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¿Se pueden medir las emociones? | Descubre UMH
Cada vez nos interesa más estudiar y entender las emociones que rigen nuestra vida. Y, para analizarlas, el primer paso es identificarlas. Conocemos miles de emociones, y todas ellas se pueden simplificar en positivas y negativas, es decir, si nos atraen o nos producen rechazo. Estas emociones, que se conocen como primarias, se observan desde antes de nacer y no requieren de un procesamiento cerebral complejo, lo que simplifica su estudio.
Las emociones, al ser procesadas por el cerebro, generan cambios fisiológicos. Si somos capaces de identificar estos cambios, podremos clasificar el estímulo causante. Para ello, nos apoyamos en diferentes tipos de tecnologías: la pupilometría, para medir los cambios en el tamaño de la pupila del ojo; el electrocardiograma mide las variaciones en los latidos cardíacos; también, se usan medidores de impedancia de la piel, la electroencefalografía, la resonancia magnética funcional o las mediciones hormonales, por poner algunos ejemplos. El sistema ideal de registro de las emociones sería una combinación de distintas tecnologías.
Actualmente, analizar las emociones como positivas o negativas en un entorno controlado y en base a estímulos concretos es relativamente sencillo. Pero las emociones más complejas y en entornos abiertos son difíciles de cuantificar. El camino es aún largo para poder generalizar y obtener resultados universales.
Van Gogh dijo: “Las pequeñas emociones son las grandes capitanas de nuestras vidas y las obedecemos aun sin saberlo”. Si finalmente averiguamos cómo se producen, estaremos más cerca de entender el comportamiento humano.