Derivas analíticas del siglo

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Derivas analĂ­ticas del siglo Ensayos y errores

PASAJE 865/



Serie Tyché Directora: Damasia Amadeo de Freda García, Germán Derivas analíticas del siglo: ensayos y errores. 1a edición-San Martín: Universidad Nacional de Gral. San Martín. UNSAM EDITA; Fundación CIPAC, 2014. 108 pp. ; 21 x 15 cm. (Tyché / Damasia Amadeo de Freda) ISBN 978-987-1435-79-1 1. Psicoanálisis. CDD 150.195

1a edición, noviembre de 2014 © 2014 Germán García © 2014 UNSAM EDITA de Universidad Nacional de General San Martín © 2014 Pasaje 865 UNSAM EDITA

Campus Miguelete, Edificio Tornavía Martín de Irigoyen 3100, San Martín (B1650HMK), prov. de Buenos Aires unsamedita@unsam.edu.ar www.unsamedita.unsam.edu.ar Pasaje 865 de la Fundación Centro Internacional para el Pensamiento y el Arte Contemporáneo (CIPAC) (54 11) 4300-0531 Humberto Primo 865 (CABA) pasaje865@gmail.com Diseño de interior y tapa: Ángel Vega Edición digital: María Laura Alori Corrección: Wanda Zoberman Ilustración de tapa: Francisco Hugo Freda, Líneas y curvas (fragmento), 2012 Se imprimieron 1.000 ejemplares de esta obra durante el mes de noviembre de 2014 en Altuna Impresores SRL, Doblas 1968, CABA, Argentina. Queda hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Editado e impreso en la Argentina Prohibida la reproducción total o parcial, inluyendo fotocopia, sin la autorización expresa de sus editores.




Lecturas Prólogo por Damasia Amadeo de Freda

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Tres palabras sobre este milenio

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La trama secreta

19

TCC. El psicoanálisis y las terapias milagrosas

39

La abolición de la primavera

49

Apuntes sobre el pasado para el porvenir

61

Psicoanálisis, política y verdad

67

El gusto de nuestra época

75

El Witz del Nombre del Padre

79

El pase entre tragedia y comedia

85

Jacques Lacan y el estilo tardío

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Bibliografía

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Prólogo

LECTURAS

El libro “Todos los libros el libro”, tal podría haber sido el título de Derivas analíticas del siglo. Ensayos y errores. Para empezar, comenzaremos diciendo que Germán García es psicoanalista y también escritor y que ha publicado más de veinte libros, entre los cuales se encuentran títulos de psicoanálisis y obras literarias. En segundo lugar, sabemos también que el libro es en sí mismo un objeto precioso para el autor; basta con conocer, aunque solo sea de oídas, la extensión de sus bibliotecas. Pero si nos inspira comenzar el prólogo con esta osadía, no es tanto por lo que acabamos de enumerar como por estimar que es dentro de este libro donde se encuentran todos los libros. Y si no son todos, lo que es indudable es que son muchos; porque lo que es seguro es el enorme número de referencias que contiene. Pero no por esto consideramos que este libro sea un compilado de referencias; mucho menos un libro académico, así como tampoco que se trate de un libro dirigido a la Academia. Pero entonces, ¿qué es? Es difícil decirlo. Y es difícil decirlo, porque es difícil saberlo. No es este un libro simple; no es un libro cuya lectura sea fácil, lo que lleva a interrogarnos sobre su lector, es decir, a quién está dirigido. El lector Un libro puede estar dirigido al gran público; esto es, a aquellos que no requieran un conocimiento profundo del tema que se va a tratar. Asimismo, como decíamos más arriba, un libro puede tener un corte 9


académico, y entonces su público será el de la universidad. Otra posibilidad es que trate una especialidad, y por lo tanto podrá dirigirse o bien al ámbito científico, o bien a un público considerado cuanto menos competente en el tema. Ahora bien, un libro puede también estar dirigido a una elite intelectual; pero entonces ese campo ya no es tan sencillo de delimitar. No obstante la dificultad para circunscribirlo, juzgamos que tal es el ámbito al cual este libro se dirige. ¿Qué entendemos nosotros por una “elite intelectual”? Un público ilustrado, un público cuyos intereses, lecturas, curiosidades, no se restringen al ámbito de la “especialidad”. Ese es el lector que imaginamos interesado en la lectura de este libro. Un lector que bien puede no haber leído todas las referencias, ni al cual tampoco se le exige que conozca a sus autores. Creemos que se trata de otro tipo de lector. Imaginamos, y aspiramos, a que sea un lector que se deje llevar por esas referencias, que se entusiasme en la lectura, justamente por la introducción de aquellas. Ahora bien, ¿a título de qué el autor utiliza, entonces, las referencias? Para responder a esta pregunta, pasemos a adentrarnos en el contenido del libro. Diálogo, ironía, erudición Derivas analíticas del siglo está compuesto por diez textos, de los que, a primera vista, podríamos decir que son independientes. De hecho, se sitúan en contextos diseminados y tienen fechas de presentación diversas. Sin embargo, la lectura demostrará que todos están de algún modo enlazados; y lo están, en principio, por las referencias que se retoman, se cruzan y se vuelven a encontrar, para dilucidar el tema del que se trate en cada ocasión. El libro comienza introduciendo algo así como un oxímoron: el olvido memorable. Entonces aparece Freud y el psicoanálisis, y comienza así un diálogo con la Historia, la filosofía y la ciencia, de la mano de Weinrich, Popper y Kuhn, para nombrar algunos. Y es de ese diálogo que surgen hallazgos como “el recuerdo del presente” o “el recuerdo simultáneo a la percepción”. Así empieza este coloquio de autores, el cual se acentúa todavía más en el segundo texto. Este, verdadero homenaje a Kojève, es también el prólogo a una de sus biografías. 10


No deseamos hacer la lista de las referencias de las que el autor echa mano en este texto, pero sí transmitir la idea que nos da, aunque más no sea por su número, de hasta dónde llega su erudición. Distintos puntos de vista sobre el fin de la Historia debaten los autores convocados; desde la animalidad americana hasta el esnobismo japonés. Entre otros, desfilan Virno, Strauss, Derrida, Heidegger, Agamben y Lacan. Y entonces, es el logos y es el silencio, y es el destino de la humanidad. Es también la idea del tiempo y su incidencia en la noción de autoridad. Pero también se trata del arte de escribir, y entonces ahí parecen confundirse y fundirse en uno solo el emperador Juliano, Kojève y García. Porque el arte de escribir de aquel al que cada uno se remite, encuentra también aquí realizada su aspiración: escribir de manera tal que el mensaje que se quiere hacer pasar esté cifrado y solo pueda ser comprendido por aquellos que puedan leerlo. Ironías del destino o delicias de lo escrito, lo que Kojève refiere de Juliano, García lo encuentra en Kojève, y nosotros en este libro. Y cuando de ironías se trata, nada como el texto sobre las TCC y sus terapias milagrosas. Milagro de las neurociencias, cuyas ramas se elevan hasta las bases neurológicas de la religiosidad. Y entonces es San Pablo y la epilepsia, y es el milagro de la diferencia genética de ateos y creyentes, confirmado por canciones infantiles y por salmos religiosos. Y de ahí no hay más que un paso hacia el bendito síndrome de déficit de atención en los niños, y entonces es el milagro de la Ritalina mezclado en buenas dosis con cognitivismo y terapia comportamental. De los niños llegamos al adolescente y al Sturm und Drang. Y entonces es Freud adolescente y es Joyce con su retrato del artista autorrevelador; es Wedekind y su despertar dramático a la primavera y es la risa alegre de Aristófanes; es Shakespeare y la tragedia joven por amor, y es Lacan y lo real del sexo. Pero es también el “tormento” y el “empuje” del extravío adolescente actual, reflejado en el fracaso escolar, las adicciones, la delincuencia y la revuelta juvenil… Y es el eterno erotismo de la juventud. Política, gusto, rigor Apuntar al pasado con vistas al porvenir, tal es uno de los objetivos del análisis. Germán García interroga, en los siguientes textos, acerca de la formación del analista y la situación del psicoanálisis actual. No teme 11


dialogar con la Iglesia ni con la universidad. Reencontramos en esos textos la idea del analista laico, el cual no se confunde con la ausencia de formación intelectual –basta con leer este libro–. Nuevamente aparecen Kojève, Strauss y Lacan para interrogar, junto con ellos, una política del psicoanálisis para el futuro próximo. García recurre a Kant y a Sade, y no olvida el avance de las terapias cognitivocomportamentales. Vuelve a Freud y a su razón ilustrada, y la confronta con la enseñanza de Miller. Se pregunta qué hacer en una época en que las reglas del juego ya no son las del siglo XX, y no olvida que el objeto a está en el cenit social. Retoma los discursos de Lacan del 68 y observa el panorama social sin olvidar las metamorfosis sufridas en el tiempo respecto de la noción de autoridad. El poder como fundamento de la política entra en tensión con la política del síntoma para el psicoanálisis; verdad, plusvalía, plus de goce y práctica sin valor son algunos de los términos esenciales que lo guían por estas páginas. Pero la política del psicoanálisis no se separa del gusto por el psicoanálisis. El autor recuerda que no solo son resistencias lo que el psicoanálisis produce en la cultura, las cuales no son distintas de las resistencias que descubre el análisis en cada uno; destaca el gusto que el psicoanálisis también produce en la época: el gusto de la cultura por el psicoanálisis y el gusto por hablar que tenían las mujeres de esa época en la que Freud, gracias a este gusto de aquellas, se interesó en lo que decían y creó el psicoanálisis. Pero también, el gusto de Freud por la literatura y la poesía, mucho más que por cualquier sistema filosófico; y el gusto del analizante transformado en analista, ya que en este libro el pase también es un asunto de gusto. Del gusto pasamos al estilo, tardío o no, que Lacan se adjudicó; y de ahí al “rigor psicótico” de Wittgenstein vuelto a encontrar en el arte de Joyce: rigor, método y juego con el lenguaje, que es lo mismo que descubre Freud. Y llegamos así al matema, a la lógica y a las matemáticas; y desembocamos en Peirce y en la relación entre psicoanálisis y ciencia, porque Germán García no olvida que aunque se continúe hablando “lo real se escribe en silencio”. El autor y el Witz Luego de lo expuesto en estas líneas, desearíamos dedicar unas últimas palabras a lo que creemos es el lazo del autor a su texto. 12


Entendemos que hay un lazo muy estrecho, y que el que lo refleja mejor es quizá el que trata sobre el Witz; si no es así, al menos entendemos que es el que más se acerca al espíritu del autor en este libro. Porque si uno de los efectos del Witz es el de “encadenar la atención del oyente”, eso es algo que no va a suceder espontáneamente aquí con una lectura rápida y precipitada. Consideramos, en cambio, que si el lector logra descifrar el mensaje que le está dirigido a todo aquel que pueda leerlo, entonces ahí sí se encontrará con que el libro “desconcierta e ilumina”, y se encontrará, con “alegría”, con que “desinhibe” así como podrá encontrarse también con que logra una “revuelta contra la autoridad”, en el sentido de poder “liberarse de la presión que ella ejerce”. Y, para terminar, retomamos las palabras que Freud extrae de Nietzsche, y que nosotros recuperamos de este mismo texto para hacerlas nuestras y alentar a la lectura del libro. Entonces, proponemos que cuando las palabras se desplacen y tengamos la sensación de no entender nada, apostemos –como Nietzsche, como Freud y como García– a que lo que ocurrirá con ese desplazamiento es “la subversión de todos los valores”. Damasia Amadeo de Freda, Buenos Aires, octubre de 2014

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TRES PALABRAS SOBRE ESTE MILENIO

Primera Para quienes andan en psicoanálisis, el olvido memorable por excelencia tiene un nombre: Signorelli. Este nombre, acompañado por el de otros dos pintores –Botticelli y Boltraffio– es destrozado, junto con los topónimos Herzegovina y Bosnia. De la fragmentación cae Herr, Herr Sigmund Freud, que se sostiene en el borde del agujero de la represión con la sexualidad y la muerte. Por otro lado, Trafoi remite a los indecibles pensamientos reprimidos: Estaba por entonces bajo el continuado efecto de una noticia que había recibido pocas semanas antes, durante una breve residencia en Trafoi. Un paciente que me importaba mucho había puesto fin a su vida a causa de una incurable perturbación sexual.1

Contra Nietzsche, un profeta del olvido, contra los fabricantes de imágenes, Herr Freud afirma una memoria tenaz que retorna enmascarada –sea por el sueño, el síntoma, el lapsus, etcétera–. Es una memoria literal que atraviesa imágenes y trivializa las intenciones de la conciencia, a la vez que valoriza lo trivial. Herr Freud le pregunta al pastor Oskar Pfister: “¿Por qué ninguno de los devotos creó el psicoanálisis? ¿Por qué hubo que esperar a un judío absolutamente sin Dios?”.2 Porque, diríamos, pertenece a un pueblo que es la memoria de Dios, incluso en el olvido de Dios. 1 S. Freud. “Psicopatología de la vida cotidiana”, en S. Freud: Obras Completas, tomo VI. Buenos Aires, Amorrortu, 1980, p. 11. 2 P. Gay. Un judío sin Dios. Freud, el ateísmo y la construcción del psicoanálisis. Buenos Aires, Ada Korn Editora, 1994, p. 53.

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Théo Pfrimmer, en su exhaustivo Freud lecteur de la Bible, demuestra la importancia de la Biblia de Philippson –un volumen ilustrado en el que el texto se acompaña de imágenes que lo cifran– en la infancia de Sigmund Freud. La correlación entre imágenes y textos servirá al adulto Freud para descifrar los sueños y las fantasías. Segunda Recuerdo este olvido memorable para situar un “horizonte de expectativas” que comienza en la oposición entre la memoria de la tradición y la autoridad de la ciencia. La crítica ilustrada de la memoria culmina en el siglo XVIII con el ars inveniendi, que en Leibniz se transforma, dentro de un conocimiento dado, de un arte del hallazgo en un arte de invención que tiene ante sí, el campo abierto del conocimiento. Jacques Lacan, en particular en su Seminario 2, encuentra en la cibernética una inspiración que lo asemeja a Leibniz, en cuyo principio de razón suficiente Jacques-Alain Miller encuentra un empuje “histórico” a la neurosis. La verdad de la ciencia pertenece siempre al futuro, no tiene relación con el pasado. En Leteo. Arte y crítica del olvido, Harald Weinrich, se propone hablar de oblivionismo científico para calificar a este rechazo racional. Esta consigna del olvido metódico: a. Lo que se ha publicado en una lengua distinta del inglés… forget it. b. Lo que se ha publicado en un tipo de texto distinto al del artículo de revista… forget it. c. Lo que no se ha publicado en una de las prestigiosas revistas, x, y, z… forget it. d. Lo que se ha publicado hace aproximadamente más de cinco años… forget it. Solo hay que saber cuáles son esas revistas. Luego, Weinrich confronta a Popper y Kuhn para concluir que de acto de olvido en acto de olvido, la ciencia, que tiene que hacer un uso económico de su memoria, avanza hacia otros conocimientos que, por suerte, son también mejores. Lo memorable del olvido de la ciencia son las invenciones técnicas, cuyas exigencias regulan con dos reglas la “corriente principal” (mainstream): a. Sigue la corriente principal de la investigación, puedes olvidarte de todo lo demás. b. Puedes olvidarte de la corriente principal de la investigación que todos siguen. 16


Tercera Sería difícil trasladar el “oblivionismo” de la ciencia al campo del psicoanálisis, sin eliminar el componente histórico en que se constituyen los objetos de goce. El olvido de la ciencia se vuelve memorable en la técnica; el olvido del sujeto encuentra su memoria en las cicatrices que el goce deja en su cuerpo viviente. El psicoanálisis no puede olvidar las muchas lenguas que existen ni, como dice Weinrich para las ciencias humanas en general, puede olvidar los tipos y géneros de textos, ni que lo clásico puede volver a la actualidad, como lo ha mostrado con particular insistencia la enseñanza de Jacques Lacan. En palabras de Weinrich, lo más sublime como lo más trivial, incluso el olvido, puede de pronto ser objeto de investigación. Tanto Sigmund Freud como Jacques Lacan conjugaron el olvido y la memoria; el primero mediante su teoría de la sublimación, el segundo en la diferencia entre Tyché y Automaton, así como en la retroacción que dispone el pasado en función de un deseo presente. Religión, ciencia, “humanidades”: esta tripartición parece disolverse en la actualidad, sin que sepamos si el psicoanálisis está en lo que resiste en nombre de un texto sagrado, si se dirige a un nuevo saber o si cultiva algo del “gusto” que transporta el lenguaje.

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Derivas analíticas del siglo Ensayos y errores

Germán García Apuntar al pasado con vistas al porvenir, tal es uno de los objetivos del análisis. Germán García interroga la formación del analista y la situación del psicoanálisis actual. No teme dialogar con la Iglesia ni con la universidad, recuerda que no solo son resistencias las que el psicoanálisis produce en la cultura y destaca el gusto que el psicoanálisis también produce en la época. En el mismo instante en que el lector logra descifrar el mensaje que le está dirigido, se encontrará con que el libro “desconcierta e ilumina”; y cuando las palabras se desplacen y tengamos la sensación de no entender nada, apostemos –como Nietzsche, como Freud y como García– a que lo que ocurrirá con ese desplazamiento es “la subversión de todos los valores”. Derivas analíticas del siglo. Ensayos y errores está compuesto por diez textos independientes. Sin embargo, la lectura demostrará que de algún modo todos están enlazados; y lo están, en principio, por las referencias que se retoman, se cruzan y se vuelven a encontrar para dilucidar el tema del que se trate en cada ocasión.

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