Túnel 06

Page 1

Brian Lozano Un pequeño gran jugador con alma de potrero

Rusia 2018 El que quiere celeste que le cueste

José Urruzmendi La noche en que Grondona selló la suerte de Nacional

publicación gratuita sobre la identidad del fútbol uruguayo setiembre/octubre 2015_edición_06 - issn 2393-5995

PAOLO MONTERO

somos el milagro del fútbol mundial 1


SÍ, LA VERDAD QUE SÍ

El fantasma de la hondura Fue James Cameron y su obsesión por filmar las profundidades del océano quien terminó descubriendo el continente perdido de la Atlántida, a medio camino entre la Isla de Pascua y las costas de Chile. No había sufrido cataclismo alguno, sino que sus pobladores –que aún vivían y coleaban– habían decidido mudarse al fondo del mar con territorio y todo. Los primeros meses fueron de novelería, turismo e intercambio de sabiduría científica. Algunas enfermedades raras tuvieron su cura mientras que ellos aprendieron lo que era un smartphone. Luego unos se fueron acostumbrando a los otros y se empezó a hablar de temas más importantes, como el fútbol. Por su ubicación, Atlántida pasó a formar parte de la Conmebol. Como las eliminatorias para el Mundial ya habían comenzado, debió esperar a las siguientes, pero dejaron que uno de sus clubes jugara la edición de la Copa Libertadores de América.

La civilización atlante practicaba deportes muy extraños, que incluían a la fauna marina, pero tan pronto como hicieron rodar una pelota de cuero por el lecho marino se hicieron fanáticos del balompié. El Acuapacho Sport Club clasificó trabajosamente a octavos de final y el fixture determinó que se cruzara con Defensor Sporting de Uruguay. El partido de ida se jugó en tierras orientales y los atlantes demostraron ser malísimos, horribles a la hora de jugar al fútbol. De la mano de Nicolás Olivera, los violetas se impusieron por 8-0 y viajaron a la Atlántida con la tranquilidad de una buena diferencia de goles. Un detalle importante de esta historia fue lo ocurrido en los despachos de la Conmebol algunas semanas antes de iniciarse la competencia. Bolsos repletos de perlas del tamaño de un puño fueron determinantes para que el Acuapacho ejerciera su localía en el recién inaugurado

Arena Arena, a 3.500 metros debajo del nivel del mar. Los atlantes se sentían cómodos jugando en ese estadio, mientras que sus rivales, carentes de pequeñas branquias a los costados del cuello, tenían problemas para respirar debajo del agua. La única forma de conseguir oxígeno era mediante tanques que debían colocarse en el banco de suplentes, por lo que los jugadores visitantes entraban y salían del campo de juego a cada minuto para no morir asfixiados. Los locales aprovechaban el desconcierto para atacar sin piedad el arco de los habitantes de la superficie, que eran amonestados por hacer tiempo. El resultado final fue 7-0 a favor del Acuapacho, clasificando Defensor Sporting a los cuartos de final. Allí no pudo contar con ocho de sus jugadores, tres por acumulación de tarjetas amarillas y cinco por fallecimiento. Antes del partido de ida se realizó un minuto de aplausos. _Ignacio Alcuri

túnel SET- OCT 2015

Un poco deprimido

2

A veces, muy de vez en cuando, me pongo a pensar. Esta vez lo que me hizo practicar este inusual ejercicio en mí fue sentarme a ver, en un mismo día, el partido de Forlán contra Wanderers y, por si eso fuera poco, paparme de noche el sorteo del campeonato uruguayo por la misma señal televisiva que lo transmite hasta los domingos de mañana. Creo que debemos ser el único país del mundo y la galaxia que tiene partidos profesionales un domingo de mañana. Lo cierto es que luego de pensar y pensar, me hice esta pregunta: ¿seré yo o todo esto es deprimente? Espero que sea sólo yo. Pero es que todo, absolutamente todo, parece conducirme a esa lamentable deducción: nuestro fútbol es espantoso. ¿Será la lluvia que me hace estar así? ¡Pero es que es todo!

El campeonato empieza a mediados de agosto y hasta el último día los equipos no saben si se presentarán porque no tienen la plata para pagar las deudas. Los equipos chicos no tienen las canchas en condiciones ni una infraestructura adecuada. No pueden jugar de locales, no tienen plata, no tienen nada. Los grandes pagan miles y miles de dólares a más de treinta jugadores por plantel y luego les ganan a estos chicos sufriendo hasta el final, o empatan, o pierden. Juegan internacionalmente sabiendo que no van a ganar nada. Quedan afuera contra equipos que conocemos por primera vez en esta deprimente copa internacional que se juega el segundo semestre del año. Los clásicos están llenos de idiotas que no dejan que los partidos terminen.

Los periodistas no paran de hablar y hablar y hablar… de lo mismo y lo mismo y lo mismo… y son siempre los mismos, los mismos, los mismos… En radio, tele, diarios o donde sea que haya un sueldo para cobrar. Acabo de ver el precio de las entradas para ir al estadio este fin de semana (Cerro vs. Peñarol) y son más caras que ir a ver el ballet de Julio Bocca. Realmente me estoy deprimiendo cada vez más, che. ¡Paren un poco! Haré una pregunta filosófica: ¿Por qué nos gusta tanto el fútbol? No sé, pero ¡cómo lo extrañé estos dos meses que no lo tuvimos! _Daniel Baldi


FÚTBOL Y TENDENCIAS

No aguantás Nara La barra brava de Peñarol no se dio cuenta de lo que estaba sucediendo hasta que fue demasiado tarde. Un domingo cualquiera, un olor dulzón se propagó como siempre por las gradas de la Ámsterdam, pero al llegar a las pituitarias del núcleo duro de la hinchada produjo un fruncimiento generalizado: era el aroma inconfundible de varios cupcakes recién horneados, en lugar del eterno olor a porro adherido al cemento centenario. Diego Forlán había llegado al fútbol uruguayo y, con él, arribaba un profundo cambio cultural que se iría inoculando lentamente como un virus en la psique de la hinchada, que vio sacudidas todas sus pautas de conducta al enfrentarse a un ídolo que sabía articular frases en las entrevistas, dominaba varios idiomas, leía a Andrés Oppenheimer y Paulo Coelho, y prefería el campo de hoyos de golf al de Azabache. El olor a cupcakes y torta de almendras en la Ámsterdam fue sólo el comienzo de un cambio gradual. Los hinchas notaron que entre las bolsas de papel picado para la salida del equipo comenzó a colarse cotillón del casamiento de Paz Cardoso, que el jugolín cortado con vino que circulaba siempre (se le agregaba vino para que

hiciera menos mal) era paulatinamente sustituido por Chardonnay, que ex compañeras de Paz del British aparecían en las cabeceras para entonar cánticos de aliento para el delantero. El fútbol champagne se fue comiendo a la barra de a poco y por dentro, hasta que entre los gritos de guerra usuales comenzaron a colarse otros cantos de hinchada. “Yo paro en una banda, que es la que sigue al glorioso, con la Lacoste bien puesta, con los cupcakes de Cardoso para hacer bien un muffin, hay que ponerle huevo, huevo. No como el bolso amargo, que es sólo pastelero”. La hinchada quiso reaccionar a tiempo, pero en unas pocas semanas los círculos sociales más influyentes del país se habían adueñado del fútbol local e implantado sus propios códigos de conducta. Desplazados por el irresistible deslumbramiento ante la pareja más glamorosa del país, los barrabravas se vieron obligados a buscar identidad en otros deportes, como el polo

o el hockey sobre césped, que se volvieron disciplinas auténticamente populares. En el Centenario se había instalado otro tipo de violencia en los cantos. “Todos los momentos que viví los club de golf a los que te seguí desde aquellos días en que todo lo que hacías era prender la computadora a O’Neill. Zaira es una yira, Paz es huevo y amor. Bucay lo leen las gallinas, y Coelho es de Peñarol”. Al final, los hinchas sólo admitieron la transformación el día que quisieron adquirir entradas para un partido y descubrieron que estaban impresas en papel satinado, con la siguiente leyenda en cursiva: “Diego Forlán Corazzo y Paz Cardoso Mattos participan a usted del encuentro entre Peñarol y Villa Teresa y le invitan a acompañarlo en la ceremonia que se celebrará en el estadio Centenario. Se solicita no llevar celulares. No estará permitido sacar fotos”. _Martín Otheguy

Dónde se consigue o lee la revista Túnel Gol al futuro Estadio Centenario, Sala Franzini Museo del Fútbol Estadio Centenario Socio Espectacular 18 de Julio 1618 y Carlos Roxlo Gussi Libros Yaro 1119 y Durazno Libros de la Arena Benito Blanco 962 y Avenida Brasil El Yelmo de Mambrino Gutiérrez Ruiz 1156 y Maldonado Librería Las Hortensias Chucarro y Massini Libros Libros Br. Artigas 1825, Tres Cruces Librería Papacito 18 de Julio 1409 frente a la Intendencia Librería Papacito 18 de Julio 888 y Convención Librería La Lupa Bacacay y Buenos Aires Librería El Narrador Gabriel Pereira 3036 bis y Libertad Librería Lautréamont Maldonado y Pablo de María Pocitos Libros Avenida Brasil 2561 Librería Luzgala Avenida Lezica, Colón Librería Purpúrea Plaza del Entrevero, 18 de Julio y J. Herrera y Obes Librería Abrazo Gral. Flores 272 local 2, Colonia del Sacramento Librería Babilonia Tristán Narvaja 1591/1601 y Mercedes Nueva Galería Libros Tristán Narvaja 1536 y Colonia Byblosur Libros Magallanes 922 Librería El Nacional Hall de la Biblioteca Nacional, 18 de Julio y Emilio Frugoni Librería Martín Fierro Atlántida. Librería Ganesha Ciudad de Canelones Pompona Libros José Enrique Rodó 280, Ciudad de Canelones Librería ABC Independencia 802, Florida Librería La Canasta Sarandí 644, San José Maca libros Ciudad de Durazno Centro Cultural de España Rincón 629 Centro Cultural Florencio Sánchez Grecia 3281, Cerro Biblioteca Alfredo Zitarrosa Ciudad del Plata Km 29.500 Av. Penino Ariel García Ramón Bergalli 485 A.4 Maldonado Biblioteca Club Banco Hipotecario, Colonia 2189 y Alejandro Beisso AEBU Camacuá 575 y Reconquista Restorán y Parrillada Lo de Silverio Rossell y Rius 1651 y 4 de Julio Cerveza Mastra Mercado Agrícola, Martín García y José L. Terra Palacio del Café Mercado Agrícola, Martín García y José L. Terra Bar Andorra Canelones 1302 y Aquiles Lanza Casa de comidas Ginebra Piedras 511, Ciudad Vieja Silex Ciudad Vieja, Buenos Aires e Ituzaingó Bar de Vida Agraciada 3889/97 y Ángel Salvo, Paso Molino Bar Palacio Garibaldi y Tuyutí Rotisería 2 Acordes Giannattasio y Becú, Lagomar Restorán El Figón, La Floresta Pizzería y Parrilla El Luichi, Gaboto 1300 y Charrúa Cafetería del Teatro Politeama Tomás Berreta 310, Ciudad de Canelones Bar Las Flores Bulevar España 2051 y Blanes Club Tito Borja Cerro Club Esparta Colonia Valdense AlPecho Remeras y Margass Galería del Virrey, 18 de Julio y Quijano Peluquería Mauro, Francisco Canaro y Mario Cassinoni Centenario Fútbol 5 Luis Alberto de Herrera y 8 de Octubre, La Blanqueda Paquín Bulevar España y Benito Blanco Quiosco Galicia 1146 esquina Ejido Estación Petrobras Ellauri y Gabriel Pereira Se distribuye además a los integrantes de los cuerpos técnicos de los clubes afiliados a la AUF, al cuerpo técnico de la selección nacional en todas sus categorías, a los docentes de los cursos de entrenadores del ISEF y de la ACJ, y en la Tecnicatura de Gestión en Instituciones Deportivas de la Facultad de la Cultura del CLAEH.

publicación gratuita sobre la identidad del fútbol uruguayo SETIEMBRE / OCTUBRE 2015_edición_06 - issn 2393-5995

Permiso del MEC en trámite www.tunel.com.uy - redaccion@tunel.com.uy tuneluy @tuneluy Dirección responsable: Diego Graziosi Coordinación general: Pedro Cribari Edición: Marcel Lhermitte Escriben: Ignacio Alcuri, Juan Aldecoa, Cecilia Álvarez, Daniel Baldi, Mauricio Bruno, Marcelo Fernández Pavlovich, Agustín Lucas, Martín Otheguy, Patricia Pujol Fotografía: Andrés Cribari, Rodrigo López, Leonidas Martínez Diseño: Andrés Cribari, Rodrigo López Corrección: Stella Forner Sitio web: Pablo Scartaccini Se utilizaron las tipografías Chau Trouville, de Vicente Lamónaca; Rambla, de Martín Sommaruga; y Adobe Garamond Pro Foto de tapa: Rodrigo López Contacto: tunel@tunel.com.uy Impreso en Mastergraf

3


Foto: Rodrigo López

PAOLO MONTERO: FRONTAL EN SUS DICHOS COMO EN EL JUEGO

Vivimos la era del humo

túnel SET- OCT 2015

Ahora como entrenador tiene la misma convicción y frontalidad que en su época de futbolista. Paolo Montero es de opiniones directas, elude los eufemismos para interpretar la realidad de nuestro fútbol, para identificar sus puntos fuertes y los débiles, lo que nos sobra y lo que nos falta, con el valor agregado de su extensa trayectoria como protagonista en la Juventus de Italia, uno de los clubes más fuertes del mundo.

4

Veintidós años después de tu llegada al fútbol europeo, ¿la diferencia que existía entre el norte y el sur, y particularmente con el del Río de la Plata, se agrandó o se redujo? Y si se agrandó, ¿cómo se puede hacer a nivel de clubes y de selecciones para emparejar las posibilidades? Yo lo llevo al presupuesto, porque la gran diferencia con mi época, a pesar de que no pasó mucho tiempo, es que ha evolucionado mucho la preparación del futbolista. En mi época había un solo profesor, y hoy es otra realidad. Por ejemplo, hace poco fui a ver un entrenamiento de la Juventus en la pretemporada y tenían ocho o nueve profes. En la actualidad el trabajo está tan

individualizado que en broma decimos: te sacan un pelo, lo mandan al laboratorio y te dicen lo que tenés que tomar, lo que tenés que hacer y por eso la gran diferencia son los recursos. Como decimos con Gustavo Méndez –la idea es de él y se la robé–: “Todos los de la generación de Colombia están triunfando, pero ¿a qué edad se fueron? El uruguayo que triunfó, ¿a qué edad se fue? No se queda con el vicio nuestro: el asadito, la cazuela, los fines de semana, etcétera. El sudamericano tiene vicios, el europeo no. Distinto es cuando te vas con 19 años como yo, Cavani, Suárez, Francescoli, Ruben Sosa, etcétera. Si uno analiza la edad de los jugadores, la gran diferencia es cómo

se vive a nivel social; el europeo es totalmente opuesto a nosotros. Es un tema cultural. Regresé a Uruguay en 2007 y si no hago un asado los fines de semana, no vivo. Allá no funciona así. La costumbre es ir a comer a un restorán. ¿Se trata sólo de una cuestión de recursos o también de una metodología distinta de trabajo? No. Lo que pasa es que los recursos hacen la diferencia. Porque vos trabajás lo que te falta, tomás la vitamina que te falta. Por ejemplo, a mí los estudios me daban que necesitaba hacer mucho gimnasio, como yo no era potente me faltaba dormir en el


gimnasio. Había compañeros que yo casi no veía algunos días, porque hacíamos entrenamiento diferenciado en distintos horarios. Entonces, ¿cómo no vas a crecer?

“Nos llenamos la boca

¿Que se vayan tan jóvenes facilita que se terminen de formar en Europa? Claro. Incide completamente, porque, por ejemplo, aprendés a comer. Porque no es que acá te falte, sino que, como tenés padres que laburan todo el día, ¿qué es lo más fácil? Hacerte un pancho, comerte una hamburguesa de MacDonald’s. En Europa aprendí a comer. Acá, si encima venís de familia carenciada, tu madre te hace un guiso para dos días, porque es lo que hay. Tampoco te podés meter tanto en la alimentación, a pesar de que es una mentira, porque lo más barato que hay es comprarte un paquete de fideos o de arroz, o dos pollos y los congelás. Lo que pasa es que la realidad laboral condiciona a los padres y hacen lo más fácil y rápido. Los que dicen acá que la dieta del deportista es cara, es mentira. Lo aprendí en el curso acá, en Montevideo. ¿Cuánto puede salir un paquete de fideos? Lo que pasa es que no sabemos comer. Aprendí a comer, aprendí a entrenarme, pese a que siempre me gustó entrenarme bien; nunca me pesó. Problemas de comportamiento no, porque los uruguayos somos bien educados y nos quieren por eso. Me fui con colesterol con 19 años. Todos los uruguayos tenemos colesterol alto. El uruguayo comete el error de que muchos se van solos. Por ejemplo, yo estoy acá ahora comiendo un asado con ustedes, me llama el representante, me fui mañana para Italia y a los dos minutos te encontrás completamente solo en otro ambiente, otro medio, otro idioma. Llegué y dije en el Atalanta que quería una profesora. Al menos enseñame la jerga.

de esos jugadores se

¿Fuiste con tu madre, con alguien de la familia? Con todos, hasta el perro me llevé.

con el campeonato del cincuenta, pero muchos murieron de hambre. En Europa eso no pasa. Si vos le diste algo al equipo o al país, olvidate. No sólo se encarga el Estado, también los clubes”.

¿Desde el primer día? No, porque me fui a la pretemporada, pero cuando terminó, yo ya tenía casa y estaba la familia instalada: mi madre, mi padre, mis hermanos, mi tío y el perro. Entonces, para mí fue más llevadero. Además estabas en una ciudad en la que no había muchos uruguayos. Nadie. Mi viejo [Julio Montero Castillo] se hizo amigo de un carnicero, le enseñó cómo cortar la carne para el asado y después de los partidos comíamos asado. Entonces, para mí los primeros años se hicieron más llevaderos. Pero, ¿qué pasa con muchos jugadores uruguayos? Cometen el error de casarse cuando se van con diecinueve o veinte años. Hice casi toda mi carrera soltero, entonces no tenía preocupaciones de ningún tipo. Porque cuando te vas –aparte de por la gloria, que te querés medir con los mejores– también te vas por lo económico. Yo no quería distracciones y la mujer te distrae. El entorno te decía que para ordenarte tenías que casarte. Sí, pero para mí es mentira. El ordenamiento ya lo tenés que tener acá,

para vos mismo. Cómo me voy a casar, si con 19 años no viví nada. Tenés que ligar también con la mujer. Me casé en 2002 con una uruguaya y, en un momento, jugando todos los miércoles y los domingos, yo hacía los cálculos y estaba tres días en casa. Entonces, cuando me fui solo busqué pensar exclusivamente en el fútbol, no quise ninguna distracción. Lo mío era el fútbol, la gloria, triunfar y nada más. En el resto del mundo se juegan más partidos que acá, ¿cómo incide eso? Te da categoría, más rodaje. Por ejemplo, tengo mi amigo y compadre, el yerno del flaco [Atilio] Ancheta, que se crió conmigo. El hijo juega en el Gremio. ¿Sabés cuántos partidos juega en las juveniles del Gremio con 17 años? Setenta al año. Acá menos de la mitad. Yo dirigiendo la tercera de Peñarol, caían dos gotas y llegábamos a estar un mes y medio sin jugar. A esa edad vos tenés que jugar, para aprender, para equivocarte, ganar en experiencia y crecer. Entonces ves jugar a los brasileros y vos decís ¿por qué tienen tanta jerarquía? Y, entre otras cosas, porque tienen 400 partidos encima. Aparte en Brasil, por lo único que se para el fútbol es por las telenovelas, porque aun con el Mundial o la Copa América se siguió jugando. En Europa también, la gran diferencia es que el fútbol no se para por nada: ni lluvia, ni terremoto, ni pingüinos, ni nada. Al jugador uruguayo le cuesta la doble competencia, porque no está acostumbrado. Hoy es así, porque en mí época no te suspendían un partido porque cayeran dos gotas. Antiguamente, desde la época de mi viejo se jugaban setenta partidos por año. Y ahora en las juveniles se juegan treinta como mucho. Hoy jugás treinta partidos y les dan cuatro meses de vacaciones. Es una locura. Eso hace la diferencia. Acá no tenés el frío de

5


que en mi época no existieran los celulares. Sos vos el que te tenés que adaptar. ¿Qué culpa tienen ellos que tienen todo hoy? ¿Cómo hacés para envolverlos esa hora y media que vos los tenés?

túnel SET- OCT 2015

“Somos el milagro del fútbol mundial. Porque acá al jugador de fútbol se le brinda poco, y siguen saliendo; tienen muchas carencias, y siguen saliendo”. (Foto: RL)

6

Rusia, donde tenés que parar sí o sí porque no se puede jugar. Es nuestra idiosincrasia. Vos te parás en una esquina de Buenos Aires y hasta las mujeres te pechan, porque está todo el mundo apurado. Acá, en plena Ciudad Vieja, que está todo el mundo trabajando, van caminando despacio, con el termo y el mate. Eso lo trasladás al fútbol y ellos juegan como son en la vida. Vos venís de afuera, que estuviste activo y planteás una idea nueva y te dicen “tranquilo, tomate un mate y después vemos”. No es así. Después vienen los equipos de afuera y te comen.

“¿Y cómo puede ser que

A Europa fueron jugadores uruguayos de muy distintas características, de distintas funciones, de distintos estilos de juego. ¿Qué buscan y qué encuentran los clubes europeos en los futbolistas uruguayos? Lo que más buscan es la personalidad, y después saben que van a dejar todo. Esa es la característica del jugador uruguayo. Además, todos nosotros, incluso las nuevas generaciones, tenemos que agradecerle a Ruben Sosa, a Francescoli, al Pato Aguilera, a toda esa generación del noventa, que se fue a Italia después del mundial y que triunfó. Ellos nos abrieron puertas. Lo mismo que ahora Suárez, Cavani, etcétera. Toda esta generación está abriendo puertas a otros. Además la característica por la cual todos nos quieren es que el uruguayo no es traidor, va de frente. Esa es la característica que buscan. Primero tenés que ser buen jugador, pero además en Europa te analizan hasta tu familia para llevarte. Si sos un jugador complicado, no te quieren. Yo tampoco, como técnico, quiero jugadores complicados, porque te puede pudrir el plantel. Prefiero uno que juegue menos, pero que sea buen compañero, que sepa manejar el grupo.

tiene que tener el ojo para

haya equipos que no tengan lugar físico para los juveniles? Porque ya ni te hablo de primera, porque todo viene de abajo. Lo importante no es el técnico de la tercera, sino el de séptima, que decir ‘este puede llegar’. Ahí hay que apuntar. Entonces veo que el fútbol uruguayo va mejorando, pero muy lentamente”. ¿Qué técnicos te marcaron? Siempre digo lo mismo. Todo el mundo me pregunta por Menotti, por Lippi, tuve a Angelotti, a Capello, pero no me puedo olvidar de los juveniles, porque me dieron la formación. Allí tuve al Lito Luzardo, a Pepe Cruz, tuve seis meses a Ramón Silva, a Juan Duarte, a Quique Barrera, que murió. Tuve suerte, soy un convencido de que ellos en esa época eran docentes como de escuela. Subí a la 1ª de Peñarol con 18 años y estaba formado, tenía fundamentos, sabía jugar en varios sistemas. Hoy escuchás a los periodistas y te dicen que a los jugadores les faltan fundamentos, que les falta esto o lo otro. Es real que las generaciones cambiaron, pero ellos no tienen la culpa de

¿Puede ser que en tu generación los fundamentos se tuvieran porque se jugaba más a la pelota? Seguro. Por ejemplo, jugábamos en Trouville, donde estaba lleno de matorrales, allá abajo. Donde están los marineros. Eso te enseñaba, porque tenía la pelota y me venía a marcar él, y lo tenía que driblear a él, pero también al matorral. Jugabas en el árbol. O tirás una pared con la misma pared o con el cordón, para driblear. Eso te va marcando. Y además jugábamos con gente grande; yo, con quince años, jugaba con gente de treinta. ¿Tuviste una ventaja comparativa por venir de un hogar futbolístico importante? Sí, tuve un plus que otros no tienen. Porque de mi viejo sé vida y obra hasta el último detalle, y eso te enseña. Por decirte lo que se vive, tengo una hija de un año y ya patea la pelota. Tengo dos varones, además, y mi padre está todos los días en mi casa. Mis hijos tenían tres años y estaban mirando fútbol con mi padre. Mi viejo, que habla y habla, les va explicando jugadas, le preguntan, entonces tienen ese plus. No viste a tu viejo jugar. No, por desgracia. Cómo estás viendo el fútbol uruguayo a todos los niveles: formativas, selección, clubes…? ¿Tenés buenas sensaciones con el fútbol uruguayo? Yo acá en la época en que estaba jugando criticaba mucho en cuanto a las cosas que se podían mejorar. Creo que se puede mejorar mucho a nivel de infraestructura, que es lo más importante. A nivel deportivo, es como le digo a los italianos, somos el milagro del fútbol mundial. Porque acá al jugador de fútbol se le brinda poco, y siguen saliendo; tienen muchas carencias, y siguen saliendo. Va más allá de lo deportivo. Creo que Uruguay en los últimos treinta años vendió más que Argentina y Brasil. ¿Y cómo puede ser que haya equipos que no tengan lugar físico para los juveniles? Porque ya ni te hablo de primera, porque todo viene de abajo. Lo importante no es el técnico de la tercera, sino el de séptima, que tiene que tener el ojo para decir “este puede llegar”. Ahí hay que apuntar. Entonces veo que el fútbol uruguayo va mejorando, pero muy lentamente. Hay gente que se entrena en los canteros de las avenidas. ¡Con todo lo que se vendió


en este país! ¿De qué me estás hablando? Cuando estuve en la selección siempre critiqué todo eso. Si no teniendo nada, salen. Imaginate que el Maestro Tabárez organizó un poco la selección y todo lo que logró. Imaginátelo totalmente organizado. Obvio que no vas a tener el presupuesto de Argentina o Brasil, porque somos tres millones. No hay mercado acá para que vengan las grandes marcas. Pero andá acercándote de a poco. Vos tenés la materia prima, entonces, ¿por qué no invertís? Mirá como está Pichincha, mirá cómo está Nacional. Yo se lo decía a los dirigentes de Peñarol, y es normal que después te ganan en todas las juveniles. Recién ahora está mejorando Peñarol, pero llegó un momento que no ganaban un clásico. Incluso Nacional tiene una cancha de césped sintético para entrenar todo el año. Esa es el arma más grande que tiene que mejorar el fútbol uruguayo: tener un lugar físico. En tercera, por ejemplo, empezamos la pretemporada y el profe venía con la idea de hacer un trabajo físico y yo le decía: “Profe, averiguá si comieron, no sea cosa que le hagas un trabajo fuerte, los das vuelta, los matamos y nos tenemos que morir”. Entonces tenés que tener un lugar físico para hacer por lo menos el desayuno y una comida, que al menos al irse a la casa hayan tenido una comida. Por eso al técnico y al profe del fútbol uruguayo a nivel juvenil les doy para adelante como loco. Es milagroso lo que hacen. ¿En Europa los distintos profesores atacan diferentes problemas de entrenamiento? Claro, hay profes para los lesionados, uno para la evaluación. Manda uno y tiene colaboradores. ¿Y en los cuerpos técnicos de entrenadores? Hay varios, se ha agrandado mucho. Como en el mundial, que quedé duro: Van Gaal en Holanda y Peckerman en Colombia llevaron 22 personas en su cuerpo técnico. Hay una frase de Del Bosque que es verdad: “Ocho ojos ven mejor que dos”. Lo que pasa es que acá vos decís que trabajás con ocho personas y el presidente del club se muere, ¿y el presupuesto quién lo paga? Por eso a nivel mundial se trabaja así: arreglás un contrato y después lo dividís como querés. Tenemos que mejorar eso a nivel juvenil. Si con tan poco logramos tanto… Nos llenamos la boca con el campeonato del cincuenta, pero muchos de esos jugadores se murieron de hambre. En Europa eso no pasa. Si vos le diste algo al equipo o al país, olvidate. No sólo se encarga el Estado, también los clubes.

“Cuando me fui solo busqué pensar exclusivamente en el fútbol, no quise ninguna distracción. Lo mío era el fútbol, la gloria, triunfar y nada más”. (Foto: RL)

¿Vas a ver fútbol? ¿Hay cosas nuevas? No, cosas nuevas es difícil, pero creo que se puede mejorar. Por ejemplo, podés ir a ver buen fútbol a la cancha de Liverpool, Defensor, al Estadio, Danubio, la cancha de River, alguna otra, y después, ¿dónde podés hacer buen fútbol? Todo el mundo dice: “Hay que jugar de primera”. ¿Cómo de primera? Y por eso el fútbol se enlentece y te acostumbrás a eso. Donde entrenábamos en Peñarol, la cancha es un desastre, y te vas acostumbrando a jugar de esa manera: a pararla y pasarla permanentemente, te automatizás. ¿Qué decían del Tato López? Que tenía la llave del club Bohemios y, ¿qué hacía? Dos mil tiros por día. Movimiento, espejo… En el fútbol lo mismo: imaginate estar entrenando todos los días así. Me pica acá, tengo que ir a buscarla allá. Muchos técnicos dicen “para mejorar, repetición”. Esto es lo mismo: yo estoy repitiendo este movimiento: tac, tac y no como en Brasil o Argentina o en Europa: tac, que las canchas están divinas. ¿Qué hay de cierto en el dicho de que los italianos son los uruguayos de Europa? Por la manera de defender, por el famoso catenaccio. Comparto esa opinión. Creo que es más difícil jugar acá en Uruguay que en Argentina. Allí tenés más espacios. Desde afuera el fútbol uruguayo te parece fácil, pero jugarlo es como en Italia: es mañoso, se trabaja mucho tácticamente; para mí el entrenador uruguayo es muy bueno, está muy preparado, pero creo que es totalmente parecido. Por algo en la historia se han llevado muchos zagueros uruguayos. Y también ellos han ganado muchos títulos sin ser favoritos. Otra similitud con el fútbol uruguayo. Pero la camiseta de ellos pesa mucho en Europa. Son Alemania, Italia y Brasil. No

existe un mundial sin ellos. Como Peñarol y Nacional. ¿Qué opinás de la reacción de Zidane? Estuve con él porque vino a Punta del Este y a La Pedrera justo seis meses después del mundial, pero no le pregunté. Pero no puedo opinar de nadie, con todas las cosas que hice. ¿Vos bancabas cosas dentro de la cancha? No, porque yo no era de hablar y nunca me metía en situaciones para que hablaran de mi familia. Cuando empecé en tercera, te metés en YouTube y ya los pibitos sabían que yo tenía el récord de expulsiones. Y yo les decía: “Sí, ¿pero sabés cuál es la gran diferencia? Que a vos el otro día te echaron por protestar, a mí nunca me echaron por protestar, por pegar sí”. Tengo la escuela del Mudo (apodo de su padre), donde no pedís amarilla. En la época de tu padre, no se pedía, era mal visto entre los jugadores. Es que yo lo veo mal. Eso en la jerga de la calle es “mandar preso”. Pero hay que acostumbrarse. Hoy han pasado muchas eras: la era del bronce, la era del hielo, la era del humo. Si hoy no vendés humo se te hace difícil. Y a mí no me nace, me gusta pasar desapercibido. ¿Estás muy ansioso por trabajar? Ahora sí, pero la llevo bien. Si no entreno me vuelvo loco. Salgo a correr y no me canso. ¿Estás con Gustavo Méndez, también? No. Gustavo sigue en la oficina con Ricardo Canals. Yo me fui hace tres años. Estuve de representante, complicado, pero me sirvió para ir sabiendo cómo pensaban las nuevas generaciones. Aparte de que sos 7


técnico, existe la problemática social. Lo digo jodiendo pero es real: haceme ya una selección del fútbol uruguayo, de Avenida Italia hacia la costa. Nombrás a Fleurquin, a Forlán, a Morena, a Fernando Álvez, Sebastián Fernández. Después hacés mil selecciones uruguayas de Avenida Italia hacia el norte, pero no en las paralelas… Entonces, lo que aprendí es que tenés que hacer un día de padre, otro de hermano mayor, otro de tío y otro de madre. Por eso le doy mucho mérito al técnico de juveniles. ¿Y de qué táctica le querés hablar a un pibe que la madre cambia de tipo cada dos meses y lo manosea? ¿De qué táctica le podés hablar, cuando recién se enteró de que la madre es prostituta para que él pueda comer? Que le mataron al hermano, que el tío está preso, que el hermano menor está en el INAU, etcétera. ¿De qué les vas a hablar si con quince años tienen más calle que vos? Te prenden un cigarro al lado de una garrafa. En Europa, socialmente, ¿de dónde son las “canteras”? Totalmente distinto. En Italia, cuando dicen que hay crisis, yo les digo: “Para nosotros la crisis significa no poder llenar la heladera, para vos es no poder cambiar el auto, o veranear un mes como antes, o no poder comprarte la ropa de marca”. ¿Qué me hablás de crisis? Cuando vienen mis amigos italianos los llevo a ver de cerca la crisis verdadera: los llevo al Borro. Esto es crisis.

túnel SET- OCT 2015

¿Hiciste buenas amistades futbolísticas allá? ¿Con Zidane son amigos? Sí, a veces cuando viajo voy a comer con

8

El entrenamiento de la velocidad Los factores relacionados con la velocidad de ejecución que determinan el rendimiento. De Gilles Cometti, profesor de la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad de Bourgogne, Francia.

él. Sí quedé con amistades, sobre todo con extranjeros. Será porque vos venís de lejos y entonces te juntás más. Me llevé muy bien con yugoslavos, croatas; no tuve problemas con nadie, pero me sentía cerca con los yugoslavos o croatas, que sufrieron mucho, teníamos muchas cosas en común. Tenía compañeros que se querían ir a la guerra, que les mataron un pariente. ¿Futbolistas notables que hayas visto? Tuve la suerte de jugar con Zidane, contra Ronaldo. ¿Es bravo de marcar al gordo? Sí, aparte lo agarramos en una época que estaba sanito, cuando llegó al Inter. Tuve la suerte de jugar con Edgar Davids, con Del Piero. Cuando llegué al Atalanta, a los dos meses jugamos contra el Milan de los holandeses. Jugaban Gullit, Varese, Maldini, Rikjaard. No la tocamos ni con la mano, no pasamos la mitad de la cancha. Ahí tuviste problemas con la hinchada. Sí tuve problemas con la hinchada, porque bajamos a la B y el técnico se la agarró conmigo. Declaró que yo hice todo como para bajar. Mentira: yo tenía veinte años, no teníamos ni para un té en casa. Y ahí menos mal que estaba mi viejo, si no, me mataban. Se enteró de que los jefes de la hinchada del Atalanta (que es una de las hinchadas más pesadas de Italia) paraban atrás y un día fue y les dijo: “¿Quién es el jefe acá?”. Se presentó y les dijo: “Soy el padre de Paolo Montero, si cualquiera toca a mi hijo, yo te pego a vos”. Tenía 50 años entonces.

Manual ACSM para la valoración y prescripción del ejercicio Un libro de referencia en la medicina y ciencia del deporte, y en el campo de la salud y la condición física. Del Colegio Americano de Medicina del Deporte.

Gestión y Organización de un Evento Deportivo Este libro es una auténtica guía metodológica para investigadores, diseñadores de eventos y directores de operaciones. De Michel Desbordes y Julien Falgoux, con prólogo de Michel Platini.

¿Cuál fue el jugador italiano más difícil de marcar? En esa época estaban los mejores. El que más me complicó fue Montella, el que era técnico de la Fiorentina. Pero jugué contra Vieri, contra Totti, contra Vialli, Roberto Baggio. Tuve suerte, ligué como un caballo en esa época. En ese momento, en los años que yo jugué, hubo como nueve finales de Champions, estaba la Copa Uefa, y eran todos italianos: estaba la Lazio, el Inter, la Fiorentina, el Parma, la Juve, el Milan. Hacé de cuenta que todos los jugadores que hoy están repartidos entre Inglaterra, Francia y España estaban en Italia. ¿Se debilitó la liga un poco por el problema de las apuestas y del descenso de la Juventus? Puede ser, sí. Pero también por el tema de impuestos, de que no se paga más como antes. Aparecieron los equipos árabes y los rusos, entonces muchos jugadores extranjeros prefieren ir a jugar allí porque pagan mucho. ¿San Lorenzo? Como nosotros mamamos siempre el fútbol argentino quería cumplir un sueño, pero me fue mal en San Lorenzo a nivel de lesiones, entonces me quisieron renovar el contrato, pero ahí decidí volver y fui tomando la idea de que me retiraba. Vine a cumplir con la palabra de retirarme en Peñarol; perdimos la final con Danubio por penales y ni lo pensé: llegué a casa y le dije a mi esposa “no juego más”.

Medicina del Fútbol La opinión de los mejores especialistas a nivel mundial sobre los problemas médicos más importantes, habituales y específicos del fútbol. De William Garret, Donald Kirkendall y Robert Contiguglia.

_Pedro Cribari

Marketing Deportivo en 13 historias Cómo idear o mejorar sus proyectos en el ámbito deportivo un iendo la experiencia de los autores con la teoría y estudios sobre marketing en los servicios deportivos. Coordinador: Alberto Blázquez Manzano.


Túnel edita sus memorias futbolísticas

“El último gol”, el libro de Hamlet Tabárez Hamlet Tabárez, ex futbolista de Racing, Defensor, Colón de Santa Fe, Deportivo Galicia de Venezuela, también de la selección uruguaya que disputó el Preolímpico de 1964 en Lima, cuenta en el libro El último gol, de próxima edición, sus memorias en campitos, canchas, vestuarios y concentraciones. Sus “no olvidos”, como Tabárez gusta llamar, alcanzan a decenas de figuras protagónicas del fútbol uruguayo y sudamericanos de todas las épocas, en especial de los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando el popular Joroba jugó y representó a los futbolistas como dirigente de la Mutual. A modo de adelanto transcribimos el capítulo dedicado a José Ricardo de León, uno de los técnicos que tuvo en su carrera, “el mejor”, de acuerdo a lo que se desprende de su relato. El Profe De León Siempre va a faltar algo que escribir del Profe porque él fue una fuente inagotable de enseñanzas y valores en el fútbol. Voy a tratar de recordar algunas, de las que yo estaba presente, porque si fuera a poner las que me contaron, sería imposible. No quiero apartarme de lo que me propuse, contar lo que yo viví y cómo lo interpreté. Cuando José Ricardo de León vino a Defensor en 1971, veníamos de jugar un repechaje para permanecer en Primera, teniendo un cuadro con jugadores como José Pepe Sasía, Héctor Cholo Demarco,

Mario Cala Méndez, José Urruzmendi, entre otros. Se incorporaron el Gato Omar Mondada, Walter Cufré, el Chaira Gustavito León; subieron de la tercera a Miguel Puppo, al Pichu Rodolfo Rodríguez, al Canarito Cáceres y se afirmaron en Primera el Quico Salomón, Gustavo de Simone y el Bolita Arispe. Ganamos el repechaje. Quedamos en Primera y listos para recibir a un nuevo técnico, porque el Viejo Alejandro Morales también se retiraba, al igual que el Pepe y el Cholo, dos grandes de verdad, como

Hamlet Tabárez, 1967, en la Primera de Racing.

jugadores, como compañeros, como ejemplo para los que vinimos después. Sasía y Demarco, garra y calidad. Los tres, leyenda en Defensor. Entre los entrenadores que sonaban estaba el Profe, yo no lo conocía personalmente pero alguno de los compañeros lo habían tenido en las inferiores de Nacional, en donde trabajó con el recordado San Vicente, y decían que era tremendo tipo, técnico y profesor de Educación Física. Algunos directivos dudaban entre traerlo a él o al Colorado Etchegoyen, quien me había dirigido en

9


túnel SET- OCT 2015

Primer partido de Tabárez jugando por Defensor ante su querido Racing. A su derecha Mario Ferrer, a su izq. Miguel Sesser (1969).

10

Colón de Santa Fe, por lo que uno de ellos me preguntó cómo trabajaba. Yo le dije que muy bien, no sólo por ese código de no darle p’atrás a nadie, sino porque era verdad. El dirigente también me dijo que estaban pensando en Ricardo de León, pero tenía dos contras: era borracho y comunista. Como se podrán imaginar, eso me decidió a apoyarlo sin conocerlo. Así lo hablamos con los compañeros, por suerte para nosotros y para la viola, los directivos sensatos de Defensor, que eran mayoría, se decidieron por él porque allí se plantó la semilla que floreció en 1976 con Defensor campeón uruguayo bajo su batuta. Cuando comenzamos los entrenamientos con los dos compañeros que más hicieron honor a la palabra –el profesor Julito Gioscia, preparador físico, y José Ricardo de León, entrenador– nos debían plata del campeonato anterior, primas y premios, varios teníamos que renovar contrato y no se hablaba nada de la guita. Consideramos no entrenar más hasta que nos pagaran, no era ningún capricho, había compañeros que no podían pagar el alquiler, la escuela y comida de sus hijos; y no como creían algunos, que éramos privilegiados porque nos pagaban por jugar al fútbol. Se lo planteamos al Profe y él nos dijo: “No entrenen más en el club, peleen por lo suyo”, sin pensar en él ni en su laburo. De acuerdo con ellos dos, dejamos de entrenar en el club, lo hacíamos por nuestra cuenta en la vieja cancha de Salud Pública de Ramón Anador y Larrañaga y ellos nos daban las instrucciones para los trabajos de cada día. Faltaban dos semanas para comenzar el Campeonato Uruguayo

Delantera uruguaya en el Preolímpico de Lima en 1964: Raúl González (Peñarol), Hamlet Tabárez (Racing), Capincho Raúl Avellaneda (Nacional), Morrongo Villalba (Peñarol) y Sordo Nelson Fontora (Cerro).

y los dirigentes comenzaron el trabajo del “divide y triunfarás”. Nos llamaban de a uno para arreglar y la repuesta era la misma: “Hasta que no pongan al día a todos, no arreglamos”. Inspirados por el Profe, por sus miradas, sus gestos y sus silencios que decían tanto, nos manteníamos firmes. De esos momentos recuerdo algunas cosas graciosas. Cuando los dirigentes al fin nos llamaron para arreglar, querían que nombráramos dos delegados que se reunirían con la Directiva. Nosotros, resabiados, exigimos ir todo el plantel, no cabíamos en la sala de la Junta Directiva y hablábamos como los sobrinos del Pato Donald, un poco cada uno. Pero, en ese momento, dada la relación entre dirigentes y jugadores, la cosa no era tan graciosa. Tras todos esos días de no entrenar en el club, de paro, por supuesto que cobrábamos menos, por lo que conseguimos un préstamo en la Mutual (tráfico de influencias, porque yo era secretario del gremio) para cubrir las necesidades más elementales de los

Siempre va a faltar algo que escribir del Profe De León porque él fue una fuente inagotable de enseñanzas y valores en el fútbol.

compañeros. Nos reuníamos antes de entrenar y la pregunta era: “¿Quién necesita guita?” y los que realmente no necesitaban se aguantaban piola. En una de esas, cuando ya llevábamos como veinte días de aguante, le pregunté al Pelado Gervasio Ramilo: –¿Pelado, necesitás? –y él, con una sonrisa, me responde: –No, Joroba, mientras no se acabe la mortadela... pa’ delante. En 1972 nos reencontramos en Venezuela en el Galicia, los dos nos quedamos, él vive en Puerto Ordaz, nos vemos poco, pero cuando lo hacemos es como si no hubiéramos dejado de vernos, nos tomamos un vino con gaseosa y le pregunto: “¿Todavía te queda mortadela?”. Ante nuestra posición, los dirigentes consideraron empezar el campeonato con jugadores de tercera y cuarta, entre los que estaban Tato Ortiz, Daniel Bartolotta, Rodolfo Pichu Rodríguez, Miguel Puppo y como “vocero” (ya tenía boquilla de sobra) Paco Casal. Cuando los citaron para comunicarles la decisión, pensando que por jugar en Primera iban a aceptar, los “guachos”, actuando como hombres, les contestaron que no, que no jugaban. Nosotros, para no ser menos, le agregamos a nuestro planteamiento inicial que también se pusieran al día con los gurises y levantábamos la huelga. En honor a la verdad, los dirigentes de Defensor hicieron el esfuerzo, reconocieron la justicia de nuestro reclamo y solucionaron el tema. El ambiente era espeso cuando no ganamos los primeros cuatro partidos del campeonato (empatamos dos y perdimos dos).


Los que jugábamos en el medio fuimos los más favorecidos con la llegada del Profe, recuerdo que en una de las primeras charlas nos dice: “Los defensores y los delanteros les tendrían que dar parte de su sueldo a los del medio porque son los únicos que corren todo el partido”.

Un martes, como siempre lo hacía en el primer día de práctica de la semana, el Profe dio la formación del equipo para el próximo partido. Y en la charla nos dice: “Bueno muchachos, si el domingo no ganamos (pensamos que se iba), vamos a comer un asado a la chacra” (que él tenía cerca de Montevideo), concluyó con sorprendente serenidad. Empatamos y fuimos a comer el asado. Después de ese partido no perdimos más y terminamos cuartos. Pasamos el día en la chacra, en donde el Profe había construido dos canchas. Era una tarde lluviosa, y la vecina de la bodega de al lado nos hizo tortas fritas que devoramos entre mates y canciones de murga. Al regresar, la mayoría en el ómnibus de Copsa, llevaba una damajuana de vino casero comprada por el Profe abajo del brazo. Cuando nos mostró las dos canchas, a mí me llamó la atención que la más mala tenía luces y la buena no. Le pregunté el porqué. Sonriendo me dice: “Sos buen observador, por eso te digo que escribas de fútbol, ¿sabés por qué? porque los jugadores de fútbol no trabajan, pueden venir de día y los laburantes son los que necesitan luz para jugar de noche”. En otro capítulo les conté un gol que nos hizo Nilo Acuña, de Peñarol, estando el línea con la bandera levantada. En el vestuario, Jorge Franzini, el presidente del club, único directivo que el Profe dejaba entrar al vestuario después de los partidos, caliente porque con ese gol nos ganaron, reclamaba: “Parecen giles, ninguno reclamó”. El Bolita Arispe le contestó: “Gil sos vos”. Se relajaron a los gritos, nosotros, que estábamos

El Profe De León (izq.) cuando dirigió a Rosario Central, en visita en Caracas. A su lado Hamlet Tabárez, el Prof. Julio Gioscia, preparador físico del equipo argentino, y Fernando Soria, arquero de Defensor en la década de 1960.

en las duchas, salimos a ver qué pasaba. El Profe, tranquilo, observaba callado. Cuando perdíamos, se quedaba en el vestuario hasta que salíamos; si ganábamos, se iba. Franzini le dijo al Bola: “Vos no te ponés más la camiseta de Defensor”. Se calmó la cosa y nos fuimos preocupados por lo sucedido. El martes, antes del entrenamiento, hablamos que si sancionaban al Bolita, nosotros íbamos a ser solidarios con él llegando incluso a no jugar. Cuando llegó el Profe, nos reunió para dar la alineación y dijo: “El equipo del domingo no lo tengo (empezamos a mirarnos de reojo, desconfiados), pero ¡el que sí va a jugar es Arispe! y puede que sea el capitán”. Pensamos: “A este viejo lo echan junto con el Bolita”, pero jugó y no tuvo ningún problema, tanto que en el 76 fue campeón con Defensor. Si el Profe le decía al Bola que se tirara de cabeza por la ventana de la concentración, ¡lo hacía! Hablando de la concentración, a los casados los dejaba quedarse en la casa,

si querían. Después de los partidos, nos quedábamos, comíamos un asado, nos acostábamos a dormir, y en la mañana cuando nos despertábamos, nos íbamos. En todas las noches que compartimos con él, nunca nos mandó a dormir, nos decía buenas noches y se iba a su cuarto; a los quince minutos, estábamos todos acostados. Los que jugábamos en el medio fuimos los más favorecidos con la llegada del Profe, recuerdo que en una de las primeras charlas nos dijo: “Los defensores y los delanteros les tendrían que dar parte de su sueldo a los del medio porque son los únicos que corren todo el partido, mientras ustedes, atrás y adelante, esperan parados, no va más; cuando la tenga el otro cuadro, vamos a marcar todos (pressing a la pelota y recuperación, dicen ahora). Para demostrarlo, en una práctica, sacó al Flaco Walter Gassire del arco, llevó una silla, se sentó y nos mandó marcar. “No dejen patear porque si lo hacen es gol”. Lo hicimos y nos convencimos de que era como él decía. 11


Foto: Leonidas Martínez.

Uruguay y su dificultad en las ELIMINATORIAS: ¿mito o realidad?

El que quiere celeste que le cueste

túnel SET- OCT 2015

Las clasificatorias para la Copa del Mundo para la selección uruguaya de fútbol comenzaron previo a la organización de Suecia 58 y de pique nos fueron adversas. Desde ese momento se comenzó a entretejer la idea de que el formato de competición –el antiguo y el actual– no favorece a Uruguay y “nos cuesta”. De quince participaciones en la fase clasificatoria para los mundiales Uruguay entró en nueve. Que son difíciles es verdad, ¿pero por qué habríamos de clasificar siempre?

12

Las clasificatorias en América del Sur son parejas y la dificultad está en el nivel de los equipos que la disputan, la distancia y los tiempos necesarios para organizar los viajes, que además de extensos son cansadores y en muchos casos con escalas. La localía es importantísima e históricamente se han utilizado distintas artimañas para amedrentar a las selecciones visitantes. En el caso específico de Uruguay, por la elegibilidad de futbolistas (cantidad y calidad), en los torneos en los que se junta un grupo con un tiempo de trabajo

considerable la selección suele obtener mejores resultados. En el caso de brasileños y argentinos, sus posibilidades (población, cantidad de jugadores elegibles) se potencian por sus individualidades, y es el diferencial con respecto a los demás países. Históricamente estamos detrás de Brasil y Argentina en lo que respecta a participación en los mundiales. El tercer lugar en el podio es uruguayo. La primera vez que se jugó una clasificatoria de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol)

fue para el Mundial de Suiza 1954 pero Uruguay, en tanto campeón del mundo en Brasil 1950, no necesitó competir para ir. La primera vez para los celestes llegó en la antesala del Mundial de Suecia 1958 y a la selección nacional le tocó quedar afuera. Julio Osaba, profesor de historia e investigador de la Biblioteca Nacional, tiene una teoría acerca del rendimiento de la celeste en la historia de las clasificatorias para los mundiales: “Esa idea de que nos va mal en las clasificatorias desde el punto de vista exclusivamente numérico podría


ser rebatida. El 58 es como una fecha que matriza esa idea que tenemos sobre las clasificatorias complicadas, porque la primera vez que Uruguay las jugó quedó eliminado. Lo que se llamó el ‘Desastre de Puerto Sajonia’, cuando Uruguay perdió por goleada con Paraguay. Empató con Colombia allá, perdió con Paraguay en Asunción y quedó eliminado del Mundial de Suecia. Después, de corrido, vamos a cuatro mundiales: Chile 62, Inglaterra 66, México 70 y Alemania 74”. El Vasco Santiago Ostolaza como futbolista, además de Juegos Panamericanos y Copa América, disputó dos clasificatorias con la camiseta de Uruguay en el pecho. Se clasificó en una de ellas, para el Mundial de Italia 1990, pero en Estados Unidos 1994 Uruguay no se hizo presente. “Lo más difícil que me tocó jugar fue la clasificatoria. Me parece que se manejan muchas cosas: intereses de parte de todo el

mundo por estar en un Mundial, te diría que hasta intereses políticos. El pueblo queda feliz si el país va a estar representado en el Mundial. Hay presiones y aspectos extrafutbolísticos que se manejan: no te dejan dormir, tratan de perturbarte previo al partido, te molestan cuando llegás al vestuario, tratan de incomodarte en lo que puedan. Después está el partido adentro de la cancha, claro”, le dijo Ostolaza a Túnel. Las copas del mundo de Argentina 1978 y España 1982 Uruguay las mira desde afuera, algo que no pasaba desde Suecia 58. Cuando tuvimos el Mundial del otro lado del Río de la Plata la competición sudamericana se dividió en tres grupos, de los cuales saldrían tres clasificados que jugarían una segunda ronda para que dos se sumen al organizador, Argentina, y otro juegue el repechaje ante un equipo europeo. Brasil, Bolivia y Perú pasaron a segunda fase como ganadores de sus grupos y luego

Fuera del globo “El Profe Ricardo Piñeyrúa dijo hace poco que hoy en día no ir a un Mundial es estar en Siberia. Y algo de eso hay: no estar en un Mundial hoy es estar fuera del mundo. Debería ser una empresa ir a un Mundial, una política de Estado. Sin ninguna duda y con muchísimo respeto por los deportistas que se rompen el lomo en los deportes menores. La próxima clasificatoria va a ser muy difícil. Siempre repetimos la frase de que somos chicos, y la dimos vuelta, ya la usamos para ensalzarnos y no nos damos cuenta de la cantidad de jugadores elegibles. No tenés tres millones de jugadores elegibles, son muy pocos. El mérito de [Óscar Washington] Tabárez, más allá de lo deportivo, es casi autonomizar la selección del fútbol uruguayo. Y dentro del fútbol uruguayo le quieren meter mano porque la selección se ha transformado en un producto económicamente viable. Esa cuasi autonomía le ha permitido armar una estructura de trabajo de primer nivel, que hace lo que se hace en el mundo. Acá nadie quiere tomar medidas de fondo para buscar un fútbol uruguayo local interno viable y competitivo”, afirmó Julio Osaba.

brasileños e incaicos sacaron pasaje directo para el Mundial del dictador argentino Jorge Rafael Videla. Bolivia, que jugó el repechaje ante Hungría, perdió 6-0 en Budapest y 3-2 en Lima. Los bolivianos para llegar a esa instancia quedaron por encima de Uruguay en el terrible grupo 2. En Caracas la selección empató 1-1 ante Venezuela y en La Paz fue derrota 1-0 ante Bolivia. Las chances se hipotecaron como visitantes. Luego, en Montevideo el triunfo 2-0 ante la vino tinto, y el 27 de marzo de 1977 el estadio Centenario vio el empate 2-2 contra Bolivia. La clasificación fue para los del altiplano. Para el Mundial de España 82 la selección uruguaya integró el grupo 2 junto a Perú y Colombia. El Perú de Teófilo Cubillas y Juan Carlos Oblitas fue el ganador de la serie y sacó pasaje para España. Uruguay se ubicó segundo con 4 puntos, por delante de Colombia, que sumó 2 unidades. En Montevideo la celeste derrotó a Colombia 3-2 y perdió con Perú 2-1, mientras que en Lima y Bogotá empató 0-0 y 1-1. Los otros clasificados fueron Brasil, por el grupo 1, y Chile, por el grupo 3, que se sumaron al campeón vigente, Argentina. Luego llegarían los mundiales de México 1986 e Italia 1990, de los que Uruguay participó, pero el camino ha sido sinuoso. “Llegar a Colombia, Bolivia, Ecuador y Venezuela se hacía muy complicado. Ahora ha cambiado, te ponen un chárter y se puede viajar más tranquilo. Antes era más problemático, ahora la forma de disputa es diferente y ya no es tan difícil”, dice el Vasco Ostolaza, que agrega: “No tenemos un estilo de juego que tal

13


Foto: Leonidas Martínez

Julio Osaba: “Esa idea de que nos va mal en las clasificatorias desde el punto de vista exclusivamente numérico podría ser rebatida. El 58 es como una fecha que matriza esa idea que tenemos sobre las clasificatorias complicadas, porque la primera vez que Uruguay las juega queda eliminado. Lo que se llamó el ‘Desastre de Puerto Sajonia’,

vez emparde a Argentina o a Brasil. Más que nada en la fisonomía de juego. Somos más como Paraguay: amor propio, ganas, ganar duelos individuales. El futbolista uruguayo cuando puede estar junto, entrenando durante un tiempo, va creando un compromiso mayor, la responsabilidad se acrecienta”. La pregunta de sus ojos En estas quince clasificatorias que jugó Uruguay el parte aguas es entre 1994 y 1998, cuando cambia la forma de disputa. Para la Copa del Mundo de Francia 1998 se empezó a jugar el actual calendario de todos contra todos a dos ruedas. En 1994 la Conmebol dividió la competición en

dos grupos. Uruguay fue emparejado en el grupo B con Brasil (primero, 12 puntos), Bolivia (segundo, 11 puntos), Ecuador (cuarto, 5 puntos) y Venezuela (quinto, 2 puntos). La selección nacional se ubicó tercera con 10 unidades y quedó afuera del Mundial aquella noche de setiembre de 1993 en Maracaná. Vengamos más acá en el tiempo. Desde 1998 a 2014 Uruguay jugó cinco clasificatorias. Para 1998 terminó séptimo en nueve selecciones; en las otras cuatro terminó quinto de diez o de nueve en todas: Corea - Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010 y Brasil 2014. En esas cuatro instancias jugó los repechajes: ganó tres y perdió uno. La historia más reciente

túnel SET- OCT 2015

cuando Uruguay perdió por goleada con Paraguay. Empató con Colombia allá, perdió con Paraguay en Asunción y quedó eliminado del Mundial de Suecia. Después, de corrido, vamos a cuatro Mundiales: Chile 62, Inglaterra 66, México 70 y Alemania 74”. 14

Un problema con altura “Son partidos que los tenés que ir a sufrir. Por más que se quiera hacer un acondicionamiento, una preparación previa al juego, es difícil aclimatarse a la altura de La Paz, a la velocidad de la pelota, a lo que se siente. Yo sentí un dolor de cabeza enorme, me salía sangre por la nariz, y lógicamente que tenía un malestar horrible, estaba deseando que terminara el partido. A pesar de que va a ser un partido duro, va a haber una estrategia de parte del entrenador: correr menos, no tener muchos ahogos porque no te recuperás. Eso se puede preparar previo al partido, pero lo que sentís ahí arriba, por experiencia personal, es malestar”, subrayó Santiago Ostolaza sobre la visita de Uruguay al Hernando Siles de La Paz para enfrentar a Bolivia en el comienzo de las clasificatorias para el Mundial de Rusia 2018, en octubre.


indica que de cinco mundiales Uruguay jugó tres (repechaje ante Australia, Costa Rica y Jordania) y quedó afuera en dos (Francia 1998 y Alemania 2006, repechaje ante Australia). En la historia anterior jugó diez clasificatorias en sistema de grupos, por lo general siempre de tres selecciones y hay un par de excepciones que son la de Chile 62 (partido único con Bolivia) y la de Estados Unidos 94 (un grupo de cuatro y un grupo de cinco). Con ese formato de diez posibilidades Uruguay clasificó seis veces y no fue al Mundial en cuatro ocasiones. Conclusión: la selección uruguaya de fútbol clasificó más veces de lo que quedó afuera. “¿Por qué habríamos de clasificar siempre? Sobre todo desde 1950 para acá. Capaz ahí lo que entra a jugar es la autoimagen que tenemos. O sea, la imagen de nosotros mismos que hemos construido históricamente con respecto a lo que Uruguay tiene que ser en el mundo del fútbol. Después de veinte años, en un formato todos contra todos a dos ruedas, el quinto puesto es nuestro lugar. Una de las cosas que habría que investigar sería: cuando no fuimos, ¿por qué no fuimos? Y

cuando clasificaste, ¿por qué clasificaste?”, se pregunta Julio Osaba en conversación con Túnel. Lo que se viene El sorteo que se realizó en el Palacio de Constantino, en San Petersburgo, Rusia, determinó que en octubre comienza un nuevo sueño mundialista para el Uruguay de Tabárez. Con el conocimiento previo y la experiencia que se viene alimentando desde 2006, la selección empezará a transitar su camino en octubre, cuando tenga que enfrentar a Bolivia en La Paz y a Colombia en Montevideo. El 2015 terminará con la visita a Quito para medirse ante Ecuador y la llegada de Chile, el campeón de América, al Centenario. Después serán seis los partidos durante 2016 y ocho en 2017. Será largo y trabajoso. Tal vez haya que sudar y sufrir y –por qué no– pensar en un nuevo repechaje ante una selección de la Confederación de Fútbol de Oceanía. El objetivo es estar en Rusia y que Uruguay esté representado en un Mundial por tercera vez consecutiva: “Los uruguayos

deberíamos estar agradecidos del fútbol que tenemos. A pesar de la entrega del fútbol a privados que los clubes han decidido hacer desde el 98 y ahora hasta 2025; a pesar de que la mayoría de los jugadores, ya no los mejores, se van a jugar al exterior; a pesar de que nuestros clubes empiecen una competición internacional sin partidos oficiales jugados; a pesar de eso tenemos una estructura de selección que nos ha permitido equipararnos con los demás. Yo creo que Uruguay tiene que estar orgulloso de la cultura futbolística que tiene en el sentido que habla Tabárez siempre. Para ser más radical, ¿por qué Uruguay tiene que ganar una medalla en los Panamericanos? ¿Porque son uruguayos? ¿Uruguay tiene que tener una política de deportistas de alto rendimiento para ganar medallas? Yo no estoy convencido de eso. Me convence más una postergada –desde que se creó la Comisión Nacional de Educación Física en 1910– política nacional de deporte como práctica saludable”, cierra Osaba. _Juan Aldecoa

15


Brian Lozano, EL DE LOS GOLES ESPECTACULARES

túnel SET- OCT 2015

El fútbol vivido como diversión

Llueve que da miedo. Hace días que el cielo está gris y por más que nos digan una y otra vez que estamos en invierno y que es lo que tiene que ser, no nos consolamos. Batlle y Ordóñez e Instrucciones es la esquina marcada. Uno con paraguas, el otro prefiere mojarse. La cita es con Brian Lozano, a tres cuadras de esa esquina. Hay una escalera que da pase a un pasillo interno. En una pared se lee “Brian”. Tras el sonido de las palmas, salen en fila a abrir el portón la madre y el abuelo. Sobre la mesa de madera un mantel de hule; sobre el mantel, un mate recién hecho. Mientras, Brian duerme o se despierta. Es el día después del partido ante Bolívar. Desde esa noche confirmatoria de su gran momento futbolístico que tuvo su clímax en los Panamericanos, no ha dejado de convertir goles y protagonizar jugadas que provocan asombro y admiración en propios y ajenos. ****


Foto: AndrĂŠs Cribari.


“En Defensor crecí futbolísticamente. Empecé a entrenar y por suerte pude desarrollarme ahí. Me acuerdo del debut en el Estadio, lleno. Fue contra Peñarol y fue muy lindo. Eso te queda para toda la vida. Esa semana justo me había incorporado a entrenar en primera”. “No había hecho proceso de selección antes. Me llamaron y por una parte me sorprendió, pero por otra parte no, porque creo que hice un año muy bueno”. (Foto: AC)

Lozano tiene 21 años y un tatuaje tribal en el brazo izquierdo. De su cuello cuelga una cadena gruesa de plata con una cruz. Se sienta en la silla de la esquina, que antes estaba ocupada por la madre, contra la ventana. Ahora la madre está parada detrás nuestro, tomando mate. En el comedor, una mesa, tres sillas y un mural que cubre la mitad de la pared desde el techo hasta la mesa, con Brian pateando un tiro libre, el Huevo con los brazos en jarra, Lozano picando por la punta, el 10 de Defensor Sporting en varios lugares de la cancha. Al golpe de vista, en el mural resulta muy parecido a Giorgian de Arrascaeta. De hecho, el año pasado en el Franzini lo confundimos con él: “Me han dicho sí que somos parecidos. Compartí muchas juveniles y en primera compartí un semestre con él, hasta que se fue. Seguimos en contacto, él hace poco me escribió, felicitándome por los Panamericanos”. Al costado, dos camisetas cuelgan de la pared: la 10 violeta y la 18 de Uruguay con la firma de todos sus compañeros de selección. En la esquina de la izquierda, por

donde va el hombro casi, está la de Erick Cabaco y a la derecha, como en diagonal, cerca del dorsal, se lee la de Fabricio Formiliano. “En baby fútbol empecé en Tacurú a los diez años. Me llevó un amigo que iba a jugar siempre y como estábamos juntos en la escuela, me pidió que lo acompañara. Yo le dije que lo iba a ir a mirar y el técnico, el Peluca, le decían, me dijo que me metiera y me puse a entrenar. Le dije a mi padre que me había gustado y empecé a ir. Y me quedé. Después de Tacurú –de camiseta blanca y celeste–, me fui a Bella Vista, en 2010, porque iban muchos compañeros míos y hubo un profe que se llevó compañeros para ese cuadro. Me dijeron los horarios de práctica, le conté a mi padre y me dejó ir. Jugué de lateral derecho y después me pusieron de cinco. Más tarde me pusieron arriba”. Estuvo en Bella Vista hasta quinta división. Para ir a entrenar se tomaba tres ómnibus, cuando había plata para el boleto. Si no, iba en bicicleta. “Hablé con mi padre, porque no podía ir al liceo y jugar. Y me dijo que eligiera y que me iba a apoyar.

túnel SET- OCT 2015

Hablando de maestros

18

Brian fue convocado para ser parte del equipo de la selección para los partidos amistosos contra Panamá y Costa Rica. Será su primera experiencia con el plantel mayor. Antes de enterarse de eso, nos habló sobre el maestro Tabárez. “Lo conocí cuando dio una charla y estuvo en entrenamientos. Se viene trabajando hace mucho y no es fácil poder llegar ahí porque ya es un proceso armado que lleva mucho tiempo, y ahora hay jugadores que antes no estaban, pero el maestro ha hecho un trabajo increíble en la selección. Quedé fuera de la sub 20 porque me pasaba por un año. Y sobre la sub 17, la que salió vicecampeona en México, Gustavo Ferreira (ayudante técnico de Fabián Coito) me dijo que ellos me habían mirado, que les gustaba cómo jugaba –yo estaba en Bella Vista todavía– pero había jugadores que tenían las mismas condiciones que yo, pero con más físico, y eso fue lo que no me dejó estar ahí. Me gustan Suárez, Godín, Josema y Giorgian. Son todos buenos”.

Fui un tiempo al liceo nocturno a cursar primero pero se me complicó y dejé”. A sus 14 años, el técnico le avisó que un contratista lo iría a ver jugar. Desde entonces, “lo maneja” Ruben Pocho Navarro, de la empresa de Flavio Perchman. “Me maneja desde que arranqué en Bella Vista. El técnico me dijo que me iba a ver una persona y me fue bien, hice dos goles en ese partido y ahí vino a mi casa, habló con mi padre y le dijo que me quería representar. Me llevó a Argentina también. Fui a probarme a Boca Juniors. Fue una experiencia relinda. Entrené y la gente de Boca estaba interesada en mí pero quería que aumentara de peso porque era muy chiquito y flaquito. Vi al Tata González, a Ibarra, a Palermo. A Riquelme lo vi de lejos, en la cancha, pero no hablé con él. En Boca lo que me pasó es que tuve que venir a seguir trabajando. De por sí era chico, genéticamente, y por suerte pude crecer un poco más porque estoy trabajando mejor. Llegué a Defensor y me hicieron diferentes entrenamientos. Eran con ejercicios de musculación y te metían en la sala a trabajar. No me cuelgo mucho con eso, trato de hacer los ejercicios, pero no es que me cuelga sino que es obligatorio. Por lo general, llego a la práctica y hacemos monito y jugamos con la pelota. Eso sí me gusta”. A Defensor Sporting terminó llegando en dupla con el Torito Gabriel Fernández y Brian lo cuenta como un paso más en su camino. “Jugamos un partido contra Defensor Sporting y quedaron interesados en el Torito Fernández. Lo fueron a buscar y vieron la posibilidad de llevarnos a los dos, y nos llevaron”. Pero querían al Torito primero. Llegó a la quinta división de Defensor. En el equipo estaban Giorgian


de Arrascaeta, Martín Rabuñal, Diego Viera, Gastón Silva y Leo Pais. “El Torito no tuvo la suerte de tener muchos minutos en primera y se tuvo que ir. Es increíble la manera en que lo dejan ir. Es tremendo jugador. El fútbol es así, tiene momentos. Hoy estás ahí y al otro día te toca irte”. Para ir a entrenar ahora se suma al auto de Martín Rabuñal, que lo pasa a buscar. Antes se tomaba el 195, el 109 y el 149. Cuando no tenía para el boleto, el padre le decía que tenía que ir igual. “Mi padre siempre estuvo”. **** En Defensor Sporting tuvo su debut el 6 de setiembre de 2014. A los 78 minutos de partido, entró por Nicolás Olivera. El rival fue Peñarol y empataron 0-0. Su primer gol lo hizo a los quince días en el segundo partido, contra Juventud de las Piedras. “En Defensor crecí futbolísticamente. Empecé a entrenar y por suerte pude desarrollarme ahí. Me acuerdo del debut en el Estadio, lleno. Fue contra Peñarol y fue muy lindo. Eso te queda para toda la vida. Esa semana justo me había incorporado a entrenar en primera y no sabía que me iba a poner. El técnico [Fernando Curutchet] me hizo debutar en ese partido. No me puse nervioso. Estoy siempre ansioso por jugar el partido pero nervioso no me pongo. Debuté rápido”. Y la selección llegó. No nos dice nada sobre aquel momento en que sus compañeros lo alzaron luego del gol a México que termina dándole la medalla de oro a la selección uruguaya en los Juegos Panamericanos de Toronto, en julio. Ni siquiera menciona algún detalle al respecto. Nada de nada. Se sonríe, eso sí, como quien guarda un secreto inconfesable. “No había hecho proceso de selección antes. Me llamaron y por una parte me sorprendió, pero por otra parte no, porque creo que hice un año muy bueno. Me sorprendió estar en el plantel pero no en la lista. Hice méritos para quedar. Le conté a mi padre que estaba en la lista, y le dije: ‘Ojalá pueda quedar en la lista final. Si

“Está en mi genética, mi estilo de juego siempre fue así: tratar de encarar, de driblear mucho, de buscar habilitar a mis compañeros también. Uso eso para resolver la jugada. Me divierto mucho dentro de la cancha”. (Foto: AC)

quedo, no me importa si juego o no, pero estar en el plantel ya sería importante’. Y se dio todo bien, jugué todos los partidos y salió todo redondito”. Mientras Brian habla, no podemos evitar mirar la acreditación que cuelga de la pared del costado, esa que está sobre la camiseta de Uruguay. “Ese es el pase que usamos para estar en la Universidad donde nos quedamos. Para entrar a cualquier lugar tenías que llevar eso. Hasta para entrenar. Los demás uruguayos estaban en la Villa Olímpica y nos vimos sólo dos veces: cuando hicieron la inauguración de los Juegos y en la ceremonia de clausura. No pudimos ir a verlos compitiendo. En la Universidad estuvimos compartiendo con otras selecciones y con gente del fútbol femenino y es bueno, porque conocimos gente de otros países. Fue una linda experiencia. Fuimos a las Cataratas del Niágara a pasear y es algo muy lindo. ¡Impresionante! Después fuimos a pasear a Toronto. Son experiencias únicas, cosas que te quedan. Haber vivido eso fue increíble”. Hacer el gol que te da la medalla de oro es tan increíble como eso que cuenta Brian. “Ese gol fue algo que me va a quedar para toda la vida. Hablamos con mis compañeros

La escuela y el liceo “Me iba bien, era medio fatal, pero bien. Ya terminando la escuela estaba un poco mejor, más grandecito y todo. Y ese año que hice en el liceo también, me fue bien. No pude seguir por el fútbol, no me daba… [Piensa un segundo] No es que no me daba, no sé, capaz que no quería, ¿no? Los profesores hablaban con mis padres, decían que era bastante inteligente, que por qué no seguía el liceo, que tenía capacidad como para hacerlo, pero me costó…”. ¿No pica el bichito de seguir estudiando? “No estaría nada mal, me vendría bien, por lo menos hacer algún liceo nocturno o algo así, ahora hay más facilidades y no estaría nada mal. Lo estoy pensando, en una de esas para largarme a hacerlo el año que viene”.

que a medida que pase el tiempo nos iremos dando cuenta de la importancia que tuvo ese momento y de lo que logramos. Lo disfruté mucho junto a mis compañeros que dejaron todo adentro de la cancha. No caigo mucho todavía”. Brian se sonríe. “Soy un jugador más del grupo. Si me toca hacer los goles los hago, pero trato de hacer la mejor opción. Si veo a un jugador mejor posicionado, hago el pase y no el gol”. Y la familia lo vivió desde lejos. Ahora la madre, que sigue parada y cebando mate, dice que se juntaban todos a ver los partidos y que no se los perdían por nada del mundo. “Nos juntábamos sólo la familia. A mi marido lo echaba porque él no miró el primer partido y llegó para ver el último; entonces le dijimos que se quedara afuera. Por cábala, ¿viste?”. Brian retoma la palabra. “Miraban acá, en la casa de mi tía, de mi abuela, de mi otra tía. Yo me comunicaba por WhatsApp con Adriana, mi hermana, que era la que me mantenía comunicado con mi padre, con mi familia cuando estuve en Canadá. Siempre pienso en ellos, me acuerdo de ellos que me dieron fuerza para enfrentar esos partidos”. **** La buena pegada es una característica de su juego. “Siempre entrené la pegada. Siempre en las prácticas y después de los entrenamientos pateo y pido para poder patear. Me quedo entrenando tiros libres. Me quedo a veces con el golero y si no se queda, pongo la barrera. Trato de tener en cuenta la distancia, la barrera, la distancia del resto de la cancha. Busco, busco. Eso te da la posibilidad de saber dónde vas a poner la pelota. Si entrenás agarrás el golpe a la pelota, la fuerza, la precisión. Eso lo entreno siempre. Por lo general, sale”. 19


Para eso hay que practicar con pelotas y estas malditas traicioneras son todas distintas, cambian de campeonato en campeonato. Eso propone un esfuerzo extra: encontrarle la vuelta a cada una, tomarles la medida. “Son todas diferentes, sí. Tuvimos entrenamientos con la pelota de la Copa Sudamericana para agarrar el golpe. Eso es bueno porque la que se usa para el

Campeonato Uruguayo es más pesada”. Ponemos sobre la mesa un tema que es casi el mismo de siempre pero no nos aburre. Queremos saber qué piensa antes de encarar al arco, cómo decide un pase, cómo termina pegándole a la pelota, qué sucede en esos segundos. “Está en mi genética, mi estilo de juego siempre fue así: tratar de encarar, de

Lo que dice Pocho Navarro

túnel SET- OCT 2015

“Una anécdota muy buena ocurrió cuando yo trabajaba en Pro Fútbol, el grupo de Paolo Montero, Brian ya estaba conmigo, hubo una relación con una empresa argentina y nos dijeron si no queríamos mandar pibes a hacer unas prácticas a Boca. Elegí a Maxi Rodríguez, que en ese momento estaba en Wanderers, en cuarta división, y al Huevo Lozano. Viajamos con ellos, primero fue Maxi, a quien al finalizar la práctica le dieron todo para que se presentara a practicar el 2 de enero siguiente en la Bombonera. Y Brian era muy pequeño, tenía un físico muy menudo. Termina la práctica y la persona que lo estaba observando me dice: ‘Ponele diez kilos y se queda’. Increíblemente, mirá lo que son las vueltas de la vida, el día que debuta el Huevo en primera estaba en el estadio Daniel Flores, que era el contacto en Boca y nos encontramos en la tribuna. Le digo: ‘¿viste que en el banco de suplentes está el chico aquel que llevamos a probar a Boca?’, y justo entra y hace un gran partido. Entonces es una anécdota linda porque no nos equivocamos con Brian”, recordó Rubens Navarro. “Tuvo una carrera muy sacrificada y sigue siendo así. Él no se ha ido del barrio, sigue conviviendo con su gente, con sus afectos. Una de las cosas que destaco, y me gustaría que la gente se entere, es que no es una familia que está colgada del posible éxito de Brian. Todos quieren que le vaya bien, pero por él mismo. Es una familia sentimentalmente muy unida, es como una congregación, son muchos hermanos, conviven permanentemente. Además, viven el fútbol de una manera muy particular. Ellos viven en un lugar donde tenés una vereda muy amplia de pasto, un día llego a buscar a Brian y estaban él y Leandro (el sobrino de Brian que juega en las inferiores de Nacional) jugando mano a mano a tirarse caños. Pero no lo hacen para tomarle el pelo a nadie, ya lo traen consigo, son gurises de inspiración, de barrio, de potrero, quedan muy pocos jugadores así, que disfrutan del juego. Cuando a él le tocaba ser suplente de Giorgian [De Arrascaeta], tuvo la opción de ir a Boston River y lo charlamos. Me dijo ‘Pocho, en Boston River me dijeron que allá voy a jugar pero, sin desmerecer a Boston River, en Defensor llegamos a la práctica y tenés barreras individuales, césped sintético, cancha de fútbol tenis, un frontón para mejorar la pegada...’. El Huevo todos los días llega temprano, o se queda más tarde, ahora en el Franzini, pero antes en Pichincha, y tira cuarenta o cincuenta tiros libres. Esto que le está pasando ahora no es fruto de la casualidad. Una vez, estando en Bella Vista, tenían que jugar en la cancha de Racing. Él iba en bicicleta, pero ese día se durmió y cuando llegó a la cancha de Bella Vista, el ómnibus ya había salido. Así que se fue en bicicleta hasta la cancha de Racing y como el ómnibus todavía no había llegado –él llegó antes– Julio Moreira, que era el técnico, lo puso de titular. Bella Vista hizo dos goles y los dos goles los hizo él. El segundo gol fue un calco del tiro libre del otro día. O sea, no son casualidades”.

driblear mucho, de buscar habilitar a mis compañeros también. Uso eso para resolver la jugada. Me divierto mucho dentro de la cancha. Trato de divertirme, porque es lo que me gusta. No lo veo como una presión y trato de hacer lo mejor siempre. Si me toca driblear lo voy a hacer y si me toca jugar a un toque lo voy a hacer también, sin ningún problema. Sinceramente, hasta hace muy poco jugaba acá, en el barrio, al fútbol 5. Pero me hablaron y me di cuenta de que tenían razón. Me peleaba mucho con mi padre por el tema de dejar el fútbol de la calle. Pero lo pude superar y ahora trato de meterme en lo mío, tratar de ser más profesional, porque uno corre el riesgo de lesionarse. Como es fútbol de barrio y capaz que saben que jugás al fútbol te van a jugar fuerte, te pueden pegar… Lo pude superar, pero a veces es más fuerte que yo, vos me ponés una pelota ahí afuera ahora, voy y me pongo a jugar con ella”. Sonaba casi como a una invitación y nos tentó, no vamos a mentir. Pero seguía lloviendo. **** Nombrarlos a todos es una tarea que involucra a varios integrantes de la familia. Sobre la mesa, observan cómo se va formando la lista en una libretita. Lilián, la madre de Brian, cuenta que tiene 18 hermanos. Sabe de familias numerosas. La familia del jugador está conformada por: Carlos y Víctor (los adultos, el abuelo y el padre), Adriana, Carlos, Víctor, Caroline, Aylén, Romina, Priscila, Rocío, Florencia, los hermanos; Elquin y Lautaro (los dos sobrinos más chiquitos), Leandro y Mariana son sobrinos, y Wilson, el tío. “Uno de mis hermanos más grandes juega en la Liga Universitaria y le hubiera gustado jugar profesionalmente pero no tuvo el apoyo que tengo yo ahora. Mi sobrino Leandro, que es como mi hermano, juega en Nacional, tiene 16 años. También tengo un primo que juega en las formativas de San Lorenzo en Argentina”.

• 2 canchas cerradas de césped artificial • Salón con parrillero para cumpleaños y reuniones • Escuela de fútbol para niños • Gimnasio: clases de Karate, Zumba, Pilates y Entrenamiento Funcional Luis A. de Herrera 2581 esquina 8 de octubre Tel: 24801733 centenariofútbolcinco

20


“Soy un jugador más del grupo. Si me toca hacer los goles los hago, pero trato de hacer la mejor opción. Si veo a un jugador mejor posicionado, hago el pase y no el gol”.

Cuando le preguntamos por qué le dicen Huevo se ríe y mueve la cabeza. No sabe o, mejor dicho, dice que no sabe. La madre, que sigue parada detrás nuestro, con la mirada fija en el televisor prendido en mute pero con el oído agudo en la conversación, explica. “Fue mi padre. Cuando era bebé se hernió y le puso huevo por lo amarillo del pelo (era un oro) y la hernia. Bien chiquito era”. Y el Huevo un día se hizo conocido. Eso no le trajo diferencias en el relacionamiento con los de siempre en el barrio pero sí sabe que ahora se acerca más gente que antes no lo notaba. Sus compañeros de plantel, los más grandes,

suelen hablar de eso y de otras cosas. “De la vida”, dice Brian y da la sensación de que hay que agarrarle el golpe también a la vida y no solamente a la pelota. “Me llevo bien. Los más grandes te apoyan y te dan confianza. Me dan consejos y es bueno para nosotros porque te ayuda a crecer y madurar. Te dicen cómo moverte en la cancha y en la vida. Te dan consejos de todo. Me dicen que aprenda a manejar. Me dicen que tenga cuidado, que me están yendo bien las cosas y que siempre hay gente que se arrima. Me ayudan a moverme. Ellos tienen una trayectoria impresionante. Yo lo tengo claro. Siempre estuvieron mis dos amigos de siempre: Darwin Ramírez y Federico Sarraute, y de eso no me olvido. Federico estuvo en la selección. Jugó Mundial y Sudamericano con la selección y lo dejó libre Danubio, se bajoneó tanto que no quiso seguir jugando y dejó. Mi otro compañero estuvo en Bella Vista, estuvo en proceso de selección, la que jugó el Mundial en México, pero se lesionó la rodilla y hasta hoy está por recuperarse. Recién ahora se puso a entrenar en un cuadro de la B”. Si bien es muy joven, Brian sabe que la carrera del futbolista es corta y no quiere

estar pendiente de eso ni de un posible pase al exterior. “Eso de estar pendiente de irse es terrible. Te juega en contra. A mí el otro día me preguntaron si me pasaba algo, y yo estaba con la cabeza en algún pase o algo, y si hay algo que tengo es que no pregunto ni quiero saber nada de eso, me meto en el club y si se da, se da, pero si no, sigo en lo mío. No quiero tener eso en la cabeza. Sigo paso a paso. Mis metas son de corto plazo. Ahora en la Sudamericana y el Campeonato Uruguayo. Estar en la selección. Ojalá me pueda ir arrimando de a poco, hay que trabajar muchísimo”. Antes de irnos se acercan los dos integrantes más chicos de la familia. Juegan con un cierre de pantalón. Uno de ellos extiende la mano y nos lo ofrece, como de regalo. Imposible no conmoverse por la ternura simple del gesto. El abuelo, que se quedó afuera “para no molestar”, dijo, se acerca a saludar a modo de despedida. Afuera llueve y el viento convierte al paraguas en un objeto inútil. De todas maneras, salen a despedirnos. Lilián nos acompaña hasta la calle para aconsejarnos el mejor camino. _Patricia Pujol y Marcelo Fernández Pavlovich

Estamos trabajando en nuestras redes sociales para estar más cerca de vos. Seguinos en /montevideoim @montevideoim

21


José Urruzmendi, el juez holandés y la Copa que se le esfumó a Nacional

La lógica del padrino Pese a que todas las dudas se centraron en el juez holandés Leo Horn, la grabación divulgada tras el reciente destape de los trapos sucios en la FIFA da a entender que el entonces presidente de Independiente y luego presidente vitalicio de la AFA, Julio Grondona, habría sobornado a los líneas del primer partido final entre Nacional e Independiente en 1964. Siempre se dice que lo difícil para demostrar un caso de corrupción es encontrar pruebas documentales. En este caso son los propios dichos del mandamás del fútbol argentino, recientemente fallecido, quien “víctima” de una escucha telefónica confirmó lo que muchos sospecharon en agosto de 1964 sobre manos invisibles que terminaron incidiendo en la definición de la Copa Libertadores.

túnel SET- OCT 2015

En verdad los dos goles anulados a Nacional en el partido de ida en el estadio Centenario (0-0), si bien fueron anulados por el juez holandés Leo Horn, lo hizo a instancias de uno de los dos líneas paraguayos. Tanto en el de Mario Bergara como en el de José Urruzmendi el árbitro europeo adujo fuera de juego en las dos jugadas de acuerdo a lo que quedó estampado en el formulario.

22

A llorar al cuartito Lo que sí tiene claro Urruzmendi es que se sintió estafado. Las crónicas periodísticas de la época así lo atestiguan. La indignación e impotencia de jugadores, cuerpo técnico y dirigentes quedó reflejada en la prensa de entonces. Pero tuvieron que pasar 51 años para que la fuerte sospecha se transformara en verdad, cruda e ilevantable. El diálogo grabado entre Julio Grondona y Abel Gnecco, el presidente y el director de la Escuela de Árbitros de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no deja espacio a la duda (ver recuadro página 23). Según las crónicas periodísticas el panorama en el vestuario de Nacional era desolador. Urruzmendi lloraba en un rincón, la bronca e impotencia eran generalizadas. El entrenador brasileño Zezé Moreira no ocultaba su indignación. La dirigencia de Nacional impugnó el nombramiento del juez –que había sido contratado para las dos finales– para la revancha en Buenos Aires que terminó ganando Independiente 1-0. Cómo habrá sido la macana que la Confederación Sudamericana de Fútbol hizo lugar al cuestionamiento y Horn, “abatido”, según la prensa, retornó a su Holanda natal. Con la serenidad que otorga el paso del tiempo y con su imperturbable buen humor

José Urruzmendi rememora la final de la Libertadores de 1964 y las sospechosas decisiones arbitrales. (Foto: AC)

hasta resulta divertido escuchar a Pepe Urruzmendi recrear lo que en su momento fue un drama para los tricolores. ¿Cómo fue aquel partido NacionalIndependiente? ¿Se puede decir que hubo cosas raras? Uno adentro de la cancha es difícil que vaya balanceando y sacando conclusiones, pero había cosas que llamaban la atención. La gente se acuerda del gol anulado a Mario Bergara. ¿Y el mío? Estaba el línea ahí, lo miro, que es lo primero que uno hace, aunque había mucho espacio, me marcaba un uruguayo, el Negro Tomás Rolan (ex Danubio), enganché y la puse contra el palo. Salí a festejar y me lo habían anulado. No supe por qué.

Después se empezó a hablar de que lo habían arreglado. ¿Ya en esa época se hablaba de eso? [Washington] Cataldi le dijo a [Eduardo] Pons Etcheverry [presidente de Nacional]: “Arreglen, denle diez mil dólares”. Y él contestó: “No, mi equipo gana en la cancha”. Ustedes, los jugadores, ¿quedaron con la sensación de haber sido estafados? Lo que sí sentí es que me habían anulado mal el gol. Después, con todos los cuentos… ¿Protestaron? ¿Cómo no vamos a protestar? Yo le dejé un


escupitajo al juez y no me echó ni nada. Y en la revancha, en Avellaneda, los matamos a pelotazos. Eran partidos duros. Y eso que el viejo Zezé [Moreira] metía cinco atrás. Hacía un 4-3-3 que se convertía en 5-4-1. A lo largo de tu carrera, que fue bastante larga, ¿siempre hubo cosas medio raras? Yo nunca vi. Lo que ya existía era la diferencia entre los grandes y los chicos, un favoritismo que surgía del desigual poderío e influencia. Claro, nosotros en Nacional concentrábamos en el Hotel Nirvana, no había accesos a Montevideo, veníamos por Uruguayana y en Bulevar estaba Zacarías González esperando el 76 para ir al Estadio, él era quien me tenía que marcar. Un tipo casado, con hijos, y nosotros cuatro días concentrados. Hoy Fénix concentra. Se igualó físicamente. En los primeros años de la Copa Libertadores no había gran diferencia

La prensa de la época reflejó la indignación de directivos, técnicos y jugadores tricolores.

entre los clubes argentinos y los uruguayos, eran tiempos de mayor incidencia política uruguaya, en particular de Peñarol a través de la figura de Washington Cataldi, más que de Nacional. Eran muy cajetillas los dirigentes de Nacional, hasta ahora. No sólo es impresión

La descarnada confesión de Don Julio En el programa La cornisa, que conduce el periodista Luis Majul, se revelaron escuchas que demuestran la influencia de Julio Grondona en el fútbol sudamericano. En un tramo habla con Abel Gnecco, director de la escuela de árbitros de AFA, y deciden los árbitros de determinados partidos. Antes de cortar la conversación, Grondona le aconseja que no se olvide de los árbitros asistentes y lo fundamenta gracias a su experiencia. Grondona: Y ojo los líneas que ponés, que por ahí con este, ¿cómo se llama? Taibi, este hay que tener cuidado. Gnecco: No, no, a los líneas... Grondona: Por favor, que hace todo el referí y el línea se la manda a guardar. Gnecco: Julio, eso lo aprendí de usted ya hace más o menos cuarenta años. Grondona: En el año 64, cuando jugamos con el Santos, yo le gané a Leo Horn, que era holandés, con los dos líneas. Gnecco: [Risas] Sí, sí, ya lo sé.

Andorra

Grondona recuerda el hecho pero no el partido. En esa Copa Libertadores, Independiente y Santos se enfrentaron en semifinales, pero en ninguno de los dos partidos el árbitro fue el holandés Leo Horn. El partido que sí arbitró fue la final de ida entre Nacional e Independiente en el Centenario. El motivo de la designación de un juez internacional fue a pedido de Nacional, que no confiaba en los jueces que había en Sudamérica.

mía sino de varios ex jugadores. Acá Julio Pérez se paraba en la puerta para ver si lo dejaban entrar en el Parque Central, y había sido campeón mundial. Te dan el carné y no te dejan entrar, porque tenés que ir a buscar la entrada los jueves. ¿Cuántos años jugaste en Nacional? Seis o siete. Las inferiores las hice en Colón que estaba en la B. Pero le ganamos 5-1 a la quinta de Peñarol. Teníamos todos 13 o 14 años. ¿De Nacional te fuiste a Independiente? Sí, después a Defensor y después a Internacional, allí me quebré. ¿Dejaste el fútbol a los treinta y pocos? No, después jugué, pero no a ese nivel. La mala vida. Era difícil sustraerte. Pero lo peor de todo era la falta de información que teníamos. Fijate que ahora vamos a la casa de Forlán en Punta del Este, comemos un asado y nos quedamos a dormir. A las seis de la mañana, Forlán, con el personal trainer al gimnasio, ¡cómo no va a jugar al fútbol! Si nosotros hubiéramos hecho eso, hubiéramos sido monstruos en la cancha, pero era vino todo el día. _P.C. 23


Entrevista con Fernando Lobo Núñez

Defensa del tambor El Power está en Carlos Gardel, frente por frente a lo que queda del esqueleto del tanque de gas. Todos en el barrio Sur saben que ahí vive el Lobo y que allí tiene su estudio de luthier, donde fabrica tambores que viajarán por lugares insospechados. Del Power salen y entran hijos, salen y entran nietos, y la puerta queda abierta. En un cuarto atiborrado de instrumentos, sobre todo baterías y tambores de todo tipo, Fernando Núñez recibe a Túnel para hablar del barrio de conventillos, de cómo era esa casa que sus ancestros maternos habitaron en 1837, de cómo aprendió a hacer tambores a escondidas y de cómo les cayó con las dos patas a los argentinos ante la Unesco, defendiendo que el candombe es de Uruguay. Y también de fútbol.

Contará el Lobo que sus antepasados fueron esclavos libertos, de aquellos que pagaron a sus amos por su libertad, y que vinieron desde el mismo lugar del que vino el candombe. Que su padre era recio y su madre más intelectual y delicada, exigente en modales y en educación. Que ninguno de ellos era músico ni tocaba el tambor, pero el candombe lo sintió desde que estaba en la panza, por la orquesta de sus primos o la cuerda del barrio. Del barrio Sur.

túnel SET- OCT 2015

¿Cómo fue tu infancia? Yo nací acá en esta casa, Isla de Flores 1017 –hoy la calle es Carlos Gardel–, un barrio que tiene bastante historia. Para mí es lo normal, pero para mucha gente estar en este barrio es como un privilegio. Tiene una historia cultural muy rica, sobre todo artística. Es un punto estratégico para nuestra cultura, en especial para el candombe, estamos en el centro. Desde chico, aquí en mi casa, pude tener una relación con los tambores, con el baile, con el canto, con la tradición.

24

¿Cómo eran tus padres? Mi padre era una persona ruda, deportista, mi madre era todo lo contrario. No era intelectual porque no tenía carrera ninguna, pero era una persona muy culta, a través de su crianza, de su educación, era muy bien hablada y tenía determinado conocimiento intelectual; pero en esa época las mujeres se dedicaban a la casa y era muy raro que salieran a estudiar, porque la vida que se hacía antes dentro de las casas de la colectividad era bien sencilla, bien humilde, no era necesario que una mujer saliera a estudiar. Pensaban así antes. Era como todas las madres: nos cuidaba, nos educaba de la

mejor manera, y nos dio valores que hasta hoy día aprecio y conservo. Sobre todo en cuanto a la educación: cómo expresarse, cómo referirse, cómo sentarse en una mesa. ¿Cómo era el barrio cuando eras chico? Era una familia, yo salía a caminar por Isla de Flores y casa por casa sabía quién vivía. Hoy por hoy, en esta cuadra el único que queda soy yo. Era muy familiar y muy unida la gente. Parte de la desprotección que tiene la gente hoy es porque no se conoce. ¿Se perdió identidad en el barrio? Yo creo que sí. No es que se pierda la identidad, porque por ejemplo acá se siguen haciendo cosas que siempre se hicieron, pero ya hay cosas que no existen más, como una Comisión de Fomento formada por vecinos, los clubes de barrio. Acá estaba el Power, el Rápido Sur, después en Cuareim la Yacumenza, el Palermo de básquetbol, los tablados que tenían una convocatoria de público muy grande, llegaba a haber mil personas o más, porque había una cuadra de bancos llena y todo alrededor, los corsos vecinales, los cuadros de baby fútbol, que tenían una disciplina y una tarea social como no tiene ninguna institución hoy en día. Acá había un cuadro que era conocido, Miguelito Siré, que tenía siete u ocho categorías, en total eran 200 chiquilines que manejaba un tipo solo. Les daba camisetas, medias, según la categoría que practicaba le daban la leche, había una persona que controlaba los deberes, si precisabas zapatos te daban. La sede estaba en Ejido y Gonzalo Ramírez, pero don Pedro vivía en Isla de Flores y Yi. En carnaval, el día de las Llamadas, que es el día que el barrio recibe

a la gente de toda la ciudad, la intendencia te daba un premio por decorar el frente de tu casa, entonces vos salías a caminar por Isla de Flores y los frentes tenían creatividad. ¿Cómo era la época de los conventillos? En la otra cuadra había dos, el conventillo Las Piedras y uno que era un corredor para el fondo, pero el más conocido era el Mediomundo. Era una familia formada por varias familias, se cuidaban entre todos, se querían, era una especie de comunidad, jamás ibas a ver una discusión más allá de lo cotidiano. Entrar y hacerte el vivo era imposible, porque tenías problema con todo el mundo ahí, porque no era que cada uno se metía en su pieza. Yo iba a las comidas, pasaba gran parte del día porque estaba la cantina de la Yacumenza, que tenía futbolito, mazo de barajas, un billar, entonces los días de frío no había mejor lugar que estar ahí. ¿Por qué te dicen Lobo? Mi padre tenía una casa en Araminda, en la época que era La Tuna, y enfrente hay una isla. Como eran pescadores iba siempre a pescar y ahí encontraron un lobito chico. Mi padre lo llevó para el rancho y lo tuvo un tiempo, hasta que creció. Juanillo se llamaba. Era un perrito para mi viejo. Se había encariñado pero mis padres terminaban la licencia y se volvían a Montevideo y el lobito se volvía al mar. Y a la otra temporada aparecía Juanillo. Así durante cuatro o cinco años. Le quedó a mi padre el Lobo, y cuando nacimos nosotros éramos los lobitos; ahora soy el Lobo. Y sigo yendo a Araminda, conservar eso fue como una especie de obligación y responsabilidad,


25

Foto: AndrĂŠs Cribari.


fue el sacrificio de toda una vida de mi viejo para tener ese ranchito ahí.

túnel SET- OCT 2015

¿La música cómo te llegó? Mi padre no tocaba, ni mi madre, pero en mi casa yo tenía a mis primos, que cuando era chico ellos tenían una orquesta, y de acá salía una comparsa. Esta sí es del Sur. Acá siempre fue una casa que llegaban artistas, era como un punto de referencia en esta parte del barrio. A mí me gustaban los tambores y supongo que cuando estaba en la panza de mi madre estarían tocando acá adentro. Empecé a tocar de chico, con la diferencia de que en esa época no había tambores para chicos, mi tambor era una lata, un tarro o lo que sea que sonara un poco. Era muy difícil tener acceso a una cuerda de tambores siendo un niño, había que ganarse el lugar y la resistencia que había que tener para tocar: “¿Usted aguanta?”. Te ponían a prueba, el peor tambor que había te lo daban a vos. Después empecé a tocar acá en casa, pero con el paso de los años, en el sesenta y pico, me fui a tocar a Morenada, una comparsa del Mediomundo, con la cual hice mis primeras experiencias como tocador en una cuerda constituida, que tenía presencia, era de las más importantes. Ahí aprendí la conducción de una cuerda, cómo es que armás, cómo dirigir, todo eso se lo debo a Juan Ángel Silva, que era muy estricto.

26

¿Y a hacer tambores cómo aprendiste? Me puse a hacer tambores con un amigo. Siempre tenía la curiosidad de saber cómo era la construcción, por qué quedaban redondos y curvos. En los años setenta salió una comparsa que se llamaba Esclavos de Nyanza, y no tenían tambores, entonces hablaron con Juan Velorio, que era uno de los luthiers que había en esa época. Le pidieron a Juan para hacer treinta y pico de tambores y él no los podía hacer porque no tenía duela. El tambor se hacía con barrica, ya hacía un tiempo que las barricas no estaban viniendo, estaban siendo sustituidas por las tarrinas de plástico, entonces estaba difícil, había que recorrer los almacenes para ver si en el sótano tenían alguna barrica. Juan Velorio dijo que no podía hacerlo, pero como uno de los dueños de la comparsa, don Juan Piemonte, tenía una carpintería, le pidió a Velorio un molde de la duela –las tablitas de los barriles–, y como tenían el sistema de cómo curvar, con una duela hicieron cuarenta tambores. Ahí el Cabeza, el sobrino, le vichó cómo hacía y aprendió también. Y tenía un taller de carpintería a disposición. Comprábamos un tablón y en tres días teníamos un tambor. ¿Sonaba bien el primer tambor que hiciste? El primer tambor que hice me quedó medio chueco, porque lo hice a escondidas. Yo iba a aprender con el Cabeza y él había cosas que no me las enseñaba, porque todos los

que hacen tambores te enseñan hasta cierto punto, siempre se guardan alguna en la manga. Después me empezaron a quedar bien, y en un punto el Cabeza empezó a desentenderse y me fui apoderando cada vez más de la logística y de la sabiduría, hasta que un día me dijo “no voy a hacer más nada, llevate todo”. Así que me traje todas las cosas para acá y a partir del 78 empecé a hacer tambores; desde el 80 y pico estoy viviendo prácticamente de tocar y de fabricar tambores. Te han pedido tambores de todos lados… Y sí, es un orgullo. Uruguay es el lugar del tambor. Si vos comprás una guitarra eléctrica, si es nacional, no la comprás, por la calidad, la marca, por un montón de razones que hacen que haya una diferencia entre una guitarra de marca importada con una nacional. En el caso del tambor es al revés: lo comprás porque es hecho acá. Viene gente de otros países y compra lo que yo hago; tengo la suerte de que mi trabajo anda dando vueltas por el mundo. Ahora, el tambor todavía no tiene el reconocimiento legal que debe tener. Entiendo que el tambor tiene que estar dentro del patrimonio cultural de Uruguay, que lo decreten, porque es un instrumento autóctono, no vino de África, lo hicimos nosotros acá, y hoy por hoy están fabricando tambores en otras partes, en Argentina, en Estados Unidos, uruguayos que se van con la nostalgia y quieren tocar el tamboril.

“Yo nací acá en esta casa, Isla de Flores 1017 –hoy la calle es Carlos Gardel–, un barrio que tiene bastante historia. Para mí es lo normal, pero para mucha gente estar en este barrio es como un privilegio. Tiene una historia cultural muy rica, sobre todo artística. Es un punto estratégico para nuestra cultura, en especial para el candombe, estamos en el centro. Desde chico, aquí en mi casa, pude tener una relación con los tambores, con el baile, con el canto, con la tradición”.

¿Te parece que nos pueden robar el candombe? Ya hay un desfile de cuerdas de tambores en San Telmo, en Buenos Aires. Tengo el honor y la satisfacción de haber sido la persona que fue a hacer la proclama a Cuzco, ante la Unesco, para que el candombe fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad. Ese año se decretó al candombe y al tango. La delegación argentina estaba proponiendo el candombe rioplatense y el tango argentino. En el debate que tuve con los argentinos ante la Unesco, con votación unánime –inclusive la argentina tuvo que levantar la mano–, el candombe terminó decretándose patrimonio cultural de Uruguay y el tango patrimonio cultural de Uruguay y Argentina, pero fue una pelea que tuve que darles, con los pocos argumentos que tengo como musicólogo, porque yo soy un tocador, pero como uruguayo tengo muchos argumentos que la delegación argentina no los había tenido en cuenta. Ellos fueron muy románticamente a hacer el planteo y yo les caí con las dos patas. Si vamos a la historia, los dos primeros intérpretes de tango eran dos negros uruguayos, uno cantaba y otro tocaba la guitarra; el himno del tango, ‘La cumparsita’, es de Matos Rodríguez, que es uruguayo; una de las letras más importantes que ha cantado Gardel se la canta a Leguisamo, que es uruguayo; el principal cantante de tango que tuvieron en los últimos cincuenta años en Argentina fue Julio Sosa, que es uruguayo; unos de los mejores cantantes que ha dado Argentina, que fue Goyeneche, siempre cantó tangos de Alberto Mastra, que es uruguayo, ¿por qué entonces decís que el tango es argentino? Después cuando hice la exposición por el candombe dije: ¿Dónde existe la reunión mayor, el evento mayor del candombe? En Uruguay.


quería saber nada. Jugaba de 4, de 8. Soy zurdo para escribir y para tocar pero para jugar al fútbol soy derecho. ¿Te gusta frecuentar la noche montevideana? ¿Qué tiene el boliche? Claro. Siempre. Empecé a salir como a los doce años, a pesar de que la dictadura nos quitó gran parte de la noche. Me gusta relacionarme con el arte, y el arte necesariamente es de noche. Siempre me gustó la música y donde se desarrolla la música. Por lo general, desde muy chico toqué en piringundines, cabarets, de todo un poco. Voy mucho a los boliches que andan acá en la vuelta. De los que más me gusta y conozco es Fun Fun; ahí iba desde chico con mi padre. Mientras mi padre se tomaba unas uvitas yo me tomaba una Bilz Sinalco. Y hoy en día donde hay música en vivo, voy.

Foto: AC

¿De dónde es el instrumento? De Uruguay. ¿Por qué entonces decís que es rioplatense? ¿Porque algunos uruguayos cruzaron a tocar el tambor a Argentina? ¡No tiene nada que ver! Entiendo que la chacarera, el pericón, el malambo, el paso doble, todo eso sí es compartido con Argentina, y ellos sí llevan la delantera en eso. Vos llegás a Buenos Aires y el tango se respira. Pero el candombe es de Uruguay. El evento de las Llamadas es prácticamente el que reúne más público. El único que puede competir, y no de la misma manera, es un clásico. Metés setenta mil personas en un estadio. En las Llamadas metés un poco más de público porque son dos días, y viene gente de todos lados y canales de todas partes del mundo. ¿Sos hincha de algún cuadro? Yo soy hincha de Nacional por mi padre, y dicen que el barrio Sur es manya, pero hasta por ahí nomás. La primera sede de Nacional fue en Soriano, entre Río Branco y Convención. Pero si recorrés el barrio vas a encontrar que hay algo muy particular en las instituciones deportivas de acá, que son los colores. En la Aduana: Olimpia, Waston, Guruyú, Alas Rojas y Sacachispas. Todos esos cuadros tienen el azul, rojo y blanco. Para este lado de acá, el Club Social y Deportivo L’Avenir tiene los tres colores, Central Español y el Blue Star también. ¿Vas a la cancha? Antes iba. Mi padre fue cocinero en Los Céspedes en la época de Miguel Restuccia. Yo intenté jugar en las inferiores de Nacional pero mi conducta era irreproducible, entonces fui expulsado. Los domingos de mañana llegaba en condiciones no aceptables para un deportista. Del baile iba a jugar, ya no

¿Qué música escuchás? Toda la que haya, la que exista. Soy escucha de Babel (97.1 FM), como esa no hay una radio en el mundo. Acá en este país tenemos una cultura musical increíble. Cuando era chico mi padre ponía un programa que se llamaba La música que usted prefiere, que era mucha música clásica pero también étnica. Los músicos vivimos prácticamente de la música comercial, pero no me atrae tanto. El tango me gusta, siempre quise aprender a bailar pero soy horrible. Después la plena me gusta pero me aburre, sobre todo la plena moderna. Acá siempre hubo orquestas de plena: el Combo Camagüey, la Sonora Borinquen, el Grupo Latino, que eran excelentes

“Los tres toques madres que hay dentro del fútbol son Racing, Defensor y Danubio. De todos el que más me convence es Danubio. Es el semillero de la humildad: todos los que han salido de ahí provienen de determinada parte de la sociedad. Y eso va en el filtro. Cuando van los pibes a practicar hay clubes que tienen un filtro y otros que no. Danubio no tiene filtro”.

músicos. Ahora cambiaron un poco los formatos y se contaminó un poco con la cumbia de Argentina. Porque si hablamos de la cumbia verdadera, de Colombia, es un placer escucharla; acá a todo le dicen cumbia y no es cumbia. Cumbia acá no hace nadie, plena hacen una cantidad de orquestas. El hecho de tener conocimiento a veces te hace muy exigente a la hora de escuchar. Acá también le dicen rock a todo, y a veces estás escuchando jazz-rock, o rock mezclado con funk. ¿El candombe y el fútbol son elementos de la cultura en los que no cuentan las clases o las razas? El candombe es un fenómeno que merece un tratamiento más íntimo, un estudio. Fue una de las primeras cosas autorizadas por la elite. Íbamos a tocar a Punta del Este a las casas de los cajetillas y lo disfrutaban tanto como acá en el barrio. En casamientos, fiestas, congresos, reuniones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Punta del Este. Hoy el candombe está instalado en la sociedad, lo toca todo el mundo. ¿Por qué sigue existiendo el racismo en la sociedad? Porque el racismo es una enfermedad de la humanidad. Cuando me preguntan si hay racismo en Uruguay yo contesto con otra pregunta: ¿en dónde no hay? Acá cuando hablan de racismo se entiende a la discriminación de una raza a otra, de la que sea. Pero el racismo está instalado en todos lados, en Europa, en Medio Oriente. Vemos cantidad de actitudes que no tienen nada que ver con lo interracial. En África se matan entre ellos también. Hoy se instaló el término “afrodescendiente”. Todo bárbaro, yo soy negro. Si me querés decir “afrodescendiente” vas a gastar un poco más de saliva y vas a estar diciendo lo mismo. Depende del tono y de la forma en que te lo digan. Vos vas a Estados Unidos y entre los negros se dicen nigga. Acá cuando te referís de manera despectiva hacia alguien siempre antes del insulto ponés: judío, negro, gallego, tano, lo que sea. A veces son costumbres. Yo no te digo a vos: “bo, blanco”. Se acostumbraron porque la idiosincrasia de nuestra raza no nos permite estar a la par de las otras colectividades porque a nosotros fueron los únicos que nos trajeron para denigrarnos, para trabajar donde nadie trabajaba. Con el paso del tiempo las cosas fueron cambiando. En febrero vienen los blancos y los gringos a la fiesta de los negros… La hipocresía de la sociedad y de las entidades del Estado, como por ejemplo las instituciones públicas de la enseñanza, nunca reconocieron el aporte cultural 27


“Empecé a salir como a los 12 años a pesar de que la dictadura nos quitó gran parte de la noche. Me gusta relacionarme con el arte, y el arte necesariamente es de noche. Siempre me gustó la música y donde se desarrolla la música. Por lo general, desde muy chico toqué en piringundines, cabarets, de todo un poco”. “Intenté jugar en las inferiores de Nacional pero mi conducta era irreproducible, entonces fui expulsado. Los domingos de mañana llegaba en condiciones no aceptables para un deportista”. (Foto: AC)

túnel SET- OCT 2015

de los negros hacia el país. Y el hecho de que vengan todos es el reconocimiento indirecto de la sociedad. No lo veo como un atropello ni como una invasión a nuestra cultura. Si hemos aportado tanto, ¿por qué no estamos en los programas culturales? Acá en las escuelas del barrio, la Chile, la Haití, en las fiestas de fin de año si no es por inquietud de algún maestro no hay tambores. Tendría que haber una cuerda de tambores en cada escuela para que a fin de año se toque el folclore autóctono del país. El candombe es lo que más nos representa fuera de fronteras, pero en los programas de enseñanza todavía no está. Es necesario que sea oficial para darle difusión a la gran cantidad de obras, composiciones y autores que hay en nuestro país.

28

En el candombe hay toques reconocidos, el de Ansina, el de Cuareim, el de Cordón. ¿Te parece que en el fútbol hay también toques reconocidos y diferenciados? ¿Cuál te gusta? ¿Cuál sería el uruguayo? Como las cuerdas madres. En el fútbol la forma de jugar depende mucho del director técnico y de la conducción directiva de los clubes. Hay cuadros que se caracterizan por determinados funcionamientos. Yo pondría como escuelas de fútbol a Racing, un lugar que históricamente ha dado jugadores. Los cuadros grandes están descartados para mí. Los tres toques madres que hay dentro del fútbol son Racing, Defensor y Danubio. De todos el que más me convence es Danubio. Es el semillero de la humildad: todos

los que han salido de ahí provienen de determinada parte de la sociedad. Y eso va en el filtro. Cuando van los pibes a practicar hay clubes que tienen un filtro y otros que no. Danubio no tiene filtro. Te prueba y si andás bien, vengas de donde vengas, vas para adentro. ¿Te sentís respetado por el barrio y la cultura uruguaya? Más que respetado, querido. En la vida no hay que hacerse respetar, hay que hacerse querer. El respeto, a veces, no te da la autoridad. El cariño sí te da autoridad, porque la gente cuando te quiere te cuida. Si la gente te quiere te respeta. _Juan Aldecoa y Cecilia Álvarez


JULIO CORREA, EL OLIMAREÑO QUE JUGÓ CON PELÉ

Del arrozal a Nueva York El sonido de la televisión irrumpe con ese chistido que la enciende. Luego se arrastran algunas sillas, los pies irán sobre ellas, los cuerpos en los sillones. Se acerca la mesa que también se arrastra, aparecen los álbumes de fotos y se quedan murmurando. En la pantalla refulge el verde del fútbol. “Mi primera salida fue a Rampla. Jugué dos años, no me pagaban y volví. Quedamos como veinte libres por la deuda. Te estoy hablando del 69. Toda la vida la plata ha sido el problema de los cuadros chicos”. Le queda un dejo de nostalgia en la mirada. Sus ojos se desvían de la tele y miran las tribunas del Olímpico, los barcos muertos tras el arco. “En Arrozal lo único que teníamos era canchita. El fútbol era todo. Jugábamos en el campeonato de Vergara. No conocía Montevideo y no quería llegar nunca”. Arrozal es un pueblo de mil y poquitos habitantes. Al pequeño Colorín lo vieron jugar, lo llevaron a la selección de Treinta y Tres y de ahí al viejo Rampla “con un bolsito de mano”. Fue a parar a la casa de un dirigente y después a la sede en el Cerro: “Temblaba. Pero después te acomodás, somos animales de costumbre”. Julio Colorín Correa, fue criado con sus “abuelitos” a los que nombra con la ternura de un niño: “Me fui menor de edad, mi abuelita tuvo que firmar un papel. No queríamos saber nada, pero aparecieron tres tipos en un Volkswagen y tatata vamonós”. El Pato Colace lo recomendó y la cosa fue rápido, no hubo mucho tiempo para meditar. “¡Un rancho de paja, macho! ¡No había baño! El excusado era a media cuadra. El trasiego a Montevideo fue una cosa que… me fui a bañar y había una bañera que yo nunca había visto en mi vida ¡No sabía ni cómo se abría la canilla!”.

Aún nos pega en la cara el fuego de ayer a orillas del río para soñar. El Olimar como un espejo y los tres puentes como los primeros versos de una canción de Ruben Lena. En las barbas de los árboles se mece la música del Laucha Prieto. El rincón del Negro está custodiado por sus iguales: “Ojalá los cantores vuelvan a juntarse acá, alrededor del fogón como antes. Acá se juntaban después del festival, acá se juntaban los grandes”. Recorro las historias que nunca me canso de escuchar. Reviso la canchita, la subida a la Ruta 8. Las propagandas políticas ensuciándolo todo. Los botes esperando románticos. El olor a vino. El trampolín. El crujir de las ramas. El mejor chorizo en la vuelta. “Estudiantil hacía tres o cuatro años que era campeón del Interior y en Paysandú hacía siete u ocho años que no perdía, y le dimos la vuelta allá. Teníamos un cuadrazo. Después nos desafiliaron por un año y medio por un problema con la ficha de un gurí de quinta. Cuando en Estudiantil supieron del problema, aprovecharon y me llevaron. Acá empatamos uno a uno y allá en La Heroica le ganamos 3-2. Más de mil personas fueron en ómnibus a vernos. Y en Melo nos estaba esperando la caravana. La plaza no sabés lo que era. Fue la única vez que un equipo de Treinta y

Tres salió campeón del interior. Después de Estudiantil me fui a Liverpool con Colacho. Nos fuimos casi todos. Macaco, que en Treinta y Tres era técnico y jugaba, purita cabeza, tas loco, un fenómeno, se fue a Central”. Treinta y Tres y el río Olimar, cuna de goleadores y guitarreros, poetas y bohemios. Entre el Parque Colón y el Estadio Centro Empleados de Comercio, hay un millar de jugadas que son la tradición oral mas rica del pueblo, junto a sus canciones. Emiliano Alfaro, Darío Silva, el Tola Luzardo, Los Olimareños, Ruben Lena, Uruguay Lucas, mi viejo, mis tíos, el Tronco Obaldía, y tantos otros. El impasse de la charla es armando el cuadro negriazul con los ojos en el amarillento de la foto: “Hurt, ¡qué golero! argentino, González, un canario que jugaba de back, Campo –Campito– años en Liverpool, Ramírez, Sergio Colacho Ramírez, Quiroga ¡pa! el Indio Quiroga. Maldonado, ese tiene que andar en la vuelta, Correa [silencio], Bertocchi, Pedro Álvarez. Saúl Rivero, Agapito Rivero. Fontora, ¡pa! el zurdo Fontora, después jugamos juntos en Chile. Y el técnico Roberto Fleitas”. Lunes 17 de julio del 72, Cuadrangular El Diario, calificación periodística de siete: Robador de balones,

29


30

túnel SET- OCT 2015


estuvo en todos lados buscando atacar. Sin embargo Colorín sigue pensando en la alineación, “¿Armando Savoy no estaba en ese cuadro? Estoy medio entreverado”. Pero afina la puntería: “Había un Filippini que de un día para otro desapareció. Puntero izquierdo”. La época impone presencia. Hay voces de niños que vienen de la vereda. Retumban las risas en el zaguán. Olivia persigue a Joaquín que trastabillando se escapa. Papá Daniel corteja la carrera. En cinco minutos la casa es un mundo imaginario más, los juguetes cobran vida y los grandes somos amigos que siempre queremos jugar. “Huracán Buceo fue el cuadro de los mejores amigos. Nos juntamos todos los años un montón de personas de tres temporadas salteadas. Soy hincha de Rampla pero tengo un gran cariño por Huracán”. Joaquín se trepa al abuelo, desde el patio la abuela Nena lo llama, Mamá Mariana prepara el arrorró. “Cáceres, Gil, Peña –hermano del Pelado–, Malaquín, el mono Soria, y Mier” apunta y sigue: “Correa, De Lima, Fuá –un brasilero–, Alfano y Acuña” dice, pero erra. Carrión, corrijo, Barrios y Beiro. “El más peligroso” concluye al fin Correa la nómina de los del Buceo. Los niños siguen revoloteando. Ya pisamos el año 74: “Jugábamos un partido en el Estadio con Peñarol previo a una gira que haríamos con Huracán. Vinieron a ver a Alfredo Lamas, pero yo le hice un gol a Corbo y sin saber quién era dijeron: queremos al siete. Al otro día los dirigentes me avisaron que cuando volviéramos me iba a Estados Unidos”. El Cosmos se armó con ingleses, yugoslavos, Masnik, Caetano, Lamas y Correa, hasta que un rumor corrió con fuerza. Con tanta fuerza que se hizo palabra y al cabo de dos meses de alucinantes fantasías, fueron al aristocrático Club 21 a recibirlo: el Rey Pelé. Intenta pronunciar el nombre de la avenida del barrio latino de Queens donde vivían, pero no lo logra. El respetable público del Cosmos mutó, pasaron de ser 1.500 personas a dejar las tribunas hasta la boca. Con Pelé en el equipo quedaba gente afuera en todas partes del mundo: Italia, Francia, España, Portugal, Países Bajos, Jamaica, Puerto Rico, Haití. “Viajábamos por todos lados a jugar con Pelé: aviones en primera y hoteles cinco estrellas. Lo esperaba una delegación y lo recibía el rey –el otro–

o el presidente, nunca vi una cosa igual. Aparte la calidad del Negro, un fenómeno, un consejero, un señor. ¿Y los pases que tiraba? Imponente, estaba adelantado, te daba pases que te dejaban descolocado a vos y al rival. Era un jugador que quería ganar siempre y si tenía que putear, puteaba. Se calentaba, no le gustaba perder a nada”. El living de la casa de mis tíos ahora es Nueva York y el mundo entero. Entre los sillones corren las líneas de cal, en la cocina está el arco, en el piano la música de las tribunas. Afuera la gente nos espera ansiosa. Pelé nos tira paredes, Colorín se desmarca, hace una diagonal, yo acomodo el cuerpo a la fantasía. “Si no recibo noticias tuyas no esperes más noticias mías, saludos para todos los muchachos de la radio, yo la estoy rompiendo junto a Pelé”. Julio escribía esto

“Huracán Buceo fue el cuadro de los mejores amigos. Nos juntamos todos los años un montón de personas de tres temporadas salteadas. Soy hincha de Rampla pero tengo un gran cariño por Huracán”. en los recortes de diarios neoyorquinos y se los enviaba a Serrano Abella. Extrañaba, pero nuevamente el bicho de costumbre del arrozal adecuaba el alma y desbordaba por la punta del mundo, tiraba el centro a su pueblo para que cabeceen sus vecinos y amigos en aquella correspondencia de admiración y nostalgia. “Una vez jugamos en Haití para treinta mil personas, después volamos a Jamaica y tuvimos que volver a Haití porque querían que jugara de vuelta. Lo desnudaban cuando terminaba el partido, quedaba en calzoncillos nomás. Era un imán, pero tenía un manejo bárbaro de las relaciones públicas. En las concentraciones tocaba la guitarra y cantaba, sobre todo de viaje, y viajábamos

de continuo”. La realidad supera una vez más a la ficción. Desde niño veo aquellas fotos del Cosmos en el cuarto de mis tíos. Las infaltables con Huracán Buceo. Las memorables de Campeón del Interior. Reposan como recuerdos sostenidos de su lado de la cama, cerca de un recorte con Mariana, la mayor, en brazos, y una foto con el rostro picaresco de Lucía y los ojos encantadores de Elisa, y la risa inconfundible de mi tía Nena eternizada en la planicie de la imagen. “En Puerto Rico había un casino pelotudo abajo del hotel y con el Chueco Masnik nos fuimos a tirar unas fichas y empezamos a ganar y nos entusiasmamos. Eran como las once ya cuando apareció el moreno. Mañana hay que practicar, dijo. Pero que se deje de joder, dijimos nosotros. A la media hora volvió y dijo: “Esta mesa y este casino van a estar mañana y pasado. Si están ganando llévensela”. Y ahí entendimos ¡purita calidá! Un Volkswagen Amazón blanco y viejo descansa en la puerta, una casona llena de recuerdos nos alberga. Todas nuestras edades creciendo y decreciendo entre el patio y la vereda. Las nuevas generaciones pareciéndose en los gestos. El piano sonando en las manos pequeñas de Olivia que juega a ser como la Nani. Una luna de Tomás Cacheiro. El arroz con leche de Estela. El olor a la casa de la Tita. “Cuando vine la primera vez una caravana me esperó del otro lado del río”, dice Colorín asistiendo a Joaquín con una sonada de nariz. La charla se dispersa. Los niños piden atención y el abuelo se afloja, se entrega a la maravilla de la chiquillada. La biografía del jugador gritará campeón en el duro ascenso chileno con Cobreloa. Viajará al centro de América para vestir la del extinto Centro Español de México. Volverá siempre a Huracán en cada asado. La biografía del hombre sigue, va hacia el patio, tira una pared con los nietos (uno nunca deja de ser futbolista), y en las piedras los lagartos se ponen a cavilar, sobre el tiempo y el silencio del modo más natural.* _Agustín Lucas *‘La Ariscona’ (de Ruben Lena y Los Olimareños).

31


Doping positivo

túnel SET- OCT 2015

Acerca del infantilismo “ofensivo” y el espíritu del fútbol 5

32

“Hay que decir a las masas la amarga verdad con sencillez y claridad, francamente: es posible e incluso probable que el partido militar se imponga de nuevo en Alemania (en el sentido de pasar en el acto a la ofensiva contra nosotros) y que Alemania, en unión con Japón, intente repartírsenos y estrangularnos por medio de un acuerdo formal o tácito. De no escuchar a los chillones, nuestra táctica debe consistir en esperar, demorar, rehuir el combate y retroceder. Si arrojamos por la borda a los chillones y ‘ponemos en tensión’ nuestras fuerzas, creando una disciplina verdaderamente férrea, verdaderamente proletaria, verdaderamente comunista, tendremos serias posibilidades de ganar muchos meses. Y entonces, retrocediendo incluso hasta los Urales (en el peor de los casos), facilitamos a nuestro aliado (el proletariado internacional) la posibilidad de acudir en nuestra ayuda, la posibilidad de ‘cubrir’ (hablando en lenguaje deportivo) la distancia que existe entre el comienzo de las explosiones revolucionarias y la revolución”. Vladimir Ilich Ulianov, el director técnico más importante de la historia de Rusia, escribió esto el 5 de mayo de 1918, un par de meses después de firmar la paz con los imperios alemán, austro-húngaro y otomano que sacó a Rusia de la Primera Guerra Mundial. La movida no le salió barata, puesto que para evitar continuar un combate que llevaba todas las de perder, el popular Vladi tuvo que ceder buena parte del territorio ruso. Naturalmente hubo quien no entendió la táctica y lo acusó de especular, de meterse atrás, de no arriesgar lo suficiente. Probablemente los más malhablados, mientras comentaban en voz alta la última edición de Pravda y se clavaban un dos por uno de muzzarella y vodka, lo haya tildado de cagón. Chillones, pensó el Vladi, que se armó de paciencia y escribió el maravilloso tratado de táctica y estrategia del cual extraje ese párrafo, explicando el sencillo hecho de que a veces dar un paso hacia atrás es la condición necesaria para dar después dos hacia adelante, y que tantos uruguayos deberían leer antes de cuestionarle al director técnico de la selección uruguaya de fútbol alguna supuesta cobardía durante la última Copa América. De la misma forma en que Lenin habló “en lenguaje deportivo” para explicar asuntos relativos a la guerra y a la política, podemos utilizar el lenguaje bélico y político para explicar asuntos del deporte. Un partido de fútbol es un combate entre dos fuerzas siempre desiguales, sometidas a unas reglas (relativamente) equitativas, en el cual los factores que inciden en el triunfo o en la derrota son imposibles de controlar. Lo único que conocemos –y nunca con total certeza– son las fuerzas con las que contamos para encarar la batalla. Y, si tenemos cierto grado de

humildad, nuestros puntos débiles. Con base en esas certezas y el trabajo de inteligencia que hayamos podido realizar para dilucidar las fortalezas y debilidades del rival, planificamos el combate. Esto es verdad para cualquier actividad competitiva, es decir para cualquier actividad en la cual dos o más personas o entidades chocan entre sí aspirando a llevarse algo que sólo una de ellas podrá obtener. De ahí que en la competencia –como dijera alguien que no recuerdo pero que mi instinto me lleva a pensar que fue Julio Ribas– ganar no es el objetivo principal, es el único; otras cosas pueden lograrse en el camino: hacer amigos, pasar un buen rato, perder peso, pero ninguno de esos es el objetivo al que aspiran los deportistas profesionales en el marco de su actividad remunerada. La práctica “competitiva” del fútbol es un ínfimo porcentaje de la que se lleva a cabo todos los días sobre el planeta Tierra y la gran mayoría de los mortales no tenemos la menor idea de lo que implica. Los varones uruguayos –y cada vez más las mujeres– jugamos regularmente al fútbol: en la playa, en el campito –si es que esa idealización del “fútbol puro” sigue existiendo–, en las canchas de fútbol 5 o en algunas de las cientos de ligas amateur que hay en el país, pero ninguna de estas es una actividad competitiva, puesto que en ellas ganar no es el único objetivo, sino que convive con otros, como la socialización, el entrenamiento físico, el placer de jugar, etcétera. En muchas de ellas, ganar ni siquiera es el fin principal: la voluntad de armar cuadros parejos cuando uno organiza un partido de fútbol 5 nace del deseo de participar en una instancia entretenida, que suspenda el sentido de realidad durante una horita y me haga partícipe de algo cuyo final es incierto, y no de un mero simulacro de desafío en el que sé que voy a ganar porque traje a todos los que la mueven para mi cuadro.

Esto último aburre y por eso es evitado por cualquiera que busque divertirse un rato. En el fútbol, la especulación –esa palabra que rechina a tanto futboleros que nunca han jugado con la necesidad de ganar o de no perder porque de ello depende su trabajo como a otros que sí lo han hecho pero que se creen más valientes de lo que son– está directamente relacionada con el grado de competitividad del partido. Cuando vamos a jugar al fútbol 5 con amigos no especulamos; ganar es un objetivo menos importante que el de pasarla bien y, por ende, adaptar nuestra estrategia a las fortalezas y debilidades del rival para aumentar nuestras chances de victoria está lejos de ser una de las prioridades. Pero si ese partido de fútbol 5 es por un casillero de cerveza nos ponemos un poquito más serios y si vemos que el cuadro rival es más rápido, técnico y más preparado físicamente que nosotros, seguramente busquemos un partido con poca dinámica y en el cual la pelota esté lejos de nuestro arco. Y una vez resuelto el problema más evidente –la alta probabilidad de que el rival nos convierta muchos goles– veremos cómo resolver hacerle daño, porque el segundo problema ni siquiera existiría si el primero no se resolviera, de la misma forma en que Lenin nunca habría podido construir el socialismo si el ejército alemán barría con los rusos en 1918. En el fútbol profesional estas especulaciones se llevan a su grado máximo. Lo hizo Tabárez durante la Copa América, a veces con más y a veces con menos suerte. (Paradójicamente, su equipo ganó un solo partido y fue el único en el que jugó realmente mal). Pero también lo hizo Sampaoli, que en la final no tuvo vergüenza de meter a jugar al volante central entre los zagueros, abandonando esa hipercarrasquista defensa compuesta únicamente por dos hombres que casi le cuesta la semifinal. Algún día Tabárez se va a ir, como se van todos los técnicos de los equipos que alguna vez dirigieron. El éxito o el fracaso de su proyecto lo mediremos en función de qué tan cerca o lejos estemos en ese momento de esa metáfora de la Rusia feudal que era la selección uruguaya hace diez años. No en vano llegó el día, un par de décadas después en la historia de Europa, en que Alemania y Japón volvieron por Rusia, tal como el Vladi –que ya hacía años que se había tomado el buque hacia la eternidad– había previsto. Lo reemplazaba un bigotudo del mal carácter y menos fineza táctica, pero el cuadro ahora estaba sólido, había recuperado casi todo el territorio que había tenido que ceder en 1918 y ganó el partido con base en sacrificio y contragolpe. _Mauricio Bruno


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.