ENTREVISTA
PAU CAPELL “Retirarte no es un fracaso” Texto: Eliseu T. Climent Fotografía: Quim Farrero
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No sé por qué, pero todo apunta a que de niño debió ser travieso, movido, dinamita en estado puro. Algo hay en su mirada viva e inquieta que lo trasnmite. Es probable que me equivoque, pero hoy, con casi tres décadas a sus espaldas, tengo la sensación de que sigue viviendo a muchas revoluciones, adicto a la alta intensidad. Es así como encuentra sentido a la vida, exprimiendo a partes iguales músculos e intelecto. A pesar de haber entrado a formar parte del Olimpo atlético con la reciente victoria en el UTMB, Pau es consciente de que su victoria no salva vidas, de que este deporte, como cualquier otro, tiene una finalidad meramente egoista donde la máxima satisfacción es la generación de endorfinas. Pau debe mucho a familiares, amigos, profesionales y público incondicional. Está en deuda con todos ellos. Cuatro llamadas telefónicas durante el UTMB y no llevar música para conectar con los seguidores fueron sus gestos de agradecimiento.
Ironías de la vida, una rotura de ligamentos lo catapultó al podio. Esta es, en resumidas cuentas, la fulgurante trayectoria en el mundo del trail de un exjugador de futbol sala. Aunque todavía le queda mucho camino por recorrer y años de actividad, Pau Capell (Sant Boi de Llobregat, 1991) ha tocado este año la gloria proclamándose vencedor en el UTMB y por tercer año consecutivo en la Transgrancanaria.
todas porque todavía faltaban casi 20 kilómetros. Cuando llegué al pie de La Flégère me dejé la vida para coronar la última subida con cierto margen respecto a Xavier. En lo alto, ya vi que tenía la carrera, que llevaba suficiente ventaja como para no apurar bajando.
UTMB 2019. Una valoración rápida. La estrategia que me había planteado era ir a hacer mis tiempos, sin pensar si quedaría primero, segundo o tercero. Mis tiempos de referencia eran los de François d’Haene cuando ganó hace dos años. Un mes antes había ido a hacer la carrera por etapas y después la repetí con los americanos. Intenté hacer los tiempos d’Haene y vi que lo podía conseguir. El día de la carrera, como te he comentado, fui a hacer mis tiempos sin pensar en la clasificación. Lo que pasó fue que tras la salida, en el kilómetro 3, Hawker y Min Qi, se pararon los dos a orinar. Yo seguí y al cabo de unos minutos miré atrás y no venían. No entendí nada: o iba demasiado rápido o los otros me dejaban margen para que reventase y hacer ellos su carrera. Me dije: “No pienses y sigue el guión que te has marcado”. Esta fue la clave de la carrera.
¿Tuviste algún momento bajo donde te asaltaron los pensamientos negativos? Después del Grand Col Ferret, viene una bajada larga y fácil. Había comido poco en el ascenso porque estaba colapsado de tanto dulce. Bajé flojo y en el avituallamiento de La Fouly paré cuatro minutos a devorar queso y salami. A parte de este episodio, por lo demás nada importante.
Está claro, pero no es lo mismo ir primero que segundo, ser perseguido o perseguidor. Ser el perseguido genera tensión, y más sabiendo que es Xavier Thévenard el perseguidor. Por eso, fue importante no obsesionarme por los tiempos. Pero es difícil no pensar en quién te viene detrás. Es imposible [risas]. Hubo un momento en que llegué a pensar que si entraba segundo tampoco pasaría nada. Es el típico pensamiento de derrota que permite resolver la situación de manera cómoda pero enseguida volvía a la idea de que si no ganaba en esta ocasión no sabía si volvería a tener la oportunidad de hacerlo. Y eso me empujaba hacia adelante. ¿Cuándo viste que ya tenías la carrera en el bolsillo? En Vallorcine, aún no las tenía
¿Algún momento de euforia de los que se recuerdan con especial significación? Siempre llevo música pero en este UTMB no la conecté porque el ambiente de esta carrera es tan grande que me sabía mal no vivirlo y no estar con el público que te anima. Desconectar en ese moment lo veía una falta de respeto. Lo que sí que me planteé fue en cada cuarto de la carrera hacer 27
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una llamada a gente que tuviese especial relevancia para mí. Era también una manera de partir la carrera y no ver los 170 kilómetros del tirón. Mi objetivo en este UTMB era hacer estas cuatro llamadas. Si lo conseguía, querría decir que lo estaba haciendo bien. La primera fue para mis padres, la segunda para Marta, mi pareja; la tercera para Laia Díez, mi entrenadora; y la última que, como era en meta la hice antes, a un buen amigo. Quería dar algo, aunque fuese mínimo, porque, siempre lo repito, el deporte y los deportistas de élite somos muy egoistas. Recibimos inputs positivos de todo el mundo pero ¿qué damos a cambio? El juego, la carrera, el espectáculo. Nada más. Estas cuatro llamadas fueron un acto de agradecimiento a ellos y a toda la gente que 28
me anima, gente cercana y anónimos. Llevas dos años a tope. Cuando las ayudas de patrocinadores te permiten dedicarte plenamente a preparar las carreras, el rendimiento se nota. También es injusto, porque puedes compe-
“Cuando los patrocinadores te permiten dedicarte plenamente a preparar las carreras, el rendimiento se nota” tir con todo el mundo pero no todo el mundo dispone de las mismas oportunidades. Tu patrocinador principal es The North Face.
Sí, además tengo nueve patrocinadores más que también son muy importantes para mí. ¿Cómo empezó tu relación con The North Face? Siempre he tenido alguna marca a mi lado desde que empecé a correr con 21 años. Primero fue Haglöfs, después Compressport, que me ayudaba en los viajes internacionales. Hace tres años me contactó The North Face porque veía que utilizaba sus zapatillas. La gente me dice que todo ha ido muy rápido: en seis o siete años me he puesto de no correr nada a situarme en la élite. Por contra, lo siento como un camino duro e intenso, en que todo ha sucedido muy lentamente. Cada año he dado un pasito: empecé corriendo carreras populares,
después el Campeonato de Catalunya, España, carreras internacionales y al final el World Tour. Si hasta los 21 años no corrías, ¿a qué te dedicabas? Al futbol sala y al triatlón. Entonces era una mole, pesaba 75 kilos y ahora 62. Como suelo decir, tenía perfil de croisán. Ya sabes, horas de gimnasio y algo de fiesta... Me rompí un ligamento cruzado y el menisco. Pasé por quirófano y tras varios meses de rehabilitación, el médico me propuso correr por montaña para mejorar la propiocepción y la fuerza. Lo probé y me enganché. Cuando empezó en otoño la liga de futbol sala, le dije al entrenador que no volvería. Todo fue rodado y a lo largo de estos años me ido encontrando con gente que me ha dado mucha
confianza; he ido avanzando también gracias a ellos. ¿Habías mantenido previamente alguna vinculación con la montaña? No, qué va... Mis padres nunca han ido a la montaña. Son más de mar. ¿Qué dijeron cuando te pusiste con el trail? Por aquellos años, yo estudiaba todavía ingeniería y ellos lo veían como una afición más. A los 21 o 22 años, gané el Campeonato de Catalunya; al año siguiente, la Spain Ultra Cup. Acabé los estudios de ingeniería e hice un máster, y además trabajaba. Iba literalmente de culo. De hecho, como cualquier persona normal. Cuando me salió hace tres años la relación con The North Face, decidí apostar por dedicar tiempo a entrenar.
Además tienes una empresa. Una empresa con dos socios especializada en eventos deportivos, tanto para empresas como training camps para carreras. Soy de la opinión que el deportista tiene que tener otras vías más allá del deporte, más que por el aspecto económico para ampliar el campo de visión. Aparte, hago de entrenador personal; llevo a unas 50 personas. Tu relación con el patrocinador. ¿Te dicta el calendario?¿Te obliga a un mínimo de carreras al año? Hasta el día de hoy no me ha obligado a nada. Yo diseño mi propio calendario de carreras. Supongo que si te pagan más, tienen más derecho a decidir, pero si te pagan normal te dejan más libertad. Lo único que me dijo el jefe del UTMB al acabar la carrera es que 29
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no corriese tanto, que me querían para que hiciese dos pruebas al año, la Transgrancanaria y el UTMB. ¿Qué me dices del equipo de profesionales que te arropa? Es fundamental. Sin ellos, sería imposible estar donde estoy. Laia Díez es mi entrenadora desde hace cinco años. Con ella, he construido una relación de amistad más allá de la deportiva. A Dani Brotons lo contacté porque tenía que hacer mis primera pruebas de esfuerzo. Él ya era el médico de Kilian y por ello lo tenía como una excelente referencia. Enric Violan se ha convertido en mi podólogo. Cuando hice mi primera carrera de las Barcelona Trail Races, él estaba allí. Me vio pasar y le dijo a mi pareja que con mi grado de pronación no llegaría nunca a nada. El comentario me 30
sulfuró. Fui a su consulta y desde entonces nos hemos hecho muy amigos. Finalmente, Anna Grífols también me contactó hace tres años para darme otra nota negativa, como Enric. Me escribió diciéndome que me había visto correr y que si bajaba de peso correría mejor. Ella estaba convencida de que me podía afinar y que lo que yo creía que era mi peso ideal, 69 kilos, lo podíamos dejar en 62. Por lo que me han explicado ellos, han creado un grupo de whatsapp donde hablan de mí y de lo que hace cada uno con los problemas que me puedan suceder. No son solo buenos profesionales sino que se han convertido en verdaderos amigos. Y no hay que olvidar el público, incondicional siempre, como elemento importante en el aspecto
motivacional. Efectivamente, representa una parte esencial, pero es también un arma de doble filo. A través de la redes sociales, recibes montones de mensajes de agradecimiento y felicitación por parte de seguidores. Toda esta atención hacia ti puede hacer que se te suba la fama a la cabeza. En mi caso, no es así, por suerte, porque la gente que me rodea toca mucho de pies en el suelo y me hace ver las cosas desde la perspectiva apropiada. No soy más que una persona normal, aunque me siento orgulloso de ver que la gente se motiva gracias a lo que hago. En este sentido, el deportista tiene una función social y por ende, una responsabilidad. El deportista tiene que saber que guía los sentimientos del público. El deporte es físico pero son tam-
bién sentimientos y motivaciones. Si conseguimos transmitirlos, haremos que la gente se una a la tribu de deportistas y que se siente bien físicamente y anímicamente. Es una cuestión de salud y de modelos de vida. El trail se ha vuelto cada vez más atlético, al punto de llegar a correr a velocidades de asfalto. Tú mismo rodaste un tramo de la Transgrancanaria a 3’30 minutos por kilómetro. En los último años, todo ha cambiado mucho. Lo que se entendía por correr por montaña se ha vuelto más rápido. En los últimos tres años, hemos trabajado mucho la velocidad y sobre todo que el cuerpo se acostumbre a una velocidad media más rápida. Por ejemplo, llegar a hacer 30 kilómetros con 1.700 metros de ascenso a unos 5 minutos por kilómetro. Se trata de intentar encontrar una velocidad en la cual me siento cómodo, pero que sea más rápida que antes. Este cambio de concepto ha sido motivado por los corredores internacionales, como Zach Miller o Hayden Hawks. Y esta gente es la que me ha obligado a reenfocar la carrera si quiero seguirlos. Pero se da una dificultad añadida, que es cuando la velocidad se enfrenta a terreno técnico: todo pasa más rápido, hay que ser más hábil y ágil, con más reflejos. Correcto. En el UTMB me planteé ser rápido en las zonas donde sé que soy rápido y reservarme en las zonas que no se me dan bien. El problema de querer ser rápido es que mucha gente se equivoca: yo mismo al querer correr en sitios donde normalmente no corerrías o lo harías lentamente. Es un gran error que te puede llevar al fraca-
so. En el UTMB tuve claro que haría andando las subidas donde correr implicaría forzarme demasiado. ¿Cuál es tu fuerte? Bajo bien en zonas que no son muy técnicas, porque no vengo del mun-
“Bajo bien en zonas que no son muy técnicas” do de la montaña; nunca ganaré un kilómetro vertical porque no soy bueno en este ámbito. Entreno para ultratrails. Escondes una fórmula mágica que te permite ganar tres veces consecutivas la Transgrancanaria. La verdad es que no tengo ninguna fórmula ni poción mágicas. La única cosa es que conozco bien el recorrido y tengo en mente todos los parciales en subidas como en
bajadas. Además, me gusta el recorrido con sus caminos donde se puede correr bien, no excesivamente técnicos, que son los que me van. Cada uno tiene que buscar el terreno que más se le adapte para sacar el máximo. Marcel Zamora lo hizo cuando ganó seis veces el Ironman de Niza o cinco el Embrunman en los Alpes. Él construyó su mito ganando 11 veces el Ironman en dos carreras, porque se le dan bien los recorridos con desniveles. Solo hay un atleta que puede ganar en cualquier terreno o modalidad: este es Kilian. ¿Cuándo decidiste que tu mundo era la ultradistancia? Seis meses después de la operación de rodilla, en mayo de 2012, me inscribí en la Camí de Cavalls de 86 kilómetros. En el kilómetro 12 me perdí. Me encontré con un 31
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participante francés que venía de cara y me dijo que lo siguiese. Fui toda la carrera con él. Íbamos los últimos pero fuimos adelantando a gente. A media carrera, como me dolía la rodilla, decidí que me retiraba. El francés me dijo que si
“Espero que nunca se me suban los humos; yo corro por mí, aunque suene egoista” yo lo hacía, él también. Eso me forzó a continuar. Le dije que correría lento y él me contestó que sin problemas, que simplemente quería que acabásemos juntos. Pasamos la segunda parte de la carrera hablando y explicándonos cosas. Llegamos a meta segundo y tercero. Quise ceder el segundo puesto a Sylvain, ya que me había salvado la carrera. Justo antes de cruzar la línea, paró y me empujó 32
para que la cruzase yo antes. Y así quedó la clasificación: él tercero y yo segundo. Al final, me dijo que él er a el f un d ador de C o m pressport, y así empecé mi relación con la marca. Esta primera ultra me marcó en el sentido humano: en una 10K o una 20K, cada uno va a la suya. En distancias más largas se da un compañerismo, que revela que correr es también vivir una experiencia humana. Tu ascenso en ultratrail ha sido vertiginoso. ¿Se te ha subido el éxito a la cabeza? No. Aunque la gente te idolatra mucho, desde casa te ponen en tu sitio cuando comentan que está bien correr pero que no estás salvando a nadie. Espero que nunca se me suban los humos; yo corro por mí, aunque suene egoista. Si fuese médico y
salvase vidas, seguro que encontraría un sentido más pleno al éxito. Dentro del ego, se celebra el éxito pero también se sufre el fracaso. Difícil de gestionar, ¿no? El fracaso siempre está ahí en estado latente. No se trata solo del fracaso de competir; duele más el fracaso con quienes te rodean. Por ejemplo, si pasas un mal momento con tu pareja, el resto de tu vida se descuadra. No entrenas bien, no rindes, no estás concentrado... El fracaso no se da concretamente en un aspecto, como una carrera, sino en tu vida y con la gente que te importa. En una vida plena, el supuesto fracaso en una carrera, no es nada; lo superas mejor, lo relativizas. Retirarte no es un fracaso, como tampoco es un éxito cuando ganas
el UTMB; es la carrera que tenías que hacer. Al día siguiente, volverá a salir el sol y habrá más carreras que ganarás tú u otro. No leo la vida a través del éxito o el fracaso porque te lleva a sentimientos extremos. Siempre lo digo a la gente a la que entreno: no hay que ponerse metas muy exigentes porque te expones al fracaso. Hay que ponerse metas más discretas e ir paso a paso. Si me propongo ganar una carrera, seguro que fracasaré. Las lesiones. Por suerte, no he tenido grandes lesiones que me hayan hecho parar. Por eso es bueno tener otras vías, como he dicho anteriormente, que te permiten poner el foco en otros ámbitos de tu vida si la actividad física se detiene de manera temporal. Me va bien, en este sentido, tener la empresa o entrenar a gente. Es la manera de poder ir recuperando mientras tu foco principal se ha reorientado hacia estos ámbitos. Preparación mental. Cuando me retiré de Lavaredo en 2017, fui a un coaching deportivo porque me había quedado muy tocado. Esta carrera fue en junio y en agosto tenía el UTMB, donde quedé sexto. Necesitaba ayuda y mantuve tres sesiones con él. Se centró en un trabajo de gestión de las emociones. Me fue muy bien. Hoy el entrenamiento forma parte de la meditación. ¿Meditas? Te diría que no, si te refieres a la meditación tal como se suele comprender, sentado en una posición concreta. No sé exactamente cómo definir la meditación, pero sí que es cierto que corriendo he llegado
a momentos de mucha paz y de pensamiento muy fluido. El proyecto Save the Artic, que realizarás este mes de noviembre, es un grito por el planeta y en este sentido tú como deportista tienes una función social de la que hablábamos antes. El proyecto me hace ilusión no tanto por su vertiente deportiva como por lo que significa. Es una acción para concienciar sobre el cambio climático.
“De momento, no se me acaban los sueños, por suerte, y espero que no se me acaben” The North Face ha querido entrar y paga por todas las emisiones que genere el proyecto, como los viajes en avión o los desplazamientos en motos de nieve. Todo se quiere hacer para conseguir dinero y donarlo a las sociedades locales del Ártico. ¿Fue idea tuya? Sí. Empecé a trabajarlo con otro espónsor que tenía. Son 250 kilómetros de recorrido por el Ártico,
donde la gente puede colaborar a través de una página web donde poder hacer aportaciones económicas a asociaciones locales. Cuantas más colaboración, más distancia se recorrerá. La idea es llegar a completar el recorrido. Para el público es ir más allá de los gestos cotidianos y domésticos, como reciclar o reducir el consumo de agua. Queremos que la gente crea en esto y que tome conciencia de que el cambio climático es una realidad y una amenaza global para todos. Repites que cuando tienes un sueño, tienes que perseguirlo. De momento, no se me acaban los sueños, por suerte, y espero que no se me acaben. Hay que alimentarse de sueños. Lo delicado es seguir alimentándote de los sueños cuando estás empezando a conseguirlos. Un libro: Viatge al país dels blancs, de Ousman Umar Una película: Braveheart, de Mel Gibson Música: El repertorio de Manu Guix 33