Relatos de Halloween

Page 1

Las bases del concurso y todos los relatos que se pueden leer en estas pรกginas proceden del Blog http://nosescribes.wordpress.com/

1

Departamento de Lengua castellana y literatura. IES Tiempos modernos. Zaragoza


14 OCTUBRE, 2011 Autor: Flor de lis

Risas, solo oigo las risas de mis amigas. Estamos todas en la casa de una de nosotras celebrando Halloween y viendo una película. Todas parecen alegres, pero a mí me embarga una sensación a la que no soy capaz de poner nombre, no soy capaz de hablar con ellas mucho rato, siento que algo malo va a pasar y lo que más me asusta es que no sé que es. De repente suena mi teléfono, y veo en la pantalla: MAMA. -¿Mamá? ¿Pasa algo?- digo con el corazón encogido. Pero solo obtengo por respuesta un silencio desgarrador, que se ve truncado por grito, un grito lleno de dolor, un dolor profundo que parece sobrehumano. No puedo soportarlo, tengo que saber si está bien, así que cojo un atajo. Veo la iglesia, mi casa no está lejos. De repente oigo unos pasos, no puede ser, es tarde, sé que estoy sola, pero no puedo dejar de pensar en que alguien me está siguiendo, pero, me olvido de los pasos y me centro en el grito de mi madre, necesito llegar a casa. Acelero el paso, y de nuevo oigo esos pasos terroríficos detrás de mí, que ahora suenan más fuerte y rápidos y la sensación que tenía antes de la llamada me posee otra vez. Sé que no podré llegar a casa y me resguardo en el único lugar que veo. El interior de la iglesia está oscuro, corro a la esquina más oscura y me acurruco a la espera de lo inevitable. Al cabo de unos segundos la puerta se abre lenta y pesada, un hombre grande, vestido con una gabardina entra a la nave. Su paso es lento, pero decidido, sabe donde estoy, y no dudará en venir. Cada vez está más cerca… solo le faltan unos pocos pasos para acercarse cuando decide desvelar su rostro. Contengo la respiración, ese, es el rostro de la muerte. Bajo la vista y veo que mete la mano al interior de su gabardina. Empiezo a temblar, un destello capta mi atención, procede de su gabardina… es un cuchillo. Tengo miedo, las lagrimas invaden mi rostro y puedo escuchar el hermoso sonido de las campanas de la iglesia, nunca pensé que esto iba a pasar, pero tengo que aceptarlo… la muerte me ha encontrado.

2


26 OCTUBRE, 2011 Autor: Grisel Las últimas imágenes que vi en el mundo real surgieron de mi televisor. Eran fotogramas de un reportaje neutro y hermoso: la puerta de un edificio antiguo, un monasterio quizás, aparecía al fondo de un túnel formado por hileras de árboles, que enlazaban armoniosamente sus ramas. La luz intensa y un brillante color verde teñían de vida la pantalla. El reloj que guardaba la entrada de la casa me avisó con tres agudos sonidos de que había llegado la hora. Tenía que prepararme con tiempo, lo sabía, mi deseo de no dejarme llevar por la inquietud, de agarrarme a lo cotidiano, ese día me condenó. No lo hice, no llegué, ¡se termino la rutina: lavarse los dientes, quitarse el maquillaje…por unos minutos ya no podría hacerlo! ¡tenía que darme prisa! Cuando llegaba a la puerta del dormitorio, oí unos pasos extraños, nunca los había escuchado antes, lo extraordinario se fue convirtiendo en cotidiano, me había demorado demasiado. Cerré de golpe. Con la espalda todavía en la puerta, para bloquear cualquier intento de abrirla, las dudas empezaron a lacerarme el cerebro. Esto aún entraba en el pacto, el límite era la tres de la madrugada, había llegado a mi habitación antes de ver nada, pero es verdad que ya habían dado las tres ¡dios mío! ¿qué va a pasar ahora? quizás nada… con ellos no se puede intentar ningún diálogo, no entiendo su naturaleza, no sé de qué son capaces, ni qué quieren, ni qué son…la inquietud aumentaba, se transformaba en un desasosiego cercano al pánico. A través de la pared llegaron las risas lejanas de un cumpleaños, cantaban sin saber qué estaba sintiendo al otro lado, eran vidas rutinarias, vecinos tranquilos sin una desazón continua, no sé si oiré más risas o cualquier sonido humano. Sólo podía esperar, pero ¿qué espero, qué o a quién? Parece que la oscuridad es diferente, se está volviendo densa, me oprime, no hay ni un atisbo de nada que no sea esta tiniebla que me rodea como un estrecho tubo de plomo, atora mis sentidos, me aísla en un presente eterno.

3


27 OCTUBRE, 2011 Autor: Brujita Ye-Ye

Me levanté con el presentimiento de que algo iba a suceder y a pesar de haberme dado toda la prisa del mundo, entré en clase la última. La profesora de hábitos domésticos ya estaba explicando la lección. Luis, mi compañero, suspiraba…: - Es tan bella, tan perfecta, esos ojos azules y ese sedoso cabello rubio, creo … que estoy … Dª Márvalen se giró, era horrible, vieja y arrugada como una pasa, tenía un ojo de cada color, el pelo lleno de enredones y una nariz prominente con una asquerosa verruga que iba cambiando constantemente de color. Miré a Luis y le dije en voz baja : - ¡¡¡Tu flipas, chaval!!! ¿Qué estás diciendo? Aproveche el recreo para preguntarle a mis amigas si habían visto lo que yo, tan solo recibí unas cuantas risas con aire de desprecio que me confundió, pues no entendía su actitud. De pronto, sin saber por qué abrí el bolsillo de mi cazadora,… tenía un papel de color azul que decía “Hoy has visto algo, que solo tú puedes ver… Te espero a la salida de clase en el Monasterio abandonado”. Llegaron las 2 del mediodía, marcadas por dos campanadas de la Iglesia del Monasterio. Era todo muy extraño, ¿No habéis oído? ¿Cómo pueden sonar las campanas del Monasterio si está abandonado? ¿Habéis oído? Nadie me hacía caso. Me dirigí al Monasterio, no podía creer que me estuviera pasando esto, nada más llegar abrí la vieja puerta, anduve hacia el interior y escuché unos pasos tras de mí, cuando estaba a punto de volverme, de forma instantánea una mano me cogió del brazo y otra me tapó la boca. - No te asustes. –dijo una voz- Soy Alberto, voy un curso más que tú y el año pasado en la mañana de Halloween llegué a clase y me ocurrió lo mismo que a ti. Desde hace unos años están enviando al Instituto profesoras que vienen de Eastwick, un pueblo norteamericano, pero en realidad son brujas. Para los chicos se muestran como esculturales jóvenes muy cariñosas y para las chicas toman la apariencia de la amiga perfecta. ¡¡¡ Tenemos que detenerlas, no sabemos lo que pueden llegar a estar tramando!!! - Solamente mueren quemadas con agua bendita. Por suerte, mi abuela conservaba un frasco de agua de este Monasterio que fue bendecida antes de que los Monjes lo abandonaran presionados por las Brujas. Regresamos al Instituto con el agua bendita, Alberto y yo entramos en el vestíbulo, Dª Márvalen salía en esos momentos con Dª Amaranta, mantuvimos la respiración hasta que nos pasaron, nos giramos y lanzamos dos globos con agua en las espaldas de las dos profesoras. - Pero…. ¡estáis locos!, … os vamos a poner un parte que os vais a….

4


De pronto una pequeña nube negra dejó paso a un charco de fluidos indefinidos en el suelo y un hedor espantoso se apropio del Instituto. Había comenzado la lucha.

1 NOVIEMBRE, 2011 Autor: Doraimón

Toda la tarde estuvimos preparándonos para nuestra primera salida, solas, en la noche de Halloween. - ¡Pásame el pintalabios negro!-decía Rosa - Me voy a poner la peluca roja-decía Carmen - Yo voy a ir de vampiresa-dije yo Ninguna de nosotras quería creerse las viejas leyendas que nos habían contado sobre la vieja iglesia en la noche de Halloween donde ánimas, zombis, difuntos y demás criaturas terroríficas se reúnen esa noche. Salimos a la calle íbamos de casa en casa, pidiendo caramelos, riéndonos y haciendo bromas a los demás disfrazados que nos encontrábamos. ¡Allí estábamos! Frente a la puerta de la iglesia justo cuando el reloj de la torre marcaba la media noche. Todas nos miramos y contuvimos la respiración, detrás del portón se oían unos pasos, unos lamentos, un arrastre de cadenas. Abrimos la puerta con cuidado, había un fuerte olor a cera y a humo. -¡Oh, no puede ser!-pensé Allí estaban las ánimas, los difuntos, los zombis y la muerte, todos reunidos.

5


1 NOVIEMBRE, 2011 Autor: camino oscuro

Volvía de casa de mi abuela, era muy tarde, seguía lloviendo y la calle estaba muy oscura. Casi a mitad de camino, justo antes de llegar a la iglesia, justo debajo de esos árboles que tanto me gustan por el día, pero que tanto me intimidan cuando ya anochece…la entrada a la iglesia me parecía más terrorífica que nunca…Al ver la iglesia así, me sentí muy intranquilo y, precisamente entonces, me pareció escuchar unas risas malvadas como de brujas o personas no muy normales o en su sano juicio. Anduve un rato más arrastrando mi intranquilidad, cuando ya estaba del todo nervioso me eché a correr hacia mi casa pero parece que había alguien cerca de mí que no quería que me fuese, como que me atraía hacia él, tenía realmente miedo, detrás de mí oía unos pasos cada vez más fuertes, cada vez más cerca, hasta que me giré y vi a una persona de difícil aspecto, como muy desaliñado, con ropa vieja y harapienta, como un vagabundo, que se quería apoderar de mi. Tuve que usar mis cualidades de resistencia para llegar a casa sano y salvo. Cuando llegué, no había nadie y al buscar las llaves, me di cuenta de que me las había dejado en casa de mi abuela. No me quedó más remedio que esperar allí a mis padres. Al cabo de un rato hubo un silencio molesto que me preocupaba mucho. Di tres pasos para ver lo que era y…otro molesto sonido de una especie de campanillas sonaba a mi lado. Era el vagabundo. ¡Qué miedo! Un segundo más tarde vi salir a mi vecino de nuestra siniestra y vieja casa, me había salvado la vida. Dejé al vagabundo atrás y me apresuré hacia él. Pero, un momento…parece que mi vecino conocía al vagabundo. Ya entiendo: el vagabundo no me quería a mí, sino llegar hasta mi casa para encontrarse con mi vecino: Iban juntos a una fiesta de disfraces de Halloween.

6


1 NOVIEMBRE, 2011 Autor: JOCKER

Érase una vez un niño que había sufrido un desgraciado accidente en su casa, murieron sus padres y el niño quedó huérfano. Al cabo de unos meses estaba montado en un Mercedes negro, conducido por un tipo vestido con un traje oscuro, tenía bigote y el pelo blanco, iba a conocer la casa de sus nuevos padres. Vivían en una mansión que antiguamente había sido un monasterio de clausura, estaba a las afueras de la ciudad. La familia estaba compuesta por el padre, la madre, los abuelos y cinco niños de diferentes edades. Miguel sería el décimo miembro de la familia. Nada más entrar en la casa, vio una escalera central que subía a los dormitorios, a la derecha quedaba la cocina y hacia la izquierda estaba el comedor y la biblioteca, en el salón había un cuadro; a Miguel le llamó mucho la atención, había un payaso que tenía las manos extendidas y mostraba los diez dedos. Los padres se portaron educadamente con el hombre que había llevado al niño y lo invitaron a cenar. Cuando el chófer se marchó, lo acompañaron a su nuevo dormitorio. A la mañana siguiente, se despertó muy contento, de repente se oyó una extraña risa y unos pasos que dejaron de oírse al momento, parecían provenir del comedor, así que allí fue y…. ¡Dios mío! La abuela estaba sin cabeza tumbada en el suelo. Cuando Miguel volvía a su cuarto se fijó en el payaso del cuadro, tenía sólo nueve dedos extendidos. Al día siguiente apareció muerto el abuelo, Miguel se fue corriendo a ver el cuadro, esta vez el payaso sólo mostraba ocho dedos. Luego llegó la muerte de uno de los hermanos y siempre se oía lo mismo, una extraña risa y unos pasos alejándose. Miguel comenzó a sospechar, le dijo a su padrastro lo que pensaba pero no le creyó. Poco a poco fueron muriendo todos los miembros de la familia hasta que quedaron Miguel y su padrastro. El chico intentó llamar a la policía pero su padre no le dejaba, entonces se encontraron cara a cara con el payaso que sostenía un cuchillo, ya era demasiado tarde. Uno meses después, el tintineo de la campana de la Galería de Subastas Harper indicaba el comienzo de la puja por el cuadro del payaso, tenía extendidos todos los dedos.

7


3 NOVIEMBRE, 2011 Autor: Boletana. A las nueve de la mañana mi móvil recibió un mensaje. Yo aún estaba en la cama, medio dormida y no me levanté a mirarlo. Abrí los ojos cuando mi reloj marcaba las diez y media. Fui a la cocina a prepararme el desayuno cuando vi una nota. Era de mis padres, se habían ido a pasar el día en la montaña. También decía que hablaríamos a mediodía de cómo iba a quedar con mis amigos esa noche, para celebrar Halloween. Al leer esto último me dio una sensación muy rara, como de que no fuera a poder hacer eso. De repente me acordé del mensaje. Cogí el móvil y miré el buzón de entrada y vi que no tenía uno, sino trece del número 1366613. Abrí el último que me había llegado. “Odio que me ignoren. Nunca ignores a una persona que puede hacerte tanto daño como yo.” Apenas había acabado de leer cuando me llamaron. Era ese número. Dudé un momento y, recordando el mensaje, contesté. La única respuesta que obtuve fue el silencio. Justo cuando iba a colgar escuché unos pasos que se acercaban. Dudé sobre si fueron en el móvil o en la habitación de al lado pero un instante después parecía que no había cobertura y oí unas risas. La llamada se cortó. Me asusté mucho, no me sentía segura en mi casa. Salí a la calle y me encaminé hacia un barrio a las afueras, casi deshabitado. Por fin llegué. Me di cuenta de que allí había una pequeña ermita. Nunca me había fijado en ella pero ahora no podía dejar de mirarla, me llamaba. Me acerque a la puerta y entré. Las puertas se cerraron, quitando cualquier rastro de luz del interior de la ermita. Sentí que había alguien allí dentro, conmigo, pero no me importaba, me sentía bien allí. De repente me sentí caer, alguien me había golpeado en la cabeza. Mis ojos se cerraban. Lo último que conseguí ver fue como la puerta se abría y una silueta salía. Cuando la puerta se volvió a cerrar las campanas de la pequeña ermita comenzaron a repiquetear. Después… oscuridad. Ahora es mi turno. Ha pasado un año desde que las puertas se cerraran por última vez. Me acerco. Me tiemblan las manos. Saco fuerzas de donde no la hay y las abro. La luz del sol me hace daño en los ojos. Las campanas vuelven a tocar, como hace un año, una melodía de despedida, pero esta vez es para mí. Ahora alguien debe ocupar mi lugar.

8


7 NOVIEMBRE, 2011 Autor: Darkness

Desde aquel día nada volvió a ser igual. La triste historia de Margarethe nos entristeció a todos y dejó en nuestros corazones una mancha de miedo más oscura que la más oscura de las tinieblas. Por mucho que me duela, voy a narrar esta trágica historia para que todos puedan tener una idea de lo que aconteció en aquel pequeño pueblo: Margarethe Softheart era una chica normal que cursaba primero de bachillerato en la escuela del pueblo. No tenía ningún sueño especial, simplemente permanecer en su querido pueblo hasta sus últimos días. Una noche de mediados de noviembre, antes de las frías nieves, cuando la noche llega temprano, Margarethe volvía a casa por su recorrido habitual, por un paseo que daba a parar a la iglesia del pueblo. Quiero recalcar que era un largo paseo rodeado de árboles alrededor, con apenas algo de luz. Iba ella por aquel sombrío paseo, por el que apenas veía el final, cuando el reloj de la iglesia dio tres campanadas. Se extrañó, pues no eran ni las ocho, pero de repente empezó a oír unos pasos tras ella. Unos pasos muy lejanos pero siniestros. Unos pasos que inquietaron profundamente a Margarethe, quien se giró y no vio nada. Se apuró en llegar a casa. Una vez allí, Margarethe no dijo nada de su extraña experiencia. Al día siguiente mientras volvía por el oscuro paseo, el reloj sonó dos veces y los pasos sonaron cercanos y al mismo tiempo lejanos, como si vinieran de otro mundo. Margarethe se volvió a girar y no había nadie. Corrió asustada a casa, donde contó todo, pero nadie la tomó enserio. Al día siguiente lo contó en el instituto y todos se rieron de ella, diciendo que se había bebido una botella entera de anís. Fueron risas malvadas que entristecieron a Margarethe, que no tuvo más remedio que volver sola a casa. Aquella noche resonó por todo el pueblo una campanada y un grito escalofriante. Nadie sabe lo que pasó ni nadie lo sabrá jamás, pero en el paseo de la iglesia fueron encontradas las pertenencias de Margarethe y nadie la volvió a ver nunca más.

9


7 NOVIEMBRE, 2011 Autor: Nadieenelmundoreal Unos pasos se acercaban, Paulina suspiró, ya llegaba un guardia con la nueva chica para su celda. La verdad, esta no parecía para nada una asesina, ¡más bien parecía una niña de una serie ñoña!!! En cuanto el policía dejó a la chica en la celda le preguntó que se suponía que había hecho, ésta se encogió de hombros y contestó: -Matar sin sangre.-Paulina alzó una ceja: -¿Y eso cómo se supone qué lo has hecho?-Su compañera de celda le dedicó una macabra sonrisa que poco tenía que ver su primera apariencia angelical. -¿De verdad quieres saberlo? Te propongo un juego…Si ganas, te lo enseño, si pierdes…Dejémoslo en que también lo sabrás. ¿Estás?-Su interlocutora aceptó con un leve cabeceo.-Bien, este es el juego: esta noche, antes de dormirte, deberás bajar y entablar conversación con el primer guardia que aparezca, da igual quién sea, la condición: solo le podrás hablar de mí. Podrás inventar, maquinar, criticar e, incluso, no decir palabra, pero hasta el silencio deberá saber a mí. -Si cumples, podrás volver a tu celda con las campanadas, si no, bueno, también volverás, pero no esperes una noche agradable, porque no la tendrás.-Paulina, de manera tan seria que hasta ella misma se sorprendió de su comportamiento, asintió y juró por su vida cumplir con las palabras de su nueva compañera. Aquella noche, cuando bajó a cenar, se acercó a Matt, un guardia bastante agradable que no había roto un plato en su vida. Durante toda la noche le estuvo hablando sobre su compañera de celda, con un miedo terrible e irracional de decir cualquier otra cosa. Al final de la noche, sin embargo, cuando las campanadas sonaron, se le escapó una nimia frase: -Tengo que volver.-Cosa que, si bien el guardia ni oyó, fue fatal para ella. Al llegar a su cuarto, se tumbó en su cama y, en apenas unos instantes después, se durmió. Paulina estaba en un patio con árboles y una sugerente puerta al fondo, aunque, por alguna extraña razón, no se atrevía a abrirla, ni siquiera a intentar alcanzarla. Después de unos minutos de intentar, en vano, ubicarse, una voz surgió de entre las sombras. -Hola, ¿cómo te llamas?-Había hablado una niña pequeña, vestida con un pijama de ovejitas y abrazada a un osito de peluche. Paulina sonrió y se acercó a ella: adoraba a los niños (cosa que mucha gente no entendía, ya que era una temida asesina). -Soy Paulina, ¿y tú? -Nicky, ¿por qué llevas ese pijama naranja tan feo?-La chica se rió. -Por nada, no tenía otra cosa que ponerme.-Después de un rato de reír y hablar como si no hubiera nada más en el mundo, Paulina empezó a ver que algo no cuadraba en aquel paisaje idílico. -Oye… ¿Por qué decías que estabas aquí? -Una señora me dijo que tenía que hablar con alguien sobre ella y luego dormirme, pero se me escapó una frase al final.-La espalda de la presa fue recorrida por un escalofrío. -¿Qué frase?

10


-“Tengo que volver”. Luego aparecí aquí, supongo que en algún momento me despertaré, aunque ahora no puedo. -¿Por qué?-La niña se rió con ganas. -¡Porque la puerta ya no está!!!-Paulina se giró y gritó con fuera: ya no tenía puerta por la que salir, había desaparecido, y ella estaba atrapada allí, para siempre. Fuera de este sueño, Paulina acaba de morir sin derramar una triste gota de sangre, sin tan siquiera tener un signo de nada y a su lado, su ex-compañera de celda le acariciaba el pelo con ternura. -Pobre niñita…No supo ganar.

11


7 NOVIEMBRE, 2011 Autor: Betty boop

Hace mucho tiempo un amigo me contó una historia y ahora os la voy a contar yo. Un buen día la chica más guapa del pueblo, Linda, quedó con sus amigos Alex, Daniel, Marta, Cristian, Verónica y con su novio David. Estaban en días de Halloween y todos los niños del pueblo iban pidiendo caramelos a cada casa disfrazados de vampiros, fantasmas, monstruos, lobos… Linda y sus amigos también pedían caramelos como cada año y se lo pasaban genial, pero este año además quisieron hacer algo diferente: decidieron ir al monasterio abandonado que estaba a las afueras del pueblo. Ese monasterio tenía muchas historias antiguas y terroríficas, pero ellos no hacían caso y no se creían esas historias, les parecían bobadas. Caminaron hacia el monasterio abandonado. Cuando llegaron vieron que ese lugar estaba bastante oscuro. Tenía una verja grande y negra que estaba toda oxidada y cuando la abrieron, el hierro chirrió. En ese momento todos se miraron espantados. Fueron caminando por el oscuro y largo camino, hasta que se toparon con la puerta gigantesca de ese monasterio. David abrió la puerta sigilosamente, agarró a Linda y ésta a todos los demás. Entraron y vieron que por dentro ese lugar estaba lleno de polvo y telarañas. Era muy amplio, más bien gigantesco y tenía unas escaleras interminables, que subían hasta el campanario. Investigaron todo. Les pareció divertido estar allí, no tenían miedo porque veían que no había nadie. Se sentaron en el suelo y empezaron a contarse cosas graciosas para hacer más ameno el rato. Entre risas, Linda y David aprovecharon para irse y estar a solas. Cuando volvieron, sus amigos ya no estaban. Al principio los dos se rieron porque pensaban que era una broma y empezaron a buscarles, pero no les encontraban y se quedaron de piedra. Al cabo de un rato se dieron cuenta de que no era una broma y que de verdad habían desaparecido. Linda empezó a llorar y David la consoló. Había sido un error el haberse ido sin ellos. Se sentaron y se tranquilizaron, pero de repente, sonaron las campanas del campanario. Los dos se agarraron fuertemente, no querían separarse, se asustaron mucho. Subieron las escaleras para llegar al campanario y ver quién había allí, pero su sorpresa fue que eran sus amigos los que las habían tocado: ¡les habían gastado una broma! Linda y David se rieron y todos bajaron juntos las escaleras. Se sentaron en el sitio donde se habían sentado anteriormente. De improviso unos pasos asimétricos se escucharon por detrás de ellos. Todos se giraron a la vez y vieron un hombre muy viejo con la cara deformada. En las manos tenía unas uñas muy largas, la cara pálida. Era un hombre superdelgado, alto, sin ojos, con una pierna de madera. Les miró y por su gran boca la primera frase que salió fue: “Truco o Trato”. Los chicos salieron corriendo de aquel monasterio, mientras el hombre se reía fuertemente. Linda y sus amigos nunca le contaron esta historia a nadie y jamás volvieron a ese monasterio. No volvieron a burlarse de las historias y los dichos que había sobre ese lugar. Y sobre todo cuando les contaban que hacía muchos años los monjes de ese monasterio al marcharse se habían llevado con ellos las campanas del campanario. Pues entonces, ¿qué campanas habían tocado sus amigos y que ellos oyeron aquella noche?, ¿quién era el habitante del monasterio? Yo no me creo estas historias y además me han invitado este fin de semana de Halloween a un pueblecito de la montaña donde hay un monasterio reformado… ¿Te apuntas?

12


10 NOVIEMBRE, 2011 Autor:Blanquiazul

Lo veía a lo lejos. Parecía un monasterio. Los árboles me impedían verlo. Era de noche. Sonaron las campanas, indicando que eran las doce de la noche. Desde mi posición podía escuchar el aullido de los lobos. Vi que la puerta del monasterio estaba abierta por lo que empecé a cruzar el largo camino rodeado de árboles y un largo muro de piedra. Cuando llegué, no me lo pensé dos veces y entré al monasterio. Estaba todo oscuro. De repente empecé a escuchar unos pasos. Tenía miedo, escuchaba pasos por todos los lados. Me estaba volviendo loco. Me desmayé. Los malos espíritus conquistaron mi alma. Yo no era consciente de mis movimientos. Vi un puñal, lo cogí y salí del monasterio. Las nubes cubrieron el cielo y comenzó a llover. La calle estaba desierta, un coche se me acercó y le hice frenar, me acerqué y maté al conductor. Me gustaba matar y no podía matar, pues los malos espíritus no me lo permitían, pero conforme iba matando los espíritus se trasladaban a los muertos. Casi todo el pueblo era malvado. ¡Todo el mundo estaba loco! No me podía creer lo que ocurría, pero pude escuchar unas risas a lo lejos. Me acercaba hacia el lugar de las risas, pero vi que era un lago. En el lago me pareció la cola de un delfín, hasta que le vi el cuerpo entero. ¡Sirenas! Me enamoré de ellas, pero era una trampa, tres desconocidos armados se acercaban por mi espalda. Estaba nervioso, pero ellos no me mataron, yo mismo me quité la vida.

13


14 NOVIEMBRE, 2011 Autor:Cildoz

Es Halloween, toda la clase estamos en Educación Física. A mi alrededor solo soy capaz de oír los gritos de mis compañeros. Todo son voces, felicidad, alegría… Comenzamos a realizar ejercicio con un juego para calentar. Todos corremos, saltamos, reímos… Estamos felices. Ya finalizamos el juego y realizamos los estiramientos correspondientes para calentar los músculos que vamos a trabajar. Hoy, nos toca realizar ejercicios de fuerza. Todo el mundo se pone en parejas y comienza a hacer un primer ejercicio. La clase transcurre normalmente. Vamos realizando los distintos ejercicios propuestos por la profesora y esta va comprobando que los estemos realizando correctamente. De pronto la oscuridad invade el pabellón en el que nos encontramos, parece que el cielo se hubiera apagado; las luces no se encendían, ni siquiera se veía la bombilla de seguridad indicando la salida de emergencia. No sé dónde me encuentro, tampoco soy capaz de distinguir a mis compañeros ni mucho menos a mi profesora. Parece que se los hubiera tragado la tierra. Estoy muy nervioso, no sé cómo reaccionar, me pregunto: ¿Qué sería lo más conveniente?, ¿comenzar a caminar e intentar localizar alguna referencia, o quedarme ahí sentado? Me invade el terror, las lágrimas comienzan a tomar mi rostro. Paso media hora sentado en el suelo, esperando a que ocurra algo, cuando de repente oigo unos pasos y acto seguido la misma persona comienza a palparme. Yo me pongo todavía más nervioso de lo que ya estaba. Al momento me agarra y me lleva consigo. Es la Muerte. No me acuerdo de nada más, sólo sé que llego a un espacio en el que no soy capaz de distinguir mucho debido a una espesa niebla que invade la estancia. Solo capto un agudo sonido proveniente de un reloj que da la hora.

14


14 NOVIEMBRE, 2011 Autor: Vaesgra

Cuando llegó ella ya estaba muerta, sus hermosos ojos cerrados…. Su tibia piel dejó de brillar, ya no deslumbraba, ya no era nadie, y cómo a todos los nadies, no la echarán de menos. “Eran las doce de la noche, te esperaba en la entrada como todas las madrugadas. No llegabas, mala señal, solías ser muy puntual, nunca me diste plantón. Me decidí a entrar. - Llaman a la puerta. - ¿Quién es? - No sé, creo que es esa mujer con la que siempre vienes a vernos. - Dile que pase. Pasé, la seguí durante un largo pasillo que nos condujo a la sala principal, allí me esperaba. Todo era tan siniestro, parecía que la casa te miraba, las paredes de color oscuro caían sobre ti y los personajes de los cuadros te espiaban. Sentada a tu lado recordé todos esos momentos que habíamos pasado juntos, no comprendía que pudo salir mal, éramos tan felices. Las risas de los sirvientes me recordaron todas aquellas tardes sentados en el parque, donde solo existíamos nosotros. Me atormentaban la cabeza, no conseguía dejarlas atrás. No entendía que había cambiado, lo que si entendía era que algo iba mal. Tus miradas no eran las de siempre, eran distintas, como asesinas. Oí pasos, sentí un fuerte dolor en el cuello, se apagaron las luces, o eso creo. Pasados unos minutos me di cuenta de que no era así. Mis parpados se cerraron, no tenía fuerzas para abrirlos, llegó mi final, sí. Lo que no sabía, era como había sucedido, ¿Por qué yo? ¿Qué le había hecho? , pensaba que me querías…Bueno supongo que… el amor no tiene precio. -¿Está muerta? - Si señor. -Llévatela, no te molestes mucho en esconderla, nadie preguntará por ella.

15


21 NOVIEMBRE, 2011 Autor: S2

Me desplacé hábilmente entre la escasa arboleda que se disponía frente a la fachada. Todo seguía igual que en mi infancia, mis recuerdos no me engañaban. Únicamente noté que los árboles habían crecido, estaban más viejos, más desgastados: como yo. Me gustaba recordar mi infancia, aunque no había sido merecedora de rememorar; pero a pesar de todo, era mi infancia, que una y otra vez había modificado según en el contexto en el que me encontraba. De pronto sonaron las campanas, me asuste. No recordaba así su sonido, se acoplaba a mis oídos y resonaba en mi ser. Quizás el que había cambiado tanto había sido yo, debía ir asumiéndolo: me iba consumiendo lentamente, iba perdiendo mi energía y aunque no me gustaba admitirlo, sabía que todo esto lo tenía que disfrutar rápidamente. Las campanas callaron, pero en mi cabeza seguían resonando. Comencé a encontrarme mal, me apoye sobre la resistente roca, que se empezó a erosionar levemente. Entonces percibí una serie de pasos que provenían del interior, era un ritmo constante pero a la vez, desconcertante e insólito. Todo aquello me resultaba extraño: las carcajadas que yo recordaba, habían sido sustituidas por pasos; todo se había vuelto más aburrido. De nuevo, lo volví a relacionar conmigo. Al fin y al cabo, este monasterio había sido como mi casa, o lo más parecido que hubiera podido tener. En innumerables ocasiones me había identificado con ese entorno. Y es que tras tantas incógnitas que os he ido creando a lo largo del texto, debéis saber que… “Entonces, los árboles comenzaron a llorar hojas. Y el anciano ya no tenía fuerzas ni para mantenerse por si sólo. Cada hoja que caía, le debilitaba más y más. Era curioso, en el mismo lugar en el que paso su infancia, acabo su vida.”

16


22 NOVIEMBRE, 2011 Autor: Odette Nos despertamos aquella mañana con una inmensa alegría porque al fin había llegado el gran día, el que todas mis amigas y yo estábamos esperando. Era el día de Halloween, un día especial desde hacía años y en nuestras familias siempre lo celebraban, era una ocasión genial para estar con tus amigos, pasártelo bien, ir de casa en casa asustando a la gente y echar unas cuantas risas. En fin así contado parece un día divertido y así era todos los años pero este año ocurrieron cosas muy extrañas. Primero quedamos todas mis amigas y yo en mi casa, pero cuando fuimos a ponernos nuestros disfraces ocurrió algo poco usual; nuestros vestidos estaban machacados como si alguien los hubiera rasgado, cuando fuimos a pintarnos oímos unos gritos muy extraños y seguidamente se nos apago la luz. Mi amiga Blanca fue a mirar si el circuito de la luz estaba averiado pero pasaron varias horas y no supimos nada de ella. De repente miramos por la ventana intentando ver donde podía estar, nada mas asomarnos la vimos estaba allí, tirada, en medio de mi jardín y parecía inconsciente. Corrimos muy deprisa hacia el jardín, tanto como pudimos pero al llegar no había ni rastro de ella. Aquella noche perfecta se convirtió en nuestra peor pesadilla no sabíamos que hacer, no se lo podíamos contar a nadie porque pensarían que estábamos locas y que Blanca nos había gastado una broma. Al día siguiente nos la encontramos en el instituto ninguna lo podíamos creer pero así era .Fuimos a hablar con ella y no se acordaba de nada ni siquiera de que había sido Halloween. Al parecer nadie en el instituto sabía que había pasado ya ese día. Hasta entonces ninguna creía en fantasmas ni en nada similar pensábamos que eran fruto de la imaginación popular y de gente que se aburría mucho y no tenía nada mejor que hacer que asustar a los demás. Desde ese día si creemos en ellos dado que no hay ninguna posibilidad lógica para explicar esa noche, desde ahora la viviremos de otra manera y tendremos mucho cuidado por los posibles incidentes. -Punto y final y así acabo la obra de esta noche. -Eh chicas mirad esta obra! Seguro que logramos asustar a más de uno.

17


23 NOVIEMBRE, 2011 Autor: ICR Aquel Halloween fuimos a Tarazona, al cementerio, a ver a mi abuelo. En ese momento en el que estaba delante de la lápida, se me escaparon unas lágrimas que se deslizaron lentamente por mis mejillas. Mientras tanto oía a mi abuela y a mi madre: - Esta es la tumba del “Mosquito´´. - Y esta es la tumba del “Malo´´, pobrecillo, qué joven murió. Y así sucesivamente hasta encontrar la tumba que estaban buscando. Luego, por la tarde mi madre decidió ir al Moncayo, y tras dejar a mi abuela con “la Josefina”, cogimos el coche para irnos. Por el camino fuimos cantando y riendo, hasta que llegamos al monasterio de Veruela. Allí nos paramos porque a mi padre le encantan las iglesias románicas. Cuando entramos no había ni una sola nube, y el sol brillaba fuertemente, pero cuando salimos llovía a cántaros. En la iglesia hacía mucho frío, así que, a pesar de que no veíamos lo que había a un palmo de nuestras narices, mis padres decidieron volver al coche. Salimos todos a la vez, pero yo me perdí. Me quede quieta, y escuché unos pasos, así que decidí seguirlos. De repente los pasos se pararon, pero no encontraba el coche, cosa que sirvió para que mi imaginación echara a volar: asesinos, brujas, fantasmas y otras cosas que ahora no recuerdo. Entonces lo oí: - Nos volveremos a ver muy pronto, pero tú estarás en otras condiciones… Jajajajaja. En ese momento descubrí lo que era el miedo de verdad. Afortunadamente ocurrió algo inesperado: - Don, don. En el mismo momento en el que sonaron las campanadas, dejé de oír las voces y dejó de llover. Vi a mi familia en el coche llamándome y regresé con ellos pero nunca les conté nada de lo ocurrido, ni a ellos ni a nadie. Por eso, si te estoy contando esta historia es porque he vuelto a oír esa voz.

18


23 NOVIEMBRE, 2011 Autor: AcHe

Noche de Halloween. Marta prepara cuidadosamente su disfraz de Novia Cadáver. Recuerda las risas con sus amigas esta mañana en el recreo. ¡Qué bien que se lo van a pasar todas en casa de María! Primero allí y después… ¿Quién sabe? Está resplandeciente. Lo nota y ensaya sonrisas y poses frente al espejo. Tiene carta blanca para volver a casa un poco más tarde de lo habitual. Sus padres al principio no estaban de acuerdo, pero ella ha esgrimido un argumento inapelable: “¡A Mario no le ponéis hora! En clase hoy nos han hablado de la igualdad de género. Sólo nos llevamos dos años y el señorito hace lo que le da la gana. ¿Qué igualdad me enseñáis vosotros?”. Se sonríe. Lo ha conseguido una vez más. Mañana volverá a ser una niña buena; hoy, no. La vida la espera. Noche de Difuntos. El velatorio ha parecido en algún momento una fiesta macabra, pero por fin se han retirado casi todos, amigos y familiares, a descansar. Únicamente quedan los padres de Marta, que se resisten a marchar. Se escuchan los pasos del vigilante que pasea cada diez minutos y no se atreve a decirles nada, a animarles para que se vayan a dormir, que mañana necesitarán sacar fuerzas de donde no las hay. Para el funeral en el Monasterio. Para decidir el lugar de reposo del ataúd de madera. Para los abrazos, condolencias y sollozos de los demás. Esperándolos en la puerta de la calle, Marta desea que la campana deje de sonar, mientras se pregunta qué va a hacer ahora que Mario ya no está en el mundo de los vivos.

19


24 NOVIEMBRE, 2011 Autor:abab Vivía en una casa de dos plantas, enorme para cualquier persona, y mucho más para mí. Era una casa muy vieja, como de otra época; una propiedad que había pasado en mi familia de generación en generación. Mi habitación estaba en la segunda planta, en una esquina, lo que me dejaba a merced del sonido del viento que, en las noches más solitarias y frías, podía convertirse en mi peor enemigo. Eran las 2 de la mañana. A pesar de que habitualmente me acostaba a las 10 y 45 minutos, ese día sentía que algo me inquietaba. Era una sensación aterradora, un mal presentimiento, si eso es, un mal presentimiento. Me tranquilicé, con 78 años y sin ningún hijo ni familiar vivo poco me podía pasar. Tras fallidos intentos por conciliar el sueño decidí abrir los ojos. Una abrumadora oscuridad reinaba en el ambiente. Me gustaba cerrar completamente las persianas, hacían que el letal sonido del viento fuera más llevadero. Miré a un lado, al otro, pero solo podía ver oscuridad, ahogadora oscuridad. Volví a cerrar los ojos. Pero en ese mismo instante, en ese mismo segundo, sentí el chirrido de la vieja puerta principal ¿Quién podría ser? Sin cerrar los ojos me intenté hacer a la idea de que eran imaginaciones mías… Seguramente pasaron minutos, aunque para mi fueron horas de tortura. Con mis sentidos lo más agudizados posible intenté escuchar algo, pero solo encontré en el ambiente tranquilidad, monotonía… Intenté olvidar el ruido que antes me había hecho estremecer, aunque mi cerebro se empeñaba en elucubrar. “¿Y si alguien ha entrado a mi casa?” pensé. Minutos más tarde dejé esa idea de lado, me tranquilicé, volví a mis cabales. Mi cerebro recobró la normalidad… El reloj dio las 3. Había pasado una hora y yo no conseguía dormir. Pensé en la posibilidad de bajar a la planta de abajo para coger mis somníferos, mi salvación, lo único que conseguía que mis sentidos se anulasen cuando no lograba descansar. Me levanté de la cama, di seis pasos hasta llegar a la puerta, pero cuando cogí el cerrojo para abrirla algo me paró en seco: era el sonido de unos pasos subiendo a la planta de arriba. Me aterroricé y de un paso, casi un salto, volví a acostarme en la cama. Deseaba con todas mis fuerzas que ese sonido se fuera, pero las escaleras eran largas y los pasos no cesaban. Era un sonido escalofriante. Un paso tras otro, cada vez más y más deprisa. Mi ritmo cardiaco se disparó. Sentía los pasos cada vez más cercanos… sentía que el alma se me iba… Mi corazón estaba al borde de la taquicardia…, esa persona o ser estaba casi al otro lado de mi puerta… Finalmente llegó… podía escuchar como sus manos tocaban el pomo. Empujó suave y cautelosamente la puerta hasta abrirla por completo. Intenté ver algo, aunque no lo conseguí…, la oscuridad seguía reinando… Cerré los ojos. Volvieron los pasos, uno tras otro, pero ahora más suavemente que antes, iba casi a paso por minuto… De repente sentí como el sonido paro. ¡La

20


tranquilidad volvió a reinar! Volví a recuperar el ritmo cardiaco, volví a respirar. Era como si nada hubiera pasado. El mal presentimiento que antes invadía mi corazón desapareció. Sentí una alegría infinita, ¿Sería este el final de mi tortura? ¡NO! Mi corazón se paró y con él mi respiración. Sentía que me moría…¡Podía percibir el aliento de aquel ente torturador! Era un aliento frío, de olor fétido, un olor como a tumba…. Me aterroricé hasta tal punto que me oriné encima. El ente me levantó con fuerza, me lanzó contra la pared. Podía sentir como uno a uno se rompían los huesos de mi decrepito cuerpo. Un golpe tras otro; un corte tras otro. El dolor era insoportable. Intenté llorar, gritar, pero no lo conseguía. No me podía creer que el silencio, aquel que tanto amaba, fuese en esos momentos mi mayor frustración. Casi muerto me lanzó hacia el suelo y cuando pensaba que todo había acabado para mi, sentí como un enorme zapato precipitaba sobre mi cara. Ya no quería gritar, ya no quería llorar, ya no quería ni siquiera vivir…, solo tenía el deseo, casi la necesidad, de verle la cara a tan vil ser. Pero se fue. No dejó un solo rastro. Tan solo la calma, la monotonía…, un olor a tumba y una siniestra carcajada… A lo largo de mi vida había hecho muchas cosas malas, como todo el mundo, aunque nada que me hiciese merecedor de esa salvaje paliza. Los segundos pasaron… y mis párpados poco a poco se cerraron… Me desperté, el sonido de las campanas de la iglesia del pueblo acabaron con el que creía que iba a ser el sueño eterno. Estaba en un hospital. Según me dijo una amable enfermera, Lucy, la mujer que me venía a cuidar por las mañanas me había encontrado en el suelo con todo roto. Sorprendentemente había estado más de un año en estado de coma, para mi fueron segundos. Todavía podía sentir el dolor de las heridas. Él médico que me libró de la muerte me dijo si recordaba algo, le dije la verdad… todo era confuso. Tras varias horas conseguí reconstruir aquella noche, aunque fue una ardua tarea, pues por mi cabeza solo pasaban preguntas y más preguntas: ¿Quién me odiaba tanto como para intentar matarme? ¿Sería la muerte quién quería llevarse mi alma?…., en cualquier caso ese ser falló en su labor, pues yo seguía vivo…

21


27 NOVIEMBRE, 2011 Autor: MIMO Nuestra historia comienza un día de Halloween. Todo nuestro curso había ido de excursión a un pequeño pueblo llamado Veruela. Sí, ese que está al lado del Monasterio. A nuestros profes se les ocurrió la genial idea de dejarnos una noche a las puertas del monasterio para ver quien aguantaba una noche en ese lugar tan tenebroso. Y claro, siempre están los payasos de turno que tienen que hacer la gracia. Vamos, que se les ocurrió ir a echar un vistazo dentro del Monasterio. Reconozco que yo también entré. No sé, me picaba la curiosidad. Nos adentramos, entre risas, en lo que parecía ser la primera sala del Monasterio. De repente oímos unos pasos que acallaron nuestras risas y con un enorme crujido la puerta se cerró sin que pudiéramos hacer nada para evitarlo. ¡Se acabó!, íbamos a quedarnos ahí encerrados. No había forma humana de mover la puerta. Ya que no podíamos salir, lo mejor sería adentrarnos en las demás salas para encontrar una salida -pensé-. De repente oímos unas campanas. Fuimos corriendo a ver que había sido eso. Y cuando llegamos, lo único que pudimos ver era una cuerda subiendo y bajando sin la ayuda de una persona y las campanas sonando. Cuando nuestros ojos se acostumbraron a la oscuridad de la estancia pudimos ver la silueta de una niña vestida de blanco. La niña, casi transparente, no paraba de repetir ¿mama? La niña fantasma con palabras tímidas nos indicó el camino hacia la única salida que había en el Monasterio a través de un pasadizo secreto debajo de un altar. Cuando salimos del Monasterio, todos muertos de miedo, y nos dirigíamos a contárselo a nuestros profe vimos a la niña con su madre de la mano. Entonces comprendimos que el secreto de la niña vestida de blanco tendría que quedarse allí: en el Monasterio de Veruela.

22


27 NOVIEMBRE, 2011 Autor:Swarovski Me desperté, todo a mi alrededor estaba borroso. No podía vislumbrar apenas unos rayos de luz que me guiasen el lúgubre camino. Lo único que pude deducir fue que estaba cerca de alguna vieja iglesia. Sus campanas empezaron a sonar y de repente bajó una misteriosa niebla de entre los árboles que produjo pavor en mi ser. Ahora me sentía pequeña, frágil y débil. No tenía ganas de avanzar un paso más para poder encontrar el camino de mi salvación, lo único que quería era desaparecer ya del mundo, camuflarme entre la niebla y esfumarme. No podía soportar más aquella pesadilla, en mi cabeza aún resonaban las risas de los espíritus que me había cruzado hacía unas horas, y ahora, estaba en un lugar inhóspito, donde solo las criaturas más solitarias y crueles podían habitar. De repente, escuché los pasos de mi final: toc, toc, tacc…cada vez estaba más cerca de mi fatal destino. Sentí una sensación que jamás hubiese podido explicar hasta que… Caí desplomada al suelo, el impacto que sufrí contra la superficie no causó lesión alguna ni provocó ningún dolor en mi cuerpo. El daño que sufrí fue posterior, cuando la transformación comenzó: mis colmillos se prolongaron y afilaron como navajas y mi cuerpo se convirtió en una burla diabólica de lo que había sido en vida. Ahora soy otra persona, situada en un mundo paralelo entre vivos y muertos. Mi manera de saciar mi ira es causando nuevas víctimas, por favor ayúdame.

23


29 DICIEMBRE, 2011 Autor: Perroflauta

Había una vez en un pueblecito más allá de las montañas donde vivían una familia con sus dos hijos al lado de un bosque espeso y profundo. Los cuatro vivían en una casita no muy grande de madera por que no tenían suficiente dinero para comprar una más grande. La familia vivía en absoluta pobreza ya que el dinero que ganaban lo gastaban. El padre gastaba el dinero en apuestas que normalmente solía perder, en cambio la madre lo gastaba en joyas que más tarde no usaba para nada. La familia apenas tenía de comer, así que un día decidieron darles un trocito de pan y abandonarlos en el bosque. Los niños al perderse no sabían que hacer así que se pusieron a llorar como locos. Y atrajeron a muchas fieras. Estos murieron devorados por ellas. Si no hubieran sido devorados por los lobos y osos del lugar, habrían muerto de hambre y sed. En el primer año los echaban de menos. Pero en cuanto el hombre gano una apuesta que le dio mucho dinero y la mujer vendió las joyas, ya no se acordaron de ellos. Tiempo después, alrededor de tres o cuatro años más tarde, los espíritus de los niños fallecidos en el bosque empezaron a rondar a los padres. Al final como vieron que vivían muy felices sin ellos, la noche de Todos los Santos quemaron la casa con todo el dinero. Los padres fueron desafortunados durante un tiempo pero como el padre tenía bastantes amigos, reunieron suficiente dinero para comprar otra casa. Los niños esta vez en vez de quemarla con ellos fuera la quemaron con los padres dentro, y la destruyeron por segunda vez, los padres consiguieron huir a tiempo. Entonces las gentes del pueblo habían escapado porque los niños se habían presentado delante de los vecinos, estos se asustaron tanto que huyeron. Los padres no pudieron huir ya que los niños no les dejaron. Al final los padres se disculparon a los fantasmas de los niños. Entonces los niños decidieron que a cambio de su muerte, ellos debían morir quemados en una casa. Los padres no pudieron negarse por que se sentían culpables por lo que habían hecho.

24


29 DICIEMBRE, 2011 Autor: Día gris

Anduve por el camino hacia la casa rápidamente. Los árboles se inclinaban formando arcos de sombras, y el final parecía estar cada vez más lejos. Llegaba tarde a la fiesta de Halloween de Yulia Proust. Eché a correr. Para qué demonios me habría puesto tacones… Cuando por fin llegué a la entrada, observé con atención la casa. Parecía una antigua iglesia románica. Dentro se oían voces y risas, y eso me serenó un poco. Nunca me había dado muy buena espina Yulia, siempre tan solitaria y pálida, pero la oportunidad de ver su casa y conocer a su familia era algo que ninguno nos queríamos perder. No encontré el timbre por ningún lado, así que entré guiándome por los sonidos de la fiesta. La casa estaba sumida en la penumbra, telarañas colgaban de todas las esquinas, y dudé seriamente si eran de decoración. Entré a la habitación de donde procedían los sonidos, y encontré un cuarto alto con grandes columnas. En el medio de la sala, un radiocasete reproducía sonidos de fiesta. Oí como se cerraba la puerta de la entrada con un golpe sordo. Eché un vistazo a mi alrededor. A la derecha había una pequeña puerta abierta. Caminé por la estancia, y el eco del sonido de mis tacones hacía vibrar cada uno de los gastados ladrillos de las paredes. Un reloj sonó, tres campanadas agudas. Cuando llegué y entré a la sala, la vi. Yulia Proust, con un vestido blanco a juego con su piel, el pelo negro carbón y las pupilas ocupando todo su iris. Debajo de ella, una pila de cuerpos. Reconocí allí a todos mis amigos compañeros de universidad. Cadáveres pálidos, igual que ella. Se giró y me miró. -Llegas tarde, pequeña.

25


29 DICIEMBRE, 2011 Autor: Futbolero

Era el primer año que pasaba el día de Halloween en el pueblo con mí abuelo. Sobre las ocho y media de la tarde habíamos quedado todos los de la pandilla en reunirnos en la Plaza Mayor. ¡Qué emocionante! Me parecía que todo iba a ser cómo en mí barrio, Ir de casa en casa diciendo ¿Truco o trato? Pero… Llegó la hora, y justo cuando iba a salir, el reloj de pared de mi abuelo comenzó a dar vueltas como loco y de repente se paró, y sonó dando tres campanadas ¿Qué le pasa? dijo mi abuelo, yo la verdad me asusté mucho, pero tenía que marcharme llegué a la Plaza Mayor y no había nadie, se quedaron las calles oscuras, sólo había luz en la Iglesia del pueblo. Salí corriendo hacía la Iglesia y me perseguían unos pasos y unas risas, me volví a mirar hacia atrás y no vi a nadie. Muy asustado llegué a la puerta de la Iglesia con la respiración muy fuerte. Cuando llegué allí me encontré a mis amigos estaban esperándome dentro de la Iglesia. ¡Por fin estaba a salvo con mis amigos dentro de la Iglesia! ¡Qué alegría me lleve al verles!

26


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.