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VAL D’AR AN
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UN MUNDO APARTE Texto: Eliseu T. Climent Fotografía: Quim Farrero
La Val d’Aran, en el Pirineo leridano, es el único valle que da la espalda a su demarcación autonómica. Su salida natural, aguas abajo del río Garona, se abre a tierras occitanas, en la vertiente septentrional de la cordillera pirenaica. Amurallado entre montañas, este valle mantiene un pulso vital único y depara mil y un rincones apetitosos para el trail. Probablemente sea el valle más singular del Pirineo. Si no lo es, al menos sí el más inaccesible desde el sur. La Val d’Aran, como se le denomina oficialmente en occitán, es un espacio cerrado a mediodía cuya salida natural se encara hacia la vertiente atlántica. Su marcado carácter e identidad se deben a la incomunicación secular que ha sufrido respecto de las comarcas vecinas, como la Alta Ribagorça, con la que mantenía relaciones a través del Port de Vielha (2440 m.). No será difícil de deducir que el tradicional camino de alta montaña queda sepultado bajo la nieve durante buena parte de invierno y primavera. Durante el primer tercio del siglo XIX, Pascual Madoz, 16
político de tendencia liberal y artífice de la segunda desamortización de bienes eclesiásticos y de la administración, lanzó la idea de excavar un túnel que permitiese saldar los problemas de comunicación de este enclave pirenaico. Desde la fecha del anuncio del proyecto, en 1830, hasta el inicio de las obras transcurrieron 96 años, mientras que la finalización de las obras del túnel y su puesta en servicio tendrían que esperar hasta 1948. Aquella primera arteria subterránea de más de cinco kilómetros encabezó el ránking de los túneles más largos del mundo hasta que en 1964 entró en funcionamiento el del Grand Saint Bernard, en los Alpes.
Las denominadas praderas alpinas conforman un terreno cómodo para correr en altitud.
No obstante, el forastero que decida pasar unos días en Aran podrá acceder a través del túnel o bien del puerto de la Bonaigua, que con sus 2017 metros de altitud es uno de los puertos míticos del ciclismo de carretera, escenario de tours y vueltas. Se trata este último de un acceso más lento, pero a su vez panorámico, donde se despliegan algunas de las altas cumbres del Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici, y hasta el Aneto y el macizo de las Maladetas. Si Aran posee una idiosincrasia propia, es gracias a la citada incomunicación y a la singularidad climática. Por el río Garona, principal arteria fluvial, remontan los frentes húmedos de la cuenca atlántica que proporcionan, con su lluvia regular y mantenida, el aspecto frondoso que caracteriza el lugar. Crecen aquí y allá hayedos y avetosas, robledales, pinares y muchas otras combinaciones vegetales donde el verde en toda su gama es la dominante cromática. En otoño, los bosques de caducifolios suben el telón a un espectáculo donde los ocres combaten entre ellos
por arrebatarse cualquier ápice de protagonismo. En invierno, el valle cambia de aspecto. De nuevo, los frentes atlánticos son los responsables de una profunda transformación estacional. Aran se vuelve blanco. Goza regularmente de una óptima innivación en un momento de la historia climática planetaria donde el invierno avanza a trompicones a causa del calentamiento global. Sería extraño que en estas montañas la nieve no estuviese asegurada, ya que se trata de un microcosmos de polo opuesto a las comarcas pirenaicas vecinas. Es por ello que el negocio del esquí alpino mantiene con buena salud parte de la economía local. Pero no toda. Aran es un mundo bicéfalo, una geografía que se divide en dos realidades antagónicas, la alta y la baja. Si el Naut Aran, la parte superior del valle, vive del negocio estacional del deporte blanco con epicentro en la estación de Baqueira Beret, aguas abajo de Vielha la influencia económica y social del complejo deportivo es magra. Es la cara y la cruz de una moneda, y es la razón por la que el Baish Aran ha visto la 17
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La Artiga de Lin, un sector que alberga zonas técnicas de alta montaña.
necesidad de forjarse un camino propio, distanciándose de un modelo de turismo basado en un recurso que no le llega, la nieve, y el cual ha demostrado ser a largo plazo una fórmula estacional, insostenible, depredadora del territorio y de sus recursos naturales, y altamente dependiente de los caprichos meteorológicos. Tan sólo hay que pasearse por la base de la estación y los pueblos colindantes fuera de temporada: el paisaje que se dibuja es fantasmagórico. Según el Instituto Catalán de Estadística (Idescat), las segundas residencias ascendían en el Naut Aran a 2.590 contra 753 primeras residencias, mientras que la población censada era en 2018 de 1.790 vecinos. Pero lo más impactante, clave del aspecto desértico de la zona, es que estas segundas residencias mantienen una ocupación media de ocho días al año. Si el mismo experimento se realiza en plenos meses de esquí, el colapso de tráfico para acceder a la estación llega a las puertas de Vielha, a 15 kilómetros. Es por ello que en el Baish Aran, pueblos y vecinos han tenido que espavilarse para hacerse un lugar en el mapa, forjando una identidad turística propia basada en el aprovechamiento respetuoso de un patrimo18
nio natural y cultural de primer orden. Un rumbo que, por otra parte, está tomando el Conselh Generau dera Val d’Aran, máxima autoridad administrativa del lugar, que ha visto en el turismo deportivo y de naturaleza la vía para conseguir un impacto económico y social positivos sin amenazar la salud del territorio, sus paisajes y tradiciones. Más allá de las tendencias actuales, la Val d’Aran ha potenciado desde hace años el deporte como activo económico. No en vano sus montañas han visto nacer y crecer pruebas que se han convertido en clásicas, como la tradicional Marxa Beret, la cita de esquí nórdico más preciada de la cordillera pirenaica que ya supera los 40 años de edad, o la pionera carrera X-trem Marathon Mulleres a principios de los años 2000. En la actualidad, ha tomado el relevo su sucesora, la Vielha-Molières 3010, acompañada del esfuerzo previo de otras citas, como el Trail Carlac o la popular 15 Pobles. La razón de tal concentración de citas de trail es que la geografía aranesa se postula como uno de los enclaves pirenaicos con más interés para los practicantes de nuestro deporte. Su variedad de ambientes,
Altas dosis de mineral de hierro oxidan el paisaje.
de orografía y paisajes permite adaptar la montaña al gusto, nivel y exigencias de cada uno. EN LA VARIEDAD ESTÁ EL ÉXITO Vayamos por partes, tantas como tiene este valle. Iniciemos nuestro recorrido por el Baish Aran. Esta subcomarca, que corresponde al extremo septentrional de la zona que nos ocupa, ha conseguido a base de esfuerzo colectivo recuperar un dinamismo perdido a causa de la coyuntura económica. La situación a la que se había llegado, poco alentadora, no ponía las cosas fáciles. El Baish Aran había quedado reducido a zona de paso del tráfico internacional de mercancias y privado que desde el sur de los Pirineos se dirige a Francia. Al constante trasiego de camiones, coches, motos y autocaravanas se le unía la crisis de la actividad minera de la que se nutrió la sociedad local durante décadas. Y para más inri, el turismo de nieve dificilmente considera la parte baja del valle, concentrándose, como hemos citado anteriormente, en los pueblos del Naut Aran. Desde hace algunos años, el Baish Aran con Les como punta de lanza se ha puesto manos a la obra en la
valorización de un patrimonio natural y cultural único, cuyos elementos ha aprovechado para tejer de nuevo el relato del sitio. Este, unido a la actividad deportiva, proporciona una experiencia positiva en el visitante. Antes de echarse al monte, habrá que recordar que Les, con la quema del Haro, tronco bajado de las montañas que se prende en la plaza del pueblo durante el solsticio de verano, configura uno de los rituales ancestrales de las fiestas del fuego en los Pirineos, declaradas Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO en 2015. Ahora, no hay más que salir a correr por el mágico bosque de Carlac, en Bausén, el cual ya presentamos en el número 66 de TRAIL. Este hayedo con ejemplares centenarios invita a una carrera suave, con desniveles contenidos, donde el objetivo, más allá del rendimiento es la vivencia de situarnos fuera del tiempo. Como suele ser costumbre en los bosques de hayas, una de las especies más antiguas de la Tierra con 300 millones de años, su momento mágico es otoño, cuando se transforman en una auténtica paleta de ocres. Descubrir Carlac a través de un sendero balizado de 6,5 kilómetros es una manera 19
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La minería, hoy abandonada, ofrece un patrimonio industrial de primer orden.
¿SABÍAS QUE...? El occitán es lengua oficial La Val d’Aran goza de un estatus propio dentro de Catalunya. Una comarca con un marcado carácter identitario basado no sólo en tradiciones y patrimonio histórico sino también en una lengua propia, el aranés. Es este el occitán hablado en el valle y, como tal, ha sido respetado y oficializado por la Generalitat de Catalunya, siendo el catalán y el aranés las dos lenguas oficiales del lugar. Val d’Aran, valga la redundancia Val d’Aran, valle de Arán o Vall d’Aran. Todas las versiones poseen la misma fórmula redundante. Aran significa valle en vasco. Durante la época romana, a juzgar por los nombres propios en los textos clásicos y en las inscripciones, existían hablas de raíz euskera en toda la longitud de los Pirineos, incluida la Val d’Aran. Estudios filológicos defienden la pervivencia del euskera hasta bien entrada la Edad Media tanto en la Ribagorza (Huesca) como en la comarca del Alt Pallars (Lleida). 20
de inciarnos en el trail, o bien de recuperar sensaciones el día después de una jornada maratoniana o una carrera. Pero no habrá que dejarse llevar a engaño: en el Baish Aran la cota baja, donde se concentra la mayor parte de la actividad y tráfico humanos, representa tambíen el punto de salida de itinerarios de gran exigencia vertical. Es el caso de la ascensión al Montlude (2517 m.), punto culminante de la zona, partiendo de Les (635 m.): no hay más que echar cuentas. Y precisamente será esta cumbre el objetivo de la Montlude Skyrace, que tendrá lugar el 22 de agosto de 2020. No tendremos que abandonar el Baish Aran sin una incursión a su realidad minera, que dio de comer a sus pueblos entre finales del siglo XIX y mediados del XX. Adentrémonos en el valle de Torán, probablemente uno de los más solitarios de Aran y el último antes de cruzar la frontera con Francia. Habrá que dirigirse a Sant Joan de Toran. En el inicio de la sinuosa carretera, en Pontaut se sitúa Eth Brocard, punto de recepción del zinc que era transportado por teleférico desde las remotas minas de Liat, a 2300 metros de altitud. Valdrá la pena ascender hasta estas desde el refugio Dera Honeria, a 1015
El GR-211, adecuadamente señalizado, recorre los pueblos araneses.
metros, por el sendero GR-211 o el GR-211-3. En el camino, el collado de Uèrri es el punto de confluencia de ambas alternativas, lo que nos permitirá trazar un recorrido circular. Otro punto interesante para penetrar en la alta montaña es la Artiga de Lin (1460 m.). Su refugio es un punto de partida y avituallamiento óptimos desde donde emprender ascensos típicos como el Port de la Picada (2474 m.), puerta de entrada al valle de Benasque, o la alejada cumbre del Molières (3010 m.). Durante los meses de afluencia turística, este enclave, por la belleza y verticalidad de las paredes que lo rodean, es víctima de las hordas de turistas y excursionistas predispuestos a fascinarse. VIELHA, CAPITAL Y BISAGRA Y llegamos a Vielha e Mijaran, capital aranesa y bisagra territorial. Sobre ella pivotan el Naut y el Baish Aran, las dos realidades antagónicas. Es Vielha, también, epicentro de algunos de los recorridos más largos y fascinantes del lugar. Empecemos por el Camin Reiau. El nombre remite al antiguo camino principal, recuperado para disfrute de senderistas y corredores. Su origen se remonta a tiem-
pos de los romanos cuando esta gran cultura colonizadora construyó una calzada para unir la Via Tolosana con la ciudad imperial de Tarraco. Sin embargo, el trazado circular del proyecto senderista, que suma 160 kilómetros y 6.000 metros ascendidos, nos habla de un circuito que, además de tener como arteria principal la vía ancestral, recupera los caminos tradicionales de comunicación entre los 33 pueblos de la Val d’Aran. Una alternativa, también circular, es el GR-211. Este Sendero de Gran Recorrido, con inicio y final en Vielha, enlaza los senderos transpirenaicos español y francés, GR-11 y 10 respectivamente, y ha sido bautizado como Sendero Circular de la Val d’Aran. Con algo algo más de 90 kilómetros y 5.000 metros positivos, es una buena receta para los amantes de la larga distancia. Desde Vielha podremos practicar un kilómetro vertical. Se trata del ascenso al Montcorbison (2172 m.), que se resume en 6,5 kilómetros y 1.190 metros positivos y que podremos alargar hasta su vecino Montpius (2276 m.), situado sobre la misma cuerda. Antes de abandonar Vielha, la antigua estación invernal de La Tuca merece una visita. La instalación 21
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Rincones solitarios del Naut Aran, con la cumbre del Mauberme siempre vigilante.
abandonada otorga al paisaje de alta montaña un aire tétrico, testimonio de un pasado sin futuro. Todo apunta a una emergencia con energías renovadas de este antiguo dominio esquiable. El proyecto actual prescindirá de instalaciones y remontadores, convirtiéndose en un espacio seguro para el esquí de montaña, raquetas y trail. El área de La Tuca es una de las seis que engloban el ambicioso proyecto promovido por el consistorio de Vielha para potenciar los deportes de montaña. En cifras, la suma de las seis áreas acumulará 200 kilómetros de recorridos balizados. El sector de La Tuca podría entrar en funcionamiento esta próxima temporada invernal. EL NAUT ARAN, VIAJE A LAS TIERRAS ALTAS La cabecera de la Val d’Aran se encuentra a merced de la estación de esquí de Baqueira Beret. Esta impone su ley en la economía local y en la salud social. Pero si una cosa posee el Naut Aran, es que es una puerta de entrada directa a la alta montaña. Tanto desde Arties, Salardú como desde Baqueira se accede al Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici. Allí, a parte de la archiconocida Carros de Foc, tendremos algunos ascensos a mano con un 22
toque alpino único: el Montardo (2833 m.) desde el Pont deth Ressec (1382 m.), en el valle de Valarties; o el Tuc de la Salana (2485 m.) desde los Baños de Tredòs (1755 m.), con vuelta por el refugio de Colomers. Un auténtico kilómetro vertical, directo y con finalidad de entrenamiento puro y duro, son los 1.000 metros de desnivel que separan la base de la estación de Baqueira (1500 m.) de su parte superior, el Cap de Baqueira (2.500 m.). Consiste en una trazada rectilínea de 3,4 kilómetros donde la piedad no existe. Habrá que desplazarse hasta Beret para descubrir un amplio llano entre montañas. Y es aquí donde se sitúa la segunda entrada de la estación de esquí que nos ocupa. En esta zona el paisaje se vuelve indulgente con el visitante, a pesar de su altura. Una geografía accesible, donde el granito permite ascensiones sin demasiadas exigencias y los pastos se abren paso montaña arriba. Desde Beret (1840 m.), el Tuc de Vaciver (2645 m.) representa una opción directa y rápida, como también lo es el Tuc de Parros (2731 m.). Más alejado, el Mauberme (2881 m.) se postula como la cumbre reina del Naut Aran. No podremos marchar sin visitar Montgarri. Es el
El bosque de Carlac, otra rincón oculto aranés.
último punto habitado de la Val d’Aran. Estrictamente ya está fuera de esta geografía, aunque le pertenece, ubicándose en la cuenca del río Noguera Pallaresa. En 2005, este antiguo municipio contaba con tres almas resistentes a un inevitable despoblamiento. En el mismo Pla de Beret nacen las aguas del Noguera Pallaresa, el mismo curso que fluye a pocos metros de este diminuto enclave amurallado, que se resume en un santuario de origen románico, una borda y un refugio. Un lugar de retiro, apartado del mundanal ruido, al cual se accede a pie por camino o en vehículo por pista forestal. Montgarri es punto de paso de otra interesante travesía, el Pass’aran. Se trata de un circuito transfronterizo que une dos territorios hermanos, la Val d’Aran y el departamento francés de Ariège, con cinco refugios como finales de etapa. Atraviesa puertos de más de 2400 metros de altitud y da la opción de ascensiones tan vertiginosas como la majestuosa pirámide del Mont Valier (2838 m.). A Montgarri podremos acceder corriendo por el suave camino que arranca del extremo del parking principal de Beret. Un receso en la penumbra de su refugio remite a otros tiempos energéticamente más
modestos. Es aquí donde desconectamos, a no ser que topemos con la tumultuosa romería a la Vírgen de Montgarri los días 2 de julio y 15 de agosto, donde el silencio, paradójicamente, brilla por su ausencia.
LAS CARRERAS ARANESAS QUE NO TE PUEDES PERDER En el Baish Aran Montlude Skyrace (10, 27 y 63 km.). 22 agosto 2020. 15 pobles (21 y 11 km.). Agosto. Fecha por confirmar. En Vielha e Mijaran Trail Vielha-Molières 3010 (11, 24 y 43 km.).11 julio 2020. Aran by UTMB (160, 101 y 55 km.). 3-5 julio 2020. En el Naut Aran Ultra Naut Aran (87, 53, 21 km y KV). Agosto. Fecha por confirmar. Hivernal Beret-Montgarri (6, 12 y 17 km.). 19 enero 2020.
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