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ENTREVISTA

AINHOA TXURRUKA “Zegama es una carrera del pueblo” Texto y fotografía: Quim Farrero

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“Zegama es Zegama” es el lema que hace un par de años Kilian Jornet hizo popular y que define muy bien la idea de una carrera especial. Ese lema resume muchas cosas: una gente, un territorio, una carrera, una fiesta, un espectáculo... Una estructura con una cabeza visible: Ainhoa Txurruka, una zegamarra al cargo de la dirección de la que pocos dudarán que es una de las mejores carreras del mundo. Ainhoa es la punta del iceberg de algo muy grande que va más allá de la simple estructura organizativa y que, hoy en día, forma parte de la cultura de un pueblo, de su forma de vivir y sentir la montaña y del esfuerzo vinculado a ella. Tal como ella misma afirma, ”Zegama es la carrera del pueblo”.

Ainhoa Txurruka (Zegama, 1979) quiere a Zegama. Es una persona muy próxima a los suyos, a los que han conseguido traspasar ese cerco protector que su condición de directora de una de las carreras más deseadas del mundo le ha obligado a crear. Simpática, buena conversadora, divertida, emocional... Como redactor, Ainhoa me ha proporcionado los momentos más emotivos que he vivido en una entrevista: cuando se habla de Zegama, Ainhoa se puede emocionar hasta la lágrima. ¿Quién es Ainhoa Txurruka? Es una chica que nació en una familia que, como casi todas en Zegama, ama, quiere y vive la montaña. Vivimos bajo el Aizkorri y en casa eran todos muy montañeros, tanto mis padres, como mi tío, que al fin y al cabo es quien me ha metido en toda esta historia. Nacer en Zegama te vincula a la montaña, no hay otra. Desde que nací el plan era salir el monte el fin de semana. Así he crecido. Esa pasión por el monte es habitual en los pueblos del País Vasco, pero ¿Por qué precisamente Zegama ha llegado donde ha llegado? Lo primero, porque tenemos el Aizkorri, y aunque también hay otros montes, como el Txindoki o el Gorbea, el Aizkorri es algo muy significativo ¿Por qué el éxito de la Zegama? Creo honestamente que porque fuimos de los primeros. Había la carrera del Aneto, el Mara-

tón Alpino Madrileño, Galarleiz y poco más. Alberto Ayerbe, mi tío, se empeñó en que Zegama necesitaba algo. El pueblo estaba decayendo un poco, la gente joven se marchaba… Se intentó de alguna manera revivir el pueblo. Alberto hacía tiempo que iba tras la carrera: lo comentaba y todos lo miraban como si estuviera loco, pero él insistía diciendo que –“teniendo lo que tenemos, hay que hacer algo con esto”. Empezamos a trabajar en ello, a informarnos, a preguntar… No teníamos ni idea. Alberto se movió un poco y consiguió que vinieran Txus Romon y Javi Olaberria (que siguen corriendo). Ya tenía un recorrido diseñado y ellos vinieron a probar y fliparon un poco. ¡En el primer recorrido se subía al Aizkorri por donde ahora es el kilómetro vertical! Era el año 2.000, la visión era algo diferente, y tuvieron que convencer a Alberto de que por ahí no se podía hacer una carrera.

Entonces se decidió trabajar sobre la subida al Aizkorri por Sancti Espiritu, que es por donde va actualmente la carrera pero que nunca había sido un itinerario habitual. Aquello fue en 2001, no sabíamos ni si se apuntaría alguien, aunque desde la Federación Vasca nos decían que vendría gente. ¿Cómo recuerdas aquella primera edición? Er a el 7 julio. Hacía un calor asfixiante, que creo que no se ha repetido en ninguna de las 15 ediciones. Se apuntaron unos 175 corredores, que nos pareció una barbaridad. Así se hizo. Yo entonces ya era voluntaria, al fin y al cabo era mi familia quien promovía la idea. Nunca se me olvidará ese momento con las llegadas en la plaza en que la gente del pueblo comentaba:“¡Hostia, hemos conseguido hacer una carrera!”. Había un orgullo especial porque hubieran venido algo más de 100 personas al pueblo, un pueblo que no viene de paso para ninguna parte. Eso sorprendió mucho. No se si salió bien, pero nosotros quedamos muy contentos. El mismo día de la carrera desde la Federación Vasca ya nos animaron a seguir y a formar parte de la Copa de España 21


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a menudo al Aizkorri, le apetece no perderse ese día especial y disfrutar del espectáculo. ¿Qué representa a nivel económico la Zegama para la comarca? Los números exactos no los conozco, pero es evidente que ha sido un impulso. Turismo de Goierri nos recuerda que ha habido un antes y un después. Cualquier fin de semana del año hay gente que viene a ver, conocer, entrenar, con la familia…

en la siguiente edición, y así fue. Y vino más gente; muchos catalanes, sobre todo. Que viniese gente de fuera a Zegama fue la bomba. Ganó el malogrado Fernando García. Albert Balcells corrió también ese año y nos dijo que lo que teníamos allí era espectacular, que teníamos que entrar en la Copa del Mundo de 2003, año en que vino Marino Giacometti, el primer extranjero que entraba en el pueblo en años, creo. ¡Un italiano en el pueblo! Y hasta aquí hemos llegado a base de trabajar muy duro. ¿En qué ha cambiado el pueblo de Zegama y la comarca en general? En parte, no somos conscientes, ni tan siquiera yo que estoy muy metida en el tema. A mi me ha pasado estar de vacaciones en Tailandia, charlar con alguien que parece corredor, que te pregunta de dónde eres, responder Spain, y que la siguiente exclamación sea “¡Zegama!” . Me acuerdo de Rob Jebb, que tuvo el récord durante mucho tiempo, y que me decía que “para mí, España es Zegama”. Es lo único que conocía. Además, aun22

que la carrera es muy “Zegama”, creo que su ámbito de influencia va mucho más allá, a nivel de comarca o incluso de Euskal Herria.

“Un día malo te puedes encontrar a 50 personas en la cima del Aizkorri. Es nuestra cultura: así pasamos nuestro tiempo libre.” Probablemente, porque la Zegama posee, en esencia, la profunda relación de la cultura vasca con sus montañas. Siempre me sorprende cuando me preguntan cómo conseguimos que haya tanta gente en el monte; y hay que entender que aquí hay siempre gente en el monte. Un día malo te puedes encontrar a 50 personas en la cima del Aizkorri. Es nuestra cultura: así pasamos nuestro tiempo libre. Esto ha ayudado mucho, pero va unido a que apreciamos mucho el esfuerzo de los deportistas. Por eso, el montañero que, sin ser corredor, sube

¿Cómo llegas a dirigir Zegama? Siempre digo que fue un cambio natural. Aunque el tema de dirigir no me entusiasma. Conocí la carrera desde el inicio, cuando sólo estaba en la cabeza de Alberto. Pasaron los años y siempre estuve a su lado ayudándole. En las primeras ediciones estaba en un avituallamiento. Nunca he conseguido subir a Sancti Espiritu o al Aizkorri el día de la carrera. ¡No lo he visto nunca en directo! La carrera fue cogiendo volumen. Al principio, Alberto llamaba por teléfono a los participantes uno por uno para las gestiones. Esto dejó de ser posible y Alberto se dió cuenta de que necesitaba ayuda. Es un hombre de montaña, un agente forestal apasionado de su trabajo y la gestión le venía grande. El paso del teléfono al email marcó un cambio. Y como yo estaba ahí, me tocó: empezó con el tema de los alojamientos y fue evolucionando. Por eso hablo de un cambio natural, un relevo generacional, Pero para mí, en cualquier caso, él sigue siendo el director. ¿Qué quiere decir ser directora de Zegama a lo largo del año? Para mí, y es lo más duro, quiere decir dedicarle todo tu tiempo libre.


Estar pendiente del móvil, del correo… Estar pendiente permanentemente, y punto. Y muchas veces tener que callarme la boca. He tenido que aprender. Siempre tengo a alguien al lado que me recuerda que en un momento dado no soy Ainhoa, soy Zegama. Esta despersonalización se me hace difícil; incluso cuando escribo en las redes, en mi propio perfil, tengo que tenerlo presente. Tengo una vida privada, pero en el momento en que paso al ámbito público, paso a ser Zegama. Por lo que respecta a la gestión, las cosas han ido cambiando. Al principio, por ejemplo, intentábamos encontrar alojamiento a todo aquel que viniera. Esto ya no puede ser así. Ahora sólo gestionamos los compromisos y aun así es muy complicado. Pero lo más complicado es la gestión de los dorsales por invitación ¿Dónde se pone el corte? Queda feo, pero ¿eres suficientemente bueno o importante? Y aunque tampoco suene bien, los patrocinadores también esperan unos dorsales, y hemos tenido que, en cierta manera, ponerles precio: contribuyes con tanto, tienes tantos dorsales. Pero a pesar de todo, los dorsales son finitos, no podemos gestionar que nos den más dinero a cambio de más dorsales, porque no hay. Y tenemos claro que no puede haber más porque no caben y no podemos dar un buen servicio a más corredores. Nunca hemos tenido un objetivo económico; nunca va a haber más de 500 participantes. Siempre hay disponibilidad de voluntarios… ¡Incluso se está convirtiendo en un problema! El fin de semana de la carrera puede haber un voluntario

por corredor. Hace 15 años Alberto buscó y convenció uno por uno a los primeros voluntarios que no sabían ni de qué les estaba hablando. La continuidad de estos voluntarios era algo que le preocupaba mucho. Ha sido curioso porque resulta que los mismos voluntarios son los que han gestionado ese relevo generacional. Los grupos de cada avituallamiento fueron iniciados por los padres, los hijos empezaron a ir de pequeños y son ahora esos hijos los que están ahí. Un cambio producido de forma muy natural. Es más, ni se te ocurra mover a la gente de un sitio a otro. Cada uno tiene su grupo y se celebran cenas para organizar el avituallamiento de la siguiente edición (aquí todo gira alrededor de comer y beber, ya sabes...). A parte del orgullo que siente Zegama como pueblo organizador, el día de la carrera se ha convertido en una fiesta para todos.

“Nunca hemos tenido un objetivo económico; nunca va a haber más de 500 participantes.” ¿Qué es lo mejor de dirigir Zegama a nivel personal? Me paso medio año diciendo que es horrible, pero está claro que compensa. Sin duda, a nivel personal, lo mejor es toda la gente que he conocido; y ese orgullo o felicidad que siento, cuando salgo el domingo a las cinco de la mañana de casa y veo a un pueblo entero trabajando por la carrera. Con todo lo que hemos vivido y sufrido en el País Vasco, y con esto no ha habido nunca problema. Piensas que esos llevan tres años sin hablarse y están ahí juntos colocando unas vallas.

¿Y lo peor? Para mí, la gestión de los dorsales. Esa sensación de fallar a tanta gente. Me voy acostumbrando, pero cuesta. Los primeros años lo pasaba fatal, pero ¿qué solución hay? Ninguna. Son 8.000 personas queriendo correr. Algunas llevan apuntándose años y no lo van a conseguir. Es así. A nivel emocional es lo que más me afecta; a nivel de trabajo (partiendo de que no es mi trabajo, sino mi tiempo libre), el protocolo. Aunque es un deporte pequeño, hay que gestionar con patrocinadores, entidades públicas, etc. No es que sea dramático, pero... Ya que sale el tema ¿Cómo llevas ser la guardiana de los dorsales más buscados del mundo? Muy mal. Me he vuelto desconfiada; mis amigos de siempre me lo dicen. Y yo no soy así: siempre he sido muy abierta y muy amiga de mis amigos. Pero de un tiempo a aquí, me cuesta fiarme de la gente, sobre todo de enero a mayo (risas) . A veces, se me acerca alguien y pienso: “quiere un dorsal”. A veces, me llama gente, incluso al trabajo, y me pregunta si soy de Zegama. Eso dispara la alarma y, en cier ta manera, ha acabado haciéndome cambiar. A veces, mis amigos me tienen que dar un toque. Creo que he desarrollado un sexto sentido. A veces, Uxune, una amiga, me dice: “¡Tranquila, Ainhoa, que este no va a correr en su puta vida, desconecta el radar!” A veces, puedo parecer borde, pero no lo soy. Sólo cojo el teléfono cuando son llamadas que identifico, sobre todo en según qué épocas. A veces, te llaman y te lo dicen, con la excusa del “no pierdo nada por probar”. He vivido situaciones desagradables, de gente que te escribe con23


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tándote que su hermano ha muerto ese año y que quiere correr Zegama por él, como homenaje; y luego te enteras de que todo es mentira. ¿Cómo se puede llegar a esto? Los patrocinadores. ¿En qué momento empiezan a buscarse? Puede parecer pretencioso, pero nunca hemos buscado patrocinadores; siempre han venido a nosotros. Ni siquiera nos habíamos planteado la necesidad de tenerlos, aunque teníamos que llegar a ello. Nosotros seguimos con nuestros 500 corredores, que pagan una inscripción, pero que lógicamente ésta no cubre todo el presupuesto. Siempre hemos trabajado en función de lo que hemos tenido. Nunca se ha pretendido ganar dinero. Nuestro objetivo era poner a Zegama en el mapa de Euskal Herria y hemos acabado poniéndolo en el mapa del mundo. Éste sigue siendo nuestro objetivo. Mucha gente nos dice que deberíamos profesionalizar la organización. Igual sí, pero perdería la esencia de lo que es Zegama. Si no fuese como es, Zegama no sería Zegama. La administración pública también participa de alguna manera… Aquí, por lo menos, las administraciones nos ayudan, pero yo no he percibido intención de involucrarse desde el punto de vista de intentar meter baza. En Zegama, el ayuntamiento siempre ha sido colaborador e incluso organizador, nos ha facilitado la parte técnica, financiación, etc. Somos el Club de Montaña los que hemos creado esto, siempre nos han apoyado y nos dejan hacer. Además, aquí entra el voluntariado, el pueblo y 24

el orgullo de ese pueblo de formar parte de esto. Zegama es la carrera del pueblo. Es así. ¿Y qué me puedes decir de temas de permisos, autorizaciones, etc? Estoy convencida de que si Zegama hubiera nacido en 2010 en lugar de en 2001, no existiría. El territorio donde se celebra no deja de ser un parque natural (Aizkorri-Aratz) y aunque ahora no nos ponen ninguna pega, las normativas han cambiado. Pero ahora nadie se atreve a tocarlo. De hecho, ya hemos tenido que cambiar el recorrido del Kilómetro Vertical por restricciones del parque. Desde el punto de vista de los terrenos particulares nunca ha habido problema, al contrario: la gente arregla los tramos que son de su propiedad para que estén bien para la carrera.

“Deberíamos profesionalizar la organización. Igual sí, pero perdería la esencia, no sería Zegama”. ¿Cómo puede mejorar Zegama? No hay nada que esté lo suficientemente bien como para quedarse como está ¿Qué se puede hacer? Dedicamos mucha energía a ver qué podemos hacer no sólo para mejorar, sino para mantenernos, que al fin y al cabo es lo más complicado. De momento, tenemos el Kilómetro Vertical, que a nivel organizativo no implica demasiados problemas, pero seguimos en el “y ahora, ¿qué?”. ¿Qué le podemos ofrecer al corredor? Porque no olvidemos que, por mucho que la carrera implique para el pueblo, existe porque vie-

nen corredores. Vale que el que viene a Zegama se da por pagado con ese momento que vive en la carrera: Sancti Espitiru, Aizkorri, el público… Pero no es sólo eso. Plantearse mejorar es lo más difícil. Tal vez todo aquello que nos planteamos nos pide una organización profesional, porque nosotros no damos más. Yo veo constantemente cosas que, sin ser innovaciones en la carrera, pueden mejorarse; cosas que si tuviese el tiempo haría de otra forma, desde las inscripciones hasta la cercanía con el corredor. De hecho, la relación con el corredor siempre es delicada en Zegama, en especial por la limitación. Tal vez, volvería a intentar buscar alojamiento a todo el mundo, a hacer que los 7.000 que se quedan fuera no se sientan tan descontentos; a hacer que el público que viene se vaya aún más contento de lo que se va. En el sorteo, por ejemplo, si un año no sales, tienes un número más para el siguiente, y vas acumulando puntos con los años. Pues hace tres años le dimos el dorsal a una persona que tenía ¡10 puntos! ¿Qué ha pasado este año? Pues que eran 20 con esos 10 puntos. No podemos permitirnos esa cantidad de dorsales. Y eso aumentará con los años. Los únicos que tienen garantizados los dorsales populares son los que han acabado todas las ediciones de la carrera. Esta pasada edición hubo una criba importante porque seis de 11 corredores no pudieron acabar. Uno de ellos corre Zegama desde que tenía 18 años. Un año llegó a coger el alta voluntaria del hospital para no faltar y acabar como fuera.


¿Tu mejor recuerdo de Zegama? En 2012 cuando un amigo, Jokin Lizeaga, entró quinto. Sabía todo lo que había pasado ese año y lo que le costó llegar hasta ahí y para mí fue algo muy especial. Verle llegar fue la hostia. Es mi mejor recuerdo, y eso que tengo muchos. ¿Un corredor? Kilian Jornet, sin dudarlo. Y no porque sea el atleta que es, que también, sino porque, a riesgo de parecer arrogante, creo que Zegama le da mucho, tanto como él a la carrera. Yo lo he visto disfrutar t anto en Zegama… y no sólo corriendo. Kilian ha crecido junto con Zegama. Todavía llega y te pregunta por el abuelo de tal, o por tal otro del pueblo. Lo ves que se siente feliz aquí, y que sigue queriendo venir. E insisto que no

hablo del Kilian corredor, hablo de la persona, que pocos tienen la suerte de conocer. El año pasado vino a última hora (debería haber estado en Nepal) y para mí fue un problema. Me decía: “¿Cómo voy a estar en Chamonix viendo lo que pasa en Zegama? ¡Yo tengo que estar ahí!” ¿Qué tenemos en este pueblo para que alguien como Kilian se sienta tan bien? No lo sé, pero aquí se siente cómodo. Esos momentos después de la carrera en que, a las seis de la tarde, nos juntamos en la Sociedad los 20 que habitualmente lo hacemos y que él sea tan él. Hay dos Kilians, y me gusta mucho ver lo a gusto que se encuentra entre nosotros. Sin Kilian, Zegama no sería lo que es. Sinceramente.

Un libro: El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry Una película: Forrest Gump, de Robert Zemeckis Un disco: cualquier cosa de Benito Lertxundi

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