Revista TRAIL 84 destacat

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DOSSIER

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CUESTIÓN DE GÉNERO Texto: Redacción, Mesi Arcos, Gemma Arenas, Uxue Fraile, Anna Grífols Fotografía: Quim Farrero, Eliseu T.Climent, Col.Aida Gil

La versión femenina del trail experimenta, por fin, un despegue sólido. Se trata de una toma de conciencia progresiva e imparable tanto de la mujer como de la sociedad en general. La tan anhelada equiparación de sexos no tiene vuelta atrás; hay que pisar fuerte. Aun así, todavía queda mucho camino por recorrer. He aquí cinco voces y cinco experiencias personales. Hubo un tiempo en que a la mujer se la calificó como el sexo débil, como un ser relativo, según el relato del Génesis, surgido de una costilla de Adán. Hubo un tiempo, el cual todavía persiste en algunas latitudes, en que la mujer era ama y señora de casa, dependiente económicamente de su marido o esposo -subrayemos el sentido de esclavitud inherente a la palabra-, emocionalmente entregada y con poca vida más allá de las cuatro paredes del hogar. Aunque en las últimas décadas se ha conseguido derechos y libertades, y se habla de liberación, de equidad, equiparación y otros términos de harmo16

nización justo entre ambos sexos, la mujer sigue reivindicando su espacio, en el deporte como en el mundo laboral o familiar. En unos ambientes como en otros, la balanza no consigue el equilibrio deseada: la mujer cobra menos por desempeñar el mismo trabajo que un hombre; a ella le pertocan, incluso en parejas donde se da la equidad, más trabajos domésticos y de cuidado de los hijos; en el deporte, hay quien todavía no asume que pueda ser rebasado por una fémina. Esta reacción no sucede tanto en el trail como en disciplinas de corte más clásico, como el ciclismo de carretera, donde la media de edad de sus practicantes es algo más elevada y su mentali-

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La participación femenina en el trail mantiene un ritmo creciente, progresivo e imparable.

dad se decanta hacia planteamientos sin duda más tradicionales.

Vientos nuevos Por suerte, desde hace ya unos años la tendencia es otra. Vientos nuevos anuncian, ahora sí, una incorporación y normalización de la mujer en el ámbito deportivo, tant profesional como amateur. La actividad femenina no sólo conlleva equiparación de sexos sino también una afirmación de la identidad y la autoestima como género, algo esencial y generador de energías para luchar por los propios derechos en campos más duros e inflexibles que el nuestro, como es el mundo laboral donde la discriminación salarial se encuentra al orden del día. Estamos, al menos en lo deportivo, atisbando ya un horizonte donde unas y otros tengan las mismas oportunidades, donde eliminen barreras y prejuicios, y se asume lo que se entendía por sexo débil no lo es ni por asomo. Este horizonte cada vez más cercano invita a la participación de la mujer, al igual

que la del hombre, a convertirse en elementos esenciales del paisaje deportivo. En este caso, las cifras expresan más que mil palabras: el cuadro adjunto demuestra que la participación femenina no ha dejado de aumentar, ya sea en citas internacionales como en eventos locales. Sin embargo, no hay que bajar la guardia; hay que seguir luchando día a día por la igualdad. Este esfuerzo es trabajo de todos. % Participación femenina durante el periodo 2015-2018 UTMB

Ultra Transgran- Penyagolosa Pirineu canaria Trails

2015

13,39

10,34

20,96

9,41

2016

13,95

10,32

22,97

9,46

2017

14,47

9,84

26,13

12,2

2018

16,18

15,33

26,14

15,53

Fuente: estadísticas Live Trail

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Gemma Arenas

Trail, mujer, familia... y trabajo Pequeña, atlética, fuerte, Gemma Arenas es clienta habitual de los podios. Manchega de nacimiento y de residencia, lo tiene más difícil que otras rivales cuando se trata de entrenar desniveles, pues ya se sabe, la Mancha es el paraíso horizontal. Aun así, vence. Su pasión por el trail la comparte con su marido, mientras que los entrenamientos los encaja a presión entre el trabajo en una empresa local y las obligaciones como madre, donde no faltan cenas, ropa y bañeras de los pequeños. Por suerte, confiesa Gemma, su entorno le facilita la vida, haciéndola un poco más flexible para cumplir con el calendario de competiciones. Hola a todos, amigos. Soy Gemma Arenas, corredora de trail, del HG AML Team. Hablar de trail, familia y trabajo desde una perspectiva de mujer es como hablar de hacer encaje de bolillos. En mi caso, estoy muy agradecida a todo mi entorno porque me ayudan a encajar todo este rompecabezas. Por ejemplo, mi familia y amigos se quedan con mis peques para que podamos competir y entrenar. Por otro lado, la empresa donde trabajo desde hace 22 años —Torytrans, que además es uno de mis patrocinadores— es flexible cuando tengo que viajar para competir. Además, yo tengo la suerte de que con mi marido comparto todos mis entrenamientos y competiciones. Esto me ayuda a estar más motivada y disfrutar aún más. A pesar de estas facilidades, en muchas ocasiones es muy agotador y estresante trabajar todo el día, entrenar, baño de los peques, cenas y demás obligaciones. Algunas de mis amigas, me han comentado que, al no tener tanta ayuda, se tienen que turnar con su pareja para entrenar o competir. O que el hecho de buscar esos huecos para hacer deporte les genera bastante estrés. No se puede afirmar con rotundidad que las mujeres lo tienen más difícil que los hombres, ya que hay muchos casos, como el mío propio, que no es así. Pero por lo general, una pequeña ayuda extra en las tareas de casa o el cuidado de los peques, ayudaría a que muchas de las mujeres empezaran o pudieran practicar trail con más facilidad. Otro tema del que me gustaría hablar y del que en los últimos años he notado que vamos por el buen 18

camino es el aumento de la participación femenina en las carreras de trail. Desde que empecé hace cinco años a las últimas pruebas en las que he participado, ha crecido exponencialmente. A pesar de ello, pienso que todavía hay mucho trabajo por hacer. Algunos maridos y padres, tienen que cambiar el chip y animar más a sus mujeres e hijas para que den el salto de espectadoras/acompañantes en las carreras a participantes de las mismas. Como consejo y que yo he vivido en primera persona, y me ayudó a que me enganchara a hacer deporte y trail, fue que mi marido me acompañara en los entrenamientos y carreras, adaptándose a mi ritmo y haciéndome ver que lo importante era disfrutar. Los resultados vinieron después. Otro consejo es buscar un grupo de amigas con el que poder entrenar y compartir momentos divertidos y de esfuerzo, ya que entre todas es mucho más fácil y llevadero. A nivel de instituciones, al menos lo que yo estoy viviendo aquí en Castilla-La Mancha es que se está apostando y potenciando mucho el deporte femenino. Tienen varios proyectos de apoyo a atletas élite y, además, se está trabajando en colegios e institutos para intentar evitar que la práctica de deporte femenino disminuya a medida que pasan los años. Con todas estas acciones, tanto las que podemos hacer nosotras mismas, como las que dependen de las instituciones, esperemos que en un futuro muy cercano la participación en el trail esté muy cerca del equilibrio entre mujeres y hombres. Un saludo.


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Anna Grífols

Un metabolismo a prueba de ultras Anna Grífols es la versión humana de una enciclopedia sobre nutrición deportiva. En la actualidad, se ha convertido en una de las principales referentes en la materia y, en concreto, en la nutrición en el mundo del trail. Sabe de qué habla y, como corredora, entiende también cómo afectan al rendimiento las diferencias hormonales y metabólicas entre hombre y mujer. Como nutricionista deportiva y amante del deporte, me gusta analizar mi entorno cuando practico trail, especialmente en las competiciones. Es curioso, si observas a tu alrededor en las carreras, las diferentes formas de alimentarse que hay: unos toman geles antes de iniciarse la carrera, otros no toman ni beben nada, otros sufren de calambres constantes y lo único que hacen es recurrir al magnesio para contrarrestrarlo —cuando la primera causa de calambres es precisamente, la deshidratación y la segunda el déficit de sodio—, otros se paran en los avituallamientos y otros ni si quiera están el tiempo necesario para que les fichen el código QR del dorsal, otros prueban alimentos o suplementos en las carreras objetivo... Existe una gran diferencia individual entre corredores, pues no hay dos deportistas iguales. Con toda seguridad el porcentaje de grasa y músculo de su cuerpo será diferente entre ambos y eso significa que su gasto calórico también. Del mismo modo, también son diferentes las apetencias alimentarias en competición: hay quien es capaz de tolerar 10 geles y otros no ingieren ni uno solo. Todo lo descrito me recuerda también a la gran diferencia de pautas alimentarias que existe entre hombres y mujeres. La mujer, como norma general, tiene menor porcentaje de músculo y ello conllevará a que la digestión y absorción que es capaz de tolerar sea inferior a la de un hombre. Pero, además, todos los cambios hormonales que suceden a lo largo de un ciclo menstrual —28 días— repercuten directamente en su forma de alimentarse y en las sensaciones que tiene durante los entrenamientos y competiciones. Así pues, los días antes de la menstruación, pese a la retención de líquido de esa semana previa y a las 20

sensaciones de hinchazón que puede sentir, es cuando se ha visto un mejor rendimiento deportivo en la mujer. Sobre todo, si lo comparamos en los días inmediatamente postmenstruación, donde se ve una caída del rendimiento, aunque es cuando la mujer se nota más ligera, ya que ha drenado el líquido acumulado de los días anteriores. No obstante a todos estos cambios, hay una situación interesante que nos beneficia a las mujeres a las que nos gusta la larga distancia, y es que al tener un mayor porcentaje de grasa que los hombres —los hombres deportistas suelen tener entre un 5 y un 15% y las mujeres deportistas entre un 15 y un 25%—, también se tiene un mayor porcentaje de grasa intramuscular. Esta grasa intramuscular es la que mejor se utiliza como metabolismo energético durante las competiciones, ya que se encuentra en forma de vetas dentro del músculo y es más fácil que este la pueda captar como energía. Al contrario, la grasa subcutánea a nuestro organismo le es más costosa su utilización por estar más alejada. Por lo tanto, podemos decir que este hecho hará que las mujeres seamos mucho más eficientes en carreras de larga distancia, pues una de las premisas principales en ellas es la utilización rápida y prioritaria del metabolismo de las grasas, la cual nos aporta 9 kcal por gramo de grasa, frente al de los hidratos que aportan 4 kcal por gramo de hidrato. Esta vía de utilización de las grasas se puede mejorar con entrenos en ayunas, controlados y bajo unas premisas claras. Y aquí de nuevo, las mujeres deportistas ya tendremos una parte del trabajo realizado por el simple hecho de ser mujer. ¡No hay que confiarse porque siempre podremos mejorar!


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Mesi Arcos

La adaptación como solución Llegó el día en que la pareja se planteó una nueva etapa: tener hijos. En ese momento, que para muchas y muchos deportistas podría representar un derrumbe o el abandono temporal de la actividad, Mesi Arcos supo levantar el pie del acelerador. Reordenó las piezas de su puzzle existencial para encontrar la tan anhelada compatibilidad. Siguió corriendo, explorando otras zonas de trabajo, otras distancias que, a pesar de ser ella una fanática de las ultras, la condujesen por caminos hasta ahora no probados. En pocas palabras, se adaptó. La flexibilidad, defiende Mesi, es la clave para ser madre y no morir en el intento. Cuando el instinto maternal y el de la montaña coinciden, entramos en un conflicto y nos asaltan muchas dudas. ¿Tanto te cambia la vida? Pues, después de mi experiencia, tengo claro que solo necesitamos una cosa: adaptación. Septiembre de 2016. Acabo de llegar de Chamonix con la adrenalina por las nubes. Le hemos dado mil vueltas y el momento de ser padres ha llegado. ¿Quién dijo parar? El embarazo es una de las etapas más bonitas de la vida. Nos tenemos que preparar psíquica y físicamente, por lo que es importante mantenernos en forma. El ejercicio es beneficioso, tanto para la mujer como para el bebé. Eso sí, adaptándolo a la evolución de la gestación y minimizando los riesgos, como evitar impactos, caídas y no desgastarnos en exceso. Con esto en mente, pude hacer deporte hasta prácticamente el final. De hecho, ha sido la etapa más energética y pletórica de mi vida. ¿Por qué no aprovecharlo? Prácticamente el 100% de mis conocidas corredoras han seguido entrenando y me consta que todas hemos tenido muy buena recuperación postparto. Y… una vez que hemos dado a luz, ¿se nos acabó el tiempo libre? Para muchas familias la mayor carga recae sobre la mujer que, en muchos casos deja de correr, bien por verse sobrepasada, o simplemente por decisión propia. Pero no son pocos los casos de mujeres que no quieren bajar el ritmo y se ayudan de familiares entregados que entienden su situación, así como de excedencias o reducciones de jornada para seguir 22

disfrutando de ello al mismo nivel que antes. Yo decidí seguir entrenando como buenamente pude, sin quitar horas a lo que ahora era lo más importante para mí, pero sacando huecos de donde fuera. Cuando los horarios de trabajo no son muy compatibles, ni tienes quien te eche una mano ni para una urgencia, fácil no es, pero se consigue con una buena organización. En mi caso, tengo la suerte de contar con Álvaro, que es un gran padre y prácticamente lo hacemos todo a medias. Esto nos permite aprovechar los ratitos libres para entrenar, eso sí, reduciendo drásticamente el número de kilómetros. Aquí es donde llega mi mayor adaptación. Siendo gran apasionada de los ultras, apenas 20 kilómetros de entrenamiento de media a la semana y casi todos por asfalto se quedan muy escasos. Pero el lado positivo es que le estoy pillando el punto a las distancias cortas. No puedo explicar el porqué, pero es cierto que, tras el embarazo, el cuerpo cambia. En mi experiencia fue para bien, ya que estoy comprobando que, con mucho menos entrenamiento, estoy más alerta, soy más rápida y tengo más potencia con menos esfuerzo. Creo que esto es bastante común, ya que no son pocos los casos de corredoras que, tras haber sido madres, han subido en las clasificaciones de manera asombrosa. En definitiva, ser madre tiene cosas muy positivas de cara a seguir disfrutando del trail en toda su intensidad. La clave es organizarse muy bien y adaptar los entrenamientos y los retos a las nuevas circunstancias que, todo sea dicho, son maravillosas.


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Uxue Fraile

Avanzando con paso firme A finales de 2016 una grave lesión de rodilla la apartó del escenario durante más de un año, hasta que en 2018 volvió a la carga. Apareció en el Desafío Somiedo y en Zegama; y como guinda del pastel, se subió al segundo escalón del podio del UTMB, donde había quedado ya segunda y tercera en las ediciones de 2015 y 2016 respectivamente. Por todo ello, Uxue sabe de qué habla cuando habla de determinación, por sorpresa para un escepticismo cavernícola que todavía mira de reojo a las mujeres en competición. La mujer, Uxue lo tiene claro, avanza con paso firme, ganando espacios para compensar justamente la cuestión de género. El mundo del trail no se diferencia mucho del resto de disciplinas deportivas y, en muchos aspectos, podría decirse que es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. La mujer, poco a poco, avanza con paso firme. Quizás, si nos fijamos en la competición la evolución lleva otro ritmo y llegará, si tiene que hacerlo, a su debido tiempo. Sin embargo, cada vez es mayor el número de mujeres que nos cruzamos en la montaña, un detalle que indica que la presencia femenina toma más cuerpo. En el mundo de la competición, para muchos la mujer sigue siendo el sexo débil o cuando menos una incógnita… ¿Cuántas veces me habrán preguntado si la mujer es fuerte mentalmente o no en lo que a las carreras se refiere? Mi cara suele ser de póker, porque me sorprende la pregunta. Yo lo tengo claro y vuelvo al principio del texto: una carrera de montaña es como una montaña rusa, sube-baja-subebaja, en la que dependiendo de la distancia se repite más o menos, y no es difiere en exceso de la vida misma. ¿Está la mujer preparada para ello? Nosotras tampoco nos libramos de ampollas, problemas estomacales, hipotermias, caídas, momentos de ansiedad, dudas… ¿Pero es esto lo que determina si somos fuertes o no, cómo respondemos ante estos hechos? Recuerdo mi primer UTMB. Tanto Fernanda Maciel como yo tuvimos que pararnos unas cuantas veces,

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no por gusto, antes de Les Contamines, en el kilómetro 30 de la carrera. Llovía, empezaba la noche, no estábamos pasando un buen momento y, sin embargo, seguimos. Yo tenía claro que quería terminar. Podríamos hablar de determinación. En algunos casos, las dudas previas a la carrera nos hubieran llevado al abandono. Y ahora y aquí, delante del ordenador, podría recordar todos y cada uno de los momentos críticos de las diferentes ediciones del UTMB que he corrido. Quizás por haberlos superado, ¿puedo decir que soy fuerte mentalmente? Y seguro que si nos paramos un rato a mirar atrás, los hechos que más fuertes nos hacen sentir son aquellos que vivimos en el día a día. ¿Y podemos hablar de género en ello? No obstante, otra cuestión es si las mujeres estamos preparadas, o somos fuertes para llegar a ocupar los titulares de la noticia y dejar atrás ese subtítulo en letra pequeña; o también para dejar de responder a preguntas o afirmaciones en las que se pone en duda el nivel de la categoría femenina en la carrera. Porque sí, por muy increible que parezca, nada más lejos de la realidad. Sin embargo, mucha gente aún se pregunta por qué hay que potenciar el deporte femenino, por qué todas esas ayudas a la mujer, por qué los patrocinadores pueden llegar a hacer diferencias, la existencia de la carrera de la mujer, todas las conferencias en torno a la mujer y el deporte…


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Aída Gil

Lo que hice mal, y algo que hice bien Su caso es de lo más habitual. Abandonar la actividad por las muchas dificultades que representa la maternidad cuando se quiere mantener una vida activa. La mochila existencial pasa de ser ligera a convertirse en un lastre a veces imposible de gestionar. Aída, como tantas y tantos, sucumbió al peso de la carga familiar y a la oposición de una infancia que, conceptualmente, es egoísmo en estado puro. Dejó de correr. Apostada en el andén, vio cómo marchaba el tren de la vida con sus colegas de aventuras hacia nuevos destinos, metas y objetivos. Un buen día retomó las riendas de su propio tiempo. Además de madre, volvió a ser persona. Cuando me quedé embarazada de mi hija Irta en 2011 había hecho la Marató i Mitja del Penyagolosa, mi pareja había corrido Zegama ese año, y estábamos fuertes y felices. Llevábamos unos seis años corriendo por montaña, aunque previamente habíamos estado federados en otros deportes más de 15 años. Podría decirse que nos gustaba el deporte y que las carreras por montaña se habían convertido en otra forma de entrenar y estar juntos. Irta nació en febrero de 2012 y con pocas semanas nos íbamos con ella a la montaña a pasear. La llevábamos en una mochila, le daba de mamar, seguíamos. A la niña no parecía gustarle, lloraba bastante, no estábamos seguros de lo que hacíamos. Y pensamos “ya habrá tiempo para esto”. Empecé a correr nuevamente a los 60 días de dar a luz. Me recuperé muy bien; mi cuerpo estaba cansado, pero yo tenía muchísimas ganas de correr. El problema era cuándo. Tanto el padre de Irta como yo trabajábamos y nuestras familias no vivían en nuestra ciudad. Cuando llegábamos a casa apenas había tiempo para algo más que logística familiar. Poco a poco dejé de correr. Salía una vez por semana, por sobrevivir. Era más problema organizar una salida que quedarme en casa, y ese fue el primer error de los muchos que cometemos cuando somos madres. Considerándome a mí misma una persona organizada, no encontré la manera de seguir entrenando, y tampoco mi pareja. Nos rendimos. Nuestros cole-

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gas seguían haciendo carreras, pasaron las temporadas, pasaban las grandes citas y nosotros no conseguíamos salir de nuestras excusas familiares. Veía a otras mamás corredoras y pensaba “claro, es que ellas no trabajan” o “es que tienen a la familia para dejar a los peques”. Nunca pensaba “es que se organiza mejor”, porque yo no veía salida a aquella situación. A los tres años empecé a correr con ciertas rutinas otra vez, ya no pretendía hacer ninguna temporada entera, no había planificación, ni series, ni salidas de seis horas. Empecé con la técnica del “ahora o nunca”. Si tenía una hora, me iba. Igual no tenía muchas ganas, pero luego me encontraba mucho mejor, y pronto empecé a apuntarme a carreras cortas, de 10 o 15 kilómetros, muchas de asfalto, que también me mantenían las ganas de salir. Después de cuatro años las noches ya eran para dormir, y los colegas me ofrecían cosas que me veía capaz de hacer, como la travesía de Tabarca a nado, de casi siete kilómetros. Me sentí muy bien cuando acabé. Veía las cosas de otra manera, no era entrenar, era dedicar tiempo para mí, la tan olvidada individualidad cuando eres madre. La maternidad es a tiempo completo, no se puede parar, pero todas las madres corredoras a las que he preguntado me han dicho lo mismo: hay que seguir haciendo lo que nos hace felices, y demostrarle a los hijos e hijas que nosotras también hacemos cosas solo por diversión.


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