La voz de Chobshi

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Rafael Correa Delgado. Presidente Constitucional de la República. Ramiro Noriega Fernández. Ministro de Cultura. Francisco Salazar Larrea Viceministro de Cultura. Esteban Gallegos Valdiviezo. Subsecretario de Planificación.

Silvia Pesántez.Astudillo. Coordinación de equipo y revisión de texto.

Arq. Manuela Cordero Salcedo. Subsecretaria de Cultura Región Sur.

Juan Carlos Astudillo. Investigación y redacción de texto.

Hernán Rodríguez Girón. Activista coordinador del proyecto.

Silvia Pesántez Astudillo. Fotografías.

www.ministeriodecultura.gov.ec www.chobshi.blogspot.com Subsecretaría de Cultura Región Sur. Presidente Córdova 5-79 y Hermano Miguel. Cuenca – Ecuador.

Cristian Gómez Díaz. Asistente de fotografía. Sebastián Narváez Diseño gráfico. Imprenta. Monsalve Moreno. Cuenca – 2010.


PRÓLOGO

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LA VOZ DE CHOBSHI

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GLOSARIO

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TEXTO FUENTE

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propias del habla coloquial con la intención de emular la experiencia primera. Se colocaron en cursivas las palabras o términos que podrían necesitar una explicación específica, que se podrá encontrar en el glosario o en el texto fuente anexado. Aquellos términos que se explican claramente en la misma narración fueron entrecomillados para diferenciarlos de los términos definidos en el anexo.

PRÓLOGO

Chobshi, cultura, voces y tradiciones vivas. Chobshi es una pequeña comunidad rural ubicada en el Cantón Sígsig, provincia del Azuay, Ecuador, a 60 kilómetros de Cuenca, capital de la provincia. En el ámbito arqueológico es reconocida por su Cueva Negra, donde se han encontrado vestigios de los primeros pobladores del territorio ecuatoriano, durante el período precerámico. La arqueología de Chobshi ha sido ampliamente estudiada, sin embargo su riquísimo patrimonio intangible está en peligro de desaparecer. El proyecto “Inventario y documentación de un Barrio de Cuenca y dos en cantones del Azuay”, del Plan Operativo Anual 2009 de la Subsecretaría de Cultura Región Sur, recoge una muestra de las memorias vivas de la comunidad. El grupo de investigación creó un texto, diseño gráfico y fotos a partir

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de los testimonios de sus habitantes. Compartieron el espacio, las palabras y las experiencias: Manuel Llanos Loja (65 años de edad), René Dumas (38 años), Rosa Plancencia (53 años), Rosa Plancencia (homónimas; 44 años), Mario Benítez (38 años), Gumersindo Delgado (32 años), Angelita Tapia y Hernán Cabrera (55 años). Estas entrevistas procuraron cubrir los ámbitos de: festividades religiosas, gastronomía, conocimiento y uso de la naturaleza, tradición oral y artesanía. Se sistematizó la información, para luego proceder a estructurar el texto sobre la cultura inmaterial viva de los habitantes de Chobshi, el cual pretende incluir la entonación y musicalidad propia de sus ritmos conversacionales en la medida que brinden, tras su lectura, un intento de aproximación auditiva y visual a través de la palabra. Se respetaron las abreviaciones y deformaciones

Tan vivo y generoso es todo en Chobshi, que apenas se llega salen al encuentro generaciones completas que trabajan y caminan la tierra, con un contento que contagia y a la misma vez da envidia. Con esa generosidad, sin reparos, compartieron lo que guardan en el fondo del corazón milenario del valle profundo, lo que se sabe que de voz en voz ha sido heredado para que no se olvide, el conocimiento y las tradiciones de los viejos que ahora sólo se pueden gustar leyendo e imaginando. Este intento por dejar en letras lo que ya hay en voces, es para que los años y la memoria frágil no dejen de contar a los que recién llegan, para que sigan lactando historia, para que sigan volando brujas y silbando duendes, mientras las yuntas atan a un buey viejo con uno joven, pero con la misma voz; sí con esa voz que no es ninguna novedad o invento que se presta, porque la teóricamente llamada tradición oral, no es más que eso, el préstamo de una voz.

que escuchan, caminan, juegan, suben y bajan, esa vida dura y tranquila según su propio testimonio y es que se trabaja duro la tierra, desde tempranito, pero parece que el tiempo pasa lento, con un ritmo propio que se entiende solo cuando se está ahí. Pensando en esos ojos y en ese tiempo es que las fotos que han sido tomadas dejan lo evidente para las cámaras de los ajenos, de los que están de paso, e intentan que voz y vista se acompañen, viajen y se hereden juntas. Por la enorme importancia que tiene la magia de Chobshi, las fotos que se verán fueron tomadas tratando de ser metáforas que respalden las líneas del texto. Desde el diseño gráfico hasta las imágenes se realizaron bajo la premisa de privilegiar la experiencia de la lectura, que persigue la mímesis de escuchar de primera mano las ricas memorias. Las fotos no retrataron a los entrevistados, porque es la comunidad en conjunto la protagonista y su rostro es la tierra a través de las leyendas, los juegos y otras tradiciones orales. Que esta investigación sirva a todos los habitantes de esta comunidad sigseña, en especial a las generaciones futuras. En suma, “se pidió prestada la voz de Chobshi” respetándola lo más posible. Hoy, se devuelve como fruto de un esfuerzo colectivo.

Pero esta voz escrita quedaría huérfana sin los hijos de estas tierras

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LA VOZ DE CHOBSHI… Nuestra comunidad está construida en un valle profundo, verde, con pequeñas casitas de adobe o bahareque y techos de paja o teja, con huertas y animales y ese color de tierra que nos cercan las quebradas, ríos, lagunas y la cueva negra, la de Chobshi, como le decimos… hace miles de años disque vivían ahí, los ancestros, los que primerito vivieron y disfrutaron estas tierras. Ahora con el turismo es que la gente viene a visitar, a preguntar, a conocer… a gustar pues, porque así de bonita es esta tierra. ¡Más antes estábamos pero, desde antes mismo estamos! Desde el primer noviembre cuando se sembró la tierra (que hasta la vez

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se sigue sembrando en ese mes), tierra que se trabaja en octubre, o cuando sea de ser pues… después de sembrar deshierbamos y aporcamos (la “segunda mano” que decimos), que es cuando se quitan las hierbas de la plantita y se le da vuelta la tierra, una y otra vez, para que crezca mejor. El “raimado” le llamamos cuando hay que quitar las hojas del tronquito, cuando está saliendo el quique, para que crezca más alto, para que de una lindura. Y es que de todo se da en nuestras tierras, verá: tenemos el maíz, el fréjol, la arveja, la cebada, el zambo y el zapallo, así como los chíos y tantas otras cosas.

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Para sembrar, desde siempre, aramos el terreno con la yunta, que está amarrada los cachos con “cuyunda” (unas como sogas hechas de la piel de la res). Las bestias van juntas, trabajando duro, como uno mismo, pero acompañadas. Así, una que ya sabe va con una que tiene que aprender, aunque es mejor si las dos saben bien, porque el trabajo se hace breve, más rápido. En los meses de junio hasta agosto se cosecha la tierra con todo lo trabajado… y es una fiesta cuando la cosecha es buena. Trabajamos juntos esa cosecha, así como la siembra y el raimado (que es el deshoje de la planta, para que crezca más y mejor, como le venía diciendo…). Trabajamos juntos la tierra; en mingas, o “cambiamanos” como llamamos. O sea que el uno trabaja en la casa del otro y así, todos tienen quien ayude… claro que el dueño de la casa, o de la “chacra” (que es lo que se siembra pues, el terreno), tiene que convidar de comida y bebida para los mingueros, que además alegran el trabajo con juegos, con distracciones vaya… Como en la cosecha del maíz, que jugamos a las “mishas” apurando el trabajo, sintiéndole menos pues, por el apuro de mishar a las carreras, antes de nadie. Para la comida de minga el dueño debía preparar caldo de gallina con su buena presa para cada uno, además de la sopita de fréjol, en el medio día. Para la merienda daban arroz con cuy o carne de res más un plato de mote pelado, amarillito,

con carne de chancho… plato llenito daban, cosa de “wangliar” (es que daban tanto, más de lo que se podía comer, por eso se “wanglia”, para llevar a la casa comidita). En las “mishas”, que le estaba hablando, todos juegan, hasta la vez. Se hace en el “calchado” que es la cosecha del maíz amontonado. La gente –entonces- se pone a deshojar las mazorcas para buscar las que tengan un solo granito negro, que es misha, y contar hasta doce para ganar. Pura suerte decían que es, pero el que más mishaba más rápido encontraba… la gente hasta hacía trampas pasándose mishas para que uno gane: “misha para mí, pellizcón para ti…” decíamos punzando el bracito del vecino, cuando hallábamos. Dos granos negros seguidos era doble misha, pero si salía una fila entera ya se ganaba toda la apuesta. Cómo era de divertido, hubiera visto usted. Antes las mingas eran grandes, porque habían sembríos grandes y porque éramos solidarios. Ahora, cuando hay, las mingas son pequeñas, a lo mucho familiares. Además, como hay tierras amplias que ya nadie trabaja, tenemos a los “partidarios”, que son como acuerdos a los que llega la gente para trabajar la tierra que no es de ellos, es decir, dan trabajando la tierra del dueño y se reparten las cosechas cincuenta y cincuenta entre las dos familias. El dueño de la tierra no da más que las tierras, claro

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está, aunque a veces hay unos bien portados que ayudan con semillas, o con algo mismo al partidario. Dura es la vida en el campo, así como tranquila… prontito se levanta uno, para atender a los animales, para ver el sembrío, para rezar por las buenas cosechas, por la familia y hasta por uno mismo pues vaya. Nuestra Santa Patrona es la Virgen del Perpetuo Socorro, que le celebramos cada junio, el día veintiocho. Pero para preparar el día de fiesta, que era un lindo, hacíamos la novena las noches de antes a la fiesta mayor. Todos rezaban en cada casa, con devoción, con fe para, el día de vísperas al veintiocho, el veintisiete, ir a misa a rezar cantando el rosario en la capillita: la letanía que llamaban los mayores, porque eso de rezar cantando se hacía cuando yo era niño, hace ya tantos años… El día principal de la fiesta se celebraba en grande, con toda la comunidad se celebraba. Teníamos la banda de pueblo que nos animaba, con doce músicos (aunque a veces no alcanzaba y venía solo “la media”, es decir, unos seis no más con sus instrumentos, que también era lindo, y eso que teníamos dos bandas más antes, para todas las fiestas) que tocaban alegremente el tambor, el bombo, el redoblante, el violín, el saxofón y otros instrumentos que ni sé cómo llamarán. El día de víspera, después de la letanía, hacíamos una procesión para llevar a la Virgencita a la casa del prioste, porque era costum-

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bre, porque así sabíamos. Y al día siguiente, antes de la misa, devolvíamos la procesión de la casa del prioste a la iglesia, con todita la comunidad animando, acompañando, mostrando pues la fe y la compañía. Después de la misa ahí si se hacía “el día”, que era llenito de juegos como la “escaramuza”, el “torneo de las cintas” y el “gallo pitina”, que es otro del “gallo enterrado”, como le voy a contar. Pero todos los juegos pasaban en la plaza de la iglesia, o en la casa del prioste. El prioste, valga decir, era alguno de la comunidad que había pedido ser prioste desde el año pasado (uno que quiere ser el “pasador” de la fiesta), desde la última fiesta y, por lo general, un prioste se mantiene muchos años, dependiendo la capacidad y la fe que tenga pues… porque todito el gasto hacía él: ¡comida y bebida para todos! Pero los juegos eran bien divertidos, lindos mismo eran. Las cintas que llamamos, por ejemplo, era uno con caballos y jinetes, que corrían a toda carrera dando la vuelta a la iglesia para, con un palito en mano, coger unas argollas que estaban colgadas de unas cintas, en una soga templada en la plaza de la iglesia. El que cogía la argolla ganaba el premio que era donado por las madrinas, que eran escogidas antes del juego. Jugaban artos jinetes me acuerdo, hace años… hasta unos cincuenta siquiera sabían jugar. Ahora ya nadie va a caballo, a lo mucho corriendo, a pie van…

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De las escaramuzas yo ya ni me acuerdo, los viejos saben contar que se jugaba también, que era lindo de ver, dicen. Era también con jinetes, pero ellos no cogían argollitas, no, iban a las carreras haciendo figuras, dibujos en la plaza. Bastantes iban, con los mejores caballos dicen, disfrazados (los jinetes y los caballos) pero hace ya tanto que nadie juega, o al menos yo ni he visto en tantos años, que ni me acuerdo ya. El gallo pitina también había y era el animal puestito en medio del “castillo” o “altar” que poníamos en la plaza, llenito de frutas, de pan, de carne y tantas cosas vaya, para agradecer pues a la iglesia por las cosechas y tanto beneficio recibido en el año. Igual, el que (quiere) quería, podía ir llevando el castillo, o al gallo, pero, así mismo, al otro año debía devolver el doble, para que no decaiga la fiesta, para que sea más grande, más mejor cada vez… en cambio, la “matanza del gallo” era otra cosa, según me acuerdo. Verá, la “matanza” se juega en la fiesta del Señor de los Milagros, que se celebra en septiembre y le llamamos “la muerte del gallo” porque así era pues. No ve que, para empezar el juego, se enterraba al gallo en la plaza, con la cabecita así, saliendo del piso, libre, cosa que se pueda mover. Entonces, los participantes iban vendados los ojos y con un palo trataban de atinar al gallo, para matarle pues y el que le daba, al otro año debía donar dos gallos, para volver siempre a jugar.

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Y así, todas las fiestas eran llenitas de la gente de la comunidad, y todos –en fiestas y en mingas- bebíamos la chicha de jora, como llamamos. La chicha era y es hecha del maíz amarillo, escogidito para que sea el mejor… de ahí, a ese grano –escogido- se le remoja durante cinco días, para después tender en el piso sobre hojas de achira hasta doce días, tapado, cubierto, digamos, por las hojas estas. Se le deja ahí para que nazca la jora, para que germine las patitas para, entonces, secarle al sol. Una vez sequito se le muele (antes con piedra molíamos, ahora con molino se hace, o con máquina) y cocina – esa como harinita- en agua, poniendo el “madurativo” que es el hongo que queda de la chicha anterior, porque se hace en la misma olla, la olla de la chicha, que nunca se lava. Y no se lava porque ahí mismo queda una como natita que es la que fermenta o madura. Entonces, para ponerle en la olla a que coja el madurativo, poníamos tibia el agüita. El “consho”, que así se llama también, guardábamos en unos potos de calabaza, para siempre tener pues, para seguir madurando nuestra chicha. Y utilizábamos la chicha en la celebración de San Pedro y de San Pablo también, cuando hacíamos candelita en honor de los santos… la misa, claro, se celebraba en el centro, en Sigsig, y allá íbamos. Pero en cada casa, la víspera (o sea veintiocho y veintinueve de julio), prendíamos la candela, el fuego, para celebrar, para jugar… para esto secábamos ramas de eucalipto o de otros montes también, para prenderles y per-


seguirnos entre nosotros, huyendo, corriendo, disfrutando. Saltábamos la llama también, viendo quién salta más, quién se acerca más al fuego, diciendo: “San Pedro y San Pablo, abre las puertas del cielo y cierra las puertas del infierno…”, o si no: “San Pedro tuvo una chola y San Pablo se la quitó…”, y reíamos entre todos, celebrando. Mas cuando alguien se enfermaba –antes qué de hospital pes, nada no había- teníamos los montes para curarnos y a las parteras que tanto sabían, de todo mismo… La “partera” –que hasta la vez tenemos- es una mujer que ayuda en la labor de parto y en todo el proceso. Ella sabe, tocando el pulso, si una mujercita está embarazada, aunque ni ella mismo sepa. Hacía unos como emplastos para la barriguita de la mama (para antes y después del parto) y acompañaba el proceso de labor, el tiempo que demore, sean horas, sean días… ella ahí mismo viviendo en casa de la mama, comiendo de allí, bebiendo de allí. Y eso sí, de que comían bien comían bien, a veces hasta mejor que los dueños, o que la madre, porque esa era su paga, nada más. Durante el embarazo, cada tres meses, le visitaba a la parturienta, para ver cómo estaba, para acomodar al guagua si hacía falta. Después del parto se quedaban también cuidando a la criatura y a la nueva mama, para, el día cinco después de dar a luz bañarle (así mismo se repite este baño el día doce) con flores del cerro que la misma partera iba a coger, sabiendo pues cuál era la

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que necesitaba, cuál era buena para la madre, porque también hacía una agüita de beber con los montes, que eran buenos. La madre debía descansar cuarenta días después del parto, comiendo bien, con gallina, con res, con borrego, con chivo, con motesito, habas y tantas cosas vaya (los doce primeros días solo podía comer gallina, porque disque era bueno) para recuperar las fuerzas, porque la vida en el campo, para la mujer, es dura, de trabajar todo un siempre. Pero, como decía hace un ratito, no solo en el embarazo ayudaban estas mujercitas. También sabían curar “el aire” (aunque casi todos sabemos curarlo) que daba cuando alguien cogía un mal viento estando débil. Y ahí venían, que era de espanto, los dolores de cabeza, bostezos, desmayos, náuseas… Para esto, sabíamos soplar con humo de tabaco la carita del doliente, y se le hacía oler la ruda o el poleo. Así mismo, sabían tratar “el chuca”, o “mal de ojo” que llaman, que es cuando alguien le ve mucho a una persona, hasta enfermarle pues. Que “le airea” sabíamos decir, porque así era ¿no? Igualito duele todo, como con el aire. Pero para curarle al “chucado” (que casi siempre es un guagua, que se puede morir) se le debía escupir tres veces en el pupito, haciendo la señal de la cruz. Y si el que le “chucó” al guagua él mismo le cura, es mejor, se mejora más breve que casi ni sufre.

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Y para todo teníamos nuestras costumbres, nuestras tradiciones. Así, cuando alguien moría, se jugaba el huairo (que es un hueso, como dado, de cristiano dicen) en la que llamamos la “fiesta de las almas” o “chungana” como también decimos. En esta celebración se juega toda la noche, lanzado el huairo que tiene varias caras, con señales en cada una: números, bolitas y así, cada una con su significado. Para jugar tienen también una como tablita, en la que se tira el dado y se señala con granos de poroto y, como el juego es largo, si alguien se para, si interrumpe, pierde, y su bando tiene que hacer rezar al otro bando, como penitencia. Este jugábamos en los velorios, así como en la “lavada del cinco”, que era también especial.

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no tuvo tiempo… todos bailaban y bebían con alegría durante el velatorio, en casa de los padres, a donde acudía la gente acompañando con el “pinshi”, que eran cosas de comer, para ayudar pues a los deudos: café, pan, tortillas, trago, y tantas cosas vaya. Y claro que los niños éramos puros pues. Así como traviesos, como todo niño ¿no? Y nos contaban en esa infancia las historias los mayores, que las habían visto, aunque algunas cosas vimos también, con nuestros mismitos ojos, aunque no me lo crea. Verá, contaban, me acuerdo, de la “caja ronca”. Ha oído usted, o ha visto ¿no? Yo le cuento entonces.

Verá, llamamos el cinco, pero se hacía (hasta la vez mismo algunas gentes hacen) al día siguiente del entierro, y se hacía pues bañar a la viuda (o viudo) en el río, junto con toda su ropa y posesiones, así como las del finado: para que se vayan todos sus polvos, decían, para que se vaya en paz… se iba al río en procesión, según recuerdo, con una cruz negra adelante guiando a toda la comunidad, que acompañaba. Entonces, mientras se secaba la ropa lavada por las mujeres, a jugar el huairo los hombres. Después el deudo(a) daba de comer a todos en su casa, agradeciendo la compañía.

La “caja ronca” era el diablo, según sabíamos. Y era una como caja mismo, como ataúd que pasa en la noche y va cargando a los que se encuentran en su camino. Son espíritus malignos, el espíritu malo que anda en la noche pues… en la montaña, en toda la loma pa dentrito. Ahí se oía a la caja ronca, porque hacía una como música, como ruido vaya: “taraj taraj, taraj” sonaba. Una vez dicen que a uno le encontró la caja, o que él le escucho y corrió a meterse en el corral con los borreguitos y que le habían salvado estos animalitos, que son buenos. Decían también que se escucha una música linda, pero que nadie sabe de dónde sale, que no se puede saber.

Claro que, si moría un infante, la cosa era diferente, era una fiesta, se celebraba que el guagua no conoció nunca el pecado, porque

Porque siempre era misteriosa la montaña, habían ruidos, cosas, seres pues, como el “duende”, que silva de noche, clarito clarito,

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cosa que despierta a veces. Yo no he visto, pero sí oí. No suena como ningún pájaro, porque no es un pájaro y nadie le tiene que responder el silvo, porque embruja, porque hechiza, porque es parte del mal… este duende dicen, los que han visto, que pasa con una guitarra y, además, sabemos que así como hay duende había duendas, porque si no cómo… si un duende o duenda se enamoraba de alguno le andaba persiguiendo para encantarle, para perderle pues; así de miedo daba, así de misterioso era.

Otro que era así, efectivo, era la “huaca”, que es “la mujer huaca”, mejor dicho. Que va flotando decían, cuando aparece, flotando a unos quince centímetros del suelo sus patitas. Ella, que es mujer, les encanta a los hombres para perderles en la montaña o para darles “el aire”, hasta que mueran con el “antimonio” que era el “aire grande de la huaca”. Bien vestida dicen que aparecía, envuelta en una nube blanca para llevarles adentro, a la montaña, para que se pierdan pues…

Y habían fantasmas también, eso sí hasta la vez y muchos hemos visto. Es uno como bulto blanco, del porte normal, de cristiano. Pero de pronto crece hasta los cielos, como una columna blanca, como un palo larguísimo que toca el cielo. Pero no es malo, porque nada le pasaba al que veía, a más del susto pues, imagínese usted ver la torre blanca en medio del monte, daba miedo daba…

Pero hay otras cosas que todos hemos visto y que sigue habiendo, hasta la vez, porque conocemos todos. Como las “voladoras de Tasqui”, que eran brujas curanderas, que iban atrás del Pailón a recoger las plantas medicinales, curativas, que reunían tantas para lo que se ofrecía. Estas plantas son un encanto, aunque no me crea, porque nadie podía cogerles. Por más que se veían, cuando uno se acercaba, más lejos se iban, encantadas como eran. Por eso las brujas, que disque adoraban al chivo, volaban para coger las plantas. Hasta ahora hay voladoras, en las montañas, arriba…

Asustaban algunas de las historias de los mayores, ya sea porque vimos, ya sea por el miedo a ver… como de la “viuda”, que también había. Ella era una mujer que se aparecía en la montaña, sin que se le vea la cara y les encanta a los hombres para que le sigan por lejos, para, algún rato, mostrarles la cara que era puro hueso, pura calavera, y les mataba, votándoles por precipicios que aparecen de repente. Porque siempre llevaba por caminos hermosos, engañosos, para que le sigan… decían.

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Y encantada también es la laguna del Aillón que, hasta la vez, no deja que nadie se acerque con ambición. Porque ahí están las riquezas, el oro pues. Verá usted, cuentan que, hace años, un gringo vino a querer sacar del agua esas riquezas y que se zambulló y salió con tanto oro y, ambicioso, se volvió a lanzar, pero no salió nunca. Así mismo una vez habían venido otros y que cavaban y cavaban el agua para que se seque,

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todo el día. Y al amanecer de nuevo ahí estaba, llenita, como si nada hubiera pasado. Si hasta un helicóptero se calló allí pues, hace años, de los gringos igual, o canadienses dicen… lo cierto es que, para ir allá, uno tiene que pedir permiso y tiene que ir sin ambición del oro, porque si no, no sale… pero no era solo misteriosa la laguna, también nos ayudaba. Claro, no ve que de ahí sacábamos las totoras para hacer esteras, aventadores y otras cosas más, para la casa pues. Se cortaba la tótora, como dicen que siempre retoña, se la seca y se teje tallando, en el piso, golpeando con piedra para que se aplane y suavice. Y así mismo habían los gagones, que era cosa más natural, digamos. Ellos son malvivientes, o sea, los que duermen entre compadres. Ellos, los gagones, amanecen con una señal del pecado, porque cuando están dormidos les sale el espíritu que va andando como animalito y, como siempre hay gente fuerte, había unos que les señalaban con algo, o les ponían un escapulario en el pescuezo, para que, a la mañana siguiente, como no se daban cuenta, salgan con el escapulario o la seña puesta, y la gente sepa que son ellos los malvivientes y así les puedan aconsejar para que cambien de vida. Así era la vida pues, colorida, llenita de los misterios, los secretos del campo y el tiempo que pasaba más lento, cuando entre todos –o casinos conocíamos. Era lindo de ver a los vecinos, con su sombrerito de paja toquilla, porque aquí todos tejíamos, hombre, mujeres y niños. El

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domingo vendían “los ochos”, que eran unos como atados de paja que traían de Montecristi, de Manabí pues vaya. Aquí les tejíamos, hasta ahora mismo hay harta gente que caminando, con la paja en la mano van, tejiendo, como quien pasa sus labores. Las hormas para formar los sombreros hacíamos aquí, de “chamarra”, que eran unas plantas grandes, o de madera. Los abuelos se vestían con “cotona” (que era una como leva, con bolsillos), con pantalón de baeta y una como chompita y el poncho de lana de borrego. “Shiros” nos llamaban por el pantalón negro y la camisa blanca, de lienzo. La “oshota” usaban más antes (en vez de zapatos), hecha de caucho para resistir los caminos, el lodo, el agua… Las mujeres, en vez, usaban la pollera de baeta (la baeta era antes, cuando había harta gente que hilaba la lana del borrego, al que le trasquilaban primerito, para lavar esa lana, para que no quede con olor. Luego le secaban al sol, días mismo para, después, escarmenar con las manitos, con el uso torciendo para dar forma, para tejer pues la ropa, las cobijas, los ponchos y todo mismo), el rebozo de castilla (de baeta, por tantísimo frío) y la “esclava”, que era una como aguja grande, de plata disque eran y servían para sostener los rebozos. Ahora tanto que ha cambiado, ya los renacientes visten diferente, no les gusta la ropa que usábamos más antes. Será capricho, será que no entienden, qué también será…

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Pero más antes sabíamos tratarnos mejor, vistiendo bien, comiendo bien… es cosa de recordar lo que comíamos, porque también va cambiando. Antes desayunábamos cosa de aguantar el día de trabajo, que era duro. “Mishqui” sabían dar las mamitas, que se saca del penco, ya preparadito. Sólo hacíamos hervir y siempre había en la casa, para la sed, para tomar cuando se quiera pues. Para sacar del penco el mishqui se hace un hueco en la base del penco, que se tenía que dejar tapando con una piedra, para que no se nos coman los perros. Se hacía una colada también, poniendo harina de maíz, que también hacíamos, como máchica que llamamos. El “misquiapi” era éste, con harina o con leche y trocitos de queso. Rico… pero lo más rico era la natita que dejaba el mishqui para el otro día, que con tantita leche era como golosina.

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El “sango” también teníamos, que le llamamos “matahambre”. Eso era la “máchica” (que era maíz tostado y molido) hervida con quesillo, durante harto rato, moviendo y moviendo pasábamos. Café también hacíamos, de trigo o de haba. Pero lo que más sabíamos, para qué también, era disfrutar del maíz… en tantos y tantos platos: el mote casado (que es una sopita con mote y poroto); el mote sucio (que se hacía con manteca de chancho); el mote pelado, para comer todo el tiempo; los chumales (que se hacían, sobre todo, en las cosechas); el choclo tierno que era dulcesito; el tamal de maíz seco y hoja de achira, con carne de chancho o de pollo y pepa de zambo… el ají de pepa de zambo, la misma pepa tostada y con mote; el “mote pata” que se hacía como sopa, igual, con la pata del chanchito, con carne

rancia del chanchito, para que sea más rico. Del chancho también cuántas cosas que sacábamos: de la cabeza, de la cara, se saca el tocino, haciendo humear encima del fogón. La manteca teníamos para todo el año, cuando matábamos un animal. Así, guardábamos en latas, en baldes, y votábamos ahí mismo la fritada para que, cada que se saque un poco de manteca, tener fritadita para ir comiendo, todo el año. Así, cuando se empezaba a acabar, sabían los abuelos que era de matar otro animal, para quedar el resto del año…

to, respetando y disfrutando de las tradiciones. Otros días eran ¿no? Lindos eran, así como buenos son también los de ahora, aunque tan diferentes. Como que ya no somos los mismos, como que poco a poco nos vamos olvidando, perdiendo, y, a hasta la vez, recuperando.

¡Hay ya ve! tantas cosas que ha hecho recordar… como si hubiera visto de nuevo el pueblo con los ojos de niño, de cuando pasábamos repitiendo lo que hacían los de antes, manteniendo el tiempo como quie-

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GLOSARIO Achira: “(nombre quichua de la planta Canna edulis Ker.) F. Planta cuyas semillas son usadas en la elaboración de la maraca y el guasá (instrumentos musicales)”. ENCALADA VÁSQUEZ Oswaldo. Diccionario de la Artesanía Ecuatoriana. Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP). Gráficas Hernández. Cuenca. 2003, p 18. Adobe: “Pieza de barro crudo que sirve como material de construcción. Se lo elabora con la tierra llamada chagrallpa. Se la moja y bate, como en el proceso de elaboración de la teja. Una vez que el material está preparado se agrega paja de cerro como aglutinante. Se deja descansar una noche y al día siguiente se vuelve a batir, y se deja descansar un día más, con el propósito de que se “pudra” el barro…”.

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ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2003, p 18.

Oswaldo,

Aporcado: “Esta labor es el toque final para la preparación del cultivo y contribuye a la aireación del suelo.” h t t p : / / w w w. s i c a . g o v. e c / agronegocios/Biblioteca/Ing%20 Rizzo/azucar/intercropping.htm Bahareque: técnica de construcción similar a la del adobe en la cual se utiliza una estructura de carrizo sobre la cual se monta el adobe, a decir de los informantes durante la ejecución del presente proyecto. Banda de música (de pueblo): “Conjunto musical popular formado por seis o diez miembros, ninguno de los cuales es músico profesional. Una banda de música generalmente está formada por una trompeta, una corneta, bajo o tuba,

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saxofón, platillos, bombo, tambor, redoblante y clarinete. La banda de música (de pueblo) es un elemento indispensable en muchas de las celebraciones populares…”. ENCALADA VÁSQUEZ Oswaldo. La Fiesta Popular en el Ecuador. Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP). Gráficas Hernández. Cuenca. 2005, p 143 144. Bayeta (baeta): “Tela tejida con lana en telar de pedales. Sirve para confeccionar anacos, rebozos, vara y media, pañales, etc…”. ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2003, p 40.

Oswaldo,

Cintas (carrera de, torneo…): “Diversión popular en la que los participantes –jinetes- tratan de introducir una vara delgada en las cintas que cuelgan de un palo…”. ENCALADA VÁSQUEZ Oswaldo. La Fiesta Popular en el Ecuador. Centro Interamericano de Artesanías y Artes Populares (CIDAP). Gráficas Hernández. Cuenca. 2005,, p 161. Chacra: a los sembríos de cada hogar se les conoce con este nombre. Chicha de jora: “Especie de bebida que se obtiene de la siguiente manera.: se coloca maíz en recipientes húmedos y se lo cubre con hojas de plantas. Se humedece

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constantemente hasta que el grano comienza a germinar. Se lo seca luego y se lo muele –puede usarse también sin moler-. Para hacer la chicha se pone en agua y se deja fermentar. La jora es el maíz germinado…”. ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2005, p 168.

Oswaldo,

Chío: variedad de papa que se da en la zona. Chola (o): “…en el Ecuador designa al mestizo, que en el Azuay es grupo mayoritario. Vistoso es el atuendo femenino de fiesta: polleras, blusa bordada, paño, con fleco anudado, sombrero de paja, y grandes aretes…”. h t t p : / / w w w. b c e . f i n . e c / etnicosampliar1.php Disque: abreviación comúnmente utilizada en el sector para significar: “dice que”. Deshierba: “Acción que consiste en remover la tierra de la sementera para eliminar la mala hierba, que puede perjudicar el crecimiento de las plantas.” ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2005, p 196.

pero con la diferencia de que esta es pelea y aquella simplemente un juego. La partida se hace a caballo, ejecutando graciosas y arriesgadas evoluciones, figuras, etc. Es el número obligado y el más llamativo de algunas fiestas religiosas rurales”.

Oswaldo,

Escaramuza: “Juego de nuestros campesinos, muy semejante a la escaramuza de la que habla el Diccionario de la Real Academia;

Cordero Palacios, citado por ENCALADA VÁSQUEZ Oswaldo. Idem, 2005, p 204. Gagon (es): “Animal de la mitología serrana (…) los gagones aparecen cuando hay relaciones incestuosas (incluidas las relaciones entre compadre y comadre), y desaparecen cuando los culpables se han arrepentido y confesado con un sacerdote. Para conocer a las personas que cometen incesto se debe arrojar ceniza a los gagones. Se dice que al día siguiente los pecadores aparecerán también marcados en la frente…”. ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2005, p 211.

Oswaldo,

Gallo Pitina: “Una diversión bárbara, pero muy apreciada por nuestros campesinos e indianos. Consiste en colgar uno o más gallos sobre una armazón precaria de madera construida en forma de H. al travesaño van atadas las aves por las patas con un cabo que sirve para levantarlas o bajarlas a voluntad. Una vez colgadas, bien a pie o más frecuentemente a caballo, los campesinos, a todo correr, procuran

asirse de su cuello, triunfando el que lo arranca. Queda este obligado, en la fiesta similar del año siguiente, a dar tantos gallos cuantos fueron muertos por él del modo en que se indica. El mismo juego, pero ya no a caballo ni colgando las aves sino enterradas, de suerte que solo se deje ver su cuello, y yendo contra ellas, armado de un garrote y perfectamente vendado, el hombre que hace el juego. De esta manera se divierte el vulgo, a causa de que el individuo que golpea a ciegas, comete una serie de desaciertos que mueven a franca risa”. Cordero Palacios, citado por ENCALADA VÁSQUEZ Oswaldo, Idem, 2005, p 213. Gringo: “Estadounidense o Europeo. Usualmente el turista que habla inglés”. Con esta expresión se identifica a los extranjeros con características físicas distintas a los lugareños, es decir: de estatura mayor, color de piel, cabello u ojos claros. Así como a aquellos que hablan otra lengua. Entonces, la palabra gringo se refiere a cualquier persona con las características señaladas, sean europeos, norteamericanos, canadienses, etc. http://www.welcomeecuador.com/ frasesecuatorianas.php#g Guagua: “Palabra quichua para bebé, niño pequeño”.

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http://www.welcomeecuador.com/ frasesecuatorianas.php#g

ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2005, p 253.

Hace ya fuh...: expresión utilizada por los moradores del sector para expresar una cantidad considerable de tiempo que ha pasado.

Minguero: “Trabajador participa en una minga.”

Huairu (o): “(Nombre quichua). M. Especie de dado de 6 caras, con el que se practica el llamado juego del huairu, que es un juego funerario. Está formado por un tablero, las fichas y el huairu. El dado está tallado en hueso, generalmente de res o de venado. Los cinco lados del dado están ornamentados, y el sexto está vacío (o lluctu, en palabras quichuas). Es un juego típicamente andino, aunque se lo practica también en algunas regiones del oriente ecuatoriano…”. ENCALADA 2003, p 131.

VÁSQUEZ

Oswaldo,

Mishar: este término se refiere al acto de participar en el “Juego de las Mishas” (véase Juego de las Mishas, en Texto Fuente) Minga: “Sistema de trabajo comunitario para la realización de determinadas obras: arreglo de los caminos, del templo, construcción de una casa, etc. Los mingueros reciben comida y bebida a cambio del trabajo. Es un sistema de cooperación y retribución indígena y campesino”.

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ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2005, p 253.

Oswaldo,

que

Oswaldo,

Pupito: palabra (diminutivo) que sirve para designar el ombligo. Que nazca la jora: esta expresión significa que el maíz ha germinado (jora) y está listo para continuar el proceso de obtención de la bebida (véase Chicha de Jora)

Leva: el término es utilizado para referir el saco o chompa.

Quique: así le llaman los informantes a la parte más ancha del choclo.

Pailón: El Pailón es la unión de unas montañas, una encajonada en donde está la laguna de Chobshi. Ahí, dicen, se bañaban el Cacique Duma y sus doncellas. Pero cuentan que, cuando se toman fotos ahí, aparecen unas luces, de varios tamaños, porque también en la laguna “están los misterios”.

Rebozo: “(Nombre español). M. Especie de tejido delgado que es usado por la mujer campesina, como una especie de chalina. Sus extremos van adornados con flores, hojas, etc. Se elabora con bayeta, y su color es generalmente negro…”.

Poleo (Mentha Pulegium): “Planta herbácea de la familia de las labiadas con tallos tendidos, ramosos, velludos y algo esquinados, hojas pequeñas pecioladas y dentadas, y flores azuladas o moradas. Tiene un olor agradable”. http://plantamedicinales.net/ category/poleo Prioste: “Persona encargada de organizar una fiesta religiosa. El cargo puede ser anual o vitalicio. Puede ser también una mujer, y en ese caso se llamará priosta…”. ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2005, p 283.

Oswaldo,

ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2003, p 214.

de los capilares sanguíneos. También se utiliza la Ruda para provocar la menstruación”. http://www.tusplantasmedicinales. com/tag/plantas-medicinales/ Totora: “(Nombre quichua, tutura = la planta acuática Scirpus totora). F. Planta que crece en las orillas de las lagunas, lagos y sitios anegados. Alcanza una altura promedio de 2 m. sus tallos son usados en varias prácticas ancestrales que implican tejido y trenzado…”. ENCALADA VÁSQUEZ Idem, 2003, p 255.

Oswaldo,

Oswaldo,

Ruda (Ruta Graveolens L): “Planta medicinal que pertenece a la familia de las rutáceas. Es una de las plantas medicinales perennes, el color es verde grisáceo, y es una planta medicinal muy olorosa. Es una planta medicinal de tallos erguidos que pueden alcanzar los 60-80 cm de altura. La Ruda tiene flores pequeñas y amarillas con 4 pétalos, y los frutos son cápsulas de color marrón que en su interior contienen semillas negras. Es cuanto a sus funciones como planta medicinal, sirve para: los nervios, contra el dolor de cabeza, para el vértigo, palpitaciones, dolores de estómago, y aumenta la resistencia

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TEXTO FUENTE (resulta de la información obtenida tras el grupo focal realizado con los informantes de la parroquia; ha sido organizado alfabéticamente, para continuar la línea del Glosario. Podrá clarificar cualquier interrogante que el texto haya despertado en el lector).

El bahareque utiliza así mismo el barro, pero además lleva un tejido o estructura de carrizo que es rellenado con dicho barro. La estructura se amarra con cabuya del penco. El techo, en ambos casos, era de paja. Las casas tenían de uno o dos pisos, aunque lo más común son las de un solo piso.

Banda de música: estaba integrada por 12 músicos (cuando era completa); aunque también había “la media”, integrada por seis músicos. Algunos de los instrumentos que ejecutaban eran: el bombo, el redoblante, el violín y el saxo, entre otros. Habían dos bandas –en la comunidad- en tiempos pasados, según nuestros informantes.

Chicha de jora: la bebida tradicional, a decir de los informantes, es la chicha de jora, que se prepara con maíz. El maíz, una vez seleccionado, se remoja durante cinco días para luego, y en hojas de achira, envolverlo durante otros doce días. Ahí “sale la jora”, dicen, o que ha brotado o está naciendo. Una vez “nacida la jora” se seca el grano (lo cual se puede guardar hasta un año). De ahí se muele (antes en piedra, ahora en molino) y, una vez molido, se cocina en agua, poniendo “madurativo” que es el hongo

Casas de adobe o bahareque: son bloques de barro seco y cocido con los que se construyen, por lo general, las casas en la comunidad.

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restante de la chicha preparada el año anterior. Se usaban las mismas ollas para cocinar la chicha porque en las mismas se quedaba “una como nata” que fermenta o madura la nueva preparación. Se colocaba tibia la nueva chicha en esa olla, que nunca se lava para que quede el “consho” o madurativo. La gente guardaba ese “consho” en “potos” (fuentes hechas de calabaza). La chicha se toma en toda fiesta y en mingas también.

se le tapa con una piedra, para que no se tomen los perros. Con este “jugo” se hace una colada también, con harina. Se tomaba el mishqui en el desayuno, o “para la sed en cualquier momento del día”, ya que se tenía siempre en la casa. Servía también para engordar a los puercos. El “misquiapi” era un preparado con harina de maíz, leche y trocitos de quesillo. La nata del siguiente día del mishqui con leche era considerada una golosina.

El Pailón: es la unión de unas montañas, en cuyo centro está la laguna de Chobshi. Allí se bañaba el Cacique Duma y sus doncellas, dicen. También es un lugar lleno de misterios ya que, cuentan, en las fotografías que se toman en el lugar aparecen siempre luces inexplicables de varios tamaños.

El “chuca” o “mal ojo”: esta enfermedad da cuando alguien le mira a otra persona con mucha intensidad. Los síntomas son parecidos a los del aire, pero más severos. Para curar este mal se pone saliva en el pupo del dolido, escupiéndole. El que ha “chucado” a un niño tiene que curarle él mismo, haciendo la señal de la cruz y escupiendo 3 veces en el ombligo de la criatura. El chuca en guaguas tiernos puede causar la muerte, según habitantes de la comunidad.

El aire: es una enfermedad que se manifiesta con dolor de cabeza, bostezos, desmayos, nauseas… y daba porque el individuo afectado “coge” un mal viento cuando está débil. Por pasar por algún lado “que da aire”: quebradas, charcos de agua, etc.. Se cura humeando con tabaco al enfermo, además de hacerle apercibir ruda o poleo, que son plantas que se encuentran en el lugar. El mishqui: es un alimento que se obtiene del penco, en el cual se hace un hueco para obtener la sabia o jugo, el cual es hervido. Al hueco

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El Aillón: es una laguna grande y rica, ya que “ahí está el entierro de las cosas que hay. Está la riqueza”. Cuentan que varias personas (algunos extranjeros) han intentado sacar los tesoros, cavando en la laguna para secarla durante todo un día, pero, dicen, la laguna se volvía a llenar durante la noche, para que no se lleven nada. La laguna está encantada y no permite que nadie con malas intenciones o ambición

se lleve sus tesoros. Además, se ven animales (gallinas, culebras, etc.) a los que uno se acerca y desaparecen. Cuentan también que hace años se calló un helicóptero en la laguna, de unos canadienses. Se debe pedir permiso para entrar a la laguna, porque de no hacerlo se nubla y todos se pierden, y llueve y crecen las aguas… no hay que ir con ambición del oro, porque si no, no se regresa, dicen. Esteras de totora: tiempo atrás, recuerdan nuestros informantes, se hacían esteras y aventadores (sopladores) con la totora o totora de la laguna. Se corta la totora, que siempre retoña, se la seca y se teje tallando, en el piso, tendiendo las fibras y golpeándolas con una piedra, para que se aplane y suavice. El duende: dicen que el duende silva en las noches, clarito, pero que no se parece a ningún pájaro. Cuando le contestan, recuerdan, igual contesta, pero eso que suena “no es una persona”, y no se le debe contestar porque él encanta, ya que “es parte del mal”. El duende pasa con una guitarra (duende y duenda, “porque sino cómo”) y, si alguno (duende) se enamora de un hombre o mujer, le anda persiguiendo, le encanta, le hechiza. El fantasma: el fantasma es un “bultito” pequeño, blanco, que uno encuentra en la montaña, según dicen. Cuando se lo ve por segunda

vez crece hasta llegar al cielos. Es una luz que aparece y desaparece, como una columna. Es común ver hasta la actualidad. No pasa nada con esto, es decir, no es ni bueno ni malo, aunque a veces asusta, dicen. El gallo pitina: es un gallo atado en medio del altar o castillo, que está repleto de frutas, pan, carne, etc.; este altar se pone frente a la iglesia, en media plaza, como una forma de expresar su gratitud para con Dios, a través de la iglesia. Además, cualquier miembro de la comunidad podía tomar cuanto quisiera de dicho castillo, incluido el gallo, con la condición de que, el año siguiente, debía donar el doble de lo que lleva. El cinco: es una celebración que se practica tras la muerte de alguien, y consiste en un baño que se hace la viuda o viudo, en el río. Le llaman “el cinco” porque antes se hacía este baño a los cinco días de la muerte del finado, aunque ahora se lo hace al siguiente día del entierro. Se lava, además, la ropa y pertenencias del difunto: “para que se vayan todos sus polvos”, dicen. Para el lavado la gente que acompaña va en procesión, con una cruz negra delante. El wairo se juega ahí, mientras se seca la ropa: mujeres a lavar: hombres a jugar el wairo. De ahí se da de comer a todos en la casa del deudo, lo cual pagan los dolientes. Cuando muere un infante o guagua se celebra una fiesta porque, dicen, el niño no conoció el pecado. Todos bailan y beben con

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alegría, la gente que visita llega con el “pinshi” (cosas para compartir: café, pan, tortillas, trago, etc.), para ayudar a la familia del muerto. El matrimonio: antes los padres planificaban la pareja. A la pedida de mano iban el novio y sus papás, con regalos para la otra familia, un “canastón de cosas”: comida, animales, licor, etc.. El torneo de las cintas: en este juego participaban entre cuarenta a cincuenta personas, a caballo, los cuales eran hábiles jinetes. El juego consiste en dar la vuelta a la iglesia, cabalgando a velocidad para, una vez en la plaza, asestar –utilizando un palo delgado y pequeño- una argolla que pende de una soga templada en la plaza. En la actualidad se mantiene una variación del juego, ya que los participantes van a pie y no a caballo. Fiesta de las almas o Chungana: en esta celebración se juega el “wuairo” toda la noche, que es un hueso (de cristiano, dicen). Es como un dado que se tira, tiene caras a un dado, con señales en cada superficie, con significado: números o bolitas, etc., se lanza sobre una tablita señalando con porotos el avance del jugador. Cuando alguien se para interrumpiendo el juego –que es largo-, entonces pierde y, como penitencia, tiene que hacer rezar el bando perdedor. Se juega en velorios o en la “lavada del cinco” o “cinco”.

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La partera: ayudaba al parto, al nacimiento, así como durante el proceso de gestación. La partera sabía a través del pulso cuando alguien estaba embarazada. Hacía emplastos para la barriga de la mujer para antes y después del parto. Ella acompaña el proceso, pasaba el tiempo que sea necesario en la casa de la futura madre. La partera debía ser bien atendida, con buena comida. Cada tres meses le visitaba a la embarazada. El rato del parto, lo que dure (a veces hasta dos días, o más) se quedaba allí, hospedada. Luego del parto esta mujer dirigía el lavado del cinco y el del doce, que eran lavados al cuerpo de la madre con flores del cerro, que conocía la partera. Estas flores se utilizaban para bebidas y para el baño. La madre reposaba 40 días después de haber dado a luz, por orden de la partera, comiendo comida escogida: mote, habas, gallina (los primeros 12 días solo gallina), borrego, chivo y res. El “floreado”, que era trago almibarado, debía beberse, en pequeñas cantidades, durante los 40 días de reposo. La ropa de bayeta: de la lana de borrego, que hilaban. Se trasquila al borrego, se lava la lana y se la hace secar. Se escarmena con las manos, se ponía en el uso y se “torcía” para hacer cobijas, ponchos, etc. La minga: es una tradición que, dicen, se ha perdido. Le llamaban “cambiamanos” también, y consiste

en un sistema comunitario de trabajo para, sobre todo, las actividades agrarias. En la minga el dueño de la casa en la que se trabaja está obligado a dar de comer y beber a cuanta gente asista para ayudarlo. Los visitantes, además, “wanglian” (ya que se ofrece más comida de lo que se puede comer), para ir llevando a la casa propia. Es decir, la comida se sirve con tal abundancia que alcanza para que los participantes lleven porciones a su propia casa. La comida que, por lo general, se ofrecía en la minga era: caldo de gallina “con buena presa” más una sopa de fréjol, para el almuerzo. Para la merienda: arroz con cuy o carne. Plato de mote pelado, amarillo, con carne de chancho más la sopa o plato de fréjol. Ahora las mingas son familiares, antes eran comunales. La Virgen del Perpetuo Socorro: se celebra el 28 de junio de cada año y, a decir de nuestros informantes, antes se celebraba con misa, “banda de música”, el “torneo de las cintas” y la “escaramuza” (ésta, en particular, hace mucho tiempo), así como el “gallo pitina”. Las vísperas de la fiesta y celebración se realizaba una novena, rezando el rosario en la capilla en donde la gente cantaba (eso era la letanía, dicen) las oraciones. En la víspera se lleva a la imagen de la Virgen a la casa del prioste, siguiendo una procesión. Al día siguiente, de la misma manera, se hacía una procesión de regreso a la iglesia para la misa, retornando

a la imagen de la Virgen, claro está. Después de la misa se hacía “el día”, o las celebraciones en sí: escaramuza, etc., las mismas que se realizaban en la plaza. Una vez concluidas estas actividades la comunidad se trasladaba a la casa del prioste. Habían madrinas nombradas por la comunidad, que donaban premios para las concursantes del “torneo de las cintas”. Las escaramuzas: recuerdan los informantes que este juego se practicaba hace mucho tiempo, y que hoy ha desaparecido. Dicen, además, que el número de participantes era similar al del “torneo de las cintas”. Del juego en sí no recuerdan el cómo se hacía, sin embargo recuerdan que habían jinetes y caballos disfrazados, que se formaban en grupos, en la misma plaza, para dibujar figuras en el terreno de juego. La matanza del gallo: en este juego un gallo es enterrado en la plaza, con la cabeza libre –para que tenga movimiento-, mientras que los participantes, con palo en mano y vendados los ojos, deben atinar un golpe seco en la cabeza del animal, para matarlo. De la misma manera que en el “gallo pitina”, quien se lleva al gallo muerto debe donar dos gallos el año que viene. Para que la fiesta crezca, dicen, para que no decaiga. La caja ronca: es el mal, el diablo. Dicen que, cuando la gente anda en la montaña, a veces ve que pasa una

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caja como un ataúd en la noche y va cargando a los que estén ahí. Son espíritus malignos, dicen. Espíritus malos que andan en la noche, en la montaña. Dicen, así mismo, que en los cerros se oía a la “caja ronca” que hace una música sin origen, que no se puede ver de dónde sale. Las voladoras: dicen de las voladoras que son brujas, que cruzaban volando de un cerro a otro (del Tasqui a Chobshi). Volaban y eran curanderas, iban al cerro, a lugares difíciles de acceder para conseguir plantas curativas: “iban a traer las plantas que son un encanto, pero como ellas son voladoras, traían”. La viuda: la viuda es una mujer que aparece a los solitarios que caminan en las montañas. A esta mujer no se le ve la cara, aparece y atrae (encanta) a la gente para que le siga. Dicen que al comienzo les guía a las personas a través de caminos hermosos, pero que de repente estos caminos se vuelven barrancos o lugares de peligro, en donde la viuda arroja a las personas. Además, dicen, su rostro es solo hueso. La huaca: la huaca es una mujer que flota a unos 15cm del suelo. Esta mujer les “encanta” a los hombres y les lleva a los montes para perderlos, o les da “mal aire” hasta que mueren. El “antimonio” (que es el aire de la huaca) puede causar la muerte. Además, dicen, la huaca va bien

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vestida, envuelta en una nube en la que se lleva a la gente para perderles. Los gagones: los “gagones” son personas que conviven entre compadres, o “malvivientes”. Dicen que los gagones amanecen con señales de que han pecado entre ellos ya que, al dormir, les sale el espíritu que se va andando, en forma de “animalito”. Cuando alguien (que debe ser fuerte) quiere descubrir a los gagones debe señalarlos con algo, cuando son animales; ellos, al día siguiente, no se dan cuenta que llevan la señal (escapulario, manchas de carbón, etc.) y entonces la gente sabe quiénes son, y pueden aconsejarles para que cambien la vida. Juego de las mishas: En la cosecha de maíz se juega las “mishas” hasta la vez, como dicen. Para el juego se prepara el “calchado” (la cosecha de maíz amontonada) y ahí la gente se pone a jugar, deshojando las mazorcas para encontrar una que tenga un solo grano de color azul o negro. El que gana es el que encuentra primero doce “mishas”. Dos granos de color seguidos significaba “doble misha”; así mismo, si salía una fila entera de color se acababa el juego. Los mingueros jugaban para animar el trabajo. Mote pata: el mote pata es una especie de sopa, preparada con carne de chancho. Con carne rancia del chancho es mejor, recuerdan.

Esta carne se obtiene de la cabeza del animal, a la cual se le “rancea” exponiéndola al humo del fogón. El chancho brindaba otros bienes, así, dicen que los ancestros-abuelo nunca compraban manteca, ya que mataban un chanco y guardaban esa manteca para el año entero. Además ponían la fritada en la manteca y tenían para comer a lo largo del año, porque no se dañaba. Ya cuando se empezaba a acabar mataban otro chancho, y de nuevo se servían para un año más. Paja toquilla: el sombrero de paja toquilla es una tradición para los habitantes de Chobshi que lo usan y tejen hasta estos días. Cuentan que la materia prima (los “ochos”) se trae de Montecristi, Manabí, ya que hay personas que comercializan el producto todos los domingos. Todos en la comunidad saber tejer: hombres, mujeres y niños, aunque la práctica, para el hombre, se ha disminuido radicalmente en los últimos años. Prioste: el prioste es la persona encargada de organizar las fiestas. Su cargo es voluntario y, quien quiera serlo, se ofrece un año antes de las festividades, para ser el próximo “pasador” de dichas fiestas. El cargo depende de la posibilidad económica del interesado ya que él hacía todo el gasto (comida y bebida para todos) que exigía la celebración. En ocasiones, un prioste lo es por varios años.

Producción agrícola: los principales productos que se dan en estas zonas son: maíz, fréjol, alverja, cebada, zambo, zapallo y chíos (que son una variedad de papas). San Pedro y San Pablo: para la celebración en honor a estos Santos, la gente hacía “candelita” en las casas en nombre de los Santos. La misa se celebraba en el centro, pero en cada casa se prendía una candela el veintiocho y veintinueve de junio (un día por cada santo), mientras se consumía y brindaban humas y café. Para el juego se secaban –con anterioridad- ramas de eucalipto y se prendían para jugar intentando quemar a alguien, para que corra, y así… Se saltaba la llama y se jugaba mientras se recitaba: “San Pedro y San Pablo, abre las puertas del cielo, cierra las del infierno”; o: “San Pedro tuvo una chola, San Pablo le quitó”. Siembra y cosecha: se siembra en noviembre, se prepara el terreno en octubre o cuando sea a lo largo del año. Se cosecha en junio-julio y agosto. Después de la siembra y deshierba viene la “segunda mano o aporcado”, en el cual se deshierba y se remueve la tierra. Después del “aporque” se hace el “raimado”, para quitar las hojas cuando está saliendo el “quique” (o fruto de la chacra), para que crezca más, dicen. Se trabaja la tierra con la yunta, la cual se amara con “cuyunda” (sogas hechas con piel de res) sujetando los

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cacho del ganado. Las bestias van en pareja, así: una que sepa y otra nueva, para que aprenda. Vestimenta: la mujer, tradicionalmente, usa pollera de bayeta, rebozo de castilla (o de bayeta) y la “esclava”, para coger los rebozos, que eran una especie de agujas de plata, grandes. Y sombrero de paja. Los hombres vestían con “cotona” (como leva, con bolsillos) y pantalón de baeta o bayeta. Usaban además una como “chompita” y poncho de lana de borrego. Tanto hombres como mujeres usaban sombrero de paja toquilla, o de paño. “Shiros” les llamaban a los habitantes de la parroquia, por el pantalón negro y blanco, más camisa de lienzo. La “oshota”, como calzado, era de caucho.

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