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La Escuela de Artes y Humanidades de la Universidad EAFIT, una escuela del siglo XXI

La Escuela de Artes y Humanidades de la Universidad EAFIT

Una escuela del siglo XXI

Por Zairo Anillo M. Docente Saberes de Vida

Las artes y las humanidades han sido desde siempre una de las principales preocupaciones de la academia. Por los griegos sabemos que no se trata solo de producir conocimiento por producir. De lo que en realidad se trata es de saber qué hacer con ese conocimiento para incidir en el

desarrollo mismo de la humanidad o sociedad que lo implemente. Cuando hablo de conocimiento es claro que me refiero a las ciencias de todo tipo, bien sean fácticas o humanistas. No obstante, las artes y las humanidades son las que regulan el correcto ejercicio de esos saberes. Le toman el pulso al desarrollo y efecto de sus propias áreas y también al del otro grupo de ciencias. Gracias al arte y las ciencias humanas, la humanidad guarda siempre una reserva de contención para que el conocimiento se reevalúe constantemente, y de esa manera sea más un instrumento de avance que de autodestrucción. Cada época, cada cultura, ha tenido significativos avances científicos, pero son las humanidades las que han servido como conciencia para que esos avances sean correlatos del mismo desarrollo. Desde esta perspectiva, las universidades, como centros del conocimiento por antonomasia, apuestan entonces a un perfilamiento de sus unidades académicas humanistas con el fin de que se cumpla el rol que siempre se les ha asignado: ser guardianas del saber y su desarrollo. En EAFIT esta apuesta ha determinado el desarrollo de la Escuela

Gracias al arte y las ciencias humanas, la humanidad guarda siempre una reserva de contención para que el conocimiento se reevalúe constantemente

Institucional

Róbinson Henao

La Escuela se integra a la red universitaria desde su acogida y promoción de todos los programas cuya base sean las artes y las humanidades

de Arte y Humanidades en todas sus dimensiones. Desde su creación en 1997, bajo la gestión del exrector Juan Felipe Gaviria, el propósito de la Escuela ha sido el de encontrar su propio cauce. El de hallar una autonomía que, a la vez que se identifica con las narrativas y las nubes de sociabilidad propias del entorno, también pueda distinguirse con base en sus aportes específicos. En un sentido macro, la Escuela se integra a la red universitaria desde su acogida y promoción de todos los programas cuya base sean las artes y las humanidades; los diseña y relaciona de tal modo que los énfasis de cada programa sean subsidiarios de su visión de mundo. En un sentido concreto, cada programa apunta a la transversalidad desde sus énfasis. Es decir, se parte de la disciplina específica para luego relacionarla con otras dimensiones del saber. Las artes y las humanidades en la Universidad tienen un rasgo distintivo: algo que podría entenderse como una inter-transdisciplinariedad. En mi caso, como profesor y estudiante de posgrado de la Universidad, doy fe de la visibilidad de estos fines. Intentaré explicarlos desde mi experiencia como estudiante del Doctorado en Humanidades, y como profesor del Centro de Estudios de Lectura y Escritura –CELEE– y Saberes de Vida. El tratamiento que se le da al conocimiento en la Escuela es interdisciplinar en la medida que propone la interacción entre áreas y asignaturas específi-

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cas y transversales. El saber dialoga consigo mismo tanto en su campo concreto, como con los idiomas, las competencias comunicativas y electivas específicas que son determinadas por los intereses de los estudiantes. Y es transdisciplinar en el sentido de que todas estas dimensiones se unen bajo el entramado humanístico del saber como una manera de apropiación intelectual, cuyo fin es el de gestionar ese mismo saber en pro del desarrollo personal y la atención a las necesidades sociales del país. Disciplinas como los estudios musicales, la antropología, la política, el arte, la historia y sus ramas, la comunicación, la filosofía, la literatura –e incluso, de manera indirecta, ramas del Derecho que encuentran en la Escuela una forma de dar rienda suelta a intereses por el medio ambiente y la cultura desde su visión particular– se encuentran en este contexto para darle el rasgo específico a la filosofía de la Escuela. Quiero mencionar dos ejemplos particulares para ilustrar la realidad de este escenario. En primer lugar, el programa Saberes de Vida. Todos sabemos de la especialidad de este espacio en la Universidad. Si quisiéramos preguntarnos por el ideal de la educación, Saberes de Vida sería la respuesta. Cada martes y jueves principalmente –pues también hay una amplia oferta semanal– se da cita un numeroso grupo de estudiantes que en su mayoría rebasan los 50 años, y van con el único propósito que tiene una de las formas más altas del conocimiento: el placer. Discurrir sobre temas que cobijan la astronomía, la política, la historia, las culturas exóticas, la literatura, la teología, la filosofía, la botánica, entre otras ciencias, es su afición, y, fieles a la óptica humanista a la que me refiero párrafos arriba, hacen del saber un modo de vida, más que un medio, dado que son personas que ya cuentan con un proyecto de vida definido. Pero ¿qué es el conocimiento como modo de vida? Es cuando los saberes ya no solo apuntan a un interés profesional, sino además a una forma de realización ética superior. Cuando ya leemos y estudiamos no solo para cumplir con deberes académicos diarios, sino que lo hacemos para conocernos más y mejor, para entender al otro, para relacionarnos con la vida desde perspectivas que ya han sido probadas, pero que una vez revisitadas irradian nuevas posibilidades de repensar la existencia. A este programa le debo mucho, le debo la posibilidad de haber conocido seres maravillosos con tremendas enseñanzas de vida; tantas que al final es uno como pro-

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fesor quien termina sintiéndose estudiante de sus mismos estudiantes; asimismo, le debo la posibilidad de visitar muchos países y culturas sin moverme del aula de clase. Visitar Egipto, trasegar por los tramposos pero alucinantes caminos de la Ruta de la Seda, visitar el Medio Oriente y el tumultuoso Islam a través de sus libros, recorrer el Medievo con lámparas nuevas; todo un entramado de temas cuya urdimbre, en la que si bien cada hilo resalta por sí mismo, no sería lo mismo sin el tono que le dan los otros.

Lo mismo ocurre con CELEE: un escenario en el que el lenguaje es el protagonista. En ese centro se presta servicio a todas las necesidades expresivas y comunicativas de la Universidad, tanto desde los cursos que allí se implementan, como desde sus otros servicios tipo asesorías, minicursos, participación y creación de eventos. Así que no es solo el lenguaje como objeto de estudio, sino como herramienta práctica para generar identidad, para producir conocimiento desde una conciencia lingüística que les otorga a las competencias comunicativas el lugar central que se merecen a la hora de hablar de formación integral. Debido a que en el centro convergen todos los temas de todos los programas de la universidad –pues todos acuden a este en busca de asesorías y acompañamiento en sus textos– el diálogo entre los saberes es una realidad natural del día a día. Estos son solos unos pocos ejemplos de todo lo que en la Escuela se vivencia. Sabemos que la Universidad es más la construcción que hacemos en nuestra mente de sus espacios que los espacios en sí. Y considero que la Escuela de Artes y Humanidades tiene más que ganado ese espacio en los imaginarios y narrativas de la Universidad. Está a la vanguardia de lo que se debería exigir a todo entorno académico de la contemporaneidad: identidad, compromiso social, innovación, tradición y un amor genuino por el conocimiento. Sobre todo, en un siglo como el actual, en el que la globalización y la relativización de los márgenes de las ciencias hace cada vez más complejo asir un sentido concreto de las disciplinas.

Sabemos que la Universidad es más la construcción que hacemos en nuestra mente de sus espacios que los espacios en sí.

Santiago Bernal V., Alba Lucía Gómez B., Juan Gonzalo Vélez M. Estudiantes Saberes de Vida

Inspira, Crea, Transforma. Tres palabras que definen a la Universidad EAFIT como un lugar para el aprendizaje y el descubrimiento, un lugar para la proyección social, un lugar para aportar al desarrollo sostenible de la humanidad y para vivir la cultura. Durante más de seis décadas no solo ha formado profesionales, sino que ha liderado iniciativas educativas de vanguardia tales como la Universidad de los niños y Saberes de Vida, que le han merecido reconocimiento nacional e internacional.

Siendo este un proyecto nacido en la Escuela de Humanidades y luego acogido durante su crecimiento por la Dirección de Educación Permanente, sus dos décadas de trayectoria invitan al ejercicio de pensar su devenir futuro, siempre ligado al conocimiento y disfrute en la edad de retiro. Dentro de este contexto, a partir de este segundo semestre, la

Escuela de Artes y Humanidades pasa a ser nuevamente la casa de Saberes de Vida y el lugar desde donde se trazarán los nuevos caminos que darán respuesta a las expectativas de una generación de mayores que le apuesta al crecimiento y desarrollo a lo largo de la vida. En este sentido, cobra singular importancia el encuentro con el Decano Adolfo Eslava, a quien invitamos a ser parte de esta edición, con el propósito de conocer el rostro detrás de la dirección de la Escuela de Artes y Humanidades.

Un encuentro casual con algunos estudiantes de Saberes de

Vida, dará el inicio a una conversación que nos llevará al conocimiento del pensamiento humanista que marcará el nuevo rumbo de Saberes de Vida.

SV: Primero que todo, muchas gracias por este espacio. Queremos entender bien la escuela de Humanidades y para iniciar esta entrevista queremos preguntarle ¿qué entiende usted por Humanismo? “Yo creo que tenemos que arrancar por la definición que todos conocemos: una definición de diccionario.

¿Quién es quién?

Cuando hablamos de Humanismo nos referimos a aquello que estudia al sujeto en sus dimensiones humanas; en particular, desde la filosofía, las letras, la historia. Ese es el punto de partida de lo que EAFIT, desde hace un cuarto de siglo, denominó en su momento “Ciencias y Humanidades”. A lo largo de estos años hemos nutrido este campo del conocimiento no solo desde la filosofía, las letras y la historia, sino también desde la música, considerada una de las más altas formas expresivas lenguaje, la creación y la interpretación, integrada como baluarte estético desde el cual se alimenta también la fuente del Humanismo. La Universidad progresivamente se fue preguntando por la comunicación y por el lenguaje. De cuyo interés surgió la formación de comunicadores sociales, en concreto desde el año 2012, y también el de las Ciencias Políticas, todo bajo el liderazgo del exrector Gaviria. Yo creo que ahí la Universidad tuvo un acierto muy valioso; nuestra institución llevaba entonces cuarenta años formando la clase dirigente empresarial de la ciudad y del país, y el rector trazó otro paso más: llegó el momento de formar también la clase dirigente política de la ciudad, entonces esta noción de Humanismo se enriqueció también a partir de la pregunta por el lenguaje y la política, y nuestra interacción con estas dimensiones constitutivas de la sociedad”.

SV:¿Fueron las humanidades pensadas en un principio solo como un complemento de los programas técnicos, de la administración y las finanzas? ¿O es otra la mirada que la Universidad le otorgó desde el inicio? “Originalmente se presentó con esa intención de complementariedad; sin embargo, debo ser muy franco, este camino fue nutriéndose y definiéndose con una autonomía que, si bien seguía complementando otros escenarios, también reclamaba un espacio autónomo. En ese sentido, pensamos que complementariedad y autonomía son condiciones naturales de la institucionalidad, y por ello impulsamos la Escuela en esa dirección: “la tekné” que luego se traduciría como “arts”, y por eso llegamos nosotros a Artes y Humanidades, interconectada con la Escuela de Ciencias básicas e Ingeniería, Cuando hablamos del proyecto de Administración, humanista lo pensamos como Economía, Finanzas y Gobierno; Dereuna actividad misional de cho. Claro está que el proceso nunca toda la Universidad, como se detiene, siempre una proyección social que se es necesaria la búsqueda de esa comconecta con organizaciones en plementariedad”. un sentido muy amplio. SV:¿Pero hay una función específica que las Humanidades cumplen dentro del conocimiento, hay algo que las distingue y que es necesario para la sociedad? “Sí, sin duda, yo diría que hay un reto especial alrededor de la sensibilidad. La técnica te da todo el rigor, la técnica te permite identificar la precisión, pero las Humanidades tienen el reto de cultivar esa sensibilidad que ya tenemos, pero que es necesario construirla y desarrollarla colectivamente, no solo individualmente. Ese es un reto de la Escuela hoy, pero que no solo le compete a esta: necesitamos que toda la institución se integre desde sus especificidades al proyecto humanista de EAFIT, ese es uno de los grandes compromisos de la Universidad”.

SV:¿En ese colectivo usted está incluyendo también empresas, Gobierno y otros tipos de organizaciones? “Así es. Cuando hablamos del proyecto humanista lo pensamos como una actividad misional de toda la Univer-

¿Quién es quién?

Estudiantes Saberes de Vida

sidad, como una proyección social que se conecta con organizaciones en un sentido muy amplio. “Organizaciones”, lo decimos en plural, pues se incluye tanto la organización privada consolidada como empresa, pero también por supuesto la organización pública expresada en las entidades gubernamentales, apuntando al ideal de una sociedad civil en todo el sentido de la palabra”.

SV: En estos tiempos, cuando a las universidades se les demanda un alto nivel de excelencia y calidad expresada en un procedimiento tecnificado, y el saber es catalogado como una mercancía, ¿cómo humanizar una educación tan comercializada? “La escritora y filósofa Martha Nussbaum denomina a esta situación como “la crisis silenciosa”. Particularmente, creo que es necesario abordar este asunto no desde el punto de vista belicista; no es necesario salir a defender a las Humanidades en un campo de oposición; sino desde la comprensión de su relación natural en y con el campo de los saberes. Digo esto porque la pertenencia y necesidad de las Humanidades en todo proyecto educativo y empresarial es un hecho innegable, y que el contexto mismo exige para su

Estudiantes Saberes de Vida consolidación. Así que nuestro rol es sacar a relucir esa fecundidad y naturalidad, y que nosotros cultivamos cada día en EAFIT. Vemos a diario festivales de música, eventos literarios, comunicacionales, por ejemplo, que se dan no solo aquí sino en todo el país. Y la gente responde llenando los auditorios, dando cuenta del disfrute, sean especialistas o no. Entonces podemos evidenciar esas sensibilidades y, como dije, nuestra tarea es sacarlas a relucir”.

SV: Dada la importancia de las humanidades en todos los ámbitos, ¿cuál es el alcance que la Escuela de Artes y Humanidades tiene sobre otros programas dentro de la Universidad? “Tener profesionales con cualidades humanistas ha sido una preocupación constante en la Universidad. Tanto en la administración de los exrectores Juan Felipe Gaviria y Juan Luis Mejía, así como en la de la actual rectora Claudia Restrepo, esta ha sido una preocupación permanente. Ahora, ¿cómo hacer que el proyecto humanista llegue hasta nuestros estudiantes? Nosotros como Escuela estamos repensando ese proyecto humanista hacia afuera, hacia la sociedad, pero el punto de partida es la Universidad, y vemos que la mejor manera de llevarlo es a través de nuestros egresados: egresados con sello humanista. Por tanto, es claro que nosotros tenemos conciencia de su importancia, aunque también sabemos que es un proyecto exigente. Desde el eje de la rectoría y su expansión hacia los departamentos de la Universidad, concebimos este proyecto esperanzador, y lo mejor es que vemos en nuestros alumnos esa sensibilidad y disposición a integrarse al cauce humanista de EAFIT”.

SV: ¿Cómo aportarán las Humanidades a la construcción de la democracia en Colombia? “Ese es el reto que tiene hoy la Universidad, pero en particular la Escuela de Artes y Humanidades, si bien es clara la necesidad de la participación de todas las dependencias que la conforman. Recientemente la filósofa y eticista Adela Cortina --aquí en EAFIT-- decía que estábamos en tiempos de recesión democrática. Esa es una frase fuerte, retadora, que nos compete a todos, nos interpela en primera persona. Pero es a la vez una crisis fecunda, tal como lo había puntualizado hace años la doctora María Zambrano, y que por ello no debe llevarnos a la desesperación ni al agotamiento, sino que, por el contrario, encierra oportunida-

¿Quién es quién?

des y posibilidades. Volviendo a la recesión en que está la democracia después de XXI siglos de historia, es importante de nuevo la pregunta por el lenguaje y por el efecto de las redes sociales, pues son estas las que tienen en jaque el concilio democrático. Son las redes las que nutren, alimentan, exacerban la fragmentación de las personas. En nuestro smartphone nos aparece, gracias al famoso algoritmo, lo que nos interesa y lo que nos divide a todos en dos grandes grupos. Es ahí donde la recesión democrática nos da la oportunidad para que aflore en nosotros la obligación de reivindicar el cuidado de la palabra. A esto se une también Victoria Camps, quien nos invita a esa ética del cuidado de Se desea conectar la la palabra como una manera de cuidar la investigación exhaustiva que sigue el método científico con democracia, y en esto todas las universidades, y en particular el mundo del arte, queremos sus Escuelas de Artes y Humanidades, espermitir lugares para la tán en la obligación de intuición, para la creación y cultivar y preservar la conversación. Al respara la estética. pecto, hemos terminado recientemente un proyecto liderado por EAFIT --denominado "Tenemos que hablar Colombia"-- con otras cinco universidades, a partir del cual pusimos a conversar al país en más de 5.000 entrevistas. Su interés giró en torno a qué cambiar/qué mantener/qué mejorar en nuestra nación. Esto es una demostración clara de que nos interesa cultivar la democracia. Fuimos protagonistas como universidad en el cultivo de la democracia a través del cuidado de la palabra. Esa es una proyección social de la que somos muy conscientes”.

SV:¿Cómo los estudios humanísticos se complementan con los de arte en la nueva propuesta de la Escuela que usted dirige? “Este tema sigue generando discusiones internamente, no hemos llegado a un consenso, por eso es importante el debate libre. Por ejemplo, en el caso de música tenemos un avance, pero no hemos llegado a un consenso con literatura. En el caso de Comunicación Social ya tenemos un pregrado en Diseño Interactivo, también llamado Artes Mediáticas. En este escenario se desea conectar la investigación exhaustiva que sigue el método científico con el mundo

del arte, queremos permitir lugares para la intuición, para la creación y para la estética. Se pretende complementar lo rígido de la investigación promoviendo una nueva investigación-creación. Es dejarse nutrir de las preguntas, no construyendo repuestas académicas definitivas, sino más bien construir preguntas con la misma sociedad y con nuestro entorno, que se abra espacio a la imaginación. El camino tiene un inicio con la Universidad de los Niños, con centralidad en la pregunta como vía contraria a la respuesta definitiva. Investigación-creación nos permite unir diversas dimensiones sin renunciar al método científico. Esto es a lo que Martha Nussbaum denomina “creación”, “imaginación narrativa”. En este contexto se crean y comparten capacidades creativas a manera de bisagras y engranajes entre Artes y Humanidades, unidas, no aparte, siempre aportando a la Universidad con una extensión hacia la ingeniería, el derecho, la administración la economía, las finanzas, el gobierno, entre otros campos”.

SV:¿Considera Usted que el programa Saberes de Vida debería no solo darles felicidad a los estudiantes ya mayores, sino que también los incitara a aportar a la sociedad algo del conocimiento nuevo que han adquirido? “Sí rotundo, tenemos confianza plena en el lugar importante que ocupa la pregunta, y sabemos que no solo los académicos pueden ser la fuente de indagaciones interesantes, puesto que también en la cotidianidad surgen, y estamos convencidos del valor de la formación en esos entornos. En todo el trasegar de la vida, desde el niño, el joven, el universitario, el trabajador, en cualquier organización privada o pública, así como con ustedes en Saberes de Vida con 50 o más años, el cuestionamiento, la búsqueda y la proyección social son necesarios. Tomando en cuenta la experiencia de los estudiantes de Saberes, y lo que representan para la Universidad, lo ideal sería pasar a la escritura y la intervención social. De esa manera, Saberes de Vida podría ser un adalid de la proyección social-humanista de esta Universidad y, en particular, de esta Escuela. Serían como nuestros representantes”.

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