Estructura de la Creación Wondrous Wisdom – Capítulo 8, Lección 1
En sus escritos, Rav Yehuda Ashlag nos explica que la Luz emanando del Creador designa el deseo de crear seres y complacerlos. Puede que recuerden que la Luz es la sensación del Creador, placer. En la Cabalá nos referimos a eso como la Fase Raíz y se numera cero (0). Ne Hebreo, le llamamos Fase Shoresh y le llamamos Keter. Se le d el numero 0 porque es considerada la fase preliminar a la creación de cualquier cosa. Es simplemente un deseo de complacer y crear algo a lo cual dar placer. Así que en este punto, todo lo que podemos decir acerca de la fase 0 (Keter) es que el Creador desea satisfacer, tiene el deseo de otorga, de dar, y comienza el proceso para crear algo que pueda recibir lo que Él desea dar, llamado placer. Mientras continuamos con la lección, puede ayudarle tener la Figura1 como referencia. En la segunda etapa, a la que se le refiere como Fase 1 en Hebreo – Fase Aleph (Hochma) – esta Luz crea una Vasija (en Hebreo – Kli). Un Kli es algo que tiene la habilidad de encapsular una sustancia. Tiene límites. Y tal y como el soplador de vidrio crea recipientes para contener agua u otras bebidas, esta Vasija se crea para contener algo en su interior, siendo el placer ese algo. La Vasija se crea de tal manera que está perfectamente situada para cumplir su propósito. En otras palabras, la Vasija es el deseo de recibir placer en una manera perfecta. Para entender la relación entre la Luz y la Vasija, se puede pensar en un sello y la impresión que deja. Una analogía aun más simple podría ser si imaginamos que estamos en la playa. Si presionamos nuestras manos en la arena mojada y luego las quitamos, dejaremos una excelente impresión de nuestras manos. Si la arena es lo suficientemente fina, hasta podemos ver las líneas de dentro de las palmas de las manos en la arena. La Biblia nos dice que Dios creó al hombre a Su propia imagen. Eso es exactamente a lo que me refiero. La Vasija está diseñada solo de esta manera, donde las Vasijas, este deseo por recibir placer, empata perfectamente con la Luz que lo llena y complace completamente. La Luz misma tiene una única característica, un atributo, el cual es complacer, deleitar y dar placer. El atributo de la Vasija es exactamente opuesto. Es el perfecto deseo de recibir, el deseo de experimentar placer. Asi que las Luz crea la Vasija, y entonces la llena completamente. Pero cuando la Vasija se llena, esta no solamente siente placer, sino que también siente lo que es Aquel que Da; siente el atributo de otorgamiento de Aquel que Da. Esta exacta experiencia de sentir a aquel que le está dando placer es la causa de que la siguiente fase de la creación suceda.
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La experiencia de no sentir placer sino también sentir la propiedad de Aquel que Da, otorgamiento, puede pensarse como una transferencia. Lo que se transfiere a la Vasija es ese mismo atributo del Creador. Esta transferencia causa que la Vasija ahora desee convertirse en similar a la Luz. En otras palabras, la Vasija siente esta propiedad de Aquel que Da y quiere hacer lo que la Luz puede hacer, dar sin restricción, ser como Aquel que Da. Pero la Vasija no tiene absolutamente nada que dar. Esta construida para recibir. Así que para llegar lo más cerca posible al dar, deja de recibir de golpe. A este estado le llamamos Fase 2 – Fase Bet (Bina). Ahora tenemos un serio predicamento. La Vasija, que ahora esta vacía de la Luz porque sintió al Creador y desea ser como la Luz, rechaza recibir. La Luz no puede realizar lo que se supone debe hacer y la Vasija no puede hacer lo que se supone debería hacer. Si la Vasija tuviera algo que dar, lo haría. Así que hace lo mejor que puede, lo mas similar: rechazar recibir cualquier placer. Esto lleva directamente a la siguiente etapa, a la cual la Cabalá se refiere como Fase 3 – Gimel (Zeir Ampin). La Vasija sabe que la meta de la Luz es crear y deleitar a su creación. También sabe que su propia existencia se basa en recibir placer, que tiene que recibir cierta porción de la Luz o dejará de existir. En breve, recibir es la naturaleza de la Vasija. ¿Cómo puede la Vasija conseguir llenar lo que necesita y al mismo tiempo llenar su deseo de ser como el Creador? La Fase 3, Zeir Ampin (ZA), provee la respuesta. De hecho es una fase mezclada y la única posible solución a este problema. La Vasija decide que recibirá una porción de la Luz, pero con una más bien increíble estipulación. Únicamente recibirá Luz si lo hace para deleitar a Aquel que la creó. Repitamos eso. La Vasija sabe que tiene que recibir y lo hará, pero solamente si puede llevar a cabo su función con el intento de satisfacer a Aquel que Da.
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Lo que realmente sucedió aquí es muy importante. La Vasija, el deseo de recibir, ahora tiene dos diferentes atributos que puede comparar entre sí. Sabe como se siente el deseo de Aquel que Da, y sabe cuales su propi naturaleza, recibir. Tiene un deseo por ser como su Creador – otorgar – y tiene un deseo de recibir deleite. Pero también sabe que su verdadera naturaleza es una de recepción total y completa, algo que no puede cambiar. Se da cuenta que le es mucho mas natura recibir que dar, porque así es exactamente como fue creada. Lo que ha sucedido aquí es un descubrimiento. Anteriormente, la Vasija no se había dado cuenta que su propia naturaleza era opuesta a la de Aquel que Da, y ahora lo hace. Esto nos lleva a la 4ª fase que la Cabalá llama Fase Dalet (Malchut). Este darse cuenta de su propia naturaleza lleva a la Vasija a una decisión que tiene que hacer como fue diseñada y recibir todo el placer que le da la Luz, todo el cien por ciento. Algo especial ha sucedido aquí; una decisión independiente. En las tres fases previas, la Vasija solamente estaba reaccionando bajo el poder de la Luz. Pero en la cuarta fase, del deseo de recibir el cien por ciento de la Luz una vez más, es una decisión completamente independiente. Esto es lo que distingue esta fase de la Fase 1, Fase Aleph (Hochma). En ambas fases, la Vasija únicamente recibe pero en esta última fase, la Vasija ahora tiene su propio deseo independiente. Esta independencia es la que nos permite llamarla una “creatura” o “la Creación”. En otras palabras, la recepción de placer fue la opción de la Vasija, no la del Creador. Ahora se le puede llamar “la creatura” porque el deseo realmente viene desde dentro de sí, no directamente de la Luz donde la Luz estaba simplemente llenándola sin decisión alguna por parte de la Vasija. Lo que le dio esta distinción es la elección. Puede recibir o no recibir. ¿Qué decisión tomó? Eligio recibir, aceptando todo una vez más. Previo a esto, era llenada únicamente porque eso era lo que el Creador quería. En otras palabras, el primerísimo deseo de recibir placer de la Luz ha nacido ahora totalmente dentro del ser creado. ¡Este concepto es tan fundamental para nuestro trabajo! Veamos un ejemplo. Consideren el proceso del nacimiento. No importa lo que hagamos antes de nacer, recibimos todo nuestra alimentación, la queramos o no; cada necesidad es cubierta por nuestras madres. No tenemos absolutamente ninguna opción en el asunto. Todos nuestros sistemas son completamente dictados por lo que nuestras nos proveen dentro de sus vientres. Y una vez que hacemos el largo viaje a través del canal cérvico-uterino y anunciamos nuestra presencia al mundo, usualmente con un grito que eriza el cabello, todo cambia. El momento en el que el cordón umbilical es cortado, nuestro sistema comienza a actuar independientemente. Comenzamos a respirar por nuestra cuenta. Nuestro suministro de sangre es independiente. Nuestra alimentación tiene que venir de una fuente externa a nuestra boca. Ciertamente nuestros padres pueden aun forzar muchas cosas dentro de nuestras vidas, pero ahora, cuando tenemos hambre, lloramos. Cuando necesitamos ser cambiados, se lo hacemos saber a mamá y papá. El proceso de una creación independiente se ha llevado a cabo.
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Discutamos ahora por un momento l forma en la que la Cabalá nombra a la Luz. Esto será más fácil si se refieren a la siguiente lista. Tenemos cinco fases: •
Fase Cero – Shoresh, llamada Keter
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Fase Uno – Aleph, llamada Hochma
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Fase Dos – Bet, llamada Bina
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Fase Tres – Gimel, llamada Zeir Anpin
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Fase Cuatro - Dalet, llamada Malchut
Un rápido vistazo a un diccionario Español/Hebreo confirmará que Aleph, Bet, Gimel, y Dalet son las cuatro primeras letras del alfabeto Hebreo. Es importante notar que los nombres, Keter, Hochma, Bina, Zeir Anpin, y Malchut no son nombres de creaturas, sino nombres de fases en el proceso de la creación. Así que cuando decimos Malchut, estamos hablando acerca de la creatura en la forma en la que es en esa etapa. En cada fase, hay un diferente tipo de Luz, al menos desde nuestra perspectiva. En realidad, nunca hay nada más que una sola Luz, y la diferencia que sentimos es completa y totalmente a causa de nuestra propia percepción. La Fase Raíz, Fase Cero, Shoresh, corresponde a una Luz llamada Keter. La Fase Uno, Hochma, corresponde a una Luz llamada Hochma. La Fase 2, Bina, corresponde a una Luz llamada Hassadim. La Fase 3, Zeir Anpin, corresponde a una combinación de las dos primeras luces, ambas Hochma y Hassadim. La Fase 4, Malchut, corresponde a la Luz de Hochma una vez más.
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La palabra Hebrea para Luz es Ohr. Aquellos astutos lectores verán la correlación entre Ohr Hochma y el Creador dando placer, así como Ohr Hassadim, la creatura rechazando placer. Nuestra existencia entera se basa en un único hecho. Todo lo que existe en este universo entero es el deseo del Creador pro deleitarnos y nuestro deseo por tal placer. Todo en el universo sucede en la forma en la que lo hace gracias a esta ley. Estamos completa y totalmente bajo su dictamen. Todos los diferentes tipos de existencia, ya sean, inanimado, vegetal, animal, o parlante, cada una de las cosas quiere recibir placer, recibir una chispa de la Luz. Fuimos creados con un único propósito, que cuando recibimos la Luz del Creador, sentimos placer infinito y eterno, no de forma egoísta, sino en una forma perfecta y absoluta. Si la Luz entra en la Vasija y la llena completamente, entonces esta Vasija ya no puede recibir porque el deseo es saturado pro la Luz, y en la ausencia de un deseo, el placer pasa también. Es un círculo vicioso. Queremos placer, recibimos pacer, el placer mata el deseo, y así el placer ya no se siente. Este es el preciso que el sistema espiritual de la Cabalá cura.
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Solamente podemos recibir sin fin cuando no recibimos por nuestro propio bien, i.e. disfrutamos pro el bien de Aquel que Da. Entonces la Luz que entra en la Vasija no neutraliza el deseo de recibir. A raves de la experiencia todos sabemos que cuando tenemos hambre y empezaos a comer, después de cierto tiempo ya no sentimos hambre, aún si los platillos más deliciosos se ponen a nuestra disposición. El placer se experimenta en el límite entre el placer mismo y el deseo por el. Sin embargo, en cuanto el placer entra en el deseo y empieza a satisfacerlo, este deseo lentamente se desvanece. Y si el placer es más fuerte que el deseo, esto puede guiar hasta la repulsión.
Así que aquí tenemos un problema, pero la buena noticia es que tenemos una solución también. El Creador ideó un sistema que da a Su creatura un remedio para si predicamento. Si elegimos sentir placer mientras satisfacemos a otros en lugar de sentirlo dentro de nosotros mismos, el placer nunca termina. Ven, este placer se basa en cuanto es lo que pueden dar. Entre más placer den a la gente, más placer llegan a llegan a sentir. En otras palabras, vivo fuera de mi mismo, fuera de mi propio deseo de recibir. Esta condición produce una existencia eterna, el estado de perfección, el cual es uno de los atributos del Creador. Este es exactamente el estado al que el Creador quiere guiarnos.
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A primera vista, esta idea parece totalmente absurda. Pero piénsenla por un momento. Supongan que todo como lo conocen era realmente al revés, y en lugar de experimentar placer cuando alguien hace algo por ustedes, fuera al contrario. Imaginen que cada vez que hicieron algo por alguien más, recibieron este increíble placer mucho mayor a cualquier otro placer que jamás hayan recibido a hacer algo por ustedes mismos o por recibir de alguien más. En ese caso, estaríamos haciendo fila para dar, y a quien diéramos no tendría ninguna diferencia. Entre más diéramos, mas placer recibiríamos. En un abrir y cerrar de ojos, nuestro mundo entero cambiaría. Y por muy loco que pueda sonar, este es exactamente el destino al que nos dirigimos. Si la creatura, la Vasija, elije únicamente recibir, se encuentra a sí misma en una trampa. El problema es que al recibir para sí misma, únicamente siente lo que está en su interior. Si la creatura puede sentir el placer del Creador al deleitar a la creación, experimentaría sin fin el placer, tal y como una madre, quien ni egoísmo alguno da a sus hijos. Pero en su estado actual, todos pierden. Afortunadamente, tenemos un sistema absolutamente perfecto en el cual existir, y de igual forma desafortunadamente, elegimos no existir en el. Al alcance de nuestras manos tenemos conocimiento ilimitado, existencia infinita, una sensación de eternidad y harmonía. Dentro de este sistema, el Creador constantemente vierte Luz para su creatura. Pero la creatura únicamente recibe la Luz si al hacerlo deleita al Creador. La Cabalá se refiere a este sistema como la Luz que Regresa (Ohr Hozer), como opuesta a la Luz Directa (Ohr Yashar) que el Creador envía. Ver Figura 3. Pero para que este sistema exista, la creatura tiene que primero tener un deseo que atraiga la Luz Directa hacia ella. Previamente hablamos ya acerca de una pantalla que refleja, tal y como un tímpano o una retina. Es aquí donde esa pantalla entra en acción. Una pantalla tiene que ser colocada entre la Luz Directa y la creatura. Esta pantalla, conocida en la Cabalá como Masach (pronunciado ma-saj) previne a la creatura de recibir pro su propio bien. Únicamente permite a la creatura aceptar una cantidad de Luz en proporción a su propia fuerza; aceptándola únicamente por el bien del Creador. La Cabalá llama a esta acción “recibir para otorgar”. De esta forma el siguiente intercambio se lleva a cabo: el Creador envía placer a la creatura, quien lo acepta bajo la expresa circunstancia de que al hacerlo complacerá al Creador. Baal HaSulam cita un ejemplo muy simple y eterno, el del invitado y el anfitrión. El anfitrión presenta a su invitad una mesa llena de delicias. El invitado se sienta a la mesa pero no se atreve a comer porque no quiere estar en la posición de recibir y no está seguro de si el anfitrión es sincero en cuanto a su deseo por deleitarle. El invitad esta avergonzad porque no tiene nada que ofrecer a cambio y únicamente puede recibir mientras el anfitrión da. Es por ellos que el invitado rechaza lo que se ofrece para entender el verdadero deseo del anfitrión.
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Si el anfitrión insiste, pidiéndole al invitado que honre la comida y asegurándole que estará muy complacido si así lo hace, entonces el invitado empezará a comer. Lo hará porque esta convencido de que esto complacerá al anfitrión y ya no siente que está recibiendo del anfitrión, sino que le está dando, i.e., le da placer al anfitrión. Los roles se han invertid. Aun si es el anfitrión el que ha preparado toda la comida y actúa como el que invita, claramente entiende que la satisfacción de su deseo de complacer depende únicamente de su invitado. El invitado tiene la llave para el éxito del banquete y consecuentemente domina la situación. El Creador ha hecho especialmente a la creatura de tal manera que bajo la influencia de la Luz se sentirá avergonzada de solamente recibir. La creatura, usando libremente su libertad de elección, finalmente alcanzará un nivel en el que no experimenta el placer egoístamente, sino para complacer al Creador. Estos divinos atributos, estos sentimientos, están, más allá de la descripción y no podemos entenderlos. La entrada a los mundos espirituales adquiriendo solo un grado de similitud con el Creador ya significa eternidad, placer absoluto, y obtención. La ciencia de la Cabalá estudia el desenvolvimiento de la creación. Describe el sendero pro el cual nuestro mundo y todos los otros mundos –de hecho el universo entero- debe seguir mientras alcanza su corrección progresiva (Tikkun) para alcanzar el nivel del Creador, el último nivel de perfección y eternidad. Debemos tomar este trabajo de corrección mientras vivimos en este mundo, en nuestras circunstancias diarias y vestidos en nuestros cuerpos. Los Cabalistas ya han alcanzado este nivel de perfección y lo han descrito para nosotros. Todas las almas, sin excepción, tienen que alcanzar este último nivel en cierto tiempo. Cada uno de nosotros tiene que empezar desde el punto de inicio y eventualmente alcanzar el punto final. No hay libertad de elección en este respecto. Ni tampoco hay libertad de elección para nosotros para alterar el camino, porque todos tenemos que pasar por todas las fases y sensaciones y progresivamente integrarnos a ellas. En otras palabras, tenemos que “vivir” el sendero. Regresemos a las fases de la creación. Las fases de desarrollo de la creatura están divididas por lo que la Cabalá llama Aviut. El grosor o la aspereza del deseo por deleitar se llaman Aviut. ¿Qué es el grosor o la aspereza? Entre más alejada está la creatura del Creador, más deseo siente, y tiene más Aviut. Por ejemplo, en la Fase 0, Keter, y en la Fase 1, Hochma, no hay nada (o apena muy poco) de deseo. Casi no hay aspereza, no Aviut. Todo está bajo el poder del Creador, como un feto al que todo se le da hecho. Pero en la última fase, la cual es la más lejana al Creador, Malchut, la creatura, tiene la mayor intensidad de deseo de recibir. Es bueno recordar que este deseo de recibir le viene por su propia decisión, por ende es egoísta, dirigid a sí misma. Así la creatura se encuentra ahora en la Fase 4, Malchut. Tal y como en la Fase 1, Hochma, la creatura está simplemente recibiendo, y recibiendo el 100%. También recordarán que durante el estado de Hochma, la creatura también era capaz de sentir los atributos del Creador. Eso es exactamente lo que pasa de nuevo. Malchut comienza a sentir a Aquel que Da. Pero esta sensación de quien está dando es diferente a la de la primera vez. Hay una enorme diferencia entre la Fase 1-Hochma y la Fase 4-Malchut.
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Malchut es una creatura independiente, tomando su propia decisión de recibir, mientras que en Hochma, el Creador controló todo. A partir de la combinación de sentir al Creador y haber tomado su decisión de recibir, una sensación completamente nueva se siente por primera vez, la sensación de vergüenza. Malchut siente que su atributo de recepción es diametralmente opuesta a la de Luz y se ha dado cuenta de su propio egoísmo. Ahora, esta no es una vergüenza ordinaria, como la que sentimos cuando somos sorprendidos haciendo algo malo, sino inmensa e intensa vergüenza. Esta vergüenza se siente tan fuertemente que Malchut decide dejar de recibir la Luz, y eso es exactamente lo que hace. Este rechazo de la Luz por parte de Malchut se llama la Primera Restricción. Restricción en Hebreo es Tzimtzum. Las letras Hebreas son también números, por lo que 1 es Aleph, o “primero/a”. y así pues, la Cabalá llama a este acto Tzimtzum Aleph. Ahora una vez más, todo está en balance, pero invertido, puesto que Malchut no recibe y el Creador no da. Quizá en este punto estén pensando, “¡Aquí vamos otra vez!” pero aseguramos que la ayuda viene en camino. Si intentamos imaginar esto en nuestra mente, podría parecer como una especie de monstruo de deseo paseándose, vigilando, esperando y esperando, pero no puede tomar lo debido a la tortura que le crea a la pobre bestia cuando la recibe. Nuestra creatura pondera interminablemente, y finalmente llegando a una solución. Imitará nuestro ejemplo del anfitrión y el invitado. Malchut puede rechazar toda la Luz entrante porque no quiere sentirse como el receptor. Entonces fija la condición de que aceptará una porción de la Luz, aunque no por su propio beneficio, sino porque quiere complacer al Creador, puesto que el Creador desea que se deleite Recibir de tal forma es como dar, así que Malchut está ahora en l posición de ser el que da. Recuerden, Malchut primero rechaza todo, entonces calcula cuanto puede recibir del Creador. Únicamente después de que ese cálculo se hace Malchut toma hasta la mas mínima cantidad de Luz, y por supuesto, únicamente con la intención de complacer a Creador. ¿Qué nos dice todo lo anterior? Lo que hemos estado describiendo es el nacimiento del deseo. Si un verdadero deseo está hecho para ser traído a la vida, vemos que la Luz necesita pasar por cuatro diferentes fases. No contamos la Fase Raíz. Esto es exactamente lo que sucede con cada uno de los deseos que experimentamos. Antes de que se sientan esos deseos dentro de nosotros, ese preciso proceso ocurre mientras pasa a través de todas las fases de desarrollo de la Luz que viene del Creador hasta que al fin, lo sentimos. Es totalmente imposible para un deseo aparecer sin la Luz primero. Esto es importante: la Luz llega primero, luego el deseo. Ahora echemos un vistazo a la estructura de la creatura, tal y como es en Malchut, Fase 4. La creatura es la Vasija. En el siguiente diagrama, hay varios tipos de Luz. La Luz Directa, Luz que brilla directamente del Creador se llama Ohr Yashar. La Luz que la creatura, Malchut, inicialmente rechaza se llama Ohr Hozer. También se le conoce como Luz que Regresa, a la cual l pantalla no permite entrar.
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Finalmente, la Luz que Malchut determina que puede dejar entrar, porque la fuerza de su pantalla es lo suficientemente fuerte para poder aceptarla por el bien del Creador se llama Ohr Pnimi. Llegaremos, un poco después, a la Luz Circundante que la Cabalá llama Ohr Makif. Estudien este diagrama hasta que se familiaricen con los términos y sus significados.
¿Recuerdan nuestra historia del anfitrión y el invitado? Cuando el invitado enfrenta al anfitrión y a la mesa llena de delicias primero rechaza todo, entonces decide comer un poco para complacer al anfitrión aunque le encantaría devorar todo a su paso. Esto significa que tenemos que usar deseos egoístas, pero de una forma altruista. Mientras el invitado empieza a considerar las cosas, entiende que no puede aceptar toda la cena por el bien del anfitrión; solamente puede acepta una pequeña porción.
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Nuestra creatura aplica este mismo concepto después de llevar a cabo Tzimtzum Aleph, la Primera Restricción. Recuerden que a causa de la intensa vergüenza que Malchut siente después de decidir recibir 100% de la Luz, llevo a cabo Tzimtzum Aleph y no tomo nada al interior. Pero si aplica la idea anterior, acepta solo una pequeña porción de la Luz, digamos el veinte por ciento, y entonces rechaza el ochenta por ciento restantes. Ahora echemos un vistazo a la creatura que existe en el punto donde decide únicamente tomar una cantidad de la Luz que puede recibir por el bien del Creador. Llamamos a la combinación de una Vasija y Luz, un Partzuf, un ser emanado, una creatura que ha tomado esa decisión de restringir todo lo que no puede tomar con la intención de complacer al Creador. Como con los nombres anteriores, Partzuf es el nombre de la condición de la creatura, pero una condición muy importante. La Cabalá divide el Partzuf en tres aéreas generales: Rosh, Toch y Sof. La parte del ser creado que toma la decisión de cuanta Luz puede aceptar al interior por el bien del Creador se llama Rosh (Cabeza). Piensen en ella como la parte calculadora, la parte que ve la información y determina lo que puede tomarse basada en esa información. La parte que acepta la Luz se llama Toch (parte interna). La última parte, la cual se queda vacía, se llama Sof (Fin). Este es el lugar donde el ser creado lleva a cabo la restricción y ya no acepta la Luz.
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Pueden también notar que dentro de cada parte general, hay sub-partes que corresponden a la generalidad de las cinco fases de la creación, Keter, Hochma, Bina, Zeir Ampin y Malchut. Cada parte del Partzuf tiene un poco de la imagen general en ella. Este hecho será muy importante después, pero por ahora, es bueno recordar que cada cosa tiene en sí esas partes. No importa como rompamos cada parte, siempre contienen esas partes internas, y si sucesivamente hasta el infinito. En cuanto a como la Cabalá nombra las cosas, diferentes términos se asignan [o dan] a las diferentes partes de la creación usando nombres de varias partes del cuerpo humano. No hay términos, etiquetas o números en los mundos espirituales. Sin embargo es muchísimo más fácil y mas entendible si usamos palabras. Los Cabalistas han elegido expresarse en un lenguaje muy simple porque todo en nuestro mundo es resultado de los mundos espirituales, de acuerdo con las condiciones directas que descienden de lo Alto. Puesto que todo tiene un nombre en nuestro mundo, podemos tomar el nombre de un objeto de nuestro mundo y usarlo para designar el objeto espiritual al que representa. Ninguno de los escritos auténticos de Cabalá menciona nuestro mundo, en ni una sola palabra, aunque pudieren estar usando el lenguaje de nuestro mundo. Cada objeto en nuestro mundo se refiere a un objeto en los mundos espirituales, pero la Cabalá habla únicamente acerca de lo espiritual. Así que cuando hablamos de la parte del Partzuf que es responsable del pensar, el calcular y en análisis de la información, le llamamos aveza, o Rosh. La pantalla, Masach, yace entre Rosh y Toch en un lugar llamado la Boza o Peh. Esa parte donde la Luz puede entrar se llama Cuerpo, o Guf. Hay una parte donde la Luz no está permitida porque la creatura ha determinado únicamente toma en cierta cantidad. A esa parte de le llama Sof. La parte que divide Toch y Sof en Guf se llama Tabur, u Ombligo, en español. A la parte más baja del Partzuf donde no hay absolutamente no puede haber nada de Luz se llama Sium, es decir conclusión. A la creatura entera se llama Malchut. Tomemos el ejemplo de una piedra en nuestro mundo. Hay una Fuerza superior que genera esta piedra: por eso se llama: “piedra”. La única diferencia es que la piedra espiritual es una raíz espiritual con atributos específicos, lo cuales a su vez empatan con una rama en nuestro mundo, etiquetada como “piedra”, un objeto material. Es así como el lenguaje de las ramas se creó. Por medio de los nombres, denominaciones y acciones en nuestro mundo, podemos referirnos a elementos y acciones en los mundos espirituales. Por ende, como es en lo alto, es en lo bajo.
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