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Escribamos todos los capítulos
Por Germán Ortiz Plata Estudiante de Saberes de Vida
Las etapas avanzadas de la vida las enfrentamos de diferentes formas, dependiendo de las reservas físicas, intelectuales, económicas y de la imagen que hayamos forjado sobre lo que deben ser esos años. Algunos persisten en realizar la misma labor, por placer o por necesidad. Otros ansían ese momento de júbilo en que pueden darles tiempo a sus sueños: estudiar, llevar a cabo un emprendimiento, una actividad de voluntariado, ampliar sus conocimientos, dedicarse a sus aficiones o simplemente disfrutar del ocio. El concepto de adulto mayor evoluciona y es diferente según la cultura. Esto incluye la edad y la percepción que de ellos tiene la sociedad. En
Colombia la tercera edad inicia a los 65 años y ya se habla de una cuarta, a los 80. Los biólogos sostienen que se podría llegar a 120 con buena calidad de vida y las empresas farmacéuticas ya quieren hacer promesas. No nos extrañemos si dentro de poco nos ofrecen píldoras «Matusalén» o gotas «Peter Pan». La frase popular: «Vieja es la cédula» hace claridad en que la edad que declara el documento es diferente a la de nuestra actitud mental. Y siempre cabe la pregunta: ¿viejo para qué?, pues un futbolista puede ser considerado anciano a los 40, edad de juventud para labores intelectuales. Penelope Fitzgerald publicó su primera obra a los 58 años y escribió hasta los 79; algunas de esas obras fueron calificadas por la prensa británica como «el mejor libro del año». Bertrand Russell recibió el premio Nobel a los 77, publicó Crímenes de guerra en Vietnam cuando tenía 92 y murió a los 98. La percepción de la sociedad sobre la vejez ha cambiado y a veces pareciera ir en contravía. La palabra senado viene del latín senatus, una forma de senex: viejo, y una de sus acepciones es «Asamblea de patricios que formaba el Consejo supremo de la antigua Roma». Desde la antigüedad el anciano ha sido respetado, es quien conoce las leyendas, sabe lo que pasó y cómo ese hecho repercute en el presente; es el transmisor de sabiduría. Pero eso está cambiando, pregúntese en qué tipo de núcleo familiar se encuentra, ¿en aquel que dice "abuelo cuéntanos otra historia", o el que se queja "otra vez el viejo con sus cuentos"? Pero los jóvenes no son los culpables, pues reciben publicidad permanente que resalta la figura apolínea, y en contraste, pocos mensajes dando importancia a la educación y la sabiduría. Es comprensible que vean a los viejos como algo sin glamur y estorboso. Llegar a la edad adulta conlleva un incremento de la dependencia, pero la protección que la sociedad da a la vejez depende de la moral que esta profese. Si los valores se basan en un concepto utilitarista, su ética le demarcará los deberes que calcule una ecuación de ganancias y pérdidas. Una ética que cuida al mayor es aquella que vela por todas las personas, especialmente las más necesitadas; una ética motivada por el deseo de obrar bien. En la tercera edad se deben amplificar las formas de obtener placer. Una es encontrarlo en nuestro alrededor: observar la naturaleza, ver un cuadro, leer un libro, escribir, oír música, regocijarse con el amor y la sexualidad; todo aquello a lo cual accedemos por el simple hecho de estar en este mundo, si sabemos apreciarlo. Hay otra forma, pero se requiere merecerla: tener una conciencia tranquila o
Preparando el retiro
Róbinson Henao
sentir que se ha cumplido el deber. Si se cuenta con las dos, es más fácil obtener felicidad. Pero siempre habrá limitaciones, pues es imposible desterrar totalmente los dolores, las enfermedades, las pérdidas y la muerte. Por eso muchos se aferran a la esperanza de una felicidad perfecta en otra vida al terminar el tránsito por esta; cumpliendo unas normas de comportamiento y realizando un acto de fe. La conquista social de la jubilación se alcanzó a principios del siglo XX; antes los trabajadores permanecían en su empleo lo que pudieran. Sin embargo, hoy, muchos ven el retiro con temor, no saben cómo «matar el tiempo». Una forma noble de disfrutar ese tiempo, en lugar de matarlo, es a través del voluntariado. Además de los beneficios que trae para la sociedad, el compromiso con la comunidad a través de la participación y entrega genera un sentimiento de utilidad. Se puede hacer desde distintas plataformas sociales, religiosas o políticas. No hay edad para participar y lo que haga por los demás también lo beneficiará en el futuro. Si se quiere realizar un nuevo emprendimiento lucrativo es recomendable hacerlo en un campo donde tenga experiencia, en caso contrario es conveniente recibir ayuda o asesoría. Al buscar las oportunidades se deben mirar los riesgos financieros, comerciales y personales. Es bueno ser optimista, pero también se debe ser cauteloso al arriesgar lo que ha ahorrado con esfuerzo y necesita para el futuro.
Preparando el retiro
Cualquiera que sea la opción escogida, es importante mantener las neuronas en el gimnasio de las ideas, cultivar una mente curiosa, estar atento a lo que sucede, leer, escribir, socializar, hacer ejercicio físico; aprender informática, arte, filosofía y hablar con jóvenes. Pero si nunca ha leído o hecho ejercicio, será difícil hacerlo en la vejez. Conviene aprender a ser viejo desde joven. La meta es mantener la energía física, intelectual y emocional; pero hay que entrenarse para ello. Aunque se mermen algunas capacidades, siempre hay momentos de felicidad por disfrutar. La capacidad de adaptación Para sentirnos bien es necesario a los cambios hace pensar bien. Generalmente el más fácil encontrarlos. Schopenhauer sentimiento de bienestar depende de los mensajes que cada uno se envía. decía: «La sexualidad nos acompaña hasta la muerte». Pero no se trata de volverse adicto al Viagra, si se cultiva la ternura se apreciará el valor de las caricias, físicas o verbales. Para sentirnos bien es necesario pensar bien. Generalmente el sentimiento de bienestar depende de los mensajes que cada uno se envía. Si decimos: «La vejez es una desgracia», nuestra mente recibe el mensaje y se siente un desgraciado. La mente cree que todos sus pensamientos son verdad, acepta más lo que se dice a sí mismo que lo que dicen los demás. Lo negativo fácilmente se nos convierte en dogma. Ser positivo no significa negar los problemas, es reconocerlos y analizarlos para generar soluciones. Pero también es necesario tener sensibilidad para ver los pensamientos positivos y eso requiere entrenamiento. Siempre hemos dicho que «el ocio es la madre de todos los vicios», por eso es difícil asimilar que el «ocio creativo» es algo útil y gratificante. El cómo usemos ese tiempo libre es un indicador de nuestro estado de salud. Tomemos la vida de manera relajada llevando a cabo actividades placenteras; estemos activos y comprometidos socialmente, porque de esa forma conservamos la capacidad y el sentimiento de ser útiles. Mantengamos una posición activa, siendo protagonistas y no espectadores. Seamos los escritores de todos los capítulos de la novela de nuestra vida. P.D. Extractado de los consejos de mis viejos amigos.