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El erotismo como transgresión en Bachata del ángel caído y Carnaval de Sodoma de Pedro Antonio Valdez

El erotismo como transgresión en Bachata del ángel caído y Carnaval de Sodoma de Pedro Antonio Valdez

Teresa Vázquez Cabrera

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El erotismo ha sido utilizado como recurso narrativo en la literatura a través de los tiempos. Desde la literatura popular hasta en las obras de los más grandes escritores, podemos encontrar el uso de elementos eróticos, así como en las otras manifestaciones del arte.

El erotismo es intrínseco de la esencia humana y se define según el Diccionario de la lengua española como:

[...] aquello que busca la excitación y el placer sexual, es todo lo que conlleva el carácter de lo erótico, además de ser la exaltación del amor físico en el arte (947).

En lo erótico, la imaginación juega un rol importante. Es por eso que el ser humano que se recrea en él, de alguna manera experimenta un crecimiento, una nueva manera de existencia para lograr así una nueva manifestación de amor.

En la literatura, en ocasiones, el erotismo ha sido utilizado de manera superficial en diferentes obras; en otras se manifiesta como papel primordial, enriqueciendo el texto para lograr una dimensión artística. De acuerdo a Elías Gómez, el erotismo en la literatura es:

la insinuación, mucho mejor cuanto más leve, de la posibilidad del placer sexual –que no necesariamente del coito–; por tanto, cuanto mayor sea la insinuación y más velada, más erótico es el texto; el incremento de la dosis de lo explícito produce pornografía y, con un poco de mala suerte, vulgaridad, cuando no aburrimiento. Eso puede ser el erotismo en literatura: proporcionar al lector un apoyo, cuanto más pequeño mejor, para provocar el afloramiento de sus propias fantasías (2003).

Si bien es cierto que muchos escritores utilizan el erotismo como una manera de su texto, también surge como un elemento de transgresión en la literatura contemporánea. En la literatura dominicana, el erotismo como elemento de transgresión ha sido representado por el autor Pedro Antonio Valdez, quien, según Mario Alegre: “es consolidado como uno de los grandes escritores dominicanos de la actualidad’’ (33). Es por eso que la literatura de Valdez ha utilizado la técnica narrativa del erotismo para romper esquemas tradicionales en las letras dominicanas y convertirlo en un tema transgresor en la literatura contemporánea.

Pedro Antonio Valdez es un escritor relativamente joven, pero con una carrera literaria ya construida. Es una de las voces más sólidas de la narrativa dominicana actual, según Franklin Gutiérrez (2004). Este autor nació en el 1968 en la República Dominicana, marcando su trayectoria no solo conocida por los dominicanos, sino internacionalmente. Su carrera como escritor toma mayor auge desde la última década del siglo XX hasta la actualidad, acarrea consigo las huellas literarias que han impactado a muchos lectores caribeños e hispanoamericanos.

Dado el periodo histórico en el cual está enmarcado el desarrollo de la literatura de Pedro Antonio Valdez, el proceso social, político y religioso por los que ha atravesado la República Dominicana, país natal del escritor, se encargarán de darle un significado claro a esta sociedad. Una sociedad que se estructura bajo el discurso de los grandes aparatos ideológicos y que finalmente concreta quién es el individuo dominicano de hoy. Es por eso, que la literatura dominicana ha tratado de recoger esa esencia que define a través de los tiempos a la mujer y al hombre dominicano en todos sus aspectos cotidianos, y de esa forma revelar esa otredad que está inmersa y que acarrea con todo el peso de la dominicanidad trascendental.

De esta manera, el erotismo como esencia del ser humano dominicano y caribeño se plantea como medio de transgresión en las obras literarias de Pedro Antonio Valdez, será el objeto de estudio en las obras Bachata del ángel caído y Carnaval de Sodoma; cómo se manifiesta en el discurso moderno dominicano y cuál es el impacto que genera el uso de estos recursos en las letras caribeñas.

Claramente, el erotismo ha sido una manifestación innata de la sociedad y de sus componentes humanos. Sin embargo, es uno de los temas tabús que ha persistido a través de la historia. Este tema se ha visto en el tiempo como un acto dirigido a la destrucción de la estabilidad social y moral del ser y la humanidad. No obstante, es una experiencia que no podemos apreciar desde afuera como una cosa, sino que va ligado con la conducta sexual del humano. Es por eso que se censura, se resiste y se denota como un acto de perversión.

De esta manera, como un reflejo crucial de lo erótico, los géneros literarios han sido ese canal para la representación del mismo. Por esta razón, al realizar una mirada general al desarrollo del género novelístico en la República Dominicana, se puede observar que, aunque la crítica literaria apela a un desarrollo lento del género y a una mejor evolución para el género poético, la novela sí ha tenido de cierto modo manifestaciones gloriosas en las letras del país.

Ahora bien, aunque una de las formas narrativas de la actualidad, la novela erótica en la literatura dominicana ha sido poco estudiada por los críticos del país. Es sabido que en autores actuales, como Pedro Antonio Valdez, esta forma discursiva podría establecerse como medio de transgresión en sus obras literarias, como por ejemplo en dos de sus novelas: Bachata del ángel caído y Carnaval de Sodoma.

La literatura de Valdez comprende una gran temática dentro de sus obras, que no se limita a tradicionales tabúes expuestos por la colectividad sobre aspectos sociales, políticos y religiosos. Su innovación experimental del uso del erotismo y su mirada de la realidad dominicana son los elementos que han hecho que algunos críticos literarios de la República Dominicana no hayan incorporado a este autor, como se merece, al canon de su generación.

Bachata del ángel caído

Bachata del ángel caído es una novela publicada por primera vez en el 1999, lo que hace de este libro una producción de la literatura posmoderna, con su estilo y particular manejo del lenguaje. Este texto fue publicado por la Editorial Isla Negra en San Juan, Puerto Rico, y alcanzó el Premio Nacional de Novela en el país del autor.

Esta obra literaria se caracteriza por la presentación de historias y personajes diversos que conforman un lugar de República Dominicana, el Riito, barrio marginado y que a la vez es la representación del país, del Caribe y de Latinoamérica, con sus pueblos en decadencias y con un particular erotismo. Bachata del ángel caído, es una novela que no tiene una historia lineal. En ella, se entremezclan las historias desde la coincidencia de sus vidas. Sin embargo, se plantea una singularidad: todos los allí presentes, pertenecen a un espacio mayor, el pueblo del Riito. La novela presenta historias fascinantes que recogen la vida erótica, religiosa, social y política de la República Dominicana. En forma general, todos los personajes del Riito, conectan con todos los ámbitos de vida, públicos y privados, allí narrados.

La cosmovisión de cada entorno cultural y literario parte de la mirada del autor a su propia realidad. Así que, la mayoría de los personajes en Bachata del ángel caído, se convierten en construcciones textuales que de alguna manera, para el escritor, constituyen el todo de esa otredad dominicana. Evidentemente, el escritor Pedro Antonio Valdez ha logrado en su novela crear y transformar personajes estilizados, al instaurarlos en una atmósfera y una temática erotizada, obteniendo consigo un texto de gran contenido transgresivo. Por eso, es importante analizar a profundidad la caracterización de algunos de estos personajes, quienes llevan consigo su propia historia, bordeando así la sensualidad, sexualidad y erotismo que los identifican. Ejemplos de estos son: Liberata, Caridad, La China, Sacristán, Padre Ruperto, el Gua y el Machote.

La mayoría de los personajes que Valdez presenta en su obra están, fundamentalmente, erotizados. A mi juicio, y según la conexión directa entre el desarrollo de los personajes y nuestra línea teórica, tanto los personajes femeninos como los masculinos son propios de un erotismo que responde a la interioridad del deseo. En este aspecto, el teórico George Bataille insiste que “el erotismo no está fuera del contexto de la vida, sino como uno de los aspectos de la vida interior del hombre” (20). Entonces, en Bachata del ángel caído el autor, desde la ficción, el lenguaje, el espacio y la acción erotizada, logra reproducir personajes equiparables al ser humano de hoy, con todos sus sentimientos y deseos interiores como solo el arte de la literatura puede hacerlo.

Por ejemplo: ¿Quién no se conecta con la historia de Liberata? Este personaje, dentro del mundo narrado, era una mujer con unas características particulares que en el texto se resaltan mediante su peculiaridad física y emocional. Liberata era una cuarentona, poco impresionable, beata, virgen, de rostro feo, pero con cuerpo hermoso, y de una mediocridad mental exagerada que: “si una noche fuera por el Riito y viera caer la luna sobre un charco, pensaría ‘la luna ha caído sobre un charco’, y seguiría como si nada” (Valdez 15). Liberata se dedicaba a servir a la iglesia, y su trabajo era preparar la cena al sacerdote, limpiar los platos y rezar. Pero, como todo ser arropado por el pecado, también tiene su debilidad, se convierte en la amante del sacerdote del pueblo, el padre Ruperto.

En el texto, Pedro Antonio Valdez juega con personajes olvidados o patéticos como suele ser Liberata. Así lo especifica el autor: “Prefiero trabajar con personajes fracasados, pecadores y olvidados” (Pereyra 8).

De esta forma, la caracterización de Liberata se desarrolla bajo un tono melancólico un poco desesperante para el lector. Sin embargo, en el espacio discursivo del erotismo esta voz femenina va a despertar la pasión del sacristán y del padre Ruperto; sin importar la fealdad de su aspecto, se convertirá en el objeto del deseo excesivo para ambos actantes.

Carnaval de Sodoma

Por otro lado, Carnaval de Sodoma, otra obra literaria de Pedro Antonio Valdez, fue escrita entre 1997 y 2000. Se publica su primera edición por medio de la editorial española Alfaguara, obteniendo en el 2003 el Premio Nacional de Novela “Manuel de Jesús Galván” de la República Dominicana. Esta obra literaria, indica Valdez:

[...] apuesta a la universalización. Su pretensión es que la novela representa al hombre en general y no sólo el del fin del siglo, con sus pasiones, que son las mismas en cualquier lugar (Clavel 15).

No hay duda que este carnaval literario, bajo el efecto de las luces, logra abrirse en un maravilloso viaje imaginario donde el misterio, la falsedad, lo alucinante, lo real, lo placentero, lo lógico y lo ilógico se entrecruzan. Así, Carnaval de Sodoma hace su entrada triunfal y nos dirige hacia ese otro mundo donde solamente el alma de un lector es el que elige qué desea de esa realidad desconocida.

Pedro Antonio Valdez, en su proceso creativo, logra una narración intensa en la zona urbana de la provincia de La Vega. Dos estructuras urbanas alineadas en forma horizontal, una se ubica frente a la otra, es de cierta manera el punto clave para desatar una diégesis en la que se convierte en un mundo literario donde todo es posible.

La catedral y el burdel son esas dos estructuras que, como polos opuestos o simplemente oponentes de un cuadrilátero, mantienen su rivalidad ante el pecado. Por un lado, en el espacio de la catedral se mantienen los dogmas religiosos como el todo a seguir; junto a sacerdotes y creyentes, la iglesia impone su fe católica y vela para que así el pueblo lo profese. Por el otro lado, la pasión y el placer, junto a los elementos que los componen: prostitutas, clientes, la vellonera, el alcohol, las drogas y el erotismo constante, son los protagonistas del espacio del burdel. Evidentemente, ambos espacios se funden para crear una historia que desde el comienzo plantea una arquitectura espacial en la que se oponen dos realidades distintas.

El padre Cándido es el párroco encargado de la Catedral y en todo momento mantiene una lucha constante para lograr el cierre permanente del burdel. Sus estrategias para combatir al gran oponente fueron: oraciones constantes, manifestaciones en masa para destruir a la “Sodoma en miniatura” (12), y uso del poder para obligar al presidente municipal a unirse contra la batalla del burdel.

Mientras tanto, en el burdel, el chino Changsán, administrador del negocio, brinda a todos sus clientes esa otra realidad alterna que la mayoría de los hombres del pueblo desean: música, diversión, placeres, mujeres, bebidas embriagantes y, sobre todo, un té alucinógeno con el cual lleva a aquellos que lo tomen a un mundo paralelo en el que se funde lo irracional con la realidad, llevándolos a un estado de placer y confusión, esto es, a la Ciudad Intramuros, Jardín Extramuros y allí a la Princesa de Jade (47).

En la historia de Carnaval de Sodoma se van presentando personajes interesantes que rompen con los esquemas tradicionales, al igual que contiene multiplicidad de relatos que lleva al lector a perderse en una línea donde el placer y el deseo son los protagonistas indirectos. De esta manera lo indica Clavell:

Leyendas paradisiacas que contienen las artes amatorias más sublimes y burdas escenas de degradación carnal se entretejen en esta novela, que tanto en forma como en fondo constituye una excelente muestra de cómo es posible plasmar en la página en blanco las terribles disputas que tienen lugar en las tierras caribeñas para controlar el efímero dominio del ser y su otra cara; el raras veces tan bien novelado parecer (15).

Insiste Clavell que:

Pedro Antonio Valdez, desde el inicio de su novela, invita al lector a inspeccionar qué ocurre detrás de las puertas del Royal Palace y logra pronunciar los discursos de los amigos y los enemigos del cabaret: el de la iglesia Católica, el ayuntamiento, la prensa, las prostitutas, sus clientes, el de alta alcurnia y el de las agencias de sanidad.

Es por eso que en Carnaval de Sodoma todos aquellos actantes erotizados desde los espacios tangibles ayudan a recomponer el ambiente erótico esencial en la temática de la obra. Es importante mencionar que esta novela consta de más de treinta personajes. No obstante, no todos los actantes pertenecen al grupo de los erotizados. De alguna manera, aquellos que se insertan en el discurso del burdel son los que proyectan con sus acciones esa parte erótica que los caracteriza.

Por ejemplo, uno de los actantes erotizados más importantes en Carnaval de Sodoma es Changsán. A través de los capítulos del Royal Palace, este es un chino que personifica al común administrador de un burdel. Este cobra su dinero a los clientes, atiende a sus meretrices, paga sus impuestos, soborna a los funcionarios de gobierno, atiende los servicios de salubridad del lupanar, esposo de Lù-shi, machista con toda la connotación del término y, en algunos momentos, fumador de opio. En la mayoría de los capítulos este personaje no representa en ningún momento un actante erotizado. Sin embargo, a Changsán, en el espacio discursivo del Royal Palace imaginario, específicamente en los capítulos de Jardín Extramuros y Ciudad Intramuros, se le puede considerar uno de los personajes más erotizados de la novela.

En estos capítulos, el lector disfruta de un viaje surrealista al igual que los clientes del prostíbulo que toman el té de Lú-shi. Estos viajan, mediante su inconsciente, hasta conocer a la Princesa de Jade, y experimentan encuentros eróticos y relaciones sexuales tan intensas que se enamoran de ella. Caminos misteriosos, elementos naturales, cuerpos celestes, jardines mágicos, diferentes planos geográficos, metales preciosos y personajes extraordinarios, entre muchos, son algunos de los elementos surrealistas que se entremezclan para el encuentro entre el cliente y la Princesa de Jade, de quien nadie conoce su verdadera identidad hasta los capítulos finales de la historia. Es decir, Changsán con su máscara y travestismo vivifican al personaje oriental más erotizado de la historia.

El elemento de dualidad que comparte este personaje de Changsán y la Princesa de Jade juega con un estilo auto-consciente, en combinación con una calculada dicotomía ficción-realidad, que nos lleva a pensar que el autor plantea un mensaje esencialmente existencialista; cuando aborda los conflictos internos del ser humano, la duplicidad de sentidos en una vida y las máscaras por las cuales el individuo puede asumir su libertad. Todo ello lleva a la creación de la Princesa de Jade, uno de los actantes que refleja una doble vida llena de erotismo, siempre en la búsqueda del objeto deseado.

Para concluir

No hay duda de que el Caribe ha sido escenario de muchas novelas capaces de recoger la esencia misma de lo misterioso, lo macabro y lo monstruoso. Sin embargo, Pedro Antonio Valdez, como escritor, logra llevar al lector, de forma inmediata, a los espacios marginales de la República Dominicana, no solo con su técnica literaria, sino también con el manejo transgresivo del lenguaje y las temáticas culturales. A la luz de lo antes mencionado, este escritor, en una reseña de Alegre Barrios, indica que:

No es que haga trabajos de campo para reconocer el terreno y la gente, porque eso usualmente no resulta. Me gusta trabajar los espacios que conozco de por vida para que no me engañen. Si saben que soy escritor, la reacción de la gente no es natural. Prefiero trabajar sobre procesos que conozco, sobre coordenadas que me son inmediatas. Me gusta escribir sobre el barrio y soy parte de él… nadie me puede engañar (33).

De esta manera, la escritura de nuestro autor sobresale por su estilo particular, y su capacidad de aplicar una mirada sociológica y literaria en su país natal. Por eso, Franklin Gutiérrez establece que: “es una de las voces más sólidas de la narrativa dominicana actual” (465).

Y por último, y no menos importante, la temática del erotismo es la otra forma que utiliza el autor para el desarrollo de sus historias y, que de forma magistral, se despliega en ambas obras comentadas. Lo erótico, que se ha utilizado como base en este ensayo, es ciertamente es uno de los temas predominantes en su creación y, muchas veces el motivo responsable de manejar la acción, al igual que de moverla a distintos ámbitos. Más aún, el erotismo logra contener una carga semántica que crea la plurisignificación de ambos textos. En palabras del propio Valdez, Manuel Clavell, reseña: “el acto sexual es el único momento en que la charlatanería resulta sublime y placentera” (15).

Bibliografía

Alegre Barrios, Mario. “A presentar el Carnaval de Sodoma”. El Nuevo Día, 12 octubre 2003, p. 33.

Bataille, George. El erotismo. Traducido por Anton; Vicens -Marie- Paule Sarazin. México, Tusuets Editores.1957. www.pensamientopenal.com.ar/system/ files/2014/12doctrina31464.pdf/. Accedido: 30 mayo 2016.

Clavel Carrasquillo, Manuel. “El espacio del pecado, Entrevista a Pedro Antonio- Valdez. Poética del antifaz”. El Nuevo Día, 23 noviembre 2003, pp. 14-15.

Diccionario de la Lengua Española. Vigésima segunda ed., vol. 1, Madrid, 2001, p. 947.

Gutiérrez, Franklin. Diccionario de la literatura dominicana. Búho ed., Santo Domingo, 2004, pp. 464–465.

Gómez, Elías. “¿Qué Es El Erotismo En La Literatura?” Almiar Revista Cultural de Lectura Rápida, 2003, www.margencero. es/articulos/erotismo.htm.

Pereyra, Emilia. “Pedro Antonio Valdez”. Periódico Areyto, febrero 13 de 2000.

Valdez, Pedro Antonio. Bachata del ángel caído. Isla Negra ed., San Juan/ Santo Domingo, 1999.

_____. Carnaval De Sodoma. Alfaguara ed., Santo Domingo, 2001.

Pedro Antonio Valdez

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