1819 - 2019
El objetivo de esta exposición es cultural y educativo. Selección de textos por Juan Antonio Agudelo V.
Creación de Extensión Cultural y la Editorial EAFIT con el apoyo de la Sala de Patrimonio Documental y Comunicación Creativa. Bibliografía Whitman, Walt, Obras escogidas, traducción de Concha Zardoya, Madrid, Aguilar, 1955. Whitman, Walt, Hojas de hierba, traducción de Jorge Luis Borges, Barcelona, Editorial Lumen, 1969. Whitman, Walt, Canto a mí mismo, traducción de León Felipe, Buenos Aires, Editorial Losada, 1973. Whitman, Walt, Hojas de hierba, traducción de Eduardo Moga, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2017. Vigilada Mineducación.
Walt Whitman el verso libre de América
Referente del verso libre y punto cardinal de la literatura poética norteamericana de todos los tiempos, Walt Whitman, poeta, ensayista, periodista y humanista, representó la transición entre el trascendentalismo y el realismo, al lograr conciliar estos movimientos o corrientes, antagónicos en apariencia, en sus creaciones. La conmemoración de los doscientos años de su nacimiento, pero sobre todo su obra, nos invitan a regresar a la lectura de uno de los poetas más influyentes y respetados en el canon literario estadounidense. Su obra y su manera de entender y vivir su vida fueron controvertidas en su tiempo –un tiempo que parece regresar a nuestros días–. Hojas de hierba fue considerada obscena por su sincera y lúcida mirada de la sexualidad, pero tal valoración no detuvo a Walt Whitman en su incansable búsqueda de una vida natural, frugal y consecuente con sus ideales. Ejerció como periodista, maestro, empleado del gobierno y, además de publicar su poesía, estuvo en el frente de batalla como enfermero voluntario durante la Guerra Civil en Estados Unidos. Walter Whitman nació el 31 de mayo de 1819, en Town of Huntington (Long Island) en una familia de pensamiento cuáquero. Fue el segundo de nueve hijos de la pareja Walter y Louisa Van Velsor Whitman. Fue prontamente apodado “Walt” para diferenciarlo de su padre. Falleció el 26 de marzo de 1892.
De Canto a mí mismo
XXIV
Yo soy Walt Whitman… Un cosmos. ¡Miradme! El hijo de Manhattan. Turbulento, fuerte y sensual; como, bebo y engendro… no soy sentimental. Ni por encima ni separado de nadie, ni orgulloso ni humilde.
Desclavad las cerraduras de las puertas. Sacad las puertas mismas de sus goznes. Quien humilla a otro me humilla a mí. Y todo lo que se dice y lo que se hace repercute en mí. De mí surge la inspiración: y lo corriente y lo vulgar. (…) -6-
La cópula tiene el mismo rango que la muerte. Creo en la carne y en los apetitos. La vista, el oído, el tacto… son milagros. Y cada partícula, cada apéndice mío es un milagro. Soy divino por dentro y por fuera y santifico todo lo que toco y todo lo que me toca: el olor de mis axilas es tan fino como el de una plegaria; y esta cabeza mía vale más que las iglesias, las biblias y los credos. (…) Traducción de León Felipe (Canto a mí mismo, Buenos Aires, Editorial Losada, 1973).
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De Canto a mí mismo
XXXI Creo que una hoja de hierba no es menos que el camino recorrido por las estrellas, y que una hormiga es perfecta, y que también lo son el grano de arena y el huevo del zorzal, y que la rana es una obra maestra, digna de las más altas, y que la zarzamora podría adornar los salones del cielo, y que la menor articulación de mi mano puede humillar a todas las máquinas, y que la vaca paciendo con la cabeza baja supera a todas las estatuas, y que un ratón es milagro capaz de confundir a millones de incrédulos. (…) Traducción de Jorge Luis Borges (Hojas de hierba, Barcelona, Editorial Lumen, 1969).
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De Al borde del camino
¡Oh, yo! ¡Oh, vida! ¡Oh, yo! ¡Oh, vida! De las preguntas recurrentes, de las filas interminables de desleales, de las ciudades llenas de idiotas, de mí, que siempre me reprocho algo (porque ¿quién hay más idiota que yo?, ¿quién más desleal?), de ojos que ansían la luz en vano, de los objetos despreciables, de la lucha siempre renovada, de los magros resultados de todo, de las sórdidas multitudes que veo ajetrearse a mi alrededor, de los años vacíos e inútiles de los demás, con los que me mezclo y confundo, la pregunta, ¡oh, yo!, tan triste y recurrente, es: ¿qué hay de bueno en todo esto, oh, yo, oh, vida? Respuesta Que estás aquí, que la vida existe, y la identidad; que prosigue la obra, sobrecogedora, y que tú puedes contribuir con un verso. Traducción de Eduardo Moga (Hojas de hierba, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2017).
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I
De
Yo me celebro y yo me canto, y todo cuanto es mío también es tuyo, porque no hay un átomo de mi cuerpo que no te pertenezca.
Indolente y ocioso convido a mi alma, me dejo estar y miro un tallo de hierba de verano.
Mi lengua, cada átomo de mi sangre, hechos con esta tierra, con este aire, nacido aquí, de padres cuyos padres nacieron aquí, lo mismo que sus padres, yo ahora, a los treinta y siete años de mi edad y con salud perfecta, comienzo, y espero no cesar hasta mi muerte.
Me aparto de las escuelas y de las sectas, las dejo atrás; me sirvieron, no las olvido; soy puerto para el bien y para el mal, hablo sin cuidarme de riesgos, naturaleza sin freno con elemental energía. Traducción de Jorge Luis Borges (Hojas de hierba, Barcelona, Editorial Lumen, 1969).
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De Canto a mí mismo
XVIII Con estrépito de músicas vengo, con cornetas y tambores. Mis marchas no suenan solo para los victoriosos, sino para los derrotados y los muertos también. Todos dicen: es glorioso ganar una batalla. Pues yo digo que es tan glorioso perderla. ¡Las batallas se pierden con el mismo espíritu que se ganan! ¡Hurra por los muertos! Dejadme soplar en las trompas, recio y alegre, por ellos. ¡Hurra por los que cayeron, por los barcos que se hundieron en la mar, y por los que perecieron ahogados! ¡Hurra por los generales que perdieron el combate y por todos los héroes vencidos! Los infinitos héroes desconocidos valen tanto como los héroes más grandes de la Historia. Traducción de León Felipe (Canto a mí mismo, Buenos Aires, Editorial Losada, 1973).
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De Canto a mí mismo
XXI Soy el poeta del cuerpo y el poeta del alma. Los placeres del cielo son míos y los tormentos del infierno también. Los placeres, los injerto y los prolongo en mí mismo y los tormentos, los traduzco a una lengua nueva. Soy el poeta de la mujer y el poeta del hombre. Y digo que es tan grande ser hombre como ser mujer. Y que nada es tan grande como ser la madre de los hombres.
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Canto la canción del crecimiento y del orgullo. (Ya nos hemos arrastrado y escondido bastante.) Y afirmo que el tamaño no es más que desarrollo. ¿Has sobrepasado a todos? ¿Eres tú el Presidente? Pues eso no es nada… una bagatela. Cualquiera puede ser Presidente, y todos llegarán más allá. (…) Traducción de León Felipe (Canto a mí mismo, Buenos Aires, Editorial Losada, 1973).
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De Calamus
Lleno de vida ahora
Lleno de vida ahora, concreto, visible, yo, de cuarenta años de edad, en el año octogésimo tercero de los Estados, a quien viva dentro de un siglo, dentro de cualquier cifra de siglos, a ti, que no has nacido aún, a ti te buscan estos cantos. Cuando los leas, yo que era visible seré invisible, ahora eres tú, concreto, visible, el que los lee, el que los busca, imaginando lo feliz que serías si yo estuviera a tu lado y fuera tu amigo; sé tan feliz como si yo estuviera a tu lado. (No estés demasiado seguro de que no esté contigo.) Traducción de Jorge Luis Borges (Hojas de hierba, Barcelona, Editorial Lumen, 1969).
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De Canto a la tierra que gira
III
Juro que la tierra estará completa para el que esté completo o para la que esté completa; la tierra permanece mellada y rota solo para el que permanece mellado y roto o la que permanece mellada y rota. Juro que no hay grandeza ni poder que compita con los de la tierra, no puede existir teoría que valga si no corrobora la teoría de la tierra, ninguna política, ningún canto, ninguna religión, ninguna manera de ser que valga, o lo que fuere, que no se compare a la amplitud de la tierra, que no se confronte con la exactitud, la vitalidad, la imparcialidad, la rectitud de la tierra.
Traducción de Concha Zardoya (Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955).
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De Aves de paso
A tí
Quienquiera que seas, me da miedo que camines por los parajes de los sueños, y que estas supuestas realidades se te deshagan en las manos y bajo los pies. Ahora mismo tus rasgos, tus alegrías, tu habla, tu casa, tu oficio, tus modales, tus problemas, tus locuras, tu indumentaria, tus delitos, se están disipando, y se alejan de ti. Se me aparecen tu alma y tu cuerpo verdaderos: se apartan de los negocios, del comercio, las tiendas, el trabajo, las granjas, la ropa, la casa, comprar, vender, comer, beber, sufrir, morir. Quienquiera que seas, ahora pongo mi mano en ti, para que seas mi poema, y te susurro al oído: he amado a muchas mujeres y hombres, pero a nadie amo tanto como a ti. (...) -16-
Los grilletes ya no te aprisionan los tobillos, hallas en ti recursos inagotables, viejo o joven, hombre o mujer, basto, bajo, rechazado por todos: lo que seas es proclamado. Al nacer, en la vida y en la muerte, en tu entierro, se te otorgan los medios, no se escatima nada; en tus enfurecimientos, en tus pĂŠrdidas, en tu ambiciĂłn, ignorancia y aburrimiento, lo que eres encuentra su camino. TraducciĂłn de Eduardo Moga (Hojas de hierba, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2017).
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De Calamus
En los senderos inhollados
En los senderos inhollados, en el que existe al borde de los mares, apartado de la vida, de todas las banalidades hasta aquí desplegadas, de los placeres, beneficios, convencionalismos; cosas todas que hace mucho deseché a fin de alimentar mi alma, hoy evidentes para mí las banderas aún no desplegadas, tan evidentes para mí como mi alma, como el alma del hombre en cuyo nombre digo que se regocija con sus camaradas, aquí, solo, lejos de los ruidos del mundo, tomando aquí por confidentes a lenguas aromáticas,
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sin nada de rubor (porque en este lugar retirado puedo tomar decisiones que no osaría tomar en parte alguna), resuelto a no cantar hoy otros cantos que los de la amistad viril, proyectándolos a lo largo de esta hermosa vida humana, transmitiendo desde aquí tipos de amor atlético, en esta deliciosa tarde de septiembre, a mis cuarenta y un años de edad, me comprometo, ante todos los que son o han sido jóvenes, a revelar el secreto de mis noches, de mis días, a proclamar la necesidad de los camaradas. Traducción de Concha Zardoya (Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955).
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De Hijos de Adán
De dolientes ríos encajonados De dolientes ríos encajonados, de aquello de mí, sin lo cual yo no sería nada, de lo que he decidido hacer ilustre, aunque me quede solo entre los hombres, de mi propia voz resonante cantando al falo, cantando el canto de la procreación, cantando la necesidad de soberbios niños y, en ellos, de soberbios adultos, cantando el ímpetu muscular y la unión, cantando el canto del compañero de lecho (¡oh, anhelo irresistible! ¡Oh, para todos y para cada uno, la atracción del cuerpo correspondiente! ¡Oh, para ti, quienquiera que seas, tu cuerpo correspondiente, ese cuerpo deleitándote más que todo!)
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del roer que día y noche me devora, de momentos elementales, de instantes pudorosos, cantándolos, buscando alguna cosa no encontrada, aunque la busqué tantos años, cantando el verdadero canto del alma incierta y al azar, renaciendo con lo más torpe de la Naturaleza o entre animales; Con eso, con ellos y con todo lo que los acompaña informo mis poemas, (…) Traducción de Jorge Luis Borges (Hojas de hierba, Barcelona, Editorial Lumen, 1969).
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De Dedicatorias
Imperturbable Imperturbable, irguiéndose a placer en la Naturaleza, ama de todo y señora de todo, perpendicular en medio de las cosas irracionales, impregnado como ellas, pasivo, receptivo, silencioso como ellas, reconociendo que mi ocupación, la pobreza, la notoriedad, la dicha, los crímenes, son menos importantes de lo que creía, yo me hallo cerca del mar mejicano, o en el Mannahatta,* o en el Tennessee, o al extremo Norte, o en el interior,
*Nombre índigena de Nueva York, que "significa el lugar alrededor del cual las alegres y frenéticas olas vienen a romperse" (Concha Zardoya en el ensayo biográfico-crítico de las Obras escogidas publicadas por Aguilar en 1955, p. 40). -22-
hombre ribereño u hombre de los bosques, o haciendo la vida de cualquier granja de estos Estados, o de la costa, o de los lagos, o del Canadá, en cualquier lugar en donde viva mi vida, ¡oh!, sean cuales fueren las contingencias, sabré afrontar la noche, las tormentas, el hambre, el ridículo, los accidentes, los fracasos, como hacen los árboles y los animales. Traducción de Concha Zardoya (Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955).
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De Hijos de Adán
Al jardín, al mundo Al jardín, al mundo, ascendiendo de nuevo, anunciando potentes compañeros, hijas, hijos, significando y siendo el amor, la vida de sus cuerpos, contemplo con curiosidad mi resurrección después del largo sueño, los ciclos que giran en vastas órbitas me han traído de nuevo, amorosos, maduros, todos hermosos para mí, todos maravillosos, mis miembros y el vibrante fuego que siempre los anima, asombrosos, existiendo, penetro y sigo penetrando en todas las cosas, satisfecho con el presente, satisfecho con el pasado, a mi lado o detrás Eva me sigue, o me precede y yo la sigo. Traducción de Jorge Luis Borges (Hojas de hierba, Barcelona, Editorial Lumen, 1969).
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De Dedicatorias
Yo me canto a mí mismo Yo me canto a mí mismo, una simple persona separada. Pronuncio, por tanto, la palabra Democracia, la palabra En-Masa. Es la fisiología de arriba abajo lo que yo canto; la fisonomía sola, el cerebro solo, no son dignos de la Musa; yo digo que el Ser completo es mucho más digno. Es lo femenino, es lo viril lo que yo canto. Es la vida inconmensurable de pasión, actividades y poderío, llena de alegría, empleada por las leyes divinas para la más libre acción. Es el Hombre Moderno el que yo canto. Traducción de Concha Zardoya (Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955).
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De Arroyos de otoño
A un alumno
¿Es necesaria la enmienda? ¿Es a través de ti? La más grande enmienda necesaria, la más grande, la de la Personalidad, necesitas emprenderla tú mismo.
¡Tú! ¿De qué te serviría tener suaves y puros ojos, sangre, estatura? No ves: ¿de qué serviría a cada uno tener un cuerpo y un alma, cuando penetras en la multitud, despertando una atmósfera de deseo, y la induces a que se inserte a ti, pues cada uno está impresionado por tu Personalidad?
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¡Oh! ¡El imán! ¡La carne, una y otra vez! Vete, querido amigo. Si es necesario renunciar a todo lo demás, empieza hoy a habituarte a arrancar de ti, realmente, la propia estimación, la exaltación. ¡No desfallezcas hasta que afiances y proclames tú mismo tu propia Personalidad! Traducción de Concha Zardoya (Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955). El título bajo el que se agrupa este poema fue traducido como Riachuelos de otoño por Eduardo Moga (Hojas de hierba, Barcelona, Galaxia
Gutenberg, 2017). De ahí la diferencia en la escritura del título que recoge el poema "Cosmos", incluido también en esta exposición. -27-
De Calamus
Mirad esta cara curtida Mirad esta cara curtida, estos ojos grises, esta barba, estas blancas guedejas desaliñadas sobre mi cuello, mis manos morenas y mi aire quieto y sin encanto, pero llega un hombre de Manhattan y al decirme adiós me besa en los labios con vigoroso amor, Y yo al cruzar la calle o en la cubierta del barco le doy un beso en cambio. Cumplimos ese saludo de camaradas americanos en mar y tierra, somos esas personas espontáneas y descuidadas. Traducción de Jorge Luis Borges (Hojas de hierba, Barcelona, Editorial Lumen, 1969).
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De Desde el mediodía a la noche estrellada
Una diáfana medianoche
He aquí tu hora, ¡oh, alma!, en la que emprendes tu libre vuelo a través del éxtasis sin palabras, lejos de los libros, lejos del arte, de las arduas jornadas, emergiendo de tu envoltura silenciosa, maravillada, meditando los temas que prefieres: la noche, el sueño, la muerte y las estrellas. Traducción de Concha Zardoya (Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955). -29-
De Canto a mí mismo
XX
¿Quién va allí? Grosero, hambriento, místico, desnudo… ¿quién es aquel? ¿No es extraño que yo saque mis fuerzas de la carne del buey? Pero ¿qué es un hombre en realidad? ¿Qué soy yo? ¿Qué eres tú?
Cuanto yo señale como mío, debes tú señalarlo como tuyo, porque si no pierdes el tiempo escuchando mis palabras. Cuando el tiempo pasa vacío y la tierra no es más que cieno y podredumbre, no me puedo parar a llorar. Los gemidos y las plegarias adobadas con polvos para los inválidos; y la conformidad, para los parientes lejanos. Yo no me someto. Dentro y fuera de mi casa me pongo el sombrero como me da la gana. -30-
¿Por qué he de rezar? ¿Por qué he de inclinarme y suplicar?
Después de escudriñar en los estratos, después de consultar a los sabios, de analizar y precisar y de calcular atentamente, he visto que lo mejor de mi ser está agarrado a mis huesos.
Soy fuerte y sano. Por mí fluyen sin cesar todas las cosas del universo. Todo se ha escrito para mí y yo tengo que descifrar el significado oculto de las escrituras. Soy inmortal. Sé que la órbita que describo no puede medirse con el compás de un carpintero, y que no desapareceré como el círculo de fuego que traza un niño en la noche con un carbón encendido.
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Soy sagrado. Y no torturo mi espíritu ni para defenderme ni para que me comprendan. Las leyes elementales no piden perdón. (Y, después de todo, no soy más orgulloso que los cimientos sobre los cuales se levanta mi casa.) Así como soy existo. ¡Miradme! Esto es bastante. Si nadie me ve, no me importa, y si todos me ven, no me importa tampoco. Un mundo me ve, el más grande de todos los mundos: Yo. Si llego a mi destino ahora mismo, lo aceptaré con alegría, y si no llego hasta que transcurran diez millones de siglos, esperaré... esperaré alegremente también. Mi pie está empotrado y enraizado sobre granito y me río de lo que tú llamas disolución porque conozco la amplitud del tiempo.
Traducción de León Felipe (Canto a mí mismo, Buenos Aires, Editorial Losada, 1973).
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De Memorias del presidente Lincoln
¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán!
¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Nuestro espantoso viaje ha terminado. La nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el premio que anhelábamos: el puerto está cerca; oigo las campanas, al pueblo entero aclamándote, mientras sus ojos siguen la firme quilla, la audaz y soberbia nave. Mas, ¡oh, corazón!, ¡corazón!, ¡corazón! ¡Oh, rojas gotas que caen, allí, en el puente, donde mi Capitán yace derribado, frío y muerto! ¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Levántate y escucha las campanas. (…)
Traducción de Concha Zardoya
(Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955).
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De Riachuelos de otoño
Cosmos
Quien incluye a la diversidad y es la Naturaleza; quien es la amplitud de la tierra, y la tosquedad y la sexualidad de la tierra, y la gran caridad de la tierra, y también el equilibrio; quien no ha mirado en vano por la ventana de los ojos, o cuyo cerebro no ha celebrado en vano audiencia con los mensajeros; quien contiene a los creyentes y a los descreídos, quien es un amante majestuoso; quien, hombre o mujer, respeta, como es debido, la proporción trina de realismo, espiritualidad y sentido estético o intelectual; quien, tras haber considerado el cuerpo, concluye que todos sus órganos y partes son buenos; quien, gracias a la teoría de la tierra y de su propio cuerpo, masculino o femenino, entiende, mediante sutiles analogías, todas las demás teorías: -34-
la teoría de una ciudad, de un poema y de la compleja política de estos Estados; quien no solo cree en nuestro globo, con el sol y la luna, sino en otros globos, con sus soles y sus lunas; quien, hombre o mujer, construye su casa, no para un día, sino para siempre, y ve razas, épocas, fechas, generaciones, al pasado, al futuro, vivir en ella, como el espacio, juntos, inseparables. Traducción de Eduardo Moga (Hojas de hierba, Barcelona, Galaxia Gutenberg, 2017).
El título bajo el que se agrupa este poema fue traducido como Arroyos
de otoño por Concha Zardoya (Obras escogidas, Madrid, Aguilar, 1955).
De ahí la diferencia en la escritura del título que recoge el poema "A un alumno", incluido también en esta exposición. -35-
De Hijos de Adán
¡Durante cuánto tiempo nos engañaron! ¡Durante cuánto tiempo nos engañaron! Trasmutados ahora, nos apresuramos a huir como huye la Naturaleza, somos la Naturaleza, durante mucho tiempo estuvimos lejos, pero ahora volvemos, nos convertimos en plantas, en troncos, en follaje, raíces y cortezas, estamos asentados en la tierra, somos peñascos, somos encinas, crecemos juntos en los claros del bosque, pastamos, somos dos en medio de la hacienda bravía, tan espontáneos como los otros, somos dos peces que nadan juntos en el mar, somos lo que son las flores del algarrobo, derramamos fragancia en los caminos de mañana y de tarde, -36-
somos también lo sucio de las bestias, de las plantas, de los minerales, somos dos aves de rapiña, nos elevamos por el aire y miramos la tierra, somos dos soles que deslumbran, somos nosotros dos los que giramos, cósmicos y estelares, somos como dos cometas, merodeamos, cuadrúpedos y feroces, por la espesura, y saltamos sobre la presa, somos dos nubes que se desplazan en lo alto cuando amanece o atardece, somos dos mares que se unen, somos esas olas felices que se revuelcan y se juntan, mojándose, somos lo que es la atmósfera, transparentes, hospitalarios, permeables, impermeables, somos nieve, lluvia, frío, tinieblas, somos lo que el planeta engendra y protege, hemos descrito círculos hasta volver los dos al hogar, hemos vaciado todo, salvo la libertad y nuestra alegría. Traducción de Jorge Luis Borges (Hojas de hierba, Barcelona, Editorial Lumen, 1969).
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Vigilada Mineducaciรณn