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Al inicio no era la gnosis sino el Verbo
La Doctrina Social de la Iglesia tiene que ver con el hombre visto con los ojos de Dios. Ahora: si el ser humano es superado por el transhumano, la existencia de la Doctrina Social de la Iglesia no tiene ya sentido. Habría entonces prevalecido la falsa ilusión gnóstica según la cual el hombre puede alcanzar la salvación a través del mero conocer o hacer. Si el «Nuevo Adán» será fruto
de la medicina o de la técnica, entonces la «nueva creación» será solo una obra humana1 y no una nueva creación. El hombre es el camino de la Iglesia2 y por eso constituye la misma razón de ser de la Doctrina Social de la Iglesia. No porque esté centrada solo en el hombre, sino porque es un instrumento de la salvación que Cristo ha procurado al hombre con la Cruz y la Resurrección y no con la técnica. Lo mismo puede decirse de la «naturaleza» y la naturaleza humana en particular. La salvación no viene de la técnica, que acaba por superar la naturaleza, negándola, como precisamente sucede con el transhumanismo. Para la Doctrina Social de la Igle y elevado por lo sobrenatural.
Existen hoy corrientes teóricas y prácti recursos mundiales, que, por el contrario, pretenden ir más allá del hombre. Se trata del transhumanismo. Estas doctrinas y estas praxis están en antítesis plena con la Doctrina Social de la Iglesia. Hablar de ello en este número del boletín tiene el siguiente enfrentarlo.
La idea de llevar al hombre más allá del hombre no es nueva. Estaba ya presente en el mito de Prometeo y está contenida en la narración bíblica de la Torre de Babel y ha tenido un extraordinario impulso en la época moderna. En la Nueva Atlántida, Francis Bacon se convierte en su sacerdote y el dominio completo sobre la naturaleza —el regnum hominis—, en un paradigma programático generalizado. Descartes propone el «método» y su visión mecanicista del mundo lo convierte en instrumento cognitivo.
El instrumento principal de este proyecto es la técnica y a nadie se escapa, por tanto, cómo las amplias consideraciones sobre la técnica en Caritas in veritate de Benedicto XVI tienen un vivo sabor de actualidad y de urgencia3 .
También la literatura se ha interesado por el transhumanismo: Frankenstein de Mary Shelley y, sobre todo, Un mundo feliz, de Aldous para nosotros hoy desafortunadamente ya es una realidad. Es impresionante la clarividencia de Huxley: sus anticipaciones sobre el control sistemático de la sexualidad, la procreación y la eugenesia opresiva e inhumana asumen una extraordinaria actualidad hoy, en la época de los bancos de semen, de la fecundación subrogada, del aborto sistemático y de la esterilidad homosexual impuesta como nueva ideología. Gilbert K. Chesterton, por su parte, había denunciado los males de la eugenesia en un famoso libro suyo; eugenesia que era fruto de la Ilustración4 y que ha alcanzado predicamento no solo en los regímenes totalitarios sino también en las ilustradas democracias occidentales, de la estadounidense a la sueca.
Friedrich Nietzsche había anunciado al superhombre (Übermensch) y su grito había sucedido al de la muerte de Dios. Pero el proyecto del superhombre provoca la muerte del hombre y no su exaltación. Más bien proclama su degradación a animal. No es casualidad que mientras la técnica y la medicina proponen un hombre que no sufre y que no muere, cuyos tejidos y órganos son reconstruidos si se dañan,
S. E. Mons. Giampaolo Crepaldi Presidente del Observatorio
[1] Véase Massimo Piattelli Palmarini, Il nono giorno della creazione. La nuova rivoluzione nelle scienze del vivente, Mondadori, Milán 2015.
[2] Juan Pablo II, Centesimus annus, cap. VI.
[3] Benedicto XVI, Caritas in veritate, cap. VI, “El desarrollo de los pueblos y la técnica”.
[4] Marco Marsilio, Razzismo un’origine illuminista, Vallecchi, Florencia 2006.
[5] Fiodor Dostoievski, Los demonios, Obras completas, Tomo V, trad. Rafael Cansinos Assens, Aguilar-Santillana, Madrid 2003, p. 94. con el cerebro conectado a una computadora central eterna y omnisciente, con inserciones de chips electrónicos en las sinapsis y de prótesis potenciadas y sustituibles, muchos teóricos extravagantes quieren la superación del especismo, o sea de la superioridad del hombre sobre las otras especies animales. El transhumanismo se convierte, por tanto, en transespecismo. El primero pretendería ser un potenciamiento (enhancement) del hombre, y el segundo, una degradación: parece una contradicción, pero no lo es. Dostoievski, en Los demonios, había ya previsto estas nuevas y extremas formas de nihilismo, comprendien narrador anónimo de la novela, Kirillov, el «Ahora el hombre no es todavía ese otro hombre. Surgirá un hombre nuevo, feliz y orgulloso. Al cual le dará lo mismo vivir que no vivir: ¡ése será el hombre nuevo! Quien suprima el dolor y el espanto, ése será un dios. Y el otro Dios dejará de ser [...]. Dios es el dolor del miedo a la muerte. Quien venza el dolor y el miedo, ése será Dios. Entonces empezará una nueva vida, entonces existirá el hombre nuevo, todo será nuevo… Entonces la historia se dividirá en dos partes: del gorila al aniquilamiento de Dios y del aniquilamiento de Dios… —¿al gorila?».5 Hoy se quiere ir hacia el hombre híbrido de animal y máquina, potenciado en su poder a través troceso en su valor a través de la involución a pura animalidad. ¿Cómo podría no enfrentarse la Doctrina Social de la Iglesia con estos horizontes actuales? Con el crecimiento del poder los peligros aumentan y, con ellos, la responsabilidad. Aquello que hoy las leyes ya permiten o inclu género— debe ser considerado en un cuadro más amplio dentro del proyecto del transhumanismo. En este sentido, este número del boletín se vincula con otros publicados antes y permite comprenderlos mejor.
La Doctrina Social de la Iglesia existe porque el mundo está agobiado por las estructuras del pecado. Está para anunciar la salvación de Cristo también en las realidades temporales. Hoy la gnosis es la tentación más grande, porque consiste en el pecado de la soberbia. También el de nuestros primeros padres fue, en el fondo, un pecado gnóstico: no conocer para salvarse, sino salvarse conociendo. El transhumanismo es la última versión, muy impetuosa, de la gnosis eterna. La Doctrina Social de la Iglesia no puede dejar de lidiar con eso.