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THE BANDIT

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ESCAPARATE

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The Bandit: No acabarás...

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SIGUIENDO A “CARRASCLET”

Texto: Quim Farrero Fotografía: Ramón Ferrer “Monrasin”, Xavi Martí, Org.The Bandit

“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Paga reducida. Frío intenso. Largos meses en la más completa oscuridad. Peligro constante. Es dudoso que puedan regresar a salvo. En caso de éxito, recibirán honores y reconocimiento.”

Este es el anuncio con el que Sir Ernest Shackleton reclutó a su tripulación para el famoso viaje antártico del Endurance. Es una de tantas leyendas que los historiadores han demostrado falsas, pero como dice el dicho italiano, “si non e vero, e ben trobatto” (si no es cierto, es acertado). Sea como sea, es de todos conocido que Shackleton encontró a hombres muy competentes para su arriesgada aventura, del mismo modo que Gary Cantrell encuentra corredores para su famosa “Barkley Marathon”. Con ese mismo concepto, The Bandit ha captado a la cuarentena de corredores que se proponía para llevar a cabo la primera edición de esa versión mediterránea de la famosa carrera americana en la que se inspira el concepto. Una idea en la que la ultra distancia y la orientación se juntan para dar como resultado una prueba en la que la capacidad de desenvolverse por el territorio es tanto o más importante que las prestaciones físicas que, no hace falta decirlo, son también bienvenidas. Una carrera en la que la organización te advierte que “No acabarás”. Quedan descartados aquellos que, si o si, necesiten saber qué van a encontrar o que dependan de las asistencias para completar sus proyectos. Tal como reza el documento en el que se resume el proyecto, el desnivel positivo es “mucho”, el desnivel negativo es “bastante”, la distancia “a saber” y el recorrido…

Una carrera diferente.

un misterio. Aquellos presentes en la salida, todos corredores muy experimentados, disponen de muy poca información. Un reto, de cinco vueltas (todas ellas diferentes), con once puntos de control en cada una. Puntos de control que hay que alcanzar en un orden establecido y en los que, homenajeando al proyecto modelo - la mencionada Barkley - se ha escondido un libro del que hay que arrancar una página para demostrar el paso por el lugar. Pero llegar al punto de control no es fácil, del mismo modo que no lo es acceder a una plaza de las cuarenta disponibles y cuyo precio de inscripción es un aportación mínima -10 kgs- al Banco de Alimentos, que recogió media tonelada de productos para quien más lo necesita. Para los participantes, todo empieza en mayo con un anuncio en redes en el que se propone una adivinanza, de la que se extraerá el correo electrónico al que hay que enviar la propuesta para ser aceptado a la carrera, dando así una vuelta más de tuerca a la prueba modelo (Barkley) en la que hay que mandar un correo electrónico a su carismático organizador, Gary Cantrell, con un texto en el que también hay que convencer al organizador. En The Bandit, esa figura la encarna Marc Fernández, un corredor con mucha experiencia en pruebas largas que, el año pasado por estas fechas, empezó a trabajar en el proyecto, basado en la idea de la carrera americana y durante cuya creación ha mantenido contacto regular con Cantrell. Tras el periplo necesario para inscribirse, 35 corredores se dieron cita el viernes 9 de octubre para iniciar la aventura a las 20:00, con un corte horario establecido el domingo siguiente a las 17:14, aunque bastantes horas antes ya se habían retirado todos los participantes. El territorio por el que se desenvuelve la carrera, la Serra de Llaberia, no es aleatorio. Todo está pensado en base a las andaduras de un personaje histórico, Joan Barceló i Anguera, alias “Carrasclet”, militar que, como otros, actuó como guerrillero contra las tropas borbónicas y que, también como otros, la historia nos ha hecho llegar como bandoleros. “Carrasclet” y sus seguidores, se movían y actuaban por la mencionada sierra de la provincia de Tarragona, y su territorio es el que marca los límites de The Bandit, tras una interesante tarea de investigación llevada a cabo por Marc con la ayuda de un historiador de la comarca.

El terreno es, a menudo, complicado.

En el mejor de los casos, sin errores en el recorrido, la suma de todas las vueltas estaría alrededor de los 180 kilómetros, con bucles de 42, 35, 32, 44 y 27 kilómetros si no se comete ningún error. Cada uno de los bucles va en una dirección diferente a la anterior, a fin de que los corredores se agrupen lo menos posible. Así, en caso de que dos corredores

lleguen juntos al último bucle, un partiría en una dirección y el otro en la contraria. No hace falta puntualizar que está previsto que el recorrido sea diferente en cada edición. La inexistencia de balizaje y la obligatoriedad de seguir las instrucciones del libro de ruta con la ayuda de mapa y brújula es la combinación perfecta para que los kilometrajes efectivos resultaran siempre por encima de lo previsto. El navegador no está permitido y que el teléfono móvil, obligatorio por otro lado, queda sellado por la organización en una bolsa. Ese material obligatorio incluye todo lo necesario para sobrevivir los dos días previstos para la prue-

¿Vamos bien?

ba, dado que, más allá de algún avituallamiento líquido puntual, la carrera se lleva a cabo en autonomía total. Los participantes pueden recuperar y avituallarse al final de cada bucle, donde pueden ser atendidos por sus asistencias si las tienen. En cualquier caso, la organización suministra a todos los corredores una baliza GPS con la que son seguidos durante todo un recorrido que nadie finalizó. Los más acertados en sus planteamientos llegaron a completar tres de los cinco bucles propuestos, tras ir comprobando como el resto de corredores iban quedando por el camino en el segundo o incluso en el primer bucle. Avanzar, equivocarse, retroceder, volver a buscar… una rutina que pone a prueba a cualquiera, y que genera situaciones como estar durante seis horas dando vueltas en círculo en un área no demasiado grande, llegando a completar uno de los bucles con 80 kilómetros recorridos. O, tal como les sucedió a Xavi Puit y Albert Herrero, los participantes que llegaron más lejos - y corredores de solvencia contrastada- emplear 27 horas en completar 100 kilómetros. O dedicar 17 horas en completar uno de los bucles (de entre 30 y 50 kilómetros), descubrioendo que esos pretendidos 42 kilómetros se han convertido en 52. Hablamos de corredores solventes muy acostumbrados a otros ritmos... pero en carreras con planteamientos muy diferentes. A pesar de lo que pueda parecer y a juzgar por los comentarios, el formato, a pesar de su extrema dureza, dejó muy contentos a los participantes, muchos de los cuales esperan poder volver a tocar la campana con la que se inicia cada bucle en la próxima edición. ¿Cuándo? Como todo en The Bandit, habrá que verlo, pero la primera parte a superar del desafío, el proceso de inscripción, empezará en enero de 2021. Que se vayan preparando los candidatos ¡Hay que seguir al bandido!

La campana que marca el inicio de cada bucle.

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