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Graciela Iturbide: de herencias y rupturas para encontrar lo propio

Escrituras Ilegibles

Texto: Luisa Pastor* Fotos: Cortesía de Luisa Pastor

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El 28 de marzo de 1971, Roland Barthes envía una carta a Mirtha Dermisache en Argentina, al quedar profundamente impresionado por su trabajo en torno a la cuestión de la escritura. Dice Roland Barthes:

“El Sr. Hugo Santiago ha tenido la gentileza de hacerme conocer su cuaderno de grafismos. Me permito decirle muy simplemente cuánto me ha impresionado, no sólo por la alta calidad plástica de sus trazados (esto no es indiferente), sino también, y sobre todo, por la extremada inteligencia de los problemas teóricos en torno a la escritura que su trabajo plantea. Usted ha sabido producir un cierto número de formas, ni figurativas ni abstractas, que podrían ubicarse bajo el nombre de escritura ilegible –lo que lleva a proponer a sus lectores, no los mensajes, ni siquiera las formas contingentes de la expresión, sino la idea, la esencia misma de la escritura. Nada es más difícil que producir una esencia, es decir, una forma que sólo se revierta sobre su propio nombre; ¿acaso los artistas japoneses no han invertido toda una vida en trazar un círculo que sólo se revierta sobre la misma idea de círculo? Su trabajo está emparentado con esa exigencia. Le deseo vivamente que lo continúe y que sea publicado” (Cozarinsky, p. 11).

Obra: Luisa Pastor, “Escritura a dos voces”, serie Escrituras Ilegibles, 2022, 198.5 x 153.5cm, deconstrucción de dos cuadernos antiguos de contabilidad modelo 20 Astra y Diario sobre papel Hahnemühle Ultrasmooth 305 gr. Enmarcado: caja-urna de madera natural Koto y cristal antirreflejante.

Con esta sencilla carta de admiración, a principios de los años 70, Roland Barthes acuña el término de ‘escritura ilegible’, haciendo referencia a un conjunto de grafismos ininteligibles que, en busca del silencio, van más allá del orden racional y discursivo del lenguaje. Esta exposición gira en torno a la construcción de una escritura alternativa, hecha a base de pequeños fragmentos y arquitecturas de papel, en donde se escucha una polifonía de voces inconexas a partir de la transformación poética de una serie de libros de contabilidad.

El trabajo que presento en el stand de la Galería Nordés (Santiago de Compostela, España), en ARCO Madrid 2022, lleva por título “Escritura a dos voces” y está realizado a partir de la fragmentación de dos cuadernos antiguos de contabilidad. A través del corte y la rasgadura, las hojas de registro crean un nuevo paisaje hecho de puntos, líneas y silencios, en busca de un lenguaje aneconómico, que transgrede la ley del discurso capitalista. Finalmente, en un acto poético que subvierte el principio de la escultura expandida de Rosalind Krauss, esta obra trata de condensar, de manera introspectiva y metafórica, una multiplicidad de significantes, con el fin de construir una serie de ritmos narrativos que dan voz a la intimidad del fragmento, más allá de la lógica económica que impone el Plan General de Contabilidad.

agradece a AIR DESIGN, empresa mexicana pio- nera en el diseño y fabricación de autopartes, piezas para equipamiento médico y productos para mascotas, el patrocinio brindado para la impresión de este número con el cual se suma a la agradece a AIR DESIGN, empresa mexicana pionera en el diseño y fabricación de autopartes, piezas para equipamiento médico y productos promoción y difusión del arte y la cultura. para mascotas, el patrocinio brindado para la impresión de este número con el cual se suma a la promoción y difusión del arte y la cultura.

Graciela Iturbide:

de herencias y rupturas para encontrar lo propio

Texto: Mariana Rubio de los Santos*

Graciela es la mayor de trece hermanos. Con el peso de ser la primogénita de la familia Iturbide creció rodeada de tradiciones religiosas y conservadoras. Su madre les hacía la ropa hilando los textiles que conseguía su padre. Su abuela, interesada en educar la moral y la cocina publicó un libro de recetas para el hogar que incluía los platillos regionales para banquetes y también comidas diarias. Entre receta y receta se tomaba un momento para dar recomendaciones para cuidar al enfermo, para ser una buena ama de casa, procurar a la familia y contener los deseos, todo lo necesario para ser una dama. Hace unos años, Graciela reimprimió este libro y lo regaló entre sus familiares y seres cercanos. En la portada se distingue una mano que se acerca a tomar un pescado, sobre un fondo de pescaditos plateados que ondean en la superficie. Es una fotografía tomada en Oaxaca en 1997 que sirve como aquellas imágenes de pesca y caza que enmarcan los salones de banquetes de las casonas porfirianas. Con gestos como ese, Graciela Iturbide ha reinterpretado la herencia cultural a través de su mirada.

Tras casarse y tener tres hijos comenzó sus estudios cinematográficos, aunque a ella le hubiera gustado ser escritora. Contactó con la sensibilidad fotográfica de su maestro Manuel Álvarez Bravo y de ahí surgió una relación que le cambiaría la vida. Como su achichincle o asistente, Iturbide viajó con él por México y se adentró en la cultura a través de las fiestas tradicionales, esa herencia cultural inmaterial que devela tanto de nuestra forma de convivir

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