TERRITORIO TERRITORIO
MACIZO DE LOS
PUERTOS
58
59
TERRITORIO
UN TERRITORIO, TRES REINOS Texto: Eliseu T. Climent Fotografía: Quim Farrero
Pocas veces en un mismo espacio geográfico confluyen tres comunidades autónomas. El macizo de los Puertos de Tortosa-Beceite se erige como lugar de reunión de Cataluña, la Comunidad Valenciana y Aragón. La mole prelitoral dibuja un laberinto donde correr cautiva por las perspectivas vertiginosas que ofrecen paredes y barrancos, siempre bajo la atenta mirada del ama y señora de estas montañas, la cabra hispánica. Se coja por donde se coja, este macizo adopta forma de muralla infranqueable a primera vista. No tiene carácter defensivo, pero cierto es que aisla y separa. Aisla el interior de un litoral que se extiende a pérdida de vista, una geografía de una impecable horizontalidad, rica en agricultura, que el río Ebro ha regalado dibujando una llanura deltaica cambiante, siempre en proceso de transformación. Allí se cultiva el preciado arroz con denominación de origen y allí el mosquito campa a sus anchas, haciendo estragos en la piel del temeroso visitante. El Ebro, a su paso por Tortosa e incluso algo antes aguas 60
arriba, ha surcado un valle profundo, fértil, de una anchura generosa y proporcionada, suficiente para construir en sus márgenes una carretera de primer orden y una línea ferroviaria. Desde Tortosa, tan sólo hay que alzar la vista hacia el cielo para comprender de qué van las montañas que nos atañen: sobre nuestras cabezas, el Mont Caro aparece en lo alto, 1.440 metros más arriba. Con este desnivel como carta de presentación, casi está todo dicho. Y así es y así será este macizo, tanto por su interior como por su anillo periférico. La rotundidad con la
Roca, bosques y agua son los tres ingredientes de este macizo.
que se expresa quita el hipo. O sube o baja, nada de llaneos; tan solo algún espacio de suaves ondulaciones en su zona superior para perdonar la vida al corredor, senderista y ciclista. Se acceda por donde se acceda, si por la Comunidad Valenciana, Aragón o Cataluña, los desniveles están asegurados. El amante de las grandes paredes encontrará aquí también un espacio compartido con rapaces y carroñeros. Las Roques de Benet, la Roca Dreta de les Valls o las Roques del Masmut se definen como paraíso de lo vertical. Por contraste, en su parte más alta donde se unen las tres demarcaciones, el perfil es dócil y permisivo con el visitante. La cumbre del llamado Tossal del Rei, o dels Tres Reis, presenta una explanada desde donde poder contemplar una naturaleza parcelada por líneas fronterizas imaginarias y algo absurdas que se esfuerzan en dividir más que en unir habitantes de una vertiente y otra. El topónimo de esta cumbre tiene su origen en una historia que nada entre la leyenda y el hecho verídico: se dice que hubo un tiem-
po remoto, antes de la formación de la Corona de Aragón, compuesta por aragoneses, valencianos y catalanes, en que aquí arriba se reunían los tres capitostes de los respectivos reinos para negociar. En cualquier caso, tendréis que saber que en cada unos de los reinos esta geografía adopta un nombre propio: Puertos de Beceite para aragoneses, Massís del Port para catalanes y Tinença de Benifassà para valencianos. Sin más preámbulos, iniciamos su exploración en sentido horario, desde su extremo occidental. Los Puertos, vistos desde Aragón La comarca turolense del Matarraña es la puerta de entrada a estas montañas desde el extremo occidental de su vertiente norte. El pueblo de Beceite, encantador y con múltiples servicios de restauración y hosteleria, ofrece interesantes posibilidades para colarnos en esta maraña mineral. Si se opta por una alternativa acuática, remontaremos el río Matarraña para encontrar las llamadas Gúbies del Parrissal, un cañón 61
TERRITORIO
La estrella azul es el símbolo escogido por la Estels del Sud para balizar el recorrido.
divertido y de fácil acceso con pasarelas instaladas para el tránsito de turistas. Una opción encajonada y preciosa, una especie de viaje al centro de la Tierra, que hay que evitar completamente los días de máxima afluencia turística por tratarse de un lugar de gran atractivo natural y de colapso humano. Si se prefiere una vía más solitaria, el GR-8 es la receta. Al poco de abandonar el pueblo y calentar por un suave camino rural, el sendero arranca empinado en la llamada Cuesta de les Buixeres para acumular unos 600 metros de desnivel sin demasiado descanso. Llegados a la parte superior de los Puertos de Beceite, la vegetación ofrece un manto de pinares limpísimos que cubren un mar de suaves ondulaciones nunca por debajo de los 1.000 metros de altitud. El GR-8, que arranca en Beceite, llevará a los soñadores de la larga distancia, hasta Camarena de la Sierra, a los pies de la sierra de Javalambre. En el refugio de la Font Ferrera, situado también en la parte alta del macizo, el GR-8 entronca con el 7, que atraviesa la Península Ibérica desde Andorra hasta Andalucía. Para enlazar Beceite con la pobación castellonense 62
de Fredes, una recomendación: salid por el llamado barranco de Les Voltes. El sendero trazado por su lecho es de una perfección inhumana. Llegados a la masía de Cocó el camino, ahora pista, se abre paso entre el cultivo de secano. Aguas arriba del río Pena, la realidad se estrecha hasta encajonarse de nuevo. Nos fugamos de ella por un camino tradicional que asciende rítmicamente mediante zig-zags con restos del empedrado original y exhibiendo la belleza de una ingeniería ancestral. Llegamos a la ermita y masías de Sant Miquel d’Espinalvà. El complejo, deshabitado hoy, recuerda que en estas montañas se dio una presencia humana diseminada y aislada, testaruda y resistente contra las dificultades impuestas por el riguroso clima local y el accidentado relieve. De aquí, al citado Tossal del Rei, no queda más que una rodada por pista. Desde lo alto, percibimos el característico repetidor que corona el Mont Caro, punto culminante de este espacio natural. Antes de abandonar la vertiente aragonesa, la visita a las Roques del Masmut es cita obligada. Desde el pueblo de Peñarroya de Tastavins, saldremos por pista hasta llegar a la base de esta colección de lomos
La pista que discurre al pie de las Roques de Benet circunvala esta impresionante muralla.
de libros gigantes construidos con conglomerado. La imagen se asemeja a una escena de las desproporcionadas aventuras de Gulliver. Para alargar la excursión, merece la pena una visita al Salt del Ferri, una cascada recóndita, y el posterior regreso por el barranco de Mollons. Arnes, Horta de Sant Joan y Picasso Y aquí llega una de las imágenes más emblemáticas del macizo. Ya en Cataluña, el rebautizado Massís del Port proporciona una perspectiva de evidente potencial visual. Por contraste con el llano tapizado con cultivos de almendro y vid —no dejéis de catar el vino de esta zona vitivinícola, la DO Terra Alta—, se elevan las moles de las Roques de Benet. Como las columnas de Hércules, estas vigilan la entrada a estas montañas, declaradas Parque Natural en 2001. La amabilidad del territorio y de sus gentes es tal que atrajeron a Pablo Picasso en un par de ocasiones. Picasso se instaló en el pueblo de Horta de Sant Joan desde donde, inspirado por esta tierra, firmó dibujos y pinturas durante sus estancias en 1899 y 1909. Hoy es visitable la casa-museo del artista malagueño,
una de las atracciones culturales del lugar. Desde Horta, no podréis perderos la ascensión a las Roques de Benet. El conjunto de conglomerado encabeza la lista de atractivos de estas montañas y se compone de diversas moles, entre las cuales encontramos la característica Cap de Gos —cabeza de perro—, bautizada así por su evidente semblanza con tal parte canina. Una canal fácil pero descompuesta da acceso a la cumbre, una verdadera atalaya sobre la comarca catalana de la Terra Alta y la vecina aragonesa del Matarraña. A nuestros pies, las Moles del Don y la Mola dels Biarnets flanquean otro espacio ineludible, el río Estrets. A lo lejos, la sierra del Monsagre, también incluida en el macizo al que dedicamos estas páginas. No es de extrañar encontrar en las partes más escarpadas y pedregosas de estas montañas a su ama y señora, la cabra hispánica. Siempre vigilante y ágil, merodea entre riscos y canchales, y desafía el vacío entre paredes como quien se pasea por casa. Tierra adentro se llega al área recreativa del Mas de la Franqueta.Este es un buen punto de partida para infiltrarnos en la parte alta de las montañas, a través 63
TERRITORIO
Profundas gargantas y barrancos o pasos aéreos caracterizan el correr en esta zona.
del camino que pasa al pie del imponente pino Lo Pimpoll, un ejemplar de más de 30 metros de altura. Como segunda opción, tendremos el sendero que lleva al encantador rincón donde se ubica el refugio libre de Les Clotes. Ambas alternativas nos dejarán en las inmediaciones del refugio libre de Terranyes, al que acompaña la imponente presencia taurina. El pueblo de Arnes es vecino de Horta de Sant Joan, a tan sólo algunos kilómetros. Parece vivir tranquilo de su agricultura y de la afluencia de un turismo rural de fin de semana. Su ubicación permite plantear la visita de los estrechos del río Estrets, valga la redundancia. El espacio propone un tránsito fácil y cómodo y, por ello, es uno de los destinos más concurridos por el turismo de la zona. Allí se dan cita familias y excursionistas, mientras que de sus paredes cuelgan algunas cordadas escaladores. Enlazad este vallecito con el contiguo, el del río de Les Valls. Mucho más solitario, este segundo nos espera con su masía homónima, hoy abandonada, y las paredes de la Roca Dreta de Les Valls y la Punta de l’Àliga, que se elevan más de 250 metros sobre nuestras cabezas. En el sendero que recorre este 64
valle, unas misteriosas estrellas azules lo saltean. Es el balizaje de la Estels del Sud, un recorrido excursionista de casi 90 kilómetros, que se presenta también como carrera de trail con sus múltiples distancias. Fredes, hayedos y la muralla oriental Los hayedos de estas montañas, los más meridionales de la Europa continental, constituyen la joya de la flora de estas montañas. Entre las diferentes bolsas de vegetación, sorprende el bosque ubicado en el barranco del Retaule, ya en la vertiente meridional y al cual se accede por la pista que se adentra por el barranco de La Fou, paralela al pantano de Ulldecona. Allí, en pendientes escarpadas y protegido del clima mediterráneo pervive un bosque que salvaguarda su ejemplar más preciado, el llamado Faig Pare. El solemne caducifolio ha cumplido ya el cuarto de milenio y ostenta su edad con un tronco que supera los cuatro metros de diámetro. Desde la pista del barranco de la Fou no dejéis de ascender al pueblecito de Fredes, al cual se lo ha apodado con gracia la Suiza castellonense. Desde la
Otra de las grandes paredes que no nos quita ojo, la Roca Dreta de les Valls.
misma pista, el camino tradicional que unía los pueblos de la Sénia y Fredes da acceso a este último a través del Portell de l’Infern, un paso entre rocas que nos introduce en otro de los laberintos minerales que depara el macizo. Parece ser que por el Portell de l’Infern pasaron carboneros y pastores, pero también estraperlistas, maquis y milicianos, y no pocos refugiados en tiempo de guerra. En sus inmediaciones, se encuentra la Cova de l’Aire, una inmensa bóveda sin continuidad sólo apta para cámaras fotográficas equipadas con gran angular. Llegados a Fredes, un breve refrigerio en el único bar del pueblo antes de plantear el descenso a la cota baja por el barranco del Salt, un espacio sombrío y húmedo que deparará, como algunos rincones de los ya visitados, una refrescante cascada, el Salt de Robert, antes de retornar a la árida realidad de clima mediterráneo. La Tinença de Benifassà posee otro de los pueblos anclados en estas montañas. Es El Boixar, ubicado en una zona descubierta y arbustiva, de paisaje esencial, donde la presencia de la arquitectura de piedra seca se expresa en bancales, cañadas y refugios
de pastor. Es un pueblo mínimo, seco, de montaña azotada por los rigores climáticos. Sus calles vacías tan sólo ofrecen la casa-refugio del Boixar, una base de operaciones incomparable para plantearse un stage de trail o completar su propuesta reina, la Ruta dels Set Pobles. Ahora sí, toca despedida y cierre. Pero antes de marchar, echad una última ojeada de 360 grados para grabar en las retinas estos paisajes arquetípicos. Puro silencio, roto por la discreta presencia de aves de gran tamaño y, como no, de la curiosa y omnipresente cabra hispánica.
UN MACIZO PROTEGIDO En 2001 la Generalitat de Catalunya declaró el Massís del Port Parque Natural, siendo el segundo más extenso de las tierras meridionales de esta comunidad. La Comunidad Valenciana siguió el ejemplo en 2006, mientras que la Comunidad de Aragón lo había declarado en 1966 Reserva de Caza, y así ha quedado. Curioso, ¿no?
65