CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 4 de diciembre de 2019
1
Fotos desinformĂŠmonos.org
Tiempos de revuelta
Gustavo Esteva - La Jornada - 2 de diciembre de 2019 El mundo cae a pedazos a nuestro derredor. Algunos huyen. Otros se enconchan, buscando que no los aplaste uno de los pedazos. Muchos cierran los ojos para no ver lo que pasa. Pero la mayoría está en revuelta, particularmente ellas. A ras del suelo, en los abajos, tres palabras definen el estado de ánimo: asombro, indignación, esperanza. Las revueltas son tan extendidas como confusas. No sale un mensaje claro de calles y plazas recuperadas, pero en todas se manifiesta el hartazgo generalizado con el estado de cosas. El protagonismo de las mujeres y la inspiración de los pueblos originarios renuevan una antigua tradición de América Latina, cuando mujeres indígenas encabezaron muchas rebeliones. Y están siempre los y las jóvenes, con los más diversos impulsos y reivindicaciones. Hay quienes buscan cambios dentro del sistema dominante: sustituir funcionarios, modificar leyes, restructurar instituciones… Recuerdan los buenos tiempos y las ilusiones de ayer. La revuelta toma entonces expresión electoral o se expresa en demandas puntuales. Las movilizaciones en la República Checa o Hungría, por ejemplo, quieren la democracia liberal que soñaron al salir de la pesadilla autoritaria y les escamotearon los autócratas. En Argentina buscan recuperar lo que tenían antes del horror Macri; quizá se llevarán una sorpresa con lo que obtuvieron. Reajustes como esos resultan muy ambiguos. Abajo prevalece otra actitud. “¡La calle para siempre!”, dicen en Colombia. Se concentran en consejos y asambleas, aunque de paso ganen algunas alcaldías y se enfrenten a la policía. Han perdido toda confianza en el régimen político. No creen que sustituir funcionarios o partidos o reformar leyes o instituciones puedan remediar lo que ocurre. Probaron ya ese camino. Aliviar la extrema pobreza, mejorar servicios públicos y recuperar bienes sociales tiene sin duda sentido. Pero no al precio de mantener el mismo patrón destructivo del sistema dominante, el extractivismo y la de1
predación de la naturaleza y el rechazo de los empeños autónomos. El leninismo neoliberal no despierta ya entusiasmo. Tampoco el capitalismo leninista, a la manera China. Muchas revueltas de abajo son retorno al presente. No se cuelgan de alguna tierra prometida o de cierta doctrina e ideología que haga del presente un porvenir siempre pospuesto. Construyen hoy, desde la autonomía, otra forma de vivir que se enfrente valientemente a la incertidumbre radical que define la coyuntura. Saben vivir con ella; muchas y muchos vivieron siempre así. Arriba, en cambio, no se sabe qué hacer ante tal incertidumbre. Quienes acumularon y concentraron una riqueza sin precedente, lo mismo que quienes mantuvieron la operación normal de empresas capitalistasy gobiernos, topan de pronto con los límites del sistema. Enfrentan obstáculos e imposibilidades del despojo destructivo al que se dedican, lo mismo que la creciente resistencia de abajo. Intuyen la fragilidad del edificio. Quienes se acostumbraron a ejercer el poder político para sus propios fines observan con asombro y preocupación cómo lo pierden: ya no les hacen caso. Recurren a la fuerza para tratar de reconquistarlo y les perturba mucho que hacerlo resulte contraproducente: pierden así el que les quedaba.Unos y otros, los dueños del dinero y los administradores gubernamentales a su servicio, cada cual a su manera, apelan a todas las formas de la violencia para generar miedo. Intentan producir parálisis mediante la acumulación de sufrimiento y horror, como hicieron los nazis en los años treinta y nos acaba de recordar Javier Sicilia. Ante las revueltas de abajo, las de arriba generan formas sociales y políticas que imitan una aberración de la naturaleza: los cuerpos de gallinas que caminan un trecho, sin sentido alguno, cuando se les corta de tajo la cabeza. Los golpes de Estado, particularmente en América Latina, no pueden ya seguir los guiones convencionales. Los de arriba están claramente desconcertados, en el doble sentido del término: no logran concertarse, articular entre todos la acción, y muestran confusión, turbación, desgobierno… Las revueltas de arriba resultan especialmente peligrosas. Esas gallinas sin cabeza están arrasando todo a su paso. El pánico es mal 2
consejero. La falta de coherencia y concertación de corporaciones y gobiernos amplía su uso arbitrario de la violencia, aunque ya no logre propósito alguno. Las pestes que emanan del cadáver de los estados-nación causan inmensos daños. Uno de sus efectos más graves es fragmentar, individualizar, debilitar el tejido social, provocar enfrentamientos entre hermanos y hermanas. El miedo se extiende. No anda en burro. Hay razones para sentirlo ante tantas amenazas y violencias. Pero las revueltas de abajo están demostrando que es posible abrazarlo. Cuando esas valientes mujeres que encabezan movilizaciones se abrazan ante la policía, pueden decir de nuevo: “Nos quitaron tanto que hasta el miedo nos quitaron”. gustavoesteva@gmail.com
Retornos del fascismo
Hermann Bellinghausen - La Jornada - 2 de diciembre de 2019 Los nuevos brotes de fascismo digamos clásico, de matriz occidental y en principio cristiana, nos recuerdan que esa infame construcción ideológica del siglo XX no murió bajo los escombros del búnker hitleriano en 1945. Había florecido con pasmosa fluidez por toda Europa. Pocos países dejaron de tener gobiernos colaboracionistas y pronazis, con las salvedades extremas de Gran Bretaña y la Unión Soviética. Tras su fracaso, se engendró en toda Europa, para resucitar sin empacho durante la década de 1990 entre los nuevos nostálgicos del Tercer Reich, la Gran Serbia y el franquismo. Los países del ex bloque soviético, Alemania incluida, resultaron fértiles para el neofascismo y las ideologías conservadoras y excluyentes. Ya presenciamos las últimas guerras civiles balcánicas y hoy vemos purificaciones antimigrantes en Hungría y Polonia, sin obviar las recurrentes recaídas en estas posturas por la vía electoral en Austria, los Países Bajos, España, Francia o Italia. Hay un fascismo latinoamericano que logró penetrar culturalmente el sur. Alarmados, lo vemos en Bolivia estos días, donde asoma 3
montado en el racismo no superado de una sociedad colonizada, presuntamente “no indígena” y “blanca”, reposicionada al calor del golpe de Estado de 2019. El monstruo acechaba en Santa Cruz y Beni y ahora también lo reivindican inconscientemente los ricos, los mestizos y las clases medias en La Paz y Cochabamba. Algo más que una curiosidad maniática, la fantasmagoría nazi que recorre algunos relatos de escenario chileno de Roberto Bolaño son tan sólo registro ingenioso de una bestia latente en Argentina, Brasil, Bolivia y Chile. Entre mito y realidad, estos países fueron receptores de la dispersión nazi. El caso Eichmann confirmaría la complicidad sudamericana, ampliamente conocida y que se manifestó con soltura en los periodos de dictadura militar. En otro renglón, quizás el más peligroso, tenemos el protofascismo blanco estadunidense, con su tradición y hasta su aristocracia; la estirpe pronazi de los Bush heredó parte del oro de los nacionalsocialistas, que como banqueros resguardaron y luego confiscaron. La nación del genocidio indio y el repulsivo Ku Klux Klan acogió, por razones no sólo militares, a la élite científica y técnica del Tercer Reich; allí se generó un fascismo cowboy enamorado de la bomba atómica (Doctor Strangelove), del oro y lo dorado, que en 2017 encumbraría en la presidencia a un magnate de origen ario y modales brutales que constituye una verdadera desgracia “democrática”. Describirlo como fascista puede resultar inexacto, pero no se yerra del todo. Basta ver lo cómodo que se siente el actual titular de la más paranoica Casa Blanca de la historia ante las expresiones de fundamentalismo blanco, nacionalismo rascuache y mal disimuladas conductas violentas contra la gente de colores. Y aunque nada ofende más a la opinión pública judía y proisraelí que mencionar a Israel al hablar de fascismo, las agresivas expresiones ultranacionalistas de los “colonos” que avanzan sobre Palestina con respaldo del ejército y los partidos políticos en el poder no difieren demasiado en sustrato, lenguaje y prácticas del fascismo clásico occidental que alguna vez los tuvo como sus víctimas favoritas. Nadie dijo que el fascismo no podía ser judío; el antisemitismo se transfiere a otros “otros”, de manera similar a la de Europa y América hoy: el negro, el indígena, el árabe. El ultranacionalismo israelí invoca al 4
mismo dios de los europeos, los estadunidenses, el feroz Bolsonaro y hasta de la patética presidenta interina de Bolivia. En una célebre conferencia de 1995, Umberto Eco apuntaba “los 14 síntomas” del que llamó Ur-fascismo, o fascismo esencial: Enaltecimiento de la “tradición” y rechazo al modernismo. Irracional culto de la acción por la acción. Su sincretismo no tolera el pensamiento crítico. Crece y busca consenso explotando y exacerbando el miedo a la diferencia. Surge de la frustración individual o social. Respira por el resentimiento. Sólo admite un privilegio, el más vulgar de todos, haber nacido en el mismo país. “Pacifismo” le significa colusión con el enemigo. Desprecia a los débiles e “inferiores”. Su ideal de heroísmo se vincula con el culto a la muerte. Es machista. No reconoce los derechos del individuo, el “pueblo” se concibe como entidad monolítica. Cultiva un léxico pobre y una sintaxis elemental (https://ctxt.es/es/20190116/Politica/23898/Umberto-Eco-documento-CTXT-fascismo-nazismo-extrema-derecha.htm). En fin, exactamente todo lo que estamos viendo crecer en el siglo XXI.
Trump, AMLO y los LeBarón
Carlos Fazio - La Jornada - 2 de diciembre de 2019 El asesinato a mansalva de seis niños y tres mujeres de la comunidad mormona mexicana-estadunidense LeBarón en un camino serrano de Bavispe, Sonora, el 4 de noviembre pasado, podría reunir las características de una operación de bandera falsa dirigida a desestabilizar al gobierno de Andrés Manuel López Obrador y generar mayores condiciones para una intervención policiaco-militar de Estados Unidos en México. Dirigidas contra blancos seleccionados por su alto valor simbólico, las operaciones de bandera falsa permiten a un Estado, corporación u organización intervenir mediante agentes clandestinos o encubiertos (soldados camuflados) y/o mercenarios, grupos paramilitares y sicarios, en escenarios en los que no se puede o desea actuar de manera abiertamente militar. Esas formas de violencia contra civiles son utilizadas para infundir miedo y terror en la sociedad, y para ejercer 5
coerción o manipular a las audiencias a través del efecto multiplicador de los medios hegemónicos −usados como vehículos de propaganda−, y pueden ser empleadas como pretexto para instigar o iniciar una guerra, derrocar un gobierno o favorecer un golpe de Estado. Las “buenas conciencias”, que indefectiblemente abogan por el mantenimiento del sistema de dominación de clase capitalista, suelen denostar como afines a la teoría de la conspiración el análisis de las operaciones clandestinas de las potencias de Occidente. Olvidan que Estados Unidos tiró la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki y quemó niños vietnamitas con napalm. Y que para deponer al primer ministro iraní Mohamed Mossadeq, la CIA y el MI6 inglés montaron la Operación Ajax en 1953. Olvidan, también, que en 1939 un comando nazi disfrazado con uniformes polacos tomó la estación radiofónica de Gleiwitz para justificar su Blitzkrieg (guerra relámpago) contra Polonia, que dio inicio a la Segunda Guerra Mundial. Y que de los años 60 a los 90 del siglo pasado, con la ayuda del Pentágono y la CIA, la OTAN montó la red clandestina Gladio, que entre otros atentados terroristas realizó la matanza en la estación de trenes en Bolonia en 1980, donde murieron 85 personas y 200 más resultaron heridas; atribuida a las Brigadas Rojas italianas, luego se supo que la explosión la perpetró el grupo de extrema derecha Ordine Nuovo, estructura clandestina vinculada a la OTAN y la CIA. Otra hipótesis sobre la masacre desestabilizadora de integrantes de las familias LeBarón-Langford-Miller en una serranía del asentamiento sonorense de Bavispe, a unas 90 millas de Douglas, Arizona, podría tener que ver con los intereses corporativos trasnacionales en torno del Sonora Lithium Project, de Bacanora Lithium, que incluye a empresas chinas y japonesas. El proyecto de extracción de litio a cielo abierto comenzará a operar en 2022 en Bacadéhuachi, pueblo ubicado a unos 85 kilómetros de Bavispe, y según Forbes sería una de las mayores minas del mundo (9 millones de toneladas). En ese contexto, las víctimas inocentes de la matanza de Bavispe fueron utilizadas para resembrar añejas matrices de opinión: “ narcoterrorismo”, “terrorismo criminal”, “México como Estado 6
fallido”. El mecanismo para la fabricación de un consenso proclive a una política de “cambio de régimen” en México −ante el cariz nacional-reformista de López Obrador y su eventual liderazgo progresista en América Latina− se inició con un tuit del presidente Trump el 5 de noviembre, donde decía que Estados Unidos podía ayudar a “limpiar a esos monstruos” (los traficantes de droga) de manera “rápida y efectiva”, para “borrarlos de la faz de la tierra”. Y fue acompañado de un editorial de The Wall Street Journal –diario de la empresa News Corporation, propiedad del magnate Rupert Murdoch, aliado político de Trump−, que sugería a la justicia estadunidense extender su “largo brazo” (extraterritorial) para “proteger a los americanos” en ambos países, sin descartar una “operación militar” unilateral. Lo que fue seguido de un coro de congresistas genocidas (Tom Cotton, Lindsey Graham, Chip Roy) y del subsecretario de Seguridad Nacional, David Glawe, que sembraron las bases para impulsar en el Capitolio la calificación de los “ cárteles mexicanos” como “organizaciones terroristas extranjeras”. La variable aplicada antes en Colombia, Afganistán, Irak y Siria podría no aplicar en México, porque según las distintas versiones oficiales de los hechos −teoría de la “confusión” incluida−, por más sanguinarios que sean, ninguno de los grupos criminales locales persigue objetivos político-ideológicos o adhieren a causas supremacistas raciales o de extremismo religioso. Ello, aunque el embajador de Estados Unidos, Christopher Landau, se esfuerce en reforzar la narrativa intervencionista afirmando que existen “gobiernos paralelos” (“ narcogobierno”) en varias zonas de México. Por otra parte, es pública y verificable la política estadunidense de utilizar dinero, armas y agentes encubiertos, en el entrenamiento, equipamiento y apoyo in situ a unidades militares extranjeras, milicias y grupos paramilitares, con el objetivo de llevar a cabo sus “operaciones globales” según los lineamientos trazados en octubre de 2017 por el entonces director de la CIA, Mike Pompeo, cuando dijo que la agencia “debe ser agresiva, cruel, despiadada e implacable… Debemos centrarnos en aplastar a nuestros enemigos y proporcionar una ventaja inalcanzable a nuestros diplomáticos, militares y presidente”. Con el agregado de que, ahora, Trump está en campaña por su relección. 7
Los maestros y los caricaturistas del poder
Luis Hernández Navarro - La Jornada - 3 de diciembre de 2019 En septiembre de este año, en sus ocho columnas, un periódico de circulación nacional anunció: “Enseñará CNTE desobediencia”. Alarmado, otro que se distribuye gratuitamente en la Ciudad de México, puso como su nota principal de portada: “CNTE pide llevar a todo México plan que exalta al Che Guevara”. Y, ya encarrerado, un par de meses después, alertó: “Y ahora… la C NTE mete el marxismo en las escuelas”. Otro más, destacó como su información central: “Opacos sueldos de jefes de la CNTE”. En su interior, diversos diarios se esmeraron por publicar cartones racistas, denigrantes y calumniadores contra los maestros democráticos. Sus autores parecieron competir para dilucidar quién era capaz de trazar la caricatura más ofensiva contra la disidencia magisterial. Un monero los representó como un violento burro de gafas oscuras, ataviado con una camiseta negra con una estrella roja y las siglas de la CNTE estampadas al frente, que pisa con el pie izquierdo a un niño, que yace en el suelo indefenso. En su mano izquierda, ese borrico-profesor blande un enorme lápiz amarillo roto, mientras un ganso blanco, con la cara de Andrés Manuel López Obrador, le alza la mano derecha en señal de triunfo. Insaciable, el asno-docente exige: “Sí, pero no es insuficiente”. Otro cartón, bautizado como “Acorralada”, muestra un pupitre con el letrero “Reforma educativa” atrapado en el centro de una enorme telaraña, a punto de ser devorado por una descomunal tarántula que en la espalda tiene manchas rojas y el letrero “CNTE”. En otro, titulado “Turno por jerarquía”, un gorila (o un orangután) con la camiseta de la CNTE aplasta al secretario de Educación sentándose sobre él, en lo que se supone es el escritorio de José Vasconcelos en la SEP. El simio está leyendo la nueva reforma educativa, y advierte: “Espere, secretario Moctezuma, primero la revisamos nosotros”. Como si fuera un libreto a seguir, las caricaturas muestran gráficamente lo que el columnista Catón (y muchos otros) dice con pala8
bras. En un artículo titulado “Educación secuestrada”, el periodista escribe: “Ya puede Esteban Moctezuma irse a su casa. Ya puede sacar sus cosas personales de la oficina que ocupó Vasconcelos… Al haberse rendido así a la CNTE López Obrador inflige un grave daño a la nación”. El relato coincide con la protesta que los diputados del Partido Acción Nacional (PAN) orquestaron para rechazar la nueva reforma educativa y sus leyes secundarias. En su performance legislativo en San Lázaro portaron carteles impresos en los que, en la parte superior, en tinta azul (panista) se decía “Niñas y niños sí”. Y, abajo, en tinta café: “CNTE no”. A lo largo de los últimos años, una extensa nómina de cartonistas ha construido una imagen del magisterio democrático racializada y animalizada. Los rasgos indígenas de muchos profesores de Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Michoacán son deformados para sugerir que, como no son suficientemente blancos, son atrasados, ignorantes y brutos. En otros dibujos, se les representa como burros, tarántulas, perros rabiosos o peligrosas alimañas. En otros se les dibuja como obesos y violentos porros, punks agresivos, secuestradores de la niñez y la educación o modernos fariseos crucificadores de indefensos infantes. A pesar de que los maestros de la coordinadora enseñan con muchos esfuerzos en las regiones más pobres y marginadas del país, muchas sacudidas por la violencia, los caricaturistas los presentan como eternos vagos que descansan en una hamaca, o teporochos tirados en el suelo que cierran escuelas durante años. Se regocijan “retratándolos” panzones y desaseados, con bigote y barba escasa (apenas unos cuantos pelos), cabellera negra mal cortada y despeinada, paliacate rojo en el cuello, gorra y morral, exigiendo demandas “absurdas”. Los convierten indistintamente en una soga que ahoga la economía de un estado completo o en un improvisado Frankenstein. O en enloquecidos pirómanos que buscan incendiar la enseñanza pública. Los trasmutan en modernos Cantinflas disfrazados de tigre que tienen bajo su puño al presidente domador. O los dibujan como modernos neandertales, con mazo al hombro. Estas representaciones no desacralizan a personajes autoritarios y 9
poderosos; estigmatizan y se burlan de un movimiento que carece de ellos. No critican los rasgos negativos de una abusiva figura de alcurnia; se ceban con quienes resisten las arbitrariedades de políticos y los caprichos empresariales. No corroen el poder ni señalan a quien lo detenta, infaman a quien no lo tiene. No desahogan un malestar social genuino, sirven a los intereses de los de arriba. No ridiculizan el mal para hacer triunfar el bien; son mera propaganda en favor de quienes están contra la educación pública. Abusivamente, estas muestras de humor gráfico político descontextualizan las reivindicaciones de los maestros de la CNTE y su lucha, apelando a los más bajos prejuicios raciales y clasistas. Sin el menor pudor, falsean la realidad y juzgan a los docentes desde el Olimpo de una supuesta superioridad moral. Están lejos, muy lejos de las mejores tradiciones de la caricatura mexicana, y cerca, muy cerca, de lo peor del denigrismo periodístico.
La resistencia en los barrios de Chile Gloria Muñoz Ramírez - La Jornada - Los de abajo 30 de noviembre de 2019
La dinámica de las movilizaciones en Chile continúa en el centro de Santiago y en las poblaciones o asentamientos populares de la periferia, donde los obreros y comerciantes se movilizan en sus territorios con un ritmo propio. En La Legua, Villa Francia o La Victoria, barrios emblemáticos de la resistencia contra la dictadura pinochetista, se vive la organización todos los días con ollas populares, actividades culturales, asambleas, marchas y bloqueos en su zona o en contingentes que se unen a las movilizaciones del centro. En Villa Francia se organizaron desde los primeros momentos de la revuelta, pues trabajan en comunidad desde siempre y la revuelta no los tomó por sorpresa. Al igual que en La Legua, barrio del sur de Santiago, aquí se vive el abuso policial todos los días, los allanamientos, las balaceras entre grupos de narcotraficantes, el gatillo fácil de los carabineros, la violencia institucional generalizada. Pero los pobladores no son delincuentes, sino gente trabajadora que se trasladó a esta zona desde la década de los sesentas. 10
En la escuela comunitaria Camilo Cienfuegos los jóvenes preparan actividades culturales para restablecer el tejido comunitario y construir una opción frente a las drogas. Los niños y niñas toman clases de danza y participan con sus números musicales en las marchas. Son pequeños de entre cinco y 12 años que conocen la historia de Gustavo Gatica, el joven universitario que perdió la vista de los dos ojos por disparos de goma de los carabineros. Nada les es ajeno y, sin dejar de ser niños, juegan durante las concentraciones. Saben por qué están ahí. El Centro Cultural de La Legua, foro autogestionado por una población perseguida, suspendió actividades teatrales los primeros días de la revuelta, porque, anunciaron, “desconfiamos de las fuerzas represivas del Estado abusador, que no duda en atacar y reprimir a su pueblo. Suspendemos no porque queramos escondernos, sino porque queremos estar en las calles haciendo presencia, organizando rebeldemente nuestra indignación”. En la Legua y en Villa Francia se respiran organización y futuro. “Nada volverá al antes del 18 de octubre”, dicen los jóvenes de aquí, muchos de los que conforman la emblemática primera línea de las movilizaciones. www.desinformemonos.org - losylasdeabajo@yahoo.com.mx
Arde Colombia
Estefanía Ciro Rodríguez* - La Jornada - 28 de noviembre de 2019 Dilan Cruz tiene 18 años y marcha por el corazón de Bogotá en la movilización nacional que revienta el 21 de noviembre y lanza gente a las principales ciudades del país como nunca antes. Semanas antes, en un debate del Congreso, un senador denuncia que el Ejército bombardeó en septiembre unos supuestos guerrilleros que resultaron siendo 18 menores de edad en el sur del país. Lo que había sido comunicado en la prensa como un logro contundente contra los grupos armados que quedaron después de la entrega de armas de un sector de las FARC, volvió al debate nacional en forma de fotos de los restos de los cuerpos de los niños, de cuadernos y del dolor de las 11
familias, de historia de mutilaciones y de reclutamiento forzado. El paro 21N convocado por centrales obreras se convirtió en un catalizador de la movilización que se desbordó en las ciudades que habían sido indiferentes a todas las barbaries de la guerra. Mientras Dilan corre a darle una patada a una bomba lacrimógena para alejarla de la multitud que camina pacífica, un integrante del Escuadrón Móvil Anti Disturbios –conocido como Esmad– le dice a uno de sus compañeros “al que sea, dele dele” y ese otro le dispara al joven una recalzada de balines –un trapo con balines adentro– a pocos metros de distancia y por la espalda. En el video, el cuerpo de Dilan se desploma de inmediato y al acercarse, los paramédicos la encuentran incrustada en la cabeza causando el mayor daño que puede; por eso está prohibida, por eso la usa la policía. El 26 de noviembre muere en el hospital y de inmediato la noticia se extiende al final de la movilización que se había convocado ese día, que se prende de nuevo y se expande en forma de cacerolazo: “sí fue el estado, a Dilan lo mataron” y “Dilan hermano, nosotros no olvidamos” retumba en la noche fría bogotana mientras muchos caminan hacia el lugar en el que lo asesinaron. Matar niños y jóvenes ha sido el destino de las fuerzas del orden en Colombia y en general en América Latina a lo largo de su historia. La violencia desatada por los carabineros en Chile y el Esmad en Colombia son sólo una de las más recientes expresiones que tiene su propia lista de muertos; en este último se recuerda a Norma Galeano, Carlos Blanco, Jaime Acosta, Nicolás Neira, Jhonny Silva, Óscar Salas y Miguel Barbosa. Nada más en Chile se contabilizan más de 200 personas atacadas a los ojos por los carabineros. El Cinep en Colombia documentó entre 2002-2012, 132 casos de presuntas ejecuciones por abuso de autoridad de la Policía Nacional, escondidas bajo la denominación de “armamento no letal” y “control de multitudes”, en un ejercicio inocultable de represión de la protesta social. Pero el lugar de la protesta en Colombia ha cambiado, el escenario posacuerdo de paz y la persistencia del movimiento estudiantil hace que la movilización se experimente diferente. El sentimiento de apoyo a la protesta social por parte de la población en general 12
es mucho mayor que antes y la toma de calles está menos estigmatizada por el ciudadano de a pie a como ocurría en el pasado. Los años de cese bilateral durante las negociaciones de paz le mostraron al país cómo era vivir sin guerra, no sólo a las áreas rurales que vivieron una tranquilidad nunca antes disfrutada, sino también a la clase media, a los empresarios y ciertos gremios. La negativa del gobierno de Iván Duque y del partido del ex presidente Álvaro Uribe Vélez de cumplir los acuerdos de paz poniendo en riesgo la posibilidad cada vez más inminente de la reactivación de un conflicto con nuevos códigos, reglas y actores pone nerviosos a muchos sectores del país. También hay hartazgo y temor por el futuro por parte de la juventud. La cadena de paquetes de reformas económicas que se extienden por Ecuador y Chile y las reacciones sociales consecuentes, la movilización feminista y la preocupación por el golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia se enfrentan con nuevas condiciones de posibilidad de la resistencia que se expresa en la urgencia de defender lo poco que queda de un estado social de derecho en las calles. Esta generación se juega el último cartucho de la posibilidad de un futuro medianamente digno. Los 18 niños en el sur de Colombia eran hijos de campesinos pobres, sin ninguna garantía de acceso a ningún derecho o proyecto de vida posible y digno. Dilan se graduaba del bachillerato el día de su muerte, reclamaba en la movilización que no pudo acceder a la educación superior porque el Icetex –institución estatal encargada de dar créditos para estudios en un país con toda su educación privatizada e inaccesible para la mayoría de la población– no le había concedido el préstamo que requería. Mientras tanto, entre 2003 y 2013, el Ministerio de Defensa de Colombia gastó 27 millones de dólares en dotación para el Esmad. El costo de vestir a cada uno de los 3 mil 500 policías antidisturbios que existían en 2018 era de poco más de 3 mil dólares. Colombia exige más que nunca la garantía de la No Repetición. Dilan tiene que ser el último. El presidente Iván Duque llamó a una conversación nacional con unas representaciones y liderazgos que apenas se están decantando. La muerte de Dilan nos exige 13
pensar en una América Latina movilizada si se negocia con un Estado que ha incumplido a lo largo de su historia todos los compromisos que ha pactado, siendo el último ejemplo la falta de voluntad para cumplir los acuerdos de paz. La movilización no puede parar hasta el desmonte completo del Esmad y de los carabineros, la renuncia del comandante de la policía y sin falta, del Presidente de la República. El paro nacional en Colombia sigue, y como ha repetido sempiterno el Estado colombiano: con violentos no se negocia. * Investigadora del Centro de Pensamiento de la Amazonia Colombiana, AlaOrillaDelRío. Ganadora del premio Unesco Juan Bosch para la promoción de la Investigación en Ciencias Sociales en América Latina y el Caribe, 2018.
Nación y Estado nacional
Gilberto López Y Rivas - La Jornada - 29 de noviembre de 2019 Discernir sobre nación y Estado nacional, y sus transformaciones con la globalización capitalista neoliberal, hace necesario una aproximación definitoria de estos polisémicos conceptos de las ciencias sociales. La nación sería esa comunidad humana estable, surgida históricamente como la forma de imponer la hegemonía burguesa, esto es, su predominio político, económico, social, ideológico y cultural sobre un territorio que reclama como el ámbito de su producción y mercado interior de mercancías, incluyendo la fuerza de trabajo, implantando, asimismo, un coloniaje interno sobre poblaciones heterogéneas en su composición étnico nacional. Los estados nacionales, a su vez, entendidos como organizaciones jurídico-políticas que cuentan con un territorio, un aparato burocrático-administrativo, una lengua oficial, un ejército, una moneda común, son formaciones cuyo origen y consolidación se relacionan con la preponderancia del derecho positivo sobre el consuetudinario, la separación entre derecho positivo y moral, entre arte y religión, entre poder religioso y político, entre economía doméstica y pública, así como la puesta en práctica de nuevos principios de legitimidad a través de un sistema hegemónico y correlación de clases que se plasman en ordenamientos jurídicos (constituciones), la ciudadanía y el sentimiento de pertenencia a un Estado nacional que da lugar a una nacionalidad mayoritaria determinada. 14
El hecho de que el Estado sea ese espacio donde se articula la vida pública de los sujetos no significa que todos los habitantes de un territorio encuentren representación en sus instituciones. Por ello es tan importante distinguir Estado y nación, como dos conceptos disímiles, y, a la vez, complementarios. Mientras el primero se deriva de las necesidades políticas, jurídicas, administrativas y de monopolio de la violencia “legal” para instaurar el orden que requiere una sociedad capitalista para su reproducción, la nación es esa construcción histórico-social que dota de identidad al Estado, pero lo desborda al estar formada por sujetos negados considerados “los no-nación”. En el capitalismo, aunque el Estado pretenda ser un ente ordenador imparcial de la vida, se encarna en instituciones y agentes pertenecientes a una clase social inmersa en una racionalidad instrumental: el ejercicio del poder para imponer su sistema de explotación y dominación. El Estado nacional juega un papel fundamental como instrumento político coercitivo que se impone una doble tarea: centralizar-unificar y centralizar-uniformar. A pesar de ser esa formación nacional que a través de patrones culturales de la clase dominante dota también de identidad a la historia oficial, las instituciones educativas, los mitos fundacionales, los imaginarios referenciales, la lengua, las fronteras políticas, los “símbolos patrios”, algo retoman de los dominados, pues esta identidad no lograría la legitimidad que requiere ese Estado para mantenerse y librar crisis recurrentes. Coexisten otras expresiones sociales y étnico nacionales dotadas de historias, tradiciones, lenguas y afiliaciones identitarias propias que juegan un papel determinante en la forja de naciones, con sus resistencias y luchas de naturaleza, en muchos casos, contrahegemónica. El sujeto actuante en la formación de naciones es el constituido por las clases, por la lucha de clases. No es posible dejar a un lado la voluntad política de las distintas clases en el surgimiento y la posterior evolución de las naciones. Así, es preciso destacar entre el nacionalismo estatista y el nacionalismo popular (patriotismo), enraizados en la historia misma de las naciones. Nos referimos a dos procesos contradictorios y confrontados. Uno es el papel de la burguesía como fuerza hegemónica política y militar, esto es, estatal, sobre territorios determinados, mientras la otra 15
fuerza sociopolítica es la conformada por las clases explotadas y dominadas, sectores de la intelectualidad y entidades socio étnicas subalternas, inmersas en un permanente proceso por subsistir y prevalecer. De esta forma, las naciones pueden devenir de “naciones burguesas” en entidades socio-históricas de nuevo tipo: lanación pueblo. Asumiendo la crítica ala experiencia socialista en sus variantes autoritarias y burocráticas, la nación podría construirse y consolidarse a partir de un sistema de hegemonía nacional de las clases oprimidas y explotadas que constituyen genéricamente el pueblo, en su connotación clasista. Con este fundamento, forjar, desde abajo, un proyecto propio de nación, una unidad nacional regida por un inédito ordenamiento político de naturaleza jurídico-estatal, constituyente, que instaure una nueva relación del pueblo, de los pueblos, como entidades étnicas, con el territorio, sus recursos naturales y estratégicos, conquistándose, de hecho y de derecho, la soberanía nacional popular. Esto significa, en suma, soñar con la utopía de una nación que sea realmente democrática.
¿Cuál es el interés de los gringos en Sonora: el narco o el litio? Zósimo Camacho - Revista Contralínea - Noviembre 27, 2019
¿A poco Estados Unidos permanecerá al margen de la mayor explotación de litio del mundo? ¿Aun cuando este yacimiento se encuentra a unos cuantos kilómetros allende su frontera sur? Hoy por hoy el mayor depósito de litio del planeta en proceso de ser explotado se encuentra en Sonora, México, casualmente por el rumbo donde fueron masacrados mujeres y niños de la familia LeBarón. El incalificable crimen, ocurrido el pasado 4 de noviembre, generó un escándalo mundial y un motivo de tensión entre el gobierno mexicano de Andrés Manuel López Obrador y el estadunidense de Donald Trump. Presuroso, este último propuso iniciar una guerra de exterminio en contra de los cárteles mexicanos. El gobierno 16
de México no aceptó tal propuesta, aunque tuvo que admitir “de manera soberana” la participación de Estados Unidos en las investigaciones de los hechos. Es preciso recordar que los integrantes de la comunidad mormona a la que pertenecen los LeBarón cuentan con doble nacionalidad: mexicana y estadunidense. Así, el lunes 11 de noviembre se internó en Sonora una caravana de 50 camionetas suburban de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por su sigla en inglés), con un número indeterminado de agentes, para realizar investigaciones del cruento ataque. El gobierno mexicano ha advertido que todas las diligencias se realizan en presencia y con la anuencia de las autoridades mexicanas. Ha señalado, además, que los elementos de la FBI no pueden portar armas en México. Integrantes de la familia LeBarón se han trasladado a Washington para hablar con el presidente estadunidense. Mediante una carta le han pedido que Estados Unidos considere como “terroristas” a los cárteles de droga mexicanos. Ya en el Congreso de ese país la bancada republicana cabildea una iniciativa para aprobar tal propuesta y el propio Trump ha anunciado que enviará otra iniciativa en el mismo sentido. Vale destacar que la legislación estadunidense justifica la acción de tropas y agentes, abiertos y encubiertos, doquiera que haya organizaciones terroristas. Y ni siquiera considera necesario contar con el acuerdo de los gobiernos de esos países. Por otra parte, el litio se ha convertido en uno de los minerales más codiciados del mundo. Es ya causa de una de las mayores disputas entre las potencias económicas (y militares). Como es sabido, el litio es el elemento principal para la fabricacion de baterías y de otros aditamentos de celulares, computadoras, automóviles eléctrictos, arenovaes, naves espaciales, submarinos… Está ligado al desarrollo científico-tecnológico y militar. Quien asegure el suministro de este mineral asegurará también el triunfo en la carrera armamentista, económica, científica y tecnológica que hoy tiene cinco punteros: Estados Unidos y China en la cima y en un segundo bloque cercano Rusia, Israel y el Reino Unido. 17
El golpe de Estado en Bolivia, donde probablemente se encuentren las mayores reservas mundiales sin explotar, puede ser resultado de esta disputa, como ya lo ha dicho el presidente depuesto, Evo Morales. El pasado 30 de agosto el poderoso grupo de Mining Technology reveló cuáles son las 10 minas de litio más grandes del mundo (https://bit.ly/2QVTigC). En el listado, titulado como “Top ten biggest lithium mines in the world”, aparece en indiscutible primer lugar el Proyecto de Litio Sonora, con reservadas probadas y probables de 243.8 millones de toneladas. Informa: “El proyecto de litio Sonora, ubicado en Sonora, México, es el mayor depósito de litio en desarrollo”. Y agrega: “Se propone que Sonora sea una operación a cielo abierto que se desarrolle en dos etapas con una primera capacidad de producción de 17 mil 500 toneladas anuales de carbonato de litio. La segunda etapa duplicará la capacidad de producción a 35 mil toneladas anuales”. Así, se estima que podrán extraer toda al riqueza mineral en 19 años. Los otros nueve depósitos de litio en proceso de explotación se encuentran en Thacker Pass (Humboldt, Nevada, Estados Unidos), con reservas probadas y probables de 179.4 millones de toneladas; Wodgina (Port Hedland, Australia Occidental), con 151.94; Pilgangoora (Pilbara, Australia Occidental), con 108.2; Earl Grey (Greenstone, Forestania, Holland, Australia Occidental), con 94.5; Greenbushes (Australia Occidental), con 86.4; Whabouchi ( James Bay, Quebec, Canadá), con 36.6 toneladas; Pilgangoora (Pilbara, Australia Occidental), con 34.2; Goulamina (Bougouni, Mali), con 31.2, y Arcadia (Harare, Zimbabwe), con 29.8 millones de toneladas. El proyecto en territorio mexicano ya está muy avanzado. Fue conesionado en el sexenio de Enrique Peña Nieto y empezará la explotación en 2020. ¿Pero quién lo explotará? Como decíamos, el Sonora Lithium se localiza en el municipio de Bacadéhuachi, en la sierra alta de Sonora, en la misma región donde fueron atacados los LeBarón y donde la presencia del narcotráfico lleva décadas. Quien controla esa región es el brazo armado del Cártel de Sinaloa: Gente Nueva, facción Los Salalzar. La empresa que explotará lleva por nombre Bacanora Minerals. Tiene sede en Canadá, está enlistada en la Bolsa de Valores de 18
Londres pero tiene capitales de los gobiernos de… Omán y de China. Esta empresa no tiene otros negocios ni presencia en ninguna otra parte del mundo. El 15 de octubre pasado se concretó la inversión de la empresa china Ganfeng Lithium en Bacanora Litthium. Compró el 29.99 por ciento de las acciones de la empresa y Wang Xiaoshen, vicepresidente de Ganfeng, inmediatamente fue nombrado director de Bacanora Minerals. Se calcula que el proyecto Litio de Sonora, con 100 mil hectáreas, tiene un valor de 1 mil 253 millones de dólares. A las calladas y en las narices del Tío Sam, los chinos se aprestan a explotar el yacimiento más importante de litio a cielo abierto. La masacre dio un pretexto a Donald Trump para que pusiera un pie en territorio sonorense. Con declarar “terroristas” a los cárteles podrá poner los dos. Tal vez no sean los veneros de petróleo los que nos escrituró el diablo. Con perdón de Ramón López Velarde, los de litio se revelan ahora como los que podrían atraer a más demonios.
Mujeres indígenas, fiesta y participación política Yásnaya Elena A. Gil - revistadelauniversidad.mx Feminismos / DOSSIER / Noviembre de 2019
Para Elena Vasquez: Amuum tu’uk joojt, tukë’y, japom japom, ejtp. De acuerdo con una antigua descripción del antropólogo estadounidense Ralph Beals, en Ayutla, un pequeño pueblo mixe en la Sierra Norte de Oaxaca, a principios del siglo XX, era necesario haber hecho las funciones de mayordomo al menos dos veces antes de convertirse en presidente municipal. Las mayordomías implicaban, más allá de sus motivaciones religiosas, la organización de la fiesta en torno de la cual se cohesionaba la comunidad. Hasta estos días, durante la organización y el transcurso de una fiesta comunitaria se despliega una red de personas y estrategias que actualizan el entramado social. La 19
abundante bibliografía antropológica y etnográfica sobre las fiestas de muchas comunidades indígenas da cuenta de lo evidente: la fiesta más allá del mero acto festivo sostiene la unidad de la comunidad y pone en escena los resortes y las estructuras de las que está hecha. A finales del siglo XX, Floriberto Díaz, un antropólogo y luchador social mixe, describió la fiesta como uno de los pilares de la comunalidad, un concepto que describe las estructuras sociopolíticas de muchos pueblos de la Sierra Norte de Oaxaca. La importancia de una fiesta va más allá de los pueblos indígenas porque una fiesta, incluso en los ámbitos más urbanos/liberales/individualistas, necesita siempre de una comunidad, al menos de una comunidad momentánea de personas que han sido invitadas por quien la organiza. Incluso en contextos muy individualistas la fiesta sigue siendo la reafirmación de lo colectivo. Ante esta evidencia, la cineasta zapoteca Luna Marán y la politóloga mixe Tajëëw Díaz Robles, con quienes he formado un pequeño círculo de conversación sobre estos temas, concluimos lo evidente: fiesta es resistencia (#FiestaEsResistencia). El rol de mayordomo, orquestador principal de una fiesta comunitaria, era por definición un rol masculino que posibilitaba, como describe Ralph Beals, la entrada a funciones como la de convertirse en presidente municipal en Ayutla. El reconocimiento social se otorgaba al varón que fungía como mayordomo y, por extensión, el prestigio de haber organizado una buena fiesta cubría a su esposa y a su familia. Las mujeres siempre hemos tenido un papel fundamental en la organización de una fiesta, la compleja estructura de una cocina comunal que alimenta a toda la congregación festiva es elocuente: hay mujeres expertas que pueden calcular de manera apropiada la proporción de todos los ingredientes en grandes cantidades y que dictan la dinámica y el ritmo de trabajo de las demás personas, hombres y mujeres, que se involucran en la preparación de los alimentos y las bebidas. Pero ellas no podían ser mayordomas y por tanto tampoco podrían ocupar la posición de presidentas municipales. Muchos años después, en 2007 Ayutla se convirtió en el primer pueblo de la Sierra y de la Región Mixe en elegir, mediante su propio sistema normativo, a una mujer como presidenta municipal. Desde entonces, se ha elegido a otras dos mujeres para esta función en una dinámica ajena a los dictados de equidad de género de la reforma 20
constitucional de 2015; éstos pretenden garantizar los derechos electorales de las mujeres indígenas que viven en municipios. Se eligen por un sistema normativo propio, también conocido como “usos y costumbres”, en el que la asamblea comunitaria es el órgano máximo de decisión. Pero el número de mujeres que han sido elegidas como presidentas municipales es sólo un índice. Algo cambió drásticamente en nuestra estructura comunitaria que permitió la participación política de las mujeres mixes de Ayutla. El cabildo municipal se elige mediante la asamblea general; para la elección del presidente y quienes integran el ayuntamiento no existen partidos políticos, que poseen una planilla, ni se hacen campañas previas. Las elecciones obedecen a un sistema de cargos complejo en el que cada función —desde hacer labores de menor responsabilidad hasta el cargo en la presidencia municipal o en la alcaldía— se presta durante un año sin cobrar salario alguno. Tener un cargo no es algo que se busque activamente pues supone un gran desgaste económico y anímico. Las personas que han hecho un buen papel en cargos menores pueden ser consideradas, mediante argumentos que se presentan ante la asamblea, para cargos de mayor importancia. El hecho de que en 2007 —antes de las políticas de paridad de género para los cabildos municipales dictadas desde el Estado— la asamblea de mi comunidad haya elegido a una mujer como presidenta municipal entraña todo un proceso comunitario que implicó que previamente las mujeres pudiéramos tener derecho a ser posesionarias de tierra comunal, a asistir a las asambleas, a tener voz en ella, a votar y a ser votadas; en otras palabras, a ser incluidas en el sistema de cargos y cumplir funciones básicas de menor responsabilidad. Es un proceso que se gestó durante décadas. Antes de 2007 se desarrolló una historia compleja que se decantó en ese nombramiento tan significativo para nosotras. Sin embargo, si el logro es importante, lo es más el proceso. El proceso de mi comunidad, como el de muchas mujeres indígenas en el mundo, se ha mantenido alejado de lo que hoy llamamos feminismo. No es que haya una contraposición consciente, pero sí una relación compleja con la palabra y el movimiento feminista. Las mujeres que con su trabajo comunal fueron abriendo espacios para las demás no se adscribieron a ninguna de las olas del feminismo, ni participaron de sus reclamos, ni leyeron sus principales postulados ni supieron de su existencia. Estas mujeres establecie21
ron un contacto cauto con mujeres feministas de organizaciones no gubernamentales que, una vez hecha la elección de la primera presidenta municipal, se acercaron con curiosidad o con prejuicios. Hablando con otras mujeres indígenas de este continente o leyéndolas, me percaté de que muchas tenemos un acercamiento no siempre cómodo al feminismo. Algunas, como las feministas comunitarias de Bolivia, postulan que toda actividad encaminada a mejorar la vida de las mujeres puede llamarse feminismo; otras, como la escritora kaqchikel Aura Cumes, hacen un cuestionamiento profundo a las prácticas colonialistas del feminismo occidental, mientras que la politóloga k’iche’ Gladys Tzul explica cómo la expresión “feminismo blanco” es un pleonasmo. ¿Cuáles son las implicaciones políticas de que las mujeres indígenas nos enunciemos feministas? ¿A qué proceso nos adscribimos las mujeres indígenas al nombrarnos feministas? En el mundo de los feminismos parece crearse también un nicho para el feminismo llamado interseccional o para el feminismo que abanderan las mujeres racializadas. Este nicho creado para los “otros feminismos” me parece que puede ser una trampa. Como apunta Aura Cumes el establecimiento del orden colonial racializó el género desde entonces de manera que, si ya existía una relación de opresión contra las mujeres blancas, el colonialismo les genera un pacto racial con hombres blancos; este pacto que enuncia Cumes no debe obviarse nunca. Todas las mujeres, también las mujeres blancas/occidentales, hemos quedado racializadas. Si una mujer se piensa como no racializada es porque quedó racializada en la categoría privilegiada. Una lectura densa de la realidad nos indica que no podemos enmarcar la lucha de las mujeres sin considerar el ambiente imbricado en donde se mezclan el patriarcado, el colonialismo y el capitalismo creando un mundo en el que, a estas alturas, son inseparables. Más que constituir secciones separadas que después se intersectan, toda acción de las mujeres organizadas, sobre todo en el feminismo, se explica en ese ambiente complejo, imbricado. La existencia de feminismos que no toman en cuenta las prácticas colonialistas que se reproducen hacia las mujeres indígenas nos lleva a preguntarnos si un movimiento de mujeres en específico, el feminismo, debería pretender incluir a los demás movimientos o si más bien, podemos reconocer que es un movimiento más en el mundo de la lucha de las mujeres. La direccionalidad de la inclusión me parece 22
también preocupante en ciertos discursos porque no se discute si son nuestros términos en mixe, zapoteco o quechua los que deben incluir al feminismo. Quienes ponen en la mesa el discurso de la inclusión evidencian que tienen el poder de incluir. En este contexto, enunciarse feminista, así sin mayores adjetivos, como mujeres indígenas, nos pone en una situación incómoda pues evidencia los problemas que plantea un mundo en el que parece obviarse la relación colonial en la lucha contra el patriarcado. En este contexto, los símbolos, los objetivos, los anhelos de las mujeres indígenas serán distintos y responderán a su propio proceso e historia. En un momento del siglo XX, la carretera llegó a mi comunidad, que se convirtió así en un centro aún más importante de comercio y punto de reunión de las comunidades de la región mixe. En otro momento, ser mayordomo dejó de ser un requisito para convertirse en presidente municipal. En esa nueva coyuntura, la función que tenía a las mujeres lejos de la posibilidad de encabezar una mayordomía les confirió otras posibilidades. La elaboración y venta de alimentos, una de las actividades principales de las mujeres, se convirtió en un medio para alcanzar otros anhelos. Mi tía bisabuela Juliana entonces le propuso a su marido que pidiera una mayordomía, como ella siempre había deseado; su marido se negó argumentando los altos costos de un cargo de esa magnitud. Pero ahora ella misma podía hacerlo porque tenía los recursos de la venta de comida tradicional. Así lo hizo, pidió el cargo, le preguntaron si estaba segura de poder asumirlo y respondió que sí. Mi abuela recordaba que fue una de las mejores mayordomías a las que ella haya asistido: una mujer por primera vez era la titular, la mayordoma. Con el tiempo, esa capacidad relacionada con la preparación de la comida y sus rituales, asociada al fogón, a la escuela de la leña, como le llaman las mujeres mayores, las fue llevando a conquistar más espacios, de modo que si podían ser mayordomas, podían entonces participar en las asambleas, y si podían ir, tenían voz y votaban como vi hacerlo a las mujeres desde mi infancia. Tradicionalmente han sido los hombres los titulares de los cargos de gobierno tradicional en el ayuntamiento, pero con el paso del tiempo la asamblea con la presencia de las mujeres las ha reconocido y nombrado aun cuando están casadas. Con el tiempo han sido 23
nombradas en cargos que incluyen la impartición de justicia tradicional y han podido influir en labores de seguridad y de castigo a la violencia de género que se vive dentro de las familias. Hace un año, las mujeres asumieron labores de seguridad pública, como topiles, y aun con los muchos retos que implica todavía nuestra participación política comunitaria me impresionó verlas protegiendo la fiesta de la comunidad. De la titularidad de una fiesta como la mayordomía, las mujeres de mi comunidad se han abierto espacios en la vida comunitaria mediada por anhelos que hierven junto a la comida y junto a esa habilidad de alimentar a los demás. En un intercambio de experiencias con mujeres feministas, algunas mujeres mayores de mi comunidad no entendían a cabalidad por qué en ciertos discursos las labores de la cocina se veían como un espacio de opresión cuando la preparación y la venta de alimentos les habían conferido a ellas espacios de decisión que antes estaban vedados en la organización política de nuestra comunidad. En otro congreso, una funcionaria federal que se enunciaba feminista nos arengó a las mujeres indígenas ahí reunidas sobre la importancia de participar en algo que llamó “la política de verdad” y no esa política menor que se lleva a cabo en nuestras comunidades tan de usos y costumbres. Estos ruidos comunicativos entorpecen los espacios en los que sea posible establecer un diálogo más equilibrado que evite el tono condescendiente con el que se nos pretende incluir a las mujeres indígenas en un feminismo que muchas veces parece no escucharnos.
Siempre periféricas, nunca ‘imperiféricas’
Celia Guerrero - Piedepagina.mx - Igualada - 3, Diciembre, 2019 Toca reconocer la deuda histórica que tienen los feminismo con las mujeres de las periferias, acompañarlas con el mismo ímpetu que en otros espacios y acuerpar su lucha Puedes sacar a la chica de la periferia, pero jamás sacarás la periferia del corazón de la chica. El mismo dicho —regularmente clasista o xenófobo— utilizado para denostar el origen de las personas, 24
nos acomoda perfecto para enaltecer la identidad y el compromiso político irrenunciable de quienes somos periféricas. Cómo negar la deuda perpetua de ciertos feminismos hacia las mujeres que habitan territorios periféricos. Por suerte, la convocatoria de las colectivas del Estado de México a las feministas en la capital del país para acuerpar su manifestación el #24N, previa al #25N, día internacional contra la violencia hacia las mujeres, ha vuelto a señalar la necesidad de descentralizar las protestas. La misma consideración de reconocimiento y acompañamiento la piden desde hace tiempo las mujeres organizadas de cada región del país cuando olvidamos lo grande, complejo y diverso que es México. Sus reclamos —legítimos y claros, urgentes y aún así la mayoría de las veces ignorados— deberían orillar a los feminismos centralistas a una disertación profunda sobre el sitio en donde han decido colocar su esfuerzo y a la pregunta obvia: ¿de verdad creen que desde ese lugar enfrentarán con efectividad al patriarcado? Quizá es innecesario anunciar: “Aquí comienza la periferia” porque, luego, ¿a partir de dónde trazamos la línea y para qué? Lo que sí parece prioritario es reconsiderar que se trata de las periferias [así, en plural] y de las mujeres periféricas que las habitan. Periféricas son las mujeres que reconocen el cuerpo como territorio; dimensionan la complejidad en la socialización y vivencias recibidas y filtradas a través del espacio primario de apropiación del mundo: el propio cuerpo, e imprimen otro valor al acto del acuerpamiento; se desconectan de tuiter y salen a la calle, acompañan físicamente, colocan el cuerpo porque saben lo que implica. Periféricas son las mujeres que viven día a día el peligro del recorrido en transporte público desde cualquiera de los municipios con dos alertas de género declaradas en el Estado de México a la Ciudad de México y de regreso. O las que nunca salen de la delimitación territorial de cualquier capital o urbe, pero sí habitan en la marginalidad. Periféricas son las mujeres que admiten que hay feminismos basados en conocimientos mayoritariamente elitistas y hay feminismos sostenidos por otros conocimientos que parten de la vivencia de la opresión. Periféricas son las mujeres que escuchan y observan [a propósito de escuchar y observar, aquí el trabajo de una extraordinaria fo25
tógrafa feminista durante el #24N descentralizado] dispuestas a verse reflejadas en las otras y a encontrar las opresiones en común, a pesar de sus evidentes diferencias. Periféricas son las feministas disidentes [más en la compilación Feminismos disidentes de América Latina y el Caribe]. Las que cuestionan la hegemonía, no quienes la interiorizan. Hoy otras mujeres organizadas y feministas de Nezahualcóyotl, Aragón, Chimalhuacán, Valle de Chalco, Iztapalapa, Ecatepec, Xochimilco, están convocando una vez más a descentralizar las manifestaciones. Así que toca reconocer la deuda histórica que mantienen los feminismos con ellas, toca acompañarlas con el mismo ímpetu que acompañan y se posicionan en otros espacios y comprender de la naturaleza de las periferias para calcular la importancia de acuerpar a las mujeres que las habitan. Si los feminismos están más fuertes que nunca en México —como les encanta pregonar— ¿de qué sirven alejados de las mujeres que más los necesitan, centralizados y sumidos en las imposiciones de una narrativa masculina? Twitter: @CeliaWarrior
Familias de desaparecidos “entierran” al Estado mexicano
Daniela Rea - Piedepagina.mx - Memoria y Verdad - 3, Diciembre, 2019 Integrantes de Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos realizaron un entierro simbólico de las malas prácticas del Estado mexicano afuera de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas. Exigieron acabar con la revictimización, la impunidad, la falta de ética y la corrupción, entre otras fallas gubernamentales Injusticia. Revictimización. Simulación. Nepotismo. Burocratismo. Insensibilidad. Impunidad. Falta de ética. Corrupción. Madres, hermanas y esposas de personas desaparecidas sepultaron cada una 26
de las malas prácticas del gobierno mexicano en la atención a las familias que buscan a sus ausentes. Las familias integrantes de Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos hicieron una protesta afuera de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV ) que consistió en esparcir tierra para enterrar ahí los cráneos de cartón. Cada cráneo tenía escrito en el frente las malas prácticas a las que se enfrentan desde el primer día que pisan las instituciones gubernamentales para denunciar la desaparición. La tierra y los cráneos recordaban las fosas clandestinas que distintos colectivos de búsqueda han encontrado en el país. “Es una fosa de familias enterrando al Estado mexicano”, resumió la antropóloga Marina Azahua. Rufina Abaroa, que busca a su hijo Alfredo Hernández, enterró el cráneo con la palabra “simulación”. “Cuando llegamos a pedir que busquen a nuestros desaparecidos nomás hacen como que buscan, pero no hacen nada”, explicó. Fabiola Pensado Barrera, mamá de Argenis Yosimar, sepultó la “omisión”: “es demasiado todo lo que hacemos para visibilizar y denunciar, y las autoridades son omisas, ellos se encierran en sus escritorios”. María Teresa Espinosa, que busca a su hijo Víctor Manuel, enterró el “burocratismo”. Feliciana Rueda, que busca a dos de sus cuatro hijos, a la “insensibilidad”. “Ésta no era mi palabra, pero me llegó cuando tengo un hijo desaparecido en el 2011 y a la fecha no se abre expediente. La que me hizo que me levantara es una hija desaparecida en el 2017, dejó una bebé de pecho. Y lo único que recibo es insensibilidad de parte de las autoridades”. Lidia Socorro Lara, que busca a su hermano Ángel Tobón, sepultó la “imposición”. María Socorro Sánchez, que busca a su hijo Julio Alberto, la “secrecía”. Marité Valadez, que busca a su hermano Fernando, sepultó la “apatía”: “Las autoridades tienen puro desinterés, falta de motivación o entusiasmo en que se encuentre una persona”. 27
Lina Hernández busca a su hija Mireya y sepultó la “revictimización”. “Revictimización es la palabra que ponemos en el cráneo más grande porque es lo que más nos hacen. Desde que llegas aquí a presentar tu caso, es lo que te hacen: te revictimizan. Y se supone que esta institución está para defender a las personas que buscan, a las que han sido víctimas…”, señaló. La noche anterior, contó Lina, en el albergue donde están durmiendo las familias que llegaron a la Ciudad de México desde Jalisco, Michoacán, Coahuila o Morelos, se pusieron a pintar los cráneos. Mientras lo hacían, conversaron sobre cómo han sido tratadas por las autoridades, y así, en ese relato, fueron saliendo las palabras que finalmente escribieron en los cráneos de cartón. Para las mamás, agregó, fue muy triste recordar la forma en que han sido tratadas. Pero que ese relato compartido también les hizo saber que no pueden ser tratadas así, que las autoridades están para servirles y no para revictimizarlas. A raíz de la protesta, Marcos López, director de asesoría jurídica de la CEAV, inició un diálogo con las familias. Pliego petitorio Lucy López, del colectivo Voz que Clama Justicia y una de las representantes de la Búsqueda Nacional, entregó un pliego petitorio en el que se exigió que se agilizara el proceso de entrega del Registro Nacional de Víctimas (RENAVI) y los apoyos económicos a los que tienen derecho. Esta protesta es una de las actividades que Búsqueda Nacional en Vida por Nuestros Desaparecidos realizará durante toda esta semana en la Ciudad de México. Es una forma de exigir al gobierno federal que, a través de las distintas instituciones -CEAV, Fiscalía General de la República y Comisión Nacional de Búsqueda- asuma su responsabilidad ante la crisis de las desapariciones de personas. Este miércoles 4 de diciembre las protestas serán afuera de Palacio Nacional y de la Fiscalía General de la República. Mario Vergara, que busca a su hermano Tomás, se solidarizó con las madres de la Búsqueda Nacional. “No nos dejen solos, ayúdennos a encontrar a nuestras familias, queremos buscarlos, buscarlos con vida, no nos dejen solos”, pidió a la sociedad mexicana. 28
“Ya estamos cansadas de buscar a nuestras familias en basureros, barrancas, cuevas. Queremos búsqueda en vida, se los llevaron vivos y queremos encontrarlos vivos. Queremos que las autoridades hagan la búsqueda inmediata en vida. No estamos aquí por gusto, estamos por necesidad”, dijo Lidia Socorro Lara.
“Este no es sólo un golpe al Estado; es a los pueblos” Lydiette Carrion - Piedepagina.mx Crisis y Resistencias - 17, Noviembre, 2019
Adriana Guzmán, feminista comunitaria aymara, advierte: lo que está en juego en Bolivia no es la silla presidencial o el regreso de Evo Morales, sino la intención de una nueva colonización sobre los pueblos indígenas. Cuestiona el feminismo que, desde la academia, es incapaz de ver un movimiento indígena y manda un mensaje al Evo: “los muertos no se negocian” Desde el domingo pasado, cuando Evo Morales anunció su renuncia como presidente de Bolivia y todo desencadenó en un golpe militar, Adriana Guzmán Arroyo empezó a enviar audios describiendo lo que ocurría en su país: “Este golpe no es solamente al Estado. Es un golpe a los pueblos. No están peleando por la silla presidencial. Es por nuestra dignidad”. Adriana es una mujer indígena de la comunidad aymará. Forma parte del Feminismo Comunitario Antipatriarcal de Bolivia. “Primero nos hicimos feministas. Luego comunitarias. Y luego nos dimos cuenta que la comunidad también puede ser patriarcal. Por eso nos llamamos así.” En entrevista telefónica para Pie de Página, fija postura respecto a Evo, a los feminismos. Narra también el proceso de toma de organización de los pueblos y trabajadores en su país, que inició en 2003. “Nos ponen la Biblia, nos ponen en ‘manos de dios’ y queman la whipala. Dicen que expulsarán a la pachamama”. 29
Paz, no. Justicia La represión a manifestaciones ha dejado una veintena de muertos en una semana. Ahora, hay quienes hablan de diálogo con el gobierno interino. Pero desde las organizaciones sociales se repudia. “Las organizaciones determinan que no se dialoga sobre nuestros muertos. No queremos paz, queremos justicia. Queremos que se restablezca el Estado de derecho y la renuncia de Jeanine Áñez”. Adriana Guzmán advierte: quieren imponer un nuevo proceso de colonización contra los pueblos originarios. De ahí que simbólicamente hayan traído la Biblia, que hayan quemado la whipala. Que en las calles, hayan agredido sobre todo a mujeres con polleras (faldas largas, enaguas), explica. Esto fue lo que hizo que la gente se volcara a las calles. “En las manifestaciones gritamos: “¡Con la whipala no, carajo!”. “¡Con mujeres de polleras no, carajo!”. Atacaron símbolos y organización, resume: los primeros ataque fueron a las radios comunitarias. Por eso, si bien se puede discutir que la reelección del presidente era un error, a Evo Morales no lo depusieron por cuestiones electorales. “No le perdonan que sea indio”, resume. Por eso, las organizaciones sociales han armado un plan de acción para defenderse, que incluye bloqueo a carreteras y ciudades. El parteaguas: la masacre del gas Un momento histórico que sale y reluce en varios momentos durante la entrevista es la masacre del gas, en Bolivia en 2003. El entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada promovió varias medidas impopulares. Éstas incluían el exportar gas a través de puertos chilenos, en un momento en el que la cobertura interna era muy limitada. Para octubre, el presidente autorizó la intervención militar contra las protestas sociales. Esto cobró la vida de al menos 63 personas en lo que se conoció como la masacre de octubre o masacre del gas. 30
Carlos Meza, quien fue el contendiente contra Evo Morales en las pasadas elecciones, y actual líder de las movilizaciones contra contra su reelección, era vicepresidente durante el mandato de Sánchez de Lozada y fue acusado de represor. Pero en la prensa internacional esto jamás se discutió. Para Adriana Guzmán, este es el parteaguas del movimiento social en Bolivia. Este proceso devino en la elección de Evo Morales en 2004, el primer presidente indígena del país en toda su historia. Devino en la nacionalización del petróleo, y en una serie de cambios estructurales. Todo esto, explica, ha sido un proceso difícil, con muchos errores –como aciertos–. Con acciones pendientes. Pero que sí han mejorado las condiciones de vida de los pueblos indígenas. “Aquí los protagonistas son los pueblos. Y así ha sido por 13 años. Pero con esta democracia representativa, el poder sólo ve a Evo”, señala. –Entonces este proceso no se acaba con Evo –No. No empieza ni termina en el Evo. Empezó antes, y continúa ahora. Un presidente indígena en un país indígena Esto de verse, mirarse en Evo Morales, como pueblo, regresará una y otra vez a lo largo de la entrevista. Por ejemplo: En su experiencia como educadora de niños. Recuerda que antes del 2003, cuando se preguntaba a los niños indígenas qué querían ser, estos repetían los oficios de sus padres. Ahora dicen que quieren ser presidentes, como el Evo. “Yo no creo en el Estado”, ríe. Pero no puedo negar que hay un cambio: que los niños aspiren a algo distinto”. Y eso desde una postura no indígena, desde un cuerpo que no ha sido discriminado, no lo ven. Adriana destaca algunos cambios en estos 13 años: • Universidad masiva; • Universidad indígena, ligada a las necesidades de las comunidades; • Acceso a la salud; • Nacionalización de hidrocarburos (que impulsaron desde los pueblos), • Generación de una red de radios comunitarias que permiten la comunicación y organización entre grupos (fue de las primeras cosas que atacaron en el golpe militar).. • Pero también hay críticas sobre lo que no han podido transformar: • No se eliminaron los privilegios a terratenientes y empresarios, • No se acabó con la política extractivista, 31
• Persisten efectivamente prácticas machistas, • No se hizo trabajo de formación política en universidades. La organización comunitaria –¿Cómo hicieron esto, la organización social y comunitaria? –En Bolivia, al igual que en México, hay una memoria comunitaria muy grande. Una memoria ancestral, prácticas comunitarias. Aunque en Bolivia no hay esas grandes ciudades monstruos. Son ciudades pequeñas. Y hay una memoria muy fuerte que se resiste a ser ciudad. Incluso la ciudad del Alto es una ciudad comunidad. Ya había toda esta memoria. Y tenemos 500 años de resistencia. “El problema es que el neoliberalismo estaba destrozando las organizaciones y nos estaba matando de hambre.” Entonces fue la elección de Evo Morales. Esto, explica, les dio aire para organizarse. Se han recuperado los hidrocarburos y ha habido una redistribución de la riqueza. Eso nos ha dado tiempo para pensar. Nosotras, por ejemplo… seguramente yo estaría en otra cosa, pero no en el feminismo. Yo no soy una académica. No he terminado la universidad, como muchas de mis compañeras. Pero este proceso nos ha exigido pensar qué clase de país queremos. A lo largo de estos 13 años, en Bolivia han organizado muchas cumbres. Éstas, “por sí mismas son un espacio para repensar la justicia, desde la justicia comunitaria”. En ocasiones estos encuentros han sido criticados. “Pero los encuentros han propiciado la reflexión”. “Hemos tenido tiempo para juntarnos, para pensar, para exigir jubilación universal. Que el Estado devuelva a las mujeres lo que han trabajado. Que nos den salud, que nos den jubilación. Hay varias cosas que hemos podido pensar”. “Al feminismo le ganó el racismo” –Evo ha sido duramente criticado desde el feminismo. Ustedes como feministas, ¿cómo evalúan esto? –Nosotras nos hemos hecho feministas durante la masacre del gas en 2003. Se trató de una masacre terrible hace 16 años. Y desde ahí hemos aprendido a construir el feminismo. Pero siempre dentro de las organizaciones sociales, campesinas, obreras. Obviamente sí, los compañeros son machistas, y hacen transas, pero no nos entendemos haciendo feminismo desde un escritorio o la academia. Además, agrega, ese feminismo, que ha señalado únicamente a Morales, paradójicamente tiene una mirada “falocéntrica”, fija en el expresidente boliviano. 32
Hay una mirada feminista falocéntrica en Evo. El Evo, como la mayor parte de los hombres, era, es machista. Pero este proceso que hemos hecho en este tiempo, lo hemos hecho todos. Sí hemos hecho un cambio. Sí, con problemas, con errores, con pendientes. Pero [este cambio] existe, y es un proceso no sólo de Evo. Eso lo que ellas no ven. Yo lo resumo en que al feminismo le ganó el racismo. Las críticas desde ahí, desde un feminismo lejano, “son reducidas, porque no ven más allá del Evo. Y más allá, hay un país que se ha transformado, no como quisiéramos. Pero se ha transformado.” Adriana agrega, diserta. “Sí, hay una lectura feminista. Sí, hay una pelea entre machos. Yo coincido. Pero la disputas es más grande, es estructural. Es eliminarnos (a los pueblos indígenas) no físicamente, sino simbólicamente”. “Nuestra posición como feministas comunitarias no es en defensa del Evo, sino en defensa de este cambio. Un cambio a través del Estado en ocasiones, y a pesar del Estado en otras”. Mensaje a Evo: que reflexione La feminista aprovecha para mandarle un par de mensajes al Evo. Primero: “él no puede convocar a una negociación para la paz, porque hay muertos. Y “sobre los muertos no se negocia”. Eso, enfatiza, lo ha decidido la Central Campesina, las organizaciones sociales. Segundo: Evo no puede instruir a nadie, porque él no está aquí. “Estamos nosotros a pie de calle”. Dicho esto, explica Guzmán, “es bueno que (Morales) haya salido. Porque lo mínimo que le habrían hecho es encarcelarlo o matarlo, valora. Y “aunque tenemos críticas hacia él, también nos vemos en él”. Y eso, señala, enfatiza, “no es un detalle”. Segundo mensaje: “Es importante que mientras él está a salvo, que haga su propia reflexión. Su propia autocrítica. Pero para ver el sentido de este movimiento. “El Evo ha planteado que puede venir… pero no. Ahorita le toca quedarse (en México). Lo que va a pasar ahorita en las calles es el movimiento campesino, los pueblos originarios, obreros, la central obrera (no todos pero una parte) trabajadores mineros, mujeres constructoras. La Junta Vecinal de la ciudad del Alto, que en 2003, sacó al presidente que nos hizo la masacre.” Agrega: los movimientos de calle “no pueden ser caudillistas. Evo no tiene ahorita a qué venir. Debería dejar que esto se resuelva frente a las calles. Pero sí que reflexione, que observe el movimiento zapatista”.
Yolanda Pacheco Morelos asume el cargo como Presidenta Municipal de San Pedro y San Pablo Ayutla, 05/03/2018. Fotografía de Mario Arturo Martínez / El Universal
CAMINOS DE LA AUTONOMÍA BAJO LA TORMENTA 4 de diciembre noviembre de 2019