EDITORIAL ALPINA, 75 AÑOS - El secreto está en el papel. -Entrevista Martí Nadal
Febrero / 2021
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EL SECRETO ESTÁ EN EL PAPEL Texto: Eliseu T. Climent Fotografías: Quim Farrero
El mapa ha quedado, hoy, como fuente de consulta, lectura de salón y, tan sólo en algunos deportes de aire libre, todavía sigue siendo una referencia. El trail running, por sus características intrínsecas, optó hace años por el seguimiento de tracks para el desplazamiento guiado por el territorio. Pero el mapa supera la mera fuente de consulta para erigirse en verdadera narración geográfica y de desarrollo humano. ¿Cómo sobrevivirá en la era digital? ¿Cuáles son sus secretos y su verdadero valor? Lo descubrirás en las siguientes páginas. Hay que remontarse a las sociedades primitivas para encontrar el origen del mapa. Se trataba en aquel tiempo de un simple trazo sobre la tierra, de una cartografía efímera que delataba los pasos del hombre en sus desplazamientos y aventuras por el planeta en busca de subsistencia. Los protomapas fueron elaborados por los habitantes 18
de las Islas Marshall (Oceanía) en tiempos primitivos. Una especie de cartas marinas con conchas y hojas de palma. En el norte de Italia, en Val Camonica, se encuentra grabado en la roca uno de los mapas más antiguos que hemos heredado. El dibujo, con 10.000 años de antigüedad, representa el sistema de conexiones de la vida cotidiana de los habitantes del lugar.
El mapa es también una especie de crónica dibujada de los descubrimientos geográficos e incursiones a tierras ignotas, que hasta no ser pisadas por el hombre, eran dejadas en blanco sobre el papel. Fue el caso de la alta montaña alpina y pirenaica hasta entrado el siglo XIX. El mapa, además, reflejó históricamente la percepción del globo y del cosmos, de los temores y las leyendas frente a lo desconocido, expresados sobre el papel mediante dibujos de voraces monstruos habitantes de un espacio virgen. Sobre el documento gráfico se trazaban las líneas de comunicación para navegantes, viajeros y peregrinos, a su vez que se describía la tierra a escala, tal como era interpretada por los ojos del cartógrafo. Así pues, el mapa representaba el territorio y éste se veía a su vez correspondido por tal trabajo de investigación.
La exploración de las altas cimas alpinas y pirenaicas a partir del siglo XVIII añadía luz a la cartografía. Los mapas, que dejaban literalmente en blanco los rincones más inaccesibles de los macizos montañosos, iban tomando forma y color a medida que la curiosidad humana aportaba los frutos de sus investigaciones. Los mapas iban completándose a modo de rompecabezas con las nuevas informaciones, y de esta manera la geografía iba cobrando pleno sentido. Tal perspectiva histórica se encuentra actualmente sobre la cuerda floja. La cultura cartográfica se ha precipitado en una deriva inédita hasta la fecha, causada por la irrupción de las nuevas tecnologías y el posicionamiento GPS. El mapa como tal, de soporte físico, se encuentra en un limbo en este periodo de transición entre el papel y lo digital. Ha perdido protagonismo y ha visto cómo se devaluaba 19
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Mapas con anotaciones de trabajo del fotógrafo de TRAIL. Una herramienta imprescindible para el seguimiento de carreras.
su presencia ante la admiración por una tecnología que aporta facilidad y una falsa sensación de seguridad en los desplazamientos. Pero el mapa, como la enciclopedia o cualquier obra de consulta o literaria, va más allá del mero hecho utilitario. Además de ser una herramienta más que eficaz e infalible para transitar, su contenido aporta gran cantidad de información, tanto geográfica como de la evolución y relación de las sociedades con el territorio que pueblan. Actualmente, cuando se ha impuesto la cultura lowcost y del “todo gratis” en Internet (tracks, recorridos, mapas pirateados...), pagar por adquirir un mapa, ya sea en papel o digital, representa un acto de resistencia y, porqué no, de militancia. ¿PAPEL O DIGITAL? El todopoderoso universo tecnológico está dictando y alterando la percepción de la realidad, la aproximación a ésta, la manera de trabajar, de relacionarse, de entender el deporte, de vivir... La admiración incondicional por los nuevos dispositivos, con mil y 20
una funcionalidades, y la sumisión absoluta a estos ha eclipsado, o lo intenta, una realidad más física que virtual, donde el mapa y el territorio conforman un binomio indisociable. En el trail running, como en el senderismo o en los viajes, hay que preguntarse qué vigencia tienen el mapa en papel y qué utilidad le queda ante el desembarco masivo de tracks y pequeñas pantallas de GPS y smartphones donde seguir la ruta. El mapa en papel, en soporte físico, sigue manteniendo una marcada presencia entre aquellas personas a las que interesa saber por dónde transitan y poseer una visión geográfica de conjunto. El mapa es, pues, una perspectiva macroscópica, de plano abierto, ante la focalización extrema de su contrario: la visión parcial que ofrece una pantalla de GPS y hasta de ordenador. El corredor, por utilidad y comodidad, sigue los tracks que ha diseñado él mismo o que ha pescado en la web en alguna plataforma de compartición, pero no tiene porqué dejar de consultar una hoja de mapa que le aporte la visión de conjunto del territorio por
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Interpretar un mapa sobre el terreno, una habilidad para descubrir el mundo.
donde circulará. Soporte físico y digital no deben fraguar una relación antagónica y excluyente, todo lo contrario: no hay razones para eliminar el papel, ni dejarse seducir por un escenario de innovación tecnológica. La suma de ambos, la síntesis de papel y digital, puede aportar mucho: eficiencia y seguridad de movimientos sobre el terreno y, a su vez, conciencia del entorno. El mapa, el de papel, nos auxiliará en caso de tener problemas técnicos en nuestros dispositivos, como agotamiento de la batería o fallo en el sistema. LA LECTURA CARTOGRÁFICA El mapa, entendido desde una óptica lingüística, se basa en un sistema de signos y convenciones: es decir, posee un lenguaje, cuyos componentes, asociados y articulados entre sí, producen mensajes concretos. El mapa, visto así, es la narración o interpretación del territorio por el cartógrafo. Aprender a leer dicho sistema nos revela los secretos de una geografía que contemplamos o de una geografía que, aun encontrándose a distancia de nuestra realidad, la hacemos nuestra porque la recreamos en nuestra mente. La lectura del mapa, como toda lectura de cualquier lenguaje, se basa en la descodificación de éste y en la búsqueda de su significado. En el caso de la cartografía, dicha afirmación se vuelve más compleja, pues a diferencia de la lectura de un texto, la
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La escala, visible en un extremo del mapa, determina la proporción entre el tamaño real y su representación.
lectura del mapa posee un carácter bidireccional. No resulta tan complejo de entender: con mapa en mano, lo leemos y alzamos la vista para ubicar en el territorio el mensaje que nos ha ofrecido el papel. Y viceversa: contemplamos el territorio, lo leemos, nos zambullimos en el mapa para localizar la narración que nos ha ofrecido la realidad. El mapa es, pues, un pozo de información al cual hay que atender desde diversos frentes. Veamos de qué se compone. ESCALA La escala representa la proporción entre el tamaño real y su representación, en este caso el mismo mapa. La escala determinará el grado de definición y precisión. Un mapa a gran escala aportará mayor nivel de detalle, y al contrario, a pequeña escala aparecerán poco más que las carreteras y grandes
aumentar la escala hasta 1:10.000 o 1:5.000. Pero, ¿qué significa exctamente esta cifra? Sencillamente que un centímetro en el mapa corresponde a 250 metros de la realidad (escala 1:25.000), o a 500 metros (escala 1:50.000). COORDENADAS Las coordenadas permiten determinar la posición de un punto sobre la Tierra mediante un sistema de referencias. Principalmente, existen dos sistemas: el de coordenadas geográficas, donde la longitud y latitud se expresan en grados, minutos y segundos, y el Universal Transversal de Mercator (UTM), que utiliza la base métrica para determinar la posición de un punto sobre la Tierra. En este caso, la localización de un punto se expresa en metros. Existen múltiples herramientas en Internet para la conversión de coordenadas de un sistema a otro.
Las curvas de nivel recrean la orografía del terreno, aportando información sobre sus formas y pendiente.
ejes de comunicación. Para correr, busca mapas de escala 1:25.000 o 1:50.000. Si lo que interesa es un buen nivel de detalle, opta por la primera opción; si, en cambio, pretendes circular por caminos principales y pistas, y tener una mayor visión de conjunto, el de 1:50.000. En caso de transitar por zonas laberínticas o geográficamente complejas, no dudes en 22
CURVAS DE NIVEL Para correr, así como para la mayoría de deportes en la naturaleza, los mapas más útiles son los topográficos, aquellos que muestran los accidentes geográficos, como valles, cumbres, barrancos, ríos... Para la traslación de una realidad en tres dimensiones a las dos del papel, se utilizan las llamadas cur-
vas de nivel. Éstas unen los puntos situados en una misma cota y a su vez dibujan las principales formas del terreno. Las curvas siempre son equidistantes con una diferencia altimétrica dada, habitualmente de 10 o 20 metros, dependiendo de la escala. Cada cuatro curvas finas, aparece una curva de trazo más grueso, la llamada curva maestra.
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entre e é s r e v a Ma tr& montagne m er
Las tintas hipsométricas expresan la altitud y dan volumen al mapa.
¿Cómo interpretarlas? Muy fácil. Cuanto más juntas se encuentren más pendiente tiene el terreno, porque la distancia horizontal es poca respecto a la vertical. Y al contrario, a terreno más llano, más distancia entre curvas, ya que se necesitará una distancia horizontal más grande para ganar distancia vertical. TINTAS HIPSOMÉTRICAS Otro elemento informativo visualmente muy efectivo son las llamadas tintas hipsométricas, o escala de colores según la altitud. La presencia de dichas tintas complementa las curvas de nivel y
ULTRA TRAVERSÉE 165 km et 8000 D+
Font-Romeu > Pyrénées 2000 > Argelès-sur-Mer le vendredi 7 octobre à 10h pour les solos et les relais trio
GRANDE TRAVERSÉE 112 km et 5500 D+
Vernet-les-Bains > Argelès-sur-Mer le vendredi 7 octobre à 17h pour les solos et les relais trio
La toponimia revela secretos, leyendas, formas y colores de un lugar.
facilita la lectura del terreno a primera vista. Las tintas hipsométricas pueden utilizar colores distintos, o bien la gradación de un color. En muchos casos, se utilizan los verdes para zonas bajas y depresiones, los marrones y amarillos u ocres para altitudes medias, y grises y blancos para zonas de alta montaña y zonas glaciares. Además, estas tintas aportan al mapa una sensación de profundidad y volumen.
LA TRAVERSÉE SUD DE FRANCE 75 km et 3900 D+
Arles-sur-Tech > Argelès-sur-Mer le samedi 8 octobre à 7h30 pour les solos
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TOPONIMIA Los topónimos son los nombres de lugar y a pesar de que para muchos juegan un papel secundario, mantienen una función esencial, aunque prescindible para la pura orientación o tránsito por el territorio. Los topónimos son la construcción oral del paisaje, los testimonios de cómo la gente del lugar se ha relacionado históricamente con su geografía más próxima, delatando su manera de percibir el entorno, sus temores, su uso y sus leyendas. Los topónimos son descriptores de colores y formas: de ahí, la Tuca Roya (montaña roja) y la Laguna Negra, o Montserrat (por su perfil afilado y en forma de dientes de sierra). Anta-
repiten aquí y allá, con referencia a episodios históricos diversos. Otros lugares poseen resonancias sanguinarias: el desfiladero de Despeñaperros o la fuente de l’Home Mort (del hombre muerto). Frecuentemente, el origen de los nombres delata también un momento de marcada significación histórica, sobre todo en poblaciones. Es el caso de las procedentes del periodo andalusí: Albarracín (de Ibn Razin), Benicàssim (de los hijos de Qasim), Alcañiz (las iglesias), Albalate de Cinca (el camino), Aín (fuentes)... En cambio, los topónimos de reciente creación se rigen por motivos comerciales, con ecos exóticos, y no por el asentamiento y uso humano del lugar. Padecen de un cierto autismo con el entorno, sin relación alguna
En la leyenda se concentran todos los signos gráficos y pictogramas presentes en el mapa, junto con su significado.
ño, los lugareños entendían las alturas como el espacio maldito, prohibido, donde las condiciones eran poco menos que infernales. En el Pirineo, no faltan topónimos referentes a tales temores: Puigmal, Maladeta, Malpás, pico del Infierno. Y por no citar lo intempestivo que se vuelve el paisaje costero durante los temporales marítimos: de ahí, la Costa da Morte o la Costa Brava. ¿Y qué decir de los usos del elemento natural por parte del individuo? El Montseny fue el monte signum latín, la montaña señal para los navegantes, elemento de referencia y ubicación, pues era visible desde el mar. Con frecuencia el origen de los nombres es incierto y se fija a partir de deducciones filológicas más o menos precisas. No faltan los picos de la Batalla, que se 24
con éste. Son los Marina d’Or, Terra Mítica y tantos otros que pueblan nuestra geografía. LEYENDA Toda la simbología presente en el mapa aparece recapitulada en uno de sus laterales. Es la leyenda, donde se indica el significado de cada elemento, desde caminos, fuentes hasta colores y equidistancias entre curvas de nivel. Es, por decirlo en otras palabras, un pequeño directorio o libro de instrucciones. Como el mapa representa la realidad, en éste aparecerán, según la escala y uso al que esté destinado, una serie de elementos de interés. En el caso de quien corre o anda por el monte, serán las vías de comunicación, desde carreteras hasta senderos,
pasando por caminos rurales y pistas. A esto hay que añadir que los mapas para uso excursionista señalizan también los senderos balizados y homologados, principalmente los de Gran Recorrido (GR) y Pequeño Recorrido (PR). Los principales símbolos de interés para nuestra actividad serán las fuentes y refugios, así como masías y otros elementos en el territorio que puedan echarnos una mano. En cualquier caso, la cantidad de información dependerá en gran medida de dos aspectos: la minuciosidad con que se realiza el trabajo de campo previo a la publicación del mapa y el público al cual va destinado tal producto. EL TRABAJO DE CAMPO En la fase de preparación del mapa para su publicación es clave realizar un trabajo de campo meticuloso y preciso. En el caso que nos atañe, el mapa tendrá que poseer una cantidad de información con el fin de resultar útil. Cuantos más senderos, pistas y caminos, más eficientemente podremos circular o diseñar rutas, y más fiable será el mapa para el corredor. Para ello, una vez que la editorial adquiere la base cartográfica (normalmente, del Instituto Geográfico Nacional, IGN, o de las instituciones autonómicas homónimas), hay que completarla con información. Toponimia, senderos y elementos diversos se registran sobre el terreno. El rastreo a pie resulta, pues, fundamental e inevitable. Quien realiza el trabajo de campo recorre con GPS una zona. Sobre el mapa, anota los detalles y, con su propia convención de colores, marca pistas principales, caminos y senderos. Simultáneamente, el GPS registra todos sus movimientos para un posterior volcado en el ordenador sobre la base cartográfica. En la zona, además, se realizan entrevistas con gente de pueblos y masías, que se convierten en informadores para localizar elementos de interés y completar el capítulo de la toponimia. Ya sobre pantalla, la información recogida a pie se contrasta y complementa con la ayuda de fotografías aéreas (ortofotografías) e informaciones aportadas por terceros y recorridos compartidos en la web. Con
todo, se decide la cantidad de información a publicar en el mapa, en relación con la escala de éste y su propósito, pero también por el hecho de que un mapa debe ser legible a simple vista. Demasiada información puede entorpecer o dificultar su lectura. Asimismo, pueden no aparecen todos los caminos, no por lapso editorial sino para escoger aquellos que realmente son pertinentes y poseen cierta importancia. De todas formas, esta observación no responde a una norma estricta sino que puede estar condicionada por el uso y frecuencia de paso en la zona cartografiada. Cuanta más frecuentación, más detalle se reclama del mapa. Es el caso del Parque de Collserola, en la misma Barcelona. ACTUALIZACIONES Uno de los peros del mapa en papel y de su costosa elaboración es la actualización de la información que contiene. Un mapa es estático de principio a fin; una vez publicada una edición nada se puede hacer hasta la siguiente, para la cual pueden pasar años según el ritmo de ventas y la estrategia comercial de la propia editorial. Esto no será un problema en zonas donde la transformación territorial es escasa, pero sí en lugares donde sucede lo contrario. En el primer caso, se enmarca la alta montaña, donde los pocos caminos son los que son; en el segundo, las zonas rurales con una cierta actividad. En éstas, los caminos pueden ser convertidos en pistas y las pistas en carreteras. También pueden aparecer de la noche a la mañana acciones urbanísticas y nuevas infraestructuras de comunicación. En estas zonas, habrá que fiarse más de ortofotografías recientes que del mapa, aunque éste siempre será una buena base. El mapa, que para muchos es percibido como un elemento obsoleto, es, al contrario, la clave del éxito en montaña al no depender tecnológicamente de ningún dispositivo y, por otra parte, el cofre donde el ser humano guarda el secreto del territorio, su historia, que es la propia historia de la humanidad. Sin la cultura del mapa, la vida sigue, obviamente. Sigue en un presente efímero hacia un futuro sin memoria, sin una narración que le otorgue sentido.
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Martí Nadal, director de la Editorial Alpina “Si el mapa desaparece, desaparecerá una cultura milenaria” Unas pocas editoriales se han especializado desde sus inicios en la publicación de cartografía de montaña. La vasca Sua, la aragonesa Prames, la valenciana El Tossal o la catalana y pionera Alpina buscan ahora el encaje en la transición del papel al bit. Martí Nadal, director de la Editorial Alpina reflexiona sobre la situación actual. La era digital y con ella los dispositivos GPS han cerrado el plano, focalizando la visión y eliminando la percepción de conjunto. ¡Y ahora desde la editorial Alpina estamos preparando un mapa de los Pirineos en una sola hoja! La gente nos dice que estamos locos, que lanzar este proyecto en la era digital no tiene ningún sentido. Pero aquí seguimos apostando por el papel. Existe una cierta falsedad sobre la teoría de que el papel está en vías de extinción. La editoriales cartográficas no se atreven a publicar sólo en digital, cualquier mapa nuevo aparece en papel y ello es la prueba de que el papel todavía interesa. A veces, no todo es blanco o negro: el mapa sigue manteniendo su vigencia, coexistiendo con el GPS y el mundo digital, porque en montaña el GPS nos puede fallar y entonces, sin un mapa, llega el problema. Lo digital parece tener menos valor... Efectivamente, el material en soporte digital no se valora. Parece que todo lo que no es físico no tiene valor y tiene que ser gratuito y compartible. Pero no sólo es cuestión de precio, porque se paga menos hoy por un mapa digital que hace unos años por un SMS. Y hay que considerar otro aspecto: controlar el tema digital contra la piratería es muy complicado. En cambio, cuando publicamos un mapa en papel, se vende. Por lo tanto, el fin del mapa en papel no es tal. Sí que es cierto que de algunas zonas bajan las ventas, pero puede ser porque instituciones y consorcios regalan sus propios mapas y folletos con finalidades de fomento del turismo. Pero la tecnología está ahí y ha condicionado la cultura del mapa. Este hecho es innegable. El uso generalizado del GPS, tanto corriendo como en bicicleta de montaña, ha hecho que los nuevos practicantes de estos
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deportes que no procedían de un contacto con la montaña, a diferencia de los montañeros y excursionistas, no usen mapa y no encuentren la necesidad ni la curiosidad por éste, ni por tener una percepción de conjunto de por donde se mueven. A esta gente le interesa más poder efectuar un recorrido... Efectuarlo, y los datos que son cuantificables: kilómetros, desnivel, tiempo, velocidad media... Ante tal escenario, una editorial como Alpina, que publicó su primer mapa en 1946, ¿cómo se adapta a las circunstancias actuales? La persona que no es sensible al mapa, seguirá no siéndolo, aunque nosotros incluimos todas nuestras versiones digitales en una marca concreta de dispositivos GPS. Quien pide un mapa es porque es sensible; quien no, no lo consultará ni en formato digital. No podemos plantearnos una transición hacia el soporte digital; en nuestro caso, no tiene sentido. La verdad es que en el mundo de correr por montaña no sabemos cómo entrar, porque es muy tecnológico y no vemos una sensibilidad especial ni por el mapa ni por documentarse sobre la zona donde se realiza la actividad. En cambio, el senderismo abarca un segmento de público muy grande pero muy silencioso, que no aparece en los medios porque no es tan espectacular. El caso es comparable a ir de viaje habiendo consultado una guía o simplemente con la información que podamos recuperar con el móvil in situ. En resumen, si nuestra editorial tuviese que reinventarse únicamente en soporte digital, bajaríamos la persiana. Si el mapa desaparece, desaparecerá una cultura milenaria basada en la representación del territorio. Y desparecerá también la posibilidad de diseñar todos los itinerarios que actualmente se comparten en Internet en formato track. Tengo la impresión de que a quien le gusta el mapa, no dejará de comprarlo.
El mapa de Sant Llorenç del Munt y la Serra de l’Obac (1946) fue el primer paso de la histórica Editorial Alpina.
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ENTREVISTA
MARTÍ NADAL “Un mapa es cultura, aunque no se reconozca como tal” Texto y fotografía: Eliseu T. Climent
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A todos nos han pasado por las manos en una u otra ocasión los mapas de la Editorial Alpina. Nacida en 1946 de la pasión de cuatro amigos, Alpina es sinónimo de aventura más que de proyecto empresarial; necesidad antes que fuente de consumo. Por aquel entonces, los practicantes, pocos y privilegiados, requerían de una cartografía que satisfaciese sus inquietudes culturales y de conocimiento del territorio. Y así empezó la andadura de Alpina: a mano y mediante un proceso artesanal del cual hoy sigue viviendo y bebiendo. Sus mapas son cultura por todo aquello que contienen: relatores del territorio y cronistas de los últimos testimonios que sobreviven a una montaña que se despuebla y cambia de usos, a un espacio que se transforma ante el imparable avance de una sociedad depredadora y consumista. Hoy, como ayer, Alpina resiste. Resiste, como el último mohicano.
Martí Nadal (Granollers, 1971) se define como pesimista, y motivos no le faltan: la cartografía de montaña sufre el envite de la tecnología y de los contenidos gratuitos en internet. Nadal ha vivido de cerca la evolución del mercado desde que en 1993 entró a formar parte de la familia Alpina como chico de almacén. Se podría decir que la editorial ha trazado su itinerario vital haciéndolo pasar por los diferentes departamentos de la empresa como etapas de una vida. Desde principios de los años 2000 es su director. Año 1946. Nace la Editorial Alpina. Surge de una necesidad de un grupo de cuatro amigos que salía a la montaña. Por aquel entonces, existían los mapas del Ejército y poco más. Es cuando Salvador Llobet, Noel Llopis, Josep Maria Puchades y Xavier Coll deciden crear sus propios mapas, pero no como un proyecto empresarial sino para cubrir un vacío existente. La intención, como he dicho, era poder salir a la montaña con cartografía excursionista, no producirla con intención comercial. Los fundadores no vivían de la editorial, tenían sus propios trabajos: uno era profesor universitario, otro ingeniero... Publicaban sin ningún tipo de presión comercial ni prisas y lo hacían en función del mapa que necesitaban. Empezaron por el de Sant Llorenç del Munt porque es un macizo que les
quedaba cerca de casa, en Granollers. Luego siguieron por el Montseny y las montañas que les eran más próximas. Posteriormente, publicarían mapas de los Pirineos, pero este ya era un destino alejado, porque los desplazamientos, por aquel tiempo, eran lentos y pesados. El contexto cultural, en aquel momento, fue determinante para el proyecto. Efectivamente, el momento correspondía a los años más grises de la posguerra. La gente que podía salir a la montaña era mínima y privilegiada. Los fundadores de Alpina eran todos universitarios con un nivel cultural alto. Por otra parte, un proyecto como el de Alpina pudo hacerse realidad gracias a la tradición excursionista que existía en Catalunya desde
el siglo XIX. Hay que recordar que el excursionismo histórico, a diferencia del senderismo actual, era una actividad completa, a medio camino entre la curiosidad histórica, etnológica y cultural en general, y un sentido acusado de la exploración y descubrimiento del territorio. En Catalunya, esta corriente de origen romántico llevaba asociada una innegable dosis de identidad. Cuando dices que la editorial surge de una necesidad, ¿qué aportaba Alpina que no tuviese la cartografía militar? La cartografía militar no les proporcionaba ni toponimia ni fuentes ni elementos patrimoniales ni pequeños senderos. Los socios de Alpina mejoraban la cartografía militar para que tuviese un interés excursionista. Actualmente, seguimos trabajando igual que los fundadores de nuestra empresa, pero con herramientas actualizadas. De hecho, nosotros, como ellos, pisamos el territorio para elaborar los mapas: en sus trabajos de campo, dibujaban sobre el mapa; nosotros comprobamos y regsitramos tracks con el GPS, además de hablar y contrastar con la gente del lugar 29
ENTREVISTA
los topónimos locales. La esencia es idéntica: un trabajo artesanal con medios diferentes. La labor de realizar cartografía de montaña, tal como la interpreta la Editorial Alpina, exige una labor de investigación. Lo hicieron sus fundadores y hoy seguimos haciéndolo nosotros: nos desplazamos al territorio para comprobar el estado de los caminos y si una fuente mana o no. La labor de investigación, centrada principalmente en la búsqueda de caminos y toponimia, reconstruye el relato del territorio. A través de estos elementos podemos leer la historia, flujos de tránsito y visiones particulares del territorio que han tenido históricamente sus habitantes. La cartografía militar no contiene este tipo de información porque 30
responde, lógicamente, a otras necesidades. De hecho, la aventura editorial de Alpina es un amalgama de excursionismo e inquietud cultural. En los primeros folletos que se publicaron, la editorial se autodefinía como especializada en cultura
“La aventura editorial de Alpina es un amalgama de excursionismo e inquietud cultural” excursionista. Estos folletos que se incluían en el mapa contenían apuntes de historia, fauna y flora del lugar... Alpina quería aportar información para que el nuevo usuario descubriese con algo más de profundidad el territorio por el que andaba.
Y llega el día en que Martí Nadal aterriza en la editorial... Llegué a esta casa en 1993 como chico de almacén. Empecé haciendo paquetes y cajas para luego pasar a facturación y otros departamentos. Pienso que haber pasado por los diferentes departamentos de la casa ha sido positivo, porque una cosa es la cartografía y otra el funcionamento de una editorial. Haber podido tocar todos los palos, desde el almacén y su organización hasta administración, es importante para obtener una visión de conjunto de la empresa. Ya no me refiero ahora a quien publica mapas, sino a la labor de editor: tienes que saber cartografía, sistemas de información geográfica (SIG), tener idea del papel, de imprentas, de los sistemas de distribución o del control de ventas.
¿Cómo era Alpina en 1993? Encontré una editorial en un momento difícil, con un prestigio tocado, con un conflicto empresarial entre los socios, sin tecnología, realizando los mapas a mano. Esta manera de trabajar, manual y completamente artesanal, todavía se prolongó tres o cuatro años. Cuando pasé del trabajo de almacén a administración, se decidió que había que invertir en tecnología, por lo que se adquirió software de edición cartográfica. Publicamos el primer mapa digital en 1998. Era el macizo del Vignemale, en el Pirineo francés. ¿El Vignemale? No faltaría competencia de las editoriales francesas, como Randonnées Pyrénéennes o el mismo IGN, que ya tenían mapas más sofisticados. Al ver nuestros mapas hechos a mano, los franceses siempre nos
decían que el éxito de Alpina era existir. Y corría entre los excursionistas la irónica tonadilla “qué bonito es perderse con los mapas de Alpina”. No se podía pedir más a un producto hecho a mano, donde las rectificaciones eran costosísimas.
“Corría entre los excursionistas la irónica tonadilla ‘qué bonito es perderse con los mapas de Alpina’” Cuando adoptamos el sistema digital, tuvimos que reelaborar con nuevas tecnologías el fondo de 80 mapas que ya tenía publicados la editorial. No se trataba de reimprimir, sino de revisar y actualizar la cartografía, empezar cada mapa de cero aplicando los nuevos sis temas de tr abajo. Fue un
momento especialmente difícil que comportó el desencadenamiento de una fuerte crisis, a la que se sumó una caída de ventas y la entrada de competencia. Algunos medios, como La Vanguardia, se atrevieron a publicar que Alpina bajaba definitivamente la persiana. Aquella transición se convirtió en un auténtico sufrimiento, porque caer es muy fácil, remontar un calvario. Llega el momento en que te conviertes en director. Fue a principios de los años 2000. Aplicamos un cambio de imagen a nuestros productos para convertirlos en atractivos, fiables y seducir de nuevo al mercado. Este proceso nos costó mucho. No fue fácil convencer de nuevo a los usuarios de que Alpina servía para algo más que para perderse, como decían algunos, de que los nuevos 31
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mapas eran precisos y fiables, y con una estética equiparable a la cartografía francesa. La transición se alargó años; yo diría que hasta 2010 Alpina no pasó página por completo de su etapa inicial. Cuando nuestro distribuidor francés nos comentó que había vendido más mapas nuestros de Ordesa que de las editoriales francesas este dato fue la señal de que el esfuerzo estaba dando sus frutos. ¿Existe algún detalle que marque la entrada definitiva a esta nueva etapa? Hay un hecho que, aunque parezca un detalle sin importancia para los usuarios, representa un paso de gigante. Alpina publicaba la cartografía con tintas hipsométricas (color según altitud) y pasó a cambiar el uso de color para definir la cubierta vegetal. Pero a pesar de los cambios, la 32
gente todavía habla de los mapas de cubiertas naranjas de Alpina, los antiguos, como algo entrañable. Querría que me interpelasen por lo que estamos publicando hoy y no por la nostalgia de los mapas del pasado.
¿Otros retos de la editorial? El principal, llegar a la gente joven; no será fácil.
de la otra vertiente de los Pirineos. Por ejemplo, ¿por qué no trabajar un mapa del Canigó o del Carlit? Es verdad que hemos entrado en territorios donde nunca antes había entrado la editorial, como Mallorca o Canarias, pero en estos casos nos salva el mercado internacional. Hay que publicar zonas que queden más alejadas de nuestro epicentro, ya que ahora la movilidad es mucho máyor que décadas atrás. Por ejemplo, las ventas de mapas de zonas de interior próximas bajan y en cambio suben los destinos que quedan algo más alejados. La asignatura pendiente de la editorial Alpina es poder ofrecer mapas de los Alpes. Es un reto que nos tenemos que proponer.
¿Y traspasar fronteras? Es nuestro planteamiento de cara a los años futuros: no sólo vender fuera sino hacer mapas de macizos
El mercado internacional posee otro contexto cultural. ¿Es más o menos sensible a la cartografía? Es el mercado que todavía da valor
“Querría que me interpelasen por lo que estamos publicando hoy y no por la nostalgia de los mapas del pasado”
a los mapas y el que compra mayoritariamente los mapas que publicamos de Mallorca, Canarias y hasta del Pirineo Occidental. Es la asignatura pendiente que tenemos en este país: valorar la cartografía. Lo explico muchas veces: una vez al año voy a la serra de Tramuntana, en Mallorca, a visitar a clientes. Me reciben como si fuese un héroe, porque están muy satisfechos con nuestra cartografía. No estoy hablando de tiendas, sino de hoteles: los hoteles venden mapas, a diferencia de los que podemos encontrar en otros lugares, que venden figuras de porcelana o joyería. Es un indicador cultural, de la misma manera que los franceses cuando salen a la montaña, a los que nunca he visto sin un mapa. Forma parte de la tradición de documentarse y preparar la actividad. Ves que les gusta leer el
mapa, ver por dónde pasan. Aquí, en muchos casos, hasta los grupos de jóvenes con monitores y excursiones escolares no enseñan a los niños adónde van a ir. No les presentan la zona sobre un mapa, con lo que los pequeños no tienen ni idea de lo que han hecho, más allá de andar. Lo más triste es ver que sucede también en gente adulta.
“Por seguridad, además de por conocimiento, el mapa es un elemento necesario” ¿No crees que este fenónemo forma parte de la nueva corriente que se está dando en la montaña? Generalmente, se da en los nuevos usuarios pero cada vez estoy más convencido de que se trata de un fenómeno que se está gene-
ralizando. Es una manera de ir por la vida: solo te fijas en la actividad y no en el escenario donde la desarrollas. El no saber dónde estás, o que no te interese, me sorprende. Al igual que se está perdiendo la lectura de libros, la lectura de mapas ha dejado paso a una nuevo individuo, que podríamos bautizar como cazador de tracks, aquel que descarga tracks de internet con el único fin de realizar una actividad, sin más. De esto tenemos culpa todos, administración, centros de enseñanza, medios de comunicación, asociaciones y clubes excursionistas... Recientemente un periódico publicó un reportaje sobre destinos para caminar. Entre todas la propuestas, que había muchas, en ningún momento hablaba de mapas como herramienta para 33
ENTREVISTA
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descubrir una zona y elemento de seguridad. ¡No se puede salir a la montaña sin un mapa! Y cuando hablo de mapa incluyo la versión digital, porque un GPS sin mapa no sirve absolutamente para nada. Necesitas saber dónde estás. Me choca ver que ni los medios de comunicación hagan esta tarea pedagógica; me confirma que se trata de un profundo problema cultural. Soy muy crítico, lo reconozco.
en competencia, pero no es así porque ambos son complementarios. Es cierto que, por otra parte, cada vez hay más portales de compartición de tracks y apps para móviles. Contra estos, Alpina no puede competir.
“No sólo el lector se está extinguiendo sino la inquetud por saber por dónde te mueves. Me cuesta encajar que no interese conocer la zona donde realizas una actividad”
Parece ser que el mapa es reserva para nostálgicos. No sólo el lector se está extinguiendo sino la inquetud por saber por dónde te mueves. Me cuesta encajar que no interese conocer la zona donde realizas una actividad. Aunque vayas solamente con GPS, en casa puedes documentarte ante un mapa. Por suerte, se produce a su vez el fenómeno inverso: en Alpina, hacemos mapas personalizados de una zona para hoteles y campings, porque el cliente cuando llega quiere ver dónde está y las posibilidades que tiene el destino escogido.
Aunque es delicado generalizar, ¿cómo definirías al nuevo usuario del medio natural? Ha surgido un perfil relativamente reciente que es el senderista de base que nace con el llamado Efecto Decathlon. La prueba está en que la sección de montaña, trekking y senderismo de estos establecimientos es inmensa. Este excursionismo popular ha crecido, es menos técnico y en general no lee mapas.
Pero las tecnologías no dibujan un panorama muy alentador para la supervivencia del mapa. Así es, pero siempre insisto en quién hará los contenidos. Si el mapa desaparece, ¿quién creará contenidos con algo de criterio? Es la esperanza que nos queda. En alguna ocasión, se ha producido algún accidente en montaña por seguir un track equivocado o solo dibujado y subido a internet. No critico que te bajes un track y que lo sigas, sino la falta de inquietud y criterio para estudiarlo y estudiar la zona antes de salir de casa. Parece que mapas y GPS entren
Otro perfil de nueva planta es el del corredor de montaña. El corredor no es usuario de cartografía. Aún así, hemos publicado tres guías, una de Sant Llorenç del Munt, otra de Andorra y una tercera de Collserola, firmada por ti. También colabor amos con muchas carreras diseñándoles el mapa del recorrido. Por ejemplo, para la Ultra Pirineu imprimiremos 5 . 0 0 0 e j e m p l a r e s . E n e s to s momentos, colaboramos con una quincena de carreras. Me gusta que el organizador de una carrera de montaña tenga el detalle de contactarnos para que
elaboremos su mapa. Es un gesto que denota sensibilidad por la cartografía. Y es importante que una carrera de envergadura regale un mapa al corredor, porque si tan solo un 10% de los participantes le echase un vistazo al llegar a casa, ya me daría por satisfecho. Esta es la tarea que tenemos y que es de responsabilidad compartida: sensibilizar al usuario. Comentabas que una asignatura pendiente es la gente joven. Sí. ¿Cómo llegamos a esa franja de edad? ¿Qué busca la gente joven? ¿Busca consumir guías como las de hace 70 años, o bien explicaciones esquemáticas de lectura rápida? Nos hacemos estas preguntas y muchas más. Se trata de un mercado muy cambiante, basado en la tecnología móvil. Me preocupa esta fe en la tecnología, y más en la gente joven que lo tiene todo en su móvil. Tenemos que sensibilizar y hacer ver que por seguridad, además de por conocimiento, el mapa es un elemento necesario. La gente joven es un público difícil porque está asentada en la inmediatez, en el ahora. Hablemos de precios. Es lo que frena al comprador en este mundo de contenidos gratuitos. El precio de un mapa es ridículo. Es una de mis principales frustraciones: cuando me dicen que un mapa es caro, me destrozan. En realidad, tendría que costar tres veces más. Para hacerse una idea, en el mapa de Picos de Europa que acabamos de publicar, hemos invertido dos años de trabajo y han colaborado 60 personas. ¿Y lo vendéis a...? ¡12 euros! ¿Cómo se puede decir 35
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que un mapa es caro? ¿Qué cuestan unas zapatillas o un cortavientos? Y la gente ni se lo plantea a la hora de comprarlos... En 1946, cuando Alpina empezó a publicar mapas, los ponía muy baratos, demasiado, y estos precios han hecho que la cartografía aquí se valore poco, no solo la nuestra sino la de todo el sector. Un mapa posee un trabajo invisible. Existen muchos aspectos que el cliente desconoce. Me gustaría poder grabar un video de lo que representa tan solo el trabajo de campo, de cómo pasas tres horas hablando en una masía para conseguir rescatar seis nombres de lugar. Si no realizamos este trabajo, los topónimos se perderán porque la gente mayor va desapareciendo y con ella los nombres. Son muchas horas pisando el territorio, que se traducen en un 36
producto que cuesta 12 euros y que, además, se considera caro. Si tuviésemos que pagar todo el trabajo invisible que contiene un mapa no podríamos hacerlo. Un mapa es impagable. Si la sociedad low-cost lo ha invidadido todo,
“Nuestra cartografía es artesanía. Seguimos trabajando igual que hace 70 años pero con herramientas actuales” ¿cómo podemos esperar que se valore la cartografía? Nuestro objetivo es hacer buenos mapas a partir de un buen trabajo que no se ve, el trabajo de campo, que es el más costoso y difícil. El punto fuerte de los mapas de Alpina sigue siendo el enriquecimiento que aporta el trabajo de campo.
Sois artesanos de la cartografía. Nuestra cartografía es artesanía. Seguimos trabajando igual que hace 70 años pero con herramientas actuales. Un mapa nuestro es un trabajo artesanal, por principios. Si algún día ha de dejar de ser una obra de artesanía, preferiremos dejar de existir. Para eso ya están los mapas oficiales. Si artesanía es sinónimo de cultura, ¿dónde encaja Alpina? Nos movemos entre cultura, turismo y deporte, no sólo por la manera artesanal de trabajar el producto sino por el enfoque de los contenidos que incorporamos. Turismo, deporte y cultura van juntos y se puede avanzar notablemente si se cree en el valor del territorio. Pero esta voluntad tiene que ser un fenómeno compartido por administraciones, empresas privadas y sociedad.
Internet y la cultura de la gratuidad de contenidos ha afectado a editoriales como la vuestra. Sin duda alguna. El “todo es gratis”, el no querer pagar por los contenidos es un problema real. Resolver este problema va muy ligado a la mentalidad. Soy pesimista por naturaleza, pero estoy convencido de que se trata de un tema educacional: la gente no está preparada para pagar contenidos en internet. Ya veremos cómo se resuelve esta situación en un futuro. Un ejemplo: entras en muchas páginas web donde no citan los mapas de Alpina que ellas mismas publican para ilustrar la actividad que describen. Si estuviésemos en Francia o Alemania, recibiríamos cantidad de correos pidiendo permiso y lo que hay que pagar por usar un mapa nuestro. La diferencia es una cuestión de educación y cultura. El gran error de Alpina en los inicios de la cartografía digital fue vender mapas libres, con lo que por cada mapa vendido este se podía copiar ad infinitum. Fuimos ilusos y la piratería estaba ahí para conseguir esquivar el pago de productos. Todavía hoy se vende muy poca cartografía digital: por cada 1.000 mapas en papel, vendemos dos en digital. Por lo tanto, no podríamos vivir de esto... El titular es: Si Alpina tuviese que vivir del mundo digital, mañana no podría subir la persiana. En cambio, hace tiempo ya que se habla del fin del papel. Exactamente. Hace muchos años que se dice que el papel se acaba. Veo difícil que el papel desaparezca. Si publicamos un mapa como el de Picos de Europa y lo ofrecemos únicamente en digital, ¿a quién lo venderemos si no hay
consumidores digitales dispuestos a pagar? Es una chispa de esperanza... Si el papel desaparece, desapareceremos todas las empresas de contenidos. Nadie está dispuesto a pagar por contenidos digitales. ¿Cómo percibes el futuro de la editorial? Seguir haciendo mapas de papel y si puede ser de zonas nuevas, mejor. Nuestra apuesta por el formato digital es cero porque la gente no compra.
“La reputación de Alpina se ha forjado a base del riguroso trabajo de campo y del diálogo permanente con el territorio” ¿Qué futuro auguras considerando a los nuevos usuarios? Esta es la asignatura pendiente que tenemos todos los que estamos en el mismo barco: educar al nuevo usuario para que conozca y valore el trabajo de campo, poniendo en valor el mapa y, en concreto, el mapa en papel. En este momento el valor del mapa está devaluado, tanto a nivel de usuario como de territorio. El mapa tiene una función esencial respecto al territorio: hace un gran trabajo de darlo a conocer de una manera respetuosa. Trabajamos en colaboración con el territorio y llevamos a cabo una importante tarea a favor de este, que la gente no lo valora. En nuestra manera de trabajar hay un paso muy singular: cuando terminamos un mapa y antes de imprimirlo, lo presentamos a ciertos
actores del territorio para que den su visto bueno, que bendingan lo que estamos haciendo. Es un proceso de proximidad. Es una dinámica que hoy se calificaría de... Freaky, lo sé. Nos dicen que estamos majaras... Pero no sabemos ni queremos, ni debemos trabajar de otra manera. Esta es la manera que tiene Alpina de trabajar. Nos negamos a trabajar de espaldas al territorio. La reputación de Alpina se ha forjado a base del riguroso trabajo de campo y del diálogo permanente con el territorio. ¿La cartografía es cultura o geografía? Un mapa es cultura, aunque no se reconozca como tal. Posee muchos elementos culturales, como recuperación de caminos o de toponimia, ligados al territorio. Es un gran contenedor de información, un cronista del territorio. ¿Percibes el futuro de manera optimista o pesimista? Como te he comentado antes, soy de taranná pesimista. Soy pesimista por los inputs que me llegan, pero atisbo una luz de esperanza cuando recibo comentarios de jóvenes que nos felicitan por nuestro trabajo. Solo por esta gente merece la pena seguir esforzándonos.
Un libro: La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza Una película: La vida es bella, de Roberto Benigni Música: Un poco de todo y según el momento. 37