mirada
Publicación trimestral de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Edición Nº 6, septiembre de 2011.
UCSC, desde 1991 aportando al crecimiento de la Región del Biobío
El rol de la Universidad Católica en la Región del Biobío
La Misión de la UCSC a 20 años de su fundación
Una Institución al servicio del desarrollo regional, nacional e internacional
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Índice
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4 El rol de la Universidad Católica en la Región del Biobío. 6 Breve mirada a nuestra historia. 7 Dos décadas y más… 8 La Misión de la UCSC a 20 años de su fundación.
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11 Entrevista a Rector, Dr. Juan Miguel Cancino. 14 La Pastoral en los jóvenes de la UCSC. 16 Una Institución al servicio del desarrollo regional, nacional e internacional. 18 Algo más que la UCSC, algo más que ser estudiante. 20 Claudio Concha, Presidente de la Red de Ex alumnos.
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21 Aula Magna, un espacio para la cultura.
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N° 6, septiembre de 2011. Publicación trimestral gratuita de la Dirección de Comunicación y Difusión de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. Director: Andrés Valenzuela Contreras · Representante Legal: Rector, Dr. Juan Miguel Cancino Cancino. Periodistas: Carolina Astudillo Molinett, Carla Herrera Chamorro y Aldo González Vilches. Secretaria: María Elena Zapata Burgos · Fotografías: Alejandro Arros Aravena, Guillermo Salgado Sánchez y Archivo Dircom. Diseño y Diagramación: Periodistas Asociados, www.periodistasasociados.cl · Impresión: Trama Impresores. Contacto: Dirección de Comunicación y Difusión, Caupolicán 491, Concepción. Teléfono: (56) (41) 2345050, Fax: (56) (41) 2345051, e-mail: comunicaciones@ucsc.cl · N° ISSN 0718-9257.
Editorial
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ste 2011, nuestra Universidad cumplió 40 años de presencia regional y 20 como Institución de educación superior católica y autónoma en la Región del Biobío.
Desde sus primeros pasos como sede regional de la Pontificia Universidad Católica de Chile y hasta el presente, han sido sus personas quienes día a día han construido el camino para desarrollar con esfuerzo y compromiso sus equipos de investigación, sus carreras de formación profesional y gestión administrativa, imprimiendo en sus estudiantes y funcionarios el sello de una Universidad de la Iglesia, nacida para servir y constituirse en un “Centro de Excelencia en la búsqueda del saber e irradiación de la verdad para el bien de la humanidad”, como lo dice su visión. En esta edición, nuestra Casa de Estudios comparte con la comunidad la importancia de esta celebración y el pensamiento no sólo de sus autoridades, sino también de personas que han sido testigos del desarrollo y crecimiento de la UCSC y de jóvenes que demuestran la trascendencia y valor de la formación católica regional en nuestra sociedad.
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El rol de la Universidad Católica en la Regiónn del Biobío
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razón sumada a la verdad que aporta la fe. Es en esa armónica composición del saber integrado por la fe y la razón que la Universidad Católica aporta a la Región del Biobío.
Es la verdad el punto de partida de la vida universitaria y la razón de ser de todo su quehacer; al mismo tiempo, es la fuente inspiradora de su rol en la región. ¿Se trata de la verdad que entregan las ciencias en general? Sí, pero es mucho más que ello. ¿Se trata de la verdad que entrega la filosofía? Sí, pero mucho más que ello. ¿Se trata de la verdad que aporta la sociología? Sí, pero es mucho más que ello. ¿De qué verdad se trata? Se trata de la verdad que aporta la
La razón del intento de armonizar estas dos alas con las cuales el espíritu humano se levanta en búsqueda de la verdad está en que nos mueve el profundo convencimiento que para conocer al hombre, al hombre integral, hay que conocer a Dios. Y que Dios, usando la feliz expresión de Benedicto XVI, es la realidad fundante de todo cuanto existe y la fuente de todo bien. Por favor, que esto no se entienda como un límite para la razón. Lejos de eso, se ha de entender, y así lo he vivido personalmente, como un nuevo impulso para que la razón salga de sí misma y se abra a la inteligencia creadora de toda inteligencia, Dios.
Opinión
omo los jóvenes le dan más crédito a lo que ven que a lo que oyen, y están, al igual que todos, necesitados de testigos más que de maestros, el rol de la Universidad Católica de la Santísima Concepción está más claro que el agua: ser testigos de la verdad. Es allí donde se juega toda su vida, su presente y su futuro.
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+Fernando Chomali Garib Arzobispo de la Santísima Concepción Gran Canciller de la UCSC Ello implica animar a la Comunidad Universitaria a un trabajo de excelencia en los campos de la docencia, la investigación y la extensión, pero sin olvidar que su finalidad última está en iluminar al hombre con la luz de la fe. La excelencia académica fruto del amor a la verdad y a los estudiantes a quienes se les pretende dar lo mejor de sí mismo. Espero también de la Universidad que siga cada vez con más ardor en el diálogo entre la fe y la cultura y en un servicio claro y visible por los más pobres. Es allí donde se jugará su catolicidad porque eso significa por una parte preocuparse del hombre concreto y real con sus alegrías y sus penas y, por otro lado, significa que quiere aportar desde su identidad que está íntimamente vinculada a Cristo. Su aporte a los más pobres brota también de su misión, dado que la verdad conocida alcanza su talante auténticamente humano cuando se pone a disposición de aquéllos que no tienen acceso a los conocimientos. Soy un convencido que las escandalosas
desigualdades que se producen en la sociedad se deben a las diferencias abismantes que hay en el ámbito del conocimiento entre los distintos estamentos de la sociedad. Promover el acceso de mayor conocimiento entre los más desfavorecidos es una urgencia primaria que la Universidad no puede soslayar o derivar. Forma parte de su misión. Me llena de orgullo saber que muchos estudiantes que no han tenido las mejores oportunidades en la vida escolar pre-básica, básica y media, y que con gran dificultad han ingresado a la Universidad, hoy son un aporte a la sociedad. Me llena de orgullo los programas que tiene en Talcahuano y Cañete, y que su norte no sea la rentabilidad sino que el bien común de zonas especialmente maltratadas. Me llena de orgullo la gran disposición que he percibido en todos los estamentos de la Universidad para colaborar con sus competencias y habilidades en la construcción de un mundo más justo de la mano con la labor pastoral que se realiza en la Arquidiócesis. Espero ser un aporte a la fecunda labor que ha hecho por más de 20 años en la región. El aporte que la Universidad Católica le haga a la región está muy vinculado a la calidad de nuestros egresados. Desde ese punto de vista, la Universidad ha de esforzarse mucho a través de cada uno de sus miembros en dar una educación de calidad a los estudiantes. El aporte a la región se medirá en el aporte que los egresados le hagan a la región en todas las áreas en las cuales imparte carreras profesionales y técnicas. Desde ese punto de vista debe tener claro que está formando personas de bien, que aman profundamente su profesión, su patria y su región. Han de tener claro también que sobre sus conocimientos grava una hipoteca social y que, por lo tanto, están al servicio de los demás. Sería un logro que desde los primeros días de la vida universitaria, los estudiantes se sintieran al interior de una comunidad de personas que ponen lo mejor de sí para formar y formarse en aras del bien común.
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Los conocimientos, así como los títulos profesionales, no son un bien de consumo que se tranzan en el mercado, sino que la experiencia más profunda de la inteligencia humana que, cualificada con la voluntad y la libertad, da frutos insospechados. Ello exige que en el ADN de la vida universitaria prime el conocimiento científico y ético a la vez, y se destaque la primacía de las personas por sobre las cosas, y de la dimensión espiritual por sobre la material. Desde ese punto de vista, fomentar la vida de oración, de reflexión y de meditación en medio de los estudiantes y profesores es fundamental. Soy un convencido que una sociedad más justa se construye con hombres y mujeres justos. También soy un convencido que el amor transforma la sociedad y el amor se puede entregar de manera admirable a través del trabajo bien hecho. La Universidad, en cuanto comunidad de personas que van tras la verdad, no puede cerrarse en sí misma. Su horizonte es la realidad, la que quiere comprender cabalmente para transformarla en todo aquello que le compete, para que los hombres y mujeres de la región tengan condiciones más humanas de vida. Desde esa perspectiva, urge mirar el conocimiento como un gran regalo, un gran don, que está llamado a convertirse en un don para los demás.
Desde ese punto de vista, la catolicidad de la Universidad pasa necesariamente por la generación de un ambiente de trabajo donde brillen las virtudes humanas y evangélicas. Seremos reconocidos como discípulos de Jesucristo por el amor. Y esta manera de relacionarnos, lejos de entorpecer la docencia, la investigación y la extensión, la abre a nuevos horizontes que ni siquiera sospechamos. Durante este tiempo en la Arquidiócesis de la Santísima Concepción, he tenido la oportunidad de conocer a muchos de los profesores de la Universidad. He quedado sorprendido por el número de académicos con estudios de postgrado y el cariño que le tienen a esta Casa de Estudios. Sin duda alguna que la competencia profesional, sumado a un real compromiso con la búsqueda de más conocimientos para entregárselos a los estudiantes, es un fundamento sólido para seguir avanzando hacia la búsqueda de la excelencia. Ser una Universidad Católica debiese además ayudarnos a comprender la vida personal y social como un gran misterio que se esclarece a la luz de Jesucristo. La Fe en Él debe ayudarnos a ensanchar nuestra razón en este empeño de contribuir desde la cátedra en la consecución del bien común, la justicia y la paz.
Breve mi mirada a nuestra hhistoria
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Opinión
na mirada retrospectiva sobre la creación de la Sede Talcahuano y sus inicios sólo lleva a confirmar que, sin la voluntad del Señor, la tenacidad y visión de sus fundadores, Tadeo Pavicic y Tomás Campos, esto no hubiera sido posible. Basta pensar en lo convulsionado de la época, años 1971 a 1973, la complicación de la institucionalidad vigente, lo polarizado que se encontraba el país y la rigurosidad que siempre ha caracterizado a la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Al pensar en ellos, me permito hacer una alegoría del Quijote y Sancho. Tadeo, el idealista; Tomás, el realista y el que asumía la tarea de hacer aterrizar a Tadeo. Ambos con cualidades de liderazgo y convencimiento, increíbles, por lo que muchos jóvenes los seguíamos y teníamos como seres ejemplares. Todo esto nos conmovía, y unido al deseo y voluntad de Leocán Portus, Alcalde de Talcahuano, nos permitía soñar con una institución de educación superior para los jóvenes de Talcahuano. La Sede Talcahuano inició sus actividades académicas en abril de 1971, con alrededor de 250 estudiantes, para 8 carreras, con un plan curricular bastante innovador para la época, ya que las asignaturas básicas eran comunes para todos los programas (matemática, física, química). El ámbito Análisis Sociológico de los Sistemas Sociales (ADS) era transversal a todas las carreras y el ámbito Sicosociopedagógico (SSP) para todas las pedagogías. Además, era obligatorio cursar, en los primeros tres semestres, la asignatura de Expresión Oral y Escrita, y un idioma extranjero, o bien, aprobar los respectivos test de diagnóstico. Poco a poco, la sede fue creciendo en carreras y estudiantes, en la medida que la supervisión académica y administrativa de la PUC lo fue
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permitiendo. En 1975 nos sometimos a un gran proceso de sancionamiento curricular de todas las carreras que estábamos dictando, y a una planificación y categorización de la planta académica, proyectando y planificando el perfeccionamiento de los académicos. Otra importante aventura que enfrentamos fue la traída del Canal 5 de TV a Concepción. Emocionante la espera de su señal, en la terraza del edificio de Talcahuano, la que llegó, con una gran alegría para nosotros, como a las dos de la mañana, un día de verano, el 8 de febrero de 1973. En 1989 se produjo una importante reforma en la educación superior, la que dio lugar, entre otras acciones, a la creación de las universidades privadas, y, al mismo tiempo, las sedes de la PUC pasábamos momentos de bastante inseguridad e incertidumbre, porque incluso se llegó a pensar que se suprimirían o se unificarían. Felizmente, esto no se concretó. En 1991 la Pontificia Universidad Católica de Chile, con acuerdo de la Conferencia Episcopal, decidió traspasar sus sedes a las respectivas diócesis locales. Inolvidable fue la reunión que sostuvimos con Monseñor Antonio Moreno en el Auditorium de Talcahuano, oportunidad en la que nos comunicó la noticia y nos entregó la responsabilidad de hacer una Casa de Estudio con todas nuestras capacidades y energía, ya que él “no podía sacar una Universidad de un sombrero, tal como lo haría un mago”. Ahora bien, es impactante el crecimiento de esta Institución y su empoderamiento regional. Conmueve y emociona observar sus campus, sus edificios, y compararlos con la precariedad de nuestros inicios. Quiera Dios y la Vírgen Santísima acompañarnos siempre en esta tarea académica en bien de la
Zoila Farfán Villegas Encargada Mecesup Institucional juventud de nuestro país y del desarrollo moral, socioeconómico y cultural de nuestra sociedad. Considero oportuno agradecer y recordar a tantas personas que han trabajado y colaborado con nosotros, que, de una u otra forma, han aportado con un granito de arena a la sustentación y mantenimiento de esta obra académica, incluso a los que ya han partido a la Casa del Padre: Sergio Vera, Ricardo Acuña, José Morillas, Mario Leible, Dr. Hernán Gouet, Hernán Piedra, Jorge Billeke, Mario Francesconi, Raúl Marín y Liliana González.
Dos D os dé décadas y más…
Cinco años más tarde iniciaba sus clases lo que fue primero un Curso de Derecho, dependiente académicamente de la Facultad de Santiago y de dicha sede en lo administrativo. Corría septiembre de 1980 cuando recibí un llamado del estimado profesor Alberto Rioseco Vásquez, quien viajaba periódicamente desde la PUC a dictar las clases de Derecho Internacional Público. Me pidió que le ayudara en docencia, en conocimiento de que yo había cursado la especialidad de Derecho y Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, lo que acepté para terminar el año y asumir en propiedad la asignatura en 1981. Así llegué a la Casa de Estudios. En 1987, su Director, Homero Larraín Lorca, me pidió colaborar con su gestión asumiendo el cargo de Secretario de Sede. Llegó 1991 en que nacería la Universidad Católica de la Santísima Concepción. El rector de la PUC, Juan de Dios Vial Correa, y el Consejo Superior habían decidido desprenderse de las sedes. Tuve el privilegio de que el Arzobispo Monseñor Antonio Moreno Casamitjana me encomendara la misión de preparar parte de la transición de la PUC a la nueva Universidad en lo que se refería a la Declaración de Principios y Estatutos. En varios viajes a Santiago trabajé en ello con quien era Secretario General de la Pontificia, el profesor Enrique Cury, en el que encontré gran colaboración y lecciones de su experiencia de cómo podía enfrentarse poner en marcha una
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Institución que surgía como continuadora de la sede. El 10 de julio de 1991 se dictaba el Decreto Arzobispal que creaba la UCSC. Luego se nombraba Rector al Padre Eliseo Escudero, junto al que asumí como primer Secretario General, función que desempeñé por un periodo de tres años para regresar después a mis apreciadas tareas académicas en la que ahora había adquirido mayor importancia al alcanzar el rango de Facultad de Derecho. Aunque teníamos la experiencia de funcionamiento de la sede, esos primeros años fueron duros. Indudablemente era distinto manejar una Universidad como tal y que además se iniciaba enfrentando un ambiente de competitividad en la educación superior. Había continuas reuniones para intercambiar ideas y planificar, contando con ingresos bastante limitados, ya que se puede decir que la Universidad se creó con la herencia positiva de continuidad con la sede, pero nació pobre en recursos. Además, el gran desafío era posicionarse en el medio, lo que significaba un desgaste mayor de quienes habíamos asumido los cargos directivos. Por otra parte, el Rector conservaba funciones en la PUC, estando obligado a permanecer parte de su tiempo en Santiago, lo que reclamábamos bastante desde acá. Sin embargo, con el paso del tiempo creo que esto fue positivo, porque él trabajó en Santiago por dar a conocer nuestra Universidad y reunir aportes importantes que contribuyeron en los primeros años al crecimiento paulatino y fortalecimiento de la Casa de Estudios católica penquista. De esta manera se fueron dando sólidos pasos iniciales para el crecimiento del Campus San Andrés y se obtuvo en comodato por 25 años con su gestión el Campus Santo Domingo, en que funcionaron primero varias carreras y hoy es sede de la Facultad de Derecho.
Hernán Varela Valenzuela Decano Facultad de Derecho UCSC
Pasada la primera época y sucesivamente con otros rectores, Monseñor Felipe Bacarreza, Fernando Jiménez y el actual, Dr. Juan Miguel Cancino, la Universidad Católica de la Santísima Concepción ha cumplido 20 años y puede lucir muchas realizaciones, estando ampliamente valorada por la comunidad. Cuenta con una estructura física que jamás vislumbramos en aquellos inicios de 1991, con recursos humanos valiosos y gran número de nuevas carreras y Facultades, tanto de pregrado como con la madurez que otorgan los posgrados, junto con un número de estudiantes en notorio aumento. El tiempo ha pasado y 20 años después podemos sentir el orgullo de ser parte de esta Universidad desde sus inicios y aportar un grano de arena colaborando a sustentar la enseñanza superior católica. Igualmente, estamos llamados a afrontar los nuevos desafíos de la época, porque la misión educacional para contribuir a hacer mejor la región, el país y sus generaciones, pareciera que siempre está comenzando y nunca debe terminar.
Opinión
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ue hace ya tiempo que llegué al establecimiento superior que en la zona había comenzado a impartir formación y enseñanza católica. En 1971 se estableció en Talcahuano la Sede Regional de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC).
La Misión de la UCSC a 20 años de su fundación
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Opinión
on motivo de haber cumplido nuestra UCSC 20 años, resulta muy a propósito lo señalado recientemente por Benedicto XVI al mundo universitario, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), celebrada en Madrid, España. En la actualidad, en que se ha desarrollado una mayor conciencia de que la educación debe mejorar, cabe un análisis especial por el ámbito universitario, porque además de las carencias materiales que se deben superar, el universitario, académico y estudiante ha de tener la ilusión por una actividad apasionante, el abordaje interdisciplinar de un tema tan fundamental con el anhelo de responder a las inquietudes últimas y fundamentales de los estudiantes. Es el desafío perenne de la “universitas” de profesores y jóvenes que buscan juntos la verdad en todos los saberes, o como diría Alfonso X, el Sabio, ese “ayuntamiento de maestros y escolares con voluntad y entendimiento de aprender los
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saberes”, clarifica el sentido y hasta la definición de la Universidad. Una tarea de esta envergadura requiere de puntos de referencia en una sociedad que con frecuencia vuelve la mirada a otras realidades. Hay quienes piensan que la misión de un académico universitario se agota exclusivamente en formar profesionales competentes y eficaces que satisfagan la demanda laboral en cada preciso momento. Otros dicen que lo único que se debe privilegiar, según el momento, es la mera capacitación técnica. Ciertamente, abunda en la actualidad esa visión utilitarista de la educación, también de la vida universitaria, en ocasiones, difundida especialmente desde ámbitos extrauniversitarios. Sin embargo, quien ha vivido la Universidad con todas sus exigencias, y que hoy participa de esta vocación, se da cuenta de un anhelo más elevado que corresponda a todas las dimensiones que constituyen al hombre.
R.P. Luis Rifo Feliú Vice Gran Canciller de la UCSC
Sabemos que cuando la sola utilidad y el pragmatismo inmediato se erigen como criterio principal, las pérdidas pueden ser dramáticas, y así detallaba el Papa: desde los abusos de una ciencia sin límites, más allá de ella misma, hasta el totalitarismo político que se aviva fácilmente cuando se elimina toda referencia superior al mero cálculo de poder. En cambio, la genuina idea de Universidad es precisamente lo que nos preserva de esa visión reduccionista y sesgada de lo humano. La Universidad ha sido y está llamada a ser siempre la casa donde se busca la verdad propia de la persona humana. Por ello, no es casualidad que fuera la Iglesia quien promoviera la institución universitaria, percibe la tremenda importancia de la Teología, pues la fe cristiana nos habla de Cristo como el Logos por quien todo fue hecho (cf. Jn 1,3), y del ser humano creado a imagen y semejanza de Dios. El Evangelio descubre una racionalidad en todo lo creado y contempla al hombre como una criatura que participa y puede llegar a reconocer esa racionalidad. La Universidad encarna, pues, un ideal que no debe desvirtuarse ni por ideologías cerradas al diálogo racional ni por servilismos a una lógica utilitarista de simple mercado, que ve al hombre como mero consumidor.
He ahí nuestra importante y vital misión. Los universitarios somos quienes tenemos el honor y la responsabilidad de transmitir ese ideal, un ideal que hemos recibido de nuestros mayores, muchos de ellos humildes seguidores del Evangelio y que en cuanto tales se han convertido en gigantes del Espíritu. Debemos sentirnos sus continuadores en una historia bien distinta de la suya, pero en la que las cuestiones esenciales del ser humano siguen reclamando nuestra atención e
impulsándonos hacia adelante. Con ellos nos sentimos unidos a esa cadena de hombres y mujeres que se han entregado a proponer y acreditar la fe ante la inteligencia de los hombres. Y el modo de hacerlo no sólo es enseñarlo, sino vivirlo, encarnarlo, como también el Logos se hizo carne para poner su morada entre nosotros. En este sentido, los jóvenes necesitan auténticos maestros, personas abiertas a la verdad total en las diferentes ramas del saber, sabiendo escuchar y viviendo en su propio interior ese diálogo interdisciplinar; personas convencidas, sobre todo, de la capacidad humana de avanzar en el camino hacia la verdad. Benedicto XVI nos recuerda también que la juventud es tiempo privilegiado para la búsqueda y el encuentro con la verdad. Como ya dijo Platón: “Busca la verdad mientras eres joven, pues si no lo haces, después se te escapará de entre las manos” (Parménides, 135d). Esta alta aspiración es la más valiosa que podemos transmitir personal y vitalmente a nuestros estudiantes, y no simplemente unas técnicas instrumentales y anónimas, o unos datos fríos, usados sólo funcionalmente. Nuestro desafío es mantener una vital sensibilidad e ilusión por la búsqueda de la verdad; no olvidar que la enseñanza no es una escueta comunicación de contenidos, sino una formación de personas a quienes debemos comprender y querer, en quienes hemos de suscitar esa sed de verdad que
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poseen en lo profundo y ese afán de superación. Ser para ellos estímulo y fortaleza. Para lograrlo, habrá que tener presente, decía el Papa, que el camino hacia la verdad completa compromete también al ser humano por entero: es un camino de la inteligencia y del amor, de la razón y de la fe. No podemos avanzar en el conocimiento de algo si no nos mueve el amor; ni tampoco amar algo en lo que no vemos racionalidad. Pues “no existe la inteligencia y después el amor: existe el amor rico en inteligencia y la inteligencia llena de amor” (Caritas in veritate, n. 30). Si verdad y bien están unidos, también lo están conocimiento y amor. De esta unidad deriva la coherencia de vida y pensamiento, la ejemplaridad que se exige a todo buen educador. Además, hay que considerar que la verdad misma siempre va a estar más allá de nuestro alcance. Podemos buscarla y acercarnos a ella, pero no podemos poseerla del todo, más bien, es ella la que nos posee a nosotros y la
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que nos motiva. En el ejercicio intelectual y docente, la humildad es asimismo una virtud indispensable, que protege de la vanidad que cierra el acceso a la verdad. No debemos atraer a los estudiantes a nosotros mismos, sino encaminarlos hacia esa verdad que todos buscamos. A esto nos ayudará el Señor, que nos invita a ser sencillos
y eficaces como la sal, o como la lámpara, que da luz sin hacer ruido (cf. Mt 5,13-15). En definitiva, debemos volver siempre la mirada a Cristo, en cuyo rostro resplandece la Verdad que nos ilumina, pero que también es la Vía que lleva a la plenitud perdurable, y en este camino nos acompaña y nos sostiene con su amor.
Dr. Juan Miguel Cancino, Rector de la UCSC:
En los 40 años de educación superior católica en la Región del Biobío, la UCSC celebró el 10 de julio su Vigésimo Aniversario. En este contexto, nuestro Rector aborda diversos ámbitos que hablan del crecimiento de la Universidad, del sello y de la visión institucional, del aporte a la región y de los desafíos que marcan el futuro.
acompañadas con la entrega por parte de la Iglesia de lo que es hoy nuestra Casa Central frente a la Plaza de Armas de Concepción; el fortalecimiento del carácter de una Universidad que se atreve a desarrollar áreas con las que no contaba la sede de Talcahuano. Así se empezaron a crear Facultades, proceso que nace temprano, en 1991, y que se va complementando hasta llegar a la apertura de la Facultad de Medicina.
¿Cómo resume estas dos décadas? - Como una etapa de rápido crecimiento y fortalecimiento de la Universidad como Institución de la Iglesia al servicio de la Región del Biobío y del país. Todas las cifras respaldan esa afirmación. Por ejemplo, en cuanto al número de estudiantes, cuando nacimos, el 10 de julio de 1991 la sede Talcahuano de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) tenía 1580 estudiantes y hoy la Universidad está cercana a los 11 mil.
En términos de infraestructura, la apuesta por radicar la sede principal de Concepción en San Andrés, que paulatinamente ha ido creciendo con nuevos edificios; la compra de lo que era la Fundación Chile, en la Rectoría de Monseñor Bacarreza y, en los últimos años, la adquisición de las casi ocho hectáreas a Transportes Caracol; la donación más importante que la Universidad ha recibido, entregada por Monseñor Valech, que nos permitió adquirir las últimas hectáreas, pertenecientes a la ex Mutual de Seguridad; la creación de la Escuela de Estudios Técnicos en la Rectoría del Padre Eliseo Escudero en 1994, que luego, bajo el Rectorado de Monseñor Bacarreza, se transforma en el Instituto Tecnológico (IT), lo que es importante, puesto que nuestra Universidad es una de las pocas que ha mantenido la formación técnica.
¿Qué hitos destaca del periodo? - Uno de los hitos fue el cambio de dirección de la Universidad. Al cabo de un año de estar radicados con nuestra Casa Central en Prat 88, en Talcahuano, la UCSC no podía seguir funcionando en ese lugar y, por lo tanto, hubo que tomar decisiones, y éstas fueron
El Rector menciona también, como acontecimientos relevantes, la fundación de cada una de las sedes del IT, en Talcahuano, Los Ángeles, Chillán y Cañete en 2005; la instauración del Centro de Innovación y Transferencia Tecnológica Agropecuaria (CITTA) en la sede de Cañete, “la que cumple una labor
Dr. Juan Miguel Cancino Cancino Rector UCSC
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l domingo 10 de julio, la Universidad Católica de la Santísima Concepción conmemoró 20 años de existencia a partir de su fundación mediante Decreto del entonces Arzobispo de la Arquidiócesis, Monseñor Antonio Moreno. Antes, desde 1971, había sido la sede regional Talcahuano de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC). Son 20 años en la vida de una Casa de Estudios que se consolida y construye historia en la formación integral de jóvenes. “En escala humana es la edad madura, tiempo para pedirle (a la Universidad) productos nuevos, así como capacidad para enfrentar los desafíos a la altura de la madurez alcanzada”, manifestó en la Cuenta Anual 2010 el Rector, Dr. Juan Miguel Cancino.
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Entrevista
“Nos identifican como una Universidad que aporta al desarrollo regional y que forma personas con marcados valores éticos”
relevante porque está ayudando a lograr sueños muy grandes en un ambiente necesitado del apoyo de la educación superior”; el perfeccionamiento del cuerpo académico y la apuesta por la generación de conocimiento; la creación del primer Programa de Magíster, contando hoy con un total de 16; y la primera carrera acreditada, Periodismo. Actualmente, de 21, son 17 las carreras que cuentan con acreditación. “Estamos prontos a llegar a tener el cien por ciento de las carreras de pregrado en régimen en esta condición, vamos a ser la primera Universidad chilena con ese logro”, afirma el Dr. Cancino. En este momento la Universidad tiene como objetivo conseguir su tercera Acreditación Institucional. ¿Cuál es la importancia de este nuevo proceso? - Los procesos de acreditación nos permiten ser más conscientes del trabajo que realizamos como Institución. Ir a un tercer proceso es importante, porque nos ha permitido crecer e ir perfeccionando la sintonía entre lo que declaramos y lo que hacemos. Estos procesos no son otra cosa que una verificación de que la Institución tiene instrumentos de autorregulación, es capaz de ponerse metas y de generar los mecanismos y procedimientos para cumplirlas.
Un sello y una visión El sello ético-cristiano, ¿es un factor fundamental en la decisión de los jóvenes de estudiar en esta Universidad? - Las encuestas nos dicen que hay un porcentaje mayoritario que inicialmente no mira eso. Probablemente uno de cada tres estudiantes viene a la Universidad porque es católica, porque valora previamente ese carácter. Las encuestas a los estudiantes de primer año muestran que el resto viene porque aquí tenemos la carrera que ellos buscan y les alcanza el puntaje para ingresar. Pero a medida que el estudiante se va acercando a la titulación y especialmente después, cuando lo tenemos de ex alumno, éste es uno de los carácteres que más valora. Entonces, cuando uno le pregunta a los estudiantes o empleadores respecto de qué es lo más valioso de las personas que se educan en la Universidad, la formación ética que han recibido aquí la tienen en muy alta estima.
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¿Cómo la UCSC ha logrado, tal como su visión institucional lo señala, convertirse en un “Centro de Excelencia en la búsqueda del saber e irradiación de la verdad para el bien de la humanidad”? - Esta frase está inspirada en la Constitución Apostólica para las Universidades Católicas. Lo que esa visión dice es que el quehacer de cada persona que trabaja y estudia en la UCSC no se agota aquí, sino que tiene un valor trascendente, porque la Universidad está llamada a constituir modelos de desarrollo humano que pueden ser proyectados a la humanidad toda. El estudio, por ejemplo, de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), realizado el 2009 en la región y que estuvo orientado a determinar cuál es el aporte de las instituciones de educación superior al desarrollo regional,
identificó varios ejemplos de buenas prácticas en nuestra Casa de Estudios. En el libro que se generó como resultado de ese estudio –indica el Rector- se hace referencia a la labor que la Universidad realiza en favor de las familias de escasos recursos de la etnia mapuche en la Provincia de Arauco; el trabajo que el IT ha efectuado con el curso de Técnico en Construcción en el Centro Penitenciario El Manzano, pionero en Chile, orientado a ser un modelo de rehabilitación; el Programa “Aprendiendo a Querer”, que llegó a la Universidad por un convenio internacional firmado con la Alianza Latinoamericana para la Familia y que ha sido elegido uno de los siete programas que el Mineduc aprobó y puso a disposición de todos los colegios de Chile para educar en la sexualidad y afectividad.
Aporte regional y grandes desafíos ¿Qué posición ocupa hoy esta Casa de Estudios en la Región del Biobío? - La Universidad ha ido mejorando su presencia regional. Creo que no sólo en el Gran Concepción, sino también en las provincias. Nos identifican como una Universidad que aporta al desarrollo regional y que forma personas con marcados valores éticos, con vocación de servicio en favor del bien común. ¿Cuáles son los desafíos más importantes? - El principal desafío es que los estudiantes que nos llegan logren cumplir los sueños por los cuales vinieron a nosotros, y no es un desafío menor, puesto que nuestra Universidad, entre las del Consejo de Rectores, es la que recibe uno de los más altos porcentajes de estudiantes en riesgo social. Ocho de cada diez de nuestros estudiantes, en sus familias, es primera generación en educación terciaria, por lo tanto, qué gran relevancia tiene que esas personas cumplan su sueño. Hay desafíos respecto al financiamiento, porque todo lo que genera la Universidad lo reinvierte y, en consecuencia, el crecimiento futuro depende de sus ingresos. Hay inequidades tremendas todavía en el sistema de financiamiento proveniente del Ministerio de Educación, la UCSC recibe como Aporte Fiscal Directo por estudiante uno de los más bajos de todo el sistema de las universidades del Consejo de Rectores. A los anteriores, agrega el desafío de llegar a ser una Universidad que acredita su quehacer en postgrado e investigación; implementar un Campo Clínico, “porque tenemos ahí un compromiso desde el momento que Monseñor Valech nos hizo la donación”; seguir mejorando la gestión institucional, “porque a propósito del financiamiento la brecha entre ingresos y gastos en la Universidad es bastante pequeña, por lo tanto, tenemos que seguir incrementando la eficiencia y a la vez mejorar nuestra capacidad de obtener recursos de otras fuentes diferentes a la docencia de pregrado”; e incrementar la presencia de estudiantes extranjeros y, en este sentido, señala que se está trabajando para empezar a recibir en un futuro no muy lejano a más jóvenes de Latinoamérica y del resto del mundo.
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Finalmente, Rector, ¿qué significa celebrar este Vigésimo Aniversario? - Este año nosotros estamos celebrando dos cifras redondas: 20 años como Universidad Católica de la Santísima Concepción y 40 desde que fue fundada la sede Talcahuano de la que derivamos. Éstas son ocasiones en que la Comunidad Universitaria, en términos simbólicos, se detiene a meditar. 20 años en la vida humana se asocia con mayoría de edad, y creo que la Universidad ha dado con creces señales de haber alcanzado la madurez y al mismo tiempo, con la energía de la juventud, sigue emprendiendo y trabajando para perfeccionarse en el servicio a la que está llamada a dar a la región, al país y al mundo en su carácter de Universidad Católica. Es una instancia para agradecer a todas las personas que apoyaron en un momento en que la Universidad era más bien un sueño, aquéllos que colaboraron en el nacimiento de la sede Talcahuano, y también a quienes, cuando la Universidad se generó hace 20 años, se atrevieron a soñar que sobre esa semilla, que era la sede Talcahuano, se podía generar una Universidad dependiente de la Arquidiócesis de Concepción. Agradecer asimismo la ordenada gestión de todos los rectores que hasta este momento han permitido que la Universidad pueda funcionar adecuadamente y seguir creciendo, y a las familias que confían en nosotros y nos envían a sus hijos. Es la oportunidad, además, para invitar a toda la Comunidad Universitaria a redoblar los esfuerzos para dar lo mejor de sí en pos del bien de la sociedad y en especial de nuestros estudiantes, y propiciar un ambiente laboral solidario, cálido, en el que sea realmente un agrado trabajar cada día.
El Centro de Investigación y Transferencia Tecnológica Agropecuaria (CITTA-UCSC), ubicado en Cañete, trabaja junto a la comunidad para el desarrollo de la zona.
La Pastoral en los jóvenes de la UCSC
“Se me pega a la piel la juventud tud entre la que me muevo”
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i vida en Chile coincide con mi estadía en Concepción, y con mi sacerdocio de los últimos diez y ocho años. He tenido otras responsabilidades, pero una de ellas ha sido como el hilo conductor: la Dirección de la Pastoral de la UCSC. Mi lugar de trabajo no sólo ha sido el lugar de encuentro con el Señor, sino que además he podido ejercer la razón de mi vida que desde el 29 de junio de 1963 ha sido ser sacerdote.
Opinión
Desde 1993, los campus de la Universidad han tenido todos los días el momento más divino de su existencia coincidente con el momento en que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”; me refiero al momento en que por las palabras de la consagración Él tenía una presencia no sólo real como tiene muchas otras, sino sustancial. Él ha estado siempre en los distintos lugares en que he celebrado la Eucaristía: el cuarto piso de La Tortuga donde estaba la capilla, cuando nuestra sede principal estaba en Talcahuano, y las diversas dependencias del Campus San Andrés por las que desfilamos hasta que se inauguró la de Santa María Reina, el 22 de agosto de 1996. Estrenaríamos las capillas de Santo Domingo y de la Casa Central, y sería alguna aula de nuestro Tecnológico. Por supuesto que hemos tenido las asistencias poco numerosas de la mayor parte de los días, y las masivas donde hemos mezclado la alegría de los egresos o las oraciones compungidas despidiendo a
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Padre Cecilio de Miguel Medina Director de Pastoral UCSC algunos de los nuestros. Con una marca especial cuántas piochas con su doble carácter de identificador que compromete eran entregadas en la Eucaristía donde sentíamos que el Señor nos necesita y que en su nombre íbamos a nuestras prácticas. Y ha sido el Señor a lo largo de estos años quien estaba detrás del “vete en paz” que alegraba la despedida después de comprobar que en el Sacramento de la Penitencia la misericordia es más fuerte que el pecado mismo, como le gustaba decir al Beato Juan Pablo II. ¡Cuántas veces y cuántos han experimentado en estos años cómo se aliviaba el alma a medida que reconocíamos el amor de Dios que asombra de manera especial cuando perdona! Esa vida sacramentaria que se vivía con especial devoción cuando era precedida por
el primero de los Sacramentos: el Bautismo. Las veces en que se acercaban estudiantes y funcionarios con los ojos cerrados o humedecidos por la emoción de saberse hijos de Dios que les había esperado tanto y que les hacía sentir la verdad del principal descubrimiento traído por su Hijo en su venida al mundo: que Dios es nuestro Padre y nos ama. Han sido años que he impartido muchas clases en diversos ramos; pero mi condición de docente ha sobresalido en las catequesis dadas a cuantos descubrieron que Dios es la gran respuesta a su vida de “buscadores de la verdad”. Han sido las catequesis entregadas para recibir los Sacramentos de “Iniciación Cristiana”: Bautismo, Confirmación y Eucaristía. La catequesis no es sólo acercar conocimientos sino ayudar a que éstos formen hábitos, moderen la conducta de acuerdo a unas enseñanzas que se imparten para hacerse vida en quienes las reciben. Tantas mañanas de un sábado al mes en que concentrábamos el contenido de los conocimientos mínimos para recibir mejor lo que sentíamos con pena no haber hecho antes. Aunque se hable a veces de la fría realidad de los números, hay algunos que alegran. Pueden ser éstos: de 1994 a 2010 preparamos y recibieron la confirmación 987 estudiantes y funcionarios; de ellos más de 500 hicieron la Primera Comunión y 137 se bautizaron. Ya son varios los que se prepararon también en los Cursos Prematrimoniales que la Pastoral ha organizado, porque querían recibir en la capilla, donde había tanto recuerdo de momentos gratos, uno que les cambia de estado, el matrimonio, y que les encamina a la proyección tantas veces buscada de ser padres. ¡Cuántas lágrimas sorbidas en silencio al borde de romperse, porque asistíamos a la Eucaristía en la que despedíamos a compañeros desaparecidos en situaciones trágicas! La Pastoral ha estado siempre cerca de quienes aguardaban una respuesta a sus por qué de mayor angustia, porque la muerte les había arrancado a seres queridos; y como sacerdote que lucha por “querer” a mi gente,
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he sentido tantas veces que las lágrimas se unían sin disimulo a las de cuantos parecieran tener más razones para llorar. A lo largo de estos años me he sentido muy cercano a cuantas personas vivieron y viven en la UCSC. No puedo pasar delante de mi gente sin decir algo, muchas veces respuesta a lo que me dicen. Las palabras de esa canción que tantas veces he cantado: “Y verás cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero”, han sido comprobadas como ciertas en el trato recibido. Y no olvidaré nunca la extrañeza de mi hermana a su paso por Chile: “Cura, no entiendo por qué te quiere la gente”, ni las palabras de mi escueta respuesta de que yo les quería mucho. Y le doy gracias a Dios, porque debido a mi vida con jóvenes no sólo no me siento viejo, sino que pareciera que se me pega a la piel la juventud entre la que me muevo. Pero han sido las demás personas que componen la vida universitaria quienes han contribuido a tener una estadía en Chile grata y reconfortante. Mi interés por dialogar con quienes saben de tantas cosas más que yo, y de quienes nunca me sentí distante, porque la ciencia que cultivo –el área de la teologíaamplía de manera formidable los límites del conocimiento cuando de manera seria aplicamos la inteligencia a escudriñar la verdad de Dios. Me he sentido cómodo con
los cultivadores del saber, porque respetuosamente me han aceptado y sin ningún temor les he dicho que una inteligencia cuyo quehacer fundamental es buscar la verdad, se engrandece cuando puede asomarse no más a la Verdad que es Dios. Me ha encantado leer lo escrito por tantos, que estrujan lo aprendido para acercarlo a quienes buscan enriquecerse. Algunas veces he podido dialogar a propósito de lo dado por otros. Y aunque los cito al final tiene una explicación: sin ellos sería difícil que estudiantes y profesores lo pasaran tan a gusto en la UCSC. Me refiero al mundo de secretarias, auxiliares y demás personas que a veces son la imagen primera que uno advierte al llegar a la Universidad. En ellas y ellos encontré siempre a personas que enriquecen a uno con su trato agradable y agradecido. Cruzarse sonrisas francas y sinceras, lo más alejado de lo rebuscado y de la mueca que sustituye a la no alegría que contagia. A lo largo de estos años he comprobado cómo en este mundo hay un porcentaje importante que siguen fieles a una Institución que cambia. Con ellos me sentí siempre cómodo. Que nuestra UCSC, y la titulo de manera posesiva, nos proporcione un resultado de suma o multiplicación en este aniversario. Y que tantos celebren muchos más.
Una Institución al servicio del ddesarrollo regional, nacional e internacional naci
E
n el contexto actual de la educación, es una realidad que las universidades ya no sólo tienen la función de formar personas y aportar profesionales a Chile, sino que se hace cada vez más necesario que éstas adquieran un lugar protagónico en el crecimiento del país y que logren proyectarse a nivel internacional. Por esta razón la UCSC, desde su nacimiento, ha asumido un rol preponderante en la Región del Biobío y ha ido creciendo acorde a las necesidades de la sociedad actual. De esta manera, al igual como señala su misión, nuestra Casa de Estudios trabaja constantemente para liderar la investigación, la enseñanza y los servicios a la comunidad, conforme a los principios éticos y valóricos de la fe cristiana.
Reportaje
Para nuestro Rector, Dr. Juan Miguel Cancino, el tener un grupo importante de estudiantes que se están educando y confían en la Universidad, demuestra que se está aportando decididamente a la formación de personas en la región. Asimismo, afirma que toman real importancia las áreas en que nuestra Institución ha decidido incursionar y el sello ético-católico que se ha propuesto trabajar.
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Nuestra Casa de Estudios, asumiendo el rol fundamental que posee en la actualidad, está ampliando sus redes de vinculación y posicionándose como un foco de progreso en distintos ámbitos. En este sentido, destacan los diversos organismos que la UCSC posee para contribuir al crecimiento regional y nacional, tales como el Centro de Estudios y Desarrollo Asia Pacífico (CEDAP), el Centro de Estudios Biobarómetro, el Centro de Investigación Marítimo Portuario (CIMP) y el Centro Regional de Estudios Ambientales (CREA), entre otros. Además, no sólo conforme con los aportes nacionales, nuestra Universidad también ha centrado sus esfuerzos en generar convenios de intercambio estudiantil y de cooperación académica, para así lograr insertarse progresivamente a nivel mundial.
Vinculación a través de un quehacer institucional Según el Director de Relaciones Institucionales, Gonzalo Bordagaray, esta Casa de Estudios ha logrado posicionarse a nivel regional, nacional e internacional gracias a su quehacer habitual, que incluye liderar
mediante la docencia, la investigación y los servicios. A juicio de Bordagaray, a nivel regional este objetivo se ha cumplido por el trabajo que se ha efectuado en las sedes de la UCSC, las cuales se han ido involucrando con su entorno y las comunidades para ir realizando diversas acciones en beneficio mutuo. “Es meritorio lo que la Universidad ha realizado en Cañete, a través del Centro de Innovación y Transferencia Tecnológica Agropecuaria (CITTA) y la vinculación que ha generado con los pueblos originarios de la zona”, afirma. En el ámbito internacional, se ha incrementando considerablemente los convenios de cooperación e intercambio estudiantil, logrando mayores oportunidades para realizar acciones en conjunto con otras instituciones extranjeras. Entre los principales logros, destaca que por segundo año consecutivo un grupo de diez estudiantes de la Universidad de Ciencias y
potencialidades para ir abordando a través de una planificación o un plan estratégico piloto que permita darle énfasis a más temas que otros”, afirma. Al mismo tiempo, agrega que falta seguir incrementando la vinculación con el extranjero y los números de estudiantes que realicen estudios en Chile, debido a que aún la UCSC posee un grado incipiente de desarrollo en esta área.
Tecnología del Sudoeste de China (SWUST) esté participando del Curso de Español para Extranjeros que dicta la Facultad de Educación. “El hecho de traer jóvenes de China a estudiar nuestro idioma abre una puerta para que vengan otros a seguir perfeccionándose y se genere una sinergia que permite desarrollar más iniciativas”, señala el Director de Relaciones Institucionales. Igualmente, tal como indica Bordagaray, resaltan las experiencias positivas de los estudiantes de la UCSC que han conocido cómo se desarrollan los temas académicos en otras instituciones y reconocer que también se entrega una educación de calidad.
Testimonios de intercambio estudiantil y académico Un ejemplo positivo de intercambio es el caso del estudiante de Licenciatura en Historia, Wilson Lermanda, quien el primer semestre de este año cursó ramos de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad Católica Boliviana San Pablo. “Además de lo académico, destaco la experiencia de vida al estar seis meses fuera de Chile. Este tipo de oportunidades a uno lo hacen crecer, terminar con varios prejuicios, darse cuenta que la sociedad boliviana es bastante amable y que el tema de los conflictos con Chile es tan sólo un asunto político”, sostiene Lermanda. En cuanto al grado de exigencia, añade que los docentes de la universidad extranjera tenían un nivel bastante bueno y que logró adaptarse sin mayor dificultad. También indica que en general se desempeñó con éxito, ya que en el área de integración regional y relaciones internacionales los contenidos eran similares a la línea de estudio de Chile.
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Según el estudiante, el principal logro de su intercambio es la publicación de un artículo en la revista de historia de la Universidad Mayor de San Andrés, el cual fue el resultado de un trabajo final de un ramo que tomó en Bolivia y que también formará parte de su tesis de pregrado. Por otro lado, resalta la experiencia de la docente de la Facultad de Educación, Katiuska Santibáñez, quien iniciará su cuarto año de intercambio académico en la SWUFE. En esta Casa de Estudios, la académica de Pedagogía en Lenguaje y Comunicación realiza clases de español gracias a un convenio generado entre ambas universidades. De igual manera, profesores de la institución asiática imparten cursos de inglés y chino mandarín en la UCSC. “China es un país que se está abriendo recién a los extranjeros. La visión de ellos es muy positiva, ya que una universidad adquiere categoría mientras más gente de afuera tenga en su cuerpo de académicos. Además, la recepción de los estudiantes ha sido muy buena porque consideran que aprender el español les otorga un plus a sus estudios”, indica Santibáñez.
En consecuencia, abordando estos desafíos se logrará aumentar el impacto de la actividad universitaria en la región, se fortalecerá la identidad nacional y se potenciarán las diversas redes a nivel internacional, todo bajo el sello propio de la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Gonzalo Bordagaray Bellolio Director de Relaciones Institucionales
Para la docente, el apoyo de nuestra Institución ha sido fundamental para seguir trabajando y representar a los académicos en el extranjero, porque conjuntamente con las clases está realizando un Doctorado en Lingüística en la Universidad de Sichuan.
Desafíos: una planificación estratégica hacia el exterior De acuerdo a Gonzalo Bordagaray, la UCSC tiene el desafío de extender el servicio académico hacia al exterior y ofrecer una diferenciación. “La Universidad debe detectar
Katiuska Santibáñez Toledo Docente de la Facultad de Educación
Opinión
Algo m más que la UCSC, algo más má que ser estudiante
A
veces es frecuente olvidar lo que uno hace y a veces es aún más difícil recordar para qué lo hace. ¿Les ha pasado? Yo me lo pregunto todo el tiempo. Qué ocurre si te pregunto a ti, ¿qué haces? La respuesta será: estudio. Resulta lógico, pero si nos detenemos un momento podrás darte cuenta de que no sólo estudias o, al menos, no es ése el trasfondo de lo que haces. No se estudia para pasar los ramos simplemente, se trata de que al momento de escoger tu carrera pensaste no en lo que ibas a hacer los siguientes 5 ó 6 años, sino en lo que querías hacer en el futuro, a lo que querías dedicarte. No es simple decir que uno estudia, no estás marcando el paso, aunque quizás se lo has escuchado a tus padres. Lo que en verdad estás haciendo es “formándote como profesional”. El
día de mañana serás un profesor, un periodista, un ingeniero, un asistente social, abogado, enfermero, nutricionista, o un doctor. Serás eso que esperaste ser durante 4, 5 ó 7 años, y lo serás para siempre. Formarás familia dedicándote a tu trabajo y dirás a tus hijos que lo que estudiaste te llevó a eso, conocerás personas en tu empleo, formarás a otros, tratarás con personas, solucionarás problemas, harás lo que otros hacen, lo que quizá tus padres hacen, y verás cómo el mundo sigue su curso… con una diferencia: tú eres parte de ese curso y lo que hagas influye en él. ¿Cómo llegamos a ser las personas que somos? ¿De dónde viene nuestro carácter, nuestros gestos, modismos, nuestra forma de plantearnos los problemas, de solucionarlos, nuestra acogida y constancia, nuestro carisma y optimismo, nuestra manera de pensar, de actuar? ¿De
Yasna Chovar Ramírez Estudiante de Medicina UCSC dónde viene nuestra fe en lo que hacemos? ¿De dónde hemos sacado la convicción que dirige nuestro accionar? Pues hemos sacado todo ello de nuestra experiencia, hemos ido aprendiendo de cada uno de los momentos vividos, todo eso se ha ido sumando en nuestro interior conformándonos de a poco, aprendiendo ya no como niños sino como adultos, aprendiendo lecciones que nos ayudarán en el futuro. Hemos ido aprendiendo a cómo relacionarnos, cómo superar dificultades, hemos aprendido a ser quienes somos, y con ello hemos aprendido cómo ser profesionales. Ahora, ¿te habías dado cuenta que gran parte de tu día se desarrolla en la Universidad? Para muchos incluso es más frecuente ver a sus compañeros de curso y amigos que a sus familias; para muchos las facultades son más recurridas que sus propios hogares; para muchos la biblioteca y el casino son su sala de estudio y su comedor. Es por eso que uno debe
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sentir cierto orgullo al mencionar su Casa de Estudios, no sólo estudias allí, te formas entre sus paredes y te constituyes como profesional con una mirada característica, un “sello”. ¿No crees en él? Quizás ahora no te das cuenta, pero la Universidad Católica de la Santísima Concepción tiene su sello, y no es cualquier sello, se trata del que ahora tú también tienes. Hace un tiempo nos preguntamos con algunos compañeros si tenía algo de diferente ser un profesional egresado de una Universidad Católica. Estuvimos hablando de ello una eternidad para lograr concluir que no importando si eres católico o no, se trata de que tu visión de mundo cambia un poco, lo quieras o no, existe una conciencia social mayor, a veces uno quiere renegar de eso, pero te das cuenta de a poco que hay un click diferente en ti, que probablemente no hay en otras personas; no digo que somos mejores simplemente por formarnos en esta Universidad, pero es ese sello del que hablábamos el que nos identifica y hace que seamos profesionales con “un no sé qué”. Si me preguntan, veo el fututo con optimismo, no es cualquier cosa darse cuenta que los cerca
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de 6 mil estudiantes que existen en esta Universidad serán 6 mil nuevos profesionales formados en una Universidad como la nuestra, serán los ingenieros que construirán nuestras casas, los enfermeros y doctores que atenderán a nuestra familia, serán los profesores que educarán a nuestros sobrinos y nietos... Uno llega a sentir esa emoción de ver cómo esto se propaga y siente esa tranquilidad de pensar que el mundo se va haciendo un lugar un poco mejor. De la misma manera, quizás la responsabilidad nuestra es un poco mayor. Al ser formados con una mirada así de distinta, forjados en el seno de una comunidad con valores y esa impronta de estar llamados al servicio de nuestros pares, nos debería hacer un llamado a corresponder esa formación con un actuar de veras distinto. Ser un profesional egresado de la Universidad Católica de la Santísima Concepción debe llegarnos hasta el fondo del alma; hay un “algo” que se nos viene inculcando junto a nuestras materias, tapizado de pequeñas acciones, asuntos tan cotidianos como que tus profesores sepan tu nombre, como que al auxiliar le digas “tío” o “tía”, como que sepas que tu compañero
es tu nuevo “hermano” o que la familia que visitas en misiones o en trabajos de invierno te estuvo esperando a ti desde al menos unas cuantas semanas atrás. ¿No te da una cierta emoción comprobar que no es cualquier cosa estudiar en este lugar? Me gustaría que las personas que están fuera de aquí dijeran más seguido cómo sienten ese sello en nuestro trabajo, que nos contaran cómo reconocen que el profesional cristiano tiene algo más que decir, algo más que hacer, algo más que vivir. El papel de los estudiantes de ésta y otras universidades sin duda es uno activo en el futuro, en la sociedad a la que pertenecemos, con las personas que nos rodean, es un ser permanente que no da sosiego a momentos dudosos. Es un actuar que promete ser un reflejo de lo que trataron de inculcarnos y que intentaron fomentar en nosotros, es y debe ser un reflejo de lo que todo estudiante de la UCSC significa, sobre todo cuando ya no lo sea y se convierta en el profesional que aspiró ser.
Cariño, ssolidaridad y puertas abiertas
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espués de más de 12 años de pasar por la UCSC en calidad de estudiante y al escribir estas líneas, renacen muchos recuerdos en mi memoria: una Universidad pequeña, con recursos escasos y básicos, con una cancha de fútbol de tierra y que, si me ubico bien, en el lugar donde hoy se encuentra la Facultad de Ingeniería, pero con un gimnasio que envidiaban mis compañeros de colegio que estudiaban en otras universidades de la zona. Las áreas verdes y bibliotecas eran escasas, sí había muchos libros, algunos más hojeados que otros, pero en general convivíamos en un ambiente muy grato donde resaltaba el cariño, la solidaridad y las puertas abiertas en general.
Opinión
Para los más antiguos, cómo no recordar las grandes fiestas en el Gimnasio B, con música en vivo y muchos controles que evitar. La distancia entre Paicaví y la Universidad en San Andrés, luego la pasarela en invierno, era una travesía. Hasta el día de hoy recordamos cada vez que nos reunimos con aquellos amigos que hicimos en la época universitaria, tantas historias y personajes típicos de la U, que al día de hoy saludamos con gran cariño y alegría. En lo académico, no puedo dejar de mencionar que en más de algún minuto muchos sentimos incertidumbre de haber elegido bien la Casa de Estudios. En lo personal, tenía claro que los valores y estilo de formación integral me acomodaba, la escuela a la que pertenezco era nueva y muchas veces nos tocó pagar el noviciado con profesores jóvenes que se incorporaban por primera vez a las aulas, que no tenían muy claro cómo guiar a personas más jóvenes aún y con muchos sueños por delante, tema que fue cambiando claramente al pasar los años con la consolidación de la Escuela. Ahora, desde la perspectiva de ex alumno, veo una gran Universidad, consolidada a través de los años, con todo el equipamiento soñado por los que pasamos por las aulas en los ‘90, con
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una variada oferta académica y con las mismas características con que titulé este artículo: “Cariño, solidaridad y puertas abiertas”, y sumando a éstas profesionalismo y liderazgo en la región. Asimismo, destaco en la Universidad la posibilidad de trabajo que da a sus ex alumnos, ya que muchos hoy son parte del equipo administrativo y académico de nuestra Casa de Estudios. Qué envidia y qué orgullo. Envidia, porque nos hubiese encantado contar con los recursos que hoy tiene la Universidad al servicio de los estudiantes, y orgullo, porque ante la incertidumbre que en algún minuto pasó por mi mente al cuestionarme si había elegido bien o no, hoy veo materializado el esfuerzo realizado en conjunto “alumnos-familiasUniversidad” en distintos líderes regionales que actualmente son activos protagonistas del ámbito empresarial, político, social, educacional, entre otros. Mirando estos resultados, no me cabe duda alguna que vamos por buen camino, cada vez más sólido en sus cimientos y con proyecciones impensadas, me imagino, por quienes lideraron inicialmente este gran proyecto. Para terminar, sólo decir que llevo el sello de la UCSC en mi trabajo, la formación valórica que recibí en esta Institución y que fue reforzada tanto en mi colegio y luego en la Universidad, el amor por mi profesión y en
Claudio Concha Navalón Presidente de la Red de Ex alumnos de la UCSC especial el deseo de servir a otros con mi tarea. Estas características han hecho que mi carrera no sólo esté colmada de satisfacciones profesionales, sino también de logros personales y un crecimiento integral que me permiten decir que soy un hombre feliz. Donde voy recuerdo las palabras de mis profesores, aquéllos que inspiraron mi gusto por los números y el orden, pero también a aquéllos que me señalaron que el capital humano es lo más importante y que todo lo que haga debe dirigirse al bien común y considerando como eje principal el respeto por las personas y la generación de oportunidades para quienes no las han tenido.
Aula Ma Magna, un espacio espac para la cultura
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El significado, jerarquía e importancia que le atribuimos los ciudadanos y en especial los penquistas a nuestra Plaza Independencia, se complementa y se reafirma por la presencia de los configurantes físicos y espaciales de este “vacío urbano”. Es decir, por los edificios que en definitiva, lo configuran. Y que obviamente aportan, desde distintos puntos de vista, a su jerarquía. Espacialmente, con su proporción, distanciamiento y generación de distintas escalas, que se reconocen en el portal del antiguo edificio de la Intendencia o en el atrio de la Catedral y que contribuyen al necesario diálogo que debe existir entre el “vacío” y sus configurantes. Morfológicamente, con el lenguaje arquitectónico y semántica que la volumetría y las fachadas comunican al habitante y funcionalmente, con el uso al que estas edificaciones están destinadas. Entre estos configurantes del “espacio plaza”, y otorgando la jerarquía y significado que ésta se merece, se encuentra el conjunto arquitectónico de la Catedral y Casa Central
mirada
de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, constituido por el Museo Eclesiástico, el Aula Magna y el Templo propiamente tal. Un conjunto arquitectónico de estilo neorrománico, combinación de arte bizantino y moderno, que nace como respuesta obvia, de estabilidad y robustez con predominancia del lleno sobre el vacío, después de la destrucción de la antigua Catedral de estilo neogótico que elevaba sus torres al cielo, en el terremoto de 1939. En efecto, nueve días después del devastador terremoto, los penquistas presenciaron atónitos cómo las cargas de dinamita destruían para siempre, las bellas torres de la Catedral. Dos años después, el 3 de noviembre de 1940, se puso la primera piedra del conjunto arquitectónico que se construiría en la manzana del Arzobispado diseñado por los arquitectos Carlos Casanueva, Fernando Urrejola y Carlos Domínguez. Ahora, un conjunto que es considerado por el Plan Regulador de Concepción y, sobre todo, por los penquistas, como uno de nuestros patrimonios arquitectónicos más preciados.
Bernardo Suazo Peña Arquitecto proyecto de remodelación del Aula Magna UCSC
Con un acceso un tanto oculto, con cierto aire de misterio que sólo se devela en parte, por el atisbo de la moderna estructura que sirve de foyer entre el volumen de la Catedral y la Casa Central, se encuentra el Aula Magna. Una de las pocas salas dedicadas al arte y la
Mirada al Arte
a plaza es esencialmente el espacio “vacío” por excelencia y el de mayor significado en una ciudad. Más aún, cuando se trata de la Plaza de Armas de una de nuestras ciudades latinoamericanas o, en este caso, de la Plaza Independencia de nuestra ciudad de Concepción, que adquiere jerarquía por su centralidad, relevancia urbana por su bullente actividad cívica y comercial y un alto significado en la memoria urbana de los habitantes, por los hechos que en ella se han desarrollado.
cultura con que cuenta nuestra ciudad. Un Aula Magna que se descubre poco a poco mientras pasamos del foyer a su hall de acceso y de éste a la espléndida sala. A primera vista, desde el hall, marcan presencia las enormes y nobles puertas de acceso que anuncian la escala y la magnitud clásica del espacio interior. Luego en la sala, el enmarque dorado del escenario que en su cúspide luce el antiguo escudo de Monseñor Silva Santiago, testigo de la excelencia y relevancia nacional e internacional de los artistas que han pasado por su escenario. A pesar de su discreta ubicación en el conjunto arquitectónico del que forma parte, el Aula Magna se abre y se posiciona vigorosamente en el medio cultural y artístico de nuestra ciudad combinando su calidad arquitectónica que conjuga proporción espacial con una adecuada acústica propia de su clásico diseño, con la
Después de dos meses de trabajos de refacción, el 1 de julio el Aula Magna reabrió sus puertas a la comunidad penquista con el estreno de la obra de teatro “Don Quijote y Sancho Panza”.
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calidad de su programación que reaviva y mantiene la vocación artística y cultural de la ciudad de Concepción. Usando como pretexto el Vigésimo Aniversario de esta prestigiosa Casa de Estudios, la Dirección de Extensión remodela su sala, conservando su riqueza arquitectónica y la nobleza de sus materiales. Se reacondiciona su mobiliario, se cambian las antiguas maderas y alfombras, se renuevan instalaciones eléctricas y la distribución de su platea alta, cumpliendo con los actuales estándares y usando la más alta tecnología en la seguridad de los espectadores. Se celebran estos 20 años en un Aula Magna que inició su construcción hace más de setenta años, pero que sigue con el mismo espíritu de “Don Quijote y Sancho Panza” que vimos y sentimos en la obra teatral con que se reabrió al público penquista.