Recopilatorio 14 de octubre

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CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 14 de octubre de 2020 1



Fundación de América - Eduardo Galeano 12 octubre 2020

En Cuba, según Cristóbal Colón, había sirenas con caras de hombre y plumas de gallo. En la Guayana, según sir Walter Raleigh, había gente con los ojos en los hombros y la boca en el pecho. En Venezuela, según fray Pedro Simón, había indios de orejas tan grandes que las arrastraban por los suelos. En el río Amazonas, según Cristóbal de Acuña, había nativos que tenían los pies al revés, con los talones adelante y los dedos atrás. Según Pedro Martín de Anglería, que escribió la primera historia de América pero nunca estuvo allí, en el Nuevo Mundo había hombres y mujeres con rabos tan largos que sólo podían sentarse en asientos con agujeros. Americanos Cuenta la historia oficial que Vasco Núñez de Balboa fue el primer hombre que vio, desde una cumbre de Panamá, los dos océanos. Los que allí vivían, ¿eran ciegos? ¿Quiénes pusieron sus primeros nombres al maíz y a la papa y al tomate y al chocolate y a las montañas y a los ríos de América? ¿Hernán Cortés, Francisco Pizarro? Los que allí vivían, ¿eran mudos? Lo escucharon los peregrinos del Mayflower: Dios decía que América era la Tierra Prometida. Los que allí vivían, ¿eran sordos? Después, los nietos de aquellos peregrinos del norte se apoderaron del nombre y de todo lo demás. Ahora, americanos son ellos. Los que vivimos en las otras Américas, ¿qué somos?

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Caras y caretas En vísperas del asalto de cada aldea, el Requerimiento de Obediencia explicaba a los indios que Dios había venido al mundo y que había dejado en su lugar a san Pedro y que san Pedro tenía por sucesor al Santo Padre y que el Santo Padre había hecho merced a la Reina de Castilla de toda esta tierra y que por eso debían irse de aquí o pagar tributo en oro y que en caso de negativa o demora se les haría la guerra y ellos serían convertidos en esclavos y también sus mujeres y sus hijos. Este Requerimiento se leía en el monte, en plena noche, en lengua castellana y sin intérprete, en presencia del notario y de ningún indio. Fundación de la guerra bacteriológica Mortífero fue, para América, el abrazo de Europa. Murieron nueve de cada diez nativos. Los guerreros más chiquitos fueron los más feroces. Los virus y las bacterias venían, como los conquistadores, desde otras tierras, otras aguas, otros aires; y los indios no tenían defensas contra ese ejército que avanzaba, invisible, tras las tropas. Los numerosos pobladores de las islas del Caribe desaparecieron de este mundo, sin dejar ni la memoria de sus nombres, y las pestes mataron a muchos más que los muchos muertos por esclavitud o suicidio. La viruela mató al rey azteca Cuitláhuac y al rey inca Huayna Cápac, y en la ciudad de México fueron tantas sus víctimas que, para cubrirlas, hubo que voltearles las casas encima. El primer gobernador de Massachusetts, John Winthrop, decía que la viruela había sido enviada por Dios para limpiar el terreno a sus elegidos. Los indios se habían equivocado de domicilio. Los colonos del norte ayudaron al Altísimo regalando a los indios, en más de una ocasión, mantas infectadas de viruela: 2


—Para extirpar esa raza execrable —explicó, en 1763, el comandante sir Jeffrey Amherst. En otros mapas, la misma historia. Casi tres siglos después del desembarco de Colón en América, el capitán James Cook navegó los misteriosos mares del sur del oriente, clavó la bandera británica en Australia y Nueva Zelanda, y abrió paso a la conquista de las infinitas islas de la Oceanía. Por su color blanco, los nativos creyeron que esos navegantes eran muertos regresados al mundo de los vivos. Y por sus actos, supieron que volvían para vengarse. Y se repitió la historia. Como en América, los recién llegados se apoderaron de los campos fértiles y de las fuentes de agua y echaron al desierto a quienes allí vivían. Y los sometieron al trabajo forzado, como en América, y les prohibieron la memoria y las costumbres. Como en América, los misioneros cristianos pulverizaron o quemaron las efigies paganas de piedra o madera. Unas pocas se salvaron y fueron enviadas a Europa, previa amputación de los penes para dar testimonio de la guerra contra la idolatría. El dios Rao que ahora se exhibe en el Louvre, llegó a París con una etiqueta que lo definía así: ídolo de la impureza, del vicio y de la pasión desvergonzada. Como en América, pocos nativos sobrevivieron. Los que no cayeron por extenuación o bala, fueron aniquilados por pestes desconocidas, contra las cuales no tenían defensas. Fuente: Eduardo Galeano. Espejos. Una historia casi universal.

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La caída de Cristóbal Colón

Hermann Bellinghausen - La Jornada - lunes, 12 oct 2020 El 12 de octubre de 2020 pudo ser el día que cayera Cristóbal Colón de su pedestal en el Paseo de la Reforma. Las autoridades capitalinas prefirieron adelantarse al derribamiento anunciado durante la movilización anual que de un tiempo a esta parte sustituye al Día de la Raza, que ya nadie se atreve a conmemorarlo así. Los distinguidos Caballeros de Colón (apodados por la plebe resentida como las Mulas de don Cristóbal), una élite de ultraderecha que dominaba las festividades guadalupanas y colombinas, fueron borrados de la escena. En el calendario cívico, el “descubrimiento de América” cedió paso al eufemístico “encuentro de dos mundos”. La revuelta se había iniciado y no tenía reversa. Contra todo pronóstico antropológico, político o demográfico, los pueblos originarios del continente recuperaron voz y presencia. Mejor dicho, ganaron una voz y una presencia que nunca antes habían tenido. Aunque la transformación en la conciencia colectiva de los llamados indios (indígenas, nativos americanos, aborígenes, pueblos originarios) databa de antes –en algunos casos, como en la región andina, de la década de 1930–, la fecha de quiebre es 1992. Los fastos por el Quinto Centenario de la corona restaurada y los afanosos gobiernos hispanoamericanos “se cebaron” ante un despertar continental sin precedente, que el 12 de octubre de ese año se manifestó en Quito y San Cristóbal de Las Casas con un nuevo impulso: el de la reivindicación colectiva de la América profunda. En Ecuador los pueblos sacaron arcos y flechas. En Chiapas, los mecates y los marros. En la vieja Ciudad Real, la conmemoración indígena rescribió la Historia. Los indios ariscos espantaron a la población ladina y el gobierno los miró con desprecio. En una acción que fue percibida como excesiva, un grupo de manifestantes mayas derribó la estatua del conquistador y genocida Diego de Mazariegos. 4


La recuperación de la memoria comenzó a exhibir a los grandes conquistadores como lo que fueron, unos asesinos. Colón el primero (o sus esbirros), y si él no fue el peor es porque le faltó el tiempo que tuvieron de sobra los españoles y portugueses que lo siguieron. Tiempo después se sumarían holandeses, franceses e ingleses a cual más de despiadados. Como el imperio romano prueba mejor que nadie, la Historia la escriben los vencedores. Eso no salva de la decadencia y la derrota a los imperios, así pasen muchos años. Para las sociedades dominantes del hemisferio, los indígenas siguen siendo un inconveniente mal resuelto, pero las estatuas caen como los bolos a últimas fechas, así como los “descubridores” tumbaron “ídolos” y templos en su momento. Esto habla no sólo de un despertar, sino de una pérdida del miedo. La caída de Mazariegos en la plaza de Santo Domingo retumbó un año después cuando el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ocupó San Cristóbal y otras plazas. En América entera el arrebato indígena ya no se detuvo. La nueva conciencia permitió ver al fin como crueles asesinos a los héroes del hombre blanco, fueran Andrew Jackson o los generales Roca y Díaz. La literatura, de Ercilla a Borges, cayó de pronto en el lado equivocado. En México la Revolución originó una suerte de vicaria reivindicación con el indigenismo institucional, académico y literario, más cercano a la lástima y el ánimo sepulturero. El genocidio, aun si lento, nunca se fue, y sigue agazapado en las paternalistas buenas intenciones de López Obrador, que se parecen a las de Echeverría, que se parecían a las de Cárdenas, que se parecían a las de… Esta mentalidad ya caducó. Al menos para los sectores más conscientes y libres de la indianidad americana. De Canadá a Chile la herida crece y el clamor también. Las estatuas de los esclavistas, los exterminadores y los pacificadores van cayendo, una tras otra, al basurero de la Historia. 5


Fierros viejos, nostalgia pálida, vergüenza mal disimulada en los intentos criollos de pedir perdón y demandarlo al Viejo Mundo, resultan inútiles disculpas sin correlato con la realidad medio milenio después. Más allá de los reyes cuestionados y los pontífices interpelados, la victoria de los pueblos se prolonga en su vida sostenida y la recuperación de la memoria. Como desafío urbanístico y a la ley y el orden, las estatuas seguirán cayendo. Se han convertido en otro escenario del debate político. Donde puede, el Estado las defiende, pero en manos indígenas la Historia de América está en radical remodelación.

Nace la “policía minera” en plena “4T”

Autor: Zósimo Camacho - Revista Contralínea - Octubre 8, 2020 Una de las últimas travesuras de Alfonso Durazo Montaño al frente de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) – antes de irse a buscar el gobierno de Sonora– es la creación de la “policía minera”. El 28 de septiembre pasado encabezó la ceremonia con que se graduó la primera generación de esta nueva policía de elite: 118 elementos que se “especializaron” en dar seguridad a los polémicos consorcios que se encuentran en permanente conflicto con comunidades indígenas y campesinas de todo el país. ¿O no debemos atribuir a la cabeza del sector tal trastada sino al titular de la corporación específica de la que emana el nuevo cuerpo policiaco? Nos referimos al licenciado en administración de empresas por la Universidad del Noroeste Manuel de Jesús Espino Barrientos, mejor conocido como Manuel Espino, comisionado del Servicio de Protección Federal (SPF). Sí, estamos hablando de la, probablemente, personificación más clara de las contradicciones de la 4T: un expresidente del Partido Acción Nacional (PAN); expresidente de la Organización Demócrata Cristiana de América; exintegrante de organizaciones como la Asociación Católica de la Juventud Mexicana y, según 6


investigaciones del periodista Álvaro Delgado, de la Organización Nacional del Yunque; militante hasta la fecha de otras igualmente de la derecha y ultraderecha mexicanas como la Asociación de Scouts de México y Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana (DHIAC). Además, férreo activista contra los derechos de las (consideradas por él) “antinaturales” parejas del mismo sexo y contra el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. Pero no vayamos a pensar que se trata de un conservador, ¿verdad? Cómo podría serlo si hoy es integrante del gobernante Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y funcionario del “juarista” gobierno de México que impulsa la “Cuarta Transformación”. Vaya, hasta se le puso al frente de uno de los órganos administrativos desconcentrados más importantes de la seguridad pública: el que se encarga de la protección de todas las instalaciones federales. En sus manos está el control de los edificios gubernamentales y las plantas estratégicas del país. Pues bien, de la corporación que dirige Manuel Espino salen los elementos que ahora conforman la “policía minera”. Algunas maniobras habrán hecho Durazo y Espino para convencer al presidente, Andrés Manuel López Obrador, de utilizar a una institución de seguridad pública para beneficiar los intereses privados de los empresarios mineros. De hecho, el artículo 3 del Reglamento de Protección Federal señala que “El Servicio de Protección Federal tiene a su cargo la prestación de servicios de protección, custodia, vigilancia y seguridad de personas, bienes e instalaciones a las dependencias y entidades de la Administración Pública Federal, así como a los órganos de carácter federal de los Poderes Legislativo y Judicial, organismos constitucionalmente autónomos y demás instituciones públicas que así lo soliciten”. Y continúa, en un segundo párrafo, como estirado paraguas para la creación de Durazo-Espino: “Además de lo dispuesto en el 7


párrafo anterior, podrá participar en la ejecución de las acciones para el resguardo de instalaciones estratégicas, en términos de las disposiciones jurídicas aplicables y prestar servicios a personas físicas o morales cuando se requiera preservar la seguridad de bienes nacionales, de actividades concesionadas o permisionadas por el Estado, u otras que por su condición, relevancia o trascendencia de sus actividades, contribuyan al desarrollo nacional, así como a representaciones de gobiernos extranjeros en territorio nacional, de conformidad con los lineamientos generales que al efecto establezca la Secretaría de Gobernación”. Ni cuando el PAN gobernaba formalmente recibieron tal regalo los consorcios mineros. Ya no será necesario que paguen guardias blancas como hasta ahora. Contarán con protección a cargo del erario. La nueva corporación fue creada al gusto de las cámaras industriales. Falta por ver qué protocolo aplicarán ante las disputas que mineras y comunidades sostienen a lo largo de la geografía mexicana. El Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina documenta 55 conflictos activos en México. La Red Mexicana de Afectados por la Minería (Rema) no da crédito que se le premie con una policía de elite a un sector que “despoja, deforesta, no paga impuestos, incumple contratos con los campesinos e indígenas, viola resoluciones judiciales, está involucrado en la violencia, crímenes como el de Mariano Abarca o Bernardo Vázquez, contamina irremediablemente cuencas como el río Sonora en total impunidad, deja población enferma, fulmina los suelos, no aporta a la economía local más que miseria y pobreza”. Durazo sabe a qué juega. Quiere ser gobernador del estado de la República más “minero”. Sonora es el principal productor de cobre, grafito, wollastonita, carbón antracítico y el único productor de molibdeno en todo el país. Sólo en esta entidad se extrae el 24 por ciento de todo el oro que produce la nación. Cuenta con los yacimientos de litio más grandes del mundo. También produ8


ce de manera importante plata, fierro y minerales no metálicos como barita, silica, yeso, sal y zeolitas. Sonora, de acuerdo con información del gobierno del estado, tiene concesionado a la industria minera el 23 por ciento de la superficie total de la entidad. Se trata de 43 mil kilómetros cuadrados en 5 mil proyectos. Tal extensión de tierra es mayor que la suma de la superficie de los estados de Querétaro, Aguascalientes, Colima, Morelos, Tlaxcala, Hidalgo y la Ciudad de México. Vaya que Durazo, como inminente candidato, llegará con buenas credenciales ante los que mandan en el estado… Mientras, la 4T oficializa e institucionaliza las guardias blancas, aquellos grupos armados al servicio de mineros y hacendados en la Colonia y el porfiriato. ¿Pues no que este gobierno sabe mucho de historia? Fragmentos Los zapatistas sacudirán Europa. Romperán el cerco del país y en pleno aniversario 500 de la caída de México-Tenochtitlan y el inicio de la Colonia española en América estarán en suelo europeo. Van a decirles que ellos no fueron conquistados por la Corona Española: resistieron y resisten. Su rebeldía se mantiene. Van reconocer a sus iguales en aquellas geografías que también padecen explotación. Otro movimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y del Congreso Nacional Indígena (CNI) que, sin violencia de por medio, cuestionan frontalmente al sistema capitalista y a la “4T”. En su comunicado “Una montaña en altamar” (http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2020/10/05/ sexta-parte-una-montana-en-alta-mar/) también informan de los estragos de la pandemia de Covid-19 en las filas zapatistas. Reportan 12 muertes atribuidas al SARS-Cov-2. Antes que muchos gobiernos, tomaron con seriedad la enfermedad: “Estas 12 ausencias son responsabilidad nuestra. No son culpa de la 4T o de la oposición, de neoliberales o neoconservadores, de chairos o fifís, de conspiraciones o complots. Pensamos que debimos haber extremado más todavía las precauciones”. Hoy ya se prepararan, con la asesoría de médicos y científicos, para enfrentar 9


un posible rebrote… Y en Nayarit, toda la fuerza del estado contra un trabajador y líder obrero. El secretario general del Sitem (Sindicato de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado, Municipios, Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal y Empresas Privadas del Estado de Nayarit), José Antonio Bautista Crespo, fue aprehendido desde el pasado 2 de octubre por haber encabezado las protestas contra la Embotelladora del Nayar-Coca Cola. Ministerio público y Poder Judicial estatal han retorcido la ley para mantenerlo en prisión por supuestas infracciones que no ameritarían cárcel. Incluso se le negó la libertad bajo fianza. Los trabajadores protestaban porque no se les habían pagado sus salarios. ¿A qué se debe tanta saña? Resulta que la embotelladora es parte del Grupo Alica, del cual es dueña la familia del gobernador, Antonio Echevarría García. El panista se comporta como virrey en su estado. Es un ejemplo grotesco del cacicazgo colonial en pleno sigo XXI. Toño Bautista debe estar libre.

Sun Tzu debajo de la almohada

Raúl Zibechi - La Jornada - Viernes 9 de octubre de 2020 En periodos de tormenta sistémica es necesario contar con una estrategia clara y definida. De lo contrario, el naufragio es casi inevitable. Tal vez por eso muchos hemos retornado a los saberes como los que encarna Sun Tzu, militar, estratega y filósofo de la antigua China, que resume sus enseñanzas en el libro El arte de la guerra, que ha inspirado a varias generaciones de revolucionarios. Retornar a Sun Tzu en estos tiempos es doblemente importante para quienes pretendemos derrotar al capitalismo sin involucrarnos en los horrores de las guerras, que caracterizaron el ascenso de los imperios y del sistema-mundo actual. Y que pueden ser la seña de identidad de su caída. Uno de sus conceptos más notables dice: “un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”. 10


Desde el punto de vista de las comunidades en movimiento, y de los pueblos originarios mayas y nasa en particular, esto quiere decir, según creo: somos victoriosos porque aquí estamos, hemos sobrevivido a los intentos por desaparecernos como pueblos. ¿No era ése el objetivo de las clases dominantes desde la Conquista? ¿No es ése el objetivo de la guerra contra las drogas y de los emprendimientos como el Tren Maya? Para los pueblos oprimidos, el concepto de victoria no es de carácter militar, no se relaciona con la muerte, sino con la vida. Seguir siendo pueblos, continuar construyendo mundos nuevos porque, como señala el comunicado “Una montaña en alta mar”, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), no se trata de retornar a un pasado supuestamente maravilloso, como el imperio azteca, construido “a costa de la sangre de sus semejantes” (https://bit.ly/2GBG5XB). Seguir siendo es continuar resistiendo, no para volver atrás, sino para construir lo nuevo. Ésa es la victoria de los zapatistas, de los nasa/ misak, de los mapuche, de los wampis y de tantos otros pueblos. Todo hay que decirlo: pensaba que lo que no consiguieron por las malas los Peña Nieto y los Pinochet podrían conseguirlo a través del “desarrollo” y las políticas sociales los Mujica y los Correa (sumen los nombres que crean convenientes, en cada geografía). Error. Los pueblos están siendo capaces de superar los diversos modos de gestionar el modelo neoliberal extractivo en curso, o “cuarta guerra mundial”, como la nombra el EZLN. La notable frase de Sun Tzu cobra mayor relieve cuando comprobamos que algunos pueblos han sido capaces de atravesar, pese al dolor y la sangre, tanto las administraciones conservadoras como progresistas del modelo. Lo que nos indica que las batallas que entablan ahora son los frutos de su victoria estratégica. Sobre la relación entre estrategia y táctica, a Sun Tzu se le atribuye una frase, que según especialistas no se halla en su libro, que reza: “la estrategia sin táctica es el camino más lento hacia la 11


victoria. La táctica sin estrategia es el ruido antes de la derrota”. A mi modo de ver, las grandes obras de infraestructura, como la brutal represa Belo Monte, en Brasil, que destruye las fuentes de vida de pueblos enteros; la mega minería en todo el continente; el mismo Tren Maya o el Corredor Transístmico, por poner un puñado de ejemplos, son apenas fuegos de artificio para encubrir el vacío estratégico de un modelo que no tiene para ofrecer a los pueblos más que muerte y destrucción. Los pueblos en movimiento que no se han dejado cooptar ni por unos ni por otros, que mantienen su autonomía (lo que no quiere decir que nunca se equivoquen), que no se pliegan ni ante el imperio malo ni ante el bueno, ni ante ningún gobierno, son los que están en condiciones de seguir su andadura de largo aliento. Son los que pueden embarcarse en proyectos de nuevo tipo, audaces y hasta peligrosos, porque ya ganaron al seguir existiendo. Lo que no quiere decir que no puedan atacarlos y hasta promover genocidios. De eso nos llegan noticias todos los días desde el Cauca colombiano, de Wallmapu, de Chiapas y de todas la geografías que resisten. En medio de esta tremenda tormenta, las estrategias de las izquierdas y de los viejos movimientos han mostrado sus limitaciones y estrecheces. Concentrarse en la toma o en la ocupación del Estado es, como hace décadas señaló Immanuel Wallerstein, el camino del fracaso porque relegitima el orden que se pretende combatir. Necesitamos estrategias que no sean copias invertidas de las agendas y los modos de arriba, ya sean de derecha o izquierda. Resistir sin reproducir la misma cultura política. Cuando el Consejo Regional Indígena del Cauca proclama “cuenten con nosotros para la paz, nunca para la guerra”, apunta hacia una política de nuevo tipo. Resisten construyendo otros mundos. Cuando el EZLN construye salud, educación, justicia y poder autónomos, está enseñando el camino de vida que recorren los pueblos de raíz maya y las bases de apoyo, que poco a poco empiezan a transitar muchos otros, en todos los continentes, en particular en América Latina. 12


Superar el resentimiento

Yásnaya Aguilar - El País - 12/10/20 El resentimiento, ese rencor persistente, se utiliza constantemente para desacreditar los señalamientos sobre lo sucedido hace poco más de quinientos años durante el desembarco de Cristóbal Colón a tierras de este continente o sobre el comienzo de ese proceso llamado la conquista española encabezada por Hernán Cortés. “No seas resentida”, me dicen constantemente cuando hablamos de esos hechos que comenzaron un lamentable periodo de la humanidad. “Tienes que superar el resentimiento para que puedan construir un futuro como pueblo mixe”, me respondieron hace unos años cuando apuntaba el dramático descenso de la población mixe durante el proceso del establecimiento del orden colonial. Mientras citaba datos, estadísticas y hacía alusión al trabajo de investigadores y especialistas, las respuestas que obtenía se relacionaban con una suposición sobre mi estado emocional que invariablemente terminaba en una certeza indiscutible: estoy resentida. Más allá de lo inadecuado de andar opinando sobre los sentimientos, existentes o no, de una persona con la que se debate, me sorprendía mucho, y aún lo hace, cómo los argumentos que se presentan en torno a las terribles consecuencias del colonialismo se borren contraponiendo un diagnóstico emocional sobre la persona que presenta esos argumentos. Ante ese diagnóstico, las posibilidades de intercambio de argumentos y evidencias se cancelan y sólo queda la recomendación condescendiente de que es hora de superar el resentimiento. En contraste, los discursos que hacen del 12 de octubre una fecha de festejo por ser el día de la raza, el día de la hispanidad, el día del orgullo nacional o del celebrado encuentro entre dos mundos no reciben estas descalificaciones; no he presenciado o leído que ante tales muestras de alarde se recomiende a quienes defienden estas posturas que superen aquello que sucedió hace tanto tiempo, que nada queda qué celebrar de las glorias de las que se jactan (por decirlo de algún modo), que aquello pasó hace demasiado tiempo y que es momento de pasar la pá13


gina para no vivir de supuestas hegemonías pretéritas que en nada contribuyen al presente y que son un lastre para diseñar un futuro digno. En las posturas que celebran el 12 de octubre y el comienzo del establecimiento del orden colonial, la lejanía temporal no parece ser un argumento que les ayude a moderar sus muestras de entusiasmo. En contraste, mostrar las consecuencias funestas y dolorosas de aquellos hechos se desacredita apelando a que aquello es el resultado, no de un proceso de muerte, expoliación y dominación, si no de ese rencor persistente que habita y carcome nuestra alma y que, en sus dichos, sólo vamos heredando de una generación y otra. El problema no es que más de la mitad, en cálculos conservadores, de la población nativa haya muerto entre guerras, enfermedades y trabajos forzados, el problema es que estamos enojados. El problema no es que millones de personas hayan sido secuestradas en el continente africano para traerlos como población esclava a este continente, el problema es que estamos resentidos. El problema no son los aperramientos de personas mixes que resistieron a los tributos extenuantes a los que los sometían y que los dejaban sin alimento, hechos que jamás nos cuentan los libros de texto, el problema es que aún no lo supero. “El problema no es que más de la mitad, en cálculos conservadores, de la población nativa haya muerto entre guerras, enfermedades y trabajos forzados, el problema es que estamos enojados.” Superar el resentimiento, ese rencor persistente que nos atribuyen inmediatamente a las personas que pertenecemos a pueblos indígenas cuando hablamos de los estragos del orden colonial ignorando nuestras evidencias y argumentos, supone que aquellos hechos no siguen ordenando el mundo actual o que ya no tienen efecto sobre la vida de las personas. El colonialismo no pasó, sus efectos siguen totalmente vigentes. ¿De qué otra manera explicamos el sistema racista que sigue determinando la diferencia entre ser arrestado después de co14


meter una masacre como hombre blanco o ser asesinado por la policía como persona afrodescendiente? Sin los efectos del colonialismo, sin el despojo del territorio de los pueblos indígenas y sin la esclavitud de las personas afrodescendientes es imposible explicar el desarrollo del sistema capitalista y la actual división entre países considerados de primer mundo y países calificados despectivamente como del tercer mundo o la crisis climática a la que se enfrenta la humanidad derivado de este sistema económico. Los cánones de belleza, el asesinato de defensores del medio ambiente, la posibilidad de poder acceder a ciertos trabajos, la pauperización de los pueblos indígenas en la actualidad son efectos del colonialismo en funciones. En las narrativas oficiales, lo sucedido hace más de quinientos años quedó en el pasado y poco se ha difundido y enseñado en la historia oficial sobre las líneas que unen esos hechos con la manera en la que el mundo funciona en la actualidad. Ponerlos en relieve es fundamental porque, si bien no podemos hacer nada con respecto de esos acontecimientos, podemos sí, trabajar en la manera en la que los efectos del colonialismo funcionan en estos días, desenmascarar sus dinámicas y comenzar a pensar cómo, desde diversas trincheras, desarticular sus violencias más que vigentes. Urge superar el colonialismo, sí, pero nada se supera ocultándolo; ninguna violencia se supera negándola en sus dimensiones actuales, el ocultamiento de la vigencia palpable y presente del colonialismo es, de hecho, una de sus violencias más efectivas. Hablar a detalle de lo sucedido resulta fundamental para develar lo que la historia oficial ha matizado y sigue matizando como el festivo encuentro de dos mundos o el descubrimiento de América. El colonialismo no sólo es pasado, es presente, y por eso, para muchas personas su celebración aún tiene contenido y necesita defenderse. Celebrar estas fechas con júbilo es la evidencia misma de los efectos presentes del colonialismo, ojalá que lo superen y pasamos a una etapa reflexiva necesaria para sentar las bases mínimas de otra narrativa que permita vislumbrar un futuro distinto. EP 15


La colonización la cargamos todos

Lydiette Carrión - Pié de Página - 12 octubre, 2020 La construcción del conocimiento en las ciencias sociales está colonizado. Incluso los grandes pensadores, amados intelectuales que han aportado al cambio social, tienen sus sesgos coloniales. La oleada feminista ha dado en un punto importante: leer autoras ¿Y si extrapolamos esto a otras actividades intelectuales? Una breve nota entre columnas: los procesos de colonización siguen vigentes. Rita Laura Segato cita a Aníbal Quijano y agrega más: los Estados que se conformaron durante la Colonia tenían un propósito: proveer y solucionar para sus respectivas metrópolis: ya sea España, Portugal, Holanda, Inglaterra. Ese era su propósito: trabajar para la metrópoli. Cuando se dan los procesos de Independización, los Estados siguieron conformándose así: buscando bienestar para Estados fuera del territorio nacional. Por eso, y no por casualidad, es que los Estados latinoamericanos son tan centralizados, tan corruptos, los mandatarios toman “decisiones” tan destructivas para sus gobernados. Por eso, porque en el fondo, todo el sistema fue diseñado para proveer a un Estado fuera del territorio. Y eso no ha sido suficientemente entendido ni combatido. Esto lo ha narrado Segato en entrevistas y ensayos. Y lo mismo ocurre con las colonias en África. Lo escribió de forma magistral Frantz Fanon en su clásico “Los condenados de la Tierra”. Y cito directamente a Fanon; y es que cuando se habla de este libro, hay una tendencia a citar, antes que nada al prologuista: Jean Paul Sartre. No es que Sartre no sea maravilloso, pero de nuevo, nuestros reflejos brincan para validar, encomiar al pensador francés, no al intelectual africano. Lo mismo ocurre con los pensadores, los intelectuales latinoamericanos. 16


La construcción del conocimiento en las ciencias sociales también está colonizado. Menos que antes, pero continúa. Los grandes pensadores europeos, amados intelectuales que han hecho y aportado profundamente al cambio social, tienen sus sesgos coloniales (incluido Marx). No se trata de no leerlos; pero quizá, como explica Fanon, es hora de sentarse a dialogoar en la fogata. Volteamos a Europa, a Estados Unidos (me niego a llamarlo América) y no nos vemos a nosotros mismos. No es nuestra culpa; es como son las cosas en este momento, bajo un sistema conformado desde la colonialidad. Es un asunto de sistema, no de individuo. Segato dice que en este sistema, han sido sólo cuatro las teorías del sur global que han impactado y alcanzado permanencia en el pensamiento mundial: “la Teología de la Liberación; la Pedagogía del Oprimido; la Teoría de la Marginalidad que fractura la Teoría de la Dependencia y, más recientemente, la Perspectiva de la Colonialidad del Poder” (Cfr. Pacheco Chávez). Llegué tarde a este conocimiento. Me lamento por muchos años perdidos. Mi trayectoria de lecturas –como la de casi todos– ha estado volcada a la Colonia, tanto en literatura como en ciencias sociales–. Colonia y patriarcado. Me tardé en leer autoras; y casi no he leído autores latinoamericanos, mucho menos a pensadores indígenas. Lecciones desde mi feminismo tardío Pienso –y de nuevo es mi bagaje eurocéntrico– en el ensayo de Virginia Woolf: “un cuarto propio”, donde relata cómo los hombres se referían a las mujeres que escriben: ver a una mujer escribir es como ver a un perro bailar; lo hacen horrible, pero ya es un prodigio que lo hagan”. Así veían a las mujeres hace 100 años. ¿Cómo nos ven ahora? Woolf advierte algo más en su calidad de escritora extraordinaria: admite que la literatura escrita por mujeres es en términos generales de menor calidad que la escrita por hombres. Después de esa parente traición, explica sus hipótesis: 17


Primero, porque para escribir, se necesitan condiciones económicas medianamente apropiadas. Por ejemplo, dinero para viajar, tiempo para enamorarse y tener aventuras; y sobre todo, un cuarto propio donde escribir, y no la mesa de la cocina con cinco niños llorando), o lo que llamaría Marx: las condiciones objetivas. Segundo: porque el arte, como cualquier oficio humano, tiene ciertas tradiciones, requiere de cierta escuela. Si a las mujeres se les reniega de escribir, no hay escuela de literatura que abrace, soporte, lustre el talento de las mujeres. Y Woolf lo sabía bien. De nuevo, no es un asunto de individuos; es un sistema. ¿Cómo trastabillarlo? Me parece que la oleada feminista ha dado en un punto importante: leer autoras; que las mujeres escriban. ¿Y si extrapolamos esto a las actividades intelectuales? Quizá así podríamos generar no sólo cuatro, sino ocho o 10 teorías de ciencias sociales para comenzar a transformar esos Estados todavía muy coloniales. Quizá entonces, el tema de las estatuas lo podamos ver en su justa dimensión.

Tehanu

Lydiette Carrión - Pié de Página - 11 octubre, 2020

Tehanu no conforma un alter ego fácil. No es una joven bella que debe protegerse de los agresores. Es una niña desfigurada por ellos. Una aproximación más real a lo que sucede en una sociedad patriarcal y feminicida Una de las autoras más leídas en la actualidad por las mujeres que conforman la cuarta ola feminista es la canadiense Margaret Atwood. Su historia más famosa es El cuento de la criada (llevada a la televisión). Mujeres jóvenes, cuya belleza y fertilidad es explotada. 18


Atwood es una escritora interesante y amena; pero hay algo en su propuesta que me hizo sentir incompleta. Mientras leía El cuento de la criada, extrañé el punto de vista de las otras mujeres: aquellas que no son jóvenes o no tienen belleza alguna con la cual hacer intercambio de sobrevivencia alguno. Recientemente terminé Tehanu, de Úrsula K. Leguin, esa escritora de ciencia ficción y fantasía fuera de serie a la que nunca le dieron el Nóbel. Ella fue prolífica tanto en ciencia ficción como en fantasía. Y sobre la fantasía, sus obras más famosas ocurren en un mundo de islas y océanos llamado “Terramar”. Pero aquí viene lo interesante: los primeros tres libros los escribió en los años setenta, y se han llevado al cine, a dibujos animados, etcétera. Son historias de fantasía heroica más o menos convencionales: con un joven mago que comete un error, el cual trasciende y transforma en fortaleza y sabiduría. Una joven hermosa, y especial, que se enamora de éste. Pero Úrsula es Úrsula. No podía quedarse ahí. Décadas después de la publicación originaria, Leguin escribió un cuarto libro, titulado Tehanu. La joven otrora joven y hermosa doncella que se enamoró de él. La joven doncella es una mujer de “mediana edad”. Le salen las primeras canas, los hombres ya no la voltean a ver. Y luego aparece Tehanu: una niña violada, quemada por su familia. La mitad del rostro desfigurado, sin un ojo, una mano reducida a muñón. No hay magia que la cure. Tehanu: mitad niña, mitad algo más. Tehanu no conforma un alter ego fácil. No es una joven bella que debe protegerse de los agresores. Es una niña desfigurada por ellos. Una aproximación más real a lo que sucede en una sociedad patriarcal y feminicida. Una niña que no llega a los 7 años, y ha sido violada y desfigurada por su familia; fallaron en matarla. “Estas cosas pasan”, explica uno de los personajes. Estas cosas pasan. Tehanu vive de milagro, ¿o por maldición?, cuestiona otro personaje. Porque si una niña, una mujer está desfigurada, ¿dónde queda su valor? Llevará la marca de su agresión de por vida. Una cicatriz 19


imposible de no ver. La gente mirará su cuenca vacía y convertida en cicatriz y luego volteará la cabeza con repulsión. Tehanu. En mi experiencia, Tehanu es más cercana a lo que ocurre en la realidad: no hay belleza que escape impoluta a la violencia. La belleza, esa que nos programan a aspirar, se desgarra. Pero la propuesta de Úrsula es otra: cultivar en la libertad del despojo. Si no somos hermosas para un sistema, ¿qué queda? ¿Qué queda ahí? ¿Es posible desde la tierra yerma cultivar otra realidad propia? Eso dice Tenar: le han enseñado que cuando un daño sufrido no se puede reparar, es inevitable trascenderlo. Existe un cuento de hadas clásico titulado “Manos de plata”. Es también sobre una joven mutilada por su familia. Al final, la entrega, el trabajo de la joven le restituye sus manos. Ella se hace completa. Pero no ocurre así con Tehanu. Para el sexto libro de Leguin, Tehanu es ya una mujer joven. Una que no aspira a casarse y carga la timidez propia del que se sabe que su apariencia causa escozor a los demás. Sabe que los otros no desean ver el muñón de su mano ni su cuenca vacía, pero no pueden dejar de hacerlo. Mas Tehanu sigue viva, ella elige vivir. Es lo que corresponde.

Sanar(nos)

Celia Guerrero - Pié de Página - 6 octubre, 2020 “Un cuerpo que sana es un cuerpo que se emancipa”, suele repetir Lorena Cabnal cuando habla de la resistencia que implica el sanar. Me gustaría que el sentipensar feminista se concentrara más en analizar este tipo de posibilidades ante la violencia, que en la violencia misma. ¿Hay espacio para imaginar y actuar para sanar(nos)?

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Recién he pensado mucho en el acto de sanar(nos), en lo que puede significar actuar para sanar personal y colectivamente en un momento donde la violencia feminicida fustiga nuestra imaginación y nuestro actuar como mujeres. Tiempos, además, presente y futuro, en los que la narrativa mundial gira en torno a aquello en el polo opuesto: la enfermedad. Aún sin el escenario de pandemia actual, cabría preguntarnos [hoy escribo desde el -nos], ¿en qué momento dejamos de reflexionar sobre el sanar(nos)?, ¿es que acaso es un tema fuera o a los límites del debate feminista actual? ¿Qué grupos de mujeres abordan la sanación colectiva como posibilidad, desde hace ya varios años, y qué podemos rescatar hoy, para nosotras, de su sentipensar? Recuerdo siempre la frase que abre Brujas, Parteras y Enfermeras. Una historia de sanadoras: “Las mujeres siempre han sido sanadoras”, y lo que significa el intento patriarcal de borrar y ocultar ese relato, que en el fondo es conocimiento, que en el fondo es poder. Desde mi posición de Igualada millenial, con acceso a educación formal [léase patriarcal], urbana, hija de una médica, atenta a todo ese bagaje, fue prioritario despojarme de prejuicios para entender que el verbo sanar se conjuga a la par del yo —y de manera más significativa aún—, en el nosotros. Entendí que ir más allá de la concepción individual de la recuperación de la salud física constituye solo el primer paso para sanar(nos). La anterior es una reflexión que surgió a partir de la escucha de los planteamientos de otras mujeres, especialmente de quien considero una de las pensadoras feministas más elocuentes en la actualidad: Lorena Cabnal, integrante de la Red de Sanadoras Ancestrales. La política de la sanación es lo que este grupo de mujeres mayas, autodenominadas feministas comunitarias territoriales, encontraron para restablecerse emocional y espiritualmente, en colectivo, ante las violencias que enfrentan por defender su territorio —cuerpo y tierra— como mujeres indígenas en Guatemala. 21


“Un cuerpo que sana es un cuerpo que se emancipa”, es una idea que Lorena Cabnal suele repetir cuando habla de la también resistencia que implica el sanar. Quizá para algunas esta última relación de conceptos sea natural y obvia. Para mí, pensar “emancipación” y “sanación” a la par fue y es toda una revelación porque, aunque hoy lo intuya, poco se habla de cómo también a través de la enfermedad el sistema patriarcal domina. Los cuerpos indignados y cansados, como los llama Lorena, son cuerpos sujetos a lógicas de opresión evidentes para quienes las sufren. Ante ese reconocimiento, [y aquí una de las reflexiones más hermosas de las mujeres de la Red de Sanadoras Ancestrales] surge la posibilidad de sanación a través de lo que llaman la red de la vida: “Sanas tú, sano yo”, suele decir Lorena. Ese sanar(nos) es en realidad una resistencia colectiva y al mismo tiempo, un acto de ternura con y hacia las otras, consideran las sanadoras. Confieso que me encantan las nociones que Lorena y sus compañeras proponen, pero las veo lejanas. Me gustaría que, en medio del escenario catastrófico de una pandemia que solo exacerba problemáticas sociales que ya resultaban insostenibles, el sentipensar feminista se concentrara más en analizar este tipo de posibilidades ante la violencia, que en la violencia misma. Pero la narrativa que se impone continúa siendo la violenta, incluso ahora que el concepto feminismo ha cobrado relevancia mediática como no la había tenido antes en México. ¿Quiénes trazan o desde dónde se impone esa narrativa? Y dentro de ella, ¿hay espacio para imaginar y actuar para sanar(nos)?

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Quinta Parte: LA MIRADA Y LA DISTANCIA A LA PUERTA. Oct - 09 - 2020

Supongamos que es posible elegir, por ejemplo, la mirada. Supongamos que usted puede librarse, así sea por un momento, de la tiranía de las redes sociales que imponen no sólo qué se mira y de qué se habla, también cómo mirar y cómo hablar. Entonces, supongamos que usted levanta su mirada. Más arriba: de lo inmediato a lo local a lo regional a lo nacional a lo mundial. ¿Lo mira? Cierto, un caos, un desbarajuste, un desorden. Entonces supongamos que usted es un ser humano; vaya, que no es una aplicación digital que, velozmente, mira, clasifica, jerarquiza, juzga y sanciona. Entonces usted elige qué mirar… y cómo mirar. Pudiera ser, es un supositorio, que mirar y juzgar no sean lo mismo. Así que usted no sólo elige, también decide. Cambiar la pregunta de “eso, ¿está mal o bien?”, a “¿qué es eso?”. Claro, la primera cuestión lleva a un debate sabroso (¿todavía hay debates?). Y de ahí al “Eso está mal –o bien- porque yo lo digo”. O, tal vez, hay una discusión sobre qué es el bien y el mal, y de ahí a los argumentos y citas con pie de página. Cierto, tiene usted razón, eso es mejor que recurrir a “likes” y “manitas arriba”, pero le he propuesto cambiar el punto de partida: elegir el destino de su mirada. Por ejemplo: usted decide mirar a los musulmanes. Puede usted elegir, por ejemplo, entre quienes perpetraron el atentado contra Charlie Hebdo o entre quienes marchan ahora por los caminos de Francia para reclamar, exigir, imponer sus derechos. Puesto que usted ha llegado a estas líneas, es muy probable que se decante por los “sans papiers”. Claro, también se siente usted en la obligación de declarar que Macron es un imbécil. Pero, obviando ese rápido vistazo hacia arriba, usted vuelve a mirar los plantones, campamentos y marchas de los migrantes. Usted se pregunta por el número. Le parecen muchos, o pocos, o demasiados, o suficientes. Ha pasado de la identidad religiosa a la cantidad. Y entonces usted se pregunta qué quieren, por qué luchan. Y aquí usted decide si acude a los medios y las redes para saberlo… o les escucha. Suponga 23


que les puede preguntar. ¿Les pregunta usted su creencia religiosa, cuántos son? ¿O les pregunta por qué abandonaron su tierra y decidieron llegar a suelos y cielos que tienen otra lengua, otra cultura, otras leyes, otro modo? Tal vez le respondan con una sola palabra: guerra. O tal vez le detallen lo que esa palabra significa en su realidad de ellos. Guerra. Usted decide investigar: ¿guerra dónde? O, más mejor. ¿por qué esa guerra? Entonces le abruman con explicaciones: creencias religiosas, disputas territoriales, saqueo de recursos o, simple y llanamente, estupidez. Pero usted no se conforma y pregunta por quién se beneficia de la destrucción, del despoblamiento, de la reconstrucción, de la repoblación. Encuentra los datos de diversas corporaciones. Investiga a las corporaciones y descubre que están en varios países, y que fabrican no sólo armas, también autos, cohetes interestelares, hornos de microondas, servicios de paquetería, bancos, redes sociales, “contenido mediático”, ropa, celulares y computadoras, calzado, alimentos orgánicos y no, empresas navieras, ventas en línea, trenes, jefes de gobierno y gabinetes, centros de investigación científica y no, cadenas de hoteles y restaurantes, “fast food”, líneas aéreas, termoeléctricas y, claro, fundaciones de ayuda “humanitaria”. Usted podría decir, entonces, que la responsabilidad es de la humanidad o del mundo entero. Pero usted se pregunta si el mundo o la humanidad no son responsables, también, de esa marcha, plantón, campamento de migrantes, de esa resistencia. Y llega entonces a concluir que, puede ser, es probable, tal vez, es un sistema íntegro el responsable. Un sistema que produce y reproduce el dolor, a quienes lo infligen y a quienes lo padecen. Ahora vuelva usted la mirada a la marcha que recorre los caminos de la Francia. Suponga que son pocos, muy pocos, que sólo es una mujer que carga un su pichito. ¿Le importan ahora su creencia religiosa, su lengua, sus ropas, su cultura, su modo? ¿Le importan que sea sólo una mujer que carga su pichito en brazos? Ahora olvídese de la mujer por un momento y enfoque su mirada sólo en la criatura. ¿Importa si es varón o hembra u otroa? ¿Su color de piel? Tal vez descubra usted, ahora, que lo que importa es su vida. Ahora, vaya más allá, después de todo ya llegó usted hasta estas líneas, así que unas más no le harán daño. Ok, no mucho daño. 24


Suponga que esa mujer le habla y usted tiene el privilegio de entender lo que le diga. ¿Usted cree que ella le exigirá que le pida perdón por el color de su piel de usted, su creencia religiosa o no, su nacionalidad, sus antepasados, su lengua, su género, su modo? ¿Usted se apresura a pedirle perdón por ser quien es? ¿Espera que ella le perdone y usted regrese a su vida con esa cuenta saldada? ¿O que ella no le perdone y usted se diga “bueno, al menos lo intenté y estoy sinceramente arrepentido de ser quien soy”? ¿O teme que ella no le hable, que sólo le mire en silencio, y usted sienta que esa mirada le pregunta “¿Y tú, qué?”? Si llega usted a este razonamiento-sentimiento-angustia-desesperación, entonces, lo lamento, usted no tiene remedio: usted es un ser humano. -*Aclarado así que usted no es un bot, repita el ejercicio en la Isla de Lesbos; en el Peñón de Gibraltar; en el Canal de la Mancha; en Nápoles; en el río Suchiate; en el río Bravo. Ahora mueva su mirada y busque Palestina, Kurdistán, Euskadi y Wallmapu. Sí, lo sé, marea un poco… y no es todo. Pero en esos lugares, hay quienes (muchos o pocos o demasiados o suficientes) también luchan por la vida. Pero resulta que conciben la vida ligada inseparablemente a su tierra, a su lengua, su cultura, su modo. A eso que el Congreso Nacional Indígena nos enseñó a llamar “territorio”, y que no es sólo un pedazo de tierra. ¿No tiene la tentación de que esas personas le cuenten su historia, su lucha, sus sueños? Sí, lo sé, tal vez sea mejor para usted recurrir a Wikipedia, pero ¿no le tienta el escucharlo directamente y tratar de entenderlo? Regrese ahora a eso que está entre los ríos Bravo y Suchiate. Acérquese a un lugar que se llama “Morelos”. Un nuevo acercamiento de su mirada al municipio de Temoac. Enfoque ahora la comunidad de Amilcingo. ¿Mira usted esa casa? Es la casa de un hombre que en vida llevó el nombre de Samir Flores Soberanes. Frente a esa puerta fue asesinado. ¿Su delito? Oponerse a un 25


megaproyecto que representa muerte para la vida de las comunidades a las que pertenece. No, no me equivoqué en la redacción: Samir es asesinado no por defender su vida individual, sino la de sus comunidades. Más aún: Samir fue asesinado por defender la vida de generaciones que aún no son ni pensadas. Porque para Samir, para sus compañeras y compañeros, para los pueblos originarios agrupados en el CNI y para nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, la vida de la comunidad no es algo que transcurra sólo en el presente. Es, sobre todo, lo que vendrá. La vida de la comunidad es algo que se construye hoy, pero para el mañana. La vida en la comunidad es algo que se hereda, pues. ¿Usted cree que la cuenta se salda si los asesinos –el intelectual y el material- piden perdón? ¿Piensa que su familia, su organización, el CNI, nosotr@s, quedaremos conformes con que pidan perdón los criminales? “Perdónenme, yo lo señalé para que los sicarios procedieran a ejecutarlo, y siempre he sido un boquiflojo. Veré de corregirme, o no. Ya les pedí perdón, ahora quiten su plantón y vamos a completar la termoeléctrica, porque si no, se va a perder mucho dinero” ¿Usted supone que eso esperan, esperamos, que por eso luchan, luchamos? ¿Para que pidan perdón? ¿Que declaren “disculpen, sí, asesinamos a Samir y, de paso, con este proyecto, asesinamos a sus comunidades. Ya pues, perdónenos. Y si no nos perdonan, pues no nos importa, el proyecto se tiene que completar”? Y resulta que los mismos que pedirían perdón por la termoeléctrica, son los mismos del Tren mal llamado “Maya”, los mismos del “corredor transístmico”, los mismos de presas, minas a cielo abierto y centrales eléctricas, los mismos que cierran fronteras para detener la migración provocada por las guerras que ellos mismos alimentan, los mismos que persiguen al Mapuche, los mismos que masacran al Kurdo, los mismos que destruyen Palestina, los mismos que disparan a los afroamericanos, los mismos que explotan (directa o indirectamente) a trabajadores en cualquier rincón del planeta, los mismos que cultivan y enaltecen la violencia de género, los mismos que prostituyen a la niñez, los mismos que le espían a usted para saber qué le gusta y venderle eso -y si no le gusta nada, pues hacen que le guste-, los mismos que destruyen la naturaleza. Los mismos que quieren hacerle 26


creer, a usted, a los demás, a nosotr@s, que la responsabilidad de ese crimen mundial y en marcha, es responsabilidad de naciones, de creencias religiosas, de resistencia al progreso, de conservadores, de lenguas, de historias, de modos. Que todo se sintetiza en un individuo… o individua (no olvidar la paridad de género). Si se pudiera ir a todos esos rincones de este planeta moribundo, ¿qué haría usted? Bueno, no sabemos. Pero nosotras, nosotros, nosotroas, zapatistas, iríamos a aprender. Claro, también a bailar, pero una cosa no excluye a la otra, creo. Si hubiera esa oportunidad estaríamos dispuest@s a arriesgarlo todo, todo. No sólo nuestra vida individual, también nuestra vida colectiva. Y si no existiera esa posibilidad, lucharíamos por crearla. Por construirla, como si de un navío se tratara. Sí, lo sé, es una locura. Algo impensable. ¿A quién se le ocurriría que el destino de quienes resisten a la termoeléctrica, en un pequeñísimo rincón de México, le podría interesar a Palestina, al Mapuche, al vasco, al migrante, al afroamericano, a la joven ambientalista sueca, a la guerrera kurda, a la mujer que lucha en otra parte del planeta, al Japón, a China, a las Coreas, a Oceanía, a la África madre? ¿No deberíamos, en cambio, ir, por ejemplo, a Chablekal, en Yucatán, al local del Equipo Indignación, y reclamarles: “¡Ey! Ustedes son de piel blanca y son creyentes, ¡pidan perdón!”? Casi estoy seguro de que responderían: “no hay problema, pero esperen su turno, porque ahora estamos ocupad@s en acompañar a quienes se resisten al Tren Maya, a quienes sufren despojos, persecución, cárcel, muerte.” Y agregarían: “Además tenemos que atender la acusación que el supremo nos hace de que estamos financiadas por los Iluminatti como parte de un complot interplanetario para detener a la 4T”. De lo que sí estoy seguro es que usarían el verbo “acompañar”, y no los de “dirigir”, “mandar”, “conducir”. ¿O deberíamos mejor invadir las Europas al grito de “¡ríndanse cara-pálidas!”, y destruir el Partenón, el Louvre y el Prado y, en lugar de esculturas y pinturas, llenar todo de bordados zapatistas, especialmente de cubre bocas zapatistas –que, dicho sea de paso, son eficaces y bonitillos-; y, en lugar de pastas, mariscos y paellas, im27


poner el consumo de elotes, cacaté y yerba mora; en lugar de refrescos, vinos y cervezas, pozol obligatorio; y quien salga a la calle sin pasamontañas, multa o cárcel (sí, opcional, porque tampoco hay que exagerar); y exclamar “¡A ver, esos rockeros, marimba obligatoria! ¡Y desde ahora puras cumbias, nada de que reggaeton (¿le tienta, verdad?)! ¡A ver tú, Panchito Varona y Sabina, los demás a los coros, arránquense con “Cartas Marcadas”, y en loop, aunque nos den las diez, las once, las doce, la una, las dos y las tres… y ya, porque mañana hay que madrugar! ¡Oyes otro tú, ex rey pies-en-polvorosa, deja en paz a esos elefantes y ponte a cocinar! ¡Sopa de calabaza para toda la corte! (lo sé, mi crueldad es exquisita)? Ahora dígame: ¿usted cree que la pesadilla de los de arriba es que les obliguen a pedir perdón? ¿No será que lo que les puebla el sueño de cosas horrendas es que desaparezcan, que no importen, que no se les tome en cuenta, que sean nada, que su mundo se desmorone sin apenas hacer ruido, sin nadie que les recuerde, que les erija estatuas, museos, cánticos, días de guardar? ¿No será que les da pánico la posible realidad? -*Fue de las pocas veces que el finado SupMarcos no recurrió a un símil cinéfilo para explicar algo. Porque, no están ustedes para saberlo, ni yo para contarles, el difunto podía referir las etapas de su corta vida, cada una, a una película. O acompañar una explicación sobre la situación nacional o internacional con un “como en la película tal”. Claro, más de una vez tenía que recomponer el guión para que se ajustara a lo narrado. Como la mayoría de nosotros no habíamos visto el filme referido, y no teníamos señal para consultar en los celulares la wikipedia, pues le creíamos. Pero no nos desviemos del tema. Esperen, creo que lo dejó escrito en alguno de esos papeles que saturan su baúl de los recuerdos… ¡Aquí está! Va pues: “Para entender nuestro empeño y el tamaño de nuestra osadía, imaginen que la muerte es una puerta que se cruza. Habrá muchas y variadas especulaciones sobre lo que hay detrás de esa puerta: el cielo, el infierno, el limbo, la nada. Y sobre esas op28


ciones, decenas de descripciones. La vida, entonces, podría ser concebida como el camino hacia esa puerta. La puerta, la muerte pues, sería así un punto de llegada… o una interrupción, el impertinente tajo de la ausencia hiriendo el aire de la vida. A esa puerta se llegaría, entonces, con la violencia de la tortura y el asesinato, el infortunio de un accidente, el penoso entornar la puerta en una enfermedad, el cansancio, el deseo. Es decir, aunque la mayoría de las veces se llegaba a esa puerta sin desearlo ni pretenderlo, también sería posible que fuera una elección. En los pueblos originarios, hoy zapatistas, la muerte era una puerta que se plantaba casi al inicio de la vida. La niñez se topaba con ella antes de los 5 años, y la cruzaba entre fiebres y diarreas. Lo que hicimos el primero de enero de 1994 fue tratar de alejar esa puerta. Claro, hubo que estar dispuestos a cruzarla para lograrlo, aunque no lo deseáramos. Desde entonces todo nuestro empeño ha sido, y es, por alejar esa puerta lo más posible. “Alargar la esperanza de vida”, dirían los especialistas. Pero vida digna, agregaríamos nosotr@s. Alejarla hasta lograr colocarla a un lado, pero muy adelante del camino. Por eso dijimos al inicio del alzamiento que “para vivir, morimos”. Porque si no heredamos vida, es decir camino, ¿entonces para qué vivimos?” -*Heredar vida. Eso es precisamente lo que le preocupaba a Samir Flores Soberanes. Y eso es lo que puede sintetizar la lucha del Frente de Pueblos en Defensa del Agua y de la Tierra de Morelos, Puebla y Tlaxcala, en su resistencia y rebeldía contra la Termoeléctrica y el llamado “Proyecto Integral Morelos”. A sus demandas de detener y desaparecer un proyecto de muerte, el mal gobierno responde argumentando que se perdería mucho dinero. Ahí, en Morelos, se sintetiza la confrontación actual en todo el mundo: dinero versus vida. Y en ese enfrentamiento, en esa guerra, ninguna persona honesta debería ser neutral: o con el dinero, o con la vida. 29


Así que, podríamos concluir, la lucha por la vida no es una obsesión en los pueblos originarios. Es más bien… una vocación… y colectiva. Vale. Salud y que no olvidemos que perdón y justicia no son lo mismo. Desde las montañas de Los Alpes, dudando qué invadir primero: ¿Alemania, Austria, Suiza, Francia, Italia, Eslovenia, Mónaco, Liechtenstein? Nah, es broma… ¿o no? El SupGaleano practicando su “gómito” más elegante. México, Octubre del 2020. Del Cuaderno de Apuntes del Gato-Perro: Una montaña en alta mar. Parte I: La balsa. “ Y en los mares de todos los mundos que en el mundo son, se miraron montañas que se movían sobre el agua y, con el rostro negado, mujeres, hombres y otroas sobre ellas”. “Crónicas del mañana”. Don Durito de La Lacandona. 1990.

Al tercer intento fallido, Maxo quedó pensativo y, después de unos segundos, exclamó: “Quiere lazo”. “Te lo dije”, obvió Gabino. Los restos de la balsa flotaban dispersos, chocando unos con otros al gusto de la corriente del río que, haciendo honor a su nombre de “Colorado”, se pintaba del barro rojizo que arrancaba de las orillas. Llamaron entonces a un escuadrón miliciano de caballería, que llegó al ritmo de la “Cumbia Sobre el Río Suena”, del maestro Celso Piña. Fueron empatando los lazos e hicieron dos tramos largos. Mandaron a un equipo al otro lado del río. Amarrados sus lazos a la balsa, ambos grupos podrían controlar el trayecto del navío sin que acabara deshecho, arrastrado el manojo de troncos por un río que ni siquiera se daba por enterado del intento de navegación. El despropósito en curso surgió después de que se decidió la invasión…, perdón, la visita a los cinco continentes. Y pues ya ni modos. Porque, cuando se votó, y al final el SupGaleano les 30


dijo “están locos, no tenemos barco”, Maxo respondió: “hacemos uno”. Rápido empezaron a hacer propuestas. Como todo lo absurdo en tierras zapatistas, la construcción del “barco” convocó a la banda de Defensa Zapatista. “Las compañeras van a morir miserablemente”, sentenció Esperanza, con su ya legendario optimismo (en algún libro la niña encontró esa palabra y entendió que era para referirse a algo horrible e irremediable, y la usa al contentillo: “Mis mamaces me peinaron miserablemente”, “La maestra me puso tache miserablemente”, y así), cuando al cuarto intento, la balsa se desmadejó casi inmediatamente. “Y los compañeros”, se sintió el Pedrito obligado a añadir, dudando si la solidaridad de género era conveniente en ese destino… miserable. “Nah”, replicó Defensa. “Compañeros como quiera repones, pero compañeras… ¿dónde vas a encontrar? Compañera, de veras compañera, no cualquiera”. La pandilla de Defensa estaba colocada estratégicamente. No para contemplar los avatares de los comités para construir el barco. Defensa y Esperanza tenían tomada de las manos a Calamidad, quien ya había intentado dos veces lanzarse al río para rescatar la balsa, y en ambas fue tacleada por el Pedrito, el Pablito y el amado Amado. El caballo choco y el gato-perro fueron arrollados desde el arranque. Se preocupaban innecesariamente. Cuando el SupGaleano vio que llegaba la horda, asignó 3 pelotones de milicianas en la orilla del río. Con su habitual diplomacia y sin dejar de sonreír, el Sup les dijo: “Si esa niña llega al agua, todas mueren”. Después del éxito en el sexto intento, los comités probaban cargando la balsa de lo que llamaron “cosas esenciales” para el viaje (una especie de kit de supervivencia zapatista): un costal de tostadas, panela, un costalillo de café, algunas bolas de pozol, un tercio de leña, un trozo de nailon por si llueve. Quedaron contemplando y se dieron cuenta de que algo faltaba. Claro, no tardaron en traer una marimba. 31


Maxo fue donde el Monarca y el SupGaleano revisaban unos diseños de los que les contaré en otra ocasión y dijo: “Oí, Sup, quiere que les mandes carta a los del otro lado: que busquen lazo y que lo empatan para que esté un buen de largo, y lanzan hasta acá y entonces desde las dos orillas vamos moviendo el “barco”. Pero quiere que se organizan, porque si cada quien lanza una cuerda por su lado, pues nomás no llegan. Quiere que los empatan pues, y organizados”. Maxo no esperó a que el SupGaleano saliera de su desconcierto, y tratara de explicarle que había una gran diferencia entre una balsa hecha con troncos amarrados con bejuco, y un barco para cruzar el Atlántico. Maxo se fue a supervisar la prueba de la balsa con toda la impedimenta. Discutieron quién subía para probar con personas, pero el río latigueaba con un rumor tétrico, así que optaron por hacer un muñeco y trincarlo en medio de la embarcación. Maxo era como el ingeniero naval porque, hace años, cuando una delegación zapatista fue a apoyar el campamento Cucapá, se metió al Mar de Cortés. Maxo no explicó que casi se ahoga porque el pasamontañas se le pegó a nariz y boca y no podía respirar. Cual viejo lobo de mar explicó: “es como un río, pero sin corriente, y más doble, un buen tanto, como la laguna de Miramar”. El SupGaleano estaba tratando de descifrar cómo se dice “lazo” en alemán, italiano, francés, inglés, griego, euskera, turco, sueco, catalán, finlandés, etc., cuando la mayor Irma se acercó y le dijo “ponle que no están solas”. “Ni solos”, agregó el teniente coronel Rolando. “Ni soloas”, aventuró la Marijose, que llegó para pedir a los musiqueros que hagan una versión del Lago de los Cisnes pero en cumbia. “Así, alegre pues, que se bailen pues, que no esté triste su corazón”. Los musiqueros preguntaron qué cosa es “cisnes”. “Son como patos pero más bonitillos, como que estiraron mucho su pescuezo y así quedaron. Que sea que son como jirafas pero caminan como patos”. “¿Se comen?”, preguntaron los musiqueros, que sabían que ya era la hora del pozol y 32


sólo habían llegado para dejar la marimba. “¡Cómo crees!, los cisnes se bailan”. Los musiqueros se dijeron que una versión de “pollito con papas” podría servir. “Lo vamos a estudiar”, dijeron, y se fueron a tomar pozol. Mientras tanto Defensa Zapatista y Esperanza convencían a Calamidad de que, puesto que el SupGaleano estaba ocupado, su champa estaba vacía y era muy probable que hubiera escondido un paquete de mantecadas en la caja del tabaco. Calamidad dudaba, así que tuvieron que decirle que allá podrían jugar a las palomitas. Se fueron. El Sup les vio alejarse, pero no se preocupó, era imposible que encontraran el escondite de las mantecadas, ocultas bajo bolsas de tabaco hongueado, y, dirigiéndose al Monarca y señalando unos diagramas, le preguntó “¿Estás seguro de que no se hunde? Porque se ve que va a estar pesado”. El Monarca quedó pensando y respondió: “De repente”. Y luego dijo, serio: “pues que lleven vejigas, así flotan” (nota: vejigas = globos). El Sup suspiró y dijo: “más que un barco, lo que necesitamos es un poco de cordura”. “Y más lazo”, añadió el SubMoy, que iba llegando justo en el momento en que la balsa, hasta el tope de carga, se hundía. Mientras en la orilla el grupo de Comités contemplaba los restos del naufragio y la marimba flotando patas arriba, alguien dijo: “suerte que no subimos el equipo de sonido, ése es más caro”. Todos aplaudieron cuando salió a flote el muñeco de trapo. Alguien, previsor, le había puesto, bajo los brazos, dos vejigas infladas. Doy fe. Miau-Guau. Videos: Celso Piña - Cumbia Sobre el Rio Suena (en vivo) ft. la Orquesta de Baja California Tierra Santa - La Cancion Del Pirata (I y II) EL CANTO DEL LOBO - Canción de cuna nórdica - Vargsången 33


RECOPILATORIO CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 14 de octubre 2020


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