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8. PRESCRIPCIONES DE LOS FORMADORES
independiente, a efectos de favorecer las condiciones de acceso de los participantes a la acreditación de dichas unidades de competencia.
Las Administraciones Públicas pueden ofertar otros módulos no vinculados a unidades de competencia y módulos relacionados con idiomas, prevención de riesgos laborales, orientación profesional… y otras materias de carácter transversal o que estén marcadas por las directrices de la Unión Europea.
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Se pueden contemplar diferentes modalidades para impartir la formación asociada a la consecución del certificado de profesionalidad: presencial, a distancia, teleformación o mixta. Cuando la acción incluya formación a distancia o teleformación, se hará necesario complementarla con asistencia tutorial.
Cada certificado de profesionalidad será regulado por una normativa determinada en la que se especificará las condiciones en la que los módulos según los colectivos destinatarios y la naturaleza de los contenidos, se ofertan distintas modalidades de formación.
8. PRESCRIPCIONES DE LOS FORMADORES
La acción formativa es la actuación encaminada a adquirir y mejorar las competencias profesionales de las cualificaciones profesionales. Esa oferta formativa puede contemplar todos los módulos que desarrollan todas las unidades de competencia o sólo algunos con la cual se obtiene una certificación parcial al superar la fase formativa.
Los formadores deberán reunir los requisitos específicos que se incluyan en el mismo para poder impartir la formación correspondiente a cada uno de los módulos formativos de los certificados de profesionalidad. Estos requisitos deben dar garantía del dominio de los conocimientos y las técnicas vinculadas a la unidad de competencia a la que está asociado el módulo, y se comprobarán mediante la correspondiente titulación formal y/o experiencia profesional en el campo de las competencias relacionadas con el módulo formativo.
En cualquier caso, será requisito que el formador/a acredite poseer la competencia docente que se determine por la Administración competente para impartir los módulos formativos de los certificados de profesionalidad.
Los formadores de las acciones formativas orientadas a la obtención de certificados de profesionalidad han de cumplir dos requisitos indispensables:
• Formación específica, según descripción contenida en cada certificado de profesionalidad, regulado por Real Decreto.
• Experiencia específica, también contenida en el certificado y regulada igualmente por R.D.
En cualquier titulación y experiencia se requiere, además, estar en posesión de titulación oficial que acredite conocimientos metodológicos y docentes, es decir, poseer titulación oficial de:
- Certificado de Aptitud Pedagógica. - Metodología didáctica para formadores. - Formador ocupacional. - Formador de formadores. - Máster en formación del profesorado. - Docencia de la formación profesional para el empleo.
El formador/a debe acreditar poseer la competencia docente que se determine por la Administración competente para impartir los módulos formativos de los certificados de profesionalidad.
Sin embargo, no es sólo la formación lo que define a un formador, también es muy importante su experiencia como docente, que le habrá capacitado para enfrentarse a múltiples situaciones y contextos diferentes de formación.
Esta adaptación vendrá también determinada por el tipo de formador del que estemos hablando, es decir, por el estilo docente de la persona en cuestión. Los estilos docentes son los modos o formas de enfocar nuestro comportamiento en la formación.
Estos modelos están condicionados por muchos conceptos personales como la filosofía, las ideas o la percepción del mundo y del hombre que tiene el formador.
De ahí que nuestra personalidad como docentes vaya a ser el molde de nuestras acciones y, probablemente, el modelo de alguno nuestro alumnado. Puesto que los estilos docentes no están relacionados sólo con el proceso cognitivo de enseñanza- aprendizaje, sus efectos se constatan también en el terreno motivacional, social e interpersonal.
Estas tipologías docentes están profundamente relacionadas con la división de los grupos con respecto al liderazgo, ya que, en cierta medida, el formador es líder del grupo de formandos. Se establece, por tanto una división en tres tipos básicos de formador:
- Formador autoritario. - Formador democrático. - Formador laissez-faire.
Formador autoritario.
- Indica el trabajo etapa por etapa, sin dar idea de conjunto. - Se sitúa fuera del grupo, en posición de evitar todas las distracciones. - Se dirige a los individuos de forma aislada y nunca al grupo. - Alaba y riñe individualmente y adopta un tono de autoridad.
Formador democrático.
- Al indicar el trabajo, indica su significado total. - Anima al grupo a organizarse como tal. - Dice “nosotros”, se dirige al grupo y rara vez a una persona en concreto. - Intenta evitar las distracciones y la desorganización. - No sanciona las distracciones individuales.
Formador laissez-faire.
- Dice lo que hay que hacer, indicando al tiempo la finalidad. - Se desinteresa de los asuntos, esperando que el grupo resuelva sus problemas por sí mismo. - El docente deja que todo suceda de manera pasiva, condescendiente y sin intervenir.
queda claro, una vez leídas estas características que el formador ideal debe ser un formador situado en una posición intermedia, es lo que conocemos como formador democrático. Este tipo de docente es capaz de desarrollar el liderazgo de manera efectiva, pero sin imposiciones (con las aportaciones propias de la personalidad de cada uno), por esa razón, desarrollaremos ahora un poco más cuáles serán sus funciones y actitudes.
Funciones del formador democrático con el grupo y el individuo.
• Hacer accesibles los conocimientos sistematizados y organizados y las fuentes de los mismos, convirtiéndose en principio de referencia.
• Favorecer el desarrollo personal, permitir que el alumno aprenda y se realice con su propio estilo, reflexión y experiencia, nada reemplaza a lo que uno mismo descubre.
• Ayudar a trabajar, a reconocer los objetivos, estimular para que se cumplan e interpelar si se abandonan.
• Motivar y disponer al descubrimiento, no se sabe bien lo que no se ha comprobado personalmente.
• Llevar al alumno a la reflexión, que se cuestione lo que sabe, lo que cree y aun si todo ello debe ser o no rectificado.
• Distribuir responsabilidades, permitiendo que el grupo realice sus propias experiencias aunque se equivoque, sólo la aceptación de compromisos concretos enseña a ser responsable.
• Descentralizar de él mismo la atención de la clase y ello facilitando las relaciones entre todos los miembros del grupo o creando y fomentando dependencia afectiva entre todos.
• Crear el grupo haciendo que llegue a ser un todo, si no conseguimos esto, nuestra tarea educativa puede llegar a frustrarse, especialmente en los grupos de adultos: si el adulto no se siente integrado en el grupo, puede llegar a inhibirse e, incluso, a abandonar el grupo.
Se tiende a pensar que la única condición indispensable que tiene que cumplir el docente en formación ocupacional es la de ser un buen profesional en la materia a impartir, sin embargo es algo más que la persona que enseña a otras una materia que él ya conoce. Todo docente de formación ocupacional debe poseer, como sabemos, unos conocimientos pedagógicos y unos rasgos de personalidad adecuados para favorecer el aprendizaje, además de ser capaz de analizar la situación y determinar la actuación a desarrollar, siempre con el fin de lograr los objetivos establecidos por él mismo, por el grupo o por la entidad que financie la acción formativa.
En teoría, todo docente ha de ser capaz de activar acciones que conformen su actividad dentro y fuera del aula. También es necesario que adquiera capacidades específicas de difusor de información (aportar al grupo información y conocimientos, manifestar sus opiniones personales y pedir las del grupo), animador (proponer ideas y estimular al grupo a proponer otras, animar al grupo a proponer otras, animar al empleo), organizador (determina la secuencia de avance del trabajo, elabora síntesis parciales, resume, recapitula…) y regulador (armoniza las diferencias entre los participantes, propone metas y regula cualquier posible conflicto entre los miembros del grupo). Vemos pues que se trata de intentar llegar a ser lo más completo posible, estableciendo una diferencia cualitativa reseñable con respecto a otros tipos de docentes. El entrenamiento, la práctica y las ganas de conseguir este objetivo harán de todos nosotros grandes formadores.