Rangel & Soto Reyes, 2012: 43). Se formuló un listado de medidas de política económica para orientar a los gobiernos de países en desarrollo y a los organismos internacionales (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo) a la hora de valorar los avances en materia económica de los primeros al pedir ayuda a los segundos. 8 “La Carta de Punta del Este establece y acentúa la necesidad de plantear o programar el desarrollo de América Latina, porque la experiencia histórica ha demostrado que, sobre todo en los casos de los países en desarrollo, la libre operación de las fuerzas del mercado no conduce de modo necesario a la óptima utilización de los recursos productivos (…) De este modo el crecimiento económico se ha visto retrasado y en algunos casos ha caído en el estancamiento” (García Reynoso, 1961: 726). 9 “Desde la creación del Banco Mundial, Colombia ha sido uno de sus principales clientes o “beneficiario”. Entre 1948 y 1972 Colombia se situaba como el cuarto receptor de créditos, detrás de Brasil, México y Turquía. Esto ha permitido que el país financie con fondos del BM sus obras de infraestructura en el sector energético y de transporte (como prioridad), y en los sectores de industria y agricultura (en segundo lugar). Desde entonces, los planes de desarrollo del país han contado con la asistencia técnica y financiera de este organismo internacional. 22
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plementarios: el Consejo Nacional de Política Económica y Planeación y el Departamento Administrativo de Planeación, con funciones de formulación de políticas y elaboración de planes y programas respectivamente (Arias, 2005). Esto desata en el país una amplia experiencia en regulación económica y social al igual que la estabilidad institucional que la soporta. Con lo anterior, se manifiesta una apuesta para el desarrollo (desde una perspectiva económica capitalista) que introdujo la gerencia a los procesos sociales, teniendo su máxima representación en los gobiernos de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970) (con reformas para un capitalismo de Estado y la instauración de los planes de desarrollo.10 Modelo intervencionista keynesiano) y César Gaviria Trujillo (1990-1994) (Modelo Neoliberal de Libre Mercado). El gobierno de Lleras se basó en la búsqueda de un adecuado impulso al desarrollo del país, abaratando costos de transacciones económicas y poniendo el sistema normativo al servicio del mercado. Ahora el Estado se convirtió en el socio más importante del sector privado, no en el sentido peyorativo de que pide su parte en la ganancia a través de los impuestos, sino de que el sector privado encuentra un fuerte accionista que aporta capital, en especie o en dinero: construye la infraestructura que nadie es capaz de hacer por falta de musculo financiero pero que se requiere; educa masivamente a la población que de otra manera no tendría cómo capacitarse ni cómo servir a los procesos de modernización; atiende necesidades básicas de salud, alcantarillado, servicios públicos; ofrece policía y defensa en condiciones monopólicas (…) en fin, hace lo que todos los empresarios necesitan que alguien haga para la buena marcha de los negocios (...) Es decir, un socio que ayuda a abaratar los costos de transacción gracias a la institucionalidad y los bienes que aporta (Amézquita Zárate, 2013: 2-3). Esta es una práctica empleada por los demás países de la región desde mediados de siglo XX, lo que contribuyó a fortalecer las funciones del BM en la creación de un sistema financiero y político regional con miras a vincular los futuros mercados del tercer mundo al mercado mundial. (Alvarado Arrautt, 2012: 4). 10 El primer plan de desarrollo fue el Plan general de desarrollo económico y social de la administración Lleras Camargo que buscaba entre otros: “alcanzar una tasa de crecimiento para el decenio 60-70 de un 6.5%; promover no solo el desenvolvimiento económico global sino la solución de los problemas sociales; aliviar a corto plazo las condiciones sociales de las clases más bajas; reducir y compensar las extremas disparidades existentes en el reparto de la riqueza y del ingreso nacional; mantener actualizado el proceso de planeación con publicaciones bianuales del progreso de los programas” (Amézquita Zárate, 2013: 26). Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Lleras abonó un terreno necesario para que el mercado concentrara un capital que de otra forma debía dedicar a capacitar mano de obra y rentar infraestructura, lo anterior pensando en un desarrollo a largo plazo y buscando blindar posibles crisis económicas de corto y mediano plazo; nótese que a diferencia de esto, los proyectos sociales fueron y son de corta proyección buscando más que fortalecer cualquier estrategia de intervención, paliar manifestaciones del sistema económico sobre lo social. Bajo el lema “Transformación Nacional”, Lleras trató de dar contenido cepalino o keynesiano a su gobierno, que buscaba acelerar el desarrollo económico y social en el país, acorde a los planteamientos de la Alianza para el Progreso. Algunos de los aspectos más representativos incluidos en este periodo fueron: (…) Lleras presentó tres proyectos de reforma constitucional que en la marcha de la discusión se unificaron y fueron aprobados en un solo cuerpo, el Acto Legislativo No. 1 del 11 de diciembre de 1968. El primer proyecto hacía una recomposición de las competencias del Congreso y el Presidente de la República y creaba los mecanismos de planeación económica. El segundo desmontaba la estructura del Frente Nacional y el tercero introducía reformas en el régimen administrativo subnacional (…) La reforma de 1968 estableció, como complemento a la intervención de 1936, que los Gobiernos estarían obligados a tramitar ante el Congreso de la República un Plan de Desarrollo cuatrienal11 a través del cual el Estado dirigiría todos los campos de la economía nacional (Amézquita Zárate, 2013: 7-13).
Una de las condiciones que ha garantizado la expansión del capitalismo ha sido el debilitamiento del Estado-Nación o pérdida de la soberanía, al enfrentarse a un flujo mercantil desigual en el que los países de la periferia se han visto obligados a seguir 11 Estas atribuciones quedaron plasmadas en la reforma del artículo 32 de la CN [Constitución Nacional], cuyo texto instituyó una especie de compendio de economía política: “Artículo 32. Se garantiza la libertad de empresa y la iniciativa privada dentro de los límites del bien común, pero la dirección general de la economía estará a cargo del Estado. Este intervendrá, por mandato de ley, en la producción, distribución, utilización y consumo de los bienes y en los servicios públicos y privados, para racionalizar y planificar la economía a fin de lograr el desarrollo integral. Intervendrá también el Estado, por mandato de la ley, para dar pleno empleo a los recursos humanos y naturales, dentro de una política de ingresos y salarios, conforme a la cual el desarrollo económico tenga como objetivo principal la justicia social y el mejoramiento armónico e integrado de la comunidad, y de las clases proletarias en particular” (Amézquita Zárate, 2013: 14). 24
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ocupando el lugar de productores de materias primas y mano de obra barata en la división internacional del trabajo. La consolidación de la Globalización Neoliberal12 también agudizó las posibilidades de acceso a la financiación especialmente desde organismos internacionales y fondos públicos. Hacia principios de 1990, la mayoría de los países de la región, incluyendo muchas de las economías más pequeñas de América Central y el Caribe, abrieron su comercio al exterior, recortaron el déficit presupuestario y vendieron activos del Estado, incluyendo muchas empresas de servicios públicos (Martínez Rangel & Soto Reyes, 2012: 46).
De esta manera y como gran contraste con los gobiernos anteriores, aparece la Revolución Pacífica del gobierno de César Gaviria (1990-1994) y con ella, la segunda gran reforma constitucional. Este gobierno es considerado como la “transición de una economía basada en el modelo de sustitución de importaciones [modelo de desarrollo proteccionista], a un modelo neoliberal de apertura económica” (Nájar, 2006: 3). Las principales transformaciones que se dieron durante su periodo de gobierno fueron, la instauración de una nueva Constitución Política13 y un plan de “apertura económica”. La nueva Constitución fue un gran logro social en temas de derechos, ya que se declaró un Estado Social de Derecho con varios mecanismos de participación popular e institucionales que los garantizaban: la acción de tutela, los dere12 (...) el control del capital-mundo que hoy constituido como sistema-mundo logra una visión occidental de la historia y de la sociedad y busca generalizar no sólo la mirada occidental sino el control capitalista de ese proceso que viven las sociedades y que es vendido como inevitable y único camino para todos (…) construye un nexo entre lo local y lo global, que no es el simple encuentro entre lo micro y lo macro sino es una forma de presencia en donde lo global está en lo local y en ese encuentro se produce un acercamiento o alejamiento que hace que entremos en un fenómeno de desterritorialización en el cual yo me hago habitante de otras culturas de otros mundos sin salir de mi territorio, ni de mi aldea (Mejía, s.f.: 4-5). 13 “(…) después de una larga cadena de violaciones a la Constitución de 1886 el proceso se inició como reforma constitucional y terminó suprimiendo la Constitución y suplantándola por otra, aprovechando la coyuntura política interna que condujo a que se realizara la Asamblea Nacional Constituyente en nombre del “constituyente primario” (el pueblo); su dirección y control estuvo en manos de un reducido grupo encabezado inicialmente por el presidente Virgilio Barco y luego por el presidente César Gaviria Trujillo, quien durante la producción de la nueva Constitución contó con la asistencia y asesoría del gobierno norteamericano y de los organismos multilaterales de crédito (BM y FMI). (Matías Camargo, 2001: 33). Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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chos fundamentales de primera, segunda y tercera generación; el referendo, la revocatoria del mandato, la Corte Constitucional, la Fiscalía General de la Nación, entre muchas otras nuevas garantías. Pero sin duda alguna, fue un gran logro para el sector privado y el sistema financiero global, puesto que los 59 artículos transitorios en realidad configuraron marcos constitucionales e institucionales para remodelar y manejar sin cortapisas el engranaje del Estado en su conjunto (Alvarado Arrautt, 2012: 7).
El plan de “apertura económica” buscaba disminuir la intervención estatal y permitió el intercambio económico de productos con otros países situando a Colombia en el mercado exterior mediante la flexibilización del mercado laboral. La economía Colombiana sufrió transformaciones a partir de la implementación del modelo de aperturista [sic], una de las más notorias fue el cambio en la composición de la balanza comercial, caracterizado por la caída de las exportaciones tradicionales14 como café, petróleo, ferro-níquel y carbón; que fueron desplazadas a un segundo plano por productos como textiles, alimentos, imprentas y editoriales, químicos y confecciones entre otros bienes de origen industrial, contenidos entre las exportaciones no tradicionales (…) (Nájar, 2006: 4).
Esta apertura transfirió al país posibilidades de acceder a variados y nuevos productos a mejor precio que trajo como primera consecuencia el cierre de empresas nacionales y el aumento en la tasa de desempleo. En medio de esta situación se tomaron decisiones económicas y políticas que favorecieron el mercado pero ocasionaron el detrimento de las condiciones mínimas de vida de la población (salud, educación, etc.), con una tendencia a privatizar lo público y proteger la empresa privada. Tal
14 Entre 1991 y 1994 las exportaciones de bienes tradicionales como el café, presentaron disminuciones por la influencia de los bajos precios debido entre otras situaciones, a la ruptura del Pacto Internacional del Café y por los elevados niveles de inventarios en poder de los tostadores (…) Por su parte, las exportaciones de petróleo a pesar de mostrar, en algunos años, aumento en el volumen exportado, los precios del mismo, entre 1991 y 1995 descendieron; la caída en los precios del crudo tuvo como causa principal la solución del conflicto del Golfo Pérsico (…) no obstante, a partir de 1996, el precio por barril del crudo incrementó (…) El ferro-níquel y el carbón presentaron un comportamiento similar de bajos precios por exportación a los anteriores productos. (Nájar, 2006: 8) 26
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es el caso de la Ley 30 de 199215, la Ley 70 de 199316 y la Ley 100 de 199317, que redujeron la educación, el bienestar comunitario y la salud, a servicios al alcance de quien pueda pagarlos. Este paquete de reformas, escudadas en un atractivo bloque de esperanza para un pueblo agobiado por la violencia, representó una oportunidad estratégica para refundar el Estado Colombiano, preparándolo para las reformas neoliberales que profundizaron las desigualdades sociales y sometieron al pueblo Colombiano a la violencia estructural. En la agenda del Consenso de Washington se incentivó disciplina y reforma fiscal, buscando mejorar la recaudación tributaria y reordenar el gasto público para aumentar la confianza de los inversionistas. El recorte al gasto público supone disminución del déficit económico sin instaurar impuestos, pero implicó reducir la inversión social y disminuir los subsidios a la administración pública, privatizando empresas estatales por ser consideradas gastos innecesarios. Los puntos de la agenda 15 Con las leyes 30 de 1992 y 115 de 1994 se transforma el sistema educativo del país, pasando de tres a cuatro niveles de formación [de primaria, secundaria y superior a preescolar, básica, media y superior] Así las cosas, se genera una relación entre la economía (estructura ocupacional) y la educación (estructura educativa), que exige formar capital humano en el menor tiempo posible, al menor costo; esto, acorde con la demanda del sector productivo del país proyectado con la Constitución de 1991. Un país que genera múltiples interpretaciones del presente y del futuro, puesto que es evidente la divergencia entre el país proyectado por los empresarios y el proyectado por la comunidad. (Alvarado Arrautt, 2012: 9) 16 La ley 70, aunque no responde a todas las aspiraciones, ni da todas las soluciones esperadas, es una herramienta valiosa en las manos de las comunidades negras. Tiene como objetivo reconocer a las comunidades negras que han venido ocupando tierras baldías en las zonas rurales ribereñas de los ríos de la cuenca del pacífico de acuerdo con sus prácticas tradicionales de producción y el derecho a la propiedad colectiva. También debe establecer mecanismos para la protección de la identidad cultural y los derechos como grupo étnico así como el fomento de su desarrollo económico y social (CEPAC, 2003). Dentro de la norma quedan excluidos los grupos urbanos de afrocolombianos que, desterrados por el conflicto armado o naturales de otras zonas, habitan otras regiones del país. 17 La ley 100 de 1993, [modelo de política neoliberal elaborado durante el gobierno de Gaviria y puesta en marcha durante la administración del presidente Samper, su proponente fue Álvaro Uribe Vélez] se incorpora en Colombia para aumentar la cobertura en salud que antes era casi exclusiva para trabajadores, pero tiene muchas desventajas; primero, que ve a la salud no como un derecho fundamental sino como un derechos que está ligado a otros fundamentales, y más como un servicio derivado del sistema de seguridad social. Se incorpora la salud al mercado, como una empresa de seguros y se mide el trabajo del profesional en salud, en cantidad más que en calidad (en gran diferencia), e incluso se sigue un plan de reducción de costos (negar tratamientos costosos, no formular medicamentos, no ordenar exámenes necesarios) que desvirtúa el sentido humano de la prestación de servicios de salud, ya que el paciente no se le ve como tal, sino como un usuario o cliente que está dentro de una relación comercial, y al mismo tiempo al profesional de la salud como un asalariado (Vargas, 2010: 8). Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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pretendían dejar claro el lugar y la actitud de los gobiernos frente al papel del Estado, la globalización y la distribución de los recursos.18 Es claro que el Consenso de Washington representa una etapa exitosa para la globalización y las prácticas neoliberales, pero desalentadoras para la sociedad civil y los procesos organizativos; estos últimos tienen pocas opciones frente a una propuesta de crecimiento económico acelerado pero sin equidad. Desde los organismos de control se dictaron medidas no solo para la reestructuración fiscal; ante la permanencia de la crisis económica, los intelectuales del Consenso de Washington lanzaron unas reformas llamadas, de Segunda Generación, “el nuevo recetario económico incluyó reformas que hacen hincapié en la importancia de las instituciones, en el mercado laboral y en la pobreza” (Martínez Rangel & Soto Reyes, 2004: 57). Es imprescindible señalar, que si bien los gobiernos de América Latina fueron y son persuadidos de adoptar ciertas reformas fiscales, económicas y sociales para acceder a préstamos y rescates financieros; fue y es su opción y responsabilidad haber hecho y hacer efectivas las reformas que demandan los organismos internacionales que protegen las lógicas del mercado.19 Ésta es la paradoja colombiana: las reformas del Estado para garantizar derechos hasta entonces negados a los pueblos, tienen su base en la violencia estructural que la implantación del neoliberalismo produce. El gobierno de Casar Gaviria y los que le sucedieron, recurrieron a la “paz” como discurso/estrategia de legitimación del modelo de desposesión colectiva. ¿Cuál es la relación entre las políticas públicas de reconocimiento de derechos colectivos e individuales y las políticas macroeconómicas que lanzaron a millones de colombianos a la pobreza extrema? Los gobiernos colombianos han sido incapaces de desafiar la lógica de acumulación por desposesión (Harvey, 2007b) requerida por el neoliberalismo. 18 Es importante señalar que “Sus promotores aseguraban que nunca se obligó a un país a implementar este tipo de políticas en sus economías, sin embargo, muchas de aquellas políticas económicas conforman hoy –igual que entonces- el listado de condiciones que los organismos internacionales exigen para acceder a los préstamos y rescates financieros, por tanto, dichas condiciones responden a los intereses comerciales y financieros de países altamente industrializados” (Martínez Rangel & Soto Reyes, 2004: 49). 19 La inserción de la región en la carrera por el desarrollo capitalista “no resultó de imperativos económicos absolutos sino de la falta de voluntad política de la burguesía para resignar alguno de sus privilegios de clase, bloqueando así la posibilidad de absorber la sobreacumulación mediante la reforma social interna” (Harvey, 2007a: 176). 28
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Concebir la realidad como un proceso histórico susceptible de transformación, implica construir prácticas críticas y colectivas que no tengan como principal objeto reproducir las lógicas del capitalismo, sino dar respuesta a las exigencias de los contextos sociales en Colombia y América Latina. De igual forma, es interesante pensar ¿Cuál es el lugar de intelectuales, profesionales y organizaciones cuando de tomar decisiones y construir proyectos sociales y vitales se trata? Caminar desde la resistencia En la caracterización del contexto histórico es necesario considerar no sólo las propuestas generadas desde las estructuras hegemónicas de poder económico y político, durante estos períodos surgieron también en América Latina propuestas de resistencia, discursos alternativos e insurgentes que plagaron la región de matices y colores que dieron al contexto su configuración actual. En la década de 1960 con el fortalecimiento de las políticas capitalistas en los países de América Latina y las múltiples manifestaciones de marginalidad y pobreza que llegaron con ellas (…) se popularizaron fundaciones filantrópicas de diversa índole asistencial que centraron su hacer en la “ayuda a los más necesitados”, constituyéndose de esta manera en un antecedente importante para lo que posteriormente se reconocería como las organizaciones no gubernamentales, ONG, cuyas acciones se concentraron principalmente en los países calificados como del tercer mundo. Es a partir de la década del setenta que estas organizaciones entran en auge y se vinculan directamente a los denominados programas de desarrollo, concretamente con sectores empobrecidos (…) (Bermúdez Peña & Rodríguez Pizarro, 2013: 29).
Sin embargo, frente al surgimiento de estas organizaciones es importante señalar que La irrupción de las redes de estas organizaciones en escena no se dio por generación espontánea, sino que tuvo que ver con un largo y complejo proceso de maduración de la conciencia de los derechos individuales y de la dignidad ciudadana, frente a un conjunto de decisiones económicas y relaciones políticas cada vez más autoritarias; tuvo que ver con la articulación y organización de cientos de movimientos sociales, que fueron generando a la par una promesa Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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distinta y una capacidad de propuesta e intervención en aspectos de política pública; y tuvo que ver también, con la experiencia acumulada de las propias organizaciones en relación a su acción en la esfera pública y en la esfera política ciudadana, que fue saturando paulatinamente una imaginación de cambio (Reygadas, 1988 en: Bermúdez Peña & Rodríguez Pizarro, 2013: 29).
Aunque durante la instalación del periodo Neoliberal se produjo cierta baja de los movimientos sociales tradicionales20, cambios recientes en América Latina expresan resistencias no sólo a través de movimientos sociales populares diversos, también el escenario político ha sido marcado por gobiernos de centro-izquierda21 que aportan a la construcción histórica de una nueva coyuntura. En cuanto a las aspiraciones socialistas a través de la legitimidad política en la región, habría que destacar algunos ejemplos, como el proceso de transición al socialismo en Venezuela, la elección y reelección de un líder indígena como presidente de Bolivia, la elección de Rafael Correa en Ecuador, el gobierno de Fernando Lugo en Paraguay, la presidencia de Lula Da Silva en Brasil y los comisión presidenciales brasileños de 2010, que dieron como resultado a Dilma Rousseff como presidenta, estos últimos del partido de los trabajadores (Bermúdez Peña & Rodríguez Pizarro, 2013: 31).
Hay, en América Latina, múltiples apuestas que tienen en común la construcción y proyección al margen de los circuitos tradicionales del sistema capitalista y sus instituciones de control; entre ellas, resistencias culturales (literatura, religión, artes, 20 Los movimientos obreros fueron afectados por las políticas neoliberales, que implicaban una ofensiva contra el trabajo, a fin de reanimar la acumulación del capital. Se desarrollaron en muchos países del continente zonas francas, con grandes obstáculos para la existencia de sindicatos; el gran despliegue del sector informal, que constituyó una dificultad para la organización social, tanto como el aumento del desempleo y la represión contra líderes de los movimientos obreros, tuvo efectos muy negativos sobre su fuerza de contrapeso (Petras, 2004). Lo mismo sucedió con los movimientos campesinos, que padecieron grandes represiones violentas lo que evitó el avance de las reformas agrarias planteadas. 21 Frente a la instauración de democracias en América Latina vale la pena preguntarse “¿Hay una posible correlación entre el auge de la economía de mercado en el mundo y los procesos democratizadores en Latinoamérica? Debido a que las reformas económicas de ajuste estructural están llevando la delantera respecto a las reformas políticas, se está obligando a una amplia consideración en torno a los alcances y resultados de los procesos de transición, consolidación o democratización de los países de la región.” (Garretón, 1994: 23). Nuevamente se observa como la globalización de marcado impone una agenda internacional que remodela tanto al Estado como sus instituciones políticas y gubernamentales. 30
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etc.); propuestas políticas como mezcla con movimientos sociales (Brasil, Bolivia, Ecuador…); proyectos de integración (Mercado Común Centroamericano, ALCA, ALBA, Mercosur…); Movimiento Estudiantil; campesinado (Movimiento Sin Tierra, Revolución Sandinista, Congreso de los Pueblos). Los procesos organizativos en Colombia se han fundamentado en diferentes ideas políticas, como el liberalismo, el socialismo y el conservadurismo, de tal manera que no podría hablarse de una manera única ni de procesos de homogeneidad en su conformación. Ello, por supuesto ha traído como consecuencia una permanente tensión y en ocasiones división interna que se debate entre lograr y mantener la autonomía con respecto al Estado, o por el contrario adherirse a sus intereses hegemónicos (Bermúdez Peña & Rodríguez Pizarro, 2013: 34)
Posterior a la constituyente de 1991, encontramos mayor fuerza en reivindicaciones diferenciales, casos étnicos, de género, de preferencia sexual… Así los movimientos sociales y las organizaciones que abanderan sus demandas, empezaron a romper con la ideología imperante como única forma de expresión, sus demandas pasan a integrar una nueva ideología cultural que exige el rompimiento de la estructura económica actual. Lo anterior genera una marcada tendencia a la autonomía por parte de organizaciones sociales, partidos y movimientos. Ante este panorama se encuentra, por un lado, un contexto que refleja cierta continuidad respecto al modelo desarrollista implementado en la década de 1960, donde algunos de los supuestos pasaban por la idea de que la comunidad alberga las potencialidades para su desarrollo tanto como las causas de su atraso. Estas nociones sostenían que la participación era clave en la aceleración de ese desarrollo. Por otro lado, el carácter estático o de “estatización de los problemas sociales”, tomados de manera transitoria, ha sido minimizado al mismo tiempo que la desigualdad social es naturalizada, partiendo del supuesto que una vez instalados los problemas sociales en la agenda política del Estado, ellos son reabsorbidos por las virtudes del propio sistema (Rozas Pagaza, 2001). Es así que se profundizó un proceso complejo de transformaciones en el Estado y en la sociedad, y se fue conformando progresivamente un espacio diferenciado de vinculación entre ambos en el cual confluyen aquellas actividades que Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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el Estado tenía a su cargo y no son tomadas por el sector privado (mercado) y todos aquellos emprendimientos que ciertos segmentos sociales han ido asumiendo por retiro o ausencia de la actividad estatal [las características de las organizaciones comunitarias serían] (…) suplir la ausencia o retiro del Estado, asumir la falta de inversión del sector privado, la solución a una o varias necesidades básicas insatisfechas, un contenido social y la participación activa de la comunidad (Maidana & Cassano, 2008: 15).
Las organizaciones comunitarias son territorios de resistencia cuyas exigencias debaten la ideología dominante, no sólo en el ejercicio práctico, también ponen en cuestión las epistemologías académicas elaborando propuestas alternativas a las manifestaciones de la cuestión social y otras formas de hacer y construir conocimiento, otras formas de ser y responder a las necesidades de los contextos, lejos de los planteamientos positivistas. Dar cuenta de lo cotidiano conlleva un marco de sentido práctico que constituye una teoría de la práctica realizada a partir del situarse en la actividad real como tal y que está constituida por el sistema de disposiciones estructuradas y estructurantes. Una acción es producto del habitus impreso en el cuerpo y se vuelve manifiesto en el sentido práctico. Esto es, el sentido práctico está representado por aptitudes para moverse, actuar y orientarse según la posición ocupada en el campo social y de acuerdo con la lógica del propio campo (Bourdieu, 1991).
Estas formas alternativas y particulares de hacer de las organizaciones chocan con las tradicionales y permanecen en constante pugna; las organizaciones, por no aceptar las maneras impuestas e inscritas en la lógica y las instituciones que representan los paradigmas clásicos, por no reconocer los aportes de las organizaciones. Es por esta pugna, que las organizaciones no aceptan los procesos administrativos, por responder a lógicas que no pertenecen a su habitus. Se puede dar sentido a la acción si se observa en ella la experiencia en tanto acumulación de conocimientos provenientes de la práctica, incorporada como pasado objetivado e interiorizado en forma de habitus (Bourdieu, 1991). Reconocer las prácticas cotidianas de las organizaciones comunitarias/populares implica admitir que éstas están configuradas por fuerzas de dominación a través de las cuales se establecen relaciones en la vida social. También implica reconocer que 32
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dichas prácticas específicas se encuentran en un marco histórico concreto y por tanto son susceptibles de transformación, que construyen formas específicas de concebir y relacionarse con la realidad social y producen conocimiento (aunque este conocimiento no sea reconocido como tal en los espacios académicos tradicionales). Rozas (2001) afirma que en América Latina nos encontramos frente a un Estado minimizado por el posicionamiento del mercado y una sociedad civil cuya fragmentación e individualismo van en retroceso de la construcción de los agentes y la democracia real. No obstante; según la autora, es posible el desarrollo tras la creación de espacios que fortalezcan la esfera pública y legitimen los agentes populares como políticos. Cabe preguntarnos ¿cuál es el lugar de cada uno de estos agentes en el proceso? Es evidente que en la mayoría de los casos las organizaciones están supeditadas a las decisiones y exigencias de quienes aportan los recursos económicos, sin embargo, es importante señalar que ejercicios de dignidad y autonomía de las comunidades frente a estos, sólo pueden darse en relación a una adecuada información e incorporación de las normas que circundan sus actividades, permitiendo ubicarse en un terreno decisivo incluso desde un lugar diferenciado de manejo/posesión de los recursos. La academia en su compromiso con los contextos sociales, debe fortalecer su participación y aporte en la construcción de políticas de integración social, políticas diferenciales desde procesos de participación ciudadana. “Solamente quienes toman sosegadamente aquello por lo cual se atarea la gente del mundo, pueden atarearse por aquello que la gente del mundo toma sosegadamente” Lin Yutang
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Complementos ReseĂąas De primera mano Documentos de trabajo Dossier No dejar de leer Editorial
Dossier
“Las palabras tenían que crecer en ella”: Para una ética de la escucha de las narrativas de la violencia* Johan Sebastián Giraldo Serna** (sebastian.giraldo47@gmail.com) Artículo de investigación recibido el 2/10/2015 y aprobado el 19/11/2015.
Cómo citar este artículo: GIRALDO SERNA, Johan Sebastián. (2015). “Las palabras tenían que crecer en ella: Para una ética de la escucha de las narrativas de la violencia”. En: Transpasando Fronteras, Núm. 8, pp. 39-52. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. DOI: 10.18046/retf.i8.2089
Resumen Este ensayo trabaja las implicaciones y responsabilidades que se presentan desde la investigación social al enfrentarse con las distintas narrativas de la violencia en Colombia. Haciendo un análisis sobre la producción narrativa desde la memoria individual y la escucha como acto se propone una aproximación ética al acto de escuchar como forma de acercarse de manera crítica a estos relatos. * Este texEste ensayo solo pudo ser posible gracias a un espacio interdisciplinar que construimos juntos semana a semana. El semillero de Investigación y Conflicto Armado y la profesora Valeria Eberle son cómplices, acompañantes, motivo e inspiración de estas páginas que quieren ser parte de una discusión que nos parece necesaria para el proceso que emprendemos como personas, ciudadanos, profesionales y como país. A ellos gracias totales. ** Estudiante de Antropología y Ciencia Política, Universidad Icesi.
Johan Sebastián Giraldo Serna
Palabras clave Ética, Escucha, Memoria, Violencia.
Introducción “Sabía escuchar de tal manera que la gente perpleja o indecisa sabía muy bien, de repente, qué era lo que quería. O los tímidos se sentían de súbito muy libres y valerosos. O los desgraciados y agobiados se volvían confiados y alegres. Y si alguien creía que su vida estaba totalmente perdida y que era insignificante y que él mismo no era más que uno entre millones, y que no importaba nada y que se podía sustituir con la misma facilidad que una maceta rota, iba y le contaba todo eso a la pequeña Momo, y le resultaba claro, de modo misterioso mientras hablaba, que tal como era sólo había uno entre todos los hombres y que, por eso, era importante a su manera, para el mundo” (M. Ende, Momo, 2007, Madrid: Alfaguara) No es posible pensar en una sociedad libre si se acepta de entrada preservar en ella los antiguos lugares de escucha: los del creyente, del discípulo y del paciente (R. Barthes, L’obvie et l’obtus, Seuil, 1982, p.228.)
Si me pidieran que defina lo que más amo en la vida, diría dos cosas, Observar y escuchar. Pero ambas tienen una relación fundamental, el cuidado. Hay distintas formas de relación con el mundo, para asumirlo y de cierta forma aprehenderlo. Escuchar, es de esas en las que te detienes, y con respeto, cuidado y tiempo le das un lugar a lo que tiene el otro por compartir. O que produce, y creo que ahí está el punto. Entender el relato como un producto de articulaciones temporales, fruto de comprensiones de un hecho concreto que se produce con respecto a un escucha, en un contexto determinado, teniendo en cuenta referentes subjetivos de aprehensión de ese otro que escucha, sobre los cuales se articula de manera específica un relato. La escucha como apuesta metodológica y epistemológica, que reconozca distintas formas de conocer y de asumir el mundo, que entienda diferentes formas de comprensión y se acerque a lo elaborado desde distintas experiencias con la violencia, es de lo que tratará este ensayo. La pregunta que lo articulará será ¿Cuáles son las responsabilidades que tiene el investigador en contexto de conflicto para relacionarse con las producciones 40
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“Las palabras tenían que crecer en ella”: Para una ética de la escucha de las narrativas de la violencia
narrativas de las víctimas entendiendo la tensión ética existente en el movimiento entre “narrar- escuchar” versus “escuchar-cuestionar”? El objetivo del ensayo es entonces entender esa relación ética que existe cuando se asume, desde la investigación social, el acto de la escucha, ya no como ejercicio de acompañamiento activo desde la comprensión de un discurso, sino como un escucha crítica, capaz de intervenir y cuestionar el relato que se produce. Esta discusión se enmarca desde la preocupación y el movimiento entre el carácter ficticio, imaginativo y comprensivo de la construcción de la memoria individual y la capacidad de este relato de responder a necesidades y presunciones de verdad en el registro de la Historia, como ciencia. Así como también los retos que presenta el trabajo con testimonios en un contexto de conflicto como el colombiano. Para esto el ensayo explorara lo correspondiente a la narración como articulación discursiva de la comprensión de un hecho concreto. Algunas consideraciones sobre la escucha, aprender a escuchar y su dimensión ética. Para terminar con la discusión de la pertinencia del tema al abordar las narrativas de la violencia en el contexto colombiano. Consideraciones sobre la narración Narramos todo el tiempo, lo que hicimos, lo que nos ocurrió, narramos eventos, les contamos a los que están a nuestro lado diariamente qué es y ha sido de nuestras vidas. Algunos que no se ven por temporadas largas se “desatrasan”, o se “ponen al día” de lo que ha sucedido en la vida del otro que aprecian: o conocen. Esas narraciones, lo que contamos, son fundamentalmente compresiones del día a día o de eventos específicos que han marcado cosas en nuestra vida. Compresiones que se elaboran a partir de unos marcos de referencia sociales desde los que entendemos nuestra relación con el mundo, y construimos nuestras interpretaciones de él (Halbwachs, 2004). Esta perspectiva que habla de la construcción de nuestras compresiones de lo que nos ocurre desde unos marcos sociales de referencia, alude a que estos referentes son entramados que otorgan sentido a lo que se vive y desde donde se articula una narración específica que compartimos con otros semejantes. Estos entramados colectivos que le otorgan sentido a lo que recordamos y queremos contar, propuestos por Maurice Halbawchs, están mediados por las formas en que las Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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sociedades conciben el tiempo, el espacio, o el lenguaje: así como también referentes de espacios de socialización como el familiar, el religioso o el de la clase social. Así, compartimos características similares de comprensión con otros hombres o mujeres, con personas que pertenecen a una clase social semejante a la nuestra, o con quienes compartimos rituales religiosos o culturales. Por ejemplo, si llegamos a tropezar o a caer caminando en la calle y antes hemos pasado debajo de una escalera, o nos hemos cruzado un gato negro, hay un universo de sentido que responde a las “supersticiones” dentro del que esta explicación cabe, a partir del cual podríamos perfectamente hilar los dos hechos y contar nuestro encuentro con la mala suerte que nos provocó la caída, y esta versión sería perfectamente creíble para aquellas personas que comprenden o les hace algún tipo de sentido esta explicación. “La comprensión es una actividad sin fin, siempre diversa y mutable, por la que aceptamos la realidad, nos reconciliamos con ella, es decir, tratamos de sentirnos en armonía con el mundo” (Arendt, 1995: 29). Y esta pretensión parece no agotarse, esa búsqueda de reconciliación es permanente. Así, a partir de ciertos criterios aprendidos colectivamente adquirimos herramientas para enfrentarnos al mundo y entenderlo desde nuestro lugar en él. Pero entramos en otra discusión que va más allá de lo cotidiano, de las narraciones eventuales diarias, cuando exploramos las formas de narrar la violencia. Hanna Arendt indaga esto, intentando entender la comprensión de la realidad cuando ocurre algo que destruye nuestras categorías de pensamiento y nuestros criterios para juzgar (Arendt, 1995).1 Contraponiendo esta comprensión a la “comprensión preliminar” que solo alinea lo nuevo con lo viejo, la comprensión del hecho violento pasa necesariamente por darle un lugar (ni siquiera entender por completo) para crear, si es necesario, nuevas categorías para la comprensión de lo ocurrido. “Entonces la comprensión es la otra cara de la acción, esto es, de aquella forma de cognición, distinta de muchas otras por la que los 1 Es claro que la discusión que se propone aquí tiene diferencias con respecto al contexto en el que escribe Arendt este texto. “Comprensión y política” hace parte de sus reflexiones sobre los orígenes del totalitarismo y es en donde va a defender la particularidad explícita de las lógicas del régimen nazi, haciendo énfasis en su singularidad. Pero, me parece que su idea de enfrentarse a comprender lo ocurrido con respecto a las memorias de la violencia en Colombia opera, guardando sus proporciones, como algo que rompe con esos criterios y esas categorías de comprensión de las que habla la autora. 42
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hombres que actúan pueden finalmente aceptar lo que irrevocablemente ocurrió y reconciliarse con lo que inevitablemente existe” (Arendt, 1995: 44). Es recurrente esta imagen del paso de la comprensión a la acción. De la sumisión absoluta en la incomprensión, a la acción a partir de la comprensión sobre lo destruido. Es importante entender esta destrucción de las categorías del conocimiento y los criterios de juicio que plantea Arendt, precisamente como un choque con eso que se entiende imposible y que es insoportable. En otras palabras, aquello que jamás imaginamos que podría ocurrirnos y luego no sabemos cómo asumir. Ese suceso y la reacción emocional, visceral, que de allí se desprende, supera las formas de entender lo ocurrido y se convierte en una ruptura de esa comprensión anterior del mundo (Velásquez, 2008). Así se entiende ese proceso de la comprensión y la aprehensión desde nuevos marcos de referencia, para darle lugar dentro de la experiencia de vida al hecho ocurrido. Por consiguiente, hablar de la narración nos permite ver un puente, un paso de la comprensión íntima de lo que inevitablemente ya está ahí, a una enunciación pública de esa comprensión. Un puente que se va a extender precisamente de acuerdo a un contexto en el que se enuncia públicamente. Esto quiere decir, que la narración, como comprensión transformada en testimonio, se vuelve pública y se produce en relación a otros que escuchan. Lo que va a implicar una relación de doble vía, dialógica, donde el paso de lo íntimo a lo público no solo va a depender de quien narra sino que quien escucha esa narración. Dicho lo anterior, quien va a contar un hecho violento en el que se vio implicado, no lo va a hacer al aire, ese testimonio es coproducido entre quien cuenta y quien escucha. Está intervenido por las concepciones previas que tiene quien narra sobre quien escucha, y la intencionalidad y el uso social o político que puede darle. Esto puede estar intervenido también por el interés, la disposición, la intención, la confianza, las sensaciones que genere esa relación y las preguntas que haga quien escucha el relato. Esta interacción, además de lingüística, se entiende también en el plano corporal. La disposición, gestos, silencios, miradas, tonos de voz, etc., hacen parte fundamental de este proceso de coproducción del testimonio. Más aún cuando pensamos en lo que puede ser contar la experiencia traumática que genera un hecho violento, en la que lo inenarrable, inexplicable, eso que parece imposible de poner en palabras, intenta ser enunciado como parte de esa comprensión y se expresa de maneras distintas a las discursivas. “JiTrans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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meno, de nuevo, afirma que debemos estar atentos a otras muchas formas en las que se expresa este dolor y no debemos ser ajenos ni estar desatentos a cientos de señales que nos dice el silencio mismo” (Torres, 2015: 53). De igual modo es una forma de darle un lugar más allá del discurso a la experiencia de construir una relación de proximidad, de cercanía, y de reconocer el carácter epistémico de lo incomunicable. Ahora bien, estas formas de comprensión de lo acontecido, que hacen parte de la construcción de memoria individual y que a partir de esos entramados de sentido y de relaciones que se construyan con quienes vivieron el mismo hecho pueden convertirse en relatos colectivos, han suscitado amplios debates sobre la relación entre la construcción memoria y el estudio de la Historia. Al estar asociada a comprensiones de los acontecimientos desde un ejercicio cognitivo, los eventos, como dicen Jimeno y Roldán, “adquieren sentido emocional como resultado de su construcción, de manera que los sentimientos dependen de su interpretación de las sensaciones internas” (Jimeno & Roldán, 1996: 29). Esta relación con la emocionalidad, y la interpretación de esas sensaciones, es lo que, en el debate por la veracidad de los testimonios, riñe con el objetivo de la búsqueda por la verdad científica para el esclarecimiento del hecho “como de verdad ocurrió”. Este es el elemento que ha diferenciado el estudio de la memoria y la historia: y ponen de manifiesto tensiones inherentes a esta relación desde el planteamiento, por ejemplo, de una memoria histórica. Teniendo en cuenta a qué nos enfrentamos cuando nos aproximamos a distintas narrativas de la violencia en la investigación social, surge la pregunta de cómo escucharlas. ¿Qué tipo de responsabilidades asumir? ¿Cómo entendemos nuestro lugar como investigadores desde la interlocución con estos relatos? ¿Cuál es la importancia de reflexionar sobre el acto de escuchar para acercarse a estos relatos? Consideraciones sobre la escucha Es recurrente encontrar cuando se lee sobre la escucha una naturalización de esta actividad. Y precisamente por esta razón, que alude a que escuchar es algo que ya está dado y aprendido por todos y cada uno, se evidencia un descuido, y casi que un menosprecio de ésta como parte fundamental de las relaciones humanas. El fomento de esta competencia, algunos podrían decir virtud, ha sido dejado de lado, privilegiando otras como la escri44
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tura, la lectura o incluso el habla. Sobre esto Julio César Londoño, en una columna en el periódico El Espectador dice que: “El monólogo no necesita mucho fomento porque, como nadie ignora, no hay nada más musical que el sonido de nuestra propia voz. Escuchar al otro, en cambio, es una actividad poco apreciada […] Yo sugeriría poner especial atención al oficio de saber escuchar, porque el arte de hablar, al menos el de hablar en público, está estudiado” (Londoño, 2014).
Se ha hecho necesario aprender a decir, persuadir, convencer, se hacen talleres de oralidad, de cómo transmitir lo que pensamos. En cambio no aprendemos a escuchar, aprendemos a persuadir pero no a entender, aprendemos a hablar en público pero ni siquiera a escuchar lo íntimo (Lenkersdorf, 2011). Y es que precisamente eso íntimo, esas comprensiones emocionales a las que nos acercamos, son las que nos van a permitir construir relaciones de proximidad que nos dejen entender de forma amplia, de dónde sale ese relato. Entender desde la trayectoria vital del otro, desde su experiencia, teniendo en cuenta los referentes desde los que se producen sus comprensiones. No obstante se hace necesario una reflexión profunda sobre el lugar que tiene la escucha en nuestra sociedad, y cuestionar esos espacios que ha ocupado. “Las sociedades tradicionales les conocían dos lugares de escucha, ambos alienados: la escucha arrogante del superior y la escucha servil del inferior” (Barthes, 2002: 256). Estos dos lugares que menciona Barthes se han encargado de reproducir unas formas de relación a través de los actos comunicativos, la arrogancia del poder frente a la “ignorancia” del otro y lo incuestionable escuchado por el obediente. Pese a que estas formas se siguen manteniendo es esencial cuestionar y replantear estos lugares no solo para acercarnos crítica y reflexivamente a lo que recibimos, sino también para emparejarnos al otro, para entendernos como iguales e intentar generar relaciones más horizontales de comprensión desde la experiencia con el otro. Pero esto solo lo podremos lograr en tanto entendamos el acto de escuchar, ya no como un lugar de pasividad ante lo que se recibe del otro, sino como una acción dialógica, de doble vía y de interlocución activa entre quien habla y quien escucha. “El acto de escuchar la voz inaugura la relación con el otro, la voz que nos permite reconocer a los demás, nos indica su manera de ser, su alegría, su estado: sirve de vehículo de una imagen de su cuerpo, y más allá del cuerpo, a toda una psicología” (Barthes, 2002: Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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252). Hay una palabra clave que resume ese acto, primario y fundante es “reconocer”. Reconocer a ese otro y entenderlo corporalmente apoyados en su imagen, para darle un lugar e intentar aprehenderlo. De esto se trata ese acto de entender reflexivamente, de aprehender, a ese otro que habla, entendiéndolo igual a mí, emparejándolo. Escuchar desde la perspectiva Chamula, dice Lenkersdorf, en su estudio sobre los indígenas tojolabal en Guatemala, es equivalente a emparejar a todos, “todos caminamos juntos, estamos de igual a igual y nos escuchamos y apoyamos en tanto miembros de un nosotros del que hacemos parte” (Lenkersdorf, 2011: 29). Si bien es difícil entendernos como parte de un nosotros casi vital, en nuestra sociedad, de la forma en la que estas comunidades lo hacen, es importante rescatar la reflexión que el autor hace sobre esto: “El recibir encierra un secreto: es el otro, son los otros cuyas palabras no las hacemos, sino que vienen de fuera y nos sacan del centro donde nuestro yo prefiere estar para mandar, dirigir y estar arriba. Al sacarnos del centro no nos margina, ni nos empuja hacia la periferia, sino que se integra nuestro yo en el nosotros. Formamos una comunidad dialógica. […] Al escuchar las palabras de los que nos hablen entramos en una realidad hasta ahora escondida” (Lenkersdorf, 2011: 18)
Una realidad escondida, desconocida que solo a partir de esas relaciones de proximidad, de confianza, que brinda ciertas formas de hacer investigación social nos permite conocerlas. Metodológicamente se han propuesto herramientas para lograr entender esto, conceptos como el de la “atención flotante” que nos ubican en un lugar más allá del rigor discursivo y nos dejan atrapar otras formas de expresión para relacionarnos con el otro. La atención flotante, de la atención extrema, a la dispersión extrema. Se presenta, desde la técnica psicoanalítica de Freud, como una técnica para llegar a la singularidad, a no enfocarse en el discurso narrado desde las categorías de análisis de quien escucha, sino escuchar atento lo que se dice y lo que pasa en el entorno mientras lo dice. Llegando así, no a la particularidad del relato, sino a la singularidad del sujeto con respecto a lo que dice. Sin embargo, para lograr aprehender al otro desde esa relación de doble vía que aquí se propone, es necesario tener en cuenta además de esto, una relación ética con respecto a los relatos y más ampliamente a los sujetos con quienes nos relacionamos. Para una ética de la escucha 46
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Para reflexionar de manera amplia sobre la importancia de la escucha, tanto para la vida cotidiana como para la investigación social, es importante entenderla como una relación eminentemente ética entre las personas. “La ética es la reflexión sobre el conjunto de conductas y normas imperantes en la sociedad y, por extensión, es la reflexión sobre cómo conducir nuestra vida […] es un compromiso asumido frente a nosotros mismos, e implica ocuparnos de cómo deberíamos vivir y de qué deberíamos hacer” (Cohen, 2011, págs. 15-16). Ese carácter reflexivo sobre las conductas y las normas sociales a partir de las que actuamos es lo que nos permite, precisamente, entender una ética de la escucha como un cuestionamiento a esos lugares tradicionales de la escucha y proponer nuevas formas de entenderla. En este sentido es importante distinguir una ética de la escucha y una escucha ética. Donde la primera es la reflexión sobre la escucha en sí misma para cuestionar las conductas sobre las que se practica y el descuido que se ha tenido con ésta. Y el escuchar éticamente, por lo menos para efectos de este ensayo, da cuenta de aquello que debemos tener en cuenta, desde esa primera reflexión para acercarnos a esos distintos tipos de narraciones a las que nos enfrentamos como investigadores sociales y como seres humanos. Es necesario entonces entenderla como escucha activa, dejando de lado la pasividad que se le ha impuesto, a partir de su lugar como constructora de vínculos sociales más fuertes y como productora de nuevas formas de conocer, entendiendo a esos otros como partes de un mundo desconocido. Se plantea de carácter crítico, intentando comprender el lugar de enunciación de quien narra, acogiendo su proceso histórico, subjetivo, otorgándole un lugar consciente a la trayectoria vital desde la que habla. Esto implica no solo entender desde donde se produce el relato que escuchamos, sino también cómo nos posicionamos y nos relacionamos con el mismo. En términos de Diana Cohen, se hace necesario revisar éticamente nuestras acciones desde tres perspectivas, la de las emociones, las razones y los valores. Así, debemos “preguntarnos si nuestras respuestas emocionales son las apropiadas en las circunstancias en juego. [Partiendo de que] las emociones, más que perturbaciones irracionales del pensamiento racional, son modos esenciales y personales de percibir el mundo y comportarnos en él” (Cohen, 2011: 16-17). Además debemos buscar cada vez mejores razones sobre las cuales “juzgar” ciertas conductas, o fundamentar nuestras elecciones, revisando cuáles serán los impactos de estas a corto, mediano y largo plazo, poniéndonos en el lugar
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del otro. Y por último, se necesita revisar los valores que defendemos y entender estas disputas, o dilemas morales, que se pueden generar en relación con otros. Además de estos criterios, que se plantean más desde la ética para la vida cotidiana, quisiera hacer énfasis en un último punto, tal vez el más importante para la reflexión. Escuchamos, atentos, con el cuerpo, concentrados y dispersos, entendiendo, reflexionando, criticando. Y con el corazón. “Deberían enseñarnos a escuchar bien, es decir, a tratar de entender lo que el otro quiere decirnos, a escucharlo con los oídos y con el corazón. Creo que muchos de nuestros problemas sociales y personales provienen de nuestra incapacidad para escuchar, de una terca e inveterada sordera” (Londoño, 2014). Emparejamos al otro, y nos hacemos parte de un nosotros, sobre todo para entenderlo, no solo para verlo como igual, sino para sentir lo que sintió. Nos aproximamos tanto a su relato, a su condición humana que llegamos a reconocernos en su relato, a compartir su dolor. Arendt, sobre la cuestión de la comprensión, va a decir que “[El rey] Salomón pedía este don en particular [el de un “corazón comprensivo”], porque sabía que ni la pura reflexión, ni el simple sentimiento, sino sólo un “corazón comprensivo” nos hace soportable el vivir en un mundo común, con otros que siempre son extraños, y nos hace asimismo soportables para ellos” (Arendt, 1995: 45). Y es escuchando, y comprendiendo desde allí, como logramos aprehender al otro que escuchamos, descubriendo a un extraño, abriendo lo desconocido y reconciliándonos con el mundo desde el corazón. ¿Qué retos trae consigo, para la escucha, las narrativas de la violencia? ¿Quiénes hablan, a quiénes escuchamos y qué responsabilidades tenemos con ellos? ¿Cómo mediar éticamente las narrativas de la violencia para cuestionar los lugares comunes de las categorías de “víctimas” y “victimarios”? Para una escucha ética de la violencia La construcción de paz, los procesos de reconciliación y los estándares internacionales de justicia nos ubican en un contexto específico y complejo para la práctica de la investigación social y retan esta perspectiva de la ética de la escucha. La memoria como campo de disputa, es donde se encuentran las narraciones para ser escuchadas, olvidadas o donde se disponen a ser invisibilizadas o publicitadas. En el contexto colombiano actual encontramos un crecimiento exponencial de voces, interpretaciones que buscan aparecer en el plano político y a las que hay que escuchar de manera cuidadosa y crítica. 48
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Hay sobre todo dos escenarios, que quisiera mencionar aquí, a los que nos enfrentamos cuando atendemos a escucharlas, y que sobre todo suponen retos sobre cómo pasar a generar una mirada crítica y comprensiva de las mismas. En una conferencia en la Universidad de los Andes, en un congreso sobre violencia y vida cotidiana, el profesor Omar Bravo presentó un concepto que utiliza en su trabajo sobre víctimas de desaparición forzada. El concepto de la “híper-víctima” como aquella persona cuyas características como edad, género, contexto socio-económico y proceso de victimización convierten su relato en algo incuestionable y que de entrada se tiene “el deber moral” de aceptar. ¿Cómo lo cuestionamos como escuchas? ¿Cómo nos enfrentamos a él de manera crítica? Y a partir de este concepto, contraponiendo la situación, ¿cómo nos enfrentamos al relato de un “híper-victimario”? Una persona que por los “hechos objetivos” ha cometido crímenes graves contra la humanidad y que no tiene “perdón de Dios” como diría la intuición popular. Y más que enfrentarnos a estos relatos, ¿Cómo no hacemos de ellos una simple novela de “buenos” y “malos”? Bueno, esto implica complejizar nuestras categorías, aclarar responsabilidades, sí, pero entender ampliamente lo que ha significado el conflicto en el país. Entender a profundidad qué significan políticamente categorías como las de “colaborador” cuando los que componen los actores armados son hijos, esposos, amantes, padres que han hecho su vida en los territorios. Entender distintos procesos de victimización que han afectado trayectorias de vida de los que antes eran hijos y ahora guerreros. Enfrentarse a las narrativas de la violencia, implica desmenuzar lo que traen consigo las categorías de “víctima” y de “victimario” y entenderlas vivas, en acción, comprenderlas y escucharlas también, desde el corazón. “Si sabemos escuchar y acercarnos a nuestros enemigos, estos ya no son enemigos nuestros. Pero es difícil que lo pongamos en práctica porque requiere que nos igualemos con el enemigo” (Lenkersdorf, 2011: 42) claro, esto tiene limitaciones y el autor está escribiendo en un contexto muy distinto al que aquí enfrentamos, pero lo que quiero rescatar es que será más fácil un proceso de reconciliación y de construcción de paz si nos acercamos a la condición humana de los “deshumanizados”, los emparejamos y “comprendemos desde el corazón” entendiendo que lo ocurrido ya hace parte de lo que somos, le damos un lugar y nos reconciliamos con el mundo. Necesitamos comprender lo ocurrido, sin que esto signifique justificar las acciones que atentaron contra la humanidad de otros seres. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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“El escuchar al enemigo produce un efecto doble, en el enemigo y en el que lo escucha. Sorprende al escuchador, le hace pasar una catarsis. En este proyecto estamos aprendiendo que los indios no son salvajes, ni sucios: los negros no son feos ni apestosos: los musulmanes no son crueles: los campesinos no son incultos: y un asaltante es humano” (Lenkersdorf, 2011: 52).
Así pues rompemos estereotipos, categorías mentales y empezamos aprehender el mundo de distintas maneras, entendiendo lo sucedido tras haberle otorgado un lugar a esa experiencia concreta con respecto a la acción para el futuro. Es más sencillo aproximarnos a las narrativas de las víctimas, y más difícil cuestionarlas. Así como es más fácil cuestionar los relatos de los “victimarios” y más complejo acercarnos a ellos. Pero esto ya se está produciendo y hay formas de hacerlo a través de mediaciones que producen cierto sentido y les dan un lugar específico a estas experiencias. En Colombia se están presentando distintos procesos que ponen de manifiesto estos tipos de acercamientos entre “enemigos”. Se ha presentado que en algunas instituciones del Estado, ex- guerrilleros desmovilizados de grupos como el EPL o el M-19 están siendo gestores de procesos de reconciliación. Un ejemplo de esto ha sido su participación en las declaraciones de paramilitares en proceso de desmovilización. Esto ocasiona una situación evidente y es que, en este caso, sean dos actores “enemigos” los que se encuentren desde otro lugar, a escucharse: entendiendo las limitaciones dialógicas de esta relación. Y además de que impone retos grandes para la subjetividad de quienes se encuentran. Pero precisamente esa mediación institucional a través de la cual se relacionan y que ellos, como ex combatientes al margen de la ley, fortalecen desde el su reconocimiento como un espacio válido y seguro de relación, muestra resultados positivos con respecto a esfuerzos de fortalecimiento institucional, y confianza en algunas instituciones del Estado. Conclusión: Escuchar la transición En conclusión, necesitamos acercarnos desde otros lugares, habiendo atravesado un proceso largo para la comprensión de los impactos del conflicto, para lograr entender lo que ha ocurrido. Un proceso de reconciliación no es fácil y la paz es una construcción inacabada que solo ha empezado con el fin de las hostilidades institucionales. El conflicto ar50
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mado ha sido un primer plano, un encuadre cerrado que ha dejado por fuera la diversidad de conflictos sociales que operaron como detonantes del mismo. Este encuadre no ha hecho que desaparezcan, solo que se profundicen problemas que se presentan como de urgente atención para “la construcción de una paz estable y duradera”. Mientras todo esto ocurre tendrán que pasar generaciones enteras para poder mirar esta experiencia desde otro lugar y que ese horizonte de expectativas le presente nuevas oportunidades, esperanzas, sueños al país: y que esas utopías se dejen imaginar de nuevo. Para movilizarnos hacia eso necesitamos procesos críticos de acercamiento a estas experiencias, comprender desde lo cotidiano, desde la singularidad de los distintos procesos, desde la institucionalidad, desde los procesos políticos y económicos, culturales y demás a lo que nos enfrentamos y entender los retos que nos implica pensar “en un país en paz”. Necesitamos además cambiar el carácter tradicional de esa escucha para interpelar no solo a los relatos que se disputan un espacio en los imaginarios y discursos de conformación nacional, sino también a los espacios de poder que necesitan abrirse a escuchar. Los discursos se están movilizando, los actores sociales se organizan, pero es necesario interpelar también al plano político institucional sobre las formas en la que está escuchando, y sobre todo las respuestas que da a lo que escucha. Cuestionar al plano jurídico sobre su institucionalización incomprensiva de estas voces que surgen y se estrellan incompatibles. Y cuestionar también la radicalidad y la polarización social que impiden que distintas formas de expresión se manifiesten. Es necesario emparejarnos, salirnos del centro y escuchar con el corazón a esos otros, a esas otras formas de expresión que se han mantenido de distintas formas en la periferia. Bibliografía ARENDT, H. (1995). Comprensión y Política. En H. Arendt, De la historia a la acción (págs. 29-47). España: Paidós. BARTHES, R. (2002). El acto de escuchar. En B. Roland, Lo obvio y lo obtuso (págs. 243-256). España: Paidós. COHEN, D. (2011). Inteligencia ética para la vida cotidiana. Argentina: Editorial Sudamericana. ENDE, M. (2007). Momo. Madrid: Alfaguara. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Las mujeres víctimas de El Salado: Una reflexión ética del conflicto armado* Maria Camila Hernández Ceballos** (camilapocha@hotmail.com) Artículo corto recibido el 02/10/2015 y aprobado el 12/11/2015
Cómo citar este artículo: HERNÁNDEZ CEBALLOS, María Camila. (2015). “Las mujeres víctimas de El Salado: Una reflexión ética del conflicto armado”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 8, pp. 53-65. Cali, Colombia: Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias sociales, Universidad Icesi DOI: 10.18046/retf.i8.2119 Resumen Este ensayo busca analizar, desde una perspectiva ética, los daños causados sobre las mujeres víctimas de violencia sexual en el contexto del conflicto armado, con énfasis especial en la situación vivida por las mujeres de El Salado y la violencia perpetrada por los paramilitares, una de las más sanguinarias y sádicas ejercidas en el marco del conflicto armado colombiano. También pretende analizar, después de 15 años de esta masacre, cuáles han sido las dinámicas de resistencia que han realizado las mujeres víctimas, además de sus procesos de reconstrucción de memoria, a través de la teoría de la ética de la memoria. Además, de realizar una reflexión sobre los daños que ha causado el conflicto armado a la participación política de las mujeres y el fortalecimiento de la democracia. Finalmente, a través de las teorías de la ética * Este ensayo se presenta como un producto para el “Primer concurso de Ensayo Ético del Centro de Ética y Democracia de la Universidad Icesi”. Octubre 2015. ** Estudiante de Ciencia Política de la Universidad Icesi.
María Camila Hernández Ceballos
de la responsabilidad y del compromiso, entender la responsabilidad del Estado frente a los hechos y la responsabilidad que, como mujer y ciudadana, debo asumir frente al conflicto y las injusticias estructurales contra las mujeres que en él se replican. Palabras clave Mujeres víctimas,Violencia sexual, Masacre de El Salado, Ética de la responsabilidad.
Introducción La masacre de El Salado, al igual que otras de las masacres que han perpetrado paramilitares y guerrilleros en diferentes zonas del país, son un claro ejemplo de la violencia sociopolítica asociada a la implementación de diferentes tipos de violencias como herramientas de guerra, en el contexto de un conflicto armado interno que ha dejado miles de víctimas en los últimos cincuenta años. La gravedad del conflicto armado ha sido analizada por múltiples actores, en escenarios académicos y no académicos, como un fenómeno socio-político que pareciera asilado de la cotidianidad de las ciudades. No obstante, en los últimos años, diversas organizaciones han tratado de abordar el tema desde una perspectiva más humana, más cercana a cada individuo, reconstruyendo la memoria de las víctimas y analizando el conflicto armado como una problemática que nos involucra a todos como ciudadanos. De alguna manera, se han encargado de explicarnos la gravedad del conflicto, de mostrarnos con detalle lo que han tenido que soportar las víctimas, hasta el punto de hacernos reflexionar sobre nuestro papel dentro de toda esta problemática. Ahora bien,el siguiente ensayo se construye a través del análisis de estas perspectivas más cercanas, entre las que se pueden destacar no solo los relatos periodísticos sobre la masacre y sus víctimas, sino también estudios más minuciosos sobre lo acontecido (los daños, las nuevas dinámicas socio-políticas, el territorio, etc.). En él se analizarán, a través de los conceptos de ética y moral, la situación que han vivido las víctimas en el contexto de la violencia en El Salado, con énfasis particular en las mujeres víctimas de violencia sexual por los actores armados, de quienes el país apenas comienza a ser consciente, con el objetivo de reflexionar sobre los daños que el conflicto les ha causado, las formas de resistencia que han desarrollado después de 15 años de la masacre y la responsabilidad que tenemos como ciudadanos frente a esta situación. 54
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De acuerdo a lo anterior, este ensayo se divide en cuatro secciones. La primera reconstruye de manera breve la historia de la masacre de El Salado, a través de los testimonios de víctimas y victimarios, con el objetivo de contextualizar la problemática. Es importante destacar que la descripción de los hechos es realizada a través de una reconstrucción de los testimonios recolectados en la prensa y otras fuentes secundarias. La segunda sección, analiza los daños físicos, morales y socio-culturales que la violencia sexual y el conflicto armado han causado en las mujeres de este municipio. Posteriormente, la tercera sección muestra ejemplos de resistencia pacífica, ejecutados por los grupos de mujeres víctimas, 15 años después de lo sucedido. Finalmente, a manera de conclusión, la cuarta sección propone una reflexión desde la teoría de la ética de la responsabilidad y el compromiso, en donde se busca analizar cuál ha sido la responsabilidad del Estado en esta masacre y la responsabilidad política y social que tenemos los ciudadanos como agentes de cambio, que buscan fortalecer la democracia y con ella la dignidad, la equidad y la libertad en toda la sociedad. La masacre de El Salado: una historia difícil de contar “Los saladeños presentían que algo terrible iba a ocurrir. En los últimos meses había señales de muerte por todos lados” (Ruiz, 2008). Lastimosamente este presentimiento fue cierto. Entre el 16 y el 21 de febrero del año 2000, 450 paramilitares incursionaron en cuatro municipios del departamento de Bolívar y Sucre, entre ellos El Salado, allí torturaron, masacraron, asesinaron y cometieron delitos sexuales, dejando más de 100 personas muertas. Una de las masacres más sanguinarias perpetradas por las AUC. “Cuando llegamos a El Salado mandamos a recoger la gente y la reunimos en la plaza, junto a la iglesia. Los desertores señalaban a los guerrilleros y los íbamos ejecutando” (Ruiz, 2008). Así relató “Juancho Dique”, uno de los perpetradores. Él, junto con su comandante Luis Francisco Robles Mendoza, alias “Amaury”, Jhon Jairo Esquivel Cuadrado, “el Tigre” y Uber Enrique Bánquez Martínez, todos bajo las órdenes de alias “Jorge 40” y “Salvatore Mancuso”, fueron los autores de múltiples asesinatos, torturas y degollamientos. Pero también de crímenes como violaciones y tortura contra las mujeres y niñas de El Salado, porque creían que eran amigas, novias o esposas de los guerrilleros. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Es importante resaltar que el accionar paramilitar y la justificación de los delitos cometidos, tanto al momento de perpetrarlos como en el momento de ser juzgados por ellos, se da a través de una forma de argumentación moral propuesta por Annemarie Pieper (Pieper, 1991) en donde se apela a una autoridad, a la cual se respeta y obedece de manera ciega, para creer en la justificación moral de una acción. Para ponerlo en términos específicos, los hechos perpetrados por los paramilitares en El Salado son justificados por medio de las ordenes que dieron alias “ Jorge 40” y “ Salvatore Mancuso”, que consistían en asesinar a los guerrilleros y a todo aquel que tuviera, o se creyera que tuviera, relaciones con ellos. Por tal razón, los paramilitares comenzaron la masacre persiguiendo y acusando a aquellos que creían eran guerrilleros, pero una vez se les acabaron esos “supuestos blancos” que tenían identificados comenzaron a matar a todo el que creyeran cómplice o ayudante de los guerrilleros, a través de sorteos o rifas, sin ningún tipo de pruebas que respaldaran estas relaciones ni tampoco ningún tipo de reflexión sobre las dimensiones de los daños que le estaban causando a personas inocentes. El 18 de febrero, a las 8 de la mañana se escucharon varios disparos en el pueblo de El Salado. Las familias ya sabían que se trataba de los Paramilitares y con esperanza de salvar sus vidas huyeron a las afueras del pueblo para esconderse en diferentes casas. No obstante, hasta estos lugares llegaron los paramilitares, quienes con un helicóptero y cientos de hombres armados hicieron que varios hombres y mujeres fueran, por la fuerza, hasta la cancha del pueblo. Ahí separaron a los hombres de las mujeres. A ellas las llevaron, cerca de las 11 de la mañana, a la iglesia, donde les hicieron interrogatorios, ya que los paramilitares buscaban asesinar a las mujeres que tuvieran relaciones con los guerrilleros (Ruiz, 2008), y a ellos los retuvieron en la cancha, el lugar en donde ocurrieron la mayoría de crímenes. Las mujeres de El Salado: víctimas de múltiples daños En este punto, un concepto que requiere atención es la idea de víctima. En este sentido una víctima es aquella persona a la que se le han vulnerado sus derechos fundamentales y sufre los daños causados por el conflicto, que desde una perspectiva moral son irreparables. En el caso de las mujeres, éstas son víctimas no solo de la violencia infringida sobre 56
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sus cuerpos, a través del abuso sexual y la tortura, sino que también sufren daños psicológicos que impiden el desarrollo de su autoestima y su libertad en la sociedad. Respecto a este último punto, es importante resaltar que las mujeres víctimas están inmersas en dinámicas patriarcales, que replican discursos machistas en los que se degrada el cuerpo de la mujer y su autonomía frente a las decisiones relacionadas con su sexualidad y su futuro. En este sentido, en las dinámicas del conflicto el papel de la mujer se restringe a la esfera privada y al rol reproductivo. Estas ideas están directamente relacionadas con injusticas estructurales que viven las mujeres colombianas, día a día, en esta sociedad patriarcal. Dichas injusticias, entendidas como problemas socio-políticos que afectan a los individuos y que son causados por diferentes actores (Young, 2011), están relacionadas con la discriminación de las mujeres por cuestiones de género, su falta de participación en los espacios de poder y de toma de decisiones y la cosificación de sus cuerpos a través de los medios de comunicación, lo que hace que se repliquen dichos discursos en toda la sociedad. Todos estos factores ponen a las mujeres víctimas del conflicto en situación de indefensión y vulnerabilidad, ante una sociedad que no alcanza a dimensionar los daños que en ellas ha plasmado el conflicto armado. Para los actores armados, legales o ilegales, los cuerpos de las mujeres se habían vuelto objetos de guerra, que servían para vengarse y herir la masculinidad y el ego de los enemigos. De esta manera muchas mujeres fueron asesinadas brutalmente y otras violadas por ellos en lo transcurrido de los enfrentamientos. Estos hechos tienen como responsables no solo a los paramilitares, aunque los estudios realizados por organizaciones como la Corporación Humanas señalan que estos delitos han sido en su mayoría perpetrados por ellos (Corporación Humanas, 2009), sino a todos los actores armados que han utilizado a las mujeres en diferentes contextos. En la última década, según la representante Ángela María Robledo, cerca de 400.000 mujeres han sido abusadas sexualmente, en el marco del conflicto armado (Semana, 2012) , siendo estas las cifras oficiales. Por otro lado, el estudio “Primera encuesta de prevalencia de la violencia sexual en contra de las mujeres en el contexto del conflicto armado” (apoyada por ONG internacionales como OXFAM), realizado en el 2010, en 407 municipios colombianos con presencia de actores del conflicto, revela que, entre el 2001 y el 2009, 489.687 mujeres declararon Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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haber sido víctimas de violencia sexual. 74.698 de ellas responsabilizaron a actores ilegales (guerrillas y paramilitares), mientras 21.036 a la fuerza pública. El Salado, no fue la excepción a esta triste realidad, ya que durante la masacre los paramilitares a través de la tortura y la denigración, asesinaron a ocho mujeres y violaron a dos más (Grupo de Memoria Histórica, 2009), que sobrevivieron para narrar sus historias, como fue el caso de Jennifer1, una joven de 15 años de edad que vivía con su familia y fue sacada de su casa el 18 de febrero del 2000. “¿Tú sabes lo que te va a pasar muchacha?” (Roldán, 2015), le dijo uno de los paramilitares a la joven de apenas 15 años que llevaron hasta una casa de mando, porque desobedeció las órdenes que le dieron y aseguró que El Salado era un territorio guerrillero. Después, “el castigo” que infringieron sobre ella, fue monstruoso, cruel y desgarrador. “El jefe paramilitar la arrastró hasta una habitación. Se bajó los pantalones y fue el primero en abusar de ella. Después de golpearla, le dijo a los demás que hicieran con ella lo que quisieran (…) Entre todos le cortaron el pelo, le pintaron el rostro como a un payaso, le tatuaron una cruz en su pierna derecha y le lanzaron insultos y burlas que ya no recuerda. Luego de ser violada por segunda vez sintió que se estaba desangrando y quedó inconsciente” (Roldán, 2015).
Ahora bien, las personas que vivimos en las principales ciudades y que no hemos sido marcadas por el conflicto de manera directa, no alcanzamos a imaginar que, delitos de esta gravedad estuvieran cometiéndose en diferentes zonas del país. Solo en las últimas décadas hemos conocido, por medio de los medios de comunicación y las diferentes investigaciones, los desgarradores relatos de las mujeres víctimas y de manera indirecta hemos tratado de entender los daños que el conflicto les ha causado. Para las mujeres colombianas, el conflicto armado ha sido un arma de doble filo, ya que sobre ellas se ha ejercido no solo la violencia sociopolítica del conflicto, sino que también han sido sometidas a abuso y violencia sexual con el fin de ser dominadas, castigadas, como fue el caso de la joven descrito anteriormente, o extorsionadas. 1 Este es el nombre ficticio que usan en la crónica “Cuando los paramilitares me arrancaron la inocencia” del periódico El Tiempo (2015), debido a una petición de las fuentes que narraron los hechos. 58
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Retomando el angustiante caso que tuvo que vivir Jennifer, se hacen evidentes los múltiples daños que esto le causó a su vida y a la vida de sus familias. En un proceso de reconstrucción de los hechos, se puede observar que esta joven sufrió daños físicos, pues su cuerpo fue maltratado, su cabello cortado y su piel tatuada, y fuertes daños psicológicos, entendidos como “las huellas emocionales que deja la guerra” (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2012, pág. 261), que cambiaron su personalidad y le arrebataron la confianza en sí misma, causando fuertes impactos emocionales. “Durante los 30 días que siguieron al 18 de febrero del 2000, Jennifer no dijo una palabra (…) estaba muda (…) La agobiaba la gente, el ruido, la luz (…) una y otra vez se bañaba a totumazos, como si el agua limpiara la turbiedad del alma, como si el agua aliviara las penas, como si el agua se llevara las desgracias” (Roldán, 2015).
También sufrió daños morales profundos, que se definen como “toda manifestación dolorosa del espíritu, consiste en profundas preocupaciones o estados de aguda irritación que afectan el honor, la reputación y el equilibrio anímico de las personas, que incide en la aptitud del pensar, de querer o sentir” (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2012, pág. 268). En este sentido Jennifer no solo se sentía aturdida por los hechos, sino que su manera de ver la vida se transformó debido a que había perdido la libertad sobre su cuerpo, su dignidad y también sus ganas de vivir. Por este proceso traumático, que implica valentía para poder reconstruir en el futuro sus proyectos de vida y además para luchar contra la impunidad de los delitos cometidos, han tenido que pasar miles de mujeres colombianas que han sido abusadas y violentadas sexualmente. Ahora bien, de manera más general, las mujeres víctimas de la masacre también sufrieron daños socioculturales, ya que su manera de vivir en la comunidad nunca más volvió a ser la misma. Estas mujeres, debido a sus traumas y temores, prefirieron abandonar sus tierras y con ellas sus prácticas cotidianas colectivas y los espacios y formas de encuentro, como las fiestas y las celebraciones del pueblo. En este sentido, el daño infringido sobre ellas no solo transformó aspectos personales de sus vidas, sino que también modificó drásticamente la lógica de las relaciones de poder en la comunidad. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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La resistencia femenina y su construcción de memoria El proceso de construcción de memoria de las víctimas de El Salado ha estado enfocado en diferentes acciones por parte de las víctimas. La primera de ellas, que fue el común denominador de las mujeres víctimas de violencia sexual, consistió en el silencio. Un silencio que se desplegaba como una manera de procesar el duelo o como una estrategia de supervivencia utilizada por miedo a ser re victimizadas, señaladas o juzgadas (Grupo de Memoria Histórica, 2009). No obstante, una vez pasados los años, dicho proceso comenzó a transformarse, las mujeres víctimas comenzaron a escucharse y a buscar quien las escuchara, las defendiera y las apoyara. En este contexto se dio una de las manifestaciones más importantes de resistencia llevada a cabo por grupos de mujeres víctimas, que fue romper ese silencio. Para superar todo lo sucedido y mitigar los daños causados, las mujeres víctimas de El Salado y sus familias, acompañadas de organizaciones de la sociedad civil que les han brindado apoyo jurídico y psicológico, han desarrollado de manera pacífica proyectos para reconstruir la memoria de los hechos, proceso que les ayuda a fortalecer su autoestima y sus habilidades como lideresas de su comunidad. De esta manera, a través de marchas, manifestaciones, proyectos con diferentes organizaciones, como la creación de murales o monumentos, le han mostrado al país qué fue lo que ocurrió en El Salado y cómo ellas siguen luchado hasta el día de hoy por sus derechos, por justicia y por el fin del conflicto. Otra manifestación de resistencia realizada por las víctimas de El Salado ha sido el retorno a sus tierras, para recuperar su historia, su identidad y sus costumbres. Luego de la masacre del 2000, en donde fueron desterrados cerca de 4.000 Saladeños (Grupo de Memoria Histórica, 2009, pág. 14), han retornado cerca de personas 750 al corregimiento (Ruiz, 2008) . Dichas personas intentan con fortaleza reconstruir su vida, regresando a sus tierras y buscando recuperar todo lo que perdieron hace tantos años. No obstante, este retorno ha sido difícil, ya que el regreso al lugar de la masacre revive los recuerdos traumáticos de la experiencia vivida hace más de 15 años. Dentro de esos éxodos, grupos de mujeres han querido retornar a sus tierras en lo que se ha denominado un retorno simbólico. Estos retornos consisten en marchas pacíficas que se hacen hacia lo que ha quedado del territorio en conflicto, en donde los lugares y el entorno representan un momento de la vida de los saladeños que preferirían no recordar, 60
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pero que les permite reconstruir la memoria de las víctimas y mostrarle al país, a través de los medios de comunicación, que las mujeres y hombres que vivieron este trágico episodio no quieren que vuelva a suceder. El retorno de las mujeres víctimas de la masacre a El Salado es también una forma de reconstrucción de sus memorias, ya que las mujeres recuerdan con nostalgia sus tierras, las actividades que realizaban en ellas y los hechos traumáticos a los que sobrevivieron, con el objetivo de reflexionar, reparar y luchar contra la impunidad. Desde una perspectiva ética, la reconstrucción de la memoria de las víctimas es esencial, ya que configura nuestra memoria histórica colectiva y nos permite reflexionar sobre el futuro de nuestra sociedad. Hay que enfatizar en la importancia de la reconstrucción de la memoria desde las mujeres particularmente, ya que este es un proceso específico y particular, debido al contexto socio-político en el que vivimos las mujeres en el país. De acuerdo a lo anterior, es menester destacar que la reconstrucción de la memoria de las mujeres víctimas de violencia en el contexto del conflicto, es un importante logro en una sociedad en donde las mujeres han sido excluidas históricamente de la esfera política y pública. En este sentido, que las mujeres logren unir sus voces y demandarle a la sociedad de manera pacífica y organizada el respeto de sus derechos y que le pidan al Estado garantías de justicia y no repetición, son grandes pasos en la construcción de una democracia realmente incluyente. Un ejemplo de lo anterior se llevó a cabo el 24 de agosto de este año, a través de una de las seis marchas de la campaña “No es hora de callar” (Montaño, 2015), liderada por víctimas de violencia sexual, que busca, a través de actos de resistencia pacífica, luchar por los derechos de las mujeres y concientizar a la sociedad para que los hechos vividos en El Salado y en otras regiones del país, que han afectado a tantas mujeres y sus familias, no queden impunes. Esta forma de activismo contra la violencia es sin duda un modelo de conexión social desarrollado por mujeres (Young, 2011), que permite evidenciar cómo la sociedad, representada por ellas y otros grupos y organizaciones, participan en conjunto, asumiendo la responsabilidad de manera colectiva y luchando para que no se vuelvan a repetir esas injusticias. Los reclamos por la verdad y resarcimiento de la dignidad de las víctimas es una demanda que debe unirnos, como mujeres y como ciudadanas. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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La masacre de El Salado y un conjunto de responsables Esta masacre, que como se ha descrito dejó daños imborrables en las victimas y marcó la memoria colectiva de los Colombianos, es un hecho que nos invita a reflexionar sobre el conjunto de acciones y actores que hicieron parte de este engranaje del terror. Esta reflexión es posible debido a la capacidad que tenemos todos de deliberar, decidir y elegir sobre la justicia de las acciones propias y de los demás (Agrest, 2011). En este sentido, como se desarrolló anteriormente, los crímenes cometidos en el Salado tienen actores intelectuales que están siendo juzgados actualmente. No obstante, esta masacre no es un hecho aislado del Estado y de la ciudadanía misma. Por tal motivo, es importante cuestionarse sobre la responsabilidad que tuvo el Estado Colombiano en estos crímenes y la responsabilidad que debemos asumir todos los colombianos para que lo que ocurrió en El Salado no vuelva a suceder. En el contexto del conflicto armado, la responsabilidad que tiene el Estado radica en su incapacidad para garantizar la seguridad de los habitantes de El Salado y en muchas ocasiones por colaborar con las acciones llevadas a cabo por los paramilitares en contra la población civil, ya que muchas investigaciones apunta a que los militares estuvieron comprometidos con algunos hechos. Frente a esto, en los años posteriores a la masacre, el Estado ha tenido el deber de garantizar la reparación integral de las víctimas de estos crímenes. En cuanto a las mujeres víctimas de violencia sexual, se trata de una reparación que requiere no solo de indemnizaciones y acompañamiento jurídico, sino de un acompañamiento psicosocial y de empoderamiento de las mujeres, para que puedan afrontar estos hechos traumáticos y reconstruir sus vidas a través del fortalecimiento de su autoestima y su autonomía. Para esto, el Estado ha intentado construir redes institucionales en donde se vinculan la Unidad de Reparación de víctimas, las Secretarias municipales de mujeres, las Comisarias de Familia, entre otras, para acompañar y realizar seguimiento de los casos de mujeres víctimas de violencia sexual. No obstante, esas iniciativas estatales se quedan cortas a la hora de realizar una reparación integral. “El Estado no ha llevado a término su obligación de identificar, procesar y castigar a todos los responsables materiales e intelectuales de la masacre, las torturas, los secuestros, los tratos denigrantes, la violencia sexual, el desplazamiento forzado, las lesiones personales y demás atrocidades contra la población inerme” (Grupo de Memoria 62
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Histórica, 2009: 19). Por tal motivo, organizaciones de la sociedad civil, en su mayoría construidas a través de la acción colectiva de muchas mujeres, han acompañado a las víctimas y desarrollado campañas para concientizar a los colombianos y colombianas de la importancia de reconocer los derechos de las víctimas, luchar contra la impunidad y velar por el cumplimiento de las leyes y normas, tanto nacionales como internacionales, que buscan proteger a las mujeres frente a cualquier tipo de violencia. En este sentido, es importante resaltar la labor que realizan estas organizaciones, lo que demuestra que en la sociedad aún prevalece la solidaridad y la motivación de reconstruir un país mejor. Frente a lo anterior, surge la pregunta sobre la responsabilidad que tenemos todos los ciudadanos de garantizar la dignidad y libertad de los demás. De acuerdo a lo anterior, aunque resulta alentador ver que muchas personas han realizado diferentes acciones para transformar las dinámicas que replican el conflicto y luchar para que las injusticas estructurales que tienen que vivir las mujeres dentro de la sociedad se acaben, es importante reflexionar sobre qué estamos haciendo usted y yo para contribuir. En este sentido, debemos evitar como ciudadanos que se continúe naturalizando el conflicto, en cualquiera de sus manifestaciones, comenzado por transformar las prácticas machistas que promueven la violencia de género y aquellas que replican un discurso en donde los hombres y las mujeres no tenemos los mismos derechos. También debemos despertemos de este estado de indiferencia, apatía e indolencia frente al dolor de las víctimas, frente al dolor de los niños, las mujeres y los hombres colombianos que han tenido que sobrevivir a una guerra que no les pertenece. Debemos dejar de liberarnos de la culpa (Capella, 1993) y reaccionar ante esta anomia moral que nos hace cómplices de los crímenes cometidos, ya que el silencio, la conformidad o a falta de acción pueden confundirse con una forma de complicidad que aumenta las injusticias y las desigualdades sociales. Debemos reaccionar y actuar contra la impunidad que han tenido el caso de Jennifer y los casos de las miles de mujeres víctimas de violencia sexual dentro y fuera del contexto del conflicto armado. Esta lucha debe darse a través de la protesta pacífica y la reconstrucción de las memorias colectivas, como formas de solidaridad y herramientas para hacer conscientes a las nuevas generaciones de la necesidad de reescribir una historia alejada de cualquier tipo de violencia contra la mujer. Con esto también se espera que los ciudadanos identifiqueTrans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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mos los medios para ayudar a reparar el proyecto de vida de todas las personas afectadas, ya sean víctimas o victimarios. Finalmente, estamos en la obligación moral de promover la resolución pacífica del conflicto y la promulgación de valores democráticos, como la libertad y la dignidad humana en nuestras familias, colegios, universidades y lugares de trabajo, con el objetivo no solo de lograr el fin de la guerra, sino de alcanzar la anhelada paz que se refleja en justicia social y el respeto por los derechos del otro. Bibliografía Agrest, D. C. (2011). ¿Moral o ética? En D. C. Agrest, Inteligencia Ética para la vida cotidiana. Buenos Aires: Sudamericana. Capella, J. R. (1993). La acción en el laberinto. En J. R. Capella, Los ciudadanos Siervos (págs. 33-45). Madrid. Centro Nacional de Memoria Histórica. (2012). Informe general: Basta ya! Bogotá: CNMH. Corporación Humanas (2009). Seminario Internacional. Judicialización de casos y reparación a mujeres víctimas de delitos de violencia sexual en el marco del conflicto armado. Bogotá: Ediciones Ántropos. Grupo de Memoria Histórica. (2009). La masacre de El Salado: Esa guerra no era nuestra. Bogotá: Grupo de Memoria Histórica y el Comité Nacional de Reparación y Reconciliación. Montaño, J. (Agosto de 2015). Mujeres sobrevivientes de El Salado hicieron primer retorno simbólico. El Tiempo, págs. http://www.eltiempo.com/colombia/otrasciudades/mujeres-victimas-de-el-salado-no-es-hora-de-callar/16276980. Pieper, A. (1991). Formas básicas de la argumentación moral y ética. En A. Pieper, Ética y Moral: una introducción a la filosofía práctica (págs. 143-152). Barcelona: Crítico. Roldán, M. E. (18 de Febrero de 2015). “Cuando los paramilitares me arrancaron la inocencia”Relato de una mujer que denunció la violación de la que fue víctima durante masacre de El Salado. El Tiempo, págs. http://www.eltiempo.com/politica/justicia/ masacre-de-el-salado-historia-mujer-violada/14881155. Ruiz, M. (2008). Fiesta de Sangre. Revista Semana. Semana. (2012). Vilencia sexual en el conflicto armado, delito con 98% de im64
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Reflexión sobre el papel de los actores en el conflicto armado en Colombia y la importancia de la memoria histórica para la construcción de paz David Ernesto Bautista-Erazo* (davidbautistaqf@gmail.com) Artículo de revisión recibido el 02/10/2015 y aprobado el 19/11/2015.
Cómo citar este artículo: BAUTISTA-ERAZO, David Ernesto (2015). “Reflexión sobre el papel de los actores en el conflicto armado en Colombia y la importancia de la memoria histórica para la construcción de paz”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 8, pp. 67-83. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias sociales, Universidad Icesi. DOI: 10.18046/retf.i8.2086 Resumen El conflicto armado en Colombia es único en su clase y su complejidad se puede entender haciendo un análisis de contexto histórico a través de una recapitulación de procesos de origen, expansión y degradación. Esta guerra se encuentra actualmente degradada: ni el Estado ni los insurgentes han podido alcanzar sus objetivos siguiendo una vía militar, al contrario, sólo se ha afectado el desarrollo humano y se han obstruido las opciones de las personas y sus comunidades. En este sentido, los daños e impactos de la guerra han sido profundos, especialmente en los habitantes de la periferia. Este texto tuvo como objetivo realizar una contextualización histórica que desembocara en mostrar que el conflicto *
Estudiante de Química Farmaceútica y Química de la Universidad Icesi
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armado en Colombia concierne, atañe, afecta e interesa a diversos grupos y que las afectaciones, daños e impactos han sido innumerables. Así, se estudió el papel del Estado y del gobierno, de las Fuerzas Militares, de los insurgentes, de las víctimas, de las minorías en estado de indefensión, de las organizaciones humanitarias y de los sectores internacional y económico en la dinámica del conflicto. También, se mostró que el grueso de personas que no sufre directamente la guerra son aquellas que deben ser sensibilizadas pues son las que tienen el poder de sobrellevar el posconflicto con una construcción de paz efectiva. Finalmente, se comentó sobre el papel de la memoria histórica y los testimonios que se recogen como un recordatorio. Ambos sirven como una alarma o aviso de lo crudo que puede llegar a ser el hombre frente a sus congéneres y por tanto se recalcó su verdadera importancia para dirigirse al perdón y reconciliación y para entender que se deben rescatar diversos valores para que el posconflicto sea fructífero y que la paz lograda sea estable y duradera. Palabras clave conflicto armado, construcción de paz, víctimas, memoria histórica, posconflicto
Contexto: origen, expansión y degradación del conflicto armado en Colombia El conflicto armado en Colombia es sui géneris y, por tanto, para entender su complejidad, es importante recapitular los factores determinantes y recurrentes que dieron origen al mismo y que aún lo siguen nutriendo y degradando. El objetivo de esta sección es contextualizar sobre las diferentes etapas que, históricamente, ha seguido el conflicto armado en Colombia, a saber: origen, expansión y degradación. Las hipótesis del origen del conflicto corresponden a que existe: (1) ausencia del Estado en una periferia1 con espacio para creación de ejércitos no estatales y (2) un Frente Nacional que solucionó políticamente La Violencia mas dejó remanentes de guerrillas ensañadas en el seno del conflicto social que finalmente se organizaron desde una resistencia campesina hasta emprender un proyecto de revolución. Las hipótesis anteriores se pueden agrupar como sigue: el ‘problema de la tierra’ –estructuración del territorio– en Colombia y la exclusión política, sumado a una periferia con profundos problemas sociales, da origen y nutre al conflicto armado en Colombia. No obstante, a pesar de que el conflicto se ensañe en la periferia, es “el centro” el objetivo de dicho conflicto pues es allí donde está el poder político (PNUD, 2003). 1 La periferia se refiere a lugares o zonas de colonización con baja integración al mercado, menos poder político, y alta discriminación que afecta el campesinado en estado de marginalidad. 68
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El ‘problema de la tierra’, que ha estado presente en la historia de Colombia y que es una de las principales causas del conflicto, surge debido a que este país está geográficamente accidentado y es económicamente agrícola. La colonización desregular en los diversos márgenes da lugar a fronteras entre el centro y la periferia con economías peculiares. Así, las modalidades de explotación: minifundios y latifundios (Meló, 1990:10), sumadas a la ausencia del Estado en las zonas marginales, pueden dar lugar a un campesinado con problemas sociales y económicos que ensañan un conflicto social latente (PNUD, 2003; Uribe, 1997). Por otra parte, la exclusión social, que ha vivido Colombia desde su organización política bipartidista, estalló en La Violencia. A pesar de que la amnistía de Pinilla y el Frente Nacional pongan fin a esta problemática política, sigue existiendo una dificultad de orden social estructural que afecta principalmente a la periferia y que termina fomentando la aparición de guerrillas que pasan de ser una resistencia campesina a un bandolerismo revolucionario. Por otro lado, La Violencia no sólo generó guerra política, sino también malestar, desigualdad, injusticia, y demás inequidades que afectaron profundamente la zona periférica (PNUD, 2003). En este sentido, La Violencia procede en el centro político pero se expresa en la periferia, y por ende, su finalización aleja al conflicto del centro pues la exclusión bipartidista lanza a las guerrillas, que “les toca jugar a ser ejércitos y no partidos políticos” (Zuluaga, 1995:129), a una guerra prolongada por el poder pero cuyas acciones violentas atacan principalmente las zonas marginales (lucha armada en el campo). La expansión del conflicto ha sido heterogénea (difícil de precisar el cuándo y el dónde) pues cada región tiene diferentes grados de permeabilidad gracias a las particularidades geográficas, económicas y sociales. En este sentido, se han estudiado tres aspectos determinantes de dicha expansión: la estrategia de la guerrilla y los paramilitares, la permeabilidad de la región y la lucha por las rentas (PNUD, 2003:65-77). En cuanto a la permeabilidad de la región se puede mencionar que obedece a una dinámica de oferta y demanda. La oferta se refiere a seguridad, administración de la justicia, infraestructura, cultura y resonancia ideológica, movilización ciudadana y aval de lo ilegal. En cuanto a la demanda, esta puede ser económica (organización territorial) y social (derecho de propiedad y cuestiones comerciales y del trabajo). En general, la Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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guerra en Colombia inicia por el control de tierras y se desplaza al control de las rentas, es decir, el conflicto armado tiene su origen debido a una problemática tanto agraria como de exclusión política y social, y posteriormente se transforma en una lucha o carrera por conseguir riqueza y aprovecharse de las bonanzas en la periferia (PNUD, 2003). Es sabido que sitios de bonanza (agro, minería y recursos) son lugares propicios para el conflicto social que nutren y alargan el conflicto; en este sentido, el conflicto armado cuenta con un catalizador muy importante que es el narcotráfico, el cual mueve dinero para los diversos actores armados. En la degradación del conflicto se debe analizar el fracaso tanto del Estado como de las acciones guerrilleras para entender por qué esta guerra es un “conflicto de perdedores” (PNUD, 2003). Primero, el fracaso del Estado colombiano se debe principalmente a (1) que no tiene presencia en la periferia, lo que facilita el surgimiento de ejércitos privados como los paramilitares, y también a (2) que los derechos de propiedad y respeto a contratos (justicia) están ausentes. Los paramilitares son grupos armados que nacen de dos causas específicas: el desespero y la codicia; inicialmente protegían de la insurgencia a los empresarios influyentes pero después se agruparon para coaccionar violentamente (PNUD, 2003:59). Respecto a la ausencia de justicia, se puede decir que propicia los conflictos, la inestabilidad y la incertidumbre y sirve como semilla para la conflictividad, la arbitrariedad y la vulnerabilidad que finalizan en la creación de dichos ejércitos no estatales (PNUD, 2003; Nozick, 1974). Por otra parte, las acciones gubernamentales frente a los insurgentes son principalmente militares y, por tanto, el conflicto se ha extendido por décadas, pues es claro que la salida a este conflicto no es militar ya que la causa es una problemática social. Así, el conflicto se ha prolongado pues no se ha abordado su solución de manera prioritaria, integral, concertada y comprendiendo sus causas. En general, las razones estructurales del fracaso estatal comprenden una condición geográfica compleja, exclusión política y social (Frente Nacional y pobreza, por ejemplo), desarticulación de las élites (que son clientelistas, cortoplacistas y facilistas) y, finalmente, el narcotráfico que cataliza todo el sistema (PNUD, 2003). Sin embargo, también existe un fracaso de la insurgencia, pues sus acciones violentas no han sido lo suficientemente atroces y efectivas como para tocar el centro y 70
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tomarse el poder y sus organizaciones políticas siguen siendo excluidas (y, de hecho, rechazadas democráticamente por la población colombiana). Por tanto, a pesar de que el centro es el origen y el objetivo del conflicto, permanece sin ser realmente tocado por la guerrilla (PNUD, 2003). Finalmente, es importante comprender que el conflicto armado en Colombia no es completamente campesino, también toca el centro de maneras violentas y complejas; no está totalmente ignorado por las élites y el gobierno, a pesar de sus decisiones erradas; ni tampoco es solamente periférico pues el objetivo político es el centro (PNUD, 2003:43). A pesar del origen que obedece tanto a problemáticas agrarias como de exclusión sociopolítica, el conflicto se degrada a una lucha por conseguir riqueza y por aprovecharse de las bonanzas: transformación de la territorialización al rentismo. La degradación de este conflicto peculiar, extremadamente largo, sui géneris y sin sentido obedece a las siguientes lógicas que se alimentan y entrelazan: militarización, ya que se favorece la vía armada sobre la vía política; rentismo, porque las convicciones se desplazan por el afán de lucro; territorialización, donde prima el establecimiento y manutención en el control sobre determinados territorios; terror, que incluye limpieza inicial, soberanía jurídica, dilema de seguridad, guerra contra los civiles y ataques a infraestructura nacional; criminalización, ya que abundan los crímenes corrientes cometidos por miembros de los cuerpos armados y, por último, vinculación apolítica, pues los motivos para estar en la guerra son tan degradados como la guerra misma (PNUD, 2003:76). Ergo, es evidente que este conflicto se ha convertido en una guerra de perdedores la cual ha mancillado profundamente el desarrollo individual y colectivo de la población colombiana. A quiénes concierne esta guerra: reflexión sobre el papel de los diversos actores Este conflicto, al sufrir las diversas lógicas de degradación, afecta el desarrollo humano pues obstruye las opciones de las personas como individuos y resquebraja el desarrollo del país en diversos ámbitos como el económico, social, político y de integración. Por tanto, los daños e impactos del conflicto sobre el desarrollo de Colombia han sido profundos, graves y negativos; en este sentido, la guerra ha desviado el curso de la vida de muchos civiles y sus familias y ha estropeado el desarrollo humano al limitar las opciones de una gran parte de la sociedad (PNUD, 2003:99). En general, dado que el Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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conflicto armado se ensaña en la periferia, muchas de las personas que han sido afectadas profundamente tanto moral, emocional, sicológica, política y socioculturalmente son aquellas que por sus mismas condiciones de vida son más susceptibles a los achaques de la situación. Así, campesinos, minorías sistemáticamente discriminadas (afrodescendientes, indígenas, población LGTBI, etc.) y otros grupos como mujeres, niños y ancianos han sobrellevado los mayores impactos negativos de este conflicto; inmediatamente, se piensa que el conflicto concierne sólo a los actores armados y a las víctimas directas. Sin embargo, la injusticia del conflicto armado en Colombia no sólo afecta a las víctimas. Además de la población vulnerable que vive en la periferia y que sufre los ataques denigrantes de los diversos grupos armados (guerrilleros, paramilitares y Fuerzas Armadas), existen otros tipos de personas y sectores a los cuales el conflicto toca de distintas maneras. El objetivo de esta sección es argumentar por qué el conflicto armado en Colombia concierne, atañe, afecta e interesa a variados grupos y por qué es necesario reflexionar acerca de la urgencia de una salida dialogada a esta guerra absurda, ilógica e irracional. Inicialmente, una visión simplista del conflicto lleva a pensar que son los políticos y sus gobiernos de turno quienes tienen la responsabilidad de terminar “con mano dura” el conflicto; son ellos quienes deberían poner toda su “fuerza militar” para derrotar a la guerrilla. Sin embargo, como se ha reiterado, esta guerra no tiene una salida militar pues sus causas son principalmente problemáticas sociopolíticas. De hecho, el fracaso del Estado colombiano es entendido desde que no presta atención al devenir que ocurre más allá de la frontera centro-periferia, lo que facilita la progresión de insurgencia y la violación de derechos colectivos que mantienen cohesión social, verbigracia, los contratos; consecuentemente, la ausencia de justicia propicia las riñas y la inconformidad (PNUD, 2003). Por tanto, se ha fracasado en la terminación de la guerra debido a que no ha existido un plan prioritario e integral que tenga en cuenta diversos aspectos anteriormente mencionados como el ‘problema de la tierra’ y la participación política. Este panorama se agrava al entender que Colombia es un país heterogéneo geográfica y socialmente y que sus gobiernos no han sido más que excluyentes y facilistas (Revista Semana, 2000), preocupados sólo por los votos y acompañados de corrupción. Adicionalmente, el narcotráfico ha aumentado progresivamente y ha permeado todas las esferas de actuación, catalizando negativamente el conflicto en pro de su degradación. 72
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Así, la mentalidad de actuación gubernamental debe tomar un giro que vaya de las armas a la discusión; grosso modo, el papel del gobierno va a tener que ser el de ente dialogador que disponga toda su maquinaria constitucional para alcanzar un proceso de paz que resuelva las causas del conflicto, acabe con la insurgencia y que proteja a las víctimas, mientras genera justicia con un marco legal, social y educativo adecuado y efectivo. La guerra concierne al gobierno porque son los políticos los que tienen el deber de garantizar que los colombianos disfruten de un desarrollo humano pleno en el marco de la protección de los derechos humanos fundamentales expuestos en el catálogo de la Constitución. Por tanto, para el Estado colombiano y su Constitución es ilógico que una guerra rompa con los usufructos a los que deberían acceder todos los ciudadanos que gozan del principio de principios: la dignidad. Además, en términos prácticos, son los políticos quienes enfrentan la crítica y las miradas de las veedurías nacionales e internacionales así como los posibles detrimentos a su popularidad. Por otra parte, el gobierno actúa mediante las Fuerzas Militares. En teoría, son los grupos armados legales los únicos que tienen poder para hacer cumplir las normas por medio del uso de violencia. Sin embargo, su trabajo se ha sobredimensionado de manera tal que, antes que proteger la población civil, se han convertido en otro actor armado más que restringe la libre movilidad y economía y el libre desarrollo de las ideologías de los campesinos y minorías, y que, además, comete actos de lesa humanidad para maquillar su ineficiencia (por ejemplo, los “falsos positivos”). La guerra concierne a este grupo porque sencillamente lo primero es la razón de ser de lo segundo: para el Estado y sus ramas de acción militar, la guerra se ha convertido en un negocio; las Fuerzas Militares son una extensión seudolegal corrupta que durante su ejercicio, incluso, propicia la aparición de ejércitos paralelos que se encargan de los actos de crueldad. Sin embargo, pese a que las Fuerzas Militares sí han ejercido diversos actos “legítimos” en contra de la violencia “política” de los actores armados ilegales, es probable que dichos actos carezcan de sentido dadas las condiciones geográficas, sociales, económicas y de degradación que sufre este conflicto (PNUD, 2003:39). Por tanto, es menester concluir que debe existir: regulación más eficiente en cuanto a las acciones y replanteamiento de objetivos para que estén acordes con una realidad tal que beneficie a la población que supuestamente deben proteger. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Por supuesto, el conflicto armado también concierne a los insurgentes. A las guerrillas o paramilitares, dada la vinculación tremendamente apolítica que existe, ingresan muchas personas en busca de venganza, poder, dinero, sentido de vida, etc. Esta heterogeneidad y cantidad de individuos armados ha ocasionado que no haya ni un objetivo político ni racionalidad en las acciones armadas – son actos guiados meramente por la violencia. Dado que a los actores armados ilegales les toca “jugar a ser ejércitos y no partidos políticos” (Zuluaga, 1995:129), se ha ensañado una guerra prolongada por el poder cuyas acciones violentas afectan principalmente a personas inocentes en estado de indefensión y que viven en zonas marginales con poco acceso estatal. En general, es evidente que la guerra sucia entre guerrilleros y paramilitares lo único que ha logrado, a través de las últimas décadas, es dejar pueblos y familias masacradas, violadas, desplazadas, desaparecidas y en la ruina. Así como el Estado ha fracasado, estos actores armados ilegales también se pueden entender como perdedores: sus acciones violentas, con toda su atrocidad y horror, aún no aquejan el centro; de hecho, lo único que han ocasionado es que se vean como criminales más que como actores políticos. Después de hablar de los actores armados –que son quienes hacen la guerra–, el grupo principal al que concierne el conflicto –en cuanto a que sus impactos son profundamente negativos– corresponde a las víctimas y sus familias. Es difícil comprender cómo un conflicto armado que surge con la ideología de luchar por los derechos de los campesinos y de los trabajadores se volcó hacia un conflicto que destruye las oportunidades de los más susceptibles. Sin embargo, una vez se tiene en cuenta que el conflicto entre más largo e irresoluto más se degrada, entonces se puede entender por qué son los habitantes de la periferia quienes sufren con alta intensidad las afectaciones. Estos impactos son complejos desde que influyen muchos factores como el tipo de victimario, el carácter del evento, las modalidades de violencia, los perfiles de la víctima, sus condiciones socioeconómicas y demográficas, el tipo de apoyo recibido, la respuesta social y las acciones u omisiones del Estado. En Colombia, las víctimas directas han experimentado el horror extremo en condiciones de enorme indefensión y humillaciones (Grupo de Memoria Histórica, 2013). A ellas concierne la guerra en cuanto esta les ha destruido toda posibilidad de desarrollarse como humanos, de vivir dignamente (como quiera, con lo que quiera y bien) y de proyectarse al futuro con sus familias y 74
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comunidades. Además, la guerra ha “cambiado los sentimientos, los pensamientos y los comportamientos de las personas” (Grupo de Memoria Histórica, 2013:288) pues son los hechos violentos los que rompen con el curso de las vidas de las personas que viven en la periferia porque arrebatan la percepción del mundo y degradan las creencias, relaciones y todos aquellos aspectos que soportan la existencia y el curso de las actividades que permiten a un ser humano desarrollarse como tal (Grupo de Memoria Histórica, 2013). Son las víctimas de la violencia a quienes se les desestructuran las familias, se les destierra de lugares de existencia, se les ahuyenta de sus labores y se les priva del futuro. Son las víctimas las que sufren las heridas y las lesiones de enorme gravedad que conllevan consecuencias negativas y definitivas que muchas veces se constituyen como la manifestación más evidente y, aún así, más ignorada del impacto de la guerra. Además, a ellas concierne la guerra en cuanto a que la impunidad, la falta de justicia y el rechazo social aumentan su frustración y desgaste ocasionando procesos de empobrecimiento y revictimización (Grupo de Memoria Histórica, 2013). En este sentido, la guerra ha afectado profunda y especialmente a las minorías2. Estas son víctimas singulares pues, además de sufrir las injusticias de los actores armados, también son sistemáticamente discriminados por el resto de la sociedad. Así, cuando son desplazados, extorsionados, secuestrados, masacrados y mancillados, antes que encontrar apoyo y refugio en el gobierno y en la sociedad, generalmente hallan procedimientos judiciales infructuosos, rechazo, incomprensión e impunidad que, muchas veces, agudiza más su estado de indefensión. A las minorías concierne la guerra desde que se merecen y tienen el derecho a ser tratados en igualdad de condiciones y es dicho conflicto el proceso que más violaciones a este principio conlleva. En general, la guerra les ha ocasionado desplazamiento, amenaza, intimidación, enfrentamientos, tensión, angustia, padecimiento, miedo, penuria económica, hacinamiento, estigmatización, discriminación y maltrato (Grupo de Memoria Histórica, 2013). El conflicto también concierne a la comunidad internacional. Los intereses de las potencias del norte y el miedo de los vecinos son factores que afectan las políticas adoptadas por el gobierno colombiano en diversas materias. Primero, las potencias piden 2 Afrodescendientes, indígenas, población LGTBI, mujeres, niños, ancianos, líderes comunitarios, sindicalistas, ecologistas, etc. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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control al narcotráfico, protección de los derechos humanos y un clima de inversiones positivo. Por otra parte, a los vecinos les preocupa que en sus fronteras ocurran procesos criminales como secuestros, extorsiones, desplazamientos, ataques, etc. Así pues, el conflicto toca las relaciones internacionales de Colombia de manera negativa ya que se genera tensión y presión y, al mismo tiempo, se aleja la inversión y el turismo. Esta imagen negativa internacional ha frenado el crecimiento económico que podría haber tenido Colombia de otra manera. Para las ONG, la Misión Médica, la Cruz Roja, la Iglesia Católica y demás organizaciones sin ánimo de lucro que luchan porque los seres humanos vivan dignamente, el conflicto armado es una guerra que afecta en diversos niveles tal objetivo. Para estos sectores, la guerra en este país es fuente interminable de oportunidades de intervención pues día a día se cometen crímenes que afectan la salud y la vida de los colombianos, principalmente los que habitan en la periferia. La Cruz Roja media, por ejemplo, la liberación de secuestrados; Human Rights Watch, una ONG que vigila los derechos humanos, se preocupa porque los crímenes de lesa humanidad cometidos por los diversos actores no queden impunes ante la justicia y otros, como la Unicef, invierten esfuerzos para que los niños no sean reclutados y dejen de estudiar. Como estos casos, existen muchas otras organizaciones tanto gubernamentales como no gubernamentales que ponen empeño en proteger y reparar a la población más violentada. Por otra parte, es de interés para los ecologistas y la comunidad en general el hecho de que los actores armados incurran en prácticas que afectan el medio ambiente como: voladura de oleoductos que contaminan los cuerpos de agua, tala indiscriminada, extracción ilegal de minerales, invasión de reservas naturales y fomento en la extinción de especies de fauna y flora (Grupo de Memoria Histórica, 2013: 277). Otro sector afectado por la guerra es el económico. Tanto para empresas multinacionales como para miniempresas familiares, el conflicto armado ha afectado la inversión extranjera, ha causado inseguridad en el consumidor, ha generado inestabilidad en los precios y no ha permitido un óptimo desarrollo de sectores de gran oportunidad de crecimiento. Así pues, a los empresarios les interesa la guerra desde que sus oportunidades de lucrarse se han visto truncadas en diferentes niveles. También se debe hablar de las empresas ilegales: al entender que el narcotráfico es el 76
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catalizador de esta guerra absurda, se analiza que a los carteles, las ‘bacrim’3 y los productores de drogas, por el contrario, les interesa que este conflicto se prolongue ya que se ha constituido en su modus vivendi. Por otra parte, un gran sector de la población colombiana no comprende el conflicto armado. A muchos no les interesa pues no los “afecta”, a otros les parece atroz pero no generan acciones y tienen una visión simplista, otros no conocen ni la historia ni la naturaleza del conflicto ni se preocupan por saberlo y otros, muy pocos, trabajan desde algún ámbito, por pequeño que fuere, para lograr que Colombia tenga un ambiente más justo en el que las opciones se puedan desarrollar tanto individual como colectivamente. Es en esta franja de población que la guerra no toca directamente, que se ha constituido el principal sector que debe ser sensibilizado frente a las injusticias y el sinsentido del conflicto pues son estas personas las que tienen una posibilidad, dadas sus condiciones y visibilidad, de generar un cambio por medio de la acción política y popular. No es cierto que el conflicto no toque a la población que vive en las ciudades pues el desarrollo económico y sociocultural de todo el país se ve afectado y comprometido en múltiples niveles por las acciones insurgentes que ocurren en la periferia. Es importante romper el esquema, el estereotipo o el precepto de que el conflicto es blanco y negro, que hay “buenos” y “malos”, que es un problema de los que viven en el campo, que los ataques se ven por televisión a pesar de que pasen a unos kilómetros de distancia y que la guerrilla se acaba con mano dura y con “bala en el monte”. El conflicto tiene que ver con todos nosotros, desde las víctimas directas y los actores que viven los hot spots y los procesos de desplazamiento y muerte, hasta las élites, la población urbana y la comunidad internacional que miran de reojo la guerra y que sólo prestan atención cuando un evento se vuelve mediático. No es lógico extender esta guerra injusta que sólo trae afectaciones al desarrollo humano individual y colectivo, que rompe con las oportunidades de vida de las personas, que no permite el progreso en el campo y las ciudades, que solamente enriquece a los poderosos (sean legales o ilegales) y que daña la imagen internacional vital para los procesos de comercio exterior y globalización. 3
Bandas criminales emergentes.
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Finalmente, es importante reflexionar sobre el daño que se causa sobre toda la población sin importar raza, género, nivel socioeconómico, modo de vida, cultura, creencias, profesión, etc. Las conclusiones obtenidas deben servir para poder actuar a favor de la protección de víctimas; por tanto, es importante conocer el papel de cada actor armado y no armado en la guerra; de manera que se incluyan todos los grupos de colombianos y extranjeros que se relacionan indirectamente a favor y en contra de este conflicto. En otras palabras, a pesar de que el absurdo de la guerra sea tan evidente, gran parte de la población es indiferente frente a la situación de horror que sucede; por tanto, es hora de comprender que el conflicto armado en Colombia, que nos toca en diferentes niveles, necesita un punto final y que después de esto se debe garantizar que existan espacios efectivos donde se desarrolle la justicia, la conciliación y la reparación que la población vulnerable ha reclamado desde hace décadas. La importancia de los testimonios de las víctimas y la memoria histórica en el escenario del posconflicto y la construcción de paz Tzvetan Todorov, en su frase “el mal sufrido debe inscribirse en la memoria colectiva, pero para dar una nueva oportunidad al porvenir”, argumenta que la memoria es necesaria para poder construir paz. Así, similar a los testimonios que brindaron los sobrevivientes del Holocausto, como Primo Levi , es la recopilación de memorias en el caso colombiano; por ejemplo, la que hace el informe ¡Basta Ya! (Grupo de Memoria Histórica, 2013). En el caso de Primo Levi, él explica que su deber como testigo del terror del Tercer Reich es contar cómo vivió en los campos de concentración para que la humanidad comprenda que es una etapa que no debe volver a repetirse (Levi, 1958) a causa de la sevicia de sus procesos de deshumanización y automatización de la “espontaneidad humana” (Arendt, 1998). En otras palabras, las memorias en tiempos de conflicto no se recolectan para obedecer alguna mecánica sinsentido; au contraire, se recogen como un recordatorio, una alarma, un aviso, de lo crudo que puede llegar a ser el hombre frente a sus congéneres. Por tanto, aúna el dolor y lo expone en el escenario público a manera de sensibilización, a manera de mecanismo para que la sociedad –que el conflicto no toca directamente– se espabile frente a la situación para vencer la cotidianización del conflicto. 78
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Sólo después de que toda una sociedad ha comprendido la profundidad de los daños e impactos causados por un conflicto tan largo y degradado y que en sus memorias se hallen impregnados no números ni cifras de muertos, secuestrados, crecimiento económico, etc., sino también testimonios de niños mutilados, de comunidades destruidas y de mujeres y hombres sin futuro, es que dicha sociedad va a poder darle espacio, con conciencia, a los procesos de construcción de paz. Así, es importante “tocar la llaga para que pueda sanar”. Adicionalmente, para poder pasar a un capítulo más pacífico, es necesario “dejar las cuentas claras” y esto se puede lograr sólo con una conciliación basada en un acto de memoria ya que la verdad es importante para proceder hacia el perdón y la reconciliación. Esto no concierne sólo a las víctimas directas sino también a la población en general, pues somos todos quienes debemos generar procesos de reconstrucción de civismo en conjunto. Es precisamente a eso que se refiere Todorov con “dar la oportunidad de porvenir”. Al saber que la guerra toca todas las esferas de la sociedad colombiana, es importante romper los esquemas y preconceptos que se tienen frente a la misma: el conflicto sí tiene que ver con todos nosotros. Dadas las características de este conflicto, es importante reflexionar sobre el daño de diversa índole que se causa sobre toda la población y, por supuesto, se debe llevar a la generación de conclusiones para poder actuar a favor de toda la sociedad colombiana. Por lo tanto, la educación y la sensibilización en temas del conflicto son de vital importancia para sobrellevar los tiempos venideros en los que la ética, civismo y cultura van a ser los determinantes de que la paz sea duradera y sin interrupciones. Es importante, ergo, destruir la indiferencia que rodea el conflicto: es hora de generar espacios para comprender sus diversas temáticas y para recapitular y conocer sobre los hechos que han ocurrido (masacres, víctimas, daños medioambientales, política sucia, narcotráfico) y los que deben ocurrir a raíz de lo anterior (restitución, perdón, justicia transicional, no impunidad, construcción de ciudadanía). Los actuales dictámenes de “buenos y malos” y la somera crítica al Estado y a los actores armados enceguecen la oportunidad para reconocer y aplicar aspectos básicos de la construcción de paz: cultura, civismo, ciudadanía, tolerancia, respeto y solidaridad. Ya que de la carencia o tergiversación de los valores nacen conflictos, es importante generar sensibilización y educación en la población sobre las causas, proceso de evolución, efectos en diferentes esferas y posibles soluciones dialogadas a la guerra, con el objetivo de fomentar la construcción de paz. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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“Muchos quieren seguir viendo en la violencia actual una simple expresión delincuencial o de bandolerismo, y no una manifestación de problemas de fondo en la configuración de nuestro orden político y social” (Sánchez, 2013). Por ese motivo, estoy de acuerdo en que la construcción de paz en este país debe tener un abordaje maximalista a mediano-largo plazo pues es necesario que los problemas estructurales socioeconómicos y los problemas culturales-cívicos se superen con estrategias adecuadas y eficientes (Rettberg, 2003). Así, la Agenda para la Paz que se adelanta en La Habana está adecuada desde que: (1) recoge los problemas que dieron origen al conflicto (exclusión y tierras), (2) comprende problemáticas de catálisis (narcotráfico) y (3) entiende la situación de las víctimas (mesadeconversaciones.com.co, 2015). “La memoria histórica es un recuerdo colectivo, una evocación volcada hacia el presente del valor simbólico de las acciones colectivas vividas por un pueblo en el pasado […] La memoria histórica permite desmitificar los enfrentamientos del presente y buscar soluciones” (García-Bilbao, 2002). En el caso del Conflicto Armado en Colombia, la memoria histórica es importante para que las soluciones planteadas tengan un sentido integral que reconozca, desde diversos puntos de vista, lo sucedido y que involucren como fin la reconciliación de las partes. En este sentido, la ética de la memoria y la recapitulación de los estragos del Conflicto Armado deben servir como fundamento en la etapa de reconciliación y reparación que fomente la responsabilidad ciudadana frente al posconflicto pues la participación de la comunidad es decisiva al momento de que las estrategias de construcción de paz tengan un resultado efectivo e integral. Por otra parte, Sánchez (2013) explica que en Colombia la memoria no es precisamente una herramienta del posconflicto sino que surgió naturalmente en resistencia a la cotidianidad absurda de la muerte y destrucción que asola la periferia. La resistencia se convierte en memoria y así, en paralelo, se construye justicia al lado de un conflicto continuo. Por tanto, la memoria funciona además de recordatorio y fundamento de soluciones, como herramienta para la consecución de reparación de los inocentes que día a día viven el subyugo del horror. En el caso colombiano, la memoria histórica, para muchos de los habitantes del centro, no consiste en hacer una reminiscencia del horror pasado, como se plantea formalmente en su definición. Parece ser que, debido a la cotidianización del conflicto y al hecho de que su horror se ensañe en la periferia, la memoria histórica tiene el rol de mos80
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trar y sensibilizar por primera vez a los habitantes que no han conseguido comprender que la guerra nos atañe a todos. Por tanto, la memoria histórica pasa a tener una función expositiva y educativa para la comunidad en general y, de esta manera, su importancia se incrementa, ya que la construcción de paz requiere del trabajo, la disposición y la mediación de todo el colectivo social. No obstante, la memoria histórica colectiva debe utilizarse de manera racional ya que de emplearse inadecuadamente como parte del fundamento de las estrategias de construcción de paz puede llevar consigo a procesos de revictimización y nuevas vulneraciones de los derechos de las víctimas (Antequera Guzmán, 2011). Cuando se menciona que es necesario recordar para perdonar y reconciliar, parece ser importante tener en cuenta que el pasado y el horror aún viven en el presente de las víctimas y que, como tal, el tratamiento de la memoria debe realizarse con respeto y con una reconciliación sincera en la que prime la oportunidad de la víctima para ayudar a la sociedad en mostrar la degradación y fomentar la no repetición pero que al mismo tiempo se demanden sus propios derechos de reparación. A manera de conclusión, es menester recalcar que la guerra no se refiere únicamente las balas y a la muerte; sino también a su problemática estructural de fondo: exclusión, miseria, falta de garantías y oportunidades, odio, intolerancia, irrespeto por a la diferencia y también a una misma degradación del amor por el prójimo y la cultura. Por tanto, la memoria es vital para recordarnos por qué es justo y necesario que Colombia ya empiece a pensar en la paz, paz que sea construida por todos para todos. Bibliografía ANTEQUERA GUZMÁN, José Darío. (2011). “Memoria histórica como relato emblemático: consideraciones en medio de la emergencia de políticas de memoria en Colombia.” Tesis de Maestría. Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá. ARENDT, Hannah. (1998). Los orígenes del totalitarismo. (G. Solana, Trad.) Bogotá, Colombia: Taurus. GRUPO DE MEMORIA HISTÓRICA. (2013). Los impactos y los daños causados por el conflicto armado en Colombia. En GMH, ¡BASTA YA! Colombia: Memorias de guerra y dignidad. (259-377). Bogotá, Colombia: Imprenta Nacional. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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San Carlos: Un modelo de conexión social en medio de la violencia Héctor Fabio Guerrero Berrío* (hector_fabio17@hotmail.com) Artículo corto recibido el 02/10/2015 aprobado el 19/11/2015.
Cómo citar este artículo: GUERRERO BERRÍO, Héctor Fabio (2015). “San Carlos: Un modelo de conexión social en medio de la violencia”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 8, pp. 85-94. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias sociales, Universidad Icesi. DOI: 10.18046/retf.i8.2121 Resumen El presente ensayo analiza la dinámica que ha tenido el conflicto armado en el municipio de San Carlos, Antioquia, desde la última década del siglo XX hasta la actualidad. Específicamente, analiza los daños morales, psicológicos y políticos que han generado las masacres de las veredas El Chocó y Dos Quebradas, así como las acciones de resistencia social que ha realizado la comunidad para la construcción de una nueva realidad en su territorio. Lo anterior sugiere la importancia de comprender el ejercicio de reflexión ética que han realizado las víctimas a partir de la memoria colectiva e individual, para configurar lo que, de acuerdo a la óptica de Iris Young, se denominaría un modelo de conexión social, que les ha permitido asumir responsabilidades colectivas para hacer frente a las injusticias estructurales que han padecido.
*
Estudiante de Economía y Negocios Internacionales de la Universidad Icesi.
Héctor Fabio Guerrero Berrío
Palabras clave Ética de la Memoria, Injusticia Estructural, Modelo de Conexión Social, Daños psicológicos, morales y políticos.
Introducción El conflicto armado ha sido una realidad para millones de colombianos desde hace más de medio siglo. A lo largo de este periodo, un sinnúmero de actos crueles y de lesa humanidad han atentado contra la integridad de la población, y han ocasionado que millones de personas vivan entre el horror del conflicto, la desesperanza en las instituciones oficiales y la indiferencia de muchos de sus compatriotas. Uno de los casos más representativos del conflicto en nuestro país es el ocurrido en San Carlos, Antioquía, un municipio en el suroriente antioqueño que desde hace tres décadas ha afrontado una secuencia de actos violentos y cuya principal víctima ha sido la población civil. El presente ensayo tiene como objetivo analizar las acciones violentas ocurridas en el municipio de San Carlos, específicamente en las veredas de Dos Quebradas y El Chocó a finales del siglo XX y los primeros años de la década del 2000, para proponer, de manera crítica, una reflexión sobre la ética de la memoria y la responsabilidad ciudadana en este caso particular de la violencia en Colombia. El esquema metodológico se basa en la revisión de fuentes secundarias, en tanto recopila testimonios de las víctimas y datos relevantes para la comprensión de la dinámica del conflicto, que permiten contrastar, a la luz de la teoría, como la ejecución de mecanismos de conexión social basados en la ética de la memoria logran consolidar un proceso transformación en la comunidad. En este sentido, la tesis propuesta aduce que el conflicto en la zona ha propiciado graves daños estructurales sobre el tejido social de la población, cuyos impactos logran superarse mediante la adecuada articulación de modelos de conexión social que incluyen la participación de diferentes estamentos sociales y la sensibilización ética de los ciudadanos. En la historia de San Carlos confluyen muchas de las diferentes dinámicas que ha presentado el conflicto a nivel nacional: por un lado, se presenta el auge del movimiento social y revolucionario en la zona a mediados de la década de 1980, manifestado con la aparición de guerrillas insurgentes como las FARC y el ELN; y por otro, emergen grupos paramilitares con grandes pretensiones sobre la población y el 86
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territorio. Estos eventos ocurren en medio de la tímida reacción de las autoridades locales y en el marco de una región estratégica, dominada por importantes reservas hídricas. La confrontación armada que surgió entre los diferentes grupos insurgentes desencadenó graves consecuencias sobre el tejido social del municipio, y extendió formas diversas de violencia como amenazas, extorsiones, masacres y desplazamientos forzosos. De acuerdo con estadísticas oficiales del Centro de Memoria Histórica (GMH), en San Carlos se presentaron al menos 32 masacres entre los años 1998 y 2005, y en las tres décadas más marcadas del conflicto, se produjo el desplazamiento de casi 25.000 de sus habitantes (CNRR, 2011: 110). Uno de los episodios de mayor recordación en el conflicto que ha padecido el municipio de San Carlos, es el de las masacres perpetuadas en las veredas de El Chocó y Dos Quebradas en 2002 y 2003 respectivamente. Ambos casos tienen una conexión particular, identificada inicialmente con las pretensiones de dominio territorial por parte de las AUC, y luego motivada por el sentimiento de retaliación de las FARC. De acuerdo con información de la prensa, el 22 de noviembre de 2002 integrantes de las AUC ingresaron a la vereda El Chocó, donde asesinaron entre 8 y 11 campesinos. Cada uno de ellos fue asesinado en lugares públicos, y sus cuerpos quedaron totalmente desfigurados (CNRR, 2011: 124). Asimismo, según la información de la administración municipal de San Carlos, la acción violenta de las AUC ocasionó el desplazamiento masivo de alrededor de 300 personas (CNRR, 2011: 124), un fenómeno que se constituyó como un éxodo masivo en una población previamente menguada por el conflicto. Por su parte, el día 16 de enero de 2003, a menos de dos meses del acontecimiento anterior, se presentó una nueva masacre en las veredas de Dos Quebradas, la Tupiada y Dinamarca, que sumaron en total 18 personas. La autoría de este hecho fue reconocida tiempo después por las FARC, quienes justificaron su acción como retaliación a la perpetrada previamente por las AUC. En el hecho, varios hombres armados del frente IX del grupo guerrillero penetraron en la vereda y asesinaron a 11 personas, entre las que se encontraban siete menores de edad. Luego, en La Tupiada y Dinamarca, asesinaron a otras siete personas, muchas de ellas degolladas. Con respecto a estos acontecimientos, una de las mujeres testigo de los acontecimientos relata así lo sucedido: Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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“Cuando yo vi que por la parte de arriba llega gente armada y también por la parte de abajo, me entré con mi niño de siete años (…) Cuando cesaron los disparos nos encontramos un muerto, y otro, y otro más. Cuando llegamos a la casa estaban los jovencitos, tirados en un charco de sangre que parecía una piscina. Vemos uno a uno horrorizados y de pronto descubro a mi niño en un extremo del corredor. Yo sentí como si el tiempo retrocediera, ahora este dolor tan inmenso me desagarró todo” (CNRR, 2011: 126).
En este caso, la mujer sufre los efectos devastadores de la violencia, y se constituye como una víctima directa del conflicto, pues afronta la pérdida de su hijo y las desgarradoras consecuencias que viven sus coterráneos, afectando su cosmovisión personal y social. Los actos violentos cometidos en contra de la población de San Carlos, y en particular, las masacres de las veredas de El Chocó y Dos Quebradas, han ocasionado incalculables daños en las víctimas directas e indirectas del conflicto. En primer lugar, los habitantes del municipio se han visto expuestos a daños morales, que se definen como aquellas consecuencias lesivas que afectan el buen nombre, la dignidad y la reputación de las víctimas, alterando sensiblemente la autoestima y los sentimientos de valía de las personas (CNRR, 2011: 266). Estos daños morales han afectado a la comunidad en la medida que se ha visto expuesta tanto a la confrontación armada directa, como al proceso de desplazamiento de la población civil, que fue sometida a una serie de abusos, tratos inapropiados y situaciones humillantes que comprometieron seriamente su dignidad. Lo anterior también ha alterado en gran medida la autoestima de muchas de las víctimas y ha contribuido a menoscabar sus valores más significativos. Por su parte, los daños psicológicos que se desprenden del conflicto analizado incluyen las situaciones de terror intenso, así como las de profundo miedo, a la que se expuso la población, permanentemente amenazada por los grupos armados, y que se encontraba en estado de completa indefensión. De acuerdo con las investigaciones adelantadas por el GMH, los sentimientos de miedo y pánico son los que la población más refiere, e incluso en la actualidad se vuelven a manifestar en sus cuerpos señales de dolor a través de temblores, sudores y palpitaciones (CNRR, 2011: 257). Por último, se encuentran los daños políticos, que son exacerbados con las múltiples confrontaciones armadas que había vivido el municipio hasta entonces. Las masacres 88
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ocurridas incluyeron el asesinato de líderes sociales, que eran llamados a ser protagonistas de nuevas dinámicas de desarrollo económico y actores principales de una nueva apuesta política. Con la desaparición de muchos de sus líderes sociales más representativos se generó un daño inmaterial irreparable sobre la población sancarlitana, que contribuyó a inhibir la participación ciudadana en las decisiones públicas y en la denuncia de irregularidades, así como la organización y oposición política A su vez, la ineficiencia en muchos casos del sistema judicial, y la imposibilidad de una reparación efectiva, ha contribuido a deslegitimar el papel de las instituciones oficiales, ocasionando una falta de credibilidad y apatía con relación a la participación en la esfera pública. Ahora bien, para comprender el origen del conflicto armado en el municipio de San Carlos es necesario recurrir al concepto de injusticias estructurales, pues su causa no se puede atribuir a un grupo o actor en particular, sino a un conjunto de ellos, entre los que se encuentran los Grupos Armados, cuya lucha por el territorio ha involucrado a la población civil como principal víctima, el Estado, que no propició las condiciones mínimas de seguridad y protección para los habitantes, la Fuerza Pública, que en muchas ocasiones no reaccionó oportunamente ante las atrocidades, e incluso los mismos habitantes, que en medio de la zona gris del conflicto, optaron por integrarse a los grupos insurgentes o colaborar con ellos. Asimismo, las consecuencias del conflicto también han generado otra serie de injusticias estructurales con las víctimas directas e indirectas del mismo. Esto se puede evidenciar en las memorias de los desplazados, quienes tuvieron que huir del horror de la guerra y refugiarse en zonas donde, la mayoría de las veces, no fueron bien recibidos. Lo anterior, sumado a los daños psicológicos y morales producidos directamente por la confrontación, ha generado un sinnúmero de consecuencias que afectan el proyecto de vida de las víctimas, así como sus propias convicciones y sentimientos. No obstante, la dinámica misma del conflicto también ha propiciado la aparición de actos de resistencia por parte de las víctimas, a pesar de las graves consecuencias que ha tenido el conflicto sobre el municipio. La estrategia de resistir al dominio se constituye como un conjunto de acciones de confrontación, desobediencia civil y oposición a la hegemonía de los grupos armados en la región, y en este sentido, los habitantes de San Carlos han desarrollado acciones colectivas de resistencia que, de acuerdo a la definición de Young, se constituyen como verdaderos modelos de conexión social, para transformar la realidad Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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del entorno y reducir las consecuencias del conflicto que tanto ha menguado a la población. Algunas de estas acciones, de acuerdo con investigaciones del GMH, incluyen la interpelación a las listas de muerte; las negociaciones y reclamos individuales frente a frente con los grupos armados; las acciones de desafío ideológico; las marchas y las denuncias en medio de la guerra, entre otras (CNRR, 2011:290), que vinieron ejecutándose en la población a medida que el conflicto se recrudecía y contribuyeron a sentar, paulatinamente, los precedentes de liderazgo y resistencia de la comunidad para la construcción de paz en el territorio y la defensa de los derechos humano. Actualmente, el municipio de San Carlos es un territorio en reconstrucción, que ha experimentado el proceso de retorno de las víctimas y desplazados de forma acelerada a partir de 2008, y que tiene plena convicción en la construcción de un futuro distinto, en el que la nueva generación sea abanderada de la paz, la tolerancia y la convivencia como pilares sociales fundamentales, a pesar de las huellas indelebles que la violencia ha dejado en la memoria de la comunidad. En el contexto de las consecuencias y daños que ha ocasionado el conflicto en la población de San Carlos, el ejercicio de la memoria individual y colectiva de las víctimas se constituye como una actividad fundamental para develar las injusticias sistemáticamente infringidas por los grupos armados, e incluso, por la fuerza pública. Cada uno de sus testimonios se convierte en una herramienta valiosa para evaluar las acciones del pasado, comprender la verdad, y pensar en un futuro de justicia y reparación para las víctimas. En este sentido, una ética de la memoria para el caso de las masacres de Dos Quebradas y El Chocó en San Carlos, permite la construcción de las nuevas convicciones y aspiraciones de los habitantes, basadas en las experiencias del pasado. Sin embargo, para comprender la aplicación de la ética de la memoria como mecanismo eficiente para la superación de la violencia del municipio de San Carlos y la transformación de la realidad en la vida de sus habitantes, es necesario delimitar tanto su alcance como su conceptualización. De acuerdo con Héctor Schmucler, la memoria es la práctica de una ética que está antes del hacer y de la historia, pero que sólo se refleja en las acciones concretas de ese hacer (Schmucler; 2005). Por tanto, de acuerdo a la perspectiva del autor, la ética de la memoria implica una reflexión crítica sobre los acontecimientos acaecidos en un momento particular, con el objetivo de obrar, involucrando creencias sobre las acciones y asumiendo actitudes que las llenan de sentido. 90
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Así pues, la memoria, aunque múltiple y conflictual, puede permitir a las comunidades hacer visibles los actos que las afectaron en el pasado y ejecutar mecanismos importantes que permitan modificar esa realidad. En el caso del conflicto en San Carlos, la memoria que guardan las víctimas remite en varias oportunidades a determinadas creencias y valores, las cuales implican un hacer y un deber hacer frente al contexto de violencia generalizada, desplazamientos forzados y zozobra constante. En este sentido, la reflexión sobre la memoria es un ejemplo de ejercicio ético, que implica un sistema de valores diferentes y aconseja una conducta influyente sobre el actuar de la comunidad. Asimismo, de acuerdo con Hugo Vezzetti, “la memoria es plenamente histórica y está sometida al conflicto y a las luchas de sentido” (Vezzetti, 2002: 33, 34). En consecuencia, el autor sostiene que no hay ni memoria plena ni olvido logrado, sino más bien diversas formaciones que suponen un compromiso de la memoria y el olvido (Vezzetti, 2002: 33). Por lo tanto, siguiendo la idea del autor, el ejercicio de la memoria histórica por parte de los sancarlitanos permitió la configuración de un compromiso explícito por transformar la realidad violenta del contexto, mediante la articulación de modelos de conexión social, que a su vez impiden olvidar los acontecimientos que durante años afectaron a la comunidad. Por su parte, siguiendo Maliandi, el ejercicio de reflexionar sobre la memoria consiste también en “investigar, ponerse en la huella, o rastrear algo” (Maliandi, 2009: 25), lo cual permite comprender las acciones que se toman por parte de la comunidad en el sentido de una memoria que en otros tiempos se recordó. En el contexto del conflicto y las consecuencias que afrontó la población, la huella de la memoria y su significación es fácilmente rastreable en sus acciones: las víctimas lograron más allá de recordar y vivenciar los horrores de la violencia entender como sus mecanismos de resistencia podrían cambiar el curso de su comunidad, en un proceso de reconstrucción de la memoria histórica y colectiva. Por esta razón, la memoria, de acuerdo a los diferentes puntos de vista analizados en este ensayo, no es sólo una fuente de la historia, sino que es fundamentalmente un indispensable impulso moral y, además, es un deber y una necesidad ética y política de la sociedad, que fue aplicada con éxito por parte de la comunidad de San Carlos para superar las consecuencias del conflicto a través de sus mecanismos de resistencia. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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De acuerdo con lo anterior, la reflexión ética de la comunidad de San Carlos permitió aplicar el concepto de memoria, rememorando todo aquello que por muchos años se dejó de lado a la hora de recordar, y también permitió identificarla como una construcción que conduce a generar mecanismos de conexión social. Este concepto, además, dio lugar a la hegemonía de otro sistema de valores, que reivindican la lucha por la defensa y el respeto derechos humanos de los sancarlitanos, por años afectados por las consecuencias de la violencia. En síntesis, en el caso del conflicto de San Carlos, la reflexión ética sobre la memoria implicó no solo el deber de recordar, sino también de valorar el pasado por un presente ansioso de justicia Por tanto, hablar sobre la ética de la memoria en este contexto implica reflexionar sobre el conjunto de reglas, normas y valores al que la significación del conflicto ha dado lugar, y tomar acciones encaminadas a modificar es realidad mediante mecanismos de conexión social. Por otra parte, la definición de ética y su distinción de la moral también adquiere en este contexto una gran importancia para entender la generación de modelos de conexión social. Siguiendo a Cortina, la ética corresponde a la reflexión profunda sobre el conjunto de normas y conductas imperantes en la sociedad, y se fundamenta en la preocupación por el bien de los hombres concretos (Cortina, 2000: 18). Por su parte, el concepto de moral, de acuerdo con Cohen, se suele caracterizar como el conjunto de normas y conductas predominantes en una sociedad dada, que, sin embargo, también puede ser impuesta (Cohen, 2011: 16). Si se tiene en cuenta lo ocurrido en San Carlos, se puede comprobar que los valores morales de la población podrían haber sido distorsionados en función de los preceptos impuestos por los grupos armados, quienes finalmente decidían las acciones que se debían ejecutar en muchos aspectos. Sin embargo, una reflexión crítica de estas acciones por parte de un grupo de ciudadanos, mediante el pleno ejercicio del análisis ético, permitió emprender modelos de conexión social como los que se gestaron en el municipio frente a la violencia de los grupos armados. Al incorporar en esta definición el concepto de memoria colectiva, se tiene que la ética, en cuanto reflexión crítica de los acontecimientos sucedidos, debe poner su acento sobre las múltiples narraciones que configuran la identidad de 92
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las víctimas del conflicto. Desde la ética de la memoria, además, se plantea la necesidad de que la población se sienta en deuda con las víctimas que ha dejado el conflicto y comprometida con los acontecimientos aún no resueltos. Esta motivación es necesaria para construir la memoria colectiva, que permita incentivar los modelos de conexión social, de acuerdo con la perspectiva de Young (2011: 108), no sólo para superar las consecuencias del conflicto, sino para plantear las reivindicaciones futuras. En conclusión, la existencia de casos de resistencia y cooperación, así como de apropiación del concepto de ética que se han gestado en la población San Carlos, ha propiciado la aparición de modelos de conexión social, que han permitido construir una nueva realidad para el municipio, a pesar de las injusticias estructurales que han sido ocasionadas por las acciones violentas. Lo anterior confirma la necesidad de continuar con estos esfuerzos de compromiso ciudadano para generar modelos que transformen la realidad de las víctimas y permitan la reivindicación de sus derechos. Estos esfuerzos deben provenir de la acción de todos los estamentos sociales, que les exige asumir un rol más participativo de la realidad y hagan frente a la apatía ética, mediante la reflexión crítica de sus acciones, los testimonios de la memoria y la realidad del contexto particular. Estos elementos, en su conjunto, desempeñan un papel trascendental para conseguir la reivindicación de los derechos de la población, asegurar la reparación de las víctimas y garantizar que hechos similares no volverán a ocurrir en el futuro. Bibliografía CNRR – Grupo de Memoria Histórica (GMH) (2011) San Carlos: Memorias del Éxodo en la Guerra, ediciones Semana, Bogotá. Cohen, Diana A. (2011). Inteligencia ética para la vida cotidiana, Penguin Random House Grupo Editorial Argentina, Buenos Aires,. Cortina, Adela (2000). Ética mínima, 6° edición, editorial Tecnos S.A., Madrid. Maliandi, Ricardo (2009). Ética: conceptos y problemas, Ed. Biblos, Buenos Aires. Schmucler, Héctor (2005). Conferencia pronunciada en la Biblioteca Nacional Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2016. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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en el marco del ciclo “Pensamiento Contemporáneo”. Publicado en: http://laintemperie. com.ar/index/index.php?option=com_content&task=view&id=16&Itemid=31. Consultado el día 30 de enero de 2016. Vezzetti, Hugo (2002). Pasado y presente: Guerra, dictadura y sociedad en la Argentina, Buenos Aires, Ed. Siglo XXI. Young, Iris M. (2011). Responsabilidad por la Justicia, editorial Morata, Madrid.
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La fragilidad de la mujer guerrillera reclutada forzosamente Daniela Echeverri Guzmán* (dannyecheverri@gmail.com) Artículo corto recibido el 2/10/2015 aprobado el 19/11/2015.
Cómo citar este artículo: ECHEVERRI GUZMÁN, Daniela (2015). “La fragilidad de la mujer guerrillera reclutada forzosamente”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 8, pp. 95-110. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias sociales, Universidad Icesi. DOI: 10.18046/retf.i8.2123
Resumen Este ensayo tiene como propósito dar a conocer la realidad de las mujeres que han sido reclutadas forzosamente para hacer parte de los frentes de las FARC a partir de una reflexión de los desafíos éticos que esto supone en el marco del actual proceso de paz en Colombia. Muchas de estas mujeres son objeto de violaciones y agresiones lo cual las delimita como víctimas del conflicto armado. Esto puede interpretarse como una contradicción en la ideología inicial del grupo revolucionario, que además da cuenta de los daños físicos y psicológicos, y los problemas éticos que existen a la hora de tomar decisiones para el posconflicto. El ensayo incluye un breve marco histórico de la guerrilla, luego expone la situación de algunas mujeres y las violaciones de las que son objeto, y finalmente, presenta un análisis desde una perspectiva ética, que permita entender el dilema de las mujeres en los frentes y la contradicción que este representa. *
Estudiante de Ciencia Política de la Universidad Icesi
Daniela Echeverri Guzmán
Palabras clave Conflicto armado, problema ético, mujeres, violación de derechos humanos, FARC-EP.
Introducción Colombia es un país cuya historia ha estado atravesada por el narcotráfico y la violencia. De hecho, el fenómeno del conflicto armado ha estado presente desde hace más de 50 años y aún continúa siendo una realidad. Esto ha determinado la forma en que se ha configurado la sociedad colombiana y a su vez, ha desencadenado inestabilidad y terror por los múltiples enfrentamientos, víctimas y violaciones de derechos humanos a lo largo de los años. Para nadie es un secreto que Colombia durante el siglo XX vivió uno de los momentos más tortuosos y complejos de su historia; la inestable situación política del país, caracterizada por un territorio fragmentado; la inconformidad de la población; y las disputas entre partidos por el control del Estado, dieron paso a la época de La Violencia. Este es un capítulo triste que termina con el Frente Nacional, pero deja restos de guerrillas campesinas, a partir de las cuales se configura el movimiento insurgente que ha atormentado al país desde entonces. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –Ejército del Pueblo (FARC-EP, o sólo FARC)– surgen en este escenario como un proyecto revolucionario, al igual que otras guerrillas en la periferia y grupos paramilitares. La presencia de diferentes grupos subversivos complejizaron el conflicto, y aumentaron la dificultad que erradicarlo implica. A pesar de que varios movimientos han ido desapareciendo con los años, otros han consolidado una organización fuerte y han perdurado, como es el caso de las FARC. Actualmente, el gobierno adelanta un proceso de paz con este grupo al margen de la ley a través de una serie de diálogos donde se pretende llegar a un acuerdo y finalmente lograr acabar con la guerra a la que el país ha estado sometido. Muchos son los retos que estas discusiones enfrentan, no sólo por la trayectoria de los enfrentamientos, sino por todas las aristas que se deben tener en cuenta. La solución más allá de ser entre las FARC y el Estado, involucra una serie de puntos que incluyen la reparación de las víctimas, la justicia transicional y la dejación de las armas, entre otros. Esto complica el camino hacia la paz y pone de manifiesto los desafíos éticos del conflicto en sí mismo, en el marco de las terribles violaciones de los derechos 96
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humanos1 ocurridas. Por esta razón, la ética juega un papel crucial en el proceso de construcción de paz, dada la multiplicidad de actores involucrados y su participación en el conflicto armado; las transgresiones de derechos fundamentales y el problema de juzgar a los implicados. Así pues, de acuerdo a Diana Cohen, “la ética es la reflexión sobre el conjunto de conductas y normas imperantes en la sociedad y, por extensión, es la reflexión sobre cómo conducir nuestra vida” (Cohen, 2011: 15). Por lo tanto, en cada situación de la vida cotidiana en la que se debe tomar una decisión (en especial en cuestiones morales) la ética está presente invitando a una actitud reflexiva que conjugue nuestras emociones, valores y razones. Esto, porque a la hora de actuar hay que tener presente que somos parte de una sociedad y que aquello que hacemos puede afectar a los otros. Así, evaluar las consecuencias de nuestros actos sobre los demás, en el momento de tomar una elección, garantizaría el bienestar de todos los individuos y la consecución de uno de los principales objetivos de la ética: la felicidad. Bajo este orden de ideas, la sociedad indiscutiblemente necesita de la ética para asegurar una convivencia sana y a su vez, evitar el comportamiento inmoral de los ciudadanos que la componen. No en vano muchos pensadores como Kant, Rawls y Habermas han estudiado las distintas formas de justicia y moral en la sociedad. Sin embargo, construir una teoría ética que asegure una actuación moralmente correcta de los individuos es inmensamente complejo y esto se ve reflejado en las falencias del mundo actual. De hecho se ve en nuestro entorno inmediato, pues ahora en medio del proceso de paz han salido a relucir varios interrogantes sobre el papel de las víctimas y los victimarios, la reparación de estas y las formas de justicia, entre otros. Esto ha dado lugar a debates y reflexiones sobre la guerra, y los conflictos éticos que las violaciones de derechos, las circunstancias del combate y los daños en los ciudadanos suponen. Es por esto, que el presente trabajo analiza el problema de las mujeres que son reclutadas forzosamente a los frentes de las FARC desde un enfoque ético. Esto implica una reflexión sobre el papel que juegan en el conflicto y las violaciones de las que han sido objeto, de manera que se pone en tela de juicio la ética del grupo guerrillero, la forma en que su ética ha sido coaccionada y la ética de los colombianos a la hora de juzgar a estas mujeres. 1 1948).
“Los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana” (Naciones Unidas,
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Siguiendo esta línea, posiblemente uno de los grupos sociales que en mayor medida ha sido víctima de los abusos de la guerra es el de las mujeres reclutadas forzosamente. Es importante comprender entonces que la palabra “víctima” hace referencia a toda persona que ha sufrido daños (físicos, psicológicos, morales, socioculturales, políticos, etc.) por medio de un agente externo que han alterado su identidad y cuyos derechos humanos fundamentales han sido vulnerados. Las víctimas tienen una dimensión pasiva en donde son receptoras de la agresión, y tienen también una dimensión activa cuando denuncian el daño que han sufrido y piden justicia. Por otro lado, la palabra “victimario o victimaria” corresponde a aquellas personas que realizan un daño sobre otra. En este sentido, los victimarios se convierten en el agente externo que perjudica a la víctima (CNRR-Grupo de Memoria Histórica, 2011). De esta forma, el posible caracterizar a estas mujeres como víctimas y a los guerrilleros como victimarios. Lo anterior, porque han sido forzadas a formar parte de la guerra y han sido objeto de violaciones y abusos. Algunas son sacadas de sus casas y obligadas a formar parte del grupo guerrillero, y otras han terminado en los frentes porque sus padres no pueden sostenerlas y las entregan a las FARC. En ambos casos ellas han tenido que ingresar por fuerza mayor, es decir que no han decidido por voluntad propia su destino, sino que un agente externo las ha condicionado a esa vida. Sin embargo, el papel de las mujeres en las FARC tiene otra cara; también están aquellas que voluntariamente han decidido vincularse y ser un combatiente más. Ya sea porque esa es su única opción de alimentación y subsistencia, porque están enamoradas de algún guerrillero o porque simplemente quieren unirse, ellas terminan envueltas en la vida del monte y los fusiles. Es importante exponer esta distinción porque esta constituye las dos facetas de las mujeres en la guerrilla. Por un lado están aquellas mujeres cuyos derechos han sido violentados y que por lo tanto se convierten en víctimas del conflicto, y por otro lado están aquellas que cumplen un rol activo como agentes del movimiento. Esto porque no se puede negar la existencia de mujeres poderosas, que se han ganado el respeto de los hombres y han alcanzado un alto cargo dentro de los bloques, representando ahora el papel de victimarias. Lo anterior nos lleva entonces a reflexionar sobre la situación de las mujeres que terminan en las FARC por medio del reclutamiento forzoso y cuestionarnos ¿de qué manera los derechos de estas mujeres son violados y cómo esto representa un problema ético y una con98
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tradicción dentro de su ideología política? Para responder esto, se utilizan historias reales de mujeres que relatan las circunstancias a las que se enfrentan en el grupo revolucionario y las formas como son abusadas y maltratadas. Así, este ensayo pretende dar cuenta de la realidad de las mujeres en las FARC, y a partir de una reflexión crítica demostrar que esta realidad refuta los ideales iniciales de la revolución y configura un desafío ético en términos de violación de derechos humanos. Para esto, primeramente se presenta un breve marco histórico que da cuenta de la conformación y primeros postulados de la guerrilla, luego se expone la situación de las mujeres y las violaciones de las que son objeto, y finalmente, se realiza un análisis desde una perspectiva ética, que permita entender el dilema de las mujeres en los frentes y la contradicción que este representa. El pasado de las FARC Determinar exactamente cuándo comenzó el conflicto armado en el país es difícil, sin embargo se puede establecer que este se remonta hasta la época de La Violencia. En efecto, el sociólogo y periodista Alfredo Molano afirma que “El conflicto armado comienza con la Violencia. Y la Violencia está asociada a dos factores originarios que se influyen mutuamente: el control sobre la tierra y sobre el Estado” (Molano, 2015: 541). La eterna lucha entre liberales y conservadores, tiene su punto culminante durante el periodo denominado como La Violencia, que data desde 1946 hasta 1965,2 tiempo en que el enfrentamiento alcanza altos niveles de desorden público y coacción. Esto fue fruto del impacto de las reformas liberales del 30, que buscando modernizar el país desencadenaron divisiones en el gobierno e inestabilidad y que terminaría de estallar con el asesinato de Gaitán en 1948. Con la caída del representante de las aspiraciones populares (Molano, 2015), se configuran entonces una serie de movimientos campesinos que polarizó aún más el país en centro y periferia, el campo se convirtió en escenario de batalla entre conservadores y liberales, y las guerrillas campesinas se convirtieron en actores de la lucha. Todo este embrollo político, junto con el fracaso de la reforma agraria y los conflictos por la tierra escalarían el combate hacia una violencia no sólo política sino también social (PNUD, 2003). 2 Aunque muchos autores difieren en las fechas exactas, se contemplará este periodo específico, establecido en el Informe Nacional de Desarrollo Humano en Colombia – 2003 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Las FARC emergen en medio de este contexto y se posicionan inicialmente como un grupo de autodefensa campesina. Posteriormente, influenciados por el Partido Comunista conforman una guerrilla que evolucionaría hasta convertirse en un ejército revolucionario consolidado con la ocupación de Marquetalia, la formación del Bloque Sur y la adopción del Programa Agrario en 1964. En mayo del siguiente año se crean oficialmente las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia en la conferencia en el río Duda, donde además se designó a Manuel Marulanda comandante en jefe por elección de los 250 delegados que asistieron (Molano, 2015: 580). Todo esto es producto de los remanentes del Frente Nacional, la inconformidad de las personas por la injusticia social y la situación agraria del país, conjugado con el contexto de América Latina que presenciaba el apogeo de la ideología cubana, nicaragüense y bolivarista, lo cual termina de darle forma al grupo. Se convierten en un ejército organizado, con varios frentes y con un proyecto político específico. Dicho proyecto pasó por varias etapas que constituyen su ideología política. Hasta los 60 su principal objetivo era luchar por una reforma agraria e indemnizaciones para campesinos desplazados. Luego, se enfocaron en acabar la desigualdad social, política y económica del país, influenciados por dos grandes ideologías del mundo. El marxismo-leninismo que dominó hasta comienzos de los 90 y que confía en el poder militar para la consecución de sus metas, por esto su lema era: “El poder nace del fusil”. Asimismo, el bolivarianismo, que llega tras la caída de la URSS e infunde nuevas ideas, como el antiimperialismo, latinoamericanismo, militarismo e intervencionismo económico. De igual forma, han ido adoptando posiciones manifestadas por la opinión pública tales como el anticlientelismo, la denuncia de prácticas corruptas en el gobierno y de injusticias sociales y la búsqueda por una democracia más participativa (PNUD, 2003). Para el cometido de todos sus propósitos el grupo armado decidió actuar por medio de actos de terror, secuestros y asesinatos. Por esta razón, a través de los años, el país ha sufrido con las diferentes expresiones de los frentes; las muertes, las luchas y las violaciones de los derechos humanos son incontables. Esto pone de manifiesto cómo la toma del poder puede llegar a sobrepasar los límites de la ética, acabando con la vida de miles de seres humanos; unos involucrados en la contienda y otros, civiles inocentes que terminan convertidos en medios para lograr un fin. En esta línea, las mujeres guerrilleras reclutadas forzosamente sufren múltiples violaciones de 100
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sus derechos humanos básicos. Dentro de los frentes estas son concebidas como un combatiente más, a excepción de aquellas que ocupan altos mandos. Deben cumplir con labores de cocina y limpieza, al igual que los hombres, pero también son objeto de los deseos sexuales de estos. A pesar de querer combatir con los estereotipos tradicionales, el grupo revolucionario falla en cuanto a la sexualidad y las relaciones sentimentales de las mujeres. Por supuesto están las que son respetadas como cualquier otro comandante, pero generalmente las niñas y mujeres que son reclutadas a la fuerza y no tienen cargos importantes son violadas, abusas, se convierten en compañeras sexuales de turno y son obligadas a abortar en condiciones inhumanas. De esta forma la cosmovisión de las mujeres guerrilleras transgrede la autonomía y el valor de la mujer, reduciéndolas en muchos casos a sirvientas o esclavas sexuales. A diario se enfrentan con actos de violencia sexual, torturas, castigos y abortos forzados; actos que no sólo demuestran la falta de ética y conciencia por la dignidad de la mujer, sino que representan también los daños e injusticias sociales que estas viven y que inicialmente las FARC “condenaban” en su discurso. La vida de las mujeres reclutadas forzosamente Muchas mujeres han sido reclutadas a la fuerza cuando los guerrilleros van de pueblo en pueblo buscando nuevos miembros y gran parte de ellas son menores de edad que son amenazadas (y a sus familias) y forzadas a unirse. De hecho, estudios realizados por la Inteligencia de la Policía muestran que cada frente debe cumplir con una cuota de mujeres reclutadas que deben tener entre 13 y 15 años (Bedoya, 2011). Así lo demuestra el relato de una joven que pasó 9 años en los frentes de las FARC y que fue reclutada cuando apenas tenía 7 años. Adriana3 cuenta que los guerrilleros llegaron a su casa por su hermano, pero al conocer que sufría de epilepsia se la llevaron a ella y sólo le permitieron empacar una muda de ropa para llevar. Los primeros años fueron dolorosos, pero con el tiempo acabó acostumbrándose a ese estilo de vida y en una época le encargaron el reclutamiento de menores. Así como un día se la llevaron a ella de su hogar, ahora era ella quien separaba a los niños y niñas de sus familias, y debía cumplir con tres menores cada semana, por órdenes de su comandante (Sarralde, 2015). 3
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Dentro los bloques, una vez reclutadas generalmente las mujeres son las encargadas de la cocina y deben atender a los militares en sus necesidades; incluyendo sus deseos sexuales. Constantemente son objeto de violación sexual y cuando quedan embarazadas deben realizarse abortos forzados. De acuerdo al periódico El Tiempo, dentro de 112 mujeres que se desmovilizaron en la primera mitad del 2011, 57 lo hicieron para buscar a hijos que tuvieron en el monte y fueron obligadas a regalar. Además, se estima que cerca del 80% de estas mujeres han sufrido uno o más abortos inducidos (Bedoya, 2011). No obstante, aunque las cifras son aterradoras y permiten tener un panorama de las víctimas; más allá de los números, el impacto que ha tenido la guerra sobre las mujeres se materializa en los múltiples daños físicos, psicológicos y morales que atentan su integridad y afectan la forma en que se relacionan, su visión del mundo y la concepción de sí mismas. Nadie está preparado para enfrentar las imágenes de los heridos y muertos tras combates, o el asesinato de alguna de sus compañeras como medio de castigo, y muchos menos, los maltratos o la pérdida de un hijo. Todo esto forma un cúmulo de sentimientos encontrados de rabia, odio, dolor, vergüenza, miedo, culpa, venganza y tristeza, que no es fácil confrontar y que vuelve frágil emocionalmente a quienes enfrentan esta situación. En este sentido, la vida en la guerra es un mundo tan complejo que se encuentra regido por la incertidumbre y el miedo, y esto por supuesto trae consigo repercusiones psicológicas y emocionales en aquellos que lo experimentan. Las mujeres son especialmente vulnerables a esto; ellas, objeto de torturas y agresiones sexuales viven en medio de circunstancias traumáticas que alteran el sentido que tenían de la vida. De hecho, el Centro Nacional de Memoria Histórica expone en su informe ¡Basta Ya! que “Algunas de las huellas e impactos psicológicos causados por la violencia son: el encierro, el aislamiento, el silencio, las pesadillas recurrentes y repetitivas, la pérdida del deseo sexual, el deterioro de la autoestima, y sentimientos depresivos.” (CNMH, 2013: 268). La imposibilidad de tener hijos por las políticas de planificación y el aborto en caso de embarazo, además de ser un daño, es una violación de los derechos humanos puesto que atenta con la integridad y la libertad de las mujeres, y las deja con traumas y daños psicológicos. Ellas son obligadas a someterse a abortos realizados en condiciones inhumanas por enfermeros empíricos de la guerrilla, y si se oponen a esto corren el riesgo del veredicto del Consejo de Guerra: ser fusiladas o tener que realizar trabajos que requieren 102
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mucha fuerza para que pierdan el bebé. Así lo confirma la comandante del frente 47 de las FARC, Elda Neyis Mosquera, alias Karina, quien es una muestra de las mujeres en calidad de victimarias y quien admitió haber participado en las operaciones de aborto de tres de sus subordinadas, las cuales “quedaban con serios problemas psicológicos.” (Laverde, 2013) En esta misma línea, las mujeres también son víctimas de daños morales, entendiendo estos como el deterioro de valores significativos para las personas y comunidades (CNMH, 2013: 268); es violentar y degradar aquellos valores asumidos, que hacen parte de la identidad tanto colectiva como individual. Sin embargo, no sólo los valores personales se ven afectados, también existe daño moral en la imagen preconcebida de los actores involucrados que estigmatiza el rol de las mujeres. Muchas de ellas son señaladas como prostitutas y discriminadas en la cotidianidad, cosa que ha perjudicado su reinserción tras desmovilizarse. Hoy en día, existen un sinnúmero de testimonios que exhiben la cruda realidad de las mujeres reclutadas y los desafíos que enfrentan. Por ejemplo, en el Guaviare el frente 39 es famoso por su jefe, conocido como “Cadete”, quien abusa de las mujeres de forma exagerada. Ellas no tienen libertad para escoger un compañero, ya que él las usa a todas. Esto lo constata una de ellas, Martha4, quien fue obligada a abortar en cuatro ocasiones y “Walter”, un guerrillero desmovilizado que da testimonio de los atropellos cometidos por su comandante y dice haberse retirado después de 20 años de servicio por las injusticias que lo rodeaban (Bedoya, 2011). Del mismo modo, Adriana, aquella joven que debía reclutar nuevos integrantes, cuenta que su vida en las FARC cambió con la muerte de su mejor amiga. Relata que su amiga al quedar embarazada y conocer que en la guerrilla su única opción era abortar, decidió escaparse. Lo logró, pero tres meses después de haber tenido a su bebe la encontraron y un Consejo de Guerra la condenó a muerte. El comandante designó a Adriana para hacerlo, y al respecto dice: “Tuve que matarla y fue algo que me dolió muchísimo. Después de eso no volví a ser la misma y ya nada en la guerrilla fue igual” (Sarralde, 2015). Esta experiencia de vida, presenta una clara imagen de los daños psicológicos que la guerra puede generar, 4
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el hecho de matar a un ser querido es una situación traumática que repercute en la vida de cualquier ser humano. En efecto, Adriana necesitó de ayuda psicológica y tratamiento con psiquiatras para poder adaptarse a una nueva vida civil a sus 20 años. Asimismo, una guerrillera de 27 años quedó embarazada en 2010 e intentó ocultar su situación para poder tener su bebé, pero cuando tenía 6 meses de gestación su barriga ya era evidente y la obligaron a abortar. “Me obligaron a tomar 50 pastillas y llamaron a una enfermera para que me sacara el feto. Me empezaron a medicar a las 9:00 a. m. Tuve mucho dolor, contracciones, vómito. Solo pude expulsar al bebé muerto a las 11:30 p. m.” cuenta la joven (Sarralde, 2015). Esto constata las terribles condiciones en las que las mujeres son presionadas a abortar, incluso llegando a poner en peligro sus vidas por medio de prácticas irresponsables y el exceso de fuertes medicamentos. Más allá de los abusos, los problemas éticos de fondo Todas estas historias y vivencias de algunas mujeres encarnan la situación de maltrato y abuso que viven la mayoría de ellas en los frentes de las FARC. Situación que demuestra los daños morales, físicos y psicológicos; y la violación de los derechos humanos que sufren las mujeres, lo cual las delimita como víctimas del conflicto armado. Víctimas no sólo de abusos físicos sino también de todo un atentado contra su dignidad como seres humanos. Estas mujeres que han sido forzadas a vivir en medio del terror, lamentablemente no tuvieron elección y les tocó aceptar ser sirvientas y esclavas sexuales; encerradas en la selva sin potestad alguna sobre su libertad, su cuerpo, sus deseos, o su dignidad. En este sentido, su vida ha sido arrebatada, pues ellas no pidieron estar ahí y no tienen más opción que seguir órdenes de sus superiores y aceptar su realidad. Así, al perder toda autonomía sobre su vida y sus decisiones, su ser ético es destruido, quedando reducidas a ser medios o instrumentos para suplir las necesidades de otros. ¿Y sus necesidades?; la cuestión va más allá de los abusos, puesto que ellas dejaron de ser dueñas de su vida en el momento en que entraron en el monte. “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”, así dicta el primer artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948. Esto por supuesto no se cumple para las mujeres reclutadas, 104
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quienes son prueba de la falta de ética que aún impera en la guerrilla y en la sociedad. Por un lado porque no poseen igualdad en dignidad, por el otro porque sus derechos humanos más básicos son violados y, además, porque de ninguna manera los guerrilleros se están “comportando fraternalmente” con las mujeres. Lo anterior permite cuestionarse sobre el verdadero avance de la sociedad en materia de derechos, ética y respeto por el otro, es decir, ¿hasta qué punto puede una persona interferir en la vida de otra, someterla a atroces condiciones de vida y obligarla a actuar en contra de su voluntad? En el caso de las mujeres reclutadas forzosamente es evidente que el desarrollo de su integridad y su proyecto de vida5 estuvo totalmente interceptado por los guerrilleros, y esto crea un conflicto ético-moral que acaba con la dignidad, libertad y existencia de la mujer; no sólo porque quedan privadas de su derecho a elegir y auto determinarse o porque son víctimas de abusos sexuales y transgresión de sus derechos humanos, sino porque su vida ha sido dictaminada por otro. Todos estos derechos propios del ser humano se acaban cuando ya no se es dueño de sí, cuando ellas se convierten en herramientas de otro y son obligadas a realizar actos que atenta con la vida de otras personas en contra de su voluntad. De ahí que, la situación de estas mujeres también constituya un problema ético en términos de su libre albedrío siendo coaccionado, debido a las denominadas ‘zonas grises’ en las que se da una dicotomía entre lo que se quiere hacer y lo que se debe hacer, o en su defecto es obligado a hacer. En efecto, de acuerdo a la investigación de Viridiana Molinares, “La zona gris constituye el espacio donde transcurre la experiencia humana, en el que se puede explorar la fusión y alteración entre víctimas y verdugos; y que revela un fracaso ante la determinación de responsabilidad y culpa jurídicas” (Molinares, 2012: 9). Esto se ve evidenciado en las mujeres reclutadas forzosamente cuando se ven obligadas a ser partícipes de actos terroristas y a realizar acciones con las que probablemente están en desacuerdo por sus principios morales o porque las consideran inhumanas. Su libertad y su autonomía es destruida, lo cual las introduce en una zona gris, donde su ser ético es aniquilado y su dignidad vulnerada. En este sentido, estas zonas son un dilema ético para estas mujeres que no tuvieron la 5 Se refiere al trastorno del proyecto de vida cuando “[…] se interfiere en el destino del sujeto, frustrando, menoscabando o postergando su realización personal”. (Zavala de González, 2005) Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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opción de elegir sus vidas, pues las pone en una posición incómoda entre lo que tienen que hacer y lo que quieren hacer. Un claro ejemplo de esto es el caso mencionado de Adriana, quien fue obligada a matar a su mejor amiga por oponerse a abortar y con esto hacer algo que no deseaba. Aquí vuelve a jugar entonces la ética por el otro, por su dignidad y su libertad. Las mujeres son forzadas a entrar en este grupo terrorista, son violadas, abusadas y obligadas a matar personas (incluso sus compañeras) y abortar a sus bebés en condiciones atroces y con métodos riesgosos. Así pues, ¿cómo se debería juzgar los actos de estas mujeres? Muchas son tildadas prostitutas y estigmatizadas como unas guerrilleras más que aceptan ese estilo de vida, pero en realidad en su interior hay conflictos éticos, traumas, daños psicológicos, miedo, sentimientos encontrados, culpa y confusión. Les tocó vivir esta vida y le tocó cometer actos terribles, y eso debe ser aceptado y comprendido por la sociedad civil. De igual forma, la situación de estas mujeres expone además las contradicciones en la vida de las FARC. Si nos devolvemos en el tiempo, recordaremos que la guerrilla empezó como campesinos que deciden armarse para defenderse y posteriormente luchar por la igualdad social en el país, sin embargo, esto se ha perdido y hoy en día no se ve en la cotidianidad de la guerrilla. A pesar de que llevan más de 50 años en el país, sus acciones no concuerdan con aquello que promocionan, pues las decisiones de los integrantes de este grupo guerrillero no están siendo consecuentes con los valores éticos y morales esperados por la sociedad. ¿Dónde queda entonces el impulso de hacer justicia y acabar con las irregularidades del gobierno? La realidad es que la violencia sexual hacia las mujeres en las filas de las FARC, conocido como uno ‘de los capítulos criminales más silenciosos del conflicto en Colombia’, expone contradicciones éticas en su ideología política. La concepción de la mujer como un combatiente más y a su vez como compañera sexual, objeto de violaciones, demuestra inconsistencias en la cosmovisión del grupo guerrillero. Por un lado proclaman ser el ‘ejército del pueblo’, aquel que pretender defender a los campesinos y los pobres de los abusos del gobierno, aquel que desea acabar con la desigualdad social y la corrupción. Por otro lado, son precursores de abusos contra niños y mujeres, y promotores de desigualdad entre sus miembros, es especial contra las mujeres que continúan siendo discriminadas por su condición misma de mujer y que deja expuesto la persistencia del machismo y el 106
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patriarcado. Así, la contradicción radica en promover una lucha en pro de la igualdad social y dentro de su misma organización abusar, coaccionar y violar a las mujeres tanto sexualmente como éticamente, en el sentido de aniquilar su libertad y autonomía. ¿Dónde queda entonces la lucha por la igualdad social? Al parecer se perdió en el camino, pues es claro que sus propósitos iniciales ya no tiene ningún fundamento; ya los secuestros y las injusticias demuestran su falta de ética y respeto con la vida de las personas. Defender los derechos, promover la igualdad y acabar con la injusticia no es precisamente abusar, maltratar, discriminar y agredir a las mujeres. Conclusiones En conclusión, hoy en día, en medio de un proceso de paz como el que atraviesa el país en busca de solucionar y terminar con el conflicto armado más largo de América Latina, todos estos dilemas éticos deben tenerse en cuenta en orden de abarcar las múltiples caras del conflicto. La violencia cometida contra la mujer en espacios de guerra es una evidente violación de los derechos humanos internacionales que atenta la dignidad, identidad e integridad de estas mujeres que han sido obligadas a vivir condicionadas por las reglas de los frentes. De ahí que las Naciones Unidas, en la resolución de 1889 del Consejo de Seguridad insten a la participación de las mujeres en los procesos de paz (CNRR-Grupo de Memoria Histórica, 2011). Lo cual nos deja con una reflexión sobre la importancia de las mujeres en los diálogos que actualmente se adelantan en La Habana, desde su posición tanto de víctimas como de victimarias, no sólo para superar los desafíos éticos expuestos sino como agentes de cambio que propicien una verdadera transformación en aras de conseguir un posconflicto exitoso. La marginalización de la mujer guerrillera en este proceso no es una opción, de hecho, exigirle a la guerrilla que responda por las violaciones de los derechos humanos de las mujeres y las formas de violencia sexual cometidas durante más de una década es uno de los grandes retos que enfrentan las negociaciones. Sin embargo, los desafíos no terminan allí; ahora durante el proceso de paz uno de los más grandes retos que el posconflicto debe superar es la reinserción de aquellos que fueron víctimas de la guerra, que perpetuaron la guerra y los que fueron obligados a hacerlo. La sociedad civil debe enfrentarse al hecho de tolerar y aceptar a estas mujeres Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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cuya experiencia de vida ha estado marcada por el atropello y la guerra. Aprender que fueron unas victimas más del conflicto que ahora tienen el gran reto de volver a la vida civil cuando su realidad era la de las violaciones y los abortos. Entender que su proyecto de vida fue totalmente trastornado y coaccionado; que fueron obligadas a cometer actos terribles y por ende no estigmatizarlas como guerrilleras, victimarias o prostitutas. Así pues, la ética de cada uno de nosotros como colombianos también entra a colación, nuestra conducta y nuestra actitud frente a esta nueva ola social que se avecina son claves para lograr un país en paz. El reto no es sólo sobre ¿Cómo juzgar a un niño o niña que fue reclutado de pequeño, y a quien se le exigió cometer actos violentos en contra de su voluntad? La paz también implica la actitud de cada persona y su postura hacia estas víctimas y actores de la guerra. Estas y más cuestiones son necesarias para pensar críticamente el rol de la mujer guerrillera e interrogar su participación y relevancia en el actual proceso para alcanzar paz. Bibliografía BEDOYA, Jineth. (2011) “Así es la dramática vida de las mujeres en las Farc”. En: ElTiempo.com. Consultado el 30 de septiembre de 2015, desde http://www.eltiempo. com/archivo/documento/CMS-9598605. CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA. (2013) ¡Basta Ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. Bogotá D.C., Colombia: Pro-Off set Editorial S.A. COHEN, Diana. (2011). Inteligencia ética para la vida cotidiana. Buenos Aires, Argentina: Editorial Sudamericana. CORTINA, Adela. (200). Ética Mínima: Introducción a la Filosofía Práctica. Madrid, España: Editorial Tecnos, S.A. Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. (2011). La Memoria Histórica Desde La Perspectiva De Género Conceptos Y Herramientas. Bogotá D.C., Colombia: Pro-Offset Editorial S. A. Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. (2011). Mujeres y guerra: Víctimas y resistentes en el Caribe colombiano. Bogotá D.C., Colombia: Editora Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A. HERNÁNDEZ, Miranda. (2011). “La miserable vida de las mujeres en las Farc” En: 108
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Un sábado en el mercado móvil* Natalia Medina Abella** (nataliamac94@gmail.com ) Etnografía corta recibida el 02/10/2015 y aprobado el 19/11/2015.
Cómo citar este artículo: MEDINA ABELLA, Natalia (2015). “Un sábado en el mercado móvil”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 8, pp. 113-117. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. DOI: 10.18046/retf.i8.2229
Entre el ruido incesante del tráfico, las canciones populares, el vaivén de los pies contra la tierra, se va conociendo la complejidad de un mundo permeado por los olores, los alimentos y las historias de aquellos que hicieron del móvil su forma de sustento. El mercado móvil supone una relación entre lo rural y lo urbano, pero más allá de esto, nos habla de formas de organización particulares, e interacciones propias de personas que parecen conocerse hace ya mucho tiempo. Es una ventana que nos permite hablar del trabajo informal, el rebusque, la solidaridad y los conflictos de intereses. Todo esto en un espacio que en apariencia parece volátil y efímero, pero que con el paso del tiempo se ha consolidado como una costumbre, un encuentro de diversidades. * Etnografía elaborada en el marco del curso Integración y Exclusión Social del Departamento de Estudios Sociales de la Universidad Icesi, Cali, Colombia. ** Estudiante de Sociología y Antropología, Universidad Icesi.
Natalia Medina Abella
Foto tomada por el grupo de investigación de antropología visual, Universidad Icesi 2015
Mientras algunos caleños terminan la rumba de viernes en la noche, en el barrio Prados del Sur, se empiezan a escuchar los camiones cargados de mesas, sombrillas y alimentos. La llegada del mercado móvil se da antes de que el sol pueda salir por completo. El móvil es un evento semanal, todos los sábados desde hace más de veinte años, compradores y vendedores se acercan a la carrera 70 con calle 2, a hacer parte de una galería que llega a su puerta. No solamente llena de frutas, verduras, carnes, utensilios café y otros insumos, sino también de una espacio relacional, permeado de confianza, amabilidad y trabajo colaborativo, que saca algunas buenas sonrisas, apodos y a veces uno que otro disgusto. La creación de todos estos espacios (mercados móviles) alrededor de la ciudad, especialmente en las capas medias y bajas, representaban una forma de trabajo informal y de rebusque, fruto del desempleo, la falta de políticas de inclusión a las poblaciones más vulnerables y del despojo de algunos comerciantes que se ubicaban en el centro de la ciudad. Existen varias formas mediante las cuales se hace parte de esta práctica. Por un lado, se puede ser oferente o demandante de algún producto o 114
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servicio, en el primer caso, está la posibilidad de ser dueño o subempleado. Por otro lado, hay un grupo de hombres y niños que se encargan de las tareas colaborativas que surgen en las dinámicas de cada sábado. Esto sin negar todas las posibles conexiones que se entrelazan para que el mercado móvil sea posible. Por los desniveles y el polvo de la calle principal del móvil, se mueven unos carritos de metal con una rueda a cada lado, sujetados por niños entre los once y quince años, que a cambio de una propina se encargan de llevar las compras de los clientes a los lugares de destino. Estos niños, en su mayoría afro, hacen parte de este panorama, casi como uno más de los que habitan esta práctica cotidiana, se inmiscuyen entre puesto y puesto, para ver quién puede necesitar su servicio, acostumbran a caminar en grupos o en parejas y los más pequeños suelen ser tímidos cuando están solos. El trabajo infantil se hace presente, nadie lo controla y nadie lo prohíbe, ellos están ahí. Quizá nadie se atreve, porque a nadie le parece del todo malo, a mí, por lo menos, me pone en un debate, entre la inmediatez y lo políticamente correcto, que se entrecruza con un sentimiento de culpabilidad, que aún no sé sopesar muy bien, pero que me pone de frente con una realidad innegable.
Foto tomada por el grupo de investigación de antropología visual, Universidad Icesi 2015 Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Foto tomada por el grupo de investigación de antropología visual, Universidad Icesi 2015
Los trabajadores del móvil, son mujeres y hombres muy valientes y resistentes, pues además de cargar con lo difícil y pesado de este oficio, que implica madrugar, trasnochar, cargar, recibir sol y otro sinfín de cuestiones que no saltan a la vista en un primer momento, han tenido que luchar contra algunas tensiones a la hora de realizar esta labor. El Estado, durante algún tiempo quiso acabar con los mercados móviles, por algunos problemas de salubridad, orden público e intereses que prefiero no mencionar. No obstante en 2001, la alcaldía de turno, expidió un decreto que legaliza esta actividad. Así mismo, algunos vecinos de este móvil en particular, han creado acciones colectivas para presentarlas ante entidades gubernamentales con el fin de pedir la reubicación o finalización de las ventas que se llevan en frente de sus viviendas. Las basuras se convierten en el motivo perfecto para movilizar estas propuestas. Un sector cercano al móvil argumental que: “trabajen pero en otro lado Ellos no viven en este barrio”. Algunas incomodidades de movilidad también parecen ser un punto importante para que las personas se opongan férreamente en contra del mercado. Sin embargo, hay otros habitantes que viven contentos con que el móvil éste en la puerta de sus casas, pues este trae productos frescos, buenos y económicos, que según Fabián, uno de los vecinos del barrio Prados del Sur, “es la misma verdura que te venden en los centros comerciales y almacenes de cadena, porque allá lo único que 116
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Un sábado en el mercado móvil
hacen es maquillar la fruta”; él también afirma que el tema de la basura propiciada por el móvil, es mentira, “en dos años que estoy acá, me parece que es falso, veo unos tipos que son los que barren esto y lo dejan otra vez limpio... yo nunca he visto que dejen la vaina sucia... yo creo que el que está diciendo eso está diciendo mentiras”. Al llevar mucho tiempo con este estilo de vida que implican los móviles, estas personas han constituido formas de organización particulares, que los llevan a agremiarse en una asociación que sea capaz de velar por los intereses, problemas y derechos de los y las vendedoras. Han creado una unión de personas que elige presidente y cargos administrativos, a través de elecciones democráticas, esto con el fin de consolidarse como una asamblea de asociados, empoderados en procesos que los afectan como comunidad. Además de esta parte institucional, trabajan de manera solidaria, aportando todos para recoger la basura que genera los residuos de los productos, y hacen cadenas1 con el fin de solventar algunos problemas financieros. Se han convertido en una comunidad multisituada, pues cada día de la semana se desplazan a otros lugares de la ciudad, pero siguen siendo los mismos vendedores, con las mismas relaciones y formas de integración que les permiten mantenerse, ante las fuerzas que tienen en contra. No hay que olvidar que también como grupo tiene diferencias, peleas y disgustos, pero que a pesar de eso, aún se mantiene lo más importante para que este grupo de personas mantenga vivo. Probablemente, es por estas formas de exclusión por parte de algunos entes gubernamentales y de ciertos residentes aledaños, que la organización y los lazos de solidaridad e integración cada vez se ven más fortalecidos dentro del mercado móvil, pues podría entenderse como una forma de resistir a la constante idea de acabar con estos espacios dentro de la ciudad. En efecto, hay una necesidad latente de no perder la única forma de sustento que tienen ellos y ellas, por eso al hacer frente a las problemáticas que los cubren a todos y todas, resultan agrupándose no sólo para garantizar los mínimos de este trabajo, sino también para hacer de este oficio una quehacer ameno y digno.
1 Ahorro programado, donde por una sola vez cada uno de los que participa se hace acreedor de lo recolectado por todo el grupo. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Discriminación laboral de la mujer afrocolombiana* María Del Mar Moreno** (Maria.moreno4@correo.icesi.edu.co) Artículo de reflexión recibido el 2/10/2015 y aprobado el 19/11/2015.
Cómo citar este artículo: MORENO, María del Mar (2015). “Discriminación laboral de la mujer afrocolombiana”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 8, pp. 119-123. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. DOI: 10.18046/retf.i8.2228
Todo comenzó, el 15 de abril de 2015, tras asistir a una actividad que se realizaba en la asociación Casa Cultural el Chontaduro, Cali-Colombia, donde una mujer de la organización presentó una ponencia. Ésta, empezaba con una pregunta muy puntual: ¿Qué es la mujer? A la que posteriormente respondió “la mujer es parte fundamental de la sociedad. No obstante, ésta no sabe apreciarnos. Nos excluye en diversos ámbitos, más aun si somos mujeres afro. Por ejemplo, en el campo laboral nos pagan y nos hacen trabajar más que a las mujeres blancas”.1 Esta respuesta, me indignó. Es decir, ¿por qué estas mujeres deben trabajar más por menos? ¿No que la esclavitud ya se había acabado? ¿A qué se debe dicha discriminación laboral? * Escrito elaborado en el marco del curso Integración y Exclusión Social del Departamento de Estudios Sociales de la Universidad Icesi, Cali, Colombia. ** Estudiante de Ciencia Política y Sociología de la Universidad Icesi. 1 Experiencia propia.
María Del Mar Moreno
“Hablar de discriminación laboral, es hablar más allá del acceso al mercado laboral, de la igualdad salarial, los contratos, (…); es referirse a profundas estructuras sociales y culturales que conllevan dinámicas de racismo y exclusión” dice Villarraga, investigador del Observatorio contra la Discriminación y el Racismo (OCDR), quien además insiste en que la segregación espacial ocupa un lugar importante a la hora de explicar la discriminación (OCDR, 2012:4). Pues, según él, el mercado laboral basa sus preferencias en los individuos más capacitados. Razón por la cual, cobra importancia el capital humano. Y con ello, la ubicación espacial de los individuos (OCDR, 2012). Pues, es a partir de ésta que los individuos tienen acceso a bienes, servicios materiales y servicios culturales que permiten, en su conjunto, obtener el conocimiento y las capacidades necesarias para la inserción laboral (OCDR, 2012). En esa medida, el hecho de que más de la mitad de la población afrocolombiana, en Cali, se ubique en los sectores más marginales de la ciudad implica, por ende, que la superación de la pobreza y el acceso a las oportunidades económicas, a través del capital material, sea poco probable (OCDR, 2012). Probabilidad que coincide con el testimonio de Ernestina, mujer negra del distrito de Aguablanca, quien es entrevistada por Ana Cortés y Evelin Carranza, trabajadoras sociales de la universidad del Valle (Cortés Castillo y Carranza Gómez, 2012). Pues, ella hace declaraciones como ésta: “Sabe trabajar, porque una mujer inútil, mejor dicho, (…) ¿Qué sabe hacer? Es lo primero que le preguntan a usted: ¿sabe manejar un computar? Si le dice no, no sirve” (Cortés Castillo y Carranza Gómez, 2012: 218). Bajo la misma línea argumentativa que sostiene Villarraga, se encuentra que cuando a la población afrocolombiana se le ubica en sectores marginales, se le asocia a situaciones y lugares de pobreza, privilegiando un imaginario sobre las capacidades y labores a las que tienen, “supuestamente”, predisposición estas personas (OCDR, 2012). Siendo esto un caso de discriminación que, consecuente de la falta de capital humano, permite explicar el por qué las mujeres negras no tienen cabida en espacios laborales distintos a la cocina y al trabajo doméstico (OCDR, 2012). “Por lo menos por ser mujer negra nos dicen que servimos mucho para hacer un buen sancocho de pescado, que somos las mejores cocineras”, dice Ernestina (Cortés Castillo y Carranza Gómez, 2012: 215:215). 120
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Testimonio que me hace reflexionar sobre la sutileza con la que se incurre en las prácticas discriminatorias contra la mujer afro. Y que, para mi sorpresa, se mantiene y se refuerzan a partir de prácticas cotidianas que pasan desapercibidas (ENS, s.f.). Es decir, ¿cuántas veces no hemos dicho, por ejemplo, “trabaja como negra”?, entre otras muchas expresiones generalizadas por el sentido común, que insinúan y sin intención, por lo menos en mi caso, justifican la vulneración a los derechos de la población afro (ENS, s.f.). Por otro lado, vale la pena preguntarse ¿A qué se debe la brecha salarial entre las mujeres no afro y afro, cuando estas últimas han logrado conseguir el capital humano necesario para la inserción laboral? Si las diferencias en los salarios no se determinan por las dotaciones en capital humano, se podría deducir que existe un trato desigual e injusto referido a aspectos que no afectan la productividad potencial de los individuos (González-Rivas, 2012). Un artículo de Nazly González plantea que lo anterior es un fenómeno comúnmente denominado como discriminación. Su argumento consiste en demostrar que la discriminación tienen que ver con el prejuicio de los empleadores sobre la población afrocolombiana, que en el caso particular de las mujeres, cargan con un peso histórico desfavorable asociado a su grupo, que no le permite transmitir credibilidad en su desempeño laboral (González-Rivas, 2012). Este es el caso de María, mujer negra que hace parte de los testimonio de la escuela nacional sindical, que, antes de ser docente, pasó por todo tipo de trabajos (ENS, s.f.). Trabajos, donde siendo la persona más calificada profesionalmente, tenía la remuneración más baja (ENS, s.f.). En “Conseguir trabajo siendo indígena o afro es un verdadero ‘camello’”, Alda Mera, reportera del país, nombra a Aurora Vergara, directora del Centro de Estudios Afrodiaspóricos (Ceaf) de la Universidad ICESI, y a Marianella Ortiz, estudiante de maestría de la misma universidad, a fin de corroborar la existencia de las diferencias salariales que, según el grado de escolaridad y la etnia, se presenta entre las mujeres (Mera, 2014). Los resultados fueron contundentes, una bachiller no afro gana $6851 PCO más que una mujer afro en las misma condiciones; entre las universitarias, la situación es Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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la misma, solo que esta vez la mujer afro gana $ 254.928 PCO menos; y ni que hablar de las mujeres que se logran especializar, donde las mujeres no afro ganan $310.368 PCO más que las afro (Mera, 2014). Estos resultados corroboran el argumento mencionado de Nancy González, pero también exponen el otro lado de la moneda. Lado que a pesar de ser diferente, no significa que la exclusión haya mermado (Mera, 2014). Pues, el hecho de que solo las mujeres de maestría afro ganen $443.970 PCO más que las no afro, es consecuente, según lo señala Ortiz, de que las empresas vean en estas mujeres un mayor grado de productividad. Productividad que les ha permitido llegar a alcanzar dicho nivel educativo, superando así sus límites (Mera, 2014). La discriminación de las mujeres afro, en últimas, no hace referencia solo a las escazas probabilidades que éstas tienen, en términos del capital humano, para acceder a buenos empleos. Pues, queda más que claro que la sociedad colombiana, sociedad patriarcal, de clases, en una palabra, discriminadora ha transformado la identidad de estas mujeres a múltiples prejuicios. Prejuicios que permiten estigmatizar a este grupo y, por ende, dar origen a la exclusión. Por consiguiente, considero que si bien la responsabilidad es de la sociedad, el Estado debe empezar a promover políticas más inclusivas que, orientadas hacia las necesidades de estas mujeres, les garantice mejores servicios que les permita desarrollar su potencial. No obstante, dichas políticas no debe dejar de lado al resto de actores que conforman la sociedad, pues solo si integran todos los actores de la sociedad, se puede generar un cambio permanente y positivo. Por ahora, en lo que se da el cambio, debemos ser nosotras, las mujeres no afro, especialmente, las catalogadas como blancas, las que iniciemos un proceso de acompañamiento con estas mujeres. Pues, si bien es cierto que nosotras no somos discriminadas por nuestra etnia, todavía, tras la llegada de la modernidad que nos permitió trabajar, vivimos momentos de exclusión. Una exclusión que si bien no es étnica, es de género. Razón por la cual, considero que esta semejanza, deber ser el motor que nos permita, a nosotras como mujeres, luchar tanto por acabar con la discriminación, como lograr todos los intereses que como mujeres compartimos.
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Bibliografía Observatorio contra la discriminación y racismo - OCDR (2012). Discriminación laboral en Cali (segundo informe). Recuperado mayo, 16, 2015 de https://www.mininterior.gov.co/mision/direccion-de-asuntos-para-comunidades-negras-afrocolombianas-raizales-y-palenqueras/observatorio-de-discriminacion Cortés Castillo, Ana Cristina y Evelin Yohana Carranza Gómez (2012). Ser mujer negra en Sardi. Construcción de la identidad femenina. Recuperado mayo, 16, 2015 de:http://bibliotecadigital.univalle.edu.co/bitstream/10893/6335/1/8%20Ser%20mujer%20negra%20 en%20Sardi.%20Construcción%20de%20identidad%20femenina.pdf Escuela Nacional Sindical - ENS (n,d). La población afrocolombiana sufre mayor déficit de trabajo decente y exclusión labora: según estudio realizado en Cartagena, buenaventura, Cali y Medellín. Recuperado mayo, 16, 2015 de http://ens.org.co/apcaa-files/4e7bc24bf4203c2a12902f078ba45224/rese_aAfr.pdf González-Rivas, Nazly (2012). “Discriminación salarial: un análisis entre mujeres afrocolombianas y no afrocolombianas en el área metropolitana de Cali”. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud, 10(1), 563-578. Retrieved May 16, 2015, de http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1692715X2012000100036&lng=en&tlng=es Mera, Alda (2014). “Conseguir trabajo siendo indígena o afro es un verdadero ‘camello’”. El País. Recuperado mayo, 16, 2015 de http://www.elpais.com.co/elpais/ cali/noticias/odisea-conseguir-empleo-siendo-indigena-o-afro
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La población en la mitad: Reflexiones sobre Bojayá y La Sierra* Juan David Mesa** (judamesa69@hotmail.com) Artículo de reflexión recibido el 04/18/2014 y aprobado el 27/01/2015 .
Cómo citar este artículo: MESA, Juan David (2015). “La población en la mitad: Reflexiones sobre Bojayá y La Sierra”. En: Trans-pasando Fronteras, Núm. 8, pp. 125-143. Cali, Colombia: Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES), Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Universidad Icesi. DOI: 10.18046/retf.i8.2234 Resumen El presente artículo analiza dos procesos recientes en la historia del conflicto armado colombiano –la masacre de Bojayá y la toma por parte de paramilitares a La Sierra (Barrio de la comuna 8 de Medellín)– con el fin de mostrar cómo los diversos actores armados implicados configuraron una serie de dinámicas de control poblacional en las dos comunidades. Lo que se sostendrá, es que si bien fueron procesos diferentes, con actores armados diferentes, ambos reflejaron lo que el conflicto en Colombia en sí mismo ha encarnado siempre y que representa un reto para el eventual postconflicto: el que la población, en la confrontación, siempre esté en el medio, literal y discursivamente hablando. Para el caso específico de Bojayá, se tomó como referencia el documental realizado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (2010) sobre la masacre allí cometida. En este caso, la reflexión particular de este acontecimiento girará * El presente artículo responde a una serie de inquietudes planteadas en el curso de pregrado para ciencias sociales de la Universidad Icesi Conflictos y violencia en Colombia. De antemano agradezco a la profesora Valeria Eberle por su apoyo en el proceso de comprensión de esta complicada realidad que nos atañe. ** Estudiante de Sociología y Mercadeo de la Universidad Icesi.
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en torno a los procesos de memoria de sus víctimas y a cómo esta masacre reflejó una configuración violenta del Estado. Para el caso específico de La Sierra, se tomó como referencia el documental realizado por Scott Dalton y Margarita Martínez Escallón (2003) sobre la cotidianidad de algunos miembros del Bloque Metro de los paramilitares en la comuna 8 de Medellín. En este caso, la reflexión se basará en un análisis del discurso inmerso en el documental, para mostrar la dinámica necropolítica alrededor del control poblacional. Palabras clave Bojayá/La Sierra, Memoria, Configuración violenta del Estado, Necropolítica/Control territorial-poblacional.
Introducción El debate por la verdad ha sido un problema en Colombia que ha trastocado las esferas de lo jurídico, lo económico, lo político y lo sociocultural. En medio del conflicto, se han implantado mecanismos legales para poder esclarecer los múltiples hechos violentos que vienen afectando al país desde hace más de cinco décadas. Entonces, como método para saber qué pasó, la ley le ha dado agencia a los victimarios para que en un acto de “sinceridad” le digan al país la verdad y, sobre todo, le digan a las víctimas por qué. En esa dinámica, las victimas aparecen en el imaginario como las afectadas y no como las garantes de un relato que pueda aclarar los hechos desde una perspectiva diferente a la del victimario. Sin embargo, con la masacre de Bojayá la pregunta por la verdad comenzó a privilegiar el relato de la víctima: comenzó a privilegiar, pues, la construcción de memoria desde la perspectiva de los afectados, dando cuenta que son ellos, al estar en la mitad, quienes pueden construirla a partir sus propios problemas. En ese ejercicio fue y sigue siendo fundamental el papel del Centro Nacional de Memoria Histórica, que en su momento fue el productor de uno de los documentales que serán analizados, “Bojayá: Guerra sin límites” (2010), y que de algún modo se ha planteado la construcción de memoria como un proceso fundamental para la reparación de las víctimas y para la transición hacia el posconflicto. Por todo esto, en primer lugar, interesa analizar el relato de las víctimas de la masacre de Bojayá alrededor de tres aspectos fundamentales: 1) como un relato colectivo que privilegia la construcción de memoria a través de la acción colectiva; 2) como un relato colec126
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tivo que desde la perspectiva de víctimas, ayuda a manifestar la dimensión violenta en la configuración del Estado; y 3) como un relato colectivo que involucra a Bojayá como acontecimiento más allá de su lugar como territorio y que da cuenta del famoso adagio del conflicto armado en Colombia de la población en el medio. Ahora bien, la pregunta por el conflicto en Colombia se ha ido diversificando. Pensar el conflicto y la violencia en Colombia es pensar en lo rural, pero también en lo urbano; es pensar en las armas, pero también en el uso simbólico del terror; es pensar en la muerte: pero sobre todo, es pensar en la administración de la vida. En ese sentido, La Sierra, documental grabado en 2003 en la comuna 8 de Medellín por Scott Dalton y la periodista colombiana Margarita Martínez Escallón, refleja claramente la expresión última de la soberanía en aras del conflicto: muestra la capacidad de algunos para decidir quién puede vivir y quién debe morir. En suma, el conflicto en Colombia, visto desde La Sierra, muestra un ejercicio de la soberanía que implica, para controlar un territorio, también un control sobre la vida del Otro. Es por esto que, en segundo lugar, se realizará un análisis discursivo del relato no solo de los personajes y las subjetividades que muestra el documental, sino también un análisis discursivo del documental mismo, tratando de mostrar una lectura del conflicto en Colombia. Para tal ejercicio, se utilizará especialmente la propuesta conceptual de Achille Mbembe, y otros autores, sobre la necropolítica, para tratar de reflexionar sobre el conflicto que expone el documental, que es en últimas la pregunta sobre la política como violencia: la política como un trabajo de muerte y que, en este caso, involucra a la población directamente. Bojayá La constitución de los sujetos políticos puede concebirse a partir de una rearticulación de la subjetividad colectiva que opera en la desnaturalización de los sentidos hegemónicos. Esta instancia de la subjetividad colectiva permite un corrimiento, un acto de identificación, la subjetivación y la apertura de instancias relativamente autónomas de conformación surgidas de la ruptura de la sujeción; allí el sujeto parcialmente se autodetermina. Lo político y La política, Martín Retamozo (2009).
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Una breve contextualización Ahí, en plena cabecera municipal, hacia las 6 de la tarde y con una incertidumbre más grande que la tragedia que iba a sacudir al pueblo, una gran proporción de los habitantes del municipio de Bojayá, Chocó, apelaron como su última esperanza, ante la amenaza venidera, a esconderse en ese espacio sagrado que en ese momento no sería testigo de una tradicional misa: la iglesia. Cuando las botas “pantaneras” no coincidieron con las de cuero, los habitantes sabían que algo muy malo iba a suceder y creyeron que fuera lo que fuera, “la casa de Dios la iban a respetar”. Así que ya adentro, más de un centenar de personas nunca se imaginaron que un cilindro iba a explotar y que como consecuencia el terror al pueblo iba a llegar. El resultado: 79 personas muertas, 115 heridos y un relato colectivo que contar. A raíz del ataque el 2 de mayo de 2002 del frente Mario Vélez de las FARC-EP con cilindro bomba a los paramilitares que estaban ocupando la cabecera de Bellavista de Bojayá, se repetiría el usual adagio del conflicto en Colombia: la población en la mitad. No importando el lugar simbólico de un espacio como la iglesia, la preocupación del grupo guerrillero era recuperar el control territorial por medio del violento ataque a los paramilitares que, al parecer, tampoco les importó usar a los habitantes como escudo humano para preservar sus filas. Según cuentan los sobrevivientes, horas antes del ataque, algunos pobladores le habían pedido encarecidamente a los paramilitares que se retiraran de la cabecera, recibiendo rotundas negativas que calarían en una crónica de una masacre anunciada, pues al fin y al cabo “Bojayá fue el detonante donde se supo que nos estaban matando en el medio Atrato” en palabras de Delis Palacios . El relato colectivo, la memoria y la acción colectiva Todas estas experiencias sobre lo ocurrido obedecen al relato del niño que ya es grande, de la mujer que ya es más madura, de la anciana que ya no está, de la diócesis de Quibdó, en una palabra, obedecen a un relato colectivo que privilegia la construcción de memoria sobre lo que sucedió. El relato que tenemos de Bojayá es el relato de sus víctimas, de sus dolores, de su tristeza, de su temor, de su desconfianza. Este relato refleja, como diría Romero, cómo “la violencia se volvió parte de la rutina política como resultado de la competencia de los actores armados en diferentes regiones”, en 128
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este caso entre guerrilleros y paramilitares inscritos en una guerra sucia por el control sobre el territorio (Romero, 2005: 20). Cada testimonio, pues, se rehúsa a olvidar y, en su discurso, exigen la verdad. ¿Habrá sido esta masacre el resultado de una combinación de acciones planificadas y racionales por parte de los grupos implicados? ¿Habrá sido ésta- siguiendo la mirada de González, Bolívar y Vázquez- una acción colectiva consensuada? Para estos autores, en una propuesta bastante interesante, “los paramilitares y las FARC obedecen a dos casos de acción colectiva violenta orientadas políticamente, que se insertan en estructuras espaciales que generan condiciones de violencia” (Bolívar et al, 2009: 44). Sin embargo, sería bastante apresurado hacer afirmaciones en situaciones tan delicadas como estas, y más cuando se sostiene que el Estado también estuvo implicado de modo indirecto en dicha masacre: en pocas palabras, cuando todavía esa verdad es bastante insipiente. De todos modos, un aspecto relevante de ese relato colectivo de los testimonios del documental, a propósito de la propuesta de dichos autores, es la forma como privilegia la construcción de memoria, pero fundamentalmente a través de la acción colectiva. Todos los relatos, sin excepción, son construcciones simbólicas realizadas alrededor de asociaciones, agremiaciones o grupos de misioneros. A diferencia de lo que ocurrió con los relatos sobre la Violencia en donde lo que se pudo saber de dicho periodo fue gracias a experiencias concretas, individuales e intersubjetivas como en el caso de “Los años del tropel” (Molano, 2006), en Bojayá es clave cómo la memoria se ha ido construyendo gracias a un relato común de sus víctimas, lo que las convierte en actores fundamentales del conflicto en Colombia. Entonces aparece Delis no como víctima sino como la principal dirigente de la Asociación de Víctimas Dos de Mayo (ADOM); aparece la hermana Agustina como la voz de las misioneras; aparece el líder Embera como el representante de la ASOREWA; Leyner Palacios como el líder de COCOMACIA; el sacerdote Jesús de las Diócesis de Quibdó; y así muchas otras asociaciones que se fueron creando como forma de agenciar colectivamente lo sucedido. En síntesis, lo neurálgico a resaltar es que la construcción de ese relato, del que se ha venido hablando, fue el resultado de la acción colectiva de los habitantes de Bojayá que se agruparon y movilizaron alrededor Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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de diversas asociaciones con el fin exclusivo de enriquecer el debate por la construcción de memoria y el reclamo ante el Estado por sus derechos: es decir, como actores fundamentales en el conflicto por el simple hecho de estar siempre en el medio. El relato colectivo y la configuración violenta del Estado Cada testimonio insta en responsabilizar a la guerrilla por su crimen de guerra, a los paramilitares por usar a la población civil como escudo y, sobre todo, al Estado por su omisión por no repeler a los segundos cuando salieron libremente desde Turbo hacia Bojayá. Las pancartas, las movilizaciones, las arengas, todas coinciden en responsabilizar, además de los grupos implicados, al Estado colombiano no solo por no proteger la vida de las victimas durante la masacre sino también por no cumplir con los procesos de reparación, restablecimiento, garantías de no repetición y verdad. Lo importante a destacar como segundo aspecto de ese relato colectivo, es cómo desde la perspectiva de los afectados, como actores del conflicto, se manifiesta el proceso de configuración violenta del Estado. La exigencia y los reclamos por parte de los habitantes de Bojayá constituyen un aspecto relevante: no son bojayaseños quienes exigen; son víctimas de la masacre de Bojayá quienes a través de la acción colectiva hacen valer sus derechos. En el momento en que el Estado reconoce que debe cumplir con los procesos de reparación, restablecimiento, garantías de no repetición y verdad para los afectados de Bojayá, está reconociendo y legitimando el lugar simbólico de la categoría socio-jurídica de las víctimas como unos actores dentro del conflicto. Cuando esto ocurre, las víctimas se convierten en sujetos políticos que construyen una subjetividad colectiva como formas de autoidentificación en su lugar en medio del conflicto. Como se expuso más arriba, citando a Retamozo: La constitución de los sujetos políticos puede concebirse a partir de una rearticulación de la subjetividad colectiva que opera en la desnaturalización de los sentidos hegemónicos [...] permite un corrimiento, un acto de identificación, la subjetivación y la apertura de instancias relativamente autónomas de conformación surgidas de la ruptura de la sujeción; allí el sujeto parcialmente se autodetermina (Retamozo, 2009: 86).
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En este sentido, entender la configuración moderna de un Estado como el colombiano, es entender el lugar que se le da a los ciudadanos clasificados simbólicamente en categorías sociojurídicas como “desplazados”, “victimas”, “victimarios”, “comunidades”, “terroristas”, “desmovilizados”: es decir, es entender que a cada sujeto se lo convierte en un sujeto político implicado necesariamente en categorías que sirvan como dispositivos de control, ya sea para llevar estadísticas, ya sea para intervenir o ya sea para no hacer nada. Entender la configuración del Estado es observar cómo estas categorías se convierten en cifras y cómo esas cifras sirven para legitimar la gobernabilidad: es entender el ejercicio de gobernar como la estrategia biopolítica de ejercer “un micropoder sobre el cuerpo que también dé lugar a medidas masivas, a estimaciones estadísticas, a intervenciones que apunten al cuerpo social entero o a grupos tomados en conjunto” (Foucault, 2002: 176). Entender la configuración del Estado colombiano es observar cómo la diversidad se delimita al autoreconocimiento muchas veces impuesto precisamente desde esa construcción de categorías, pues “el drama del reconocimiento se representa en el plano individual, pero también entre grupos” (Taylor, 1996: 18). Entender la configuración del Estado, pues, es escuchar a Delis cuando dice que se autoreconoce como afro, como víctima y como representante de una asociación de víctimas. De todos modos, es significativo destacar el carácter violento de esa configuración, pues el Estado a la vez que reconoce que debe cumplir con los procesos de reparación, restablecimiento, garantías de no repetición y verdad, coacciona ese derecho cuando no privilegia la voz de las víctimas sino la de los victimarios y cuando se dedica a “construir obras de infraestructura solo después de las tragedias, sin reconstruir el tejido social de la comunidad” en palabras de Delis. Según Benjamin, en esta “diferencia de interpretación se expresa la contradicción práctica de la situación jurídica, según la cual el Estado reconoce un derecho, frente a cuyos fines, en cuanto naturales, se mantiene indiferente, pero en caso extremo se les opone de manera hostil”. (Benjamin, 2001: 5). En ese orden de ideas, la violencia política en ese proceso de configuración “sería un medio instrumental para conseguir ciertos fines específicos (gobernabilidad por ejemplo) y, por lo tanto, requiere de una justificación externa” que en este contexto sería la ley como forma legítima de acción (Retamozo, 2009: 87).
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El relato colectivo, el acontecimiento y la población en el medio Además de resaltar el lugar de la acción colectiva y la configuración violenta del Estado en el relato colectivo de las víctimas, se debe analizar brevemente cómo dicho discurso involucra a Bojayá como acontecimiento más allá de su lugar como territorio y cómo dicho evento permite reflexionar sobre el lugar de la población. En términos sociológicos, tomando la concepción de Fernand Braudel, el acontecimiento se podría definir como un hecho histórico, que impacta fuertemente en las representaciones de los sujetos y que da lugar a una serie importante de cambios en diversas esferas de la estructura social. Braudel, al definir este concepto, criticaba la versión tradicional de la historia que se conformaba sólo con la descripción básica del acontecimiento y no analizaba el contexto en el que efectivamente se presentaba. Para este autor, los acontecimientos deben ser ubicados temporalmente y deben ser analizados con los lentes del pasado y no con los lentes del ahora (Braudel, 2002). Bojayá, pues, comenzó a hacer parte de las representaciones de los medios de comunicación, de la opinión pública, de una proporción de colombianos no como un municipio turístico del Chocó rico en fauna silvestre y diverso en culturas; Bojayá es la “masacre de Bojayá”, son los 79 muertos, los 115 heridos, la iglesia destruida, la virgen sin manos, en una palabra, Bojayá es el relato colectivo de sus víctimas. Como ya se había sostenido, lo que se ha podido saber de la masacre obedece a las experiencias colectivas de los habitantes que presenciaron el ataque y lograron sobrevivir: pues gracias a iniciativas como el documental realizado por el Centro de Memoria Histórica, se ha privilegiado la voz de las víctimas y no la de los victimarios con los lentes puestos siempre en la experiencia ad hoc. Esta forma de conocer lo sucedido, el que las víctimas se hubieran organizado en asociaciones para exigir sus derechos, la difusión en medios, el que Bojayá apareciera en la mente no solo de los bojayaseños sino de muchos otros colombianos de esa forma particular gracias, por primera vez, al relato de las víctimas, convierte este hecho histórico en acontecimiento. Bojayá es un acontecimiento en tanto que transformó la forma en que estábamos leyendo el conflicto al darle agencia y al haber privilegiado el relato de los que siempre están en medio: sus víctimas. Lo que particularmente también hace que Bojayá y el Salado, por ejemplo, estén en el imaginario de las personas de esa forma específica, es el número de víctimas: pues en un país donde el conflicto es algo tan cotidiano y donde no sorprende escuchar en los 132
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medios todos los días que hubo cierta cantidad de muertos, cuando esa cifra se vuelve escandalosa como en los casos mencionados, el hecho cotidiano se vuelve histórico. Esta cuestión vincula directamente al acontecimiento con la difusión mediática y con la construcción simbólica de discurso que hacen los mismos medios para “informar”, ¿o acaso lo ocurrido en el Chengue o Macayepo, por ejemplo, no fue lo suficientemente traumático? Las víctimas están reclamando el lugar que les pertenece como actores del conflicto armado. Las victimas están alzando su voz de protesta ante un Estado que privilegia la verdad por parte de los victimarios y no la verdad contada por ellas mismas. Las víctimas, pues, han tenido la difícil tarea de auto-visibilizarse por medios alternativos como el relato colectivo ante la indiferencia de muchos por reconocer que la más perjudicada con esta guerra es precisamente la población: la que está y estará siempre en la mitad. La Sierra El número definitivo de muertos había pasado a treinta y cuatro. No se sabe de dónde ni cómo nació la idea, en seguida aceptada por todo el mundo, de que los cuerpos no deberían ser enterrados en los cementerios como muertos normales, que las sepulturas deberían quedarse per omnia saecula saeculorum en el terreno ajardinado fronterizo a la estación del metro. Ensayo sobre la lucidez, José Saramago (2004).
Una breve contextualización Cuando se habla de Colombia como un país diverso en su gente, en su fauna y en sus prácticas culturales, se nos olvida muchas veces que Colombia también es un país diverso en cuanto a sus actores armados. No bastándonos con los famosos bandoleros de los años de la Violencia, fueron surgiendo grupos de guerrillas liberales que calaron en lo que hoy se conoce como las FARC (Pizarro, 2011). Fueron surgiendo, también, guerrillas foquistas que hoy el país reconoce como el ELN (Peñate, 1999) y fueron surgiendo las hoy extintas EPL y M-19, ésta última, una guerrilla fundamentalmente mediática y con fuertes vínculos en las ciudades (Bateman tomado en Lara, 1995): estrategia militar a la que apelaría igualmente el ELN, sobre todo en la zona de ladera de Medellín. Ya con cuatro grupos Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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guerrilleros grandes , los ochentas demostraron al país y al mundo entero que el conflicto por el control territorial crearía focos de violencia de diversos grupos, además de los mencionados grupos de izquierda: y con el narcotráfico, el paramilitarismo. Como muy bien lo señala Gustavo Duncan en su texto “Los señores de la guerra: de paramilitares, mafiosos y autodefensas”, “los paramilitares, como grupo armado, estaban marcados por su carácter de subordinación a otros actores del conflicto (…) eran estructuras de guerra construidas en paralelo a otras estructuras con intereses superiores a los suyos” esto es, los terratenientes, en un primer momento, y los narcotraficantes, en un segundo momento (Duncan, 2007: 242).
Como lo expresa Duncan, el mito fundador establece que los paramilitares comenzaron a surgir ante la necesidad de los terratenientes de evitar el boleteo de las guerrillas: comenzaron a surgir con un discurso fundamentalmente anti-insurgente. Sin embargo, en otras zonas y en años posteriores, sus funciones se diversificaron hacia la protección de los bienes ilícitos de los narcotraficantes: se comenzaron a conformar como ejércitos privados al servicio del narcotráfico. De todos modos, el proyecto paramilitar, con el liderazgo de los hermanos Castaño, estableció la ardua necesidad de unir a todos los focos paramilitares de Puerto Boyacá, Barrancabermeja, sur de Bolívar, Antioquia y Córdoba con la pretensión de establecer fuertes vínculos y redes locales de poder y así marcar una cierta independencia frente a los narcotraficantes en el financiamiento de sus filas. En palabras de Duncan, “el proyecto de las autodefensas pretendía imprimir un tipo de organización política al interior de los territorios protegidos, de modo tal que no se limitara su accionar al simple hecho de ser escoltas de narcos” (Duncan, 2007: 249). En síntesis, fue el clientelismo armado la principal herramienta de los paramilitares para seguir ejerciendo soberanía sobre los territorios que antes protegían para los narcos. Fue en esa dinámica, precisamente, que las redes del poder local de los paramilitares se extendieron hasta las ciudades con el fin de debilitar la esfera política de las FARC- ante su confrontación por el poder local- a través del masivo asesinato de miembros de la Unión Patriótica: además, no debían dejar que se siguiera extendiendo el poder de las milicias urbanas del M-19 y el ELN. 134
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El poder de los paramilitares, en ese sentido, llegó a finales de los ochenta y principios de los noventa a las ciudades, particularmente a Medellín, reforzándose en 1996 con la creación del Bloque Cacique Nutibara en el nororiente antioqueño (Reyes, 1997). Pero no llegó a cualquier Ciudad. El poder llegó a la ciudad excluida por la gran ciudad: el poder llegó a la ciudad que veía desde arriba como estaba siendo excluida por la de abajo. Ya ahí, en la ladera, en la montaña, en la Sierra donde Cielo y el cielo se encuentran para “ir a Medellín a visitar al novio que está en la cárcel”, las voces que claman la paz se encuentran con las balas que nunca dejaron de sonar. Y hablaron Edison y Jesús, dos jóvenes a los que la guerra tomó y nunca soltó. El control sobre el territorio como un ejercicio político de muerte El caso de La Sierra, como también el de Bojayá, sin duda alguna reflejan la expresión última de la soberanía en aras del conflicto: muestra la capacidad de algunos para decidir quién puede vivir y quién debe morir. Algunos como Edison y Jesús, quienes a sus escasos 22 y 19 años de edad respectivamente tenían sobre sus espaldas no sólo el pasado y oxidado fúsil de la guerra sino también la difícil responsabilidad de proteger a la comunidad: de proteger el territorio, su territorio. Sus vidas, contando a Cielo, tenían mucho en común: dejaron de estudiar, fueron padres muy jóvenes y, lo más importante, como pobladores nacieron en medio de la guerra, en medio de las balas. No todos aprendieron a disparar a la misma edad, pero todos crecieron viendo cómo cada día amanecía con los pájaros cantar y un olor nauseabundo de los cuerpos tirados a las orillas del chaflán. La Sierra refleja la escabrosa cotidianidad del Bloque Metro de los paramilitares en la comuna 8 de Medellín en 2003, alrededor de la vida de dos de sus más importantes integrantes, Edison (el jefe) y Jesús (uno de sus integrantes) y alrededor de la vida de Cielo, esposa de un asesinado integrante del mismo grupo, novia durante el documental de otro e icónica figura de una subjetividad construida en medio de las balas. Por tal motivo, es especialmente llamativo el lugar simbólico que tiene la construcción de la masculinidad y la feminidad en los individuos de la población en tiempos de conflicto. “Las mujeres acá son desesperadas por el sexo” decía tímido ante la cámara Edison, padre de 8 hijos con distintas mujeres: “les gustan ver a los hombres con armas, les gusta el peligro”. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Por otro lado, Jazmín, una de sus mujeres, hablaba de lo triste que había sido que su papá le dedicara más tiempo a las armas y a la guerra que a ella, sin percatarse que su esposo era el vivo reflejo de eso que tanto odiaba: pero también de eso que tanto amaba. Cielo, igualmente, ante la muerte de su esposo Carlos, miembro del Bloque Metro, siguió apelando a ese modelo de masculinidad: a ese modelo que refleja poder y peligro a la vez. Más allá de una lectura psicoanalítica al respecto, un primer punto fundamental para comprender otro asunto del conflicto en Colombia y su relación con la construcción de sujetos sexuados, es cómo la construcción de la masculinidad y la feminidad es sin lugar a dudas una construcción discursiva: cómo el arma constituye el falo cargado simbólicamente de poder (Sampson, 2000) y cómo el tener muchos hijos se constituye como una demostración de una masculinidad que encuentra allí, la forma de reproducir ese poder. Porque por más que Edison haya querido tener solo hijas, sabe que sus hijos harán honor a su nombre. Como diría Cielo refiriéndose a su hijo: “el niño dice que va a matar a los que mataron a su papá”. En últimas, en el arma el hombre deposita su libido, la mujer encuentra su objeto de deseo y las balas, al mismo tiempo, atraviesan al enemigo. En ese sentido, para comprender este prolongado conflicto, en el caso de La Sierra, es fundamental tener en cuenta el lugar de la excepcionalidad: el lugar de la soberanía. El que Edison y Jesús durante el día fueran unos, haciendo parte de la población, estando “tranquilos”, visitando a sus familias, vistiendo pantalonetas y camisetas deportivas, y en la noche otros, vistiendo pasamontañas, pantalones camuflados con un radio y un arma como los mejores aliados, demuestra una manifestación de poder en donde se ejerce control sobre absolutamente todo. La meta fundamental de este conflicto es el control del territorio y la población, por lo que se hace todo lo que sea necesario para extender ese control por medio de la guerra hasta las últimas consecuencias. Según Mbembe, “la guerra también es un medio para establecer la soberanía, tanto como un modo de ejercer el derecho a dar la muerte” (Mbembe, 2011: 20). En el caso de La Sierra, la guerra por el territorio aparece no solo como el ejercicio sistemático de matar al Otro enemigo, sino también como el ejercicio sistemático de decidir quién vive y quién muere: en suma, la guerra en el contexto de La Sierra es un ejercicio necropolítico por excelencia. El análisis que aquí se propone particularmente, es que en la dinámica del 136
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ejercicio de soberanía, estos jefes paramilitares no sólo tuvieron agencia sobre la vida del eventual Otro enemigo ELN, sino también sobre la vida de la población, que estaba en medio; y, paradójicamente, sobre su propia vida teniendo en cuenta que también hacían parte de la población de un modo particular que ya se explicará. Hay que recordar que el modelo de paramilitarismo tipo Bloque Metro, al que pertenecían Edison y Jesús, obedeció tal vez a los últimos brochazos del proyecto de las autodefensas como organización denominada de esa forma. En palabras de Duncan, se podría llamar a esta etapa “la degradación desde sus adentros del proyecto paramilitar”, pues “la infiltración del narcotráfico dentro del proyecto paramilitar degradó la identidad inicial de las autodefensas (…) en respuesta a la guerrilla” (Duncan, 2007: 266). El que Edison y Jesús dispararan contra las milicias del ELN de un lado a otro no obedeció de necesariamente a una guerra por la ideología ni a un proyecto esencialmente anti-insurgente: obedeció, como se ha venido sosteniendo, a una guerra física y simbólica por el territorio y el control poblacional. Allí donde hay tierra que habitar y proteger y poblaciones que controlar, las balas ocupan un lugar más importante que la ideología: o, más bien, la ideología se limita al ejercicio sistemático de matar. En ningún momento estos dos personajes se refirieron de forma crítica al ELN como el enemigo a eliminar. En esta guerra el lugar del enemigo se desdibuja, no se sabe quién realmente lo es, pues como diría Edison “yo no me siento tranquilo porque todos quieren el poder”. Bajo esa lógica del enemigo interno cualquiera lo puede ser: el ELN, la comunidad y hasta ellos mismos. Por esta razón, la dinámica de la excepcionalidad en el ejercicio de la necropolítica, desde esta lectura, por lo observado en el documental, no se limitó a la administración del derecho de dejar vivir o hacer morir a ese eventual enemigo interno construido como el ELN; el estado de excepción en esta guerra fue y es para todos, inclusive para esa población que decían querer proteger a pesar de que en las mañanas siguientes a los constantes tiroteos aparecieran personas muertas de la comunidad: ancianos, mujeres, tal vez niños. La población al estar en medio- pensando la premisa de forma metafórica y discursiva y en este caso también literal- sufre las peores consecuencias de esta guerra. El campo de batalla del conflicto en Colombia está conformado, sobre todo, por la sangre y las lágrimas de las víctimas que están en el medio: Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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como lo ocurrido en Bojayá relatado más arriba. Sobre este punto, Giorgio Agamben, pensando en la lógica campo de concentración traslapable a lógica de excepcionalidad misma, nos dice: “Si la esencia del campo consiste en la materialización del estado de excepción y de la consiguiente creación de un espacio para la vida desnuda como tal, deberemos admitir, entonces, que nos encontramos virtualmente en presencia de un campo cada vez que una estructura así se crea, independientemente de la entidad de los crímenes que allí se cometan, y cualesquiera sean su denominación y su topografía específica” (Agamben, 2001: 37).
La Sierra se constituyó en su momento, entonces, como un estado de excepción en sí mismo. Toda suerte de ley, norma, imaginario o representación se suspendió. Los señores de la guerra- en este caso jóvenes de la guerra Edison y Jesús, como buenos soberanos en el ejercicio de la necropolítica por el control territorial y poblacionaldecidían qué se debía hacer y cómo se debía hacer, pues al fin y al cabo ellos eran la autoridad. Según Edison, “este barrio es la vida de nosotros (…) mientras estemos, vivos de aquí no nos dejamos sacar”, lo que implicó que el estado de excepción afectara las esferas más íntimas de lo social. El estado de excepción afectó el uso y lugar del lenguaje, el lenguaje de la guerra: “lo pelaron en la esquina”, “me encantan los fierros”, “cuando sea grande quiero ser guerrero”, “los hombres somos más fuertes que las mujeres”, “me da miedo lo que pase con mi familia, no conmigo”. El relato alrededor de la masacre de Bojayá y la toma en La Sierra es el relato de la guerra. La cotidianidad misma de la gente estuvo atravesada siempre por la guerra: ver al muerto lleno de moscas a la orilla de la acequia se hacía normal tanto para el niño como para el anciano que veía otro igual a él tirado en el piso. Como diría Mbembe, “el terror se erige como componente necesario para el ejercicio necropolítico” (Mbembe, 2011: 27). El ejercicio necropolítico de control territorial en ambos casos implicó una dinámica de relacionamiento de los paramilitares o guerrilleros, como los soberanos, con las personas que habitaban dichos territorios desde diversas formas de representación simbólica: un relacionamiento a través, precisamente, del lenguaje, de los muertos 138
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visiblemente ensangrentados, de los espacios de socialización, en una palabra, de la cotidianidad. Ese relacionamiento en medio del estado de excepción se llegó a justificar inclusive por medio del alcance “por fin” de la paz, por más eso implicara también la muerte de esos que tanto la anhelaban: las personas de la comunidad. Así, pues, “el estado de excepción es necesariamente violento, aunque solo sea en aras de la preservación de la paz” (Sampson, 2000: 14). Como diría un habitante de La Sierra al inicio del documental: “la vida de nadie vale nada”, sobre todo, en el ejercicio de la necropoder como dispositivo para el control territorial y poblacional. Reflexiones finales El presente artículo analizó la masacre de Bojayá y la toma por parte de paramilitares a La Sierra (Barrio de la comuna 8 de Medellín) con el fin de mostrar cómo los diversos actores armados implicados configuraron una serie de dinámicas de control poblacional en las dos comunidades. Para el caso de Bojayá, se analizó el relato de las víctimas de la masacre de alrededor de tres aspectos fundamentales: como un relato colectivo que privilegia la construcción de memoria a través de la acción colectiva; como un relato colectivo que desde la perspectiva de víctimas, ayuda a manifestar la dimensión violenta en la configuración del Estado; y como un relato colectivo que involucra a Bojayá como acontecimiento más allá de su lugar como territorio. Para tal reflexión fue fundamental hacer una lectura del documental como un homenaje a la memoria de Bojayá a partir de una serie de relatos construidos colectivamente; fue fundamental apreciar la noción de víctimas como una categoría que convierte a los afectados en actores del conflicto como sujetos políticos; y fue fundamental, también, tratar de definir qué implicó Bojayá como acontecimiento en donde se visibilizó una cruda realidad del conflicto armado colombiano: la población siempre en la mitad. Como habrá podido observar el lector, el análisis de este proceso se basó sustancialmente en la experiencia subjetiva de Delis Palacios (víctima en Bojayá). Desde el primer momento en que ella intervino, en sus palabras, en sus gestos y en su tono de voz, se percibió la importancia que tiene la construcción de memoria para el ejercicio de reparación, restablecimiento y garantías de no repetición para estas poblaciones. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Para el caso de La Sierra, el documental refleja claramente la expresión última de la soberanía en aras del conflicto: muestra la capacidad de algunos para decidir quién puede vivir y quién debe morir. En suma, La Sierra refleja el ejercicio de la necropolítica como dispositivo poderoso y eficiente para ejercer control sobre un territorio y la población. La intención en esta parte del artículo era hacer una lectura del conflicto reflejado en el documental en aras de las implicaciones que tuvo ese necropoder no sólo sobre el eventual enemigo (ELN), sino también sobre la población y sobre la misma subjetividad de los soberanos en cuestión, Edison y Jesús, ante el desdibujamiento en medio de la guerra de la figura de la amenaza: pues ante la disputa del territorio, cualquiera lo puede ser, inclusive los mismos paramilitares como fue el caso del Bloque Cacique Nutibara, bajo la lógica del enemigo interno. En ese sentido, se reflexionó alrededor de la forma como se construyeron los sujetos sexuados en medio de la guerra, cómo se construía la masculinidad y la feminidad en los pobladores, cómo la guerra se convierte en últimas en la única forma que tienen sus guerreros de liberar esa energía libidinal y cómo las armas y el peligro se convierten en un objeto de deseo fundamental para las mujeres en medio de las balas. Así mismo, se cuestionó el lugar de la ideología cuando hay de por medio un ejercicio sistemático de necropolítica con relación a la construcción de ese eventual Otro-enemigo que decían estos jóvenes, fue por un momento el ELN. Ya en la parte final- planteando a La Sierra como un estado de excepción en sí mismo dadas las condiciones de suspensión de la ley- se analizó la implicación que tenía el ejercicio soberano de Edison sobre el territorio, respecto a la importancia del relacionamiento con la comunidad; relacionamiento que implicó una transformación de aspectos como el lenguaje, los espacios de socialización y, en general, la cotidianidad misma en la comunidad: proceso de adaptación al estado de excepción ante el inminente riesgo de morir. Respecto a los dos procesos analizados conjuntamente, se puede decir que tanto el relato de la masacre de Bojayá como el de la toma a La Sierra, constituyen los relatos de la guerra. La cotidianidad de ambas comunidades, estuvieron atravesadas por la guerra. El ejercicio necropolítico de control territorial y poblacional en ambos casos implicó una dinámica de relacionamiento de los paramilitares o guerrilleros, como los soberanos, con las personas que habitaban dichos territorios desde diversas formas de 140
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representación simbólica: un relacionamiento a través, precisamente, del lenguaje, del terror, de las balas, en pocas palabras, de la cotidianidad. Ese relacionamiento en medio del estado de excepción se llegó a justificar inclusive por medio del alcance “por fin” de la paz, por más eso implicara también la muerte de esos que tanto la anhelaban: las personas de la comunidad. Ya como reflexión final y para dejar el debate abierto, sería interesante analizar el lugar simbólico en general que ocupó el cuerpo del soberano como instrumento dosificado en medio de esta guerra, apelando a las escenas finales de La Sierra: en este caso, del entierro de Edison. En medio de una comunidad que lo lloraba, en medio de sus más de cuatro mujeres que lo aclamaban, fue interesante observar cómo el soberano lo seguía siendo a pesar de ya no estar, a pesar de estar muerto. Fue interesante, pues, observar cómo la gente rogaba por su alma a pesar de ser víctimas de ese ejercicio de excepcionalidad por parte del dispositivo necropolítico de ese soberano que estaba muerto: porque en sus corazones, él seguía vivo para proteger a La Sierra. Edison pasó de joven de la guerra a mártir de la guerra al que le suelen rezar todos los 24 de cada mes. Así, pues, para entender el conflicto en Colombia también hay que entender el lugar que ocupa el cuerpo del mártir, del líder, del jefe como elemento visiblemente simbólico del proyecto necropolítico en medio de un estado de excepción, tanto para quienes los lloran como para quienes se regocijan de tenerlo como trofeo: como ha ocurrido ya con la exposición de los cuerpos de los guerrilleros Raúl Reyes y Alfonso Cano por parte del gobierno colombiano. El cuerpo, pues, se vuelve esencial. Para el seguidor del mártir es necesario volver a la lucha cuerpo a cuerpo con el enemigo como forma de vendetta, como se planteaba en las guerras de antes, pues “cada enemigo masacrado aumenta el sentimiento de seguridad del superviviente” (Mbembe, 2011: 66). Así mismo “el candidato a mártir transforma su cuerpo en máscara (…) el cuerpo no sólo esconde el arma: el cuerpo se transforma en el arma, y no en un sentido metafórico sino literal, balístico” (Mbembe, 2011: 67). Lo que le importa al mártir es acabar con el cuerpo del “Otro” al tiempo que acaba con el suyo, ¿o acaso Edison y Jesús o los guerrilleros y paramilitares de Bojayá pensaban en el futuro?
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De primera mano
Roles y funcionalidades de los think tanks. El caso americano* Entrevista a Margaret Myers Directora del Programa China y Latinoamérica del InterAmerican Dialogue. Por María A. López Orduz Estudiante de Sociología y Ciencia Política, Universidad Icesi.
María López (ML): ¿Por qué son necesarios los think tanks? Margaret Myers (MM): En EEUU, existen diversidad de think tanks que influyen sobre políticas públicas y también sobre asuntos domésticos. En ese sentido, son muy importantes en términos de formulación de políticas al brindar asesorías o al hacer las veces de creadores de políticas. ML: ¿En qué áreas o temas de concentran la mayoría de los think tanks? MM: En el caso de los Estados Uni*Entrevista realizada y traducida al español por María A. López.
dos, particularmente en Washington D.C. se habla mucho acerca de los asuntos nacionales entre distintos think tanks, no obstante hay algunos que se concentran en temas puntuales como medio ambiente, salud, seguridad, inmigración, entre otros. Generalmente, ellos tienen una gran influencia en todas esas áreas sobretodo en la formulación de políticas públicas. Existen también otros think tanks que se concentran en Latinoamérica, el InterAmerican Dialogue es uno de esos. Hay enormes tanques de pesamiento como por ejemplo el Woodrow Wilson International Center y el Council of Americas.
Entrevista a Margaret Myers
“El Inter-American Dialogue es una organización dirigida a brindar información crucial acerca de lo que está sucediendo en todo el hemisferio, también, a construir consenso sobre temas relevantes para la región y para proponer soluciones a los formuladores de políticas y a los tomadores de decisión.”
Todos estos ejercen una gran influencia, como ya lo he dicho, en la formulación de políticas, pero también proveen información a la academia, comparten lazos con los medios de comunicación que les permiten informar a las personas sobre sus estudios y estadísticas. Los think tanks no se concentran en un área en específico, no obstante puedo decir que el gran lugar en común es la política exterior. ML: Cuando se revisa alguna literatura, podemos encontrar diversidad de posturas sobre la función social de los think tanks. Una de ellas, afirma que el rol o Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
función social de estos tanques es crear opinión pública. ¿Está usted de acuerdo con esta afirmación? MM: Yo creo que los think tanks tienen diferentes motivaciones. Algunos apuntan hacia la generación de información, hacia la construcción de consenso, muchos de ellos trabajan por proponer políticas reales y factibles, y otros, se concentran en generar opinión pública. Hay cierto número de think tanks que se dedican únicamente a impactar la opinión pública en temas específicos como el cambio climático en oposición a China, entre otros. 147
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El Inter-American Dialogue es una organización dirigida a brindar información crucial acerca de lo que está sucediendo en todo el hemisferio, y también, para construir consenso sobre temas relevantes para la región y para proponer soluciones para los formuladores de políticas y los tomadores de decisión. Entonces, el Inter-American Dialogue buscar informar y no necesariamente impactar la opinión pública. ML: Dado que los think tanks proveen información relevante, algunos consideran que los blogs sobre asuntos sociales, políticos y económicos pueden reemplazar esta función de la que usted nos ha hablado. ¿Qué opina sobre esto? MM: No creo que esto sea posible, quiero decir, nosotros en el Inter-American tenemos blogs estos son de hecho una importante herramienta para educar e informar a las personas acerca de lo que está sucediendo con las políticas públicas y otros asuntos, pero no nos limitamos a ello. Si bien los think tanks comparten con los blogs la función de informar, el rol de los primeros va mucho más allá, pues brinda importantes datos a los formuladores de políticas, construye vínculos con instituciones po148
líticas como el Congreso e incluso con el sector privado, entre otros miembros de la sociedad. La información es una pequeña parte de lo que un think tank puede ofrecer, por eso su enorme diferencia con los blogs. ML: A propósito del período de elecciones, ¿cree usted que los think tanks deberían amplir sus funciones y ayudar –por ejemplo- al votante a elegir a su candidato? MM: Diría que eso depende de la nación en que se encuentren. Hay muchos de ellos que se dedican a promover las relaciones entre los formuladores de políticas y la sociedad, entre el sector público y privado, o entre la sociedad y las empresas, al igual que construir compromiso social entre las partes. Sin embargo, hay think tanks que buscan influenciar fuertemente en lo público especialmente en las sociedades democráticas donde el público, o las personas, tienen tanta influencia sobre la formación de opinión. En ese sentido, los think tanks pueden, por ejemplo, presentar análisis prospectivos sobre la implementación de políticas de Estado o propuestas de candidatos como sucedió en Estados Unidos con el Obama Care. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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En EE.UU. hay diversidad de think tanks dedicados a criticar o analizar las proposiciones del gobierno, como también hay otros que se concentran en plantear posibles escenarios a partir de las propuestas de los candidatos. Así que, de alguna manera, informar mejor al votante, está comenzando a ser una función de los think tanks. ML: ¿Crees que los think tanks pueden contribuir con el desarrollo de la democracia? MM: Sí, de hecho ese es uno de los objetivos que tenemos en el Inter-American Dialogue. Nosotros tratamos de promover el fortalecimiento de las instituciones, el desarrollo democrático de la región. De hecho tenemos un programa que apunta particularmente a ello. Un programa que tiene como objetivo identificar las libertades democráticas, las debilidades gubernamentales, la forma como se hacen las leyes, los procesos de toma de decisión, la manera en que se llevan a cabo las políticas públicas, entre otros elementos, con el propósito de sensibilizar e informar a los ciudadanos, brindar sugerencias a los líderes y recomendar las buenas prácticas. Todo esto para contribuir con el fortalecimiento Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
del gobierno en todos los niveles, desde el nacional hasta el local. Estas actividades las realizamos por medio de publicaciones, apariciones en radio, eventos y reuniones con líderes, en Estados Unidos y también en Latinoamérica. Sin duda el fortalecimiento de la democracia es una de las misiones que más pueden interesar a los think tanks, pues son un importante actor para alcanzarla. ML: En el caso de EEUU ¿qué cree que falta mejorar en términos jurídicos, organizativos o de cualquier otra índole a los think tanks? MM: Yo creo que los think tanks lo están haciendo muy bien. Creo que son más fuertes de lo que parecen. En Estados Unidos tenemos muchos think tanks, no sé cómo se encuentren en otras regiones pero, particularmente, este país tenemos muchas de estas organizaciones cubriendo casi todos los temas posibles. Y eso no está mal, muchas de ellas contribuyen con importantes hallazgos, son muy hábiles para hallar interesados en apoyar sus proyectos al igual que políticos que adopten sus ideas y logren cambios relevantes. Son muchos los think tanks que están produciendo información y conceptos sobre asuntos po149
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líticos del ámbito doméstico e internacional. Hay que reconocer que aportan excelentes asesoramientos. No obstante, hay muchos otros que se consolidan únicamente como plataformas para influenciar políticas según otro tipo de intereses que no benefician al conjunto de los ciudadanos. ML: En la conferencia que dictó hace unos días en la Universidad Icesi, habló sobre los conflictos de intereses que enfrentan muchos think tanks por la fuente de donde provienen sus recursos. ¿Podría por favor hablarnos un poco sobre ello? MM: Específicamente en Estados Unidos, se ha escrito en medios como el New York Times acerca de la influencia que ciertos donantes ejercen sobre los think tanks, y el potencial que tienen éstos para afectar la formulación de políticas. Y esto no es algo que el gobierno de los Estados Unidos espera que suceda. Esta influencia proviene de las grandes y mayoritarias donaciones que actores poderosos realizan a ciertos think tanks. Esta situación es, o puede ser, problemática para muchos think tanks respecto al mantenimiento de una posición abierta e independiente frente a los grandes asuntos del país, como el cam150
bio climático, ya que estas generosas donaciones pueden alterar la integridad de la agenda. Esta situación no es muy común , de hecho muchos think tanks se mantienen muy abiertos e independientes a pesar de la fuente de sus donaciones (instituciones, etc.). Honestamente, en el Inter-American Dialogue hemos hecho un buen trabajo y tenemos esto muy claro: no somos influenciados por los recursos que recibimos, antes bien trabajamos por nuestras ideas. ML: Desde su cargo en el InterAmerican Dialogue, ¿cuáles considera que son los grandes retos que enfrenta un think tank? MM: Uno de los pricipales retos es sin duda el fundraising porque no siempre tenemos los recursos suficientes para operar y cumplir nuestros objetivos, que por cierto no son nada pequeños. Adicionalmente, pienso que otro reto es mantener una amplia red de contactos en todo el hemisferio, red compuesta por actores relevantes que puedan ayudarnos a realizar nuestro trabajo. Obviamente, las condiciones cambian, especialmente en Latinoamérica, surgen nuevas generaciones con nuevas ideas y nosotros necesitamos actualizarnos y Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
Entrevista a Margaret Myers
conocer a los skateholders del momento e incorporarlos a nuestra red. Mantenernos en esta labor es realmente importante para los think tanks en general. ML: ¿El Inter- American Dialogue tiene relaciones con las universidades estadounidenses? MM: Sí. Nosotros no tenemos relaciones formales con las instituciones universitarias pero trabajamos en conjunto en muchas publicaciones y eventos. El Inter-American Dialogue trabaja muy de cerca, por ejemplo, con la Universidad de Georgetown, desde el programa que dirijo sobre China y Latinoamérica trabajo en un proyecto con la Universidad de Boston con la que publicamos cada año, también con la Universidad del Sur de California, y en lo personal trabajo en un libro con la Universidad de Harvard. Puedo decir que este es el caso de muchos thin tanks. Mantener este tipo de relaciones con la academia y los expertos es realmente importante para nosotros. Esto no solo con universidades de los Estados Unidos, también en Asia con la Universidad de Pekín, en China, por ejemplo, al igual que en Latinoamérica.
Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
ML: ¿El Inter-American Dialogue brinda espacios para que los estudiantes universitarios de último año puedan realizar sus prácticas profesionales o trabajar en investigación? MM: El Inter-American Dialogue siempre está buscando internos o pasantes que trabajen en investigación, planeación de eventos, entre otras funciones. Estos espacios son reducidos dado que nuestra organización no es muy grande, somos cerca de 30 personas. Sin embargo tratamos de incluir pasantes de la región en que estemos. Las prácticas o programas de internado no son pagados dado que somos una organización sin ánimo de lucro pero siempre tratamos de brindar una excelente experiencia que le permita al estudiante desarrollar sus capacidades. Creo que esta es una gran experiencia.
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ReseĂąas
Transacciones e identidades. China y México a través de la Interdependencia Compleja y del Constructivismo Juan Diego Mejía E. (Juandiegomejia97@hotmail.com)
Dussel P, Enrique (2012). 40 años de la relación entre México y China: acuerdos, desencuentros y futuro; México, DF, Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Economía, Centro de Estudios China-México, 436 pp. Partiendo del hecho de que el libro es el resultado de un trabajo interdisciplinario, es claro que se puede llegar a analizar desde diferentes perspectivas dentro de la heterogeneidad del público que recoge, en este caso se analizará a través de los ojos de la interdependencia compleja y del constructivismo. Es interesante observar desde la experiencia de los diferentes embajadores, tanto chinos como mexicanos, la manera en que los lazos culturales se van fortaleciendo, hasta llegar a tal punto de celebrar cada año nuevo chino en México; ver la forma en que ambos Estados, multiétnicos y multiculturales, compar155
ten historia desde hace cuarenta años a pesar de la distancia y del lenguaje. Por ello, este libro es el resultado de un seminario que se llevó acabo en la Universidad Autónoma de México en el año 2012, con la intención de analizar la relación bilateral entre México y China desde sus inicios en 1972, y teniendo como objetivo seguir manteniendo la cooperación y el intercambio cultural, político y comercial entre las dos naciones. Siguiendo la línea argumental de la teoría de la interdependencia compleja, es preciso aclarar que se necesita de una relación que implique intercambios Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
Juan Diego Mejía E.
y costos. Intercambios en materia de bienes, personas, dinero, y de comercio en general. Así, centrándonos en la relación bilateral entre México y China, se afirma que la relación comercial entre ambos Estados se incrementó más de quince veces del 2000 al 2012. Indiscutiblemente esta relación trae beneficios para ambos Estados. En el caso mexicano, varias empresas chinas han puesto confianza en su mercado, habiendo presencia de empresas como Huwaei y Golden Dragon; en el caso chino, hay presencia de empresas mexicanas como Bimbo, Cerveza Corona y Grupo Maseca. Asimismo, es preciso explicar la importancia de las importaciones de China en México y viceversa. Dentro de los primeros productos más importados desde China están los computadores, productos textiles terminados, y productos de tecnologías de comunicaciones; y desde México en China, recursos como el petróleo crudo, el hierro, y cobre condensado. De esta manera se crea una relación de dependencia mutua entre ambas naciones, sin embargo, Dussel afirma que se trata de una relación asimétrica pues México está importando más de lo que exporta, representando un 10% en exportaciones y un 90% en las importaciones de la relación bilateral. Sin 156
lugar a dudas México es más sensible que China, sin embargo, la presencia China en México implica una industrialización en el país, un desarrollo en materia económica mediante la inversión extranjera directa, acompañada por un endeudamiento, muy al estilo brasilero.1 Ahora, si se analiza la relación bilateral a partir del constructivismo, es oportuno recordar algunas de sus premisas principales. Hay que aclarar que para el constructivismo la auto-ayuda o selfhelp, no es una característica per se de los Estados, sino el resultado de un proceso, de una interacción de la cual se adquiere una identidad. La identidad a su vez viene acompañada de un rol que deberán asumir los Estados. Aplicando lo anterior a la relación de México y China, ambos países entran en un sistema de seguridad cooperativa, pues entienden su seguridad nacional como sinónimo de la seguridad internacional por medio de la búsqueda de la paz global. Ejemplo de ello lo podemos ver en el Tratado de Tlatelolco donde “China jamás usaría o amenazaría con usar armas nucleares contra los paí1 1 La tasa anual del crecimiento del P.I.B brasilero incrementó de 1964 a 1973 (mostrando un desarrollo económico), pero de la misma manera la inversión extranjera directa por parte de Estados Unidos incrementó la deuda externa brasilera en los mismos años. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
Transacciones e identidades. China y México a través de la Interdependencia Compleja y del Constructivismo
ses no nucleares de América Latina ni contra la zona desnuclearizada”, aquí vemos el compromiso de ambos Estados de salvaguardar la paz mundial. Asimismo la cultura también juega un papel fundamental en la creación de la identidad y “si bien es cierto que ambos países difieren en la ideología, sistema social, modelo de desarrollo, política y han tenido problemas en el área de comercio. No es menos cierto que la cultura siempre ha sido el sector de mayor identidad”. Empero, a pesar de que su identidad pudiera estar bien fundamentaba, muchas veces sufre tergiversaciones. En el caso Mexicano, los medios de comunicación, en algunas ocasiones de manera muy irresponsable, se han encargado de distorsionar la identidad de ambos países. Aun cuando la prioridad de los medios informativos de ambos países es encargarse del encuentro cultural y por lo tanto del entendimiento mutuo, de la amistad y de la caracterización de la identidad. Sin embargo, si bien es cierto que a lo largo del libro se plantearon las relaciones bilaterales desde perspectivas culturales-dialécticas, políticas-diplomáticas y económicas-comerciales, lo que sin duda alguna muestra el fuerte lazo Chino-Mexicano, es el lazo jurídiTrans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
co. México, yendo en contra de Estados Unidos, reconoció ante la ONU sólo a una China, a la República Popular de China, y explicó que carecía de principio legal que Estados Unidos quisiera reconocer a la RPCH, y al mismo tiempo defender la permanencia de Taiwán. Así, México ratificó que el verdadero representante del pueblo chino es el gobierno de la República Popular de China, y por ello votó en la Resolución 2758 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, a favor del reconocimiento de la RPCH como Estado, y como miembro de la ONU. El hecho anterior, no sólo es el inicio de los lazos de interdependencia entre China y México, sino que también hace parte de la identidad que ambos países comienzan a asumir en el escenario internacional. Tomando en cuenta los argumentos anteriores, se puede afirmar que el libro describe y explica lo que fue la génesis de la alianza bilateral, su fortalecimiento mediante la creación de lazos interdependientes, y el rol que surgió de la identidad de ambos Estados como guardianes del statu quo. Me gustaría finalizar afirmando que vale la pena leer este libro, si los intereses del lector están en entender las economías emergentes 157
Juan Diego Mejía E.
de Estados desarrollistas como lo son China y México, y de comprender de mejor forma los procesos diplomáticos a través de las macro y micro decisiones de carácter idiosincrático por parte de los embajadores. Este libro no sólo está dirigido a diplomáticos, este libro está dirigido a estudiantes, profesores, investigadores, o simplemente personas del común que buscan comprender más a fondo parte de la política exterior de ambos países. Analizar el actuar diplomático, el desarrollo económico bilateral y el posicionamiento de ambos países en el tablero internacional.
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¿El poder llegó a su fin? Diego Andrés Villamil Silva (Diego.villamils@outlook.com )
NAÍM, Moisés (2013). El fin del Poder. México D.F., México: Editorial Debate. 440 pp. Esta es una reseña de un libro sobre el poder. Básicamente, aquello que motiva a la gente; aquello que los gobernantes buscan tener, y, –una vez teniéndolo–, conservar y aumentar. Por lo menos ese es el consenso de muchos filósofos, como Maquiavelo, Hobbes o Nietzsche. Simpatizando con lo anterior, Moisés Naím expone su definición de poder -cuyo enfoque evoca un ensayo del politólogo Robert Dahl: “es la capacidad de dirigir o impedir las acciones actuales o futuras de otros grupos e individuos. O, dicho de otra forma, el poder es aquello con lo que logramos que otros tengan conductas que, de otro modo, no habrían adoptado” (p. 38). Además, precisa que es una fuerza que implica necesariamente una relación entre dos o más protagonistas: “Nadie se pasea con una cantidad fija y cuantificable 159
de poder, porque, en realidad, el poder de cualquier persona o institución varía entre una situación y otra” (p. 39). Moisés Naím, reconocido columnista, analista de economía y política internacional, doctor por el Massachusetts Institute of Technology, publica El Fin del Poder en octubre de 2013 –The End of Power, su título original. Aunque fue en 1989, a partir de una experiencia que él dice haber vivido intensamente -fue nombrado ministro de Fomento de Venezuela en ese mismo año-, de donde extrajo una lección que comprendió mucho tiempo después y le sirvió para construir su tesis. Dice que, la percepción que a menudo se tiene sobre las capacidades con que cuenta quien posee el poder, es errada; se le atribuyen facultades que cada vez son más limitadas, debido a que el poder está sufriendo mutaciones Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
Diego Andrés Villamil Silva
muy profundas. “Los poderosos tiene cada vez más limitaciones para ejercer el poder que sin duda poseen” (Naím, 2013, p. 15). “El Fin del Poder” es un libro fácil de leer, es ilustrativo y va dirigido a todos los ciudadanos del mundo. Quiero decir, a cualquier persona sin importar si se dedica a estudiar las Relaciones Internacionales o no pues los cambios que está sufriendo el poder nos pueden tocar –y nos están tocando– a todos. La humanidad ha sufrido grandes cambios en los últimos cuarenta años en múltiples ámbitos (la demografía, la tecnología, la economía, etc.), haciendo que el poder se vuelva más difícil de adquirir y, a su vez, de defender. Naím agrupa dichos cambios en tres categorías de transformaciones revolucionarias que, según él, definen nuestro tiempo: “la revolución del más, que se caracteriza por el aumento, la abundancia de todo (el número de países, la población, el nivel de vida, las tasas de alfabetización, el incremento de la salud y la cantidad de productos, partidos políticos y religiones); la revolución de la movilidad, que capta el hecho de que no solo hay más de todo sino que ese más (gente, productos, tecnología, dinero) se mueve más que nunca y a menor coste, y llega a todas partes, incluso a lugares que hasta hace 160
poco eran inaccesibles, y la revolución de la mentalidad, que refleja los grandes cambios de modos de pensar, expectativas y aspiraciones que han acompañado a estas transformaciones” (p. 32). El libro no trata una simple transferencia de poder de un protagonista a otro, el debate que realmente abre es, que está cambiando la naturaleza misma del poder. Ahora, no se trata tampoco de negar que el presidente de los Estados Unidos tiene poder, o que el Papa tiene poder, o que Google o los presidentes de los Bancos tienen mucho poder; se trata de que a pesar de tenerlo, son más vulnerables, más débiles, que quienes ocuparon esos mismos cargos años atrás. El poder se está degradando. Esto no es nuevo, a menudo se habla de ello y se tiende a atribuir todos estos cambios a la aparición del internet –a las nuevas tecnologías de la información–; sin embargo, esta explicación, en la opinión de Naím, es demasiado simplista y se queda corta. “En concentro, este libro cuestiona dos de los temas más habituales en las conversaciones sobre el poder en estos tiempos. Uno de ellos es la obsesión por internet como explicación de los cambios en el poder, sobre todo en la política y la economía. El otro es la obsesión por el cambio de guardia en la geopolítica, que Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
¿El poder llegó a su fin?
afirma que el declive de algunas naciones (en especial Estados Unidos) y el ascenso de otras (sobre todo China) son la tendencia que más está transformando el mundo actual” (Naím, 2013, p. 35)
Entonces, ¿quién o quiénes están impidiendo que los viejos y grandes actores tengan más limitaciones que nunca para ejercer el poder que sin duda tienen? “Son los micropoderes: actores pequeños, desconocidos o antes insignificantes, que han encontrado formas de socavar, acorralar o desmontar las megapotencias, estas grandes organizaciones burocráticas que antes dominaban sus ámbitos de actuación” (Naím, 2013, p. 86). Las tres revoluciones (más, movilidad, mentalidad) han cambiado la manera de pensar de las personas sobre la vida, “(…) Cuando una persona está mejor alimentada y es más sana, más educada, está mejor informada y más relacionada con otros, muchos de los factores que mantenían el poder en su sitio dejan de ser eficaces” (p. 95). Las personas ahora son más difíciles de regular, dominar y controlar. El fin del Poder es un libro completo, en el sentido de que no solo se limita a describir unos planteamientos –que ya resumí–: no solo expone qué, cómo y por Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
qué ha pasado lo que ha pasado respecto al poder y sus cambios; de igual forma, y muy importante a mi parecer, dedica sus dos últimos capítulos (capítulo 10 y capítulo 11) a explicar las implicaciones de su tesis, y la importancia de tomar acciones frente a dichos cambios. El capítulo 10, titulado La degradación del poder: ¿el vaso está medio lleno o medio vacío? Expone las implicaciones tanto positivas como negativas de la degradación del poder: “La degradación del poder tiene consecuencias indudablemente positivas: sociedades más libres, más oportunidades de elección para los votantes, nuevas plataformas para organizar comunidades, más ideas y posibilidades, más inversión y comercio, más competencia entre empresas y, por lo tanto, más opciones para los consumidores” (p. 320), lo anterior hablando en términos generales, por supuesto que se pueden encontrar excepciones desalentadoras; ahora, también tiene implicaciones negativas: “(…) fomenta también la aparición de infinidad de grupos criminales, terroristas, y otros que atentan contra la seguridad ciudadana y en algunos casos hasta erosionan la estabilidad internacional” (p. 323). El capítulo 11 –y último– del libro, El poder se degrada. ¿Y eso qué importa? ¿Qué podemos 161
Diego Andrés Villamil Silva
hacer?, el escritor venezolano expone sus conclusiones y sugerencias respecto a qué rumbo debe tomar el mundo para que el impacto de dichos cambios, sea positivo. La conclusión “quizá (…) más importante, es la urgente necesidad de cambiar nuestra forma de pensar acerca del poder” (p. 340). Dijo Bill Clinton “El Fin del Poder cambiará tu manera de leer las noticias, tu manera de pensar en política y tu manera de mirar al mundo”, creo que de una u otra manera, tiene razón, este libro, por lo menos nos hará poder contrastar con otro punto de vista los cambios que ocurren y ocurrirán en el ámbito de la política internacional.
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Complementos
Index of abstracts Dossier “The words should grow inside herself”: An ethical perspective to the act of listening Johan Sebastián Giraldo Serna [39-52] This essay will approach to the implications and responsibilities in the social research towards violent narratives in Colombia. Analyzes the narrative production from the individual memory and the listening as an act, put forward an ethical perspective to the act of listening as a way to approach critically these narratives. Keywords: Ethics, Listening, Memory, Violence Women victims of El Salado: An ethical reflection of armed conflict [53-65] Maria Camila Hernández Ceballos This essay seeks to analyze, from an ethical perspective, the damage on women victims of sexual violence in the context of armed conflict, with special emphasis on the situation experienced by the women of “El Salado” and violence perpetrated by paramilitaries, which it has been one of the most bloodthirsty and sadistic exercised within the framework of the Colombian armed conflict. Further analyzes, after 15 years of this massacrer, what were the dynamics of resistance that women victims have, in addition to its memory reconstruction processes, through the theory of ethics of memory. Moreover, to make a reflection on the damage that caused the armed conflict to political participation of women and the strengthening of democracy. Finally, through theories of ethics of responsibility and commitment, understand the responsibility of the State to the facts and the responsibility that as a woman and citizen, I assume in the conflict and structural injustices against women in its replicated.
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Keywords: Women victims - Sexual violence – Massacre of El Salado - Ethics of responsibility. Reflection on the role of actors in the armed conflict in Colombia and the importance of historical memory to peace building David Ernesto Bautista-Erazo [67-83] Colombia’s armed conflict is unique in its type and complexity. It can be understood by making an analysis of the historical context through a summary of the processes of origin, expansion and degradation. This war is currently degraded: neither the government nor the insurgents have been able to achieve their objectives through a military approach; on the contrary, it has only affected human development and it has also obstructed the options for people and their communities. In this sense, the damage and impact of the war have been profound, especially for the inhabitants of the periphery. This text aimed to make a historical contextualization that shows that the armed conflict in Colombia concerns, interests and affects diverse groups and that its effects, damages and impacts have been innumerable. Thus the roles of the government, the military forces, the insurgents, the victims, the minorities in state of in-defensiveness, the humanitarian organizations and the international and economic sectors were studied under the conflict’s dynamics. It was also shown that the bulk of people who do not suffer the war directly are the ones who must be highly sensitized for they are the individuals who hold the power to cope with post-conflict with effective peacebuilding. Finally, a discussion was made regarding the roles of historical memory and the testimonies that are recollected as a remembrance. They both serve as an alarm about how cruel the human being can become towards his or her peers; thus how important it is to strive for forgiveness and reconciliation and to understand that values must not be forsaken so that the post-conflict can be fructiferous and that the achieved peace can be stable and long lasting. Keywords: armed conflict, peacebuilding, victims, historical memory, post-conflict 166
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San Carlos: A social connection model amidst the violence Héctor Fabio Guerrero Berrío The present essay analyzes the dynamics that have had the armed conflict in the municipality of San Carlos, Antioquia, along the last decade of the twentieth century to the present. Specifically, it analyzes the moral, psychological and political damage generated by the massacres of El Choco and Dos Quebradas, and the social resistance actions made by the community for the construction of a new reality despite the violence. This suggests the importance of understanding the exercise of ethical reflection and memory that the victims have been made to set, according to the perspective of Iris Young, a social connection model, which has allowed them to take collective responsibility to confront the structural injustices that they have suffered. Keywords: Ethics of memory, Structural Injustice, Social Connection Model, psychological, moral and political damage.
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The fragility of women forcibly recruited in the guerrilla Daniela Echeverri Guzmán [95-110] This paper aims to present the reality of women who have been forcibly recruited to be part of the fronts of the FARC, in thought of the ethical challenges this implies in the current peace process in Colombia. Many of these women are raped and assaulted which delimits them as victims of the armed conflict. This can be interpreted as a contradiction in the original ideology of the revolutionary group, which also accounts for the physical and psychological damage, and ethical problems that exist when making decisions for the post-conflict. The essay includes a brief historical background of the guerrillas, then exposes the situation of some women and the violations they have suffer, and finally, presents an analysis from an ethical perspective, that allows the reader to understand the dilemma of women in the fronts and contradiction that this represents. Keywords: Armed conflict, ethical problem, women, human rights violation, FARC.
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Indicaciones para los autores A continuación se presenta información de interés para los autores que deseen publicar en TRANS–PASANDO FRONTERAS. Recepción de artículos • Los artículos postulados a ser publicados en TRANS–PASANDO FRONTERAS deben ser artículos inéditos y originales resultado de un ejercicio de investigación científica, reflexión teórica o revisión bibliográfica. • Es necesario que los artículos postulados no estén participando en procesos de evaluación en otras revistas. • Los artículos pueden ser postulados en español o inglés y serán publicados en español o inglés. • Los artículos pueden enviarse de dos maneras: a) Vía en línea: Regístrese y luego identifíquese en el Sistema de Gestión Editorial –Open Journal Systems (OJS)– de la revista. Luego, siga todas las instrucciones de la sección de “Envíos online”. b) Vía mail: enviándolo al correo electrónico revista@icesi.edu.co adjuntando también la “Autorización para la publicación: Cesión de derechos” y la “Declaración de originalidad”, los cuales se podrán descargar desde la página web de la revista: http://www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras/ Importante: una vez recibamos el artículo, el Equipo Editorial se encargará de montarlo a la plataforma OJS de la revista. Del mismo modo, se le hará llegar un pre-registro el cual el(los) autor(es) debe(n) aceptar y diligenciar. Proceso de evaluación El Equipo editorial de TRANS–PASANDO FRONTERAS ha establecido un proceso de evaluación interna y externa (por pares académicos) para los artículos que recibe en consideración. Al recibir un artículo el Equipo editorial evalúa la pertinencia académica del mismo y su cumplimiento estricto de las normas editoriales establecidas por la revista. 168
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Luego procede a contactar, como mínimo, dos pares académicos expertos en el tema que aborda el artículo para que evalúen su originalidad, actualidad de la bibliografía, dominio de la bibliografía, claridad en la argumentación, calidad de la redacción, calidad científica del artículo y la importancia y pertinencia del tema. Con base en el concepto de los pares evaluadores el Equipo editorial de la revista toma la decisión final de negar o aprobar –con o sin modificaciones– la publicación del artículo. Cuando se sugieran modificaciones al autor, éste deberá incorporarlas en un plazo no mayor a 20 días. Durante todo el proceso el Equipo Editorial asegurará el anonimato de los pares evaluadores y del autor. La decisión adoptada por el Equipo Editorial acerca de la publicación del artículo es inobjetable. Los directores principales (Editor ejecutivo y Asistente editorial) o en su defecto el Equipo editorial de la publicación, se encargarán de informar a los autores oportunamente del proceso de avaluación de los artículos y de las decisiones tomadas al respecto. Normas editoriales Los artículos presentados al Equipo Editorial de TRANS–PASANDO FRONTERAS deben cumplir con las siguientes normas editoriales. El cumplimiento de las mismas supone uno de los criterios de aceptación de los trabajos para su publicación: • El idioma de recepción de los artículos son español e inglés. • El autor del artículo debe tener en cuenta la clasificación de Colciencias para garantizar la calidad del artículo objeto de publicación en revistas. En este sentido el autor debe indicar en su artículo la categoría a la este pertenece. Y debe recordar que las categorías a, b y c son las que cuentan para indexación. Las clasificaciones1 son: a) Artículo de investigación científica y tecnológica. Documento que presenta, de manera detallada, los resultados originales de proyectos terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada contiene cuatro apartes importantes: introducción, metodología, resultados y conclusiones. 1 Clasificación tomada del documento Orientaciones generales de la actualización del Índice de Publicaciones Seriadas Científicas y Tecnológicas Colombianas, Colciencias, 2002. Consulta realizada el 12 de Febrero de 2012, desde http://201.234.78.173:8084/publindex/docs/informacionCompleta.pdf Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Indicaciones para los autores
b) Artículo de reflexión. Documento que presenta resultados de investigación terminada desde una perspectiva analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales. c) Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación terminada donde se analizan, sistematizan e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia o tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias. d) Artículo corto. Documento breve que presenta resultados originales preliminares o parciales de una investigación científica o tecnológica, que por lo general requieren de una pronta difusión. e) Reporte de caso. Documento que presenta los resultados de un estudio sobre una situación particular con el fin de dar a conocer las experiencias técnicas y metodológicas consideradas en un caso específico. Incluye una revisión sistemática comentada de la literatura sobre casos análogos. f) Revisión de tema. Documento resultado de la revisión crítica de la literatura sobre un tema en particular. g) Cartas al editor. Posiciones críticas, analíticas o interpretativas sobre los documentos publicados en la revista, que a juicio del Comité editorial constituyen un aporte importante a la discusión del tema por parte de la comunidad científica de referencia. h) Editorial. Documento escrito por el editor, un miembro del comité editorial o un investigador invitado sobre orientaciones en el dominio temático de la revista. i) Traducción. Traducciones de textos clásicos o de actualidad o transcripciones de documentos históricos o de interés particular en el dominio de publicación de la revista. j) Documento de reflexión no derivado de investigación. k) Reseña bibliográfica. l) Otros. • La extensión (1) para los artículos será de 5.000 a 8.000 palabras, (2) para las reseñas 170
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y entrevistas el máximo será 3.000 palabras. En cualquier caso no se contarán la bibliografía, los anexos ni los cuadros o imágenes que los artículos puedan tener. Los artículos deberán estar antecedidos por una página de presentación donde aparezca el nombre del autor, seguido de su correo electrónico y filiación institucional. Esta página también deberá presentar en inglés y español el título del artículo, un resumen analítico (abstract) de máximo 150 palabras y de tres a cinco palabras clave. Finalmente, en una nota pie de página que se desprenda del título los datos de la investigación en que se enmarca el artículo. La letra será Times New Roman, tamaño 11, interlineado sencillo (1.0), alineación justificado, tamaño del papel carta (21,59 x 27,94) y márgenes de 3cm por cada lado. La separación entre párrafos se indicará mediante un espacio en blanco (enter / intro). No se utilizaran espaciados anteriores ni posteriores entre párrafos o títulos. Los títulos y subtítulos del artículo deben estar en negrita, por ejemplo: Estudios de procesos transdisciplinares. En la Bibliografía deben aparecer todos los recursos gráficos, audiovisuales y textuales citados y usados en la realización del documento, y debe seguir el siguiente orden: después del título Bibliografía deben enlistarse todas las referencias bibliográficas, luego en este orden y con ese subtítulo, todos los “Documentos de prensa”, las “Fuentes normativas”, las “Referencia a datos estadístico”, las “Entrevistas”, la “Videografía” y la “Linkografía”. Los autores son responsables de conseguir los permisos necesarios para la reproducción de imágenes, ilustraciones, figuras y citas extensas que lo requieran. Las tablas, imágenes y gráficos irán numerados correlativamente para su identificación (Tabla 1; Tabla 2…; Imagen 1, Imagen 2…; Gráfico 1, Gráfico 2…). Estos títulos de las tablas, imágenes y gráficos irán situados encima de la figura correspondiente, con letra Arial 10 negrita y centrados. Por su parte, el texto explicativo, si lo hubiera, irá debajo de la figura en letra Arial 9 cursiva, centrado. El contenido de las tablas y gráficos llevará la letra Times New Roman 9, texto color negro, interlineado sencillo, sin espaciados anteriores ni posteriores, sin sangrías. Se recomienda un espaciado de celda de 0,1 en todos los márgenes; bordes de la tabla sencillos (medio punto) y usar una escala de grises en cada gráfico
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Indicaciones para los autores
para diferenciar las variables. • Las notas a pie de página se deben usar exclusivamente para hacer aclaraciones o discreciones sobre el texto, no para citar textualmente a un autor o hacer referencias bibliográficas. • Las citas deberán realizarse dentro del texto siguiendo el estilo APA. Para insertar una citación en el texto, se deberá referenciar el primer apellido del autor y el año de publicación, a continuación presentamos algunos modelos: - - -
Vega (2006) describe las variaciones del índice para cada región… Las variaciones del índice muestran diferencias entre las regiones (Vega, 2006). En 2006, el estudio de Vega mostró las variaciones del índice…
• Para las citas textuales se agregarán dos puntos y el número de página, así: (Pérez, 1990: 60). Cuando el texto citado tenga menos de 40 palabras sólo se colocan comillas, si supera este límite se ubicará en un párrafo aparte con sangría de 1 cm a cada lado. Aquí está un ejemplo: Leer bien es arriesgarse a mucho. Es dejar vulnerable nuestra identidad, nuestra posesión de nosotros mismos. [...] Así debiera ser cuando tomamos en nuestras manos una gran obra de literatura o de filosofía, de imaginación o de doctrina. (Steiner, 1994: 26).
• Para citar coautorías se debe tener en cuenta el número de autores. Cuando se trate de dos autores siempre se referenciarán sus primeros apellidos por ejemplo, Perez y Velasquez (2007) ó (Perez y Velasquez, 2007). • Cuando son de tres o más autores se mencionarán en la primera citación del texto los apellidos de todos y en las siguientes citaciones sólo el apellido del primer autor seguido de la forma et al. Por ejemplo: - - -
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Primera citación: Guerra, Espinosa, Parra, Hernández y Lozano (1999)… ó (Guerra, Espinosa, Parra, Hernández y Lozano, 1999)… Siguientes citaciones: Guerra et al. (1999)… ó (Guerra et al. 1999)… Las abreviaturas Ibíd., op. cit y loc. sit quedan excluidas, se escribirá el nombre del autor citado cuantas veces sea necesario. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
Indicaciones para los autores
• Cuando sea necesario citar dos o más trabajos a la vez, se organizarán las citaciones alfabéticamente, por ejemplo: - -
Castro (2007), Jiménez (1997) y Ramos (2010) coinciden en el análisis… Varios estudios (Castro, 2007, Jiménez, 1997 y Ramos, 2010) coinciden en el análisis…
• La información completa de los textos citados se colocara en orden alfabético al final del artículo en una página titulada Bibliografía incluyendo la siguiente información según el tipo de publicación: Libro APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título completo del libro (siempre en cursiva). Ciudad, país: Editorial. - - -
BONILLA, Miguel E. (1984). Jaulas. Bogotá, Colombia: Planeta. SUAREZ, Julio. y Luis Villa (2000). Historia del teatro en América Latina. Quito, Ecuador: El Faro. TORRES, Gustavo y María Ospina (2007). Flujos migratorios de niños colombianas, 2002-2005. Bogotá, Colombia: Alfaguara.
Capítulo de libro APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título del capítulo. En: Inicial(es) del nombre del Coordinador, Editor o Compilador seguido del apellido y la abreviación de rol dentro de la publicación entre paréntesis. En: Título completo del libro (siempre en cursiva), números de páginas así: pp., Ciudad, país: Editorial. -
CORTÁZAR, Javier A. (1997). Algunos aspectos del cuento. En: L. Zavala (Comp.), Teorías del cuento, I: Teorías de los cuentistas, pp. 60–75. México D.F.: UNAM.
Artículo de revista APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título del artículo. En: Título de la revista (siempre en cursiva), volumen y número así: vol. #, núm. #; números de página así: pp.; Ciudad, país: Editorial. Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Indicaciones para los autores
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ÁGREDO PIEDRAHITA, Octavio (2002). El Odio es más fuerte que dios. En: Poligramas, vol. 1, núm. 17, pp. 63-73. México D.F.: UNAM
Artículo de prensa APELLIDO(S), Nombre(s). “Título artículo” (siempre entre comillas). En: Título periódico (siempre en cursiva), Ciudad, día y mes, año. Artículo de internet APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). Título del artículo. En: Título de la página web (siempre en cursiva). Consultado el día de mes de año, desde URL (link sin subrayado). -
YUSTIZ, Orlando (2008). “Venezuela producirá 5 millones de barriles diarios hacia 2010 para refinarlo en Latinoamérica”. En: YVKE mundial Radio. Consultado el 22 de mayo de 2010, desde http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?4455.
Tesis APELLIDO(S), Nombre(s) (Año). “Título tesis” (siempre entre comillas), Tesis pregrado/PhD/Maestría, Universidad.
Equipo editorial: Trans-pasando Fronteras www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras Mail de contacto: revista@icesi.edu.co Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Icesi, Cali, Colombia
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Instructions for authors The following provides information of interest for authors who wish to publish in TRANS– PASANDO FRONTERAS. Submission Guidelines • Only non-published articles can be submitted to TRANS–PASANDO FRONTERAS. Articles can be the result of research, theoretical reflection or review literature on the subject. • Submitted articles cannot be currently undergoing review process in other journals. • Articles can be submitted in Spanish or English and published in Spanish or English. • Articles can be sent in two different ways: a) Via online: Sign up and then Log in on the Journal Management and Publishing System-Open Journal Systems (OJS) - of the journal. Then follow all instructions in the section “Online Submissions”. b) Via email: send it to our email revista@icesi.edu.co also attaching the “Authorization for publishing: assignment of rights” and the “Declaration of originality,” which can be downloaded from the website of the journal. Important: Once we received an article, the Editorial Board will be responsible for mounting it on the OJS journal’s platform. Similarly, you will get a pre-registration as an Autor which must be accepted and filled completly. Evaluation process The Editorial Committee at TRANS–PASANDO FRONTERAS has established a process to review articles submitted for consideration. After receiving an article, the Editorial Committee conducts an assessment to determine the academic relevance of the article and checks for conformance with the editorial rules of the journal. Then, the Committee contacts two academic peers who are experts in the subject matter for them to read the article and assess the following aspects: originality, current bibliography, proper use of bibliography, clear arguments, quality of writing, scientific quality, and significance and relevance of the topic. 176
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Instructions for authors
Based on the opinion of the academic peers, the Editorial Committee makes a final decision to accept (either with or without modifications) or reject an article for publication. When suggestions are made, authors are to incorporate them within 20 days. Throughout the entire process, the Editorial Committee ensures that the identity of the evaluating peers and authors remain undisclosed to each other. Decisions made by the Editorial Committee as to the publication of the articles may not be contested. Either the Editorial Committee or, in its absence, the Editorial Coordinator is responsible for advising the authors of the status of the article evaluation process and associated decisions made in a timely manner. Editorial rules The articles submitted to the Editorial Committee at TRANS–PASANDO FRONTERAS must meet the following editorial rules: The authors are to take into account the Colciencias classification system in order to guarantee the quality of their articles for publication in journals. In this respect, authors must indicate the category to which their articles belong. They must bear in mind that categories a, b, and c are the ones eligible for indexing. A description of each kind of classification1 is provided below: a) Scientific and technological research article. A document that provides a detailed discussion of the original results of completed research projects. In general, it has a structure that consists of four major sections, i.e. introduction, methodology, results, and conclusions. b) Reflection article. A document that presents the results of completed research from the author’s analytical, interpretative, or critical perspective with regard to a specific topic referencing original sources. c) Review article. A document that results from completed research which provides an analysis, discussion, and compilation of results of published or unpublished research in a field of science or technology for the purpose of reporting on 1 Classification taken from the document Broad guidelines of the updated Index for Serials Scientific and Technological Colombian, Colciencias, 2002. Accessed on February 12, 2012, from http://201.234.78.173:8084/ publindex/docs/informacionCompleta.pdf Trans-pasando Fronteras, Núm.8, 2015. Cali-Colombia ISSN 2248-7212 • ISSN-e 2322-9152
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Instructions for authors
d)
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f) g)
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j) k) l)
the progress and latest development trends. It is characterized by incorporating a thorough bibliographic review of at least 50 different references. Short article. A brief document that presents the preliminary or partial original results of scientific or technological research work which, in general, need to be disclosed promptly. Case report. A document that discusses the results of a study of a specific situation aiming at divulging technical and methodological experiences with a specific case. It includes a systematic review with comments on literature available regarding similar cases. Topic review. A document that results from a critical review of existing literature about a specific topic or subject. Letters to the editor. Critical, analytical or interpretative positions with regard to documents published in the journal which, at the discretion of the Editorial Committee, provide a significant contribution to the discussion of the subject on the part of the scientific community. Editorial. A document written by the editor, a member of the editorial committee, or a guest researcher regarding orientations in the journal’s field of specialization. Translation. Translations of classic or current texts or transcriptions of historical documents or documents of special interest within the journal’s range of topics of publication. Reflection document not resulting from research. Bibliographic outline. Other
• The length of (1) the articles must be 5.000 to 8.000 words, (2) for book reviews and interviews must be 3.000 words maximum. In any case, excluding bibliographical references, attachments, charts or images that may be provided in the articles. • The articles must be preceded by a cover page that provides the author’s name followed by his/her e-mail address and organization. The cover page must also provide the title of the article, a summary (abstract) (of no more than 150 words), 178
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Instructions for authors
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and from three to five key words, in both English and Spanish. Lastly, the authors must also include a footnote linked to the article title with details of the relevant research that provided the framework for the article. Font type: Times New Roman, size 11, single spacing (1.0), justified alignment, letter size paper (21.59 x 27.94) and 3cm margins on each side. The spacing between paragraphs will be indicated by a blank space (enter/return). The titles and subheadings of the articles must be written in bold, using capital and small letters. For example: Transdisciplinary processes studies. In Bibliography should appear all graphics, audio and textual resources cited and used by the realization of the document, and must follow the following order: after the title References should be listed all the references, then in this order and with the caption, all “Documents Press”, the “Normative sources”, the “Reference to statistical data”, the “Interviews”, the “Videography” and “Linkography”. Authors are responsible for obtaining the necessary licenses for reproducing images, illustrations, charts, and extensive quotations, if so required. The tables, pictures and graphs should be numbered consecutively for their identification (Table 1, Table 2 ..., Image 1, Image 2 ...; Graph 1, Graph 2 ...). These titles of tables, graphics and images will located above the corresponding figure with Arial 10 bold and centered. For its part, the explanatory text, if any, will be below the figure 9 in Arial italic, centered. The contents of the tables and graphs will take the Times New Roman 9, black color text, single spacing, without prior or subsequent, spaced without indents. Cell spacing of 0.1 is recommended in all income; simple table edges (midpoint) and using a gray scale in each graph for distinguish variables. Footnotes are used only for making clarifications or qualifications of the text, not for textually quoting another author or providing bibliographic references. Citations within the text should be made following the APA style. To insert a citation in the text, you must reference the author’s SURNAME(S) and year of publication, here are some models: - -
Vega (2006) describes changes in the index for each region… The index changes show regional differences (Vega, 2006)
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Instructions for authors
-
In 2006, the study of Vega index showed variations ...
• A colon and the page number are added in the case of textual citation, e.g. (Smith, 1990: 60). When the quoted text is less than 40 words long, only quotes are provided, but if the text exceeds this limit, then a separate indented (on both sides) paragraph in font size 10 is provided. To read well is to take great risks.. It is to make vulnerable our identity, our self-possession. . [...] This is how it should be when we take a masterpiece of literature or philosophy, of imagination or doctrine, in our hands. It can take hold of us to such an extent that, for some time, we have fear of ourselves, we acknowledge our own imperfections (Steiner, 1994: 26).
• To give coauthorship should take into account the number of authors. When two authors are always referenced in their SURNAME(S)s, for example, Perez and Velasquez (2007) or (Perez and Velasquez, 2007). • When they are three to five authors will be mentioned in the first citation in the text the names of all the following citations and only the first author is followed by et al. For example, the first citation in the text should appear as follows, - - -
Guerra, Espinosa Parra, Hernandez and Lozano (1999) or (Guerra Espinosa Parra, Hernandez and Lozano, 1999). The following citations are presented well, Guerra et al. (1999) or (Guerra et al. 1999). In the case of six or more authors in the first citation and in the following, only appears the first author followed by et al., Allen et al. (2001) or (Allen et al. 2001). The use of the following abbreviations ibid., op. cit, and loc. sit is not allowed. The quoted author’s name is to be provided as many times as necessary.
• When necessary to cite two or more jobs at once be organized alphabetically citations for example, - -
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Castro (2007), Jimenez (1997) and Ramos (2010) agree on the analysis ... Several studies (Castro, 2007, Jimenez, 1997 and Ramos, 2010).
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Instructions for authors
• Full details of the texts cited in alphabetical order is placed as the last item on a page entitled References. Book SURNAME(S), Name(s) (year). Original title of the book (always in italics). City, Country: Publisher. - - -
Bonilla, M. E. (1984). Cages. Bogotá, Colombia: Planeta. Suarez, J. and Villa, L. (2000). History of theater in Latin America. Quito, Ecuador: El Faro. Torres, G. (Ed.). (2007). Migration flows of Colombian women, 2000-2005. Bogotá, Colombia: Alfaguara.
Book chapter SURNAME(S), Name(s) (year). Chapter title. In: Initial (s) Coordinator’s name, followed by the editor or compiler name and the abbreviation role in the publication in parentheses. Original title of the book (always in italics), page numbers (pp.). City, Country: Publisher. -
Cortázar, J. (1997). Some aspects of the story. In L. Zavala (ed.), Theories of the story, I: Theories of the storytellers, pp. 60-75. Mexico City, Mexico: UNAM.
Journal article SURNAME(S), Name(s) (year). Article title. In: Journal Title (provided in italics), volume (number), page numbers (pp.). City, Country: Publisher. -
Piedrahita Agreda, O. (2002). Hate is stronger than God. in: Poligramas, 1 (17), pp. 63-73. Cali, Colombia: Universidad Icesi
Press article SURNAME(S), Name(s) (year). “Article Title” (always in quotes). In: Newspaper Title (always in italics), City, day and month, year. -
Piedrahita Agreda, O. (2002). Hate is stronger than God. in: Poligramas, 1 (17), pp. 63-73.
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Instructions for authors
Online article SURNAME(S), Name(s) (year). “Article Title” (always in quotes). In: Title of the website (always in italics). Accessed month day, year, from URL (link without underline). -
YUSTIZ, Orlando (2008). “Venezuela producirá 5 millones de barriles diarios hacia 2010 para refinarlo en Latinoamérica”. En: YVKE mundial Radio. Consultado el 22 de mayo de 2010, desde http://www.radiomundial.com.ve/yvke/noticia.php?4455.
Thesis SURNAME(S), Name(s) (year). “Title of thesis” (always in quotes), undergraduate thesis / PhD / MA, University.
Editorial board: Trans-pasando Fronteras www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras eMail: revista@icesi.edu.co School of Law and Social Sciences Icesi University, Cali, Colombia
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Complementos ReseĂąas De primera mano Documentos de trabajo Dossier No dejar de leer Editorial
Complementos // Canjes publicitarios
El Centro de Estudios Interdisciplinarios, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES) y sus grupos de investigación reconocidos por COLCIENCIAS: Nexos (Grupo Interdisciplinario de Estudios Socioculturales y Psicológicos) y Precedente, están desarrollando investigación académica así como consultarías y asesorías en las áreas de: • • • • • • • • • • • • • •
Responsabilidad social empresarial Intervención social Gestión de la investigación aplicada Gestión y gerencia social Estudios sobre jóvenes Intervención de comunidades Entorno político Ciencia tecnología y sociedad Seguridad social Contratación estatal y privada Defensa del medio ambiente Atención a la población desplazada por la violencia Defensa de los consumidores y usuarios Apoyo a la población en situación de discapacidad, en particular, acompañamiento y asesoría jurídica a organizaciones que defienden los derechos de esta población, en materia de movilidad e inserción social. Mayor información en
www.icesi.edu.co/cies Universidad Icesi - Calle 18 # 122 - 135, Pance, Cali-Colombia Teléfono +57 (2) 5552334 ext. 8384 y 8287
El Centro de Estudios Afrodiaspóricos (CEAF) de la Universidad Icesi promueve la investigación, la enseñanza y la intervención pública en aspectos relacionados con las historias, las culturas, las políticas, la producción del conocimiento de la diáspora Africana y las condiciones de vida de los descendientes de Africanos y Africanas en las Américas. El CEAF espera consolidar una plataforma de trabajo interdisciplinario e interinstitucional para promover la investigación y la aplicación práctica de diálogos que integren la perspectiva de la interseccionalidad en los debates de reparación, restitución, acciones afirmativas, justicia étnico-racial y de género.
Líneas de investigación: • Territorios colectivos, gobernanza y autonomía • Desigualdad y pobreza • Conflicto, reparaciones, derechos sociales y convivencia • Migración, comercio y relaciones Asia-Pacífico • Configuración regional y urbana • Intervención, responsabilidad social empresarial y políticas públicas • Género y sexualidades • Justicia, instituciones y regímenes políticos • Cultura y subjetividad • El arte y la estética • La construcción de las Américas como la sexta región Africana
www.icesi.edu.co/ceaf
E-mail: ceaf@correo.icesi.edu.co Universidad Icesi, Calle 18 # 122 - 135, Cali Colombia
Estudiantes de Doxa (EdD) es un espacio virtual creado el 24 de Agosto de 2010 donde convergen diferentes cosmovisiones de lo social e individual, de lo macro y micro de la sociedad, y de lo internacional y nacional. Es por esto que en EdD no sólo se promueve la libre expresión del análisis crítico de temas de coyuntura mundial y de nuestra localidad, sino también la reflexión sobre experiencias y manifestaciones de la subjetividad para ser compartidas e incluidas en el debate público. El único criterio para publicar aquí, es que los escritos deben promover el debate crítico y realista de los retos, desafíos y problemas que tanto denunciamos desde la política, la sociología, la antropología, la psicología, la economía, el derecho, entre otros, tales como inseguridad, discriminación, pobreza, exclusión, rechazo, desigualdad, injusticia, ilegalidad, etc.
www.estudiantesdedoxa.com Para publicar envíanos un artículo a contacto@estudiantesdedoxa.com También nos puedes encontrar en el Twitter como @EstudiantesDoxa y en el Facebook como www.facebook. com/EstudiantesDeDoxa.
Es una iniciativa de los estudiantes Ciencia política con concentración en Relaciones internacionales de la Universidad Icesi, que tiene como objetivo crear espacios de debate y discusión sobre coyunturas políticas nacionales e internacionales.
Es la oportunidad de poner a prueba nuestros conocimientos. Aquí es donde se exponen los puntos de vistas de expertos, estudiantes y actores relevantes dentro del tema a discutir, cuyo principal fin es generar nuevo conocimiento.
aecip.icesi@gmail.com
Es el Equipo estudiantil especializado en la participación y organización de modelos de las Naciones Unidas. Mensualmente reciben capacitaciones en oratoria, investigación y procedimiento parlamentario.
facebook.com/aecip.icesi
@aecip_icesi
El Observatorio de Políticas Públicas (POLIS) fue fundado en el año 2005 por Francisco José Lloreda, con el fin de ser una unidad académica y de coordinación que tuviera por objeto hacerle seguimiento y evaluación a hechos y decisiones de carácter político, y a políticas públicas de interés general, consideradas estratégicas para el departamento, la región y el país. Surgió por tres razones principales: 1) el desinterés creciente de la ciudadanía en los asuntos públicos, 2) el deficiente seguimiento y evaluación colectiva a decisiones de gobierno; y 3) el relativo rigor con el que se formulan y ejecutan algunas intervenciones oficiales. El Observatorio focaliza su actuación en seis áreas estratégicas que responden a prioridades de desarrollo del Valle del Cauca: fortalecimiento institucional, capital humano, ordenamiento territorial, política y democracia, competitividad regional e inclusión social. En el marco de dichas áreas, define proyectos de observación, algunos de largo alcance y otros propios de la coyuntura. Además de esto, POLIS brinda elementos y espacios de discusión sobre temas coyunturales del Valle del Cauca, del suroccidente colombiano y del nivel nacional que afectan a la región contribuyendo al diagnóstico y análisis de los asuntos públicos. Las principales herramientas de acción son: 1. Publicaciones: Boletín POLIS y Documentos de políticas públicas. 2. Eventos: Foros, seminarios y conversatorios 3. Proyectos de Investigación y observación.
www.icesi.edu.co/polis E-mail: polis@icesi.edu.co
El 12 de octubre de 2013 fue lanzado formalmente el capítulo regional Valle Visible en la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero de la ciudad de Santiago de Cali. Este capítulo forma parte de una red de observatorios, encabezada por el programa Congreso Visible de la Universidad de los Andes, dedicada a realizar un seguimiento y análisis sistemático del Congreso de la República. Fundado hace más de catorce años, en el Departamento de Ciencia política de la Universidad de los Andes, el programa Congreso Visible comenzó en 2010 a instituir convenios con distintas universidades del país para realizar un análisis más minucioso y eficiente del comportamiento de las bancadas de los diferentes departamentos. Fue así como nacieron capítulos regionales en Antioquia (liderado por la Universidad EAFIT), Atlántico (Universidad del Norte), Valle del Cauca (Universidad Icesi) y Nariño (Organizaciones de la Sociedad Civil con apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD). En ese sentido, Valle Visible se constituye como una iniciativa liderada por profesores y estudiantes del Programa de Ciencia política de la Universidad Icesi, interesados en tender puentes entre los legisladores del departamento y la ciudadanía con el objetivo de fortalecerla mediante el ofrecimiento de herramientas para una participación más informada y, por lo tanto, una rendición de cuentas más eficaz.
ISSN
2011-0324
No. 16
Mayo - Agosto, 2015
Desigualdades étnico-raciales Estudios sobre Latinoamérica y el Caribe con perspectiva global
www.icesi.edu.co/revista_cs | cs@icesi.edu.co Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Icesi
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES
Artículos [ Luis Ernesto Valencia Angulo ] Ambigüedades en dos décadas de paradigma multiculturalista Algunos elementos de la historia inmediata de los Afrocolombianos [ Meyby Ugueto-Ponce ] Mecanismos de inserción sociopolítica en Curiepe, Estado Miranda, Venezuela [ Alen Castaño ] Palenques y Cimarronaje: procesos de resistencia al sistema colonial esclavista en el Caribe Sabanero (Siglos XVI, XVII y XVIII) [ Vicenta Moreno Hurtado y Debaye Mornan] ¿Y el Derecho a la Ciudad? Aproximaciones sobre el racismo, la dominación patriarcal y estrategias feministas de resistencia en Cali, Colombia [ Janeth Mosquera Becerra ] Develando lo que dicen sobre raza y etnia las revistas de salud pública de Colombia
[ Luz Edith Valoyes Chávez ] Los negros no son buenos para las matemáticas: ideologías raciales y prácticas de enseñanza de las matemáticas en Colombia [ Juan Carlos Zuluaga Díaz ] Afrodescendientes, representaciones y movilidad social en Tuluá Documentos [ Henry Arenas Valencia ] Da Guiné-Bissau à Colômbia. Benkos Biohó, resistência e (é) palenque. Um caso da diáspora africana [ Gustavo Emilio Balanta Castilla ] El abrazo por la vida y la libertad Reseñas [ Octávio Sacramento ] Capital, desigualdade e o passado que devora o futuro [ Maria del Pilar Acosta ] Intervención social y el debate sobre lo público
[ Fernando Urrea-Giraldo, Gustavo Bergonzoli Peláez, Bladimir Carabalí Sinisterra y Víctor Hugo Muñoz Villa ] Patrones de mortalidad comparativos entre la población afrodescendiente y la blanca-mestiza para Cali y el Valle del Cauca Calle 18 No. 122-135, Cali-Colombia | Teléfono: 555 2334 | Fax: 555 1441
ISSN
2011-0324
No. 17
Septiembre - Diciembre, 2015
Literatura, arte y lenguaje Estudios sobre Latinoamérica y el Caribe con perspectiva global
www.icesi.edu.co/revista_cs | cs@icesi.edu.co Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad Icesi
FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES
Artículos [ William Marín Osorio ] El arte como conciencia de la desolación. Dictadura y destino latinoamericano [ Hoover Delgado ] Yo despierta, ella dormida. Sor Juana Inés y Juan Rulfo o la nueva condición poética latinoamericana [ Rafael Patrocinio Alarcón Velandia ] Breves consideraciones sobre ¿por qué se suicidan los escritores de literatura?
[ Jorge Ordóñez Valverde ] Narrativas mágico-religiosas en las pandillas. Un estudio sobre la psicología del pandillero [ Ana Garay ] Oficios sonoros: transformaciones en el ser impresor Reseñas [ Maria Isabel Galindo Orrego ] Incertidumbre, provisionalidad e independencia: ¿sujeción o libertad?
[ Luz Adriana Hoyos ] Rosas y espinas. Representaciones de las mujeres en el arte colombiano 1868-1910 [ Sandra Leal Larrarte ] El cuerpo “cárcel del alma” y la construcción de nación en “Dolores” de Soledad Acosta de Samper
Calle 18 No. 122-135, Cali-Colombia | Teléfono: 555 2334 | Fax: 555 1441
IssN 0124-4035 •IssNe 2145-5112 dx.doi.org/10.12804/desafios
Desafíos • Número 28-I• pp. 9-462 UNIversIDaD Del rosarIo • Bogotá dx.doi.org/10.12804/desafios28.1.2016
Dossier temático La paradiplomacia y la política internacional de las regiones
Introducción. para entender la paradiplomacia Zidane Zeraoui
el contexto histórico para la reflexión teórica sobre el fenómeno de la paradiplomacia en el mundo globalizado David Sarquís
Identidades compartidas: la centralidad de los lazos culturales como motor paradiplomático Victorino Morales Dávila y Carlos Manuel Reyes Silva
a paradiplomacia financeira em países emergentes de estrutura federativa Nelson Bessa y Flávio Sombra
los pilares de las relaciones internacionales de los gobiernos locales de méxico: el caso de Baja California Rafael Velázquez Flores y Ernesto Alonso León Valdez
la paradiplomacia de Nuevo león: un estudio de caso Luz Araceli González
Bogotá, Cali y medellín en el escenario internacional (2001-2012) Edgar Zamora Aviles
la política Internacional subnacional: una propuesta para el abordaje del accionar contemporáneo en argentina Mariana Calvento
Sección general
Comunidades epistémicas en los estudios de seguridad y la interpretación del orden mundial Gabriel Orozco
la ciencia es ciencia de la ideología en louis althusser María Cecilia Padilla y Facundo Norberto Bey
Diplomacia pública y américa del sur. De los conceptos a la práctica: telesur y el caso venezolano Érico Sousa Matos
Documentos de reflexión
arquitectura institucional, contexto sociocultural e integridad electoral Dieter Nohlen
Reseña
Conflict resolution and the everyday politics of International Intervention Christian Völkel
Cesión de derechos
Señores: Revista TRANS-PASANDO FRONTERAS Universidad Icesi Cali, Colombia Asunto: Cesión de derechos del artículo “___________________________________________________ _______” para su publicación en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. Con base en los artículos 76 y 77 de la Ley 23 de 1982 de la República de Colombia y demás normas internacionales sobre Derechos de Autor, por medio de la presente autorizo a la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi a publicar en texto impreso y en medio electrónico (bien sea mediante formatos electrónicos de almacenamiento o en página electrónica), el artículo “__________________________________________________________”, cuyo autor(s) es (son) __________________________________________________________. Esta autorización la concedo con el fin de que la revista estudiantil pueda poner a disposición del público su trabajo, en toda su extensión, directamente o a través de intermediarios, ya sea de forma impresa o electrónica, siempre y cuando lo haga sin fines de lucro y con el objeto exclusivo de divulgarlo a la comunidad académica y científica, nacional e internacional, de acuerdo con las condiciones establecidas por el Comité Editorial de la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. Garantizo que el artículo arriba citado no ha sido publicado antes, no contiene planteamiento ilícito alguno y no infringe ningún derecho de otros. No obstante la presente autorización, en mi condición de autor conservo los derechos morales y patrimoniales que me corresponden, por mi trabajo. En consecuencia, sólo autorizo su reproducción en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS, sin limitación en el tiempo o en el número de ejemplares, con la condición de que me identifiquen como su autor y de que no alteren su texto sin mi consentimiento. En condición de Autor(es), me (nos) reservo(amos) el derecho de realizar copias de todo mi trabajo, o de una parte del mismo, para presentaciones, enseñanza en aulas, u otros usos personales míos o de colegas. Me comprometo a que dichas copias no sean puestas a la venta o distribuidas de modo sistemático, de manera que afectaran la novedad y originalidad de la publicación de mi trabajo por parte de la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. Así mismo, en mi (nuestra) condición de Autor(es), después de la aparición y circulación de la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS, podré publicar mi trabajo en un libro o colección de mi autoría o coautoría. Por último, manifiesto que he revisado y aprobado el texto definitivo de mi artículo y que estoy de acuerdo con su publicación. Atentamente, Firma Autor(es): Nombre Autor(es): C.C.: Dirección: Fecha:
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Carta de originalidad
Señores: Revista TRANS-PASANDO FRONTERAS Universidad Icesi Cali, Colombia Asunto: Declaración de originalidad del artículo “____________________________________________ ______________” para su publicación en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS. La(s) persona(s) abajo firmante(s), en su condición de Autor(es), declara(n) bajo fe de juramento y certifica(n) por medio de la presente que: 1. El artículo es original, que cumple con los requisitos para la publicación en la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS y que constituye una producción intelectual propia. 2. El artículo es inédito, que no ha sido postulado simultáneamente para su publicación ni divulgado ante otra revista impresa o electrónica, nacional o extranjera, ni en ningún otro medio escrito u órgano editorial. 3. En caso de artículos elaborados como obras en colaboración, están de acuerdo con el orden en el que aparecen los autores(as) del artículo y confirman que no existen personas adicionales que satisfagan los criterios de autoría que no hayan sido incluidos en la lista de autores del trabajo. Además de lo anterior, los autores afirman haber leído y aprobado el manuscrito postulado. En este sentido, los autores asignan a _________________________________________________________________ ______ como encargado de recibir correspondencia y con autoridad suficiente para representar a los demás autores. En cualquier otro caso, el Equipo editorial designará a un autor, de manera aleatoria, como contacto principal durante el proceso editorial, quien será el responsable de comunicarse con el resto de los autores y de autorizar la versión final del artículo. 4. En caso de que el artículo postulado sea aceptado para su publicación, permite(n) la cesión GRATUITA, EXCLUSIVA Y POR PLAZO INDEFINIDO de su(s) derecho(s) patrimonial(es) de autoría a la Universidad Icesi y a la revista TRANS-PASANDO FRONTERAS, sin cuyo permiso expreso no podrá reproducirse ninguno de los materiales publicados en la misma. 5. Acepta(n) que, con su colaboración, el artículo presentado sea ajustado por el equipo de edición de la Revista, a las “Instrucciones para los autores” previamente establecidas y publicadas en el sitio web oficial de la Revista (http://www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras/); en cuanto a procedimientos, formato, corrección, edición, traducción, publicación, duración del proceso editorial y otros requerimientos solicitados en dichas normas. Atentamente, Firma Autor(es): Nombre Autor(es): C.C.: Email: Institución: País: Fecha:
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Cupón de suscripción
(Envíelo diligenciado con la copia de su consignación) Nombre: __________________________________ C.C. o Nit: __________________________ Dirección: ____________________________________________________________________ Teléfono: __________________________________ Fax:_______________________________ E-mail: _______________________________________________________________________ Ciudad: __________________________________ País_________________________________
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Equipo editorial: Trans-pasando Fronteras www.icesi.edu.co/revista_transpasando_fronteras revista@icesi.edu.co
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Centro de Estudios Interdisciplinario, Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES) Universidad Icesi, Calle 18 No. 122 – 35 Pance, Cali – Colombia
Trans-pasando Fronteras se terminó de imprimir en el mes de diciembre de 2015 en los talleres de Carvajal Soluciones de Comunicación (cotizaciones@carvajal. com) en Bogotá D.C, Colombia. Esta revista, hecha en el Centro de Estudios Interdisciplinarios Jurídicos, Sociales y Humanistas (CIES) de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Icesi, se imprimió sobre papel Periódico crema y se compuso en caracteres Kokila 13/16 y 10/11. La edición, que consta de 150 ejemplares, estuvo al cuidado de María A. López.
Artículos “Las palabras tenían que crecer en ella”: para una ética de la escucha de las narrativas de la violencia Las mujeres víctimas de El Salado: una reflexión ética del conflicto armado Reflexión sobre el papel de los actores en el conflicto armado en Colombia y la importancia de la memoria histórica para la construcción de paz San Carlos: un modelo de conexión social en medio de la violencia
Johan Sebastián Giraldo Serna María Camila Hernández Ceballos David Ernesto Bautista-Erazo Héctor Fabio Guerrero Berrío
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