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Papá

PAPÁ A mi padre, Celestino Agreda Chacón (cuando estaba vivo)

Papá, has luchado toda tu vida, y hoy cosechas la alegría de vivir.

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Papá, es curioso decir que la fortaleza que tuviste en los momentos de mayor conflicto en la vida se refleja en mí. Y no es en vano que tengo en mi voz, tu voz, y en mi piel, tu piel; y la templanza de tu fuerza para perder y ganar batallas en esta guerra que es la vida.

Papá, recuerdo con nostalgia cómo junto a ti y por ti forjé el hábito de leer y ese hábito que me hace capaz de conocer el mundo, querer transformarlo, y escribir sobre él.

Papá, rememoro cómo caminamos junto a mis hermanos los caminos espinosos e interminables para llegar a Quillacollo, como héroes de la Independencia.

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Papá, sonrío luego de tanto sufrimiento y dolor, de superar más de 2.500 metros sobre el nivel del hambre y después de habernos salvado de tantas muertes que el destino jugó con nosotros cuando éramos niños (tus hijos).

Papá, sonrío triste por haber transpuesto miles de kilómetros de soledad y oscuridad de conocimiento para ser lo que soy.

Papá, no ha sido fácil leer, estudiar y obtener títulos y estar, ahora donde estoy; pero hay gente que no estudia; y para otros “elegiditos” no es tan difícil ser todo lo que quieren ser, y por ello subestiman a los demás.

Papá, trabajamos juntos horas y horas, días y días, semanas y semanas, meses y meses la casa, el presente y el porvenir y ahora tenemos la paz del guerrero que recuerda sus éxitos y sus fracasos.

Papá, ¡tengo la nostalgia

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de leer esos libros nuevos que tu festejas y los libros viejos que tú desdeñas; pero días íntegros como lo hacía antes, cuando vivía en casa papá!, sin otras obligaciones que un breve descanso con refresco y comida rica.

Papá, ya sé, que es hora de trabajar más que de leer, pero sé que es difícil entender que mi trabajo consiste en hablar, y no se puede hablar sin leer, reflexionar y escribir cotidianamente.

Papá, ahora Tengo trabajo, esposa, hijos y más libros que nunca, pero no tengo mucho tiempo para leer y escribir.

Y no es que me queje papá, sólo es una nostalgia de la vida en la “casa paternal” __como te gustaba decir__, con todo el tiempo para leer, donde aprendí tanto, tanto.

Papá, quiero leer y escribir como nunca, como un poseído y me falta aire y la misma vida de vivir el lenguaje de la creación y el cambio permanente.

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