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Poemas
Poemas
Mayda Colón
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Ahora que no estás
que tu sombra quedó abandonada a medio hacer frente a mi esquina
y el tiempo corre desbocado recordando que no existe registro de tu piel
ni nombres para nombrar tu nombre
ni olvidos para olvidar la inexistencia,
de lo que nunca fuiste e inventé.
Ahora los autos en la calle parecen ir a prisa
la procesión de los días
se disfraza de monólogo monótono
e intento descontarle siglos a miles de ausencias caníbales
que me taladran las espaldas justo cuando
intento encontrar el mapa de vuelta a mi guarida
la salida sin asfixia hasta mi casa.
Ahora, recién llegado a mis oídos el susurro mortecino
de este domingo, parsimonia en mi cabeza,
la modorra de una noche más sin versos
la noticia de la muerte de un (amigo)
siete tiros para escupir la inocencia
veinte historias que no alcanzan a explicar que el amor
a veces sí tiene que ver con holocaustos;
que tantas balas no dan para callar un alma
arrodillada hace dos lunas.
Mientras sólo una pena se detuvo a extrañar el reflejo de una luz
que se apagó en el silencio de una noche que no vuelve…
Y basta esa misma noche de silencio
la comedia
esconder el hastío de a veces ni saber nada e
ntre los poros que siendo libres se empeñan en escribir madrugadas
cuando aún no amanece
¿qué no entienden que la esperanza no puede ser de piedra
y no deambula en la nada como barco?
que la soledad es miope y no distingue entre el harapo y la tela.
Irónico que quisiera acunarte alguna noche entre mis versos…
Quedo recostada una vez más, entre todos mis muertos,
y vuelvo a recordar que quién ha visto jamás las cosas que yo amo.
¿Existe o no una pelota
en las manos del niño que donquea
su movimiento entre las ramas de un árbol?
habrá quien diga que en su ecuación imitativa no existe pelota
otros hurgarán en urgencia al milagro de imaginación
de la que algunos son dignos para decir
hágase la pelota en la merced de la visibilidad
de un movimiento identatario
del método y de la redondez de cuánto cuesta
la realidad otra que no alcanza a llegar a algunas vivencias
y aunque nunca fuimos al espacio para atestiguar la luz
somos niños
como cuando los ojos dictados de una cromatografía
experta en la mentira nos apropia su carcajada de estrellas
para entretenernos de las cosas que importan
y las que quedan afuera de los nombres
a donde el juego se trata del hombre
de su inteligencia,
su entelequia metafísica y somática,
su gravedad irrepetible
de su astucia irresuelta
vaya usted a saber
si la pelota exista en
el testimonio que provea el espectador
porque su posibilidad está enferma
porque si pertenece a uno solo
la conjetura
no puede extenderse como verdad
y la razón para la verdad agoniza.
en la praxis de la teoría real de lo utilitario
si esa verdad nos extermina, entonces, lo necesario era otra cosa.
Las ausencias suelen ser
más que pedazos de cuerpos dispersos en la memoria;
migajitas de un tiempo en que fuimos mendigos
mientras intentamos devolverle el hambre a las entrañas,
evitar que se nos escapen niños de los ojos y vernos
en otras pupilas como al reflejo mismo a pleno vuelo.
Destilo para ti mis mejores ausencias;
el recuerdo del mar batiendo fuerte y recio contra mis huesos,
las velas de mi barco desgastado por la brisa
que un pirata abandonó en mis playas
en un día de un mes cualquiera.
Por eso te guardo entre mis párpados;
sabio olor a caricia lavándome las sienes
perfectamente estupefactas de maravilla,
por eso te guardo para que nadie adentro pueda encontrarte;
murmullo de polvo en los poros que despiertan y aseguran
que nunca has partido, que siempre regresas en la risa
alguna madrugada vagabunda de luciérnagas pálidas:
titilando que existen más años,
que queda tiempo, antes de que la esperanza se evapore
a merced de la deriva.
Cuando estás,
jamás suelo pensar en otros puertos,
me incorporo a tu meñique
que magistralmente resbala en mis ausencias.
Cuando estás,
como siempre en tus adentros la vida fluye;
el huracán en mi cabeza se detiene a mirarte pasar,
como si no te hubieras ido.
Como si volvieras algún viaje por mis versos
con los ojos perdidos de horizontes.
Cuando estás,
es como si la nostalgia hiciera sus maletas y se fuera…
Perdóname Eliseo
pero ensayo cada tarde mi comedia;
la casa tiene demasiadas habitaciones
y pienso qué hubiera sido si mi padre m
e hubiera llevado AL PARQUE,
si yo con mi tristeza
le hubiese podido sacar los silencios de la boca.
Y la lágrima de mi abuela la guardo taladrándome la espalda
esta que se ha empeñado tantas veces en convertirse en madre.
Eliseo,
yo soy ese fragmento que jamás podrá unir a su familia
que ha sucumbido en las herramientas todas del hombre
y que no puede nombrarlas porque la Isla está desierta.
Y muchas veces intento buscar ese exacto perfume de amor y
el amor se me enrosca en el poco cuerpo que tengo
y los hombres no acaban por encontrar en ese cadáver mi alma.
y mi alma dolida se encorva el destierro
y quiere darle su carne a morder a los mortales
para ver si algo pasa,
para saber si algo encuentran.
Todos Eliseo intercalamos la alegría-tristeza
con el preludio y la fuga
y nadie sabe en verdad.
no hay no hay nadie que interprete la sombra
y el futuro no es futuro ni mañana, está escrito en el tiempo.
He notado que
para borrarnos ideas tardamos siglos
y el ser humano que somos ya no existen adjetivos para nombrarlo.
Y este pullover no se me rebela, Eliseo,
el desenfreno, aún no acaba por estrangularme.