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QUÉ PASA EN REGIONES?

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ESPECIAL: VACUNAS

ESPECIAL: VACUNAS

fia muscular espinal y me pareció que yo podía colaborar haciendo una visita a domicilio. Resulta que no calculé que iba a ir a ver a gente con coronavirus a su casa, entonces, sí estaba expuesta… No he tenido un miedo específico, pero el riesgo siempre está y lo tengo claro que ya lo asumí hace décadas.

¿Qué enseñanza le deja esta pandemia, Doctora?

Lejos, la primera, es volver a lo simple, a lo sencillo, a lo esencial de la vida, a que en realidad este año no necesité comprar una prenda de ropa ni una cosa, nada que sea distinto a generar tiempo de valor con la familia, tiempo de valor cuando se puede con los hijos que ya son hombres, siento que con mi esposo rescatamos nuestra relación como familia y, por primera vez en 35 años, desde que nos conocemos, almorzamos juntos todos los días desde el inicio de la pandemia en que nos cambiaron los horarios. Creo que una de las cosas maravillosas que me pasó es que yo siempre he hecho turnos en UCI, pues renuncias a cualquier otra cosa que no sea la UCI. Poder trabajar en algo que me apasiona, que ha sido mi vida, y en donde tengo experiencia, ha sido un privilegio. Creo que si había algo por lo cual mi vida profesional tuvo sentido, es haber podido estar presente aquí en la “primera línea” en la UCI con los pacientes, eso es maravilloso. Hicimos la Ley Antitabaco, que hasta aquí había sido mi máximo orgullo profesional, pero ahora sí le voy a poder contar a mis hijos que yo estuve aquí, que estuve en la pandemia, que no falté nunca a un turno y que, al contrario, duplique, triplique los turnos. Otro tipo de enseñanza también fue ver que no necesitas generar una dependencia de un medio de comunicación si quieres comunicar. Para mí, ha sido una enseñanza el Instagram, me es una especie de magia, en el sentido que las personas quieren saber y me preguntan directamente cosas. No tengo la capacidad humana para poder responder los miles de mensajes que me llegan cada día, pero siento el pulso de lo que la gente realmente entiende, de lo que sabe, de lo que necesita saber. Estoy muy contenta en este momento de haber descubierto que la comunicación con las personas para poder arreglar un poco, laborar y contribuir a que mejoren las condiciones de salud, están ahí, es cosa de tomar las cosas de querer hacerlo. Eso es posible, se pueden liderar cambios en la salud de nuestra población y para eso no necesito ni el auspicio de una institución o un partido político, sino que el propio entusiasmo.

Finalmente, ¿cuáles cree que son los desafíos en cuanto a la pandemia en Chile?

Son muchos y muy significativos. El primero, es que no teníamos una salud adecuada para enfrentar ni esta ni otras pandemias. Tenemos un 69% de personas obesas o sobrepeso, que están en este momento sufriendo más los daños de estar enfermo. Tenemos pacientes hospitalizados con 140 a 150 kilos que miden un metro 60. Cómo llegamos ahí, desconozco, pero básicamente nuestros pacientes tienen sobrepeso, son diabéticos, mal controlados, que no sabían a veces que son diabéticos o que no sabían que eran hipertensos. Esta es una enfermedad, entonces, qué ha descubierto estas lacras de nuestra sociedad en las que como está diseñada nuestra atención en patología GES, que están en base a enfermedades, no hay ninguna proyección ni prevención, no hay ningún GES preventivo de la obesidad, tabaquismo o diabetes. Tenemos que apuntar a la corrección de esa tierra bajo la alfombra que teníamos ahí. La diabetes se triplicó en 15 años, es realmente inaceptable que nosotros como agentes sanitarios no hayamos hecho algo antes para corregir eso. Desde el punto de vista de la pandemia nuestra misión es aplanar la curva, volver a tener niveles manejables de emergencia, niveles manejables de pacientes en UCI y, desde luego, cuantificar cuáles son las secuelas que va a dejar no solo en el pulmón, sino que en el sistema músculoesquelético, en el corazón, esta enfermedad produce trastornos en el sistema excito conductor, lo que ha significado que hemos puesto más que nunca marcapasos. Entonces, tenemos una cantidad de personas que vamos a tener que controlar hasta ver si realmente van a tener una mejoría y van a volver a tener un sistema cardiopulmonar normal o nos vamos a quedar con una gran cantidad de personas secueladas de las que nos tenemos que hacer cargo. Ese tiene que ser el tema: cuantificar, vigilar, rehabilitar y hacernos cargo de todo el desastre que va a significar que un jefe de hogar, por ejemplo, quede inhabilitado por meses pero también de todo el tiempo que le va a tomar rehabilitarse.

CONSEJOS PARA INVIERNO

¿Qué proyecciones se pueden hacer por ejemplo pensando en invierno?

Básicamente, mantener, pero en forma muy estricta, todas las medidas que ya hemos comentado: distancia física, uso de mascarilla, lavado de manos, evitar reunirse con las demás personas a comer, no invitar todavía a casa, no ir de visita, a no ser que sea estrictamente indispensable. Va a empezar a hacer frío y tenemos que compatibilizarlo con una ventilación que sea adecuada. La otra recomendación es que la gente se vacune además del COVID contra la influenza. Mantener toda esta rigurosidad en la prevención, dar énfasis a evitar enfermarse y tratar de entender que, si bien los niños no están en este momento incluido en los planes de inmunización, deben ser diagnosticados apropiadamente cuando tengan síntomas porque también ellos podrían tener este síndrome postinfeccioso que se llama PIMS.

28 ORGULLO UNAB “Primera línea” contra COVID-19 en medio del desgaste, crisis emocionales y cansancio

Las cifras lo dicen, ellos lo confirman. Desde que el COVID-19 se instaló en nuestro país, los equipos de salud se han llevado el gran peso de esta severa pandemia, entre ellos, egresados y académicos de la UNAB.

En nuestro país, dada la situación hospitalaria, en especial por el explosivo aumento de casos de contagios desde fines de marzo y los pacientes en ventilación mecánica que también se acrecentaron -generando con ello una saturación de las Unidades de Cuidados Intensivos-, han provocado un enorme sobreesfuerzo de todo el personal sanitario, que ha tenido que afrontar demandas físicas, psicológicas, emocionales y sociales, en una situación de escasez de personal entrenado, en muchos casos, y la incertidumbre de la evolución de la pandemia.

Muchos de ellos sabían que vendría esta segunda ola de la pandemia, incluso, más severa que la primera. “Como equipo, estábamos preparándonos para el aumento de casos, ya que evidentemente la gente no estaba respetando las medidas de prevención. Se podía ver a las personas transitar sin mascarilla, grupos de gente en plazas, ferias libres repletas, etc. Considero que posterior al inicio de la inmunización la gente se comenzó a relajar más”, reflexiona Tamara Molinet, enfermera en el Hospital El Pino y titulada en la U. Andrés Bello.

Por su parte, Felipe Castillo, académico de la Escuela de Kinesiología y kinesiólogo en Clínica Indisa, asegura que “según lo observado en los países del hemisferio norte, sabíamos que una segunda ola nos golpearía fuerte y, sin duda, la estábamos esperando, pero no con los niveles de severidad que estamos viviendo en la actualidad”.

Tamara Molinet enfermera en el Hospital El Pino y titulada en la U. Andrés Bello.

Felipe Castillo académico de la Escuela de Kinesiología y kinesiólogo en Clínica Indisa

Jelitsa Rojas, académica de la UNAB y enfermera en el Hospital Carlos Van Buren de Valparaíso, también destaca la segunda ola como una dura etapa que está viviendo como equipos de salud. “La realidad que estamos viviendo en nuestra Unidad de Emergencias Respiratorias es muy crítica. El año pasado, llegaban a nuestra unidad solo pacientes con cuadros respiratorios leves, a los que al realizarles exámenes de laboratorio e Imagenología, se lograba comprobar el diagnostico COVID, eran pacientes hermodinamicamente estables. Sin embargo, en esta segunda ola, los pacientes ingresan muy descompensados con diagnósticos, muchos pacientes ya confirmados con COVID en cuarentena, que consultan con cuadros respiratorios severos”.

El equipo de salud está desgastado emocional y físicamente. No alcanzaron a recuperar energías tras el peak de la enfermedad en 2020, situación que se aprecia día a día entre los compañeros con “presentación de licencias médicas, sostén de equipos humanos más preparados a los equipos nuevos, que generan desgaste natural en funcionarios que duplican su propia carga laboral, crisis emocionales personales, equipos que se pelean entre ellos, etc.”, reconoce José Luis Sufán, académico de la Escuela de Kinesiología y kinesiólogo de Indisa.

El desgaste “se evidencia en las conversaciones cotidianas que tenemos, llegamos al mismo consenso: cansancio. Además se visualiza en la salud mental, muchos de mis colegas han colapsado emocionalmente, ya que es muy fuerte y extenuante las jornadas de trabajo, por lo que las licencias psiquiátricas han aumentado. Personalmente, durante la pandemia tuve licencia debido a que tengo una hernia lumbar y, con tantos pacientes pronados (poner al paciente boca abajo), colapsó mi espalda”, confiesa la enfermera Tamara Molinet.

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