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Poemas de Pablo Blanco
Poemas
Pablo Blanco
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[poesía]
Horizonte
Detrás del mar
la ola que no llega
la hora sacudida
sobre la espalda del tiempo.
Detrás del mar
el sueño titilante
siempre
por llegar
terco de brillo
y de cuerpo fugaz.
Detrás del mar la memoria
el instante perdido
el instinto arrebatado
de lo que vendrá.
Detrás del mar
los ojos que tuve
el ansia disgregada
la traición y la tierra
Detrás del mar
unos pies de fuego
que nunca
me olvidaron.
Con las manos
Cuando
me arranqué los ojos
te vi
brillante y posible
las manos cortadas
y el viento agrietado.
Cuando me arranqué los ojos
surgió
lo imposible
perenne y litúrgico
inestable y límpido.
No hay dios. No hay incógnita.
Todo es claridad detrás de la incertidumbre.
Cuando me arranqué los ojos festejaron
los completos
y un baile de sombras partió
hacia el sol y murió en la sal
justo ahí
donde nacen
las respuestas.
Me arranqué los ojos y te vi.
Ibas con la libertad doblándote la espalda.
Espacio Tiempo
Será ayer
cuando te veré
antes del desastre.
Será ayer
cuando sabré lo que hiciste
y no habrá niños muertos
no habrá la preocupación que hoy
no tenemos
íbamos e iremos con el dolor zanjado.
Fue mañana lo de ayer
en ese flaco instante
cuando nos besamos sin suceder.
Será ayer, recién, cuando podríamos entenderlo.
Fue mañana
cuando todo se hizo inútil
cuando hicimos de más
lo que no era necesario.
Será ayer la sonrisa
fue mañana este devenir incansable.
Uno
Tres
dice la letra
sin saber de números
tres desprecios tres
infames desperdicios
tres tercos tres que se enamoran
tres en contra
contra tres
no fundamentos
tres no virtudes
tres en pares
tres y palabras
tres cuerpos que perecen
inconsistentes tres
sostenidos tres
en bemoles de alambre
tres son los hierros
que cuelgan
y sostienen hilos tres de amor
óxido de tres y rojo
tres púas de odio
pendientes
como si la palabra entendiese la letra
Lo dicho
A Sergio Blanco
No esperes el sigilo de la aurora,
no des por cierta la belleza
ni la sombra, ni la duda.
No esperes del mal la buena sombra
ni des por hecho lo evidente.
No incendies con prisas el ocaso,
no esperes la piedad de la esperanza
ni llores los escombros escoltados
entre el olvido, el pasado y el silencio.
Me lo dijo un padre que no tuve.
No esperes de la ausencia la caricia
ni rompas con delirios lo inclemente,
no des el alma a los cautivos
ni esperes gratitud de los traidores.
Es infértil la pluma de los necios,
ecléctica la incerteza de lo cierto;
no hay más vida que la errante,
ya no existe eternidad, ya no existe este momento.
Me lo dijo mi hermano
como una instrucción para perderse en mi sangre.