CIENCIAS CIENCIAS SOCIALES SOCIALES
Clubes argentinos Debates sobre un modelo
Colección: Ciencias Sociales Director: Máximo Badaró Clubes argentinos: Debates sobre un modelo / Rodrigo Daskal; Verónica Moreira; prólogo de Ezequiel Fernández Moores. 1a edición. San Martín: Universidad Nacional de General San Martín. unsam edita, 2017. 112 pp.; 21 x 15 cm. - (Ciencias Sociales / Máximo Badaró) isbn 978-987-4027-44-3 1. Política de Deportes. 2. Clubes de Fútbol. 3. Clubes Deportivos. i. Daskal, Rodrigo ii. Fernández Moores, Ezequiel, prolog. iii. Título. cdd 796.334
1ª edición, marzo de 2017 © 2017 Rodrigo Daskal © 2017 Verónica Moreira © 2017 del prólogo Ezequiel Fernández Moores © 2017 UNSAM EDITA de Universidad Nacional de General San Martín Campus Miguelete. Edificio Tornavía Martín de Irigoyen 3100, San Martín (b1650hmk), provincia de Buenos Aires unsamedita@unsam.edu.ar www.unsamedita.unsam.edu.ar Diseño de interior y tapa: Ángel Vega Edición digital: Gastón I. Ferreyra Corrección: Javier Beramendi Fotografía de tapa: Joe Lodge, A well-used football, 23 de junio de 2010 (cc by 2.0) Se imprimieron 500 ejemplares de esta obra durante el mes de marzo de 2017 en Latingráfica srl, Rocamora 4161, CABA Queda hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Editado e impreso en la Argentina Prohibida la reproducción total o parcial, incluyendo fotocopia, sin la autorización expresa de sus editores.
RODRIGO DASKAL VERÓNICA MOREIRA CIENCIAS SOCIALES
Clubes argentinos Debates sobre un modelo
PRÓLOGO
por Ezequiel Fernández Moores
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CAPÍTULO 1
Por qué los clubes de fútbol
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CAPÍTULO 2
Los años noventa
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ANEXO
Clubes de la primera división (A) del fútbol argentino, año 2013
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PRÓLOGO por Ezequiel Fernández Moores
“¿Cómo ir contra una tradición centenaria de organización en los clubes? ¿Cómo imponer un estilo contrario a la participación de los socios acostumbrados a intervenir en las reuniones de las agrupaciones políticas, en las asambleas o en las elecciones, a darle vida a sus comisiones y subcomisiones? ¿Cómo cambiar la identidad de los clubes de fútbol basada en la idea de que los dueños de las instituciones son los socios?”. La pregunta que se hacen Rodrigo Daskal y Verónica Moreira en este libro es la pregunta del millón. Recobró vigencia desde que el nuevo gobierno argentino ratificó su política de que el capital privado, y no el Estado, debe ser el motor de la economía. Y desde que el nuevo presidente Mauricio Macri apuntó al fútbol como símbolo de ese cambio. No porque el fútbol mueva tanto dinero –comparado con otras industrias–. Pero sí porque la pelota hace mucho ruido. Un ruido, tal vez, contagioso. Y porque Macri, siempre es bueno recordarlo, es el primer presidente de la historia argentina que llegó a la Casa Rosada a través de la popularidad que le dio el fútbol. Sabe de qué se trata. “El país eligió un cambio radical”, advierten voceros del Gobierno. Para un artículo que escribí meses atrás en La Nación encontré una palabra (alemana) que me gustó para graficar el nuevo “espíritu de los tiempos”. La palabra es zeitgeist. Lo que ayer era malo –los clubes como sociedades anónimas– hoy puede ser bueno. Y viceversa –Fútbol Para Todos–. El país, es cierto, votó un cambio. Pero no los socios de los clubes. Los resultados de las encuestas efectuadas por los clubes que consultaron a sus socios, nos recuerdan los autores, arrojaron resultados categóricos: no a las sociedades anónimas en el fútbol. No a los clubes como meras sociedades comerciales. Los clubes, es la respuesta, deben seguir en manos de los socios. Robert Putnam, citado por los autores, sostiene que “una caída en la vida asociativa en los clubes implica 9
Clubes argentinos. Debates sobre un modelo
un deterioro de redes sociales democráticas básicas”. “A mayor fuerza de la sociedad civil –añaden los autores apelando a Alexis de Tocqueville– mayor fuerza de un gobierno democrático”. Los socios no defienden solo a sus clubes. Defienden también a la política, una palabra casi maldita para muchos funcionarios del Gobierno actual que, a su pesar, viven de la política. “El que insiste en afirmar que el fútbol no tiene nada que ver con la política –dijo una vez un escritor– o no sabe nada de fútbol o no sabe nada de política”. O se quiere hacer el vivo. El capital, sabemos, le ha ganado ya varias batallas a la democracia. “Todo el mundo sabe que la guerra ha terminado / Todo el mundo sabe que los buenos perdieron / Todo el mundo sabe que la pelea estaba arreglada / Los pobres se quedan pobres, los ricos se hacen más ricos”. Es una de las canciones favoritas del fallecido poeta canadiense Leonard Cohen. Se llama “Everybody knows”. Todos lo saben. Y es así. Todos sabemos que Macri, lo dicen su historia primero como dirigente de fútbol y luego como presidente del país, alienta las sociedades anónimas. Si hasta invitó a dar cátedra en Buenos Aires a Javier Tebas, dirigente que estuvo en todos los lados del mostrador en el fútbol de España, pero siempre –eso quedó claro– más cerca del negocio que del deporte. Todos sabemos también que el Gobierno arrincona a los clubes para que, a veces, a algunos de ellos, tal vez, no les quede otra opción que ir a José Mercado. Y todos sabemos también que, en más de una ocasión, más de un club, lamentablemente, ha puesto una alfombra roja para que así suceda. El campeonato de treinta equipos, por ejemplo, fue una tontera no de uno, sino de muchos. Por un lado, están los históricos tejes y manejes de las trasferencias de jugadores, activo de oro, pero al que los clubes invitan a demasiadas terceras partes, tantas que terminan quedándose con la parte del león. Por otro lado, están los vínculos también históricos con los barras, que a veces no son socios, pero parecen los verdaderos dueños del club. Y, finalmente, están también los clubes que, de a poco, fueron tercerizando todo. ¿Cómo no mencionar que, nada menos que Boca Juniors, admite en su último balance que destina menos del 2% de su presupuesto al resto de las disciplinas deportivas? ¿Club Atlético? Ochenta años atrás, el entonces presidente Camilo Cichero, nos recuerdan los autores, construía canchas de básquet, bochas, pelota americana y hamacas para niños. “Permitirá a muchos pequeños –decía Cichero– escapar al peligro de la calle y a buen número de sus socios eludir su condición de espectadores, para hacer deporte activo”. Boca, claro, no era la excepción. En aquellos años, era la regla. Los clubes sufren además un doble desafío: la pasión cada vez más desbordada del fútbol que parece hacer creer que un triunfo el domingo vale más que decenas de miles de socios haciendo deporte. Y, también, la codicia cada vez mayor de políticos y empresarios por ese ruido que produce la pelota. Son 10
Prólogo
tiburones favorecidos por un modelo económico que idolatra al dios Mercado, alienta a la concentración y desampara a los más débiles. ¿Podrán resistir los clubes tanta “modernidad”? ¿Podrán hacerlo cuando en el resto del mundo se impone el modelo de Clubes Sociedades Anónimas? Un modelo, además, muchas veces aventajado porque esos clubes empresas suelen tener al fútbol como objetivo único, sin la obligatoriedad histórica de responder a otras necesidades. A esa historia sí deben responder en cambio los clubes asociaciones civiles. Es su mejor defensa. Pero también, nos recuerdan Daskal y Moreira, es su obligación.
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