Roberto Ágreda Maldonado DOS NIÑOS EN LA INCERTIDUMBRE
Novela
Primera edición física octubre 2016 Talleres Gráficos “Kipus” Primera edición digital, 12 de septiembre de 2021 @ Autor y editor Roberto Ágreda Maldonado Paspresidente UPEQ Biblioteca Celestino Ágreda Chacón Depósito Legal Nº:2-14306-16 Tapa: depositphotos Fuente: https://www.google.com.bo/search?q=im%C3%A1genes+de+do s+ni%C3%B1os+en+caminos&sxsrf= Consultado 4/sep/2021 Está permitida la reproducción parcial o total para su lectura, investigación y realizar exposiciones culturales siempre y cuando se citen al autor, y no se lucre con ello. Para otros fines, quedan reservados los derechos de autor y propiedad intelectual del libro y bajo las sanciones establecidas por las leyes penales correspondientes. Teléfono 591 4361539. Celular y WhatsApp 70736520 correo electrónico: robertoagreda@gmail.com
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DEDICATORIA: A todos los niños pobres del mundo.
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AGRADECIMIENTOS ESPECIALES: A los escritores. A nuestros seres queridos.
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LEVANTARSE Y SEGUIR ERGUIDO EN LA NOVELA DOS NÑOS EN LA INCERTIDUMBRE Meliana Rodo Pineda1 Terminé de leer la novela y la verdad fue muy grato leerla, me gustó mucho la temática y la forma de abordarla, primero porque es emotiva y conmovedora, las vivencias de esos niños y el recuerdo de los lugares en que crecieron le invitan a uno a rememorar y a revivir su propia infancia y a reflexionar sobre los momentos tristes y alegres que inevitablemente forman parte de la historia de cada ser humano. Al leer la novela, uno experimenta ternura con matices de tristeza que sensibilizan el corazón y los conmueven y al mismo tiempo inspira admiración por los valores de lucha y el amor fraternal entre los personales que es la esencia que los mantiene fuertes y unidos. Es muy valioso el mensaje que nos transmiten los protagonistas: el de superación, de vencer obstáculos, de creer en uno mismo y luchar por un ideal y mantenerse firme y dispuesto a pesar de las dificultades. Con el ejemplo de la vida de los personajes, está demostrado que, por más doloroso que haya sido el pasado o por más dura que sea la realidad, siempre es posible salir adelante y labrarse un futuro prometedor tomando como emblema las cosas buenas del pasado y descartando las experiencias negativas, para evitar que estas eclipsen la felicidad que todo ser humano merece. El mensaje es contundente, querer es poder, y está en cada persona la decisión de levantarse y continuar erguido, o dejarse abrumar
Poetisa y narradora nacida en Oruro que residió en Cochabamba y luego en Santa Cruz. Fue integrante de la asociación Escritores Unidos (ESUN). Autora de varios libros importantes en el género lírico, entre ellos los libros de poesía: Abril en sol dormido (2010) y De oro y rubí (2016). 1
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por el pasado y estancarse buscando culpables para justificar la infelicidad. Las malas experiencias nos pueden hundir y paralizar, o, por el contrario, pueden servir como una fuente de motivación para salir adelante, para demostrarle al mundo lo valioso que somos, tal como le pasó a Manuel.
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COMPLEMENTARIEDAD DE LA REALIDAD Y LA FICCIÓN Celso Montaño Balderrama2
Los seres humanos somos hijos de las grandes decisiones, pase lo que pase. Por esto el libro, testigo del tiempo hace pasear a los lectores por múltiples universos: 1. El universo recreador del lector. 2. El universo fecundo de los escritores. 3. El planeta que habitamos. 4. Los millones y millones de universos que rodean nuestro universo. 5. El universo de la realidad y la ficción, a la misma velocidad y por los mismos lugares, al mismo tiempo. Roberto Ágreda Maldonado Ph. D., autor de la novela boliviana con raíces quillacolleñas, “Dos niños en la incertidumbre”, lector voraz que tiene respetable biblioteca, explica el amor por los libros diciendo, leo libros donde me encuentro. Desde luego, leer libros es un hermoso sueño que permite disfrutar el invento más fantástico del ser humano; insospechado transporte democrático que democratiza a los lectores acortando enormes distancias. La novela “Dos niños en la incertidumbre”, demuestra que los libros tienen tal magia y encanto, que para los lectores voraces es inimaginable vivir sin leer libros. Los imprevistos del nacimiento, los sinsabores de los recuerdos, la soledad, la angustia, las caídas, los triunfos, los éxitos, el grito rebelde de la canción, RESISTE, RESISTE, RESISTE, volver a vivir, volver a la tierra natal, infortunios del escritor, comidas, bebidas, fiestas, muertes, valores e ideales, las provincias, las ciudades cosmopolitas, las idas y
Narrador, ensayista y poeta. Ganador del concurso de cuentos carrera de Literatura de la Universidad Mayor de San Simón y Franz Tamayo del municipio de La Paz, Bolivia. Ganador del concurso de novela “Marcelo Quiroga Santa Cruz”. 2
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vueltas de la imaginación creadora, la conjetura del tiempo, los días que vendrán impulsados por la potencia creadora. El mundo se agita moviéndonos el piso con aires de mago itinerante. Los padres Luís y María Jazmín, los hermanos Marilyn, el primo Rogelio, el espacio geográfico de verde encendido de los ríos Khora 1 y Khora 2, un solo río que los niños en su imaginario creen que son dos. El espacio geográfico múltiple que se expande por Vinto, Quillacollo, Cochabamba, Bolivia y el mundo, del brazo del amor, el dolor, la esperanza y la extensa soledad de la infancia. Se cita el contenido del libro: “Vinto, lugar mágico, recodo de encanto donde la realidad era fantasía y la fantasía realidad”. “(…) La intensidad de la curva iluminada y coloreada hacía reír a los chicos que complacidos se hacían creyentes de dioses, seres de barro y de sol, a la orilla de uno de los ríos más extensos de Vinto, el Khora que era uno y se hizo dos para los dos hermanos Marilyn y Manuel”. Jorge Luís Borges, escritor latinoamericano universal, dijo: 1. “De lo único que me arrepiento es de no haber sido feliz”. 2. “De lo único que me arrepiento es de no haber escrito una novela”. Roberto Ágreda Maldonado, habituado a tomar grandes decisiones, para no ser infeliz y arrepentirse, escribe la novela “Dos niños en la incertidumbre”. El poeta de la vida y la amistad, tiene cerca de cien libros publicados entre obras personales y colectivas: Poesía, cuento, novela, ensayos, crítica literaria, obras académicas, obras colectivas. Camina con resulta determinación en calidad de conferencista nacional e internacional, editor de libros físicos y editor de libros virtuales. El que sabe, sabe y el que lee mucho, enseña con el ejemplo.
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La historia de la humanidad parece estar hecha de tiempos homéricos, donde sobreviven los héroes cotidianos forjados en la lucha dura, persistente, donde la realidad tiene las puertas y ventanas abiertas a la ficción y la ficción, tiene las puertas y ventanas abiertas a la realidad, según el recto pensamiento y el recto razonamiento de los seres humanos portadores de amores y desamores, encantos y desencantos, esperanzas y desesperanzas, valores e ideales. La pregunta inquisitorial, ¿la realidad supera la ficción o la ficción supera a la realidad? Estamos lejos de la narrativa bizantina que discute, ¿cuántos ángeles caben en la punta del alfiler? Abarcando espacios filosóficos, religiosos y literarios, se descubre que la vana discusión inquisitorial no resuelve la dolorosa condición humana. Para dominar las leyes de la incertidumbre que agitan la vida y no caer en la desesperanza y desilusión, necesitamos comprender los mecanismos psicológicos optimistas que mueven la complementariedad de la realidad y la ficción. He aquí el universo de continuo creador en plena construcción de la novela “Dos niños en la incertidumbre”. La indeterminación de la vida siempre en movimiento en un mundo de dudas, temores, angustias, lanza a dos niños hacia una realidad incierta. La realidad agita la vida en un tejido de esperanzas, desesperanzas, valores e ideales combinados, y el tiempo hermano de la esperanza en acción, dirá si la vida es más realidad o ficción. En la cultura y la filosofía eurocéntricas, la solidaridad es unidireccional que viene de los poderosos hacia los pobres y débiles, con aires de filántropos benefactores, con el dinero acumulado con el sudor de la frente del prójimo o la plus valía o la fuerza de trabajo no pagado a los obreros los esclavos modernos. En cambio, en la cultura y la filosofía andina-amazónicas, la
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solidaridad es bidireccional, se manifiesta mediante la ayuda mutua, el esfuerzo compartido entre iguales. Roberto Ágreda Maldonado, en la novela “Dos niños en la incertidumbre”, desarrolla la dramática lucha por la vida, entretejida por el impulso de la naturaleza que lanza a los dos niños siempre adelante y la vida que es impulso de continuo creador, realiza las acrobacias necesarias para la elevación constante de las energías creadoras. Complementariedad, reciprocidad, ayuda mutua, parecen ser la panacea. ¿Cómo sobreviven solos dos niños expuestos a los riesgos de la naturaleza? Desplazarse en el barrio con el padre ausente en el trabajo para ganar el sustento diario y los dos niños, en la lucha cotidiana, el ir y venir a la escuela, resistir los rigores del clima, convivir con las aguas turbias del río y el terror de cruzar el largo puente del ferrocarril sobre el río Khora. Los dos niños se abren camino a brazo partido, forjando una personalidad indomable. La primera gran decisión que define la vida de los dos niños surge con el conflicto entre los esposos: “Si quieres irte, ándate sola, pero a mis hijos no te los vas a llevar nunca”. Los niños pequeños de 4 y 2 años se quedan con el padre y mientras el profesor Luís trabaja en lugares alejados, los pequeños viven solos de lunes a viernes. “Niños sin compañía, con calzados rotos, algunas veces descalzos y con chompas largas como única vestimenta”. No todo es color rosa en la infancia, en la vida de muchos niños se impone el color gris: “En otra oportunidad Marilyn y Manuel que jugaban a orillas del río Khora, mientras nadaban y hacían ollitas de arena y barro, (…)”. El agua del río arrastra al niño, la niña hace esfuerzos desesperados por recuperar al hermano y ella misma, es arrastrada por las aguas del río y así, Manuel aparece y desaparece, traga y bota agua para no ahogarse. Duros y dolorosos momentos 10
de los niños en las aguas del río Khora, hasta que salen de las aguas del río, vivos y triunfantes. La novela “Dos niños en la incertidumbre”, de Roberto Ágreda Maldonado, es de singular importancia en la historia literaria del Valle Bajo, del Valle Alto y Bolivia. Describe paisajes del universo próximo y del universo lejano. La novela boliviana psicosocial de raíces quillacolleñas, pinta al boliviano migrante, soñador y conquistador de sus sueños, los valores familiares enaltecedores, la resistencia tenaz de la niña y del niño, la potencia creadora de la mujer y del hombre, enfrentados con la realidad, navegando en la nave de la esperanza sostenida. Recordemos la primera gran decisión que nace del conflicto entre los esposos: “Si quieres irte, ándate sola, pero a mis hijos no te los vas a llevar nunca”. Lo que marcará profundamente la vida de los dos niños en los acontecimientos del futuro. La segunda gran decisión que determina la vida de los dos niños sucede en la ciudad de La Paz: “Concluyó el tiempo de la espera. Había una fila para subir al bus de regreso a Cochabamba. En ese momento, juró que jamás dejaría a sus hijos. Pase lo que pase. Resolvió que los iba a cuidar, alimentar, educar hasta que salieran profesionales, todo esto como una decisión definitiva que no admite reconsideración. Subieron a la flota y está partió rumbo a Cochabamba”. La tercera gran decisión en la vida de los dos niños es fruto de la dura lucha en medio de la incertidumbre: “Todos los seres humanos tienen algo que contar y siempre es diferente. Porque todos los seres humanos somos únicos, originales e irrepetibles, aunque nazcamos en un mismo lugar, seamos gemelos, mellizos. Sin importar si la vida es traumática, torturante, que al final, mirando el producto, vale la pena vivir la vida”. Es el mensaje 11
optimista del escritor o la resuelta determinación a favor de un mundo mejor. Nadie es feliz acariciando la bolsa de dinero acumulado con el sudor de la frente del prójimo. Somos felices porque descubrimos que nos une el dolor humano. De otro modo, los sabios egoístas serán horneados de a pares y de a medias docenas a la vez.
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CAPÍTULO 1 EL RETORNO Rogelio deja de hablar solo, está junto a su maleta. Revisa si tiene el boleto de avión a Italia. Luego de buscar desesperadamente, lo encuentra. Sonríe. De Quillacollo, toma un taxi hasta el aeropuerto de Cochabamba. Paga el pasaje caro, pero no importa, se dice. Camina para internarse en la estación aeroportuaria inmensa, bella y magnetizante con varias entradas. Hay guardias de la aviación que vigilan, controlan y guían a los turistas. Pasa, camina el piso limpio con colores bellos. Ve cafés, tiendas comerciales, una rara y sola librería. Sube y baja como los niños en las gradas mecánicas para jugar un instante con su cuerpo algo cansado. Luego se dirige al lugar de registro y comprobación de boleto de vuelo. Regresa a las tiendas. Visita con desesperación la librería. En una vitrina un libro le seduce. Lee y dice, es una novela que titula: Volver a vivir, volver a morir, con una imagen de dos niños descalzos, de espaldas al paraíso. Se dice, son mis primos. Se compra el libro inmediatamente. Hace fila para revisiones y comprobaciones de documentos de vuelo. Llega la hora de partir, ingresa en el avión. La azafata llama a los pasajeros del avión que tomará Rogelio. Él ingresa, ubica su asiento junto a otros. Se ajusta el cinturón de seguridad y lee con una voracidad infinita el libro adquirido. —“Esta novela es la historia de dos niños que, luego de luchas intensas contra la muerte, se realizaron, hoy, ellos son profesionales y, como en un espacio encantado ha renacido 13
un ser querido que vivirá de nuevo para contar la historia que vivieron. Cada cierto tiempo, esos hermanos, a pesar de vivir cada uno en latitudes distintas, regresan al lugar de nacimiento y buscan a esos dos niños de ayer, tal vez tratando de sanar los dolores de sus almas, sus esencias de identidad, buscando superar la sensación de abandono, desamparo, soledad, orfandad de amor y abrigo, sin conseguir hacerlo por completo. Luego de infructuosas búsquedas, retornan al lugar de su residencia respectiva con el vacío aún presente para seguir construyendo sueños junto a su familia. Así pasarán los años. Los seres humanos mencionados tienen el ideal de encontrar a esos dos niños de ayer y darles lo que les faltaba, alimento, compañía, alegría y afecto. Los amigos de barrio, cuando ellos llegan, unos los reciben con alegría, otros con algo de enfado y otros ni los reconocen; reacciones que no desaniman a los visitantes de esa región mágica, continúan año tras año visitando el lugar donde crecieron con muchas falencias, pero rodeados por el cariño paterno. Ellos juran regresar a Vinto, hasta el último día de sus vidas. Tal vez sea ese día que al fin encuentren a esos niños que buscan, y se den cuenta de que esos niños, son ellos mismos”. Después de esto, con más emoción busca algo, hojea, antes de que el avión dé tumbos y le impida leer. Frente a los pasajeros, las azafatas se alistan para explicarles qué deben hacer en caso de emergencias: los cinturones de seguridad, el aire, las puertas de salida, etc. Rogelio halla en la novela una misiva, que le llama la atención y la lee con arrebato, como si de ello dependiera no solo el viaje, sino la vida que le restaba vivir: Hola hermanito:
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Anoche Jorge me avisó de que enviaste tu novela para leerla. La leí todo el día, llorando. Te envío algunas sugerencias para que las tomes en cuenta; están pintadas de amarillo. Vuelve a leerla con las sugerencias, deja que salga en forma natural tu vivencia, no sigas un formato. Está muy bien la novela, muy emotiva. Creo que aún no hemos podido superar el dolor vivido, espero que esta novela nos ayude a hacerlo emocionalmente para poder enterrarlo y solo recordar lo bueno de la vida, lo gratificante, lo que nos ayude a crecer como seres humanos. Quiero que sepas que eres mi hermano querido, que hasta ahora, aunque teniéndote lejos, siento que no estoy sola, especialmente en los momentos de angustia. Aunque no sepas, busca ser mejor; en algunas ocasiones eres torpe, no eres cariñoso, intenta ser suave con tus palabras; te falta paciencia y lastimas a los que te queremos mucho incluyendo a mis tres mosqueteros. En este momento que nos toca vivir, debemos darnos la vuelta para mirar a nuestros seres queridos que nos necesitan y darles más tiempo, cariño y protección para que no sufran como nosotros. Si cometen equivocaciones hay que corregirles con cariño, sin reprochar ni censurarlos; la sociedad ya lo hace ¿Para qué aumentarles más recriminaciones? La felicidad está en los pequeños momentos diarios disfrutando de ellos, darles lo que nos hubiera gustado recibir en nuestros años de infancia. Ellos dependen de nosotros, están indefensos, dediquémosles más tiempo sin renegar, con toda la paciencia y el amor que les debemos. Reflejémonos en ellos y no busquemos afuera lo que nos falta; tenemos a nuestros retoños. Un gran abrazo hermanito Cuídate mucho, besos a mis mosqueteritos Marylin 15
Termina de leer y se duerme como un niño feliz en brazos de su madre, para volver a vivir, para volver a morir como en una dialéctica de formación constante de la materia-pensamiento que se enciende y se apaga como el fuego del sol, en los sistemas solares de los universos y de los multiversos. La imagen de Rogelio, en el avión en pleno vuelo, se hace nube y se disipa lentamente hasta desaparecer.
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CAPÍTULO 2 EL RECUERDO
Rogelio de Italia llega a Bolivia, luego de muchos años de ausencia en su tierra. Ve muchas reformas en Cochabamba y en Quillacollo. Sin embargo, también observa que hay algunas cosas que no han cambiado, como la tierra bella, la explotación, los tránsfugas y los problemas políticos de siempre. Sus padres murieron, sus hermanos se han repartido todos los bienes; pero él ya no tiene nada. No sufre. Desde siempre está preparado para los infortunios. Ha conseguido una morada provisional. Al salir a pasear se ha encontrado con amigos y parientes, quienes le han pedido su número de celular para invitarlo a alguna fiesta o encuentro casual. No han pasado muchas horas, hasta que un pariente lo llama para comunicarle que ha muerto un primo suyo, a quien recuerda. Se dice a sí mismo, “debo ir”. Luego de ponerse una ropa adecuada, sale de la residencial “El Retorno” y se dirige a la acera noroeste de la Plaza Bolívar de Quillacollo, sube en un trufi con destino a Vinto, se acomoda en el asiento derecho junto a la ventana, se deja acariciar por la brisa de la mañana y recuerda lo que vivió en esa región hace treinta años. Luego de unos minutos llega a Vinto, cerca de San Jorge, en el kilómetro 20 más o menos, carretera Albina Patiño; ahí está la casa de sus tíos. Ya en el lugar, pide que se detenga el trufi. Baja del motorizado. Mira al norte, donde están “los árboles más bellos, todas las flores más resplandecientes, la infancia está allá, los colores, los olores, el tacto, los sonidos, las hojas, el bosque, el agua, el aire...”, todo lo 17
que dice, parece un fragmento del marqués de Sade, citado por Philippe, en Sade en el tiempo. Es bello y ajeno, pero también es suyo, es su niñez, la niñez que, de repente, quiere recobrar. Mira a ambos lados de la avenida, y cuando ve que no hay peligro, cruza para llegar a la casa de su tía Emiliana. Antes de ingresar, discurre y compara Italia con Vinto, sin encontrar nada que comparar porque todo es distinto. Y se acuerda de la historia de un alemán, un tal Fritz que decidió casarse en Totora y vivir en Bolivia, luego de 30 años de trabajar disciplinadamente en su país; y decidió invertir en una maravillosa hacienda en Huata, en vez de disfrutar sin sobresaltos de su jubilación en Bonn, y con el siguiente argumento: “Porque acá tengo los cuatro tesoros del siglo XXI: agua, aire, silencio y espacio”. Esa razón le pareció muy válida. En la casa de sus tíos, ve luces azules, negras, arreglos florales. Gente que llora. Allegados que conversan. Dejan escapar sonidos parecidos al de un colmenar. En fracciones de segundos recuerda a sus primos y se ve con ellos cuando jugaban y peleaban en el pasado. Deja sus pensamientos para otro momento. Ingresa en el velatorio, al paso que le saludan y comentan, es él, el que jugaba en el tiempo de la infancia, la niñez, la adolescencia y haciendo locuras con el fallecido. “Pero dejemos que descanse en paz el muerto” dice otro. Y la gente se persigna. Él saluda ceremoniosamente, hasta llegar donde está su tía, al lado del féretro. La abraza dándole el pésame a ella y a los otros dolientes. Luego, se acerca al féretro, mira al muerto dentro del cajón, por la ventanilla. Después se sienta pensativo.
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De repente recuerda que el difunto, además de tener una madre tiene un padre. Piensa ir a su encuentro, Recapacita: él seguramente está más dolido que ellos. En esa habitación, le dan té con té, coca y lejía. Entonces, dándose valor, va a lo del tío Raúl. Pasa el espectáculo tétrico de todo velatorio con personas que lloran lo irremediable, el muerto no puede volver a la vida. Recorre varias habitaciones como en una colmena, llega a una terminal, un dormitorio; ve a su tío echado, sin poder comprender qué ha pasado, cómo su hijo ha muerto, tan joven; lo peor, antes que él. Un dolor que cualquier patriarca no quisiera sentir jamás. Él que pensaba que su hijo le enterraría y ha sido al revés. Ve la cama y a un hombre que envejecía más con las lágrimas torrenciales en sus ojos que lo mojaban todo. Luego de hablar del fallecido, Rogelio recuerda la infancia de otros primos, de Marilyn y Manuel, de quienes en repetidas ocasiones habló y escuchó hablar tanto en una farra algunos años atrás, como en las otras ocasiones cuando volvió a Bolivia. Comprendió la necesidad de conocer más, era como la búsqueda de aquella luz, ese fuego que devora; ese paisaje gris que rodea, este dolor por una sola idea. Siente que era como si quisiera recordar su propia infancia, luego de tantos años transcurridos, cuatro largas décadas, aproximadamente. Ya no puede más, quiere preguntar; pero observa al tío junto a uno de sus otros hijos llorando por la gran pérdida, opta por consolarlo y darle aliento para que él siga viviendo y descanse. Se despide y el tío le dice: ——No te vayas, vela a mi hijo por mí. Rogelio sale del cuarto y se acomoda donde varios amigos y parientes le llaman; le dan montones de coca, lejía y té con té, chicha y hasta le ofrecen infusión de hojas de coca, más conocido como mate de coca. Él, pensativo, acepta y lo sorbe como un autómata, respondiendo a lo que le preguntan de cuándo ha 19
llegado, cómo es Italia, si conoció Venecia y lo clásico, cuándo retornará a ese país, y cuándo va a volver a Bolivia; de nuevo, hasta el cansancio. Pasan unas horas y de pronto, ve acercarse a su tía Emiliana, quien le agradece la visita por doble partida; una, por regresar a Bolivia y dos, por su presencia en el velatorio, demostrando que no se ha olvidado de sus seres queridos. La tía no se va. Se queda contando la vida arrebatada y confusa de su hijo, las varias mujeres que tuvo, la pasión por el juego, de la poca atención que ponía en los trabajos que conseguía, de la casa de sus padres y hasta la rara situación de haberse casado, sentando cabeza en parte porque, a pesar de tener esposa, hijos y trabajo, se dedicó casi por entero en Bolivia y en Argentina, a consumir cerveza, vino o la bebida alcohólica que encontraba a su paso, cada vez más, hasta concebir que ese día que tomaba, era el último día de su vida. Agota el tema. Alternando con agradecimientos a las personas que intempestivamente se aproximan a expresar sus sentimientos de pésame, sigue contando todo lo que se le ocurre y de pronto habla de la familia de sus primos. —Luis y su esposa, María Jazmín. Una pareja difícil. Luis, hombre sencillo, carismático y galante de escasos recursos económicos y María Jazmín, mujer hermosa de cabellera larga, sencilla y cariñosa, hija de una familia de terratenientes, que tenían pongos y caballos en sus haciendas. Luego de ser raptada por Luis, se casaron, pero vivieron pocos años juntos. De esa relación nacieron dos niños; primero una niña, a quien la pusieron el nombre de Marilyn. Poco tiempo después nació el segundo hijo, a quien le llamaron Manuel. El gran ángel protector de esos niños fue don Constancio, El Cuntaro, de ¿Cuántas muertes no les ha salvado a esos niños?, es realmente sorprendente.
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Mientras cuenta todo esto, vienen las hijas de doña Emiliana y se la llevan. Rogelio se queda levemente dormido. Un mensaje de su celular lo despierta. Le parece la letra de un tema que interpretaba el Dúo Dinámico y otros grupos electrónicos musicales, y lee: Cuando pierdas todas las partidas... Cuando duermas con la soledad… Cuando se te cierren todas las salidas y la noche no te deje en paz, RESISTE. Cuando sientas miedo del silencio… Cuando los vientos de la vida soplen muy fuerte… Cuando te cueste mantenerte en pie y los recuerdos se rebelen poniéndote contra la pared, RESISTE. Resiste erguido frente a todos y todo. Hazte de hierro para endurecer tu piel y ser como el junco que se dobla, pero jamás se quiebra. Soporta con naturalidad golpes y reveses para continuar ahí. Aunque los sueños se te rompan en mil pedazos, NO TE CANSES DE RESISTIR… Cuando el mundo pierda toda su magia… Cuando el enemigo seas tú mismo… Cuando te apuñale la nostalgia y no reconozca ni tu propia voz, RESISTE. Cuando te amenace la locura… Cuando tu moneda salga cruz… cuando el Diablo te pase la factura… o si alguna vez te falta el amor, RESISTE, RESISTE Y RESISTE. Termina de ojear y no sabe quién le manda este mensaje, y pregunta por medio del mismo celular y recibe por respuesta asteriscos indescifrables. Llora largamente y en silencio, con pequeños balbuceos, y luego termina dormido sosegadamente.
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CAPÍTULO 3 EL NACIMIENTO
Se observaban algunos eucaliptos, molles y sauces llorones que hacían una especie de muralla de una institución educativa rural. Tres cuartos provisionales por escuela; la dirección y dos aulas. Dos profesores dictaban clases en aulas contiguas. De veinte a veinticinco niños quechuas por cada curso, quienes se callaban para escuchar a su profesor; pero luego, en un momento de descuido de cualquiera de los profesores, estallaban en conversaciones imparables en su idioma. De pronto, sonó la campana del recreo que era un riel, con un hierro que hacía de martillo. Los niños salían a la carrera de sus asientos de adobe, dejando a su profesor que borraba la pizarra; claro, lo que parecía pizarra. Luego del nuevo toque de campana, los estudiantes ingresaban en el aula. Estos se callaban a ratos para escuchar al profesor que se esforzaba por hablarles en quechua y algo de castellano para hacerles entender la lección y la realización de tareas de profundización del aprendizaje. De pronto, llegó un campesino y le gritó, en quechua, al profesor Lucho, que su esposa estaba sintiendo los dolores que anuncian el parto. El profesor Luis explicó esta emergencia a los estudiantes, delegó al bedel dirigir la tarea a sus demás compañeros, y salió apresurado. Su colega del aula contigua, que sabía del suceso familiar, le despidió con la mano, El profesor rural, en el trayecto de su escuela al cuarto que compartía con su esposa, percibió que el día del parto se acercaba. También mientras daba las clases, se imaginaba a su esposa que se debatía con los dolores del preparto. Lo comprobó al verla en ese 22
estado. Inmediatamente salió de su improvisada habitación y buscó al líder campesino del lugar para solicitarle un caballo como transporte, ya que en ese lugar no había caminos de vehículos motorizados. No pudo conseguir un caballo, solo un jumento para trasladar a su esposa. Se alistó y, ayudado por dos campesinos, subió a su esposa a la espalda del borrico, con los cuidados necesarios. El profesor Luis, junto a dos campesinos del lugar guió al burro a la Caja Nacional de Seguro Social de la ciudad de Cochabamba. El viaje fue toda una odisea, desde la escuela seccional de Santa Rosa de Challa, del núcleo Tiquirpaya de la provincia de Ayopaya hasta, exactamente, el km 5 de la avenida Blanco Galindo de la ruta de Quillacollo-Cochabamba, tránsito que duró muchas horas y la tristeza de los transeúntes que las acompañaban en el camino sinuoso y en declive, escuchando cada cierto tiempo los gemidos de la parturienta. El viento del lugar bramaba, el frío amenazaba congelar a los viajeros. Llegaron a la Caja Nacional de Seguro Social donde nació una niña, para alegría de los padres Luis y María Jazmín. Al poco tiempo de nacer la niña, le pusieron el nombre de Marilyn, según el calendario, quién pocos meses después, enfermó gravemente. Los padres, acongojados, buscaron sanarla a como diera lugar. Cuando estaban a punto de ver morir a su primogénita, recurrieron al consejo de un anciano, quien recomendó darle de beber la leche de burra, que llevó a la parturienta al policlínico. Eso se hizo con presteza, y la pequeña se sanó de milagro. Sin embargo, al parecer esa enfermedad, luego de muchos años, lamentablemente afectó su sistema inmunológico, porque ella sufriría de artritis. Los progenitores, para darle compañía a la pequeña pensaron en un nuevo hijo. El profesor Luis había cumplido muchos años de trabajo sacrificado, cansado ante las vicisitudes y múltiples penurias, puesto que debía caminar muchas leguas para llegar a su 23
fuente de trabajo; solicitó a las autoridades educativas que lo acercaran a Vinto, y así estar junto a su esposa e hija, cerca de los centros de salud para estar atento para cualquier emergencia. Luego de mucha exigencia, lo trasladaron de lugar de trabajo: de la escuela seccional de Santa Rosa de Ayopaya a la escuela Sucre de Tapacarí, casi igual de lejos, a muchas horas de caminata, luego de un viaje en camión. La señora María Jazmín nuevamente se embarazó. Transcurridos varios meses, ella comenzó a notar síntomas del parto que indicaban que el embarazo llegaba a su fin y nuevamente el profesor Luis consiguió un transporte animal que trasladara a la parturienta y tardó horas en llegar a destino ¡Qué terrible fue esa época en que los únicos medios de trasporte, por falta de caminos, eran el burro, el caballo o la mula! Los padres de familia consiguieron una mula para el traslado al hospital. El trinar de un jilguero anunció la llegada al mundo, esta vez de un niño fuerte, a quien se lo nombró Manuel, tomando por referencia a un personaje famoso de revista; no se sabe si en honor al filósofo Manuel Kant, al poeta peruano Manuel Scorza, al luchador mexicano novelesco Manuel Pineda, al poeta Manuel Machado o a los cantantes españoles Joan Manuel Serrat y Víctor Manuel. Los padres, felices, festejaron con sonrisas, esperanzas y sueños al nuevo ser. En los momentos en que podían, cada uno de los cónyuges, miraba al niño moverse. El primer día el bebé estuvo sin abrir los ojos. Al segundo día abrió sus dos ojos negros. A las pocas semanas, emitió sonidos y movió las manos. Pasados unos meses, el pequeño comenzó a gatear. Y serían toda una odisea los intentos consecutivos de querer pararse. Los vecinos comentaban que era
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un niño muy guapo, con sus rulitos parecía un niñito Jesús, morenito, de color canela. Luego de un año, empezó a pararse y, mirándose en su hermanita pequeña que ya en ese momento hablaba y caminaba como gallinita sin huato, luego él daba sus primeros pasitos imitándola. La hermanita, que ya balbuceaba las primeras palabras, le llamó Tekito, una forma abreviada de decirle, “te quiero, hermanito”. Los niños crecían en un ambiente de belleza, en contacto con la madre naturaleza, rodeados de árboles de manzana, durazno, uva; de molles, sauces llorones; de pastos de diferente tamaño; y de enredaderas como madreselvas y Santa Rita que creaban un ámbito mágico y maravilloso, un verdadero paraíso en la Tierra. Vinto, Quillacollo, territorios del mejor clima templado del mundo, un edén que nadie creía. La gente se iba al exterior, a las minas, a otros departamentos buscando un futuro de edificios, autos y dinero, gran capital. La gente de bajos recursos económicos vivía como podía. En el mercado de Vinto casi no compraban hortalizas (verduras), porque bastaba caminar entre la maleza para encontrar verdolaga, berros blancos, berros negros, espinaca, acelga; cojopollo o maleza que crecía alrededor de los maizales; servían para preparar ensaladas o ahogados exquisitos, para alimentarse como los dioses del buen comer. En tiempo de frutas, los muchachos corrían de un lugar a otro para comer las frutas que les apetecía. Los traviesos sonreían comiendo entre los frutales de cada vecino del barrio. Los dueños colocaban espantapájaros y a veces dormían al final de sus sembradíos para cuidar sus tesoros de la tierra. Espantaban también disparando, algunos crueles, y la mayoría, lanzando piedras, terrones a las vacas y los frutos de la papa, que no tenían
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utilidad, contra los pequeños k´uqueadores, comefrutas que vivían solos. Había niños que apenas desayunaban, algunos con infusión de toronjil. En Vinto, se ingeniaban para saciar el hambre. No faltaban aquellos con quienes cambiaban lacayote cocido por panes. Pero no todo era comer. También había juegos lindos para los niños. Jugaban con cachinas (bolitas de cristal), porotos (grandes [platos] y pequeños [chuis]) y hasta con piedras pequeñas. Cuando los chiquillos crecían, los padres se ingeniaban para construir bonitos carritos sin motor con alambres, latas de sardinas, para lo cual conseguían tapas de botellas de plástico y con ellas hacían ruedas; y si no conseguían tapas, hacían ruedas de madera. Para las niñas se construían muñecas de trapo y balanzas de hojas grandes de plantas. Y en una temporada, todos los traviesos del barrio, sin que faltara uno, se deslizaban por las calles con sus carritos en competencias reales o imaginarias. Claro que no todo era comer, jugar y estar alegres. Había días de profunda tristeza. Solo mirarlos a los niños, arrancaba lágrimas inmensas. Esos muchachos no siempre estaban con sus padres o sus parientes. Muchas veces se quedaban solos sin nadie que los cuidara, los alimentara; en fin, que los quisiera y les brindara lo que necesitaban para vivir bien. Se veía a los mocitos desamparados casi sin ropa y sin comida caminando por las calles, lanzando piedras a los ríos del lugar, buscando en los ríos Khora 1 y Khora 2, zanahorias que se habían quedado escondidas entre las piedras de los grandes lavados de ese tubérculo que hacían sus propietarios para venderlo en las ferias de la región. Si las zanahorias no saciaban el hambre, buscaban, entre los matorrales del río, plantas silvestres para completar su dieta. 26
Otros días se los veía peleando con los amigos del barrio, quienes aprovechando esos momentos de orfandad; a veces, les robaban lo poco que tenían. Luego de unos momentos de incoherencia, llegaban momentos de reencuentro entre hermanos y amigos. Volvía el equilibrio. Pasaban así los días, los meses, los años y las décadas. Vinto3, lugar mágico, recodo de encanto donde la realidad era fantasía y la fantasía realidad. Los chicos desabrigados jugando bajo la lluvia con la fortaleza del sufrimiento. Salía el tenue sol y del suelo irrumpía un arco iris, arco multicolor con el rojo hacia la parte exterior y el violeta hacia la interior; un puente de sueños hechos de colores de la bandera de Bolivia. La intensidad de la curva iluminada y coloreada hacía reír a los chicos que complacidos se hacían creyentes de dioses, seres de barro y de sol, a la orilla de uno de los ríos más extensos de Vinto, el Khora, que era uno y se hizo dos para los dos hermanos: Marilyn y Manuel.
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Vocablo aymara que significa recodo del camino.
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CAPÍTULO 4 LA SOLEDAD
Doña Emiliana regresó y buscó a Rogelio, quien despertaba de su sueño, y se sentó nuevamente a su lado. Ella le reiteró las gracias porque estuviera a su lado. Dos personas con rostro serio se aproximaron, pidieron a los presentes hacer la oración respectiva. Luego de ese acto y algunas lágrimas de los parientes y algunos presentes, la tía Emiliana reinició el diálogo sobre los dos niños y sus padres. —Se desencadenaron conflictos no resueltos, la madre de los niños Marilyn y Manuel, instada por sus hermanos mayores, fue convencida de viajar sola a la Argentina. El argumento que luego ella y sus parientes esgrimían, era que la madre, atormentada por los celos del esposo y la situación económica, decidió irse con sus hijos; sin embargo, a pesar de la insistencia de sus hermanos, quienes le insistían en viajar sola, decidió enfrentarse a su marido para llevarse a sus dos hijos o a la niña. Pero el esposo, don Luis, dijo: “Si quieres irte, ándate sola, pero a mis hijos no te los vas a llevar nunca”. Así ocurrió, ella se marchó, alimentada económicamente por sus hermanos viajó a la Argentina a probar suerte y tratar de olvidar al hombre con quien se casó. En Vinto vivía maltratada, según ella. Claro que Luis, expresaba que no le pegaba; en fin, no se sabía quién tenía razón. Los niños pequeños de 4 y 2 años se quedaron solos con el padre. Se dice que este contrató a una pariente lejana para que cuidase a los niños, pero siempre los parientes y los vecinos veían a esos niños caminando sin compañía, con calzados rotos, algunas veces descalzos y con chompas largas como única vestimenta. Dicho esto, doña Emiliana, empezó a llorar mientras decía en forma entrecortada: 28
—No les he ayudado, aunque podía hacerlo, por temor a su padre, don Luis, que era serio y renegón. Mi hijo, hoy fallecido, en esa época era vivaracho, los veía, a veces jugaba fútbol con ellos por apuestas económicas, especialmente, con Manuel, a quien le ganaba y como éste no tenía plata, le quitaba el pan que compraba, pero yo les hice devolver en una oportunidad. Mi hijo era mayor que él y algo abusivo. Así pasó la infancia de tus primos. En la mente de Rogelio se dibujaba la calle Ayacucho, como un camino ancho y largo, al lado del río Khora 2 y el K ‘ora 1 los que, al cabo de dos cuadras más o menos después de la avenida Blanco Galindo, ambos ríos pequeños se unían y formaban uno solo grande. Esa calle que abarcaba unas diez cuadras era víctima constante de las riadas que cada mes de febrero, comía grandes partes, incluso a veces rebasaba los límites de la calle e inundaba las casas vecinas, provocando zozobra y días de penuria a los habitantes ayacuchenses. La casa de los fallecidos padres de don Luis quedaba al fondo, luego de un sembradío, en medio de otras casitas de cien metros o más, como un archipiélago de casas. Don Luis, para acercar a sus hijos a la calle y mejorar su vivienda, había construido dos cuartos largos con adobe grueso, al pie de la calle Ayacucho, hasta donde llegaba el terreno de sus padres. Para que el piso de su nueva morada esté alto, en una de las limpiezas del río que con el fin de evitar inundaciones en época de lluvias, trabajaban las motoniveladoras, palas cargadoras y volquetas solicitó que echen muchas camionadas de arena y piedras al lugar donde tenía que edificar; allí se formó una especie de colina y construyó, junto un albañil y dos peones, las dos habitaciones y pusieron calaminas sujetadas con grandes piedras, por falta de clavos especiales para sujetarlas porque ellas estaban apoyadas sobre bolillos de eucaliptos. Además, pusieron ladrillos al piso con yeso, para que los cuartos sean calientes. Las paredes las hizo revocar con cal y 29
luego con yeso, lo que daba una mejor condición a las habitaciones. Rogelio pregunta: —Tía ¿Cómo resolvía el lavado de ropa? —Los niños salían a lavar ropa. La niña a su corta edad, de 5 añitos, imitando a otras mujeres vecinas, trataba de lavar la ropa de su papá, para que él se sintiera orgulloso de ella y feliz cuando regrese, sin percatarse del peligro del río en época de lluvias. Don Luis, al regresar y darse cuenta de lo que sucedía, cariñosamente le dijo que estaba bien, pero que no era necesario realizar esa labor de persona grande, que él lo haría. —Sigue tía ¡Qué interesante! —En otra oportunidad Marilyn y Manuel que jugaban a orillas del río Khora, mientras nadaban y hacían ollitas de arena y barro, de repente empezó a llover tenuemente, no se percataron de que el río crecía. Luego, llegó más agua turbia y vertiginosa, Marilyn que se encontraba a orillas del río y viendo el peligro que corría su hermanito, le gritaba insistentemente que regresara. El pequeño niño caprichoso no la escuchó; entonces, perpleja vio cómo el río caudaloso se llevaba a su hermanito. La niña asustada sin saber qué hacer, miró a su alrededor, no vio a nadie a quien pedir ayuda; a lo lejos se divisaba un hombre en bicicleta que se acercaba por la calle, pero aún estaba lejos. Entonces corrió desesperada y muy asustada se sumergió en el río caudaloso para alcanzar a Manuelito. El río se la llevaba de un lado al otro; él aparecía y desaparecía, y se le veía tragar agua y botarla para no ahogarse. De pronto logró agarrarlo fuertemente. Pero el peligro avanzaba más; la fuerte corriente del río arrastraba a los dos hermanitos; pero ellos se agarraron de las manos, se abrazaron con impulso y se pusieron de pie para enfrentar la fuerza del río, avanzando poco a poco a la orilla. A pocos metros en la calle, el hombre en bicicleta que vio anteriormente a Marilyn, miraba irresoluto lo que sucedía, hizo el 30
amago de ayudarlos, pero vio que no era necesario, porque salían del río vivos y triunfantes, los dos pequeños abandonados y con las escasas ropas mojadas llenas de agua turbia. Era un poco tarde, 7 de la noche. Se oían choques eléctricos del cielo. Se avecinaba una tormenta más fuerte. No había nadie alrededor. Sin embargo, los niños salieron airosos con sus pequeñas pertenencias a cuestas. Se fueron a su casa a dormir. No se sabe si desayunaron, almorzaron o cenaron. Tal vez un pan y algo de agua calmó su hambre y su soledad. Sigue contando cosas increíbles, doña Emiliana. —De todo esto se enteró su padre un fin de semana que regresó de su trabajo y decidió llevarlos a La Paz, a casa de su hermanastra, que se llamada Paulina, como su madre, les dejó allí por varios meses, puesto que por su trabajo de maestro no podía cuidarlos como hubiera querido. A sugerencia de su hermana mayor, le había confiado el cuidado de sus dos tesoros que valían oro y plata como solía decir en sus momentos de ternura paternal. Al dejarlos en La Paz y retornar a Cochabamba a cumplir con su trabajo abnegado, jamás imaginó el sufrimiento que les estaba causando. Su tía Paulina era una mujer altiva, de carácter fuerte, a la niña Marilyn, su sobrina, apenas de 5 añitos le encargaba la limpieza de los baños con agua muy fría, propia de La Paz. Por la falta de cuidado, sus manitos se secaron y se agrietaron. La pobre niña sufría y lloraba la ausencia de su querido y añorado papito. Con frecuencia se preguntaba cuándo regresaría para sacarlos de ese infierno de hielo. Manuelito jugaba en el suelo, sucio y mal vestido, aún inconsciente de lo que acontecía. Y lo peor, había un yerno de la tiastra que buscaba la oportunidad de dañar a la niña gritándole, amenazándola e intentando vejarla. Al no conseguir lo que pretendía, aumentaban los malos tratos. De vez en cuando, Rosita, la hija de la señora Paulina, cuidaba de ella, era una muchacha muy simpática con una bonita sonrisa. Marilyn, por las noches, en su
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soledad lloraba asustada, desconsolada; se escondía debajo de la cama para evitar que la dañaran. Doña Emiliana se detuvo en el relato, al ver que se terminó el té con té4 que sus hijas repartían cada cierto tiempo en el velatorio y dijo: —Voy a preparar más, ya vuelvo ¡No te vayas Rogelio! El sobrino que oía atentamente, recuerda también su vida de niño y derrama unas lágrimas. Su padre fue duro con él. La vida de sus sobrinos era como la suya; historia de dolor, del dolor de vivir, del morir cada día de tristeza. Piensa en sus viajes a la Argentina, a Chile, a Colombia y luego a Italia. Los recuerdos de aquí y de allá siempre le acompañan, no le abandonan jamás, comprueba que su vida es un eterno retorno al pasado. Sabe que los libros que leía y hasta los problemas que se presentaban, no le impedían recordar la infancia. El pasado casi estaba intacto en su ser. Rogelio se mira como en un espejo; el pasado, ese que necesitaba descifrar, recordar para seguir viviendo, como una razón de vida, razón de muerte, razón para escribir y ser alguien. Rogelio ha bebido mucho sin darse cuenta y duerme. Uno de los dolientes quiere llevarlo al cuarto. Otro le indica que solo le haga apoyar a la pared. Rogelio duerme y sueña, reconstruye el pasado. El viaje a La Paz de don Luis con sus hijos y la situación de estos en esa ciudad, le hace seguir la historia en el sueño.
Agua hervida con té, singani, pisco o alcohol, que se suele servirse en velatorios populares de Bolivia y Perú. 4
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CAPÍTULO 5 LA DECISIÓN
La Paz es una de las metrópolis más extrañas del planeta Tierra. Cualquier visitante ingresa por la ciudad de El Alto, una planicie de gran población. Escenario de multitudinarias marchas de protesta y otras luchas sociales. Hay gente sin trabajo. Hay también industrias admirables, solo producen para exportar, uno de los productos que ofrecen son chompas, chamarras que ningún paceño tiene. Solo se los puede vender en el exterior. El Alto tiene una universidad convulsiva con gran poder estudiantil. Sus avenidas y calles son internacionales. Hay barrios de ricos y barrios de pobres. Hay viento a toda hora que sopla como un sapo interestelar gigante. Se pasa El Alto para llegar a La Paz, una ciudad en forma de terraplenes. Todo paceño es un atleta, porque cada día sube y baja. Los chóferes son los mejores del mundo, constantemente se mueven con sus autobuses, a ratos se detienen y luego avanzan en medio de miles de vehículos que suben y bajan como hormigas, llevando a veces mucho más peso de su capacidad. Recientemente se han instalado varios teleféricos La Paz. Este medio de transporte abrevia el tiempo de los que necesitan ir de distintos puntos, en este caso, de El Alto a la ciudad de La Paz, es un viaje de estrellas, se respira aire y susurros de tiempo. La principal terminal de buses o flotas de La Paz es un escenario de alegrías y tristezas que se observan en los rostros de los viajeros y de quienes los despiden casi todos los días de cada semana. Las horas de mayor afluencia entre pasajeros y personas que despiden a sus seres queridos es en la noche. Hace frío intenso. Sin embargo, hay días en que hace calor, más en verano, y el viento entibia el ambiente. Quien no es de La Paz siempre está vestido con ropa abrigada para resistir el frío, pero cuando uno camina y se 33
esfuerza en subir y bajar las calles de los barrios de La Paz, tiene que sacarse la chompa o la chamarra cada rato y esto se hace casi en forma automática. El Illimani es un gran atractivo de La Paz, por sus nevados. Se cuenta como una leyenda que Franz Tamayo, se levantaba cada mañana, miraba al Illimani y le decía: “¡Oh Illimani, una montaña saluda a otra montaña!”, de ahí, en parte, surgirá su poema famoso Habla Olimpo: “Yo fui el orgullo como se es la cumbre, / Y fue mi juventud el mar que canta. / ¿No surge el astro ya sobre la cumbre? / ¿Por qué soy como un mar que ya no canta? / No rías, Mevio, de mirar la cumbre / ni escupas sobre el mar que ya no canta. / Si el rayo fue, no en vano fui la cumbre, / Y mi silencio es más que el mar que canta”. En días de fiesta y de nostalgia de todo paceño, nunca falta el tango Illimani de Néstor Portocarrero que dice así: “Tierra mía, mi canción como un lamento / ve en las noches de esta innata lejanía / y mis versos el recuerdo hecho armonía / sollozando por el monte lleva el viento. / Es tu cielo de un azul inmaculado / son tus flores de un perfume sin igual, / desde el lago Titicaca te han cantado / mil sirenas con sus voces de cristal. / Sopocachi de mis sueños juveniles, / quince abriles quién volviera hoy a tener, / Miraflores mi refugio dominguero / solo espero a tu regazo volver. / Y cantar mi serenata bajo tu luna de plata / cerca del amanecer / y entre amigos y cerveza disipar esta tristeza / y una nueva vida hacer. / La Paz, hija del nevado más hermoso / Por tu ronco Choqueyapu acariciada / Donde guardo los tesoros más hermosos: / Las sonrisas y los besos de mi amada / Illimani no te olvido ni un momento / Nido andino majestuoso de mi amor / Nieve altiva que escuchaste el juramento / De tus hijos que lucharon por tu honor / Sopocachi...”.
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La Paz es una metrópoli de mucha actividad política, social y cultural con grandes hoteles y pequeños restaurantes y cafés mínimos, donde se realizan presentaciones de libros cotidianamente. Los cochabambinos se admiran siempre de cómo los paceños viven en espacios tan estrechos, ¿cómo construyen casas, edificios en espacios de 100 a 60 escasos metros cuadrados? Los paceños cuando festejan, lo que más compran, igual que los orureños, son las cervezas. Uno ve las columnas infinitas de cajas y fardos, perderse en el horizonte de las casas o locales, en los cumpleaños, matrimonios, graduaciones y fiestas patronales. Los cochabambinos son conversadores y alegres. Los paceños son serios y solo se desfogan cuando farrean. Se hacen amigos, amigas y consiguen sus parejas tomando. Los cochabambinos son viajeros y trabajadores; los paceños, expertos en negocios. La mayoría no viaja al exterior, otros migran al interior del país, y algunos de los que se quedan en su tierra, buscan la mayor riqueza y son pasantes de la fiesta del Gran Poder. En la terminal de La Paz se producen los encuentros más raros y los acuerdos más interesantes. Este lugar hace más de cuarenta años fue escenario-testigo de la histórica decisión del profesor que vino del Cochabamba a La Paz a ver cómo estaban sus hijos y, como comprobó que eran maltratados, se los llevó de regreso. Aquí la historia: Después de unos meses, tal vez presintiendo el infortunio de sus hijos, don Luis regresó a La Paz, para visitarlos y cerciorarse del estado real en el que se encontraban. Su media hermana Paulina le contaba que estaban bien, que la niña ayudaba pero que el niño pequeñito solo lloraba y con comida se callaba. El padre contento de que todo marchaba bien, planificó su retorno a Cochabamba, haciendo encargos de cuidar a sus descendientes. Cuando iba a retornar a Cochabamba, su hija Marilyn, al ver cómo se alejaba de 35
espaldas su papito…. lo siguió llorando en medio de la gente, de las vendedoras de acera de la zona Alcoreza, con la esperanza de encontrarlo sin darse cuenta de que podía haberse perdido en medio de la muchedumbre y quién sabe qué destino habría tenido si eso hubiera sucedido. Después de caminar algunos minutos llorando y llamando a su papá… Papito… Papito… lo vio regresar en medio de la gente. Él, al darse cuenta, se asustó al ver a su hija en medio de La Paz sola y triste; apresuró los pasos hacia su reencuentro. Con profundo dolor y llanto la levantó del suelo preguntándole ¿Por qué saliste de la casa de su tía?, ¿qué está sucediendo? La niña, acongojada, explicó a su padre su triste realidad. El padre, enfadado con el relato de la niña, regresó con ella a casa de su hermanastra para reclamarle y a la vez, recoger a su pequeño hijito Manuel quien, inocentemente y ajeno a lo que ocurría, estaba durmiendo en el suelo. Después de un intercambio de palabras y discusiones, el padre decidió, enérgicamente llevar a sus dos retoños a su casa en Vinto. Cuando el profesor pensativo, junto a sus hijos en la terminal de La Paz, se acercó a una de las ventanillas de venta de pasajes de la flota más económica y compró dos boletos uno para él y el otro para sus dos hijos pequeños, los vio temblar de frío y de hambre, llorar un instante y luego sonreír, porque estaban juntos. Los llevó a un puesto de venta y les compró emparedados de carne y huevo y luego refrescos en vaso. Y cada uno de los niños, en una mano el sándwich y en el otro refresco, estaban felices y saltaban de alegría alrededor del padre. Él, a su vez comía lo mismo que sus hijos y estaba pendiente de que los niños no hicieran caer su comida. Concluyó el tiempo de la espera. Había una fila para subir al bus de regreso a Cochabamba. En ese momento, juró que jamás dejaría a sus hijos, pase lo que pase. Resolvió que los iba a cuidar, alimentar, educar hasta que salieran profesionales, todo esto como una
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decisión definitiva que no admite reconsideración. Subieron a la flota y esta partió rumbo a Cochabamba. Llegaron a Vinto. Los tres estaban felices de volver a casa; les importaba poco la incertidumbre de no saber qué les deparaba la vida. Estaban felices, pobres, desamparados, pero finalmente juntos. El clima templado con su aire tibio acariciaba a los viajeros. De regreso a casa se veía todo lindo, con adornos preciosos de aguayo pegado a lo alto de la pared, el patio estaba lleno de árboles de manzana, durazno, uva, frutilla y hermosas flores que rodeaban la casa; un verdadero paraíso. Marilyn miraba a su hermano jugar siempre cerca de ella, con su autito de lata de sardina llena de tierra atada a un hilo de tocuyo, de donde jalaba para conducir imaginariamente un verdadero autito. Marilyn se sentía tranquila, contenta porque estaba a salvo con su hermanito y su papá. Pasaban los días, los niños vivían casi solos porque su papá iba a trabajar como profesor a lugares lejanos. Los visitaba los fines de semana. Haciendo un balance, como dicen los políticos, todos los pesares vividos eran más llevaderos porque el hermanito tenía a la hermanita, y la hermanita al hermanito. Meses después, ya en Vinto, Marilyn recordaba cuando llegaron a casa la tía Pilar y sus primitos, escuchó que la tía Paulina, con su nuevo hijo, venía de La Paz a Vinto, por ella y por su hermanito Manuel; pero lamentablemente sufrieron un accidente y murieron ambos. Este hecho trágico de contrapartida salvó a los dos pequeños, porque en La Paz, la vida anterior de los niños fue dolorosa y nada alentadora. Pasaron los años, la vida de Marilyn y Manuel al lado de su padre, a pesar de todo, fue lo mejor. Él los quería mucho, les protegía y velaba por ellos estando cerca o lejos, desde su trabajo de docente. 37
Luego de la semana de trabajo, don Luis llegaba y los preparaba exquisitas comidas y deliciosos refrescos, después se iba a tomar chicha, guarapo u otra bebida alcohólica, para olvidar que su amor se fue dejándolos a él y a sus hijos. Se quedaba varias horas compartiendo penurias con sus amigos, que eran vecinos y colegas de trabajo en los locales de expendio de bebidas alcohólicas. De retorno a su casa los llevaba a sus hijos leche, huevo, carnes o lo que conseguía de comida. Ellos muchas veces le esperaban en el camino sentados o durmiendo, casi siempre con mucha hambre y sed. Él sabía esto; por ello nunca les hizo faltar comida, a pesar de las copas y el tiempo de tertulia con otros asiduos compañeros de la vida alegre. Esto es lo que recuerda Rogelio en su sueño, sentado en su silla, en el velatorio de su primo, en una efímera ausencia de su tía, quien no se cansaba de hablar toda la noche sobre sus primos inolvidables, como la vida, como el amor, como el dolor de vivir y morir todos los días.
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CAPÍTULO 6 LOS PELIGROS
Doña Emiliana regresó y empezó a repartir a los asistentes del velatorio más bebidas como leche de tigre, cerveza y chicha, luego de dar un recorrido, se sentó nuevamente al lado de Rogelio, quien despertó recién y estaba conversando con un vecino de hace años, éste se levantó y se sentó en otro lado y doña Emiliana, nuevamente retomó la narración y explicaba. —Yo, Rogelio, sobrino mío, no puedo creer cómo han vivido estos niños y ahora son profesionales, gente de bien. Mi hijo mayor Samuel, a quien lo quise tanto, le di de todo, pero no pudo estudiar. He tenido cuatro hijos, dos mujeres y dos varones. Una de mis hijas estudió, y la otra se casó con un buen hombre trabajador y tiene casas y autos en Argentina y Bolivia. Estoy contenta. ¡Pero mi hijo Samuel no! —Se persigna y sigue la historia— Mi último hijo es profesor como el papá de tus primos. A don Luis le gustaba comer bien y compartir unas copitas con sus amigos. Trabajaba como preceptor en lugares alejadísimos como Ayopaya, Morochata, Iglesiani, Tapacarí, Arque, Parotani y Suticollo. Había fundado la escuela de Suticollo, hoy unidad educativa completa: primaria y secundaria, la que no lleva su nombre y menos le han hecho alguna distinción como ocurre siempre, a pesar de que su hijo, junto a su tocayo Luis Espinoza, padrino del estandarte y exalcalde de Sipe Sipe, solicitó a los profesores de esa institución educativa, dicho acto de dignidad y de gratitud a con don Luis Pasaron varios años y por fin, en diciembre de 2014, otra institución, la Brigada Parlamentaria de Cochabamba de la Asamblea Plurinacional Legislativa de Bolivia le otorgó una distinción póstuma consistente en una medalla bañada de oro y un pergamino de reconocimiento que textualmente reza: “En razón a su destacada labor en bien de la Educación Boliviana, demostrando sus valores humanos y sobre todo su alto 39
conocimiento en el área literaria, aportando al conocimiento de los ciudadanos bolivianos […]”, luego firmas de la primera vicepresidenta de la Cámara de Senadores, Sonia Guardia Melgar, 1ra. Secretaria Red Parlamentaria por los derechos, de la Cámara de Diputados, Lic. Willma A. Quiroz Mercado y presidente de la Comisión de Educación, Salud y Deportes, Cámara de Diputados Dip. David A. Mejía G. Se hizo justicia. En esa oportunidad también fue distinguido, pero en vida, Rafael Peredo Antezana, quien realizó el discurso de circunstancia y elogió el trabajo pedagógico de don Luis. Pero volvamos a la historia del docente sacrificado que iba a dictar clases desde Vinto, a más de 25 kilómetros de viaje en carro, flota o lo que encontraba como transporte. Era un viaje no exento de accidentes como las caídas y conflictos con los perros del lugar. En una ocasión, camino a Suticollo, como no encontró con quien dejar a su hijo lo llevó con él, y en el trayecto, por culpa de un perro que cruzó en ese instante, cayeron padre e hijo. Manuel, en la caída se destrozó la nariz. Hoy todavía tiene esa torcedura que no se ha borrado cual mudo testigo de ese sacrificado viaje. Don Luis trabajó casi siempre en escuelas lejanas, caminaba kilómetros para impartir clases, era muy abnegado. Muchos me contaron en la panadería de tu tío Raúl, que en una de esas escuelas rurales se topó con el profesor ahora periodista don Rafael Peredo, con quien trabajó y juntos supieron del esforzado trabajo de ser profesor rural. Tal vez por eso también su esposa se fue. No sé, en fin ¡Qué se le va a hacer! Mientras el profesor rural impartía clases en regiones alejadas, de lunes a viernes los niños iban a la escuela de Quillacollo por el camino viejo, viajando en los colectivos llenos de usuarios, apretados, con el temor tal vez de perder los centavitos para pagar
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los pasajes. En otras ocasiones los gastaban en un alfajor (galletas con maicena). Un día después de terminar las clases, Marilyn salió apurada para recoger a Manuel de su escuelita de varones que estaba a pocas cuadras de la suya. Tenían tanta hambre y antojos, observando cómo otros niños, al salir de clases, compraban golosinas, se arriesgaron a gastar los centavos del pasaje para calmar el hambre, aun sabiendo que ya empezaba a oscurecer y tenían que regresar hasta Vinto antes de que los atrapara la noche. Subieron en el colectivo con la esperanza que tal vez el conductor no se daría cuenta o no los echaría del vehículo, pero lamentablemente no sucedió así, el cobrador se dio cuenta e insensiblemente los echó del colectivo cuando pasaban el puente Tacata, a medio camino entre Quillacollo y Vinto. Los hermanos desamparados no tuvieron más alternativa que regresar a pie a su casa, atemorizados porque ya anochecía; caminaron agarrados de la mano, soportando los ladridos de los perros que querían morderlos, asustados apresuraban los pasos pudiendo y sin poder; la noche se tornaba más y más oscura hasta llegar a la iglesia de Vinto. “Falta un trecho largo todavía para llegar”, decían, llorando los dos, al darse cuenta de que aún faltaba mucho trecho para llegar a casa. De repente, a lo lejos vieron una silueta conocida con paso firme y apresurado dirigirse hacia ellos; era su padre que muy preocupado porque no llegaban, salía a buscarlos a pie, porque al regresar del trabajo un día viernes de Parotani no los había encontrado en la casa como debía ser, ya era tarde. Generalmente el día viernes por la tarde o por la noche llegaba don Luis y les traía pan, queso, huevo y leche fresca. Sabía que era importantísimo nutrirlos, sobre todas las cosas. El sábado comían juntos, los tres. Luego, el padre salía a emborracharse y, al día siguiente, el domingo, el profesor se alistaba para irse muy temprano, dejando los recados para toda la semana. La encargada 41
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de todo era la hermana mayor, Marilyn. No sé cómo asumía, esa niña la responsabilidad: Alistarse y alistar a su hermanito. Preparar el desayuno en anafe o fogón con leña, y el problema de siempre: nunca quería prenderse el fuego. Tomar el desayuno. Tomar el vehículo de la parada de Vinto a Quillacollo; dejar a su hermano e ir a su propia escuela y luego del retiro, recoger a su hermanito y llevarlo para tomar la góndola de regreso a casa. Los muchachos, desde el primer curso estudiaron en Quillacollo. Su padre quería llevarlos siempre a la ciudad, al centro de la cultura de su región. Para los gastos, su ascendiente, luego de contar varias veces, dejaba las moneditas bien ordenaditas, de lunes a viernes, en cinco filas para los gastos y pasajes. Los niños a veces no tenían para regresar a casa, pues otros chicos mayores les quitaban sus moneditas, cuando esto ocurría, era muy triste verlos irse a pie tomados de las manos con sus maletines o mochilas, caminando 5 kilómetros de Quillacollo a Vinto por la avenida vieja. Llegaban y nadie los esperaba. Daba pena. Y aun hoy me da pena cuando me pongo a pensar y me pregunto ¿Por qué no los ayudé? Si en aquel entonces gozaba de cierto poder económico y social. Ahora ya no puedo, pero tampoco necesitan. Son grandes y famosos ¿No, Rogelio?, ¿no, Rogelio? Él asentía, cada vez más admirado. Rogelio, luego de un silencio corto, le pregunta: ——¿Y de la escuela, conoces tía algunas anécdotas? —La señora, le responde: ——Solo dos anécdotas: La primera, cuando era domingo, un día antes de que tuvieran que ir los dos niños a la escuela, Manuel de 6 y Marilyn de 7 años. Una de las vecinas vio en los pies de los chiquillos piojos y procedió a sacarlos con un espino y estos 42
chillaban como becerros heridos. Su padre cuando se enteró, sufrió. La segunda anécdota, cuando Manuelito estaba al frente de la Escuela Bolívar, en las gradas tras el templo de San Ildefonso, un perro bulldog mordió su maletín y se lo llevó. El muchacho, para recobrarlos tuvo que corretear tras el perro. En ese difícil intento, temblaba de miedo, pero no se resignaba a perder el maletín; algunos niños le ayudaron a recobrarlo. Yo pasaba por ahí y algo hice; vi que estaba deshidratado, le dije que se sentara y dejara de llorar. Le compré un helado de canela, una galleta, y me fui. Su hermanita corría hacia él. Rogelio indaga: —¿Don Luis no se volvió a casar o tuvo algunas enamoradas? Doña Emiliana responde: —Claro que sí. Ha tenido varias enamoradas, de las cuales dos han sido las más importantes, cada una a su turno, le ayudaban con los niños, pero la primera era una cojita, tomadora. Y la segunda, la más querida, porque era jovencita y cholita. Cuando estaba con la primera, que no era constante, se quedaba unos días y desaparecía; los niños casi murieron en siete oportunidades: La primera: el papá se compró un vehículo motorizado para salir a trabajar como taxista los fines de semana, en las noches, de Quillacollo a Vinto. Una de esas noches, los chicos, para no quedarse solos, se metieron en la maletera. Su padre, a punto de salir a trabajar, y para dejar encargo sobre algunas cosas en la casa, gritaba Manuel…Marilyn…y ellos, no contestaban. Se enfureció y cogido de un palo los buscó y cuando estaba a punto de partir, decidió ver la maletera, y al abrirla se encontró con un cuadro aterrador: sus dos hijos estaban volcando los ojos a punto de morirse. De un estirón los sacó y les empezó a dar aire y gritó a los vecinos para que los auxiliaran. Voló a donde un médico, llamado 43
alqo médico5 y éste les puso una inyección a cada uno de los niños que reaccionaron después de algunos minutos. Su padre que lloraba con desesperación e impotencia, pero al verlos reaccionar, saltó de alegría. La segunda: otro día, cuando don Luis, como taxista transportaba pasajeros de Quillacollo a Vinto, en el trayecto en la parte más alta del puente Tacata y justo cuando estaba a punto de bajar, de repente vio dos niños que subían dicho puente, y en fracciones de segundos, los identificó, eran sus hijos. Frenó bruscamente y puso con los pasajeros unas piedras para que el auto no se moviera hasta que los niños ingresen en el motorizado y se acomoden donde pudiesen. No quiero ni imaginar lo que habría ocurrido si el conductor hubiera sido otro y, además, que estuviera ebrio. La tercera: en la época de verano, cuando los árboles frutales estaban dando frutos y los niños se subieron a un duraznero porque en lo alto del árbol había frutos grandes y maduros. Marilyn se había percatado de que las ramas no aguantarían el peso, entonces le dijo a su hermanito que no continuara con el ascenso y, como en la mayoría de las veces, el niño no obedeció. Cuando él estaba a punto de alcanzar el fruto más maduro, se rompió la rama y cayeron ambos a la tierra; se golpearon el estómago y parte de la cabeza. Se quedaron sin poder respirar. Marilyn vio a los lejos acercarse al señor Constancio, trabajador de la tierra, a quien con cariño le llamaban Cuntaro. Quiso auxiliar primero a ella. La niña con señas le exigió que sea al revés; es decir, a su hermano porque él se hallaba más dañado ¡Se salvaron! Menos 5del
quechua, alg´o, perro. Exestudiante de Medicina que se dedicaba a curar enfermos; una persona reconocida y excepcional por su presteza y solidaridad. El galeno empírico se llamaba Manuel Ortiz y vivía en la calle Bolívar, casi al frente de la casa del famoso albañil, excombatiente de la Guerra del Chaco, Nazario Crespo. Al sud de don Manuel, vivía la familia Salvatierra, compuesta de varias mujeres bellas y varones simpáticos, causa de historias de amor y conflictos.
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mal que ese agricultor sabio se encontraba ahí, y les dio aire con su sombrero y les hizo comer su merienda para recuperarlos. Los dos niños siempre le han expresado su agradecimiento a ese benefactor de Vinto. La cuarta: Un cierto día viernes los niños decidieron esperar a su padre. Arrastraron a duras penas una mesa larga, tendieron debajo un phullu6 y una frazada de algodón para taparse, luego clavaron con lo que podían una sábana alrededor de la mesa y con una vela encendida se acostaron. Luego de unos minutos los niños estaban dormidos, la vela prendió fuego en la frazada y en la sábana que caían de la mesa. En ese preciso instante, menos mal, llegó el padre y al encontrar una hoguera, pateó la mesa y encontró a los niños en medio de las llamas y procedió a apagar el fuego que solo alcanzó a llegar a los cabellos de los niños ¿Qué hubiera pasado si tardaba más el ser que les trajo al mundo? No quiero ni pensarlo. La quinta: los niños como no tenían quién les lavara la ropa, salieron de su casa con dos bultos hacia el río que quedaba cerca, exactamente a 300 metros y jugando y jugando procedieron a lavar; pero tardaron tanto que no se fijaron que el tiempo avanzaba y, lo que es peor, estaba lloviendo en las alturas y en ese lugar estaba a punto de llover. No notaron la crecida del agua y de pronto el agua se llevó los calcetines, las camisas, los pantalones de los niños. Manuel, que se hizo al valiente, se lanzó a recoger a nado, pero el agua hasta a él se lo estaba llevando. Su hermanita gritó: “Manuel...el...el…”. Marilyn, como no veía un resultado favorable, temía lo peor, gritó a los vecinos para que lo socorran, mientras Manuel y las ropas se hundían y salían en saltos de canguro. Un vecino corrió al ver al pequeño en medio del río que aparecía y desparecía y lo salvó. Y el niño le pidió que por favor también recupere sus ropas. El vecino le dijo que era mejor salvarse uno, antes que las ropas. Los niños arrastraron lo que quedaba de sus 6
Frazada artesanal de tocuyo, hecha de lana de oveja.
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ropas hasta su casa; agradecidos de estar vivos, pero llorando por su destino. La sexta: se presentó cuando los pequeños decían palabrotas a sus vecinos jóvenes y estos, sin comprender lo que hacían, lanzaron piedras contra los terrones de los niños, y los golpearon en la cabeza; sangrantes, los niños se lanzaron al pasto. Los vecinos jóvenes arrepentidos, los atendieron y les dieron bastante comida para calmar su sentimiento de culpa, luego de curar sus heridas. Los niños se mostraron al inicio enojados, con lágrimas en los ojos. Tiempo después jugaron alegres hasta quedarse dormidos. La séptima: fue cuando los niños ingresaron en una casa de personas ligadas al cocainatráfico (narcotráfico) que estaban siendo perseguidas. La señora, junto a su hija y tres nietos (dos varones y una mujer), hizo preparar leche con chocolate para la familia y, en forma extraña, el yerno se ofreció servirles con un rostro reservado. Los integrantes de ese hogar recibieron las tazas humeantes, menos la niña terca que se negó a tomarla y la abuela dijo que no desayune. La señora ordenó dar también a los dos niños juguetones que ingresaron para pedir que le regalaran cedrón; pero el grito furioso de don Luis hizo que los niños no tomaran el chocolate y se fueran tras el padre que les propinaría una tremenda paliza por desobedientes y juguetones. Los componentes de esa familia que tomaron el desayuno, fueron cayendo uno tras de otro con vómitos de espuma. El raticida los mató y se envenenó también el yerno asesino. Se salvaron los dos pimpollos Marilyn y Manuel. Hubo una niña sobreviviente heredera de la familia envenenada, que hoy es cantante famosa, quien entona con su grupo, aires tristes de muerte, soledad, nostalgia y abandono. Doña Emiliana, a modo de conclusión, expresa lo siguiente:
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——¡Ay! sobrino Rogelio, cómo han sufrido esos angelitos. Esa pena estoy cargando toda mi vida, hasta hoy, que es tarde para ayudarlos, porque son adultos y ya tienen una vida familiar y económica asegurada. Todos los pesares vividos eran más llevaderos porque se tenían el uno a la otra y viceversa. Y mi hijo Samuel, me pregunto ¿Por qué no estudió como ellos sí tenía mejores posibilidades? Estos chitis lo han hecho a pesar de tantas dificultades –Doña Emiliana mira a su alrededor y dice— permiso Rogelio. Vuelvo, falta coca y cigarro, voy a darles a mis nietas para que repartan ¡Ellas no saben dónde están las cosas! Rogelio toma lo que le invitan, luego de un momento, nuevamente se queda dormido en la mesa. Los dolientes del lugar hacen una mueca y siguen conversando.
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CAPÍTULO 7 EL AFÁN DE SOBREVIVIR Los rieles, la carretera antigua de Vinto – Quillacollo y QuillacolloVinto, caminos vecinales, la calle Ayacucho larga que se comunica con la avenida Blanco Galindo, llamada Confital, la cual después se conecta con la avenida vieja de Vinto a Capinota. Lugar de los rieles, de árboles de todo tipo, calles, senderos, manantiales, pantanos con flores, gallinas silvestres y aves exóticas son los espacios mágicos del mundo de Marilyn y de Manuel. La mañana transcurría, igual que todos los días del año, con un sol cíclico que acaricia y calienta a los habitantes del lugar. El campo adornado de eucaliptos, molles y sauces llorones alrededor de los rieles, que rodeaban a Marilyn y Manuel, que caminaban y jugaban incansablemente. Unas veces eran mudos testigos del trajinar de los chiquillos a la escuela y de retorno a casa. Y en otras oportunidades, los niños caminaban hacia el mercado central, alrededor de los rieles en la estación, a comprar carne y otros recados para el desayuno y el almuerzo solitarios. A veces eran engañados o algunas vendedoras no les cobraban al saber su triste vida de sobrevivencia. Llegaba el fin de semana, llegaba el padre y lo primero que hacía era averiguar si los cinco días anteriores habían comido y estudiado. Finalmente, observaba si estaban aseados o no lo estaban para instarlos a hacerlo. Llegaba la noche con los trinares más constantes de pájaros en las ramas de los árboles. En lontananza se oía la música de Rabito, Los Ovnis, Los Terrícolas, los Náufragos, Elvis Presley, Los Beatles, Los Iracundos, Julio Iglesias, Leo Dan, Palito Ortega, Leonardo Fabio, Sandro, Emanuel, que los tunantes de aquellos tiempos escuchábamos, y hoy los recordamos con nostalgia infinita.
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La melodía del cine de Vinto cerca de la estación ferroviaria donde en una casa han instalado un cinematógrafo precario, cuya maravilla era la música de grabadora o de radio conectada a parlantes o altavoces con varios decibeles de potencia, que hacían llegar su sonido a tres kilómetros del lugar. En la calle Ayacucho, al oír las canciones, ya estaban calentando motores para hacer conocer las películas que iban a proyectar. Ese día era sábado, la gente del lugar se preguntaba y lanzaba hipótesis: —Tal vez están haciendo hora para anunciar el baile. No, el día del baile es el día de feria, es decir, el día lunes y todos los vecinos que charlaban cerca del río Kh’ora 2 y al lado de los niños que los miraban azorados, expresaban que era cierto. Impactante, escuchar música romántica clásica en esa época, no se repetirá jamás. Para los niños, la música que llegaba a sus oídos era como una canción de cuna y empezaron a dormir en el pasto a pocos metros de su casa, y una de las vecinas, doña Prima, al ver este espectáculo triste y desesperante, los llevó a su casa, contigua a la de los niños, les dio té con pan y les hizo dormir en una cama pequeña, de uno de sus hijos que era músico y se fue al Beni. Doña Prima hizo su gran obra del día, pero luego de unas horas llegó don Luis dando gritos: —Marilyn, Manuel. Dónde están estos, les voy a dar una zurra griega —A estos gritos, respondió doña Prima. —Yo los he llevado a tus hijos, estaban durmiendo en el pasto— A lo cual el padre, furibundo, contestó: —¿Con qué derecho, los has llevado a mis hijos? ¡Te voy hacer un proceso penal! A estas amenazas, contestó el marido de doña Prima y se trenzaron en una batalla de lucha libre. Al poco tiempo, los niños se levantaron y lloraron ante el ring improvisado y natural de la calle Ayacucho, con un fondo de árboles y un río que canta con sus 49
ondas (olas pequeñísimas y suaves). Los niños estallaron en llanto. Los gladiadores decidieron poner fin a su batalla campal. Los muchachos dejaron de llorar. El padre acarició a los niños y luego los cargó, llevando además una bolsa de comida que llevó para ellos. Los trasladó de tumbo en tumbo hasta su casa, ubicada al fondo, entre árboles de manzana, durazno, uva, ciruelo y damasco, los que daban a veces muchos frutos y en otros años, muy pocos. La noche, a lo lejos, se despedía con una lluvia de sonidos de la película de Santo, un peleador de lucha libre mexicana. Luego de ese día intenso, los niños soñaban que eran personas grandes, justicieras y se vestían de luchadores que peleaban por una sociedad nueva, donde todos tuvieran familia, pan, trabajo, educación y mucha compresión. La niña se identificaba con las heroínas de todas las películas. El varón, a su vez, tenía empatía con los héroes de las películas que veía imaginariamente, en su lecho vinteño. La mañana los despertaba con las luces que juegan con las ventanas que se abren y se cierran por el viento. Se oían gorjeos, desde los más comunes hasta los más exóticos. Se distinguían gorriones, jilgueros, picaflores y una pareja de loros verdes, migrantes. Del horizonte venían mugidos, balidos, rebuznos y relinchos, lo cual anunciaba que hoy los niños no estarían solos y comerían viandas ricas que su padre prepararía para ellos y los tres compartirían. Don Luis cocinaba con mucho entusiasmo hawa (almuerzo de maíz molido con cuero de chancho) y, en otras oportunidades, simplemente un suculento asado con papa runa o imilla, huevos pasados en agua caliente, llajwa y mucho queso con ensalada de hierbas del campo más maravilloso del país, Vinto. El profesor hizo construir otra casa sobre la calle Ayacucho, reflexionando sobre las constantes inundaciones que sufría Vinto, sobre una elevación que los vecinos admiraban, justamente para 50
prever las inundaciones que provocaban las riadas de los ríos Khora 1 y Khora 2, que se convertían en uno solo río desde tres cuadras antes hasta ese lugar. Esta construcción consistía en dos cuartos largos con un techo de calamina sujetada con piedras grandes. Con esta construcción fueron dejando poco a poco los varios cuartos de la casa de los padres del profesor, que quedaba al fondo, a unos 200 metros. Recordaban cada cierto tiempo, esa casa grande, de los abuelos, cercada de árboles frutales y con un gran manantial, que quedaba cerca; lugar donde los niños se proveían del agua para preparar sus alimentos y también la utilizaban para asearse. En esa casa, a unos pasos de los dormitorios, había otras dependencias con criaderos de conejos, gallinas, patos, pocas veces llenos, pues requerían cuidado, y los niños apenas se cuidaban a sí mismos. El último cuarto era un pequeño taller de carpintería que don Luis usaba para construir mesas, sillas, catres y otros muebles, cuando era tiempo de vacaciones o feriados largos. A veces su hijo lo ayudaba un poco. Manuel no pudo aprender ese oficio, debido a que un día su padre le pidió hacer un trabajo, pero el mozalbete arruinó la madera, y luego de la azotaina respectiva, le dijo. —Tú vas a ser abogado o médico y nada más ¡No tienes habilidad manual! Esto se cumplirá, Manuel será un abogado de los buenos, luego pedagogo, docente, conferencista internacional, gestor cultural, crítico literario y escritor. Esa casa de los abuelos de Luis luego la venderá y el dinero lo repartirá por igual entre su hermana Pilar y él.
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CAPÍTULO 8 EL ABANDONO Vuelve doña Emiliana y hace despertar a Rogelio que está durmiendo. Le reprende: —¡Tú, que has llegado de mucho tiempo a Bolivia, tienes que estar hasta la última hora! Además, tenemos que charlar los tres días: hoy, mañana y pasado que es el día del entierro de mi Samuel, el panadero, el futbolista, el gran amigo de los amigos en las tardes de bohemia y locura vinteña. Mañana llega mi segunda hija de la Argentina. Rogelio, toma un singani con té y ¿estarás recuperado? —Gracias, tía. —Bueno, como te estaba contando sobre los dos niños que casi solitos han surgido y hoy son grandes personas. Sobrino, no te dije la otra cosa grave que les pasó. La señora María Jazmín, con la complicidad de sus hermanos y sus sobrinos, la han raptado a Marilyn y se la han llevado a Buenos Aires, en un día de esos sin que nadie se haya dado cuenta. Su hermanito ha llorado días, semanas, meses y años. La tristeza se ha apoderado de su rostro y nunca más le ha dejado; aún hoy, que es una persona realizada, tiene una fisonomía de depresión. En realidad, su mamá quería llevarse a los dos niños cuando fueron a la casa de don Luis sabiendo que Manuel y Marilyn estaban solos., su mamá intentó convencerlos de viajar con ella. Ella les prometió que compraría autitos para él y muñecas para Marilyn. Manuelito la rechazó e incluso la negó rotundamente como madre. Le decía que no tenía madre, que su madre era la naturaleza. Al final, a las dos les arrojaba piedras para que se fueran; tal vez por celos y capricho, se quedó. Marilyn con mucha tristeza vio a su hermanito del alma, compañero de penurias y glorias imaginarias hasta entonces pese a los malos tiempos, con su pantalón cortito que su mamá le había confeccionado, se quedaba en Vinto. Recordaba que en varias oportunidades sentía celos de él, porque su madre, cuando todavía vivía con ellos, antes de irse a la Argentina, le daba más atención a 52
Manuel porque era un niño morenito, crespito y lindo; en cambio, ella era una niña flaquita con el pelo lacio y rojizo por la desnutrición, no tan agraciada como su hermanito. El secuestro parental de la niña por su madre fue un golpe certero para don Luis. Ese hecho lo hizo llorar como un niño por su hija. De sus dos polluelos solo quedaba uno. Sufrió la ausencia de su hija Marilyn. Luchó como pudo para llevarla de vuelta con cartas y con mensajes a parientes que viajaban a la Argentina. Quería cumplir su deseo vehemente de educarlos hasta hacerlos profesionales a los dos. Y una faltaba, todo estaba mal. Nunca abandonó la idea de hacer retornar a su hija, incluso un día se fue con su hijo hasta Villazón, la frontera con la Argentina; pero no pudo ir más, no tenía pasaporte para él ni para su hijo, y claro, no tenía mucho dinero, con el salario del magisterio, a pesar de los ahorros, no podía hacer ese largo viaje. Marilyn estaba con su madre en la Argentina; sabía que su padre y su hermano sufrían por ella. Para la hermana, tampoco fue todo color de rosa: la pobreza era evidente, vivían con su madre en villa Lugano, una de las villas miserias de Buenos Aires como en las favelas de Brasil, en una casita prefabricada de madera con dos cuartos y un baño. En época de lluvias, se inundaba hasta el catre donde dormían, en algunas ocasiones despertaba y bajaba de la cama al agua turbia, fría y sucia. Si bien su mamá era muy cariñosa con Marilyn, la mimaba y comía muy bien, pero le acongojaba mucho la ausencia de su hermanito y su querido papá, extrañaba su Vinto querido. Veía a su hermano y su papá en cada personaje parecido que miraba en la televisión argentina. Marilyn añoraba volver a ver los rulitos de su hermanito. Así fueron pasando los años, la añoranza crecía hasta el punto de tener frecuentes pesadillas, sintiéndose en el fondo muy mal por haber dejado a su hermano Manuel y a su papá. Pensaba 53
preocupada ¿Cómo estarán?, ¿qué comerán?, ¿cuál será el estado emocional de mis seres queridos? Se sentía culpable en corresponsabilidad, a su edad, junto a su madre, por haberlos abandonado solos y tristes. En suma, la niña pelirroja, no era fea como ella creía. Era linda y con los años y los cuidados, se hacía cada vez más hermosa. Compartía con su madre en Argentina las alegrías y las tristezas, pero siempre se acordaba y sufría por su padre y por su hermano que estaban en Bolivia. Años más tarde, Marilyn apenas a los 10 años, cuando su mamá estaba enferma y para ayudarla, tuvo que trabajar vendiendo verduras, ajos y limones, y para que no perdieran parte del capital, porque los vegetales se pudrían rápido por el inmenso calor que hacía. Dos años más tarde empezó a trabajar como empleada doméstica, primero cuidando a dos niños lindos. Por su inexperiencia y su corta edad, en un descuido, uno de ellos de 3 años casi se extravió, pues caminaba sin rumbo cuando Marilyn fue a la casa de su mamá porque la extrañaba; razón por la cual la echaron del trabajo. Laboró en otra casa, siempre en las vacaciones, porque a ella le gustaba estudiar, fiel a su padre que le había inculcado el amor al estudio, hasta que cumplió 13 años; edad en la que tuvo que dejar de estudiar los primeros meses porque en su escuelita, las autoridades le pedían su documentación legalizada para continuar sus estudios. A su pesar dejó de estudiar y continuó trabajando. Afortunadamente para su felicidad, le llegaban cartas de su papá y su hermano, a su turno, para pedirle que regresara, contándole que habían ido a buscarla hasta la frontera con la Argentina. Su añoranza crecía aún más a medida que pasaba el tiempo hasta que, aprovechando el viaje de su primo Jorge y su prima Lucía, mayores que ella y ante la necesidad de legalizar su certificado de nacimiento en el Consulado Argentino en Bolivia para continuar 54
sus estudios, decidió implorarle a su madre llorando con desesperación que le permita regresar a Bolivia con sus primos, prometiéndole que regresaría con la documentación. No quería desperdiciar esta oportunidad de volver a ver a su hermano y su padre, queridos, a quienes los había dejado sintiéndose culpable, al haberse hecho convencer por la muñeca que le ofreció su mamá. Tenía sentimientos encontrados, sintiéndose triste, también de contrapartida, por dejarla a su querida mamá sola en Argentina; pero fue más grande su añoranza por su papá y su hermano. La madre lloraba desconsoladamente. Terminó por aceptar la solicitud. Luego del viaje largo de retorno, Marilyn pisó la tierra de Cochabamba, luego de Quillacollo y finalmente de Vinto; las regiones más paradisiacas, para ella. La llevaron los primos hermanos de su madre, a quienes logró convencerlos de traerla a Bolivia para continuar con sus estudios; ellos estaban conscientes y tenían seguridad de estar haciendo lo correcto, porque conocían al padre de la niña. Sabían que él haría lo que fuese necesario, para que continúe estudiando, superando todos los problemas. Cuando Marilyn llegó y pisó el mágico suelo vinteño, de regreso, ya era una adolescente bellísima y alta. Había anochecido cuando llegó a su casa. Con un nudo en la garganta, desesperada y casi conteniendo el aire, golpeó suavemente la puerta e inmediatamente vio la figura de su hermanito a quien tanto había añorado, un poco cambiado; logró reconocerlo, tenía las ganas de abrazarlo y decirle cuánto lo había extrañado, pero la mirada fría de Manuel la desarmó. No la reconocía. Unos instantes se contuvo en silencio, luego con voz temblorosa a punto de llorar preguntó: —— ¿Dónde está el papá? Manuel contestó —¿Qué? Marilyn insistió: 55
— ¿Dónde está tu papá? El niño, con sus rulitos como lo recordaba delgado, morenito, entró a llamar a su padre, quien inmediatamente al verla a ella frente a la puerta llorando, la reconoció y la abrazó diciéndole: —¡Hijita!¡hijita! con voz también temblorosa al verla llorar desesperadamente. Muy sorprendido, le preguntó: — ¿Quién te trajo?, ¿qué te han hecho? Ella le contestó: —He regresado a Vinto porque los extrañaba mucho, estaba amartelada y quiero seguir estudiando. Manuel, que se había dado cuenta recién de que era su hermana, tímidamente se sentó en la cama de enfrente y la miraba de rato en rato tratando de recordarla, seguramente. La diferencia entre ambos era grande; había crecido ella, él no mucho, tal vez porque la ausencia de su hermana, una alimentación insuficiente, le habían afectado de esa manera, pues le llegaba al hombro a Marilyn. Después de 5 años se los volvió a ver caminar juntos por las calles de Vinto sin hablar mucho. Muy bien cambiados, simpáticos, se dirigían a Quillacollo, subieron en el colectivo donde desafortunadamente se suscitó un mal momento; un adolescente mayor que ellos molestó a su hermana y Manuel se enfrentó al jovenzuelo quien, en tono bravío, le dijo: —Si no te callas, te botaré por la ventana. Manuel, enfurecido, intentó continuar con la pelea y Marilyn lo detuvo para evitar enfrentamientos: —No hagas nada, Manuel. Y él le contestó: —Por tu culpa pasan estas cosas. Era el inicio de una etapa diferente al de la niñez. Ya en la plaza Bolívar, se hicieron sacar una fotografía que quedaría para el recuerdo. Posterior a este acontecimiento la relación de hermanos no era la misma. Manuel renegaba siempre porque los 56
jovenzuelos lo llamaban cuñado y esto, al parecer le molestaba mucho. Su padre decía que la culpable era la madre que los había separado. Desde entonces hubo muchas discusiones, peleas entre ellos, Manuel le echaba en cara que por su culpa no tenía amigos sinceros y que todos se acercaba a él por interés a su hermana. Así pasaron los años. En una ocasión, de regreso del cuartel con las botas destrozadas, hambriento y acompañado de un camarada llegó a su casa de Quillacollo, donde su hermana lo esperaba. Ella, al verlo, corre a abrazar a su hermanito malvestido, hambriento; él, despectivamente, la detuvo y le dijo No... no…no…para que no lo abrazara. El cuartel lo había hecho más rudo, frío. Ese año fue difícil para Marilyn, que vivía con su hermanito menor, hijo de otra madre, que había nacido en Vinto. Pasaron hambre, hasta el punto de solo comer espinaca pura. Otros días si había algo de dinero espinaca, cebolla con papa cocidos en sartén. Era la época de la hiperinflación más terrible de la historia de Bolivia, de 1984 a 1985. La relación entre Manuel y Marilyn empeoraba cada día más, haciéndose insostenible la convivencia, también con el padre por los terribles celos que sentía de los jóvenes que la asediaban. A su manera, seguían queriéndose mucho. Esto pasó tiempo después. Sigue narrando doña Emiliana. Veamos cómo estuvo don Luis y su hijo Manuel, cuando se llevaron a la niña. —Mucho ha sufrido don Luis y, en consecuencia, mi sobrino Manuel se ha quedado solito. Yo no me explico cómo ha seguido yendo a estudiar a Quillacollo tan pequeño, y sin su hermanita, sin su gran compañía. Sé que no es un milagro, es la fuerza de voluntad de un niño que sabía que eso era lo que tenía que hacer y nada más, para ser mejor un día.
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Siempre se veía al niño con la carpeta a su espalda, en el mercado, en la calle con su material escolar y hasta sentado descansando en los rieles, de tanto caminar de Quillacollo a Vinto y me ponía triste al verlo. A veces me acercaba y, ocultando mis lágrimas, le invitaba algo de mote, un pan o un pedazo de queso. Manuelito unas veces aceptaba y otras no, porque estaba enojado con su suerte de soledad y abandono. ¡Ah!, me olvidaba de la otra faceta de don Luchito. Bebía con cierta frecuencia y con su concubina peleaba; y a veces intervenía Manuelito y criticaba a la concubina, y esta juraba vengarse. Como no podía pegar al niño por la protección de su padre; entonces hacía caer copas, botellas y hasta radios antiguas que costaban mucho. Un día raro, juró una venganza. La familia de Luis tenía una vaca llamada Chabela, para la que cada día tenían que conseguir alfalfa. La compañera de Luis pidió a Manuel que la acompañe y lleve la hoz; ella afiló un cuchillo con una expresión que despertaba sospechas. Hizo caminar delante de ella al niño. Al pasar por una casa alejada, la madrastra conversó con una vecina y le comentó, al parecer, sus intenciones. La vecina le dijo, asustada algo sobre rejas. Manuel se dirigió al alfalfar y empezó a cortar la hierba. De repente, sintió que alguien se acercaba detrás de él como un gato y se detuvo. Volteó. Ella botó su arma. Él soltó la hoz. La miró temblando, a la que le quiso mandar al Hades, pero se arrepintió. Vio caer de ese rostro un par de lágrimas. Ella, con el tiempo se alegró por no haber hecho algo de lo que se hubiera arrepentido toda la vida y entre barrotes. Todo volvió aparentemente a la normalidad. Regresaron. Don Luis, ebrio, vio llegar a su concubina y a su hijo. Su mente poseída por el alcohol no le dejaba pensar nada positivo y sacó su cinturón y asestó duros golpes a Manuel, quien estallaba de dolor tras cada azote, sufriendo lo indecible, maldiciendo el haber nacido, soportando el seguir viviendo. Todos los vecinos cercanos 58
salieron para implorar y luego exigir que la flagelación pare. Las marcas de esa azotaina hasta hoy deben seguir recordándole a Manuel ese día tétrico. Pasaron meses, el padre llevó a Manuel al oriente; fueron a la fiesta de la Virgen de Cotoca. Le compró una polera, para él también compró otra y ambos se hicieron fotografiar para la historia. Eso hizo el padre como una forma de enmendar su actitud y escapar de un peligro personal. Regresaron. Pasó algo que Manuel no entendía en esa época. Había personas que le seguían a su padre: corregidores y policías. Cierto día un señor armado, en Vinto, se subió al Studebaker, el taxi de don Luis y lo condujo primero a la casa del policía y le hizo dejar el vehículo. En un descuido del captor, don Luis escapó al cerro de Vinto, y el policía lo atrapó de nuevo y lo llevó de vuelta, amarrado y apaleado a su casa y de ahí trasladó hasta la cárcel de Quillacollo. Manuel, llorando, le acompañó a la cárcel. Su padre era una persona preparada para los hechos más catastróficos y se ponía sereno. Le dijo: —Dile a mi compañera que venda la vaca Chabela y pague las pensiones y me saque de aquí. Y no hagas nada más. Pero Manuel, que tenía nueve o diez años, sabiendo lo que representaba el taxi, planeó algo y pidió a su padre que le diera unos diez o quince bolivianos. El padre, extrañado, sin preguntar le dio ese monto con una cierta sonrisa extraña de presentimiento. Manuel compró varios panes y otras golosinas. Fue a la casa del policía, donde solo se hallaban sus hijos, a quienes les dijo: —Les traigo esto por parte de vuestro padre y además el permiso para sacar el auto de mi papá que está en la cárcel. Los chicos comieron los panes y las golosinas. Manuel sacó y movió la manija en el auto. Lo hizo funcionar, saltando con esfuerzo superior a sus fuerzas. Guardó la manija y condujo el auto con dirección a su casa ¡Esto es admirable, a su edad! Cerca de su 59
casa, en el segundo río Khora, el vehículo se apagó por el agua, no mucha, pero suficiente para salpicar y apagar el motor. Manuel bajó y llevó la manija nuevamente. Con un salto hizo girar y funcionar nuevamente el taxi, que condujo hasta su casa: No lo estacionó bien, “pero ya está el coche en casa”, se dijo para sí, que era lo más importante. No quiero ni pensar ¿Cómo el padre policía castigó a sus hijos, pero bien comidos? ¡Qué le vamos hacer! Pasará este episodio como un suceso triste, que duró unos meses, más fregado para el hijo del encarcelado que sufrió hasta una represión en el colegio donde estudiaba, porque como siempre pensaron lo peor, desde sus condiscípulos hasta el director de ese mentado colegio de Quillacollo. Manuel estaba más solo que nunca. Transcurrieron unos meses y su padre salió libre. Como cantó Sandro, “La vida continúa”. Nacieron nuevos hijos de don Luis Nuevos hermanitos de Manuel. Él, al principio se sintió extraño, como en un sitio equivocado. Esto percibió su padre. Entonces, volvió a expresarle el cariño de siempre, la fe en el futuro, luego de los muchos días de borracheras y rezongas continuas. Doña Emiliana, sigue contando, aunque repite un hecho, pero lo hace con nuevos datos: —Pero, Rogelio, no todo es tristeza, tragedia. También había días muy buenos en la vida de Manuel y Marilyn. A propósito, pasaron varios años. Marilyn ya era adolescente, su padre le enviaba cartas e incluso viajó junto a Manuel hasta Villazón, con la idea de rescatar a Marilyn. Ella se enteró que su padre la quería de vuelta y le prometió hacerla estudiar hasta sacarla profesional. Esto la alegró y la hizo decidir el retorno con unos primos, a pesar de los ruegos de la madre, doña María Jazmín, quien le permitió estudiar los primeros años de estadía en Buenos Aires, pero la estaba persuadiendo para que dejara de estudiar y se dedicara por entero a trabajar. Marilyn regresó con la belleza de la adolescencia y la 60
decisión de estudiar. Don Luis cumplió la promesa, la inscribió pagando una fuerte suma de las mensualidades en el colegio particular de prestigio, el único que la registró excepcionalmente, en las listas de estudiantes, luego de más de cinco meses de iniciado el año lectivo, con la planificación de tareas, lecturas, trabajos y exámenes excepcionales para ella. Manuel estaba feliz, miraba mucho a su hermana, ya no era la muchacha de cabellos castaños, sino una adolescente, alta, linda que crecía con más hermosura que las jóvenes del lugar. Manuel tuvo otra alegría más. Al poco tiempo después de su hermana, llegó una vecina, bella, fuerte, combativa y bailarina. Se llamaba Norka y procedía de Morococala, un centro minero. Ese nombre que no se le ha olvidado jamás. Fue su primer amor. No pasó de darse un par de besos y eso, es mucho. Peleó, jugó y bailó con ella, y una mañana desapareció. Nunca más la volvió a ver. La relación entre los hermanos Manuel y Marilyn ya no era como antes. Influyó su separación y también los cambios de temperamento propios de la edad. Ambos llegaron a tener hábitos distintos. Marilyn se bañaba casi todos los días por las noches, hábito adquirido en Buenos Aires. Tal vez lo hacía en las noches para que no la vieran en el día; esta conducta inhabitual para ellos llamó la atención de su hermano, de su padre y de la compañera de este último. Marilyn, por esto, recibió una tremenda reprimenda y comentarios fuera de lugar acerca de su conducta. La joven, desconcertada, empezaba a sentir el calvario de vivir con ellos, generándose un problema de comunicación. Pese a todo, ella pensaba: “estamos juntos”, resignándose y olvidándose de las incomprensiones. Ella que ya era una jovencita, había sido embelesada con la mirada y la sonrisa de un guapo joven del lugar; amor inocente, sin malicia, con quien intercambiaba miradas de ternura solo a 61
distancia. Entonces uno de esos días, la mamá del joven falleció repentinamente. Marilyn hizo un inmenso y bello ramo con rosas campestres de varios colores para llevar al cementerio. Este acto admiró a Manuel. El hecho siguiente mucho más, su hermana ingresaba, él detrás, en el carro fúnebre junto a los dolientes de la comitiva del entierro, en dirección del cementerio. Sorprendía que Marilyn llorara tanto, por lo que sufrió regaño tanto de su padre como de su hermano. A ella le afectaba muchísimo que su hermano y su padre interpretaran mal sus actos. Otro hecho agravó la situación. Cuando Marilyn manejaba el auto de su padre, por las críticas sufrió un vuelco de campana, pero todos salieron ilesos. Por este y otros hechos cotidianos, ella sufría cambios bruscos en su comportamiento y sentía la incomprensión de su hermano y de su progenitor. Sin embargo, ellos la querían mucho. Ella, con el tiempo, se hizo irascible, incomprendida y frágil emocionalmente ¡Ese dolor llevó su padre hasta su muerte! ¡Manuel todavía sufre cuando hace memoria de esos acontecimientos! Doña Emiliana se levanta, nuevamente, se sienta y sigue el relato: —La señora María Jazmín, en Argentina, no pudo soportar la soledad y planificó un embarazo para tener compañía. Concibió a un nuevo fruto de sus entrañas, que fue una linda niña, a quien tal vez la malcrió todo cuanto pudo, tratando de compensar su necesidad de dar amor a otros dos hijos de Bolivia, a quienes había dejado con su padre. Mireya, que así se llamaba la niña, era zurda, buena para el arte y la poesía, pero no desarrolló esas facultades por falta de apoyo y supervisión; también por caprichosa, por falta de motivación y hasta por flojera, como comentaban los demás en la Argentina. Quienes ya habían conocido a Marilyn, la comparaban constantemente con Mireya, pero la última no lo aceptaba y llegó a odiar a su media hermana; por lo que años más tarde, derramaría todo su veneno para lastimar a Marilyn en la 62
forma más humillante, no solo dañándola emocionalmente sino, además, de haber intentado matarla atropellándola con la camioneta de un enamorado suyo, durante el conflicto judicial por una propiedad, que tuvieron los tres hermanos; el que, menos mal, se resolvió con la orden judicial de venta del inmueble y la división equitativa entre los tres, que se cumplió finalmente. Quedó ese mal recuerdo y las hipótesis de qué hubiese pasado si atropellaban a Marilyn, a su hermano Manuel y la tía Rosa que estaban cerca. Menos mal que no ocurrió el siniestro. Los hermanos deben hablarse, colaborarse, no es posible que personas ajenas sean más benevolentes con una o con uno. Parece que el escritor Celso Montaño tiene razón cuando dice en sus presentaciones de libros: “Hay parientes de sangre que son buenos, pero también hay parientes que uno o una adopta por la calidad humana y que nos ayudan, con el afán de ser mejor cada día”. En fin, Manuel y Marilyn sabían de la existencia de su hermana, pero no hubo la comunicación y la convivencia que hacen fuertes a los hermanos, parientes y amigos. Incluso Manuel la conoció cuando viajó a la Argentina por nostalgia de su madre. Él la recuerda alegre, comiendo asado y pan, negándose a tomar sopa; cerrando los ojos para no leer y hacer las tareas de la escuela. Mireya necesitaba el cariño y el aliento de sus hermanos y no los tuvo. La distancia y las incomprensiones del tiempo los alejó, no del todo, pero los alejó. Tarde o temprano debían volver a cultivar la fraternidad, pues por sus venas circulaba la misma sangre y les unía el recuerdo de su madre para siempre. Rogelio, se pone de pie y le cuenta a su tía: —Otra cosa, buena tía ¿Recuerdas que Marilyn y Manuel fueron en dos o tres oportunidades a pasar vacaciones en el centro minero de Huanuni, a la casa de sus tíos, que eran mis padres? Esto les hacía pensar en la necesidad de estudiar, a pesar de todo. Veían a niños, hijos de los mineros, jugando todo el día; yendo al cine 63
matiné, tanda y noche, rotativo, mientras sus padres trabajan arrancando al cerro minerales, en cotidianas luchas contra la muerte. Había unas sacrificadas y valientes mujeres mineras, llamadas palliris7 que trabajaban desde las cinco de la mañana sumergidas en el agua congelada, escarbando la tierra, los terrones con arena para encontrar algo de mineral; con solo recordar esto, me da escalofríos. Otros padres eran empleados con circunstancias más benignas. El frío era intenso y un viento que quería arrastrar los cuerpos de las personas que habitaban esa región gélida. Estoy seguro de que no te imaginas, la verdadera intensidad del frío en ese lugar tiíta, pero te doy un dato: El ingreso en las unidades educativas en verano es a las 8:30 y en invierno a las 9:30. ¿Ahora, te das cuenta, verdad, de cuanto frío hace? Yo lo he vivido desde mi niñez hasta mi adolescencia. La primera biblioteca que conocieron mis primos fue la de Carlos, el hijo de mi tío, un notario serio. Vimos un gran estante de libros y escuchamos por primera vez, acerca de su valor y de la lectura; algo que no habíamos escuchado de nuestros profesores en todo el tiempo que estudiamos hasta ese momento. Nos fascinó la charla de un adolescente casi de nuestra edad o de algunos pocos más. Mucho después asombrarían igual a profesionales y hasta a los bibliotecarios, la biblioteca de Manuel repartida en dos inmensas habitaciones, en las que no hay espacio para nada más. —Pero tía, ¿Qué pasó al retorno de la vacación? —Al regreso de Huanuni, luego de algunas quejas mutuas de ambos hermanos sobre su comportamiento, la asombrosa y sacrificada vida de los mineros, Manuel y Marilyn conversaron con su padre acerca de la idea de él, sobre la necesidad de vivir en Quillacollo; pensamiento que había pergeñado durante muchos 7
Seleccionadoras de minerales en las minas de Bolivia, principalmente de estaño.
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años don Luis para que sus hijos se relacionen con personas de mayor cultura. Los tres asumieron en consenso la idea. La mudanza ocurrió un día inesperado. Hay quienes creen que prácticamente huyeron de Vinto, porque el padre del muchacho de quien la hermana de Manuel se había encariñado, hizo correr el rumor de que su hijo se casaría con Marilyn. Don Luis, asustado y enfadado por el comentario que le hicieron en una chichería y arguyendo que su hija tenía que estudiar, no vaciló en ningún momento en resolver el traslado de Vinto a Quillacollo. Días antes había acordado con el dueño de un inmueble recién construido, un abogado notable y de historia combativa. Este les brindó dos habitaciones pequeñas de adobe (y luego hizo construir dos cuartos de ladrillo) al inicio sin energía eléctrica, para vivir como cuidadores de la casa, luego como inquilinos. Ellos en dos noches trasladaron sus cosas. En la primera noche, en medio de sábanas y frazadas, llevaban muchas cosas, derramando cucharas en el camino. En la segunda noche transportaron mesas, sillas y otros enseres familiares. Se acomodaron al nuevo hogar en una calle populosa de la tierra de la integración nacional. Los dos hermanos siempre recordaban las dos noches como una sola, caminando, pudiendo o sin poder, con sus enseres al hombro como héroes de la independencia, por la gran avenida Blanco Galindo de Vinto a Quillacollo. Se instalaron con su padre en la casa del jurista, en la calle Soruco. Luego llegarían, su compañera y los nuevos hermanitos. Ellos también sufrieron lo mismo o en peores circunstancias en la vida. Lo significativo es que supieron vencer los obstáculos y ahora gozan de una vida social, profesional tranquila y asegurada. La sociedad nueva traía nuevos desafíos, convivir con personas con más cultura urbana, la cotidianidad política. A los recién 65
llegados les sorprendía los nuevos aparatos de radios, grabadoras y televisor a colores, que ellos no tenían. Hacían fila todos los días para recibir agua, eso no les gustaba; pero tenían que hacerlo si no se quedaban sin líquido para el desayuno, el almuerzo, la cena y hasta para bañarse. Asimismo, curiosamente, era el momento de trabar nuevas amistades, que darían pie a las primeras fiestas organizadas por Humberto, su hermana Agustina y los amigos Ramiro, Juana, El Cura, Erasmo, Totino, Lucy, Julio, Grover y la famosa madrina de torta, Teresa Ordoñez. En esas reuniones sociales con los vecinos, surgieron los primeros amores furtivos. —¿Qué recuerdos, tía? –dice Rogelio, que había asistido a alguna de esas fiestas, con sus hermanos. Doña Emiliana se despide nuevamente para seguir otros encargos del velatorio, y Rogelio una vez más, se queda dormido.
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CAPÍTULO 9 LA PERSISTENCIA Rogelio vivía en Quillacollo y para tener más información sobre esta región había leído monografías y otros libros turísticos, así supo que era uno de los lugares más grandes de Bolivia, como provincia, en el cual existen diferentes zonas geográficas, los tres climas más importantes del mundo: cálido, templado y frío; pero, sobre todo, vivir en el centro valluno que era un sitio paradisiaco, ubicado sobre una colina, lo que lo hacía todavía más especial. Como si leyera de un libro monográfico, dice, el nombre de Quillacollo tiene tres orígenes idiomáticos: Del puquina, illaqollo, lugar de caída del rayo; del aymara, qhilla, ceniza y qullu, cerro, promontorio (de tierra), entonces: cerro o montaña de ceniza; y finalmente, del quechua, de los vocablos, killa mes, luna y qolla, eminente, sublime, en suma, luna sublime. Hay una cuarta explicación, que no se anima a decir por decoro. Los nacidos en Quillacollo son muy orgullosos de su tierra, algo parecidos a los sucrenses, a los tupiceños de Potosí, a los montereños de Santa Cruz, a los huachos/huaychus de Puerto Acosta de La Paz, etc. Cosa parecida ocurre con los bonaerenses de Argentina, los limeños y arequipeños del Perú o clásicamente como los griegos o romanos de la antigüedad en Europa. Los orgullosos de la ciudad de la colina santa creen que el nombre de esa región está escrito en la Biblia. También, en conversaciones afirman que dicho espacio es pasadizo o sucursal del cielo. Otros más localistas y eufóricos aseveran que: “Cochabamba es el barrio más poblado de la ciudad de Quillacollo”. Tal sentimiento ha desembocado en que estos distinguidos enamorados sin remedio de Quillacollo, se hayan organizado en un grupo cívico con estandarte e insignias llamado Orgullosamente Quillacolleños, para 67
identificarse como los originarios quillacolleños de antaño y diferenciarse de otros ciudadanos que provienen de los centros mineros, de otros Departamentos, que han arribado a estas tierras fértiles y de abundancia, que son la mayoría. Dicen ser una especie de residentes, ante tanto forastero como yo, dice Rogelio. Los habitantes de este promontorio mágico, como los de las tierras cadentes del oriente boliviano, en las noches salen a pasear por las calles principales y las dos plazas más importantes. La plaza 15 de Agosto que está ubicada frente al templo San Ildefonso, recinto de la famosa virgen de Urqupiña, aparecida en las elevaciones del cerro de Cota de Quillacollo. Los católicos más recalcitrantes la han llamado “María de Urqupiña” para hacerla más católica y cristiana, menos pagana. Los aymaras la llamaban la Virgen de Urkupiña; los quechuas, virgen de Urqupiña; y los hispanohablantes, Virgen de Urcupiña. Salir a las plazas y pasear resulta gratis y alegre, porque es un territorio de encuentros y de desencuentros, de miradas y de futuros amores. Las calles Héroes del Chaco, Villazón, 6 de Agosto y las otras que confluyen en las dos plazas los días sábados y domingos, son escenarios de multitudes, especialmente cuando hay misas católicas famosas, salen los feligreses de la Iglesia San Ildefonso, toman la plaza 15 de Agosto y alrededor hay fraternidades de danzantes con ritmos tradicionales tales como diablada, morenada, tinku, pujllay entre otros. Lo mismo ocurre en las fechas cívicas; hay desfiles en la calle 6 de Agosto, desde la plaza Hernando Siles, más conocida como plaza de Las Sirenas (por la bellas e inigualables esculturas) hasta el altar patrio, en la plaza 6 de Agosto o por la avenida Blanco Galindo, de la terminal hasta el Altar Patrio de la plaza Bolívar donde, en los años recientes estaba presente el presidente Evo Morales Ayma para festejar la entrega de obras o recibir proyectos a diseño final. Miles de personas ven en los desfiles a sus hijos, amigos, vecinos, para verse a ellos mismos, con elegancia y 68
aplomo de soldado o figura esbelta. Ver los desfiles es una forma de recrearse, festejar, aplaudir, mofarse, chismear y alegrarse luego de pocos éxitos y tantos fracasos que pintan de negro o gris los días claros. Es una de las pocas diversiones colectivas de los pueblos y las ciudades. La fiesta de Urcupiña se ha vuelto famosa, hasta llegar en la década de los años 90 a un millón de feligreses, como punto más alto hasta ahora. Los días de fiesta coinciden con muchas deidades o santos del valle de Cochabamba, el 15 de Agosto. Se han llegado a establecer los días de fiestas más significativas: 14 agosto, de Entrada; 15 de agosto de Fiesta; y, 16 de agosto, de calvario. En esta última fecha, todas las instituciones laborales del departamento suelen dar asueto o tolerancia a sus trabajadores, empleados, dependientes. Mucha gente llega en estos días de fiesta. Disfruta de la entrada, de la fiesta y del calvario. En este último día —formal porque la fiesta se desarrolla aún todo el mes—, los feligreses acostumbrar sacarse piedras en el Calvario de Urqupiña, con los martillos y combos de las señoras que los prestan. Lo que saca el cliente, es como la suerte de futura casa, auto u otro bien que pide a la Virgen. Mucha gente cree en esto. Los candidatos presidenciales hacen lo propio, van y sacan piedras como sillas y aprovechar también a la prensa que se da cita en Quillacollo para difundir lo que ocurre esos días y conferencias de prensa presidenciales. Hay una cadena de medios de comunicación local, departamental, nacional e internacional en esos días clave. Año que pasa, van en aumento los atractivos. Antes solo había una entrada. Desde 2010, aproximadamente, hay dos entradas: una tradicional, en que las fraternidades de todo tipo del país realizan su devoción bailando ritmos mestizos bolivianos; y la entrada
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autóctona, que está integrada por grupos de danzantes y músicos autóctonos. La entrada autóctona se realiza el 13 de agosto de todos los años. La entrada tradicional el 14 de agosto. La primera con 40 grupos y la segunda, con más de 70 fraternidades. La fiesta central de Urqupiña es el 15 de agosto y el calvario, el 16 de agosto, que suele tener la declaratoria de horario continuo para fomentar la participación de los feligreses. En estos días, los comerciantes de todo tipo se apoderan de la colina sublime. Todo esto llama la atención a la gente que llega a Quillacollo de muchos países y de varios departamentos de Bolivia. Lo que sorprende más son las vestimentas de todo color y formas. Este país no solo es pródigo en riquezas minerales, hidrocarburíferas, parques nacionales y reservas ecológicas, de flora y fauna exótica sino también tiene una gran variedad de danzas y música que hacen de la tierra de la integración nacional algo excepcional, en la fiesta de Urcupiña. Las fraternidades, bandas y danzarines, cada año compiten para hacer mejor y más espectacular su participación en las festividades culturales del Gran Poder en La Paz, de la Virgen de Cotoca de Santa Cruz; y en los carnavales de Oruro, Santa Cruz, Tarija, Sucre, Potosí, Beni, Pando y Cochabamba. El carnaval de Oruro y la fiesta de Urcupiña compiten por ganar casi todos los años, con grandes avances en relación con las fiestas de los otros Departamentos del Estado Plurinacional de Bolivia. El carnaval de la provincia cruceña de Vallegrande se hace cada vez más famoso por su música, sus danzas y los cantos populares, de tonadas bolivianas inmortales, cuyas letras han sido escritas por los mejores compositores Teófilo Vargas de Quillacollo, Gilberto Rojas Enríquez y Rodrigo Uriarte Stottuth de La Paz, Simeón Roncal de Sucre, Asunta Limpias de Parada y Pedro Shimose de Beni y 70
también recogen la cultura popular anónima de esa región inolvidable. En agosto, Quillacollo con la poderosa fiesta de Urqupiña atrae a miles de visitantes y los cautiva, no por nada es una de las provincias más atractivas y grandes del país. Dos calles llamaban la atención de Manuel y Marilyn. La Cleómedes Blanco, una calle larga que va desde la plaza de Granos, pasa tras el templo y termina en los rieles de la vía férrea de Quillacollo, de este a oeste hacia Cochabamba. La otra era la calle Ricardo Soruco que comunica el estadio con los rieles de Quillacollo, de norte a sur. Estos muchachos caminaban por esas calles y admiraban a otros adolescentes que jugaban todas las noches y hablaban de política y de cultura general como personas adelantadas e ilustradas. Ambos se sentían un poco acomplejados, inseguros ante estas manifestaciones culturales. Su padre, junto a su compañera y los hijos de ella, soportaron valientemente muchos momentos de aguda crisis económica y hambruna, pero siguieron a su lado. Hubo un tiempo en que los adolescentes cocinaban por turno. En otras horas se deslizaban por las calles a pasar clases o a comprar alimentos y también a reuniones clandestinas para aprender y ponerse a la altura de los vecinos que eran personas con un nivel cultural elevado. Esto duró muchos años. El padre hacía su gran contribución incentivándoles siempre al amor a los libros, a la lectura y a escuchar noticias a media jornada. Cada nuevo día era un desafío para aprender, para colaborar en la casa cocinando, estudiando, ayudando al papá en el trabajo de taxista con el Studebaker de 1929 y luego un Chevrolet de 1952. Don Luis o don Celeste, por su amor al color celeste, quien, dicho sea de paso, fue el primer transportista nocturno de Quillacollo a 71
Vinto y viceversa. Después de él, los transportistas que aparecerán en esa y otras rutas serán muchos; entre ellos Humberto Corrales Nava con su Ford, Víctor Gutiérrez (hoy médico de militares en La Paz), Celestino Ágreda Chacón (profesor y escritor), luego aparecieron Renato Guzmán, Víctor Moreira y Jorge Bazoberri. Manuel llegó a vender vasos de cristal, detergentes y fósforos para ganar centavos que la familia necesitaba y algunas veces, para financiar las farras ocasionales del autor de sus días. Este joven de rostro afligido era el que siempre solía ayudar en ese puesto callejero de venta, aunque a regañadientes. El padre no permitía que su hermana Marilyn lo haga, para evitar que los jovenzuelos se le acercaran. No quería que sea una “banderita” que atraiga a esos muchachos. En fin, la vida pasaba. En la historia de la familia del profesor había momentos de amena conversación sobre temas políticos, culturales y sociales; a intervalos se oía música, esa resonancia mágica que era otra vida de alegría en esta vida de dolor, principalmente canciones románticas y de protesta. Esto lo comprobaba la gente que los visitaba de vez en cuando. En Quillacollo los niños jugaban todas las noches a la luz de la luna y después, a la luz del alumbrado público. Realizaban juegos grupales muy interesantes como “las cebollas sik´i sik´i”, “pasará pasará mi barquito”, “huevo quemado”, “arroz con leche”, ejercicios con canciones, saltos, y hasta los esparcimientos simples como “pesca pesca”, “oculta oculta” o recreación de los juegos de la fiesta de Urqupiña. Los hermanos, en esta región, cultivaron la amistad con varias personas, una relación afectiva, que se construye a lo largo del tiempo, principalmente entre vecinos y con los condiscípulos de sus respectivos cursos. Con los vecinos se conocieron, al verse 72
todos días al ir a comprar pan de doña Cristinita Hinojosa, la famosa doña Chaposita, al jugar en las noches de luna. También, en sus respectivos colegios, tuvieron nuevos condiscípulos y amigos. Surgieron los primeros amores de Quillacollo. El primer beso y otras caricias que experimentaron Manuel y Marilyn, cada uno por su lado, en diversas circunstancias con personas de su edad y también con más años que cualquiera de ellos. Todo esto recordaba Rogelio, porque asiduamente los visitaba y seguía recordando. Marilyn sufría por la incomprensión de su padre y su hermano, que le hacían la vida imposible cuidándola demasiado, a tal punto de hacerla sentir que estaba encarcelada en su habitación, sin obtener permiso para ir a fiestas de 15 años, paseos, recibiendo amenazas de su hermano Manuel: “Vas a ver, le voy a avisar al papá”. Si quería pasear, su papá le decía “no hay problema hija, vamos a pasear conmigo alrededor de la plaza”, como se acostumbraba. Todos daban vueltas alrededor de la plaza con amigas o amigos, ella con su papá, ja...ja..., sonreían. Cuando se quedaba en casa, él encargaba a Manuel y otro hermanito menor que cuidaran a su hermana. Pobre del muchacho que se atrevía a acercarse a la esquina de su casa, pues el padre o Manuel salían a golpearlo. La personalidad y atractivos eran tan impresionantes que, a pesar del peligro, seguían buscando a Marilyn. Ella tenía que estudiar y lo hacía con mucho gusto, no se quejaba. Estudió en Quillacollo a la luz del mechero, luego a la luz de la vela y, finalmente, con luz eléctrica. Le gustaba tanto leer que hubo días en que amanecía haciendo, emocionada con las novelas atinadas que en el colegio le exigían leer, sin importar a veces, el mal pensamiento del progenitor y de su propio hermano. 73
En cierta ocasión cuando un muchacho intentó sobornar a su hermano menor para llamar a su hermana, este último se ganó una tremenda reprimenda de su padre, diciéndole “por unas monedas cómo la vas a vender a tu hermana”. Con el hermanito menor al que Marilyn aprendió a querer y valorar, en algunas ocasiones, juntos lloraban cuando el ser que les trajo al mundo se emborrachaba y por efectos del alcohol refunfuñaba y tenían que evadirlo para no recibir castigos en ausencia de su hermano Manuel que por entonces estaba en el cuartel, en la marina de Guayaramerín, departamento del Beni, en un lugar alejado de Bolivia, sobreviviendo al hambre, el cansancio, el calor y los mosquitos —entre ellos el Aedes Aegypti— que transmitían enfermedades terribles como la malaria, el dengue y el zika y la fiebre chikungunya. También soportaba la represión por sus ideas, que hechas públicas, por una carta que le envió un amigo político de la izquierda radical y que fue leída por un par de oficiales; y, en consecuencia, fue castigado y hasta sufrió una simulación de ruleta con revólver. A pesar de los conflictos, en la vida de los hermanos hubo días gratificantes cuando compartían en los buenos tiempos, la comida de media mañana: asadito, huevo, llajwa (picante de loco y tomate molidos) y papa wayk´u (papa cocida con cáscara). Realizaban paseos en el automóvil del padre a lugares hermosos. Marilyn disfrutaba de las visitas a casa de sus tíos Pilar y Cleómedes, quienes siempre con una sonrisa en los labios, los recibían con mucho cariño. También disfrutaba de la compañía de su prima mayor, Miriam, hija de su tía, con quien compartieron momentos muy lindos. Manuel se llevaba bien con todos, especialmente con Rubén y Rogelio, más conocido como Ruddy, que eran varones buenos para el estudio, el ajedrez y el fútbol, intereses que compartían los tres.
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Los adolescentes recuerdan a un señor abogado, don Fenelón Calle, una persona seria de ideas comunistas y de hábitos de monje. Siempre de terno. Era el dueño de la casa que habitaban. Les visitaba periódicamente para almorzar y hablar de temas culturales. Tal vez en ellos se mirará mi hermano, dijo Rogelio, y el mismo Manuel para estudiar Derecho y luego de unos años, simultáneamente Ciencias de la Educación. Rogelio conocía de cerca esto porque, como primo hermano, visitaba permanentemente solo o con sus hermanos a la familia de Marilyn y Manuel. Manuel tenía muchos traumas psicológicos y remordimientos que no logra superar hasta hoy, por sus continuas salidas a la calle a jugar o a reuniones políticas. Algo que no le dejaba en paz, por ejemplo, era el recuerdo de la desaparición momentánea del primer hermano de padre, que menos mal fue recogido por la patrulla policial. El policía riñó al padre, a la madre y a los hermanos mayores. Manuel sentía ese dolor de haber descuidado a su hermanito. Pero reapareció y juró no dejarlo a él y a los otros solos frente a toda adversidad. Mucho tiempo después se vieron en buena relación todos los hijos de don Luis, el profesor, el transportista y el gran amigo de la cultura y las lecturas profundas. —Tía —expresa Rogelio—, don Luis siempre predicaba a sus estudiantes de la escuela Central Sucre, a sus hijos, a sus vecinos y amigos: “Siempre leyendo, siempre estudiando para un futuro mejor”. Termina de decir estas frases y queda dormido. La tía se va. Rato después, reaparece y reparte refrigerios a los amigos que entran, rezan y se sientan en los asientos vacíos, en el velatorio de su hijo recordado y muy querido.
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CAPÍTULO 10 LOS DESAFÍOS Doña Emiliana que retorna al lado de su sobrino, le ve cabecear, lo despierta y vuelve al momento en que cree estar el relato, sin importar si retrocede o repite la narración: —No te duermas, una hora más y todos nos vamos a ir a pernoctar. Te cuento esto más y lo demás mañana, y lo que faltará pasado mañana antes del entierro de mi Samuelito, que estoy segura de que nos está escuchando. Bueno, te estaba recordando que don Luis, Marilyn y Manuel se fueron a Quillacollo. La compañera de don Luis, se perdió por uno o dos años con su primer hijo, creo que fue a trabajar a Cochabamba, luego apareció con otro retoño más. La señora se reconcilió con don Luis. Con los años, ambos procrearan un tercer descendiente, que sería una niña delgada, linda y con cabellos ensortijados. La vida de don Luis, Marilyn y Manuel en Quillacollo fue muy difícil. Era una época de crisis económica, aproximadamente entre 1978 (gobierno de Lidia Gueiler, luego del militar García Meza) y 1981. Y esto no varió mucho, luego de una efímera alegría popular; es más, se agravó el año 1982 (gobierno de la Unidad Democrática y Popular [UDP]) hasta 1984 con la hiperinflación; época en el que los trabajadores y profesores iban a cobrar sus sueldos en carretillas y luego de unos días, esa inmensa cantidad de plata, no servía para nada. Hoy todavía debe haber en muchas casas grandes fajos de dinero de ese momento histórico, que hoy no valen nada, a no ser de recuerdo de esa época dramática. Los años siguientes tampoco fueron los mejores. Ha sido dura la vida en la época de la crisis financiera y la esperanza se hacía añicos todos los días. Manuel y Marilyn se turnaban para cocinar cada día. No siempre había verduras, carne y huevos para comer. A veces solo consumían acelga, espinaca y algo de papa cocida en el perol. Cuando había algo de plata, don Luis 76
compraba leche y arroz y preparaban arroz con leche. Pasaban todo el día comiendo solo eso. Su padre, profesor, ya no trabajaba en el área rural; hizo su cambio al área urbana, con grandes problemas económicos, porque un profesor urbano gana menos del 20 % que el rural. La única ventaja es que el educador urbano trabaja en las ciudades, y don Luis trabajaba en Quillacollo. Marilyn salió bachillera como una de las mejores estudiantes inteligentes y bellas: Fue reina del Liceo América. Hablaba y escribía muy bien. Sus profesores, amigos y vecinos, cuando leían sus cartas, por alguna razón decían: “ella escribe como escritora”. Leyó mucho en la época de estudiante y esto le ayudó a tener un estilo culto, directo y claro. Con estos datos decidió ingresar en la carrera de Medicina. Se esforzó, tuvo dificultades económicas para la compra de libros y realizar prácticas. Hizo actividad política, fue una de las mejores líderes de una de las organizaciones políticas radicales estudiantiles de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS). Manuel fue al cuartel con sus parientes y amigos a Guayaramerín, Beni, a la marina, para saber estar lejos de la familia y bajo un régimen de disciplina castrense en la Armada boliviana. Sufrió con cinco compañeros, lo que es sentir hambre, privaciones y abandono. Conoció de cerca la vida de los militares y el sufrimiento de los marineros. En los primeros meses del cuartel murieron varios marinos ahogados en un río inmenso, uno de los afluentes del Mamoré. Era la época en que Hernán Siles Suazo había sufrido una represión en su libertad de locomoción; un año más tarde, al no haber podido superar la hiperinflación y resolver los problemas de los trabajadores, fue presionado para acortar un año su mandato y convocar a elecciones generales.
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A partir de 1985 gobernaron los neoliberales, los privatizadores, hasta caer, en los luctuosos días de “febrero negro” y “octubre rojo” de 2003. Les seguirán Carlos Mesa, caracterizado por su elocuencia, a veces intrascendente y megalómano historizante; Eduardo Rodríguez Veltzé, que mostró rasgo de un hombre con vasta formación jurídica, pero durante su gobierno EE.UU. se llevó los misiles chinos donados a Bolivia; Evo Morales Ayma, líder cocalero que se convirtió en neoliberal populista, representante indígena mundial y que se esfuerza por construir un “modelo socioeconómico y productivo” semiestatista social comunitario y lucha por la integración latinoamericana. Manuel siempre recordaba con afecto a sus amigos del cuartel: Nicolás Nicómedes Sánchez, Rubén C. Jaillita Ágreda, Nelson Maldonado Soliz, Fernando Zanabria, Juan Claudio Corrales Vargas y otros de quienes no recuerda los nombres, pero tiene las imágenes de sus rostros en su memoria. Volvió del cuartel y decidió estudiar Derecho y Ciencias de la Educación en forma simultánea. Manuel viajó a la Argentina en dos oportunidades. En la segunda ocasión, cuando estaba a punto de quedarse, Cirilo Javier Soliz Mejía, cuñado de su amigo Humberto Álvis Mérida le dijo que debería volver a Bolivia para estudiar con el apoyo de su padre. En la misma dirección de pensamiento, estaba el padre de Manuel, el profesor Luis, quien le envió dos cartas contundentes le hizo reflexionar y regresar de inmediato. Manuel tomó conciencia del asunto y regresó a Bolivia. Ingresó a Derecho. Al tercer año de la carrera de Derecho, ingresó a Ciencias de la Educación para estudiar en forma simultánea ambas carreras. Logró los dos títulos de licenciatura, luego de una vida estudiantil sacrificada por la cuestión económica y su lucha sindical. Además, hizo cursos de posgrado: diplomado, especialidad, maestría y doctorado, en la mayoría de los casos con su propio dinero. Trabajaba desde sus 20 78
años en instituciones educativas, y a un mismo tiempo, estudiaba; era líder combatiente de primer orden, era cesariano, no aceptaba un segundo lugar. Hacía respetar los derechos estudiantiles sin ser ejecutivo de algún centro de estudiantes o de la Federación Universitaria Local. Solo sus argumentos y sus pasos eran suficientes para hacer retroceder toda medida antiestudiantil. Su voz, cuando discurseaba, resonaba como la de Demóstenes, el orador griego, como de un gladiador romano o de un minero boliviano en lucha tenaz. Realizó acciones estelares de éxito en la defensa de intereses estudiantiles desde una posición y lógica radical. Representó a los estudiantes de su Facultad, como delegado de base elegido en asamblea general, en congresos y encuentros nacionales. Era muy conocido por todos, querido, odiado, temido y respetado. Toda una leyenda. Un conocido al escucharlo en su casa verter ideas espléndidas y llenas de cultura, descubrió que podría escribir y publicar libros. A Manuel le llamaron “Dios”, claro que era una exageración, pero el calificativo se lo ganó demostrando mucho conocimiento en varias ciencias y, en casos concretos, solucionando problemas de la familia de algún conocido. Un compañero, que lo admiraba, financió la publicación del primer libro de poesía, pagando el cincuenta por ciento de la primera edición con el acuerdo de repartir la ganancia para ambos, lo cual fue honrado en una fecha histórica, el 29 de abril de 1991. Desde ese día hasta la fecha, Manuel no ha dejado de escribir y publicar, porque es su razón de existencia. Ha publicado 31 libros como autor y 25 más como coautor, compilador, editor y director de revistas; en total 56 libros, en una vida menor a la de medio siglo, lo que ya es una proeza colosal. ¡Y todavía piensa publicar 100 libros!, ¡alma mía, qué locura no! —La tía Emiliana, habla maravillada—. —Manuel, como es costumbre, cada vez que presenta sus obras me trae invitación y luego me regala unos ejemplares para 79
compartir con la familia. Tiene libros de todo tamaño y sobre diferentes temas. Los libros que me gustan más y que están en casa son los poemarios. Mis nietos son los que más leen y a veces desesperadamente, lo que me asusta un poco. A mi hijo menor, que es profesor, le gustan las obras pedagógicas de Manuel. Doña Emiliana que ve dormirse a su sobrino, levanta la voz: —Rogelio, no te duermas, esto te va gustar más. Marilyn como era bonita e inteligente, tenía muchos pretendientes. Esto era grave. La búsqueda de los chicos daba lugar a las peleas entre Manuel y Marilyn. Ambos se daban patadas y golpes. Ya se pasaban. Él la puñeteaba y ella lo arañaba. Era el colmo. No se podía comprender ¿Por qué dos hermanos que se querían tanto también se odiaban?, posiblemente porque ambos querían salir a la calle y ninguno de los dos quería quedarse; puede ser también por celos. Su padre, como “castigo justo”, pegaba a Marilyn por las arañadas a la cara de su hermano. Había problemas económicos en casa. El salario del padre profesor urbano no alcanzaba, a pesar que se daba modos trabajando en una vagoneta-taxi, en la ruta QuillacolloVinto. Manuel decidió trabajar y lo hizo en el oficio que se presentaba. Fue ayudante de albañil con Humberto, su vecino; los parientes Rubén y Nelson; y su gran amigo del cuartel: Nicómedes Sánchez, que era un excelente compañero solidario, experto albañil, y hoy es constructor civil de prestigio internacional. Las reuniones políticas a las cuales asistía, luego del cuartel el trabajo físico, le hicieron forjar un carácter fuerte y, a veces, despótico. Ese carácter lo potenció como fundador del barrio Marítimo y su despliegue de líder de varios sectores sociales, incluso en el magisterio, donde hizo huelga de hambre en varias oportunidades y la más larga hasta de 23 días, lo que le hizo perder más de 10 kilos de peso y deterioró su salud, con daños irreversibles. Un amigo suyo, escribió una biografía combativa de él, pero el libro desapareció; en la tapa estaba la foto de dos 80
huelguistas, del amigo y de él. El autor de ese trabajo lo difundió contagiado y admirado por la lucha del joven valiente y combativo que estaba a su lado en la huelga; he hizo analogía de la lucha y también de la escritura testimonial de dos luchadores famosos de la tiza y la almohadilla también en 1988 en La Paz, cuando llegó el papa Juan Pablo II a Bolivia. Dejó de difundirlo cuando se dio cuenta de que tal vez estaba rindiendo el culto a la personalidad, lo que sería una actitud contrarrevolucionaria. Un día, cuando Manuel aún dudaba si estudiar la carrera de Ciencias de la Educación o la de Derecho, decidió viajar a la Argentina donde su madre, escuchando su llamado, con la guía de su cerebro emocional. En esa indecisión de carrera profesional, fue aprobado en el curso preuniversitario; en él le recomendaron estudiar Derecho, pero, él por rebelde, se inscribió en Ciencias de la Educación. Después de unos meses dejó esta carrera a pesar de que un compañero de curso lo buscó y le alentó para seguir estudiando, porque Manuel, según ese compañero, era muy inteligente, con grandes potencialidades y si estudiaba, sería un gran profesional. Como te dije, Manuel viajó a Argentina dos veces: la primera, estuvo cuatro meses y la segunda, apenas un mes. Don Luis le envió dos cartas que le hicieron reflexionar acerca de la necesidad de estudiar y ser alguien. Su madre, la señora María Jazmín le dijo, como toda contraoferta, “estudiando o trabajando igual se vive, hijo”, queriendo hacer comprender que tal vez era mejor que se quedara en Argentina, trabajando y al lado de su madre y su nueva hermanita, Mireya. Rogelio, interrumpe: —Tía, pero no has contando lo que le gustó a Manuel en la Argentina.
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—Claro, como a todos, le gustaba estar con su mamá, después de mucho tiempo. Comer carne blanda asada, yogur, fiambres y facturas (panes con dulces, queso y otros aderezos). Las calles, las avenidas, las plazas, los parques, la metrópoli; la representación de obras de teatro, las conferencias; la música y los paseos en los parques. Todo ello era fabuloso para un joven que no conocía otro país que no sea el suyo, y ni siquiera todo su país, solo el lugar donde pasó casi toda su vida hasta ese viaje. Hubo momentos de cariño y afecto, también de desconfianza, no creas. No hay que olvidar que el amor, el cariño nace de la relación constante. Por ello, se registró un incidente: un día en que Manuel llevó las ricas facturas (panecillos con queso, miel, mermelada) y carnes frías, su madre y su hermana no quisieron comer. La señora María Jazmín pidió, junto a Mireya, que comiera primero Manuel, él lo hizo y ellas también lo hicieron. Este suceso, que se explica acaeció tal vez no por desconfianza sino por darle el lugar de hombre de la casa, primero el varón, después las mujeres. Bueno, lo que más le gustaba a Manuel de la comida argentina, era la parrillada, que los gauchos llaman asado simplemente. Lo excitante son las carnes exquisitas y blandas, muy blandas. Bueno, si quieres comer aquí en Bolivia, hay que saber preparar con limón, papaya y con una sal especial, pero siempre es un poquito dura; si se compra lomito y punta de S la figura cambia, todo es blando como mantequilla y todos comen, hasta los abuelitos. Manuel, después de todo, vivió bien en su adolescencia y su juventud y seguirá viviendo bien en su adultez. Ha sufrido tanto, pero tanto, que debe ser feliz por siempre, también su hermanita Marilyn que ha estudiado en la Universidad Mayor de San Simón de Cochabamba y luego en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Hoy es una profesional de alta categoría y talentosa escritora, pero no escribe mucho, teniendo tanta capacidad. Las 82
mujeres no podemos estudiar y trabajar como los hombres; tenemos que cuidar a los hijos, como es mi caso. Yo no estudié nada, pero podía haberlo hecho, sobrinito mío, tú sabes que tengo capacidad. —Sí, tía—dice Rogelio. —He mantenido un hogar con siete hijos; hoy estoy velando al mayor de ellos, y pasado mañana lo enterraré. Él que tomaba tanto como mi esposo. Pero mi marido, ya de viejo, ha sentado cabeza y ya no toma. Ahora duerme. Mañana, temprano se levantará y hará ricos panes y más tarde empanaditas para los dolientes queridos. Te estaba diciendo, mi Samuelito tomaba harto, a veces varios días a la semana; grave, era muy grave. Ha estado con muchas mujeres, pero al fin conquistó a una buena mujer, su esposa actual. Samuel trabajaba unas horas y otras tantas dedicaba su tiempo a la “buena vida”, abandonando a intervalos a su esposa e hijos. Bueno, no hay que hablar mal del difunto. Es mi primogénito y que Dios lo tenga, a partir de mañana, en su gloria eterna, porque mi Samuelito ha pedido perdón a todos y se ha muerto con la conciencia limpia para que el Creador lo reciba en su seno como uno de sus más queridos hijos.
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CAPÍTULO 11 LA VALENTÍA Y LAS IDEAS Rogelio se ha quedado dormido nuevamente y sueña. Se pregunta ¿Cómo llegaron a ser líderes dos seres que han sufrido mucho?, personas de provincia. Luego de unos instantes se responde, justamente porque sufrieron, como una manera de hacer saber su dolor en forma transformada, por los ideales que han concebido en las lecturas clandestinas de libros rojos y en la lucha revolucionaria. Claro, también, por las ideas que asimilaron muy bien en los balances políticos, de los símbolos verbales de leyes y principios iconoclastas, heréticos y revolucionarios por una sociedad nueva, de una educación nueva, de una universidad que haga ciencia y revolución. Luego de esto, le visitan los recuerdos: cuando regresó por primera vez de Italia a Bolivia, vio a sus primos en varias entrevistas televisivas, radiales y hasta sus fotografías en periódicos, como luchadores por una transformación universitaria. No podía creer que esos dos niños huaqchas8 hayan avanzado tanto en pensar, hablar y luchar junto a los oprimidos y el tener una intrepidez que rayaba en la temeridad. Rogelio se acordó algunos pasajes de la vida con sus primos. Recordó que varios días de las muchas visitas que realizó a sus primos en Quillacollo, en feriados o sábado y domingo, ellos, sus primos hermanos, estaban ocupados en reuniones, lecturas y actividades académicas y políticas continuas. Un día no supo qué hacer y ni qué decir; también habían contagiado esas ideas al hermano de Rogelio, el Rojas o el Jaillas 8
Vocablo quechua que significa solos o abandonados.
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como lo conocían; un líder carismático y con una personalidad fuerte, de esos que solo se encuentran entre los generales romanos o espartanos de la Grecia clásica. Lo miró en las calles protagonizando marchas junto a sus primos. No podía creer que junto a ellos estaba su propio hermano; hacían retroceder con maestría a los automóviles y policías en las calles de la ciudad más linda, más benigna por su clima: Cochabamba. La gente que conoce esta ciudad, no lo olvida, es un edén de flores y frutos de la naturaleza pródiga. Los que llegan en avión o automóvil a la tierra del valle central, se quedan unos meses, semanas, días, horas o minutos solo para respirar el aire más puro de naturaleza excelsa, para disfrutar como en el paraíso, una de las infinitas variedades de comida que solo hay ahí y en ningún lugar del mundo. Los cochabambinos pareciera que solo viven para comer. Esto se practica todos los días, comer y comer. No hay un solo habitante de esta región que no sepa de un restaurante donde sirven algún plato exquisito, si no decide ir a algún local, es porque no tiene tiempo. Para tener certeza de esto solo hay que ver los letreros de comidas y preguntar a cualquier qhochala que nos diga ¿Dónde uno puede comer bien? Hay comida especial para cada día, para cada fecha cívica y hasta para curar enfermedades y problemas emocionales. El clima del centro de Bolivia es el mejor de todos; solo se compara con el que existe en Quillacollo y Vinto. Sus campiñas y sus vergeles son de una lindura primaveral. Desde siempre, el lugar preferido de turistas, de emigrantes de los otros departamentos es, sin duda, Cochabamba, con todas sus letras y canciones. Los bolivianos que viajan al exterior, siempre que se encuentran con otro paisano, dicen que no quisieran morir sin volver a Bolivia; 85
en particular, se niegan a morir sin conocer este edénico paraje, saborear sus riquísimas comidas y bebidas como la chicha, el guarapo y la cerveza, todas ellas elaboradas con las aguas puras y deliciosas de la cordillera del mágico Tunari. Los dueños de restaurantes y otros palacios de comidas y expendio de bebidas son tan inteligentes, que, para tener más clientela, han hecho construir pequeños parques de diversiones para los menores de 14 años. Ahí los niños y los adolescentes juegan mientras sus padres, luego de comer con sus hijos, se dedican a hablar sobre temas de interés y en medio de ello, sorben bebidas espirituosas que los hacen más eufóricos y alegres. Al ver a los habitantes del valle mágico que comen y beben, uno ve la imagen de seres privilegiados que no trabajan, que solo comen, beben y duermen; pero no es así. Los cochabambinos son trabajadores, emprendedores, valientes y decididos; por ello, se dice con toda sinceridad, que los cochabambinos han viajado por el mundo y hasta están inscritos para viajar a Marte y sin retorno. Muchos de sus profesionales están en la NASA de EE. UU, en la Academia de Ciencias de la ex URSS, Rusia; en el grupo de expertos de Alemania, Francia, Japón, China, Irán, Brasil y México. Hay cochabambinos inventores, científicos, cientistas sociales, cuentistas, novelistas, ensayistas y poetas de gran valor. En concursos literarios y filosóficos de Bolivia y Latinoamérica, los nacidos en esta tierra logran grandes lauros para el bien del país. Casi no tienen contrincantes de peso, esto se dice en todos los sentidos posibles. La valentía no se construye solo con una decisión o una constitución física. Se requiere energía de ideas que hagan fuerte la personalidad. La bravura es energía, es vitalidad que surge de un cuerpo que ha sufrido; de un cuerpo y un cerebro en permanente 86
acción e interacción. La audacia y las ideas se complementan como dos hombres: uno fuerte y el otro débil, uno con coraje y el otro con pensamientos claros, como las aguas transparentes de los riachuelos que caen de las cumbres quillacolleñas, específicamente de los alrededores de Pairumani, donde uno bebe agua como si estuviera recibiendo suero de valor, de ideas nuevas y de grandes amaneceres que hay que construir antes de morir; antes de que la vida nos deje en las sombras de Hades o de la oscuridad de la Pachamama sedienta de hombres y mujeres que han cumplido su cometido, de luchar por un nuevo día de sol y de esperanzas con todos y no con uno o una familia solamente. Rogelio despierta, se baña en el hostal, va a desayunar, conversa con algunos amigos en las calles de Quillacollo y luego de unas horas, vuelve a la casa de su tía, doña Emiliana.
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CAPÍTULO 12 LA LUCHA
Dona Emiliana habla con toda libertad. —Son las 6 de la tarde Rogelio, sobrino querido, es el segundo día de velatorio de mi Samuel; por su muerte cardiaca, hoy más vamos a velarlo. Han llegado mi hija de la Argentina, su esposo y sus hijas; estoy satisfecha. También vinieron muchos parientes y más amigos. Hay todo para los recién llegados. Mi Samuel, mi Samuelito querido es un mago, ha hecho que todos los parientes y amigos vengan de varios lugares del mundo. Ha sido difícil la preparación de la comida, pero se ha cumplido. Todos pueden saborear un fidius-uchu con varios pedazos de carne de pollo tostada en perol, costilla de res, k´awi9 y costilla de cordero. Rogelio, siéntate y espérame; voy a supervisar que todos se sirvan la comida, la chicha, la cerveza y los traguitos; tal como quería mi hijo Samuel. Él se desesperaba para que sean bien atendidos los invitados, ahora no va a ser la excepción. Cada uno de los acompañantes del entierro come los platos suculentos acompañados de llajwa. El ají, más la llajwa o picante de locoto10 les hace reaccionar y algunos saltan comentando sus picazones en la boca. Los más avispados, buscan el líquido amarillo para saciar su sed y amortiguar los efectos del aderezo picante. Rogelio se acomoda, saluda a los amigos y a los parientes que lo reconocen, asombrados de verlo de muchos años, desde que se fue a Italia. Y le preguntan por su hermano:
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Palabra quechua que hace referencia a la parte del pecho de la res, que contiene grasa comestible. 10 Especie de chile o jalapeño.
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—¿Dónde está tu hermano? A él le llamaban el “licenciado en copas” ¿No? Responde: —Sí. Con una leve sonrisa, y se sumerge en otra conversación llena de recuerdos y algunos olvidos. Su hermano salió abogado y muy bueno, a pesar de que mucha gente pensaba que no iba a ser nada en la vida. Ahora tiene una buena oficina en una de las calles principales de Quillacollo, un auto y varias casas en distintos municipios de Cochabamba. Él sabe que su hermano ha construido su presente a costa de esfuerzo y obsesión por lograr su meta de ser profesional en el pasado reciente. Rogelio comprende que la batalla de cada día que uno emprende es siempre admirable, como todo ser humano. Una persona tiene uno o varios libros dentro. Muchos hacen referencia a su familia existente o a la que fue. Transcurre el tiempo. Le duele el estómago por haber bebido mucho la noche anterior; esto hace conocer a sus interlocutores, quienes le aconsejan dejar de tomar bebidas alcohólicas y solo beber agua fresca. Alguien se ofrece ir a comprar y luego, al regresar le entrega una botella de plástico con agua esterilizada sin azúcar y un medicamento para el estómago. Tras cierto tiempo de charla amena, muestra alguna mejoría. Doña Emiliana regresa con algunas copas encima y pide que un pariente que está junto a Rogelio, le ceda el asiento y empieza nuevamente la tertulia. —Rogelio, sobrino, es importantísimo reflexionar sobre los viajes de Manuel a la Argentina. La primera por más tiempo y la segunda, por menos tiempo, y en la que casi se queda. Si no era por el cuñado de su amigo Humberto que, en un rapto de lucidez, le reprendió para que retorne a su tierra natal. Incluso, le dijo crudamente, que si se quedaba en Argentina, iba a ser como ellos; simples obreros, albañiles, aunque con casa y familia. Además, agregó que a Manuel se le veía en el futuro como a un gran 89
intelectual, digno de ocupar expectables cargos de número en las academias de Ciencias, de Historia o Lengua de Bolivia, hasta a nivel internacional.
Rogelio, le escuchaba como si hablara de él, y se pregunta a sí mismo: —Y yo ¿Por qué me voy siempre al exterior? He viajado tanto, trabajado tanto fuera de Bolivia ¿No puedo triunfar en este país? Mientras seguía escuchando a doña Emiliana, que subía y bajaba el tono al hablar como una oradora profesional, esquivando conversaciones con otros parroquianos del buen velatorio, que cada hora hacían rezar a todos. La tía Emiliana sigue explicando: —Manuel se vino, no pudo quedarse en Argentina ni para recoger su documento de residencia definitiva que estaba en curso de entregársele, y que tramitó hace un tiempo atrás, junto a su madre entusiasmada de que su hijo se quedase con ella. Él era como el hijo pródigo perdido, pero en ese momento recobrado. Hizo todo para que se quedara, pero fracasó, pudo más la fuerza de su padre, que la de ella. Don Luis escribió cartas persuasivas, convincentes y gestionó por todos los medios que regresara su hijo de la Argentina, de los brazos de su madre. Manuel retornó a Bolivia, llegó a Quillacollo y, junto a sus amigos, tramitó su ingreso en la UMSS. Antes de irse, se había inscrito a la carrera de Ciencias de la Educación, luego de pasar regularmente el curso preuniversitario; pero a insistencia de su primo mayor, Darío y de su propio padre, se inscribió en el curso preuniversitario de la carrera de Derecho. Luego, a medio curso, a pesar de las buenas notas que tuvo, en relación a sus vecinos, se fue a la Argentina. Después de pedir licencia del trabajo que tenía en una institución educativa. Luego volvió a Bolivia; su padre se alegró, casi organizó una fiesta general de toda la calle. Manuel no pudo ingresar fácilmente en la UMSS porque no concluyó el curso preuniversitario en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, con su única carrera de esa época, 90
Derecho, pero como ya estaba en la carrera de Ciencias de la Educación, hizo el traspaso correspondiente y por fin ingresó al primer curso regular de la carrera de Derecho. Manuel sufrió los primeros años; no tenía dinero suficiente para libros, menos mal que era una persona destacada, esto lo ayudó a solventar sus estudios con trabajos grupales de investigación y exposición, donde él sobresalía, por lo que los “amigos” le entregaban las hojas, los libros y el dinero para sus pasajes. Rogelio, tu primo Manuel tuvo un compañero de curso que soportó una situación tal vez peor. No tenía ni papel para tomar apuntes. Entonces, en una oportunidad, decidió arrancar las propagandas pegadas en las paredes y usar su anverso para escribir sus apuntes de clases. Lo descubrieron y casi lo molieron a golpes si no hubiera sido la oportuna acción de defensa de Manuel y su primo, tu hermano —señalándole al sobrino—, que era bueno para los golpes, el gran Rubén. Es admirable, ambos se han hecho militantes del Partido Obrero Revolucionario y de su expresión política en la universidad, nombre de una etnia de Oruro, URUS; uno de los grupos políticos de mayor tradición teórica y práctica, han realizado hazañas políticas dirigiendo grandes masas de estudiantes. En los momentos más trascendentales de la historia, ellos han marchado al lado de los obreros y campesinos por un nuevo Estado que les represente y donde se estaticen los medios de producción y se efectúe la planificación de la economía para las mayorías empobrecidas; sin explotadores ni explotados. Rogelio, asombrado, le pregunta — ¿Dime, ¿cómo sabes todo de Manuel y Marilyn? Se pone triste doña Emiliana y justifica: —Debe ser el sentimiento de culpa, de que no hice nada por ellos; me ha hecho averiguar todo sobre su vida y contar su éxito a todos 91
mis parientes queridos como tú, para que con ese ejemplo de superación eduquen a sus hijos. —Yo también sé algo de mis primos, pero no tanto como tú —y se calla—. —Por eso sobrino, vos escúchame no me interrumpas, debo terminar de contarte esta parte antes de que vengan más parientes y vecinos para atender. —Sí tía—Prosigue. —Bueno, te contaba que Manuel estudiaba Derecho y cuando estaba en el tercer año, decidió hacer carrera simultánea y reinició la carrera de Ciencias de la Educación, que había dejado cuando se fue a la Argentina. Mi sobrino, a pesar de su soledad y abandono era como una roca, fuerte, persistente. Estudió dos carreras, trabajaba y además era líder estudiantil de primer orden y de otros sectores sociales. Se oye un llamado a doña Emiliana: —Bueno, me están llamando, vuelvo y continuamos el relato sobrino; mientras tanto, toma tu agua. La chicha te va a hacer daño y charla con tus parientes y los vecinos del Manuelito; mira allá está uno de sus vecinos. Dicho esto, se va tras de algunas personas que la estaban buscando. Un asistente al segundo día de velatorio, ha llegado bebido y sigue bebiendo todo lo que llega a sus manos. Se mueve y hace ademanes como si quisiera dar una conferencia sobre algo. Rogelio vuelve a dormir un rato; ahora ya no por el alcohol sino por el cansancio de horadar la historia, la que nos hace mirarnos a nosotros mismos como en un espejo, un libro nuevo que hay que leer siempre.
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CAPÍTULO 13 LA FORTALEZA El espejo de la historia cultural, desde el espacio habla. Una persona puede ser fuerte físicamente, pero también espiritual e intelectualmente. Esto tiene que ver con las experiencias, las influencias, los modelos que un ser humano ve en los otros seres que lo rodea ¿Cuál era la imagen de fortaleza que tenían de jóvenes Manuel y Marilyn? Sin duda, su padre: un ser humano que tuvo la fortaleza de cuidar a sus hijos cerca y lejos de ellos; esto a pesar de todos los destrozos que sufrió, al ser abandonado por su esposa, la familia, los parientes e incluso las otras amistades más cercanas, al dejarlo desamparado y negarse a cuidar un día o unas horas a sus hijos. En su libro Siempre leyendo, de don Luis, publicado por la familia de Manuel como obra póstuma, en la solapa se lee: Luis (1928-2008). Nació en Vinto, cuarta sección de la provincia Quillacollo, del departamento de Cochabamba, Bolivia, el 19 de mayo de 1928. Procede de una familia humilde de economía raquítica, amante de libros e ideas nuevas y avanzadas. Siempre leía, reflexionaba para un futuro mejor. Maestro en varios lugares del área rural, donde no pocas veces caminó decenas de kilómetros, para cumplir su noble labor, asfixiado por las injusticias, cuantos más años de trabajo tenía le enviaban más lejos. Pasó a trabajar en el área urbana, y se jubiló en la escuela Central Sucre de la ciudad de Quillacollo. Fue director en varias unidades educativas. Fundó, junto a Jaime Oporto y María L. de Nery, la unidad educativa Suticollo de Sipe Sipe el 5 de marzo de 1968. Construyó el primer kiosco, en Rosascalle, Vinto. Inauguró la primera línea de taxis Quillacollo–Vinto y Vinto-Quillacollo. Fundó junto a su hijo Manuel, el barrio y OTB Marítimo con personalidad jurídica. Fue un padre responsable que educó a sus 93
hijos ejemplarmente, venciendo un sinfín de problemas y adversidades; por ello sus hijos mayores son profesionales notables y los menores siguen ese camino. Los últimos años de su vida pasó dedicado a la lectura, relectura; la lucha por mejorar su barrio; y el trabajo de transporte con su camioneta, llamada Picaflor. Coautor de la Antología poética al pie de la colina Nº 2 (2001) y Antología comentada de la Poesía boliviana (2010). Autor de la Obra Completa. Prosa y verso. Siempre Leyendo (2013). Sus trabajos se hallan reseñados, entre otros, en el Diccionario de poetas bolivianos (2012) de Elías Blanco Mamani. Uno no se da cuenta del todo, pero, sin embargo, uno puede ser un modelo de algo o de alguien e influir; por lo que los seres queridos se miran en uno, y no solo ellos sino también los estudiantes, los vecinos y hasta los extraños. Esta es la razón por la que uno debe luchar por una sociedad nueva, en esa lucha cada uno debe buscar ser el mejor ser humano posible, para que otros nos sigan. Cuando agredimos a alguien, estamos agrediendo a mediano plazo a nuestros seres queridos, y a largo plazo estamos agrediéndonos a nosotros mismos. Si no creen, lean o vean la película La casa de los espíritus basada en la novela de Isabel Allende. El padre, senador de derecha, cuando era terrateniente violó a su empleada; fruto de este abuso nació un hijo. Ese hijo creció odiando a su padre, luego a la sociedad y a la democracia. Cuando se dio el golpe de Estado en Chile, secuestró y masacró a su hermana como venganza contra su padre. No hay que decir más que no sea lo necesario. Por ello, cuando se agrede a alguien se agrede a mediano y largo plazo a la sociedad y a uno mismo, respectivamente. La moraleja consiste en no agredir a nadie si no quiere autoagredirse en un futuro próximo. Pero ¿Quiénes triunfan? Los seres humanos de familias bien organizadas, integradas y donde hay amor, claro que sí. Sin embargo, también en esas familias pueden surgir personas agresivas y destructoras de la sociedad, por causas múltiples que 94
hay que descubrir; esa es la tarea de los psicólogos, de los psicólogos jurídicos, de los psicopedagogos, de los psiquiatras, de los antropólogos forenses y de los informáticos forenses. Las grandes celebridades en la música, la literatura, la historia y la política han surgido, imprevisible y curiosamente, de hogares destruidos, desintegrados y donde hubo maldad cercana o lejana. ¿Cómo se explica esto? Sí, es curioso que surjan personas exitosas de vivencia en condiciones infrahumanas y situaciones difíciles. Los ejemplos son Gorki, Beethoven, Bolívar, José María Arguedas, Carlos Medinaceli, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Stephen William Hawking. A guisa de ejemplo, así discurre la vida de Gorki en su libro de naturaleza autobiográfica, Mis confesiones: “Me vais a conceder que os cuente mi vida; ello no ocupará mucho tiempo, y es bueno que conozcáis mi historia. Soy lo que se llama una mala hierba, un ser ilegítimo y repudiado; nadie conoció a mis padres; me abandonaron en una heredad de los Lossef, en la aldea de Sokol, distrito de Ibrasnogeinsky. Mi madre —o tal vez otra mujer— me dejó en las gradas de una capilla, donde estaba enterrada la antigua señora de Lossef. Fue Danil Vialof, el jardinero, el que dio conmigo. Llegado al parque muy de mañana, descubrió, envuelto en unos trapos, un niño, que se agitaba bajo la custodia de un gato de color de humo. Era yo. Pasé en casa de Danil cuatro años; pero como su familia era numerosa, alimentábame como podía. Cuando no encontraba qué comer, rompía en gritos hasta que me quedaba dormido con el vientre vacío “. Tal la historia desgarradora de tristeza, como una de las más trágicas. Gorki siempre estuvo convencido que en su vida presenció más suciedad, mentiras y todo tipo de horrores que sus pares, escritores de su época. Claro que también surgen varones y mujeres destacados, en los mismos campos, pero en situaciones diferentes y buenas; como 95
por ejemplo Goethe, quien vivió siempre en cuna de oro con todas las condiciones para triunfar y triunfó. No se puede olvidar, lo que él afirmó, en alguno de sus libros: “La persona a la que no le gusta la poesía es un bárbaro sea quien sea”. La fortaleza se fundamenta muchas veces en las convicciones y las obsesiones. Uno para ser alguien necesita tener ideales, ideas fijas para ser lo que quiere. Los escritores si quieren ser de éxito deben ver que hay dos modelos para triunfar: El primero que hace referencia a despertar en el mundo de la escritura adolescente o joven, el mejor ejemplo es Rimbaud, que a sus 24 llegó a ser el mejor poeta en su tiempo. El segundo, que alude a escribir y publicar mucho, no importa si empieza temprano o tarde, pero hay que escribir y escribir hasta que una obra cobre fama y logre lo que soñaste. El ejemplo clásico de este paradigma es Lope Félix de Vega Carpio que escribió 1 500 obras teatrales, sin contar libros de poesías, novelas y otros escritos. La obra más conocida de él es Fuenteovejuna. Sin embargo, hay otros que han escrito poco o mucho sin lograr nada, solo viento y olvido. Asimismo, hay escritores que, con una sola obra, sin tomar en cuenta su valor, se han hecho de fama y reconocimiento internacional. Ejemplo: hubo también escritores con pocos libros; uno de los cuales se ha inscrito entre las obras maestras de la humanidad, es la novela: Pedro Páramo de Juan Rulfo. Este autor que escribió un libro clásico de cuentos más y luego se negó a escribir. Cuando le preguntaron “¿Por qué no escribe más?”, les respondió: “Acaso se puede escribir más. Ya escribí todo lo que tenía que escribir”. En el campo político, la fortaleza nace de las convicciones, que fluyen de las ideas que abrazas, del tipo de sociedad, de la educación que buscas. Sin embargo, hay profesionales de la Psicología, la Ciencia Política, el Derecho y la Antropología que se 96
empeñan en explicar las luchas, las medidas de presión de jóvenes como una forma de desahogo, de respuesta a la represión que sufren en sus hogares, perpetrada por sus mayores. Puede ser que tengan algo de razón; pero no toman en cuenta y descuidan el análisis de la vida y la esencia de esas personas, su convicción que las transforman y las hacen actuar conforme a ella. Esta conclusión no puede obtener los expertos de las ciencias humanas, por comodidad, por su dogmatismo y, en su caso, porque obedecen a fines nefastos para justificar represiones, entre los que hallan la destrucción física, la privación de la locomoción y otras sanciones drásticas. Rogelio, que se ha hecho célebre demostiniano, isocratiano, lisiano, pericliano o ciceriano asistente al segundo de día de velatorio, toma un cigarro de la mesa y enciende su propio fuego para fumar, como en una conferencia en EE. UU, París, Inglaterra, Alemania o Bolivia. Mientras los concurrentes le dejan hablar y hablar, sumidos ellos también en sus propias digresiones. —Para tener fortaleza, es necesario leer mucho, pero esto nadie entiende. Yo tengo dos tesis: 1. A la mayoría de la gente de este mundo, de este país y de este lugar, no es importante la lectura, es una actividad baladí. 2. Para la generalidad de los habitantes de este planeta Tierra, el conocimiento no es poder. Si fuese al revés, todos leerían los siete días de la semana, los treinta días de cada mes y los trescientos sesenta y cinco días de todos los años; inmediatamente asignarían un presupuesto y hasta un tiempo específico de cada día para trabajar el conocimiento, en forma consecuente. Casi nadie tiene una biblioteca personal. Además, las bibliotecas y librerías están despobladas. Las librerías solo se llenan al inicio y al final de la época de clases de escuelas, colegios, institutos y 97
universidades; después hay un silencio aterrador. Esa extraordinaria construcción o gabinete mágico que contiene la sabiduría de siglos está a punto de ser cerrada en las instituciones educativas, dizque porque la gente recurre más a internet. Los cafés internet conspiran, superpoblados de gentes que no sabe qué hacer con su tiempo libre. Los niños y adolescentes descarriados ensayan a ser terroristas, paramilitares haciendo sangrar, matar y sacando corazones de los enemigos en forma virtual como ensayo lúdico digital. Los malos estudiantes, para aprobar una asignatura, copian y pegan trabajos. No analizan, no comparan, no sintetizan investigaciones con técnicas sintetizadoras; peor, no emiten sus opiniones fundamentadas frente a otros autores, en trabajos prácticos y ensayos académicos. La lectura es la madre de todas las actividades del éxito en lo que uno elija ser: ciudadano o académico. Si uno desea ser profesional, lo primero que debe forjar, es el hábito lector para que luego todo sea más fácil. Mario Vargas Llosa tiene razón al afirmar que el aprendizaje más importante, para él, y entiendo que, para todos, es el haber aprendido a leer. Con la lectura, un niño o una persona de cualquier edad, logra tener al universo en sus manos. La lectura hace posible superar muchas dificultades, posibilita viajar gratis y sin moverse, tener riquezas sin costo adicional y, lo que es más importante, nos hace más inteligentes y más aptos para trabar relaciones en la red de los tejidos culturales donde habitan las personas de los distintos ciclos y niveles educativos. No solo hay que leer, hay que reflexionar lo leído, pensar. No solo hay que leer y examinar, sino también hay que escribir para saber cómo entendemos la vida, la cultura y nuestra relación con la naturaleza. Escribir es una terapia, una lucha contra la incertidumbre de todos los días. Es también una llave a nuevos aprendizajes y posibles enseñanzas a nuestros lectores, cuando 98
seamos escritores. Escribir es una forma de aprender y enseñar, es una forma de transformarnos y transformar a los demás. No solo hay que leer, pensar y escribir; además hay que trabajar físicamente el presente para construir el porvenir. Cada cierto tiempo es necesario abrir la tierra, utilizar herramientas para transformar nuestro entorno, para mejorar nuestra vida cotidiana. La sociedad que trabajemos para el mañana, que tiene que ser del trabajo, por el trabajo y para el trabajo feliz para todos. El ocio es bueno para desarrollar lo que no se desarrolla cada día. Es bueno descansar, ver televisión, obras de teatro, cine, jugar, practicar deporte. La vida es un conjunto de actividades en las que ponemos en juego todas nuestras potencialidades, capacidades, aptitudes y destrezas. Hay que luchar para no ser vago que es fácil. Un vagabundo es alguien vacío, un ser que no tiene razón de existencia, que vaga sin destino, que no tiene oficio, domicilio ni beneficio. Pero hay que escapar del absolutismo que enceguece, que oscurece y hace que seamos esclavos o dioses; que pasemos del complejo de inferioridad al complejo de superioridad con fatales consecuencias. El ocio creativo puede impulsar, como dice Camilo José Cela en su libro La rueda de los ocios, a tener la convicción de que “para ser escritor es preciso saber sentirse eternamente joven”. El mismo autor, citando a Ortega, afirma: “lo más interesante no es la lucha del hombre contra el mundo, con su destino exterior, sino la lucha del hombre con su vocación”. Desde Aristóteles pasando por Vigotsky, Gardner hasta Morín u otro intelectual experto en neurociencias, sabemos que el ser humano es complejo y tiene que desarrollar todas sus facultades para ser mejor cada día, en interacciones con la historia y la cultura de un determinado tiempo y espacio.
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No hay un ser humano inferior a un animal, aunque tenga dificultades físicas o intelectuales, explicaba Vygotski y tenía mucha razón. El hombre tiene las funciones psicológicas de atender, memorizar, percibir, pensar, trabajar con herramientas, transformar y crear. Dicho todo esto, se calla, se inclina y se queda dormido en la silla, sobre la mesa como si fuese un gato bonachón, delicado y plácidamente.
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CAPÍTULO 14 LA CIMA Y LA CAÍDA Luego de dormir un buen rato, se levanta. En la mesa contigua, un vecino le habla. El vecino, llamado Javier, expresa que Manuel y Marilyn junto a su primo, más conocido como el Rojas, fueron los tres líderes de la UMSS, acota que los vio en la televisión en dos películas de cortometraje llamados Oro verde y Coca, en medio de marchas, acciones de protestas y discursos encendidos. El vecino algo despistado, pregunta. —¿Lo conoces al Rojas?, ¿se parece a ti? –Responde. —No soy yo, es mi hermano. —Y el vecino estalla en alegría y —Claroooo. El “doctor en copas” ¿No? Y, a propósito, ha terminado su carrera o no. —Sí, claro que sí. —Pero ¿Por qué ya no viene por estos lados? —Es que ya ha cambiado, toma muy poco y rara vez. Huye de reuniones donde le obligan a tomar, aunque no quiera. —Y tú ¿Estudiaste? —Sí, Agronomía, pero dejé mis estudios por falta de recursos y fe en la tierra. Luego me dediqué a muchos oficios, finalmente me hice tipógrafo, tenía una imprenta. Me iba bien económicamente, luego tuve amigos que viajaban y me fui con ellos al exterior. —Estás tan cambiado, te pareces a Dante, el autor de la Divina Comedia. Seguro que te has ido de viaje a Italia. Sí. —responde. Prosigue. —La verdad, no sé ¿Qué me pasa, no he salido profesional como mis primos Marilyn y Manuel? He decidido trabajar y trabajar sin pensar en una profesión definitiva. Cuando he estado en cualquiera de estos países: Chile, Argentina, Brasil, Colombia o Italia, siempre he recordado mi país, Bolivia, mi Oruro, mi Huanuni, mi segunda patria local: Quillacollo-Vinto, el Vinto de mi adolescencia, donde 101
he conocido a mis primos que Iban a Huanuni a pasar vacaciones. En esas interacciones he aprendido mucho. Yo era, junto a mis hermanos, uno de los mejores estudiantes de Huanuni. Gracias a ello logré becas y vacaciones en Quillacollo, en la casa de Mauricio Hochschild o Simón I. Patiño11. Inclusive logré ganar una beca para el exterior, pero mi padre no me dejó ir, creo que por miedo a perderme. Mi hermano mayor era buen futbolista, le decían el borracho goleador. Cuando se iba a tomar con sus amigos, expresaba como Charles Baudelaire: “Hay que estar siempre embriagado. Todo consiste en eso: es la única cuestión. Para no sentir la carga horrible del tiempo, que os quiebra los hombros y os inclina hacia el suelo, tenéis que emborracharos sin tregua. Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, de lo que querrías. Pero embriagaos”. —Qué interesante el Rojas. Salud —le expresaban sus amigos. —Salud. Pero Rogelio no bebe; hace saber que está mal del estómago, pide disculpas y sale al baño. Javier se dirige a otro lugar, donde hay conocidos y charla efusivamente. El hermano del Rojas, ha perdido su asiento y espera que alguien salga y se acomoda. El velatorio, es un escenario dantesco, hay personas de toda naturaleza, hay lindos y hay feos; pobres, ricos; personas bien vestidas y otras, no tanto. Parece un remolino humano, más cuando entran y salen, cada rato, interminablemente.
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Famoso empresario minero que junto a Mauricio Hochschild y Víctor Aramayo, fueron conocido como barones del Estado de Bolivia. Fue uno de los diez millonarios más grandes del mundo en la década de 1950. Hoy existe una fundación con su nombre que fomenta las actividades culturales (pintura, danza, música y literatura). Organiza con éxito presentaciones de libros, encuentros internacionales de escritores y feria de libros de escritores bolivianos.
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Rogelio llama a Javier, éste regresa y se acomoda. Hay otras personas que han salido del lugar. Sigue su discurso: —La verdadera lucha política es revolución. Eso hizo mi hermano con Manuel y Marilyn, lucharon e impidieron que suban las matrículas y los valores en la U. Yo les seguía de lejos. En una carrera, incluso hicimos devolver la mitad de la matrícula a todos los estudiantes. —Sí —corrobora Javier— Me contaron que un vecino también recogió las devoluciones ¡Uy!, eran famosos che. —Pero ¿Qué pasó? ¿por qué se crucificaron? —Pregunta Javier. Rogelio responde. —Es que no había otra salida. Era necesario hacer una medida de presión. No sabíamos qué acción realizar, nos estaban expulsando de la U. Era urgente aplicar un método de lucha radical. Descartamos la huelga de hambre dura y decidimos la crucifixión. —Un rato —dicen a coro vecinos y parientes. —Vamos hacer una oración para el difunto; les rogamos ponerse de pie. Casi todos se persignan y oran con la devoción de ese acto sagrado y de gran poder, según los que profesan la fe a la divinidad occidental. Al final, el líder del acto solemne dice: —“Samuel está en el cielo. Si no estás, con nuestro rezo estarás pronto en él”. Javier, una vez que termina, retoma la charla y le pregunta a Rogelio: —Rojas dos, les estaban por expulsar ¿Y qué pasó? —Se crucificaron Valeriano, Manuel y mi hermano, menos los demás procesados, que éramos cuatro más. —¿Y es cierto que estuvieron muchos días ahí? —Sí, tres días. La verdad, fue terrible, había gente que protestaba contra los crucificados y otros rezaban frente a ellos. Había más de una María Magdalena que derramó lágrimas enamoradas por su “Cristo revolucionario”. Algunos varones confesaron sus 103
sentimientos de envidia, celos y hasta realizaron acciones de conspiración contra los revolucionarios de esa época. Pero el laurel era para la rebeldía. Los estudiantes, nuestros partidarios recorrían todas las carreras explicando la razón de la lucha. Para apoyarnos se hicieron movilizaciones dentro y fuera de la U para pedir que les devuelvan el derecho de ser estudiantes; derecho que les quitaron arbitrariamente y sin proceso. Se exigía que no los expulsen. El pretexto era la explosión de una dinamita; pero, a pesar de toda la intención del rector inflexible de esa época, triunfó la avalancha estudiantil y recobraron sus derechos estudiantiles. Y terminaron los tres sus respectivas carreras e incluso dos carreras dos de ellos, porque tenían una pasión desenfrenada también por el estudio universitario. —¿Pero esa crucifixión fue una noticia mundial? —Claro que sí, salió en varios periódicos de muchos países como Argentina, Perú, Chile, México, EEUU, Francia, Alemania y Rusia. En Bolivia, era la imagen preferida para atacar a la universidad, pero también hubo políticos que apoyaron esa medida de lucha ejemplar. Justo fueron los dos últimos días de octubre y el primero de noviembre de 1990. No hay que hablar de esto en todo lado ¡Porque a Manuel que es docente en la U por mérito y capacidad propios, lo pueden sacar! —¿Quiénes? —Los enemigos de siempre. Deben recordar y tal vez le echan en cara ese hecho, de vez en cuando, cuando hay crisis de poderes en la U. Escucha Javier. Manuel un día me contó que un director de carrera en son de chiste dijo que quisiera contratar a trotskistas que se crucifiquen con el objetivo de hacer famosa su carrera. Enfurecido al escuchar esto, Manuel desafió a ese docente, a que se crucificará junto a él tres días, a ver si aguantaba, para saber en carne propia si crucificarse era un chiste o era algo muy serio. Inclusive le apostó su sueldo de un mes que no lo haría. 104
— ¿Y qué pasó? —dijo Javier. Rogelio respondió: —Claro que no aceptó el desafío, tenía que nacer de nuevo para aceptar eso; porque se necesita valor, convicción de lucha con una ideología radical y eso no lo tiene cualquiera. Javier, con más interés interroga: — ¿Y qué pasó después del conflicto con Manuel y Marilyn? —Bueno, culminaron sus carreras universitarias. La hermana de Manuel, a media carrera, se casó y se fue a continuar sus estudios de Medicina en la Universidad Mayor de San Andrés de La Paz. Manuel terminó las carreras de Derecho y Ciencias de la Educación e hizo sus respectivas tesis en ambas carreras y las defendió exitosamente. Realizó cursos de posgrado, doctorado hasta posdoctorado, lo que es admirable, con mucho esfuerzo y muy pocos recursos. Se dedicó a ser abogado en una oficina, justamente frente al edificio principal de los tribunales de Quillacollo. A mí me consta, lo visité. Paralelamente, dictaba clases en colegios. Más tarde, postuló a cargos docentes en la UMSS, en concursos de méritos y defensa de plan global; luego de varias derrotas, ganó en las carreras donde estudió. A Manuel, en el campo político, le pasó lo peor; se casó y dejó de militar. Se decepcionó de los que hacían política o politiquería, que cambian de partidos políticos con un descaro de múltiples universos. Hasta hay casos de militantes amigos de partidos políticos que convivían como hermanos, comían de un mismo plato, vivían unidos como nunca; luego por problemas políticos o de amores se han convertido en enemigos para toda la vida. Parece un escenario enjabonado, donde todos caen, tarde o temprano. La política burguesa es un resbalín de alcantarillado, a los que caen después, no se les puede soportar. ¿De qué se puede hablar con ellos?, ¿qué confianza se puede tener en ellos? Ninguna. Javier interrumpió 105
— ¿Y tú? —Yo no concluí mis estudios totalmente, trabajé de todo, hasta en una imprenta que no me gustaba, al pasar el tiempo, terminó gustándome. Trabajé diez años en Bolivia, y luego me fui al exterior; primero a Chile a recuperar el mar, —sonríe— demostrando que los bolivianos somos trabajadores. Luego viajé a Argentina, Brasil, México, Colombia y, finalmente, estuve un buen tiempo en Italia. Ya en Europa, visité otros países porque quedaban cerca. Viajar es más barato que comer en un día. Hasta presencié varios partidos en el mundial de Alemania de 2006. Javier reorienta la charla. —Pero volvamos a Manuel y Marilyn. Ambos dejaron la política, a pesar de que lo hicieron muy bien. Dime, Rogelio ¿Quién no recuerda a los bolcheviques de la U? Él responde: —Con ese nombre los llamaban a ellos, a mis queridos primos, a mi hermano y algo a mí. Mucha gente nos conocía, nos valoraron y hasta hoy nos los recuerdan; especialmente a mis primos, con nostalgia infinita. Pero ellos, dejaron la política. Fue algo trágico, yo también comprendo porque he dejado la política. Manuel se hizo académico y nada más. Interrumpe, Javier: — ¿Pero también se convirtió en escritor? —Claro —responde Rogelio—. Desde 1991 se hizo escritor. Su padre le incentivó a leer, primero a las malas, luego a buenas, y le gustó tanto que ahora parece que padece de una obsesión por los libros, la literatura, la ciencia y la cultura en general. Inclusive como lector empedernido, justifica, al teorizar que ha descubierto que esa actividad es una forma de combatir la diabetes, porque con la lectura, el cerebro consume azúcar. Es su teoría razonable, pero chiflada. Lo cierto es que le fascina leer ¡No hay un día que no lea!
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Su mismo papá al ver que leía como un poseído, cansado de ello, paradójicamente, le dijo que no leyera mucho y que también piense en tener familia e hijos ¡Para que el día de mañana no se quede solo, inmensamente solo, terrible, maravillosa e insoportablemente solo! Él, con un afán sofístico le contradecía fundamentando, que más bien, la soledad es un privilegio de pocos, cuando uno se dedica a leer, estudiar, investigar, crear, inventar y escribir excelsamente. Pero parece que la cultura no lo es todo en la vida. Javier pregunta —¿Cómo Manuel llegó a ser político? —Manuel, cuando era estudiante del colegio Calama, conoció a un maestro excepcional de filosofía que le instó a escribir diccionarios; luego, fue su amigo Orlando quien le prestó muy buenos libros de su respetable y rica biblioteca personal. Manuel se caracterizó por ser ejemplar al devolver los libros, porque comprendía que quien presta un libro es una persona inteligente y quien la devuelve, es más inteligente todavía, porque sabe lo que vale el libro y el amigo. Por ello, Orlando le prestaba constantemente libros. —Sí, al que le decían el Pinocho, el Drome —interfiere Javier. —Así es —expresa Rogelio—. Manuel, mucho tiempo después haría lo mismo con sus amigos. Orlando invitó a Manuel a reuniones y actividades culturales y políticas. Este gran amigo era una persona muy buena, un ser humano único que se esforzaba en comprender a todos. No era raro que invitara a comer a su casa o a un restaurante a los chicos de colegio y trataba de igual a igual a personas del campo, de otros departamentos, todos con baja autoestima. Iba más lejos, incluso llegaba a prestar dinero a muchas personas, alguna de ellas nunca se lo devolvían y le pagaban sus buenas acciones con la indiferencia y la ingratitud. Mientras Manuel fue y es una persona agradecida, lo ha demostrado públicamente y confirmado con hechos. Pero, en lo esencial, Orlando consolidó en Manuel su pasión por los libros, 107
que inició su padre y continuaron sus profesores, compañeros de curso y amigos. En colegio, Manuel ya escribía poesía, luego teatro. Ha hecho una revista interesante en un Instituto de Comercio, donde estudió un corto período. El gran salto fundamental sería el año 1991, cuando publicó el libro de poemas titulado Lloviznas de amor…, un poemario pequeño y de pocas páginas, pero de gran sentimiento que leían muchísimos estudiantes de colegios pobres, más que de los ricos. Un compañero le respaldó económicamente, previo acuerdo de ganancias del 50 % por la venta de ese libro y así se efectúo. Luego, por medio del Rojas, conoció a Celso Montaño Balderrama. Poco tiempo después a Juan Pereira Moreira, exactamente, en el Colegio Ayacucho que estaba ubicado en Cochabamba en la calle 16 de Julio entre Sucre y Jordán. Celso, docente de institutos normales superiores; Juan, un joven soñador, con una alta autoestima para declararse “el más bello poeta de Cochabamba”; y Manuel, un joven luchador, estudiante universitario, trabajador administrativo. Los tres fundaron el movimiento cultural “Wiñay Pacha” La Casa de los Perros Inacadémicos, con la promesa de publicar un libro por año como mínimo. Hasta ahora cada uno ha publicado más de 25 libros ¡Cumplieron su palabra con creces! Los tres wiñaypachenses trabaron amistad con muchos escritores de Bolivia. Recuerdan a Néstor Taboada Terán, Carlos Coello Vila, Jaime Choquemata y Óscar Oviedo de La Paz; Alberto Gutiérrez Guerra y Jorge Encinas Cladera de Oruro; Manuel Vargas y Paz Padilla de Vallegrande, Santa Cruz; Matilde Casazola Mendoza y Jorge Ayala Zelada de Sucre; Luis Fuentes Rodríguez y Franz Morales de Potosí; Roberto Echazú y Julio Barriga de Tarija; Gaby Vallejo Canedo de Cochabamba. Javier interrumpe. —Un ratito, pero La casa de los perros inacadémicos ¿Por qué? 108
—Porque se inspiraron en los filósofos cínicos de la Grecia clásica. Es una cuestión filosófica, una posición contra el lujo, el poder y la academia. Pregunta Javier: — ¿Pero ahora, Manuel es académico? —Sí, pero es un académico del lado de la izquierda, del lado de los pobres. Y critica a los académicos de los ricos que justifican en sus poemas, cuentos, novelas superficiales, donde vive la opresión y derraman palabras vacías de ideales. Está contra los ensayos individualistas que justifican la riqueza de los explotadores en forma indirecta, simulada o velada. Sueña escribir una obra narrativa extensa, realista y psicológica; una aventura intelectual de la época que exprese las más íntimas aspiraciones y problemas del hombre del siglo XXI, desde su infancia. Javier sonríe y expresa su admiración. —Yo pensé que sabía todo sobre Manuel. —Yo también—dice Rogelio—. Pero ayer y hoy me he enterado por medio de mi tía Emiliana, de cosas que ni imaginaba. —Creemos que sabemos todo y no sabemos nada o en verdad, casi nada porque no hay nada absoluto. —Javier, pero volvamos a Manuel. Ahora es un padre panzón, — sonríe—, docente y escritor que ha descuidado el deporte. Rogelio complementa. —Sus libros son cada vez más famosos. Son leídos en universidades bolivianas, americanas y europeas. Yo vi, con estos ojos que quieren ver la revolución algún día, los libros de Manuel en manos de lectores en los trenes de Europa; claro que me he alegrado. Yo también pienso ser escritor en un futuro próximo, tengo tanto que contar, he vivido tal cantidad de cosas, más de la cuenta, en estos mis cuarenta años que parecen una eternidad.
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Todo lo que ahora es Manuelito, responde a causas, circunstancias y razones poderosas, las que también a mí me han impulsado a obrar así. La revolución es una vorágine que devora hombres. Ha pasado el tiempo, grandes líderes del país se han destruido en la lucha política o en la politiquería o han muerto a bala o por la indiferencia. Tienen que surgir nuevos líderes como fueron José Aguirre G., César, Isaac, Guillermo, Eric, Ariel, Vilma, Manuel, el Rojas. Ahora vivimos tiempos de confusión ideológica, política, educativa y cultural. En la educación estamos repitiendo el pasado con rocíos de nuevos conocimientos y otros saberes hedonistas. Es necesario rescatar lo mejor de la experiencia y conocimientos de los mejores seres humanos del planeta azul y sus obras, para hacer de este país y de este mundo, nuevo, igualitario y de realización social e individual. Javier que mira el reloj. —Bueno, se ha hecho tarde, mañana nos vemos. La noche está encendida de luz por los faroles y a lejos por las estrellas que dan un espectáculo sublime. Es la hora del conticinio. Hay un silencio aterrador y también de profunda paz. Rogelio se despide del amigo y sale del velatorio. Camina por la avenida de Vinto a Quillacollo, como lo hicieron hace muchos años sus primos. Antes no había muchos vehículos motorizados, pero ahora los hay, y cuando menos lo espera, ve acercarse a un taxi. Hace que se detenga y sube con rumbo a su morada provisional en un hostal en la ciudad de Quillacollo, pero todavía vive y razona con la fuerza de los recuerdos que no le dejar estar completamente solo.
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CAPÍTULO 15 LA AMISTAD
Rogelio en sus sueños, piensa filosóficamente sobre la amistad. —Es cierto que los amigos, tanto en la realidad como en la fantasía son una gran parte de las horas activas de los niños. Con frecuencia constituyen sus mayores alegrías y sus más profundas frustraciones, cuando atentan contra sus vidas o el sentido que le dan a su vida. Es bien cierto que muchos padres y algunos profesores, no saben de la verdadera dimensión de cuán importantes son los amigos para los niños, los adolescentes y los jóvenes; pero solo recientemente se ha investigado a fondo este tema, con la verdadera seriedad del caso. El desarrollo de los niños en el campo cognoscitivo, emocional y social son fundamentales a la hora de emprender nuevos desafíos en la sociedad, que es cada vez más diversa y exigente. Los profesores y los padres juegan un gran papel no solo en la formación, el lenguaje y la manera de enfrentar la vida, sino que, además, inciden en las relaciones de sus hijos, parientes y amigos. Por ello, es necesario ponerse a pensar cómo la naturaleza de las amistades de un niño o niña puede no solo marcar la diferencia entre su felicidad o infelicidad, sino también determinar gran parte de su ajuste social en la vida adulta. Después de decir entre sueños lo anterior, se despierta sobresaltado. Se levanta de la cama, y en la pared ve un letrero interior del hostal donde está cobijado: Residencial “Nuestra señora del Carmen”. Sonríe y piensa en el famoso personaje Quillacollo, primero el padre y luego el hijo que se hace más conocido como 95. Luego de asearse, toma desayuno en el mercado de Quillacollo, saborea el delicioso api con dos pasteles con mucho queso. Termina. Camina con dirección a la parada de transporte público a 111
Vinto. Toma el trufi más lleno de pasajeros, para ir más de prisa al entierro de su primo Samuel, aunque es muy temprano. En el trayecto de Vinto a Quillacollo, hace gala de apnea del sueño; busca ligar su sueño teórico con la realidad y habla solo. La gente, piensa que es un excéntrico. Manuel y Marilyn tuvieron amigos, en Vinto, los vecinos y en Quillacollo, los condiscípulos. La interacción de los niños con otros hace que se superen dificultades de todo tipo, en especial, la inadaptación social cuando lleguen a ser adultos. Así pues, los niños se proporcionan mutuamente valiosas ayudas sociales que no se limitan a reproducir las que reciben de sus padres; en el caso de Manuel y Marilyn, casi solo de su padre. Rogelio se pregunta y se responde en soliloquio. —¿Quiénes habrán sido compañeros de curso de Marilyn y de Manuel? Vaya uno a saber. Sin embargo, es fácil inferir, los que tenían su misma condición. ¿Cuáles habrán sido las influencias de los profesores en la vida de ellos? Tal vez alguna profesora o profesor con cada uno de los muchachos logró empatía, que les sirvió de impulso para seguir estudiando. En este campo didáctico, se teoriza la técnica del arrinconamiento y la técnica Pigmalión. La primera consiste en que el profesor ataca las deficiencias de los estudiantes y, entre ellos, unos pocos saldrán airosos al superar los pronósticos y las críticas, creyendo en ellos mismos; pero la mayoría sufrirá las críticas. La segunda, explica que el docente cree en todos y les alienta a superar sus deficiencias, con ello, muchos responderán y las superarán y unos pocos se quedarán autocriticados. También, a veces contrariamente a lo que se piensa, influyen más los enemigos. Los niños los califican de tonto, torpe o malo simplemente, pueden provocar saltos intelectuales de los ofendidos, por lo mismo. 112
—Yo, recuerdo —dice Rogelio, en un circunloquio que alguien le contó: una vez, un chico en la escuela decía a otro—: “Yo voy a estudiar y seré abogado, pero tú no vas a ser nada”. Rogelio recuerda lo que le contó Manuel. Fue el hijo del portero adinerado, que observaba a su condiscípulo, retoño de un docente rural; un chiquillo pequeño, flaco y sin esperanzas, el Teko, el “uña Cartonleva”12. Sonríe. —Pero fue todo lo contrario ¿Ese muchacho sin esperanza, ahora qué es? Ja ja… Dicho esto, Rogelio dormita unos segundos. Los pasajeros se asustan al escuchar hablar con los ojos cerrados y más aún que de sus ojos salieran lágrimas. Él lloraba calladamente hasta quedarse completamente dormido. El chófer, en el trayecto de la carretera casi en San Jorge, más allá de Vinto de la calle Ayacucho, le despierta para preguntarle — ¿Dónde va a bajar, señor? Rogelio, por toda respuesta, mirando el lugar, dice: —Aquí. Paga el pasaje y camina de vuelta a la casa de su tía Emiliana; luego de muchos pasos llega. Su tía, al verlo somnoliento, le dice: —Sobrinito, muy temprano has venido. Descansa un rato en la cama de mi Samuelito hasta que sea la hora del entierro. —Sí tía, gracias. Rogelio obediente, se echa y se duerme. Las nubes del sueño dibujan a una persona que se halla caminando por las calles sin calzados, buscando cómo volver a su casa. Pasan muchas horas y se da cuenta de que no tiene casa, que su caminata no tiene destino. El cielo se limpia y luego de un ruido estrepitoso, se llena sigilosamente de nubes y cae el agua como de cántaros o turriles. Y el joven que va corriendo a pasar clases a la universidad. Cartonleva era el apodo de don Luis, porque hace mucho tiempo gustaba vestir un traje blanco, que decían que era de cartón y no de tela, como una crítica discriminadora en esa época. 12
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—Y este “universitario” que soy yo —dice—. —Pero ¿Qué estás haciendo? y ya no voy a terminar de estudiar — se confiesa a sí mismo—. Es un capítulo cerrado en mi vida. Solo seré un personaje de novela o un escritor bárbaro. Y por un instante piensa como Juan Pablo Piñeiro y se hace médium y siente que “tiene que aprender a sintonizar tonos ajenos sin volverse loco. […] aunque el único espíritu que incorpore es el propio” y divaga: “La historia de la novela boliviana es parecida a la de una desordenada sesión espiritista donde el autor fantasma no conoce las artes de la mediunidad”. Medita en el escenario de los bolivianos que habitan desde 2002, más en las ciudades que el campo, lo que le hace pensar en escribir sobre las ciudades; entonces sintetiza con Rosario Barahona Michel, a las novelas bolivianas recientes, por el espacio: “La ciudad intrincada de la que escribe Cárdenas, la ciudad de la que escribe Luisa Fernanda Siles desde su sensible perspectiva femenina, la ciudad y la realidad campesina de las que escribe la inigualable Alison Spedding, la ciudad anillada de la que escribe Maximiliano Barrientos, las ciudades coloniales de las que escriben Máximo Pacheco y Ramón Rocha Monroy”. El sueño se acaba, pero surge otro. Rogelio se encuentra pasando instrucción militar en el cuartel, pero se pregunta — ¿Qué estoy haciendo aquí? Si ya tengo libreta militar… Termina ese sueño y empieza otro, más alegre y más real; sueña que conversa con amigos de la niñez, la adolescencia, la juventud y la adultez, cada cierto tiempo, como si estuviera en un tren, con varias estaciones donde los vagones lentos y de ruidos característicos se detienen, y los pasajeros salen a charlar en cada estación y comer con gozo comidas ricas, frescas y extraordinarias. Sueña que se despierta alegre.
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Se levanta, camina y abre la ventana de par en par y se solaza al contemplar la claridad de la mañana, que el sol irradia con todo su esplendor. Coge un libro botado en la cama de algún universitario luchador que asistió y lo dejó durante el velatorio. —La vida es linda, a pesar de todo, —dice y levanta un libro de Trotsky y lee: “La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la liberen de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente”. Rogelio expresa que está de acuerdo. Luego se dirige a la pequeña biblioteca improvisada de su primo, el profesor Tito, hermano de Samuel, para dejar bien acomodado el libro, con el lomo afuera, para distinguir el título y el autor. Hace lo mismo con otros libros que están al revés. Se moja la cara y se alista. Sale del cuarto de su primo. Se da cuenta de que viste de negro, pero con una camisa casi primaveral por su ensimismamiento y camina hacia el patio de la casa de su tía. Hay gente que come rápidamente, parece el mercado, donde come el pueblo. En el trayecto saluda a las personas que le reconocen y piensa en una de las grandes amistades de la historia: Marx y Engels. Tiene en la mente otros nombres; prefiere recordar la solidaridad y el aporte de los dos amigos a la filosofía, la economía, la ciencia política y la sociología principalmente. Se sienta en un lugar, algo lejos de los demás y sigue meditando: Pero lo que le llama más la atención es que cuando murió Carlos Marx, Federico Engels tuvo el acierto y la gratitud a su amigo, y de dedicarse muchos años a transcribir, corregir y completar los tomos II y III de El Capital, en cuya tapa colocó el nombre de Carlos Marx como autor y no lo que haría cualquier intelectual apresurado de obtener glorias ajenas, para registrar su nombre antes o después del grande. Esto es excepcional. Federico Engels fue grande en todos los sentidos, como amigo, permanentemente 115
se solidarizaba con la familia Marx, y cuando murió su amigo y maestro, se dedicó a mostrar la verdadera grandeza de Carlos Marx; en sus conferencias, en sus propios libros y, fundamentalmente en publicar los tomos II y III de El Capital, obra principal imperecedera del gran Moro, como le conocían sus seres queridos. Marx y Engels publicaron como coautores: El manifiesto del Partido Comunista, La Sagrada Familia (Crítica de la crítica crítica) y la Ideología Alemana. Marx publicó, como autor, su tesis doctoral Diferencias entre la filosofía democriteana y epicúrea de la naturaleza, Manuscritos económicos-filosóficos, Tesis sobre Feuerbach, Luchas de clases en Francia, Miseria de la Filosofía –contra la obra Filosofía de la miseria de Proudhon-, El Capital tomo I, etc. Por su parte, Engels publicó, como autor: El Anti-Duhring o “La revolución de la ciencia” de Eugenio Duhring, Introducción al estudio del socialismo, Dialéctica de la naturaleza y otros. Algo que ha quedado en mi memoria para volver analizar siempre, es este fragmento sobre la profesión: “Si las condiciones de nuestra vida nos permiten realmente escoger la profesión deseada, debemos procurar elegir aquella que nos ofrezca la mayor dignidad [lo que más eleva al hombre], que descanse sobre ideas de cuya verdad estemos profundamente convencidos, que abra ante nosotros el mayor campo de acción para poder actuar en bien de la humanidad […] Los más grandes hombres de que nos habla la historia son aquellos que, laborando por el bien general, han sabido ennoblecerse a sí mismos; la experiencia demuestra que el hombre más dichoso es el que ha sabido hacer dichosos a los demás[…]”. Entonces, hay que realizar la profesión que nos haga mejores seres humanos, y la amistad también apoya esta decisión y acción. Engels y Marx eligieron las ciencias de la economía, la filosofía, la política y la sociología para trabajar el porvenir. Asistieron a muchas organizaciones sindicales y políticas para lograr un futuro de la humanidad con solidaridad social. Considera que esta amistad histórica iluminó a los amigos de Manuel.
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Pero no todas las amistades son así, a continuación, un fragmento de La Filosofía, una invitación a pensar de Jaime Barylko: “En el diálogo Critón escuchamos decir a este amigo de Sócrates: ‘Todavía tienes tiempo de obedecerme y de salvarte. Piensa que, si mueres, seré doblemente desgraciado, pues además de quedar privado de un amigo de tal condición que jamás tendré otro semejante, muchos hombres que no nos conocen suficientemente a ti y a mí creerán que fui negligente, convencidos de que te habría salvado si no hubiera mediado dinero de por medio. Y en verdad, ¿qué fama puede ser más vergonzosa que la del hombre que, según la opinión general, prefiere al dinero a los amigos? ´. ¿Por quién luchaba Critón? ¿Por la vida de Sócrates o por sí mismo? Critón se preocupaba por lo que la gente podría pensar de él si Sócrates moría. Triste la prisión, triste la muerte y más triste los amigos que velan, mientras la tragedia le sucede al otro, por el qué dirán. Triste argumento para salvar al otro”. Relato filosófico que deja asombrado a Rogelio y obnubilado por la filosofía. Acierta a decir que la filosofía, nos hace pensar y vivir bien, diferenciar entre la apariencia y la verdad. Es de sabios el saber vivir, el saber morir con dignidad. Concuerda con Barylko, pues la ciencia del porqué de las cosas nos “enseña que la fortuna, los bienes materiales, las riquezas, los honores, todo aquello por lo cual el hombre se desvive, son solo juguetes que nos divierten, falsas máscaras del ser”. Comprende que hay diferencia entre camarada, amigo, condiscípulo, compañero, colega y conocido; lo cual exige ser desarrollado en un tratado específico. Aquí, solo corresponde nombrarlos de una manera general. De este modo, Rogelio recuerda que los mejores amigos de Manuel, en diferentes momentos, fueron varios, los más importantes: Orlando, Celso, Óscar, Juan, el Rojas, Nicómedes, Nicolás, Humberto, Gustavo, Fernando, Gonzalo, Marcelo, Jesús y Francisco. Estos colaboradores le abrieron la posibilidad de creer en el ser humano, en la esperanza de mejores días. 117
Orlando le prestaba libros de su biblioteca sin restricción. Manuel valora cuánto aprendió de ellos. Este gran amigo cursó Economía en la Universidad de Cochabamba, por su gran dedicación al estudio y, al haber ganado en concursos para auxiliar de docente fue designado auxiliar de cuatro asignaturas. Era muy dinámico, dirigía un grupo de cinéfilos y daba conferencias filosóficas, políticas y pedagógicas. Hasta llegó a ser nada menos que profesor de Religión de uno de los colegios fiscales de varones más grandes y famosos de Quillacollo, el Colegio Nacional Calama. En una encuesta de quién es el mejor profesor del colegio, ganó él, en forma absoluta. Manuel, con los años, se hizo su mejor discípulo, en el campo literario y, definitivamente como camarada, en el campo político. Con esas ideas luchó en la universidad y se convirtió en el líder más importante. Junto a Manuel, estaba su primo, el Rojas, mi hermano —dice Rogelio con orgullo—. Los dos unidos, junto a otro luchador, fueron connotados líderes que se autocrucificaron por sus ideales y en defensa de sus derechos estudiantiles. Hay una lista de otros tres líderes que no se crucificaron, pero apoyaron a los crucificados. Uno de ellos, ha ocupado cargos importantes e incluso de ministro del gobierno de Evo Morales Ayma. Marilyn era también líder, pero, por razones de matrimonio, dejó la lucha y se fue a radicar a La Paz. Otro rasgo de la bondad de Orlando, se prueba con lo siguiente. Él ya había concluido la carrera de Economía y preparaba el trabajo para su graduación, pero chocó con los que le odiaban, algunas autoridades académicas; ellos juraron que nunca lo iban a dejar ser profesional titulado. Mientras reflexionaba sobre su presente y su porvenir, al haber contraído nupcias con una médica de profesión, trabajó de regente en el colegio 6 de agosto, ubicado frente a lo que era el edificio del periódico Los Tiempos. En la 118
actualidad ese espacio ocupa la Universidad Central, a una cuadra y media de otro diario, Opinión. Trabajó unos meses y cuando su esposa le pidió que se retirara para irse con ella al año de provincia en Pasorapa, sugirió en forma vehemente que Manuel le reemplace, aunque el director de dicha unidad educativa ya tenía en mente otra persona para el cargo. Persuadió tanto Orlando, que el mencionado director terminó aceptando la sugerencia. Desde ese día hasta concluir las dos carreras (Derecho y Ciencias de la Educación), Manuel trabajó en ese cargo, que no pocos problemas y algunas satisfacciones le prodigó. Ese trabajo le posibilitó relacionarse con estudiantes, con ideas políticas, con libros, pues la biblioteca estaba a su servicio. Cuando no había profesores, él entraba y los distraía hablando de temas diversos y los estudiantes se sorprendían por sus conocimientos. Inclusive llegó a gestar un frente estudiantil y luego, lo más importante, un grupo de teatro. Lamentablemente la obra no se la representó. Hizo permuta de cargo con otro administrativo, y se trasladó al colegio Ayacucho, ubicado en la calle 16 de Julio entre Sucre y Jordán, a una cuadra de la UMSS. En esa nueva institución educativa, y con la ayuda de un experto en teatro, un estudiante de Economía, eligió actores y representó con éxito una obra sobre la coca. Luego de unos años, dejó de trabajar en esa institución educativa y ganó un concurso para ser docente del Instituto Artístico Musical de Formación Integral Franklin Anaya, luego del colegio Cristina Prado y finalmente del Liceo América. Años después dejó los colegios para dedicarse a la docencia universitaria, a la cual accedió también por concurso de méritos y defensa de plan global frente a un tribunal docente-estudiantil, en las carreras de Derecho y Ciencias de la Educación. Aún ahora recuerda cómo era su vida de regente en la unidad educativa, donde hablaba, leía y escribía interminablemente. Esta unidad educativa estaba ubicada cerca la U, la que, curiosamente, se trasladó a la zona de Tupuraya, cerca de la Universidad Católica 119
Boliviana, llamada tradicionalmente pueblito y cambió de nombre. Alguna gente recuerda a Manuel, su vida de humilde trabajador del orden educativo para ridiculizarlo. No comprenden, no aceptan que su formación y su pasión por la cultura, le han hecho evolucionar de regente a docente universitario de posgrado. Los conocidos de su época de trabajador de la disciplina, le repiten, donde lo encuentran e incluso en actos públicos de presentación de libros, lo que ya es intolerable, pero qué le vamos hacer ¡Hay gente de todo tipo! Manuel, cuando estaba trabajando en el primer colegio famoso, seducido por la comunicación, después de varios intentos, el año 1989 logró publicar en los periódicos Los Tiempos y Opinión unos versos y ensayos. Los dos primeros poemas publicados en Los Tiempos fueron: Quillacollo travesía (jueves, 14/09/1989) Fragmentos: “Ciudad de encanto y poesía/ que contienes a hombres cada día/ que brillan en tus noches y en el día/ agitan ideas de libertad y justicia. / […] por las calles, los campos de Quillacollo travesía”. La segunda fue: La juventud de fuego (jueves 21/09/1989): “Es la mecha encendida/ que tiene presente y futuro, / en sus sendas de luz y flores/ que en llamarada nos huele/ a rebelión e ideales. / A diario se les ve / irreverentes con la disciplina, / con el orden social y la vida;/ pero cómo no asentir sus protestas, si todo/ se ahoga en atropellos a la vida. / […] por los campos y calles, / por el colegio y la universidad […]”; publicaciones de la época cuando él era estudiante universitario. Los dos poemas provocaron reacciones contra el autor. El segundo, le produjo más bien una satisfacción. Cuando Manuel recorría las huelgas de hambre de universitarios con consignas, vio que, en la carrera de Medicina, donde le odiaban algunos docentes sin conocerle, un grupo de estudiantes terminaba de transcribir en una pizarra el poema La juventud de fuego, en la puerta del ambiente donde estaba instalada la huelga de hambre. Se sintió el poeta más 120
grande del mundo, recompensado, luego de las penurias que pasó de niño a joven. En la universidad fue reprimido por algunos docentes que le aplazaron por sus ideas. Se superó y estudio dos carreras, se tituló con las respectivas defensas de tesis. Luego hizo diez posgrados, y su título actual es de Ph. D. Además, hizo un curso completo de altos estudios en Ciencias Sociales. En todos estos cursos con notas de excelencia, que oscilaban entre 90 y 100 puntos sobre 100, preparó el camino para ser docente de las dos carreras que estudió. Dejó el trabajo de docente en colegios para dedicarse por entero a la cátedra universitaria, a leer, a investigar y a escribir hasta su muerte. Luego de los intensos y extensos estudios, se casó, tuvo hijos con esperanzas; a los mayores los preparará y les incentivará para que sean también escritores. Pasará la tormenta de las movilizaciones, huelgas y crucifixiones. Manuel quiso ser el revolucionario más grande de su país; trató de serlo superando dificultades, pero fracasó. Se esforzó por ser el León Davidovich Bronstein y Vladimir Illich de Bolivia, no lo logró. Por esto, se hundió en una depresión total, varias veces intentó dar fin a su existencia, no lo consiguió; fue más fuerte la literatura. La poesía lo desahogaba, le brindaba nuevas esperanzas. Leyó libros académicos y se hizo académico. No quería casarse por la visión política que aún estaba en su ser. Su padre con su avanzada edad, le exhortaba a que recapacitara y sentara cabeza. Manuel era inflexible, cedía difícilmente. Tomó el camino del matrimonio. Un día, sin que menos lo piense, apareció casado, pero con una buena mujer, Luz Clarita, una chica de barrio, a quien la conocía desde que tenía 14 años. Pareciera que ambos se estaban esperando. Se vieron en algunas fiestas. Ella le visitó en su oficina de abogado, para solicitarle algún servicio y luego, se invitaron ambos a varios acontecimientos sociales y culturales. Poco a poco se fueron envolviendo en las enredaderas del amor 121
que les hizo contraer nupcias, después vendrían los hijos añorados; luego libros y más libros: De Manuel, de sus hijos y luego de toda la familia para conformar una biblioteca nutrida. Manuel, antes de casarse, tuvo experiencias de amores ligados al estudio, a la lucha y al trabajo. Sus libros de poesía, contienen estas experiencias. A lo largo de su vida, el dolor de la ausencia de su madre también se halla impregnado en sus poemas. Sus libros de poesía recogen sus dos grandes temas: el amor y la revolución, como lo expresaron a su turno el poeta Igor Quiroga y el narrador César Verduguez Gómez. El tema de la mujer, como espacio sorprendente, contiene ideales y sentimientos profundos. Es un todo complejo. La temática revolucionaria se manifiesta en poesías que celebrar la necesidad de la transformación social en voces de obreros, campesinos, maestros y estudiantes, y también refleja la frustración de que no se pudo lograr aun el ansiado cambio radical verdadero. Manuel no solo fue sujeto de la poesía sino también objeto. Hicieron poemas para él, que nunca los olvidará, como los que siguen en pequeños fragmentos: “Amor/ acaricia mi cuerpo, /dame el sol/ que un día me diste”. “Tocaste mi vida/ con la suavidad/ de la noche”. “Quiero hablar recorriendo/ con mis manos tu cuerpo/ descubriendo los signos de tu cuerpo, / averiguando las vocales/ de tus sensaciones/ y las consonantes de tus sueños”. “Quiero ser: / tu nueva alborada, / tu luz de mañana, / tu cadena de ilusiones”. “Déjame amarte/ hoy quiero cerrar tus heridas/ con mis manos y curarlas con mis besos, tapar tu sufrimiento con mi cuerpo/ y ahogarte en mi sudor y mi aliento”. Poemas que matan como mínimo, de amor, lo que es totalmente cierto. En la universidad Manuel tuvo la fortuna de conocer a Celso Montaño Balderrama gracias a su primo, el Rojas. Él lo presentó, 122
pronunció las palabras que le retrataron inconfundiblemente y como respuesta, Manuel reaccionó: —“¡Tú eres, el que escribió un artículo sobre escritores quillacolleños sin mencionarme!” —con la fuerza del síndrome del escritor primerizo, al que deben tratarle como rey lo que perderá con el tiempo, y tendrá la difícil humildad del maestro. Inmediatamente, el interlocutor le contestó. —“Pero de hoy en adelante te mencionaré siempre, seré tu amigo y colega escritor para toda la vida”. Así fue, desde ese día planificaron sus vidas como escritores, gestores culturales y docentes. Ha pasado más de 25 años y su amistad sigue fuerte. Celso es una de las personas más maravillosas que se haya conocido. Es un gran insuflador de entusiasmo, él cree en los amigos como nadie. Tiene una pasión oceánica para conversar. A todos los que conversan con él, los conoce, les habla por su nombre, les insta a vencer sus dificultades en la vida, en el trabajo y en la escritura literaria. No está fuera de él, la apasionada idea de hacer prevalecer lo que piensa, lo cual, a veces, es confundido con intromisión e imposición. Celso tuvo también grandes maestros como Esteban Iguay Rada, que lo impulsaron a ser lo que es. Entre sus amigos están filósofos, pedagogos, literatos, profesores y amigos de barrio que dejaron impresa en su memoria pasiones filosóficas, religiosas, místicas e ideales. Tiene una cultura enciclopédica asombrosa, luego se nota una vasta lectura filosófica, histórica, literaria, y pedagógica de los clásicos planetarios, de los premios Nobel y de los clásicos bolivianos. Ha trabajado casi toda su vida como docente de institutos superiores de formación de maestros, alternando con cortos períodos de docente y director en unidades educativas del área rural y urbana, justo antes y luego de trabajar en normales de 123
Cochabamba; como lógica consecuencia, fue también catedrático de la UMSS. Los escritores que dejaron huella en su vida fueron muchos, entre los más destacados se hallan Nietzsche, Schopenhauer, Enrique Sienkiewicz, Jean Paul Sartre, Sigmund Freud y Merlo Ponty. En Bolivia, muchos autores incidieron en él, entre los que no se puede dejar de mencionar están Franz Tamayo, Carlos Medinaceli, Fernando Díaz de Medina, Eliodoro Ayllón Terán, Alcira Cardona y Fausto Reinaga, Este connotado ser humano ha publicado en el periódico Opinión las primeras valoraciones de los primeros libros de poesía de Manuel. A ese joven e ilustre desconocido, lo hizo figurar entre los escritores más importantes del país. En reciprocidad, Manuel le hizo conocer las convocatorias y le dio las claves para aprobar el concurso y examen de competencia para ser docente de la universidad más importante de Cochabamba. Celso se hizo docente universitario y de gran prestigio por varios años. La gran amistad entre Manuel y Celso surgió de sus cuitas culturales, de sus pasiones literarias. El primer acto de ambos protagonistas la presentación de sus libros el viernes 14 de febrero de 1992. El día sábado 15 de febrero de 1992, el periódico Los Tiempos mostró fotografías de dicha presentación y en la parte inferior expresó: “Presentación de libros: Lloviznas de Manuel y El destino del hombre de Celso realizada ayer en el auditorio del Consejo Universitario de la Universidad de Cochabamba”. A su vez, el periódico Opinión comentó las dos presentaciones, en lo que corresponde a Manuel afirmó: “Joven autor publica libro de poemas titulado Lloviznas…”. Además, en la parte de la biografía, explicó que el autor “es estudiante universitario. Activo militante de la avanzada juvenil […]. Es uno de los estudiantes que durante los últimos tres años ha participado activamente en los movimientos universitarios, en unos casos contra las autoridades universitarias y en otros contra el gobierno”, etc. Quien presentó el 124
libro de Manuel fue el poeta y crítico literario Igor Quiroga, director de la Casa de Cultura de la Alcaldía de Cochabamba de ese tiempo. Por su parte, los comentaristas del libro de Celso fueron Guido Calabi (dramaturgo y crítico literario) y Martha Urquidi (presidenta de la Sociedad de Geografía e Historia de Cochabamba y crítica de arte). Entre los asistentes al evento señalado, se puede observar en las dos fotografías publicadas en el periódico mencionado, de izquierda a derecha: Gustavo García, Eliodoro López, Modesto Sejas, Nelson Maldonado, José Aguilar y Carmen Olguín. Los amigos siempre son muchos, solo se hace mención a los que tenemos más en la mente, pero muchos son los causantes de lo que somos. Emerson decía que “el genio es el gran deudor de los amigos”, y no solo el genio sino también el humilde ciudadano que pisa la Tierra. Los primeros amigos son nuestros padres, hermanos, vecinos, maestros, escritores, compañeros de curso, camaradas del partido o del cuartel. Son deudores también de los libros y de las instituciones donde hemos estudiado, participado y trabajado. Uno es grande gracias a ellos. Las personas no podrían explicar todo lo que somos sin tomar en cuenta a los amigos, también a los enemigos, que a veces inciden más, para tomar decisiones radicales. Alguna vez dijo Rogelio, que escuchó a Manuel decir que llegó a ser escritor porque alguien le dijo: —“Yo soy mejor estudiante universitario que vos”. A lo cual respondió Manuel: —“No seré el mejor estudiante porque estudio dos carreras y trabajo, pero soy uno de los que más piensa y escribe”. Esta es una de las razones por la que decidió dedicarse a escribir, luego de la necesidad de desahogarse y de la urgencia de aprender más del desarrollo epistemológico de las ciencias sociales, jurídicas, pedagógicas, filosóficas, literarias, psicológicas, políticas, sociológicas y antropológicas. 125
CAPÍTULO 16 EL MATRIMONIO
Rogelio recuerda que un día sin proponérselo había visitado la biblioteca de la Sociedad de Geografía e Historia de Quillacollo; ahí se enteró del fastuoso matrimonio de Manuel y Luz Clarita. El recuerdo pinta el horizonte de su mente. Hojea uno y otro libro, y de repente caen dos hojas, son dos cartas. Siente curiosidad y se entera de la vida de adultos de Manuel y Marilyn. Percibe que ambos tienen en la vida consecuencias de su infancia. Al primero, le asaltan los fantasmas del pasado que quieren destruir su equilibrio psicológico cada cierto tiempo, pero él lucha y no se deja. Manuel, luego de muchos amores, se ha casado con la mejor mujer que podía conquistar; una mujer, que lo estaba esperando. A la segunda, el pasado le ha dañado sus articulaciones; pero no han logrado dañar su equilibrio emocional, que está firme como la roca. Marilyn se ha casado antes que Manuel. Rogelio lee la carta de Marilyn a Manuel sobre su matrimonio. Querido hermanito: Manuelito no te imaginas lo triste que estoy por no estar en tu boda, me hubiera encantado estar contigo, compartiendo tu alegría y entusiasmo en tu fiesta de matrimonio. Pero, creo que no sería buena compañía porque me duelen todas las articulaciones, estoy emplumada con estos malditos dolores que ahora están peor que nunca, no quiero que te sientas triste por esto. Me duele no estar este sábado, pero tengo el consuelo de ver en vídeo.
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Tampoco quiero que los invitados que nos conocen, sientan pena o lástima al verme mal. Además, quedé un poco gordita con el embarazo y no me cabe ninguna ropa; estaría mamarracha en tu boda y no quiero hacerte quedar mal. Te envío mi regalo de boda, por lo pronto es todo lo que puedo darte. ¡Muchas felicidades en tu boda querido hermanito! ¡Ojalá se cumplan todas tus expectativas! Saludos a Luz Clarita, al papá y demás. Los mejores deseos, en tu boda de mi parte, de Jorge y sobrinos. El bibliotecario que ve leer a Rogelio, le comenta. —Muchos de estos libros recién han sido donados a esta biblioteca, no hemos tenido tiempo de revisarlos, ni siquiera tienen fichas de registro bibliográfico. Ese libro, con la misiva, debe provenir de la importantísima Biblioteca de la Unión de Poetas y Escritores de Quillacollo (UPEQ) “Luis” Rogelio le comenta —La carta en cuestión habla del matrimonio. El bibliotecario, que sabe, le comenta: —Fue uno de los matrimonios más sonados. Hubo mariachi, un conjunto nacional y otro internacional. La boda se realizó en el local más grande de Quillacollo: El Agoral. Asistieron entre 500 a 700 personas. Los garzones no pudieron atender a tanta gente. Hasta los novios se convirtieron en garzones, algunos momentos, para satisfacer a los invitados. Y los valses, las cuecas, las cumbias, las llameradas, cullawadas y las morenadas se bailaron como en el Carnaval de Oruro, el Gran Poder de La Paz o como en la fiesta de Urqupiña en la entrada de Quillacollo.
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Las cosas extrañas de la fiesta fueron que el novio andaba con una tapa de su nuevo libro. También hubo una pareja de cubanos que bailaban como príncipes del Caribe, vestidos de blanco y rojo. Otra pareja de cruceños bailaba como dos fantasmas, llenos de color y alegría, vestidos de crema y chocolate. Hubo también una pareja de raros, uno vestido de conde y otra de gata quienes bailan como en un hechizo, rozando el piso. El conde era nada menos que el escritor César Verduguez. Los novios bailaron con todos sus padrinos, padres y amigos, rodeados de flores y arroces. Las amigas de Luz Clarita como Raquel, Martha, Jimena y otras decoraron el local del matrimonio, digno de una gran película, la mejor del mundo. Pero si se habrán cumplido las expectativas del matrimonio de Luz Clarita y del mismo Manuel, eso nadie lo sabe. Es cierto que lo que se ve, se anota; viven bien. No se ha sabido de dificultades y conflictos grandes entre ellos y los suyos. Se los ve como una familia exitosa y, sobre todo, intelectual. Rogelio teoriza: —Algunos escriben y publican libros sobre el tema. La boda deja recuerdos imborrables. Me he enterado de dos bodas problemáticas: La primera ni siquiera se realizó. Los prometidos se juraron amor eterno. Gestionaron el nombramiento de los padrinos y de los mejores. Ya tenían todo en marcha. Consignado el oficial de registro civil con las previsiones de ley en su oficina. La hora reservada en uno de los templos más conocidos de la ciudad. Solo un detalle no dejaba dormir a la novia los dos últimos días. Tres días antes de casarse, vio en la ropa de su novio un rastro pequeño pero extraño. No dio importancia al principio. La duda fue creciendo, hasta que el último día antes del matrimonio, apenas se deshizo de sus amigas que la esperaban para hacerle la despedida 128
de soltera con un espectáculo para mujeres. Se deslizó sigilosamente, esquivando a personas en las calles más concurridas y hasta en un campo abierto, soslayó al viento huracanado que casi la derrumbó en el camino cuando ella corría. Llegó a la casa enorme, cruzó un pasaje interno y se dirigió al cuarto de alquiler de su novio. Ya cuando estaba a punto de abrir las puertas de par en par, escuchó gemidos de mujer y alcanzó a escuchar el suspiro de su hombre, como si muriera, y para ella murió. Al día siguiente. Llegó la hora del matrimonio, el novio esperaba con su madre. Había mucha gente con regalos y flores en el templo. Su padre miraba a todos lados para ver a la novia de su hijo que no aparecía. Pasó el tiempo y la ceremonia se canceló para nunca. La segunda historia es más problemática. Los novios no planificaron mucho, pero la organización de la fiesta se hizo casi sola. Los que querían a los novios, se brindaron para ser padrinos. Se organizaron todos los pormenores del evento, menos algo que quedó al descuido. La novia no había dicho nada a nadie; pero no hacía falta, una de sus enemigas reía cuando la miraba en las calles. Otra de ellas, tal vez la menos mala un día antes del matrimonio, le quiso advertir, pero la novia no se lo permitió. Llegó la hora del matrimonio, el sacerdote celebraba la solemne misa con más de 100 personas alrededor. De repente, llegó del extranjero, y de improviso, el exnovio, cuando el sacerdote preguntaba a la novia si aceptaba al novio como su legítimo esposo. Él le gritó: —“Desgraciada, a mí me has prometido casarte y ahora te casas con otro. Aquí está el dinero que traje para ti —le arroja en la cara—, maldita, perdida, infiel, demonia” —y la golpeó con furia—. El novio quiso defenderla, pero también recibió golpes y el escenario religioso se convirtió en un campo de batalla que terminó en las celdas policiales, con muchos heridos y lágrimas 129
infinitas cubriendo la noche inolvidable, pero de terror, desamor y frustración. Hay mujeres y hombres que tienen palabra y también todo lo contrario. Hay mujeres que dicen: “Te amo”, pero al decir esto dicen: “Te voy a hacer la vida imposible”. Asimismo, hay hombres que cuando afirman que aman y se casan, te dicen bajito: “Te voy a pegar hasta matarte, vas a saber”. No creo que estas palabras se hayan dicho los esposos Manuel y Luz Clarita, sí, porque habría gritos y rejas borrando el amor para siempre. Rogelio sigue en soliloquio: —El único problemita, que yo sepa, ocurrió por la tardanza de Manuel, cuando él compartía con sus amigos un viernes de algún mes; y Luz Clarita lo llamaba cada rato a su celular, a lo cual respondía: —Ya estoy llegando —cada rato y nunca llegaba. Cuando Manuel llegó a casa cerca del amanecer, Luz Clarita lo estaba esperando. Tocó la puerta. Ella le abrió y le empezó a dar de chicotes, a lo que él, le preguntó casi enfurecido: —¿Qué te pasa Luz Clarita?, ¿soy tu hijo para que me estés pegando? —¡Claro que no!, pero ¿Por qué llegas tan tarde? —Pero si es temprano. Ambos se callaron, a pesar de que querían decirse muchas cosas. Manuel había conocido a Luz Clarita, como una persona casi calladita, tierna. Ese día vio a una terrible mujer iracunda. Pasaron los minutos. Se calmó la tormenta y no pasó a mayores.
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CAPÍTULO 17 LA SEDENTARIZACIÓN La vida de la ciudad. Unos que caminan a pie, otros que se trasladan en vehículos motorizados de diversa índole. Una persona los observa desde un edificio. Rogelio piensa igual que Jaime Barylko: —“Detente y súbete a alguna nube y contempla tu existencia. A veces yo practico ese ejercicio: me voy a un edificio de esos altos, muy altos, que hay cerca de Retiro y entro y tomo el ascensor hasta el último piso. Los autos, los hombres y las mujeres chiquitos. Van y vienen. ¿Adónde van, de dónde vienen? —Ahí voy yo —me digo—. Esa también es mi vida —me comento y reflexiono”. Barylko, aunque ya ha muerto, está en Retiro, Buenos Aires, y yo estoy aquí, en Quillacollo, en un hostal, también en el último piso, no por barato sino por ver, como Barylko, a los otros. Y al otro, que soy yo. A veces sin motivo, como un gallo sin gallina, como un hombre sin destino grande y evidente. Son las 9:00 ya, he desayunado, leche y unos bizcochos que compré hace unos días. Se apoderan de mí los recuerdos, es todo lo que tengo. Me habita el pasado, tal vez soy el pasado o la muerte que vive, También me habita la vida que se desenvuelve en esta ciudad, igual que otras. En relación a Buenos Aires de leche, carne y diversiones, Quillacollo es otra cosa. Es el pasado, el presente y el futuro para mí. No sé por qué he estado viajando tanto. Aquí me siento muy bien. En el exterior, estaba económicamente bien porque trabajé en actividades honorables y demostré capacidad y hasta en ciertos casos excelencia, honestidad y responsabilidad. Tomaba algo de bebidas alcohólicas de vez en cuando, era feliz, pero con una felicidad superficial y alienada. 131
Rogelio vuelve al velatorio de su primo Samuel. Al entrar se ha encontrado nuevamente con Javier, el amigo del barrio de Manuel. Luego de saludarlo, le cuenta que él volvió del exterior y otras cosas. —Ahora de nuevo estoy en mi patria chica, que es una patria grande. El mundo mágico de mis primos Manuel que vive en Quillacollo y Marilyn que está en La Paz con su esposo que es profesor, pero que no ha terminado otra gran carrera profesional que comprende la personalidad humana, sumido en décadas de indecisión. A pesar de ello, viven bien. Tienen dos hijos lindos e inteligentes. Los he visitado hace algunos días. Son unos de los pocos parientes que me quedan, mis padres murieron. Mis hermanos están algo resentidos y distantes; no obstante, de que les he cooperado financieramente desde Italia y a pesar de que parcial o casi totalmente, les he dejado mi parte de la casa de nuestros padres. Debe ser porque los recientes años de mi vida me he dedicado a tomar. Mi padre solía decir “de los veinte días que ha retornado de Italia a Bolivia, treinta días está bebiendo”. En fin, estoy tan solo y tan lleno de recuerdos como una galaxia con sus sistemas solares y cada sistema solar formado por un sol, varios planetas, lunas, cometas y asteroides con un fondo de nubes de gas y polvo cósmico. Mi primo Manuel es una persona extraña, siempre atento con su esposa e hijos con las comidas, pero poco, pero muy poco conversa. No quiere hablar del pasado glorioso que tuvieron con mi hermano como luchadores sociales. Se pasa leyendo, leyendo cuando viaja de Quillacollo a Cochabamba y hasta cuando conversa conmigo. Ese defecto le he hecho notar, pero siempre tiene excusas; de que no tiene tiempo, que está escribiendo varios libros a la vez. Igual no me escucha ni me charla, tal como yo quisiera.
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Confieso que no me gusta la sedentariedad de su vida. Sin embargo, hay una cosa muy buena, su esposa, Luz Clarita, como le dice su hijo Zeus; es muy buena persona, maestra de profesión, siempre servicial y atenta. Es excelente para preparar masitas, comidas exquisitas y organizar fiestas sociales. También es muy buena madre. Me he enterado de que sus hijos están estudiando en un colegio superexigente, Manuel expresa que ella también está inscrita, porque hace en parte las tareas de sus hijos. Se preocupa y colabora decididamente en las ferias de ciencias. Aquí tengo para contarles tres anécdotas y de años distintos: 1. Luego del primer mes de clases de Zeus, su profesora hizo llamar a su madre y ella fue. La profesora le comunicó que quería hablar algo delicado de su hijo. Preocupada, Luz Clarita le dijo que la escucharía. Entonces la profesora se puso a llorar y con la voz entrecortada, le dijo que su hijo es muy inteligente, cuando estoy explicando, cada rato y todos los días me interrumpe, con estas frases: “ya lo sabía”, “facilito”, “pan comido” y me hace quedar mal. Ayer nomás me ha dicho que le gusta el animal cachalote y yo, no sé, señora, qué es un cachalote. Por favor, recomiéndele a su hijo que se quede calladito, aunque sepa o mejor llévelo a un colegio más exigente. Doña Luz Clarita pidió disculpas por su hijo y dijo que hablaría con él o, en cambio, lo llevaría a otro colegio de mayor avance. Pasó el tiempo y cuando comprobó que obstaculizaban al alemán, como le llamaban a Zeus, para no darle la bandera en el desfile siendo el mejor estudiante de toda la unidad educativa, se enojó y al año siguiente lo cambió a otro colegio de mayor exigencia. 2. El primer día de clases de Shamash, segundo hijo, Luz Clarita, cuando fue a darle de comer —porque en ese colegio pasan clases hasta las 5 de la tarde—, y en cuanto vio a la maestra, le preguntó cómo se portó su hijo. La profesora indagó ¿Cómo se llama su hijo? y luego le dijo que al día siguiente se fijaría con más detenimiento en el comportamiento y la dedicación al estudio del 133
muchacho. Al día siguiente, la madre, luego de dar de almorzar a Zeus y Shamash, preguntó por el segundo a su profesora. Ella respiró y dijo apenada “¡Ay! su hijo no quiere hacer tareas”. Y le relató, lo que ella hizo: “Aquí está tu cuaderno, tu lápiz, y mira la pizarra y haz la tarea”. El mocosuelo le había contestado así: “Profesora, no sé qué es cuaderno, no sé qué es lápiz y no sé qué es la tarea. No voy hacer”. Y se fue. Luz Clarita sonrió suavemente. Agradeció la información. Y se fue a recomendar mayor atención y realización de tareas al tremendo de Shamash. 3. Zeus y Shamash le hacían comprar a sus padres muchos libros de dinosaurios en todas las ferias de libros, hasta que estos se enojaron y estuvieron a punto de no comprar el más reciente. Ante las críticas de ambos a los niños acerca de la lectura insuficiente y la falta de conocimiento sobre los dinosaurios, es decir, sobre la utilidad de los libros, casi a un mismo tiempo, Shamash y Zeus, sabiendo que le apasionaba escribir libros a su padre, interrogaron osados: “¿Y si escribimos un libro o un diccionario sobre dinosaurios?” Esto cayó a Manuel como una bomba; tal vez más que una bomba, como un desafío que asumió, al momento de lanzarse la propuesta. Han pasado tres años y ahora ya tienen publicados dos libros de dinosaurios: Diccionario de dinosaurios (2011) y Dinosaurios para niños (2012). Al contarles esto, me arrebata la idea de casarme y tener hijos para hacerlos hombres de bien y, claro, escritores. Al decir esto, Rogelio se quedó pensando y se durmió hasta el mediodía. Durante el sueño, soñó con el tercer hijo de Manuel, Imotec. Escribía un libro difícil, pero con clave para el futuro. También soñó que conversaba con Manuel, del porqué de los nombres de sus hijos. Manuel y Luz Clarita le explicaban que soñaban, sobre todo él, que sus hijos sean lo mejor de lo mejor, por ello les 134
pusieron los nombres de divinidades: Zeus, dios griego de los dioses; Shamash, dios mesopotámico de la justicia; Imotec, el hombre egipcio que se hizo dios, constructor de las pirámides, padre de la medicina. Además, le explicaron a Rogelio que, si tenían tres hijos más, los llamarían Huyustos13, Wiracocha14 e Hipócrates15, por todo lo que estos señores representaban para la cultura andina y para la cultura occidental. Javier se fue a un lado a trabar conversación con otra persona, sobre lo que sea, porque quería que pase el tiempo.
Cacique, pensador o genio de la cultura tiahuanacota. Presunto autor de la tetrapartición de la Tierra; de lo tetraléctico, en general. 14 Dios andino y hacedor del mundo, uno de los más importantes para los incas. 15 Nombre griego del padre de la medicina. 13
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CAPÍTULO 18 LOS ESCRITORES Rogelio despierta y se vuelve a dormir; y habla como en una conferencia de política científica interminable, pero muy buena: —En el sistema educativo nacional y sus subsistemas se suele predicar que es necesario leer, estudiar, escribir, producir en el campo intelectual; pero el fomento es una buena intención lanzada al viento. Es más, muchas veces hasta se combate a los que escriben, de una u otra manera. En vez de valorar, fomentar su lectura y su discusión para destacar cuánto aporta a un campo del saber o en general, al desarrollo de la literatura de un país. Este hecho se produce en razón subyacente de que no se respeta y comprende en su verdadera magnitud lo que es la cultura y su expresión más importante: el libro. Un amigo que no traiciona; un amor que no abandona; un tesoro que no se agota; un instrumento intelectual para viajar a los espacios estelares y conversar con los clásicos; que no cuesta una fortuna. Un producto cultural que desarrolla la inteligencia del que lee. El libro es un cofre de secretos para vencer dificultades y alcanzar el éxito. Y ¿Qué dice el gran Borges, en el Tomo IV de sus Obras Completas?: “De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y la imaginación”. Lo que es una verdad irrebatible. Uno vive en la biblioteca, si sabe lo que busca, es una de las experiencias más inolvidables de su vida, con los libros, con la cultura. Por esto, tiene mucha razón Camino José Cela cuando dice: “La presencia del libro, cuando menos, hace suponer el talento. La compañía, en principio, hace sospechar el ingenio 136
atento. La vista del libro, cabe pensar, indica las sensibles elegancias e incluso la riqueza”. Estamos de acuerdo con José Saramago que afirma: “Creo que el libro es el testimonio de una época y de una forma de vivir”. El libro es una obra genial, es la suprema fuerza de la inteligencia que se hace humilde, en un manojo de hojas y tapa, dispuesta al lector que quiera explotarla o, mejor dicho, disfrutarla y proyectarla como un puente entre su estado actual y el estado deseado del conocimiento, para lograr descubrir los misterios del universo, de la realidad, del presente y el porvenir o, simplemente mejorar su rendimiento académico. La lectura no solo es pasar los ojos sobre las letras, y muchas veces sin entender nada o casi nada. Tampoco es hacer pasear los libros por las calles o leerlos para dormir. Es algo más complejo, no es suficiente conocer el alfabeto. Es insuficiente haber aprendido unas cuantas palabras, tal vez para leer letreros. Contagia la sonrisa de Isabel Allende, que su ensayo El oficio de contar, refiere: “Es un placer conversar con ustedes, los locos que leen. Dicen que somos una especie en vías de extinción, porque la cultura del ruido y el apuro está acabando con nosotros, pero la verdad es que cada día se publican más libros, así es que debe haber muchos lectores secretos escondidos en los rincones del mundo”. Sin embargo, no hay que leer todo. Es bueno seleccionar libros para comprarse o prestarse de alguna biblioteca. Hay libros que hacen crecer y otros que nos empequeñecen, y hasta nos pueden llevar a la muerte. Cuando se presenten circunstancias parecidas a las de Hermann Hesse, hay que decir con él: “Hace poco tuve que someter de nuevo mis libros a examen. Forzado por circunstancias externas tuve que desprenderme de una parte mi biblioteca”. 137
Pero no solo se lee un libro, también se puede leer la realidad política, el mensaje de un cuadro y hasta el estado de ánimo de un rostro amado. Para todo hay que tener conocimientos y desarrollar habilidades del pensamiento. Una persona progresa en la medida en que utilice mejor las herramientas físicas e intelectuales en cualesquier actividades. La actividad de leer es la clave para triunfar, es el secreto para conseguir éxito en la vida. Una persona que lee, desarrolla su mente, acumula más palabras para comprender su mundo, se prepara para vencer batallas en la guerra del conocimiento de todos los días en el colegio, la universidad o en la vida misma. La lectura de un texto es un proceso intelectual que consiste en transformar los signos en palabras y luego, las palabras en significado. Es un diálogo con los autores por medio de sus libros y un diálogo con nosotros mismos. Mario Vargas Llosa en el discurso pronunciado, en la recepción del Premio Nobel de Literatura el 12 de diciembre de 2010, dijo algo que no debemos olvidar jamás: “Aprendí a leer a los cinco años, […], en el Colegio de La Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida; casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y espacio…” ¿Así pensarán los que no dedican varias horas de cada día a la lectura, no fomentan esa actividad leyendo frente a sus hijos o estudiantes y, ni siquiera dedican un tiempo en su casa para leer? Lo mejor que puede hacer un padre, un hermano mayor o un docente es llevar a los niños, adolescentes o jóvenes a las bibliotecas, ferias y presentaciones de libros, actos académicos y
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culturales al menos una vez en la vida, mejor si es una vez al mes ¿Cuánto van a aprender? Es hora de cambiar, no solo es necesario ejercitar para participar en la fiesta de Urqupiña de Quillacollo, del carnaval de Oruro o del Gran Poder en La Paz, sino también para ser un buen estudiante, un brillante profesional y hasta para ser una madre o padre de familia responsable con el presente y el futuro de sus hijos. ¡A practicar la lectura como una tabla de salvación frente a la medianía y la desnutrición intelectual! No puede haber educación o cualquier proceso formativo, sin poesía, cuento, novela y ensayo. Estos productos humanos se hallan en los libros. La producción artística, en sus diversas manifestaciones, está en relación con la producción literaria. La literatura es una realidad de ficción, es una mentira intelectual bella que hace llorar, soñar, despertar, vivir de nuevo y despertar del letargo en que muchas veces nos sumergen las malas películas, los programas no recomendables de la televisión, el audiovisual e Internet. La literatura es parte de la educación integral. El español experto en filosofía y miembro de la Academia de la Lengua española, Julián Marías afirma: “La literatura es el vehículo de nuestro futuro”. Hay que luchar contra el primitivismo, que es subdesarrollo e insuficiente progreso de las habilidades mentales como el análisis, síntesis, comparación, inducción, deducción, clasificación y abstracción. Se coincide con Fernando Savater, quien afirma en su obra La música de las palabras, que “Lo más hermoso de la literatura es que constituye una farmacia donde hay remedios para todos nuestros males (salvo la muerte) […]”. Es así, la literatura es el pan de cada día de la cultura. Es la aspirina que 139
alivia dolores del espíritu. Por todo, la persona que se quiera y valore su tiempo debe recurrir a ese manojo de hojas encuadernadas con un texto unitario que va a satisfacer esa necesidad. Ese libro puede ser estar en una biblioteca pública, privada o comunitaria. Rogelio reflexiona: —Pero no todos los libros son buenos, hay aquellos que inducen al crimen, a la maldad y a la destrucción. Hay que leerlos con guantes y con lentes críticos o moriremos en el intento de caminar a ciegas. Hubo personas que leyeron malos libros y enloquecieron, asesinaron y/o se suicidaron en diferentes partes del mundo. No hay que olvidar que la familia de Alonso Quijano (el nombre verdadero de El Quijote de la Mancha), hizo quemar la mayoría de los libros que posiblemente hicieron enloquecer a don Alonso. Por ello, no hay que leer, como excepción, los libros alienantes, los que hablan de ideas absolutas, que destruyen al ser biopsicosocial, cultural y espiritual. Pero, “no hay que hacer que los libros determinen nuestra inteligencia, hay que hacer que la inteligencia determine los libros”. Por contrapartida, hay libros que han transformado vidas simples en vida gloriosas de personas que, gracias a esos documentos escritos, no solo han salvado sus vidas, sino que han ocupado un lugar importante en la historia. En esta perspectiva, se habla de las bibliotecas, una de las ejemplares que creó el padre de Vigotsky a la cual asistía más un sobrino suyo y su hijo. En un trabajo lexicográfico, —lee Rogelio de memoria imaginariamente—, el término biblioteca deriva del latín biblioteca, éste del griego biblíon, que significa libro y de théke, que quiere decir recipiente, caja, armario o sala. Con todo ello, sala de libros. La ciencia que se ocupa de las bibliotecas se llama Biblioteconomía. La ciencia que se ocupa de bibliotecas populares, 140
la Bibliotecología popular. La Real Academia de la Lengua Española, en su más reciente trabajo lexicográfico, afirma que la biblioteca es la institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos, ordenados por materia, época, nación y autores. Coincido con Camilo José Cela “las bibliotecas se forman por sedimentación, durante largos años rebosantes de paciencia, y suele morir, como un perro fiel que no puede aguantar la soledad, con su amo, el hombre que sabía por qué, para qué y en dónde y desde cuándo estaba cada cosa”. A lo cual hay que agregar, la explicación de Hipólito Escolar Sobrino: “Las primeras bibliotecas aparecieron en Mesopotamia y en Egipto, hace más de cuatro mil años, con el fin de perfeccionar la función asignada al libro de herramienta al servicio de la memoria”. Borges, el exdirector de la Biblioteca de Buenos Aires, en el Tomo IV de sus Obras Completas, comenta al respecto: “Emerson dice que una biblioteca es una especie de gabinete mágico. En ese gabinete están encantados los mejores espíritus de la humanidad, pero esperan nuestra palabra para salir de su mudez. Tenemos que abrir el libro, entonces ellos despiertan. Dice que podemos contar con la compañía de los mejores hombres que la humanidad ha producido…”. Por ello se acude cotidianamente a las bibliotecas, a esos gabinetes mágicos donde nos esperan los mejores seres humanos que no han vivido en vano y tienen mucho que decirnos en sus textos. Conversemos con los genios y con nosotros mismos para ser mejores que hoy ¡Cuánto mejor si las bibliotecas estuvieran abiertas sábados, domingos y feriados más! ¿Verdad?, respetando los derechos laborales. La lectura, la reflexión, el estudio y la escritura constituyen todo un mundo para realizarnos. Por intuición y pensamiento hay que estar con los que escriben. Estamos de acuerdo con Ángeles Mastretta;
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“Uno convive con los escritores muertos como si estuvieran vivos. Vienen a nuestra casa y se instalan a conversar de todo”. Mientras habla, se acerca Manuel cual un fantasma. Se abraza con Rogelio y, como escritor, confiesa que él siente que parece surgir entre la maleza humana y dice: —“Por eso, Rogelio, Yo también poseo una biblioteca, donde hay libros escondiéndose entre otros en más de diez estantes, tras la pantalla de la máquina en que escribo y casi todos los rincones de la casa donde habito. Tengo libros en la cama, en la sala, en el cuarto del computador de mesa, alrededor, más allá, más acá. Yo siempre llevo libros conmigo en viajes, en mi bolso o maletín y, cuando se presenta la oportunidad, hago sentar la maleta por su valioso contenido. Hay gente que se enoja por ello, pero para mí los libros son fundamentales, requieren su espacio y su tiempo. Los saco a pasear para que respiren aire fresco y tengan más fuerza para transmitir sus enseñanzas y no tropiecen con errores del pasado. Son lo mejor que ha producido el ser humano en su transitar por la Tierra. Cuando leo me hago niño y pienso que vive mi madre, que vive mi padre y quiero que me den lo que no me dieron cuando yo era en verdad chiquillo; pero no se puede, fuera de la imaginación. Solamente con los libros me siento útil, un universo de palabras, un océano de emociones me habita y me hacen sentir que soy importante. Fuera de ellos no soy nada, una imagen que se pierde con el tiempo, un recuerdo que se hace cenizas con el primer viento de calor del verano. Cada cierto tiempo me visitan los recuerdos y cuando menos lo pienso, se van. Tal vez por eso escribo, para recordar o para ir adivinando lo desconocido de la vida de los seres humanos y de mi propia existencia. Hay quienes escriben para entretener a su hijo, a su familia, a la humanidad. Yo escribo porque es una forma de ser útil, una forma de contactarme con los grandes de todos los tiempos, es una forma de vivir intensamente todos los sueños que me sea posibles realizarlos”. 142
Rogelio, mientras piensa en lo que dice Manuel, recuerda los consejos de los poetas Igor Quiroga y Gonzalo Vásquez Méndez; y del historiador de la literatura boliviana, Adolfo Cáceres Romero, sobre la lectura de los clásicos españoles y la corrección más profunda de las obras que se escriben. También recuerda la valoración de los académicos Fernando Vaca Toledo y la afamada escritora Gaby Vallejo Canedo que escribieron sobre sus obras de lectura, estudio, escritura, considerando obras importantes en que hay novedades para los estudiantes de institutos y universidades. Asimismo, recuerda la apreciación de sus libros por Elías Blanco, un paceño trabajador y extraordinario de la literatura y la cultura bolivianas, con sus obras colosales biobibliográficas que ha batido todos los récords en su campo. También le agrada recordar que Luis Oporto Ordoñez, el director de la biblioteca de la Vicepresidencia y de la Asamblea Plurinacional de Bolivia, que le hizo la deferencia de prologar su obra lexicográfica de Ciencias Sociales. Rogelio retoma la palabra y en circunloquio explica: —Un escritor es mucha cosa, puede haber muchos profesionales, pero un escritor es palabra mayor. Tiene que leer por lo menos cinco mil libros para escribir, corregir y reescribir hasta que pueda mostrar a la humanidad unas cuantas hojas decentes de aporte literario que sean dignas de su tiempo, de la cultura y de los seres humanos de su momento histórico y geográfico. Esa lectura debe ser de los clásicos de la filosofía, de los clásicos de la literatura, los premios Nobel, los miembros de las academias de la lengua, de los académicos de las ciencias, de los autores galardonados y de los escritores que trabajan en sus obras días mejores para los desheredados de la tierra, la vida digna y la cultura humanista. En las presentaciones de libros a las que he asistido, me he dado cuenta que escribir un poema, un cuento, una novela y un ensayo 143
tiene su prehistoria en la lectura, en la reflexión y tiene la historia de días, semanas, meses y años de trabajo a veces sin apoyo de ninguna naturaleza. El escritor muchas veces es presa de indiferencias, de observaciones sin motivo y hasta de infravaloración de su esfuerzo creativo y su aporte a la humanidad, muchas veces desinteresado. Al respecto, es útil leer la Loca de la casa de Rosa Montero, pero en forma crítica. Igual recomendación dan los anarquistas, acerca de la visión de la película Patagonia rebelde. Hay que ver con sentido crítico, para no perder las esperanzas y las ganas de luchar para vencer, por la tierra, la libertad o la literatura en la dirección de la esperanza de mejores días. Pero hay también escritores que no leen mucho, que hacen el mínimo esfuerzo por dejar una obra para que la humanidad se detenga más que avance. Hay escritores que creen que han conquistado el cielo con una obrita que no quedará ni su sombra. Escritores que, si no persisten en la lectura, revisión de sus escritos, no perdurarán sus libros y serán casi inexistentes. Por otro lado, también hay escritores para quienes no existen los demás, solo ellos existen y nadie más. Uno, para ser grande, es imprescindible reconozca a los otros; rendir homenaje a los grandes de todos los tiempos, de su país, de su región, de su provincia y su localidad. Es necesario gestionar la reedición de la obra agotada de otro autor o la impresión de la obra no publicada de un autor clásico o desconocido de la región. Es una obligación de los parientes o de los amigos, de los intelectuales que saben el valor de la cultura de los mayores, que no han vivido en vano. Fue bueno que el amigo de Franz Kafka, no hubiera cumplido la promesa de quemar y no publicar las obras de él, porque con ese acto habría privado a la humanidad de una de las obras narrativas más importantes del mundo: Metamorfosis. Sin esta novela, no tendríamos a Gabriel García Márquez que lo definió como escritor. 144
Todo literato debe desarrollar la cultura de la lectura comprensiva, de la promoción y difusión de obras para trabajar la lectura de su misma obra. Para terminar bien nuestro aporte literario, hay que examinar los libros de los otros leyendo, analizando, difundiendo y valorando el esfuerzo de los escritores, los seres de libros y sueños. La gran labor es crear a partir de vivencias, lecturas, meditaciones, tenemos la libertad, pero nos falta la técnica, el ejercicio. Se ha ensayado, sacando en la escritura, los impulsos reprimidos, rescatando el lenguaje del dominio de la razón, narrando en forma lineal, cronológica o con narraciones aparentemente confusas, desordenadas que muestran avances y retrocesos en la historia. Se ha buscado mezclar realidad con imaginación, exponer fragmentos, monólogos, juego fonéticos y verbales no solo para reflejar la vida sino para vivirla intensamente. En las décadas recientes se desarrollan estilos literarios con asuntos de la lucha comprometida con la existencia en el aquí y el ahora; otros nos hacen saborear metáforas de la esperanza, también de desolación, del fracaso, de la desazón de la existencia del hombre. Del absurdo de todo cuanto hace el hombre, sabiendo que la muerte saldrá victoriosa, hagamos lo que hiciéramos. Sin embargo, el hecho de hacer algo (escribir) vale la pena, porque se vence también a la muerte. Uno aprende a escribir leyendo, escribiendo, corrigiendo constantemente hasta que muere. La vida es constante aprendizaje. No es casual que la canadiense Alice Munro, Premio Nobel de Literatura 2013, diga: “Explicaré mi manera de leer los cuentos de otros. Una vez que me introduzco en la historia, avanzo y retrocedo; me detengo aquí y allá...; es algo así como una casa: todos conocemos la capacidad que tiene una casa para delimitar espacios y para inventar conexiones entre los espacios ya delimitados…Esta es la manera más exacta en que consigo
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describir lo que un cuento hace conmigo y lo que pretendo que mis cuentos hagan con los demás”. Por otra parte, el Premio Nobel de Literatura 2014, Patrick Modiano, apuesta por las miradas de amantes y las facetas del pasado francés ocupado en la Segunda Guerra Mundial, de las secuelas de nostalgia y tristeza que no se han borrado, que permanecen como secretos a voces y son evocativos. Coincidimos con Marcos Aguinis, para quien escribir es un acto de honor, es un privilegio. Brinda placer, y muchas veces otorga cuantiosos beneficios. Pero escribir también entraña riesgos. La vida del escritor no es, del todo, color de la alegría. Rosa Montero, en el libro expresado, nos hace conocer que hubo escritores que han subido al escenario de la fama y luego han caído estrepitosamente. Un caso sorprendente es el de un escritor que ganó un gran premio en su país. Recibió la oferta de publicar su libro de una editorial. Aceptó. Se publicó una tirada de varios miles de libros, pero no se vendieron los ejemplares suficientes. La editorial inició un proceso judicial y lo hizo encarcelar. Cumplió su condena el escritor y salió libre. Tiempo después, ese hombre de letras fue internado en un hospital psiquiátrico, luego murió. Sobre su mesa, había escrito hasta el último instante de su vida. Es una canallada lo que le pasó. En Bolivia, la situación no es muy diferente; también sufren los escritores toda clase de indiferencias e infinidad de problemas económicos. El clásico de la literatura boliviana, Carlos Medinaceli, tiene cartas privadas, en las que pide, desesperadamente, prestados 10 o 50 pesos, para viajar y dejar sus originales al periódico o al editor de sus obras ¡Esto debe terminar! Es injusto que los escritores no tengan seguro de salud, así como lo afirma Néstor Taboada Terán, como otros sectores sociales, siendo evidente sus aportes culturales y económicos al erario nacional. Así también, expresa Celso Montaño Balderrama, que todo escritor no debe soslayar su compromiso con las mujeres y 146
los hombres que sufren la pobreza, la explotación, las inundaciones y las tragedias de todos los tiempos. Para los escritores faltan críticos. Los más importantes ya han muerto y los que quedan ya están a punto de dejar sus huesos. Hay muy pocos libros de crítica literaria, se cuenta con menos de una veintena en Cochabamba, Santa Cruz, Beni y Pando; más de esa cantidad en La Paz, Oruro, Sucre, Potosí y Tarija. En las recientes décadas, los más destacados y atacados también, por lógica consecuencia, han sido los docentes y exestudiantes de la carrera de Literatura de la UMSA. Primero, por su crítica localista (casi exclusivamente leen libros extranjeros. Si leen de Bolivia, será solo de los de La Paz y uno que otro de los demás departamentos), psicoanalítica, individualista, intelectualista e idealista filosóficamente hablando; y segundo, porque es su trabajo, del que viven y hasta gozan de año sabático en su universidad, para escribir y publicar con financiamiento. Otros intelectuales y académicos no gozan de los mismos beneficios, tienen que privarse de fiestas, descansos y vacaciones para escribir. En Cochabamba, la frase profética del poeta, pintor y músico beniano Ronald Martínez Castedo, hace pensar y sonreír: “Amigos, ustedes aún no lo saben / pero pasarán a la historia/ por mi culpa”. En las décadas recientes, la han llevado a la práctica Luis H. Antezana, el mismo Ronald Martínez Castedo, Igor Quiroga, Celso Montaño Balderrama, Adolfo Cáceres Romero, Gaby Vallejo Canedo, Roberto Ágreda Maldonado, René Rivera Miranda, Edmundo Paz Soldán, Gonzalo Lema, César Verduguez Gómez, Willy Óscar Muñoz, Juan Pereira Moreira y Gonzalo Montero Lara. Todos han realizado conferencias, talleres y han escrito libros o artículos de crítica literaria; algunos como Juan Pereira, Celso Montaño y Roberto Ágreda han organizado, además, grandes encuentros de escritores en San Benito, Punata, Tarata, la zona sud de Cochabamba y en Quillacollo. Roberto 147
junto a los escritores Beatriz Bascopé Aragón, María Nieves Espada, Ernesto Vargas Santa Cruz y otros desarrolló programas literarios en emisoras y canales de televisión en Quillacollo como Unión de Poetas y Escritores del 2006 al 2008 más o menos; asimismo, René Rivera dirigió el programa Fe de Erratas en el Canal 11 TVU de Cochabamba, de 2012 al 2014 ¡Ojalá siga haciéndolo los siguientes años!, porque es una ventana para los lectores y escritores al mismo tiempo. Gonzalo Montero escribe cuentos fantásticos y realistas, ambos con una fuerza sorprendente. Es amigo de los deportistas y de los escritores; tiene una pasión franciscana, y a veces “sádica”, por curar a los amigos y lo hace con una dedicación admirable y es querido por ello. Franklin Arze de la Barra irrumpe en el mundo de los libros con El Cipayo latinoamericano y trabaja su libro político que explora filosófica y matemáticamente, titulado La sociedad tetraléctica, con datos y argumentos polémicos entre la emoción y la razón, y con la novedad de que la lógica tetraléctica tiwanakota e inca, pareciera superar a la lógica biléctica occidental y a la lógica triléctica aymara. Sería, por tanto, una contribución a la dialéctica, lo que aún está en debate. Sin embargo, parece ser que sus lecturas rápidas, flirteos teóricos y pasiones por los ancestros, le hacen dirigir su pensamiento por cuestiones genéticas y hereditarias, que no se pueden sostener. Pero sorprende la numeración puquina de su libro. Franz Morales publica libros de historia, en la huella de René Danilo Arze Aguirre, reivindicando la participación popular en la independencia de Bolivia. Juan Clavijo Román publica monografías de los municipios, libros biográficos, de coplas y cantos populares quechuas. Ernesto 148
Vargas Santa Cruz, Celina Vargas Fuentes e Hilda Velásquez Loayza escriben libros de poesía y cuento para niños. Estefanía Lazarte lee diccionarios, escribe poesía, es combativa, cívica, y declama en medios de comunicación y eventos culturales. Sonia Alemán publica libros en varios géneros con una acogida admirable, y su esposo el odontólogo Gastón Uribe Saavedra, no se queda atrás, escribe cuentos y leyendas. Eddy Paravicini investiga y publica como en un espejo, lo que hizo, danza, música, deporte, teatro. Pablo Condori y Efraín Muyurico hacen periodismo y escriben, esforzadamente. Julio Pablo Postigo Sejas escribe sobre lectura comprensiva, yoga y filosofía de la educación con un lenguaje whitmanniano y universal. Meliana Rodo Pinedo escribe luego de contemplar las mañanas, pintando con figuras literarias el amanecer, el deseo, la soledad, el recuerdo y la esperanza. En cada hoja de sus libros, la escritora interpela, seduce poéticamente, volando como mariposa sobre la naturaleza del ande, del valle y del oriente boliviano. Gabriela Issa pinta bellamente sus narraciones con magia y deidades nacionales con la fuerza de la fabulación auténtica. Trabaja libros de cuentos y una novela y ha organizado un restaurante árabe con comida ecológica para la contribuir a la salud de los cochabambinos. Después se irá con su familia a Alemania. Hay más escritores que realizan las presentaciones de sus libros en el Salón Rojo de la Gobernación, en el Centro Simón I. Patiño, en el hall del edificio Los Tiempos, en la Alianza Francesa, en el Salón del Consejo Universitario, Salones de lujo de varias Facultades, Carreras, Programas o Escuelas Profesionales de la UMSS, en el teatro Adela Zamudio, en el salón Augusto Céspedes de la Casa de la Cultura, en la Casona Santivañez de Cochabamba y en el Salón 149
Rojo o en el teatro Teófilo Vargas Candia del Gobierno Autónomo Municipal de Quillacollo. Por primera vez en la historia se ha realizado el Primer Encuentro Nacional de Escritores en el Salón de Honor del Concejo Municipal de Quillacollo, organizado por la Unión de Poetas y Escritores de Quillacollo (UPEQ), el 10 de septiembre de 2015. En la mañana se visitaron 15 instituciones educativas: escuelas, colegios, el Instituto Superior Simón Rodríguez y el grupo 125 del primer año de los cursos descentralizados de la Carrera de Derecho de la Universidad Mayor de San Simón, en la primera parte. La segunda parte consistió en el encuentro en sí. Participaron cerca de 70 escritores. Las conclusiones fueron las siguientes: 1. Gestar o coordinar una organización de coordinación de escritores en Cochabamba. 2. Gestionar una institución que aglutine a todos los escritores bolivianos. 3. Fomentar el desarrollo de la crítica literaria, tomando en cuenta todos los géneros y todas las obras de los escritores del Estado Plurinacional de Bolivia. 4. Luchar por la construcción del palacio de la cultura en Quillacollo. 5. Exigir que en cada departamento y municipio del país se organicen museos y plazas del escritor y del poeta, respectivamente. 6. Promover que en cada departamento y municipio del país se organicen concursos anuales ya sea de poesía, cuento, novela o ensayo en el idioma castellano y/o en el idioma materno de cada una de las regiones de Bolivia. 7. Organizar el Encuentro Nacional de Escritores cada dos años en Quillacollo.
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Este evento como los encuentros internacionales de escritores que organiza el Centro Simón I. Patiño de Bolivia y otras instituciones, como dice el cochabambino, ganador de dos premios nacionales de novela, que los beneficios de estos encuentros permite “salir de lo cotidiano, de la realidad pobre y plana a la que la sociedad en general se está acostumbrando tanto, como el esclavo de la cueva platónica que cree que las sombras que tiene delante son la realidad, con la nariz metida en el celular [digamos con el juego digital de Pokemón Go], ocupado en trivialidades, en la noticia de último minuto como si fuera la novedad que va a cambiar el mundo. Sin ser capaz de percibir la riqueza de la realidad y la profundidad de las cosas”. Hay que agregar lo que expresa Giovanna Rivero: “Y están, por supuesto, los otros beneficios: conocer compañeros de ruta, hablar con lectores, intercambiar libros, ¡celebrar el oficio!” Dicho esto, calló Rogelio casi agotado, y se quedó nuevamente dormido.
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CAPÍTULO 19 LOS VIAJES Rogelio despierta y mira el reloj que está sobre el velador de la habitación del hostal donde se aloja: —Ya son las 11:30 –dice—, bueno, me alisto e iré a almorzar. Así lo hace; luego de bañarse, baja las gradas y se dirige a la calle Héroes del Chaco; no sabe dónde irá. Luego de unos pasos, divisa a Juan, su amigo de años, y juntos se van al mercado, donde come el pueblo. Suben las gradas por la calle Pacheco. Su amigo le dice: —Aquí, para comer, hay que quitar a uno del medio —pues había mucha gente. Dos comensales terminan de comer y se marchan. Rogelio pide un asado y el amigo, ají de fideo. Mientras comen con gran apetito, el amigo indaga: —Cuéntame ¿A qué países viajaste? —He viajado a Chile —Responde Rogelio y continúa— Fui de Cochabamba hasta Iquique, luego pasé a Santiago de Chile. En el trayecto vi con tristeza el Litoral que perdimos en la guerra del Pacífico. He conversado con chilenos durante el viaje, muchos de ellos, están de acuerdo en devolvernos el mar, pero no todo, solo una pequeña salida. Piensan esto para que sus hijos no sean observados como usurpadores, cuando estén en cualquier país de Sudamérica. Ya en Santiago de Chile, me llamaron la atención los subterráneos y los taxímetros. —¿Sí? —le preguntó emocionado. —Casi no hay pobres en las ciudades ¿Eso parece o saben ocultar sus miserias? Hay orden, los chóferes chilenos son corteses con los 152
transeúntes. Los urbanos son personas con cierta cultura. Los burgueses chilenos parecen amables y otros son discriminadores, especialmente con los extranjeros. Existen muchos edificios de lujo como el de los policías y de los militares. Debe ser por el pasado reciente. Los chilenos, en funciones de gobierno, tratan de no hablar del pasado. Notando el silencio, el amigo sigue indagando, luego de terminar el plato de ají de fideo y haber tomado gustoso dos copas de cerveza malta Taquiña: — ¿A qué países más viajaste? —A varios de América y de Europa; después te cuento. Rogelio, al terminar su plato y también sus dos copas, expresa: —Bueno, paguemos y vayamos a la plaza 15 de Agosto. —Claro que sí. — ¿Tienes tiempo? —Sí, hasta las dos; voy a mi oficina —dice el amigo Juan. Bajan las gradas del mercado y dan una vuelta para dirigirse a la mencionada plaza. En el trayecto, ven pasar a chicas bonitas, y les echan el ojo, denotando sus gustos diferentes. Rememoran que en Bolivia hay muchas mujeres bonitas en todos los departamentos; las más cotizadas son las de Santa Ana del Beni, las de Vinto y las de Santa Ana de Punata, Cochabamba. Llegan a la plaza 15 de Agosto; se escucha la campana del templo de San Ildefonso. Rogelio retoma el tema de los viajes: —Luego de Chile, fui a la Argentina; qué lindo país y qué fértil. En las villas miseria había terrenos no cultivados, y los bolivianos, como somos trabajadores, los hemos sembrado. —¿Qué productos agrícolas? —Muchos: papa, achojcha, tomate, locoto, etc. Creo por el gran abono que dejaron los dinosaurios hace millones de años, hace más fecunda la tierra. —Seguro —Sonríe Juan. 153
Rogelio prosigue. —En Argentina se come bien. En Buenos Aires fue donde conocí por primera vez el yogur ¡Qué yogur! Bebí casi todo un litro y comí emparedado de pan con fiambres. Me harté, estuve muy satisfecho. No podía caminar. —Juan sonríe. —Rogelio continúa. —También comí parrilladas exquisitas con carnes blandas, y las facturas en las mañanas. —¿Qué son las facturas? —Masitas surtidas con queso, jigote, dulce u otros decorados agradables. — ¿Qué otros países te han sorprendido? —Colombia e Italia. En Colombia me gustaba caminar por las calles tranquilas y con bellas chicas, supercordiales. Comí, pizzas gorditas y gustosas. Estuve muy poco tiempo en Santa Fe de Bogotá, pero visité bibliotecas y librerías. Hay lugares de venta de libros usados como en Bolivia. Se hallan joyas de la literatura universal. En Italia trabajé de todo, viví en Bérgamo y conocí Venecia, la ciudad del agua y de los carnavales tenebrosos y enigmáticos. Comí pizzas originales y otros platos calientes con fideos y queso. Busqué libros en español, que son muy difíciles de conseguir, pero se consiguen. La mayoría de los autores eran europeos y unos cuantos latinos. He sentido casi lo mismo que Mario Vargas Llosa y otros latinoamericanos que viajaron a Europa para leer a los escritores extranjeros, europeos, asiáticos, oceánicos y africanos y, lo que en verdad descubren, es la literatura latinoamericana. Yo, por primera vez, leí a muchos escritores latinoamericanos como Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Borges, etc. Se relee con delectación a Neruda, Horacio Quiroga, Sábato, Gabriel García Márquez, Huidobro y otros. Claro que no todo era literatura sino también fútbol. Organicé un equipo de fútbol que con mucho esfuerzo ha logrado ser campeón. Y no sabes, he exigido que tenga los colores en las camisetas, del equipo que gustaba a mi padre, a mi hermano y a mí, el Tigre. 154
—Querido, como cochabambino nacionalizado, deberías hacer vestir la camiseta de Wilsterman o de Aurora. —No, todavía sigo influido por mi familia orureña que miraba al gigante de Chulumani. Juan, que quiere saber más de Rogelio pregunta: — ¿Y Bolivia no te gusta?, ¿conoces todos los departamentos de nuestro país? —Conozco, ahora más: Uno tiene que viajar al extranjero para amar más a su país, Bolivia, que no solo tiene 36 etnias y naciones sino además una riqueza en flora y fauna, realmente excepcionales. He viajado a Santa Cruz, Beni y Pando; cuán bellos y fecundos territorios son, al margen de su potencial y explotación de gas y petróleo, su naturaleza es maravillosa. Juan, ¿conoces los parques y reservas nacionales? Nada que envidiar a los parecidos en otros países. Un boliviano que no conozca lo suyo, debería ser expatriado. Realmente vivimos en el paraíso y no lo sabemos. También he viajado a Potosí, Chuquisaca, Tarija, La Paz. Asimismo, he regresado a Oruro, desde que mis padres nos trajeron a Cochabamba, luego de la relocalización minera, y más que a Oruro, volví a Huanuni, la tierra de mi niñez, de la época de mis juegos, fiestas, locuras y algunas farras cuando ya era adolescente. La visita de los sitios donde tuve “al primer amor, que nunca se olvida”; sentí que bañaba de agua de tristeza mis ojos, y mi cuerpo se hacía pequeño para recordar ese amor tan grande, inocente, como promesa de un futuro que no termina hoy, a pesar de nuestra vida, de nuestros sueños. Juan escucha boquiabierto y las campanas del templo anuncian la una de la tarde, le hace exigir síntesis, porque se acercan cada vez más las 2 de tarde, hora de escribir memoriales y presentarlos ante el juez de turno e indaga a Rogelio. —¿Entonces, has redescubierto Bolivia? —Sí, he redescubierto Bolivia; es un país con el que se puede soñar, luego de tanto dolor y alegría de vivir este mundo. Las 155
zonas turísticas, las comidas de todos los departamentos, tan variadas; pero no solo eso, hay lugares de película, por ejemplo, los Yungas de La Paz, el Chapare de Cochabamba, las zonas vallunas de Tarija, los pastizales de Beni, Santa Cruz; los ríos y lagunas floridas y perfumadas de Pando. Los parques y reservas del oriente boliviano son paradisíacos ¡Qué naturaleza!, ¡qué animales más coloridos!, ¡qué mariposas!, ¡qué aves!, ¡qué cocodrilos más expectables! El reloj del templo de San Ildefonso marca las 2 de la tarde y Juan se despide de Rogelio; le pide que le dicte el número de teléfono para invitarlo antes de su viaje a Italia, si es que se va y sino, igual, para compartir uno de estos días un rico plato de escabeche mixto con enrollado. Rogelio se levanta de un asiento de la plaza histórica quillacolleña 15 de Agosto y la mira, pensando en lo que ha investigado hace algunos días, que es zona de riquezas arqueológicas. Y si se quedara, querría provocar un gran escándalo parecido a lo que han hecho las transnacionales en San Cristóbal, para cambiar de lugar a las casas y al mismo templo de San Ildefonso, para rescatar del suelo el pasado compuesto de objetos arqueológicos de las culturas tiahuanacota, aymara e inca que se hallan debajo de ese promontorio que es la plaza 15 de Agosto, pues hace miles de años fue un cementerio. Su reflexión le ha llevado varios minutos; los transeúntes lo observan como a un bicho raro, loco o borracho, y no pueden atinar a pensar que está reflexionando como Sócrates, uno de los clásicos de la filosofía griega. Rogelio camina y se dirige al hostal El retorno de Quillacollo, ubicado en la calle Héroes del Chaco, que está a unos 200 metros del lugar; va sin mirar a nadie, solo le guían sus pensamientos. Son las 14:30. Se aproximan las 4 de la tarde, hora en que debe estar en 156
Vinto, casi San Jorge, la vivienda de sus tíos Raúl y Emiliana; quiere asistir al entierro de su primo Samuel, amigo de las locuras de la adolescencia en Vinto, Quillacollo, Cochabamba. Decide ir a descansar una hora. Entra en el hostal, pide la llave y sube las gradas; su cuarto está ubicado en el último piso. Abre la puerta, se afloja el cinturón, se desabotona la camisa para respirar mejor y descansa una hora. Transcurrido ese tiempo, se despierta con consternación inexplicable, se baña y se pone el único mejor traje que tiene, porque siempre está viajando como el tiempo. El traje es azul oscuro. Se pone en los bolsillos algo de dinero para los gastos. Cierra la puerta de su habitación. Baja las gradas, deja la llave a la portera. Sale y se dirige a la plaza Bolívar que está unos 150 metros. Mira la parada de transporte público a Vinto, San Jorge y divisa un trufi casi vacío, abre la puerta e ingresa. El vehículo se está llenando y una chica forzadamente abre la puerta delantera del transporte público para sentarse al lado derecho del chófer, Rogelio le cede galantemente el asiento y recorre al lado del conductor y ella, al lado de la puerta del bus, para disfrutar de las caricias del viento al recorrer la movilidad de Quillacollo a Vinto y se siente mejor. Rogelio no dice nada en el trayecto. Está obnubilado por la belleza que respira y vive a su lado, ella ¡Lástima que sea solo el lapso del viaje! Ya en el lugar, pide cortésmente el paso, luego de solicitar que se detenga el trufi. Paga el pasaje y le da la última mirada a la muchacha que ahora sí le sonríe, para la despedida. Rogelio camina, cruza la avenida, ingresa a la misa previa al entierro de su primo Samuel. Se sorprende al ver una multitud. Todos reunidos alrededor del muerto que está en un féretro largo, adornado con arreglos florales de diversa naturaleza. Todos están de negro. Al centro, hay un sacerdote que está oficiando misa. Todos siguen sus instrucciones. Rogelio se acerca, pero guarda prudente distancia de las acciones religiosas. Todos hacen la señal de la cruz, menos él que es ateo y simula algo parecido. Los demás 157
se persignan solemnemente. Se sientan, se levantan, repiten frases bíblicas. Hay un intervalo, y la gente se abraza, con las palabras consabidas de “La paz del Señor”, “La paz del Señor”. Algo más pasa con el sacerdote y los dolientes y termina la misa. Doña Emiliana, que es la jefa del hogar, junto a su esposo, don Raúl expresa al sacerdote lo siguiente: —Le quedo a usted muy agradecida, padre. Este se retira con dos acompañantes que le llevan hasta un motorizado de reciente modelo de color azul como el cielo y parten raudamente. La familia Mendieta dispone cómo deben transportar unas cuadras el féretro, no los más dolientes; es decir, no padres ni hermanos, sino primos y los demás vecinos. El líder es propietario y chófer de la funeraria Mendieta, David, escoltado por el tío de todos: don Román. Rogelio se brinda cargar el féretro; hacen lo mismo otros y hay ocho personas que se turnan cada momento también para hacerlo el ataúd. Los dolientes luego de armarse como municiones con los arreglos florales, lentamente, cual gotas de lluvia, lanzan flores sobre el féretro de Samuel. Hay personas que lo recuerdan y lanzan gritos, lloran desconsoladamente. En la primera fila están don Raúl y doña Emiliana, los padres del difunto, los flanquean sus hijos, hermanos del muerto. Luego, en las siguientes filas están los vecinos, unos sobrios, otros poco ebrios y otros casi totalmente borrachos; pero todos recordando al fallecido con el sentimiento que es permitido y el que pueden brindarle emotivamente. Han recorrido varias cuadras, ya están por pasar el río Khora 2 y el tío Román, de la funeraria Mendieta, ordena que depositen lentamente el féretro a la larga y segura maletera del auto negro largo que parece un blindado, portaféretro alemán. Esto hacen los esforzados y sudorosos parientes y amigos de Samuel. Luego, doña 158
Emiliana ordena y distribuye, como una líder cochabambina, el ingreso en los vehículos motorizados de todo tipo, taxis, trufis, colectivos, coaster y hasta camiones. Al final, dice: —Yo quiero ir con mi sobrino Rogelio. Y manda más atrás en un trufi a su esposo e hijos. Y dice quedamente a Rogelio, —¿Los has visto? Han venido tus primitos, mis sobrinos: Manuel de aquí y Marilyn de La Paz, son como mis hijos. Ahora quiero escucharlos a todos ustedes decir un discurso, —Déjemelo esto a mí tía, —dice Rogelio—. Con seguridad, vamos hablar Marilyn, Manuel y yo. Pasan unos 15 minutos y ya están en las inmediaciones del cementerio de Vinto. Casi silenciosamente, doña Emiliana expresa: —Aquí detuvieron al padre de Manuel, por el asunto de pensiones para Marilyn para llevarlo a la cárcel, no sé si por la exigencia de su exesposa doña María Jazmín que estaba en Argentina o por la apoderada que odiaba pérfidamente a don Luis; pero ya sabes cómo Manuel, de nueve años, en un acto heroico ha recobrado el taxi del apresado y se lo ha llevado hasta su casa. Se calla, pues han llegado a la puerta del cementerio. Baja y junto a don Román, dispone cómo ha de ser el entierro. Organiza dos columnas a los dos costados. Sacan el féretro y lo colocan al centro sobre una mesa larga y empiezan los discursos. Manuel y Marilyn que ven a Rogelio lo abrazan; uno primero después la otra, lagrimean y casi a un mismo tiempo piden la palabra y empiezan los discursos de circunstancias: Primero Rogelio: —Tíos Raúl y Emiliana, primos Manuel y Marilyn, tíos y amigos, hoy tenemos la tristeza de despedir a Samuel, un pariente, amigo, hijo, hermano, esposo y padre de familia. Debemos recordar siempre sus buenos momentos y resignarnos por su partida. Hay
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días nublados como hoy, con llovizna de tristeza que debemos soportar. Expresemos que descanse en paz. Gracias. Le toca hablar a Marilyn y dice: —En este día en que el sol parece palidecer y ocultarse, se va una vida al más allá, y todos debemos ser fuertes para desearle que descanse en paz y desde donde esté, cuide, proteja a sus hijos y a sus padres que, para glorias de sus otros hijos, están todavía vivos. El turno es de Manuel. Luego de un minuto de silencio dice: —Tíos, primos, parientes y amigos todos. Samuel ha partido como un niño sin retorno; es la vida la que hay que valorar, vivió como todo ser humano con sus altas y con sus bajas. Sigamos el ejemplo de sus altas; un gran amigo, un gran ser humano dispuesto a dar su tiempo a los suyos. A ciencia cierta no sabemos quién estará mejor, el que ha partido o los que se quedan como dijo Sócrates según Platón, en su obra la Apología de Sócrates ¡Gracias! Hay murmullos, pero después, se restablece el silencio. Han terminado los discursos. Doña Emiliana agradece las alocuciones y deja correr las últimas lágrimas por su hijo que está siendo enterrado. Pero la que llora más que todos los dolientes, es la esposa que se halla con cuatro hijos, sus gritos hieren la sensibilidad del más duro y la consuelan los allegados, y le dicen que tiene que ser fuerte; por ella y por sus hijos. Ahora esto es lo que cuenta. Los encargados, junto a los de la funeraria, sacan los pernos, las tuercas y otros hierros del cajón, luego empujan el féretro al nicho del cementerio, hay quienes arrojan arreglos al ataúd. Y por tantas flores no puede entrar el ataúd, entonces sacan unos arreglos florales y al fin entra. Los albañiles colocan la tapa y el que tiene la mejor letra escribe el nombre completo de Samuel. Samuel ha realizado su viaje natural, un viaje hacia sí mismo, un viaje definitivo, que le hará desaparecer físicamente, pero su
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recuerdo permanecerá inalterable entre quienes los conocieron y lo quisieron. Pasaron unos meses y don Raúl, el padre de Samuel, le siguió en ese viaje interminable, de la acción a la inacción; que no es la nada, pero se parece. No pudo vivir más y murió. También fue llorado y aún se lo llora al recordarlo por sus acciones de haber sido un gran vecino y devoto de la amistad de muchos vinteños.
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CAPÍTULO 20 LA EMIGRACIÓN La muerte de otra persona, repercute en uno o es motivo para pensar qué va a pasar si dejáramos de vivir. Es causa de flash back16, de fugas reales, imaginarias o digresiones de muñeca rusa17. Rogelio, luego del entierro de su primo Samuel ha bebido y se debate en soliloquio en su habitación del residencial. Es cierto, como dice Ángeles Mastretta, los emigrantes son polvo de estrellas, sal de la tierra, árboles con alas. Se puede agregar que los emigrantes son ekekos que cargan su país, sus tristezas y sus alegrías, son danzantes que se llevan el país a través de sus fiestas, sus danzas y sus infinitos recuerdos que los van a acompañar toda su vida, hasta el último suspiro de existencia. El escritor Celso Montaño Balderrama, en sus obras narrativoensayistas, explica que los seres humanos somos polvo de estrellas disparados en el tiempo. Somos tiempo, somos historia, somos lo que hemos construido con nuestros cuerpos y nuestras mentes. Además, fabula el viaje, la interacción del hombre del planeta Tierra con otros similares de los exoplanetas, parecidos a nuestro mundo, en otros sistemas solares de otras galaxias y hasta de otros universos. Emigrantes somos todos, pero los emigrantes de tierras pequeñas son los que se van o vienen de un país a otro o de una región a otra dentro de un Estado. Cuando hay pobreza, hambruna, problemas de sequía y desertización de la Tierra. Lo más fácil es emigrar, luego sufren sus hijos, esposa o esposo y luego ellos mismos; los migrantes son superexplotados (a veces por sus 16
Vocablo inglés españolizado que significa: vistazo atrás, remembranza, recuerdo. Vuelta al pasado. 17 Muñeca dentro de una muñeca, una historia dentro de otra historia.
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mismos compatriotas) y trabajan de lo que menos se imaginan y en condiciones tremendamente lamentables. Lo más común es que sus hijos abandonados sean maltratados, violados, asesinados. Los migrantes padecen iguales o peores vejámenes en las tierras que moran transitoriamente. Al inicio, la situación para los hijos y su cuidador está bien. Hay dinero que llega, los chicos se portan bien, luego se endurece la relación y empieza la represión por un lado y por otro. Todo se hace un infierno y suceden las tragedias que es menester no decir; la prensa oral y escrita informa todos los días, de ello, hasta decir basta. Se calcula que Bolivia tiene cerca de tres millones de migrantes en los seis continentes del planeta azul de nuestro sistema solar ¿Se imaginan cuántos niñas, niños y adolescentes sufren por esta situación? Tal vez sea mejor no pensar. Claro que hay excepciones en los que se quedan; maduran, se cuidan casi solos y se dedican de lleno a estudiar y luego a ser profesionales, pese a todo, a trabajar. Los triunfadores son muy pocos. Los más, se destrozan por la soledad, la falta de afecto y comprensión, la indiferencia, la rebeldía y la opresión sin razón. Urge impulsar, gestar una pedagogía de la autonomía, de la independencia paulatina para que las niñas, niños y los adolescentes tengan argumentos, una explicación saludable para vivir en forma creciente casi sin familia y de una manera autónoma. Es mentira que una mujer o un varón, jóvenes saludables, permanezcan sin tener coito o masturbación durante más de tres meses. En caso contrario, se suicidan o cometen las peores atrocidades que el ser hombre puede cometer.
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La naturaleza humana impulsa a tener otros amigos cuando faltan los esenciales, es una reacción normal como parte de las necesidades básicas universales que exigen satisfacción. Cuesta reconocer esto, pero es así, es dialéctico. Lo necesario es mantener los límites y, en caso contrario, comprender y hacer más saludable esa relación. A los niños es necesario prepararlos; tender puentes de comprensión para que los cambios biológicos, psicológicos, sexuales individuales y sociales, económicos y políticos no sean traumatizantes e incomprensibles. Hay que buscar el menor daño posible; mejor si no lo hay. Lo más importante en un hogar son los hijos; por ellos hay que sudar, no solo por base económica sino también por su bienestar, sentimental, cognitivo y afectivo. La emigración de alguien en la familia cambia la vida; sería bueno, para mejorarla, pero en la generalidad de los casos es negativa. Esto es precisamente lo que César Verduguez imagina en uno de sus más recientes libros de cuentos. Él es uno de los narradores más importantes de Bolivia, y sus cuentos más valorados han sido traducidos a casi de diez idiomas. Pintores y escultores bolivianos hacen lo propio en su campo, pintan y esculpen a su estilo a los trashumantes. Psicólogos, pedagogos, antropólogos, abogados, sociólogos y médicos trabajan en sus ciencias acerca de las incidencias de la emigración en la familia y en cada ser humano. No se puede emigrar sin viajar. Cuando hay viajes, hay fiestas de despedida, planificadas o improvisadas, pero, en fin, hay fiestas. El mejor regalo que reciben un amigo o un pariente que viaja al exterior, es una celebración de despedida en su honor. Rogelio recuerda cuando una vez estuvo en la plaza 14 de Septiembre de Cochabamba. Un borracho de detuvo frente al cóndor y declamó un soneto a los migrantes:
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MIGRANTES Para los migrantes del mundo Nacemos, vivimos para el olvido cuando el espacio que se habita se hace de agua y de silbido porque nuestra hija es señorita. Lloramos, reímos todos al partir porque nos hemos cansado de vivir tantas veces dudamos al existir. ¡No podemos menos que sobrevivir! Las guerras, los odios en poleas nos votan y el amor no es capaz de construir las alegrías en paz. No es que huyamos de las peleas. Buscamos paz, alegría de vivir dentro, fuera del país, queda sentir.
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CAPÍTULO 21 LA FIESTA Virgen del Socavón o virgen de la Candelaria, santa de los mineros de Oruro. Fiesta del Tío, de la mina, demiurgo de los mineros. Santa Cecilia, la santa de los músicos. Justo Juez, santo de los parroquianos que aman la justicia luego del buen comer y del bien beber. San Severino, santo de la lluvia. La virgen de la Bella. Surumi, la virgen que apareció en una piedra sagrada. Virgen del Carmen, de La Paz. Virgen de Urqupiña de Quillacollo. Virgen del Rosario de Vinto. San Miguel, santo de la agricultura. Virgen de Chaguaya, santa de los tarijeños. Virgen de Cotoca de Santa Cruz de la Sierra, que cura a los enfermos. Virgen de Guadalupe, patrona de los sucrenses, exreina de la Hispanidad entre los siglos XVI a XVIII. Rogelio habla como un orador griego: —En el mundo académico se desarrolla la asignatura de Sociología de la Fiesta como una de las asignaturas novedosas, en la que se destacan los puntos de vista de los grupos humanos en sus manifestaciones folklóricas, culturales. La Sociología de la Fiesta está relacionada con las disciplinas de la Antropología, Psicología, Ciencia Política, Filosofía, Literatura, Lingüística, Derecho y Teología. El gobierno boliviano del doctor honoris causa Juan Evo Morales Ayma ha declarado a la Diablada, La Cullawada, La Llamerada, la Morenada y la Saya, danzas que forman parte del patrimonio intangible del Estado Plurinacional de Bolivia, como un reconocimiento a estas expresiones coreográficas, de movimientos, vestimentas y belleza humana que atraen la mirada de millones de personas de Bolivia y de otros países. Nadie se resigna a irse sin ver y disfrutar de las fiestas bolivianas, tan diversas y de bellezas exóticas inolvidables. De la memoria de los extranjeros, no se 166
borra la hechizante historia vivida de las fiestas de esta tierra que es acogedora como no hay otra. Evo Morales, en estos recientes años, se ha convertido en unos de los presidentes más famosos del mundo, ahora en su tercer período gubernamental, y que triunfó en elecciones nacionales, ha recibido veinte declaraciones de doctor honoris causa de universidades extranjeras y bolivianas. Se han publicado más de cien libros sobre él, de novela, cuentos y biografías. Inclusive él, colaborado por un periodista de Los Tiempos ha publicado su autobiografía: Mi vida. De Orinoca al Palacio Quemado (2014). Los empresarios y los integrantes de partidos de derecha, lo califican de izquierdista. Al vicepresidente Álvaro García Linera, lo llamaron en el Perú, el nuevo Carlos Mariátegui. También el segundo hombre de Bolivia ha sido distinguido con casi veinte declaraciones de doctor honoris causa. En cambio, los trotskistas, califican a este gobierno de neoliberal, populista, proburgués, sirviente de las transnacionales. Frente a todo esto, Álvaro García Linera se esfuerza en los discursos y libros, para declararse Robespierre, jacobino, bolchevique, intelectual orgánico y revolucionario. Teoriza el postulado de la indianización del Estado Plurinacional de Bolivia, y del cual asegura que profesa el socialismo comunitario, cuando hay pobres y ricos; burgueses que explotan a los obreros y se sacian con la plusvalía. Tiempo después se revelará que Gabriela Zapata como expareja de Evo Morales, fue encarcelada, momentáneamente, acusada en el grado de complicidad de doce supuestos delitos, entre ellos, el de legitimación de ganancias ilícitas, tráfico de influencias y enriquecimiento ilícito, lo que, al parecer, no se puede desmentir, que es y será todo un “zapatazo” y hará perder el referendo constitucional para la nueva reelección de los actuales presidente y vicepresidente, el 20 de marzo de 2016.
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Luego la fiscalía lo liberará de cuatro delitos, el 17 de agosto de 2016 la prensa dice: La Fiscalía de La Paz liberó a Gabriela Zapata, exgerente comercial de la empresa china CAMC y expareja del presidente Evo Morales, de cuatro delitos, entre ellos enriquecimiento ilícito de particulares con afectación al Estado y uso indebido de influencias en grado de complicidad. La decisión fue adoptada mediante una resolución emitida el 15 de julio, en la que además fueron incluidos otros cinco implicados: Cristina Choque, Jimmy Morales, Ricardo Alegría, Carlos Ramírez y Antonio Zuleta. No obstante, el fiscal departamental de La Paz, Edwin Blanco, explicó que Zapata deberá defenderse en un juicio oral por otras seis acusaciones: legitimación de ganancias ilícitas, falsedad ideológica, uso de instrumento falsificado, contribución y ventajas ilegítimas, uso indebido de bienes y servicios públicos y asociación delictuosa. La resolución fiscal, que fue dictada 12 días antes de la presentación de una imputación formal contra la ahora reclusa de un penal en La Paz, justamente por los delitos antes citados. La distinguida dama será simbolizada como una nueva “heroína televisiva” Zapatagül, y la población joven flechará con la necesidad de terminar este problema con la frase: “Ya me CAMC”; alusión a la transnacional china que suscribió al parecer 6 contratos millonarios y a la cual representó Gabriela, lo que se difunde en las redes sociales del internet. Fuera de todo esto, hay algunas medidas que ilusionaron a los oprimidos, tales como la nacionalización parcial de los hidrocarburos, una mayor cobertura de la seguridad social, la construcción de infraestructuras deportivas y de salud y, 168
recientemente, la gestión del rally Dakar18 que, el año 2016 se recorrió por tercera vez en Bolivia. La ruta fue Chile, Bolivia (Iquique-Uyuni) y Argentina, 9.000 km de recorrido. Por primera vez un boliviano, el chuquisaqueño Wálter Nosiglia terminó el rally Dakar de 2015 ocupó el tercer lugar en esta competencia, que es la más peligrosa del mundo. Este hecho histórico que emocionó a todos los bolivianos; experiencia parecida cuando la academia Tahuichi Aguilera19 obtuvo un campeonato mundial del fútbol infantil hace algún tiempo. Bolivia, es un escenario de estrellas y de embrujantes manifestaciones culturales como los carnavales. Veamos lo que dice el Premio Nobel peruano de 2010, Mario Vargas Llosa: “El carnaval es una fiesta pagana y cristiana, religiosa y laica, provinciana y universal. Y el carnaval de Oruro, en Bolivia, es el mejor del mundo. Porque, durante los carnavales, uno no solo se divierte, bailando, jugando, cantando, disfrazándose, bebiendo y Dakar capital de Senegal, península de Cabo Verde, África. El rally Dakar se inició el 25 de diciembre de 1978 y fue disputada durante las primeras semanas de enero y concluía la última semana de diciembre. Durante muchos años, la carrera partió de París. En 1992, atravesó el continente africano. Desde 1995 se realizó en Europa. En 2000 y en 2003, la carrera finalizó en las ciudades egipcias de El Cairo y Sharm elSheij, respectivamente, con las pirámides como paisaje. Desde 2009 el rally se desarrolló entre los países sudamericanos de Argentina y Chile. En los años 2012 y 2013, se incluyó a Perú; y de 2014 a 2016, a Bolivia. Competición en cuatro categorías: automóviles, camiones, motocicletas y cuadriciclos. El rally Dakar fue criticado por la muerte de valiosos competidores y el daño al ecosistema de los países. 19 Institución creada el año 1996 en Santa Cruz, que se destacó por organizar y participar en campeonatos mundiales. En la mayoría, obtuvo el título de campeón o subcampeón. Algunos de ellos jugaron en la selección de fútbol de Bolivia, como Marco Etcheverry, Erwin Sánchez y Luis Cristaldo. El éxito de la Academia Tahuichi ha sido reconocido en el mundo por 100 títulos de torneos juveniles internacionales ganados en varias partes del mundo. Uno de los objetivos de la institución ha sido y es “Integrar a la niñez del mundo y, a su vez, buscar la unidad y paz de las naciones a través del deporte”. 18
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comiendo; también, y, sobre todo, vive como si fuera una verdad la mentira de la felicidad. La mentira de que todos somos iguales, libres, prósperos y dichosos porque la vida se ha hecho solo para gozar. Eso es el carnaval, en Oruro: soñar despiertos y sentir, por unos días, la vida se ha vuelto sueño y el sueño realidad. Por más que las autoridades prohíban el juego con agua, y amenacen con multar y arrestar a quienes incumplan la prohibición, en los carnavales, jóvenes y viejos, en las calles y en las casas, se lanzan globos y ‘cascarones´ rellenos de agua y se empapan con mangueras, baldes y ollas hasta que la ciudad entera queda hecha una sopa. Los que gozan son, por supuesto, los niños. Y también los jóvenes, porque, jugando con agua, surgen muchos romances, noviazgos y hasta matrimonios. Pero lo más importante de los carnavales no es el agua, sino la música. […] Hay bailes en las casas particulares y en los clubes, en las asociaciones de vecinos y en los sindicatos, en las plazas y en las calles. [La ciudad de] […] Oruro es un salón de baile, durante los carnavales. El baile dura la noche entera y, al amanecer, todavía hay gente bailando”. Algo similar ocurre en las fiestas de la misma índole en otras ciudades y municipios de Bolivia. Los seres queridos no tienen otra forma de expresar su aprecio por una persona que una fiesta. En Bolivia las fiestas son muchas, casi todo el año, distribuidas en departamentos, provincias, municipios y gobiernos autónomos comunitarios. Las personas ligadas a la religión, a un dios, un santo o una virgen, también organizan fiestas. Para ello trabajan mucho tiempo, muchas veces sus hijos están sin zapatos, mal vestidos, insuficientemente alimentados, sacrificados en pro de la divinidad y con la creencia de que en el futuro les devolverá fortuna. Rogelio sigue su monólogo:
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—Me disculpo por esta nueva digresión. No puedo con mi personalidad abarcadora, heredera de los clásicos de la filosofía de la antigüedad o de los maestros de la enciclopedia; me estoy olvidando de narrar la fiesta que organizaron mis primos en mi honor: Doña Chapocita, madre de la señora Luz Clarita, viste la mejor pollera y la mejor camisa y chompa. Está sentada al centro de sus canastas de pan, empanadas y rosquetes en su casa, vendiendo y dando órdenes para cocinar los mejores desayunos, almuerzos y cenas para todos los estantes de la casa señorial que habita. Se entera de que ya llegué y dispone la limpieza, los preparativos de la fiesta con la gran orquesta, la banda Pagador de Oruro, que llega justo cuando ingresaban dos integrantes de Savia Andina, mi amigo de infancia Américo y mi hermano el exlíder de la universidad, el gran Rojas. La fiesta de bienvenida coincide con el Día del Panadero, San Nicolás, el 10 de septiembre. Todo se hace apoteósico. A las 8:00 horas, tempranito, salen en marcha rumbo al templo de San Ildefonso, doña Cristina y don Walter acompañados de los panaderos uniformados con boinas blancas, en procesión con carros y taxis repletos de cargamentos, seguidos de cerca de la banda afamada del Carnaval de Oruro. Hay carros con panaderitos, niños que a la vista de todos amasan y simulan charolear al horno, para la alegría de todos los espectadores de la singular procesión. Regresan a casa, luego de dos horas y media, repartiendo entre los transeúntes riquísimos panes y empanadas con harto queso y haciendo estallar cohetillos. Doña Cristinita, a las diez y treinta de la mañana, nos recibe alegre y nos abraza con un entusiasmo de montañas. Manda que nos sirvan desayuno con dos panes a cada uno, queso y hasta frutas 171
para comer encima del desayuno. Más tarde unos emparedados con carne de chancho y abundante ensalada boliviana, con tomate, cebolla, locoto y quilquiña. Ayudamos un poco en el traslado de canastas repletas de rosquetes de la casa al taxi que los reparte. Descansamos charlando con don Waltico. Llega la hora del almuerzo. Traen a nuestros espacios, inmensos platos hondos como para padrinos. Comemos todo cuanto podemos, y luego la anfitriona nos invita al patio y manda a traer tres cajas de cerveza Huari y empezamos a farrear con doña Chapocita y don Walter Pedro Guzmán. Todo transcurre en forma amena; me doy cuenta de que a veces, hay personas que nos atienden mejor que los parientes de sangre. Llega Manuel de la universidad; sorprendido y alegre se sienta junto a nosotros, luego de guardar su maletín repleto de libros como un pasante cultural. Llega Luz Clarita y con una sonrisa de entusiasmo se acerca con cierto temor de no agradar al público; pero como tiene una buena inteligencia social, se acomoda y colabora en la fiesta. Llegan otros invitados para hacernos honor. Pasan unas dos horas de charla, controlada, llega tocando la banda de Oruro, lo que hace levantar a todos los parroquianos para aplaudir. Estalla una fiesta singular en todo su esplendor. Todos a bailar, charlar y reír de los chistes que lanzan los amigos de toda la vida. Celso y Orlando, de distintos lugares y amigos de Manuel llegan respondiendo a su llamado. Luego de unos copetines, el primero no se hace rogar y empieza a contar chistes: —Amigos, les voy a contar chistes de salón: Dos tarijeños se encuentran y uno le dice al otro, oye cumpa, hacer el amor es lindo. La otra pregunta, pero dónde está el problema. La otra contesta, es lindo hacer el amor, pero la macana es moverse”. Irrumpe la carcajada de los asistentes atentos, que critican a los tarijeños flojos. —Sigo yo—dice Celso— Dos ladrones roban un aparato electrónico. Uno indaga al segundo, cuánto nos darán por 172
esto. Y el otro responde, unos cinco a diez años de cárcel. El primer ladrón sonríe y dice: No, hombre ¿Cuánto de plata nos darán por este aparato eléctrico? Otra carcajada sonora. Otro de los amigos de Manuel, que no quiere decir su nombre por previsión, cuenta el siguiente chiste “terrorífico”: —Un amigo alegre que no perdía las farras con los amigos, todos los días viernes peleaba con su esposa. Intercambiaban golpes; en una de esas veces, la golpeó en la cara y se le hizo un morete tremendo. Desde ese día, dijo, que ya no le iba a tocar el rostro y cambió de estrategia. Su esposa, cansada de tantas agresiones, se quejó al Juzgado de Familia, y ya en la audiencia, la jueza pidió que la parte demandante muestre las pruebas de la agresión. El amigo, sonrió porque ya no había huellas. La esposa, con una sonrisa misteriosa casi imperceptible, buscó dentro de su cartera y sacó un bulto envuelto con papel periódico que puso a la mesa de la jueza y lo abrió, saltaron sus cabellos. Y dijo, con toda seguridad, aquí la prueba del delito de mi marido. Es cierto, que ya no me pega en la cara por temor de dejar moretes, pero sí me arranca cabellos, señora juez, y cada vez hace lo mismo. Por eso lo echo de mi casa y botó del segundo piso a la calle, todas sus pertenencias. —se oyen sonrisas cortas. Uno de los oyentes dice en voz baja: —“¿Esto es un chiste o una pesadilla?” Siguen los cuentos, como copas de entusiasmo. Otro relata. —Un amigo, que ejerció un cargo importante en una institución de prestigio y de buen manejo administrativo y financiero, trabajaba en las provincias de Cochabamba y como siempre hay acontecimientos sociales, a los que llevaba a su pareja. Pasado unos cinco años, este amigo presentó a la esposa a todos sus colegas de trabajo, pero el último, quizá tenía bronca, le dijo: “Esta es la quinta vez que me presentas a una mujer diciendo que es tu esposa al final ¿Quién es tu cónyuge verdadera?”
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Todos rieron. Una mujer que atendía al pasar cerca, escuchó y entre dientes dijo: —Khuchi viejo —varias veces y luego—. Este sinvergüenza está contando khuchihistorias, khuchicuentos, khuchiversos, khchicoplas. Si yo fuera su esposa, le daría de tacos en la cabeza hasta que se le quite su sinvergüenzura. Para variar, un señor delgado, vestido con camisa blanca como arrocito y con suspensores que sujetaban su pantalón ancho, expresó: —Permítanme declamar un verso: “He apartado el mundo para amarte/ el cielo ya no hace falta/ solo tú, mi flaca/ que conviertes en oro mis palabras”. Y el público, gozoso aclamó con aplausos largos y comentados, el poema de Ronald Martínez, el inolvidable artista, músico y poeta. Celso, al terminar de aplaudir, dijo a la mesa. —Les voy a contar el último chiste de la noche: Un esposo conocido como El Mandarina siempre se hacía pegar con su esposa por llegar tarde a su casa. Un día sorprendió a todos, afirmando que, por primera vez, le había sentado la mano a su esposa. Incluso le había hecho andar de rodillas. La colectividad de los amigos no le creímos. Uno, el más inocente sí le creyó y preguntó: —¿Cómo, si cuando ella te ve, tú tiemblas como un terremoto? La mandarina expuso: —Bueno lo que hice fue lo siguiente. Todos atentos. —Me metí debajo de la cama, y mi mujer, se agachó y andaba de rodillas de un lado a otro, y me decía, con una voz cada vez más cansada: “¡Salí desgraciado, salí desgraciado!”.
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Apenas terminó de hablar, todos prorrumpieron en carcajadas, hasta Rogelio, que era una persona seria. Un amigo taciturno que observaba el decurso de la reunión y que tenía una zampoña de casi dos metros, decidió mostrar que es vientista. Se pone de pie y para no quedarse corto, toca su zampoña e interpreta las mejores piezas de Savia Andina hasta arrancar aplausos. Se acercan rápidamente las bellísimas sobrinas de doña Chapocita que aprovechan el momento para pedir autógrafos a los escritores, a los músicos famosos, al huanuneño de cepa. Llega más gente a la casa. La banda Pagador de Oruro ha tocado muchas piezas de cuecas, huayños, diabladas, cullawadas y morenadas hasta que termine la fiesta. Rogelio se expresa en soliloquio: —Yo he empezado bailando con Luz Clarita, esposa de Manuel, luego Manuel con Luz Clarita y después se ha declarado baile general indefinido. Luego de muchas horas, la banda descansa, y es el turno de la música para los solistas, dúos, cuartetos que surgen entre los parroquianos que siempre visitan a doña Chapocita. Los poetas de Manuel, Orlando y otros dejan escuchar versos clásicos y propios. Y la fiesta no es ya singular sino espectacular, dionisíaca, pantagruélica y cochambiniesca. Un dúo interpreta el chamamé El duraznero cantado y más de dos lloran sus amores perdidos. Entre los borrachos, una señora bella, alta, solterona, habla en voz alta como si contestara a alguien que le objetó su soltería: —Claro que yo quería que me quisieran. Toda la vida me la he pasado queriendo que me quieran. 175
Era como un grito de amor en la oscuridad de la noche que se veía por los ventanales de la casa señorial de doña Cristinita; la que siempre hace fiestas para no olvidar jamás. Junto con su esposo fue pasante de la Diablada Thomas Bata del sindicato de la fábrica Manaco. Durante dicho mandato, unas atenciones señoriales romanas de comida, beduínicas de bebida y cochabambinas de gustos hasta no poder. Nuestra fiesta no fue la excepción, fue igual de espectacular. Inicialmente, cuatro circunstantes lanzamos discursos encendidos de agradecimientos, y por las cosas que decimos todos nos aplauden. Se celebra esta fiesta por lo valiosos que somos para la sociedad. Los tres nos hemos sentido festejados por la buena llegada a la casa de doña Chapocita: mi hermano el abogado, exlíder, mi amigo el músico afamado, y yo pariente recién llegado de Italia. Si ese día moriríamos lo haríamos felices. La comida era riquísima, variada y para todos los gustos: había una mesa larga con platos largos con un “ministro” chancho inocente sonriendo, bien cocido; un corderito traído del salar de Uyuni; muchos filetes de lomo, perdices, conejos lambreados, patos y gansos del capitolio. Alrededor de diez bandejas de varios tipos de verduras combinadas con frutas, motes, etc. Siete viandas de toda clase de papa imilla, papa runa, papa qoullu, camote, yuca, oca y balusa. Al empezar en la mesa inmensa también había platos, ch`ilamis, cubiertos y llajwua con suyco y quilquiña. La gente no podía con su pasión, se apoderaron de las carnes y de las guarniciones. Se ingeniaban para que cupieran en sus platos, sus gustitos y sustitos. Doña Chapocita, decía coman lo que quieran, pero terminen. Si ustedes están satisfechos y felices, yo también. Era un bufet para príncipes, incas, reyes o faraones. En cuanto a la bebida, era para rusos o alemanes. Había chicha del Valle Alto y del Valle Bajo, 176
cerveza Huari, ron Abuelo, whisky con etiquetas rojas y azules, pero con restricción esta última bebida, para evitar las caídas volcánicas. Se la entregaba a los que sabían tomar, no a los que se hacían de pico fino. Pasadas las nueve de la noche, mi primo Manuel me regala varios libros suyos y de sus hijos; no solo a mí, sino a mi hermano, a mi amigo de infancia y al músico de Savia Andina. Los parroquianos nos prenden billetes en los sacos, como si fuera nuestros cumpleaños. Rechazamos; doña Luz Clarita nos dice: —Acepten se van a enojar.
Rogelio emocionado narra los últimos instantes de la fiesta: —Nuevamente la banda se hace escuchar y doña Betty Hinojosa me invita a bailar. Bailamos varias piezas, me doy cuenta de que no me había olvidado del todo bailar, de mover el cuerpo rítmicamente. Rogelio habla del esposo de doña Chapocita: —Don Walter, qué buena persona, tranquila, sensata y amable había sido. Con gusto le dije papá Walter y él, por toda respuesta me abrazó como a un hijo. Rogelio termina su historia: —Antes de retirarme, leí en agradecimiento final, a doña Chapocita un poema escrito por un poeta de la llaqta: Al trabajo Para la Sra. Cristina Hinojosa Doña Chapocita habla: “Al trabajo desde la tierna mañana con la fe puesta en el porvenir, los ojos brillan esperanzas y las manos se mueven cual máquinas de hacer pan. 177
Al trabajo, luego todo vendrá; comida, bebida y esparcimiento. Corran y salten que el horno ya espera a las masas en acción. Al trabajo, me gusta trabajar con las personas que se quieren y se respetan sin miedo al fuego, al trueno y a la lluvia. Al trabajo, con decisión de transformar la harina en dinero y la tristeza en alegría. Al trabajo, señoras y señores, para ganarse puntitos en la mesa que se alista como en día de fiesta. Ha llegado el día de San Nicolás, todos a trabajar y luego a disfrutar. La comida está servida y la orquesta ya va a tocar la música más alegre y todos a festejar. Ch´allen los arcos y los cargamentos que San Nico ya está aquí. todos con su copa 178
que vamos a brindar para que siempre la bonanza nos acompañe este año que viene y los otros también: ¡Salud, salud! A trabajar, ¿dónde está don Walter y la Lucy? No es hora de dormir que la gente nos espera: Todos a trabajar”
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CAPÍTULO 22 VOLVER Ha terminado el entierro. Luego de los pésames de circunstancias previas y la tomada de la fulgurante chicha o refresco, doña Emiliana pide a todos que retornemos a su casa para comer un ají de fideo. Un gran grupo de las personas asistentes al entierro, acepta gustoso la invitación. Manuel y Marilyn se acercan sigilosamente a dona Emiliana, quien llora y agradece la asistencia de los dos niños que ahora son profesionales. Y ellos dicen casi al unísono y en forma complementaria: quisiéramos acompañarle, pero no podemos, nuestros hijos y otras responsabilidades nos impiden, pero si necesitan nuestra ayuda con todo gusto se la brindaremos. Por favor, cuenten con nuestro apoyo. Con estas palabras se alejan hacia el vehículo de Marilyn. Rogelio, que quiere conversar con sus primos, se despide de doña Emiliana, su tía querida, con un abrazo y besos y con la promesa de visitarla otro día. Marilyn, Manuel y Rogelio ya en el vehículo conversan afanosamente. Manuel le pregunta: —¿Cómo estás, Rogelio?, —Bien. —¿Ya vas a sentar cabeza? Algo enojado por la pregunta, le responde —Como el poeta Maiakovski: ¡nunca voy a sentar cabeza! Marilyn, enciende y conduce el automóvil; más diplomática, le pregunta: —¿Has pensado en quedarte en Bolivia, digamos casarte y tener tu familia? ¿Rogelio, más esencia de identidad? —Sí, pero todavía estoy dudando. Parece que estoy conociéndome recién. Hace una semana he ido a visitar la exposición de artesanía 180
y he comprendido que el hombre es a veces un juguete del tiempo y que cumple una misión. Yo, si bien no he cumplido con mi cometido, he hecho bastante. Ya sé que me dirán, hay que hablar del problema. Es cierto, me tomaron por sorpresa, saber del velatorio y el entierro de Samuel, por varias razones, porque yo me había olvidado de mi adolescencia y mi propia infancia. Les cuento que he reconocido el tremendo sacrificio que les ha costado a ustedes ser lo que son: personas realizadas cada cual tiene su pareja, sus hijos, tiene profesión. Ambos han escrito libros y aún tienen metas que cumplir. En cambio, yo soy una carta por escribir. Claro que recuerdo lo que hicimos como líderes estudiantiles; sigue siendo hasta hoy lo más alto en nuestras vidas como lucha política y cultural. Pero ustedes, con sus respectivas familias, lo han dejado casi todo por su vida sedentaria, y yo con vida nómada de viaje en viaje, de aventura en aventura. Tal vez sea el momento de detenerme y hacer historia como ustedes la están haciendo; Manuel en Quillacollo, Cochabamba, y tú Marilyn en La Paz, Chuquiago Marca. Yo he perdido la patria. Pareciera que no quiero madurar. Para mí el tiempo se ha detenido. Marilyn se dirige de Vinto a Quillacollo y en el camino ve letreros de comida y bebidas. Pregunta: —¿Qué les parece si comemos y tomamos algo? —Sí—dicen Manuel y Rogelio. Se bajan del motorizado. Marilyn se asegura que las portezuelas estén cerradas de su auto lujoso. Y va tras su hermano y su primo hermano. Ingresan y ven el menú, los tres ex líderes estudiantiles coinciden; eligen comer chhanqa de conejo. Piden una cerveza Taquiña y una Coca-cola grande, ambas frías. En el local, que se llama Viva el Valle, la banda toca una melodía clásica, luego otra, y otra hasta que toca una música rápida, ruidosa, como si la representación estuviera terminando. Concluyen la comida y la bebida. Marilyn decide pagar la cuenta y dice, supongo que estarán satisfechos. Ellos contestan: 181
—Sí. Vuelven al motorizado y emprenden la partida hacia Quillacollo. En el camino, Manuel le pregunta a Rogelio: —¿Qué es de tu amor de Vinto? Esa muchacha con la que soñabas, que estaba estudiando odontología y ahora ya es profesional. —La fui a buscar demasiado tarde. Se había casado con un mal hombre, éste a pesar de estudiar ingeniería, se volvió alcohólico, se fue al exterior y no volvió jamás. La dejó con una pareja de hijos. — ¿Y cómo está?, — ¡Buena como siempre! No ha cambiado mucho. Sigue practicando el deporte. Ha abierto un negocio, en el que le va muy bien. Marilyn interviene. —Claro que yo la conocí justamente como basquetbolista, era muy linda. —Sigue igual. No sé qué hacer. La última vez que quise decirle que formalicemos nuestra relación, me tapó la boca, cariñosamente, con su mano. En respuesta poética me dijo: “Me he bañado en el agua tibia de la laguna, pero no logré limpiar las marcas de ceniza que me dejó mi esposo Ariel”. Pasaron varios años desde la visita anterior. Ahora que sus hijos ya son mayores, me invitó a visitar su casa. Es tan oscuro ese piso, como si la oscuridad tuviera la forma del frío. Recorrí con ella el piso encendiendo todas las luces y aún había sombra. Pareciera que refleja la felicidad que no llegó, las batallas que se esperan y la paz que se mueve y se pierde todos los días. Bueno, ya llegamos a Quillacollo. Rogelio pide: —Déjenme en el residencial donde estoy alojado. — ¿Dónde está? —pregunta Marilyn. Rogelio responde: —Aquí cerquita, a unos pasos de la plaza Bolívar, en la calle Héroes del Chaco. Llegan y Rogelio, les pregunta — ¿No quieren subir? 182
—No —responden los hermanos—. Tenemos que ir a la casa de Luz Clarita a descansar un poco. Rogelio expresa: —Saluden por favor a sus hijos y a sus respectivas parejas. Un día de estos los visito a ti Manuel en la casa de tu esposa o a ti Marilyn en La Paz. Marilyn insta a Rogelio: —Busca reconquistar al amor de tu vida o conquista otro amor duradero y plantéate metas para vivir. —Gracias. Ahora no, prefiero poner la imaginación en trabajar, que buena falta nos va a hacer. Marilyn dejó a su hermano en la casa de su esposa, Luz Clarita. Marilyn, luego de despedirse, enciende nuevamente su auto y con una sonrisa se va a su casa de Cochabamba, para contar todo lo sucedido a su esposo Jorge y a sus hijos que la estaban esperando. Era fin de año, el tiempo del disfrute valluno de sus vacaciones en la llaqta. En la noche, en el cielo de Quillacollo, se observan dos nubes que se mueven en dirección al norte; filosóficamente eran Manuel y Marilyn. Se fueron solos como siempre hacia el encuentro de sus respectivas familias, que no era lo ideal, pero eran los amores que había forjado cada uno por su lado, desde su adolescencia o juventud, época de las luchas sociales irredentas. Al día siguiente, Rogelio decide ir de un lugar a otro. Sube varios trutis y baja de ellos en Quillacollo, luego en Cochabamba. Nuevamente sube en un vehículo con destino Sacaba y en el camino, baja. Se dirige hacia el norte, como si quisiera conquistar el cielo de un objetivo nuevo. Corre entre calles, caminos de herradura y senderos; parece que huye enloquecido, lastimándose con los árboles, desollándose contra las zarzas, cayendo, levantándose, atosigado de espanto y contradictoriamente, después viene la calma, siente, por un instante como un sueño, que unas 183
hermosas manos lo acarician. Pasan unos segundos; en la nuca siente el húmedo aliento de la respiración jadeante de una muchacha que corría a su casa y se topa en el camino con él. Ella se disculpa, sin motivo aparente. Rogelio hace lo mismo. La muchacha, vestida de guardapolvo blanco, seguía corriendo como una paloma en busca de la libertad de su casa. Rogelio se detuvo, como si no tuviera dónde ir. En este episodio, todo lo vivió como una lucha interna y externa. Luego se calmó y decidió no sentar cabeza sino madurar. Pasó, por fin, la crisis de su dolor y pudo pensar en el futuro con serenidad, aunque nunca sin dejar de sentir en su pecho una terrible pena por no saber qué hacer con su vida. Una vida sin ideales, sin hijos, sin esposa, sin residencia permanente. Tuvo ideales, pero los perdió en la decepción de la politiquería. Rogelio pensaba: —Manuel se refugió en el campo académico. Marilyn en su familia y la vida de médico. Y yo, en los viajes, en los amores de marinero y de vez en cuando en el fútbol, ayudando a algunos bolivianos extraviados en Italia.
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Rogelio ha decidido ser novelista para contar historias. Pero se problematiza demasiado, — ¿Planifico o no la novela?, ¿hago un resumen del argumento?, ¿cincelo los personajes con sus particularidades?, ¿cómo afronto los temas?, ¿qué clase de voz de narrador voy a usar: primera persona, omnisciente, personaje, ¿testigo-personaje voy a usar?, ¿cómo voy a caracterizar a cada uno de los personajes?, ¿qué tiempo utilizo en la narración?, ¿qué estilo esgrimo con mi pluma? Piensa en modelos y se dice a sí mismo escribiré sobre: El hombre en la historia como Gustavo Flaubert; lo cotidiano como León Tolstoi; lo irracional del hombre como Marcel Proust; el tiempo pasado como Thomas Mann; el tiempo presente como James Joyce; 184
➢ la fusión de sueño y realidad como Kafka; ➢ la novela como síntesis intelectual al igual que Robert Musil y Hermann Broch; ➢ la fuerza y la esperanza de la guerrilla como Renato Prada; ➢ el papel de la mujer vendedora de manzanas que hace estudiar a su hija en un internado de la ciudad y sus consecuencias sociales, culturales y familiares como Antonio Díaz Villamil; ➢ el papel de la mujer indígena por la reivindicación del mestizaje y el trabajo agrícola como Carlos Medinaceli; ➢ la apología del amor entre un sacerdote español y una indígena como Néstor Taboada Terán; ➢ la biografía de personalidades políticas, históricas como Nataniel Aguirre, José Antonio Loayza Portocarrero, Alfonsina Paredes, Ramón Rocha Monroy, Juan Claudio Lechín, Gonzalo Lema, Lupe Cajías, Sebastián Antezana, Luisa Fernanda Siles, y Rosario Barahona; ➢ el lenguaje, la ficción, la fantasía, la huida de temas políticos, los viajes, las destrucciones del hombre, de diálogo coloquial como Carlos Félix ‘Cé’ Mendizábal Rivera, Eduardo Scott-Moreno, Wilmer Urrelo, Edmundo Paz Soldán, Máximo Pacheco Balanza, Claudio Ferrufino Coqueugniot y Pilar Pedraza Pérez del Castillo; ➢ la psicología, la historia, la política, las crisis, problemas de narcotráfico, racismo, mentalidades, mitologías urbanas, los golpes de Estado, la astrofísica, la migración y el mundo del escritor como Adela Zamudio, Juana Manuela Gorriti, Paz Nery Nava B., Wolfango Montes, René Recacochea, Tito Gutiérrez, Gaby Vallejo, Adolfo Cáceres, Celso Montaño, César Verduguez, Homero Carvalho, Juan Pablo Piñeiro, Rosario Barahona y Magela Baudoin. Rogelio calla. Se ha cansado de hablar enciclopédicamente de la literatura, su pasión en crecimiento. Siente miedo. Pareciera que el cielo le aplastara y él no tiene fuerzas para sostenerse en pie. Se sienta para acumular fuerzas. 185
Luego de un silencio largo, sigue hilvanando con sus recuerdos y expone: —La Tierra gira alrededor del Sol; a ese recorrido se le llama movimiento de traslación y dura un año, el que se divide en cuatro estaciones. Las estaciones del año son: primavera, verano, otoño e invierno. Estas partes o estaciones reflejan el grado de acercamiento o alejamiento de la Tierra al Sol. En los países que suplían a mi patria, existen muchas personas parecidas a mí, con ansias de hacer algo por el mundo. Es grandioso tener ideales revolucionarios, descubrir algo, lograr algo muy difícil o simplemente poner en marcha un auto que no funcionaba; luego, cuando hay conflictos, la resolución del problema de encontrar un sitio dónde dejar el automóvil antes de entrar en la oficina. Sea lo que fuere, lo cierto es que todavía tengo tiempo para ser alguien ¡El genio ignorado se hará conocer muy pronto! Recuerda que Goethe, el filósofo y gran escritor, afirmaba que lo primero y lo último que se le pide al genio es amor a la verdad. Ese amor me pido a mí mismo y sé que el genio es una larga paciencia y mucho trabajo intelectual. Voy tras un porvenir y de un amor que me ate al país y al mañana mejor. Porque hombres revolucionarios de verdad, como el que predicaba el poeta Bertolt Brecht, son los que el mundo precisa; hombres que sepan luchar toda la vida. Diciendo todo esto, vuelve a Quillacollo. Ingresa en su residencia para dormir su esperanza de mejores días. En la noche, Marilyn, junto a su esposo y sus hijos han visitado la casa de Luz Clarita. Marilyn, obligada, ha ingerido pocas copas de bebidas alcohólicas. Su cuerpo delicado sufre dolores y su mente se hace un torbellino. El dolor la hace llorar muchas horas. Se sentía morir y sufría; dejar a su familia. Los proyectos se atropellan unos a otros en su cabeza. Luz Clarita, Manuel, los sobrinos, sus hijos y su esposo corrían de un lugar a otro, por medicamentos y otros 186
objetos necesarios. Pasan dos horas. Marilyn pone en juego todo su conocimiento y experiencia de médica y se cura en forma eficiente. Llega la hora de la cena. Las familias de Marilyn y Manuel están tranquilas. Pasan unas horas, y la noche oscurece el día y lleva a todos a sus camas. Marilyn reúne a los sobrinos y lee con ellos cuentos de la infancia escritos por Manuel. La tía, junto sus sobrinos, lloran, por las desventuras de los personajes: los muchachos infortunados, pero que crecen con el amor y pasión de buscar el éxito que su padre los había inculcado. Manuel está en su inmensa biblioteca de dos cuartos largos como salones de fiesta intelectual. Junto a sus libros, sueña ser mejor docente y ser también un gran escritor; que sus obras sean inmortales y que se conozcan y viajen por todo el planeta y en varios idiomas. Recuerda de un enemigo suyo en la U, un tal Anastasio, quien le dijo, cuando había concluido la carrera de Derecho: “Eres un fracasado, nunca vas a ser abogado mientras yo esté aquí”. Ahora, que ha pasado el tiempo, no solo es abogado, es pedagogo, cientista social, docente universitario, disertante internacional y escritor; comprende que ha ido superando a todos sus enemigos y algunos muy buenos docentes uno por uno y toda su obra alcanza un sitial estelar, que reconocen a pesar de las objeciones políticas que hacen al autor y a sus obras. Él sabe que su pasado de luchador romántico y trabajador modesto del porvenir, no le hace sentir vergüenza y menos lo rebaja del sitial donde ahora se encuentra. Pero las personas que no soportan el lugar donde ha llegado, le recuerdan siempre cuando era joven y trabajaba humildemente por el orden y la disciplina en varios establecimientos educativos. Claro que lo recuerdan “siempre 187
leyendo”, como su padre predicaba, con ideas revolucionarias y “siempre estudiando” dos o más carreras universitarias. Casi nadie ve los descomunales esfuerzos que hizo para trabajar, estudiar y ser líder de primer orden en las lides sindicales barriales, estudiantes y docentes, en todos los escenarios, casi a un mismo tiempo. Este rechazo que ha sentido como joven, piensa que ha sido desde la infancia. Entonces, vuelve al pasado: ve al adolescente de su barrio de Vinto, Eugenio, cómo le lanzaba piedras que golpeaban su cuerpo, su cabeza, su nariz de niño. Siente que caen de su cuerpo: lágrimas, sangre y le duele la vida, la pobreza, la soledad, el abandono. Pudiendo y sin poder, se levanta y escapa, porque es pequeño y sueña, en medio de la agresión, ser un día alguien grande no solo física sino también intelectualmente, será su venganza.
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CAPÍTULO 23 VIVIR Rogelio piensa mucho en la muerte y en la vida, para ello se vale de recuerdos: —. A una persona que ha sufrido, sufre o sufrirá mucho, siempre le perseguirá la idea del suicidio. Será el fantasma que le visitará cuando más débil de vivir se sienta. En el mundo de la cultura, las palabras de José María Vargas Vila, lo apoyarán: “Si la vida es un martirio, suicidarse es un deber”, que hasta a Lucila Godoy o Gabriela Mistral casi la llevan a la muerte. La vida de la Premio Nobel ha debido ser muy triste. Recuerda sus lecturas. Una de las profesoras de Lucila, cuando ella era una pequeña estudiante, se preocupó y diagnosticó que no iba a ser nadie en la vida, porque en su clase, Gabrielita era callada como una tumba, como si el silencio fuera suficiente para diagnosticar su “bajo coeficiente intelectual”; cuando era todo lo contrario. Esto es precisamente, lo que respondió dicha profesora a la pregunta de la madre de Lucila Godoy: — ¿Cómo es mi hija, profesora? La profesora respondió: —Señora llévese a su hija. No dice nada, todo el tiempo está callada. No se destaca, va a ser un fracaso. Sin embargo, luego de unos años de lectura, dedicación, esfuerzo y desarrollo de su talento, fue escritora y sobre todo poetisa famosa, e incluso será la mujer de habla hispana que ganó en América Latina el Premio Nobel de Literatura en 1945; después lo harían Pablo Neruda (1971), Gabriel García Márquez (1982), Octavio Paz (1990) y Mario Vargas Llosa (2010), después de ellos tendría que ser: —Manuel, y más después, yo —sonríe Rogelio al decirlo, queriendo convencerse.
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Un día inesperado, un amigo italiano de Igor Quiroga, del poeta más culto que ha conocido Manuel, llama a Rogelio, porque no ha podido comunicarse con Igor; no ha logrado conseguir el número del celular del poeta. Entonces, el europeo que vino a Bolivia, le cuenta de su amistad con Igor. Esta amistad nació de momentos intensos que vivió con él. Su comunicación fue empática, pero sobre todo el entendimiento devino de la comprensión del ser humano en el mundo. El amigo italiano, le cuenta a Rogelio que quiere suicidarse, que él había hecho cosas malas y que incluso ya se sentía muerto, hace mucho tiempo. El primo de Manuel, le hace recapacitar, recomendándole que, si ha actuado mal, es hora de hacer bien las cosas, enmendarse y tener sueños. Además, le insiste en que, si él vive, es como si tuviera el 51 por ciento de ser feliz, revirtiendo las cosas negativas. El italiano no responde, solo se despide pidiéndole que, si ve a Igor, lo salude, y que le diga que el italiano lo quiere y no lo olvida; además, que lo último que quisiera hacer en la vida, es verlo. Dicho esto, cuelga. Rogelio ha percibido que el italiano está pensando en el suicidio, hace varios años ya, unamunianamente, en forma agónica, luchando también por sobrevivir. Tal vez nunca se suicide, porque quien anuncia esto, no puede hacerlo; algo se lo impide. Los suicidas de verdad no hablan de ello, amanecen muertos. Rogelio, el primo hermano de Manuel, concluye que Marilyn y Manuel también sintieron el deseo de suicidarse, por causa de los desastres de la vida que vivieron cuando eran niños, luego adolescentes e, incluso cuando eran jóvenes. Les persiguió a distintas edades, la idea de quitarse la vida, pero no se abandonaron a esa idea; se anteponían las enseñanzas de su padre, quien tenía una personalidad dominante que infundía esperanzas y, sobre todo, ganas de triunfar. Esto los ayudó a superar los momentos de extrema tristeza, dolor, de vivir este mundo donde 190
reina la desigualdad y la injusticia, con pocos momentos de alegría y confianza en la vida. Rogelio, como profeta, político y gran pensador social, expone: —Vivir es la ley de la vida, mejor si es conforme a un ideal. Vivir es ya tener la posibilidad, la potencia para ser feliz. Hay gente que canta, siente y vive que ya está muerta, desde el momento que ha hecho trizas su vida y la vida de otros. Sin embargo, si hay vida, todavía hay esperanzas de cambiar la sociedad que se habita, que se pelea, que se construye también con nuestros pasos, con nuestros sueños y con nuestro trabajo. La vida es la oportunidad de ser feliz, mejor si es con los pobres, con los abandonados de la riqueza, del poder, de la gloria, porque en cada uno de ellos fulgura una luz, una ilusión, una meta para lograr, un sueño para conquistar. Vivir es la gloria en su origen, en su gestación, en su desarrollo y en su propia muerte. Vivir es el espacio y tiempo para hacer un paraíso o un infierno para los que viven con nosotros. Vivir es la Pacha (tiempo y espacio en quechua) de la vida andina y amazónica. La vida puede ser para sufrir o para liberarnos del sufrimiento, eso depende de cada uno y de los que rigen los destinos del mundo, de un país y de una región central o lejana del planeta Tierra. La vida debe ser en concordancia con la naturaleza. Al respecto nada mejor que el testamento, con título de Pido silencio, de Neruda: “Ahora me dejen tranquilo. / Ahora se acostumbren sin mí. / Yo voy a cerrar los ojos. / Y solo quiero cinco cosas, /cinco raíces preferidas. / Una es el amor sin fin. / Lo segundo es ver el otoño. /No puedo ser sin que las hojas/vuelen y vuelvan a la tierra. / Lo tercero es el grave invierno, /la lluvia que amé, la caricia/ del fuego silvestre. / En cuarto lugar el verano /redondo como una sandía/. 191
La quinta cosa son tus ojos, / Matilde mía, bien amada, / no quiero dormir sin tus ojos, / no quiero ser sin que me mires: / yo cambio la primavera/ porque tú me sigas mirando/ Amigos, eso es cuanto quiero. / Es casi nada y casi todo. / Ahora si quieren se vayan. /He vivido tanto que un día/ tendrán que olvidarme por fuerza, /borrándome de la pizarra: / mi corazón fue interminable/ […]. Pero porque pido silencio / no crean que voy a morirme:/ me pasa todo lo contrario: sucede que voy a vivirme. / Sucede que soy y que sigo. […] Se trata de que tanto he vivido/ que quiero vivir otro tanto. / Nunca me sentí tan sonoro, /nunca he tenido tantos besos. / Ahora, como siempre, es temprano. /Vuela la luz con sus abejas. / Déjenme solo con el día. / Pido permiso para nacer”. ¿Tendrá algún sentido la vida? ¿Será necesario vivir? ¿Qué se podría valorar después de que se viviera una vida? Tal vez la respuesta sea la memoria escrita por un estudiante de una asignatura en la carrera de Derecho de la UMSS, al parecer excondiscípulo de Manuel, que Rogelio, de improviso, encuentra en un pupitre en la U, que dice así: “Para tener una noción respecto de la vida estudiantil del actualmente Ph. D. Manuel A., es necesario remontarnos a los años 80s más propiamente a 1987, cuando conocí al mencionado Dr., quien, de acuerdo conmigo, fue estudiante sobresaliente de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas y también de la Facultad Humanidades y Ciencias de la Educación. Como estudiante de Derecho estaba inmerso en la vida política, fue parte del grupo político más radical, líder indiscutible. Tenía muchos adversarios, a muchos de los que hoy en día forman parte de los cuatro órganos del Estado Plurinacional de Bolivia y ocupan cargos altos en instituciones públicas y privadas, que no es necesario mencionarlos.
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Según lo anotado anteriormente, el que es hoy Ph. D. Manuel A. sobresalió en su frente como un orador estupendo; tuve la oportunidad de oírlo, en las muchas presentaciones de plataforma de lucha que daban a conocer a los demás compañeros de la facultad, así como en las concentraciones y marchas universitarias. En aquellos años, fueron decanos que llevaban apellidos de expresidentes y ministros de fama nacional. Hubo docentes excelentes y otros, extraños, que utilizaban el quechua para oscurecer a los estudiantes. Yo en esos años, por razones familiares, más propiamente económicas, tuve que abandonar la carrera de Derecho, para viajar en busca de mejores condiciones de vida. Pero de esa época queda el recuerdo del líder Manuel, del legendario luchador que hacía temblar a políticos nacionales y departamentales en los debates con argumentos dialécticos y convincentes. En las clases no había otro que hubiese tenido argumento y claridad en sus ideas iconoclastas y revolucionarias. Sobresalía en muchas asignaturas. Varias veces quisieron pegarlo y atropellarlo, pero siempre tuvo varios amigos a sus dos costados para protegerlo. Incluso, varias damas lo defendieron en momentos en que se avecinaba una masacre contra él y su grupo pequeño. Ese grupo pequeño, se haría más fuerte e invencible con los años. Volví del exterior y me topé con que ese universitario delgado, a veces no bien vestido, pero de brillantes ideas y siempre al lado de los obreros y campesinos, que ahora sea el docente de la materia. Ciertamente, diré, que siento una envidia sana ya que es actualmente un docente extraordinario, con una cultura notoria. El rebelde se transformó en académico. Tiene una cultura asombrosa, no solo en las materias que dicta sino en otras muchas más, con las cuales ha ido ampliando en mayor escala sus conocimientos y por esta razón, hasta la fecha ha escrito treinta libros y ha compartido con otros la coautoría de veinte libros más. Esto le hace revelar que es un ser humano luminoso; le auguro mucho éxito en su vida profesional, que escriba muchos libros más para poder transmitir de esta manera a los demás estudiantes y profesionales el saber que tiene, porque como él nos 193
enseñó, solamente podemos triunfar en la vida leyendo a diario. Estudiar requiere de nuestra fuerza y voluntad. No puedo menos que reiterar mi admiración por su conocimiento general y su personalidad. Adentrándonos en su vida íntima, sabemos que no toma, no fuma. Y no sé, no escucho hablar mal de él. No he oído quejas de los estudiantes de la carrera. Como punto final: ¡Es un excelente profesional!” Terminó de leer Rogelio la redacción de un estudiante de Manuel. Calló y se durmió un poco en el asiento de la carrera de Derecho de la universidad. Un estudiante que merodea, lo ve adormilarse, se muere de risa, lo mira un rato más y se va corriendo cuando siente que va a despertar.
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CAPÍTULO 24 COMPARTIR Rogelio despierta, hace muchas cosas ese día, luego se concentra en los recuerdos y opina: —Cuando salí con Manuel y Marilyn a pasear por Cochabamba, me di cuenta de que ellos no han cambiado; siguen siendo sencillos y nobles de sentimiento, pese a tantas adversidades y orfandades. Asimismo, los he oído hablar bien de personas a quienes muy poco se las valora. Ellos respetan y admiran a los genios de la humanidad, de las ciencias y de la literatura. Asimismo, tienen en alta estima a los trabajadores, a los campesinos, a los porteros, a las secretarias; a las personas buenas, sinceras y de nobles ideales. Una síntesis de sus pensamientos: —Los proletarios son los que transforman la materia bruta o materia prima en bienes económicos. La ropa que vestimos, el pan que comemos y hasta las construcciones en las que vivimos y nos divertimos lo han hecho los trabajadores. Toda la educación fiscal, desde el kínder hasta la universidad en Bolivia donde hemos estudiado, está financiada por los hombres que luchan contra la muerte todos los días y arrancan minerales a los cerros, hidrocarburos a los yacimientos, vallejianamente hay que decir: “¡Oh, creadores de la luz y del progreso!” Los campesinos que trabajan la tierra (propia o ajena) como su vida y la vida de todos. Subvencionan con sus productos la vida de cada uno de los que habitan las ciudades, que muchas veces infravaloran sus aportes al bien común. ¿Cuánto trabajan esas personas?, ¿cuán fuertes son? Solo vemos la papa rica, la fruta fresca y a veces, no queremos pagar su costo, pero ¿Qué hay detrás de esos productos de la naturaleza?, ¿qué tipo de trabajo han realizado muchos campesinos en lugares remotos, con problemas 195
geológicos, hídricos y tecnológicos? ¡A veces sueños rotos y esperanzas que no se cumplen! Los porteros, esas personas que trabajan toda su vida cuidando instituciones educativas, sociales, culturales, políticas y económicas, son esencia de identidad, de sus organizaciones hechas de esfuerzos, privaciones, sacrificios, construcciones y tradiciones. Las secretarias, las que a veces, saben más que los jefes. Sobre este aspecto, conocí a un simpático escritor y conferencista universitario que, en una farra ocasional, me confesó que ganó las elecciones para ser director de Carrera y no sabía qué hacer. A lo cual le sugerí que conversará con la secretaria y también revisará todos los documentos y que a base a consultas de necesidades, problemas y expectativas y obré en consecuencia. Me agradeció y valoró igualmente, el gran privilegio de tener personas dedicadas al trabajo de oficina, que son las secretarias. A las personas buenas, sinceras y de nobles ideales, seres humanos excepcionales que viven entre nosotros a veces, no las mencionamos ni en sueños. Son la esperanza de un mundo mejor, de días de nuevas acciones sociales, culturales y educativas. Hay revolucionarios así. Son la reserva moral del mañana. Rogelio piensa en su primo hermano y dice: —Manuel sería un gran rector, decano, director de carrera, pero rechaza toda postulación. Si fuese dirigente de los docentes, organizaría una biblioteca para sus colegas, dirigiría una revista mensual o semestral, fomentaría la actualización y la titularización ágil. Coordinaría con los estudiantes la transformación del diseño curricular con más interacción, investigación, producción intelectual, tecnológica y práctica profesional al lado de los trabajadores de Cochabamba. Valoraría y reconocería el trabajo de secretarias y porteros. Pero Manuel ha dejado la política. Está 196
dedicado por entero al mundo académico. Ha rechazado varias veces ser candidato a gobernador, a alcalde o concejal de su provincia por la misma razón, que es difícil de entender. Es autor, coautor, antologador, crítico, editor de libros y revistas, presidente de instituciones de escritores y doctores en educación de la llaqta. Pero sigamos. Compartir con la familia de sangre —o por elección, los amigos— es fundamental para contribuir a una nueva sociedad de igualdad, sin niños como Manuel y Marilyn que sufrieron y recuerden toda su vida, el dolor de la soledad, la incertidumbre, el abandono, la separación, y la desigualdad. Es necesario compartir con los seres que sufren tragedias sociales con las políticas económicas mundiales, guerras internacionales, problemas económicos nacionales que desembocan en migraciones internas y externas. Practicar la solidaridad con personas que han sido víctimas de terremotos, inundaciones, explosiones atómicas y otros desastres humanos es un imperativo para vivir cada con algo más de paz y esperanza. Las ganancias billonarias de los burgueses más ricos del mundo deben ser repartidas mediante leyes u otro tipo de acciones que amplíen lo favorable y restrinjan lo odioso. Al respecto, Rogelio recuerda una carta emotiva de Vanzetti a su esposa e hijo que leyó en una obra de Sábato: “Querido hijo mío, he soñado con ustedes día y noche. No sabía si aún seguía vivo o estaba muerto. Hubiera querido abrazarlos a ti y a tu madre. Perdóname, hijo mío, por esta muerte injusta que tan pronto te dejará sin padre. Hoy podrán asesinarnos, pero no podrán destruir nuestras ideas. Ellas quedarán para generaciones futuras, para los jóvenes como tú. Recuerda, hijo mío, la felicidad que sientes cuando juegas, no la acapares toda para ti. Trata de comprender con humildad al prójimo, ayuda a los débiles, consuela a quienes lloran. 197
Ayuda a los perseguidos, a los oprimidos. Ellos serán tus mejores amigos. Adiós esposa mía. Hijo mío. Camaradas”. Rogelio siente que caen gruesas lágrimas de sus ojos. Está pensando en la lucha revolucionaria que se debe concluir, y piensa, a su vez, en el hogar que hay que construir también. Expresa que es necesario compartir con los seres queridos. La solidaridad social debe ser el principio ético que supere al egoísmo de la propiedad privada y de los que detentan el poder en gran porcentaje. Rogelio encuentra otra carta que estaba en un libro que el mismo Manuel le había prestado, hace poco tiempo, y antes de leerla, delibera: —Cuando la vida de uno es trágica como la de millones, la desilusión se esparce en muchos ámbitos. Un gran ser humano célebre es de la misma estatura que un hombre común, que se desgrana en forma de epístola pasada, pero de gran actualidad: La Paz, 25 de marzo de 1997 Manuel: He recogido tu carta esta mañana de martes. Gracias por las cosas que me dices, siempre tratando de alentarme. Saludos a los amigos. Tengo un problemita que quiero consultarte. Se trata de mi familia. Mi viejo dice que yo debo decidirme de una vez a ayudarlo en sus negocios, pero ya no ocasionalmente, sino de modo permanente; dice que se siente cansado. Yo, me dedico un poco a la imprenta actualmente, y la mayor parte del tiempo estoy leyendo. No tengo ganas de convertirme en empresario, quizá porque no tengo mujer ni hijos; tampoco quiero trabajar en institución pública o privada alguna. Creo que estoy sin ganas de trabajar, pero no es nuevo el problema de desgano; creo que nunca me gustó trabajar. Es más, al 198
parecer no me he sentido bien nunca, salvo raras excepciones: cuando daba clases en la Universidad Pública de Tarija y ganaba plata suficiente para derrochar a manos llenas; sin embargo, pasado más de un año, quise volver con mis viejos, los extrañaba y, además, no me llenaba el trabajo. Quizá en pocas palabras el problema es así: No encuentro hasta ahora mi vocación, y no me siento cómodo en ninguna parte. No quisiera meterme de cabeza en la empresa de turismo y ejercer el cargo de gerente; no va conmigo. Quisiera escribir, pero para eso se necesita un poco de paz (gracias por lo que dices de mi restablecimiento de salud. Estoy bastante mejor, pero creo que no al ciento por ciento; me da sueño y me canso, quizá debido a mi permanente tensión nerviosa), y como ya te expliqué, para mí es muy difícil tener paz espiritual, nunca, casi nunca, la tuve. Desde mi adolescencia he sido siempre una bola de indecisiones, de miedos y de nervios. Veo que mi padre está evidentemente cansado, y con problemas de presión alta. Pero yo, canalla, no me conduelo de él, y vivo como un adolescente soñador. ¿No sería hora de pasar a ser hombre? Veo también que mi padre podría deshacerse de sus problemas o compromisos de negocios porque ya trabajó lo suficiente por décadas, y porque tiene el respaldo económico para parar sus actividades hasta un punto en el que ya no tenga que “deslomarse”. Pero mi madre no quiere desprenderse de nada y él acata tal roñosería. Si yo me fuera a residir a Cochabamba me faltaría trabajo porque querría sustentarme a mí mismo, y porque en la actualidad no tengo un centavo libre. Y no sé cuánto me costaría la vida allá, en un lugar mucho menos costoso que el de hace unos años cuando tú y yo nos conocimos. Quisiera que me orientes si puedes, sobre estos asuntos: vivienda y trabajo. Trabajaría como psicólogo o en una imprenta como supervisor de talleres, no me importaría. Como ves, soy un adolescente que no sabe lo que quiere. Otra cosa es que, si me voy de aquí, estaré pensando en mi viejo. 199
Otra alternativa podría ser esta: comprometerme con mis viejos para trabajar durante un tiempo determinado, digamos un año, tiempo en el cual tendrían ellos que limitar sus actividades hasta donde puedan hacerlo con eficiencia y, a un mismo tiempo con tranquilidad y comodidad. Pero, ¿Creerás que es muy difícil para mí hacer que ellos sean menos exigentes? ¡No sé qué hacer! Y ya elucubrando pienso: ¿Si me casara con una mujer que resida en Cochabamba, por ejemplo, tendría que traerla aquí a La Paz para poder ayudar a mis viejos?, ¿y no sería conveniente que yo escribiera otras cosas en tal caso?, ¿o tendría que vivir al lado de ellos aún en tal estado? Yo me siento ya de edad muy avanzada como para seguir con este problemita. Y, por otra parte, tú en confianza lo sabes, es difícil para este tu pobre amigo encontrar a una mujer que le guste y con la que se decida a compartir la vida. ¿Por qué es tan difícil para ti y para mí? Lo que yo quisiera de ella, es que fuese amable y sencilla. Pero, al parecer, lo que no permite que la encuentre, es algo contradictorio con lo que acabo de decir; es que la prefiero linda. Y no hay mujer linda y que sea sencilla. En este momento, podría enredarme con una que estaría dispuesta pero no me provoca tantas ganas. Y bueno ¿Qué puedo hacer?, ¿hablar con mis viejos del problema de trabajo?, ¿ser gerente?, ¿irme a Tarija a buscar trabajo? No me siento bien en casa, pero tampoco estaría bien si me fuera lejos y solo. Un hombre debería hacer las cosas con sensatez, creo yo. Y con pasión a un mismo tiempo. Que el espacio astrosférico nos ilumine. Gracias por escucharme. Y repito mi agradecimiento por las palabras de aliento que pusiste en la carta. Por mi parte, te expreso mis deseos de éxito con tu libro Las voces de tus ojos. Ojalá que tú también salgas de atolladeros que no faltan. Un saludo afectuoso para mi amigo y compañero Emanuel A. 200
Chao Posdata. El número de depósito legal está escrito encima del recuadro oscuro, por mano de don Florencio Aquino, que firmó en lugar del director nacional. Quizá, en estos días de fiestas católicas, yo aparezca por allí. Medardo Luego de esta carta, apareció otra del mismo remitente, que, entre lo más sobresaliente, dice: Otra cosa: Hace una semana estoy bajo estricta dieta vegetariana. Me ha hecho bien porque estoy mejorando lentamente, pero de modo firme; la tos y la dificultad para respirar. Además, estoy más ágil física y mentalmente ¿Podré escribir algún día, aunque no sea más que paparruchadas? Yo quiero ir a Cochabamba por unos días, quizá así podría. Saludos a Zaida. ¿Podríamos ir a verla? Es una mujer triste ¿No? ¿Y tú? Bueno, ya me contarás. Un abrazo, Medardo Pasaron los años y los amigos, Medardo en La Paz y Manuel en Cochabamba, se casaron felizmente. Publicaron libros. Ahora cada uno cultiva sus sueños, no siempre son los literarios; el de La Paz, aceptó ser gerente porque ya es casado y tiene dos hijas lindas e inteligentes. El de Cochabamba, tiene tres hijos varones y con aficiones científicas, literarias e histriónicas. Dicho esto, calla y mira arriba como si quisiera agradecer al dios Sol, todo que ha vivido hasta hoy.
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CAPÍTULO 25 LAS PROVINCIAS Y LOS PUEBLOS Rogelio ha amanecido con más ganas de hablar sin parar, por muchas horas, como algunos presidentes de Latinoamérica: —Los seres humanos más notables, normalmente irrumpen desde las provincias; su soledad, sus problemas, los hacen más fuertes. Sus principios morales y éticos los hacen gigantes. Llegan a la universidad y algunos obtienen las mejores calificaciones. En el campo de la lucha, son los mejores luchadores como los hijos de los mineros, batalladores hasta más no poder. En las marchas, cuando yo seguía a mi prima Marilyn, a Manuel y a mi hermano, el Rojas, veía cómo los hijos de los mineros, de los campesinos eran disparados con balines de goma y no cesaban de marchar, a pesar de que a varios les decíamos que habían cumplido y que era hora de que se retirasen, antes de lamentar más daños a su integridad corporal. Había una chica, hija de minero que incluso, frente a los policías se desvistió, y para exigirles tengan el valor de disparar a su prominente pecho y a su noble corazón. Todos los que estábamos a su lado nos admiramos de ver tanta valentía en una mujer que cotidianamente era callada y hasta cobarde; pero en las calles, por la defensa de la autonomía universitaria, defensa del cogobierno pleno y por más presupuesto se formaba como una luchadora sin contrincante, una amazona, una heroína de la universidad. Rogelio cuenta que Manuel y Celso hicieron un pacto para que juntos visitaran sus respectivas provincias, municipios y calles donde pasaron su infancia. Manuel solicitó a Celso que le acompañara a Vinto. Celso hizo lo propio con Manuel, para que visitaran Yacanahuyo. 202
El gran día llegó. Celso salió de casa con ropa suelta y liviana. Decidió no tomar taxi hasta Quillacollo, prefirió caminar varias cuadras hasta el parque Kanata, pasando por un escenario gigantesco del monumento a Sucre y una pista para horas cívicas de la zona sud; obras en las que él colaboró intelectualmente. Ya en el parque, tomó el primer trufi. En cuarenta minutos llega al estadio Juan Pérez Tapia de Quillacollo. Caminó cinco cuadras de norte a sur, por la calle Soruco hasta llegar a la calle Cleómedes Blanco, dio un giro de media cuadra con dirección a Cochabamba y tocó la puerta. La señora Luz Clarita, esposa de Manuel, lo recibió con una sonrisa, luego llamó a su esposo. Él bajó del segundo piso de la casa de sus suegros, donde vivían. Luego de que los amigos sorbieran gustosos, los vasos de refresco de maíz que les invitó Luz Clarita, salieron como dos osados desafiantes de aventuras, para volver al pasado en su viaje a Vinto, la capital de la cuarta sección de la provincia Quillacollo, asentada en una colina. Llegaron a la plaza Bolívar, saludaron a muchos conocidos a su paso. Lo que confirma lo que dice la gente, que no se puede andar con ellos libremente ni una cuadra, porque siempre interrumpen los amigos. Los viajeros encontraron transporte público, con cierta dificultad; finalmente lo hicieron. Subieron. En el trayecto charlaron sobre el pasado. Y el ambiente se tiñó de oscuridad. Hicieron detener el vehículo en el puente del Khora 2. Bajaron. Manuel pagó el pasaje de ambos. Miraron que había muchos vehículos en flujo constante de este a oeste, en la avenida Blanco Galindo. No podían cruzar de norte a sud en forma inmediata. Luego de unos momentos, cruzaron la avenida para pasear y mirar lo que había en el camino: un río con algo de agua turbia, una cancha de básquet y un parque infantil que no existían cuando Manuel era un niño. Más adelante, Manuel reconoció a 203
Francisco, su amigo de infancia, delgado, con ojeras y la piel del rostro pegado a los huesos. Debe ser el trabajo bruto con las lampas cargando la arena a su volqueta. Conocieron a sus siete hijos: dos mujeres y cinco varones; todos delgados. Su esposa con mente ágil. Inteligente y atenta. Francisco, Celso y Manuel dieron unos pasos al este para contemplar el río que era alegría y tristeza de los lugareños, porque si bien servía para lavar ropa, higienizar zanahorias, también era una amenaza en época de lluvia, por las permanentes riadas que asolaban la región poblada a partir de la calzada de la calle Ayacucho, aproximadamente de cinco cuadras. Eso era todo. A lo sumo unas diez familias. Francisco se despidió alegando los quehaceres en casa que nunca faltan. Los visitantes prosiguieron camino mirando los árboles de eucaliptos, molles, sauces llorones. En el patio de algunas de las casas se podían divisar árboles frutales de manzana, durazno, ciruelo, damasco, limón, uva y muchas flores de todo tipo. Manuel recordaba que gran parte del campo de la calle Ayacucho estaba poblado de árboles frutales y en época de fruta, no tenían mucha hambre, justamente porque la naturaleza les proveía de todo. Manuel miraba con tristeza el lugar donde antes estaba la casa de su padre, compuesta de dos salas largas, fue sustituida por una casa de dos pisos y con colores amarillo y café. El terreno largo y estrecho que daba al fondo a una casa de adobes dobles de la abuela, tampoco existía, también fue reemplazada por otra construcción amplia y con más flores que árboles frutales. Recuerda la acequia, el manantial, los árboles de manzana, pera y duraznos. Manuel y Celso decidieron visitar a doña Prima de ochenta años más o menos, viuda de un trabajador minero; la señora conoció a Marilyn y Manuel cuando ellos eran niños. Ella miró a Manuel e imaginariamente a Marilyn y lloró, recordando la triste vida que tuvieron. La pobreza, la soledad, el abandono y la heroica lucha 204
de esos niños junto a su padre por sobrevivir. Los momentos en que casi murieron los niños. Las alegrías y tristezas que compartió con esos niños. Eso y mucho más ampliarán el día de la presentación de un libro de cuentos de Manuel en Vinto, al lado de su excasa, frente al río Khora 2. Celso y Manuel se despidieron de doña Prima y se encaminaron hacia los rieles, que están poblados de eucaliptos hembra y macho, sauces llorones, molles, pinos, pero los que resaltan son los eucaliptos inmensos y coposos. Los más bellos árboles son los sauces llorones, donde Manuel, Marilyn y sus vecinos improvisaban columpios que siempre se rompían y los niños caían y se llenaban de espinos el cuerpo, haciéndose moretones en la cara y pequeñas llagas en las nalgas. Manuel, de cuclillas, acaricia los rieles, los pasos. Se pone de pie y también acaricia las hojas de los árboles, mientras Celso observa todo lo que hace. Siguen caminando de Vinto hacia Quillacollo, llegan a la Rosas calle, casi al centro de la intersección de cuatro calles, se halla un kiosco, y Manuel le señala: —Este kiosco construyó mi padre, el mismo que atendió un tiempo, cuando pudo. Celso no lo puede creer. El padre de Manuel fue maestro, chófer y también carpintero. Viene a su memoria que él diseñó y fabricó dos geniales escritorios para él, hecho de la mejor madera mara; con una mesa amplia para computadora con muchos cajones para sus expedientes, materiales de escritorio y libros. La dimensión de dichos escritorios es de 1 ½ m de largo por un 1 m de ancho y 1 de alto; bufetes magnos.
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Siguen caminando. Llegan a la plaza de venta de verduras, carne y otros productos agrícolas para la cocina cotidiana, que está ubicada en la estación de trenes; esos que traen muchos recuerdos de la partida de su padre, del viaje de su hermana Marilyn con su madre. Esa estación es lugar de comidas y espacio de preocupaciones, de pérdidas de dinero y de sueños. Pasaron las horas y les dio hambre. Ingresaron a comer en un restaurante del lugar y se sirvieron sopa de jank´akipa (harina de maíz) con cuero de chancho, una delicia que solo se come ahí. El segundo fue un asado en olla, también exquisito. Encima tomaron un refresco de cedrón que hallaron en el mercado. Luego, los amigos se separaron para ir cada uno a su respectivo domicilio. Pasó el tiempo, se prepararon ambos amigos para un nuevo viaje, esta vez a Punata. Manuel contrarió con el anuncio de ese viaje a sus seres queridos que a veces reparten su tiempo sin consultar al depositario de su propia libertad. Manuel salió de su morada con dirección a la avenida Blanco Galindo, subió en un trufi con dirección a la parada a Punata. A la hora convenida Celso lo estaba esperando. Caminaron juntos. Ingresaron en un taxi que se dirigía a Punata. Charlaron en el trayecto sobre la educación y la cultura en las provincias. Manuel le contó que para hacer efectiva y concurrida la presentación del libro póstumo de la profesora y distinguida dama de Quillacollo, Nélida Mercado de Guerra, visitó varios establecimientos educativos y, en uno de ellos, vio al regente que ordenaba que un adolescente corra de ida y vuelta la cancha y por cada retraso, le asestaba un chicotazo. Comprendió que el tiempo no había pasado, tampoco la vieja idea de que la “letra entra con sangre” a pesar de tantas reformas y pedagogos que 206
teorizan el afecto y dejar atrás la disciplina de la azotaina. Celso callado escuchaba la historia. Llegaron al cruce de Punata. Bajaron. Vieron un puesto de comida apetitosa, pero en ellos primó, antes del comer, el cumplimiento de sus objetivos de regalar libros a la escuela donde estudió Celso. Tomaron un taxi, como no había espacio, se acomodaron en la maletera. En pocos minutos llegaron. Manuel tocó la puerta de la unidad educativa Andrés María Torrico. Salió la portera. Celso preguntó por el director. La portera le dijo que esperara. El director salió y se sorprendió al ver al Dr. Celso Montaño Balderrama, exestudiante de dicha escuela, ahora abogado, pedagogo, periodista, exdocente de todos los institutos normales de Cochabamba, exdocente universitario, autor, coautor, antólogo y editor de libros de cuento, novela, biografía, autoayuda, poesía y ensayo. Fue todo un suceso. Los profesores no salían de su asombro, se callaron durante toda la visita. Solo uno rompió el silencio, parafraseó a Celso, y recordando un pasaje de cuando un colega suyo era estudiante de Celso, refiriéndose a uno de su lado, dijo: —Usted es Celso, “párese, siéntese y ahora cállese”. Sonrieron quienes entendieron el chiste. Celso regaló libros, también hizo lo mismo Manuel y salieron hacia a la zona de Yacanahuyo20, antiguamente Iñaksuyo21, lugar de bellas mujeres. Un río pequeño que antes era grande separaba esa región estupenda de Santa Ana. Al norte de ese paraíso, luego de un puente, se halla la mencionada tierra, lugar de varones y mujeres bellas de cuerpos esbeltos, altos, de ojos azules, verdes y cafés claros. Las calles estaban destruidas, con agua por todas partes. 20
Nombre aymara que significa zona de agua o región donde abunda
agua. Vocablos aymaras que significan región donde se guardaba a las ñustas para llevarlas al Cusco, al soberano Inca y al Tata Inti. 21
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Las casas antiguas, de más de medio siglo muestran adobes dobles. Lo que sorprende, gratamente, son los árboles frutales y las flores en las casas. Aves libres y otras presas en las jaulas. Uno al ver a las aves presas, siente las ganas de hacer lo que hizo Leonardo D Vinci en su tiempo, abrir las jaulas y dejar volar a las aves. Y piensa: —Cómo nos gustaría ser nosotros mismos, salir de nuestras prisiones cotidianas, para ser mejores seres humanos, sin descuidar a nuestros seres que llegaron a este mundo con amor o sin él, por nuestra querencia para perpetuar la especie con nuestras proyecciones planificadas para setenta años. Esos nuevos seres se están construyendo con cada error o acierto de los padres o tutores. Manuel dice al respecto: —Una de las profesiones más difíciles que no se estudia es la de ser padre, comparable al trabajo del obrero, del docente, del artista, del científico y por debajo de la madre, que es una labor mucho más difícil y esforzada, por esto pienso, que el verdadero jefe del hogar no es el varón sino la mujer, con salvadas excepciones, simplemente porque está más preparada para ello y maneja la economía del hogar, que es casi todo. Puede ser que ambos trabajen, pero la madre siempre está más pendiente de la casa, de los hijos, de su presente y su futuro. El varón viene y se va, asume muy poca responsabilidad, pero debe incrementar su dedicación a sus hijos, si no es en tiempo, por lo menos en calidad. Los hijos, en el fondo, son lo que nosotros querríamos ser si viviéramos de nuevo. Si se vive con los hijos de otros o con los hijos de otros, debemos quererlos más a que los hijos del matrimonio; porque esos pequeños sienten desconfianza, sufren por doble partida. Hay que creer en ellos para que ellos crean en nosotros y sean profesionales, personas buenas ¡Porque quererlos más es quererlos igual que a
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nuestros hijos! Y mañana, veamos ¿Quiénes se acordarán más de nosotros? —Veremos —dice Celso. Ambos amigos caminan interminablemente muchísimas calles, senderos; de tanto en tanto comen y toman algo, hasta llegar a un local famoso de Punata. Al ver a Celso, sus amigos lo reconocieron luego de 40, 30, 20 y 10 años; lo cual es extraordinario. Cada uno le ofreció su cariño que consistía en cerveza, chicha, un plato de conejo endiabladamente picante, mote, guirnalda, música, cantos y hasta contrataron un vehículo para que retorne con su amigo a Cochabamba, porque a altas horas de la noche no hay transporte en esa ruta. En el ínterin de comida y bebida, aparecieron cantantes e interpretaron piezas musicales excepcionales tales como Punateñita querida, Quillacolleñita amada, Mi escuelita, Piel morena, Huérfana Virginia, La caraqueña, Sombrero de sao, Ironías de amor, Si te vas, Por Bolivia mi corazón, El duraznero, No te vayas y valses clásicos, románticos de la década de los 70 y los 80.
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CAPÍTULO 26 PRESENTACIÓN DE LIBROS Rogelio, unas veces por curiosidad y otras por averiguar el mundo de los escritores, ha asistido a las presentaciones de los libros. A continuación, divaga así: —En estos actos culturales solemnes se descuidan muchas cosas. Una gran parte de los comentaristas, no leen los libros que van a comentar. Cuando discursean, lo hacen desde sus vidas, lecturas, anécdotas y, al final, hablan, si hay suerte, del libro motivo del acto cultural. En los solemnes sucesos de presentación, el autor y la obra son desconocidos, como en los cumpleaños cuando el niño, el adolescente, el joven o el adulto que cumple años está descuidado. Come, juega y se refresca al final, si hay suerte. O, por el contrario, se elogia desmedidamente al cumpleañero, se lo entierra con elogios. Se exagera. Los autores son lisonjeados en forma fácil y vacía. Se los califica cual si fueran mejores que los Premios Nobel juntos y hasta buscan los comentarios que oscurezcan a los clásicos. En dichos actos raras veces se han hecho verdaderos homenajes a los libros que lucen, con su debida lectura y una equilibrada valoración del autor, el grado en que contribuye su obra al universo de la literatura. Rogelio se pregunta y responde: —¿Pero ¿cómo fue la presentación de los libros de Manuel y Marilyn? —Los dos hermanos, los niños de antes y ahora, dos personajes de película, que han construido sus vidas. Ambas familias presentaron los libros en forma espectacular, en el salón más céntrico de Cochabamba, ubicado justo al frente de la plaza 14 de Septiembre, en el Salón de Honor de la Gobernación de Cochabamba, donde se observaban sillas clásicas, con decorados de lujo de varios siglos 210
atrás y cuadros gigantescos de pintura de los próceres de la independencia. Hubo una especie de orden del día que leía el maestro de ceremonias con las pausas para reiterar el tipo de evento que se presentaba, y también la lectura de las hojas de vida de los escritores. El evento fue todo un éxito. Los comentaristas se desenvolvieron en forma aceptable. Luego, la interpretación musical de un cuarteto de cuerdas completó los discursos. Los autores: Manuel, Marilyn y sus respectivos hijos, se dedicaron a agradecer a los asistentes y sugerir la lectura de los libros de temática pedagógica, del primero; médica de la segunda. Antología poética de los hijos de Manuel, y sistematización técnica de la salud, de los hijos de Marilyn. Terminó el acto con un aplauso para los autores. Los niños asistentes corrieron hacia los hijos de Marilyn y Manuel para sacarse una selfi con sus respectivos celulares, igual que Anabel Angus con el papa Francisco en Santa Cruz. Entre el público sentado, se fueron poniendo de pie los lectores de uno, seguido de los otros para comprar uno o varios de los libros presentados. Algunos pidieron el autógrafo de los autores. La prensa escrita y televisiva no tardó en llegar. Ya en el lugar, se dedicaron a filmar el final del evento y entrevistar a los autores, quienes tuvieron que separarse por unos momentos de los lectores que les preguntaban una y otra cosa. Luego del evento, cuando los autores bajaron las gradas y salieron de la Gobernación de Cochabamba, junto a sus seres queridos se dirigían a algún lugar para compartir unos momentos y hacer el balance del acto, en la calle Bolívar, frente a la plaza 14 de Septiembre, debajo de la Gobernación. Se ve a un individuo que empezaba a hablar en voz alta como un loco de remate: —¿No sé por qué escribimos? —decía un amigo. 211
—Y su argumento se desmenuzaba de la siguiente manera: —Si no nos leen, hasta cuando les regalamos, más bien se enojan y quieren pegarnos. Parece un chiste, pero es cierto. Otros escritores comentan, que cuando terminan de escribir, ilusionados, los primeros borradores entregan a sus amigos, y ellos ni los miran y no dicen nada y menos van a esperar que los feliciten, lo que sería correcto, después de tanto tiempo, dinero (en la compra de obras para tener la base general y específica del género que se va a escribir), esfuerzo, persistencia en la redacción y la corrección que cuesta un libro. Hay personas que no pueden hacer un buen párrafo en toda su vida, menos van a escribir un libro. Peor si no leen, reflexionan y desarrollan una historia, mundo mágico y personajes con un hilo conductor que hay en una novela, poema, cuento, sistematizaciones, reconstrucciones y construcciones de vocablos, ideas y modelos teóricos propios. Esto quiere decir que una persona a pesar de sus dificultades, si se esfuerza en escribir, luego de leer y reflexionar mucho, puede escribir una gran obra, claro que sí. Pero, para ello son necesarias magnas jornadas de lecturas, conversaciones con personas que están años con un determinado género literario, asistir a presentaciones de publicaciones, conferencias, reflexiones y asumir la valentía de escribir muchas veces y luego de un tiempo prudente, para publicar y volver a publicar con correcciones ese mismo libro u otros hasta que se pueda entregar un manojo de hojas presentables al mundo. Aunque dentro de nosotros mismos, digamos como Luis Ruiz Contreras: “A pesar de mis pesimistas augurios aún corrijo las reimpresiones de mis libros. […] Mi padre, anciano y achacoso ya, en el último año de su existencia laboriosa dejaba con brío su lecho al amanecer para corregir las galeradas del Tratado de Topografía Moderna”.
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Escribir en cualquier campo es toda una osadía inteligente que vence la soledad, el egoísmo, la insignificancia de la vida cotidiana, porque es una actividad que busca un producto social y cultural al servicio de la humanidad. Escribir un libro es compartir, al final de todo, conocimientos, experiencias directas o indirectas, bellas o lógicas, que pueden ser útiles o que no lo sean, que dependen del grado de madurez, finalidad y estilo del escritor. Sin embargo, puede haber personas que vivan sin leer, bueno, se dedican a otras actividades, tal vez económicas, sociales o políticas; claro que también merecen admiración si son exitosos, pero es una tarea más individual sin mucha incidencia en el bien común y la cultura humana propositiva, salvando excepciones. Una obra escrita es para todos, para que cualquier ser humano que quiera sumergirse en ese mundo fascinante que es la literatura, la aproveche. Sigue hablando el hombre extraño, Rogelio hace que conversa con amigos y escucha: — ¿A qué viene todo esto? dirá la amable persona que, digamos me lea en un libro que intenta ser novela: —Bueno, a explicar que un libro no es una tarea fácil, tampoco imposible. Todos los seres humanos tenemos algo que contar y siempre es diferente. Porque todos los seres humanos somos únicos, realmente originales e irrepetibles, aunque hayamos nacido en un mismo lugar e incluso, aunque seamos hermanos gemelos (univitelinos) o mellizos (gemelos bivitelinos). Escribir es una experiencia bella, pero también traumática, torturante, que al final, mirando el producto, vale la pena vivirla. Rogelio se despide de los amigos y parientes. Él sabe que ya ha terminado todo. Quedamente habla para sí: —Han muertos mis padres, vivo de los recuerdos de seres excepcionales que han pintado sus sentimientos y pensamientos en mi cuerpo, en mi memoria y en mi imaginación. Ahora estoy consternado y con esta desesperación me doy cuenta de que he 213
muerto yo también, de algún modo, con los primeros; pero con los segundos, aún vivo los descuentos. Se ha hecho tarde, como casi siempre. Es hora de partir ¿No sé a dónde?, pero hay que partir.
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CAPÍTULO 27 UNA FARRA BOLIVIANA Rogelio mira la mañana desde la ventana del hostal. El día está espléndido. Quiere vivir intensamente, quiere morir terrible y metafóricamente, pero en forma lenta, copa a copa. Hace días que ha preguntado dónde hay gente alegre y dispuesta para hablar y escuchar, interminablemente, con el sentimiento que hace posible la estimulación del cerebro emocional. Desayuna. Más tarde almuerza bien en un restaurante cruceño. Vuelve al hostal; descansa un poco. Se levanta a las 13:30 se alista hasta las 14:00. Toma un vehículo de Quillacollo a Cochabamba. A las 15:00 arriba a su destino. Ingresa en un bar conocido, a unas cuadras de la plaza 14 de Septiembre de Cochabamba, que está ubicado entre las dos calles históricas: Junín y Gral. Achá, una de las cuales que tiene ver con la independencia del Perú y Bolivia. Se acerca a una mesa vacía con vista a un parral que parece madreselva, que también le recuerda a sus primos y a él mismo cuando por primera vez visitó Vinto. Al inicio, pide una cerveza. En la mesa contigua hay unos parroquianos con un guitarrista creído, que no quiere tocar todavía. Espera que haya más gente, para hacer soñar con su arte a las mujeres y a los varones de las tardes alegres, con su arte. Se levanta y empieza a cantar en voz alta. Sube y baja el tono, como si quisiera calibrar su palabra. Rogelio invita dos cervezas a la mesa del lado, donde está el guitarrista. Los amigos circunstanciales, al verlo solo, le dicen: —Comparta con nosotros. Rogelio no se hacer rogar. Él se presenta y saluda a todos.
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El guitarrista plantea que, antes de la música, es insoslayable declamar unos versos. No sabe ¿De qué autor?, se decide por un autor boliviano, para empezar por nuestro país: —“A VER SI/ A ver sí la mañana se hace más luz./ A ver sí la tarde se hace más sombra./ A ver si la noche se hace más clara./ A ver si la lluvia se hace llovizna,/ para encontrarte […] porque estoy perdido buscándote:/ no sé si entre la sombra/ no sé si entre la luz/ no sé si entre la penumbra/ no sé si escondido de la lluvia./ Pero sufro, sufro como el viento/ buscando tranquilidad y no tengo./ Me encuentro con cada obstáculo, con cada barrera/ y no estás, y no estás/ para mis manos,/ para mis ojos,/ para mi vida;/ para todo lo que tengo/ aquí, para ti mujer de tantos sueños.[…]” Rogelio se identifica con el poema, y apuesta, —Yo sé quién es el autor. El guitarrista pregunta: —¿Quién? —Manuel —responde Rogelio. El guitarrista, se queda anonadado y dice —Sí. Otro parroquiano, buscando cambiar de tema, expresa que él hará preguntas de ingenio. Primera pregunta —¿Cuál es el colmo del diablo? Varios responden cualquier cosa y él riendo solo, expresa la respuesta correcta: —Que su hija se llame María de los Ángeles. Todos los de la mesa hacen señas para callarse. Segunda pregunta. — ¿Cuál es el colmo del vanidoso? Los concurrentes de la mesa tratan de responder, pero tampoco aciertan. El curioso, nuevamente sonríe solo y responde: —Que su juego favorito sea el yo yo. Y ahora todos ríen, reconociendo a los vanidosos de siempre que cada uno conoce. 216
Siguen corriendo las horas con poemas, chistes, cuentos, voces de salud, luego del infaltable plato de la tarde. El guitarrista canta unas cuantas piezas; el coro de los amigos circunstanciales, junto a Rogelio, se esforzaban por llevar la melodía con las desorejadas voces de la farra cochabambina. Frente a la mesa del tocador, hay otra mesa solo con mujeres. La más valiente se acerca y dice a los varones: —Amigos, cuando escuché la declamación poética del músico, me acordé del poema de una mujer, con la que me identifico, ¿Les recito el poema? —Claro que sí ——responden los integrantes de la mesa del artista. La dama se limpia la boca y a la vista admirada de sus amigas, declama: —Tú, transitorio de Martha Rodó: “Tú, transitorio, labrador, guerrero primitivo. / Tú, intemporal, indefinible, efímero;/ en mi vida, / noche fugaz, beso furtivo, / caminante que nunca se detiene. / Tu llegada es apenas/ el comienzo de la despedida, / mi sonrisa es apenas/ el preludio del llanto. / Si tenerte es tocar la primavera, / beber la verde sombra de un milagro/ o embriagarse en la luz de tus pupilas. […]” Cuando termina, se escuchan aplausos. Y la distinguida dama declamadora estalla en llanto. Sus amigas apresuradamente se la llevan. Pasan unos minutos. Se acercan vendedores a las mesas, interrumpiendo a los convidados de esa tarde alegre, que se hace gris. Luego ingresa un loco, dice locuras en cada mesa y no hace otra cosa más que desternillarse de risa. En la otra mesa dos “amigos”, luego de charlar como hermanos, ebrios se trenzaron en una pelea verbal y después en una pelea física por una reina. Hay silencio aterrador, todos están 217
asustados. Luego, alguien hace escuchar mediante un parlante potente, la melodía del Lamento boliviano interpretado por el grupo Enanitos Verdes de la Argentina. Retorna la calma en el ambiente. No termina la pieza, se abre la puerta grande del local e ingresa la policía y se los lleva a los bochincheros sin suerte. El local queda en silencio. El guitarrista solitario deja de cantar y se cae como muerto, dormido. Los amigos se van uno por uno, casi como en una fila de hormigas o de patos, en esa nocheamanecer cuando empieza a llover. Rogelio parte en dirección de su hostal. En el trayecto, ve a dos enamorados, bajo la lluvia, sin chompas ni chamarras para protegerse. Se besan cada vez con más fuerza, como si dijeran que el amor es superior a las fuerzas de la naturaleza o, por contrapartida, en forma indirecta, que el amor de ellos va a durar muy poco, por eso deben hacer todo cuanto pueden cuando se encuentran.
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EPÍLOGO
Ha amanecido espléndidamente. Rogelio medita. Ha terminado el velatorio con el entierro de su primo Samuel. Ha vivido intensamente unos días de recuerdos, de recuperación de la infancia y la niñez, de él y de sus primos hermanos Marilyn y Manuel. Siente todavía frescas las lágrimas que ha vertido junto al tío Raúl y su esposa, la tía Emiliana, por la soledad y la grandiosa vida, pero llena de peligros que pasaron esos pequeños, que eran y son ahora sus parientes más notables. Es la hora de partir a Italia. Recuerda sus ideas de quedarse, pero ha comprendido que no sabe lo que quiere como todo boliviano en el exterior, que llora al ver la bandera boliviana, al escuchar el Himno Nacional de Bolivia, o en general, la música boliviana; pero cuando ingresa en el país y ve las cosas terribles de la politiquería, la desigualdad, la pobreza y la riqueza extrema de pocos, el hecho de que no hay futuro económico para la mayoría, con un sentimiento momentáneo de egoísmo, se olvida de su patria y de las cosas bellas. En su memoria se guardan como chips y en flash de instantes, imágenes de mujeres que llevan tres niños, uno en la espalda y dos tomados de las manos, al lado de bultos. También, mendigos con sus hijos casi desnudos en las calles altiplánicas de La Paz, Oruro, Potosí; madres sobreviviendo con un niño a cuesta, vendiendo en pleno sol, mote de maíz, mote de altramuz; tostados, limones, paltas (aguacates), papayas o piñas en la cancha de Cochabamba. Todo esto duele, aterroriza, mata a cualquier persona sensible. Lo anonada, le hace sufrir lo indecible por la incapacidad de solucionar definitivamente. No sirve de nada o casi nada regalar monedas o algo de comer ¿Qué será de ellos mañana?
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Los periódicos muestran noticias de que ocupamos los primeros lugares en el mundo en tuberculosis, desnutrición, feminicidio, infanticidio, desigualdad, desocupación, subocupación, bajos salarios; cuando hay inmensas tierras desocupadas, tantos yacimientos mineros, hidrocarburíferos. Muchas posibilidades de industrializarlos, que se invisibilizan por falta de políticos que estudien el país, y no solo cómo van a sacar una tajada del poder, de las riquezas naturales, arqueológicas y culturales aprovechadas por las transnacionales imperialistas, las cuantiosas ganancias o plusvalías a las que están acostumbradas. El gobierno habla de bonanza económica una y otra vez. Y se presta 200 millones de dólares del Banco Mundial y otros tantos del Banco Interamericano por medio del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, que es la ventanilla con la cual trabajan varios países de ingreso medio, como Bolivia ¡Otra vez estaremos endeudados hasta el Sajama! Todos esto influye como tantas veces, en la decisión de los bolivianos, de no volver más. Sin embargo, saben que, si hay vida, regresarán de nuevo las veces que sea posible hacerlo, con la idea de volver algún día definitivamente. Es una especie de síndrome del boliviano, Peter Pan boliviano y latinoamericano un ser que no quiere madurar, que no quiere ser adulto y aceptar una decisión para toda la vida y punto. Rogelio canta como los Iracundos del Uruguay: —“O voy o me quedo, que das todo o nada”. Irse o quedarse para siempre, para nunca. Pero no hay nada absoluto, nada. Por tanto ¿Volver? Volver a vivir, volver a morir es la dialéctica de la existencia humana, que hoy somos y mañana ya no lo seremos. Luchar cada día es volver a vivir. Vivir es también morir, porque lo que nace es digno de perecer. Pero lo que se ha vivido y lo que se
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seguirá viviendo, si hay vida, nadie lo podrá impedir. La muerte será otra vida, que la dejamos escrita. Por lo anterior, jura escribir una gran novela que guste a millones de personas, para eso ha planificado leer a los clásicos de la Filosofía, de la Literatura, los Premios Nobel, a los escritores de número de la Academia de la Lengua Española, a los premios más importantes de novela en el mundo y, además, literatos que hablan de su experiencia como novelistas y sobre la teoría de la novela. Va hacia la mesa de residencia que está como biblioteca improvisada y lee los títulos de los que ha comprado sobre su obsesión literaria: * Las palabras de Jean-Paul Sartre * La rueda de los ocios de Camilo José Cela *Dostoievski de René Fülöp-Miller * Dostoievski maestro de la mirada psicológica de Nerio Tello * La era de la novela norteamericana de Claude-Edmonde Magny *Los nuestros de Luis Harss *Sobre el oficio de escribir de Ernest Hemingway *Escritos sobre literatura, 1 de Hermann Hesse *Del escritor y sus caminos de Fernando Diez de Medina *Ensayos críticos sobre literatura boliviana de Enrique Vargas Sivila * La nueva narrativa boliviana de Óscar Rivera Rodas * La novela situacional en Bolivia de Augusto Guzmán *El futuro de la novela de Henry James *La desintegración de la forma de la novela moderna de James M. Mellard *Los escritores frente al poder de Walter Mauro y Elena Clementelli *Isabel Allende. Vida y espíritus de Celia Correas Zapata *El oficio de contar de Isabel Allende *Cartas a un novelista de Mario Margas Llosa *Confesiones de Escritores. Narradores 3 reportajes de Paris Review *La Loca de la casa de Rosa Montero *El personaje en la novela de Jean-Philippe Miraux *Cómo escribir mejor de Elena Luchetti *Cómo escribir cuentos y novelas de Olga Drennen 221
*Caminos de la escritura de Teresa Martín Taffarel *La escritura literaria. Cómo y qué leer para escribir de Patricia Suárez *El escritor según él y según los críticos de Pío Baroja. *Hacia una nueva historia crítica de la Literatura en Bolivia de Blanca Wiethücher y otros *Estudios críticos de Carlos Medinaceli *De incas, chaskañawis, Yanakunas y chullas. Estudios sobre la novela mestiza en los Andes de Leonardo García Pabón *El arte de la novela de Milán Kundera *Teoría de la novela de György Lukács * Cómo se hace una novela de Miguel Unamuno *Introducción al estudio de la narrativa de Héctor Pérez Grajales * Novelas y novelistas de Harold Bloom *Lecciones y maestros II Cita internacional de la literatura en español de la Editorial Santillana *Literatura boliviana de Carlos Castañón Barrientos *La nueva historia de la literatura boliviana de Adolfo Cáceres Romero *Diccionario crítico de novelistas bolivianas de Willy O. Muñoz *Diccionario de novelistas de Bolivia de Elías Blanco *Confesiones de un joven novelista de Umberto Eco *El susurro del lenguaje de Roland Barthes *José Saramago en sus palabras edición y selección de Fernando Gómez *José Saramago: El amor posible de Juan Arias *El escritor y sus fantasmas de Ernesto Sabato *Mientras escribo de Stephen King *Haciendo mundo. Oficio y género: el escritor frente a su obra y en el contexto nacional de Segundas Jornadas de Literatura Boliviana. La Paz. Con estos libros, levanta la cabeza como un pavo real millonario. Sin embargo, de todos esos títulos, sabe todo, debe reflexionar y escribir, reescribir, corregir; corrector de estilo y luego de nuevas miradas, revisiones, las suficientes y después recién publicar.
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y se siente que no es mandar al relecturas,
Suspira y se echa en su cama y filosofa sobre la vida y sobre la muerte: —Volver a vivir y volver a morir, es aprender a vivir, aprender a morir, porque al vivir se aprende a morir y al morir, se aprende a vivir, definitivamente. Es una didáctica de la vida. ¡No, es más que eso! Es la pedagogía de la vida, es la pedagogía de la muerte. Tanto la vida como la muerte constituyen las Ciencias de la Educación de la vida-muerte y de la muerte-vida. Es la ciencia jurídica que regula tanto la vida como la muerte. Es la psicología de los fenómenos psíquicos, de la personalidad, de la subjetividad de lo que siente, percibe y piensa cada ser humano. Es la ciencia política que regula el poder de la vida, el poder de la muerte. Es la antropología del homínido que se ha hecho hombre, usando sus manos, su cuerpo, haciendo herramientas y descubriendo la escritura, lenguajes y símbolos; todo lo que hay en la vida y para la gloria del hombre que se reproduce y muere para volver en otros seres humanos a vivir de nuevo, ininterrumpidamente, hasta que el sol se opaque. Rogelio en somnolencia, levanta un libro de Hemingway, Sobre el oficio de escribir y un párrafo de la mitad de dicho libro y dice: “Después de escribir una historia siempre me sentía vacío, y triste y feliz al mismo tiempo, como si hubiese hecho el amor; y estaba seguro de que era una historia muy buena, aunque realmente no sabría qué tan buen era hasta que la leyese otra vez al día siguiente”.
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Esta historia ha sido la vida de dos niños en la incertidumbre, de vivir o morir. Niños que han crecido y superado casi todos los problemas. Dos niños, que ahora son adultos y nos cuentan sus nostalgias entre el viento y el tiempo, para vivir de nuevo. Los personajes principales de esta novela han hecho muchas obras sociales desde sus profesiones y con sus pasiones culturales. Asimismo, uno de ellos logró una distinción póstuma a su padre por el Gobierno Autónomo Municipal de Vinto, por sus obras de haber sido uno de los profesores más sacrificados, fundadores de la unidad educativa de Suticollo, por su producción intelectual y por haber inaugurado la línea de taxis Vinto-Quillacollo y viceversa. Esto se difundió tanto que una de las escritoras más importantes de Bolivia escribió en un WhatsApp lo siguiente: “Congratulaciones a tu familia y en especial a ti por el reconocimiento al aporte que hizo tu padre a la cultura y educación. Las flores, significan poco ante el trabajo que realizó en vida. Su hijo lo demuestra con todo lo que va haciendo. Un abrazo” (Vallejo, Gaby). Manuel respondió: “Muchas gracias por tus palabras estimada Gaby. Te envío un abrazo de esperanza”.
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COLOFÓN
La primera edición del libro digital Dos niños en la incertidumbre. Novela, se terminó de diseñar hoy domingo 12 de septiembre de 2021, Quillacollo, Cochabamba, Bolivia.
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ESCRITORES COMENTAN LA NOVELA Roberto Ágreda Maldonado, en la novela Dos niños en la incertidumbre, desarrolla la dramática lucha por la vida, entretejida por el impulso de la naturaleza que lanza a los dos niños siempre adelante y la vida que es impulso de continuo creador, realiza las acrobacias necesarias para la elevación constante de las energías creadoras. Complementariedad, reciprocidad, ayuda mutua, parecen ser la panacea. ¿Cómo sobreviven solos dos niños expuestos a los riesgos de la naturaleza? Desplazarse en el barrio con el padre ausente en el trabajo para ganar el sustento diario y los dos niños, en la lucha cotidiana, el ir y venir a la escuela, resistir los rigores del clima, convivir con las aguas turbias del río y el terror de cruzar el largo puente del ferrocarril sobre el río Khora. Celso Montaño Balderrama Terminé de leer la novela y la verdad fue muy grato leerla, me gustó mucho la temática y la forma de abordarla, primero porque es emotiva y conmovedora, las vivencias de esos niños y el recuerdo de los lugares en que crecieron le invitan a uno a rememorar y a revivir su propia infancia y a reflexionar sobre los momentos tristes y alegres que inevitablemente forman parte de la historia de cada ser humano. El mensaje es contundente, querer es poder, y está en cada persona la decisión de levantarse y continuar erguido, o dejarse abrumar por el pasado y estancarse buscando culpables para justificar la infelicidad. Meliana Rodo Pinedo
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