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ACTITUDINALES. NORMAS DE REDACCIÓN. FUNCIONES. RELACIÓN CON LOS OBJETIVOS y LA MODALIDAD DE FORMACIÓN
4. LOS CONTENIDOS FORMATIVOS: CONCEPTUALES, PROCEDIMENTALES y ACTITUDINALES. NORMAS DE REDACCIÓN. FUNCIONES. RELACIÓN CON LOS OBJETIVOS y LA MODALIDAD DE FORMACIÓN.
La comprensión, adquisición, dominio… de los contenidos de formación es lo que hace posible a los participantes alcanzar los objetivos propuestos y cubrir sus expectativas (necesidades de formación e intereses personales).
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Selección de los contenidos.
La selección y priorización de los contenidos en la programación se realiza en base a diversos aspectos:
• Los objetivos operativos. Estos objetivos nos marcarán los contenidos imprescindibles y mínimos que se precisan (ideas y destrezas claves) para alcanzarlos.
• Los participantes (nivel formativo e ideas previas que tienen sobre el tema del curso). El análisis previo y la evaluación inicial nos indicarán qué contenidos se han de seleccionar y la profundidad en la que hay que tratarlos, de forma que partamos de lo que ya saben y vayamos hacia donde desean aprender.
• El tiempo disponible. Tomaremos las ideas claves y las desarrollaremos en función del tiempo que tengamos. Es preferible tomar pocas ideas claves y desarrollarlas en profundidad.
• El contexto. Los contenidos deben ser actuales y cercanos a la realidad y al entorno de los participantes, así se facilita la asimilación de los mismos al utilizar sus ideas previas como enlace con los nuevos conceptos.
Organización y priorización de los contenidos.
Para organizar los contenidos debemos tener en cuenta el nivel formativo de los participantes, los conocimientos previos que tienen sobre el tema de estudio y la propia naturaleza de la materia a impartir.
Habitualmente, los docentes intentamos ofrecer la mayor cantidad posible de información en los cursos, en algunas ocasiones porque no discriminamos entre lo fundamental y lo secundario y, en otras, porque los participantes nos “exigen” que les ofrezcamos el máximo de información posible.
Debemos evitar caer en este error, cuanta más información ofrezcamos más difícil será que los participantes aprendan los conceptos básicos, adquieran unas destrezas determinadas o reflexionen sobre ciertos valores.
El contenido debemos graduarlo en 3 niveles y lo desarrollaremos en las sesiones en función del objetivo propuesto, del punto de partida de los participantes (ideas previas) y del tiempo que dispongamos:
• Lo que tienen que saber. Este es el contenido mínimo necesario para la consecución de los objetivos. Nos referimos a los conceptos o ideas claves que se precisan para ponerse a trabajar en las dinámicas o actividades de formación. éstos los suele introducir el monitor con una breve exposición teórica iniciada o motivada a partir de las ideas previas de los alumnos.
• Lo que deberían saber. Es el contenido que proporciona al participante una comprensión clara del mismo. Completa lagunas y da respuesta a las dudas que les puedan surgir. Normalmente se alcanzan al revisar o repasar las actividades de formación que se han realizado, bien individualmente o en grupo.
• Lo que podrían saber. Se trata de contenidos interesantes y relevantes pero no esenciales para comprender los conceptos o ideas claves. Tampoco son imprescindibles para alcanzar los objetivos operativos de la sesión.
El orden lógico para organizar el contenido podría ser el siguiente:
Con todo el contenido graduado de esta forma, hemos de priorizar cuáles se van a desarrollar en las distintas sesiones de las que se compone la programación. En estas debemos incluir lo que tienen y deberían saber los participantes. Lo que podrían saber lo debemos prever por si nos diera tiempo tratarlo, o bien surge por parte de los alumnos y se considera interesante comentarlo, siempre cuando, hayamos cubierto los contenidos seleccionados.
El formador puede sentir la tentación de cubrir el máximo de contenidos posible. Pero es mejor seleccionar varias ideas claves, presentándolas de forma clara, trabajando con ellas y, posteriormente, comprobando que han sido asimiladas.
Secuenciación. Actualización y aplicabilidad
La manera que se dispone la información influye en el grado de adquisición y en los resultados del aprendizaje. De acuerdo con esto, a la hora de organizar los contenidos debe tenerse en cuenta una serie de aspectos:
• Dosificar la dificultad, tanto cualitativa como cuantitativa. No se debe olvidar que los contenidos excesivamente difíciles desaniman; los muy fáciles, por el contrario llevan al aburrimiento.
• Graduar los contenidos procediendo de lo más simple a lo más complejo, de lo concreto a lo abstracto y desde lo más conocido para el alumno hasta lo más desconocido.
• Ir de lo conocido a lo desconocido, partiendo de los conocimientos que ya posee el alumno para ir introduciendo los nuevos contenidos.
• que los contenidos sean acordes con los objetivos propuestos y con los plazos previstos para conseguirlos.
El criterio de ordenación más frecuente, como ya hemos dicho, es el que va de lo más fácil a lo más difícil; pero, en ocasiones, puede ser conveniente usar otros criterios como:
- Interés y motivación de los alumnos: aprender primero lo más importante que deben saber. - Frecuencia: aprender antes lo que se va a realizar más veces. - Cronología: aprender en el orden en que luego se realizará el trabajo.
En su función subordinada, los contenidos dependen de la programación de los objetivos, más aún, en sentido estricto los contenidos sólo pueden ser aquellos que están en relación con la temática del objetivo. Sólo el dominio de los contenidos hará factible la consecución del objetivo, por lo que, a pesar de su carác-