El adolescente actual Nociones clĂnicas
PASAJE 865/
Serie Tyché Directora: Damasia Amadeo de Freda Amadeo de Freda, Damasia El adolescente actual: nociones clínicas. 1a edición - San Martín: Universidad Nacional de Gral. San Martín. UNSAM EDITA; Fundación CIPAC, 2015. 128 pp. ; 21x15 cm. (Tyché / Damasia Amadeo de Freda) ISBN 978-987-1435-91-3
1. Psicoanálisis. 2. Adolescencia. I. Título CDD 150.195
1a edición, abril de 2015 © 2015 Damasia Amadeo de Freda © 2015 UNSAM EDITA de Universidad Nacional de San Martín © 2015 Pasaje 865 UNSAM EDITA
Campus Miguelete, Edificio Tornavía Martín de Irigoyen 3100, San Martín (B1650HMK), provincia de Buenos Aires, Argentina unsamedita@unsam.edu.ar www.unsamedita.unsam.edu.ar Pasaje 865 de la Fundación Centro Internacional para el Pensamiento y el Arte Contemporáneo (CIPAC) Teléfono: (54 11) 4300 0531 Humberto Primo 865 (CABA) pasaje865@gmail.com Diseño de interior y tapa: Ángel Vega Edición digital: María Laura Alori Corrección: Wanda Zoberman Ilustración de tapa: Francisco Hugo Freda, Líneas (fragmento), 2013 Se imprimieron 1.000 ejemplares de esta obra durante el mes de abril de 2015 en Altuna Impresores SRL, Doblas 1968, CABA, Argentina. Queda hecho el depósito que dispone la Ley 11.723 Prohibida la reproducción total o parcial, inluyendo fotocopia, sin la autorización expresa de sus editores.
Prólogo por Jacques-Alain Miller
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Introducción
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Capítulo 1
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El adolescente freudiano Capítulo 2
El padre para Freud Capítulo 3
El padre para Lacan Capítulo 4
El psicoanálisis contemporáneo con adolescentes Capítulo 5
Informaciones sobre la adolescencia en los medios de comunicación Capítulo 6
Consideraciones sobre la clínica actual con adolescentes Conclusión
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Anexo: Casos clínicos
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Bibliografía
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PRÓLOGO PARA DAMASIA
He aquí un libro como a mí me gusta. No hay una frase de la autora que no sea clara. Su tema está bien definido: la clínica del adolescente de hoy. Su plan es simple: se sientan las bases, con el adolescente freudiano, el padre en Freud, el padre en Lacan; y se pasa a la época contemporánea. Lo habrán notado: no hay un capítulo sobre “el adolescente lacaniano”. Aplaudo esta ausencia. En efecto, la palabra adolescencia no se encuentra en Lacan. Está el niño, está la muchacha y el muchacho, está el hombre y la mujer, no está el adolescente. Los púberes, sí. Los jóvenes, también. Pero el adolescente, carece de apelación. ¿Qué es la adolescencia? Ninguna definición es unánime. Pero lo que es seguro, en todos los casos, es lo que Freud examina en el último de los Tres ensayos: la pubertad existe, y las metamorfosis biopsicológicas que esta comporta. La pubertad es el terminus a quo de la adolescencia. Tiene una realidad cronológica. El terminus ad quem no la tiene. Si tiene una realidad, es sociológica. Se sabe dónde comienza la adolescencia, no se sabe dónde termina, excepto confiar en lo que dice la sociedad. Y ella misma no lo sabe bien, no dice siempre lo mismo, sus respuestas son diversas, vacilantes, contradictorias, y evolucionan. El contraste con la pubertad no podría ser mayor. Según la tradición, está en todas partes y siempre expresada en ritos de pasaje, cuya estructura es similar: dialéctica y metafórica. Hay un teatro dialéctico donde se suceden pérdida, muerte y renacimiento, es decir, Aufhebung, Operación Fénix. “Las metamorfosis de la pubertad” motivan la metáfora de la pubertad, pero serían nada sin ella, que viene a consagrar la sustitución de la edad adulta a la infancia. El efecto de sentido que emerge ahí tiene la topología del corte. A medida que se alejan de la tradición y se vierten al utilitarismo, las sociedades pierden el sentido de la iniciación, abandonan los rituales, se opacifican, se vuelven confusas. Ahí donde era el rasgo puro separando el antes y el después, eso balbucea. Ahí donde era el corte,
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se abre un intervalo, y ese intervalo es indefinido. Ahí donde era el instante-de-ver de la iniciación, comienza un tiempo-para-comprender que dura y se eterniza. Ese balbuceo, ese intervalo, ese tiempo-paracomprender, es lo que llamamos la adolescencia. ¿Qué es la adolescencia? Es el fracaso de la metáfora de la pubertad. El incumplimiento simbólico de esta metáfora abre a una inflación imaginaria. La adolescencia es la metonimia infernal en la que se precipitan los jóvenes de las sociedades que sustituyeron la tradición por la industria, el reino de la producción-consumición. Antes de la Revolución francesa, la adolescencia, por decirlo así, no existía. Fue una de las conquistas de Occidente. De indígenas, hacer colonizados –fue explícita esa consigna–. Después vino la descolonización. Esa otra consigna fue tácita: de jóvenes adultos, hacer adolescentes. Fue como una colonización interior. La emancipación tarda en llegar. El rito traduce el saber seguro de sí que se supone una sociedad. Sin duda es una niñería, para decirlo como Voltaire, pero operante. Realiza el pasaje a lo público de lo más íntimo de lo privado, cuyo núcleo siempre es, dice Lacan, la cuestión sexual. Integra en el orden simbólico las metamorfosis del cuerpo y de la imagen de sí que determina el real de la vida. El rito hace nudo, nudo de tres, borromeo, de lo real, lo simbólico y lo imaginario. Ese nudo es el que no se hace más, el que se hace mal, el que tarda en hacerse. Constatamos los efectos. A partir de 1929, Bernfeld observaba que la adolescencia tendía a prolongarse. El adolescente de hoy queda suspendido de un futuro líquido, en el sentido de Zygmunt Bauman. El sujeto se estanca frente a muchas opciones, pone a prueba cada una, un poco, aplaza la elección. Las descripciones clínicas contemporáneas convergen sobre este punto: la adolescencia es una prórroga, una procrastinación, el aplazamiento del momento de concluir, la incoherencia de una enunciación sin punto de capitón. Consecuencia 1: la segregación de los adolescentes, cercada por prohibiciones sociales y jurídicas. Consecuencia 2: la constitución de una subcultura, distribuida en contrasociedades, cuya hostilidad va en aumento a medida que se cierra el horizonte de integración de sus miembros. Se efectúa una socialización, pero no en el modo ritualizado de la entrada en la edad adulta: en la égida del rechazo y de la exclusión. Ella da nacimiento a una fraternidad igualitaria, animada por el ideal de una rebelión que aparece como siendo sin causa. La causa está tan ahí que no se la ve: es el plus-de-goce que se esfuerza en librar un 10
saber que no se compone más según las leyes de un orden cerrado. Es en vano, observa Daniel Roy, que la sociedad multiplique las medidas de protección de la adolescencia. La adolescencia es la crisis, hay que proteger a la juventud de la adolescencia. La historia enseña algo: que la adolescencia era desconocida en la antigüedad grecorromana; que la juventud en las sociedades preindustriales no tenía nada que ver con lo que es en la nuestra; que la adolescencia adquiere forma en tiempos del Emilio y de Werther, a partir de la mutación moderna de la relación al saber. En efecto, este había conservado adherencias iniciáticas hasta que el discurso de la ciencia viene a despegarlas, luego a cortarlas. De ahí la obligación escolar impuesta a los jóvenes, la cual inauguró su segregación. Al volverse errático su comportamiento, aquella fue completada, al final del siglo XIX y en el inicio del XX, durante la Segunda Revolución Industrial, con toda una legislación. Desde entonces, los grandes sectores del aparato industrial se consagran a producir para el consumo adolescente, fuertes intereses trabajan para mantener y prolongar el estado de la adolescencia. Hace un siglo que la noción se cristalizó en psicología, y ella domina todavía el tema. La referencia: Adolescence: Its Psychology and Its Relations to Physiology, Anthropology, Sociology, Sex, Crime, Religion and Education, de G. Stanley Hall, a quien incluso Freud debió el conocer el Nuevo Mundo. Pero su viaje a la Clark University tuvo lugar en 1909, y el libro es de 1904. No fue escrito bajo la influencia del maestro de Viena, sino bajo la del maestro de Jena, Ernest Haeckel, quien se ha ganado hoy la reputación de “padre de la ecología”. Su teoría de la recapitulación, variante de la Gran Cadena de los Seres repintada con los colores de Darwin, dominó la psicología de su tiempo y no dejó indiferente ni al mismo Freud. Una frase célebre la resume: “la ontogénesis recapitula la filogénesis”. Un organismo era capaz, en el curso de su desarrollo, de volver a pasar por los estadios que habían recorrido sus ancestros lejanos. Hall sacó de ahí la idea de hacer de la adolescencia una edad salvaje de la humanidad impregnada de Sturm und Drang. Es el manantial de la psicología hollywoodense del adolescente, rebelde indomable, esclavo de sus pulsiones, ilustrado por James Dean en la película de Nicholas Ray, Rebelde sin causa. Pertenece al orden de las cosas que sea otro psicólogo norteamericano quien dirija hoy una campaña inspirada, informada y espiritual, en el sentido de Wit, para terminar con el mito de la adolescencia. Se trata de un antiguo jefe de redacción de Psychology Today, Robert Epstein. Él demuestra con ejemplos considerables que los teens pueden pensar, amar, pelearse, crear, ser 11
responsables. Ofrece 14 tips a los padres, para descubrir the inner adult in your teen. Alega a la Biblia como prueba. Todo esto puede causar risa en los latinos, menos aficionados al Think Positive. Pero Lacan no está lejos, atento como estaba a los signos de “la intromisión del adulto” en el joven. Nunca infantilizar al joven, ni al niño. Más bien, “adultizarlo”, dirigirse al adulto que hay en él, apostar a que no demanda más que tomar la palabra. Mi nieta Gabrielle, que tiene siete años, me decía hoy que no, que ella no creía más que fueran los conejos quienes escondían los huevos de chocolate en el jardín de Guitrancourt. Y que también se había dado cuenta de que los regalos de Papá Noel provenían de la familia. La conclusión que sacó fue que probablemente ella iba a hacer como sus padres cuando tuviera hijos. Jacques-Alain Miller Domingo de Pascuas, 5 de abril de 2015
Nota bene 1 Hice algunas consideraciones sobre la adolescencia en el cierre de de la 3a Jornada de estudios del Institut de l´Enfant (Université JacquesLacan), el 21 de marzo último. 2 Recomiendo el libro witty y bien orientado de Robert Epstein, Teen 2.0. California Quill Driver Books, 2010 (1a ed. The Case against Adolescence, 2007). 3 Entre los historiadores, le doy un lugar aparte a Philippe Ariès, quien fue el editor de L´Histoire de la folie, 1962, de Foucault, y el autor de un libro de franqueamiento, L´enfant et la vie familiale sous l´Ancien Régime, 1960. Uno de sus alumnos, David Le Breton, le dio hace dos años Une brève histoire de l´adolescence a la edición de Jean-Claude Béhar. Señalo también, una obra más antigua de Marc Kleijwegt, Ancient Youth: The Ambiguity and the Absence of Adolescence in Greco-Roman Society. Amsterdam, J.C. Gieben, 1991. 4 En ciencias humanas, no olvidemos a Van Gennep, el inventor del término, Les rites de passage: étude systématique des rites. Paris, E. Nourry, 1909; reed. Picard, 1981. No podemos no recordar el tan célebre Coming of age in Samoa, de Margareth Mead, 1928, adulado, discutido, invalidado, y el muy discreto L´Adolescence n´existe pas. Histoire des 12
tribulations d´un artífice. Paris, Editions Universitaires, 1990. Jacqueline Duvernay Bolens, del Laboratorio de Antropología Social, le dio en 2001 a la revista Topique 75 un artículo para leer sobre “La théorie de la récapitulation de Haeckel à Freud” (http://www.cairn.info/revue-topique-2001-2-page-13.htm); ella enumera ahí las hipótesis filogenéticas de Freud, y las discute en términos que no omiten el aporte de Lacan. 5 Según Wikipedia, el bello título de la película de N. Ray, Rebelde sin causa, fue sacado del libro del psiquiatra Robert M. Lindner, Rebel Without a Cause: The Hypnoanalysis of a Criminal Psychopath, 1944, en tanto que el libreto no tenía ninguna relación. Traducción: Damasia Amadeo de Freda
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Introducción1
Comenzar por la clínica, por las novedades que ella nos proporciona, por lo que nos enseña el encuentro con el síntoma que nos trae un paciente, es el mejor método de investigación para el psicoanálisis. Los adolescentes fueron y siguen siendo una fuente de novedad para el psicoanálisis. ¿Qué observamos hoy? Cuando el adolescente consulta, en general no es por su propia iniciativa. Ellos no saben muy bien por qué están frente a un psicoanalista. A tal punto es así –como lo hemos constatado muchas veces– que la dificultad para establecer la transferencia es muy frecuente. Es muy usual también escucharlos decir que están ahí porque se los imponen sus padres, sus profesores, en fin, los adultos. Consideramos que ese “no saber por qué” es el reflejo de una “desorientación” mucho más generalizada sobre la cual indagaremos en este trabajo. Freud se ocupó particularmente de los adolescentes, con el fin de poner de relieve los avatares del Edipo y sus consecuencias, tanto en el niño como en la niña. A esa etapa de la vida la caracteriza como un momento de pasaje que se manifiesta en un cierto rechazo a la figura del padre, acompañado de un deseo de separarse de él. Dicha separación, o dicha rebeldía del adolescente, se inscribe dentro de lo que Freud consideró como un homenaje inicial al padre, un homenaje a la significación proveniente del Otro paterno; un cierto homenaje a lo heredado, que es aquello de lo cual el adolescente quiere deshacerse. Se trata de una rebeldía alrededor de un cierto orden constituido que llamaremos “rebeldía dentro del Edipo”. Por lo tanto, una rebeldía orientada. Es lo contrario de lo que observamos en la clínica actual y que nos permitiremos llamar “una rebeldía dentro de la desorientación”; 1 Este libro es una adaptación de la tesis de maestría en Clínica psicoanalítica, de la UNSAM, titulada “Consideraciones clínicas sobre el adolescente actual" y defendida en 2014.
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una rebeldía fuera del Otro, cuyo caso más extremo lo representa el hikikomori 2 en los japoneses. Dicho fenómeno pone de relieve la idea de existir sin el Otro, sin el cuerpo del Otro, para tener como partenaire a los productos del progreso de la ciencia, es decir, un partenaire sin cuerpo. La operación edípica le permite a Freud destacar los movimientos de la sexualidad así como la elección de la posición sexual masculina o femenina. En ese sentido, la sexualidad de los adolescentes no es independiente del pasaje por el complejo de Edipo. La clínica de hoy nos presenta otra cosa. En los casos observados, se trata más bien de una desorientación sexual particularmente marcada, en la cual cambiar de posición sexual –sobre todo en las mujeres– es muy frecuente. Ya no se trata tanto de heterosexualidad o de homosexualidad, sino de “dónde me siento bien y dónde me siento mal”. En estas nuevas manifestaciones de la sexualidad, la satisfacción sustituye a la posición. Estas idas y vueltas de la sexualidad están acompañadas de un ideal de satisfacción que no se corresponde con las identificaciones que el ideal proveía en la época de Freud. La clínica actual nos permite poner de relieve un pasaje que va de una reducción de la importancia de la significación edípica a nuevas formas de la subjetividad. En los adolescentes dicho movimiento se hace más evidente, porque es propio de ellos atravesar una etapa de “incertidumbre”. El adolescente freudiano sabe lo que quiere: quiere sacarse al padre de encima, aunque en ese camino lo que realmente encuentre sean las figuras sustitutivas del padre. El adolescente lacaniano no se presenta de la misma manera: él es más bien el que “se despierta” o el que tiene que “hacerse un padre”, un padre a la altura misma de su fracaso. Para poner de relieve la idea de que el adolescente concebido por Freud no se corresponde totalmente con el concebido por Lacan, especialmente el que se desprende de su última enseñanza, nos proponemos recorrer las nociones de Freud sobre la adolescencia y su articulador central: el padre y, luego, recorreremos la noción del padre en la enseñanza de Lacan. Pero el objetivo de nuestro trabajo no se reduce a mostrar dichas diferencias, sino que apuntamos a poder dar una cierta noción de las 2 Literalmente, “apartarse, estar recluido”, “aislamiento social agudo”. Es un término japonés para referirse al fenómeno social de las personas apartadas que han escogido abandonar la vida social, a menudo buscando grados extremos de aislamiento y confinamiento, debido a varios factores personales y sociales.
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consecuencias clínicas que aquellas comportan. Es decir, nos proponemos poder dar una cierta idea de lo que puede hacer el psicoanálisis hoy en día, por un adolescente que ya no se presenta más como el adolescente freudiano.
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El adolescente actual Nociones clínicas
Damasia Amadeo de Freda “He aquí un libro como a mí me gusta. No hay una frase de la autora que no sea clara. Su tema está bien definido: la clínica del adolescente de hoy. Su plan es simple: se sientan las bases, con el adolescente freudiano, el padre en Freud, el padre en Lacan; y se pasa a la época contemporánea. Lo habrán notado: no hay un capítulo sobre “el adolescente lacaniano”. Aplaudo esta ausencia. En efecto, la palabra adolescencia no se encuentra en Lacan. Está el niño, está la muchacha y el muchacho, está el hombre y la mujer, no está el adolescente. Los púberes, sí. Los jóvenes, también. Pero el adolescente, carece de apelación”.
Jacques-Alain Miller (extracto del prólogo)
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